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Economía, sociedad y territorio

versión On-line ISSN 2448-6183versión impresa ISSN 1405-8421

Econ. soc. territ vol.19 no.59 Toluca ene./abr. 2019

https://doi.org/10.22136/est20191207 

Artículos

Desarrollo territorial rural: agricultura y migración en el sur del Estado de México

Rural territorial development: agriculture and migration in the south of the State of Mexico

Alejandro Rosendo Chávez* 

Francisco Herrera Tapia* 

Ivonne Vizcarra Bordi* 

Norma Baca Tavira** 

*Instituto de Ciencias Agropecuarias y Rurales de la Universidad Autónoma del Estado de México, México, correos-e: arc_1222@hotmail.com, fherrerat@uaemex.mx, ivizcarrab@uaemex.mx

**Centro de Investigación y Estudios en Movilidades y Migraciones Internacionales de la Universidad Autónoma del Estado de México, México, correo-e: normabacat@gmail.com


Resumen

A partir de un enfoque territorial de desarrollo rural se analiza la relación entre migración y agricultura en la zona sur del Estado de México. Con la aplicación de una metodología mixta se realizaron 20 entrevistas semiestructuradas y 100 cuestionarios a habitantes del municipio de Almoloya de Alquisiras, en el periodo 2015-2017. Los resultados arrojan que los migrantes tratan de mantener la agricultura de autoconsumo, a la vez que un sector apuesta por una agricultura moderna y comercial, a través de diversos factores que se consideran oportunidades para la formulación de políticas públicas de desarrollo territorial rural en contextos de migración.

Palabras clave: Desarrollo rural; migración; agricultura; territorio; Almoloya de Alquisiras

Abstract

Based on the territorial approach of rural development, the relationship between migration and agriculture in the southern zone of the State of Mexico is analyzed. With a mixed methodology, information was obtained from 20 semi-structured interviews and from 100 questionnaires applied in the municipality of Almoloya de Alquisiras, from 2015 to 2017. The results show that migrants try to maintain self-consumption agriculture, while at the same time the sector is committed to modern and commercial agriculture, through various factors that are considered opportunities for the formulation of public policies of rural territorial development in migration contexts.

Keywords: Rural development; migration; agriculture; territory; Almoloya de Alquisiras

Introducción

Las múltiples relaciones que se generan entre migración y desarrollo, sobre todo en las zonas rurales, son una cuestión no resuelta. Para Sanmartín-Ortí (2009) la migración podría favorecer e impulsar el desarrollo de las regiones en las que se suscita; no obstante, depende en gran medida del contexto, la cuestión territorial, la gestión política de los gobiernos y la participación activa de los actores, entre otros factores, sobre todo en territorios donde la agricultura y la migración son parte de la cultura local.

De acuerdo con De Haas (2009), la movilidad y la migración han sido una parte intrínseca del desarrollo humano. Hoy se habla de la migración como una manifestación de la movilidad humana; es, asimismo una libertad fundamental que permite mejorar las capacidades y una herramienta que conlleva a que la población salga de la pobreza. Sin embargo, para generar un debate más centrado es necesario distinguir y especificar los diferentes niveles y las dimensiones en los que se pueden analizar la relación entre la movilidad humana, el desarrollo y las actividades agrícolas, sobre todo en territorios rurales.

Canales, 2015; De Haas, 2009 y García-Zamora, 2003 advierten que sería ingenuo pensar que a pesar de sus beneficios, a menudo considerables para los individuos y las comunidades de origen, la migración por sí sola puede eliminar las limitaciones estructurales de desarrollo. La necesidad de una unión de fuerzas entre el estado, el mercado, los migrantes y los demás actores territoriales son preceptos que encontramos en el enfoque del desarrollo rural territorial.

En este contexto, los investigadores y los encargados de la formulación de políticas públicas debaten en torno a los caminos que llevan a la población rural a salir de la pobreza. Algunos sostienen que el empleo no agrario y la migración proporcionan importantes vías de salida (World Bank, 2007). Según el informe de este organismo sugiere que salir de la agricultura y tomar en cuenta opciones no agrícolas mitiga la pobreza rural. Otros, sin embargo, son menos optimistas, como Sunam (2015) quien sostiene que, si bien la población rural tiene acceso a las oportunidades de empleo no agrícola, se enfrenta a nuevas formas de pobreza dada su inclusión desfavorable en los mercados de trabajo, tanto nacional como internacional, a través de los procesos de precarización del trabajo, del estatus migratorio, el idioma, la cualificación, entre otros.

En efecto, la migración de una persona no es suficiente para lograr salir de la pobreza ni tampoco la dedicación exclusiva al trabajo agrícola. En cambio, los hogares que participan en múltiples actividades han tenido más éxito para salir de la pobreza que los que han migrado o los que se dedican a la agricultura (Sunam, 2015). Por ejemplo, cuando al interior de un hogar, un miembro se va a trabajar a Estados Unidos (EE. UU.), otros miembros del mismo núcleo familiar trabajan en las ciudades locales y cultivan la tierra.

Para Gil-Méndez (2012), la importancia de las actividades agrícolas y migratorias dentro de la vida de las poblaciones rurales todavía es significante y, en algunos casos, estas comunidades han cimentado sus modos de vida en la interacción de estos dos procesos. En el caso mexicano, la vulnerabilidad del campo, como efecto de diversas políticas neoliberales implementadas desde fines de los años setenta, ha generado que la población salga de sus comunidades en busca de mejores salarios y una mejor calidad de vida para su familia.

Así, para Aguilar-Støen et al., (2016) la migración rural implica, por un lado, la pérdida de mano de obra para trabajar en la agricultura pero, por otro, representa un potencial flujo de capital nuevo proveniente de la intensa circulación no sólo de dinero, sino de mercancías, información y tecnología; Esto ha propiciado bienestar a las familias en el lugar de origen, pues dicho capital generado, producto de la migración, puede ser invertido en la agricultura o para saldar las deudas que en algunos casos provoca la migración. Asimismo, aunque hay muy pocos casos documentados, las tierras agrícolas podrían ser vendidas para financiar la migración.

En tal caso, cuando las familias rurales no dependen solamente de los recursos agrícolas para su reproducción, específicamente, cuando existen serios problemas de rentabilidad y la agricultura en términos económicos ha dejado de ser lo más importante, se establecen expectativas de vida que no dependen sólo del patrimonio agrario familiar (Gil-Méndez, 2012); lo cual provoca que las familias busquen diversificar sus actividades.

Como ha sucedido en gran parte del contexto rural mexicano, en la zona sur del Estado de México -lugar donde se llevó a cabo la investigación- ya no se vive exclusivamente de las actividades agrícolas, hoy se observa una gran diversificación en las actividades productivas, como una forma de subsistir y de adaptarse a las condiciones imperantes de pobreza. Sin embargo, las actividades agrícolas son de gran relevancia, como lo constatan los datos que emite el Gobierno del Estado de México (GEM, 2012): para el 2010, el porcentaje de personas que se dedican al sector primario representó 42%, seguido del terciario con 36% y el restante 22%, al secundario.

Por lo tanto, en este trabajo se analiza la interrelación entre agricultura y migración por ser éstos dos procesos a partir de los cuales una gran parte de las localidades rurales mexiquenses han cimentado su vida, es decir, por un lado, la agricultura es una actividad preponderante para su subsistencia y, por otra parte, al ser esta actividad poco redituable, las familias se ven obligadas a migrar.

Algunos autores han denominado a estos fenómenos territorios migro-agrícolas (Gil-Méndez, 2012), regiones migratorias (Baca-Tavira, 2011), territorios de migración o territorios migratorios (Faret, 2001; Lara, 2010; Baca-Tavira, 2011; Herrera-Tapia y Rosendo-Chávez, 2016). En este caso específico, el concepto que se utiliza es territorios migratorios, el cual será aplicado al análisis que se desarrolló en el municipio de Almoloya de Alquisiras, lugar donde se lleva a cabo esta investigación.

A nivel estatal, el municipio de Almoloya de Alquisiras es considerado el quinto lugar en intensidad migratoria, de acuerdo con el Consejo Nacional de Población (CONAPO, 2010). Por lo cual, este municipio es considerado un territorio migratorio de corte internacional, siendo Estados Unidos el principal punto al que arriban, con vínculos intensos y duraderos en sus redes sociales, conformando su vida social, económica y política con base en el fenómeno migratorio.

Así, el objetivo de este artículo es conocer la contribución al desarrollo rural en el municipio de Almoloya de Alquisiras de la relación entre la migración y las actividades agrícolas, de acuerdo con el contexto y las condiciones que imperan en el municipio. Tomando en cuenta las características principales del enfoque del desarrollo territorial, que busca favorecer y potenciar la interrelación entre migración y agricultura como parte inherente del mundo rural mexiquense. El artículo está integrado por una introducción, dos apartados que sustentan teóricamente el trabajo, una descripción de la metodología, los resultados obtenidos en el trabajo de campo, una discusión entre la teoría y la información obtenida y las conclusiones.

1. Migración y desarrollo

La migración es un fenómeno que desde varias décadas atrás se estudia a partir de distintas miradas, escalas y niveles de profundidad; sin embargo, cada vez adquiere nuevos rasgos y complejidades en el marco de un proceso de globalización que niega sistemáticamente la movilidad humana, en especial la de carácter laboral e irregular (García-Aguilar y Villafuerte-Solís, 2014). De esta manera, la migración ya no es un fenómeno en sí mismo que debe estudiarse de manera aislada, es imperativo incorporar la dimensión del desarrollo y establecer los nexos entre uno y otro.

De acuerdo con De Haas (2009) y Delgado-Wise et al. (2009), el argumento que advierte que la migración es parte integral del proceso de globalización y del mismo desarrollo es equivocado; tales autores argumentan que el fenómeno migratorio debe ser estudiado como un problema que es necesario ser manejado y abordando desde sus causas originales.

Para De Haas (2009), la migración es la expresión concreta de la movilidad humana, tomando en cuenta que ésta ha sido una parte intrínseca del mismo desarrollo humano. Por lo tanto, desempeña un papel central en los procesos mundiales y locales de cambio social, económico y político. Está moldeada y al mismo tiempo ayuda a moldear las transformaciones globales. Para explicar que la movilidad es parte del cambio estructural global, pero también puede afectar la naturaleza y la dirección del desarrollo, es vital explorar la dialéctica entre la estructura y la agencia implicada en la movilidad humana.

Así, la movilidad a nivel individual y grupal no puede disociarse de procesos más generales de cambio social y económico que alteran constantemente la distribución espacial y las estructuras de oportunidad y, por lo tanto, los mismos patrones de movilidad. Sin embargo, sería erróneo reducir a los migrantes a peones que reaccionan pasivamente a las macro-fuerzas que los impulsan a migrar. Las personas tienen agencias y, a nivel individual, la decisión de emigrar (o no) y el acto migratorio pueden considerarse generalmente como una opción y expresión del desarrollo humano (De Haas, 2009).

Para Delgado-Wise et al. (2009), el debate dominante sobre el nexo entre migración y desarrollo parte de una creencia, elevada a la categoría de mito, en donde la migración contribuye al desarrollo de los lugares y países de origen. Entre los supuestos que alimentan esta visión destacan seis: la migración como fuente del desarrollo para el país expulsor, donde los migrantes son el agente y las remesas, el motor o palanca; la migración adquiere una dinámica propia, autogenerada, que no reconoce causas estructurales; la migración representa una carga y las remesas una fuga de recursos para el país receptor; los migrantes son responsables del deterioro laboral y de la calidad de vida en la sociedad receptora, y la migración deviene en una estrategia de combate a la pobreza que reviste de poder económico a los pobres.

Los mismos autores mencionan que esta concepción, aparte de unilateral y sesgada, es un contrasentido, porque son precisamente las condiciones de subdesarrollo, y en particular los procesos de reestructuración neoliberal, los que profundizan y acrecientan las asimetrías Norte-Sur, los que precipitan la expulsión laboral y nutren la nueva dinámica migratoria. Desde una perspectiva crítica es posible advertir que esta concepción deviene en una distorsión de la realidad, pues tiene el cometido de crear la ilusión de que los migrantes y las remesas (concebidas como un caudal inagotable de recursos monetarios) pueden y deben contribuir al desarrollo de los países de origen.

Para Sanmartín-Ortí (2009), los factores que provocan los movimientos de las personas y que conforman el desarrollo han sido tratados ampliamente en la literatura de forma independiente, y en la actualidad asistimos precisamente a un interés creciente por analizar de qué modo se afectan entre sí y qué canales de intervención son los idóneos para potenciar esa relación.

Hoy se entiende el vínculo en unos parámetros determinados y el impulso de dicho nexo como una meta a alcanzar. Los esfuerzos políticos, sociales y económicos en este sentido se dirigen hacia la lucha contra la pobreza y las desigualdades en un mundo interconectado, terreno en el que las migraciones internacionales, a través de una gestión determinada, pueden tener un papel relevante.

De Haas (2009) menciona que en algunos territorios se ha demostrado que uno de los factores que más ha funcionado como puente en el proceso de salir de la pobreza ha sido la migración, pues la movilidad hacia otros sectores productivos del mercado de trabajo interno o internacional facilita la supervivencia del grupo y la obtención de ingresos monetarios. En esta perspectiva, numerosos estudios asignaron una creciente importancia a las migraciones como estrategia de vida de los hogares, particularmente, los de origen rural.

Es precisamente en los territorios rurales en donde se acentúa más la incapacidad para retener a su población, generando la ausencia de desarrollo local; lo que sugiere a los gobiernos nacionales y locales el diseño de estrategias integrales de desarrollo, en donde los proyectos sociales y productivos de los migrantes deben desempeñar un papel importante para sus comunidades, municipios y regiones de origen (García-Zamora, 2003).

García-Zamora (2003) menciona que estas iniciativas deben verse como un capital social que deberán ser sólo un apoyo, más no dejarle todo el peso a la migración y las remesas como hasta ahora se ha hecho. Lo que lleva a entender el desarrollo como un proceso que reclama la participación conjunta de las instituciones públicas y de los actores económicos privados y sociales.

Tomando en cuenta argumentos de autores como Schejtman y Berdegué (2007: 45), quienes mencionan que “cada vez son más quienes piensan que si queremos que los resultados sean diferentes en el futuro, debemos evitar seguir haciendo más de lo mismo”. Al respecto, Canales (2015) argumenta que no se debe trasladar a la migración toda la responsabilidad de resolver los problemas de desarrollo, la solución no está en la promoción de políticas de desarrollo pura y simplemente, sino en la implementación de estrategias y estilos de desarrollo social y económico que combata directamente las desigualdades regionales e internacionales.

Igualmente, Bozzano (2012) menciona que se debe tener una visión alternativa a los modelos hegemónicos, en el marco de un desarrollo social virtuoso y duradero, en detrimento de los principales perjuicios ocasionados por el capitalismo y el colonialismo: el consumismo material exacerbado, la profundización de las desigualdades sociales y materiales, entre otros.

En los intentos de encontrar soluciones a los dilemas que presenta la pobreza rural, la mayoría han prestado atención a una sola vía, pero por qué no enfocarse en mostrar las diversas interrelaciones que existen en el entorno, sobre todo el rural, fruto de la pluriactividad y la diversificación de sus ingresos; en este caso específico se trata de buscar la interrelación entre migración y agricultura, como estrategias de sobrevivencia y sus implicaciones en las dinámicas de la pobreza y el papel que desempeñan en el desarrollo rural, tomando en cuenta los procesos sociales que convergen en los territorios con migración internacional.

Más aún, se aplican indiscriminadamente esquemas generales, se dispersan esfuerzos en programas aislados y se privilegian enfoques parciales y sectoriales, que lejos de contribuir a la solución tienden a agravarla, con la consecuente profundización de las desigualdades y los desequilibrios regionales existentes (García-Zamora, 2003). El enfoque del desarrollo territorial rural puede ayudar a encontrar soluciones a los dilemas que plantea el binomio migración-desarrollo, en el cual, lo territorial se impone a lo sectorial, buscando soluciones más específicas, adaptándose al contexto de acuerdo a las particularidades de cada territorio, en este caso específico, tomando en cuenta las características que presentan los territorios migratorios.

2. Desarrollo rural con enfoque territorial

Con el fenómeno migratorio actual, al estar inserto en un mundo globalizado, se piensa que ha habido un proceso de desterritorialización; sin embargo, hoy se constata una afirmación territorial en los territorios migratorios que es quizá la condición inicial para que exista un proceso de desarrollo rural, como un requisito necesario, pero no suficiente. Sin embargo, pareciera que sin una fuerte afirmación territorial no es posible iniciar procesos virtuosos de desarrollo (Bengoa, 2007).

En este caso específico, el enfoque del desarrollo rural territorial puede contribuir, en gran medida, a dar respuesta al reto de hacer frente a los grandes desafíos que implica la migración hacia otros países y los efectos que esto puede tener en los territorios de migración. Por ejemplo, ampliar el apoyo a los pequeños agricultores familiares y crear medios de subsistencia alternativos y sostenibles en las zonas rurales, con especial énfasis en las mujeres y los jóvenes, es fundamental para abordar las causas subyacentes de la migración rural por diversos factores. De manera que se plantea la necesidad de reexaminar las estrategias tradicionales de desarrollo rural, a modo de avanzar hacia un enfoque de tipo espacial que considere los vínculos entre la migración internacional y su entorno agrícola-rural (Baca-Tavira y Herrera-Tapia, 2008).

En el contexto de la migración internacional de México-Estados Unidos, que se caracteriza por una multiplicidad de factores, se requieren acciones sistémicas (Biblioteca de Publicaciones Oficiales del Gobierno de la República, 2014) más concretas y territoriales, menos sectoriales. Por lo tanto, existe la necesidad de reenfocar las políticas de desarrollo rural y alivio de la pobreza. Máxime, después de conocer las limitaciones de los enfoques tradicionales de dichas políticas, se plantea, entre otras consideraciones, incorporar la dimensión territorial en su diseño, al mismo tiempo se resalta la necesidad de repasar el papel de las migraciones en el desarrollo de la comunidad de origen (Schejtman, 1999). Como parte de un todo, en donde el estado y el mercado desempeñen un papel importante.

En el enfoque territorial se considera al territorio en una perspectiva de desarrollo, como una variable a ser considerada cuando se quiere algún tipo de intervención sobre el espacio y las poblaciones que resulten en alteraciones de la realidad existente (Schneider y Peyré-Tartaruga, 2006). Así, para Schneider (2010) el territorio es el espacio y el campo en el que las acciones, las estrategias y las trayectorias de los actores buscan que el vector de los movimientos sea ascendente, convirtiéndose de esta forma en una unidad importante para el planeamiento y la implementación de las acciones de desarrollo. Así, los migrantes son gente que quieren salir adelante, para eso han salido de su lugar de origen en busca de mejores condiciones de vida.

De ese modo, el enfoque territorial del desarrollo presupone la acción sobre el espacio y el cambio de las relaciones sociales en él existentes (Schneider y Peyré-Tartarura, 2006). Ahora bien, al ser el territorio un espacio sostenido por las relaciones entre los grupos sociales que se lo apropian, se puede estudiar desde el concepto territorios migratorios mediante los vínculos, las interacciones sociales y simbólicas que mantienen los migrantes con su lugar de origen, es decir, cuando la gente se moviliza de un lugar a otro o se mueva de una escala local a una global significa una nueva forma de territorialización.

De tal manera, el territorio es visto y comprendido como la unidad de referencia y mediación de las acciones del estado, y el enfoque del desarrollo rural territorial se hace, por lo tanto, un modo de acción que valora los atributos de las comunidades y de los actores sociales allí existentes, en este caso se toman en cuenta las condiciones que propician las actividades agrícolas y la cultura migratoria existente (Schneider y Peyré-Tartaruga, 2006).

Por lo tanto, el enfoque del desarrollo rural territorial busca establecer nuevas definiciones, entre éstas, el enfoque de ruralidad. La categoría territorial organiza ecosistemas y territorios que se mueven en diferentes escalas espacio-temporales, por ejemplo, los territorios rurales que tiene una baja densidad demográfica, que dependen de las ciudades y de la migración internacional, y en algunos casos, los territorios que cuentan con una alta intensidad migratoria, de marginación alta y media y, con un clima propicio para la agricultura, como es el caso específico del territorio que se analiza.

Las políticas o las estrategias de desarrollo rural son el conjunto de acciones orientadas a mejorar las condiciones de vida y de trabajo de la población rural, en particular de los pequeños productores y de los trabajadores con poca o con ninguna tierra; características que encontramos en los territorios migratorios de estudio. Sin embargo, es posible advertir una serie de limitaciones en los enfoques tradicionales de dichas estrategias, por ejemplo, hacer caso omiso del alto grado de heterogeneidad que caracteriza al contexto de la pequeña agricultura y, por lo tanto, de la necesidad de políticas diferenciadas por tipo de productor, que sólo recientemente y de manera muy parcial han empezado a ser adoptadas explícitamente por algunos países (Schejtman, 1999).

Se centran en la actividad agrícola sin tener en cuenta el carácter multiactivo de las unidades familiares, a pesar de la importancia que ha adquirido el trabajo extrapredial para el funcionamiento mismo de la actividad agrícola, como fuente importante de ingresos complementarios y como componente de los mecanismos para enfrentar los riesgos inherentes a la producción agrícola y, particularmente, sin asumir la importancia que ha ido adquiriendo el empleo rural no agrícola y la migración internacional (Schejtman, 1999).

En el abandono de la teoría generalizada y determinista, recientemente existe una tendencia cada vez mayor a concentrarse en grupos y problemas específicos (las mujeres, los desposeídos, los migrantes, entre otros), una actitud más reflexiva hacia la ayuda y el desarrollo, así como un nuevo énfasis hacia iniciativas “de abajo hacia arriba” y organizadas en las bases sociales (Baca-Tavira y Herrera-Tapia, 2008).

En este marco, el lenguaje y los discursos del desarrollo sufren un viraje hacia conceptos que aluden a la pluralidad de la sociedad, a los actores del territorio. Ahora se habla de actores, agentes, sujetos y ciudadanos, de tal modo que las prácticas y los discursos de los gobiernos y las agencias internacionales se adecuaron rápidamente a esta ola discursiva y “modas intelectuales”, incorporando en sus políticas públicas elementos conceptuales derivados de un trabajo teórico enmarcado en esta serie de sucesos sociales.

A estas propuestas de desarrollo rural se deben agregar otras de cuño más reciente, como el paradigma del capital social y el enfoque de desarrollo participativo. En ambos casos se prefiere un desarrollo centrado en la utilización de mecanismos participativos de las comunidades, que redunden en la generación de capacidades productivas adecuadas a la competencia mercantil, y, por consiguiente, propiciar el “autodesarrollo”. De esta forma, la gobernabilidad para el desarrollo rural adquiere otras dimensiones en las que la paternidad del Estado se difumina convirtiéndose éste en un actor más participativo.

Las ciencias y las disciplinas que estudian el espacio rural, en mayor o menor medida, han desarrollado sus análisis considerando los procesos de interacción entre el campo y la ciudad. En este contexto, la agricultura trasciende lo agropecuario y mantiene fuertes nexos de intercambio con lo urbano y con lo internacional en la provisión no sólo de alimento, sino también de gran cantidad de bienes y servicios, entre los que vale la pena destacar la oferta y el cuidado de recursos naturales, los lugares para el descanso y los aportes al mantenimiento y desarrollo de la cultura (Zorrilla, 2003). En el mismo sentido, el proceso migratorio igualmente ha trascendido el espacio rural, por la conformación de los territorios migratorios que son una estructuración del espacio, construidos en el transcurso del tiempo, que también ofrecen recursos que pueden ser movilizados para asegurar la vida de los migrantes, crear economías locales, y así lograr una mejor reproducción material y social sostenible.

3. Metodología

Se optó por desarrollar un trabajo de enfoque mixto, poniendo el mayor énfasis en la dimensión cualitativa, tomando en cuenta argumentos como los de Ariza y Velazco (2012), quienes mencionan que los estudios cualitativos hacen posible un primer acercamiento a la complejidad actual de la migración internacional por el carácter situado y contextual, que obliga al investigador a un contacto directo con el proceso migratorio, en terreno; la búsqueda de profundidad antes que de extensión; el examen detallado y microscópico de los datos y el carácter flexible y orientado a la teoría del proceso de indagación.

De tal manera que los resultados se puedan aplicar a otros contextos de migración similares, por ejemplo, en la zona sur del Estado de México existen municipios que comparten situaciones y problemáticas muy parecidas, teniendo en cuenta el continum territorial, donde las comunidades de Almoloya de Alquisiras pueden ser muy semejantes a los municipios de Coatepec Harinas, Zacualpan, Tejupilco, Sultepec y Tlatlaya, entre otros.

Como parte de la metodología, se llevaron a cabo recorridos de campo en el territorio de estudio, se aplicaron 100 cuestionarios a hogares migrantes y 20 entrevistas semiestructuradas a migrantes y autoridades municipales, en el periodo 2015-2017. El trabajo de campo se llevó a cabo en cinco localidades del municipio de Almoloya de Alquisiras: la Segunda Manzana, la Cuarta Manzana, Buenos Aires, Pachuquilla y Cuauhtenco. La elección de estas comunidades fue, principalmente, porque cumplían con dos particularidades importantes: 1. tener altos índices de migración a Estados Unidos, y 2. la vocación agropecuaria. La selección de las y los entrevistados se llevó a cabo por el método de muestreo no probabilístico (bola de nieve).

Las entrevistas a autoridades municipales se realizaron con el objetivo principal de tener una contextualización del municipio y conocer las acciones que se están llevando a cabo con relación a la migración y la agricultura. Tomando en cuenta que los actores institucionales son clave en la puesta en marcha de programas o políticas relacionadas con el desarrollo rural. Igualmente, en las entrevistas y los cuestionarios aplicados a los hogares de migrantes productores agrícolas, se abordan temas como la estructura familiar, la experiencia migratoria, las remesas, la participación y las actividades productivas.

4. Zona de estudio

El análisis se centra en el Estado de México, una de las 32 entidades federativas que integran el país, estado con más población de todo México y la segunda entidad que más aporta al PIB nacional, después de la Ciudad de México. Desde la década de 1950, la entidad mexiquense ha vivido un proceso de urbanización e industrialización, lo cual ha generado que actualmente el sector económico que más aporta sea el terciario con 66.3%, seguido por el secundario con 32.5% y, en tercer lugar, el primario con 1.3% (INEGI, 2016).

A pesar de lo anterior, las actividades agrícolas en el medio rural mexiquense tienen una gran trayectoria e importancia, sobre todo en el suroeste y noroeste de la entidad, regiones en las cuales su población ha conformado sus modos de vida a partir de la agricultura, incluso mucho antes de emigrar a Estados Unidos. De acuerdo, con Baca-Tavira (2011) el estado tiene un potencial destacado en ciertos cultivos, con una amplia variedad de climas y tipos de suelo. Actualmente, la entidad y, particularmente la zona sur, se ha convertido en el productor más importante de flores de corte del país; sin embargo, la mayoría de su población aún se encuentra sumida en la pobreza.

En lo referente a la migración a Estados Unidos y, de acuerdo con el Conapo (2010), el Estado de México es desde el 2000 el cuarto lugar a nivel nacional con respecto al número de migrantes y el quinto en recepción de remesas, lo que ha generado que las familias sean dependientes cada vez más de ingresos provenientes fuera de sus parcelas (Gil-Méndez, 2012). Sin embargo, las actividades agrícolas son todavía de suma importancia para la seguridad alimentaria de la región.

Fuente: elaboración propia.

Mapa 1 Mapa de la Región VI, Ixtapan de la Sal 

4.1. Contexto socioeconómico de la región VI, Ixtapan de la Sal

Dentro de la región VI, Ixtapan de la Sal1 podemos encontrar interacciones sociales, económicas, políticas y demográficas intensas, que resultan cotidianas y cercanas entre las poblaciones de los municipios que la integran, y cuyas características principales son la movilidad y la circulación constantes debido principalmente a la alta migración a Estados Unidos. Con base en factores socioeconómicos, demográficos y evidentemente geográficos se caracteriza con un perfil territorial prioritariamente rural y un perfil productivo destacadamente agrícola. Aunque también podemos encontrar actividades pecuarias, con la cría de ganado bovino, caprino y ovino en pequeña escala.

En la mayoría del ámbito rural, el desarrollo en la región y el bienestar de la población han sido desiguales, ya que existen actividades agrícolas en ciertos municipios que han generado mayor desarrollo que en otros. Para Baca-Tavira y Luna-Martínez (2015) la estructura productiva agrícola en la región migratoria del suroeste del estado presenta una diversidad en las formas y las condiciones en las que se realizan los cultivos a partir de los activos que intervienen en sus sistemas de producción de flores, frutas, maíz y hortalizas.

Lo que significa que la producción agrícola de la entidad se divide en dos grandes grupos de producción agrícola, por un lado, se observa una que se basa en la producción ejidal, de temporal, maicera de baja productividad y de autoconsumo. Por otro lado, se identifica una agricultura de propietarios privados que disponen de una infraestructura moderna (invernaderos y grandes extensiones de tierra) para la producción, sus tierras de cultivo son principalmente de riego, invierten en cultivos comerciales como la flor, el jitomate, el chile manzano, la guayaba, el durazno y el aguacate; los municipios que se encuentran en dichas condiciones son Coatepec Harinas, Tenancingo y Villa Guerrero.

El cultivo de subsistencia está presente en casi todos los municipios que conforman la región; sin embargo, es muy marcada en Almoloya de Alquisiras, San Simón de Guerrero, Sultepec, Temascaltepec y Texcaltitlán que se ubican en la parte poniente y centro-sur de la región, en donde un alto porcentaje de la tierra es propiedad comunal. Destacan los cultivos de maíz, aguacate, durazno, chícharo y recientemente tomate rojo (jitomate).

4.2. Almoloya de Alquisiras. Territorio migratorio

Almoloya de Alquisiras es uno de estos municipios de la parte centro-sur de la región donde se centra el análisis; es un territorio en donde la migración hacia Estados Unidos hunde sus raíces en el Programa Bracero, y las actividades agrícolas y migratorias han coexistido como una estrategia para sobrevivir y buscar mejores condiciones de vida.

Aun cuando el Estado de México no figuró entre los grandes expulsores de migrantes como los estados del occidente del país, en los municipios rurales del sur de la entidad mexiquense hubo un contingente importante que se incorporó al proceso migratorio, desplazándose a los campos agrícolas de Estados Unidos, y el municipio de Almoloya de Alquisiras es un referente al respecto en toda la entidad.

En su heterogeneidad, el proceso migratorio de la región presenta una amplia diversidad de formas en las que los migrantes a Estados Unidos construyen sus experiencias. El municipio de Almoloya de Alquisiras, al igual que Tonatico y Coatepec Harinas, tienen mayor presencia de migrantes documentados, producto de su añeja participación en el proceso migratorio internacional. En tal sentido, han mantenido cierta circularidad migratoria y cuentan con mayor capital social migratorio en comparación con otras comunidades y otros municipios (Baca-Tavira y Luna-Martínez, 2015).

Sin embargo, se puede observar que la mayoría de su población se encuentra en situación de pobreza, ya que según datos que emite el Gobierno del Estado de México (GEM, 2012) el 71.8% de la población total del municipio se encuentra en algún tipo de pobreza, con el 28.3% de su población en pobreza extrema, y 43.5% en pobreza moderada, lo que significa que el 28.2% restante vive sin ningún tipo de pobreza. Al analizar la intensidad migratoria y su relación con la pobreza se encontró que existe una correlación directa entre estos dos indicadores, ya que, como se ha demostrado la causa principal de que la gente se vaya a Estados Unidos es por la falta de oportunidades laborales.

En lo que respecta a las principales actividades que se realizan en el municipio de Almoloya y, de acuerdo con la distribución de la Población Económicamente Activa (PEA) por sector de actividad, para el 2010, según datos de INEGI (2016), la distribución por sector presentó la siguiente estructura: 46.62% correspondió a las actividades primarias, las actividades secundarias representaron 15.92% y el sector terciario representó 37.46% . Los datos anteriores nos muestran que las actividades del sector agropecuario aún tienen gran importancia. Por lo tanto, la economía del municipio se sustenta en el comercio y en las actividades agrícolas, principalmente, con la producción de maíz, aguacate, durazno, chícharo y jitomate; como se observa en la Gráfica 1, en donde se muestran la producción de los principales cultivos del municipio de Almoloya de Alquisiras de los últimos 14 años.

Fuente: elaboración propia con base en datos de SAGARPA/SIAP/datos abiertos (2017).

Gráfica 1 Principales cultivos de Almoloya de Alquisiras 

La gráfica muestra que, el principal cultivo en el municipio es el maíz. En segundo lugar, el aguacate, que en términos generales, ha mantenido un crecimiento paulatino desde 2012. El cultivo más variable en su volumen de producción es el durazno, sobre todo desde 2009; sin embargo, para 2016 se mantiene en el tercer lugar. El cultivo que ha ido perdiendo importancia es el chícharo, ya que al inicio del periodo analizado era el cuarto lugar, y para el 2016 se posicionó en el quinto lugar y al parecer sigue bajando. Por último, el tomate rojo (jitomate) se muestra en el cuarto cultivo en importancia del municipio, ya que es el que desde 2014 ha ido en ascenso, según se pudo constatar en los recorridos de campo. Actualmente, desde la cabecera municipal es posible vislumbrar los invernaderos de jitomate, en las comunidades de Pachuquilla, Jaltepec y Buenos Aires, principalmente.

En la Gráfica 2 se muestra la relevancia económica que tienen los principales cultivos en el municipio de estudio. Se observa que el cultivo más importante, con respecto al ingreso monetario de los alquisirenses, es el aguacate con un ascenso considerable en 2015; el segundo lugar, el maíz, con un valor en su producción sostenido a través de las últimas décadas; por su parte, el durazno es el cultivo con más variaciones y con un ligero descenso en los últimos años; en lo que respecta al jitomate, muestra un ascenso sostenido y el chícharo se ha mantenido con un valor constante en su producción.

Fuente: elaboración propia con base en datos de SAGARPA/SIAP/datos abiertos (2017).

Gráfica 2 Valor de la producción 

5. Resultados

De acuerdo con los datos obtenidos en el cuestionario aplicado se tiene que cien por ciento de los migrantes se dedican a la agricultura y han migrado a Estados Unidos al menos una vez en su vida. Cabe resaltar que el estudio se basa en información obtenida de hogares de migrantes de retorno y de hogares con migrantes que se encuentran en Estados Unidos porque son, en su conjunto, quienes contribuyen a mejorar las condiciones económicas de los hogares alquisirenses.

De acuerdo con los recorridos de campo se observa que cien por ciento de los hogares viven en situación de pobreza moderada, ya que cuentan con recursos provenientes de Estados Unidos para satisfacer sus necesidades más elementales. Sin embargo, 89% de las personas a la que se les aplicó el cuestionario comentan que la falta de empleo es el factor determinante que los motivó a migrar a Estados Unidos, y que hoy los problemas relacionados con la creación de empleos formales que garanticen los medios para sufragar gastos en educación y riesgos de salud en el hogar siguen siendo lo más apremiantes. Como se puede apreciar en el siguiente relato:

Yo siembro maíz, pero ya no alcanza para nada, antes siquiera sacabas algo, te quedaba para hacer algo, se puso canijo, ya no puede uno, lo que busca uno es que tengamos un buen trabajo, que nos den nuestra paga cada semana, seguro social, y que nos alcance para que nuestros hijos vayan a la escuela, pero no lo tenemos y creo que no lo vamos a tener, ese es el problema, qué más quisiéramos que nos ayudaran, para que uno viva mejor, por eso me quiero regresar para allá, para el norte, es donde se puede hacer algo, si quiera para que la familia coma y lo que haga falta, por eso yo me voy. (Jesús, 2017)

Y como sucede en la mayor parte del contexto rural, los migrantes alquisirenses hoy no sólo se dedican a la agricultura y se van a Estados Unidos, sino que han diversificado sus actividades, como lo podemos constatar en la Gráfica 3, que nos muestra las principales actividades de los migrantes cuando se encuentra en el municipio.

Fuente: elaboración propia con base en el trabajo de campo.

Gráfica 3 Principales actividades en el lugar de origen 

Aun cuando de los datos obtenidos en el cuestionario aplicado, la totalidad de migrantes siembran algún cultivo, sólo 21 de ellos contestó que se dedican al campo, lo anterior tiene que ver con el beneficio económico que les deja, lo cual está relacionado con el tipo de cultivo (comercial o de subsistencia). Aquí se observa una dualidad, por un lado, las actividades agrícolas, sobre todo las más comerciales están tomando importancia, pero hoy son las menos. Por otro lado, las actividades de subsistencia, que son las más, son vistas como complementarias. Como lo podemos constatar en lo que comenta un migrante entrevistado:

Yo siembro maíz porque con eso mi familia y yo nos ayudamos en el gasto de la casa, porque lo usamos para consumo de nosotros y de los animales, eso ya es una gran ayuda. Mi mujer cuando yo no tengo trabajo me ayuda no pidiendo para el gasto y sólo comemos lo que tenemos. Yo trabajo en la construcción aquí o en donde me llamen, pero hay temporadas que no hay nada, entonces yo trabajo en la milpa y ya saca uno para irla pasando. (Álvaro, 2017)

Por su parte Juan nos comenta que:

Yo me dedico a hacer nieve y la vendo en las escuelas, en la primaria y en el kinder de aquí de Almoloya, en mis ratos libres, a la agricultura. Lo que pasa es que ahora se ha puesto más difícil, sembrando ya no saca uno, tan sólo para irla pasando. Bueno, como siempre, todo el tiempo ha estado difícil, pero ahora más, aquí no hay oportunidad de hacer nada, yo te puedo decir que si no tienes dinero o no tienes un negocio aquí no haces nada te tienes que ir porque allá es donde se puede hacer algo. (Juan, 2017)

En concordancia con lo anterior, a partir de la tecnificación, la agricultura, como una actividad económica emblemática del territorio, ha cambiado en alguna medida del uso de la energía física humana por la fósil, lo que ha contribuido también a la expulsión de mano de obra, y por lo tanto a una pluriactividad en la zona de estudio. Las familias ahora dependen cada vez menos de las actividades agropecuarias y su principal medio de subsistencia son cada vez más de subsidios y salarios que los obligan a migrar de manera continua (Arias, 2009), y dentro de ello, las remesas.

Para Martínez-Bustamante y Juan-Pérez (2005), la diversidad de actividades agrícolas es amplia en la región sur, y la importancia de éstas también es diversa, relacionadas con aspectos ecológicos, económicos, culturales y sociales. Sin embargo, la actual pérdida de los componentes económicos y culturales de las sociedades campesinas de la región sur del Estado de México está vinculada con la disminución y la pérdida de la agrobiodiversidad, generando que se busquen otras formas de ingresos, como la migración a otros contextos.

Como se mencionó, el principal cultivo en el municipio es el maíz, la población sigue sembrándolo como una estrategia de sobrevivencia, aunque no cultiven una gran cantidad, lo poco que se siembra es “para irla pasando, siquiera para comer”, como ellos dicen. Sin embargo, por su ubicación geográfica y sus condiciones, algunos productores emprendedores y migrantes con recursos también se han aventurado a cultivar otros productos, como aguacate, chícharo, durazno y recientemente jitomate, pepino y chile manzano como se muestra en el Cuadro 1.

Cuadro 1 Apoyo a la agricultura desde Estados Unidos por cultivo 

Producto agrícola Dinero
de EE. UU
Maquinaria
de EE. UU
Semillas
de EE. UU
Número
de Productores
Maíz 35 productores 9 productores 0 productores 89
Aguacate 4 productores 2 productores 0 productores 8
Durazno 4 productores 5 productores 1 productor 15
Chícharo 1 productor 3 productores 0 productores 7
Pepino 2 productores 1 productor 4 productores 5
Chile manzano 7 productores 6 productores 0 productores 25
Jitomate 8 productores 9 productores 3 productores 9

Fuente: Elaboración propia con base en el trabajo de campo.

Tomando en cuenta los cultivos y el total de productores cuestionados, se ha considerado pertinente cruzar la información con los recursos recibidos de Estados Unidos, tratando de visualizar el grado de apoyo que se recibe de los migrantes. Las remesas y la maquinaria son los dos principales recursos enviados o traídos directamente de Estados Unidos, considerando que 61 de los productores comenta que ocupa la remesa para seguir cultivando y 35 han traído maquinaria que utilizan en las labores agrícolas. Las semillas, por su parte, no figuran como un recurso que apoye en la agricultura del municipio, por las restricciones que se pueden tener al momento del viaje de regreso; sin embargo, hay algunas personas que lo hacen, como lo muestra el Cuadro 1.

En términos absolutos los productores que más reciben recursos de EE. UU. son los que siembran maíz; sin embargo, en términos de porcentaje varía el apoyo que recibe cada cultivo. Por ejemplo, para el aguacate 50% de los productores reciben o han recibido remesas para cultivar este producto. A simple vista se pude notar que los recursos enviados o traídos desde Estados Unidos para apoyar la agricultura son tan importantes, si a eso le sumamos lo que los migrantes dicen en las entrevistas realizadas, se puede percibir que una buena parte de la gente también recibe apoyo para la adecuación y la compra de terrenos, el pago para contratar gente para la cosecha, entre otros, como lo podemos observar en las siguientes entrevistas:

sí, antes mi hijo, el de EE. UU, hace como un año me mandó para que limpie mi terreno, para pagar mis piones, ahora está medio malo, medio enfermo, ahorita no he hablado con él. Hace años, él compró un terreno, estaba boscoso, lo limpiamos, metimos el tractor, sembramos aguacate, y ahorita ya tiene tres años, pero ya se corta unas dos o tres toneladas de aguacate, yo lo hice para ayudarle, para que suba, él tiene trabajo en el otro lado, pero cuando se viene la cosecha, pues es una ayuda. (Mariano, 2016)

Yo cuando estaba en el norte mandaba dinero para que mi esposa y mis hijos la pasen mejor aquí, Ellos estaban chicos, iban a la escuela, yo no le dije a mi mujer que el dinero era para los gastos de la casa, pero ella apartaba un poquito para la milpa, con eso pagaba para los trabajos de la milpa y sembraba, ya cuando me hablaba me decía que ya estaba lista la milpa para sembrar. Es que ella es ahorrativa, ella me ha ayudado y por eso hicimos lo que tenemos, nuestra casa y nuestros hijos ya están grandes, yo ya no he ido para el norte, porque ella me dijo que con lo que tenemos ya está bien. (Cruz, 2017)

En lo que respecta al apoyo recibido de las autoridades de los tres órdenes de gobierno, 45% de quienes se les aplicó el cuestionario manifestaron haber recibido algún tipo de apoyo oficial para el cultivo de algún producto, los tipos de apoyo van desde fertilizante, abono, semillas y dinero en efectivo para las yuntas y la siembra, y según las autoridades municipales se han apoyado a los productores con invernaderos y sistemas de riego como se relata a continuación.

El gobierno del estado ha otorgado muchos invernaderos y si están dado resultados, sobre todo se está generando mucho empleo, entre los productos que sobresalen son el jitomate y el chile manzano, aunque más el jitomate. El gobierno municipal ha estado trabajando mucho para que la gente que quiera tenga un invernadero, tomando como muestra Coatepec Harinas, porque la gente sale y ve y se pregunta por qué no hay invernaderos en Almoloya, y ahora ustedes van a Pachuquilla y a Buenos Aires y están llenos de invernaderos, y más que nada la gente está respondiendo, se le está dando impulso, pero la gente está respondiendo. (Édgar, 2017)

En los recorridos de campo se pudo constatar que hay alrededor de 70 invernaderos en las comunidades, como lo menciona el funcionario municipal; sin embargo, al aplicar el cuestionario y las entrevistas a ocho personas, dueñas de invernaderos, nos respondieron que no recibieron ningún apoyo por parte de las autoridades municipales, que la iniciativa ha sido de ellos, observando y tomando como modelo productivo de referencia lo que pasa en el entorno territorial. Como lo podemos constatar en el siguiente relato:

La idea del invernadero fue por parte de mi hermano y yo, él está en Pensilvania, él vive allá, es chofer de camión y como él ya tienen papeles, y es residente, es más fácil que te den trabajo por allá, a nosotros se nos vino la idea porque un señor de acá abajo, de Buenos Aires, empezó con los invernaderos, y vimos que sí era negocio, y como a mi hermano le va bien, y como a mí me deportaron me dijo si quería poner dos invernaderos de jitomate, ahora el gobierno anda diciendo que nos ayuda, no, no han ayudado con nada, los 200,000 o 500,000 que nos costó poner nuestros invernaderos, mi hermano desde Estados Unidos los ha mandado, también nos ha mandado la maquinaria porque en el otro lado están más baratas, y todo lo que se ocupa aquí. (Lauro, 2017)

Otro relato que va en el mismo tenor:

Mira aquí ya se empezó con los invernaderos y ya nada lo va a parar, porque si es cierto que hay gente que tiene mucho dinero y le invierte y así como le invierte le saca, como pasa en Chiltepec, pero como nosotros que no tenemos mucho dinero nos ayudamos todos, como vecinos cuando alguien de aquí necesita piones le vamos a ayudar y cuando uno necesita ellos vienen a ayudarnos, y así solamente nos ha resultado. Del gobierno no hemos recibido nada antes y ahora ya no queremos nada, nada más que nos deje trabajar, y eso es todo. (Francisco, 2017)

En el municipio se está dando un auge en el cultivo en invernadero de jitomate, chile manzano y pepino; según los entrevistados como una forma de superar la pobreza, la desigualdad y la falta de oportunidades que hasta hoy se tienen en el municipio, esto a través de una economía social, pues cuando no se tienen recursos para sostener el invernadero, entre los vecinos se prestan su fuerza de trabajo.

Actualmente, funcionarios del gobierno municipal, al menos en el discurso, mencionan que los invernaderos es una iniciativa para tratar de detener a los migrantes, que se queden y trabajen en el municipio. Como se menciona en el siguiente relato:

Precisamente es que las comunidades de Pachuquilla y Buenos Aires se ha hecho una de las apuestas más ambiciosas de este gobierno y que va dirigido a tratar de detener la migración de su gente con los invernaderos; porque años atrás 80% de la población de esos lugares su gente se iba a EE. UU., ahora, con los invernaderos, se están quedando, le ven futuro, no para un gran negocio, pero si para mantenerse, para irla pasando. Sabemos que es difícil detener a los que se han ido porque aquí en los invernaderos se les paga entre 150 y 200 pesos por día, lo que no se compara con lo que se gana en el otro lado, pero con las condiciones que hoy enfrentan nuestros paisanos en EE. UU., nosotros esperamos que en el futuro decidan mejor quedarse. (Édgar, 2017)

Otro tema importante que se pudo observar en el trabajo de campo es que no sólo las remesas, la maquinaria y, en algunos casos, las semillas son elementos con los que se apoyan las actividades agrícolas, también está la información, las ideas, pues ya sea que cuando retornan o desde allá se las comunique a sus familiares para que se pongan en marcha, ya que de acuerdo con datos obtenidos en el cuestionario aplicado, 100% de los migrantes se comunican con sus familiares por teléfono cuando se encuentran en EE. UU., para saber cómo están; sin embargo, cuando se profundiza un poco más se encuentra que también fluyen las ideas, las experiencias y los anhelos de desarrollo. Como se relata a continuación:

A mí me deportaron, y ya no puedo regresar porque si me agarran me encierran, yo ya puedo regresar hasta dentro de diez años, pero ya no quiero regresar o si regreso al norte será con papeles, porque está canijo. Yo traigo una idea, el otro día vino un licenciado de pueblos y comunidades indígenas del gobierno federal, vinieron a ver aquí para apoyar a los que tienen casas de adobe y de apoyo a la vivienda, y me dicen que también nos ayudan para un proyecto de invernaderos, y hasta para poner una fábrica de hongos como allá en Pensilvania. Yo trabajé y sé cómo regar, y hay gente que sabe sembrar, gente que sabe cosechar, porque cada quien tenía su jale, yo me encargaba de la vaciada (riego), otros a cosechar, otros a seleccionar, y es lo que queremos, unirnos, y con lo que sabe uno, sacarle provecho. Y la otra semana un compadre me dijo que él nos apadrina con cuatro millones y otros vecinos de aquí de Buenos Aires que venden ropa en Toluca también le invierten, nada más que hay que echarle ganas, mi papá también nos ayuda, ya me habló y me dijo que si es buena idea, él se fue como en el 70 y ya no regresó, ya tiene sus papales, ya somos como 20 que queremos entrarle, pero todavía nos falta. (Manuel, 2017)

Lo anterior es relevante porque en el municipio de Almoloya de Alquisiras existe un nicho de trabajo en Pensilvania, al menos cuando los migrantes alquisirenses han ido por primera vez, su primer empleo es en los champiñones, porque es allí donde sus parientes y amigos trabajan o tienen un conocido que trabaja en alguna fábrica donde se cultiva este producto, es claro que no todos se quedan a trabajar en esto; sin embargo, los que deciden quedarse han adquirido conocimiento que quieren poner en práctica en el lugar de origen.

Las ideas, la información y los conocimientos que se adquieren en Estados Unidos están saliendo a la luz, como lo podemos constatar en los cuestionarios aplicados, ya que 89% menciona que les gustaría trabajar en lo que aprendieron en EE. UU. y 59% no ven que puedan cambiar las condiciones en EE.UU. De acuerdo con los recorridos de campo y los testimoniales se menciona que son ellos los que tienen que salir adelante aprovechando su agencia y su experiencia, en sinergia con lo que se puede tener en el territorio de origen, como el clima, la tierra fértil y las ganas de salir adelante, y tal vez en un tiempo no muy lejano ya no tengan que ir para el norte.

6. Discusión

A finales del siglo XX se mencionaba que, como resultado de la migración internacional hubo una paulatina feminización y un gran envejecimiento en las comunidades de origen, la expulsión de mano de obra masculina, originó que las comunidades rurales quedaran pobladas en su mayoría por mujeres y por varones menores de 15 años y mayores de 60 años (Massey et al, 2009). En la primera década del siglo XXI, con la crisis del 2008, se precarizaron las condiciones en México y EE.UU., lo que generó cambios significativos en el patrón migratorio, tales como que hoy las mujeres se desplazan acompañando a sus esposos o por cuenta propia; el retorno voluntario o forzado de un gran contingente de migrantes a consecuencia del endurecimiento de las políticas migratorias, entre otros.

Condiciones que se observan en el territorio de estudio, de acuerdo con los datos encontrados en el cuestionario aplicado, 25% son mujeres que participan en el flujo migratorio. El dato es relevante tomando en cuenta que ellas retornan menos, porque es más difícil su regreso a EE. UU. Por lo tanto, en las comunidades estudiadas, en las cuales no hace mucho podíamos encontrar niños y personas adultas, las mujeres y los hombres entre los 16 y 40 años se encontraban en EE. UU., hoy, alto porcentaje de hombres y mujeres están retornando, trabajando en las ciudades cercanas y en los invernaderos.

Por lo tanto, hoy los hogares en la región VI enfrentan una alta dependencia económica de recursos provenientes del exterior, vía las remesas y el comercio, ya que están compuestos por adultos mayores, niños y migrantes retornados, muchas veces ajenos al territorio. Aunado a que los ingresos de los habitantes rurales y, sobre todo los de los trabajadores agrícolas, son más bajos que los de otro sector, incluso en las mismas zonas rurales.

Por lo cual, el rol del estado se tiene que revisar y corregir, puesto que en los territorios migratorios le han dejado toda la responsabilidad del desarrollo a la migración y a los migrantes, desentendiéndose de su papel como promotor de desarrollo incluyente. Como sucede en el municipio de estudio en donde los migrantes al retornar traen una visión diferente, experiencias e ideas, y tratan de salir adelante dirigiendo sus recursos y esfuerzos hacia una agricultura más comercial, con la puesta en marcha de los invernaderos y el apoyo al cultivo como el aguacate y el durazno, todo esto se tendría que aprovechar. Sin embargo, hoy, el Estado sólo está fungiendo como un simple administrador de los escasos recursos existentes, como se pudo constatar con los testimoniales.

En estos territorios de migración encontramos condiciones difíciles para que la población se mantenga anclada a su territorio, por la falta de oportunidades de desarrollo y por efectos de la migración a Estados Unidos, que forma parte de su cultura, con una movilidad y circulación constantes de personas, remesas, productos e ideas. Con lo anterior, se debe tomar en cuenta que la población migrante tiene estructura y agencia, que es cierto que las que las razones principales por las que se fueron son la pobreza y la falta de oportunidades; sin embargo, existe la dialéctica de querer que se queden, pero ellos tal vez ya no quieren, como se pudo observar en el municipio de estudio, en el que 75% de los almoloyenses están buscando irse, esperando que mejoren las condiciones en EE. UU. Hoy se debe tomar en cuenta lo que ellos quieren.

Igualmente se ha demostrado que el principal efecto de la migración internacional en las comunidades rurales es el abandono de las actividades del campo, con la pérdida de mano de obra masculina en edad productiva, tal vez no con el abandono definitivo, pero sí con una reducción considerable de las actividades agrícolas (Gil-Méndez, 2012) aunado a la perdida de tierra fértil y la falta de agua. Este fenómeno provocó cambios en las actividades económicas, en la estructura y la organización de las familias de las comunidades analizadas; sin embargo, hoy, con el retorno, se está reconfigurando el territorio y los hogares, de tal manera que aún no se logran vislumbrar los verdaderos efectos. Al mismo tiempo que han fortalecido los lazos con los que se quedan, para muestra, los apoyos que reciben para seguir cultivando.

Es así que el fenómeno migratorio afecta la manera de organizar la explotación agrícola. Cuando el acceso a los recursos se regula según el número de miembros de la familia y su disponibilidad para aprovechar el patrimonio agrícola disponible (Gil-Méndez, 2012). Al analizar la interacción entre migración -como parte de la dinámica demográfica- y, la agricultura -como parte del factor ambiental- nos damos cuenta que ambos procesos están interrelacionados y al interactuar producen diversas sinergias que redefinen los territorios en donde convergen.

Dentro del análisis migración agricultura se han llevado a cabo diversos trabajos, en donde la agricultura es meramente de subsistencia y se ha encontrado que este tipo de agricultura permite y garantiza que en los hogares exista algún tipo de alimento derivado de un sistema de producción; sin embargo, no hay garantía alguna de la permanencia de las personas en las comunidades de origen, esto debido principalmente a que la migración es vista como una estrategia de subsistencia que tiene como fin mejorar la calidad de vida de las familias.

Dentro de los estudios sobre migración y remesas se ha encontrado que éstas contribuyen al desarrollo de las comunidades, al menos de manera parcial, aun cuando, la migración al representar una pérdida de capital humano para los hogares, que en algunos casos no compensa los ingresos que reciben de sus migrantes. Sin embargo, en el municipio de estudio se observa que la migración es un factor importante para que la gente siga cultivando y generando condiciones para que en los hogares y en el territorio se pueda detonar desarrollo rural y arraigo.

Igualmente, se ha demostrado que la agricultura comercial, al interactuar con la migración, no garantiza que los habitantes permanezcan en el pueblo, tampoco se puede hablar de desarrollo rural en estos territorios. Lo anterior nos lleva a reflexionar en cuanto a nuestro propio lugar de estudio, en el que no hace más de una década se tenía una agricultura de tipo de subsistencia, con pocos productos comerciales emergentes de aguacate, durazno y jitomate. Hoy se está apostando a un tipo de agricultura mucho más comercial, como una estrategia de salir adelante y que incide favorablemente en el desarrollo rural, donde el background de conocimientos, los recursos y la participación de los migrantes pueden marcan la diferencia y sentar las bases para el desarrollo.

Sin embargo, este tipo de agricultura, a pesar de los problemas que puede enfrentar, ha sido importante en la reproducción cotidiana de las familias rurales, sobre todo por el empleo que genera. Es así que la migración y la agricultura se han convertido en los pilares en donde la reproducción social ha encontrado su medio de subsistencia, y éste es el contexto donde los territorios migratorios mexiquenses estarían fincando su reproducción social en los próximos años.

Por tanto, los beneficios a menudo considerables que representan la migración y las remesas para las personas, los hogares y las comunidades no son la solución que ha de permitir resolver los problemas estructurales de desarrollo (De Haas, 2009), deben ser parte de una solución integral, donde el enfoque del desarrollo rural territorial tenga un peso específico, tomando en cuenta actividades propias de las comunidades de origen como la agricultura y la participación activa de todos los actores que convergen en estos territorios migratorios.

Un desarrollo rural con énfasis en la erradicación de la pobreza, mediante la satisfacción de las necesidades básicas de la población total de las áreas rurales, por medio de un incremento de la productividad y, de ser necesario, de la redistribución de los medios de producción. De este concepto rescatamos la parte de la productividad como objetivo principal y la redistribución de la riqueza territorial como mecanismo de combate a la pobreza y afianzamiento de las libertades en términos de movilidad humana.

Conclusiones

La relación entre la migración y las actividades agrícolas en el municipio de estudio son oportunidades que se tienen para generar las condiciones y detonar procesos de desarrollo; en donde la circulación tanto de personas, como de remesas e incluso de información e ideas son una manifestación de las condiciones imperantes en los territorios migratorios mexiquenses. Encontrando en el trabajo de campo, que con el apoyo de los migrantes y la migración en general, 100% de los migrantes siguen cultivando y los hogares tienen al menos para satisfacer sus necesidades básicas de alimentación, educación y salud.

En el municipio de Almoloya de Alquisiras se está modernizando la agricultura y hay un cambio en el proceso migratorio que hasta hoy no se avizora las consecuencias que esto puedan traer. Es cierto que una pequeña proporción de alquisirenses tiene para invertir en un invernadero; sin embargo, la mayoría de la población está encontrando una forma de empleo en éstos, sobre todo personas que están retornando de EE. UU., porque tienen experiencia en este tipo de cultivos.

Por lo tanto, se piensa que es un buen momento y que están las condiciones para revertir los términos en el que se debaten y diseñan las políticas públicas hacia un diseño más territorial, más específico, tomando en cuenta el contexto y las características de cada territorio, desplazando al centro de discusión a los migrantes como nuevos actores sociales. Considerando que la migración puede ser una pieza fundamental en el desarrollo, más no la única, como hasta ahora se ha querido ver.

En la zona sur del Estado de México hay condiciones similares en cada municipio que la integra, y, por lo tanto, los resultados pueden replicarse para estos contextos, tomando en cuenta factores como la movilidad y el flujo constante de información, ideas, experiencias y anhelos, y no sólo de remesas.

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Entrevistas

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Cruz (2017), Hogares migrantes, por Alejandro Rosendo, [audio / digital], Almoloya de Alquisiras, Estado de México, México, 14 de junio de 2017. [ Links ]

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1Integrada por 15 municipios: Almoloya de Alquisiras, Coatepec Harinas, Ixtapan de la Sal, Joquicingo, Malinalco, Ocuilan, San Simón de Guerrero, Sultepec, Temascaltepec, Tenancingo, Texcaltitlán, Tonatico, Villa Guerrero, Zacualpan y Zumpahuacán.

Recibido: 19 de Enero de 2018; Revisado: 08 de Junio de 2018; Aprobado: 30 de Julio de 2018

Alejandro Rosendo Chávez. Doctorante en Ciencias Agropecuarias y Recursos Naturales en la Universidad Autónoma de Estado de México. Forma parte de la Red de Procesos Participativos, Género y Desarrollo Territorial de la UAEM (Red Proterritorios). Realizó una estancia en la Universidad Católica del Maule en Chile durante 2016. Sus principales líneas de investigación son: desarrollo rural territorial, movilidad y migración internacional. Entre sus publicaciones destacan: “Territorialidad rural y redes de migración de Almoloya de Alquisiras. Un análisis desde la mirada de sus protagonistas”, en Jorge Olvera y Norma Baca -Tavira (coords.), Continuidades y cambios en las migraciones de México a Estados Unidos. Tendencias en la circulación, experiencias y resignificaciones de la migración y el retorno en el Estado de México, Universidad Autónoma del Estado de México, Toluca, México, pp. 285-310 (2016) y “Desarrollo rural en territorios migratorios: el caso de un municipio rural del centro de México”, en Felipe Lillo Viedma (ed.), Migraciones y educación: interpelación a las sociedades plurales, Ediciones Universidad Católica del Maule, Talca, Chile, pp. 49-70 (2017).

Francisco Herrera Tapia. Doctor en Ciencias Agropecuarias y Recursos Naturales, en el entonces Centro de Investigación en Ciencias Agropecuarias (CICA). Cuenta con una destacada trayectoria en investigación, docencia y extensión, en colaboración con productores rurales, organizaciones sociales, extensionistas y funcionarios públicos. Es integrante del Comité Técnico Académico de la Red Temática Conacyt de Gestión Territorial para el Desarrollo Rural Sustentable (Red GTD), miembro de la Asociación Mexicana de Estudios Rurales (AMER), y de la Red Internacional de Procesos Participativos, Género y Desarrollo Territorial. Ha sido subdirector académico del ICAR de 2012 a 2016, y fue nombrado por el H. Consejo Universitario de la Universidad Autónoma del Estado de México como director del ICAR para el periodo 2016-2020. Ha publicado múltiples trabajos académicos e impartido conferencias en México y el extranjero relacionadas con temas sociales, ambientales, económicos y políticos del campo. Entre los que destacan: “Las motivaciones para la participación voluntaria en comedores comunitarios del Estado de México”, Estudios Sociales Revista de Alimentación Contemporánea y Desarrollo regional, 28 (52), Centro de Investigación en Alimentación y Desarrollo, A. C., Sonora, México, pp. 2-24 (2018); “Territorialidad rural y redes de migración de Almoloya de Alquisiras. Un análisis desde la mirada de sus protagonistas”, en Jorge Olvera y Norma Baca-Tavira (coords.), Continuidades y cambios en las migraciones de México a Estados Unidos. Tendencias en la circulación, experiencias y resignificaciones de la migración y el retorno en el Estado de México, Universidad Autónoma del Estado de México, Toluca, México, pp. 285-310 (2016) y Proyectos sociales. Diseño y gestión para el desarrollo local y rural, Mnemosyne, Buenos Aires, Argentina (2015).

Ivonne Vizcarra Bordi. Doctora en Antropología por Universidad Laval Quebec. Fundadora del actual Instituto de Ciencias Agropecuarias y Rurales (ICAR) de la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEM). Premio a la mejor investigación del campo mexicano AMER 2001, Premio a la mejor investigación de la Reforma Agraria 2001, Premio de Economía Ernest Federer UNAM; Presea Sor Juana Inés de la Cruz, 2008; Estatal de Ciencia y Tecnología 2010. Presea Ignacio Rodríguez Calzada, UAEM, 2011. Miembro honorable de la Asociación Mexicana de Estudios Rurales (AMER). Líder de la Red Maíz: Alimentación, Tecnología, Ecología y Cultura. Asesora de instancias gubernamentales en equidad de género. Creadora del programa universitarios de estudios de género y profesora de posgrados en ciencias agropecuarias y recursos naturales; ciencias de la salud y en políticas públicas en la UAEM. Entre sus publicaciones destacan: en coordinación El maíz nativo en México. Aproximaciones críticas desde los estudios rurales, Juan Pablos Editores-Universidad Autónoma Metropolitana, Lerma, México (2016); “Repensar la sustentabilidad desde la cultura del maíz nativo: género y masa crítica en el desarrollo de la conciencia”, en Víctor Ávila Akerberg (coord.), Sustentabilidad ambiental. Una visión interdisciplinaria de los DAAD-Alumni en México, Universidad Autónoma del Estado de México, Toluca, México, pp. 1-12 (2018), y “Empoderamiento y feminismo comunitario en la conservación del maíz en México”, Estudios Feministas, Florianópolis, 25 (3), Universidade Federal de Santa Catarina, Santa Catarina, Brasil, pp. 1073-1092 (2017).

Norma Baca-Tavira. Doctora en Geografía por la Universidad Nacional Autónoma de México, especialista en Migración internacional por El Colegio de la Frontera Norte. Actualmente es investigadora-profesora de tiempo completo y docente en las facultades de Ciencias Políticas y Sociales, Geografía y Humanidades de la Universidad Autónoma del Estado México; asimismo, es integrante del Comité Académico de la Especialidad en Género, Violencia y Políticas Públicas. Entre sus últimas publicaciones destacan: Continuidades y cambios en las migraciones de México a Estados Unidos. Tendencias en la circulación, experiencias y resignificaciones de la migración y el retorno en el Estado de México, Universidad Autónoma del Estado de México, Toluca, México (2016); Trabajo global y desigualdades en el mercado laboral, Universidad Autónoma del Estado de México, Toluca, México (2016); Procesos participativos, género y desarrollo en México, Mnemosyne, Buenos Aires, Argentina (2016), y Migración internacional, territorios y sujetos migrantes del Estado de México, Ediciones Eón, Ciudad de México, México (2015), así como los artículos: “Proyectos sociales. Notas sobre diseño y gestión en territoriales rurales”, Convergencia, 72 (23), Universidad Autónoma del Estado de México, Toluca, México, pp. 69-87 (2016); “Configuraciones familiares y género en el sur mexiquense”, Cimexus, 11 (1), Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, Morelia, México, pp. 31-44 (2016), y “La contribución del ingreso femenino al bienestar del hogar en una comunidad oaxaqueña”, Espacio Abierto, 24 (3), Universidad del Zulia, Maracaibo, Venezuela, pp. 97-111 (2016).

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