1. Introducción
Localizado en la porción Sureste de la región conocida como Los Altos de Jalisco, El Cerrito de Los Agaves es uno de los sitios arqueológicos con arquitectura monumental de gran importancia para la arqueología de los Altos de Jalisco dada su cercanía con las regiones circunvecinas con tradiciones culturales que influenciaron en la arquitectura, la religión y el comercio.
El Cerrito de Los Agaves está ubicado a unos 800 metros al norte de la comunidad conocida como La Luz, municipio de Jesús María, Jalisco y a unos 10 kilómetros (en línea recta) al noreste de la cabecera municipal (Figura 1). Este sitio es una de las tres áreas con vestigios prehispánicos que conforman el Proyecto Arqueológico Presa de La Luz, y es la única hasta el momento que cuenta con monumentos arquitectónicos. Está constituido en su área nuclear por un patio cerrado (Plaza Principal) de grandes dimensiones, cuenta con un con altar central y el patio es limitado al oriente por un montículo piramidal de aproximadamente 12 metros de altura, al sur por una gran plataforma rectangular que se eleva desde el piso del patio unos 4 metros (Plataforma Sur) y al poniente y norte por dos pequeños montículos unidos todos ellos por una banqueta.
Adyacente al talud oeste de la gran plataforma (Plataforma Sur) hay un patio hundido de menor tamaño que el principal, cerrado por sus cuatro lados al oriente por la Plataforma Sur, al norte por un montículo de poca altura, al sur por lo que parece ser otra plataforma de gran tamaño, pero de menor altura que la Plataforma Sur a la que se une por su costado sur y al poniente por un muro o banqueta que cierra el patio en su totalidad. Al sureste del área nuclear aproximadamente a 70 metros de distancia existe otro conjunto de dos montículos piramidales unidos por un patio abierto por sus costados oriente y sur. (Figuras 2a y 2b).
El inicio de los trabajos de investigación arqueológica de El Cerrito de Los Agaves se remonta al año 2017 en una primera temporada de 2 meses en campo en la que se realizaron los trabajos de topografía general, el trazo reticular del área de interés y la excavación de tres pozos de sondeo (Esparza, et. al., 2018).
En el Pozo 1, localizado fuera del patio hundido en su parte oriente, se pudieron determinar dos características importantes, la primera, un nivelamiento del terreno con rellenos de tierra roja para poder desplantar los edificios, y segundo, dos momentos de ocupación que se distinguían a partir de la estratigrafía. De igual forma en el Pozo 2, ubicado dentro del patio, se observó la misma secuencia.
Lamentablemente los materiales cerámicos hallados en estos pozos fueron escasos como para establecer una seriación cronológica, sin embargo, fue posible establecer que la mayoría de los materiales pertenecen al periodo Epiclásico (600-900 d.C.) al compararlos con los hallados en otros sitios de los Altos, la región central de Jalisco y la región del Bajío como lo veremos más adelante. (Montejano, 2007; López Mestas y Montejano, 2003 y 2009; Fernández, 2016; entre otros).
Durante otra campaña realizada en el año 2018, se estudiaron dos áreas, una en el altar central con una cala de aproximación y después con calas de seguimiento de muros y dos pozos de sondeo, y una cala en el centro del altar y otra en la esquina noroeste.
En la otra área, el montículo principal se trazó y excavó una cala de aproximación a la estructura la cual permitió observar el apisonado del patio que une ambas construcciones, el montículo principal con el altar central, liberando parcialmente una escalinata de acceso a la estructura y que corresponde a la última etapa constructiva de la misma (Figura 3a y 3b). Durante la temporada de excavación realizada en los meses de febrero y marzo de 2020 se continuó liberando el altar central en su cara sur, se traza una nueva cala de aproximación hacia la Plataforma sur y se dio inicio a la excavación para conocer la arquitectura de la fachada norte de la misma.
En otro frente (Montículo principal) se trazó una cala de seguimiento perpendicular a la realizada en temporadas anteriores con la finalidad de conocer más sobre la arquitectura de la estructura. Solamente se excavaron dos pozos, el primero (S12E2) a 2 metros de distancia de la cala principal y sobre el talud del montículo, el segundo (S14E2) a 6 metros de distancia hacia el sur de la cala principal.
Es en el pozo denominado S12E2, donde se localizó parcialmente lo que suponemos es un sistema arquitectónico similar al talud tablero, aunque por el grado destrucción de ambos no es posible hasta ahora afirmarlo. Las muestras de piso quemado para la datación arqueomagnética son extraídas del muro inferior que delimita este cuerpo.
La razón principal por la cual se hacen las excavaciones en el complejo del Cerrito de Los Agaves es que las otras dos zonas de vestigios alrededor de este sitio están compuestas principalmente de concentraciones de Manifestaciones Gráfico Rupestres (MGR) o petrograbados, entre las que destacan las conocidas como cruces punteadas o pecked cross (Figura 4a y 4b), representaciones relacionadas con el conocimiento astronómico, cabe destacar que en este sitio existe una de las concentraciones más altas de este tipo de MGR solo después de Teotihuacán en el estado de México y Xihuingo-Tepeapulco en el estado de Hidalgo (Esparza et. al., 2016).
2. Estudio arqueomagnético
Las muestras de mano arqueomagnéticas fueron tomados dentro de Pozo S12E2, en una profundidad aproximada de 4 metros. Los pisos aparentemente quemados y separados por un grueso muro (Figura 5) obteniéndose muestras orientadas magnéticamente del piso interior como del exterior. Con la finalidad de identificar la mineralogía magnética presente en los materiales estudiados se realizaron experimentos de susceptibilidad magnética en función de temperatura (Figura 6). Las temperaturas de Curie de las curvas termomagnéticas se determinaron mediante el método de Prévot et al., (1983). Todas las muestras estudiadas provenientes del piso exterior muestran un comportamiento termomagnético inestable marcados por una clara irreversibilidad de curvas de calentamiento y enfriamiento. Sin embargo, se aprecia que una sola fase ferromagnética, probablemente titanomagnetita pobre en titanio está presente. No es el caso para las muestras de piso interior donde se observan claramente dos fases magnéticas durante el calentamiento. La fase observada entre 250ºC y 350°C desaparece completamente después de calentamientos de hasta 600°C lo cual podría ser indicativo de la inversión de titanomaghemita y su transformación hacia magnetita (Dunlop y Özdemir, 1997; 2015). A cada muestra le fue medida la magnetización remanente natural (NRM por sus siglas en inglés) utilizando un magnetómetro de giro AGICO JR6A.
Posteriormente las muestras fueron desmagnetizadas mediante la aplicación progresiva de campos magnéticos alternos (AF por sus siglas en inglés) aplicando campos con valores pico de hasta 90 mT (Figura 7). La dirección de la magnetización remanente característica (ChRM) de todas las muestras se determinó mediante el análisis de componentes principales (Kirschvink, 1980) con al menos cuatro datos de los tratamientos magnéticos. Las direcciones medias para las muestras de piso se calcularon siguiendo la estadística de Fisher (1953) que incluyen el parámetro de precisión (k) y el ángulo de confianza (α95). En total se desmagnetizaron 20 muestras de ambos pisos quemados. En la Figura 7 se muestran los ejemplos más representativos. Se aprecia esencialmente una única componente de magnetización con tendencia lineal al origen de coordenadas en los diagramas ortogonales lo cual indica que fue posible aislar las componentes características de las muestras. Las magnetizaciones secundarias de origen viscoso tienen una contribución poco significativa y son fácilmente removidas en las primeras etapas de desmagnetización con campos de 10 mT.
Aunque 20 especímenes fueron desmagnetizados mediante campos alternos, solo 15 de ellos (7 correspondiente a Piso Interior y 8 a Piso Exterior) mostraron una agrupación congruente y, por lo tanto, fueron considerados para el cálculo de paleodirecciones medias reportadas en la Figura 8. La datación arqueomagnética consiste en comparar estas direcciones medias con las que se esperan para la misma región y edad según el modelo geomagnético SCHA.DIF.14k (Pavón-Carrasco et al., 2014) utilizando el software archaeo_dating de Pavón-Carrasco et al., (2011). Los resultados del ejercicio de datación están reportadas en las Figuras 9 y 10.
3. Discusión y conclusión
Para entender la secuencia cronológica del sitio de Los Agaves, hay que recordar la cercanía que existe con otros sitios ya estudiados anteriormente por arqueomagnetismo, como es el caso de los sitios de Plazuelas (Morales et al., 2015), o el sitio de Zaragoza o Cerro de los Chichimecas (Fernández, 2016) al este y sureste en las estribaciones de la región de los Altos de Jalisco. Estas poblaciones prehispánicas que son cronológicamente parecidas es muy probable que convivieran con el sitio del Cerrito de Los Agaves, hacia el periodo Epiclásico, con los que suponemos tuvieron algún contacto relacionado con el comercio o una interacción de tipo político, religioso y/o comercial.
Por los tipos de construcciones en el sitio de Los Agaves, también es muy probable una relación con tradiciones culturales más tempranas como en los “patios hundidos” o Tradición Bajío que influyó arquitectónicamente en el sitio. La presencia de un patio cerrado y un patio hundido, lo mismo sobre la existencia del Altar Central del patio cerrado o Plaza Principal que por su gran tamaño infiere una muestra física plasmada en la arquitectura del sincretismo religioso entre diferentes tradiciones culturales.
Asociado a estas características arquitectónicas, podemos observar también un patrón similar en los tipos cerámicos rescatados durante la primera temporada de excavación en el Cerrito de Los Agaves. Aunque fueron pocos los materiales diagnósticos recuperados hasta ahora, se aprecian tipos muy característicos del periodo Epiclásico como son los cajetes trípodes, algunos con dibujos incisos, las ollas con borde engargolado, así como algunos fragmentos de copas o copas pedestal (Figura 11).
La mayoría de los materiales no presentaba decoración, sin embargo, había algunos pocos con dibujos de líneas geométricas de color rojo sobre bayo y otros de rojo sobre blanco que concuerdan como lo han registrado López Mestas y Mantejano (2003) para el periodo Epiclásico entre el 600 y 900 d.C.
Por lo anterior y apoyándose también en las edades obtenidas mediante el método arqueomagnético, al parecer el periodo de ocupación principal de Cerrito de Los Agaves ocurrió entre los años 600 y 1000 de nuestra era. La presencia de petrograbados sobre todo de los llamados pecked cross encontrados en las inmediaciones del sitio, son una evidencia de relaciones con el Centro de México, en especial con Teotihuacán, si consideramos que estas evidencias aparecen en el Occidente posterior a su caída (650 d.C.), entonces existe una ocupación importante hacia estos tiempos, aunque a ciencia cierta, no hemos podido ver una relación entre el trazo del sitio de Los Agaves en relación con los pecked cross, cuestión que en Teotihuacan es muy clara y ha sido estudiada por otros autores como Aveni (2005).
Por otro lado, las otras evidencias halladas durante las excavaciones, principalmente los derrumbes por causas naturales, así como de suelos residuales observados en el altar y en la escalinata de la estructura (Montículo Principal) permiten inferir un abandono pacífico del sitio, el cual difiere por muy poco con la destrucción y abandono de Plazuelas (Morales et al., 2015) como se puede observar en la Tabla 1, por lo que se puede establecer como un movimiento poblacional general en la región tanto del Bajío como de los Altos de Jalisco.
Autor | Sitio o Región | Fechamiento |
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Betty Bell (1974) | Teocaltiche |
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Román Piña Chan y Taylor (1976) | El Cuarenta en Lagos de Moreno |
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Beatriz Barba y Román Piña Chan (1980) | El Cerrito en el Valle de Guadalupe |
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Jorge Ramos, Lorenza López y Carlos Santos (1992) | San Juan de los Lagos, Unión de San Antonio y Lagos de Moreno |
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Blas Castellón Huerta (1993) | Atotonilco-Arandas |
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Alfonso Araiza (1999) | Lagos de Moreno |
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Antonio Porcayo (2002) | Lagos de Moreno |
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Morales et. al., (2015) | Plazuelas |
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García Pimental et. al., (2020) | El Cóporo |
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En la Tabla 1 también se pueden observar otros fechamientos de Los Altos de Jalisco, los cuales en su mayoría son muy similares a los que tenemos para el sitio de El Cerrito de Los Agaves. Cabe mencionar que los primeras siete son por Carbono 14 y las últimas 3 son mediante datación arqueomagnética.
Siglos después de este repliegue los grupos nómadas mejor conocidos como Chichimecas ocupan de nuevo la región llevando consigo un nuevo modo de vida distinto al de los antiguos habitantes. En los Altos, los Guachichiles y Tuxcuecos subsisten explotando los recursos del medio ambiente dejados por los sedentarios e incluso en algunos lugares tienden campamentos sobre los asentamientos abandonados; a pesar de esto la evidencia arqueológica muestra que los guachichiles nunca tuvieron la misma densidad poblacional que los antiguos alteños y, de hecho, en la mayoría de los casos habitaban en los lugares más inaccesibles de la región, aunque no hemos encontrado evidencia de esta ocupación cercana al Cerrito de Los Agave. Estos grupos subsistieron un par de siglos hasta que su espíritu indómito fue sometido por los españoles (Gutiérrez, 1991).