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Papeles de población
versión On-line ISSN 2448-7147versión impresa ISSN 1405-7425
Pap. poblac vol.21 no.86 Toluca oct./dic. 2015
La evolución demográfica y la importancia de los flujos migratorios en Rusia: un recorrido histórico
Demographic evolution and the importance of migration flows in Russia: a historical overview
Margarita Rohr Trushcheleva y Vicente Pallardó López
Universidad de Valencia.
Artículo recibido el 8 de septiembre de 2014
aprobado el 1 de julio de 2015.
Resumen
La actual fragilidad de la situación demográfica de la Federación de Rusia, que induce a pensar en un escenario futuro preocupante y muy alejado del tipo de tensiones demográficas que, por diferentes motivos, se esperan en otros grandes países emergentes, ha sido influenciada por los acontecimientos bélicos, políticos, económicos y sociales ocurridos en Rusia desde finales del siglo XIX hasta el presente. En particular, entre 1992 y 2008 la población rusa se redujo en seis millones de personas, una cuantía significativa que se deriva, entre otros factores, de las deficiencias en el sistema de salud pública y en la red de servicios sociales a la población. No obstante, la creciente migración, sobre todo de las antiguas ex repúblicas soviéticas, ha permitido recuperar recientemente la senda positiva de crecimiento de la población. En todo caso, de no producirse una normalización de las pautas demográficas rusas, en especial en lo relativo a los movimientos naturales de población, podrían tener lugar serias repercusiones económicas y un significativo debilitamiento estratégico del país.
Palabras clave: Crisis demográfica, Rusia, migración.
Abstract
The fragility of the current demographic situation in the Russian Federation, which leads to think of a worrying future far from the demographic tensions that, for different reasons, are expected in other emerging countries has been caused because of military, political, economic and social events that have occurred in Russia since the end of the XIX century to our days. Particularly, between 1992 and 2008, the Russian population went down in six million people, a significant amount arising among other factors, from the deficiencies in the public health system and in the network of social services. However, the increasing migration above all of the former Soviet republics, has recently allowed recovering the positive trend of population growth. In any case, if a normalization of Russian demographic patterns not occurs, especially with regard to natural population movements, there could be serious economic consequences and a relevant strategic weakening of the country.
Key words: Demographic Crisis, Russia, migration.
Introducción
En la actualidad, la Federación Rusa, con una población que ronda los 143 millones de habitantes, ocupa el noveno puesto en el ranking mundial de los países más poblados (véase Gráfica 1). Incluso en una retrospectiva breve, se percibe una rápida pérdida de posiciones en términos comparativos (Rusia era la quinta potencia demográfica en 1990 y la sexta en 2000) y absolutos (la población rusa excedía los 148 millones de habitantes a principios de la última década del siglo XX). Cuando la mirada al pasado se extiende un siglo, el desmoronamiento del peso demográfico ruso es mucho más acusado (véase Gráfica 2). En efecto, a finales del siglo XIX, en todo el territorio del Imperio Ruso vivía alrededor de ocho por ciento del total de la población mundial, y en la parte correspondiente a las fronteras de la actual Federación de Rusia esta cifra se situaba sobre 5.5 por ciento, mientras que en la actualidad sólo alcanza 2.4 por ciento de la población mundial. De modo que, en apenas una centuria, el peso demográfico relativo de Rusia se ha reducido en más de 55 por ciento.
Las implicaciones económicas y geopolíticas de una evolución demográfica de este perfil, en particular en caso de no revertirse, pueden ser significativas al menos en tres dimensiones: primera, las dificultades de las nuevas cohortes de población para sostener financieramente a las precedentes, más numerosas. Segunda, el impacto negativo sobre la fuerza laboral disponible. Tercera, el potencial riesgo geopolítico del "vacío demográfico" en la Rusia al este de los Urales.1
En un mundo que ha sido testigo en el periodo considerado de un auténtico despegue demográfico prácticamente generalizado (la población mundial se ha cuadruplicado desde 1900), el virtual estancamiento del número de habitantes en Rusia refleja la confluencia de acontecimientos sociopolíticos, económicos y bélicos que han supuesto lastres para la normal evolución de la población rusa, en algunos casos con repercusiones de largo plazo. Es más, en las últimas décadas, el crecimiento natural de la población rusa es persistentemente negativo (véase Gráfica 3), presagiando un declive demográfico catastrófico solo paliado, al menos parcialmente y a corto plazo, por la inmigración procedente de otras antiguas repúblicas soviéticas, proceso que, por su parte, está dando lugar a ciertas tensiones sociales y políticas de origen étnico.
En el presente estudio se analiza la evolución histórica de la demografía en Rusia desde finales del siglo XVIII, a través de tres grandes etapas (el final de la Rusia zarista, el periodo de Rusia como eje angular de la Unión Soviética y las algo más de dos décadas de la Federación Rusa), y se ponen de manifiesto los factores críticos, algunos de ellos claramente diferenciales respecto a otras grandes potencias, que justifican la singular evolución demográfica del país.
La evolución demográfica en la Rusia zarista
Los acontecimientos políticos, económicos y sociales de los siglos XIX y XX sucedidos en el territorio ruso perjudicaron el curso natural de la evolución demográfica de Rusia, afectando de lleno el destino de una población que, a lo largo de varias generaciones sucesivas, experimentó situaciones extremas que desembocaron en lo que bien puede calificarse como catástrofes sociales en general y demográficas en particular.
El primer periodo a considerar, bajo el Régimen zarista, corresponde al proceso de la formación del Imperio Ruso, consistente en la ampliación de las fronteras existentes, mediante la anexión de nuevos territorios y, con ello, de nuevas naciones (un proceso extendido entre el siglo XVIII y principios del siglo XX). Así, ya al final del siglo XIX la población total del Imperio Ruso se situaba alrededor de los 129 millones de personas, según los datos del censo de población de 1897 (véase Cuadro 1).
En este periodo de transición entre los siglos XIX y XX la evolución demográfica de Rusia fue favorable, aunque con una mínima ralentización en el crecimiento de la población (véase Cuadro 2). Entre los principales determinantes del crecimiento natural de la población destacan las altas tasas de natalidad y de mortalidad, sobre todo de la mortalidad infantil. Además, debido a que las tasas de nacimiento cubrían de sobra las tasas de mortalidad, la edad media de la creciente población era relativamente baja.
Por otra parte, gracias al rápido crecimiento de las ciudades, el peso de la población urbana aumentó considerablemente, si bien a finales de 1913 todavía comprendía solo a 15 por ciento de la población total.
Otra característica del crecimiento de la población en este periodo fue el carácter colonial y centrífugo de los procesos migratorios, que ayudaron no sólo a la formación del Imperio Ruso, sino también a conservar y desarrollar los nuevos territorios integrantes de Asia Central, Cáucaso y otros.
Un rasgo singular del periodo (aunque ya iniciado en décadas anteriores) fue el final de la reducción catastrófica de la población georgiana, que venía produciéndose paulatinamente desde el ya lejano siglo XIII;2 los ritmos de crecimiento demográfico en Georgia se aceleraron tras su anexión a Rusia en 1801-1864. Además, el incremento del flujo migratorio ruso ayudó a reconstruir el país y, con la recuperación económica, impulsar el avance de la misma población georgiana. Así, en 1897 la población de Georgia alcanzó los 1.89 millones de personas (785 mil habitantes al final del siglo XVIII), y en 1913 ya alcanzaba los 2.6 millones de personas.3 Alrededor de 20 por ciento de este incremento se atribuye a los emigrantes rusos. A finales de 1917 la población rusa en Georgia superaba las 189 mil personas, lo que significaba 7.5 por ciento de la población total.4 En sentido opuesto, este movimiento contribuye a explicar en un porcentaje significativo el tenor negativo de los flujos migratorios rusos que se recoge en el Cuadro 2.
Un impacto en el mismo sentido tuvo el trasvase de población rusa hacia Azerbaiyán. La rivalidad estratégica entre Rusia, Turquía y Persia conllevó, entre otros movimientos territoriales, que a comienzos del siglo XIX Azerbaiyán del Norte se incorporase definitivamente al territorio ruso, lo que favoreció su desarrollo económico y social en comparación con la parte del sur de este país (integrada en Irán). La población de rusos en Azerbaiyán hacia 1917 alcanzó las 224 mil personas (8.4 por ciento de la población total).
No obstante, el papel más importante de Rusia en términos demográficos fue su interrelación con el Estado Armenio, aunque en este caso el impacto sobre los flujos migratorios rusos fue positivo en el periodo que nos ocupa. La incorporación de la parte oriental de Armenia al Imperio Ruso, a raíz de la Guerra Ruso-Turca, fue seguida por una emigración a Rusia de armenios residentes en Persia y Turquía (y en Armenia occidental, aún bajo el Imperio Otomano), lo que dio lugar al aumento de la población armenia en Rusia hasta las 530 mil personas a principios del último tercio del siglo XIX. La emigración adquirió carácter masivo a raíz de las represalias contra los armenios de 1894-1896 en el Imperio Otomano (definidas por muchos historiadores como la "Masacre Armenia" o el "Genocidio Armenio"), como resultado de las cuales Rusia acogió alrededor de medio millón de armenios. Paralelamente, la población rusa en Armenia alcanzaría las 30 mil personas hacia 1917 (2.2 por ciento de la población total).
En total, en el territorio del Cáucaso la cifra de emigrantes rusos aumentó de 243 mil personas en 1897 hasta 442 mil en 1917, lo que supone más de 18 por ciento de la población total de esta región. Cabe destacar que precisamente esos emigrantes desempeñaron un papel esencial en la configuración del, en todo caso limitado, núcleo industrial de las repúblicas del Cáucaso.
Asimismo, destaca la importancia de los flujos migratorios de Rusia hacia las regiones de Asia Central, Kazajistán, Moldavia y otros. Precisamente en Asia Central los rusos se adaptaron bien a la vida de la población de origen y organizaron, además de la producción industrial que favorecía el desarrollo de las grandes ciudades, la producción agrícola, en cuyos productos la región era deficitaria, especialmente por lo que se refiere a la producción del trigo.
Desde el punto de vista demográfico es importante destacar los ritmos bajos del crecimiento de la población en Asia Central en la transición entre los siglos XIX y XX, a causa de la alta mortalidad de la población autóctona (véase Cuadro 3), lo que hizo singularmente relevante la aportación de emigrantes desde Rusia.
En definitiva, la incorporación de estos Estados al Imperio Ruso en la segunda mitad del siglo XIX propició la activación de los procesos migratorios entre estos países y el incremento de su población.
La transformación geopolítica más dolorosa y agresiva fue la anexión de los países Bálticos a Rusia. Cabe hacer notar que sólo Lituania podía considerarse como un Estado soberano con anterioridad, mientras que Letonia y Estonia adquirieron el estatus de país independiente sólo después de 1917, gracias al apoyo de la Rusia soviética, a la vez forzada a realizar estas concesiones territoriales por el estado de postración en el que había quedado debido a la confluencia de la Primera Guerra Mundial y la Revolución Rusa que puso fin al zarismo.
Lubaevsky (1996) comenta que la región báltica fue afectada por el proceso de la colonización eslava desde tiempos inmemoriales. Así, a lo largo del río Luga hubo asentamientos de los pueblos eslavos, así como cementerios de este origen, ya en los siglos X y XI. Pero solo después de la larga guerra del norte y la victoria del Pedro I contra los suecos al principio del siglo XVIII, la mayor parte del territorio báltico moderno se incorporó a Rusia y hasta 1918 tenía el estatus de provincias (Liflandia, Estlandia y Kurljandia).
Al principio, la emigración de Rusia a estos territorios fue poco significativa, pero ya hacia 1917 había aumentado considerablemente; la población rusa alcanzó en Lituania las 175 mil personas (5.9 por ciento de la población total), 228 mil rusos en Letonia (9.6 por ciento) y 47 mil emigrantes en Estonia (4.2 por ciento). En comparación, estas cifras en 1858 equivalían respetivamente a 36, 72 y 19 mil personas. En términos generales, en estas repúblicas la población total emigrante (ucranianos, polacos y otros) aumentó de forma espectacular entre mediados del siglo XIX y la segunda década del siglo XX.
El aumento del peso porcentual de la población foránea, además del incremento de la inmigración, también se debió a la emigración de los propios lituanos, letones y estonios a los países occidentales. Sólo entre 1899 y 1913 emigraron 222 mil lituanos a Estados Unidos. Además, el crecimiento natural de la población fue muy bajo en comparación con Rusia. Por ejemplo, en Estonia y Letonia este indicador fue de 7.9 por ciento en 1851-1860 frente a 12 por ciento en Rusia, y bajó hasta 2.9 por ciento en 1911-1916 frente a 13.2 por ciento en Rusia.
Cabe destacar que prácticamente todos los territorios incorporados a Rusia estaban poco poblados. Y cada vez que se anexionaban nuevos territorios se daba inicio a procesos migratorios más o menos intensos, normalmente del centro de Rusia a los nuevos territorios. La intensidad de este proceso dependía de las características de esos nuevos espacios: su ubicación, el volumen de población autóctona o las oportunidades para los inmigrantes rusos de alcanzar un estatus económico favorable, entre otros factores.
En total, en el periodo de 1796 a 1916, según los estudios de V. M. Moiseenko, de las regiones europeas de Rusia emigraron a sus fronteras 12.6 millones de personas.5 Restando de ellos los emigrantes a Siberia, Oriente Lejano y al Cáucaso del Norte, la emigración a los países cercanos europeos fue de alrededor de siete millones de personas, de los cuales 80 por ciento fueron rusos, seguidos por los ucranianos y otras nacionalidades.6
Indirectamente, el carácter centrífugo de los flujos migratorios de Rusia se confirma por los siguientes datos: la población de las provincias europeas del Imperio Ruso aumentó de 61.1 a 93.4 millones de personas entre 1863 y 1897 (1.2 por ciento, como promedio anual); en cambio, en la parte asiática el aumento fue de 3.9 por ciento medio anual, de 8.8 a 32.9 millones de personas.7
En resumen, el primer periodo aquí considerado, bajo el Imperio Zarista, destaca por el crecimiento de la población rusa gracias a las altas tasas de natalidad, mientras el carácter colonial de los flujos migratorios determinó un saldo migratorio apreciablemente negativo para Rusia en relación a la mayoría de los territorios referidos.
La evolución demográfica en la Rusia Soviética
El segundo periodo de la evolución demográfica en Rusia abarca el rango temporal que se extiende desde la institución del Estado Soviético hasta su disolución (1917-1991). En esta etapa, aunque desde el punto de vista histórico es relativamente breve, Rusia sobrevivió, no sin un impacto catastrófico sobre la población en varios momentos: al final de la Primera Guerra Mundial, la Revolución y la guerra civil posterior, el hambre de 1921-1923, el hambre de 1933, las represalias políticas estalinistas en los años 30-40, la guerra con Finlandia, la Segunda Guerra Mundial, el hambre de 1947, la participación en las guerrillas locales y la implicación en los conflictos bélicos en el exterior (por ejemplo, Afganistán). Todos estos acontecimientos, con especial mención a las dos Guerras Mundiales, las purgas estalinistas y las varias hambrunas acaecidas, influyeron dramáticamente en el crecimiento de la población.
Además, esta sucesión de fenómenos históricos originó diferentes formas del fenómeno migratorio, desde la migración planificada hasta la migración forzosa. No obstante, a pesar de la variedad de los procesos migratorios en esta etapa, el sentido de los flujos fue idéntico al del periodo anterior, es decir, que revistió un carácter neto centrífugo, "desde el centro hacia la periferia", aunque durante diversas fases se yuxtapusieron flujos migratorios tanto centrífugos como centrípetos.
Dividiremos esta segunda gran fase de la evolución demográfica rusa, la del periodo soviético, en cinco etapas, que, en su conjunto, y a pesar de esa concatenación de episodios adversos enumerados, presentan una tendencia positiva en el crecimiento de la población (véase Cuadro 4).
Primera etapa (1917-1926)
Se caracteriza por los primeros y difíciles años del gobierno comunista, en los que se produjo la formación de la Unión Soviética con el único centro en el territorio ruso. Tras la pérdida de una parte importante de la población en la Primera Guerra Mundial (alrededor de 2.3 millones de personas), el Estado soviético entró en la Guerra Civil, que supuso otros 700 mil muertos, en su mayoría hombres, lo que provocó que la población femenina superase en tres millones a la masculina, según los datos del censo de 1926,8 un desequilibrio que se ha repetido por diversas causas a lo largo de la historia demográfica rusa, sin ir más lejos en la época actual. Además de las pérdidas de la población a causa de las guerras, una parte de la misma murió a consecuencia de las epidemias y las hambrunas. En total, en este periodo el país perdió siete millones de habitantes.9 No obstante, aunque la natalidad disminuyó en la época de las guerras, ya hacia mitad de la década de 1920 recuperó un nivel alto, y gracias a ello el crecimiento natural de la población en este periodo fue de 22.7 personas por mil, y Rusia recuperó la mayor parte de la población perdida con cierta celeridad.
El cambio del régimen y la situación económica y social del país provocaron la salida masiva de emigrantes hacia los países occidentales de Europa (80 por ciento), al Oriente Lejano, a Estados Unidos, etc. En cambio, los flujos migratorios entre las repúblicas fueron poco significativos en este periodo, con un saldo positivo para Rusia cifrado entre las 100 mil y las 200 mil personas.10
Segunda etapa (1927-1940)
Definida por el incremento del saldo migratorio positivo desde las repúblicas (alrededor de 600 mil personas) debido a la industrialización de la URSS (Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas) (las primeras grandes instalaciones industriales impulsadas por los Planes Quinquenales se desarrollaron en Rusia), la ausencia de migración exterior, el hambre en 1932-1933 que provocó la muerte de alrededor de tres millones de personas, la colectivización y el traslado forzoso de miles de personas desde Ucrania, Bielorrusia y otras repúblicas a Siberia, así como el establecimiento del sistema planificado de redistribución de la población activa, por ejemplo, con la colocación obligatoria de las personas que terminaban la educación profesional y superior. Sólo en 1939-1940 de esta manera fueron redistribuidos nada menos que 29 millones de personas.11
Estos procesos, como puede comprobarse traumáticos y no voluntarios en gran medida, provocaron que en la década de 1930 la natalidad empezara a reducirse bruscamente, mientras que la mortalidad se mantenía en niveles altos.
Por otra parte, el establecimiento en 1932 del sistema de control de pasaportes limitó la emigración a las ciudades. Asimismo, el inicio de las represalias políticas se tradujo en deportaciones masivas, la primera de los cuales fue el traslado de 120 mil coreanos del Oriente Lejano a Asia Central.12 Estas deportaciones tuvieron mayor trascendencia en el periodo siguiente.
Tercera etapa (1941-1950)
Se identifica con la Segunda Guerra Mundial y con el carácter forzoso de los flujos migratorios de Rusia a las repúblicas de Asia Central y Kazajistán. Según las fuentes oficiales, las pérdidas de la población de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) en esta Guerra sumaron unos 27 millones de personas; de ellos, correspondieron a Rusia 14 millones. La acumulación de una baja tasa de natalidad y una desproporcionada tasa de mortalidad, aun mayor por lo que hace referencia a la mortalidad infantil, provocó el descenso en el crecimiento natural de la población en casi 10 millones de personas.
Entre los flujos migratorios interiores, la mayoría corresponde a las evacuaciones, que se estiman en 25 millones de personas13 (alrededor de tres millones corresponden a las repúblicas centroasiáticas mencionadas) y las deportaciones en la década de los años 40, durante las cuales, por ejemplo, alrededor de un millón de alemanes fue trasladado a Kazajistán y las regiones próximas.
En los primeros años después de la Segunda Guerra Mundial, según diferentes estimaciones, alrededor de tres millones de personas fueron repatriadas a la URSS. La mayoría procedían de los campos de concentración alemanes o correspondían a prisioneros de guerra capturados a los países derrotados en la contienda bélica. El 60 por ciento de ellos se quedó a vivir en territorio ruso. En general, en este periodo los acontecimientos militares y políticos afectaron negativamente al saldo migratorio, que se estabilizó en un poco menos de cuatro millones de personas.14
Cuarta etapa (1951-1975)
Se caracteriza por la recuperación de las altas tasas de natalidad y la baja notable de las tasas de mortalidad infantil gracias a la distribución masiva de antibióticos. Como consecuencia, ya en 1955 la población del país llego al nivel anterior a la Segunda Guerra Mundial y hasta 1975 la población aumentó exclusivamente gracias a su crecimiento natural.
Los flujos migratorios interiores aún seguían la dirección del centro hacia las repúblicas periféricas, aunque ya en menor medida, debido a la habilitación de las tierras vírgenes en Kazajistán,15 el desarrollo de la industria textil, de aluminio y otras en las repúblicas de Asia Central, así como la implantación de distintas empresas estatales en repúblicas Bálticas y el Cáucaso. Todo ello seguía suponiendo oportunidades interesantes para los emigrantes rusos hacia estas repúblicas soviéticas, mientras que de Rusia, en su mayoría, salía la población urbana, altamente calificada en comparación con el nivel educativo en las repúblicas de destino; la población rural solo se movía dentro de los límites de sus regiones.16
Al principio de la década de 1960, la situación empieza a cambiar a raíz de la salida de los rusos de otras repúblicas soviéticas debido al desempleo provocado por el aumento de la población autóctona y la sustitución del personal laboral ruso por el de origen. La primera república con la que Rusia empezó a acumular un saldo migratorio neto positivo, opuesto al habitual hasta entonces, fue Georgia. Poco después a este proceso se agregó Azerbaiyán. La dinámica general de los flujos migratorios de las repúblicas de la URSS se pude ver en el Cuadro 5.
Aún dentro de este periodo, en 1970, se inicia la segunda ola de los flujos migratorios hacia el exterior, principalmente por razones étnicas y políticas. Aquí destacan dos direcciones: la primera corresponde a la salida del país de los judíos a Israel y Estados Unidos (alrededor de 200 mil personas entre 1970 y 1988) y la segunda abarca a los disidentes que dejaron la Unión Soviética (alrededor de 50 mil emigrantes).
Cabe destacar que en el periodo de 1956 a 1975 una parte no desdeñable del crecimiento natural de la población de Rusia, que multiplicó por once el saldo migratorio negativo, se distribuyó hacia otras repúblicas soviéticas, mientras que entre 1976 y 1990 (siguiente etapa del periodo de la Rusia soviética) sólo 80 por ciento del aumento total de la población correspondería al crecimiento natural, que en este periodo fue apoyado por un saldo migratorio positivo, lo que compensó, en parte, la ralentización en el crecimiento natural.
Quinta etapa (1976-1991)
Con ella finaliza el periodo soviético, que estuvo caracterizado por una evolución demográfica favorable y un saldo migratorio positivo prácticamente con todas las repúblicas. Así, entre 1979 y 1988 sólo de Kazajistán a Rusia llegaron alrededor de 700 mil personas (en total salieron de Kazajistán tres cuartos de millón de habitantes) y de las repúblicas del Asia Central alrededor de 800 mil personas (véase Cuadro 6).
Estos flujos fueron, en buena medida, el resultado de la competencia en el mercado laboral de la población migrante y la población de origen. Por ejemplo, en las repúblicas de Asia Central, de 1976 a 1988, el número de autóctonos se duplicó, mientras los habitantes de otras nacionalidades únicamente aumentaron 38 por ciento (en Turkmenistán se redujeron 13 por ciento). El sesgo entre los incorporados al mercado laboral en estas repúblicas a favor de los locales queda constatado por el hecho de que la ratio de activos entre la población autóctona y la población general excedía en 40 por ciento la ratio en la población total. Esta presión de la oferta de activos propios conllevó, a través de mecanismos no siempre amistosos (aunque en muchos casos se debió a la presión a la baja sobre los salarios, que se convertían en poco atractivos para los rusos), la expulsión de una parte apreciable de población migrante rusa del mercado de trabajo de estas repúblicas. No debe olvidarse que en esta etapa confluyen también tensiones crecientes entre territorios de la ya casi en descomposición Unión Soviética, que incluyeron movimientos significativos de colectivos concretos, como los armenios (Sumgait, 1988 y Bakú, 1990) y los turcos mesjentinzev (Fergana, 1989).
Sólo con las repúblicas Bálticas y Ucrania, Rusia conservó hasta 1989 un saldo migratorio negativo, pero incluso para estos territorios se invirtió el signo a partir de este año.
En general, el saldo migratorio en este periodo fue positivo en 2.6 millones de personas, destacando el aumento notable de la emigración a los países fuera de las fronteras de la Unión Soviética desde 1988 (260 mil personas en 1988-1991).
Resumiendo, los resultados de este segundo gran periodo de nuestro análisis, el correspondiente a la vigencia de la Unión Soviética, llevan a concluir que la evolución demográfica, a pesar de episodios simplemente catastróficos, ofreció al final un resultado favorable, gracias a la rápida recuperación de las altas tasas de natalidad después de las sucesivas guerras que asolaron al país y a la baja significativa del nivel de mortalidad. A partir de 1955, el crecimiento natural de población fue continuo y estable, alrededor de uno por ciento, y permitió alcanzar la cifra de 148.7 millones de habitantes en Rusia en 1991. Respecto a la evolución de la migración, destaca la escasez de los flujos migratorios exteriores, mientras que la migración interior fue en dirección del centro de Rusia hacia sus periferias hasta la última fase del periodo soviético. El saldo migratorio total en el periodo 1917-1991 fue de una salida neta próxima a los cuatro millones de personas. Además, los resultados de la migración de la década de los 80 fueron contrarios a los de las décadas anteriores, lo que marcó el cambio en la dirección de los flujos migratorios y dio paso a una "recuperación" por parte de Rusia (no siempre por decisión voluntaria de los afectados) de parte de los emigrados -o, más frecuentemente, sus descendientes- que habían salido de Rusia hacia sus territorios próximos no sólo en las recientes décadas sino a lo largo de los tres siglos precedentes. Estas migraciones no solo fueron a causa de las circunstancias económicas propias de la época, sino que respondieron también a las tensiones entre los territorios de la Unión Soviética, dando origen, en algunos casos, a emigrados forzosos, que posteriormente se convirtieron en una característica principal de la tercera etapa.
La evolución demográfica en la Federación de Rusia
El tercer periodo en nuestro recorrido histórico (desde 1992 a la actualidad) se identifica con la crisis demográfica en Rusia y la aparición de los nuevos Estados soberanos en las antiguas ex repúblicas soviéticas, provocando que Rusia se convirtiese en el segundo centro de inmigración desde las antiguas repúblicas soviéticas, tras Estados Unidos, al alcanzarse la segunda década del siglo XXI.17
Según los datos del censo de 2002, la población de Rusia se redujo en 1.8 millones de personas desde 1989 hasta 2002, por la bajada brusca de la tasa de natalidad y el incremento del nivel de mortalidad. En la década de los 90, la mortalidad superaba los nacimientos en 1.5 veces, mientras que en 2002 esta cifra ya se situó en 2.6 veces, fenómeno absolutamente insólito en un país desarrollado. En especial, destaca la desmedida tasa de mortalidad de los hombres por debajo de la edad de jubilación, dando lugar a una esperanza de vida de 61.4 años, principalmente a causa del abuso del alcohol y el gran número de accidentes, asesinatos y suicidios. La esperanza de vida femenina en este periodo fue de 73.9 años, generando un lapso entre sexos difícil de encontrar en las estadísticas demográficas de cualquier otro país, al menos en tiempos modernos.
El descenso de la población durante el último quinquenio del siglo XX y la primera década del presente siglo fue continuado (en varios años con caídas que excedieron el medio millón de personas), pero a partir de 2009, gracias al saldo migratorio positivo, el proceso se detuvo y la población rusa ha vuelto a incrementarse, aunque de manera sumamente marginal, en los últimos años (véase Gráfica 4).
La disolución de la URSS aumentó considerablemente los flujos migratorios entre Rusia y el resto de las antiguas repúblicas soviéticas. La migración se incrementó en ambos sentidos. En el quinquenio 1989-1994 las salidas de Rusia se redujeron a la tercera parte, sobre todo en los años 1993 y 1994. En 1994, por primera vez, aumentaron las llegadas casi 25 por ciento, en comparación con el bienio 1992-1993, registrando el máximo histórico de 1.1 millones de inmigrantes. En total, entre 1991 y 1995 Rusia recibió de las ex repúblicas un aporte de población mayor que en los tres quinquenios anteriores.
A partir de 1995 el ritmo de llegada de inmigrantes empezó a reducirse. En primer lugar, a causa de la guerra en Chechenia y las tensiones derivadas de la misma entre Rusia y parte del área caucásica de la antigua Unión Soviética (problemas extendidos a la acogida de los emigrantes de esta procedencia por parte de los ciudadanos rusos); en segundo lugar, a raíz de las secuelas de la severa crisis económica de 1998, subproducto de la originada en el sudeste asiático. Adicionalmente, en el año 2000 el gobierno ruso cambió la legislación respecto a los migrantes, dificultando el proceso del registro, adquisición de la residencia y nacionalidad, lo que llevo ya en 2001 a la reducción de casi 50 por ciento del número de inmigrantes de las antiguas ex repúblicas soviéticas. En los años posteriores, la tendencia a la baja prosiguió, aunque en menor medida. En 2005, por ejemplo, el número de las personas llegadas a Rusia fue de 177 mil personas.
En general, en el periodo entre 1992 y 2010 el saldo migratorio neto entre Rusia y las antiguas repúblicas soviéticas siempre fue positivo para el antiguo centro. Un caso excepcional fue el de Bielorrusia, quizás la ex República más unida a Rusia en términos políticos y económicos tras la disgregación de la URSS, cuyo balance migratorio con Rusia durante una década fue positivo, aunque en conjunto el saldo neto no excedió para ese periodo las 16 mil personas.
En el extremo opuesto, el origen principal de los inmigrantes hacia Rusia fue Kazajstán, país al que corresponde casi un tercio de toda la inmigración de las ex repúblicas, seguido por Uzbekistán con 15 por ciento de la migración neta. El resto de las antiguas repúblicas soviéticas aportaron al saldo neto favorable de Rusia entre 6.5 y ocho por ciento, excluyendo los países Bálticos, cuya contribución fue poco significativa (véase Cuadro 7).
La migración forzosa, derivada de tensiones entre autóctonos y ciudadanos de origen ruso, en no pocos de los nuevos países independientes tras el colapso soviético, adquiere una especial importancia en este periodo, incluyendo también a los refugiados. Mientras la mayor parte de ellos hasta 1995 provenía de Tayikistán, en años posteriores se sumarán colectivos procedentes de Kazajstán, Uzbekistán, Georgia, Chechenia y Estonia.
Por otra parte, en un proceso muy novedoso respecto a casi todo el siglo precedente, la intensa apertura de Rusia al exterior provocó también el aumento de los flujos migratorios hacia países ajenos a la antigua Unión Soviética. Los principales países de destino de los migrantes rusos a finales del siglo XX y principios del siglo XXI han sido Alemania (de 1997 a 2010 salieron 386.6 miles de personas), Israel (73.7), Estados Unidos (54.4), Finlandia (11.7) y Canadá (10.8). En sentido contrario, aunque en volúmenes considerablemente inferiores, también se produjo la llegada a la Federación Rusa de contingentes de inmigrantes ajenos a la historia común de la Rusia zarista y de la Unión Soviética, sobresaliendo los procedentes de Alemania (de 1997 a 2010 llegaron 35.3 miles de personas), China (22), Israel (18.3), Estados Unidos (7.3), Vietnam (5.1) y Turquía (3.4).
Recapitulando los resultados del tercer periodo de la evolución demográfica de Rusia, se puede decir que la desintegración de la URSS influyó negativamente en el crecimiento de la población. A partir de 1991 bajó bruscamente la tasa de natalidad; en cambio, la mortalidad aumentó su nivel, sobre todo entre la población masculina del país, lo que conllevó una caída en la evolución natural de la población. No obstante, la apertura de Rusia hacia el exterior propició el aumento de los flujos migratorios tanto entre las antiguas ex repúblicas como con otros países, permitiendo cubrir, primero en parte y actualmente en su totalidad, el saldo negativo del crecimiento natural de la población; en particular por los flujos, voluntarios o inducidos por factores ajenos a la voluntad de los migrantes, correspondientes a las antiguas unidades integrantes de la Unión Soviética. Gracias a este saldo migratorio positivo, a partir de 2009 la población de Rusia volvió registrar una tendencia, aunque muy marginal, al alza.
No obstante, parece evidente que la reversión de la tendencia a una población encaminada al estancamiento, cuando no a la decadencia (al margen del envejecimiento) requiere de programas que traten de impulsar, tanto por el lado de la mortalidad como por el de la natalidad, el crecimiento vegetativo más allá de los flujos migratorios, que no necesariamente van a seguir siendo positivos en un futuro. En este sentido, el gobierno ruso parece sumamente consciente de la relevancia de este reto, y ha desarrollado programas y campañas tendentes a la consecución de este objetivo. Así, en 2005 el gobierno lanzó el proyecto nacional "Salud", dirigido a la solución de los problemas más importantes en el ámbito de la sanidad nacional. En 2007 puso en marcha un programa ofreciendo ayuda económica a las familias por tener dos o más hijos y mejorando las asignaciones por baja maternal.18 Además, en 2010, el gobierno aprobó el programa nacional "Vivienda 2011-2015", cuyo objetivo principal es facilitar el acceso a una vivienda adecuada a las familias jóvenes con hijos.
El fracaso en esta línea conduciría a un declive manifiesto de la Federación Rusa, al constituirse el descenso demográfico como un factor crecientemente limitativo del crecimiento económico, en línea con una tendencia más propia de los países más desarrollados que de las economías emergentes.19 Por supuesto, menor crecimiento económico y menores cohortes de población dificultarían el mantenimiento financiero de las más numerosas cohortes anteriores. Paralelamente, quedaría limitada de manera ostensible la explotación del potencial existente (sobre todo, pero no solo, en términos de recursos energéticos) en el Extremo Oriente ruso, siendo un factor que se sumaría a la compleja relación de Rusia con la inversión directa extranjera para dejar al país sin los recursos de empleo y capital físico y humano necesarios para ocupar y explotar adecuadamente todo ese territorio.
Conclusiones
En definitiva, se puede concluir que la situación demográfica de Rusia ha sido una fiel imagen de los acontecimientos bélicos, políticos, económicos y sociales ocurridos en este país desde finales del siglo XIX y hasta la actualidad. En su evolución se pueden destacar tres periodos bien diferenciados. El primer periodo (siglo XVIII, principios del XX), relacionado con la época zarista, cuyas características principales fueron las altas tasas de natalidad y el carácter colonial de los flujos migratorios, que propiciaron la salida de la población rusa hacía nuevos territorios. El impacto positivo de estos flujos en términos de repoblar zonas escasamente habitadas y, muy especialmente, de liderazgo en los incipientes procesos de industrialización en parte de estos territorios no debe ser subestimado.
El segundo periodo (1917-1991), definido por la época soviética, destaca por la superación de una larga serie de acontecimientos catastróficos, que afectaron severamente a la población soviética en general y rusa en particular. Así, el cómputo demográfico final de la etapa fue favorable, gracias a la rápida recuperación de las altas tasas de natalidad después de las dos guerras mundiales y la baja significativa del nivel de mortalidad. Respecto a la evolución de la migración, destaca la escasez de los flujos migratorios exteriores, mientras que la migración interior fue de alrededor de cuatro millones de personas. Además, los resultados de la migración de la década de 1980 supusieron un cambio histórico en la dirección de los flujos migratorios, dado que en ese momento Rusia vuelve a recibir más migrantes de los que parten de sus fronteras, siendo muchos de los entrantes descendientes de emigrantes rusos de décadas o siglos anteriores. Las migraciones no sólo fueron a causa de los acontecimientos económicos propios de la época, sino que también estuvieron provocadas por las severas tensiones que se fueron gestando a partir de la época soviética entre Rusia y algunas de las restantes Repúblicas Soviéticas.
El tercer periodo (1992-2011) corresponde a la Federación Rusa como un país soberano, y se caracteriza por la crisis demográfica provocada por la bajada brusca de la tasa de natalidad, mientras que la tasa de mortalidad aumentó, sobre todo en la población masculina del país, lo que llevo al descenso del crecimiento natural de la población. No obstante, los flujos demográficos positivos con las antiguas repúblicas de la URSS permitieron a Rusia, al menos a corto plazo, moderar e incluso invertir el doble saldo negativo del crecimiento vegetativo de la población y de la relación de emigrantes e inmigrantes con el resto del mundo, que ha aumentado ostensiblemente en las pasadas dos décadas.
En todo caso, la situación demográfica rusa sigue siendo manifiestamente frágil, y las consecuencias de la continuidad de las tendencias recientes serían preocupantes debido a su impacto a la baja sobre el crecimiento económico y la generación de recursos financieros para el sostenimiento de la población jubilada, así como por la imposibilidad de aprovechar el enorme potencial del territorio escasamente poblado de la Federación Rusa situado al este de los Urales.
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1 La población rusa entre los Urales y el Pacífico se sitúa alrededor de los 30 millones de personas, la décima parte de los ciudadanos chinos en las provincias de China limítrofes con la Federación Rusa.
2 Las sucesivas luchas de los gobernadores locales frente al imperialismo mongol, primero; persa, después, otomano, finalmente, tienen mucho que ver con esa evolución demográfica.
3 Demograficheskiy entsiklopedicheskiy slovar (1985: 1985).
4 De aquí en adelante, los datos concretos referentes a la población y los movimientos migratorios utilizados para el periodo zarista proceden de Kabuzan (1996).
5 Narodonacelenie: Entsiklopedicheskiy Slovar (1994: 234).
6 Los datos estadísticos recogidos por los diferentes autores y sobre todo referentes a los años de guerras (hasta 1950) difieren de una fuente a otra. Así, por ejemplo, según Ljubaevskiy (1996) a finales del siglo XIX la población rusa en Letonia y Estonia equivalía a casi 100 mil personas, pero según Kabuzan (1996) eran alrededor del doble.
7 Para más detalle véase Khoreev y Chapek (1978).
8 Este censo fue el primero de la época soviética, ya que en los años anteriores no se recogía la información estadística.
9 Istoricheskiy Entsiklopedicheskiy Slovar (1971: 314-642).
10 En particular, la comparación de los censos de población de 1897 y 1926 (en los límites de 1927), destaca el incremento de población en la República Socialista Soviética de Rusia en más de 40 por ciento a causa de la migración (Khoreev y Chapek, 1978). Los datos del saldo migratorio recogen los flujos con todos los países, excepto el primer periodo de 1917-1926, en el que de Rusia emigraron alrededor de tres millones de personas.
11 Narodonacelenie: Entsiklopedicheskiy Slovar (1994: 234).
12 Narodonacelenie: Entsiklopedicheskiy Slovar (1994: 125).
13 Narodonacelenie: Entsiklopedicheskiy Slovar (1994: 561).
14 Se estima que alrededor de 700 mil personas emigraron fuera de la URSS.
15 Llegaron alrededor de 640 mil personas (Ermakov, 1997).
16 Para más detalle véase Perevedenzev (1991).
17 United Nations Department of Economic and Social Affairs, Population Division, Trends in International Migrant Stock: The 2008 Revision, UN database, (New York: United Nations Department of Economic and Social Affairs, Population Division, 2009).
18 Este programa consiste en una entrega única de 250 mil rublos (unos 7 900 dólares) que reciben las familias desde el 1 de enero de 2007 tras el nacimiento o adopción del segundo, tercer o siguiente niño que tenga la ciudadanía rusa y a condición de que los padres no hayan recibido ayuda de otro tipo. La familia puede gastar este dinero para mejorar las condiciones de vivienda, agregarlo a la pensión que recibirá uno de los padres tras jubilarse o para pagar los estudios de uno de los hijos. A partir del 1 de enero de 2013, la cuantía de esta ayuda es de 408 900 rublos (12 500 dólares).
19 El fin del "dividendo demográfico" en Occidente, y su impacto sobre la fuerza laboral disponible, es uno de los factores, aunque no el más relevante, señalado por los defensores de la tesis del "estancamiento secular" que, en su opinión, afecta o puede afectar en breve a las economías más desarrolladas. Véase al respecto, por ejemplo, el artículo seminal de Robert Gordon (Gordon, 2012).
Información sobre los autores
Margarita Rohr Trushcheleva. Licenciada en Economía con Matrícula de Honor por la Universidad Estatal de Agricultura de Altay, Federación de Rusia (título homologado por el Ministerio de Educación y Ciencia de España). Diplomada en Estudios Avanzados en Economía Internacional e Industrial por la Universidad de Valencia. Doctora en Economía por la Universidad de Valencia. Investigadora Junior del Instituto de Economía Internacional (IEI) y Profesora del Departamento de Economía Aplicada de la Universidad de Valencia. Analista del Observatorio de Coyuntura Económica Internacional (OCEI -Universidad de Valencia) desde mayo de 2004 hasta diciembre de 2008. Áreas de especialización en docencia y publicación: Economía Internacional, Economía Experimental, Economía de Información y Crecimiento Económico. Publicaciones en estas áreas tanto estrictamente académicas como de divulgación: Rohr Trushcheleva, M. (2008): "La expansión comercial de las empresas valencianas hacia la Europa del Este", Revista de treball, economia i societat, vol. 48, pp. 11-16. Rohr, M. (2007-2008): "Economías en Transición", en Informes de Coyuntura Económica Internacional, en http://www.ocei.es, http://www.fxstreet.es/fundamental/informes/europa-del-este-y-rusia. Dirección electrónica: margarita.rohr@uv.es
Vicente Pallardó López. Licenciado y Doctor en Ciencias Económicas y Empresariales por la Universidad de Valencia. Master of Science in Economics por The London School of Economics and Political Science (LSE), Universidad de Londres. Investigador Senior del Instituto de Economía Internacional (IEI) y Profesor del Departamento de Estructura Económica de la Universidad de Valencia. Publicaciones en estas áreas tanto estrictamente académicas como de divulgación: Esteve-Pérez. S., Requena-Silvente, F. and V. Pallardó-López, (2013): "The duration of firm-destination export relationships: evidence from Spain, 1997-2006", en Economic Inquiry, vol. 51 (1), pp. 159-180. Martínez Estévez, A. y V. Pallardó López (2013): Los siete pecados capitales de la economía española, Ediciones Nobel S.A, 482 págs. Artal-Tur, A., V. Pallardó-López, and F. Requena-Silvente, (2012): "The trade-enhancing effect of immigration networks: new evidence on the role of geographic proximity", en Economics Letters, vol. 116 (3). Dirección electrónica: vicente.pallardo@uv.es