Introducción
El 21 de diciembre de 1970, el gobierno del presidente Salvador Allende aprobó el decreto 481 que creaba el Consejo Nacional Campesino (CNC), organismo que buscaba llevar la voz del campesinado hasta la autoridad gubernamental para optimizar la toma de decisiones en este ámbito. Para el cumplimiento de la norma, el CNC se descentralizó en instancias provinciales y comunales que permitieran la aplicación adecuada de la Reforma Agraria (RA) que había comenzado en los gobiernos anteriores. Precisamente en ese espacio local el campesinado mostró su compromiso real con la RA, al asumir labores de supervigilancia del desempeño adecuado de los organismos del agro, como el Instituto de Desarrollo Agropecuario (Indap) y la Corporación de Reforma Agraria (Cora). También participaron en la constitución de la organización local, encargada de transmitir a instancias superiores las propuestas y observaciones de los trabajadores del campo.
Pese a esto, las diferencias programáticas y doctrinarias presentes en la izquierda generaron un rico debate entre la Unidad Popular (UP) ‒la alianza gobernante‒, que defendía la aplicación de la reforma dentro de la legalidad establecida, y el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), que buscaba la radicalización del campesinado (MIR, 1965: 3) y proponía, a contrapelo de la legislación, constituir los consejos campesinos por medio de elecciones directas con la participación masiva de las bases. Este discurso tuvo un alcance sin precedentes entre los campesinos de Cautín y dio sustento práctico a la tesis del Poder Popular (PP) esgrimida por una parte de la izquierda chilena, en especial el sector en el cual los postulados del marxismo-leninismo tenían mayor raigambre ideológica.
El objetivo de este trabajo es analizar el proceso de constitución de los Consejos Comunales Campesinos (CCC) por la base y su relación con la política agraria del Movimiento Campesino Revolucionario (MCR) en la provincia de Cautín entre diciembre de 1970 y septiembre de 1973. Buscaremos demostrar que dicha práctica fue la expresión tangible de la tesis del PP esgrimida por el movimiento.
La investigación se enmarca en la metodología cualitativa. Para su desarrollo, se realizó trabajo de campo en dos comunidades mapuches con técnicas de entrevista abierta a dos activistas del MCR, ambos de origen mapuche. También se revisaron documentos en los archivos Regional de la Araucanía, Diario Austral de Temuco, Servicio Agrícola y Ganadero Cautín. La investigación se extendió de mediados de 2011 a enero de 2014.
El concepto de Poder Popular en el MCR-MIR
No pocas veces se ha planteado la escasa capacidad de articulación del campesinado a la actividad política, señalado como un sector social sometido a la guía de una vanguardia. Esto ha derivado en la comprensión de que los rurales ejercen una ciudadanía pasiva, relacionada con la participación electoral en busca de beneficios (Durston, 2005). En oposición, se ha demostrado que este grupo es capaz de participar en proyectos políticos y que incluso filtran los procesos de construcción de los Estados nacionales poscoloniales en Latinoamérica (Mallon, 2003).
Proponemos a modo de hipótesis que, en la experiencia del MCR-MIR entre 1970 y 1973 en la provincia de Cautín, la vinculación de parte importante del campesinado al proyecto de constitución de los CCC por la base sí fue una experiencia de PP desde la que se propuso crear "órganos de democracia directa, controlados desde abajo y que [permitieran] a las masas asumir ellas mismas las funciones de dirección, control y organización de la sociedad" (Punto Final, núm. 189, 31 de julio de 1973: 5), para lo cual los campesinos llevaron consigo, socializaron e intercambiaron valiosos aprendizajes adquiridos en impulsos organizativos anteriores (Cárcamo, 2015: 319).
El concepto de PP discutido aquí comienza a utilizarse en la década de 1960 por la izquierda chilena, en especial por el MIR, que lo enarboló en el marco de su acción político-social, desarrolló frentes de masas para involucrar a vastos sectores de la sociedad en la lucha revolucionaria y adquirió así una "dimensión estratégica relevante, en cuanto cristalizaba como una manifestación paralela al Estado burgués" (Goicovic, 2004: 12). La UP propuso un sentido distinto, relacionado con la búsqueda de "participación ampliada y organizada de las bases populares para apoyar al gobierno y al programa" (Cancino, 1988: 126) dentro del marco institucional, para asimilar experiencias más contemporáneas, como las de Venezuela (Harnecker, 2008) y Bolivia (Svampa y Stefanoni, 2007: 153). Para el gobierno de Allende "cualquiera otra opción, fundada en la primacía de la acción extra institucional, de carácter insurreccional o armado estaba fuera del contexto histórico-estructural chileno" (Cancino, 1988: 119), lo que apuntaba al MIR, que defendió la vía insurreccional incluso tras el triunfo electoral de la UP.1
Independientemente de las interpretaciones, el concepto nace de la noción marxista leninista de "poder dual", en la cual el poder "se apoya directamente en la conquista revolucionaria, en la iniciativa directa de las masas populares desde abajo, y no en la ley promulgada por el Poder del Estado" (Lenin, 1961: 25). Esta lectura influyó poderosamente en las trayectorias políticas de algunos jerarcas de la UP, como el propio Allende, y en parte de la cúpula mirista,2 que compartía elementos discursivos e ideológicos de larga data en la izquierda chilena (Palieraki, 2014: 23), con ciertos matices esencialmente generacionales (Salazar y Pinto, 1999-2002). Pese a ello, el MIR buscó diferenciarse de la "izquierda tradicional" por medio del discurso insurreccional y la creación de frentes de masas para aprovechar con habilidad las trayectorias de algunos de sus fundadores vinculados al movimiento sindical y de pobladores (Palieraki, 2014: 91). De esta manera, se situó ideológicamente más cerca del paradigma de la Revolución rusa que de la vía político-institucional del socialismo esgrimida por la UP (Cancino, 1988: 379).
La situación en Cautín fue distinta, pues los cuadros locales, entre 1967-1968, eran unos pocos estudiantes que, a diferencia de sus líderes, tenían menos experiencia político-partidista. Esto les permitió adaptarse a las condiciones de la región. Rápidamente, entablaron relaciones con campesinos de base, en particular jóvenes indígenas. En ese sentido, al no acoplarse al trabajo de los sindicatos y federaciones del agro, los jóvenes miristas se insertaron de lleno entre los trabajadores menos favorecidos por la RA de 1967, es decir, los mapuches, peones y temporeros. Así ganaron sus primeros cuadros de base en la zona, que serían fundamentales en el desarrollo del PP campesino en busca de autodeterminación y de la constitución de un sujeto nuevo, comprometido con "la distribución democrática de la autoridad" (Mazzeo, 2007: 49).
El MCR durante los primeros meses de la UP
Las corridas de cercos en Cautín comenzaron a mediados de 1970. Provocaron alarma en la población local, en especial entre los grupos patronales, que habían visto crecer sus fortunas y habían concentrado la propiedad de la tierra durante décadas (Chonchol, 1972: 281). Estas acciones primigenias, descritas por varios autores (Gavilán, 2011: 136-139; Bastías, 2009: 106-135; Carvajal, 2006: 30-31), dieron pie a movilizaciones de dimensiones inesperadas, incluso para los propios miristas, no así para algunas autoridades de la UP:
Respecto a [la] rectificación de deslindes efectuadas por comuneros indígenas, su causa fundamental es que ellos habrían sido víctimas, en el pasado, de usurpaciones realizadas en su perjuicio por vecinos de las reducciones. Además, fue una realidad en el territorio de la frontera que los indígenas fueran víctimas de las maquinaciones de los tinterillos que simulaban extenderles contratos de arrendamiento de sus tierras, cuando en realidad, lo que hacían era extenderles contratos de compraventa, basados en la ignorancia de los mapuches o en el hecho de que fuesen analfabetos.3
En este contexto y tras la formación del MCR, las tomas de fundos se hicieron masivas (Bize, 2012: 30). Se sumaron las invasiones de predios realizadas por campesinos de otras filiaciones políticas, que provocaron inquietud permanente en los grupos latifundistas debido a que "el orden social que ellos conocían estaba en peligro de derrumbarse" (Mallon, 2004: 15). La práctica de correr los cercos se relacionó con la necesidad de restituir tierras usurpadas a los mapuches (Carvajal, 2006: 58). Este método había sido validado por los padres y abuelos de las comunidades indígenas (Bengoa, 1999: 118), quienes intentaron dar una lucha legal infructuosa en el pasado (Bastías, 2009: 105). Por medio de esta práctica, se dio paso a la recuperación territorial masiva durante el gobierno de Allende, que acaparó la atención de los medios de comunicación locales, que acusaron la "intransigencia campesina" (Diario Austral de Temuco, 2 de diciembre de 1970, p. 1) para seguir el proceso legal de la reforma.
La formación de los primeros bastiones del campesinado revolucionario
El predio Tres Hijuelas, de 480 hectáreas, fue invadido por primera vez en agosto de 1970 y se convirtió en icono de las luchas de campesinos mapuches y chilenos por la tierra. El veredicto judicial, a favor de su propietario, había sido desoído por los ocupantes que pretendían explotarlo para su propio beneficio y conservar "a toda costa el ritmo de trabajo" (Diario Austral de Temuco, 5 de diciembre de 1970, p. 9) a la espera de la intervención gubernamental. Además, el predio se transformó en el emblemático Campamento Lautaro,4 sindicado como uno de los "bastiones del MIR y su filial el Movimiento Campesino Revolucionario" (Bengoa, 1999: 119).
Campesinos provenientes de diversas zonas de la región visitaron el Campamento Lautaro para conocer la experiencia que se estaba viviendo en el lugar. Incluso el intendente de Cautín llegó a comienzos de 1971 y buscó un avenimiento que permitiera la entrega del predio a su propietario mientras se esperaba la resolución de la Cora. En esa visita, la autoridad señaló que había sido recibida por campesinos con brazaletes del MCR En su opinión, eran manipulados por grupos políticos de extrema izquierda, que "estaban azuzando a los trabajadores" (Diario Austral de Temuco, 25 de diciembre de 1970, p. 1) para dichas acciones. El fundo fue expropiado el 1 de abril de 19715 y dio lugar a un asentamiento campesino vinculado al proceso de RA, que permitió la contratación de 23 de los trabajadores que participaron en la toma, varios de ellos, ex empleados. Se construyeron viviendas para todas las familias. Después del golpe militar y de la represión del campesinado, el régimen de facto ordenó la devolución de 285.15 hectáreas. El grupo de asentados que aún vivía ahí se quedó con 194.5 hectáreas.6
A propósito de las corridas de cercos masivas y tomas de fundos en Cautín y en gran parte del centro y sur del país,7 a comienzos de diciembre de 1970 se hablaba de una paralización del agro local debido a la situación de alarma que vivían los agricultores, quienes estaban poniendo fin a sus actividades productivas (Diario Austral de Temuco, 4 de diciembre de 1970, p. 1), situación que iría en desmedro directo del consumo local. Por otra parte, el tenso clima hacía surgir el temor de enfrentamientos entre campesinos y latifundistas. Se desató tal revuelo, que el gobierno intervino mediante una comisión especial que recabaría información acerca de las ocupaciones de predios de la zona sur, para luego trasmitirla a la máxima autoridad nacional.
Luego de visitar Panguipulli, tras los sucesos acaecidos durante el llamado Grito de Carranco (Bravo, 2012) en el que obreros madereros, campesinos chilenos e indígenas, y jóvenes miristas ocuparon varios fundos de la zona cordillerana, los observadores arribaron a Cautín (Diario Austral de Temuco, 4 de diciembre de 1970, p. 1), donde 14 fundos de importancia8 habían sido tomados por campesinos mapuches. A estas alturas, las acciones del mcr ya se habían extendido con profusión y tenían lugar ocupaciones masivas, como la de la comuna de Loncoche, donde fueron tomados los predios Ancahual, Casas Viejas y Pinchafil. Aquí se recuperaron las tierras usurpadas a las comunidades indígenas y se solicitó la expropiación a favor de los campesinos por razones de subexplotación y abandono.9
Las comunidades indígenas relacionadas con el MCR buscaban la reivindicación territorial y la instalación de un sistema de propiedad colectiva, muy vanguardista para esa localidad:
Conversamos con la juventud de por acá, con los viejos, las viejas. Hicimos reuniones, planteamos la necesidad de la recuperación de la tierra. Por otro lado, mi viejo se consiguió el título de merced. Ya con el papel en la mano, le explicamos a la gente [...] que nuestra comunidad llegaba mucho más allá, que había tierras usurpadas, que era posible recuperarlas y correr el cerco. El hecho es que tuvimos apoyo de la gente [...], en esa época hasta los viejos demócrata-cristianos estaban de acuerdo con que había que recuperar la tierra. Llegó un momento en que recuperamos parte de la tierra que nos habían usurpado y nos instalamos seis o siete familias jóvenes, yo con mi mujer y mis hijos. Formamos una especie de villorrio, varias casitas juntas en la tierra recuperada. Una de las novedades que nosotros impusimos fue que íbamos a trabajar esas tierras de forma colectiva, de forma comunitaria, que no íbamos a repartir esa tierra. La gente mayor estuvo de acuerdo, nadie se opuso, al contrario, los viejos dijeron "no hay problema" [...] y nos prestaron bueyes. Nosotros no teníamos nada, sólo las ganas de trabajar, no teníamos nada, éramos más pobres que las ratas. Entonces, para armar una ranchita nos faltaba madera, nos faltaba zinc pa'l techo [...] el hecho es que alguna gente nos ayudó con planchas de zinc, con semillas de porotos, de papas, e hicimos una chacrita en beneficio de las familias que vivíamos ahí. La novedad era trabajar comunitariamente puesto que aquí en la zona toda la gente trabajaba de manera individual. Después ya el discurso se va afiatando. Luego dijimos que no bastaba con recuperar un pedazo de tierra, sino que había que tomarse el fundo entero. Hubo que hablar con los inquilinos que trabajaban en los fundos [...] y luego nos tomamos los fundos. Lo que nosotros habíamos recuperado lo anexamos a esos fundos y empezamos a soñar con grandes paños de Reforma Agraria donde se trabajara en grande, donde se produjeran miles de litros de leche, miles de quintales de trigo, maquinaria, trabajo para la gente. Empezamos a armar todo un plan de trabajo que abarcaba a mucha gente (entrevista con Víctor Molfinqueo, Loncoche, Chile, 19 de enero de 2014).
De las palabras del dirigente indígena se desprende una serie de elementos que vincula las acciones con el proyecto del PP esgrimido por el MCR-MIR. Observamos que el concepto clasista desplaza lo tradicional/indígena, en especial lo de colectivizar la tierra, que en el caso mapuche está ligado a la propiedad individual desde el periodo reduccional. Este fenómeno se asocia al proceso adaptativo de la sociedad mapuche a la dominación del Estado chileno desde el siglo XIX (Pacheco, 2012: 165). Por otra parte, al proponer la sociedad con otros actores, como los inquilinos de los fundos y los "viejos demócrata-cristianos", se busca construir un proyecto que va más allá de la demanda inmediata de tierras. Se propone una organización colectiva, asociativa y productiva que vinculara a la comunidad en general y que asegurara empleo y bienestar material, asociado al proyecto de RA. Esto granjeó el apoyo no sólo de los mapuches, sino de otras agrupaciones campesinas (Bengoa, 1999: 128).
Se observa que las relaciones interétnicas presentes son producto de un recorrido histórico común, en el cual los mapuches fueron empujados a la campesinización y luego a la proletarización (Saavedra, 2002: 65-70), en una economía regional de explotación silvoagropecuaria, lo que explica las relaciones en un contexto económico social determinado (Stavenhagen, 1978: 254). Existen otros elementos que pueden suponerse del testimonio, como la solidaridad entre vecinos, que se explica por una cultura subalterna común, y la experiencia organizacional común, heredada de la RA de 1967 (Cárcamo, 2015).
Durante el primer año del gobierno de la UP, se sumaron expropiaciones de fundos y gran parte de esas tierras se entregaron a los trabajadores,10 quienes intentaron desarrollar la explotación colectiva, vinculados a la RA por medio de los asentamientos y CCC.
La constitución de los CCC por la base
Como hemos señalado, la oportunidad de organizarse desde el espacio local provino del gobierno de Allende al constituir el CNC. Se estableció que su función sería transmitir la opinión de los campesinos al supremo gobierno en todos los asuntos del agro, en particular aquellos relacionados con:
Los planes nacionales de desarrollo rural, producción agropecuaria y RA.
Las políticas generales en materia de precios, créditos, comercialización, tributación y otras relaciones con el desarrollo, la producción y la RA.
Los programas y presupuestos de los organismos, públicos, semifiscales y de administración autónoma del sector agrícola.
Las políticas generales en materia social y económica del sector laboral campesino (Almino, 1973: 47).
Se dispuso que el CNC estaría compuesto por representantes de las confederaciones sindicales, la confederación de asentamientos, la confederación de cooperativas campesinas, además de los pequeños agricultores. Pese al evidente control que el gobierno buscaba establecer, en el plano comunal sí se permitió la participación de campesinos cesantes y pequeños agricultores familiares, instancia aprovechada por el MCR, compuesto en su mayoría por mapuches, obreros no organizados y afuerinos.11 En este sentido, el espacio de operatividad que otorgó la legislación en el ámbito local fue fundamental para la constitución de los CCC de base. En otras latitudes del Cono Sur, en el mismo periodo, ocurrió lo contrario; por ejemplo, en Perú, las reformas de 1964 y 1969 excluyeron a los campesinos indígenas tanto de los beneficios como de la organización del proceso (Kay, 2003: 225), y en Brasil, la reforma se asoció al concepto "reduccionista" de redistribución de la tierra sin mayor apoyo técnico (Pereira y Vieira, 2007: 780).
A partir de 1970, se crearon en Chile 186 CCC, de los cuales 110 se organizaron en el marco del decreto 481. Es decir, 63% se organizó según el marco legal, 25% lo hizo con un carácter ampliado y permitía la presencia de campesinos ajenos a las federaciones sindicales, y 12% fue constituido por la base (Bruna, 1985: 136). Se ha propuesto que esos consejos, ampliados y formados por la base, tuvieron una importante presencia indígena, que "fueron impulsados por el sector de trabajadores agrícolas excluidos" de la RA (Bruna, 1985: 140) y que presentaban fuertes limitaciones para vincularse a las reivindicaciones campesinas en este marco legal, precisamente por su ubicación en las relaciones de producción.
La creación de los CCC provocó que los miembros de la izquierda se cuestionaran si estas instancias organizativas debían ser coordinadas desde el poder central, como pretendía la UP, en especial el Partido Comunista (PC), o si debían constituir una oportunidad para construir un PP real de base local, como proponían el MIR, algunos socialistas (Bruna, 1985: 138) y el Movimiento de Acción Popular Unitaria (MAPU). En el ámbito local, se sumó a esta línea de acción el Movimiento Netwain Mapu, vinculado al Partido Comunista Revolucionario (PCR) y de filiación maoísta.
La confrontación entre estas dos visiones fue permanente durante el gobierno de Allende y dio pie a un enfrentamiento constante entre el PC y el MIR. El primero acusó al Movimiento de instigar a la ilegalidad al campesinado y de obstaculizar el proceso de RA. Los miristas se defendieron y señalaron que el PC se escudaba en la legalidad "burguesa" porque amparaba las acciones de sectores vinculados a los grupos patronales y erraba la estrategia para lograr el apoyo campesino al tratar de hacerles creer que las alianzas eran más importantes que el activismo revolucionario. En otras palabras, "que es preciso ser mayoría para después avanzar y no, como saben los trabajadores, que es necesario avanzar para ganar a la mayoría" (Pérez, 2001: 412). Ese "error" del PC y la UP era la causa de que los pobres del campo tomaran la iniciativa en sus luchas, "la mayor parte de las veces lideradas por el MCR" (Pérez, 2001: 414).
Por su parte, el MIR fue articulando su política agraria, que si bien no era muy clara al comienzo, con el correr del tiempo se hizo más coherente, unió la experiencia de los militantes instalados en los sectores rurales con las líneas generales de su programa revolucionario. En ese sentido, el MCR-MIR definió su posición con claridad respecto a los CCC y contradijo el objetivo original de la UP, que buscaba entregar a las federaciones sindicales el control de la organización campesina.
Los Consejos Comunales Campesinos deben convertirse en órganos locales de poder obrero-campesino. Deben funcionar democráticamente por la base a través de la asamblea. Deben integrar a todas las clases y capas explotadas del sector. El Consejo Comunal debe tener atribuciones para resolver sobre los fundos a expropiar en la comuna, sobre pago o no pago de la tierra, sobre las formas de propiedad y organización de la producción. Deben controlar los pequeños fundos, las pequeñas propiedades, exigir respeto y mejoramiento de las condiciones de vida y de trabajo de los asalariados agrícolas. Los Consejos deben retener atribuciones en el campo de la salud, de la educación, deben ejercer formas de justicia popular. Finalmente, los Consejos deben controlar y poner bajo su tuición a los organismos del agro que trabajan en la localidad. Los campesinos no sólo exigen participar en el poder, sino empezar a ejercerlo directamente (Pérez, 2001: 414).
La claridad en la definición de estos conceptos muestra el proceso de aprendizaje que experimentó el joven movimiento. Las diferencias operativas y conceptuales con la up eran puntuales y destacaba su carácter revolucionario. Estos lineamientos guiaron las primeras luchas del campesinado revolucionario en Cautín para la constitución de un poder "desde la base", que respondieron a las necesidades propias de cada comunidad. La pugna por acceder a los CCC se vio en todos los frentes, pues el objetivo primordial del MCR era controlar esos espacios organizativos.
La constitución de los primeros CCC con influencia del MCR
Los campesinos de la comuna de Lautaro habían tomado la bandera de la lucha por la tierra: corrieron cercos y ocuparon algunos grandes fundos de la región, lo que provocó la reacción patronal y de los medios de comunicación locales. Pese a ello, los campesinos del MCR no fueron considerados en las primeras expropiaciones realizadas en la zona por la Cora. Esto no impidió que el primer CCC constituido en la provincia de Cautín fuese el de Lautaro, el 16 de enero de 1971.
El CCC incluyó a comités de trabajadores, sindicatos, Centros de Reforma Agraria (Cera) de la comuna, cesantes y pequeños propietarios mapuches, que comenzaban a ser parte fundamental de la nueva organización del campesinado. En el caso de los dos últimos grupos, la ley de sindicalización campesina, dictada en 1967, había omitido la diversidad del medio rural y los había excluido. La situación ahora era distinta. Por primera vez una diversidad de sujetos intentaría convivir en un mismo espacio para conjugar sus intereses personales con los del colectivo comunal, provincial y nacional.
A la constitución del CCC de Lautaro asistieron personas de varios grupos sociales. Desde campesinos provenientes de otras zonas del país hasta altos personeros de gobierno, reunidos en una escuela local, protagonizaron un hecho sin precedentes en la historia del campesinado en Cautín. No fue tan cierto que en esa época hubiera entre los mapuches dos visiones opuestas acerca de este fenómeno, por un lado, los que buscaban instaurar una política indígena al integrarse a la RA y apoyar el desarrollo de la educación, y por el otro, los que se dedicaban a tomar los fundos, formar consejos campesinos y privilegiar el enfrentamiento (Bengoa, 1985: 150). La verdad es que los campesinos indígenas fueron capaces de vincular lo "propio" y lo "ajeno", hablaron de usurpación y colectivismo al mismo tiempo que formaban CCC "por la base" y proponían desde ahí beneficios para todos.
En rigor, la constitución de los CCC trajo consigo una nueva forma de actuar dentro del marco establecido por la ley, sin dejar de lado las corridas de cercos y tomas de fundos, que no se detuvieron. En el caso de Lautaro, el dirigente indígena del MCR, Rafael Railaf, pasó a encabezar el consejo junto a otros trabajadores chilenos y mapuches. Afirmó: "la ley que hay ahora no nos sirve. Hay que hacerla como es la opinión de los campesinos" ("El grito de la tierra", en Punto Final, núm. 124, enero de 1971, p. 29), y siguió la línea establecida por el Movimiento. La situación de la comuna de Lautaro fue particular. Muchas de las ocupaciones fueron realizadas por mapuches que buscaban restituir sus propiedades usurpadas. Este objetivo común entre los integrantes del consejo permitió el surgimiento de importantes grados de unidad desde el comienzo.
Unos días después, se fundó el segundo CCC en la comuna de Carahue. A diferencia de Lautaro, presentaría discrepancias porque en esta zona había un historial de sindicatos importante y grupos vinculados a los partidos políticos tradicionales. La ceremonia de constitución del CCC de Carahue se realizó en el liceo de la ciudad. Asistieron más de 1 500 personas, el intendente, el gobernador de Imperial y el vicepresidente del Indap. En esa oportunidad, el consejo quedó compuesto por Hernán Muñoz, David Maldonado, Vicente Rodríguez, Augusto Leal, Lorenzo Lancaleo, Juan Huircamán, Ricardo Mora del MCR, Juan Mora, Humberto Venegas, Ignacio Vergara, Joel Rebolledo y Carmen Segundo Cayupil del MCR. En esta lista había campesinos del MCR vinculados al asentamiento Arnoldo Ríos, ocupación repelida por el propietario que había resultado en varios heridos (Mallon, 2004).
Dicho proceso constitutivo fue criticado con dureza por campesinos pertenecientes a las federaciones sindicales, en especial a la Federación de Sindicatos Agrícolas "Presidente Frei", quienes acusaron actos de "matonaje", por medio de los cuales ciertos "grupos manejados políticamente como el MCR" habían impuesto a sus candidatos para dirigir el consejo (Diario Austral de Temuco, 26 de enero de 1971, portada). En rigor, las diferencias de fondo no tenían que ver con dichos actos "impropios", más bien se relacionaban con posiciones ideológicas, ya que la crítica era contra la RA de Allende, que buscaba, según los críticos, crear empresas campesinas estatales y utilizar a los mapuches y campesinos pobres para tomar los fundos que luego serían expropiados y estatizados, sin cederles la propiedad. Aquí es posible notar una diferencia estrictamente ideológica, ya que dicha federación, vinculada a la Democracia Cristiana (DC), era partidaria de fomentar el emprendimiento de los asentados y no la propiedad estatal.
A principios de 1971 se crearon CCC en las 16 comunas de Cautín y se estableció el primer Consejo Provincial Campesino (CPC), compuesto por los representantes comunales. En ese contexto, los integrantes del MCR lucharon por instalarse en las dirigencias de estas organizaciones con mucho éxito y utilizaron esta nueva posición de privilegio para acelerar aún más lo que consideraban una reforma "lenta y burguesa". En cada comuna la agrupación desarrolló vínculos diferentes, con énfasis en las necesidades de cada espacio. En oposición, hubo comunas en las que el arraigo del movimiento fue escaso, como Gorbea y Pitrufquén, en las que parte del campesinado no estuvo de acuerdo con las corridas de cercos y tomas de fundos desde el comienzo de la reforma (Diario Austral de Temuco, 26 de diciembre de 1970, p. 7). A ellos se sumó el consejo de Loncoche, el cual, pese a tener presencia del MCR, estaba dirigido por los sindicatos vinculados al gobierno, en particular al PC. Estos tres CCC opositores se transformaron con el correr de los meses en enconados enemigos de la propuesta revolucionaria que buscaba radicalizar la RA.
Al mismo tiempo, hubo experiencias avanzadas para la época y dignas de ser destacadas. Una de ellas, la más exitosa para el MCR-MIR en Cautín, fue la constitución del CCC de Cunco y los consejos sectoriales que lo componían el 17 de enero de 1971, con la presencia del ministro de agricultura (Diario Austral de Temuco, 18 de enero de 1971, p. 8).
Aquí se vivió uno de los modelos de organización campesina de mayor trascendencia política e ideológica respecto de sus pares. Es probable que haya sido uno de los más activos del periodo. Su historia organizativa se extendía en el tiempo hasta las primeras agrupaciones, originadas hacia 1965-1966. Aquí y en la "costa" de la provincia nacieron las primeras Uniones Campesinas a las que se vincularon algunos militantes del MIR hacia 1968.
Nosotros tuvimos la suerte de que confluyeron una serie de actores en esa época, mucho antes de la llegada de los miristas a la zona. Por un lado, estaban los profesores, los médicos, los estudiantes, las organizaciones campesinas, que deben haberse juntado por primera vez hacia 1965-1966. A eso se vino a sumar el MIR después (entrevista con Edison Chihuailaf, Temuco, Chile, junio de 2013).
Esta experiencia fue fundamental para la organización durante el llamado Gobierno Popular. En Cunco, se vincularon diversos actores locales (Cárcamo, 2015: 322) que desarrollaron "un trabajo político a partir de los problemas de base" y buscaron "hacer un análisis relativo a la lucha de clases" mediante una pedagogía social (entrevista con Edison Chihuailaf, Temuco, Chile, junio de 2013). A continuación, reproducimos un extracto del acta en la que se presentan las conclusiones obtenidas en las asambleas sectoriales de la comuna, luego de un año de existencia del organismo campesino:
El Consejo Comunal Campesino de Cunco somete a consideración de las autoridades de gobierno y a los jefes de servicios las conclusiones a que ha llegado en las diversas asambleas sectoriales en esta comuna.
Que esta ley no fue discutida por los campesinos.
Que debe dejarse reserva a aquel dueño de fundo que trabaja, vive y tiene como único ingreso lo que esa tierra le da. La reserva no debe ser superior a las 20 has de riego básico, ya que consideramos que con esa cantidad de tierras puede trabajarlas sin recurrir a la explotación de otras personas.
Consideramos que se deben movilizar a la mayor brevedad todas las organizaciones de campesinos: Consejo Comunal, Provincial, y Nacional, Sindicatos, Federaciones y Confederaciones, para que así unidos podamos sacar una ley como nosotros los campesinos queremos.
Ir a la formación de Comités de Vigilancia de la Producción y pedir la expropiación de todos los fundos de 20 has de riego básico para arriba.
Solicitamos que los organismos que atienden al campesino se unifiquen y exista sólo una organización para la atención de los agricultores.
Pedimos, además, que se haga una redistribución equitativa y de acuerdo a las necesidades de cada área de todos los medios materiales y humanos que existen en la zona. Vemos con desaliento cómo en las oficinas de Temuco se llegan a estorbar los funcionarios, en cambio en algunas áreas de la provincia están desatendidas.
Pedimos, además, que se dé al campesino, especialmente al pequeño agricultor la real asistencia técnica, tan necesaria para el aumento de la producción.
Al analizar la economía de esta región nos encontramos con que no existen ninguna fábrica ni industria importante. Nos pudimos dar cuenta de lo mucho que hay que hacer, nada dejaron los gobiernos anteriores. Por otro lado los explotadores sólo se dedicaban a explotar las riquezas naturales de esta región, como también a la clase trabajadora. En nuestras manos, en nosotros los trabajadores, está la responsabilidad de impulsar las tareas económicas de la región. Para ello hemos acordado lo siguiente:
TODAS LAS INDUSTRIAS QUE SE CREEN EN ESTA REGIÓN DEBEN ESTAR MANEJADAS Y DIRIGIDAS POR LOS PROPIOS COMPAÑEROS TRABAJADORES.
Como una manera de defender el dinero de los compañeros campesinos, para que las ganancias que éstos empiezan a tener por estar participando de la Reforma Agraria, no vaya a parar y seguir enriqueciendo a unos pocos, es que consideramos muy necesario la creación de un CENTRO DE CONSUMO en esta región. Las utilidades que estos centros obtengan deben servir para contribuir al adelanto de la comuna.
Solicitamos el apoyo de las autoridades para que nos respalden en la adquisición de una micro para los campesinos de esta región. Para ello ya estamos reuniendo los dineros.
Al discutir la organización de los trabajadores de nuestra comuna, nos planteamos la gran responsabilidad que tenemos los campesinos ya conscientes y organizados con respecto a aquellos que todavía no se nos unen. Acordamos: dividir la comuna en cuatro subsectores: Los Laureles, Cunco, Melipeuco y Quecherehue y en cada uno de ellos organizar las Asambleas Sectoriales o Consejos Chicos. Formar a nivel comunal una organización de mujeres que agrupe a todas ellas. Procurar con el Consejo comunal, al menos una vez al mes saque un periódico que sirva para informar al campesino objetivamente de lo que este proceso revolucionario está llevando adelante.
Solicitar que a nivel provincial se edite un periódico que interprete el pensamiento de los trabajadores. El Diario Austral no nos sirve, nos perjudica y calumnia día a día porque interpreta el pensamiento de los momios, de los latifundistas.
Exigir a otras organizaciones como Escuelas y Servicio Nacional de Salud, que tienen contacto permanente con el campesino, contribuyan a crear conciencia de clase en los trabajadores. Que el Servicio Nacional de Salud no se limite al reparto de leche o a vacunar solamente, sino que aprovechar estas oportunidades para plantearle, sobre todo a la mujer, problemas relacionados con vivienda, etc.
CONSEJO COMUNAL CAMPESINO DE CUNCO. ASAMBLEAS SECTORIALES DE LOS LAURELES, CUNCO, MELIPEUCO Y QUECHEREHUE.
CON LA PARTICIPACIÓN CONSCIENTE DE LA MASA TRABAJADORA LLEVAREMOS ADELANTE ESTE PROCESO REVOLUCIONARIO.12
El documento anterior permite comprender cómo en algunas zonas el CCC fue capaz de vincular sus demandas a las del colectivo local. Evidencia la capacidad de evaluar la situación local y proponer transformaciones en los ámbitos social, económico e incluso cultural por medio del control productivo y organizacional de la población. Sumado a esto, la presencia del ideario del MCR, al que pertenecían los dirigentes del consejo, es notable, en especial en lo referido a expropiar todos los fundos con cabida superior a 20 hectáreas para concentrar, en los trabajadores, la producción y el comercio local. Tales ideas se propusieron en el segundo congreso provincial del MCR en febrero de 1971, en la ciudad de Temuco. Dicho congreso, que también fue nacional, reunió delegados de gran parte del país. Se discutió la radicalización de la RA y se acusó al gobierno socialista de querer frenar la movilización del campesinado.
La influencia del MCR en los CCC puso de relieve que la constitución por la base de dichos organismos era posible y delineó una postura distinta a la del gobierno. Adicionalmente, los dirigentes campesinos del MCR fueron más allá de sus propias comunas, llevaron al CPC sus propuestas y asumieron el liderazgo del organismo en 1972. Esto redundó en la radicalización de parte importante del campesinado de Cautín y puso en jaque al gobierno que aún titubeaba entre el reformismo y la revolución socialista. En ese sentido, tras el retiro de los tres CCC disidentes (Diario Austral de Temuco, 24 de julio de 1972, p. 9), se impusieron los argumentos de los denominados "miristas agrarios", que llamaron a expropiar todos los fundos con cabidas mayores a 20 hectáreas a "puertas cerradas", sin dejar a los patrones retirar maquinarias, equipos y animales. Este hecho provocó gran revuelo en una zona en la que los asesinatos de campesinos a manos de los patrones iban en aumento, junto con una campaña para recuperar los fundos ocupados. Aquí fue fundamental la presencia del Frente Nacionalista Patria y Libertad (FNPL), movimiento de ultraderecha que buscaba "arrebatar el poder a los sectores marxistas que lo detentan" (FNPL, 1971: 27) y se dedicaba a sabotear al gobierno de Allende.
Tras la elección de los delegados comunales (Diario Austral de Temuco, 25 de julio de 1972, p. 79), el CPC de Cautín quedó encabezado por José Purrán, Darwin Chihuilaf (MCR), Félix Huentelaf (MCR), Humberto Biolley, Isaías Vergara (MCR), Osvaldo Contreras e Isaías Bravo (MCR). De esta manera, y tras la consigna "Cautín a la vanguardia de la Revolución chilena", el Movimiento aclaró su concepto de PP al señalar que los CCC serán "los organismos máximos de poder y decisión campesinos de control del proceso de Reforma Agraria", para "transformar el sistema capitalista de tenencia de la tierra, por un sistema socialista de tenencia de la tierra" (Diario Austral de Temuco, 25 de julio de 1972, p. 79). Por este motivo, los campesinos indígenas deberían ampliar sus territorios y ocupar los fundos cercanos, mientras los trabajadores asumirían el control de los medios productivos para crear centros de consumo e integrar a la mujer al proceso revolucionario.
Una vez constituido el CPC "por la base", fue acusado por los tres CCC disidentes de instaurar un clima de dictadura (Diario Austral de Temuco, 25 de julio de 1972, p. 79). El MCR avanzó con rapidez hacia la concreción de su proyecto de Revolución Campesina, vinculado a lo que hacía el MIR en las ciudades por medio de sus frentes de masas, como el Movimiento Universitario de Izquierda (MUI), el Frente de Estudiantes Revolucionarios (FER), el Movimiento de Pobladores Revolucionario (MPR) y el Frente de Trabajadores Revolucionarios (FTR) (Leiva, 2007: 32-57).
Durante este periodo, marcado por la creciente confrontación en el país y en la región, el campesinado del MCR siguió actuando bajo las líneas establecidas para la zona. Continuaron trabajando los campos, sembrando trigo, cebada, papas, criando animales, produciendo madera para construir escuelas, postas de salud, sedes sociales, y reparando puentes para integrar a todos aquellos que aún no se sumaban a su lucha de creación de un PP real.
Nuestro discurso era más bien aterrizado, no era derrotista, se hablaba de la toma del poder. Fuimos aprendiendo del discurso del MIR [...]. Si bien no estábamos en contradicción con lo que planteaba el gobierno de Allende, al menos el discurso del mirista era de otro estilo. No era de reformas como planteaba Allende, sino que era un discurso revolucionario, así, de cambio de la sociedad, en fin. Entonces nuestro discurso iba por allí y nuestro quehacer en tanto que mapuches, jóvenes mapuches y en tanto que campesinos, iba enmarcado en esa óptica (entrevista con Víctor Molfinqueo, Loncoche, Chile, 19 enero de 2014).
La conquista de la organización campesina dio paso a la toma del poder total. El objetivo era acelerar el proceso revolucionario sin distanciarse de la clase política. El MCR-MIR buscó una alianza que nunca llegó, puesto que la oposición del Partido Nacional y el FNPL dio paso al sabotaje y señaló como objetivos en la provincia los avances del campesinado. De esta manera, las retomas de predios, los atentados explosivos y ataques a puentes, caminos y líneas férreas se tornaron comunes y generaron una espiral de violencia, coronada por el desgarrador golpe militar, que castigó ferozmente al movimiento campesino (Kay, 2003: 223) y puso fin a un breve pero intenso proyecto de construcción del PP en el campo.
A modo de cierre
La constitución de los CCC por la base, desarrollada por trabajadores indígenas y chilenos vinculados al MCR-MIR en Cautín, es la experiencia más clara de organización popular en el campo chileno durante el gobierno de Salvador Allende. Durante este periodo, los campesinos demostraron que eran capaces de proponer una forma alternativa y revolucionaria de trabajar la tierra. No obstante, los resultados de su propuesta no pudieron visualizarse debido a lo breve de la experiencia y lo abrumador del golpe militar del general Augusto Pinochet, que acabó con toda la organización de la época.
Al no limitarse a lo propuesto por la legislación agraria vigente, los militantes del MCR se opusieron a los intentos gubernamentales de control de la actividad campesina y permitieron a aquellos que habían sido excluidos de las reformas anteriores, es decir, campesinos sin tierras, indígenas y peones, ser protagonistas en la vertiginosa constitución revolucionaria de la organización de los trabajadores del campo. En ese sentido, la construcción cotidiana de un movimiento social y político centrado en las demandas emanadas desde los espacios locales permitió visualizar los alcances potenciales de la política agraria del MIR.
El discurso revolucionario del MCR fue capaz de sistematizar lo mapuche y lo chileno, lo "propio" y lo "ajeno", así como lo proveniente de la cultura urbana y del discurso revolucionario del MIR. También hizo posible la fusión de los iconos propios de la izquierda latinoamericana, como la Revolución cubana y sus líderes, con los de la tradición ancestral indígena, como los grandes guerreros mapuches ‒Lautaro, Galvarino, Caupolicán y Michimalonco, entre otros‒, y la Guerra de Arauco que enfrentó a mapuches y españoles durante casi 300 años.
En resumen, en la provincia de Cautín la frontera entre lo étnico y la clase social pareció difuminarse en pos de un proyecto común. Los campesinos del MCR buscaron la construcción de un poder popular real por medio de los CCC constituidos por la base, nacidos de las entrañas de la Araucanía que, como todo proyecto humano, no estuvo exento de debates y contradicciones. Pese a las complicaciones, el MCR logró dar a los pobres del campo, durante un breve periodo, la oportunidad de soñar con grandes extensiones de tierra, trabajadas de manera colectiva por mapuches y chilenos que controlarían la producción agropecuaria, además de su propia organización campesina al hacer lo que habían hecho durante décadas, trabajar las tierras, pero esta vez para sí mismos y sus familias.