Necesitamos una teoría que nos permita pensar en términos de pluralidades y diversidades, en lugar de seguir haciéndolo en unidades y universales.
Necesitamos teorías que por lo menos rompan el esquema que han construido sistemática y repetidamente el mundo de manera jerárquica.
Joan W. Scott
Introducción
A lo largo del texto reflexionamos acerca de la articulación de distintas formas de opresión que han dado lugar a movimientos sociales como el feminismo, el indigenismo y el movimiento lésbico-gay que cularidades, tienen en común haber sido inventados como "el Otro"1 del ciudadano (hombre blanco, urbano, pagador de impuestos, letrado y heterosexual).
El propósito de hilar semejanzas que nos vinculen tiene un sentido tanto teórico como político, que problematice políticas de inclusión en dónde las relaciones de poder están ausentes. En educación básica es central ya que la discriminación se pretende erradicar con llamados al respeto y no con la comprensión de cómo se ha construido discursivamente la "normalidad". Por ejemplo, en el programa de estudios para formar docentes de escuelas primarias, señalan
Las Encuestas Nacionales de Discriminación (ENADIS) del 2005 y 2010, llevadas a cabo por el Consejo Nacional para la Prevención de la Discriminación (CONAPRED), revelan que entre las prioridades más importantes a atender en materia de discriminación se encuentran las personas con discapacidad, los grupos de personas provenientes de culturas indígenas y las problemáticas asociadas a las diferencias de género (SEP, 2012).
El último párrafo "problemáticas asociadas a las diferencias de género", que desafortunadamente no aclaran, sugiere dificultad conceptual para expresar la discriminación en contra de las mujeres y la comunidad lésbico-gay2
En este sentido en un principios identificaremos aspectos de coincidencia básica que consideramos han influenciado la construcción del conocimiento respecto a las mujeres, las y los indígenas y los gays y lesbianas, delimitando algunos problemas que se han originado a partir de ello en lo epistémico, lo político y lo educativo. Finalmente haremos un cierre con algunas ideas que pretendemos seguir desarrollando en trabajos futuros.
Retomamos una tesis de Michel Foucault: la verdad absoluta acerca del sujeto, tiene que ver con el poder. La perspectiva analítica que presentamos retoma el debate que introduce Foucault acerca de los discursos producidos por las ciencias humanas, con la pretensión de neutralidad científica. Este enfoque distingue entre historia de las ciencias y genealogía de los saberes: en tanto la primera se articula en torno al eje estructural del conocimiento y la exigencia de verdad, la segunda lo hace en relación con el saber, las prácticas discursivas y las relaciones de poder. También tomamos algunos conceptos puntuales de la obra de Paul Ricoeur, en especial, La Metáfora Viva.
Coincidencias histérico-culturales
Al hacer un rápido recuento en términos de problemas encontramos que hay diferentes aspectos históricos que compartimos mujeres, indígenas, gays y lesbianas3
□ a) La cultura occidental nos rehusó el derecho de ser considerados ciudadanos -dentro del pacto entre iguales- que implicó la democracia.
En el Congreso Constituyente de 1917 -al igual que otras constituciones en el mundo- niegan el sufragio a mujeres argumentando "que no les interesa" y a analfabetas "las masas incapaces e ignorantes, completamente inaptas para darse cuenta de los intereses y de los asuntos públicos" (Diario de Debates, 1946). Además de la edad, es requisito del sufragio "tener un modo honesto de vivir".
La dupla burgués-proletario invisibiliza a otras comunidades como los campesinos, los indígenas e ignoraba otras formas de explotación como la sexual. Un reclamo feminista de la década de los ochentas rezaba: "obrero, quién lava tus calcetines".
□ c) La ciencia positiva moderna nos inventó, en el sentido que le da Michel Foucault (discursos con pretensión de verdad, que producen efectos).
Los estados laicos retomaron la teoría darwinista de la evolución como explicación del ser humano. La biología determinó que eran dos (XX y XY) y la psiquiatría que eran diferentes por naturaleza (masculino o femenino); aquello fuera de la norma, se consideró enfermo. Ahora sabemos que entre XX y XY hay diversas variaciones (Fausto-Sterling, 2006).
□ d) Las políticas liberales que buscan beneficiarnos, omiten la reflexión de aspectos económicos y políticos.
Las políticas de la perspectiva de género omiten hablar de las desigualdades económicas o étnicas; las políticas interculturales, omiten hablar de las preferencias sexuales.
□ e) Somos el "otro" de occidente4 como lo enfatizan Simon de (Beauvoir 1981) para el caso de las mujeres, Edward (Said 2002)5 para el caso de los no occidentales y (Foucault 1985) para el caso de gays, por lo que les/nos6 llamaremos sujetos excéntricos, como una forma de destacar su posición alejada a un centro desde donde se decide el saber, lo bueno, lo justo, lo erótico y lo bello que más adelante retomaremos.
Otredad: una lectura epistémica
A la pregunta de cómo es el "otro", hay diferentes respuestas. Una de ellas es la epistémica, que implica interrogarnos acerca de cómo conocemos el mundo. Para el empirismo clásico la realidad es un hecho dado accesible a la experiencia directa de cualquier "observador neutro"7.
Por el contrario, para otros enfoques como el constructivismo8 no hay tal cosa como una "lectura directa": cualquier observación es ya una interpretación (está cargada de teoría) que parte de algunos supuestos o esquemas9:
Que objetos de muy diversa forma y de distintas coloraciones sean igualmente "tomates", y sean diferentes de otros objetos que son "manzanas", aunque entre dos tomates dados haya mayores diferencias de forma y color que entre ciertos tomates y ciertas manzanas, requiere de mucha experiencia acumulada para poder ser "percibido", y de la organización de estas experiencias de acuerdo a ciertas estructuras conceptuales (García, 2006).
En la misma línea (aunque desde otro lugar) destacando el carácter histórico, semántico y contextual del conocimiento Paul Feyerabend (1994: 279-280) señala que el significado que atribuimos al fenómeno observado es producto de una construcción histórica situada que no sólo condiciona nuestro pensar distinto, sino que fundamentalmente determina nuestro "ver" distinto: cada cultura construye sus propias concepciones del mundo10.
Mi tercera tesis afirma que los puntos de vista sobre materias básicas, son a menudo tan diferentes unos de otros como lo son las ideologías subyacentes a las distintas culturas.
Para Michel Foucault (1990: 26-30), entre las palabras y las cosas hay una región intermedia: el episteme que implica esquemas de interpretación que condicionan los modos de entender el mundo y aprenderlo11, contrastando lo que llama la episteme clásica que se basa en la semejanza y una moderna que apunta a lo claro y distinto:
Hasta el siglo XVI , la semejanza ha desempeñado un papel constitutivo en el saber de la cultura occidental... Consiste en un desplazamiento desde un saber sustentado en la semejanza, que privilegia el ejercicio analógico de las similitudes. se pasa a un pensamiento totalizante que busca establecer categorías claras y distintas, así como inventarios exhaustivos.
Por su parte, desde la hermenéutica, Paul Ricoeur (2001: 367) es bastante enfático al respecto de la neutralidad en la ciencia12
Ningún discurso puede estar libre de presuposiciones por la simple razón de que el trabajo de pensamiento, por el que se tematiza una región de lo pensable, pone en juego conceptos operativos que no pueden ser tematizados.
(Ricoeur 2001: 240) distingue lo tematizable como lo imaginario (que sería lo ideológico para Feyerabend) y lo no tematizable (que sería lo metalinguistico). Dentro de lo no tematizable pone en tensión la semejanza que opone a la dualidad inclusión-exclusión15. "La semejanza se opone no a la contigüidad, sino a la dualidad inclusión-exclusión".
Podemos pensar la diversidad como la tensión entre inclusión-exclusión y la semejanza14. En el primero aplica a las cosas como varias entidades diferentes (claras y distintas en términos de Foucault) y en el segundo se refiere a las relaciones entendiendo la diversidad como lo ambiguo, continuo, opaco. En el primero prima la máxima simplificación y lo estático y en la segunda la complejidad y lo procesual.
La ciencia empírica positiva sigue una lógica de ordenamiento relacionada con lo claro y distinto que implica criterios de inclusión-exclusión que apunta a la identidad de las cosas, que reclama lógica y coherencia propia de la escritura; el "mundo de la vida" implica procesos y cambios, que estarían más vinculados con la semejanza.
Para dar una idea del ordenamiento por semejanza (que implica opacidad y ambigüedad) retomamos el ejemplo que presenta (Foucault 1990) en Las palabras y las cosas refiriendo a cierta enciclopedia china que divide a los animales en: a) pertenecientes al emperador, b) embalsamados, c) amaestrados, d) lechones, e) sirenas, f) fabulosos, g) perros sueltos; h) incluidos en esta clasificación, i) que se agitan como locos; j) idioma analítico de John Wilkins", sin dar la refe- innumerables, k) dibujados con un pincel finísimo de pelo de camello, l) etcétera, m) lenguaje ambiguo, redundante y deficiente que acaban de romper el jarrón, n) que de lejos parecen moscas15.
Cuando hablamos de mujeres, indígenas o gays/lesbianas... hay una episteme (tematizada y no tematizada), que a decir de Foucault la ciencia moderna objetivó desde lo claro y distinto como sujetos, objetivación que se rige por un ordenamiento de inclusión-exclusión que han adquirido estatuto de verdad: están naturalizados en nuestra cultura y pertenecen ya al ámbito del sentido común.
Mi trabajo ha lidiado con tres formas de objetivaciones, las cuales transforman a los seres humanos en sujetos. El primero, el modo de investigación que trata de darse a sí mismo el estatuto de ciencia.
Michel Foucault
En términos generales, si bien las construcciones sociales y simbólicas de las cuatro comunidades a las que nos hemos referido han variado a lo largo de la historia y han tenido caracterizaciones contextuales distintas, en el campo del conocimiento occidental se fundamentan en núcleos de convergencia culturales en los cuales se determinó la presencia de nociones estructurantes básicas: a las mujeres, indígenas y gays se les ha concebido como "el Otro", seres negativos, carenciados, incompletos e incapaces o anormales en relación con modelos ideales del ser.
En el caso de mujeres e indígenas, basta leer a dos de los filósofos más influyentes de la Ilustración: Immanuel Kant (2004):
La mujer, por tanto, no debe aprender ninguna geometría; del principio de razón suficiente o de las monadas sólo sabrá lo indispensable para entender el chiste en las poesías humorísticas con que se ha satirizado a los superficiales sutilizadores de nuestro sexo.
El pueblo de los americanos no es susceptible de forma alguna de civilización. Casi no hablan, no se hacen caricias, no se preocupan de nada y son perezosos.
Y George W. Hegel:
El principal carácter de los americanos de estas comarcas es una mansedumbre y falta de ímpetu, así como una humildad y sumisión rastrera frente a un criollo y más aún frente a un europeo.
En el caso de la comunidad gay basta decir que el crimen más silenciado es el del fascismo que mató por igual judíos y homosexuales.
La incidencia de estos tipos de pensamiento, consolidaron los valores de las sociedades y las culturas occidentales como universales humanos y dominantes que tienen su expresión más fuerte en el pensamiento ilustrado, el cual estableció a nivel discusivo (simbólico) una relación entre el cumplimiento de determinadas formas "legítimas" de ser por parte de las mujeres, las comunidades indígenas y un no ser de los gays y las lesbianas, pues hay un tipo de familia absolutizado como institución social de base y una mirada del progreso que les estigmatiza y les excluye de "lo normal".
Lo político: la ciencia y los discursos normativos acerca del sujeto
En la instauración de los estados modernos, para rehusar el derecho a la ciudadanía dentro del pacto entre iguales que instituye la democracia -tanto a mujeres como a pobres, iletrados, negros y extranjeros-, se argumentó que eran diferentes al tipo de "El Ciudadano" (hombres blancos, europeos, letrados, pagadores de impuestos). El punto era si podían ser considerados sujetos de razón al compararlos (González, 2012).
Marcar la diferencia ha sido una constante de la ciencia positiva moderna: primero en la anatomía, después en la biología y, por último, en la psicología.
Para Foucault (1990: 39) el saber acerca de lo humano está atravesado por normas de actuación y relaciones de poder 16. “[…] el conocimiento del hombre está siempre ligado, aun en sus formas más indecisas, a éticas o a políticas”.
Aristóteles desarrolló la idea de ciencia, la cual ha incidido poderosamente por más de veinte siglos en el mundo occidental. Basó su concepto de ciencia en su práctica como biólogo, preguntándose para qué existe un órgano determinado. Para este autor la ciencia es universalista; es decir, explica lo universal en la esencia de cada clase de cosas. En tanto busca leyes para explicar las causas finales, considera que en lo accidental o particular, no hay ciencia.
Su lógica de ordenamiento tiene que ver con la clasificación en la cual procede por inclusión-exclusión. Se determina un criterio y se establece si lo que se quiere clasificar responde a este criterio se le incluye, en caso contrario, se le excluye.
La Ilustración trajo consigo la ciencia moderna que implicó, particularmente con el humano, la pretensión de explicarlo para predecir su comportamiento. Desde un inicio, la ciencia se apresuró a buscar diferencias entre "El Ciudadano" (hombres blancos, europeos, letrados, pagadores de impuestos) y el resto de los humanos; por ejemplo Kant argumentaba:
Los negros de África carecen por naturaleza de una sensibilidad que se eleva por encima de lo insignificante. El señor Hume desafía a que se le presente un ejemplo de que un negro haya mostrado talento [...] Tan esencial es la diferencia entre estas dos razas humanas17; parece tan grande en las facultades espirituales como en el color (Chukwudi, 2003: 237).
Es interesante cómo Kant relaciona las "facultades espirituales" con un rasgo fenotípico como lo es el color de la piel en tanto diferencias esenciales. Fue la anatomía, una de las nacientes disciplinas en el campo médico de las primeras en buscar diferencias. La "cronometría" medía el cráneo, clasificando a la humanidad en varias "razas" diferentes y jerarquizadas, desde la "raza aria blanca, dolicocéfala" a la "braquicéfala" (cabeza corta y ancha), relacionando la forma y tamaño del cráneo con la inteligencia.18
En la Ciudad de México, el color de la piel o el tamaño y forma del cráneo fue registrada minuciosamente por los médicos a principios del siglo XX en esta lógica de marcar la diferencia, como una forma de racismo practicado por la ciencia médica19.
Al respecto Claude Levi-Strauss (2010: 68) señala que el pecado original de la antropología consiste en la confusión entre la noción puramente biológica de raza las producciones sociológicas y psicológicas de las culturas humanas, contextualizando la originalidad de sus producciones "Si esta originalidad existe -y la cosa no es dudosa-, atañe a circunstancias geográficas, históricas y sociológicas, no a aptitudes distintas vinculadas a la constitución anatómica o fisiológica de los negros, los amarillos o los blancos".
Algunos antropólogos acuñan la categoría etnia, para tomar distancia del discurso anatómico, posicionándose en el discurso de la cultura. A lo que Levy-Strauss reacciona señalando que la categoría, por sí misma, no terminaría con el racismo.
A las mujeres también se les clasificó desde la lógica de la inclusión-exclusión. En un artículo de México Intelectual a finales del siglo XIX, Dolores Correa, maestra de la Normal de Profesoras, relata que el científico holandés Birchof sostenía que las mujeres eran intelectualmente inferiores a los hombres; su hipótesis la basaba en que el cerebro de las mujeres pesaba menos que el de los hombres; en tono de burla, Correa habla de que al morir este científico pesaron su cerebro y resultó con menor peso que el de cualquier mujer20.
Lo que en la edad media occidental se consideraba igualdad-desigualdad entre hombres y mujeres, se convirtió en diferencia radical. Galeno, cuyas formulaciones tuvieron gran influencia en occidente hasta la llegada de la ciencia moderna, consideraba que solamente había un sexo, que el cuerpo de hombres y mujeres eran semejantes, y solamente diferían en sus genitales: concebía la vagina como un pene invertido21.
El Dr. Pierre Roussel da un giro a esta única diferencia, formulando en el año de 1775 que: "La esencia del sexo no es exclusiva de un solo órgano, sino que se extiende en matices, más o menos perceptibles, a todas partes"22. Lo que deriva en una búsqueda compulsiva de diferencias corporales y de funcionamiento del cuerpo. Algunos anatomistas plantearon que era imposible trazar una clara distinción fisiológica entre los dos sexos por la gran variedad que existía entre el grupo de mujeres y entre el grupo de hombres concretos. Toda hipótesis que parte de probar diferencias (sexuales, culturales, raciales, generacionales, nacionales, etc.) tenderá a aumentar el contraste y subestimar diferencias al interior de cada grupo comparado.
El criterio para marcar diferencias entre El Ciudadano y el resto de los humanos fue el cuerpo, un cuerpo que empieza a construirse desde una lógica binaria de la inclusión-exclusión (0 - 1): en el momento que se compara, se jerarquiza, siendo la norma positiva la constitución física y lo que se considera bello, inteligente y bueno en Occidente.
Los estudios del cuerpo desde el empirismo se fundamentan en un determinismo biológico. Esta teoría postula que las propiedades de una sociedad son la suma de comportamientos individuales de los seres humanos que la componen. Se basa en el supuesto de que las unidades y sus propiedades existen antes que el conjunto y hay una cadena de causalidad que va de la unidad al conjunto, siendo el gen la unidad primera (en su versión moderna). Para el determinismo biológico las causas de un fenómeno social (éxito, violencia, egoísmo, moralidad), se encuentran en la biología de los actores individuales.
La otra influencia teórica en la época fue el evolucionismo de Charles Darwin, con su postulado de la selección natural y la supervivencia del más apto. Consideraban que la humanidad había atravesado varias etapas de evolución, culminando en la civilización del hombre blanco al que ubicaban en la cúspide. La supremacía blanca se presenta como justificación tanto de la invasión del continente Americano por los europeos, como de la trata de esclavos africanos23.
A mediados del siglo XIX, la superioridad de algunas razas sobre otras era aceptada como una verdad científica. La sociobiología, versión actual del determinismo biológico, fue denunciada como racista por un extenso grupo de investigadores, médicos, docentes y estudiantes en Boston en una revista científica el 7 de agosto de 1975:
A partir de las teorías de Darwin de la selección natural hace 125 años, la nueva información biológica y genética ha jugado un papel importante en el desarrollo de la política social [...] Estas teorías han dado lugar a una visión determinista de las sociedades humanas y la acción humana. Otra forma de este "determinismo biológico" aparece en la afirmación de que la teoría genética y los datos pueden explicar el origen de ciertos problemas sociales, por ejemplo, la sugerencia de los eugenistas que una gran cantidad de ejemplos de "desviados" el comportamiento -delincuencia, alcoholismo, etc.- se basan genéticamente, o las afirmaciones más recientes de la base genética de las diferencias raciales en la inteligencia.24
El Segundo Sexo, libro de Simone de Beauvoir escrito en 1949 cuestiona, entre otros aspectos, ni más ni menos que el determinismo biológico:
Para demostrar la inferioridad de la mujer, los antifeministas apelaron entonces, no solo a la religión, la filosofía y la teología, como antes, sino también a la ciencia: biología, psicología experimental, etc. A lo sumo, se consentía en conceder al otro sexo "la igualdad en la diferencia". Esta fórmula, que ha hecho fortuna, es muy significativa: es exactamente la que utilizan a propósito de los negros de Norteamérica. Ahora bien, esta segregación supuestamente igualitaria no ha servido más que para introducir las discriminaciones más extremadas. Esta coincidencia no tiene nada de casual; ya se trate de una raza, de una casta, de una clase, de un sexo, reducidos a una situación de inferioridad, los procesos de justificación son los mismos. "El eterno femenino" es homólogo del "alma negra" y del "carácter judío"."25
Si actualmente algún investigador atribuye a la biología el comportamiento diferenciado entre -por ejemplo- noruegos y coreanos, fácilmente será denunciado como racista y se argumentarán las condiciones socioculturales y la imposibilidad de comparar dos grupos sociales tan diversos cada uno de ellos entre sí. Sin embargo, se continúa atribuyendo a la biología de las mujeres (hormonas, genes, cuerpo calloso del cerebro, etc.) todo tipo de comportamientos diferenciados con los hombres, considerándose una verdad científica.
Por su parte la psicología angloparlante hace suyos buena parte de los fundamentos generales de la biología y el método científico (determinismo, evolucionismo, medición y clasificación) desarrollando diferentes teorías de la personalidad26 cuyos fundamentos se basan en teorías evolucionistas que procede a clasificar a las personas a partir de un estándar pretendidamente universal (desde la lógica inclusión-exclusión).
De acuerdo con los cánones de la ciencia moderna, definieron operacionalmente la personalidad, observaron diferentes patrones de comportamiento, diseñaron instrumentos para medir (de acuerdo con el principio positivo de que lo que existe, existe en alguna medida) los diferentes constructos psicológicos que integran la personalidad, estableciendo estándares normales y desviaciones a la "norma" (con criterios estadísticos).
Un buen ejemplo de este tipo de test psicológicos es el Inventario Multifacético de la Personalidad Minnesota (MMPI) que a decir de sus promotores: según (Castillo 1999) "Es una de las técnicas de evaluación psicológica más difundidas en el mundo entero para valorar el perfil de personalidad de personas adultas." Texto ampliamente utilizado en México desde hace más de treinta años, el MMPI cuenta con una escala de Masculinidad-Feminidad: si una mujer puntúa alto en masculinidad es considerada desviada27 de la norma; si un hombre obtiene un puntaje alto en feminidad, es considerado desviado de la norma. Lo que era un dato estadístico se convirtió en un dato médico normativo: quien era normal lo dictaba el campo psiquiátrico. También identificaba la homosexualidad (término acuñado por la psiquiatría), como una desviación de la norma heterosexual28
Las normas se establecen a partir de la aplicación del test en una muestra de personas, partiendo del supuesto de una esencia humana universal. El modelo de personalidad normal está basado en la población angloparlante, quienes destinaron importantes recursos al diseño de todo tipo de pruebas. Es ampliamente conocido en el mundo académico que buena parte de los test que aplicaron los investigadores para validar el instrumento fue a sus estudiantes o pacientes; esto es, lo considerado comportamiento "normal" en los países que retoman estas teorías e instrumentos de diagnóstico/ medición, es la norma establecida en las universidades/clínicas en donde se midieron y validaron este tipo de instrumentos.
La teoría del desarrollo del juicio moral de Lawrence Kohlberg -muy conocida en el campo educativo y psicológico- se deriva de las teorías del derecho natural y del evolucionismo, antes citados. Este investigador buscó comprender la estructura del razonamiento frente a los problemas de carácter moral, centrándose en las razones que tienen las personas para elegir una u otra acción29; realizó su investigación con niños y jóvenes de los suburbios de Chicago, a quienes presentó diez situaciones posibles en las que se daban problemas de elección moral entre dos conductas.
Su teoría describe seis etapas por la que atraviesa un menor para llegar a la autonomía, etapa caracterizada porque la persona se rige por principios éticos universales; buscaron diferencias por sexo, raza y nacionalidad como es común en la psicología diferencial, identificando que los excéntricos (mujeres, afroamericanos, extranjeros) en menor proporción llegan a la etapa de la autonomía, al compararlas con quienes establecieron la norma (jóvenes varones de la ciudad de Chicago): algo que era local y particular, lo establecieron como universal.
En el más puro determinismo biológico, diversos autores atribuyen a los lóbulos cerebrales las diferencias por sexo en las pruebas de razonamiento matemático. En la misma línea están las pruebas de inteligencia, de las cuales se ha denunciado el sesgo racista, cultural y sexista con las que se han construido y validado (González, 2004).
Marcar la diferencia se interpreta como si éstas fueran excluyentes desde la lógica binaria (0-1), en donde el "otro" se establece a partir de lo que no es Occidente.
En términos de Fausto-Sterling (2006:25) "A través del mismo acto de medir, los científicos pueden cambiar la realidad social que se proponen cuantificar".
La denuncia de racista que se logró para investigaciones que pretenden explicar diferencias desde el cuerpo (fenotipo, genes, etc.) si bien continúan realizándose, éstas se hacen sin ocultar que son posiciones ultraconservadoras. En el caso de las mujeres, continúan atribuyéndose diferencias de comportamiento a partir de su cuerpo (cerebro, hormonas, genes) o su psicología (personalidad, desarrollo moral), presentándose como conocimiento científico.
Si dentro de las opciones humanas (en términos de cuerpo sexuado y comportamiento) hay dos y sólo dos opciones (hombre-mujer/femenina-masculino), y una excluye a la otra, constantemente estaremos alargándonos o achicándonos para adecuarnos a uno de los dos moldes establecidos; además, si el molde viene de otros países, más difícil será la tarea de identificarnos como hombres o como mujeres.
Para la ciencia positiva moderna, lo normal se establece desde Occidente. Cuando en América Latina hablamos de los indígenas (como los "otros"), de alguna manera nos posicionamos en Occidente; la pregunta que se hace Mignolo (2003) es ¿cómo fuimos llevados a creer que no podemos pensar si no pensamos en alguna de las variantes que Occidente formula como conocimiento válido?
Por otra parte nos parece pertinente traer a la reflexión las palabras de Gargallo (2013) sobre la importancia que sigue teniendo el racismo.
Los pueblos que ejercen la dominación someten y al hacerlo construyen un rango de fenotipos, actitudes parámetros culturales que incluye a los suyos en la parte superior jerárquica... en un principio se usan rasgos fenotípicos como el color de la piel o el cabello, luego la forma de la cara, el tamaño del cráneo y la forma de la nariz. el racismo con la conquista en 1492 apunta a la inferiorización y la desaparición de pueblos enteros, identificados por el colonizador que los explota como una "raza". Las personas que habitan ahí se convierten entonces en indios, personas que ni siquiera pueden identificar su ser con su tierra, porque se les asigna el patronímico de otra. Si bien racismo y sexismo son actualmente condenados por sectores progresistas de la cultura dominante, sobreviven gracias a la dificultad que manifiesta la cultura occidental para dejar de concebirse universal y organizar el mundo según su paradigma único de progreso y desarrollo. Sobreviven porque ningún individuo blanco se considera a sí mismo como privilegiado del patriarcado racista como sistema. para que se dé un respeto radical de las perspectivas culturales económicas y políticas de los pueblos, el intercambio entre las culturas no puede mantener una jerarquía entre lo considerado universal y lo definido otro", sin delatar que el poder sigue siendo racial en beneficio de los grupos humanos descendientes de los otrora colonialistas (Gargallo, 2013: 337, 339).
Para el caso de gays y lesbianas y retomando a Guash (1993: 108) recordemos que:
En el siglo XIX la razón se convierte en ciencia positiva. Con ella el ser humano deja de ser considerado desde una perspectiva esencialmente filosófica para convertirse en objeto de análisis. De este modo, el ser perfecto expulsado del Paraíso se transforma en pariente de los monos. Un pariente que se muestra incapaz de firmar un contrato social respetuoso con las nuevas clases dirigentes, y al que en consecuencia había que controlar. Tras la Revolución la ciudadanía no debe ya sufrir la arbitrariedad real. Pero "¿y si fuera posible demostrar que ese individuo molesto era también un peligroso enfermo?" (Peset, 1983: 91).
La ciencia positiva intenta demostrarlo. A lo largo del siglo XIX la Medicina ofrece a la burguesía una nueva legitimidad para el control social de los disidentes. El siglo XIX contempla el final del proceso por el cual el endemoniado se convierte en loco. Condena al anarquista y al hombre de genio, convierte al criminal en enfermo, al obrero en desequilibrado, y al sodomita en perverso. En la Edad Moderna el control social se ocupa de los pobres, de las minorías étnicas y de los herejes. También las disidencias sexuales son perseguidas en nombre de la Religión aunque el objetivo es la política natalista del Estado Absoluto. La sodomía definía un amplio campo de conductas sexuales cuyo denominador común es no tener la procreación por objetivo: onanismo, sexo oral, relaciones sexuales entre personas del mismo sexo o con animales, etc.
La desaparición del demonio se traducirá en un desdoblamiento interno del individuo, en el que la plaza de Lucifer estará ahora ocupada por lo patológico [...]. De la huella de Satanás al estigma de la locura y la patología hay un largo paso; en este lapso de tiempo la sinrazón pierde todo carácter adivinatorio, esotérico y religioso para caer en manos de la razón médica (Alvarez-Uría, 1983: 22).
Acerca de la sexualidad y el erotismo
El erotismo pasó de ser tema de cuadros o novelas a ser objeto de la ciencia moderna, asignándola al campo médico, en donde la reproducción se explicaba como parte de los instintos humanos. En la Historia de la Sexualidad, Foucault (1987: 48) asienta que las teorías del sexo y la sexualidad se inician recién a principios del siglo XIX con la aparición de la ciencia moderna.
Los códigos de lo grosero, de lo obsceno y de lo indecente, si se los compara con los del siglo XIX, eran muy laxos…
Interrogándose:
¿Acaso la puesta en discurso del sexo no está dirigida a la tarea de expulsar las formas de sexualidad no sometidas a la economía estricta de la reproducción: decir no a las actividades infecundas, prescribir los placeres vecinos, reducir o excluir las prácticas que no tienen la generación como fin?
Además de aprender en la escuela que hay hombres y mujeres, también aprendimos (en el mejor sentido aristotélico de la función del órgano) que el fin de los genitales (llamados órganos reproductivos) es la reproducción ... en donde el coito (unión de pene y vagina) es sinónimo de sexualidad.
Sigmund Freud, con su obra acerca de la sexualidad, cuestiona el monismo sexual destacando la diversidad de caminos del erotismo, acuñando incluso un término para el placer que genera el conocimiento (epistemofilia), por lo que enfrentó el desprestigio en su época entre colegas médicos quienes insistían en que la única sexualidad saludable era el coito y el único deseo "normal" era heterosexual. Freud insistió en señalar que, a diferencia de los animales el humano no tiene un "objeto sexual" predeterminado30.
A decir de Foucault, lo que en la época clásica se podrían considerar prácticas homoeróticas, la psiquiatría lo convirtió en personas homosexuales enfermas: algo de la lógica del hacer, lo incluyó en una lógica del ser.
Al estar montada en la reproducción, la cual sólo era posible entonces por la unión de pene y vagina, otras formas de erotismo fueron consideradas anormales.
Para Thomas Laqueur (1994), Anne Fausto-Sterling (2006) y Lewontin, Rose y Kamin (1984) la ciencia no tiene ninguna evidencia concluyente de cómo determinar quién es un hombre, una mujer, un indígena o una lesbiana/gay. Cuando nos referimos a ellos lo hacemos como una identidad política que se posiciona en relación con un discurso en donde se le ubica como el "Otro".
Reflexiones finales
El estudio de lo que nos identifica a mujeres, indígenas y gays/lesbianas requiere, desde nuestra perspectiva, anudamientos con el campo de los estudios de género y del concepto de otredad que permita comprender cómo se ha construido la lógica de la inclusión-exclusión en nuestra sociedad. En este sentido nuestra propuesta analítica, aún en desarrollo, implica también ir tejiendo elementos del campo epistémico, del político, del ontológico, del ético para convertirnos en poetas e imaginar lo educativo desde una lógica alternativa a la que cuestionamos.
Si bien en un primer momento es importante marcar la diferencia para identificarse políticamente (como mujeres, indígenas, gays y lesbianas), no se puede quedar en ésta. Problematizar la episteme moderna desde donde se han conformado los discursos de la diferencia, identificar los dispositivos disciplinarios que se han desprendido de ellos, así como evidenciar las oposiciones centrales del pensamiento occidental y su efecto en la construcción simbólica de las identidades nos permite sostener que el nexo conocimiento-poder ha sido uno de los más eficaces en la construcción de la diferencia, y en el sostenimiento del control social ejercido en nombre de una supuesta neutralidad de la ciencia, la cual se difunde e impone bajo el supuesto de que sus valores y afirmaciones son universales (construidas desde el imperio), suprimiendo y/o marginalizando una amplia gama de epistemes, culturas y saberes.
Los enfoques científicos derivados de la ilustración y del empirismo positivista, han producido una episteme moderna que implica reglas tácitas y expectativas que los sujetos entienden mediante el lenguaje como lo "natural"; es decir, que los esquemas de pensamiento así estructurados, son introyectados por los sujetos (aunque no siempre de forma pasiva y/o de forma total) a partir de los elementos simbólicos que se encuentran en sus mandatos y las prácticas cotidianas que los materializan.
Las políticas del conocimiento científico, han sido claramente excluyentes y han marginado, a partir de procesos de diferenciación y discriminación similares a mujeres a indígenas, a gays y lesbianas caracterizándolos como irracionales, emocionales, anormales, inferiores, más cercanos a los animales o considerándolos más salvajes, clasificándolos por características fenotípicas, con destinos marcados por la biología o condenados por principios racionales-morales supuestamente universales e imprescriptibles.
El posicionamiento del conocimiento científico por sobre otros saberes es entonces una importante causa de la marginación de estos sectores a los cuales se les marca, se les estigmatiza a partir de la instrumentalización de mecanismos y técnicas para medirlos y distinguirlos de las diferentes "calidades" a partir de un modelo en espejo considerado ideal. En este sentido los ejemplos vertidos en el cuerpo del texto nos han dado muestra de la aplicación del determinismo biológico, de los principios universalistas de la razón, de la moral, de la supuesta esencialidad humana y de su influencia en la constitución del pensamiento occidental.
En el marco de la educación, es posible identificar huellas de las fuentes de construcción de la diferencia y la producción de la alteridad. Se produce, reproduce y construye la diferencia desde el conocimiento impartido en el aula, los métodos y el saber pedagógico, las relaciones estructurales y sociales y en las prácticas cotidianas.
Explorar las formas en las cuales se inscribieron las ideas, prácticas y políticas del conocimiento dominantes y desnaturalizarlas para desarrollar una toma de posición acerca de la diversidad es una tarea compleja que no tiene fin.