Con esta monografía sobre el Instituto Superior Intercultural Ayuuk (ISIA) -universidad intercultural ubicada en Jaltepec de Candayoc en la región ayuuk/mixe de Oaxaca y que pertenece al Sistema Universitario Jesuita (SUJ)- Flor Marina Bermúdez contribuye a la intersección entre la antropología de la educación y la antropología política y más específicamente a la relación estrecha entre movimientos indígenas y educación intercultural, educación comunal y educación propia. Estos ámbitos son aquí estudiados desde una mirada histórica y etnopolítica más amplia que no se centra en una sola institución educativa. Como explica la autora:
[…] las escuelas en Jaltepec de Candayoc Mixe no se reducen a la construcción de un espacio físico para la instrucción, representan mucho más. Son nichos para la vinculación y socialización comunitaria, entornos para la formación de vínculos y redes intra y extracomunitarias, y ámbitos para el fortalecimiento de la identidad local y el apuntalamiento de un proyecto comunitario ayuuk que no pierde de vista la recuperación de un territorio como una práctica situada de agenciamiento social (pp. 24-25).
El libro consta de seis capítulos centrales que son inaugurados por una presentación aportada por Eduardo Bautista Martínez, rector de la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca (UABJO). En el primer capítulo, titulado “Agenciamiento social y construcción de lo común en Oaxaca”, la autora ofrece una introducción teórica al concepto-clave de agenciamiento social, que define en estrecha relación con la acción colectiva ejercida por movimientos sociales: “se puede reconocer que los movimientos sociales, multiculturales e interculturales, han logrado producir variados niveles de agenciamiento que se han traducido en un conjunto de iniciativas y reivindicaciones que toman como eje de articulación los derechos culturales y políticos de grupos indígenas” (p. 39). Para el contexto oaxaqueño, este concepto de agenciamiento está estrechamente relacionado con la filosofía de la comunalidad, del que la autora resalta su particular relevancia en el ámbito educativo:
La apropiación de la filosofía comunal en el campo educativo oaxaqueño se ha traducido en una visión que busca formar desde la educación ciudadanos que desarrollen un arraigo con sus pueblos: este proceso se lleva a cabo a partir del reconocimiento de la persona en un campo cultural y un conjunto de prácticas sociales de naturaleza comunitaria. Esta visión modela en los educandos su forma de actuar y pensar; con ello la educación produce un conjunto de ideas, saberes y conocimientos desde una cosmovisión comunal (p. 41).
Y es precisamente en la “educación superior intercultural comunal” en la que el presente libro se propone analizar proceso de agenciamiento social.
El segundo capítulo, dedicado al “Contexto sociohistórico de la escolarización en Oaxaca”, proporciona una mirada diacrónica sobre la historia de la escuela en el conjunto del estado, mientras que en el capítulo tercero localiza “El Distrito Mixe de Oaxaca: el territorio como anclaje para la construcción de la agencia colectiva” a través de una especie de micro o meso-historia del pueblo ayuuk en su estrecha relación con el territorio y en sus formas de organización política, ejemplificadas para el caso del municipio de Jaltepec de Candayoc, Mix, sede del ISIA. Bermúdez Urbina detalla particularmente el fuerte impacto que tienen los factores socioeconómicos y los procesos migratorios en las transformaciones culturales e identitarias que están ocurriendo actualmente en la región ayuuk.
El cuarto capítulo, titulado “La escolarización en el Distrito Mixe”, nos ofrece una suerte de etnohistoria educativa de la región; se presentan y analizan diversas redes de actores gubernamentales tanto como no gubernamentales que inciden a nivel local, regional y estatal en la forma en la que se concibe y despliega la institución escolar en la región ayuuk. Esta etnohistoria educativa es de crucial importancia para comprender la especificidad de la experiencia mixe con la escolarización, en general, y el surgimiento de una institución educativa superior como es el ISIA, en particular.
Por ello, estos antecedentes educativos concluyen con la experiencia con el Bachillerato Integral Comunitario, nivel educativo que desemboca en la educación superior intercultural. En el quinto capítulo, “Instituto Superior Intercultural Ayuuk (ISIA): formación en la traducción intercultural”, la autora ofrece un detallado análisis monográfico de esta universidad intercultural, una de las pocas experiencias mexicanas que emanan de la confluencia entre un movimiento indígena regional y una orden religiosa, análisis en el cual destaca la relación dialógica permanente que mantienen los actores educativos y académicos del ISIA con otros actores, tanto comunitarios como religiosos. Posteriormente se describe el papel central que juega la docencia en el ISIA. En palabras de Bermúdez Urbina:
[…] la diversidad cultural de los estudiantes ha sido una fuente de riqueza de las actividades de docencia. En la materia de Organización Comunitaria, los estudiantes pudieron comparar las formas de organización de cada una de sus comunidades e identificar cuáles implementaban modelos de participación más democráticos y cuáles se regían bajo esquemas más verticales, a la vez que pudieron analizar las dinámicas de inclusión o exclusión de jóvenes y mujeres que se registraban. A lo largo de los semestres, la docencia impartida en la ISIA promueve un proceso de recomunalización de los estudiantes y los estimula a articular saberes locales ayuuk, científicos y de la filosofía jesuita, con actividades prácticas dirigidas a atender problemáticas del orden local o comunitario (p. 200).
A partir de ahí, la autora identifica tensiones que surgen precisamente entre la necesidad de promover una educación hacia la recomunalización y el arraigo, por una parte, y que, por otra parte, enfrentan simultáneamente la necesidad de preparar, educar y formar hacia afuera, hacia el mundo que les espera. En este sentido, Bermúdez Urbina constata que:
[…] la educación superior que el ISIA ofrece en esta región, deprimida económicamente y con escasos vínculos hacia el exterior, muestra las tensiones entre una educación ‘hacia afuera’ orientada a la obtención de un empleo remunerado fuera del lugar de origen (modelo que siguen la mayor parte de las instituciones de educación superior) y una iniciativa hacia adentro, enfocada a jóvenes de escasos recursos, con una educación previa llena de fracturas y carencias y con recursos escasos para la movilidad y la vinculación interinstitucional. El instituto, si bien recibe a profesores de todo el país y diversas instancias, enfrenta los desafíos de la ruralidad y la marginalidad de la región. Este modelo de educación siembra una conciencia de desarrollo endógeno y perfila sentidos comunitarios sobre el papel del profesionista y las dimensiones de su intervención desde la agencia social (pp. 202-203).
Posteriormente la autora detalla cómo se concibe y se practica en el ISIA lo que en otras universidades interculturales se suele denominar la vinculación comunitaria, función sustantiva que en la universidad ayuuk no se realiza como un mero addendum a la docencia y a la investigación; más bien se trata de una actividad permanente que expresa la privilegiada relación que el ISIA mantiene y cultiva con la propia comunidad de Jaltepec y a su vida comunitaria. Al respecto, Bermúdez Urbina destaca que:
[…] las dinámicas que promueve el ISIA no se circunscriben a los espacios áulicos, sino que trascienden las dinámicas comunitarias y de organización social. En el ISIA se promueve la agencia de los estudiantes en los planos académico, político y social. El tequio forma parte de las dinámicas de la institución: la edificación de los primeros edificios se hizo con base en la colaboración entre los pobladores y hoy en día los estudiantes contribuyen a solventar las necesidades que la institución demanda. En el ISIA el tequio tiene una dimensión educativa, ya que se trata de una contribución para organizar ámbitos culturales y existenciales de las comunidades mixes. Como práctica colectiva da sentido a la pertenencia cultural. En el tequio participan docentes, personal administrativo y estudiantes (pp. 213-214).
Este capítulo central del libro concluye con un breve resumen de la situación de las y los egresados del ISIA. La autora menciona problemas similares a los que enfrentan otras universidades interculturales y que resultan de las precarias e inestables características de los mercados laborales en contextos rurales. Ella termina ilustrando algunas de las iniciativas que el Instituto realiza en favor de la igualdad de género; nuevamente demuestra que la institución intercultural no solo debe mimetizar la comunidad y abrirse a la comunidad, sino a la vez ha de contribuir a impulsar transformaciones hacia la comunidad desde el propio ISIA. Así el pequeño campus de la universidad ayuuk se puede convertir en una especie de laboratorio de relaciones de género diferentes a las que luego se normalizan en el contexto comunitario o regional.
El último capítulo, denominado “Comunalidad y agencia social desde la educación superior intercultural”, ofrece las conclusiones del libro. La autora destaca algunas características centrales de esta universidad intercultural: en esta institución de educación superior la formación está inspirada en una noción de “traducción intercultural” y procura educar “hacia adentro” tanto como “hacia afuera”, para recomunalizar y, a la vez, preparar para trayectorias externas. Otra característica específica del Instituto la constituye su aprovechamiento de lo que la autora denomina las “redes comunales religiosas”, un conjunto de redes en las que participan autoridades comunitarias, pero también la orden religiosa jesuita y otros actores de este ámbito comunal religioso. Por último, Bermúdez Urbina retoma la noción rectora del presente libro, el agenciamiento social, cuya aportación resume muy acertadamente de la siguiente manera:
[…] En el contexto actual de la lucha de los pueblos indígenas por una educación que potencie su desarrollo sin sacrificar su identidad, territorio y cultura, el ISIA se constituye como una innovadora opción educativa que recupera lo mejor de los pueblos indígenas y del conocimiento occidental, que reinvierte los modos tradicionales de la profesionalización en las grandes ciudades y que aporta conocimientos y prácticas situadas a los pueblos indígenas de Oaxaca y otras latitudes. El ISIA es un ejemplo de cómo los reclamos actuales de los pueblos indígenas -en un contexto de cambios gubernamentales y de renovación de los actores políticos en los ámbitos nacionales y locales- colocan nuevamente la necesidad de una educación que emerja desde los pueblos y que dialogue con los saberes del mundo y con lo propio, que impacte sobre los ámbitos locales, pero también que transforme el proyecto de Estado nación (p. 232).
Leyendo este importante libro con una mirada comparativa en relación con otras universidades interculturales públicas del país, identifico muchas coincidencias en cuanto al tipo de estudiantado, a los perfiles de ingreso y egreso, a las problemáticas de las regiones y las dificultades que atraviesa el sistema de educación básica tanto como de educación media superior. También percibo similitudes en cuanto a los perfiles docentes y las carreras que se ofrecen. Aun así, hay una gran diferencia que debería hacernos reflexionar en, sobre y desde otras universidades interculturales: la estrecha relación que se articula entre el ámbito comunitario, las autoridades comunales y los mecanismos de las instituciones comunitarias, por una parte, y la lógica académica de la institución universitaria, por otra parte. Muchas universidades interculturales intentan “puentear” esta brecha entre universidad y comunidad, pero no lo han logrado de la misma manera que lo ha sabido hacer el ISIA, tal vez precisamente por el margen de maniobra del que disponen y por su condición de origen como institución universitaria religiosa tanto como comunitaria.
En este sentido, el presente libro no solo será de interés para quienes conocen o desean conocer la experiencia del ISIA y del pueblo ayuuk, sino también para quienes trabajamos en otras instituciones -interculturales o no- de educación superior en relación con los pueblos originarios.