Introducción
La complejidad de la vida carcelaria, su proceso de afrontamiento y su posterior re-inserción social tras el cumplimiento de la condena, está imbuida de múltiples factores que inciden al mismo tiempo en un proceso re-insertivo no problemático o “normalizado”, frente a otros procesos de “fracaso” o de reincidencia (Moles y Añaños, 2021; Añaños et al., 2022).
La función reinsertiva de las penas privativas de libertad está constantemente cuestionada, así como la verdadera función de este tipo de condenas. No obstante, cabe señalar los principios en los cuales se enmarca el presente trabajo: por un lado, desde la visión jurídica-política que legitima el gobierno español y, por el otro, una visión disciplinar del que se nutre la investigación. Así, el Artículo 25.2 de la Constitución Española (1978) indica que “las penas privadas de libertad y las medidas de seguridad estarán orientadas hacia la reeducación y la reinserción social”. Una perspectiva que va más allá del cumplimiento de la condena o de la acción meramente punitiva, situando la importancia de la finalidad reinsertiva.
En este sentido, desde el campo educativo, concretamente desde la Pedagogía y Educación Social, donde se sitúa la “educación social penitenciaria”, los principios son, paradójicamente, emancipadores, transformadores, generadores de mejoras de las condiciones/calidad de vida de las personas y grupos, etcétera (Caride y Gradaille, 2012) . Así, desde el enfoque socioeducativo, el medio penitenciario se puede interpretar como un lugar y momento para la educación, la cultura y toda su integralidad para la preparación de las personas internas hacia su libertad, mediante la realización de actividades y aprendizajes que desarrollen sus capacidades, actitudes, habilidades, estrategias, conocimientos, valores, relaciones sociolaborales, entre otras, a través del contacto y tratamiento de los profesionales y recursos disponibles (Añaños et al., 2020; Añaños, 2022; Añaños et al., 2022).
Por tanto, la acción educativa se introduce como una herramienta vital de reeducación y reinserción, desarrollando funciones preventivas comunitarias y generando nuevas propuestas, mediante elementos de socialización y prevención de la reincidencia (Fernández, 2014; López, 2012; Moles-López y Añaños, 2021; Montero, 2019) .
En este sentido, destaca la importancia de los programas de intervención penitenciaria. Sin embargo, el análisis de estas actuaciones presenta grandes dificultades debido a la diversidad de tipologías existentes. Al centrarse en los programas socioeducativos y de educación para el empleo e in/reinserción laboral, se pueden clasificar, según Burgos-Jiménez et al. (2020 y 2023), en:
Programas de inserción sociolaboral.
Programas para el fomento de las habilidades para la vida diaria y autonomía personal.
Programas socioeducativos específicamente de género.
Otros programas (socioculturales, artísticos, familiares, de salud, etcétera)
Cabe mencionar que estos programas tienen ciertas limitaciones en el caso de las mujeres, ya que en muchos casos no se adecuan a sus características y exigencias debido a su baja presencia poblacional (Almeda, 2017; Juliano, 2009) , mostrando una limitada perspectiva de género. Por ello, los procesos de reinserción femenina se ven debilitados ante una estructura masculinizada (Añaños, 2013; Yagüe, 2007) , lo cual condiciona la prevención de la reincidencia.
A pesar de ello, las investigaciones sobre reincidencia son cada vez más utilizadas por instituciones oficiales e investigadores/as, pues resultan de gran utilidad para evaluar y reorientar estrategias de gestión y políticas de ejecución penal; como apoyo en la toma de decisiones sobre políticas penitenciarias; para aportar conocimiento sobre factores de riesgo y protección asociados al proceso de reincidencia; y, más frecuente, para evaluar la eficacia de los programas de tratamiento penitenciarios (Brewster et al., 2014; Capdevila, 2015; Caudy et al., 2013; Nakamura y Bucklen, 2014) .
En este sentido, la reincidencia puede entenderse como la reiteración del comportamiento delictivo, estando determinada por la posible interacción de diferentes factores de riesgo delictivo y la consideración de las características sociopersonales y de vulnerabilidad de la persona penada en sus tránsitos hacia la vida en libertad (Moles-López y Añaños, 2021; Nguyen et al., 2011) . El porcentaje de reincidencia en España ha pasado de 31.6% en 2018 a 34.05% en 2022, según la Secretaría General de Instituciones Penitenciarias (SGIP, 2022 y 2018), siendo el porcentaje de mujeres reincidentes de 24.8% (Moles y Añaños, 2021). Estos datos reflejan un fracaso en los procesos de tratamiento para la reinserción.
Una vez expuestos dichos antecedentes, el objetivo del presente trabajo es analizar los tres grandes bloques de programas: habilidades sociales, educación para el empleo y la in/reinserción laboral y género, a fin de conocer cómo influyen en los procesos femeninos de reinserción y reincidencia delictiva.
Método
Esta investigación parte de un enfoque descriptivo e interpretativo de carácter cuantitativo, basado en el diseño metodológico del Proyecto I+D+i REINAC (Ref.EDU2016-79322-R), desarrollado a nivel nacional en España, avalado por SGIP y la Consejería de Justicia de la Generalitat de Catalunya, aprobado por los respectivos comités éticos y regido de acuerdo con los principios éticos de investigaciones humanas de la Universidad de Granada.
Muestra
La muestra está formada por mujeres penadas en régimen abierto de cumplimiento de condena o semilibertad en España. Cabe señalar que la población de mujeres en esta modalidad de pena en todo el territorio español era de 1,062. Para el proceso de estratificación, la asignación fue proporcional al tamaño de la población penitenciaria femenina y según zonas geográficas. El trabajo de campo se realizó entre junio de 2018 y marzo de 2019, obteniendo 310 participantes encuestadas dentro del territorio español (margen de error de la muestra ± 4,5 puntos), lo cual supone 30.1% de dicha población.
Instrumentos
Los instrumentos fueron cuestionarios mixtos elaborados ad hoc, que se administraron de manera voluntaria y anónima, tras la coordinación con los 31 centros investigados de 13 Comunidades Autónomas españolas, y la obtención de los consentimientos informados. Cada cuestionario consta de un total de 115 preguntas de elección múltiple y preguntas abiertas (Añaños et al., 2022) , de donde se han extraído las preguntas relacionadas con el objetivo del presente manuscrito.
Análisis de los resultados
Se realizó un análisis estadístico de tipo descriptivo univariante y bivariante. El análisis univariante generó datos descriptivos importantes; el bivariante, mediante la obtención del Chi-cuadrado de Pearson, permitió observar la relación existente (o no) entre diversas variables de interés, a fin de aceptar o refutar las hipótesis planteadas.
Las variables examinadas fueron:
Análisis de los programas: participación, utilidad, recomendación y necesidad.
Análisis de la relación entre la realización de los programas y los procesos de reinserción: participación en programas, tener trabajo actualmente, percepción de vida normalizada en el exterior, valoración y preparación para la libertad, afrontamiento de vida en libertad y expectativas de futuro.
Análisis de la relación entre el perfil de reincidencia y la participación o no en los programas: participación en programas y perfil de reincidencia (dos o más condenas).
Resultados
La Tabla 1 1 describe la participación en actividades sobre habilidades para la vida diaria, programas de educación para el empleo e in/reinserción laboral, y programas socioeducativos o de género a nivel general y para los momentos de régimen ordinario (prisión) y abierto (semilibertad). En el caso de los programas sobre habilidades para la vida diaria hay 160 mujeres participantes (51.6%): 151 lo hacen en prisión (48.7%) y 42, en semilibertad (13.5%). Para los programas de educación para el empleo e in/reinserción laboral se cuenta con 63.2% de participación: 59.2%, en prisión y 21.4%, en semilibertad. Finalmente, se observa 49.2% de participación en programas socioeducativos o de género: 46.3% dentro de prisión y 12%, en semilibertad.
La Tabla 2 presenta la asistencia y utilidad de las actividades sobre habilidades para la vida diaria, tanto en prisión como en semilibertad. Dentro de prisión se distingue una mayor participación en los siguientes programas: autoestima (26.5%), resolución de conflictos (18.7%), habilidades sociales (17.7%) y preparación para la vida en libertad (15.2%). Respecto a la utilidad de estas actuaciones, los porcentajes oscilan desde 81.8% hasta 100%. En semilibertad, la asistencia es notablemente inferior; los programas de mayor participación son los de: autoestima (5.2%) y apoyo y acompañamiento (4.2%). En esta modalidad, los porcentajes asociados a la utilidad oscilan desde 60% hasta 100%.
La Tabla 3 muestra la asistencia y utilidad de los cursos de formación y búsqueda de empleo en ambos regímenes. Dentro de prisión se observa que la mayor participación de dichos cursos recae en: manipulación de alimentos (25.2%), informática (17.8%), cocina (15.5%), búsqueda de empleo y orientación laboral (15.2%) y costura (14.9%). En cuanto a la utilidad de los programas realizados, la mayoría de las mujeres que los realizan los consideran provechosos. La participación en semilibertad es, también, notablemente inferior; destacan los cursos de búsqueda de empleo y orientación laboral (6.1%), informática (5.8%) y manipulación de alimentos (5.2%). La totalidad de las mujeres que llevan a cabo estos cursos opina que son útiles, excepto el de informática, pues una de las mujeres indicó que no lo es.
La Tabla 4 recoge la asistencia y utilidad de los programas socioeducativos y de género. Dentro de prisión se distingue una mayor participación en los siguientes cursos: “Ser mujer.es” (25.9%), “violencia de género” (23.9%) y programas socioculturales (20.1%). La totalidad de las mujeres piensa que los programas realizados son útiles. La participación, como en los casos anteriores, es inferior en semilibertad; destacan los programas socioculturales (5.5%) principalmente, siendo valorados por todas de utilidad.
Por otro lado, en la Tabla 5 se pregunta cuál de estos programas recomendarían a sus compañeras. De aquellos sobre habilidades para la vida diaria, las mujeres sugieren llevar a cabo los de habilidades sociales (30.4%) y autoestima (25.6%). En el caso de los programas laborales y de formación profesional, 24.2% recomienda cocina y hostelería, y 12.1%, de búsqueda y orientación laboral. En torno a los programas socioeducativos y de género, más de la mitad de las mujeres sugieren los de Violencia de Género y “Ser mujer.es” (56.3%).
En la Tabla 6 se muestran los programas que las mujeres consideran que necesitan realizar para su mejor reinserción. Primero, en los de habilidades para la vida diaria se obtienen porcentajes muy igualados: 18.7% requeriría el de autoestima, 15.4%, el de habilidades sociales y 17.1%, otros. En los programas laborales, 19.1% necesitaría cocina y hostelería, y 28.6%, otros. Respecto a los programas socioeducativos y de género, 17% indica el de Violencia de Género y “Ser mujer.es”, y 13.7%, los programas familiares, cuidados de personas mayores y otras capacidades. Asimismo, destaca un elevado porcentaje de mujeres que indica no necesitar ningún programa: 37.4%, 24.6% y 50.3%, respectivamente, para cada uno de los bloques de programas.
La Tabla 7 presenta la relación de las variables correspondientes a los procesos de reinserción y la realización o no de programas. La realización de cursos en general obtiene relación en semilibertad en las siguientes variables respecto al afrontamiento de vida en libertad: “me siento insegura tomando decisiones” (p2 = 0.001), “necesito ayuda y refuerzo de otra persona para tomar decisiones” (p = 0.008) y “me cuesta planificar el futuro porque no sé qué va a pasar” (p = 0.09).
En la variable “me siento insegura tomando decisiones”, en cuanto a las mujeres que sí habían cursado programas en general, 52% indicó no sentirse insegura y 48% que sí. En cuanto a quienes no habían llevado a cabo programas, 71.8% no se sentía insegura y 28.2%, sí. Respecto a la variable “necesito ayuda de otra persona para tomar decisiones”, de las mujeres que sí hicieron programas, 47.1% señaló necesitar ayuda y 52.9% que no. En relación con la variable “resuelvo los problemas del día a día y me cuesta planificar el futuro”, 64.4% de las mujeres que habían realizado programas indicó que le costaba planificar el futuro y el 35.6% que no. De quienes no cursaron programas, 48.4% señaló que sí y 51.6% que no.
Respecto a los programas de habilidades para la vida diaria, la variable “tengo dificultades para realizar actividades básicas de la vida cotidiana” presenta relación durante la condena, en general (p = 0.019) y en prisión (p = 0.014). En semilibertad, la relación se daba en las variables “me siento insegura tomando decisiones” (p = 0.031), “necesito ayuda de otra persona para tomar decisiones” (p = 0.041) y “resuelvo los problemas del día a día y me cuesta planificar el futuro” (p = 0-03).
En la variable “tengo dificultades para realizar actividades básicas de la vida cotidiana”, respecto a la realización de cursos en general, 95.3% de las mujeres indica que no tiene dificultades y 4.7% que sí. Asimismo, se obtienen porcentajes similares dentro prisión: 95.7% señaló que no y 4.3% que sí. Por otro lado, destaca que en semilibertad la variable “me siento insegura tomando decisiones”, en cuanto a las mujeres que sí habían cursado programas en general, 50% indicó sentirse insegura. En quienes no habían realizado programas, 32.8% afirmó sentirse insegura. Siguiendo una distribución en los porcentajes similar a la anterior, en la variable “necesito ayuda y refuerzo de otra persona para tomar decisiones”, de las mujeres que sí realizaron programas, 51.2% indicó necesitar ayuda y 48.8%, no.
En la variable “resuelvo los problemas del día a día y me cuesta planificar el futuro”, 75.6% de las mujeres que habían cursado programas indicó que le costaba planificar el futuro y el 24.4% que no. De quienes no tomaron los programas, 50.6% dijo que sí y 49.6% que no.
Para los programas laborales, tanto a nivel general como dentro de prisión se obtuvo significación en las variables de: “me asusta lo que me voy a encontrar fuera cuando salga definitivamente” (p = 0.024 y 0.023, respectivamente) y “cuando esté en libertad definitiva todo me va a ir bien” (p = 0.008 y 0.011, respectivamente). En semilibertad, la significación se dio en las variables: “me siento insegura tomando decisiones” (p = 0.051) y “necesito ayuda y refuerzo de otra persona para tomar decisiones (p = 0.036).
En la variable “me asusta lo que me voy a encontrar fuera cuando salga definitivamente”, a nivel general, de las mujeres que cursaron programas, 59.4% indicó no tener miedo y 40.6% que sí. Para dentro de prisión, los porcentajes fueron: 58.9% no y 41.1% sí. Respecto a la variable “cuando esté en libertad definitiva todo me va a ir bien”, de las mujeres que habían realizado programas, a nivel general, 94.5% manifestó expectativas positivas y 5.5%, expectativas negativas. Dentro de prisión se registran porcentajes similares: 94.7% expresó expectativas positivas y 5.3%, negativas.
En semilibertad, en la variable “me siento insegura tomando decisiones”, para las mujeres que sí habían efectuado programas en general, 54.1% indicó no sentirse insegura y 45.9% que sí. En quienes no habían cursado programas, 67.6% no se sentía insegura y 32.4%, sí. Respecto la variable “necesito ayuda y refuerzo de otra persona para tomar decisiones”, de las mujeres que sí llevaron a cabo los programas, 51.6% afirmó necesitar ayuda y 48.4% que no.
Los programas socioeducativos y de género, tanto a nivel general como dentro de prisión, obtienen significación en la variable “me cuesta adaptarme a las rutinas del trabajo” (p = 0.004 y 0.012, respectivamente), con una distribución similar de porcentajes en ambos momentos. De las mujeres que habían realizado estos programas, a nivel general 94.2% y dentro de prisión 93.8%, indicaron no tener problemas en adaptarse a las rutinas de trabajo. Entre quienes no habían cursado dichos programas, 83.2% a nivel general y 84.2% dentro de prisión, señalaron no tener problemas de adaptación laboral.
Cabe destacar que se cuenta con 77 mujeres penadas y reincidentes, lo cual supone 24.8% de la muestra. Al analizar la relación entre el perfil de reincidencia y la realización de programas, se obtiene una significación en la participación de programas de educación para el empleo e in/reinserción laboral, tanto general (p = 0.012) como en prisión (p = 0.025). A nivel general, se obtiene que 75.3% de las mujeres reincidentes participa en dichos programas (p = 0.0012). Por otro lado, en prisión se observa que 70.1% de las mujeres reincidentes participa en estos cursos (p = 0.025).
Discusión
El medio penitenciario, más allá de su función punitiva y sancionadora, desde una óptica socioeducativa se puede configurar o pretender ser un espacio reeducativo, formador y cultural (Añaños, 2013 y 2022; Fernández, 2014) , donde se lleva a cabo una amplia variedad de intervenciones socioeducativas para mejorar la reinserción (Montero, 2019) , teniendo en cuenta la multitud de factores y situaciones de riesgo y violencia (Añaños, 2012). Asimismo, se debe destacar la invisibilidad histórica y falta de reconocimiento de las mujeres penadas en la acción socioeducativa y tratamiento penitenciario (Almeda, 2017; Juliano, 2009) , siendo necesario resaltar sus propios procesos de intervención socioeducativa y reeducación para la in/reinserción.
En primer lugar, se observa que la participación de mujeres en programas se ve reducida en semilibertad, disminuyendo de 50-60% en régimen ordinario a 10-20% en régimen abierto, debido a las circunstancias personales y responsabilidades sociofamiliares que conlleva la vuelta a su contexto social en este régimen (Burgos-Jiménez et al., 2020; Loinaz y Andrés-Pueyo, 2017) .
Esta situación también es manifestada por Burgos-Jiménez et al. (2023) , lo cual se debe, según Montero (2019) , a la voluntariedad para participar en intervenciones socioeducativas penitenciarias, especialmente en espacios de semilibertad (Martí, 2019) , y a una falta de regulación en las políticas penitenciarias para realizar procesos de acompañamiento profesional tras el internamiento en prisión. No obstante, en dicha modalidad, los programas de educación para el empleo e in/reinserción laboral son los que más participación recogen, seguidos de las actividades sobre “habilidades para la vida diaria” y los programas socioeducativos y de género, mostrando las necesidades femeninas en esta fase, las cuales priorizan la re/incorporación al mercado laboral (Burgos-Jiménez et al., 2020; Yagüe, 2007) .
Respecto a los programas destinados a actividades sobre habilidades para la vida diaria, tanto en prisión (26.5%) como en semilibertad (5.2%), el que más participación tiene es el de autoestima, siendo también el que indican como el más útil en el proceso de reinserción social, confirmando lo sustentado por Burgos-Jiménez et al. (2023) . En este sentido, existe literatura que fundamenta la relación entre el perfil delictivo femenino asociado a factores de riesgo, como historias de abuso y/o violencia de género sufridas (Añaños, 2013; Jones et al., 2018; Yagüe, 2007) y baja autoestima (Loinaz, 2016) .
En cuanto a los programas de educación para el empleo e in/reinserción laboral, en ambos momentos destaca la participación en los de: manipulación de alimentos, informática, orientación laboral, cocina y costura. Asimismo, 24.2% recomendaría a sus compañeras el de cocina; en tanto, 19.1% indica necesitar este programa. Puede deducirse que se siguen reproduciendo los roles tradicionales de género, insistiendo en el papel de la mujer doméstica que participa en actividades relacionadas con el contexto familiar y de servicios (Burgos-Jiménez et al., 2020; Yagüe, 2007) .
Siguiendo esta línea de los programas socioeducativos y de género, los porcentajes de participación más elevados se centran en el programa “Ser mujer.es” (25.9%) y en el de “violencia de género” (23.9%), le siguen los programas socioculturales, especialmente en semilibertad (5.5%). Todos los programas tienen su finalidad e importancia reeducativa, pero los primeros resultan de gran utilidad sociopersonal y para el empoderamiento femenino; de hecho, ellas mismas reiteran que los recomendarían a otras mujeres (56.3%). Estos datos también ponen en evidencia la vulnerabilidad de las mujeres frente a la violencia de género, teniendo en cuenta que, según Loinaz y Andrés-Pueyo (2017) , 28.4% de las mujeres penadas en España ha sufrido este tipo de agresiones, siendo dichas iniciativas estrategias de apoyo y atención integral de acuerdo con las necesidades y fragilidades que conlleva esta situación (Burgos-Jiménez et al., 2020; SGIP, 2019).
Asimismo, cabe mencionar el elevado porcentaje de mujeres que indican no necesitar ningún programa (37.4%, 24.6% y 50.3%, respectivamente, para cada uno de los bloques de programas expuestos antes). Esto puede asociarse a la autopercepción poco real y altas expectativas de inserción de la población reclusa, así como a la escasa proyección a medio y/o largo plazo de la organización de la vida (Valverde, 1991) .
En cuanto al análisis de la asociación de la variable “realización de cursos en general” con las variables vinculadas con la reinserción social, se observó que existe relación, en régimen de semilibertad, en las variables correspondientes al afrontamiento de la vida en libertad y expectativas de futuro. En este sentido, se resalta la variable “resuelvo los problemas del día a día y me cuesta planificar el futuro porque no sé qué va a pasar” (p = 0.03) con 75.6% de las mujeres que habían realizado programas y 50.6% que indican no tener problemas a la hora de planificar su futuro. Por tanto, tal y como manifiestan Sarmiento et al. (2015) , el ingreso en prisión puede generar trastornos adaptativos que dificultan la vuelta a la vida en libertad, siendo mayor este impacto emocional en mujeres (Yagüe, 2007) ; lo cual requiere apoyo y acompañamiento profesional especializado (Burgos-Jiménez et al., 2023) .
Asimismo, respecto a la variable “me siento insegura tomando decisiones”, para las que habían realizado programas a nivel general (p = 0.001), hay 48% de mujeres inseguras frente a 28.2% de las que no habían realizado dichos programas. En semilibertad, esta distribución disminuye para las mujeres que sí habían cursado programas: 45.9% se siente insegura; mientras tanto, en las que no habían realizado programas aumenta a 32.4%. Se refuerza la dependencia emocional en la toma de las decisiones de la población femenina penitenciaria, así como una limitación en la capacidad de autogestión de la vida diaria (Añaños et al., 2020) ; por ello, el tratamiento e intervención socioeducativa son una herramienta de independencia, empoderamiento y fomento de habilidades y competencias sociopersonales (Montero, 2019) .
En los programas de habilidades para la vida diaria, la variable “tengo dificultades en realizar las actividades básicas de la vida cotidiana” muestra relación con llevar a cabo cursos en general durante la condena (p = 0.019). Concretamente, 95.3% de las mujeres que participaron en dichos programas expresaron no tener dificultades. Asimismo, también se estableció una relación en hacer este tipo de cursos en régimen ordinario (p = 0.014): 95.7% indicó no tener dificultades para efectuar las actividades básicas de la vida cotidiana. Por tanto, se vuelve a insistir en la importancia de participar en la oferta de programas y acciones de intervención para el desarrollo de capacidades y habilidades básicas en la adaptación y desempeño cotidiano entre la población penitenciaria (Brewster et al., 2014; Caudy et al., 2013; Nakamura y Bucklen, 2014) .
Los programas laborales, tanto a nivel general como dentro de prisión, presentan significación en la variable “me asusta lo que me voy a encontrar fuera cuando salga definitivamente” (p = 0.024 y 0.023, respectivamente). El 40.6% de las mujeres que había realizado estos programas a nivel general expresaba dificultades para afrontar su vida en libertad, aumentando en régimen ordinario a 41.1%. El miedo a la incertidumbre de lo que acontecerá cuando salgan en libertad refleja la desconexión vivida en el proceso de privación de libertad (Sarmiento et al., 2015) , incrementando aún más las sensaciones de fragilidad y vulnerabilidad en mujeres penadas. La variable “cuando esté en libertad definitiva todo me va a ir bien” obtiene también significación a nivel general y en prisión (p = 0.008 y 0.011, respectivamente). De las mujeres que habían realizado programas, a nivel general 94.5% indicó expectativas positivas, seguido de 94.7% en prisión. Participar en iniciativas de formación y orientación para la inserción laboral genera proyecciones optimistas en las mujeres penadas; no obstante, ello responde en gran medida a la idealización de la libertad, muchas veces desconectada de la realidad, al ser efecto de la prisionización (Sarmiento et al., 2015; Valverde, 1991) .
En los programas socioeducativos y de género, tanto a nivel general como en prisión, se obtuvo significación en la variable “me cuesta adaptarme a las rutinas del trabajo” (p = 0.004 y 0.012, respectivamente), siendo una distribución porcentual similar en ambos momentos. De las mujeres que habían realizado este tipo de programas, a nivel general 94.2% y dentro de prisión 93.8% indicaron no tener problemas en adaptarse a las rutinas de trabajo. Se evidencia que la participación en intervenciones socioeducativas y específicas de género beneficia el desarrollo de competencias laborales (Burgos-Jiménez et al., 2020 y 2023).
Por último, el análisis de la relación entre el perfil de reincidencia y la realización o no de programas sólo ha obtenido significación estadística con la participación en educación para el empleo e in/reinserción laboral, tanto general (p = 0.012) como dentro de prisión (p = 0.025). El 75.3% a nivel general y 70.1% dentro de prisión de las mujeres reincidentes participan en cursos de este tipo, mostrando que la reiteración de la estancia en prisión genera más posibilidades de participar en programas para su progresión y evaluación penitenciaria; pero también evidencia una falta de tratamiento específico para la prevención de la reincidencia y mejora de los procesos de re/inserción (Añaños, 2022; Moles-López y Añaños, 2021) .
Conclusiones
El medio penitenciario, a pesar de las múltiples limitaciones y dificultades, configura un espacio que pretende estar orientado, tal como se tiene contemplado como objetivo legal en España, a la intervención socioeducativa para el acompañamiento y reinserción de la población penitenciaria (Añaños, 2022) . Las mujeres experimentan una estancia de privación de la libertad distinta a la de los hombres, cuyas necesidades y características propias determinan sus procesos de reinserción. En este sentido, los resultados obtenidos resaltan la importancia y necesidad de la participación en programas de intervención socioeducativa penitenciaria con perspectiva de género, puesto que favorecen el mejor desarrollo y respuesta de las mujeres penadas en sus procesos de reinserción social. A pesar de ello, destaca la participación de mujeres reincidentes, evidenciando la falta de acciones para prevenir la reincidencia, así como de una mayor profundización en el autorreconocimiento del delito —y del daño—, y su proyección responsable de volver a cometerlo.
Los profesionales penitenciarios deben ser conscientes de las demandas y necesidades de la población femenina para adecuar sus actuaciones y ofrecer intervenciones adaptadas que faciliten su tránsito hacia la vida en libertad. Debido a ello, se recomienda que la institución penitenciaria ofrezca estrategias de formación y sensibilización profesional que capacite y actualice el desarrollo de sus intervenciones para la mejor reinserción de las mujeres penadas.