Introducción
Actualmente existe la necesidad de reflexionar sobre los estragos ocasionados por el Coronavirus (COVID-19), que fue identificado a finales del año 2019 en China y que, debido a su velocidad de expansión y gravedad, en marzo del 2020 la Organización Mundial de la Salud (OMS) lo declaró pandemia (Johnson, Saletti-Cuesta y Tumas, 2020). Así pues, el resultado de dicho suceso ha sido trágico, puesto que hasta agosto de 2021 la pandemia ha dejado un saldo de aproximadamente 4,534,000 personas fallecidas a nivel mundial (Statista Research Department, 2021).
De acuerdo con Rodríguez et al. (2020), la pandemia por COVID-19 no solo ha provocado consecuencias devastadoras en el sector salud sino también en el sector social, económico y educativo, ya que además de los fallecimientos, se produjo un aumento en la tasa de desempleo y las instituciones educativas cerraron sus puertas, causando un impacto académico desfavorable.
Por este motivo, dentro del sector educativo se establecieron una serie de normas para atender de urgencia dicha crisis sanitaria y poder continuar con las actividades del proceso enseñanza-aprendizaje, de modo que debido a esta normatividad tanto las universidades públicas como privadas implementaron la modalidad de estudios a distancia. En algunos casos, mediante la capacitación de docentes y estudiantes en el manejo de distintas herramientas tecnológicas y plataformas informáticas con el objetivo de asegurar la continuidad del servicio educativo (Almazán Gómez, 2020; Rodríguez et al., 2020) y en muchas más, sin capacitación previa (Estrada-Araoz et al., 2020; Rosario-Rodríguez et al., 2020).
Además, a nivel de educación superior los efectos de las medidas sanitarias preventivas y de emergencia implementadas por las autoridades tienen distintos efectos en la vida de la población estudiantil. El personal docente, las madres y padres de familia y la sociedad en general, ya que además de los daños causados en la salud, también han alterado los comportamientos socioemocionales, las rutinas diarias, las vivencias cotidianas y la capacidad de adaptación al cambio (Rodríguez et al. 2020), recordando que los desafíos sociales que esto ha implicado suelen ser afrontados de distintas maneras por mujeres y hombres (Alarcón, 2019).
En este contexto de pandemia, las asimetrías se han evidenciado, especialmente las relacionadas a la equidad, el rezago educativo y la desigualdad social (García Calvente, del Río Lozano y Maroto Navarro, 2020; Peñate, 2020; García Calvente, del Río Lozano y Maroto Navarro, 2020).
García Calvente, del Río Lozano y Maroto Navarro (2020) señalaron que organismos internacionales como las Naciones Unidas y grupos científicos reputados, advierten la manera distinta en que los brotes de enfermedades infecciosas y pandemias impactan a mujeres y hombres, denotando las desigualdades existentes y ensañándose con los grupos más vulnerables.
Como resultado de las medidas de distanciamiento social implementadas para evitar la propagación del virus COVID-19, las labores domésticas y de cuidados se han incrementado en el interior de las familias, lo que dificulta e incluso imposibilita la realización del trabajo remunerado. Esta situación afecta principalmente a las mujeres, puesto que históricamente han recaído en ellas las labores domésticas y de cuidados, limitando la autonomía económica y exponiéndolas a un mayor riesgo de violencia doméstica durante el confinamiento, situaciones que en conjunto reproducen las prácticas discriminatorias y profundizan las desigualdades de género ya preexistentes (Instituto Nacional de las Mujeres, 2020; García, del Río y Maroto, 2020; Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, 2021).
Además de reorganizarse para cumplir con las actividades laborales y acompañar la educación a distancia, las familias tuvieron que atender el incremento de las labores del hogar ante el cierre de guarderías, escuelas y la implementación de la educación en línea. Es así como esta situación no solo provocó un fuerte impacto educativo y económico, sino que también perjuicio diferenciado y desproporcionado que ha afectado principalmente las cargas de trabajo de las mujeres con hijas e hijos en edad escolar o que cohabitan con personas que requieren cuidados (Idoiaga Mondragón, 2021; Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, 2021).
Previo a la pandemia, existía ya una preocupación creciente por las desigualdades de género en el sistema de educación superior, que se evidenciaban en el aumento de las denuncias por acoso y agresiones sexuales hacia las mujeres (UN Women, 2018), la baja representación de las mujeres en las carreras relacionadas con las ciencias exactas (UNESCO, 2020) que en la transición al mercado laboral las mujeres suelen ser quienes terminan en trabajos menos favorables, en cuanto a ingresos y estatus se refiere (Gerber y Cheung, 2008; Roksa, 2005) y la menor probabilidad de acceder a programas de posgrado una vez que se tienen hijos (Moreno Sosa, 2018).
Específicamente en el contexto de la pandemia es importante considerar la mayor afectación que han tenido las mujeres en los ámbitos educativos, sanitarios, económicos, así como de seguridad y protección social (ONU, 2020).
Respecto a las afectaciones emocionales, es importante señalar que entre los aspectos académicos que fueron generadores de emociones negativas en las y los estudiantes de educación superior se encontraron las dificultades de conectividad, la disponibilidad de dispositivos para acceder a las actividades en línea y la percepción de una mayor carga académica por parte de las y los estudiantes (Ceballos Marón y Sevilla Vallejo, 2020; Ruvalcaba et al. en revisión). No obstante, diversos estudios alrededor del mundo han demostrado diferencias significativas en la experimentación de dichas emociones.
En un levantamiento de datos realizado en estudiantes universitarios en China, encontraron diferencias de género significativas en la percepción de estrés, así como en sintomatología de ansiedad independientemente de la decisión de regresar o no a la escuela; aunque cabe señalar que cuando se buscó la diferencia respecto a la reanudación escolar, el nivel de estrés y ansiedad de las y los estudiantes fue menor cuando ya habían retomado la asistencia a la escuela (Zhan et al., 2021).
En un estudio realizado en Israel se encontraron mayores niveles de ansiedad, depresión y somatización en mujeres, así mismo se mostraron mayormente preocupadas por la salud de los demás y por los aspectos económicos derivados de la pandemia (Laufer y Shechory Bitton, 2021).
En una muestra española, los resultados de investigación demostraron que si bien el grupo femenino inició el encierro con niveles más altos de emociones negativas que el grupo masculino (particularmente síntomas de estrés y evitación), estas diferencias se redujeron significativamente en las primeras semanas debido a la mejoría general en el resultado del grupo femenino (Fenollar-Cortés et al., 2021), de lo que se deduce una mayor capacidad de recuperación.
Por su parte Thompson et al. (2021), reportaron que las mujeres canadienses que participaron en el estudio mostraron mayor distrés emocional, no obstante, a diferencia de los hombres, esto no se relacionó con un mayor consumo de alcohol.
Aunque en población de adolescentes y evaluando la variable de calidad de vida relacionada con la salud, Mastorci et al. (2021), mostraron que las participantes mujeres en un estudio realizado en Italia, puntuaron significativamente más bajo en el bienestar psicológico, el autoconcepto y la autonomía. Así mismo se evidenció una disminución de la percepción de la relación con los pares y con la familia durante la cuarentena.
En América Latina, distintos estudios coinciden en que las mujeres se encuentran más vulnerables. Por ejemplo, en un estudio realizado en Perú por Rodríguez et al., (2020), se concluyó que las mujeres presentan puntuaciones más elevadas en los factores de estrés, miedo y depresión que los hombres. Sin embargo, en los factores de ira y ansiedad, no se encontraron diferencias significativas entre mujeres y hombres.
Por su parte, Johnson, Saletti-Cuesta y Tumas (2020), identificaron que mujeres argentinas manifestaron en mayor medida sentimientos de miedo y angustia; en contraparte, también se encontraron mayores puntuaciones en los sentimientos de responsabilidad, cuidados y valoración de la interdependencia, afectos y la posibilidad de reflexión. De esta manera, se evidencia que la socialización de género vincula de manera diferencial a las mujeres con lo afectivo, los cuidados y la expresión de emociones.
De la Cruz-Caballero, Robles-Francia y Robles-Ramos (2021), realizaron una investigación en México para identificar las diferencias en las afectaciones emocionales entre mujeres y hombres estudiantes de educación superior causadas por un periodo prolongado de exposición a la pandemia. Los resultados de dicha investigación mostraron que las mujeres manifestaron mayor angustia, ansiedad y evitación.
Por lo tanto, el objetivo de este trabajo fue identificar las diferencias de género en la vivencia de emociones positivas y negativas, así como en los principales problemas y necesidades identificadas en relación a las clases a distancia en las primeras semanas del confinamiento por COVID-19.
Método
Se trata de un estudio de corte cuantitativo, descriptivo y transversal.
Participantes
Este estudio es parte de un levantamiento realizado a nivel nacional con estudiantes de pregrado de diez universidades públicas de México (en los Estados de Aguascalientes, Nayarit, San Luis Potosí, Estado de México, Morelos, Jalisco, Sonora, Tabasco, Durango y Veracruz) con una población total de 13,704 participantes; no obstante, al no encontrar diferencias significativas entre las universidades en las variables revisadas en este estudio y con el fin de homologar la muestra en términos de condiciones se consideró como criterio de inclusión: identificarse como hombre o mujer, ser soltero, no laborar y no ser estudiante foráneo, es decir que su vivienda habitual fuera en el municipio en el que se encontraba su escuela. Una vez considerados estos criterios, se buscó aleatoriamente la paridad en género, resultando una muestra final de 3,216 estudiantes con representatividad del 50% para ambos sexos. El rango de edad fue de 18 a 30 años (= 20.7, D.T. 2.03).
Instrumentos
Se aplicó un cuestionario expreso para identificar características sociodemográficas (edad, género), así como algunos aspectos relacionados al confinamiento por COVID-19, como las preocupaciones, necesidades y condiciones respecto a la educación a distancia implementada en las primeras semanas de confinamiento por COVID-19.
Para la evaluación de la vivencia emocional, se aplicó el PANAS (Positive and Negative Affect Schedule) (Watson, Clark y Tellegen, 1988), en su versión en castellano, adaptada para población mexicana por Robles y Páez (2003). Se trata de una escala de 20 ítems que evalúan estados emocionales positivos y negativos, experimentados en las semanas previas. En este estudio el alfa de Cronbach obtenido para la escala de afectos positivos fue de α= .902 y α= .885 para la escala de afectos negativos. Cabe señalar que se añadieron otros 11 estados afectivos que podrían ser relevantes en la situación de pandemia, entre ellos triste, preocupado y abrumado.
Procedimiento
El levantamiento de datos fue a partir de una encuesta electrónica realizada por las federaciones de estudiantes de las Universidades participantes durante el mes de abril de 2020, en las primeras semanas de la contingencia sanitaria por COVID-19. Los datos fueron analizados con el SPSS v.25, realizándose estadísticos descriptivos y pruebas t de student para muestras independientes.
Resultados
Una de las preguntas realizadas expresamente para identificar las condiciones en torno a la pandemia y al confinamiento, fue el que identificaran tanto el principal problema como la principal necesidad percibidas en la primera etapa del confinamiento para el COVID-19 para el desarrollo de las clases a distancia. En la Tabla 1 se identifica el principal problema percibido y en la Tabla 2 la principal necesidad percibida, los resultados se presentan segregados por género.
Principal problema percibido | Masculino | Femenino | ||
N | % | N | % | |
Comparto equipo de cómputo con mi familia | 221 | 13.7% | 293 | 18.2% |
La dinámica de la clase no es adecuada | 478 | 29.7% | 394 | 24.5% |
Me es difícil estudiar desde casa | 298 | 18.5% | 328 | 20.4% |
No he tenido problemas | 202 | 12.6% | 204 | 12.7% |
No tengo comunicación efectiva con mis maestros | 219 | 13.6% | 187 | 11.6% |
No tengo equipo de cómputo | 107 | 6.7% | 98 | 6.1% |
Sin señal de internet | 83 | 5.2% | 104 | 6.5% |
Total | 1608 | 100% | 1608 | 100% |
Fuente: elaboración propia
Principal necesidad percibida | Masculino | Femenino | ||
N | % | N | % | |
Estabilidad emocional | 257 | 16.0% | 401 | 24.9% |
Estabilidad económica | 377 | 23.4% | 370 | 23.0% |
Volver a clases | 397 | 24.7% | 353 | 22.0% |
Salir con amigos y/o pareja | 209 | 13.0% | 193 | 12.0% |
Actividades físicas o deportivas | 224 | 13.9% | 154 | 9.6% |
Certidumbre e información de la pandemia | 57 | 3.5% | 65 | 4.0% |
No necesito nada | 62 | 3.9% | 45 | 2.8% |
Estabilidad familiar | 25 | 1.6% | 27 | 1.7% |
Total | 1608 | 100% | 1608 | 100% |
Fuente: elaboración propia
Como se puede apreciar en la Tabla 1, se observan diferencias especialmente en el hecho de que hay más mujeres que perciben el problema de compartir equipo de cómputo con otros integrantes de la familia y mayor dificultad para estudiar desde casa (aun cuando no se explicitan los motivos de dicha dificultad).
En los resultados presentados en la Tabla 2, destacan que la principal diferencia entre géneros es la necesidad de estabilidad emocional, ya que es la necesidad percibida en la que hay mayor diferencia porcentual, a partir de lo cual se parte para analizar las diferencias en la vivencia de emociones negativas y positivas. En las Tablas 3 y 4 se plasman los resultados de la prueba t de student para analizar dichas diferencias. Como se puede observar a excepción de la percepción de estar alerta, en el resto de los estados afectivos positivos, las mujeres puntuaron significativamente más bajo que los hombres.
Emoción Positiva | Hombres | Mujeres | ||||
Media | D.T. | Media | D.T. | t | p | |
Firme | 2.55 | 1.03 | 2.24 | .97 | 8.73 | .000 |
Tranquilo/Tranquila | 2.43 | 1.11 | 2.15 | 1.03 | 7.30 | .000 |
Relajado/Relajada | 2.46 | 1.12 | 2.20 | 1.06 | 6.83 | .000 |
Ilusionado/Ilusionada | 2.09 | 1.11 | 1.86 | 1.00 | 6.07 | .000 |
Orgulloso/Orgullosa | 2.03 | 1.08 | 1.83 | 1.01 | 5.36 | .000 |
Motivado/Motivada | 2.26 | 1.06 | 2.07 | .99 | 5.33 | .000 |
Decidido/Decidida | 2.25 | 1.12 | 2.06 | 1.05 | 5.12 | .000 |
Entusiasmado/Entusiasmada | 2.05 | 1.06 | 1.87 | .95 | 5.06 | .000 |
Esperanzado/Esperanzada | 2.34 | 1.16 | 2.18 | 1.10 | 4.16 | .000 |
Alegre | 2.55 | 1.12 | 2.39 | 1.07 | 3.94 | .000 |
Atento/Atenta | 2.48 | 1.15 | 2.33 | 1.10 | 3.77 | .000 |
Inspirado/Inspirada | 2.18 | 1.13 | 2.06 | 1.09 | 3.26 | .001 |
Activo/Activa | 2.50 | 1.09 | 2.40 | 1.09 | 2.55 | .011 |
Alerta | 2.58 | 1.15 | 2.58 | 1.15 | -0.07 | .944 |
Fuente: elaboración propia
Emoción Negativa | Hombres | Mujeres | ||||
Media | D.T. | Media | D.T. | t | p | |
Triste | 2.24 | 1.22 | 2.64 | 1.30 | -9.22 | .000 |
Abrumado/Abrumada | 2.24 | 1.22 | 2.62 | 1.29 | -8.41 | .000 |
Irritable | 2.19 | 1.16 | 2.54 | 1.24 | -8.38 | .000 |
Temeroso/Temerosa | 2.00 | 1.12 | 2.33 | 1.20 | -7.98 | .000 |
De Malas | 2.29 | 1.11 | 2.57 | 1.09 | -7.22 | .000 |
Nervioso/Nerviosa | 2.26 | 1.21 | 2.56 | 1.27 | -6.89 | .000 |
Inseguro/Insegura | 2.06 | 1.20 | 2.36 | 1.28 | -6.82 | .000 |
Preocupado/Preocupada | 2.64 | 1.24 | 2.94 | 1.24 | -6.79 | .000 |
Enojado/ Enojada | 2.08 | 1.15 | 2.31 | 1.21 | -5.54 | .000 |
Inquieto/Inquieta | 2.57 | 1.25 | 2.78 | 1.24 | -4.78 | .000 |
Disgustado/Disgustada | 2.36 | 1.10 | 2.48 | 1.09 | -3.05 | .002 |
Agresivo/Agresiva | 1.71 | 0.99 | 1.75 | 1.01 | -1.16 | .246 |
Aburrido/Aburrida | 3.20 | 1.29 | 3.19 | 1.26 | 0.19 | .848 |
Culpable | 1.54 | 0.96 | 1.53 | 0.95 | 0.25 | .804 |
Avergonzado/Avergonzada | 1.39 | 0.80 | 1.35 | 0.73 | 1.25 | .211 |
Indiferente | 2.01 | 1.13 | 1.96 | 1.11 | 1.39 | .166 |
Solo/Sola | 2.38 | 1.34 | 2.29 | 1.32 | 1.94 | .052 |
Fuente: elaboración propia
En contraste con las emociones negativas, las mujeres puntuaron significativamente más alto que los hombres, en la mayoría de los afectos negativos considerados en este estudio, especialmente en la experimentación de tristeza, irritabilidad, temor y sentirse “de malas” y agobiada(o). Cabe señalar que, en las emociones vinculadas a la agresión, aburrimiento, culpabilidad, vergüenza, indiferencia y soledad, no existieron diferencias significativas, como puede observarse en la Tabla 4.
Discusión
Los principales problemas que percibieron los estudiantes universitarios en las primeras semanas de confinamiento respecto al desarrollo de las clases a distancia, en el caso de los hombres, fue que consideraban que la dinámica de la clase no era la adecuada en un 29.7% en comparación con las mujeres quienes lo reportaron en un 24.5%. En segundo lugar, las mujeres perciben en mayor medida la dificultad de estudiar desde casa, en un 20.4% en comparación con los hombres quienes la perciben en un 18.5%. El tercer problema percibido con mayor porcentaje era compartir el equipo de cómputo con su familia, que las mujeres reportaron en 18.2% y los hombres en un 13.7%.
Cabanach et al. (2013) identificaron que la estrategia de afrontamiento en situaciones académicas problemáticas que utilizaban mujeres universitarias era la búsqueda de apoyo social. Durante el confinamiento se redujo la interacción social por lo que esa estrategia de afrontamiento no funcionaba en la medida en que la hacían antes del confinamiento. Dicha afirmación se observa en la principal necesidad percibida entre las mujeres del estudio, la estabilidad emocional puntuada en un 24.9% en comparación a los hombres quienes manifiestan esta necesidad en un 16%. Sin embargo, Johnson, Saletti-Cuesta y Tumas (2020) encontraron que en contraparte a las dificultades, durante el confinamiento se incrementan otros indicadores positivos de bienestar.
Las emociones positivas puntuaron más bajas y las emociones negativas puntuaron más altas entre las mujeres que entre los hombres. Datos que evidencian que las clases a distancia durante el confinamiento afectaron más a las mujeres que a los hombres, especialmente la tristeza, irritabilidad y temor, sentirse de malas y agobiadas.
Se encontró amplia evidencia en la que se señalan las afectaciones emocionales en las mujeres durante los tiempos de COVID-19. Vallejo et al. (2020) identificaron mayores niveles de estrés relacionados con mayores niveles de irritabilidad entre mujeres universitarias en comparación con los hombres. También Laufer et al. (2021) identificaron mayores niveles de ansiedad, depresión y somatización en mujeres. Rodríguez et al. (2020) identificaron una puntuación más elevada de estrés, miedo y depresión en mujeres que en hombres. Johnson, Saletti-Cuesta y Tumas (2020) encontraron en mayor medida sentimientos de miedo y angustia en las mujeres. De la Cruz-Caballero, Robles-Francia y Robles-Ramos (2021) encontraron mayor angustia, ansiedad y evitación en mujeres posterior a un periodo prolongado por la pandemia. Mastorci et al. (2021) midieron calidad de vida y las mujeres puntuaron más bajo respecto al bienestar psicológico, el auto concepto y la autonomía.
Una explicación de los resultados la hacemos desde el Modelo de Bar-On (2006) de Inteligencia emocional la cual está conformada por la habilidad para reconocer, entender y expresar las emociones y los sentimientos; la habilidad para entender cómo se sienten los demás; la capacidad de gestionar y controlar las emociones; la habilidad de gestionar el cambio, adaptarse y resolver problemas; y la habilidad de generar afectos positivos y automotivantes. Derivado de los estudios que fundamentan el modelo, se explica que las mujeres presentan mayores habilidades interpersonales y los hombres mayores habilidades intrapersonales. Debido a esto, las mujeres son más conscientes de las emociones, muestran más empatía, mejores relaciones interpersonales y más responsabilidad social y los hombres presentan mejor autoestima, son más autosuficientes, tienen mejores estrategias para afrontar el estrés, son más flexibles, resuelven mejor los problemas y son más optimistas que las mujeres (Bar-On, 2006).
Por lo tanto las condiciones de distanciamiento social impactaron a las mujeres en mayor medida dado que su fortaleza se muestra en las habilidades en relación con los otros, mientras a los hombres les afectó en menor medida al ser mayor su habilidad interpersonal, esto es la relación consigo mismos.
Desde otro ángulo, la identidad de género también ayuda a explicar las diferencias en la vivencia de las emociones. La expresividad, el manejo de las emociones propias y el manejo de las emociones ajenas en mujeres puntuaron superior respecto a los hombres en un estudio en que identificaban la identidad de género con la inteligencia emocional, sin embargo uno de sus principales hallazgos es que las personas con mayor aceptación de características de identidad masculinas y femeninas (andróginas) punturaron con mayores niveles de inteligencia emocional que aquellas con una identidad de género más estereotipada, en específico con la habilidad para manejar emociones propias y la habilidad para manejar emociones ajenas (Gartzia, et at., 2012). Por lo que la identificación con los rasgos de género también es un elemento para explicar las diferencias en la inteligencia emocional y las vivencias emocionales entre hombres y mujeres.
Conclusiones
Los hallazgos presentados contribuyen a visibilizar las desigualdades entre hombres y mujeres que remarcó la pandemia también en los estados emocionales. Las emociones negativas que no regulan las y los estudiantes universitarios, a largo plazo pueden desarrollar enfermedades mentales, por lo que Zhan et al. (2021) recomiendan proporcionar intervención psicológica en los departamentos de educación.
Evidenciar la desigualdad en las problemáticas y necesidades percibidas por género, así como las vivencias emocionales negativas que afectan más a las mujeres que a los hombres brinda elementos para poner al centro de la discusión la educación socioemocional que proporcione recursos para afrontar satisfactoriamente las demandas cotidianas y contribuyan a construir y mantener relaciones constructivas y satisfactorias (Bar-On, 2006), no solo durante las clases a distancia, sino de forma permanente. Así mismo se reconoce la importancia de la generación de estrategias para el apoyo emocional a la población de mujeres universitarias desde el escenario institucional.