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Papeles de población
versión On-line ISSN 2448-7147versión impresa ISSN 1405-7425
Pap. poblac vol.9 no.37 Toluca jul./sep. 2003
El envejecimiento poblacional en la Ciudad de México: evolución y pautas de distribución espacial entre 1970 y 2000*
Aging in Mexico City: evolution and spatial distribution patterns (1970-2000)
María Eugenia Negrete Salas
El Colegio de México.
Resumen
En este artículo se explora la relación entre los procesos de urbanización, metropolización y envejecimiento demográfico en la ciudad de México en las últimas tres décadas. Después de mostrar la existencia de ámbitos geográficos diferenciados en cuanto a concentración de población mayor, se describen los factores demográficos que determinan la evolución del proceso de envejecimiento en distintas localizaciones: el llamado "envejecimiento en el lugar" y "la migración de adultos mayores". Ya que los patrones espaciales revelan diferencias intra-urbanas profundas en la evolución del envejecimiento poblacional en el Área Metropolitana de la Ciudad de México, éstas se analizan en el marco de la evolución metropolitana entre 1940 y el año 2000. Se descubre la importancia de la migración y sus efectos históricos, en la generación de patrones territoriales heterogéneos de envejecimiento poblacional, ya que la migración afecta la estructura por edad tanto en los lugares de origen como de destino.
Abstract
This article explores the interaction between the urbanization, metropolization and aging processes in Mexico City over the past three decades. After showing the existence of significant geographical differences in the concentration of the elderly, the demographic factors determining the spatial evolution of the aging process are described -i.e. "aging in place" and the "elderly migration". The spatial patterns reveal deep intra-urban differences in the aging process of the Mexico City Metropolitan Area. These patterns are considered in their relation to the metropolitan evolution between 1940 and 2000. The importance of the migration process and its effect over time in the generation of the heterogeneous spatial distribution of the elderly becomes evident as population migration affects the age structure in both place of origin and destination.
Introducción
El proceso de envejecimiento de la población que experimenta México como resultado de la transición demográfica presenta nuevos e importantes retos para los gobiernos, pues éstos deberán responder a las necesidades de grupos cada vez más numerosos de población que alcanza edades mayores (Consejo, 1998). Conforme se avanza en edad, aumentan los riesgos y la probabilidad de adquirir enfermedades y de ir perdiendo facultades, lo que puede conducir a las personas mayores a situaciones de dependencia.1 Por ello, conocer las formas en que los grupos de mayor edad se comportan en términos de movilidad espacial, así como los patrones de distribución territorial que se conforman a partir de ella, será un elemento valioso para la planeación y el diseño de políticas que atienden de manera más eficiente esta problemática.
El proceso de envejecimiento tiene múltiples facetas y sus efectos se sentirán cada vez más en todas las sociedades del mundo, por ello es conveniente incluir en el análisis consideraciones respecto a la distribución espacial de la población mayor, ya que ésta modifica las consecuencias del proceso de manera particular, de acuerdo con el ámbito geográfico de que se trate. La geografía determina, entre otras cosas, condiciones diferenciales de accesibilidad a los servicios de salud; ámbitos de concentración de demanda de servicios para la tercera y cuarta edad; estilos de vida, de alimentación o pautas culturales con efectos particulares sobre la salud y la atención de los viejos en las distintas zonas; heterogeneidad socioeconómica en contextos rurales o urbanos y ámbitos de competencia gubernamental distintos (nacionales, estatales, municipales o locales) para la atención de las necesidades de los grupos de población mayor.
Desde esta perspectiva, los estudios más importantes se han llevado a cabo para países desarrollados, en donde el envejecimiento y sus efectos se han dejado sentir antes que en el resto del mundo (Rogers, 1992). En esos estudios -relativos a Japón, Estados Unidos y Europa- se han identificado ciertas tendencias en la distribución geográfica y la movilidad espacial de la población que alcanza edades avanzadas. Los patrones observados en esos países, así como los móviles que los generan, no pueden ser directamente importados a realidades como la de América Latina, pues independientemente de que el proceso de envejecimiento es similar para toda la humanidad, nuestras realidades sociales, económicas, políticas y culturales difieren sensiblemente de las de aquellas regiones.
De cara a nuestro futuro demográfico próximo,2 la tarea consiste en distinguir similitudes y diferencias de los manejos político, social y cultural de los procesos de envejecimiento en nuestro país y el resto del mundo. Uno de los elementos más relevantes de esta diferenciación, aunque no el único, es el costo social que implica la atención de los viejos en los países del mundo en desarrollo, el cual es asumido en su mayor parte por la familia y no por instituciones gubernamentales o privadas, como ocurre en los países más ricos.
Desde un punto de vista metodológico, los autores que han estudiado el envejecimiento con un enfoque demográfico sugieren que los patrones de distribución espacial de la población mayor sean analizados en relación con otros fenómenos, como la migración de la población total, los procesos de urbanización, la movilidad territorial de los grupos de edad avanzada y las características de las ciudades (United Nations, 1991).
En este trabajo se explora la vinculación entre el proceso de urbanización, particularmente el de metropolización de la capital del país, y el envejecimiento demográfico, y se expone, en primer lugar, la forma en que las variables demográficas se combinan para dar como resultado la formación de ámbitos geográficos diferenciados en cuanto a concentración de población mayor. A continuación se describen las tendencias y características generales de la distribución espacial de la población de 65 años y más a escala nacional, para luego analizar los patrones observados en la Ciudad de México y explorar su relación con los procesos de migración, urbanización y movilidad territorial de la población de edad avanzada.
Con el fin de derivar algunas conclusiones en cuanto a la vinculación entre esos procesos, se llevó a cabo un análisis utilizando información de los censos de población de 1970 a 2000 y se interpretaron los resultados con base en hallazgos de otros estudios referidos al comportamiento de la población mayor y al proceso de metropolización de la Ciudad de México.
Para explicar las diferencias que existen en las proporciones de viejos en distintas localizaciones, hay que considerar que la población mayor sólo puede provenir de dos fuentes: del llamado "envejecimiento en el sitio", es decir, de la población de una localidad, zona o región que envejece en el lugar, o de la migración de personas de edad avanzada hacia tales localidades, zonas o regiones.
Envejecimiento en el sitio
El componente de la población que envejece en el lugar es afectado por las principales variables demográficas y particularmente por el descenso en la fecundidad, el cual provoca que la base de la pirámide de edades se estreche y al cabo del tiempo los grupos de edad avanzada adquieran más peso relativo en la estructura total.3
La reducción en los niveles de mortalidad y el incremento consecuente en la esperanza de vida de los mexicanos es un segundo factor que influye en el envejecimiento de una población en el sitio. En nuestro país, la mortalidad ha evolucionado positiva y rápidamente a partir de 1940 (Camposortega, 1989), su evolución, así como la de la morbilidad, impulsan también el envejecimiento poblacional, pues se ha incrementado la esperanza de vida, particularmente en edades mayores, por lo que cada vez más personas sobrepasan los 65 años y aumentan su longevidad (Ordorica, 2001). Sin embargo, la incidencia de la mortalidad se ha estimado menor que la de la fecundidad en el resultado del proceso a largo plazo en México (Partida, 2001).
El efecto de la migración en el factor de "envejecimiento en sitio" es también muy importante y de consecuencias más drásticas que otras influencias en la generación de patrones diferenciados de concentración de población mayor, debido a que esta variable es fuertemente selectiva por edad.4 Los lugares que atraen migrantes -los cuales generalmente son jóvenes en edades activas en busca de oportunidades de trabajo- por lo regular experimentan un rejuvenecimiento de su población, pues alimentan a esos grupos de edad y, al formar nuevas familias y procrear, también aumentan la población infantil. Por el contrario, los sitios de expulsión tienden a generar poblaciones más envejecidas.5
Migración de personas de edad avanzada
La migración y las características de movilidad de los grupos de población mayor constituyen una segunda fuente de diferenciación en la concentración geográfica de personas de la tercera edad. Las personas de edad avanzada se mueven menos que los grupos de jóvenes y adultos en edades activas. En efecto, la migración de la población en general está motivada, principalmente, por la búsqueda de oportunidades de trabajo, pero al llegar a la edad del retiro este motivo desaparece y son otros los factores que inducen a los viejos a cambiar su lugar de residencia.
Al avanzar en edad, la población disminuye su movilidad por distintos motivos, principalmente por la pérdida de capacidades físicas y económicas. No obstante, las personas de este grupo frecuentemente hacen uno o varios cambios residenciales que obedecen a las modificaciones en sus circunstancias personales: la jubilación, la viudez, la disminución de los ingresos, los problemas de salud, la invalidez, etcétera, que los hacen entrar, en mayor o menor grado, en situaciones de dependencia.
Para adaptarse a las nuevas circunstancias inherentes al envejecimiento, las personas también dependen de los recursos disponibles para ello. El recurso más valioso son los hijos u otros familiares, ya que en nuestros países latinoamericanos, a diferencia de los europeos o norteamericanos, tanto los sistemas de pensiones como las instituciones públicas y privadas de salud y asistencia son totalmente insuficientes y por lo general es la familia la que debe hacerse cargo de sus viejos.
La evidencia de otros países muestra que los adultos mayores se mueven a distancias cortas, generalmente en la misma ciudad, y cuando todavía gozan de salud y recursos económicos suficientes, buscan sitios con mejor clima y con servicios médicos y de entretenimiento que satisfagan sus demandas de bienestar en la etapa inmediata posterior a la jubilación. Este tipo de migración hacia zonas aptas para el descanso y el ocio de los adultos mayores ha mostrado ser muy selectiva en términos socioeconómicos y ha generado núcleos de población en donde el grado de concentración de población mayor es mucho más elevado que el promedio.6
En cuanto al tipo de localidad en donde se concentran los adultos mayores, hay evidencia de que son las grandes ciudades, debido a que la mayoría de la población total habita en ellas. Las ventajas de acceso a servicios médicos especializados y de alta calidad, así como otras características de las grandes urbes como el mejor equipamiento, las facilidades de transporte, la diversidad en el comercio, los servicios culturales y de recreación, convierten a estas ciudades en sitios adecuados y atractivos para vivir en esa etapa de la vida.
La migración de la población mayor en México no ha sido aún objeto de estudio, de manera que se desconoce la incidencia real de este factor en la generación de núcleos o zonas de concentración de adultos mayores en nuestro país, y sólo se pueden hacer algunas inferencias con base en datos sobre la composición de los hogares con adultos mayores, lo cual puede dar luz sobre con quién viven y migran los mayores, pues sabemos de la fuerte influencia de las variables relacionadas con la familia y el ciclo de vida sobre la migración de los ancianos (Bartiaux, 1988). Este tipo de datos son recabados por medio de encuestas como la de Salud, Bienestar y Envejecimiento, 1999 (SABE) o la Encuesta Nacional de Salud y Envejecimiento en México (ENASEM), 2001.7
Distribución territorial de la población mayor en la república mexicana
La población de México experimenta un proceso de envejecimiento, producto del descenso en la mortalidad y la natalidad iniciados en las décadas de 1940 y 1970, respectivamente, el cual, de mantenerse estas tendencias, evolucionará a gran velocidad. Si bien la proporción de la población mexicana que supera los 64 años de edad es baja aún (4.87 por ciento en 2000), se estima probable que antes de terminar la primera mitad de este siglo el proceso de envejecimiento habrá culminado y aproximadamente uno de cada cuatro mexicanos será anciano (Partida y Tuirán, 2002).
En términos generales, la población mayor se distribuye de manera similar a aquélla en que se encuentra distribuida la población total: hay más viejos donde hay más población y menos gente mayor en los sitios menos poblados. Sin embargo, la proporción de ancianos dista mucho de ser homogénea en cualesquiera de las escalas territoriales que se consideren: tanto en el ámbito nacional como entre localidades de distinto tamaño o en determinadas zonas de las áreas urbanas de las ciudades mayores, como lo veremos a detalle más adelante en la capital del país.
A escala nacional, encontramos sustanciales diferencias de concentración de ancianos entre entidades y regiones. Los casos extremos son el estado de Quintana Roo, en el sureste, con 2.3 por ciento de viejos, y en el otro polo de la escala, Zacatecas, con la mayor proporción observada de adultos mayores, equivalente a 6.8 por ciento de la población total del estado. A esta escala, la población mayor muestra proporciones bajas en las entidades de la frontera con Estados Unidos, las cuales han recibido contingentes numerosos de migrantes jóvenes atraídos por las oportunidades que genera la industria maquiladora. También a esta escala se manifiesta con claridad la diferencia entre el Distrito Federal y el estado de México, con proporciones altas de viejos el primero y porcentajes bajos el segundo.
Aunque en cifras absolutas hay más viejos en las ciudades grandes de México, los adultos mayores muestran las concentraciones relativas más bajas en las grandes metrópolis mexicanas, pues la proporción es más elevada en localidades pequeñas e incluso se acentúa en el ámbito rural. De acuerdo con la evidencia censal, las mayores concentraciones de viejos se encuentran en las localidades más pequeñas, en especial en las menores de 15 000 habitantes. Esta tendencia se agudiza entre 1980 y 2000. Por el contrario, en las ciudades con más de 100 000 habitantes, las proporciones de viejos son menores a la media nacional (Negrete, 2001).
Esto podría explicarse por el hecho de que, en México, el acelerado proceso de urbanización iniciado en la década de 1940 -que implicó una fuerte migración rural-urbana, así como un movimiento de las ciudades pequeñas hacia las grandes, el cual sólo recientemente ha comenzado a modificarse para favorecer a ciudades medianas y pequeñas- ha dejado al campo y a las ciudades pequeñas con déficit de población en edades activas. El factor de emigración predomina en la explicación de este patrón actual de distribución de población envejecida en la jerarquía de localidades del país.8
Los cambios de los flujos migratorios entre las grandes zonas metropolitanas, las ciudades medianas y pequeñas y aún las pequeñas localidades podrán modificar en el corto y mediano plazo los patrones que observamos hoy en día. Tal cual se describe conceptualmente, la vinculación entre la urbanización y el envejecimiento demográfico está mediada por la migración, que en un inicio provoca rejuvenecimiento en las zonas urbanas de atracción demográfica pero que, posteriormente, al ir envejeciendo la población en el sitio, acentúa el proceso en estas localizaciones.
El envejecimiento demográfico en la Ciudad de México
Al terminar el siglo XX, la población de la Zona Metropolitana de la Ciudad de México (ZMCM) presentaba un nivel de envejecimiento de 4.54 por ciento, ligeramente inferior al de la población de la república mexicana, que en ese momento alcanzaba 4.87 por ciento. A continuación se busca analizar la evolución de este proceso en relación con la urbanización y en especial con el proceso de metropolización que ha experimentado en las últimas décadas el valle de México.
La Ciudad de México es la capital nacional y en su área metropolitana vive aproximadamente 18 por ciento de los mexicanos. Su potencial concentrador de población se vio acentuado entre 1940 y 1970, lo cual se explica tanto por las funciones administrativas centrales que alberga, como por el desarrollo de la actividad económica y en especial la industria más importante del país. La atracción ejercida durante gran parte del siglo pasado sobre todas las entidades y en especial sobre algunos estados del centro, más cercanos al Distrito Federal, se vio reducida a partir de la década de 1980 e incluso llegó a revertirse en la década de 1990 hasta convertirse en la localidad que en el decenio de 1990 a 2000 expulsó más migrantes.
Al interior de la metrópoli, las diferencias entre las condiciones socioeconómicas del Distrito Federal y las del estado de México son marcadas y la dinámica de flujos de población entre ambas revela que los municipios metropolitanos han cumplido la función de "periferia", recibiendo a la mayor parte de los migrantes que abandonan el Distrito Federal, entidad que ha estabilizado su tamaño poblacional en aproximadamente ocho millones de habitantes.
Para explorar la relación entre el proceso de metropolización y el de envejecimiento poblacional en esta ciudad capital, se construyó una serie de datos censales para el periodo de 1970 a 2000, con cifras referidas a la población total y a la población mayor de 65 años en las delegaciones y municipios considerados como metropolitanos al final del periodo; además, se calcularon las proporciones de gente mayor para observar la evolución del proceso de envejecimiento sobre el territorio metropolitano durante las últimas tres décadas del siglo XX (cuadro 1).
El dato más relevante consiste en que el número de viejos ha aumentado a gran velocidad en la Zona Metropolitana de la Ciudad de México, pues mientras la población total se duplicó en los últimos treinta años, pasando de nueve a dieciocho millones, la población mayor se multiplicó cerca de tres veces en el mismo lapso (de 290 000 a 815 000). El resultado es que hay medio millón más de adultos mayores en la Ciudad de México que hace treinta años. Se confirma también la tendencia general hacia el envejecimiento, al aumentar los porcentajes de adultos mayores, pues al inicio del periodo los ancianos conformaban 3.19 por ciento de la población total y al terminar el siglo representaban 4.54 por ciento.
Diferencias intrametropolitanas
Un recorte territorial significativo para el análisis del envejecimiento demográfico lo constituyen las cuatro delegaciones centrales que, como muchos centros históricos urbanos del mundo, ha experimentado una reducción acelerada de su población residente.9 En efecto, el centro de la ciudad ha perdido poco más de un millón de habitantes en las últimas tres décadas y, sin embargo, en este periodo los adultos mayores que ahí viven aumentaron de 125 753 a 146 410, lo cual equivale a 8.65 por ciento de viejos en el corazón de la ciudad, proporción que dobla a la del resto del área metropolitana. Esta parte de la ciudad presenta una estructura por edad que en gran parte se debe a la fuerte emigración de población económicamente activa, cuyo efecto tanto en sitios de origen como de destino se describió en páginas anteriores.
A pesar de la uniformidad en el proceso de envejecimiento en todo el territorio metropolitano, las trayectorias que presentan las delegaciones y municipios son distintas. Así, en 2000, la delegación con el más alto porcentaje de viejos fue Benito Juárez, con 10.47 por ciento; sin embargo, al inicio del periodo de observación, en 1970, este puesto era ocupado por la Delegación Cuauhtémoc, con 5.35 por ciento. Sería conveniente indagar sobre las causas de las variaciones del ritmo de envejecimiento en las delegaciones centrales. Posiblemente, una causa podría ser el hecho de que las poblaciones de sendas delegaciones tienen perfiles socioeconómicos distintos, lo cual puede afectar la movilidad de los adultos mayores.
Otro ejemplo con una trayectoria diferente dentro del Distrito Federal es la Delegación Milpa Alta. Esta demarcación, que sólo hasta 1980 se incorpora al área metropolitana, y que hoy en día aún presenta características de tipo rural, tenía en 1970 casi el mismo porcentaje de viejos que la Delegación Cuauhtémoc, la más céntrica de la urbe. En su trayectoria demográfica, Milpa Alta redujo la proporción de adultos mayores de 5.24 por ciento al iniciar el periodo de referencia, a 4.15 por ciento en el año 2000.
La evolución de esta delegación, dentro del marco conceptual propuesto, corresponde a un municipio rural con expulsión de población joven y, por lo tanto, con altos niveles de población vieja al inicio del periodo que, conforme avanzó en su urbanización e incorporación a la vida metropolitana, fue atrayendo cada vez más población y rejuveneciendo su estructura por edad. Por último, de 1990 a 2000, la ligera elevación del porcentaje de viejos registrados en Milpa Alta estaría obedeciendo en mayor medida al proceso general de "envejecimiento en sitio", como efecto de reducciones en la fecundidad y en la mortalidad general.
En la dinámica intrametropolitana conviene enfatizar la diferencia entre el Distrito Federal y los municipios metropolitanos del estado de México. Las dos entidades que ocupan la zona tienen un comportamiento opuesto respecto a su población mayor. Mientras el Distrito Federal es una entidad con porcentajes de viejos superiores al promedio nacional, el estado de México califica entre los estados con menores porcentajes. La proporción de viejos en el Distrito Federal pasó de 3.46 por ciento en 1970 a 5.85 por ciento en el 2000, porcentaje más alto que la media nacional, mientras en el complemento metropolitano los porcentajes sólo pasaron de 2.34 por ciento a 3.33 por ciento en el mismo lapso. Esto muestra que la población del Distrito Federal no sólo está más envejecida, sino que experimentó un proceso más acelerado de envejecimiento en los últimos treinta años que el observado en los municipios mexiquenses de la ZMCM.
Tal parece que la migración de población joven que ha recibido el estado de México desde la década de 1950 hasta la fecha, así como la fecundidad y mortalidad diferencial entre ambas entidades, han dado como resultado esta dinámica opuesta de envejecimiento entre las dos mitades de la ciudad. No obstante, cabe destacar que los incrementos absolutos de población envejecida en los últimos treinta años son prácticamente iguales en el Distrito Federal y el estado de México metropolitano, con aproximadamente 260 000 ancianos más cada uno. En contraste, en las delegaciones centrales del Distrito Federal, a pesar del acelerado proceso de envejecimiento que ahí se ha dado, en el 2000 sólo encontramos un incremento de 20 000 personas de este grupo de edad con respecto a 1970.
Al efecto de despoblamiento del centro se suma el de envejecimiento en sitio de los antiguos residentes y quizá también cierta inmigración de población mayor atraída por las características de la zona.10
En términos absolutos, el mayor número de personas de la tercera edad se encuentra en las delegaciones más pobladas, Gustavo A. Madero e Iztapalapa, seguidas de los municipios de Nezahualcóyotl y Ecatepec. Sin embargo, el incremento mayor de los últimos treinta años ocurrió en Iztapalapa, delegación que aún no alcanza ni cuatro por ciento de adultos mayores. Sirvan estos ejemplos para mostrar la evolución demográfica particular de cada delegación y municipio, la cual genera en cada momento necesidades distintas en cuanto a servicios y atención a los adultos mayores.
Patrón de distribución territorial
Con el objeto de mostrar los patrones espaciales que genera la distribución de la población mayor en la Ciudad de México se construyó el mapa 1, en el cual aparecen representadas las distintas concentraciones de población en edad avanzada sobre el territorio urbanizado de la ZMCM (áreas geoestadísticas básicas urbanas) en el año 2000. La variable considerada es el porcentaje de viejos respecto de la población total en cada delegación o municipio y de acuerdo con el número de desviaciones estándar respecto de la media metropolitana, que es de 4.16 por ciento, que se presenta en seis rangos de concentración de población mayor.
Con base en este indicador se observa una diferenciación mayor en las concentraciones superiores a la media, ya que se encontraron hasta cuatro rangos arriba de cero; en cambio, en las concentraciones inferiores sólo aparecen dos rangos por debajo de la media. Esto supone que los factores causales que aceleran el envejecimiento (menor fecundidad, menor mortalidad, menor morbilidad y emigración) han actuado en forma prolongada y diferencial, generando una amplia variedad en los grados de concentración de adultos mayores.11
En contraste, los dos rangos por debajo de la media denotan que los factores opuestos que producen un rejuvenecimiento de la estructura por edades (fecundidad elevada, mortalidad y morbilidad altas y en particular la inmigración), han actuado de forma menos diferenciada sobre el territorio metropolitano. Las zonas correspondientes a estos rangos de población menos envejecida se ubican en un anillo territorial externo y amplio que abarca unidades intermedias y periféricas del área metropolitana.
En el patrón espacial encontrado en 2000 se manifiesta una estructura monocéntrica, en la cual la dinámica de las unidades del centro, de las zonas intermedias y de la periferia se comportan de manera distinta. La Delegación Benito Juárez, seguida del resto de las delegaciones centrales, muestra las mayores concentraciones, generando un núcleo de población más envejecida, que corresponde al centro de la ciudad. A partir de esta zona se identifican áreas con menores concentraciones de viejos, las cuales tienden a disminuir conforme aumenta la distancia respecto del centro.
Metropolización y envejecimiento demográfico
El proceso de metropolización refleja la forma en que una ciudad, en su desarrollo, va incorporando unidades político-administrativas adyacentes como resultado de fuerzas centrípetas generadas por la dinámica económica y social de la ciudad central. De esta manera, la ciudad se expande funcional y físicamente sobre territorios cada vez más alejados. En el proceso de metropolización de la Ciudad de México, que comenzó en 1940, se han incorporado hasta el momento todas las delegaciones del Distrito Federal, los municipios metropolitanos del estado de México y uno de Hidalgo.
Conceptualmente se parte de la hipótesis de que un municipio contiguo a la capital es expulsor neto de población antes de formar parte del área metropolitana, toda vez que una parte de la población económicamente activa (PEA) se moviliza hacia el centro de la ciudad en donde se concentra la actividad económica y el empleo, o hacia unidades previamente incorporadas a la dinámica metropolitana. Este municipio hipotético presenta aún características de tipo rural, y por ende, niveles de fecundidad y mortalidad más elevados que los observados en ciudades grandes; en este caso, más elevados que en el centro de la metrópoli. 12
Una vez que el municipio evoluciona hacia su urbanización y eventual incorporación metropolitana, se inicia en él un proceso contrario, por el cual se multiplican las actividades económicas, se atrae población, se construyen viviendas, aumentan los servicios disponibles, etcétera, y poco a poco se van adoptando también valores, costumbres y formas de vida urbanos que resultan en patrones de fecundidad y mortalidad más bajos.
Con base en estos supuestos y para avanzar un poco más en la generalización del proceso de envejecimiento en el marco de la estructuración espacial de la metrópoli, se elaboró el cuadro 2 y se construyó el mapa 2. En este último aparecen representadas con distintas pantallas las unidades político administrativas, según la etapa temporal en la que se fueron incorporando a la ZMCM, desde 1940 hasta 2000. Se definieron cuatro etapas integradas de la siguiente manera: primera etapa, unidades incorporadas antes de 1940; segunda etapa, unidades incorporadas en 1950 y 1960; tercera etapa, unidades incorporadas en 1970 y 1980, y cuarta etapa, unidades incorporadas en 1990 y 2000.13
Aquí el esquema centro-periferia se manifiesta nuevamente y con mayor nitidez, pues esa agrupación esboza un crecimiento de la ciudad por anillos, aunque estos no son completos. Así, por ejemplo, en la etapa más reciente, la expansión urbana se despliega hacia el norte, sobre el valle de México, y se ve más limitada hacia el poniente y el sur, en donde los obstáculos orográficos constituyen barreras a la urbanización más difíciles de superar (mapa 2).
Como resultado del mismo proceso de incorporación al área funcional de esta gran metrópoli, encontramos el mayor número y los porcentajes más altos de personas de la tercera edad en las delegaciones centrales del Distrito Federal y las que conformaban la ZMCM en 1940, a la vez que queda de manifiesto la disminución paulatina tanto del número absoluto como relativo de esta población en las zonas que se fueron incorporando en décadas subsecuentes (mapa 2).
La zona que se destaca más es la que corresponde a la primera etapa, con porcentajes superiores a siete por ciento, y aunque la tendencia es descendente, conforme avanza la metropolización, los porcentajes en las zonas correspondientes a anillos sucesivos, -es decir, de la segunda, tercera y cuarta etapas- son bastante homogéneas, ya que van de 3.05 a 3.85 por ciento.
Por último, en la gráfica 1 podemos observar la evolución conjunta, en el tiempo, de los procesos de envejecimiento y de metropolización en la Ciudad de México. En los grupos de unidades correspondientes a las tres primeras etapas de evolución metropolitana, la tendencia hacia el envejecimiento es creciente y el avance es muy superior en la zona metropolitana de 1940. Sin embargo, lo que ha ocurrido en el grupo de municipios incorporados más recientemente al área metropolitana es un proceso inverso hacia cada vez menores proporciones de población mayor, es decir, un proceso de rejuvenecimiento de la estructura demográfica. Este último patrón correspondería a la evolución hipotética de un municipio periférico, en el avance hacia su incorporación metropolitana (gráfica 1).
De manera similar a lo observado en los estudios para ciudades de Estados Unidos y otros países de Europa, las diferencias intrametropolitanas en el proceso de envejecimiento van en aumento, con los ritmos más elevados en los centros de las ciudades en comparación con los de los anillos exteriores. Sin embargo, es probable que en el futuro se vea, como en esos países desarrollados, un incremento en el envejecimiento poblacional en estas zonas de la periferia metropolitana, cuando los nuevos pobladores jóvenes de los suburbios comiencen a envejecer en el sitio. (Bonaguidi y Terra, 1992, y Golant, 1992).
Conclusiones
En México, una nueva dimensión de las transformaciones urbanas y metropolitanas en curso es la del proceso de envejecimiento poblacional. Este proceso se despliega y evoluciona de forma diferencial en el territorio nacional y, como hemos visto, también dentro del espacio metropolitano de la Ciudad de México.
El factor de mayor peso en la explicación del patrón heterogéneo que muestra la distribución geográfica y la concentración de la población mayor en las distintas zonas de la ciudad es el de la migración, incluida la movilidad intrametropolitana de la población. El envejecimiento observado en el centro de la ciudad, y el rejuvenecimiento en la periferia, son resultado del efecto combinado de la movilidad y la migración pasada y presente. De manera similar, las pautas que sigan en el futuro los procesos de urbanización y metropolización en México determinarán el comportamiento ulterior y las transformaciones de los patrones territoriales del envejecimiento.
Cuando todavía falta mucho por avanzar en el proceso de cambio en la estructura por edades de la población mexicana, los mayores efectos en las políticas urbanas son ya previsibles. En este trabajo se mostró que es conveniente considerar la evolución espacio-temporal de este fenómeno, ya que las diferencias territoriales observadas en las distintas escalas geográficas y en particular en la zona metropolitana de la Ciudad de México son de tal magnitud y cambian tan rápidamente que los gobiernos locales se verán enfrentados a demandas nuevas y aceleradas de servicios, infraestructura y vivienda para dotar de un mínimo de atención para el bienestar a la población que se va envejeciendo.
Si bien las necesidades de este grupo de edad tienen aspectos similares, también se diferencian de acuerdo con el tipo de localidad y región de que se trate. Es probable que las mayores diferencias se observen entre estratos socioeconómicos altos y bajos, los cuales es necesario analizar comparativamente. En los datos que aquí se mostraron, las diferencias entre entidades (Distrito Federal y estado de México) y municipios son un botón de muestra de lo que estas diferencias pueden significar incluso dentro de una misma localidad.
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SOLÍS, Patricio, 1998, "El ingreso a la cuarta edad en México: una aproximación a su intensidad, calendario y consecuencias en el apoyo familiar y social a los mayores de 60 años", en La población de México al final del siglo XX, V Reunión Nacional de Investigación Demográfica en México, Serie Investigación Demográfica en México, SOMEDE, CRIM, UNAM, Vol. I, Cuernavaca. [ Links ]
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* Una versión preliminar de este trabajo fue presentada en el XXIII Congreso Latinoamericano de Sociología en Antigua, Guatemala, llevada a cabo del 29 de octubre al 2 de noviembre de 2001.
1 El proceso de envejecimiento la transición de un estado de vejez con autonomía y funcionalidad a otro en donde estas condiciones se pierden, se ha conceptualizado como frontera entre la tercera y la cuarta edad.(Solís, 1998; Gutiérrez, 1998).
2 De acuerdo con las proyecciones del Consejo Nacional de Población, el proceso de envejecimiento de la población mexicana culminará hacia la mitad del presente siglo.
3 El efecto del descenso en la fecundidad en México sobre la estructura por edad de la población es analizada por Aguirre (1998).
4 Los estudios llevados a cabo por Castro y Rogers (1982) identifican la existencia de patrones de migración familiar cuya composición por sexo y edad revela fuertes relaciones de dependencia.
5 El efecto de la migración internacional es similar, al trasladar al país de destino a los jóvenes trabajadores, sus esposas y su descendencia (Partida, 2001)
6 Uno de los casos más conocidos es el del estado de Florida en Estados Unidos.
7 Algunos resultados de la SABE para la Ciudad de México han sido analizados por Yolanda Palma (2001).
8 Esta hipótesis puede ser abonada por el hecho de que en el campo predominan los adultos mayores de sexo masculino, lo cual obedece a una mayor inclinación del hombre a permanecer en el medio rural, toda vez que se supone más ligado a la tierra y al trabajo en el campo. También a favor de esta explicación cabe recordar que en los flujos de migrantes que alimentaron el crecimiento demográfico de las ciudades mexicanas en décadas pasadas se observaba una selectividad femenina.
9 Las delegaciones centrales son: Cuauhtémoc, Venustiano Carranza, Miguel Hidalgo y Benito Juárez.
10 La dinámica de envejecimiento y redistribución de población mayor al interior de una zona metropolitana ha sido analizada por Stephen Golant (1992) y Bonaguidi y Terra Abrami (1992), para los casos de Estados Unidos e Italia, respectivamente. Ellos han identificado un incremento de las proporciones de viejos en los suburbios ya que las olas anteriores de migrantes hacia estas zonas han empezado a "envejecer en el sitio", y a disminuir su movilidad al interior de la metrópoli.
11 Convendría estudiar la movilidad residencial de los adultos mayores para ver si este grupo se siente atraído o no hacia el centro de la ciudad, para poder evaluar la incidencia de este factor en la generación de los patrones de distribución observados.
12 En México, los diferenciales rural-urbanos en estas variables, que eran significativos hasta 1980, muestran una tendencia a disminuir.
13 1940: Benito Juárez, Cuauhtémoc, Miguel Hidalgo, Venustiano Carranza, Álvaro Obregón, Azcapotzalco, Coyoacán, Gustavo A. Madero, Magdalena Contreras.
1950: Iztacalco, Iztapalapa, Tlalnepantla Naucalpan.
1960: Cuajimalpa, Tlalpan, La Paz, Chimalhuacán, Ecatepec.
1970: Tláhuac, Atizapán de Zaragoza, Coacalco, Cuautitlán, Huixquilucan, Nezahualcóyotl, Tultitlán, Xochimilco.
1980: Milpa Alta, Atenco, Cuautitlán Izcalli, Chicoloapan, Chiautla, Chalco, Chiconcuac, Ixtapaluca, Nicolás Romero, Tecámac, Texcoco.
1990: Acolman, Melchor Ocampo, Teoloyucan, Tepotzotlán, Tezoyuca, Tultepec, Valle de Chalco Solidaridad (considerado en la tercera etapa).
2000: Isidro Fabela, Jaltenco, Jilotzingo, Nextlalpan, Teotihuacan, Cocotitlán, Coyotepec, Huehuetoca, Papalotla, San Martín de las Pirámides, Temamatla, Zumpango, Tizayuca.