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Revista mexicana de investigación educativa
versión impresa ISSN 1405-6666
RMIE vol.14 no.40 Ciudad de México ene./mar. 2009
Editorial
Necesitamos una opinión crítica y razonada
Escribí este editorial a principios de diciembre de 2008; cuando sea leído, un nuevo año habrá comenzado. Sin afanes de augurar, no resulta insensato suponer que 2009 será complejo, por decir lo menos, y que la educación pública, a la que nada de nuestra sociedad le es ajeno, estará en el centro de las tensiones, desde las de orden económico, que van mucho más allá de la ampliación o reducción del presupuesto asignado al sector educativo, hasta las políticas (no olvidemos que habrá procesos electorales a escala nacional) y sociales, la desigualdad, la violencia, la migración y los movimientos locales y gremiales, entre otras.
Estoy segura de que cada uno de nosotros, los miembros del COMIE y de la comunidad académica dedicada al estudio de la educación, tiene algo que decir acerca de lo que está sucediendo y desarrollará estrategias, ya sean individuales o grupales, para enfrentar una realidad tan cambiante como amenazadora. No obstante, hacen falta espacios para el diálogo, el intercambio de experiencias e ideas y el debate público. Se requiere también de los medios para difundir los productos de esta reflexión compartida y acercarla a los maestros, a las autoridades del sistema educativo, a los estudiantes de licenciatura y de posgrado, a los legisladores, a la llamada sociedad civil y a la opinión pública más general. Los recursos electrónicos, inmediatos e inciertos a la vez, los periodísticos y los de otro tipo, como los encuentros y las mesas de debate, no sustituyen a la "puesta en página", negro sobre blanco, que caracteriza a la cultura moderna de la palabra escrita y que aún constituye el soporte fundamental del quehacer académico y de la investigación científica.
Por su naturaleza, periodicidad y vocación primordial, nuestra revista no puede remediar esta carencia. Sin embargo, considero que el situarla en los márgenes del presente, privándola de la opinión crítica y razonada acerca de éste último, desdice uno de sus propósitos esenciales, contribuir al debate actual de los temas educativos. Asimismo, la aleja de las inquietudes más inmediatas, quizá las más vitales, tanto de sus hacedores como de sus beneficiarios.
No tengo respuestas a este dilema, ni me corresponde darla. En todo caso, comparto la duda y hago propias las de aquellos lectores y autores que se han acercado a mí para manifestar sus disconformidades, señalar carencias o hacer propuestas. Pero sé que compartir éstas no es suficiente, que habremos de buscar caminos y llegar a consensos. Por lo pronto reitero el exhorto que hice en el editorial anterior para acrecentar el envío de ensayos y lo amplío hacia la sección de Aportes para la discusión, cuyo nombre denota su carácter.
Susana Quintanilla, Directora