Introducción
Dentro del marco de la globalización, América Latina atraviesa una serie de transformaciones urbanas que presentan similitudes y especificidades de acuerdo con el contexto de los países (Veiga, 2013; Hernández, 2009). Dichas transformaciones están comandadas, en muchos casos, por una producción del espacio urbano de carácter neoliberal, que se establece bajo las bases de la materialidad capitalista a través de muchas estrategias como privatizaciones de espacios públicos, fraccionamientos o barrios privados, megaedificios, parques industriales, viviendas de interés social, entre otros (Harvey, 2001).
En el caso de Uruguay, algunas transformaciones urbanas explicitan la presencia de procesos globales neoliberales que influyen en su aceleración. El país presenta características diferentes con respecto a la mayoría de los países latinoamericanos, pues tiene una inserción pasiva1 en la economía-mundo capitalista (Falero, 2011), además de una población envejecida y que crece muy lentamente (Cepal, 2012).
Dentro de Uruguay, el Área Metropolitana de Montevideo (AMM) es la de mayor extensión en superficie y presenta características especiales. Según la definición de Veiga (2013) está integrada por “áreas urbanas y territorios que se extienden desde el centro montevideano hasta un radio de aproximadamente 30 kilómetros, hacia los departamentos de Canelones y San José”. Dentro de las particularidades, se aprecia una heterogeneidad espacial acompañada de dinámicas muy diferentes, materializadas en los contrastes del paisaje.
La región noreste del AMM, específicamente la zona de influencia de los ejes viales nacionales Nº 101 y Nº 8, se caracteriza porque presenta un desarrollo particular, principalmente debido a urbanización: ejes viales estratégicos, remodelación y ampliación del aeropuerto internacional, la instalación de zonas francas2 (Zonamerica3 y Parque de las Ciencias4) y el desarrollo de grandes barrios privados, por lo que la zona es de gran interés para su análisis debido a la celeridad de los cambios, proceso que no ocurre en otra parte del AMM.
Se parte de la premisa de que sobre el área de estudio incide la lógica de los territorios estratégicos, caracterizada por una serie de factores que ocurren encadenadamente (creación de infraestructura vial, zonas francas y barrios privados, etc.) y que se enmarcan dentro de una lógica más global, evidenciando cómo estos territorios generan procesos de diferenciación y segregación territorial.
Para identificar tales lógicas se emplean técnicas de mapeamiento de usos de suelo y distribución de las clases sociales. El artículo está integrado por cuatro apartados, el primero asociado al marco teórico en el que se definen conceptos claves como segregación territorial y territorios estratégicos. Luego, se especifica la metodología desarrollada exponiendo las técnicas y métodos utilizados, a continuación se enuncian los resultados y su discusión, finalmente, se presentan algunas consideraciones con respecto a la situación actual de ambos grupos (empresarios y propietarios de los terrenos).
1. Conceptos claves
Hasta la actualidad son escasos los estudios sobre los aspectos territoriales de esta región del país; los existentes abordan dos amplios enfoques dentro de las ciencias sociales; por un lado, los estudios que consideran los procesos de urbanización a partir del análisis de la estructura, centralidad y morfología urbana (Lombardi y Bervejillo, 1999; Schelotto, 2008), así como la dinámica en la variación de viviendas y población (Martínez, 2011); por otra parte, los que analizan los procesos de desigualdad y su fragmentación social (Falero et al., 2013; Veiga y Rivoir, 2001; Veiga, 2013).
Los estudios sobre zonas francas (Falero, 2011) del AMM han sido más específicos pues se enfocan en barrios privados (Álvarez-Rivadulla, 2007) y matriz productiva (Mendy y González, 2010). Estos autores analizan diferentes fenómenos que ocurren en el AMM e identifican procesos y consecuencias comunes, tales como la desigualdad, la segregación y una intensificación de flujos financieros en muchos casos extranjeros.
Ahora bien, es necesario aclarar ciertos conceptos que posibilitan comprender y dialogar con estas dinámicas, entre ellos la desigualdad social, a partir de la cual se configuran diferentes territorios y se generan distintos tipos de segregación. Ésta es la marca de las sociedades capitalistas, si se tiene en cuenta que cada sociedad presenta procesos históricos específicos, como apunta Bourdieu (1998), la jerarquía está presente en todos sus ámbitos, en diferentes escalas y muchas veces camuflada como natural. La desigualdad es resultado de las relaciones sociales, políticas y culturales, siendo el espacio geográfico su expresión más visible, donde se puede observar la configuración de distintos territorios en conflicto (Martins, 1997; Oliveira, 1998).
Una de las formas más visibles de la desigualdad es la segregación, concepto muy utilizado en los estudios urbanos, a partir de diferentes enfoques y metodologías (Pérez-Campuzano y Santos-Cerquera, 2011). Según Veiga y Rivoir (2001) la segregación no es sólo una desigualdad social sino un proceso y un resultado de las diferencias sociales y espaciales. Según García-Gómez y Ruiz-Salazar (2011: 5) es “una combinación de disparidades sociales y geográficas para los diferentes sectores de la población que resultan en una fragmentación que se muestra en condiciones desiguales y calidades de vida diferente que tienen los ciudadanos”. La segregación socioespacial es una forma del proceso de la diferenciación social, la cual se muestra en la distribución de la estructura social y sus clases en el espacio, diferenciándose en tres niveles asociados a distintos ámbitos organizacionales: “el nivel colectivo de interacción social, el nivel físico-espacial y el nivel de procesos simbólicos y psicológicos que estructuran las conductas individuales” (Machado Barbosa en Veiga y Rivoir, 2001: 10).
Se entiende que el concepto de la segregación socioespacial en algunos casos puede llevar a confundir los conceptos social y espacial como si fueran dos instancias separadas. Por eso se utilizará el concepto de la segregación territorial que explicita claramente la dialéctica entre las relaciones sociales y el espacio. Las ciencias sociales y especialmente la geografía realizan una profunda reevaluación sobre el concepto de territorio a partir de sus múltiples manifestaciones. Entre los autores que reflexionan sobre esa temática destacan Marcos Aurelio Saquet y Rogério Haesbaert.
Saquet (2007) identifica y caracteriza cuatro perspectivas de enfoque en los estudios del territorio que se realizan en el tiempo histórico y coexisten en algunas situaciones, momentos o periodos: la primera, eminentemente económica, sobre el materialismo histórico y dialéctico, entendiendo al territorio a partir de las relaciones de producción y de las fuerzas productivas; la segunda, pautada bajo la dimensión geopolítica del territorio; la tercera, enfocada hacia las dinámicas políticas, culturales y simbólico-identitarias, tratando de representaciones sociales, centradas en la fenomenología y, la cuarta, que gana fuerza a partir de 1990, asociada a las discusiones sobre la sustentabilidad ambiental y al desarrollo local.
Araújo y Haesbaert (2009) destacan que el territorio se construye en el juego de la materialidad e inmaterialidad, de lo funcional y de lo simbólico, desde una perspectiva que valoriza las relaciones y los procesos (territorio en el sentido relacional y procesual), las múltiples temporalidades y velocidades, las cuales se construyen por medio de la conjugación entre un continuo que se extiende desde el más funcional hasta el más simbólico.
Lejos de intentar hacer una revisión de cómo se ha tratado el concepto, se entiende que el territorio es construido social e históricamente, puede tener un carácter material o inmaterial, contiene aspectos identitarios y relaciones de poder, es multidimensional y multiescalar. Así, éste se define con relación a la apropiación y al dominio de un espacio socialmente compartido, donde se concentran las relaciones sociales y de poder. De esa manera, el territorio puede ser pensado por múltiples relaciones, económicas, políticas y culturales.
En el contexto actual, independientemente de cómo es definido (acumulación flexible, globalización, revolución informacional), el territorio se expresa con mayor claridad ante las desigualdades sociales y la propia segregación. Dentro de esa lógica, se encuentran los territorios estratégicos, que como apunta Saskia Sassen (2007) expresan tendencias críticas en la reconfiguración del orden social, donde tanto la ciudad como la región metropolitana constituyen lugares estratégicos para la materialización de ciertas tendencias macrosociales importantes, que se configuran como una nueva geografía de la centralidad.
En este sentido, parte de los fenómenos que hoy caracterizan a Uruguay podrían ser ejemplos de localización de procesos globales (Sassen, 2007). La autora destaca que en las investigaciones se deben tener en cuenta los efectos de configuración de territorios estratégicos del capital en el tejido social: cómo se materializan los procesos globales y los vínculos que conectan la escala global y subnacional y las acciones del Estado en sus distintas escalas (nacional, departamental y local), en la transformación de geografías económicas específicas que se van cristalizando sobre la estructura social.
En esta línea conceptual, se entiende que el área de estudio responde a ciertas lógicas que plantea Sassen, se trata de procesos subnacionales que pueden ser codificados como instancias de lo global, en donde su consecuencia más visible puede verse reflejada por intermedio de la segregación. En este panorama, se busca identificar la distribución de las clases sociales, que servirá como una herramienta analítica para observar procesos de diferenciación, desigualdad social y segregación. Con el fin de comprender mejor las transformaciones y procesos que inciden sobre el área de estudio se generan algunas interrogantes: ¿Cuáles son las principales dinámicas y elementos territoriales en la región noreste del AMM? ¿Cómo se expresan las clases sociales con base en estas dinámicas?
2. Metodología
Se identificaron y analizaron las dinámicas territoriales que han ocurrido en el AMM durante el periodo 1993-2013. Cabe explicar que este es un estudio descriptivo-analítico en donde la comprensión de la dinámica territorial se realizó con base en dos métodos: la clasificación de usos de suelo; es decir, a partir del diagnóstico de la funcionalidad principal del uso; y una estratificación socioeconómica basada en datos del censo de población y vivienda del periodo 1996-2011. La elaboración, sistematización y análisis de los datos se realizó mediante la construcción de un Sistema de Información Geográfica (SIG) para el área de estudio, utilizando el programa informático Quantum Gis 2.0.
2.1. Área de estudio
El foco de análisis del estudio se centra en la región noreste del AMM que ocupa 13,4 km2 y se localiza entre los límites de los departamentos de Montevideo y Canelones, Barros Blancos y Colonia Nicolich son los centros poblados de mayor importancia (Mapa 1); Esta zona se caracteriza por ser el contacto entre la expansión de la mancha urbana y la presencia de zonas rurales, cuyo parcelario es de pequeñas superficies destinadas a producciones intensivas (horticultura y fruticultura). El área total presenta un crecimiento de la población de 32%5 (periodo 1996-2011) con una media anual de 2,1% con relación a 1996. Este ritmo de crecimiento anual es muy superior al registrado a nivel país que se sitúa para el mismo periodo de 0,51% (INE, 2011b).
2.2. Usos de suelo
Se realizaron dos clasificaciones de uso de suelo, para 1993 y para 2013, mediante la lectura de imágenes satelitales (Jensen, 2000). Se utilizaron imágenes Landsat 5 y 7, disponibles en el Instituto Nacional de Pesquisas Espaciáis (INPE)6 e imágenes QuickBird, disponibles mediante la aplicación open layers over view del programa Quantum Gis 2.0. La clasificación se basó en las clases principales que propone la Ley de Ordenamiento Territorial (Nº 18.308)7 Urbano, Suburbano y Rural. Para poder tener una mayor heterogeneidad espacial se dividieron en subclases, diferenciándose 10 tipos de usos de suelo (Tabla 1).
Fuente: elaboración propia con base en la Ley de Ordenamiento Territorial (N° 18.308).
8 La definición de las categorías se encuentran detalladamente en la ley 18.308.
Estas categorías fueron digitalizadas a una escala de visualización 1:10.000. Finalmente, para la clasificación del 2013 se tomaron 15 puntos de muestreo (muestras de entrenamiento) para ajustar, verificar y validar la clasificación realizada en campo.
2.3. Estratificación socioeconómica
El concepto de clase es ante todo un concepto clasificatorio; es decir, intenta agrupar a distintos individuos a partir de un conjunto de rasgos comunes o criterios de unificación, vinculados con la posición social. Aquí naturalmente no se considera la discusión teórica de fondo, simplemente se busca plantear el concepto en el sentido de herramienta analítica. Se entiende que la ocupación constituye una dimensión central para observar la diferenciación de clases; sin embargo, no es posible contar con la misma para el estudio, una vez que el diseño y la elaboración de los censos están basados en estratos y no en clases sociales (Naciones Unidas, 2008). Por tanto, para aproximarse a la distribución espacial de las clases sociales se elaboró un índice de estratificación socioeconómica con base en los microdatos de los censos de población y vivienda de 1996 y 2011, realizados por el Instituto Nacional de Estadística (INE), en los cuales se identificaron a la educación, la vivienda-hogar y el trabajo como las dimensiones principales.
En estas dimensiones se seleccionaron distintas variables que permiten la comparación para ambos censos, ya que existió un cambio metodológico en la realización del censo del 2011 en relación con el censo de 1996, principalmente en la incorporación y eliminación de variables (INE, 2011a), se tuvieron que descartar las variables asociadas a la dimensión económica como la mediación de los ingresos de las personas (Tabla 2). La unidad espacial considerada durante este estudio fue la utilizada por el INE, denominada Segmento Censal, dividida en función de la densidad de población y el amanzanamiento.
9Clasificación basada en la guía de codificación de enseñanza del Centro Latinoamericano y Caribeño de Demografía (Celade).
10Se entiende como planchada al material de estructura rígida utilizando en el techo (compuesto por arena, portland y ladrillos) cuya función es proteger la vivienda del espacio exterior. Para el caso de una estructura no planchada se utilizan materiales livianos, quincha, barro o desecho.
11Se entiende como mampostería al material rígido con el que se construye la pared, cuya función es proteger la vivienda de resistencia, delimitación de los espacios y privacidad. Para el caso de una estructura sin mampostería se utilizan materiales livianos, quincha, barro o desecho.
12Se entiende como hormigón al material rígido con el que se construye el piso, cuya función es evitar que la vivienda se asiente en el suelo natural. Para el caso de la ausencia de hormigón se refiere a que la vivienda se asienta en suelo natural.
13Personas que no trabajan pero no buscan trabajo, ejemplo estudiantes mayores de 12 años.
Posteriormente, se procedió a la realización del índice de estratificación socioeconómica en función de las carencias básicas que presenta la población para este conjunto de variables. En este sentido, se le asignó mayor valor a: i) los niveles más bajos de educación; ii) si los materiales constitutivos de la vivienda están basados en elementos precarios; iii) si existe ausencia de los elementos de confort, y iv) si la condición de la actividad económica es desfavorable (trabajo). Finalmente, para poder visualizar de forma más clara los resultados, se elaboraron tres categorías cualitativas (bajas, medias y altas), con base en la desviación estándar.
3. Resultados y discusión
La elaboración del SIG, mediante la realización de la clasificación de usos de suelo y el índice de estratificación socioeconómica, permitió aproximarse a comprender la dinámica territorial, registrando variaciones significativas en los últimos 20 años. Para una mejor comprensión de los resultados se muestran, por un lado, los referentes a los usos de suelo y, por otro, los resultados de estratificación socioeconómica.
3.1. Usos de suelo
América Latina sufre transformaciones en el cambio de uso de suelo de forma acelerada durante las últimas décadas (Turner et al., 1995; Lambin y Geist, 2006; Baldi y Paruelo, 2008), una de ellas es el cambio de uso rural a urbano; si bien es la transformación que abarca menos superficie, a diferencia del avance de la frontera agrícola, es la más intensa ya que existe una modificación en toda su función (Lambin y Geist, 2006). Un indicador indirecto de estos cambios es el crecimiento de la población urbana en función de la disminución de la población rural: se observa un incremento de 8,9%, para el periodo 1990-2010, proceso que se ve reflejado en el crecimiento de todas las regiones metropolitanas de América Latina (Cepal, 2012).
Uruguay presenta un comportamiento diferencial, por un lado, existe un incremento de su población urbana de 13,7% para el mismo periodo y, por otro lado, la región metropolitana de la ciudad de Montevideo registra un decrecimiento de 0,4% de su población, por lo que, según informes de AMM (2007), Cepal (2012) e INE (2011b) es la única región metropolitana de América Latina con decrecimiento. Para el área de estudio, el uso del suelo muestra un comportamiento diferente al resto de la región metropolitana de Montevideo (Mapa 2), donde se observa un crecimiento del uso de suelo urbano y suburbano, principalmente, debido a la instalación de industrias y empresas logísticas junto con la construcción de barrios privados. Las industrias y empresas logísticas se concentran sobre el eje vial Nº 101, de tal forma que suman más de diez los nuevos emprendimientos instalados. Se destaca la presencia de una nueva zona franca denominada “Parque de las Ciencias”, la cual se caracteriza por la concentración de multinacionales farmacéuticas.
a)Fuente: elaboración propia con base en Landast 5 y Quick Bird, proyección UTM-21 Datum: WG5 84.
b)Fuente: elaboración propia con base en imagen Landast 5 y Quick Bird.
Los barrios privados se construyeron a partir de 1996 y actualmente son cerca de siete. Esta cifra en el contexto latinoamericano puede parecer pequeña, pero para Uruguay es significativa, tomando en cuenta que hay un debate político sobre la instalación de los barrios privados, principalmente porque Montevideo prohíbe este tipo de emprendimiento. También se observa, en menor medida, la construcción de campos deportivos asociados a clubes de fútbol y a centros de enseñanza privada. Cabe destacar que recientemente se comenzó con una megaobra de infraestructura para la dimensiones del Uruguay, en las confluencias del eje vial Nº 8 y Nº 102, el estadio de fútbol del Club Atlético Peñarol, que albergará a unas 40 mil personas.
Otro elemento a resaltar es el aumento de los asentamientos irregulares que han crecido de forma importante pasando de 19 a 29 para la totalidad del área.
Con respecto al uso rural, creció el área abandonada 4,0%, en la influencia del nuevo anillo perimetral y la superficie productiva disminuyó 11,0%, resistiendo pequeñas unidades productivas destinadas a la producción hortícola.
3.2. Estratificación socioeconómica
Los procesos de fracturación, estratificación y diferenciación social que ocurren en las ciudades latinoamericanas son fenómenos recurrentes que afectan la estructura y morfología de las ciudades (Ferreira, 2003; De Mattos, 2004; Harvey, 2007; Ziccardi, 2008). En el AMM este proceso se vio agudizado con la profundización del modelo neoliberal durante la década de 1990 y comienzos del 2000 (Boado y Fernández, 2005; Serna, 2010). Esta situación, se materializa con el crecimiento del número de asentamientos irregulares en la ciudad, proceso por el cual se favoreció y profundizó la segregación territorial en el área (Veiga, 2009).
En relación al área de estudio, se aprecia una clara diferenciación territorial de las distintas clases sociales, tanto para 1996 como para 2011 (Mapa 3). Como se observa para 1996, la clase social alta se distribuye de forma fragmentada, representando 6,0% del total de la superficie, mientras que la clase media ocupaba mayor superficie, ubicándose con mayor presencia en la zona urbana en 56,5% del total. Finalmente, la clase baja localizada en mayor medida en las zonas rurales registró 37,5% del total. En relación al 2011, la clase alta se consolida y se concentra al sur del eje vial Nº 101 con la materialidad de los barrios privados ocupando 3,9% del total de la superficie, mientras que la clase media ocupa 46,3% del total y, finalmente, la clase baja es la que ocupa la mayor superficie con 49,8% del total.
Con respecto a la variación de las clases en relación al número de habitantes, para 1996, 12,7% de los habitantes se agrupa en la clase alta, 70,9% se concentra en la clase media y 16,4%, en la clase baja. Para el 2011, la clase alta registra 2,4%, posteriormente, la clase media 47,9% y, finalmente, la clase baja con 49,7 por ciento.
La tendencia de los comportamientos tanto en superficie como en número de habitantes es similar, existiendo dos grandes resultados, por un lado, el crecimiento de la clase baja, del orden de 33% y, por otra parte, una disminución de 23% de la clase media, mientras que la clase alta registra una leve disminución.
El crecimiento de la clase baja puede estar asociado a un deterioro de los ingresos de los hogares principalmente rurales, debido a la baja rentabilidad de las unidades productivas (UP), resultado de la ausencia de políticas del Estado hacia este sector, que genera un desplazamiento de los productores. Según el último censo agropecuario, la producción hortícola asociada a cultivos de huerta se ha reducido en 55%, siendo las UP más pequeñas (0 a 0,5 hectáreas), predominantes en el área de estudio, las que han desaparecido en casi su totalidad en 96% (MGAP, 2014).
Esta desaparición se materializa en el abandono y la venta de la unidad productiva, lo que abre la posibilidad de compra de tierras de bajo valor. Este mecanismo puede ser una atracción para la clase baja urbana que necesita de tierras baratas para instalarse. Con relación a la disminución de la clase media podría deberse a dos posibilidades: una asociada a la migración de esta clase a otras zonas, o el empobrecimiento de la propia población, aunque ésta es más difícil de afirmar debido a la carencia de algunos datos como los propios ingresos de las personas. Finalmente, existe una nueva distribución espacial de la clase alta, mayormente concentrada, la cual está asociada a la instalación de los barrios privados, un tipo de fraccionamiento inexistente hasta 1997.
En definitiva, se percibe cómo las clases sociales se distribuyen en el territorio, presentando una reconfiguración de la apropiación territorial, así como una diferente concentración que genera una mayor segregación visible en el paisaje.
A través de las dos categorías analíticas se evidenció que durante las últimas dos décadas se presentaron cambios significativos en varios ámbitos. Entre ellos se encuentra el uso de suelo, por medio de la apropiación de distintos estratos socioeconómicos que se concentran y constituyen distintos territorios, muchas veces segregados. Otra transformación se observa en la cantidad de inversiones públicas, principalmente relacionados con la conectividad, como del sector privado a través de empresas transnacionales, logísticas y estilo de vida/barrios privados. En general estos cambios ocurren de una manera interconectada y muchas veces en una dependencia mutua.
Conclusiones
Los resultados muestran que las transformaciones territoriales ocurren de forma acelerada y acumulativa, diferenciándose del comportamiento general del AMM. En el marco de este análisis se ve cómo la segregación territorial en el área está determinada, entre otros factores, por la forma de apropiación de uso del suelo por diferentes clases sociales. Además indirectamente muestra que el Estado tiene un rol protagonista en las diversas transformaciones y muchas veces actúa en la configuración de los territorios estratégicos.
Este protagonismo se expresa a través de la creación de normativa legal, materializada en la creación de servicios e infraestructuras, las que favorecen el aumento de la reproducción del capital. El papel que desempeña la normativa es importante, tanto a escala nacional como departamental. A nivel nacional, a partir de la llamada Ley de Zonas Francas (Nº 15.921), la Ley de Protección y Promoción de Inversiones (Nº 16.906), la Ley de Parques Industriales (Nº 17.547) y la Ley de Inversión Público-Privada (Nº 18.786) se genera el marco necesario para la exoneración de impuestos y el estímulo para la instalación de capital, principalmente, de origen multinacional.
Por otro lado, a nivel departamental existen las directrices y ordenanzas de la Ley de Ordenamiento Territorial que han favorecido la creación de territorios con mayores o menores beneficios para su localización. Reflejo de esta situación son el crecimiento de las industrias en el eje vial Nº 101 y la creación de los barrios privados, demostrando como el propio Estado es un actor clave para generar las condiciones de la transformación territorial.
En relación a las infraestructuras, la creación del Anillo Colector Vial Perimetral genera una disminución de costos del transporte de mercancías lo que también favorece la instalación del capital, sumado a la cercanía de centros de conectividad internacional (aeropuerto). En este sentido, el área se configura como parte de la lógica del territorio estratégico, donde la reproducción del capital traspasa las fronteras estatales, generando embates y contradicciones legales. Un ejemplo de ello, es el cambio de uso de suelo, que termina siendo una herramienta política. Entre las consecuencias notables que trae consigo se encuentra: el desplazamiento de pobladores rurales, la valorización y especulación de la tierra, el aumento de impuestos y la necesidad de infraestructura. Aun dentro de esta lógica, la apropiación del suelo por distintas clases sociales cambia la configuración territorial, ampliando las diferencias y la segregación entre las clases.
De esta manera, las transformaciones que están ocurriendo en el área de estudio se pueden interpretar bajo dos hipótesis explicativas: la primera, que predomina en los tomadores de decisiones, se refiere a la instalación de los enclaves de capital, como el ejemplo de las zonas francas y los barrios privados que pueden actuar como motor de atracción de mano de obra y darle dinamismo y crecimiento en términos de ingreso económico a la zona. La segunda, utilizada por algunos autores, entre ellos Falero (2011), que demuestran cómo los enclaves de capital requieren mano de obra calificada que generalmente no está presente en la zona, lo cual ocasiona un aumento en la segregación territorial. Esta hipótesis converge con nuestros resultados, ya que a lo largo del artículo se visualizó que los procesos de empobrecimiento y segregación territorial han crecido en la región noreste del AMM, a pesar de las inversiones hechas que favorecen a algunos sectores específicos en detrimento de la mayoría.
Es importante destacar la necesidad de un ordenamiento territorial más justo, ambientalmente sustentable y participativo, donde se integren los intereses de todos los actores en beneficio de una sociedad metropolitana que priorice la cohesión social en detrimento de los aumentos de segregación y marginalización de la población. La integración y flexibilidad en la normativa en el AMM debería ser de interés general por encima del interés particular, apegarse a lo que establece la Ley de Ordenamiento Territorial (Nº 18.308) principalmente en lo correspondiente a los instrumentos interdepartamentales y especiales, referidos en el artículo 8. Un ejemplo de ello es incongruencia departamental que existió en la autorización de los barrios privados para el caso de Canelones y la prohibición para Montevideo.
Lejos de finalizar las discusiones, los resultados abren nuevos cuestionamientos que convergen con la necesidad de seguir analizando los procesos y fenómenos que ocurren en el área, que actualmente se presenta como un territorio estratégico que afecta y profundiza la segregación territorial