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América Latina en la historia económica
versión On-line ISSN 2007-3496versión impresa ISSN 1405-2253
Am. Lat. Hist. Econ no.29 México ene./jun. 2008
Reseñas
Sandra Kuntz Ficker y Horst Pietschmann,
México y la economía atlántica. Siglos XVIII-XX,
México, Colmex, 2006.
La mayor integración del mercado mundial y la creciente interacción cultural a través del Atlántico han dado pie a numerosas investigaciones históricas en los últimos años, en las que se buscan los rasgos fundamentales que delinearon la historia occidental desde el siglo XVI. La búsqueda de la unidad cultural en su sentido más amplio, fue el objeto del congreso celebrado en El Colegio de México y de las ponencias presentadas en el mismo, que hoy se traducen en los capítulos de esta obra colectiva.
En ellos se analiza la fisonomía y el impacto que tuvieron diversos actores y entidades económicas europeas en México, así como el ir y venir de las ideas entre nuestro país y el mundo europeo. Historia que en esta obra colectiva se revisa a partir del decreto de libertad comercial emitido de manera progresiva por los borbones durante la segunda mitad del siglo XVIII y que terminó con los cambios imperiales de principios del siglo XX, que en particular expresaron la creciente triangulación de los intereses alemanes y estadunidenses en México.
La mayoría de los trabajos examina los lazos establecidos desde la esfera de la economía, específicamente el comercio, la banca y la creación de empresas en nuestro país. Los intercambios culturales -fundamentales en los procesos de integración- son revisados solamente por dos artículos de la primera parte de la obra en la que se analiza el movimiento de las ideas entre ambas orillas.
El periodo que se analiza en este texto está claramente delimitado por el dominio atlántico en la economía internacional. Fueron los años transcurridos entre las reformas borbónicas a finales del siglo XVIII y el fin de la primera posguerra, que antecedió a la etapa de consolidación de la hegemonía estadunidense en el comercio y finanzas mexicanas. Cabe aclarar que esto no supuso la extinción automática de los intereses alemanes en nuestro país, sino la colaboración entre estos y los estadunidenses, como queda referido en los últimos artículos de esta obra colectiva.
De diversa dimensión y naturaleza son las aportaciones ofrecidas por estos autores en torno a la unidad del mundo atlántico, sobre la cual se cuestiona el doctor Horst Pietschmann en la introducción de la obra. La controversia central del volumen es la de reconocer si se puede hoy en día hablar de una "historia atlántica", lo cual necesariamente se presenta a través de una gama de acciones, espacios y tiempos que expresan la riqueza y la complejidad de un proceso que, quizá en el futuro, pueda reconocerse como una unidad. Tal es el deseo de los organizadores de aquel evento y editores de este libro que buscan con estos trabajos colaborar en la construcción de una "historia global" que termine -o al menos corrija- con las visiones particulares y parcializadas de la tradicional "historia mundial" instituida por los cánones de la historiografía nacionalista y positivista y que, en nuestro país, se difunden desde la enseñanza secundaria.
Los elementos característicos de ese conglomerado quedan de manifiesto de forma diversa en los distintos trabajos. Al revisar procesos particulares, los autores destacan dicha unidad desde acciones peculiares, como han sido la influencia y la recepción de ideas o de mercancías de un lado hacia el otro a través de lo cual se pone énfasis en la simultaneidad de los procesos; en otras ocasiones destacan procesos de mayor reciprocidad, como fueron los del intercambio de bienes y la creación de comunidades de interés mercantil o empresarial en las dos orillas, lo que hace referencia a una mayor integración entre ambos. No hay duda que si se busca crear una "historia global" habrá que buscar la multitud de formas y expresiones que convergieron en esta.
Con un texto atractivo, el profesor Pietschmann nos presenta el recorrido de los trabajos y ópticas de los historiadores que se han cuestionado sobre esa historia global del mundo atlántico; el historiador alemán pasa a revisar tres aspectos de la situación novohispana-mexicana en el universo atlántico durante el periodo de transición entre finales del periodo colonial y el inicio del Estado independiente.
Los siguientes dos artículos se refieren a la circulación de ideas y creencias que se expandieron en esos espacios desde la introducción de las reformas borbónicas hasta la emergencia de las nuevas naciones independientes. Por su parte, Johanna von Grafenstein, reconocida especialista en el estudio del espacio caribeño hacia el término del periodo colonial, ubica y explica con amplitud y finura los argumentos y propuestas en varios escritos de los ilustrados españoles. Esas reflexiones sirven de fundamento para explorar las tesis mercantilistas presentadas por Jerónimo de Ustáriz, Bernardo de Ulloa, José de Campillo y Cossío y Bernardo Ward, quienes se preguntaron sobre la función comercial y el papel estratégico que se reconocía a estas islas, al igual que su potencialidad económica.
Desde la óptica de las corrientes intelectuales, Peer Schmidt plantea la necesidad de revisar el intercambio de ideas habido entre las cabezas de la iglesia católica mexicana, familiarizadas con el jansenismo y erasmismo europeo, las cuales dieron inicio al conservadurismo mexicano. Con este tema el autor invita a las futuras investigaciones a insertar el debate mexicano más allá de los conflictos políticos inmediatos, y comprender los procesos de emancipación hispanoamericana como parte de un proceso global de transformación política y social más amplio, contenido en un desarrollo cultural que paralelamente se registra en Europa, donde las corrientes liberales y el debate jansenista enfrentan y confrontan las ideas religiosas del mundo católico.
Walter Bernecker, Sandra Kuntz Ficker y Thomas Passananti escriben los siguientes tres trabajos de la segunda parte del libro. En estos se consideran diversos aspectos del comercio y de las finanzas en el siglo XIX entre México y Europa como marco general, ya que a lo largo de los trabajos se enfatiza la interdependencia e integración mercantil y crediticia con Alemania, pero también se destaca la triangulación mantenida con la pujante economía estadunidense. Esta observación permite reconocer la magnitud que representa el tráfico comercial y los flujos financieros en esa "historia atlántica".
El texto de Walter Bernecker, quien ha ofrecido diversas aportaciones sobre estos temas, analiza esos procesos desde los primeros años de vida independiente hasta el periodo de la reforma; además, se analizan los altibajos en los flujos de comercio entre ambas naciones en su relación con los éxitos y fracasos de los tratados comerciales, destacando en esta interacción los efectos de la política estadunidense por el control del mercado mexicano, presencia que fue definiendo el nacimiento de la hegemonía estadunidense sobre la región.
Para destacar los ritmos del intercambio de bienes mexicanos entre los principales países europeos, Sandra Kuntz realizó una minuciosa revisión de las fuentes cuantitativas existentes del comercio exterior de nuestro país. A través del examen de la estructura de las importaciones y exportaciones, la autora concluye que fue poca la participación que esos países tuvieron en los nuevas pautas de la economía mexicana.
Por su parte, Thomas Passananti presenta una visión global sobre el desarrollo de la presencia financiera alemana en nuestro país, y destaca el papel que desempeñaron en la esfera de la reconstrucción de las finanzas públicas los préstamos otorgados por la casa bancaria prusiana de Bleichroeder y que mantuvieron los nuevos bancos, entre los que destaca al Deutsche Bank; en ambos casos se hace referencia a las alianzas entre el mundo financiero alemán y estadunidense.
La última parte del libro se compone de cuatro textos en los que se revisan experiencias particulares de poderosas ferreterías alemanas, de bancos europeos y de empresas en infraestructura durante la primera mitad del siglo XIX.
En el primer artículo, Paolo Riguzzi y Carlos Marichal analizan diversas caracteristicas de la banca inglesa, alemana y francesa en México, diferenciando su comportamiento y desenvolvimiento en nuestro país, concluyendo sobre la variedad de estas formas de expansión financiera luego de revisar varios establecimientos, desde el nivel de la firma hasta el contexto internacional en el cual se desarrollaron.
Por su parte, Luis Anaya da a conocer, en forma breve, algunos de los rasgos de dos firmas financieras alemanas, las sucursales del Banco Alemán Trasatlántico y del Banco Mexicano de Comercio e Industria, destacando los factores que llevaron a su creación y transformación.
A este estudio le sigue el trabajo conjunto de Richard Liehr y George Leidenberg, que tratan sobre la particular expansión económica que mantuvieron las empresas canadienses, como fueron las filiales de las primeras empresas de electricidad, conocidas como la Mexican Light and Power and Mexico.
Por último, Jürgen Buchenau presenta un minucioso estudio sobre la conocida y tradicional firma de la ferretería Boker, en el que se explica la forma en que esta casa comercial logró sobrevivir al largo periodo de inestabilidad que siguió a su fundación, lo que se acompaña también de la triangulación mercantil que mantuvo con el comercio estadunidense en los años posteriores.
Este volumen colectivo será una obra de referencia obligada para futuras investigaciones, tanto por el planteamiento y tesis que sustentan los trabajos, como por la información que ofrecen casi todos ellos, ya que son varios los que tocan temas originales. Pero además la mayoría de los autores ofrecen nuevas directrices de investigación orientando a los futuros investigadores en términos bibliográficos y archivísticos.
Leonor Ludlow
Universidad Nacional Autónoma de México