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Papeles de población

versión On-line ISSN 2448-7147versión impresa ISSN 1405-7425

Pap. poblac vol.12 no.47 Toluca ene./mar. 2006

 

Diferencias de género en la experiencia migratoria. Trasnacionalismo e incorporación de los migrantes latinos en Estados Unidos

 

Gender differences in the migratory experience. Transnationalism and Latin American migrants' incorporation in the United States

 

Silvia E. Giorguli Saucedo y José Itzigsohn

 

El Colegio de México/Brown University.

 

Resumen

El objetivo de este trabajo es explorar en qué medida la dimensión de género influye tanto en la incorporación de los migrantes a la sociedad receptora como en la participación en prácticas trasnacionales. Para ello se utilizan datos de la encuesta Comparative Immigrant Enterprise Project para tres grupos de migrantes latinos de primera generación viviendo en Estados Unidos entre 1997 y 1998: colombianos, dominicanos y salvadoreños. Los resultados de este trabajo de hecho sugieren que sí hay diferencias en la forma de inserción de hombres y mujeres a la sociedad receptora, asociadas con los roles de género. Sin embargo, también sugieren que estos procesos no están exentos de contradicciones ni son opuestos a otros eventos tales como la participación en prácticas trasnacionales.

Palabras clave: migración internacional, migrantes latinoamericanos, integración social, mercado de trabajo, género, Estados Unidos.

 

Abstract

The main goal of this paper is to explore to what extent gender influences both, the incorporation and the participation in transnational practices among first generation immigrants in the context of a receiving society. For that purpose, we use data from the Comparative Immigrant Enterprise Project which analyze 1997 and 1998 information for three Latino groups: Colombians, Dominicans and Salvadoreans. Our results suggest that there exist gender differences in the integration pattern to the receiving society and that such differences can be associated to gender roles. However, we also found that these processes also have internal contradictions and their own complexity, which is shown, for example, in the parallelism between transnationalism and incorporation processes among first generation Latino immigrants in the U.S.

Key words: international migration, Latin American migrants, social integration, labor market, gender, United States.

 

Introducción

La dimensión de género se ha sumado a las nuevas vertientes de los estudios de migración (Hondagneu, 1999; Pessar, 1999a; Pessar. 1999b; Tienda y Boothe, 1989). En torno a la migración de países latinoamericanos hacia Estados Unidos han surgido nuevas investigaciones, principalmente de carácter etnográfico, que exploran las diferencias en las experiencias y percepciones de hombres y mujeres de origen latinoamericano que deciden migrar hacia ese país (véase, por ejemplo, los trabajos de Menjívar, 1999; Mahler, 1999; García, 1986; Hondagneu, 1994; Pérez y Guendelman, 1989; Pessar, 1986). Muchos de estos estudios han coincidido en su apreciación de que, efectivamente, hombres y mujeres viven el proceso migratorio y, en especial, el proceso de inserción a la sociedad receptora (en este caso Estados Unidos) de forma distinta.

El origen de las diferencias de género en las percepciones sobre la experiencia migratoria correspondería a la comparación que el propio migrante hace respecto a su entorno de origen. Puesto de forma muy sintética, la literatura tendería a apuntar hacia un avance en cuanto al estatus y la autonomía de la mujer migrante dentro del hogar comparado con su situación en su comunidad de origen y resultado del acceso a recursos económicos e institucionales que no dependen del entorno familiar. En contraste, para el hombre habría una pérdida de estatus dentro del hogar al romperse estructuras tradicionales de relaciones patriarcales que prevalecen en su lugar de origen, al mismo tiempo que enfrentan la imposibilidad de traducir sus éxitos —por ejemplo, en el plano económico— en reconocimiento público dentro de la sociedad receptora. Basándose en estos argumentos, es entendible que a partir de los resultados de los estudios etnográficos se asuma una mayor disposición de la mujer migrante a integrarse en la sociedad receptora en comparación con los hombres.

Los resultados de estos estudios agregan la dimensión de género al análisis del proceso de inserción de los migrantes a la sociedad receptora y plantean nuevas interrogantes sobre la forma en que se da dicha inserción. ¿Efectivamente se da un proceso de inserción al país receptor diferente entre hombres y mujeres migrantes? Dado que la literatura etnográfica sugiere que la percepción de la propia experiencia migratoria difiere entre hombres y mujeres, valdría también preguntarse si los determinantes de dicha inserción también varían a lo largo de la dimensión de género.

Por otro lado, una tercera veta de investigación que se ha desarrollado recientemente en la literatura sobre migración se refiere al estudio de las prácticas trasnacionales. Estudios recientes sugieren que los migrantes de primera generación mantienen lazos estrechos con sus países de origen y recrean espacios sociales trasnacionales a través de las fronteras (Glick, 1999; Itzigsohn y Saucedo, 2002; Portes, 2001). La participación en prácticas trasnacionales sería disímil entre hombres y mujeres a partir del acceso diferenciado a recursos, pero también, según sugiere la literatura, a partir de las diferencias en el significado de la experiencia migratoria de hombres y mujeres. Es decir, considerando la pérdida de autoridad dentro del hogar y la falta de reconocimiento público entre los hombres migrantes es posible que la participación en prácticas trasnacionales se convierta en una forma de afirmación de su identidad masculina y que responda a la búsqueda de reconocimiento en la sociedad de origen.

El objetivo central de este documento es aportar nuevos elementos en el entendimiento de la intersección de tres dimensiones: la dimensión de género en el caso de la migración latina hacia Estados Unidos, la integración de los migrantes latinos a la sociedad estadunidense y su participación en prácticas trasnacionales. Consideramos que uno de los principales aportes de este trabajo es conjuntar estas tres líneas de investigación que, hasta el momento, se han desarrollado de forma paralela. Nuestra investigación se centra en la experiencia de hombres y mujeres migrantes de origen salvadoreño, colombiano y dominicano. Con información de dichos migrantes, nuestro trabajo analiza en una primera etapa, las diferencias en la participación en prácticas trasnacionales y en el proceso de inserción a la sociedad estadunidense entre hombres y mujeres de dichos grupos nacionales en Estados Unidos. En una segunda etapa proponemos un esquema de los determinantes de las prácticas trasnacionales y la integración a la sociedad estadunidense y, utilizando métodos estadísticos, analizamos si el peso de los determinantes varía entre hombres y mujeres.

 

Género e inserción de los migrantes

Los hombres y mujeres migrantes en Estados Unidos experimentan y perciben su llegada a la sociedad receptora de forma distinta. Por una parte, estas diferencias responden a los cambios en cuanto al acceso a recursos, comparado con su situación en el país de origen. Así, por ejemplo, en palabras de Pessar (1999b), a pesar de las desigualdades de género en el mercado laboral y en el lugar de trabajo, las mujeres inmigrantes logran una mayor autonomía personal e independencia en el nuevo contexto, mientras que la autoridad del hombre se ve mermada. A pesar de que no podemos generalizar que en todos los casos se da un aumento de la autonomía femenina como resultado de la migración, sí es posible imaginar que el poder de negociación de las mujeres dentro del hogar cambia al vivir en Estados Unidos en comparación con su situación en el país de origen.

En buena parte, este cambio se debe al mayor acceso de las mujeres a recursos extrafamiliares y financieros a través de su inserción en el mercado de trabajo (Menjívar, 1999; Mahler, 1999). Inclusive entre aquellas mujeres que ya trabajaban antes de llegar a los Estados Unidos, la diferencia puede radicar en un mayor acceso a recursos institucionales, tales como seguridad social, seguro de desempleo, instituciones de apoyo para mujeres en situación de violencia doméstica. Al no depender de redes familiares, dichos recursos posibilitan una mayor autonomía de la mujer dentro del hogar, por ejemplo, en decisiones relacionadas con los hijos o con el uso y la distribución de recursos entre los diversos miembros del hogar.

Estudios anteriores también documentan un cambio en las expectativas de las mujeres resultado de la exposición a patrones distintos en cuanto a las relaciones de género. Es posible que entre las mujeres migrantes se dé un cambio en cuanto a su percepción de las relaciones de género, el cual apuntaría hacia expectativas de relaciones más igualitarias o menos patriarcales en comparación con los sistemas que prevalecen en la mayoría de países latinoamericanos. Esta adaptación de las expectativas en cuanto a la posición de la mujer en el hogar, acompañada de un mayor acceso a recursos por parte de las mujeres, favorecería un incremento en el estatus y la autonomía de la mujer migrante. El principal supuesto en cuanto al proceso de inserción de la mujer migrante a la sociedad estadunidense se basa en que, al encontrarse en una situación más favorecida en su condición de esposas y madres en comparación con sus lugares de origen, se da un proceso de adaptación a las normas y valores de la sociedad receptora de forma más acelerada en comparación con los hombres (Pérez y Guendelman, 1989; Menjívar, 1999).

La situación de aquellas mujeres migrantes que no trabajan sería distinta en la medida que podría darse una reproducción de las relaciones de género dentro del hogar, similares a las que se viven en el contexto de origen. Sin embargo, Pérez y Guendelman (1989), en su estudio sobre migrantes mexicanos de retorno, encontraron que las mujeres valoraban positivamente las mayores comodidades en cuanto al trabajo doméstico en Estados Unidos como resultado del acceso a aparatos electrodomésticos y otros bienes que no poseían en México. En el mismo estudio, las mujeres también declararon que durante sus estancias en Estados Unidos se había dado un cambio en las relaciones con sus parejas, las cuales participaban de manera más activa en labores del hogar, tales como quehaceres domésticos y cuidado de los niños. Este incremento de la participación de los hombres en actividades del hogar ha sido documentado por diversos estudios para otros grupos de migrantes latinoamericanos (ver, por ejemplo, García, 1986; Pessar, 1999b; Menjívar, 1999).

Estos argumentos no implican que las mujeres migrantes estén exentas de las consecuencias de la estructura patriarcal o de la segregación de género en Estados Unidos. La sociedad estadunidense mantiene relaciones patriarcales que afectan las vidas de las mujeres migrantes en dicho país y que las llevan a vivir situaciones de explotación en el trabajo, por ejemplo. Nuestro argumento radica en que, a pesar de estas dificultades, las mujeres migrantes tienen un mayor acceso a recursos institucionales y económicos en el nuevo país, recursos que no tienen en sus países de origen. En este contexto, en algunos casos las mujeres migrantes temen que el regreso a su país de origen implique una pérdida de la independencia ganada (Mahler, 1999). Esta sería la razón por la cual las mujeres tendrían una actitud más favorable hacia el establecimiento definitivo de su residencia en Estados Unidos como una forma de defender los avances en materia de su autonomía y participación en las decisiones del hogar.

La historia para los hombres migrantes es distinta. Su autoestima se ve amenazada ante la imposibilidad de traducir su éxito económico en un mayor estatus social. A pesar de que pueden cumplir con su rol de proveedores, esto no se traduce en reconocimiento público a su trabajo. Por ejemplo, en el caso de los migrantes mexicanos indocumentados, en Estados Unidos se les ve como delincuentes mientras que en México se les considera proveedores exitosos (Bustamante, citado por Snyder, 1996). No es de sorprenderse, por tanto, que los hombres consideren el regreso al país de origen como una opción para recuperar el estatus y los privilegios que el proceso migratorio trastoca. En esta misma lógica, es posible que el hombre migrante se apegue con mayor intensidad a las normas y valores del lugar de origen como una respuesta ante un ambiente que le es hostil y como una forma de reafirmar su identidad masculina (Goldrin, 1991).

 

Trasnacionalismo y género

La literatura sobre trasnacionalismo sugiere tres explicaciones principales para la participación de los migrantes en prácticas trasnacionales. La primera argumenta que el trasnacionalismo es resultado de los lazos que se mantienen entre los migrantes y sus familiares en el país de origen. El "trasnacionalismo lineal" implica que los inmigrantes envíen remesas, viajen regularmente al lugar de origen y construyan instituciones étnicas en los países de recepción con el fin de mantener las relaciones sociales y mantenerse involucrados con la vida en el lugar de origen (Basch et al., 1994; Glick, 1999; Guarnido, 1994).

Otra explicación distinta relaciona la participación en prácticas trasnacionales con el acceso a recursos. A pesar de que los inmigrantes tienen interés en mantener lazos con la sociedad de origen, la posibilidad de realizar acciones concretas con este fin depende del acceso a recursos. En esta lógica, es probable, por ejemplo, que a su llegada al país receptor los migrantes no estén en posibilidades de participar en prácticas trasnacionales. Desde esta perspectiva, el trasnacionalismo surge de manera lenta, conforme los migrantes se consolidan en su nuevo contexto y tienen acceso a recursos suficientes para poder participar en proyectos filantrópicos o financieros en el país de origen (Goldrin, 1998; Landolt et al, 1999; Mahler, 1995; Portes, Guarnizo y Landolt, 1999).

Finalmente, la tercera perspectiva sugiere que el trasnacionalismo surge como una reacción ante las experiencias negativas en el proceso de inserción a la sociedad de origen. Esta forma de "trasnacionalismo reactivo" puede resultar de la frustración en las carreras ocupacionales de los migrantes, y por la insatisfacción respecto al reconocimiento social a su trabajo. En contraste, con el reconocimiento recibido en el país de destino, aquellos migrantes que envían dinero a sus familias o para proyectos en su comunidad obtienen mayor reconocimiento y prestigio en estas acciones en comparación con su posición en Estados Unidos (Goldrin, 1998; Itzigsohn et al., 1999; Landolt et al., 1999; Portes et al., 1999). Asimismo, las experiencias de discriminación favorecen que se mantenga la identificación con el país de origen (Glick, y Fouron, 1998; Portes, 1999).

Existen estudios anteriores que sugieren que la participación en prácticas trasnacionales también tiene una dimensión de género. En su estudio sobre las organizaciones migrantes en Zacatecas, Goldrin (2001) encontró que eran básicamente hombres quienes participaban en dichas organizaciones. El mismo estudio sugiere que las mujeres participan de manera más activa en la vida social del país receptor. Itzigsohn y Saucedo (2002) también encontraron un predominio en la participación de los hombres en actividades trasnacionales en el ámbito sociocultural entre inmigrantes latinos en Estados Unidos.

De acuerdo con los argumentos expuestos en este trabajo, la mayor participación de los hombres en prácticas trasnacionales correspondería a un trasnacionalismo reactivo ante la pérdida de estatus y reconocimiento en la sociedad receptora. En contraste, en el caso de las mujeres, la participación en prácticas trasnacionales dependería en mayor media del acceso a recursos.

 

Trasnacionalismo e inserción entre migrantes latinos

Los argumentos hasta aquí presentados sustentarían, principalmente, que existe una mayor disposición entre la mujer latina migrante a insertarse en la sociedad estadunidense que los hombres y, en contraste, un mayor compromiso de los hombres migrantes en prácticas trasnacionales que los unen a sus lugares de origen. El primer objetivo de este trabajo es analizar en qué medida efectivamente se dan dichas diferencias y su magnitud. Para ello se utilizaron datos de la encuesta realizada dentro del marco del Comparative Inmigrant Enterprise Project (CIEP). La encuesta se realizó en el invierno de 1997-1998 en tres comunidades latinas en Estados Unidos: dominicanos, salvadoreños y colombianos; en cuatro ciudades distintas: Nueva York, Los Ángeles, Washington D.C. y Providence.1 Se entrevistó a migrantes de primera generación que se identificaron como jefes de hogar. La encuesta contiene información sobre características demográficas, experiencia migratoria desde la llegada a Estados Unidos y participación en actividades trasnacionales. Fueron entrevistados 1 202 inmigrantes, de los cuales aproximadamente la mitad eran hombres. El cuadro 1 contiene la información sobre las características de la muestra por país de origen, por tipo de entrevista y por sexo.

 

Diferencias por sexo en la incorporación de migrantes latinos

Basado en la información disponible de la encuesta del CIEP, este trabajo utiliza diversas medidas de inserción y participación en prácticas trasnacionales de migrantes latinos de primera generación viviendo en Estados Unidos.2 Relativo al proceso de inserción de los migrantes a la sociedad estadunidense, se compararon las intenciones de residir en ese país diferenciadas por sexo.

El cuadro 2 también incluye cuatro mediciones comúnmente utilizadas en los análisis de la inserción de los migrantes a la sociedad receptora.3 La primera se refiere al tiempo de exposición al estilo de vida estadunidense. Se parte del supuesto de que a mayor tiempo en Estados Unidos o en los casos de migrantes que llegaron en etapas muy tempranas del ciclo de vida, habrá una mayor disposición a integrarse a la sociedad estadunidense. De encontrar diferencias por sexo en estas variables sería posible explicar las diferencias en las otras medidas de inserción por la mayor o menor exposición de hombres y mujeres migrantes a la sociedad estadunidense.

Las otras mediciones de la inserción de los migrantes están más relacionadas con las percepciones de los migrantes a partir de su interacción con la sociedad estadunidense. Así, se evalúan las diferencias por sexo en cuanto a las experiencias de discriminación en Estados Unidos, la percepción sobre la satisfacción con las oportunidades y el trabajo en dicho país y la distancia social con los estadunidenses blancos. El concepto de distancia social se construyó a partir de las respuestas de los migrantes sobre sus relaciones entre su grupo y los estadunidenses blancos (se preguntó si dichas relaciones eran distantes, amistosas o frías). Este concepto utiliza elementos del índice de discriminación y percepción social elaborado por Portes y Bach (1985). La razón por la cual nos centramos en la relación con la población blanca es que ésta constituye el grupo mayoritario en la sociedad estadunidense. La distancia con este grupo indica la distancia social respecto del grupo dominante y, por tanto, la distancia del centro de poder político, económico y simbólico en Estados Unidos. Las variables se construyeron de manera que a mayor valor de la respuesta menor distancia social.

Los resultados de la muestra sugieren que, efectivamente, en primera instancia habría una mayor disposición entre las mujeres migrantes de origen latino que entre los hombres en la misma condición a establecer su residencia definitiva en Estados Unidos. Las diferencias fueron significativas y este resultado corrobora lo sugerido por los estudios etnográficos. Sin embargo, los otros indicadores sugieren que, a pesar de la mayor resistencia de los hombres a quedarse en Estados Unidos, las percepciones sobre la experiencia migratoria no necesariamente son más negativas para los hombres que para las mujeres. En primer lugar, no observamos diferencias por sexo en cuanto al tiempo de exposición a la sociedad estadunidense.

Sí observamos una mayor percepción de discriminación entre los hombres comparado con las mujeres. Cerca de 60 por ciento de las mujeres declaró que nunca ha percibido discriminación en Estados Unidos. El mismo porcentaje fue de alrededor de 52 por ciento para los hombres.

A pesar de experimentar mayor discriminación, los hombres también reportaron mayor cercanía con los estadunidenses blancos. El cuadro 2 sugiere que no hay grandes diferencias por sexo en cuanto a la distancia social con dicho grupo étnico en Estados Unidos. Sin embargo, la única diferencia que fue significativa sugiere una mayor interacción positiva entre los hombres migrantes de origen latino comparado con las mujeres. En el mismo sentido encontramos que, contrario a lo que los estudios etnográficos sugerirían, los hombres perciben en promedio una mayor satisfacción con las oportunidades que han recibido en Estados Unidos comparado con las mujeres.

Aparentemente, los resultados son contradictorios. Las mujeres latinas parecen tener una mayor intención de establecerse en Estados Unidos; sin embargo, al mismo tiempo perciben una menor satisfacción y una mayor distancia del grupo étnico mayoritario en Estados Unidos, los blancos no hispanos. A pesar de la contradicción, los resultados sustentan los argumentos de Pessar (1999b). Por ejemplo, las medidas de satisfacción se refieren básicamente al trabajo. Según el argumento de Pessar, a pesar de las experiencias de discriminación en el mercado y en el lugar de trabajo para las mujeres migrantes, existe una valoración mayor en relación con los avances en cuanto a su estatus dentro del hogar y su posición como madres y esposas. En este sentido, las medidas de incorporación presentadas en el cuadro 2 no se refieren a estas ganancias dentro del hogar, sino que miden las interacciones con la sociedad estadunidense. Otra posible explicación pudiera basarse en las diferencias en el tipo de ocupación de hombres y mujeres. Una quinta parte de las mujeres entrevistadas no estaba trabajando. Al no trabajar, dichas mujeres estarían menos expuestas a una interacción cotidiana y cercana con la sociedad estadunidense, lo que explicaría, por un lado, que hubiera una menor percepción de discriminación, y por otro, que hubiera un menor grado de relaciones amistosas o laborales con la población estadunidense blanca, comparado con el grado de los hombres.

 

Trasnacionalismo y género entre migrantes latinos

La literatura reciente sobre trasnacionalismo ha demostrado la necesidad de analizar los diferentes campos de las prácticas trasnacionales por separado (Itzigsohn et al., 1999; Levitt, 2001; Portes et al., 1999). En este trabajo se analizan dos dimensiones: el trasnacionalismo económico y el sociocultural. El primero se refiere a la participación de los migrantes en actividades económicas que involucran tanto al país de origen como al país de destino. El segundo se refiere a las actividades que cruzan las fronteras y que tienen como fin recrear instituciones de la comunidad y mantener el sentido de pertenencia de los inmigrantes respecto de sus lugares de origen (Itzigsohn y Saucedo, 2002; Levitt, 2001). El cuadro 3 presenta los indicadores específicos utilizados para medir la participación en prácticas trasnacionales económicas y socioculturales y las diferencias por sexo.

En el caso de las actividades económicas, se incluye la participación de los migrantes en el envío de remesas y la participación durante los últimos cinco años en actividades relacionadas con llevar o traer mercancías hacia o del país de origen, la inversión en propiedades o el haber servido como portador de cartas, paquetes o remesas de otros inmigrantes. Los indicadores de las actividades socioculturales que se incluyen se refieren a la participación en comités o asociaciones de apoyo al pueblo natal, hacer aportaciones de dinero para proyectos comunitarios o participación en clubes deportivos vinculados con organizaciones similares en el país de origen.

Los resultados corroboran los hallazgos en cuanto a la mayor participación de los hombres en el ámbito trasnacional. Sin embargo, es interesante señalar que en el caso del trasnacionalismo económico, las diferencias en la participación entre hombres y mujeres sólo fueron estadísticamente significativas (p < 0.05) cuando implicaban el manejo directo de dinero. El comportamiento entre hombres y mujeres migrantes sólo es distinto en el envío de remesas y la inversión en propiedades. Este resultado pudiera apoyar la hipótesis del trasnacionalismo como una práctica que depende del acceso y el manejo de recursos entre los migrantes. Inclusive vale la pena resaltar que en el caso de las remesas, por lo general se envían regularmente (una vez al mes) y que la frecuencia en el envío no varía entre hombres y mujeres migrantes.

La diferencia en el acceso a recursos podría estar explicado en parte por la participación laboral de las mujeres. Como se mencionó, aproximadamente 20 por ciento de mujeres no trabajaban y es posible que, en consecuencia, su manejo de dinero fuera más limitado. Sin embargo, participan hombres y mujeres por igual en las demás actividades económicas trasnacionales utilizadas en este trabajo.

El ámbito de las actividades socioculturales se ve más claramente como un espacio de acción masculina. Por un lado, existe un componente también relacionado con el acceso a recursos financieros en cuanto a la aportación para proyectos comunitarios. No obstante, en general, las acciones trasnacionales socioculturales implicarían en cierto momento un mayor reconocimiento en el espacio público de la labor de los migrantes. En ese sentido, este resultado corrobora la mayor necesidad para el hombre migrante de buscar reconocimiento público en las comunidades de origen comparado con el caso de las mujeres migrantes.

 

La intersección entre trasnacionalismo, inserción y género

Además de las diferencias en los niveles de prácticas trasnacionales y en algunos de los indicadores de la inserción de los migrantes por sexo, la literatura etnográfica sugiere que los determinantes de ambos procesos varían para hombres y mujeres, en tanto que para los primeros se relaciona con una necesidad de reafirmación y de búsqueda de reconocimiento, mientras que para las segundas se relacionaría con la defensa de la mayor autonomía ganada frente al contexto de origen. Uno de los objetivos de este trabajo es probar si efectivamente se observan diferencias en los determinantes. Con este fin construimos un modelo de los determinantes de la inserción de los migrantes a la sociedad receptora y de trasnacionalismo. La figura 1 presenta el modelo conceptual que proponemos.4

El modelo incluye siete variables que sintetizan nuestro entendimiento del proceso causal que moldea la interacción de los migrantes con la sociedad receptora y la formación de lazos trasnacionales. Las siete variables son: exposición a la sociedad estadunidense, estatus socioeconómico, experiencias de discriminación, satisfacción con las oportunidades en los Estados Unidos, trasnacionalismo económico, trasnacionalismo sociocultural y una medida de distancia social de los inmigrantes respecto de los estadunidenses blancos. Estas variables se constituyen como variables latentes que resumen las variables observadas incluidas en los cuadros 2 y 3.

El modelo puede dividirse en tres partes. En una primera etapa, se presenta un modelo explicativo comúnmente utilizado en el análisis de la incorporación de los migrantes. Se toma como variable exógena la exposición al estilo de vida estadunidense. Esta variable capta la dimensión temporal de la experiencia de los migrantes, la cual consideramos como un factor clave en cualquier proceso de incorporación. Por ello, la experiencia en los Estados Unidos afecta a todas las otras variables del modelo. Las dos variables siguientes son las experiencias de discriminación y el estatus socioeconómico,5 las cuales a su vez influyen en la percepción sobre la satisfacción con las oportunidades en Estados Unidos. Hasta aquí estaríamos captando en una primera instancia las relaciones causales referentes a la inserción de los migrantes a la sociedad receptora.

La segunda parte del modelo presenta una de las principales innovaciones de este trabajo en cuanto a que estudia cómo la incorporación a la sociedad estadunidense afecta la participación en prácticas trasnacionales. Se analiza, por tanto, la influencia de las cuatro variables latentes mencionadas sobre el trasnacionalismo económico y el trasnacionalismo sociocultural. La etapa final del modelo presenta una medición adicional sobre la percepción de los migrantes respecto de su interacción con la sociedad receptora, específicamente con los blancos en Estados Unidos. La pregunta es en qué medida los lazos trasnacionales y las otras medidas de incorporación afectan la distancia social entre los inmigrantes y el grupo étnico mayoritario en Estados Unidos. Si consideramos que los inmigrantes latinos en dicho país son considerados como un grupo racial distinto, el entendimiento y las percepciones de la distancia racial se convierten en uno de los temas centrales para estudiar el proceso de incorporación de los migrantes.

Desde la perspectiva de la división racial en la vida estadunidense, la tesis de la asimilación segmentada argumenta que la incorporación podría implicar una mayor —y no una menor— distancia social entre los inmigrantes y la población blanca (Portes y Rumbaut, 2001; Zhou, 1999). Los efectos del tiempo en Estados Unidos, el estatus socioeconómico, las experiencias de discriminación y la satisfacción con las oportunidades servirán para examinar si las diferencias en la incorporación de los migrantes llevan a un aumento en la distancia social y a una consolidación de la línea que divide a los grupos raciales, y si dicho proceso varía entre hombres y mujeres. Los efectos de las variables trasnacionales sobre la distancia social nos permitirán considerar en qué medida la participación en procesos trasnacionales y la incorporación son excluyentes entre sí o complementarios.

Una de las innovaciones de este trabajo es que analiza la relación entre trasnacionalismo e inserción a la sociedad estadunidense. Hasta ahora, la literatura sobre trasnacionalismo sugiere que ambos procesos no son necesariamente excluyentes. Los migrantes de primera generación se vuelven parte del país receptor y participan en sus instituciones al mismo tiempo que mantienen lazos con sus países de origen (Itzigsohn y Saucedo, 2002; Levitt, 2001). En ese sentido, nuestro trabajo contribuye a esta discusión en cuanto a que investiga la intersección entre incorporación y trasnacionalismo desde una perspectiva de género.

El cuadro 4 resume la dirección de las relaciones causales esperadas. En su mayoría, dichas relaciones se derivan de los planteamientos presentados a lo largo de este trabajo. Cabe, sin embargo, especificar algunos aspectos. La influencia del estatus socioeconómico sobre las prácticas trasnacionales pone a prueba el argumento del peso del acceso a recursos sobre las mismas. De igual manera, la variable sobre discriminación sustentaría la hipótesis del trasnacionalismo como una reacción ante las experiencias negativas en la sociedad receptora.

El modelo que se presenta en la figura 1 y las relaciones causales propuestas en el cuadro 4 operarían, en lo general, en la misma dirección tanto para hombres como para mujeres. Esperaríamos, sin embargo, que algunos determinantes tuvieran mayor peso para uno u otro sexo. Esto conformaría las hipótesis particulares en cuanto a la intersección entre incorporación, trasnacionalismo y género. En específico:

1. Suponemos que, para las mujeres migrantes de origen latino, el estatus socioeconómico tendrá un mayor peso que para los hombres, en relación con la participación en prácticas trasnacionales.

2. En la misma lógica, sería de esperarse que las experiencias de discriminación fungieran con mayor fuerza como determinantes de las actividades trasnacionales entre los hombres migrantes, comparado con las mujeres.

3. Esperaríamos que el estatus socioeconómico influyera con mayor fuerza sobre la distancia social en el caso de los hombres respecto de las mujeres. La hipótesis de la asimilación segmentada argumenta que la distancia social entre inmigrantes y los grupos mayoritarios depende de la posición de clase de los inmigrantes. De acuerdo con la literatura, supondríamos que el mayor o menor estatus y la movilidad social tendrían un mayor peso en la incorporación de los hombres a la sociedad estadunidense.

4. Asimismo, las experiencias de discriminación influirían en una mayor distancia social, especialmente en el caso de los hombres, dado que no poseen los mecanismos compensatorios que tienen las mujeres migrantes respecto a las ganancias en su estatus social.

Finalmente, el modelo también evalúa la interacción entre incorporación y trasnacionalismo. En otras palabras, se busca analizar en qué medida la mayor participación en algunos de los procesos disminuye la participación en el otro. En este sentido, no tenemos hipótesis iniciales sobre la dirección de las variables (en el cuadro 4 se refiere a las relaciones causales marcadas con un signo de interrogación). Es posible que los migrantes disminuyan los lazos con el país de origen cuando ha habido una mayor integración, por ejemplo, a través de una mayor exposición al estilo de vida estadunidense. Asimismo, la participación en prácticas trasnacionales también podría incrementar la distancia social si los esfuerzos por participar en la vida en el país de origen disminuyen los esfuerzos de integración al estilo de vida estadunidense. Sin embargo, los lazos trasnacionales podrían favorecer la incorporación de los migrantes a la sociedad receptora en la medida en que fortalecen el reconocimiento público de los logros y del estatus de los inmigrantes.

 

Método de análisis estadístico

El modelo utilizado se basa en la estimación de un modelo de ecuaciones estructurales con variables latentes. Este modelo está compuesto por dos partes: el modelo de medición y el modelo causal estructural. El primero analiza las relaciones entre las variables observadas y las variables teóricas utilizando la misma lógica del análisis factorial confirmatorio (Maruyama, 1997). Las variables teóricas en este trabajo son las presentadas en la figura 1 y se sustentan en las variables observadas que se presentaron en los cuadros 2 y 3 y en la sección anterior.6 La segunda parte del modelo explora las relaciones causales entre las variables latentes.7 El modelo estructural estima coeficientes que definen los efectos entre las variables latentes que conforman el modelo. En el caso específico de esta investigación se agrega la dimensión del análisis multigrupo que permite obtener con el mismo modelo coeficientes para grupos diferentes (en este caso hombres y mujeres) y evalúa si las diferencias entre dichos coeficientes son significativos. Con ello es posible ubicar en qué casos efectivamente los determinantes operan con distinta intensidad entre hombres y mujeres.

El uso de este tipo de análisis estadístico presenta ventajas para los objetivos de este documento, dado que permite investigar los efectos causales de las experiencias de los migrantes en Estados Unidos, sus prácticas trasnacionales y su nivel de integración a la sociedad estadunidense. El análisis multigrupo permite agregar la dimensión de género a la interpretación de los resultados.

 

Resultados

En la primera parte del modelo, los resultados van en el sentido esperado. La exposición a la vida en Estados Unidos tiene una influencia significativa y positiva sobre el estatus socioeconómico y sobre la satisfacción con las oportunidades en dicho país. Como lo muestra el cuadro 5, el efecto es similar para ambos sexos. Por otra parte, no encontramos ningún efecto significativo de la exposición al estilo de vida estadunidense sobre las experiencias de discriminación. Finalmente, la satisfacción con las oportunidades laborales está influida positivamente por el estatus socioeconómico, y de manera negativa, por las experiencias de discriminación. En cuanto a las diferencias de género, en esta primera parte los determinantes de la inserción de hombres y mujeres migrantes no varían notablemente.

En la segunda etapa del modelo se evalúan los determinantes del trasnacionalismo entre migrantes latinos en Estados Unidos. Los resultados apuntan, en lo general, hacia las direcciones esperadas (cuadro 6). Observamos que el trasnacionalismo tiene un componente determinado por el acceso a recursos como lo demuestra el impacto positivo y significativo del estatus socioeconómico sobre ambos tipos de actividades trasnacionales (económicas y socioculturales). En el mismo sentido, los coeficientes que se observan en el cuadro 6 respecto de la influencia del estatus socioeconómico sobre las variables de trasnacionalismo sugieren que para las mujeres el acceso a recursos, tiene mayor importancia que para los hombres en la determinación de las prácticas trasnacionales. Este resultado apoyaría una de las hipótesis principales planteadas en este trabajo.

Los coeficientes que se presentan en el cuadro 6 también apuntan en el sentido de la participación en prácticas trasnacionales como una reacción ante experiencias de discriminación en Estados Unidos; según a la hipótesis planteada con anterioridad, este efecto sólo fue positivo y significativo para los hombres y no para las mujeres respecto del trasnacionalismo económico y del sociocultural.

Hasta aquí conviene hacer una aclaración metodológica. A pesar de que la dirección y las diferencias en la magnitud de los coeficientes para las prácticas trasnacionales apuntan de acuerdo a lo esperado en cuanto a que los determinantes actúan de forma distinta entre hombres y mujeres migrantes, una comparación estadística de los coeficientes sugiere que las diferencias no son estadísticamente significativas.8 En este sentido, los resultados de nuestra investigación deben tomarse con cierta reserva.

En la etapa final del modelo se evalúa tanto el efecto de otras variables de inserción como el efecto del trasnacionalismo sobre una medida adicional de la percepción de los migrantes respecto de su relación con el grupo mayoritario en Estados Unidos. El cuadro 7 presenta los resultados de las relaciones causales para la distancia social. Contrario a la tesis de la asimilación segmentada, la mayor exposición a la vida en Estados Unidos aumenta la cercanía social con la población blanca en ese país, como lo refleja el coeficiente positivo y significativo de dicha variable sobre la distancia social.9 Asimismo, el estatus socioeconómico y la satisfacción con las oportunidades en Estados Unidos (ésta última sólo en el caso de los hombres migrantes) también disminuyen la distancia social. Como era de esperarse, cuando el entrevistado reportaba experiencias de discriminación, la distancia social se incrementaba.

En cuanto a las diferencias entre hombres y mujeres, anteriormente expusimos que esperaríamos que el estatus socioeconómico tuviera mayor influencia sobre la distancia social percibida por los hombres. Sin embargo, nuestro análisis sugiere que el impacto es similar para ambos sexos. En el caso de la discriminación sí encontramos un mayor peso de esta variable sobre las percepciones de la distancia social para los hombres. Esto sugiere que el encuentro con el sistema racial estadunidense afecta más el proceso de incorporación de los hombres migrantes, mientras que para las mujeres los avances en su posición de género dentro del hogar podrían compensar las desventajas en cuanto a su posición dentro de dicho sistema en Estados Unidos.10

Otro efecto en el sentido esperado se refiere al peso del tiempo de exposición a la vida estadunidense sobre la distancia social. De acuerdo con la hipótesis de la asimilación linear, esperábamos que los coeficientes apuntaran hacia una menor distancia social. Nuestro análisis apoya este efecto tanto para hombres como para mujeres, siendo el efecto de mayor magnitud para estas últimas. Los resultados apoyarían el argumento de que la exposición a la vida estadunidense provee a la mujer migrante de un mayor acceso relativo a recursos materiales e institucionales, al menos si se le compara con el mismo acceso para los hombres y respecto de sus comunidades de origen, lo que se traduciría en un mayor peso de la exposición a la vida estadunidense sobre la inserción medida a través de la distancia social.

Un objetivo más de este artículo era examinar la relación entre trasnacionalismo e incorporación. Una primera conclusión en este sentido es que la incorporación y el trasnacionalismo son procesos paralelos. Así, la exposición a la vida en Estados Unidos aumenta la participación en actividades trasnacionales, especialmente en el caso de los hombres (cuadro 6). Este resultado sugiere que el paso del tiempo y la mayor exposición a los valores, normas y recursos en el país receptor (asimilación lineal) no disminuyen los lazos de los migrantes con sus países de origen. Por el contrario, en la medida que la mayor inserción implica también un mayor acceso a recursos es posible que facilite la participación en prácticas trasnacionales. El efecto es de nuevo más fuerte en el caso de las mujeres, lo cual apoya de manera indirecta la hipótesis de que para éstas últimas es más importante su acceso a recursos y su consolidación en el país de destino como determinantes de su participación en prácticas trasnacionales. Los resultados en cuanto a la relación entre trasnacionalismos y distancia social van en el mismo sentido. De acuerdo con nuestro análisis, no hay evidencias de que la participación en prácticas trasnacionales afecte el proceso de incorporación a la vida estadunidense y, en este caso, el resultado apunta en la misma dirección para hombres y mujeres.

El paralelismo entre incorporación y trasnacionalismo se corrobora con el hecho de que la influencia de la mayoría de las variables en el modelo va en el mismo sentido para las variables de trasnacionalismo y distancia social. El único elemento que actúa de forma distinta es la experiencia de discriminación. Efectivamente, se observa una mayor participación en prácticas trasnacionales y un distanciamiento de la sociedad estadunidense como reacción ante las experiencias de discriminación en Estados Unidos.

 

Reflexiones finales

La pregunta central de este trabajo se resume en explorar las diferencias de género en el proceso de inserción a la sociedad estadunidense y la participación en prácticas trasnacionales entre migrantes latinos. En primer lugar, las estadísticas descriptivas corroboran la mayor disposición de las mujeres migrantes a permanecer en Estados Unidos, que es uno de los indicadores principales de su inserción. Sin embargo, los datos también sugieren que este proceso es complejo y no está exento de contradicciones. Eso explicaría que, a pesar de que las mujeres tienen menor disposición a regresar a sus países de origen, los hombres expresen mayor satisfacción con las oportunidades en Estados Unidos y, en cierto grado, menor distancia social con la población blanca en ese país. Una posible explicación que merecería mayor atención se referiría a las diferencias en cuanto al proceso de incorporación entre mujeres que trabajan y aquéllas que no trabajan. Posiblemente, la mujer que no trabaja está menos expuesta a la interacción con la sociedad estadunidense y tiene un menor acceso a recursos financieros, lo que implicaría un proceso de incorporación distinto a las mujeres que trabajan y tienen una mayor interacción cotidiana con otros.

Las diferencias en la participación en actividades trasnacionales también apuntan en el mismo sentido que los estudios etnográficos sobre migración latina. La participación de las mujeres está más restringida en las actividades que implican un manejo directo de recursos monetarios (por ejemplo, remesas, inversión en propiedades o envío de dinero para proyectos en el pueblo natal). Sin embargo, en otras actividades económicas trasnacionales que implican el ir y venir continuo entre el país de origen y el país receptor no hay diferencias significativas entre hombres y mujeres. También observamos que el ámbito del trasnacionalismo sociocultural se define por su predominio masculino. De nuevo encontramos argumentos que sustentarían la mayor necesidad de reconocimiento público en el lugar de origen entre los hombres, posiblemente como una forma de enfrentar la falta de reconocimiento y la imposibilidad de traducir sus éxitos económicos en mayor estatus social dentro de los Estados Unidos.

A pesar de las diferencias en los niveles de participación en actividades trasnacionales y en la inserción a la sociedad estadunidense, nuestros resultados muestran que la mayoría de los elementos que intervienen en ambos aspectos operan en la misma dirección para hombres y mujeres y que no existen diferencias estadísticamente significativas en los efectos encontrados. Este resultado tiene sentido si consideramos que los inmigrantes enfrentan por igual problemas tales como la necesidad de buscar un ingreso, el aprendizaje de la lengua, la discriminación y la preocupación por asegurar el futuro de las siguientes generaciones. Sin embargo, nuestro análisis también sugiere ciertas diferencias de género. En los casos específicos del efecto de la discriminación y del estatus socioeconómico sobre el comportamiento de hombres y mujeres migrantes encontramos diferencias en los coeficientes y sus niveles de significancia. En este sentido, a pesar de que la experiencia de hombres y mujeres no es radicalmente distinta, lo que influye con mayor fuerza para las mujeres migrantes no es igual para los hombres. Las mujeres experimentan y responden a los avances en su estatus de género (en su condición de esposas y madres) y al mayor acceso a recursos con una mayor incorporación a la sociedad estadunidense. Sin embargo, también su participación en actividades trasnacionales responde, en mayor medida que para los hombres migrantes, al status socioeconómico. Por otro lado, nuestro análisis sugiere que las barreras estructurales de clase y raza en el contexto de origen tienen una mayor influencia en la respuesta de los hombres, al menos entre los migrantes de primera generación.

Nuestro trabajo apunta hacia la necesidad de continuar con la perspectiva de género en el análisis del proceso migratorio y sus consecuencias. Sería importante extender este esfuerzo al entendimiento de las experiencias de la segunda generación. Las hijas de los migrantes crecen en el sistema estadunidense de desigualdad de género y, por ello, no perciben la mejora relativa en su posición de género en comparación con la situación de sus madres. Una de las conclusiones de este trabajo apunta que la incorporación exitosa de las mujeres migrantes, y posiblemente de sus hijas, se relaciona con la disponibilidad de mecanismos institucionales que incrementen la igualdad de género. En este sentido, esta demanda se suma a las demandas de justicia social y racial para los migrantes en Estados Unidos.

Nuestro trabajo se basa en la comparación de los resultados de estudios de caso utilizando un análisis estadístico complejo. Sin embargo, los resultados están sujetos al hecho de que la muestra no es representativa. Consideramos que, a pesar de este inconveniente, nuestra investigación constituye un avance en la evaluación de los estudios etnográficos a la luz de la experiencia de tres grupos de migrantes latinos desde una perspectiva metodológica distinta. La falta de representatividad estadística de nuestra muestra afecta principalmente el nivel de generalización de nuestros resultados. Aun así, lo que perdemos en generalización lo ganamos en cuanto a que nuestro trabajo logra una exploración exhaustiva de la relación entre incorporación, trasnacionalismo y género, así como en el análisis de diversas perspectivas teóricas. Nuestros resultados sostienen que existen diferencias de género en el proceso de incorporación y la participación en prácticas trasnacionales entre migrantes de primera generación a partir de las evaluaciones de proposiciones complejas con los datos de una muestra que se tomó en lugares distintos y entre poblaciones de diversos países de origen.

 

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Notas

1 Los sitios para la entrevista se eligieron con el criterio de que fueran zonas con una elevada concentración residencial de estos grupos de inmigrantes. La muestra está formada por un componente aleatorio (dos terceras partes) y un componente seleccionado por referencias en los puntos de entrada (otra tercera parte). La selección del componente no aleatorio responde a la necesidad de contar con suficientes casos para el estudio de las prácticas trasnacionales, que era el objetivo principal de la encuesta.

2 En la selección de variables de medición influyó el método estadístico utilizado en la siguiente etapa de este trabajo. Como se describirá más adelante, se evitó el uso de variables dicotómicas o nominales. Asimismo, cuando había varias preguntas relacionadas con el mismo concepto (por ejemplo, trasnacionalismo económico) se seleccionaron aquellas variables que favorecían la construcción de variables latentes, las cuales se utilizaron para el análisis estadístico de este trabajo.

3 Las mediciones sugeridas en este apartado se utilizan posteriormente para construir las variables latentes que se utilizan en el análisis estadístico.

4 El análisis estadístico utiliza un modelo de ecuaciones estructurales basado en variables latentes. El procedimiento se explica en una sección posterior. Una de las principales ventajas de los modelos de ecuaciones estructurales es que permite la investigación de múltiples y complejas relaciones causales.

5 El estatus socioeconómico está construido a partir del nivel de educación de los migrantes y su ocupación (no trabaja, trabajador manual, calificado o autoempleado, profesionista o administrador o empresario).

6 En la construcción de las variables latentes no se incluyeron planes de regresar al país de origen ni envío de remesas. En el primer caso, las ecuaciones estructurales no permiten la inserción de variables dicotómicas. En el segundo, el envío de remesas presentaba un comportamiento distinto a las otras medidas de trasnacionalismo económico, por lo que generaba inestabilidad en la construcción de la variable latente.

7 Para mayor información sobre la lógica de las ecuaciones estructurales y la conformación de los modelos de análisis se recomienda revisar a Murayama (1997).

8 Una de las ventajas del método estadístico utilizado en este trabajo es que hace la comparación entre los coeficientes para dos grupos; en este caso, hombres y mujeres. Para dicha comparación se realizan pruebas de Ji-cuadrada.

9 Como se mencionó antes, los índices que conforman la variable de distancia social señalan menor distancia social cuanto mayor es el valor del índice.

10 De nuevo, con la salvedad de que las diferencias no fueron estadísticamente significativas, según las pruebas de Ji-cuadrada.

 

Información sobre los autores

Silvia E. Giorguli Saucedo. Es profesora en el Centro de Estudios Demográficos, Urbanos y Ambientales de El Colegio de México y actual Coordinadora Académica del Doctorado en Estudios de Población en esa misma institución. Obtuvo la Maestría en Demografía en El Colegio de México (1997) y el Doctorado en Sociología en la Universidad de Brown (2004). Sus líneas de investigación son sobre migración internacional (impactos en las comunidades de origen, género y familia, trasnacionalismo), estudios de familia y transiciones a la edad adulta (en lo que se refiere a educación y trabajo). Entre sus publicaciones recientes destaca el capítulo del libro "Deserción escolar, trabajo adolescente y estructuras familiares en México", en José Luis Lezama y José Morelos, Población, ciudad y medio ambiente en el México Contemporáneo, 2006; y "Les conséquences sociales de la migration mexicaine aux Etats-Unis dans les communautés d'origin", en Migrations et Societé, vol. 102, 2005. Asimismo, ha publicado en otras revistas especializadas nacionales e internacionales. Correo electrónico: sgiorguli@colmex.mx.

José Itzigsohn. Es profesor de Sociología en Brown University. Itzigsohn recibió su doctorado de la Universidad Johns Hopkins en 1995 y es el autor de Developing Poverty (Penn State. 2000). Este libro compara las economías informales de Costa Rica y la República Dominicana y analiza el efecto de diferentes políticas públicas sobre la estructura del mercado de trabaj o y la pobreza. Ha publicado numerosos artículos y capítulos sobre las identidades raciales y étnicas de los migrantes latinos y sobre los vínculos transnacionales de los inmigrantes. Actualmente esta escribiendo un libro sobre la migración dominicana a Providence, Rhode Island. Este libro estudia los procesos de incorporación de los inmigrantes y sus prácticas trasnacionales. También está haciendo investigación sobre las empresas recuperadas en Argentina, analizando como opera la democracia en una empresa dirigida por los trabajadores y que formas de solidaridad genera la recuperación de empresas. Correo electrónico: Jose_Itzigsohn@brown.edu.

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