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Convergencia
versión On-line ISSN 2448-5799versión impresa ISSN 1405-1435
Convergencia vol.13 no.40 Toluca ene./abr. 2006
Ensayos
Las élites gobernantes priístas del Estado de México: su conformación y redes 1942-2005
Claudia Abigail Morales Gómez
Universidad Autónoma del Estado de México. Correo electrónico: moralesclabi@yahoo.com.mx
Envío a dictamen: 14 de octubre de 2005
Reenvío: 13 de marzo de 2006
Aprobación: 28 de marzo de 2006
Resumen
El análisis que se realiza a lo largo de este texto tiene como objetivo explicar la conformación de las élites gubernamentales priístas en las sucesiones del ejecutivo local del Estado de México. Lo cual se pretende demostrar a través de una revisión teórica de las élites y desde la concepción del término; misma que para el caso de estudio se llevó a cabo mediante el reconocimiento de las redes de los principales actores políticos, lo que permite mostrar que sus relaciones de amistad, familiares o laborales son las que le posibilitan ascender y formar parte de las élites gubernamentales.
Palabras clave: élites, actor político, redes, grupo político, sucesión gubernamental.
Abstract
The analysis done along this text has the object to explain how priistas governor elites are made in the succession of the executive of the State of Mexico. This project pretends to show trough a brief revision of the elites' theory the conception of this concept. This study allows to recognize the main political characters, as well to show that personal relationships as: friendship, family and work that make possible to get access to different charges and taking part in these governor "elites".
Key words: elites, political actor, nets, political group, governmental succession.
Introducción
Uno de los rasgos más notables que ha tenido del sistema político mexicano ha sido su fragilidad en la vida democrática, lo cual es consecuencia de la falta de experiencia en este tipo de régimen y la persistencia de formas autoritarias que han sido engendradas por las élites que han gobernado este país desde el movimiento revolucionario de 1910.
Las élites posrevolucionarias se caracterizaron por la instauración de un régimen autoritario que tenía sus pilares en el partido oficial: el Revolucionario Institucional (a partir de 1946: Partido Revolucionario Institucional) y la presidencia de la república. Esta última tomaba casi todas las decisiones en el país, por eso los grupos locales buscaban nexos con la élite nacional.
Sin embargo, no puede dejar de reconocerse las transformaciones en el escenario político que se han dado en las últimas décadas, mismas que han dado origen al surgimiento de nuevas élites y mayor pluralidad política en el país. De tal suerte que en julio de 2000 el ciudadano mexicano fue testigo de la alternancia, hecho que se derivó de las nuevas redes políticas tejidas en torno a nuevos liderazgos que provienen de una tradición distinta a las formadas en las filas del partido dominante. Estos cambios esbozan un sistema político distinto, el cual parece alejarse de la supremacía de la figura presidencial y de la hegemonía que estableció el partido que institucionalizó a la revolución.
En este contexto, el Estado de México1 se mantiene con una particularidad, ya que desde 1942 el gobernador de la entidad proviene de las redes priístas,2 lo que aunado al mito de que ha sido un grupo local originario de Atlacomulco el cual pareciera controlar la dirección de la política de la entidad, son la principal motivación para elaborar el presente estudio. Éste pretende explicar la conformación y evolución de las élites locales, de tal manera que se desmitifique la idea de la existencia de una sola élite política, localizada en el grupo Atlacomulco.
Derivado de la idea de concebir a las élites locales en un grupo homogéneo, se ha generado en el ámbito nacional la creencia de que la élite local se establece siguiendo un liderazgo fuerte, mismo que parece tener como principal característica mantener el poder local en actores políticos que sean originarios de la entidad. No obstante, esta imagen puede ser cuestionada, ya que la relación más importante hasta la llegada de Emilio Chuayffet3 (1993) a la gubernatura era la relación con el presidente de la república; así que las relaciones entre las élites son una cuestión mucho más compleja que el lugar de origen.
De acuerdo con lo anterior es también preciso reconocer la fortaleza de las elites mexiquenses en el ámbito nacional, mismas que se identifican desde 19424 con su capacidad para crear condiciones de competencia entre los diversos grupos y facciones que integran a las élites. Por lo tanto, la característica principal de las élites locales fue el establecimiento de condiciones que se desarrollaron con base en reglas no escritas, pero sí claras y compartidas por los actores políticos de la entidad, las cuales se reconocían dentro de la hegemonía priísta.
Las élites políticas del Estado de México, sobre todo en las últimas décadas, se distinguieron por la estrecha relación con los presidentes de la república priístas y la influencia que ejercieron en el ámbito nacional. Por ello, es motivo de este análisis explicar la conformación de las élites gubernamentales locales, sus redes, lo cual se ha efectuado a través del estudio de las biografías de los ex gobernadores, sus principales redes y la integración de sus administraciones. Asimismo, se resaltan los vínculos que guardaron miembros de las élites locales con actores políticos nacionales y la actuación de éstos frente a las sucesiones gubernamentales. Ello con el propósito de responder a los cuestionamientos: ¿cómo se conforman las élites locales? ¿En dónde se forman las redes de las élites? y ¿qué es lo que sustenta a las élites locales?
El enfoque utilizado para el análisis de las élites locales se retoma de las nociones de las teorías de élites y de redes. La principal hipótesis del presente trabajo es que la conformación de las élites gubernamentales priístas se debe a las relaciones que establecen con políticos locales y nacionales. Es decir, aquel individuo que tiene más relaciones con el ejecutivo local y nacional, así como con los políticos influyentes en los dos ámbitos de gobierno ya mencionados, es un actor central de la red; por lo tanto, el miembro con gran capacidad de influencia y liderazgo dentro de la misma.
La reflexión sobre la teoría de las élites es necesaria para el acercamiento a la comprensión de las élites gubernamentales en la sociedad actual, de tal forma que la concepción de las élites tuvo su punto de partida en las aportaciones de Gaetano Mosca, quien expuso la distinción entre las mayorías que son gobernadas y la minoría gobernante. En esta última el teórico destacó que ésta es una realidad en cualquier tipo de sociedad, lo cual inauguró la discusión de su definición y rol que tienen las minorías gobernantes, considerándolas necesarias en el orden social.
Desde el planteamiento de Mosca a principios del siglo XX, la definición de las élites políticas se ha convertido en explicaciones de la realidad en el quehacer político; de tal modo que en décadas recientes han proliferado los trabajos que pretenden demostrar la existencia, formas de integración y comportamiento de las élites políticas, inclusive el desarrollo de las mismas en regímenes democráticos que, desde el planteamiento de Joseph Schumpeter hasta el de Robert Dahl, conciben a la democracia como un sistema que permite la competencia entre las élites para llegar al poder, por ende, las reglas del juego y la actuación de las mismas son lo que determina su triunfo en los Estados modernos.
Es de gran importancia recobrar algunas de las principales concepciones de las élites que permitan justificar la utilización del término, e incluso comprenderlo en sistemas democráticos y con espacios de participación ciudadana, que al final se muestran influenciados y se toman las decisiones al interior de las élites.
Desde esta visión, es conveniente entender que las élites se constituyen por personas que interactúan entre sí, por lo tanto, sus relaciones y los roles que ejercen en ellas son las que les posibilitan llegar a niveles de decisión y conservar el poder. En cuanto a las élites, "el mejor recurso para comprender su comportamiento no es recurrir a grandes paradigmas teóricos, sino a términos o nociones [...]. El éxito del recurso depende de no exagerar su alcance, es decir, no intentar pasar de la descripción a la teorización" (Hernández, 1997: 704).
En este sentido, la utilización del término red sirve de mucho para describir y explicar cómo se constituyen los grupos compactos alrededor de una persona que pueden abarcar lo mismo diversos campos sociales (o roles) que grupos de amistad e instrumentales (Hernández, 1997: 704). Los cuales se conforman en aspectos que desde este planteamiento forman a las élites gubernamentales, siendo la principal característica de las mismas la integración de sus redes.
De tal suerte que en esta discusión se distinguieron algunos rasgos propios de las élites de la entidad, de acuerdo con sus relaciones con los principales actores de la política local, encabezadas por los gobernadores y los presidentes de la república en turno, necesariamente conceptualizados como élites gubernamentales.
Por lo tanto, el artículo se divide en cuatro apartados: el primero es un marco teórico, en el que se discuten los principales conceptos en el marco de la teoría de las élites; al final se presenta un resumen sobre las características y definiciones de algunos autores. La segunda sección propone la metodología con la cual se llevó a cabo el análisis de las élites gubernamentales de la entidad, que intentó construir a partir del término de redes. El tercer apartado describe la forma en la que se han compuesto las élites gubernamentales, de lo cual se destaca la relación que guardaron con el presidente de la república en turno y las redes que se tejieron en torno a sus carreras políticas y administrativas. Por último, se elaboraron algunas consideraciones finales sobre este análisis.
Una breve revisión teórica
La teoría de las élites
La definición de élite política así como la teorización sobre estos términos surge a finales del siglo XIX
El concepto se desarrolló en el intento por construir una ciencia política, basada en el realismo de los planteamientos propios de dicha ciencia.
En este contexto, se expone la teoría de las élites,5 la cual afirma que toda sociedad se compone por una minoría gobernante y una mayoría gobernada (incapaz de organizarse por sí misma). Lo interesante de esta teoría son las características que identifican sus autores alrededor de la minoría gobernante, lo que define su conformación y, para algunos, su actuación.
Justificación de la existencia de las élites
Gaetano Mosca señaló que no hay sociedad alguna, independientemente de su grado de evolución cultural, en la que no exista una marcada división entre los individuos que tienen el mando de la dirección política y aquellos que obedecen sus decisiones. Según esta primera definición del teórico italiano, la organización y unidad de objetivos de las minorías explican su dominio.
Existen dos clases de personas: la de los gobernantes y la de los gobernados. La primera, que es siempre menos numerosa, desempeña todas las funciones políticas, monopoliza el poder y disfruta de las ventajas que van unidas a él. En tanto, la segunda, más numerosa es dirigida y regulada por la primera de una manera más o menos legal, o bien de un modo más o menos arbitrario y violento, y a ella se le suministra, cuando menos aparentemente, los medios materiales de subsistencia y los indispensables para la vitalidad del organismo público (Mosca, 1992: 106).
Siguiendo la idea de una masa desorganizada e incapaz de guiarse por sí misma, Wilfredo Pareto introduce el término de élite, distinguiéndola en dos fracciones: la élite de gobierno y la élite de no gobierno. Su definición se sustenta más en la funcionalidad de las élites que en su posición como tales. Tanto así que su definición de élites o clase selecta es muy amplia, porque toma como parte de ellas a los mejores, o bien, a los más aptos de cada una de las ramas en las que se desenvuelve el ser humano. Su explicación parte de la inexistencia de una homogeneidad social; son las acciones humanas las que determinan la distribución del poder en la sociedad.
La concepción paretiana de élites podría percibirse simplista; no obstante, el autor más que preocuparse por definir a las élites y observar su conformación, se concentró en analizar lo que posibilitaría el equilibrio social. Se fundamentó en la mezcla de las diversas clases de élites (política, económica y civil); lo cual expone con mayor precisión en su Teoría de la circulación de las elites. Se precisa en un ciclo, "en el que los intereses, sociales y en especial económicos, influyen sobre la estructura y sobre el sistema de los papeles sociales, y la variación de los papeles influye a su vez sobre los intereses" (Pareto, 1980: 40). Esta es la principal razón de la decadencia y agotamiento de los grupos elitistas y en especial de las aristocracias, como él lo mencionaba: "la historia es un cementerio de aristocracias". En este sentido, Pareto hizo notar que las clases elegidas se encuentran en constante transformación, lo cual describió como un proceso lento que permitía el mantenimiento de las clases selectas.6
Conservación del poder
Para diversos autores, defensores de la teoría democrática,7 las justificaciones de Mosca y Pareto sobre la existencia de las minorías gobernantes se hallan en el rechazo que manifestaban por la democracia. Tanto así que para Pareto la democracia era una ficción, no pudo concebir un Estado gobernado por la "representación popular", pues tarde o temprano serían las minorías las que se encargarían de las decisiones y de gobernar.
En su versión ampliada de Elementos de ciencia política, Mosca reconoce en el "gobierno representativo" un carácter legitimador de las clases gobernantes en el poder,8 esencial para resolver el problema de la estabilidad política. Pero solamente lo pudo visualizar como un régimen funcional en el momento que existiera una clase media, con condiciones mor ales e intelectuales, así como con una educación política, que le permitieran una cooperación eficaz en las acciones emprendidas por la burocracia.
La importancia de lo anterior radica en la posibilidad de que las élites se conviertan en una fuerza antirrevolucionaria, encargada de asegurar la estabilidad y preservación de la libertad. Por lo tanto, la sobrevivencia de la clase gobernante se encontraría en su capacidad de adaptación y de mostrar en sus acciones a las fuerzas cambiantes, como lo serían los procesos electorales; ya que "los comités constituyen, en cambio, la minoría organizada que logra imponer el propio candidato a la mayoría desorganizada, desarticulada de los electores, [la] que se queda como inerte especuladora de la lucha"9 (Ettore, 1992: 131). En este sentido, para Mosca la apertura de las élites hacia el sistema representativo era un mecanismo para renovar a las minorías; sin que el interés de éstos sea el fomento de sus ideas y programas, mucho menos podría significar una expresión de las demandas sociales.
En estas breves consideraciones sobre los planteamientos de Mosca y Pareto argumentan la imposibilidad del triunfo de la democracia como un régimen político real y como una forma de gestión de los asuntos públicos. Robert Michels10 coincidió en gran medida con estas ideas de Mosca. A ellos añade en sus estudios sobre los partidos políticos el carácter oligárquico al que tiende toda organización, lo que de manera tajante observó como impedimento para la democracia; como él lo mencionó: "llamamos a ésta la era de la democracia; pero si que, a medida que se desarrolla la democracia, aparece un efecto colateral: un avance de la organización, la democracia tiende a declinar" (Michels, 1996: 78).
Las élites políticas en la democracia
La discusión entre el elitismo y la democracia sonaba totalmente contradictoria. Pese a ello, Joseph Schumpeter, en el texto Capitalismo, Socialismo y Democracia, estableció el vínculo entre el elitismo y democracia, y definió a esta última como un método. "El método democrático es aquel sistema institucional de gestación de las decisiones políticas que realiza el bien común, dejando al pueblo decidir por sí mismo las cuestiones en litigio, mediante la elección de los individuos que han de congregarse para llevar a cabo su voluntad" (Schumpeter, 1971: 321). Respecto a la discusión de las élites, Schumpeter consideró que su existencia era necesaria, porque éstas pueden evitar el desequilibrio del sistema democrático, que pudiera ser provocado por la actuación de las masas sin dirección. Es necesario rescatar de la concepción procedimental de la democracia una de las principales características de las sociedades modernas, las cuales se basan en la representación; pues en la democracia radica la concepción de competencia por el poder entre diversas élites políticas. Sin ahondar en la discusión de la teoría democrática, la democracia vista como un método permite afirmar la idea de: la existencia de minorías gobernantes electas por el ciudadano mediante el sufragio, mismas que son las encargadas de la toma de decisiones para toda la sociedad.
El elitismo democrático como una propuesta realista de los regímenes modernos se distingue por la igualdad de oportunidades, que no significa la igualdad de influencia. La igualdad significa que cualquier individuo tiene la misma posibilidad de ser reclutado dentro del grupo que toma las decisiones. Esto lo caracterizó Robert Dahl como un régimen poliárquico.11
En su propuesta, Dahl consideró a la democracia como el modelo ideal, y es la poliarquía el régimen que permite la competencia inter-élites. Esta última puede convertirse en un auténtico espacio para la pluralidad y el debate público. Por definición, la poliarquía se mostró opuesta a los regímenes oligárquicos y con una amplia posibilidad para democratizarse.12
En suma, la teoría del elitismo democrático planteada como un método, o bien, como una expresión del interés de las minorías en competencia, expone dos aspectos centrales: 1) los sistemas democráticos en la actualidad se conforman por élites que gobiernan frente a la pasividad de las masas, y su legitimidad se basa en los beneficios que procuran las élites para la sociedad en general; 2) la idea de una relación igualitaria entre las élites y las no élites carece de objetividad real, debido a que la vida democrática, desde la concepción de los elitistas sólo es posible mediante la representación y apertura; lo cual es organizado y controlado por minorías finalmente.
Sin embargo, es necesario precisar que el elitismo democrático debe comprenderse en la amplitud de una sociedad moderna. Es decir, las minorías y la sociedad en general tenderán a ser más democráticas si sus instituciones son creadas para garantizar la participación, la libertad y apertura. Asimismo, esto depende del tipo de cultura política de la sociedad y de los márgenes de igualdad que persistan en ella.13
Definición de élites políticas: su conformación, sus características y su actuación
Desde la introducción del término por Pareto, la definición de las minorías gobernantes se ha mantenido en constante debate. Muestra la dificultad para precisar los elementos de la propia definición, así como lo complejo que resulta el análisis en cuanto a su conformación, actuación y características de los miembros de las élites. Lo anterior lo advirtió Wrigth Mills, al afirmar lo siguiente:
Si eligiéramos nuestro campo de estudio de acuerdo a la accesibilidad del material no estudiado, no deberíamos decidirnos por la élite. Sin embargo, si tratamos de entender algo de verdadera índole de la sociedad en que vivimos no podemos permitir que la imposibilidad de una prueba rigurosa nos aleje del estudio que consideramos importante (Mills, 1989: 7).
Mills identificó a la élite de poder en aspectos conductuales y planteó a la élite en una sola, integrada, para el caso de Estados Unidos, por tres sectores históricos: económico, político y militar. Así, definió simplemente a la élite como una minoría compuesta por quienes tienen lo máximo de lo que puede tenerse. A éstos los identificó en las posiciones centrales de las grandes instituciones de la sociedad moderna. Con esta misma idea, Mills ubicó su estudio en aspectos conductuales de los miembros de la élite. Para él la comprensión de éstas podría realizarse gracias a un análisis psicológico, de tal forma que en su exposición de la élite norteamericana señala características y actitudes muy propias de esa cultura.
Otro de los estudios que es conveniente mencionar, es el análisis que hizo Harold Laswell al definir a las élites políticas por su distribución de poder y no por sus cualidades individuales o valores alcanzados por la minoría.14 En este sentido, "la élite está compuesta por aquellos individuos que, dentro de un grupo gozan de mayor poder; la semi élite por los que tienen menos poder que los anteriores; la masa por la que tiene mínimo poder" (Laswell y Kaplan, 1950: 201). La concepción de Laswell se muestra tan amplia que las élites no sólo se encuentran en las instituciones de gobierno, sino, según el autor, conservan su predominio mediante la manipulación de símbolos, el control del abastecimiento y la aplicación de la violencia. Desde esta perspectiva, Laswell deja de lado a la autoridad, por eso la posición en las jerarquías institucionales no son para él el núcleo de identificación de los miembros de las élites.
Ante las concepciones de Mills y Laswell, el problema surge al intentar identificarlas por sus acciones, conductas, o bien, en la influencia que ejercen sobre ciertas decisiones, ya que limita el análisis de las mismas. Pero el término élites se retoma para este trabajo, comprendiéndolas como las minorías gobernantes que están en constante competencia por la dirección, en este caso, de la entidad objeto de este análisis.
El enfoque utilizado para identificar a las élites gobernantes priístas del Estado de México se retoma de la teoría de redes. Éste no se centra en un análisis de la conducta de las élites en función de la clase social o de la profesión, es decir, los atributos de los individuos no son parte del objeto de estudio, sino que se concentra en las relaciones que se establecen entre los actores o grupos.
Desde esta perspectiva, se afirma para este caso que las élites gubernamentales se constituyen por sus redes y posición en el aparato gubernamental. Su posición está vinculada con sus relaciones de amistad, laborales e incluso familiares; lo cual podría evidenciar las interconexiones existentes con otros grupos (por ejemplo, la pertenencia o no a un determinado partido político), y por ello la existencia de una compleja red de influencias.
De acuerdo con lo anterior, cabe señalar que por red se entiende un conjunto de individuos que se encuentran relacionados según sus intereses y características en común. Esto es, la red política se observa como: "una 'red de intercambio' es una estructura so eial específica formada por dos o más relaciones de intercambio conectadas entre los actores" (Cook, 1983: 277)".15 Es muy importante comprender que la red es considerada como un instrumento y no como un concepto por analizar, se usa de manera descriptiva y se sitúa en torno a un liderazgo que conforma su actuación, incorpora relaciones de amistad cercanas y directas, comparte intereses y experiencias sociales en las redes "hay identidad de valores y principios comunes que se desarrollan por una relación cotidiana" (Hernández, 1997: 692).
Para efectos de este estudio, las redes se componen de: una red personal, formada por las relaciones que surgen en el conjunto de roles que desempeña un individuo16 al conocer a otros, según sus actividades de trabajo, de familia y asociaciones civiles y políticas17 (Hernández, 1997: 711). El análisis de redes trata con datos relacionales, es decir, un vínculo específico. Lo que se muestra en este estudio es el número de veces que aparece ocupando un puesto de alto nivel en el aparato gubernamental.18 A su vez, las redes forman subredes que se pueden describir como el "subconjunto de individuos que pertenecen a una red y que por sí mismos constituyen una subred" (Gil-Mendieta y Schmidt, 1994: 16).
Las relaciones de las redes pueden originarse en variados espacios como: el lugar donde se vive, el parentesco, la amistad, el lugar donde se estudia, las relaciones económicas, el oficio, el lugar donde se labora, etc. No obstante, para este análisis la principal red es la que el actor político genera en su rol laboral, como servidor público, participante y miembro del Partido Revolucionario Institucional.
Es importante señalar que habrá que reconocer el término red como una noción, más que como un concepto, ya que este enfoque lo que permite es observar las relaciones, los puntos de contacto directos e indirectos de un personaje; pero no se establecen las motivaciones o razones de estos vínculos entre los actores políticos.
El propósito de observar la integración de las élites mediante redes, obedece a interpretar el fenómeno sin someterlo a nociones dadas como el clientelismo, que define las relaciones entre los actores políticos con base en la lealtad, coerción y desigualdad de intercambio entre las relaciones, lo que manifiesta interés en el beneficio individual. De la misma forma, se diferencia de otros términos propios del argot político como: clanes, facciones, tribus y camarillas, mismos que tienen en común el interés individual y la lealtad de cada persona en torno a los liderazgos.
Por lo tanto, en un sistema de partido dominante la renovación de las élites no depende de los partidos, sino de la formación de redes al interior, lo cual puede generar una conducta disciplinada y unificada, de acuerdo con los beneficios económicos, morales e inclusive ideológicos. En este sentido, las redes no sólo se forman al interior de los partidos, sino en las burocracias.
En conclusión, la existencia y justificación de las élites se plantea en dos sentidos: 1) las posiciones oligárquicas que buscan la estabilidad de cualquier régimen y, por ende, son necesarias las élites. 2) La relación entre las élites y la democracia, esta última puede consolidarse mediante la conformación de élites plurales y el respeto a las reglas del juego electoral, el cual es el medio necesario de acceso al poder. Esto se puede observar en el cuadro de resumen 1.
Dadas estas visiones ¿cómo puede entenderse a las élites?, ¿dónde se identifican?, es decir, ¿quiénes son las élites políticas? Como parte de la respuesta planteada por diferentes autores se presenta el cuadro de resumen 2.
Metodología
Para el análisis actual de las sucesiones a gobernador en el Estado de México, necesariamente se inicia con el nombramiento de Isidro Fabela como gobernador, momento que se ha considerado clave para comprender la integración de las élites en la entidad; ya que Fabela, fue quien logró limitar a los grupos caciquiles19 que habían participado en el movimiento revolucionario, para dar paso a una era en la entidad que lograría formar y consolidar a las élites locales en torno al partido oficial (PRI). Por tal motivo, el punto de partida para esta explicación es la participación de Isidro Fabela en la política local hasta la sucesión de gobernador de 2005, misma que se ha caracterizado por desarrollarse en un contexto distinto en el que el presidente de la república ha dejado de ser el máximo elector, además de que es un momento de convergencia plural y de alternancia en el poder.
En este sentido, el estudio que pretende explicar cómo se han conformado las élites gubernamentales locales, se fundamentó en la revisión de algunos documentos históricos, biografías de los gobernadores y funcionarios públicos, así en como algunas charlas con estudiosos del tema y algunos actores cercanos a los ex gobernadores, quienes hicieron posible situar hechos relevantes de cada periodo en el contexto en el que se desarrollaron. Además de esta información, se examinaron textos sobresalientes como los trabajos de Rogelio Hernández, quien ha realizado importantes investigaciones sobre este tema. Asimismo, se elaboró un seguimiento de notas periodísticas y declaraciones de importantes políticos y funcionarios públicos, con el fin de observar los cambios y las transformaciones respecto a las sucesiones gubernamentales, información que ha servido como parte de la localización y verificación de los miembros de las redes.
El análisis se concentra en la noción de red, la cual se estableció de manera primaria; es decir, una red personal que parte del conjunto de vínculos que ha generado un individuo en sus roles de pertenencia política, de trabajo y, para algunos, familiares. Los tres esquemas plantean como centro de la red a un actor clave, que se distinguió con base en una matriz elaborada para detectar a los actores que más se repiten y las relaciones que establecieron en su función pública. La matriz incluye a los gobernadores electos y sustitutos desde 1942 hasta 2005, los gabinetes de cada uno, los miembros de la Cámara de Diputados local, los miembros del Congreso de la Unión correspondientes a la gestión, los magistrados del Tribunal Superior de Justicia y los presidentes del Comité Directivo Estatal del PRI.
Según la matriz, se efectuaron los cruces obteniendo el número de frecuencias de cada actor político, tomando en consideración a los que tuvieran como mínimo dos posiciones dentro de la matriz de diferente origen, es decir, un cargo en la burocracia y cualquier otro de elección popular; el resultado fueron 34 actores políticos. De ellos se analizaron sus biografías y sus relaciones con gobernadores de la entidad y actores políticos nacionales.
Los vínculos que se establecieron en primera instancia se relacionan frente a un actor central, quien se constituyó como centro de red. Esta posición la ocuparon los gobernadores, ya que en torno a ellos se instauran las redes.
Por lo tanto, el rol central de los actores incluidos en las redes fueron sus posiciones en el PRI, en la burocracia local y nacional, así como sus puestos de elección popular. El tipo de relaciones que se crean en primer término son las que se formaron en sus carreras políticas, después las de tipo familiar y de amistad [véanse casos de los Del Mazo en Esquema 1]. Cabe aclarar que las organizaciones que permitieron las relaciones fueron su participación en el gobierno local y su militancia en el PRI. Así que todas las relaciones que el individuo mantiene (en torno a la sucesión gubernamental y la composición de los gabinetes) se aíslan sólo para el análisis de las mismas.
Los esquemas analizan las redes personales del centro de la red, las cuales constituyen el conjunto de vínculos que ha generado un individuo en todos sus roles y da lugar a subredes.
Por subred se comprende a los contactos que cada individuo tiene por su cuenta con otros sujetos y con los cuales el centro de la red no tiene relación directa. El rol que ejercen es de reclutadores de nuevos vínculos, o bien, la formación de equipos de trabajo en la conformación de administraciones locales, ya que es un mecanismo de protección y de ascenso en la escala burocrática.
En este sentido, la descripción y el análisis toman en cuenta que las relaciones directas suponen que los miembros involucrados comparten características comunes que los llevan a estrechar sus contactos; en este sentido, es su vocación e interés por los aspectos políticos, la amistad con algunos actores políticos y su experiencia laboral. Los lugares que han ocupado en el sector público es el mecanismo de medición que permite tener una idea de la red a la que pueden pertenecer los miembros de las élites.
Las élites gubernamentales en el Estado de México: su conformación y redes (1946-2005)
La permanencia de las élites priístas en la presidencia de la república de 1934 a 2000 se debió a la organización y cohesión de sus élites. Esto lo advertía Mosca en su descripción de la clase política, ya que "todas las clases políticas tienen la tendencia a volverse hereditarias, si no de derecho al menos de hecho" (Mosca, 1992: 120). Con todo ello, Pareto mencionaba que las élites se desarrollaban en forma cíclica; por lo tanto, éstas deben ser renovadas. Eso se puede ejemplificar con el ascenso de las élites tecnócratas en México en la década de los ochenta, que se caracterizaron por su formación en economía y finanzas en instituciones privadas y en el extranjero, por lo que ya no era la Universidad Nacional Autónoma de México el centro de reclutamiento de sus miembros.
La estancia de los grupos tecnócratas en la entidad se mantuvo gracias al apoyo de las redes tradicionales (algunas vistas como camarillas20) y al sistema clientelar21 que ha prevalecido en este país. Esto se ve reflejado en la conformación de las administraciones del gobierno mexiquense, en el sentido de que las decisiones económicas y políticas que apoyaron el proyecto neoliberal se ejecutaron sin mayor conflicto entre los grupos locales. Así, los apoyos entre las redes y el sistema clientelar han hecho posible la permanencia de los priístas en la gubernatura.
La divergencia entre las élites tecnócratas, los liderazgos políticos priístas tradicionales, el ascenso de los grupos de oposición y, desde luego, la pérdida del poder omnipotente del presidente llevaron al sistema político mexicano a una nueva crisis. Un vacío en el poder. La presidencia se vio imposibilitada por concentrar el poder como antaño y se sometió ante otros grupos que tomaban parte en las decisiones primordiales de la nación. Ello queda claro con la postura de Lorenzo Meyer al respecto:
El debilitamiento actual de la presidencia no sólo es producto de avances democráticos, también de lo contrario. El caso más claro es el repentino fortalecimiento de las fuerzas caciquiles en los estados: Guerrero, Tabasco, Yucatán, Puebla y Veracruz. Más siniestra que los caciques, es otra de las fuerzas que han ganado terreno a costa del poder presidencial (Meyer, 1995: 232-233).
Entre los actores que destaca Meyer, se encontraba Carlos Hank González. Este personaje era el prototipo ideal del grupo de empresarios favorecidos por las reformas económicas neoliberales. Favores que venían de los presidentes de la república: Carlos Satinas de Gortari y Ernesto Zedillo. Es decir, los miembros de las élites mexiquenses pudieron renovarse ante los cambios y transformaciones nacionales, lo que hasta ahora les ha permitido conservar el poder en la entidad.
En resumen, el tránsito del autoritarismo hacia la pluralidad, así como las fallas de la experiencia neoliberal dan paso a la incorporación de nuevas élites; además de otros diferentes grupos al gobierno del país que han transformado la importancia entre las relaciones de las élites locales y nacional que pertenecían al mismo partido. Es un hecho fehaciente la centralidad que ejercen nuevos liderazgos en los asuntos políticos, como se ha reflejado en los procesos electorales locales que han sucedido a julio de 2000. En ellos la figura del presidente del PRI, o bien de los gobernadores en turno son decisivas frente a la sucesión gubernamental.
Los grupos revolucionarios
Los grupos posrevolucionarios que gobernaron a la entidad después del movimiento carecían de cohesión. Aun cuando ya se había instaurado un régimen de instituciones en el país, el Estado de México seguía viviendo los conflictos entre los grupos de caciques.
En la década de los veinte, las figuras centrales de la política local fueron los hermanos Gómez, Abundio y Filiberto, así como Carlos Riva Palacio, quienes ocuparon la gubernatura y diferentes cargos de elección popular sucesivamente, sin interrupción.
En 1925, cuando Abundio Gómez era gobernador, su hermano Filiberto fundó el Partido Socialista del Trabajo (PST) del Estado de México, partido que dominó la política del estado. La creación del partido logró afirmar el "poderío de la camarilla obregonista-callista, que sólo terminó hasta el accidental advenimiento de don Isidro Fabela" (Sánchez, 1984: 13).
Al PST se le reconoce como el antecedente inmediato del Partido Nacional Revolucionario (PNR) en la entidad. Sin embargo, los grupos locales mantuvieron el poder por casi veinte años. Filiberto Gómez definió al PST como:
La agrupación política que desde hace tiempo controla todo el movimiento político-social del Estado y al que, por tanto, pertenecen las autoridades del mismo, como electas por él, inclusive el que habla; quien además disfruta el alto honor de haber fundado aquella agrupación y haber tomado parte en todas las luchas que hubo de librar para conseguir su definitivo arraigo en la opinión pública que desconocía por completo el juego de estas instituciones democráticas (Sánchez, 1984: 42).
A pesar de los intentos de los caudillos por unificar a los caciques locales, las pugnas en la sucesión gubernamental tuvieron como resultado el fraccionamiento entre los grupos que habían prevalecido: los gomistas y rivapalacistas. Ello dejó un espacio para que en 1937 el presidente Lázaro Cárdenas influyera en la designación a la gubernatura de Wenceslao Labra, yerno de Filiberto Gómez. El gobierno de Labra significó el último del grupo gomista, dando paso a nuevas élites con mayor relación con el presidente y las élites nacionales.
La descripción de esta etapa la hace Salvador Sánchez Colín, ex gobernador del estado, en entrevista con Alvaro Arreola:
La década que se iniciaba en 1940 se distinguía en la provincia mexiquense porque, sobre todo, el "campo" político estaba controlado todavía por los personajes de "texana" y de "pistolas". Los hombres de "mucha fiesta", como se les identificaba al comienzo del decenio, entre los que destacaban los hermanos Gómez, incluido el mismo Wenceslao Labra (Arreola, 1995: 162).
Con el arribo de la década de los cuarenta, la entidad estaba viviendo una nueva crisis; hasta ese momento no se había logrado cohesionar a las élites. Así que en 1942 se puso de manifiesto una vez más la falta de instituciones consolidadas, pues el gobernador Alfredo Zárate Albarrán, simpatizante del grupo gomista fue asesinado.
Este hecho llevó a los diputados locales del Estado de México a dejar en manos del presidente Ávila Camacho la designación del nuevo gobernador del estado. Eran dos los candidatos viables para ocupar la gubernatura "sólo que Baz aspiraba a la Presidencia de la República y no al gobierno de su estado. El otro Francisco Javier Gaxiola, ocupaba una Secretaría conflictiva en un momento sumamente difícil" (Hernández, 1998: 63).
El presidente Ávila Camacho designó en 1942 a Isidro Fabela Alfaro como gobernador de la entidad; lo cual significó el parteaguas de la política en la entidad. Isidro Fabela se convirtió en el principal promotor e iniciador del grupo del Estado de México, "una corriente política que a lo largo de los años, se convertiría en la elite política privilegiada a la hora de decidir y asumir posiciones de poder en el Estado" (Arreola, 1995: 199), la cual ha sido denominada "Grupo Atlacomulco".
El surgimiento de las élites mexiquenses y sus redes
El gobierno de Isidro Fabela tuvo como gran herencia el logro de relacionar en torno al PRI a los caciques locales, así como de reclutar liderazgos en la entidad. Dichos caciques se encargarían de mantener a las élites gobernantes, fortaleciendo su influencia en primer término en el estado, y en segundo en las decisiones de los miembros de las élites nacionales. Este es el punto de partida para el análisis de las redes, ya que son éstas las que han formado a las élites priístas, las redes existentes a la fecha (2005) y que conservan la gubernatura de la entidad.
A diferencia de la red política nacional, las élites del Estado de México comienzan a consolidarse con la llegada de Isidro Fabela al gobierno. Los líderes revolucionarios de la entidad no habían conseguido unirse en un mismo proyecto político ni pacificar a los actores frente a la sucesión de gobernador. Fabela fue representante de las nuevas élites de políticos influyentes en torno a la consolidación institucional de la presidencia de la república que sometió los intereses locales. Como gobernador logró conciliar a los grupos caciquiles con la institucionalización del poder político local frente a las sucesiones gubernamentales.
Lo antetior fue posible con medidas que Fabela instauró para controlar a los grupos de los ex gobernadores. Entre ellas tenemos como ejemplo: "el desafuero de los diputados Sidronio Choperena Ocariz, presidente de la Legislatura, Andrés Francés, Aurelio Vera, Isidro Sánchez, José Trinidad Rojas, José Jiménez (identificados con Wenceslao Labra y con el gomismo )" (Serrano, 2004: 6A). Hecho que permitió, en parte, la consolidación de su poder en el estado.
Isidro Fabela, oriundo de Atlacomulco, había destacado en la política nacional por su experiencia en asuntos internacionales. Inició su carrera con Venustiano Carranza, quien lo nombró secretario de Relaciones Exteriores de 1913 a 1915. También se había distinguido por sus colaboraciones en los gobiernos estatales de Chihuahua y Sonora.22 Esto muestra los vínculos de Fabela con las élites nacionales. Sin embargo, Isidro Fabela mantuvo contacto con algunas familias de Atlacomulco como los Huitrón, Del Mazo, Colín, Vélez, Monroy23, mismos que ya en la época en que Fabela fue gobernador "tenían importantes negocios que le dieron un invaluable soporte a su régimen" (Hernández, 1997: 72). Cabe señalar que la gestión fabelista se caracterizó por introducir la industrialización en la entidad, visión que tenía el gobernador para fomentar y consolidar al estado como prec urs or de la modernidad capitalista.
La sucesión a la gubernatura en 1944 le daba a Isidro Fabela la amplitud para que él decidiera quién sería el próximo gobernador. Logró que el candidato del Partido Revolucionario Mexicano (PRM) fuera su sobrino Alfredo del Mazo, en quien veía la continuidad de su proyecto político, económico y social para el Estado de México. Paradójicamente, el gobierno de Del Mazo significó, por una parte, la muestra de su poder al elegir él a su sucesor, sin que el presidente ejerciera mayor influencia; pero, a su vez, fue el comienzo de su declinación como líder político de la entidad [Véase Esquema 2].
Del Mazo, al conformar su gabinete, trató de disminuir la influencia de Isidro Fabela. No obstante, ratificó en las principales carteras a cuatro funcionarios designados por Fabela, pero tuvo siete de éstas a su disposición. Nombró en ellas a amigos cercanos y familiares; pero logró disminuir a miembros del grupo fabelista en la integración de la cámara baja, en las presidencias municipales, en las diputaciones federales y senadurías.
De los 33 diputados federales, sólo ocho habían colaborado con Fabela, y de los 44 diputados locales, ocho estaban en esa situación [...] en las presidencias municipales ninguno de los elegidos había tenido contacto con Fabela [...] [asimismo] de los cuatro senadores, tres no tenían relaciones directas con el diplomático, sino que respondían a intereses del gobierno federal (Hernández, 1998: 88).
La intención de alejar a Fabela de las decisiones del gobierno estatal obedeció más a una decisión del presidente de la república; pudiera inferirse que pretendía minar su carrera política hacia la silla presidencial. Ávila Camacho impidió la candidatura de senador por el estado a Fabela, nombrándolo juez en la Corte Internacional de la Haya, por un periodo de seis años.
Lo anterior es ejemplo de la pragmaticidad con la que han actuado las élites en el Estado de México. Si bien la confianza y lealtades se muestran en principio hacia un liderazgo local, en algún momento se sometieron a la figura presidencial. Tal es la actitud de Del Mazo, al no interesarse por la consolidación de una red ni por extender las acciones, en este sentido, de su antecesor. Cabe destacar que únicamente:
Cuatro de los veinticinco diputados federales, nueve de los treinta y seis locales, ocho de los doce presidentes municipales y uno de los tres dirigentes del PRI, consiguieron otro cargo en alguna administración posterior [...]. La leyenda de Fabela y de su grupo Atlacomulco no resistió los conflictos de la siguiente gubernatura (Hernández, 1998: 102). [Véase Esquema 1.]
El candidato del presidente Alemán era Gabriel Ramos Millán, amigo desde su juventud, quien se perfilaba para suceder a Alfredo Del Mazo. Deseo que el mandatario vio truncado con la muerte de su amigo en un accidente aéreo, en 1949.
En el año de la elección de gobernador, 1951, tanto Fabela como Del Mazo veían con buenos ojos para la sucesión a Alfredo Becerril Colín, entonces diputado local por Atlacomulco. Pese a ello, Miguel Alemán se pronunció a favor de Salvador Sánchez Colín, quien se había ganado la confianza del presidente por atender su rancho "La Finca de Sayula" en Veracruz. Además, Sánchez Colín había sido senador suplente de López Mateos por invitación de Alemán.
Salvador Sánchez Colín, originario de Atlacomulco, sin conocer la política del estado y en una forma conciliadora con los liderazgos locales, mantiene en su gabinete a funcionarios fabelistas y del gobierno de Del Mazo. Es de notar que en el gobierno de Sánchez Colín aparecen dos personajes vitales en la política nacional y estatal: Carlos Hank González con cargos aún modestos como "Jefe del Departamento de Secundarias y Profesionales, posteriormente Jefe de las Juntas de Mejoramiento Moral, Cívico y Material del Estado; así como tesorero y presidente municipal de Toluca" (Arreola, 1995: 256). Otro actor importante dentro del grupo, líder de la Confederación de Trabajadores de México (CTM) era Leonardo Rodríguez Alcaine, quien fue diputado federal en la XLIII Legislatura (1955-1958).
De nueva cuenta, Isidro Fabela intentó influir en la sucesión y apoyó a Mario Colín Sánchez, también nacido en Atlacomulco y familiar del gobernador saliente Salvador Sánchez Colín. No obstante, el presidente Ruiz Cortines decide respaldar a Gustavo Baz, quien se había destacado por sus relaciones y puestos en la burocracia nacional y era miembro de su gabinete. Dentro de sus colaboradores sobresalen: Jorge Jiménez Cantú como secretario general de gobierno; Carlos Hank González quien se desempeñó como director de Gobernación y diputado federal; como senadores fueron electos Abel Huitrón y Maximiliano Ruiz Castañeda, por recomendación de la federación. A decir de Rogelio Hernández " 'la inversión política' de Baz se advertía en el impulso a jóvenes iniciados por Fabela e incluso, como fue el caso de Hank, claramente apoyados por él" (Hernández, 1998: 127).
En el año que dejaría la gubernatura Gustavo Baz, comenzaron los consensos entre los priístas para designar al próximo gobernador del estado. En la lista aparecían: Jorge Jiménez Cantú, como el candidato natural de Baz; Enrique Tapia Aranda, diputado federal; Julián Díaz Arias, ex oficial mayor en el gobierno de Sánchez Colín; David Romero Castañeda y Sánchez Henkel, ambos diputados federales; Carlos Hank González, en ese momento era subgerente de la Compañía Nacional de Subsistencias Populares (CONASUPO) y había ocupado un cargo en la administración de Baz, respaldado por Isidro Fabela. Finalmente, el candidato fue Juan Fernández Albarrán.24 A éste último se le consideraba por su larga trayectoria local y sobre todo por que contaba con la amistad del presidente Adolfo López Mateos, ya que se habían conocido en el Instituto Científico Literario.25
La generación que integró el gabinete de Fernández Albarrán se encontraba entre los 60 años. Pero en este gobierno empezaron sus carreras administrativas jóvenes como: Humberto Lira Mora, Humberto Benítez Treviño y Gabriel Ezeta Moll.
La consolidación de las élites del Estado de México
La red formada por Carlos Hank
La candidatura de Carlos Hank se da en un ambiente de gran competencia por la misma. Mostró las fracturas entre los grupos locales, lo que provocó que una vez más el presidente (Gustavo Díaz Ordaz) definiera quién sería el gobernador. Se eligió a Carlos Hank, reconocido por su trayectoria en el ámbito nacional, así como por su participación en la política local. Carrera que había iniciado desde muy temprana edad al conocer a Isidro Fabela, y convirtiéndose en uno de sus seguidores y amigo de mayor confianza. De igual manera, Hank reconoció en Gustavo Baz el impulso a políticos jóvenes iniciados por Fabela, entre los que se encontraba él mismo.
Ante las vicisitudes locales y la enemistad del presidente Echeverría, Carlos Hank González integró su gabinete de tal manera que fueron incorporados funcionarios de gobiernos anteriores: del grupo de Sánchez Colín: José Ramón Arana Urbina y Alejandro Caball ero; del grupo de Fabela: Mario Colín, Agripín García Estrada y Guillermo Colín Sánchez; del grupo de Baz: Enrique Carvajal Robles y Jorge Jiménez Cantú. De igual forma no dejó de apoyar a jóvenes políticos como: Ignacio Pichardo Pagaza, Jorge Laris Casillas; quienes habían despuntado por sus méritos profesionales y académicos, sin que tuvieran alguna relación de amistad con el gobernador. Además de impulsar a jóvenes políticos como: Emilio Chuayffet Chemor, Arturo Martínez Legorreta, Humberto Benítez Treviño, Gabriel Ezeta Moll y José Antonio Muñoz Samayoa. También sobresalen los puestos de elección de Yolanda Sentíes Echeverría, Juan Monroy y Sixto Noguez por mencionar algunos [véanse esquemas 2 y 3].
Es pertinente resaltar que el nombramiento del secretario general de gobierno obedecía a dos circunstancias: Jiménez Cantú había sido su jefe en la administración de Baz y se reconocía como un buen amigo de Echeverría. Esto ayudaría a Hank en su relación con el gobierno federal. Al igual que Isidro Fabela, Carlos Hank no tuvo ningún problema en la decisión de su relevo al gobierno estatal, ya que Jorge Jiménez Cantú contaba con el aval del presidente, así como con el respaldo de Hank.
A diferencia de los gobiernos anteriores, Carlos Hank pudo consolidar un grupo que ha logrado trascender en los siguientes. Algunos de ellos han ocupado la gubernatura; por ejemplo, Ignacio Pichardo y Emilio Chuayffet. De esta afirmación se denota que Hank asumió un liderazgo reconocido por reputación entre los políticos del estado. Esto puede observarse en el siguiente cuadro(3), que establece los porcentajes de los políticos que colaboraron con Hank y Jiménez Cantú [véase Esquema 3].
Al parecer, las redes establecidas por Carlos Hank se habían fortalecido; pero para la renovación del ejecutivo en 1981, aquel no logró influir en la designación de Juan Monroy como candidato. Ello se debió a que López Portillo impidió el control de Hank en el estado, aunado a que su sucesor, Miguel De la Madrid Hurtado, apoyó a Alfredo del Mazo González, lo que hizo evidente la mala relación entre Hank y De la Madrid. Pues se veía peligroso el poder económico de Carlos Hank, quien llegó a ser uno de los políticos empresarios más prominentes del país, es decir, el ejemplo a seguir entre las élites gubernamentales. "Contra la versión difundida, Hank toleró e inclusive propició la competencia y, lo más destacado, reconoció las capacidades de sus seguidores. Gracias a que promovió carreras personales y no las canceló para proteger la suya, Hank desarrolló una autoridad indisputable que lo convirtió en un líder reconocido aun cuando su poder había mermado y era más una leyenda que un verdadero factor de decisiones políticas" (Hernández, 2005: 172).
Una nueva red
La supremacía del presidente de la república
Las relaciones de Alfredo Del Mazo se encontraban en el ámbito federal, tenía una gran amistad con De la Madrid y había hecho vínculos con Fidel Velázquez, en su paso por el Banco Nacional de Obras y Servicios Públicos (BANOBRAS). Es decir, Del Mazo González reunía el perfil adecuado para las élites tecnócratas que estaban en ascenso al poder. Además de ser hijo de un ex gobernador atlacomulquense de la entidad, lo que le daba la posibilidad de mantener nexos y llegar a acuerdos con los grupos políticos locales. Alfredo Del Mazo estableció su gabinete con profesionistas de alto nivel académico y especialista, pero integró a funcionarios del grupo de Hank (Chuayffet, Lira Mora, Merino Mañón, Muñoz Samayoa, Martínez Legorreta, entre otros) y de otros grupos locales [véase Esquema 3].
A pesar de lo anterior, con Del Mazo inició el desplome de los hanquistas, lo que dejó que surgieran nuevas redes y pluralidad de las élites locales, que comenzaron a disputarse el poder fomentados por el reclamo de los actores políticos del valle de México, quienes por décadas se han sentido relegados de la política local. Esta pugna para los priístas ha tenido graves consecuencias, ya que el PRI en esta zona ha perdido presencia y cada día tiene menos arraigo entre los habitantes de ella.
En la zona desarrollada [Naucalpan y Tlalnepantla] el principal adversario, y prácticamente el único será el PAN [Partido Acción Nacional], mientras que en la zona más atrasada será el PRD [Partido de la Revolución Democrática] el que dispute el control. Con los años, cada partido ha asegurado su espacio de tal manera que en la zona norte del Distrito Federal, encabezada por Naucalpan, el PAN ha conseguido no sólo las presidencias municipales, sino el dominio de los distritos locales y federales. En tanto en la ubicación oriente, en especial Nezahualcóyotl y los Reyes La Paz, el PRD ha creado un mercado electoral seguro (Hernández, 1995: 173).
Alfredo Del Mazo rompió con la tradición entre los gobernadores, al ser el primero que deja su cargo antes de concluir el mandato; lo cual fue una constante hasta Arturo Montiel, quien finaliza su encargo en tiempo. Como gobernador sustituto se nombró a Alfredo Baranda García, que para entonces ocupaba el cargo de secretario de Finanzas y su suegro formaba parte de los colaboradores cercanos al presidente Miguel de la Madrid [véase el Cuadro 2(Esquema 2) de los anexos].
La elección de 1987 para elegir gobernador se vio altamente concurrida por la participación de partidos opositores al PRI. Javier Paz Zarza por el PAN, Carlos Bracho por la Unidad Popular Mexiquense que agrupaba a siete partidos; Ambrosio A. Reyes Contreras por el Partido Popular Socialista (PPS), José Valencia González por el Partido Demócrata Mexicano (PDM), María Trinidad Villegas Gutiérrez por el Partido Socialista de los Trabajadores (PST) y Marco A. J. Prendes Fernández por el Partido Auténtico de la Revolución Mexicana (PARM).
Mientras que al interior del PRI se continuaban las pugnas por la decisión del candidato; pues Miguel de la Madrid quiso asegurarse proponer al sucesor que no tuviera vínculo con Carlos Hank y su grupo, entre sus propuestas estaban: Mario Ramón Beteta, director de Petróleos Mexicanos (PEMEX); Francisco Rojas, titular de la Contraloría de la Federación; Arsenio Farell Cubillas, secretario del Trabajo. La decisión a favor de Beteta constituía la más clara muestra de la centralización del poder en manos del presidente de la república.
La estancia de Beteta en la gubernatura fue breve. Se determinó con la pérdida del PRI en el estado, así que Carlos Salinas de Gortari atendió de inmediato esto, nombrando a Beteta director general de Multibanco COMERMEX. En su lugar quedó Ignacio Pichardo Pagaza, reconocido por sus nexos con Carlos Hank, así como su formación en administración y finanzas, lo que lo habían llevado a diversas funciones en la burocracia federal.
El fortalecimiento de las redes locales
Pichardo sabedor de la complejidad de los grupos locales formó un equipo de colaboradores reconocidos por las élites. Con experiencia política, muchos de ellos se distinguían por la cercanía que tenían con Hank, otros eran herencia de Del Mazo, además de rescatar algunos funcionarios del gobierno de Beteta.
En 1993, Pichardo deja el cargo a Emilio Chuayffet, quien había iniciado su carrera en la administración federal junto con Arturo Llorente, persona cercana a Jesús Reyes Heroles, quien era delegado de la Benito Juárez; lo que le permitió tener mayor contacto con Carlos Hank cuando fue regente en el Distrito Federal. El nexo que establece con el profesor Hank, le ayuda para conseguir la candidatura a gobernador del estado, ya que fue Hank quien convence a Salinas de que Chuayffet sería la persona indicada para tal puesto.
Como gobernador, Emilio Chuayffet rompió con una regla no escrita establecida en los gobiernos anteriores, al integrar su equipo con nuevos personajes, sin darle cabida a colaboradores de los ex gobernadores; ya que de once miembros de su gabinete sólo tres habían tenido experiencia en administraciones pasadas. Sin lugar a dudas, esto motiva cierta ruptura entre las élites priístas locales, pues él se caracteriza por el dominio de la política local y de la burocracia.
El problema que para muchos analistas conllevó la actuación de Chuayffet, fue la poca capacidad para integrar un verdadero grupo político. "Chuayffet no construyó un liderazgo, sino una jefatura, es decir empleó la jerarquía, la autoridad formal para imponerse a sus subalternos" (Hernández, 1998: 322). En 1995 solicitó licencia para separarse de la gubernatura e incorporarse como secretario de Gobernación con Ernesto Zedillo, puesto clave para quien aspiraba llegar a la presidencia de la república; por lo tanto, se nombra como gobernador sustituto al entonces secretario general de gobierno César Camacho Quiroz.
Las fracturas entre las élites políticas
Para los políticos priístas tradicionales, la gestión iniciada por Chuayffet y continuada por Camacho habían dado como resultado la pérdida de la mayoría absoluta del PRI en el Congreso local elegido en 1996. Hecho que necesariamente transformó la forma de hacer política en el estado y las relaciones entre las élites. Se pudo observar que los vínculos obedecen mucho más a sus redes que a la pertenencia de un grupo, pues la pertenencia de un individuo a un partido político no establece sus acciones ni determina su posición dentro de las élites. Son sus relaciones personales las que le permiten mantenerse o incorporarse a las élites gubernamentales.
A meses de que César Camacho concluyera su gobierno, inició la disputa por la candidatura a la gubernatura por el PRI, la que se resolvió, por primera vez en la historia del estado, en una contienda interna en el mismo partido. Había varios políticos de renombre, todos con una militancia efectiva en el PRI, los aspirantes fueron: Heberto Barrera Velázquez, Manuel Cadena Morales, José Merino Mañón, Arturo Montiel Rojas, Yolanda Sentíes, Humberto Lira Mora y Héctor Ximénez González. Además, los dos primeros se sumaron a la candidatura de Montiel; José Merino Mañón prefirió hacerse a un lado en la contienda. Arturo Montiel resultó el candidato electo frente a Héctor Ximénez, Humberto Lira y Yolanda Sentíes. Los contendientes eran reconocidos por su relación con Hank y Jiménez Cantú.
El adiós al hiper presidencialismo
La carrera política de Arturo Montiel está marcada por la estrecha relación que tenía con el contador Juan Monroy Pérez,26 de quien fue secretario particular cuando Monroy fue secretario general de gobierno en la gestión de Jiménez Cantú. Además de esta relación, la experiencia de Montiel estaba centrada en su actuación como líder del PRI estatal. A diferencia de sus antecesores, le daba la posibilidad de entender claramente a los grupos internos del PRI, lo cual pudo ser un factor determinante para lograr su candidatura; además del apoyo que recibió de algunos ex gobernadores, entre ellos el propio Hank y Chuayffet.
Cabe resaltar el comentario de Rogelio Hernández respecto a la carrera política del Arturo Montiel en la entidad, ya que al parecer en poco estaba vinculada con las élites de la entidad. "Visto a la distancia la política no parecía ser el objetivo de vida del joven profesional [refiriéndose a Arturo Montiel] a pesar de pertenecer a una familia y un lugar históricamente ligados a ella" (Hernández, 2005: 170) En este sentido, el mismo Rogelio Hernández destaca la publicación de un libro titulado El Grupo Atlacomulco, el cual apareció en los primeros años del gobierno de Montiel, el autor, Jorge Toribio, pretendió demostrar que los antepasados de Arturo Montiel participaron directamente en la formación del mencionado grupo. "Un muy oportuno interés por crearle un pasado al gobernador" (Hernández, 2005: 170).
La candidatura y triunfo de Arturo Montiel realmente obedeció a los intereses de las élites locales. El presidente Zedillo había dejado de controlar la política en las entidades. Asimismo, la nueva dinámica nacional estaba encaminada hacia la creación y consolidación de instituciones democráticas y plurales. En tal sentido, la elección de Montiel fue la primera en ser calificada por el Consejo General del órgano electoral del Estado de México.
Las integraciones del gabinete de Montiel se observaron, en gran medida, como parte de los compromisos con los grupos locales y con los ex gobernadores. Su administración se caracterizó por los constantes cambios en las carteras de primer nivel. Con todo ello, al parecer Montiel se preocupó por formar una red propia, en ella estuvieron integrados varios jóvenes: Enrique Peña Nieto, quien había sido su secretario particular y lo apuntaló como el político idóneo para sucederlo; asimismo, en este grupo se identificaron a Luis Miranda Nava, Carlos Rello Lara, Fernando Maldonado Hernández, Carlos Iriarte Mercado y Miguel Sámano Peralta.27
La alternancia en el poder vivida en el año 2000 transformó en gran medida la política al interior de la entidad. Ya no se tenía al presidente para designar los destinos políticos de la misma. El PRI dejó de ser un partido dominante para convertirse en una mayoría. Pese a ello hoy en día el Estado de México significa una de las entidades con mayor presencia priísta en el país; muestra de ello fue el contundente triunfo de Peña Nieto en julio de 2005.
Lo anterior deja ver que el PRI en la entidad y, sobre todo, su figura central, Arturo Montiel Rojas, se ha convertido en la contraparte de la dirigencia nacional del PRI, en su momento encabezada por Roberto Madrazo. Esto abrió la posibilidad de que Arturo Montiel contendiera por la candidatura del PRI a la presidencia; la cual se vio obligado a abandonar después del cuestionamiento y descalificación de la opinión pública al enterarse del enriquecimiento desmedido del mandatario. Como lo expresó Granados Chapa en su columna "Plaza Pública" del periódico Reforma, que apareció el día 12 de octubre de 2005:
El sistema político de botín, el pillaje desde la función pública (que no necesariamente se manifiesta metiendo la mano en el cajón de las finanzas públicas) es una forma de corrupción que, como el derroche, no padecen la sanción social rigurosa que merecen. Según la encuesta del Grupo Reforma levantada después de que se conocieron algunas evidencias sobre la enorme fortuna de la familia de Arturo Montiel Rojas, esos lances hicieron disminuir, sí, la buena imagen del ex gobernador mexiquense. El porcentaje de interrogados que lo juzgaban confiable se desplomó de 76 a 53 por ciento. Pero esa mala opinión no se refleja en merma considerable de sus posibilidades de ser candidato presidencial, pues si bien en una semana disminuyeron sus preferencias en 9 puntos, se mantiene empatado en 39 por ciento con Roberto Madrazo. O sea que sería admisible un presidente corrupto.
Consideraciones finales
La discusión en cuanto al término élite adquiere validez al observarlo más como una categoría teórica que como una noción que permite entender la realidad, ya que desde esta definición se pueden identificar a los principales actores políticos, participantes, influenciadores en la toma de decisiones, mismas que afectan la vida pública.
El sistema político mexicano se caracterizó hasta la última década del siglo XX por la centralidad de las decisiones en el presidente de la república. En la entidad esto no podía ser ajeno. Sin embargo, las élites locales lograron tejer redes que les han permitido en cierta medida ser partícipes del control político de la entidad, así como vincularse y ser actores estratégicos en la política nacional. Eso ha dado lugar a que ante la opinión nacional las redes locales se observen como una sola y la posicionen en torno a un mismo liderazgo; lo cual puede cuestionarse, ya que la realidad de la política mexiquense deja ver su complejidad y la convivencia entre el pluralismo y acciones de tradición autoritarias, que recaen en formas de hacer política que se someten a los caciques municipales y regionales.
En particular, en el Estado de México desde la institucionalización de la gubernatura en 1942 hasta 1999 enmarcadas en un régimen autoritario la sucesión de gobernador se observó en estrecha relación con el presidente de la república en turno. En ciertos casos, la decisión de quien sería el gobernador la tomaba únicamente el propio presidente, sólo por mencionar algunos se resaltan las candidaturas de: Salvador Sánchez Colín, Juan Fernández Albarrán y Mario Ramón Beteta. En estos gobiernos, la influencia de las élites locales fue casi nula [esto se observa claramente en el Esquema 1].
La intención de Fabela por consolidar redes locales que permitieran crear una élite con la capacidad de renovarse, independientemente de sus relaciones con el presidente, se convirtió en una falacia. Aun cuando el Estado de México se vio inmerso en un gran despunte industrial y económico, la influencia presidencial en la entidad ocupó un lugar central en las decisiones políticas. Frente a ello, es pertinente reconocer que las acciones que emprendió Fabela para la cohesión de las élites y el desarrollo de la entidad dieron origen a que el Estado de México se fortaleciera. Se consolidó como uno de los referentes más importantes en el país y de gran influencia para las administraciones federales. Esto se puede ver en las carreras políticas de Carlos Hank, Ignacio Pichardo, Emilio Chuayffet, entre otros.
La lealtad regional, así como la búsqueda de la unidad de las élites, habían permanecido como una constante durante los gobiernos que sucedieron a Fabela. Con excepción de Fernández Albarrán, que estaba identificado con Labra, no dejó de cobijar a algunos actores que fueron vitales en el gobierno de Hank y en administraciones posteriores. De igual manera, en el gobierno de Emilio Chuayffet no se reconoció esta "regla" de las élites, ya que él conformó a su equipo independiente de cualquier influencia de los ex gobernadores; lo que provocó diferencias entre las fracciones de las élites, manifestándose como exigencias para los gobiernos subsecuentes, es decir, Arturo Montiel y Enrique Peña.
En la conformación de las élites gubernamentales locales, la unidad entre los grupos se había logrado gracias a que una condición implícita del gobernante era conocer claramente la situación política del estado. Esto les permitió preservar el control político y preparar a los funcionarios en las tareas administrativas. Con el tiempo, esta condición se va relegando hasta llegar al establecimiento de una estructura gubernamental y funcionarios ad hoc con las políticas nacionales, más que locales; como ejemplo está el gobierno de Alfredo del Mazo González, el cual fue un fiel reflejo de las políticas neoliberales emprendidas por las élites tecnócratas.
El reclutamiento de las élites gubernamentales se había localizado en las relaciones que se establecían en las labores emprendidas dentro de la administración pública, o bien del PRI. La política se aprendía desde joven, ya que en algún momento la militancia en el PRI brindaba la seguridad para escalar en la esfera pública. En tal sentido, la estrategia de ir tejiendo redes en el gobierno era la clave para los que quisieran formar parte de las élites, sin dejar de observar sus méritos y talentos; tal como lo concebía Pareto, al reconocer en las élites cualidades que los distinguían de las masas. En este aspecto, es pertinente diferenciar del reclutamiento de las élites nacionales, las cuales se identificaban por su profesión, la pertenencia a una determinada generación, los centros educativos, así como aspectos conductuales en común que pudieran ser identificados como lo hizo Ai Camp en sus estudios.
Las transformaciones en materia político-electoral han originado una verdadera pluralidad, que se traduce en la bifurcación de la red de los políticos: unos quedan dentro del PRI y otros luchan por el poder desde afuera del marco de este grupo. Ello da paso a nuevos retos para las élites como la necesidad de desarrollar una cultura de alianzas y coaliciones en el proceso de toma de decisiones; es decir, adquiere importancia el cabildero. Se debe tomar en cuenta que la formación de una red tiene un tiempo de cohesión y no puede simplificarse al considerar que cualquier contacto se convierte en conexión ni que las coyunturas se tornan en el embrión de una nueva red; tales son los casos de los últimos gobiernos en la entidad, debido a que las élites priístas han perdido el control del poder y se ven incluidas en la competencia e incertidumbre, provocando la búsqueda de crear otras redes, o bien adherirse a nuevas redes.
Es contundente que las élites gubernamentales estatales dentro de las redes que establecen y de acuerdo con los grandes principios y valores que la rigen como: lealtad, disciplina y confianza, son los mecanismos de adherencia, cohesión y conservación de la propia red; es decir, dentro de la red se premia, fuera de ésta no hay recompensas.
Es muy importante destacar las limitaciones que se han encontrado en el análisis de este trabajo. La metodología y las técnicas para el estudio de redes resultan mucho más complejas que este ejercicio. Por eso, el presente ensayo es un acercamiento a la explicación de las élites desde sus redes, lo cual es motivo para continuar profundizando en esta visión.
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1 El Estado de México es una de las treinta y una entidades que conforman la república de México. Actualmente es el estado con mayor población , después del Distrito Federal. [Nota del editor.]
2 Es necesario comprender en un sentido amplio las redes priístas, que surgen con la fundación del partido político que mantuvo la hegemonía de las fuerzas políticas emanadas del movimiento revolucionario.
3 Emilio Chuayffet es el último gobernador que cuenta con el visto bueno del presidente, ya que en 1999 Arturo Montiel resulta electo candidato del PRI derivado de las pugnas entre las diversas redes priístas locales y no producto de la decisión del presidente Ernesto Zedillo Ponce de León.
4 Año que se distingue por la llegada de Isidro Fabela, a quien se le atribuye ser el creador de las élites locales.
5 Es importante hacer hincapié en el momento histórico, ya que la teoría de las élites fue producto de una época de crisis ante el ascenso y evolución de las masas, por lo que los autores descalificaban a los gobiernos socialistas y a la democracia; por ende, sólo ven en las minorías gobernantes la posibilidad de mantener el equilibrio social. Esto se puede ampliar en la crítica que hace James H. Meisel en su libro El mito de la clase gobernante. Gaetano Moscay la élite, en éste señaló la carga ideológica de los autores elitistas, quienes no lograron demostrar científicamente sus supuestos teóricos y metodológicos.
6 Las críticas se manifestaron en la concepción misma de las élites, pues al estudiar las sociedades históricas las élites no corresponden a las minorías de los "mejores", como lo señalaba Pareto. "En condiciones óptimas es decir, en una sociedad donde no existan trabas a la movilidad social, los elementos que llegan a la cúspide serán por definición, los mejores en sus respectivos campos [...] [pero] no es enteramente libre, Pareto comunica de pronto la posibilidad de que quienes se hallan arriba no sean, después de todo, los Mejores, que pueden ser alejados del poder por hombres inferiores firmemente establecidos en sus puestos" (Meisen, 1962: 19). Tampoco el dominio de la élite se encontraba en su carácter de unidad como lo afirmó en un momento Gaetano Mosca, quien agregó en otra edición de su libro Elementos de ciencia política el pluralismo de las élites políticas; pues si bien algunas surgen en las elecciones, otras se reclutan en el aparato burocrático y otras más heredan el poder político al estilo de una aristocracia.
7 Robert Bachrach hace una amplia reflexión de la crítica a la teoría elitista, al elitismo democrático y los supuestos por los cuales los elitistas rechazan a la democracia, lo cual puede analizarse con mayor detenimiento en su libro Crítica de la teoría elitista de la democracia.
8 Gaetano Mosca apuntaba que la clase política debía procurar investirse de una base moral y hasta legal, de doctrinas y de las creencias prevalecientes en el medio gobernado, puesto que la clase dirigida aceptará serlo, inconscientemente, en la medida en que quienes los dirijan no disten demasiado de sus creencias y opiniones. Al conjunto de creencias aceptadas por la mayoría y que le otorga a la clase política un fundamento de legitimidad, lo define como la Fórmula política (Mosca , 1992: 23).
9 Mosca denotaba la poca participación de los electores en la toma de decisiones y aun en la elección de sus gobernantes, ya que no tenía muchas posibilidades al emitir su voto, pues sólo podría estar a favor de algún candidato o bien abstenerse de votar por las opciones ofertadas.
10 Discípulo de Gaetano Mosca, quien trató de demostrar en un caso empírico las concepciones de Mosca, para lo cual se encargó de hacer un amplio y profundo estudio del Partido Social Demócrata Alemán.
11 Dahl definió la poliarquía como "regímenes, relativamente (pero no completamente) democráticos; o dicho de otra forma, las poliarquías son sustancialmente liberalizados y popularizados, es decir, muy representativos a la vez que francamente abiertos al debate público" (Dahl, 1993: 18).
12 Una de las interpretaciones con mayor precisión de la propuesta de Dahl es la que plantea Giovanni Sartori en su análisis de la teoría democrática. Ya que "la democracia descriptivamente, es decir como un sistema difuso, abierto, de grupos controladores que compiten entre sí electoralmente" (Sartori, 2001: 216), se convierten en una poliarquía electiva e inclusive selectiva, ya que son las minorías las que están en competencia.
13 Desde el punto de vista de Adam Przeworski, en una democracia los intereses de las fuerzas políticas perduran en la competencia a la que se someten. "El paso decisivo hacia la democracia es la transferencia del poder de un grupo de personas a un conjunto de normas" (Przeworski, 1995: 22).
14 Como los estudios de Michels y el de Mills.
15 En este caso se retoma en parte la definición de red desde las aportaciones hechas en el análisis de redes sociales, que pueden ser tratadas con mayor profundidad en los artículos de la revista especializada en el tema Social Networks, así como en la página web de la REDES-Revista hispana para el análisis de redes sociales: http://revista-redes.rediris.es.
16 Individuo que será considerado la figura central de la red. En torno a él se dan las relaciones primarias de interés para el establecimiento de la influencia y apoyo de esta figura; lo cual se centra en los individuos que han sido gobernadores de la entidad desde 1946 hasta 2005.
17 En el entendido de que éstos no son los únicos ámbitos de desarrollo de un individuo; mas por delimitación del propio estudio sólo se tomarán en cuenta sus actividades laborales, de asociación al Partido Revolucionario Institucional; y si es el caso sus vínculos familiares con otros individuos que destaquen en el aspecto político.
18 Es decir, secretarios, subsecretarios y directores generales en las dependencias de gobierno, o bien, en los organismos descentralizados, cargos de elección popular tanto locales como en la federación, la presidencia del PRI, embajadores y cargos de mando en la administración pública federal (secretarios de Estado y subsecretarios).
19 Los grupos caciquiles en la entidad se caracterizaron por la lealtad a los hermanos Gómez, quienes ejercían el poder de manera monopólica y mantenían las relaciones a través del intercambio, a favor de los intereses de los mismos hermanos.
20 Según Mosca, las camarillas están formadas por la dominación de una sola fracción, o bien pueden existir dos camarillas: una rige y controla de manera real, mientras que la otra juega el papel de la oposición con la finalidad de conquistar el poder de la fracción gobernante; tales se pueden identificar en el rol que juegan los partidos políticos (Mosca, 1992: 124).
21 Rogelio Hernández precisa el término clientelar como "una relación de desigualdad en poder y recursos entre dos o más personas, la cual implica el intercambio recíproco de satisfactores diversos que dan origen a la solidaridad y sobre todo a la lealtad" (Hernández, 1997: 715).
22 Es importante destacar estas entidades, ya que el grupo de gobernantes nacionales pertenecía al "Grupo Sonora", del que sobresalía el caudillo Alvaro Obregón.
23 Apellidos que siguen siendo importantes entre el aparato burocrático y el PRI en el estado.
24 Juan Fernández Albarrán era reconocido como uno de los miembros más allegados al grupo gomista y de Wenceslao Labra; el cual era el grupo contrario a Fabela.
25 Ubicado en la ciudad de Toluca, hoy Universidad Autónoma del Estado de México. [Nota del editor.]
26 Juan Monroy era uno de los actores políticos más cercanos a Hank González, pues había sido su candidato para la gubernatura en la sucesión de Jiménez Cantú.
27 Nombrados popularmente como los golden boys.
Información sobre la autora
Claudia Abigail Morales Gómez. Licenciada en ciencias políticas y administración pública por la Universidad Autónoma del Estado de México. Candidata a maestra en sociología por la Universidad Iberoamericana. Ejerce la docencia en la Facultad de Ciencias Políticas y Administración Pública de la Universidad Autónoma del Estado de México y en el Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey, campus Toluca. Sus líneas de investigación son: ciudadanía y cultura política en el Estado de México, grupos políticos y élites en el Estado de México, profesionalización del servicio público. Ha publicado el artículo "Modernización administrativa y profesionalización del servidor público", en Administración Pública y Política Contemporánea: una mirada desde las Universidades, Memoria del Primer Coloquio Interuniversitario de Administración Pública y Ciencia Política, El Colegio de México, A.C. (1999).