Introducción
El presente artículo se inscribe, a partir del análisis de las entradas fiscales a la caja real de Santiago de Chile durante el último tercio del siglo xviii, en una problemática general que afecta al estudio de las Haciendas hispanoamericanas, a saber, la distinción entre los sumarios de cargo registrados en los libros de las tesorerías coloniales y los ingresos tributarios de los erarios regios respectivos. En particular, este trabajo se centra en el análisis comparado de dos fuentes: a) los sumarios de cargo por ramos originados a partir de los libros manuales y comunes administrados en la tesorería de Santiago (Cruchaga, 1878; TePaske y Klein, 1982) y b) los ingresos fiscales correspondientes a esta caja contenidos en el informe sobre el "Estado general de la Real Hacienda de Chile", divulgado en 1792 por el Contador Mayor del Tribunal de Cuentas de Chile, don Juan Oyarzábal.1 Mediante este ejercicio no sólo se busca reconceptualizar la contabilidad empleada en aquella época (Sánchez, 2021, p. 2), cuyo doble propósito fue contabilizar los flujos de valores que entraban y salían de las tesorerías y fiscalizar el comportamiento de los agentes que administraban los haberes regios (Sánchez, 2019),2 sino también aportar nueva evidencia a un viejo debate relacionado con la evolución de las finanzas públicas: el crecimiento económico colonial.3
Al respecto, existe cierto consenso en uno de los argumentos centrales de Klein (1985; 1994; 1999) y TePaske (1986), relativo a la alta correlación entre el curso de las variables fiscales y el desempeño económico. Así, se estima que la expansión de la administración hacendística desplegada a escala imperial desde mediados del siglo xviii habría reflejado una época "en que el crecimiento económico constituyó la norma" (Gelman, Llopis, y Marichal, 2014, pp. 16, 526). Sin embargo, tal relación se ha cuestionado por la falta de correspondencia entre los impuestos y su base en la producción y, en especial, por la dificultad de separar (y medir) el efecto sobre la recaudación que tuvo la mayor eficiencia fiscal derivada del proceso racionalizador adoptado por la corona borbónica en sus posesiones americanas (Gómez, 2001).4 En este sentido, el consenso es mayor en cuanto al éxito recaudatorio de aquellas medidas, lo que ha planteado la interrogante respecto de si la verdadera causa del aumento de las arcas regias se debió al mejor rendimiento económico o a la mayor presión fiscal que originaron los cambios al sistema de administración de impuestos (Gómez, 2001, pp. 123-124; Jáuregui, 1999, pp. 154-156; Marichal, 1999, p. 17).
La atención historiográfica sobre la Real Hacienda chilena tardía colonial se ha puesto en el proceso de transformación administrativa-institucional y en la gestión política económica de las máximas autoridades gubernamentales en el periodo reformista borbónico, siendo Silva (1967a; 1967b; 1968; 2005) su principal exponente, a más de medio siglo de publicada buena parte de su obra.5 Como consecuencia del déficit en materia de finanzas públicas, el dinamismo fiscal y económico chileno se ha concebido mediante las negativas impresiones manifestadas por la mayoría de los gobernadores contemporáneos, quienes enfatizaron en sus comunicaciones a la metrópolis y al virreinato de Lima, tanto la desesperada situación del erario como la pobreza de sus tierras tributarias (Silva, 2005, p. 267). Estas noticias se expresaban en plena época de ajustes administrativos a la Capitanía, los que se tradujeron en la implementación de la Contaduría Mayor de Cuentas (1768) (Pinto, Méndez, y Vergara, 1977, pp. 133-194; Silva, 1967a), el traspaso a la corona de la Administración General de Correos, la Casa de Moneda y la Administración de Aduanas (1772-1773) (Barros, 2001, vi, pp. 240-246), la visita general de Areche y Escobedo a Perú (1778-1787) y su subdelegación a este suelo, a cargo de Tomás Álvarez de Acevedo(1778-1785) (Silva, 1967b) y, finalmente, la adopción del régimen de Intendencias (1786-1787) (Cobos, 1978; Silva, 1967b). Todo lo cual ha sugerido la noción de que esta hacienda, "a pesar de todos los intentos reformistas, no había podido sobreponerse a sus problemas" (Silva, 2005, p. 267).
Frente a estas interpretaciones, la falta de un análisis específico para una aproximación a la verdadera estructura y evolución de los ingresos fiscales de Chile a fines del siglo xviii cobra especial interés, sobre todo al contrastar aquellas desalentadoras opiniones vertidas en su contexto con el ascenso exponencial de los sumarios de cargo de las tesorerías de esta capitanía general para aquel mismo periodo (Cruchaga, 1878; TePaske y Klein, 1982).6
Al respecto, la reorganización política-administrativa implementada en el imperio español, producto de las reformas de Carlos III ante el clima bélico reinante, devino sobre todo durante la segunda mitad del siglo xviii en una amplia red de tesorerías relacionadas entre sí, a través de un complejo sistema de transferencias intracoloniales principalmente para atender los gastos de la defensa imperial (Jara, 1994, pp. 117-119; Klein, 1999, pp. 174-175).7 Como contrapartida, las obligaciones sobre el manejo, control y vigilancia de las finanzas reales indianas, cuya contabilidad entre 1766 y 1767 fue normalizada mediante reforma impulsada por el Contador General del Consejo de Indias, Tomás Ortiz de Landazuri, para mayor uniformidad de los libros que se debían llevar en las tesorerías (Sánchez, 2021, p. 4),8 fueron creando un cúmulo periódico de registros de las diversas transacciones fiscales efectuadas. Como resultado, desde aquel periodo se incrementó "la masa de datos contables consignados en las anotaciones de caja de los diferentes ramos de hacienda", lo que originó una serie de dificultades "a la hora de desentrañar el volumen real del numerario que entró y salió de las diferentes cajas reales" (Serrano, 2006, p. 956).
En este contexto, la Instrucción práctica y provisional de 1784, elaborada por el Contador General de Indias, Francisco Machado Fiesco, cobró especial relevancia debido a su efecto en la contabilidad fiscal,9 pese a su corta vigencia tras derogación en 1787, tal como se evidencia en los registros administrativos de las cajas reales de Santafé en 1791 (Pinto, 2019) y de Nueva España durante 1786-1795 (Sánchez, 2021).10
Con todo, los registros por cargos en las tesorerías desplegadas por el imperio se abultaban año tras año, puesto que incluían, más allá de las rentas corrientes, una serie de importes adicionales entre los que destacaban rentas extraordinarias, caudales provenientes de otras cajas, préstamos, garantías y, sobre todo, existencias de periodos previos (Sánchez, 2013, p. 16, 2021, p. 4).11 A la doble contabilidad y el exceso de entradas producidas por unos y otros de estos cargos, se agregaba el registro neto de ciertos ramos o enteros líquidos, es decir, descontado el gasto propio de la recaudación, en vez del ingreso bruto (Sánchez, 2013, p. 18). Así como también, el efecto de nuevas partidas contables producto de la mencionada reforma, entre ellas, las de Real hacienda en común y de Otras tesorerías,12 cuyo uso produjo rupturas al comparar los sumarios de cargo con los ingresos fiscales efectivos en un periodo determinado (Sánchez, 2021, p. 7).
Ante esta problemática, varios autores han contribuido a la identificación y esclarecimiento de una serie de dificultades, errores y trampas contables, aportando evidencia y soluciones para responder a sus preguntas de investigación en diversos espacios y contextos (Folchi y López, 2010; Pinto, 2019; Sánchez, 2013; Serrano, 2006; TePaske y Klein, 1982, 1986). Sin embargo, respecto de la conciliación específica entre el sumario de cargos y la recaudación fiscal, en especial de la segunda mitad del siglo xviii, los aspectos metodológicos que adoptaron quienes trabajaron el curso de aquella época no permiten destacar qué elementos de la estructura tributaria hacen comprensible el estado y evolución de la Real Hacienda en estudio. En tal sentido, si bien el análisis se centró en el cargo y la data para visualizar los ingresos y egresos fiscales respectivos, este esfuerzo se ocupó, en el trabajo de Serrano (2006), para entender el sistema de financiación militar a nivel imperial. Por otro lado, aunque el propósito de Folchi y López (2010) fue dar continuidad a las series estadísticas de las cartas cuentas de la tesorería de Santiago de Chile, ante los vacíos evidenciados, la atención también se puso en la contabilidad practicada en ella. Como resultado, se estableció un método para estimar los ingresos fiscales rebajando los sobrevalorados niveles de cargo del periodo 1770-1810, dejando para futura investigación el análisis de la estructura impositiva respectiva. De este modo, quedaron abiertas las interrogantes acerca de qué impuestos determinaron el curso de la caja capitalina, cuáles fueron los sectores que soportaron la mayor carga tributaria y qué cambios sufrió la estructura impositiva durante el periodo (Folchi y López, 2010, p. 17), inquietudes propias también de este trabajo. Más recientemente, Pinto (2019) si bien contrastó diversas fuentes para conciliar el contenido de las cartas cuentas con la situación fiscal de Santafé, sólo lo hizo para 1778, sin considerar la apertura por ramos, restándose así a la explicación sobre la evolución de dicho erario (pp. 16-21).
Por lo visto, aún falta profundizar, en especial para el caso santiaguino chileno, bajo la superficie del sumario de cargos y, con ello, visualizar la estructura de ingresos a esta hacienda para avanzar en el conocimiento histórico, no sólo del modo en que se modificó la práctica contable tras la reforma de 1784, sino que también de su real estado y evolución en el último tercio de siglo xviii, una época concebida como el pináculo del reformismo borbón en las posesiones coloniales. En especial, sobre el Cono Sur americano durante 1760-1780, bajo el reinado de Carlos III (Céspedes, 1953; Flores, 2010; Pinto, Méndez, y Vergara, 1977; Silva, 1968).13
En Chile, con la creación de la Contaduría Mayor en 1768 se estableció "una pieza vital en la reforma del erario", cuyo marco de acción inicial se basó en 20 instrucciones dirigidas al Contador de Cuentas del Reino de Chile que el propio Tomás Ortiz de Landázuri redactó con fecha 28 de julio de 1767.14 Bajo ese esquema, relativo al ordenamiento administrativo de este tribunal y, en especial, a "la obligación de imponerse de la forma y método que se observa en Chile para la administración, recaudación y manejo de la Hacienda", más la recepción posterior de una copia fechada en 1769 de la Instrucción dispuesta por el mismo contador general de Indias en 1767 para uniformar el régimen de las cuentas, los esfuerzos de este organismo en sus primeros años de funcionamiento se abocaron principalmente a "la aplicación de nuevos procedimientos administrativos para la exacción de los tributos" (Silva, 1967a, pp. 120, 123, 137, 144, 168). El inicio de esta nueva era en la fiscalización y contabilidad de los impuestos en Chile marcan, por tanto, el arranque de esta investigación, en la medida que fue un periodo en que se estableció un punto de inflexión en las variables fiscales determinantes del curso de esta Real Hacienda.
Para llevar a cabo estos fines, el examen de este trabajo se divide en dos etapas. En primer lugar, se recopilan los sumarios de cargos de las cartas cuentas que se elaboraron en la caja real de Santiago para el periodo 1768-1810 (Cruchaga, 1878; TePaske y Klein, 1982). Dada la separación de los cargos por ramos en los denominados libros mayores, la suma de los asientos de cada ramo al final del periodo de una cuenta constituyó el sumario respectivo del año, dato que en definitiva se recopila desde la base de datos de los autores citados, cuya agregación equivale al sumario anual de la tesorería. Sin embargo, tal como reconocen TePaske y Klein, ciertos asientos de cargos no constituyeron realmente ingresos fiscales, puesto que esta contabilidad daba también cuenta de inyecciones temporales de dinero (e. g. existencias de años previos, depósitos por garantías, préstamos, deudas por cobrar, entre las más habituales), cuya distorsión, si bien es problemática para los fines comparativos de este estudio, escapa al alcance del mismo, debido a la necesidad de contar con el detalle de los libros mayores para su arreglo. En cuanto al tratamiento de estos datos, para disponer de un desglose comprensible de los ramos incluidos en las cartas cuentas: a) se completa la serie de cargos de TePaske y Klein, donde no figuran los años 1802, 1806 y parte de 1793, ni ciertos importes por bulas, papel sellado, azogues en especie y depósitos de otras tesorerías del trienio 1787-1789, mediante imputación de estos datos faltantes con evidencia de Cruchaga (1878, pp. 215-273), quien recopila una estadística similar para una extensa fracción del periodo 1612-1810; b) debido al uso de nomenclaturas distintas para denominar un mismo ramo en los años en revisión se homogenizan las glosas agrupándolas según las distintas definiciones de las rentas en Cruchaga (1878, pp. 231-244). Como resultado, se reducen de 156 a 81 las nominaciones de los ramos registradas en la contabilidad de la caja santiaguina, y c) siguiendo la recomendación de Gómez (2001, pp. 127-128), se identifican los impuestos que guardaban relación con el producto, es decir, que pueden utilizarse como indicadores económicos para evaluar el grado en que esta variable permite una aproximación al verdadero desempeño económico santiaguino.15
La segunda etapa de este examen consiste en comparar los sumarios de cargos, a nivel agregado y por ramos, con los montos respectivos de ingresos brutos, o aquellos valores que efectivamente ingresaron en un año por la recaudación de un determinado ramo en la caja de Santiago, sin descontar los gastos asociados al cobro, extraídos en su totalidad del informe de la Real Hacienda de Chile de 1792.16 Este ejercicio comparativo se aplica a los dos lustros incluidos en dicha relación (1772-1776 y 1786-1790), agrupando los ramos, según se presentan en la documentación oficial, esto es, en masa común, ramos particulares y ajenos, con el fin de revelar mediante las diferencias entre ambas fuentes el curso real de la magnitud y estructura de las entradas que engrosaron estas arcas.
En consistencia con el orden de los exámenes descritos, el apartado siguiente presenta los resultados relativos al estudio de los sumarios de cargo. Mientras que en la segunda sección se muestra la comparación de ambas variables, además del análisis de la evolución y composición de las entradas a la tesorería santiaguina, dejando para las conclusiones los principales hallazgos de esta investigación.
Sumario de cargos de la Tesorería de Santiago, 1768-1810: efectos de la reforma de 1784
A partir de la serie agregada de los cargos de la tesorería de Santiago para el periodo 1768-1810 (véase gráfica 1), se evidencia un quiebre de tendencia desde mediados de la década de 1780. Sin considerar importes transitorios como el fomento de nuevas villas en el obispado de Concepcion (1768-1770) (Cruchaga, 1878, pp. 236-237) ni la remisión de situados desde Lima (1781-1784), el periodo que va desde 1768 a 1785, en términos de cargos al tesoro capitalino, promedió menos de 450 000 pesos de plata de ocho reales al año. Una década después, estos niveles se multiplicaron más de tres veces, y alcanzaron el peak en 1796-1805, cuando ascendieron a un promedio de 2 308 miles de pesos por año. Con todo, el incremento de esta variable entre el primer y último quinquenio del periodo fue superior a 320%, lo que refleja un crecimiento promedio anual de 2.9%, contrastando a primera vista con la pobre imagen de la hacienda que la mayoría de los gobernadores de Chile, partiendo deJáuregui (1772-1780) y hasta Muñoz de Guzmán (1802-1808), se empeñaron en enfatizar en sus noticias al extranjero (Silva, 2005, p. 267).
Al descomponer esta cifra agregada de cargos, se revela que su aumento exponencial desde la segunda mitad de la década de 1780 estuvo determinado por ciertos ajustes al método contable (véase gráfica 2), producto de la reforma emprendida durante 1784-1787.
Fuentes: elaboración propia con base en Cruchaga (1878); Folchi y López (2010) y TePaske y Klein (1982).
En particular, los registros de cargo de la caja de Santiago fueron afectados por dos de los rasgos principales de dicha reforma. Primero, la aparición desde 1787 en esta contabilidad de los productos dados en especie, tales como bulas de santa cruzada, papel sellado y azogues, cuya cuantía agregada representó en promedio hasta el año 1810 cerca de 30% del sumario de cargos. Puesto que el fin de estos registros fue valorar las existencias en especie de estos ramos (Cruchaga, 1878, pp. 216-217; Sánchez, 2021, p. 8), distinguiéndose en partidas separadas el monto vendido de estos mismos, su contabilidad respondió al propósito administrativo del método, distorsionando con ello la imagen del curso de los ingresos efectivos de esta caja. A partir del mismo año, se sumó el efecto del ramo de depósitos y consignaciones, descrito como "las cantidades correspondientes a otras Tesorerías, de las que se consignan por litijiosas, i de las que no se sabe al tiempo del entero los ramos a que corresponden" (Cruchaga, 1878, p. 243), el cual, si bien se registraba en exiguos montos antes de la reforma, desde 1787 comenzó a cobrar importancia en los valores de cargo. Como consecuencia de esta misma dimensión de la reforma, relativa con la incorporación de partidas para favorecer la administración de las cuentas (Sánchez, 2021, p. 7), se contabilizó un tercer ramo, denominado Real Hacienda en común, cuyo registro incluía para el caso chileno en 1796: "el sobrante de los ramos de real hacienda en el año anterior; de los enteros hechos en el presente por la Casa de Moneda, Aduana, rentas de papel sellado, pólvora i naipes; devoluciones por sobrantes de cantidades dadas para algún gasto, i de las demás entradas de caudal que no tienen ramo de ingreso a qué aplicarse" (Libro de tesorería de 1796, f. 1, en Cruchaga, 1878, p. 233).
La contabilidad de esta cuenta desde 1789 en la caja santiaguina coincidió, en consistencia a la definición de arriba, con la desaparición ese mismo año de los cargos relativos a los ramos de la aduana, papel sellado, pólvora y naipes.17 De este modo, si a los ramos consignados antes de la reforma se agrega la Real Hacienda en común, restando productos en especies y depósitos de otras tesorerías, se obtendría, pese a cierta sobrevaloración de estos cargos por el arrastre de existencias de años previos, un valor más aproximado de las rentas fiscales para este periodo. Como resultado, el crecimiento total de las entradas fiscales (Cargo + Real Hacienda en común, véase gráfica 2) se reduce a menos de 200%, equivalente a una tasa promedio anual de 1.9 por ciento.18
Ya identificadas las distorsiones causadas por la reforma contable, se aprecia que los cargos rendidos en la tesorería capitalina fueron dominados por la recaudación de impuestos basados en la producción, incluida la cuenta Real Hacienda en común, seguida por el resto de los tributos, otros ramos de ajustes contables y, finalmente, los situados limeños (véase gráfica 3).
Respecto de la evolución de los cargos por impuestos basados en la producción, o aquellos que gravaron las actividades comerciales (incluidos los estancos, a excepción de las bulas de santa cruzada), mineras, agropecuarias y de tránsito de mercancías, se destaca un acelerado avance de los sumarios respectivos hasta 1805, en especial, debido a la Real Hacienda en común, tras el cual descendieron para llegar en 1810 a un nivel similar al promedio de mediados de la década precedente. El desglose de ramos de esta agrupación revela parte de la problemática asociada al uso exclusivo de esta fuente como medida del dinamismo fiscal y económico, en este caso, del tesoro santiaguino. En primer lugar, la falta de apertura y sobrevaloración de los cargos por la Real Hacienda en común, cuyo nivel desde 1789 incluyó importes aduaneros, de especies estancadas, incluso del ramo de tabacos para algunos años (e. g. 1790), y de productos por los metálicos acuñados en la ceca. Con la aparición de esta cuenta, en segundo lugar, se rompieron en buena medida las series previas, cuyo registro distinguía a la mayoría de los ramos señalados. En tercer lugar, se suman lagunas de información en ramos de importancia: a) la Casa de Moneda durante 1772-1791 (desde 1792 sólo se consignan cargos por la construcción de la nueva ceca emprendida en 1783 (Barros, 2001, vi, p. 321); b) el ramo de balanza en los años 1806-1810, cuya recaudación se originó por las mercancías exportadas desde el puerto de Valparaíso (Ramón y Larraín, 1982, p. 303) y c) el estanco de papel sellado en 1772, 1774 y 1785. En consideración a estas dificultades y la imposibilidad de visualizar los ramos de la Real Hacienda en común con uso exclusivo de esta fuente, sólo son viables aproximaciones, tales como el significativo peso agregado de la aduana, Casa de Moneda y los estancos, en especial de tabacos, en el recaudo de los impuestos con base en la producción y la hacienda capitalina en general.19
Si se comparan los sumarios de cargo por los impuestos basados en la producción con la trayectoria de la importación,20 de gran incidencia en el comercio chileno, cuyo valor fue afectado por las sucesivas guerras entre España e Inglaterra (1779-1783; 1796-1802; 1804-1808), se advierte la escasa correlación entre ambas variables (véase gráfica 4).
Fuentes: elaboración propia con base en Cruchaga (1878); Martínez-Barraza (2020, p. 46) y TePaske y Klein (1982).
En cuanto a los impuestos a la minería, se observa un quiebre y cambio de composición de los cargos desde mediados del decenio de 1780 (véase gráfica 5). Previamente, estos fueron dominados por los importes al ramo de Quinto o veinteavo del oro, correspondiente hasta 1776 a 5%, y después de ese año a 3%, de los valores ensayados de este metal en la Casa de Moneda (Cruchaga, 1878, p. 235). En 1787, los sumarios de cargo comenzaron a incrementarse por la aprobación, a raíz de decretos de 1785 y 1786, del ramo Fomento de minería que gravó el oro, la plata y el cobre acuñados en la ceca "para fomento de los mineros decadentes" (Cruchaga, 1878, p. 240). En complemento, durante la segunda mitad de la década de 1790, cobraron importancia los cargos por la venta estancada de azogues peruanos, cuya cuantía explicó el peak que alcanzó la contribución asociada a la minería a fin de siglo. Al comparar estos valores con el volumen de monedas acuñadas en la ceca santiaguina, se revela una alta correlación entre ambas series, superior al 50%, y cercana a 75% si se traslada en cinco años la serie de tributación minera (Impuestos mineros (t + 5), véase gráfica 5), lo que supondría el rezago de la recaudación de estos valores en esta tesorería.
Fuentes: elaboración propia con base en Cruchaga (1878); Romano (1960, p. 12-15); TePaske y Klein (1982); Quiroz (2012, pp. 99-102).
Las rentas de origen agropecuario, en tanto, se explicaron por las concesiones que se dieron al erario santiaguino de una parte de los nueve destinos en que se distribuían los diezmos. En este caso, correspondió a los ramos de Dos novenos reales a principios de la colonia, Noveno y medio de hospitales para cubrir gastos de los mismos desde 1721 y Noveno y medio de fábrica por la mantención de templos traspasado a la administración real en 1786 (Cruchaga, 1878, pp. 225-226).
La recaudación del resto de las contribuciones, vista a través de los cargos, comenzó a tener cierta significancia para el erario capitalino desde principios de la década de 1780, debido a nuevas obligaciones que recayeron, en particular, sobre el mundo eclesiástico y militar (véase gráfica 6). Así, se evidencia desde el último tercio del siglo xviii a la primera década de la centuria siguiente, cuando se decretaron 17 nuevas contribuciones, incluida la solicitud "extraordinaria" de varios donativos graciosos y préstamos para costear la defensa imperial,21 de un total de 37 ramos registrados en las cartas cuentas durante ese periodo.
Respecto de las cuentas de ajuste, destacaron dos de ellas en la evolución de esta agrupación (véase gráfica 7). Primero, los cargos por deudas pendientes de contribuyentes, cuyo nivel promedio superó los 160 000 pesos por año durante las últimas dos décadas coloniales y, segundo, el ramo de temporalidades en el decenio de 1800,22 debido a la urgencia metropolitana por recursos frescos para la defensa imperial.
Con todo, el análisis de la evolución y estructura de los cargos arroja como principal evidencia el impacto de la reforma de 1784 sobre la contabilidad del tesoro santiaguino. En especial, debido a la aparición de nuevos valores por productos en especies, depósitos de otras tesorerías y, sobre todo, a cuenta de la Real Hacienda en común, dos de los rasgos centrales de este reformado esquema contable. Como resultado, se distanciaron aún más los sumarios de cargo, vistos sólo a través de esta fuente, de los ingresos fiscales respectivos, cuestión que se intenta conciliar en la siguiente sección, con la adición a este examen del informe sobre la Real Hacienda de Chile, declarado en 1792 por el Contador Mayor de la Contaduría, don Juan Oyarzábal.
Sumarios de cargo e ingresos fiscales en el pináculo del reformismo Borbón en Chile
A fines del siglo xviii, los apuros de España, perturbada por el estado de guerra contra Inglaterra, provocaron una arremetida sobre las posesiones americanas, cuyo propósito no fue otro que la solicitud de nuevos recursos financieros a cuenta de sus erarios regios (Silva, 1968, p. 196). Al mismo tiempo desde Perú, ya azotado económicamente tras la instauración del virreinato de La Plata en 1776 y la creciente bonanza comercial de Buenos Aires, surgió el asedio constante de las autoridades limeñas sobre sus pares santiaguinas para aclarar ciertos desajustes históricos que afectaban a ambas Haciendas. Entre ellos, los tabacos remitidos para suplir a la población chilena, y el envío del situado para cubrir los gastos militares en Valdivia y Chiloé fueron los de mayor interés para aliviar el recargado erario peruano.
En palabras de Silva (1968), a fines de esta centuria, "es el sistema entero el que está sufriendo una aguda crisis económica" (p. 197). En tal contexto, las autoridades metropolitanas elaboraron un nuevo programa de reformas para disminuir las abultadas haciendas coloniales, el cual se puso en marcha en la Capitanía de Venezuela y se amplió al resto de los dominios americanos por Real Orden del 21 de junio de 1790, con miras a hacer más eficaz el recaudo fiscal y así auxiliar a la monarquía en la mantención de la defensa y conservación del imperio (Silva, 1968, p. 187). Como consecuencia, el rey ordenó al virrey de Perú, don Francisco Gil y Lemos, supervisar la ejecución de dicha instrucción en Chile, cuyo contenido se estipuló en Real Orden el 29 de abril de 1791 y comprendió, además de la reforma administrativa de empleados y salarios, el reintegro a la corona de los productos líquidos del estanco de tabaco, uno de los principales ingresos del erario chileno. Bajo la presidencia de don Ambrosio O’Higgins (1788-1796), esta última medida fue resistida por el efecto que tendría en las arcas fiscales, lo que provocó la respuesta del virrey, quien solicitó con fecha 14 de noviembre de 1791 que se formase averiguación acerca del estado general de la Real Hacienda de Chile para estudiarlo personalmente (Silva, 1968, pp. 187-189). En respuesta, se encomendó al contador mayor del Tribunal de Cuentas, don Juan de Oyarzábal, la compilación de un informe, relativo a las "Relaciones de valores y gastos de administración…" de cada uno de los ramos comprendidos en esta Hacienda, en cuyo contenido se reprodujo, al margen del esquema contable-administrativo de cargo y data, la imagen fidedigna de ingresos y gastos fiscales en sus tres tesorerías: Santiago, Concepción y Valdivia. Puesto que dicho reporte evaluó el estado y progreso de la Real Hacienda chilena se cotejaron dos periodos: a) el quinquenio 1772-1776, o la época inmediatamente posterior a la puesta en marcha de la Contaduría Mayor y de buena parte de los mayores ajustes administrativos realizados en materia fiscal y b) el correspondiente a 1786-1790, tras culminar aquellas hondas transformaciones, incluidos el régimen de intendencias y la reforma al esquema contable.
La revisión preliminar de dicha documentación, cuyo manuscrito se despachó al presidente O’Higgins el 19 de septiembre de 1792 (Silva, 1968, p. 189), da cuenta, a propósito de dicha reforma, de la inercia en la contabilidad de dos rasgos adicionales a los ya identificados mediante las cartas cuentas: a) la clasificación de cada ramo según categorización común en otras Haciendas hispanoamericanas: Real Hacienda o masa común, particulares y ajenos23 y b) la presentación de una relación de valores y gastos por el recaudo de cada ramo, distinguiendo los resultados de la masa común, particulares y ajenos, y sacando de cada grupo su existencia líquida.
La gráfica 8 muestra la comparación de las categorías de ramos anteriores entre los ingresos fiscales oficiales y los sumarios de cargo de la tesorería de Santiago. En promedio, estos últimos alcanzaron un valor de 321 582 pesos durante 1772-1776, mientras que las entradas efectivas sumaron 472 167 pesos en el mismo lapso. Una década después este resultado se invirtió con montos de cargo por 1 173 352 pesos, en contraste a ingresos fiscales por 640 353 pesos. Como resultado, el crecimiento de los sumarios de cargo entre un periodo y otro alcanzó a 264.9%, versus el alza de 35.6% de los importes informados en el reporte oficial.
Fuentes: elaboración propia con base en Cruchaga (1878), TePaske y Klein (1982)) y serie 2, vol. 741, anch, fcm.
No obstante, al aislar parte de los efectos tras la reforma de 1784, es decir, restando de los cargos los valores por productos en especies y depósitos de otras tesorerías, además de otros ramos sin correspondencia con el informe de Oyarzábal, se observa que la brecha promedio entre una fuente y otra se acorta. De este modo, se establece que la discrepancia entre ambas variables se explicó principalmente por la masa común y, en segundo orden, por los ramos ajenos (véase gráfica 9).
Fuentes: elaboración propia con base en Cruchaga (1878), TePaske y Klein (1982)) y serie 2, vol. 741, anch, fcm.
Al revelarse los ramos de cada categoría (véase cuadro 1), se confirma que la brecha en los niveles de la masa común entre ambas variables se debió a diferencias en sus tres componentes principales, esto es, la recaudación aduanera por alcabalas, almojarifazgos y comisos, las rentas del estanco de tabacos y los productos devengados en la Casa de Moneda, cuyos ingresos efectivos en ambos quinquenios fueron más altos que los valores de cargo consignados en las cartas cuentas. Esto pese a la compensación de la cuenta Real Hacienda en común en 1786-1790.
Categoría | Ramo | Sumatoria 1772-1776 | Sumatoria 1786-1790 | ||||
---|---|---|---|---|---|---|---|
Sumarios de cargos | Ingresos | Diferencias | Sumarios de cargos | Ingresos | Diferencias | ||
Real Hacienda | Alcabalas, almojarifazgos y comisos | 537 863 | 829 603 | 291 740 | 634 726 | 766 300 | 131 574 |
Tabaco | 400 725 | 766 852 | 366 127 | 520 331 | 952 836 | 432 505 | |
Casa de Moneda | 3 405 | 221 142 | 217 737 | 92 261 | 416 523 | 324 262 | |
Bulas Santa Cruzada | 0 | 30 995 | 30 995 | 37 974 | 28 621 | -9 353 | |
Papel sellado | 5 905 | 14 000 | 8 095 | 26 690 | 22 782 | -3 908 | |
Veinteavo de cobre | 10 023 | 13 684 | 3 661 | 21 780 | 19 038 | -2 742 | |
Media annata secular | 16 180 | 16 892 | 712 | 9 539 | 8 793 | -746 | |
Oficios vendibles y renunciables | 23 776 | 12 345 | -11 431 | 15 030 | 14 830 | -200 | |
Dos novenos reales de diezmos | 48 122 | 44 086 | -4 036 | 75 471 | 56 446 | -19 025 | |
Inválidos | 1 623 | 1 622 | -1 | 65 985 | 9 466 | -56 519 | |
1.5% de cobos y diezmos de plata | 8 619 | 8 651 | 32 | 117 799 | 117 798 | -1 | |
Quinto del oro | 151 042 | 135 098 | -15 944 | 140 021 | 89 423 | -50 598 | |
Alcances de cuentas | 18 204 | 0 | -18 204 | 20 815 | 27 412 | 6 597 | |
Venta de minas | 2 984 | 3 384 | 400 | 2 951 | 899 | -2 052 | |
Subsidio eclesiástico | 0 | 0 | 0 | 5 288 | 18 229 | 12 941 | |
Venta y confirmaciones de tierras | 2 146 | 1 882 | -264 | 3 320 | 1 726 | -1 594 | |
Bienes de extranjeros | 4 599 | 2 271 | -2 328 | 565 | 565 | 0 | |
Aprovechamientos | 0 | 0 | 0 | 0 | 0 | 0 | |
Azogues | 27 000 | 0 | -27 000 | 61 124 | 4 637 | -56 487 | |
Entradas extras de la Real Hacienda | 0 | 0 | 6 254 | 6 254 | |||
Naipes | 0 | 0 | 0 | 8 680 | 10 696 | 2 016 | |
Pólvora | 0 | 0 | 0 | 32 696 | 65 425 | 32 729 | |
Derecho de avería | 1 387 | 1 387 | 0 | 0 | 0 | 0 | |
Tributos de indios | 1 876 | 1 876 | 0 | 0 | 0 | 0 | |
Debido cobrar por Real Hacienda | 31 676 | -31 676 | 269 620 | -269 620 | |||
Real Hacienda en común | 0 | 0 | 62 659 | -62 659 | |||
Particulares | Mesadas eclesiásticas | 4 178 | 4 099 | -79 | 3 532 | 3 030 | -502 |
Azogues de Lima | 0 | 52 270 | 52 270 | 19 364 | 80 485 | 61 121 | |
Asignaciones y documentos para España | 0 | 6 090 | 6 090 | 0 | 586 | 586 | |
Vacantes menores eclasiásticas | 9 144 | 9 521 | 377 | 45 987 | 15 739 | -7 996 | |
Vacantes mayores eclasiásticas | 0 | 22 252 | |||||
Noveno y medio de fábrica | 0 | 0 | 0 | 0 | 10 663 | 10 663 | |
Real Orden de Carlos III | 0 | 7 000 | 7 000 | 17 500 | 7 000 | -10 500 | |
Dos millones de ducados | 0 | 0 | 0 | 56 015 | 0 | -56 015 | |
Pontazgo | 0 | 11 620 | 11 620 | 13 417 | 13 233 | -184 | |
Redención de cautivos | 0 | 0 | 0 | 12 934 | 6 485 | -6 449 | |
Comisos de ministros de Indias | 0 | 0 | 0 | 262 | 87 | -175 | |
Comisos de Supremo Consejo | 0 | 0 | 0 | 350 | 0 | -350 | |
Ajenos | Noveno y medio de hospitales | 31 386 | 34 501 | 3 115 | 51 221 | 38 779 | -12 442 |
Media annata eclesiástica | 0 | 0 | 0 | 39 172 | 7 296 | -31 876 | |
Montepío militar | 10 265 | 6 365 | -3 900 | 51 376 | 4 177 | -47 199 | |
Fomento de minería | 0 | 0 | 0 | 62 079 | 38 758 | -23 321 | |
Montepío de ministros | 9 106 | 7 955 | -1 151 | 17 331 | 17 712 | 381 | |
Barco del Río Maule | 0 | 0 | 0 | 27 817 | 2 252 | -25 565 | |
Espolios | 0 | 0 | 0 | 63 859 | 39 977 | -23 882 | |
Depósitos y consignaciones | 22 672 | 28 737 | 6 065 | 67 110 | 98 778 | 31 668 | |
Balanza para propios de Santiago | 77 184 | 77 184 | 0 | 108 103 | 96 606 | -11 497 | |
Bienes de difuntos nacionales | 0 | 0 | 0 | 45 318 | 15 681 | -29 637 | |
Impuesto de Tajamares | 0 | 0 | 0 | 67 403 | 42 828 | -24 575 | |
Principales de censos de indios | 8 672 | 8 272 | -400 | 760 | 660 | -100 | |
Réditos de censos de indios | 27 | 28 | 1 | 188 | 0 | -188 | |
Limosna de aceite y vino | 1 424 | 1 424 | 0 | 0 | 0 | 0 | |
Otros | Deudas pendientes de ramos particulares y ajenos | 0 | 0 | 70 338 | -70 338 | ||
Totales | 1 471 213 | 2 360 836 | 889 623 | 3 066 761 | 3 201 763 | 135 002 |
Fuentes: elaboración propia con base en Cruchaga (1878); TePaske y Klein (1982)) y serie 2, vol. 741, en anch, fcm.
En cuanto a los ramos particulares, las diferencias se debieron principalmente al menor monto de cargos por los azogues remitidos desde Lima, en contraste al mayor valor registrado en el informe de Hacienda, además de discrepancias en ciertas contribuciones, tales como la real orden de Carlos III y los dos millones de ducados,24 las que afectaron ambos quinquenios.
Los cargos por ramos ajenos, en general, registraron valores mayores que los ingresos fiscales respectivos, tal como se verifica en doce de catorce ramos de esta categoría durante 1786-1790. Destacaron las diferencias en los ramos de Montepío militar, Media annata eclesiástica, y espolios y bienes de difuntos, relativos a obligaciones sobre militares, eclesiásticos y civiles, respectivamente. Además de discrepancias en gravámenes por el tránsito de mercancías, tales como el Barco del río Maule, concedido a mediados del siglo xviii para financiar el gasto de ciertas villas del sur de la Capitanía (Cruchaga, 1878, p. 237)6, y el Impuesto de Tajamares, instaurado en 1789 para fortificar el curso del río Mapocho en las inmediaciones de la ciudad de Santiago (Martínez-Barraza, 2020, p. 143).
Considerando sólo el informe de la Contaduría Mayor, se establece que el crecimiento de 35.6% del tesoro santiaguino entre ambos quinquenios se debió a la alta incidencia de la masa común, cuyo valor creció 25.3% y aportó 22.6 puntos porcentuales (en adelante p. p.) a este resultado, seguido de los ramos ajenos (145.3%; 10.1 p. p.) y, en último orden, de aquellos particulares (76.1%; 2.9 p. p.) (véase cuadro 2).
Categoría | Ramo | 1772-1776 | 1786-1790 | Variación | Contribución | Incidencia |
---|---|---|---|---|---|---|
Porcentaje | Porcentaje | p. p. | ||||
Real Hacienda o masa común | Alcabalas, almojarifazgos y comisos | 829 603 | 766 300 | -7.6 | 23.9 | -2.7 |
Tabaco | 766 852 | 952 836 | 24.3 | 29.8 | 7.9 | |
Casa de Moneda | 221 142 | 416 523 | 88.4 | 13.0 | 8.3 | |
Bulas Santa Cruzada | 30 995 | 28 621 | -7.7 | 0.9 | -0.1 | |
Papel sellado | 14 000 | 22 782 | 62.7 | 0.7 | 0.4 | |
Veinteavo de cobre | 13 684 | 19 038 | 39.1 | 0.6 | 0.2 | |
Media annata secular | 16 892 | 8 793 | -47.9 | 0.3 | -0.3 | |
Oficios vendibles y renunciables | 12 345 | 14 830 | 20.1 | 0.5 | 0.1 | |
Dos novenos reales de diezmos | 44 086 | 56 446 | 28.0 | 1.8 | 0.5 | |
Inválidos | 1 622 | 9 466 | 483.6 | 0.3 | 0.3 | |
1.5% de cobos y diezmos de plata | 8 651 | 117 798 | 1 261.7 | 3.7 | 4.6 | |
Quinto del oro | 135 098 | 89 423 | -33.8 | 2.8 | -1.9 | |
Alcances de cuentas | 0 | 27 412 | 0.9 | 1.2 | ||
Venta de minas | 3 384 | 899 | -73.4 | 0.0 | -0.1 | |
Subsidio eclesiástico | 0 | 18 229 | 0.6 | 0.8 | ||
Venta y confirmaciones de tierras | 1 882 | 1 726 | -8.3 | 0.1 | 0.0 | |
Bienes de extranjeros | 2 271 | 565 | -75.1 | 0.0 | -0.1 | |
Aprovechamientos | 0 | 0 | 0.0 | 0.0 | ||
Azogues | 0 | 4 637 | 0.1 | 0.2 | ||
Entradas extras de la Real Hacienda | 0 | 6 254 | 0.2 | 0.3 | ||
Naipes | 0 | 10 696 | 0.3 | 0.5 | ||
Pólvora | 0 | 65 425 | 2.0 | 2.8 | ||
Derecho de avería | 1 387 | 0 | -100.0 | 0.0 | -0.1 | |
Tributos de indios | 1 876 | 0 | -100.0 | 0.0 | -0.1 | |
Totales de ramos de la Real Hacienda | 2,105,770 | 2 638 699 | 25.3 | 82.4 | 22.6 | |
Particulares | Mesadas eclesiásticas | 4 099 | 3 030 | -26.1 | 0.1 | 0.0 |
Azogues de Lima | 52 270 | 80 485 | 54.0 | 2.5 | 1.2 | |
Asignaciones y documentos para España | 6 090 | 586 | -90.4 | 0.0 | -0.2 | |
Vacantes menores eclasiásticas | 9 521 | 15 739 | 299.0 | 0.5 | 0.3 | |
Vacantes mayores eclasiásticas | 0 | 22 252 | 0.7 | 0.9 | ||
Noveno y medio de fábrica | 0 | 10 663 | 0.3 | 0.5 | ||
Real Orden de Carlos III | 7 000 | 7 000 | 0.0 | 0.2 | 0.0 | |
Dos millones de ducados | 0 | 0 | 0.0 | 0.0 | ||
Pontazgo | 11 620 | 13 233 | 13.9 | 0.4 | 0.1 | |
Redención de cautivos | 0 | 6 485 | 0.2 | 0.3 | ||
Comisos de ministros de Indias | 0 | 87 | 0.0 | 0.0 | ||
Comisos de Supremo Consejo | 0 | 0 | 0.0 | 0.0 | ||
Totales de ramos particulares | 90,600 | 159 560 | 76.1 | 5.0 | 2.9 | |
Ajenos | Noveno y medio de hospitales | 34 501 | 38 779 | 12.4 | 1.2 | 0.2 |
Media annata eclesiástica | 0 | 7 296 | 0.2 | 0.3 | ||
Montepío militar | 6 365 | 4 177 | -34.4 | 0.1 | -0.1 | |
Fomento de minería | 0 | 38 758 | 1.2 | 1.6 | ||
Montepío de ministros | 7 955 | 17 712 | 122.7 | 0.6 | 0.4 | |
Barco del Río Maule | 0 | 2 252 | 0.1 | 0.1 | ||
Espolios | 0 | 39 977 | 1.2 | 1.7 | ||
Depósitos y consignaciones | 28 737 | 98 778 | 243.7 | 3.1 | 3.0 | |
Balanza para propios de Santiago | 77 184 | 96 606 | 25.2 | 3.0 | 0.8 | |
Bienes de difuntos nacionales | 0 | 15 681 | 0.5 | 0.7 | ||
Impuesto de Tajamares | 0 | 42 828 | 1.3 | 1.8 | ||
Principales de censos de indios | 8 272 | 660 | -92.0 | 0.0 | -0.3 | |
Réditos de censos de indios | 28 | 0 | -100.0 | 0.0 | 0.0 | |
Limosna de aceite y vino | 1 424 | 0 | -100.0 | 0.0 | -0.1 | |
Totales de ramos ajenos | 164 466 | 403 504 | 145.3 | 12.6 | 10.1 | |
Totales | 2 360 836 | 3 201 763 | 35.6 | 100.0 | 35.6 |
Fuente: elaboración propia con base en serie 2, vol. 741, anch, fcm.
Respecto del incremento de la masa común, cuya contribución al erario capitalino fue de 82.4%, destacó lo siguiente: a) alza de 88.4% de los productos por la acuñación en la Casa de Moneda y de 1 261.7% del ramo 1.5% de cobos y diezmos de plata, en línea con el crecimiento de los volúmenes de amonedación en la misma época (véase gráfica 5), sobre todo de monedas de plata de baja denominación para favorecer la creciente actividad comercial interna (Martínez-Barraza, 2020, p. 98; Quiroz, 2012, pp. 98-100); b) aumento de 24.3% en las rentas por el tabaco estancado, cuyo crecimiento se verifica en la expansión de las ventas durante el mismo lapso a lo largo del obispado/intendencia de Santiago (Villalobos y Sagredo, 2004, pp. 83-85) y c) estanco de nuevos productos (azogues, naipes y pólvora), además de entradas extraordinarias a la Real Hacienda, que en conjunto aportaron 3.8 p. p. al alza de los ingresos fiscales de 1786-1790. En contraste, afectó negativamente al resultado general la caída de 7.6% en el recaudo de impuestos aduaneros, desempeño bien correlacionado con la contracción de los valores importados durante esa época (véase gráfica 4), la principal fuente de ingreso de ese ramo.
En segundo orden, destacó el alza de 145.3% en las entradas por ramos ajenos, cuyo peso en esta Hacienda ascendió a 12.6% durante 1786-1790. Entre lo más relevante de esta agrupación se contó el incremento de los depósitos y consignaciones (243.7%) y la recaudación de nuevas contribuciones como impuesto de tajamares, espolios y fomento de minería.
En tercer lugar, el aumento de las entradas por ramos particulares (76.1%), cuya contribución alcanzó 5%, se debió, por un lado, al positivo desempeño de los azogues de Lima (54%), las vacantes mayores y menores eclesiásticas (299%) y el pontazgo (13.9%) y, por otro, a nuevas concesiones tributarias a favor del tesoro regio, en desmedro de la Iglesia, tales como la redención de cautivos y el noveno y medio de fábrica desde 1786 (Cruchaga, 1878, pp. 226, 241).
Al distinguir los ramos instaurados desde 1772, cuando comenzaron a hacerse efectivos los ajustes institucionales a la Hacienda chilena tras la creación de la Contaduría Mayor en 1768, incluyendo aquellas modificaciones a la administración de los impuestos, otrora arrendados a terceros o recolectados por la Iglesia, se verifica que el crecimiento de los importes cobrados con anterioridad a ese año (31.2%), cuyo peso alcanzó 53.5%, aportó 17.3 p. p. al incremento total de este erario (35.6%). Mientras que el alza de los ingresos fiscalizados con posterioridad (41.1%), a causa de las medidas reformistas, cuya contribución fue de 46.5%, incidió en 18.4 p. p. sobre el estado final, siendo este resultado moderado por el deterioro del comercio de importación que afectó el recaudo de alcabalas y almojarifazgos durante 1786-1790 (véase cuadro 3).
Tipo de gravamen | Ramo | 1772-1776 | 1786-1790 | Variación | Contribución | Incidencia |
---|---|---|---|---|---|---|
Porcentaje | Porcentaje | p. p. | ||||
Impuestos con base en producción | ||||||
Anteriores a 1772 | Tabacos | 766 852 | 952 836 | 24.3 | 29.8 | 7.9 |
Quinto del oro | 135 098 | 89 423 | -33.8 | 2.8 | -1.9 | |
Balanza para propios de Santiago | 77 184 | 96 606 | 25.2 | 3.0 | 0.8 | |
Azogues de Lima | 52 270 | 80 485 | 54.0 | 2.5 | 1.2 | |
1.5% de cobos y diezmos de plata | 8 651 | 117 798 | 1 261.7 | 3.7 | 4.6 | |
Dos novenos reales de diezmos | 44 086 | 56 446 | 28.0 | 1.8 | 0.5 | |
Noveno y medio de hospitales | 34 501 | 38 779 | 12.4 | 1.2 | 0.2 | |
Papel sellado | 14 000 | 22 782 | 62.7 | 0.7 | 0.4 | |
Veinteavo de cobre | 13 684 | 19 038 | 39.1 | 0.6 | 0.2 | |
Pontazgo | 11 620 | 13 233 | 13.9 | 0.4 | 0.1 | |
Subtotales anteriores a 1772 | 1 157 946 | 1 487 426 | 28.5 | 46.5 | 14.0 | |
Posteriores a 1772 | Alcabalas, almojarifazgos y comisos | 829 603 | 766 300 | -7.6 | 23.9 | -2.7 |
Casa de Moneda | 221 142 | 416 523 | 88.4 | 13.0 | 8.3 | |
Pólvora | 0 | 65 425 | 2.0 | 2.8 | ||
Impuesto de Tajamares | 0 | 42 828 | 1.3 | 1.8 | ||
Fomento de minería | 0 | 38 758 | 1.2 | 1.6 | ||
Naipes | 0 | 10 696 | 0.3 | 0.5 | ||
Noveno y medio de fábrica | 0 | 10 663 | 0.3 | 0.5 | ||
Entradas extras de la Real Hacienda | 0 | 6 254 | 0.2 | 0.3 | ||
Azogues | 0 | 4 637 | 0.1 | 0.2 | ||
Barco del Río Maule | 0 | 2 252 | 0.1 | 0.1 | ||
Derecho de avería | 1 387 | 0 | -100.0 | 0.0 | -0.1 | |
Aprovechamientos | 0 | 0 | 0.0 | 0.0 | ||
Subtotales posteriores a 1772 | 1 052 132 | 1 364 336 | 29.7 | 42.6 | 13.2 | |
Total de impuestos con base en producción | 2 210 078 | 2 851 762 | 29.0 | 89.1 | 27.2 | |
Resto de impuestos | ||||||
Anteriores a 1772 | Bulas Santa Cruzada | 30 995 | 28 621 | -7.7 | 0.9 | -0.1 |
Oficios vendibles y renunciables | 12 345 | 14 830 | 20.1 | 0.5 | 0.1 | |
Media annata secular | 16 892 | 8 793 | -47.9 | 0.3 | -0.3 | |
Montepío de ministros | 7 955 | 17 712 | 122.7 | 0.6 | 0.4 | |
Vacantes menores eclasiásticas | 9 521 | 15 739 | 65.3 | 0.5 | 0.3 | |
Vacantes mayores eclasiásticas | 0 | 22 252 | 0.7 | 0.9 | ||
Real Orden de Carlos III | 7 000 | 7 000 | 0.0 | 0.2 | 0.0 | |
Montepío militar | 6 365 | 4 177 | -34.4 | 0.1 | -0.1 | |
Principales de censos de indios | 8 272 | 660 | -92.0 | 0.0 | -0.3 | |
Mesadas eclesiásticas | 4 099 | 3 030 | -26.1 | 0.1 | 0.0 | |
Asignaciones y documentos para España | 6 090 | 586 | -90.4 | 0.0 | -0.2 | |
Venta de minas | 3 384 | 899 | -73.4 | 0.0 | -0.1 | |
Venta y confirmaciones de tierras | 1 882 | 1 726 | -8.3 | 0.1 | 0.0 | |
Tributos de indios | 1 876 | 0 | -100.0 | 0.0 | -0.1 | |
Limosna de aceite y vino | 1 424 | 0 | -100.0 | 0.0 | -0.1 | |
Réditos de censos de indios | 28 | 0 | -100.0 | 0.0 | 0.0 | |
Subtotales anteriores a 1772 | 118 128 | 126 025 | 6.7 | 3.9 | 0.3 | |
Posteriores a 1772 | Espolios | 0 | 39 977 | 1.2 | 1.7 | |
Bienes de difuntos nacionales | 0 | 15 681 | 0.5 | 0.7 | ||
Subsidio eclesiástico | 0 | 18 229 | 0.6 | 0.8 | ||
Inválidos | 1 622 | 9 466 | 483.6 | 0.3 | 0.3 | |
Media annata eclesiástica | 0 | 7 296 | 0.2 | 0.3 | ||
Redención de cautivos | 0 | 6 485 | 0.2 | 0.3 | ||
Bienes de extranjeros | 2 271 | 565 | -75.1 | 0.0 | -0.1 | |
Dos millones de ducados | 0 | 0 | 0.0 | 0.0 | ||
Comisos de ministros de Indias | 0 | 87 | 0.0 | 0.0 | ||
Comisos de Supremo Consejo | 0 | 0 | 0.0 | 0.0 | ||
Subtotales posteriores a 1772 | 3 893 | 97 786 | 2 411.8 | 3.1 | 4.0 | |
Totales del resto de impuestos | 122 021 | 223 811 | 83.4 | 7.0 | 4.3 | |
Ramos de ajuste | ||||||
Anterior a 1772 | Depósitos y consignaciones | 28 737 | 98 778 | 243.7 | 3.1 | 3.0 |
Posterior a 1772 | Alcances de cuentas | 0 | 27 412 | 0.9 | 1.2 | |
Totales de ramos de ajuste | 28 737 | 126 190 | 339.1 | 3.9 | 4.1 | |
Anteriores a 1772 | 1 304 811 | 1 712 229 | 31.2 | 53.5 | 17.3 | |
Posteriores a 1772 | 1 056 025 | 1 489 534 | 41.1 | 46.5 | 18.4 | |
Totales | 2 360 836 | 3 201 763 | 35.6 | 100.0 | 35.6 |
Fuentes: elaboración propia con base en serie 2, vol. 741, en anch, fcm y Cruchaga (1878, pp. 215-273).
Finalmente, en relación con el engrosamiento de esta Hacienda y su origen en el rendimiento económico, se verifica la mayoritaria incidencia de los ingresos con base en la producción (27.2 p. p.) al resultado general. Sin embargo, valga nuevamente la distinción entre el aporte de los ramos históricos (14 p. p.) y aquellos implementados después de 1772 (13.2 p. p.) para entender la eficacia recaudatoria de las medidas reformistas, cuyo éxito se basó en el monitoreo directo de la actividad económica con fines fiscales.
Conclusiones
El objetivo de este trabajo fue reconstruir el estado y evolución de los ingresos fiscales de la tesorería de Santiago durante el pináculo del reformismo borbón en Chile, a través de los sumarios de cargo y la recaudación tributaria efectiva de dicha caja real, según oficializó la Contaduría Mayor en el informe de 1792.
A partir del primer examen se establece que el rumbo del sumario de cargos fue afectado notablemente por la adopción de dos rasgos de la reforma implementada durante 1784-1787; la contabilidad de caudales en especies y de nuevos rubros para el mejor manejo de las cuentas. Esto no constituyó un acontecimiento baladí tal como se valora para Nueva España (Sánchez, 2021, p.20), puesto que en la coyuntura bélica en que se asumieron dichas medidas, cargada de apuros financieros, si bien pudieron mejorar el control sobre los personeros responsables del tesoro americano, también habrían dificultado el modo de obtener la síntesis de información necesaria para conocer el real estado del erario. Esto pudo explicar el rezago con que se confeccionó este tipo de informes, tanto en Chile, como en otras haciendas indianas.25
Tras despejar los efectos de la reforma en el sumario de cargos, se demuestra, por un lado, que la estructura de los importes a esta tesorería, vista sólo a través de esta fuente, estuvo dominada por la carga impositiva que afectó al comercio y la minería, seguida de lejos por el aporte del resto de los gravámenes, cuya participación habría aumentado a fines del periodo colonial, impulsada por la fiscalidad extraordinaria, en la forma de donativos y préstamos para la defensa imperial ante el clima bélico reinante. Al contrastar los cargos por contribuciones basadas en la producción con indicadores de actividad sectoriales, se revela el bajo poder explicativo de esta fuente como medida del dinamismo económico para el caso santiaguino, en particular por el impacto de ciertas lagunas de información y la adopción de la cuenta Real Hacienda en común que eclipsó importes aduaneros y de la Casa de Moneda, principalmente.
Al sumar a este examen la información oficial de entradas al tesoro de Santiago, se revela primeramente la continuidad de dos rasgos adicionales de la reforma, relativos con la presentación de cuentas de saldo líquido para cada ramo, consolidadas a nivel de masa común, particulares y ajenos. El contraste de ambas variables, en segunda instancia, muestra que las mayores discrepancias se debieron a la masa común, por falta de registros de cargos en sus ramos principales, y la incongruencia de aquellos ajenos por mayor consignación, en general, de importes de cargo que ingresos efectivos. Esto último es consistente con el resultado de una contabilidad, cuya doble naturaleza obligó al registro de "impurezas" que aumentaron las entradas en ciertos ramos, tales como remanentes, depósitos, préstamos y/o deudas por cobrar, lo que viene a reafirmar la poca comparabilidad entre estas variables.
Desde el punto de vista oficial, los ingresos al erario regio santiaguino se expandieron 35.6% durante las dos décadas comprendidas en los lustros revisados. Este incremento se debió principalmente al aporte de los ramos de la masa común, cuyo rumbo estuvo marcado por las mayores rentas de la Casa de Moneda y el estanco de tabacos, a diferencia de la recaudación aduanera, cuya caída moderó el resultado general. La dispar evolución de estos ramos estuvo en línea con la trayectoria de los sectores productivos respectivos, lo que manifiesta la consonancia entre el desempeño económico y el curso del grueso de los ingresos de esta Hacienda, a diferencia de la baja correlación obtenida sólo con el sumario de cargos.
Finalmente, la exposición de la correspondencia entre el dinamismo económico y fiscal y la distinción entre gravámenes históricos y aquellos instaurados durante el hondo proceso reformista de la Hacienda chilena demuestra que el progreso del tesoro santiaguino, si bien se explicó en buena parte por el desempeño económico, fue también resultado de una reforma integral agenciada desde la metrópolis. Este proceso racionalizador se manifestó a través de: a) la recuperación de rentas arrendadas y de ciertos ramos recaudados con anterioridad por la Iglesia; b) el establecimiento de nuevos gravámenes, en forma de impuestos a las personas y estancos y c) la modificación de los procedimientos contables. Tales medidas, en especial las dos primeras, si bien pudieron significar una mayor presión fiscal sobre la sociedad santiaguina contemporánea, también reflejan, a la luz de la evidencia presentada, una economía menos estancada y naturalizada que la visión canónica concebida por la historiografía de Chile para aquel entonces.