Introducción
Los niños en edad escolar se encuentran en un momento crucial para atender y prevenir el sobrepeso y la obesidad, tanto por el rebote de adiposidad que ocurre en esta edad como por la adquisición de una creciente autonomía en los consumos que acompañarán a las siguientes etapas de desarrollo1. De este modo, la edad escolar se concreta como un periodo de oportunidad para prevenir la ganancia de peso, y con ello disminuir la prevalencia de enfermedades crónicas tanto en la infancia como en la vida adulta2),(3. Cabe recordar que México se ubica en los primeros lugares del continente en cuanto a sobrepeso y obesidad4),(5, por lo que se requieren todos los esfuerzos para actuar de manera eficaz ante el fenómeno.
Una forma en la que se ha intentado entender el exceso de peso en ese periodo clave ha sido examinar su relación con la participación laboral materna como condición para la atención de las rutinas del hogar que impactan en los consumos y las actividades de los menores, toda vez que la participación masculina sigue siendo escasa6. Dicha relación se ha indagado en múltiples contextos nacionales, con resultados divergentes.
En los EE.UU., algunos estudios sugieren que la participación de las madres en el mercado laboral repercute en la prevalencia de exceso de peso. Dicha relación se ha identificado en niños de 7 años que pertenecen a familias con desventajas económicas7. Sin embargo, al incluir otro tipo de datos y ampliar los grupos analizados, no es posible sostener una relación directa entre el trabajo materno y la composición corporal de los niños, de tal modo que el mayor efecto corresponde al ambiente que promueve la obesidad. Esto se agrega al coste de oportunidad que representa para las mujeres el tener un trabajo remunerado frente al desempeño de las labores domésticas8.
En esta misma línea, que no asume una relación directa entre el trabajo materno y el peso elevado, se analizó una encuesta de uso de tiempo con población estadounidense, dando como resultado que las mujeres que trabajaban veían reducido su tiempo a 133 minutos por día para comprar alimentos, cocinar, comer y jugar con sus hijos. Aunque se reportó una mayor participación de los varones en las actividades domésticas, esta no rebasó el 15% del tiempo que las mujeres dejaron de dedicar a dichas actividades9.
Además del tiempo destinado a las actividades orientadas a los escolares, la sobrecarga de trabajo de la madre puede estar dando paso a algunos comportamientos que se han asociado con el exceso de peso, sin que la participación laboral materna se muestre como un factor que contribuya a que los escolares desarrollen un peso elevado. En un estudio transversal con población australiana se analizó el empleo materno de tiempo completo a la par de las horas que los niños pasaban frente al televisor y las horas que dormían. Se observó un efecto supresor de dichas actividades respecto a la ganancia de peso, pues al incluirlas en el modelo, la actividad laboral de la madre no resultó estadísticamente significativa10; es decir, más que el empleo materno, las horas que los niños duermen y ven televisión es lo que los hace más propensos al sobrepeso y la obesidad.
En Dinamarca, la evidencia tampoco permitió establecer una relación directa entre el empleo materno y la propensión a la ganancia de peso11. La autora señaló que esto puede deberse a cuatro aspectos: primero, que el efecto del empleo materno es heterogéneo y depende del contexto; segundo, los servicios de cuidado infantil son de mayor calidad en Dinamarca; tercero, que las madres danesas, a pesar de trabajar jornadas completas, no dedican significativamente menos tiempo para comer o jugar con sus hijos que las que no trabajan; y cuarto, que los padres daneses contribuyen ampliamente al cuidado de sus hijos.
En este escenario, la evidencia respecto al vínculo entre el empleo materno y el exceso de peso de los escolares mexicanos es escasa, lo que contrasta con la necesidad de su examen. Si bien el tener un empleo conlleva una reducción del tiempo para el cuidado de los hijos, las estadísticas de uso del tiempo han dejado ver que, desde que se tiene registro, las mujeres siguen desempeñando las labores de casa aunque tengan un empleo externo12)-(14.
Vale la pena tener presente que las mujeres mexicanas, particularmente las de escasos recursos, son socializadas para hacerse cargo del cuidado de los miembros del hogar15. La maternidad y las actividades relacionadas con ella son centrales en la formación de la identidad femenina mexicana, como un «ser para otros»16. Así, la doble jornada, tanto para las mujeres que la realizan como para los otros sujetos que se atribuyen la capacidad de demandarla, no entra en conflicto con los roles tradicionales centrados en que el trabajo doméstico se atribuye a las mujeres. Por ello, es pertinente preguntarse si existe una relación entre el empleo materno y la composición corporal de los escolares mexicanos.
A partir de la revisión de la evidencia, se presenta a continuación el desarrollo del análisis estadístico. Se describen las características de la base de datos y se caracterizan las variables independientes y de control que se emplearon en el estudio.
Métodos
Se analizó la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (ENSANUT) en su levantamiento de 2012 para el efecto de la participación laboral materna en el sobrepeso y la obesidad de los escolares. La ENSANUT fue realizada mediante un muestreo probabilístico con representatividad nacional, estatal y por estratos metropolitano, urbano y rural, captada a partir de un esquema polietápico y estratificado17. La muestra analítica final constó de 14,718 escolares con datos antropométricos biológicamente plausibles (con un índice de masa corporal [IMC] mayor de 10 o menor de 38) e información completa para todas las variables consideradas.
En este estudio se utilizó el IMC para identificar la composición corporal de los niños en edad escolar (5-11 años), considerando los puntos de corte propuestos por la Organización Mundial de la Salud (OMS)18. Para mantener la comparabilidad con los análisis previos en México, se analizaron de manera conjunta el sobrepeso y la obesidad como formas de exceso de peso19)-(22. Así, la variable de respuesta fue la puntuación z válida del IMC para la edad y el sexo, que se presentó de forma dicotómica: 1 cuando los escolares presentaron obesidad o sobrepeso, y 0 si presentaron un peso saludable (normopeso). Los puntos de corte de la condición corporal se obtuvieron a partir del macro que proporciona la OMS para el paquete estadístico STATA® (http://www.who.int/childgrowth/software/es/).
La base de datos analizada permite dar cuenta de la participación laboral de la madre a partir de preguntar por el desarrollo de actividades laborales la semana anterior a la entrevista, además de considerar aquellas que respondieron que sí tenían trabajo, aunque no trabajaron. La participación laboral de la madre se categorizó en forma dicotómica: 1 correspondió a que realizaba un trabajo extradoméstico y 0 al caso contrario.
Como variables de control se consideraron aquellos aspectos que han mostrado relevancia en estudios previos. Las características individuales incluidas en los modelos fueron la edad y el sexo. Se agrupó a la población analizada en dos segmentos de desarrollo21: los escolares más pequeños, con edades entre 5 y 7 años, y los escolares mayores, con edades entre 8 y 11 años. Respecto al sexo, la categorización utilizada es una recodificación de la variable que proporciona la misma encuesta, en la que se asignó a los niños el valor 0 y a las niñas el valor 1.
Una característica de las madres que se ha relacionado con la prevalencia de exceso de peso es su escolaridad19),(20. Esta variable se incorporó a los modelos a partir de cuatro categorías: primaria o menor, secundaria, bachillerato o carrera técnica, y licenciatura o mayor.
La importancia del contexto se ha captado a partir del tipo de localidad, mostrando ser un aspecto clave en el análisis del exceso de peso en los estudios de ámbito nacional19)-(22. En este estudio se identificaron tres tipos de localidades según su tamaño: menor de 2500 habitantes, de 2500 a 100,000 habitantes, y más de 100,000 habitantes.
De las características del hogar, se consideró el nivel socioeconómico19),(21),(22, que se analizó con los quintiles construidos a partir de la muestra de la ENSANUT y que la misma base de datos proporciona17. Otros aspectos del hogar que también han mostrado ser relevantes en la investigación del exceso de peso son el tamaño del hogar y la seguridad alimentaria23. En el primer caso, es necesario tomar en cuenta que no es lo mismo un hogar en el que solo se encuentre un escolar u otro menor, que otro en el que haya varios, a pesar de que cuenten con el mismo número de integrantes. Por ello, es necesario ajustar el tamaño del hogar tomando en cuenta las necesidades energéticas de hombres y mujeres de acuerdo con su edad, para observar las partes proporcionales de las necesidades equivalentes a un adulto entre 30 y 59 años con actividad física moderada24. Así, las proporciones de cada uno de los miembros se suman y este resultado es el que se presenta para comparar hogares con diferentes composiciones. Por otro lado, la ENSANUT, en su levantamiento de 2012, incluyó la aplicación de la Escala Latinoamericana y Caribeña de Seguridad Alimentaria. En este artículo solo se distinguió entre los hogares que no presentaron ningún grado de inseguridad y aquellos que experimentaron algún tipo de inseguridad alimentaria.
Recientemente se han incorporado los arreglos residenciales, entendidos como quiénes cohabitan con los niños25, lo que ha permitido identificar que cohabitar con alguna de sus abuelas repercute en una mayor prevalencia de exceso de peso26. Sin embargo, es necesario considerar que el efecto de la presencia de las abuelas sobre el exceso de peso de los escolares puede estar comprendido en el impacto de la cohabitación con otros familiares, tomando en cuenta que estos suelen ofrecer alimentos a los niños aun sin el permiso de sus madres27. Por ello, se optó por la siguiente clasificación:
-Ambos progenitores.
-Pareja cohabitando con otros familiares.
-Madre sola cohabitando con otros familiares.
-Madre sola.
Es pertinente apuntar que, del total de los casos en que había otros familiares en el hogar, en el 54% se encontraba al menos una abuela.
Se estimaron modelos logísticos binomiales, bivariados y multivariados para estimar la asociación entre la participación laboral materna y el exceso de peso en la población en edad escolar. Se contrastó la bondad de ajuste de los modelos multivariados mediante la prueba de verosimilitud. El análisis se realizó con el paquete estadístico Stata® versión 12.0, ajustando por el muestreo complejo utilizando el módulo svy, tanto para la estimación de las distribuciones porcentuales como para las razones de momios.
Resultados: Aproximadamente la tercera parte de las madres de los escolares encuestados tenían un empleo remunerado, y poco más del 70% de ellas había cursado la secundaria o menos. Más del 60% de los hogares fueron biparentales sin otros familiares; en el 9% de ellos residía al menos una persona indígena; el 77% de los hogares experimentaron algún tipo de inseguridad alimentaria, y más del 36% de la población se ubicó en el quintil más bajo del nivel socioeconómico. Finalmente, más del 50% de los escolares captados en la encuesta residían en una localidad mayor de 100,000 habitantes. La distribución de cada variable se presenta en la tabla 1.
n | % (IC) | |
---|---|---|
Total | 14,718 | 100 |
Trabajo materno extradoméstico | ||
No | 10,312 | 65.6 (64.3-66.9) |
Sí | 4,413 | 34.4 (33.1-35.7) |
Edad del escolar | ||
5 a 7 años | 6,282 | 43.2 (42.1-44.3) |
8 a 11 años | 8,436 | 56.8 (55.7-57.9) |
Sexo | ||
Masculino | 7,372 | 50.2 (49.1-51.2) |
Femenino | 7,346 | 49.8 (48.8-50.9) |
Escolaridad materna | ||
Primaria o menor | 6,081 | 36.9 (35.5-38.4) |
Secundaria | 5,304 | 35.6 (34.3-37.0) |
Bachillerato | 1,698 | 13.2 (12.3-14.1) |
Licenciatura o mayor | 1,635 | 14.3 (13.3-15.4) |
Arreglos residenciales | ||
Ambos padres | 9,434 | 61.9 (60.6-63.2) |
Padres y familiares | 1,868 | 13.6 (12.8-14.5) |
Madre y familiares | 1,825 | 14.0 (13.2-14.9) |
Madre sola | 1,591 | 10.5 (9.7-11.3) |
Indígena compartiendo residencia | ||
No | 12,957 | 91.1 (89.8-92.3) |
Sí | 1,761 | 8.9 (7.8-10.2) |
Tamaño ajustado del hogar* | ||
Promedio | 14,718 | 4.0 (3.9-4.0) |
Inseguridad alimentaria | ||
Algún grado | 11,499 | 76.7 (75.6-77.8) |
No | 3,219 | 23.3 (22.2-24.4) |
Nivel socioeconómico | ||
Quintil I | 6,100 | 36.4 (34.9-38.0) |
Quintil II | 3,281 | 22.0 (20.9-23.1) |
Quintil III | 2,418 | 18.1 (17.2-19.1) |
Quintil IV | 1,967 | 15.2 (14.2-16.3) |
Quintil V | 952 | 8.3 (7.5-9.1) |
Tamaño de localidad | ||
> 2500 habitantes | 5,590 | 27.6 (26.5-28.8) |
2500-100,000 habitantes | 3,184 | 20.3 (19.2-21.4) |
> 100,000 habitantes | 5,944 | 52.1 (50.6-53.6) |
Fuente: elaboración propia con datos de la ENSANUT 2012.
IC: intervalo de confianza al 95%, utilizando svy en Stata.
* La estimación y los intervalos de confianza corresponden a la media.
La tabla 2 resume la distribución de las variables de interés a partir de la composición corporal de los escolares que captó la encuesta. A escala nacional, más de la tercera parte (36.8%) de la población en edad escolar presentó sobrepeso u obesidad. En particular, los mayores de 8 años y los varones fueron quienes tuvieron un peso elevado con mayor frecuencia (alrededor del 40% en ambos casos). Se puede apreciar que cuando la madre tiene un empleo remunerado, la proporción de escolares con exceso de peso aumenta (del 34.1 al 42%); además, conforme aumenta su escolaridad, también aumenta la proporción de escolares con sobrepeso u obesidad. Hay que señalar que la prevalencia de exceso de peso fue alta, tanto en los casos en que la madre tenía un empleo como en los que no, y en todos los niveles educativos de la madre (Tabla 2).
Normopeso | Exceso de peso | Total | Modelos bivariados | ||||||
---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|
Total | (n = 9461) | (n = 5257) | (n =14,718) | ||||||
% | IC | % | IC | RM | IC | p | |||
63.2 | (62.0-64.3) | 36.8 | (35.7-38.0) | 100 | |||||
Trabajo materno extradoméstico | |||||||||
No | 65.9 | (64.5-67.2) | 34.1 | (32.8-35.5) | 100 | 1.00 | |||
Sí | 58 | (56.1-59.9) | 42 | (40.1-43.9) | 100 | 1.40 | (1.27-1.54) | 0.000 | |
Edad del escolar | |||||||||
8-11 años | 59.3 | (57.9-60.8) | 40.7 | (39.2-42.1) | 100 | 1.00 | |||
5-7 años | 68.2 | (66.7-69.7) | 31.8 | (30.2-33.4) | 100 | 0.68 | (0.62-0.74) | 0.000 | |
Sexo | |||||||||
Masculino | 60.5 | (58.8-62.1) | 39.6 | (37.9-41.2) | 100 | 1.00 | |||
Femenino | 65.9 | (64.4-67.3) | 34.1 | (32.7-35.6) | 100 | 0.79 | (0.72-0.87) | 0.000 | |
Escolaridad materna | |||||||||
Primaria o menor | 68.9 | (67.2-70.5) | 31.1 | (29.5-32.8) | 100 | 1.00 | |||
Secundaria | 62.6 | (60.8-64.5) | 37.4 | (35.5-39.3) | 100 | 1.32 | (1.18-1.47) | 0.000 | |
Bachillerato | 60.4 | (57.1-63.5) | 39.7 | (36.5-42.9) | 100 | 1.45 | (1.25-1.70) | 0.000 | |
Licenciatura o mayor | 52.4 | (48.9-55.7) | 47.7 | (44.3-51.1) | 100 | 2.01 | (1.73-2.35) | 0.000 | |
Arreglos residenciales | |||||||||
Ambos padres | 63.5 | (62.1-64.9) | 36.5 | (35.1-38.0) | 100 | 1.00 | |||
Padres y familiares | 61.7 | (58.4-64.8) | 38.3 | (35.2-41.6) | 100 | 1.08 | (0.93-1.25) | 0.301 | |
Madre y familiares | 60 | (56.9-63.0) | 40 | (37.0-43.1) | 100 | 1.16 | (1.01-1.34) | 0.042 | |
Madre sola | 67.4 | (64.3-70.4) | 32.6 | (29.6-35.7) | 100 | 0.84 | (0.72-0.98) | 0.023 | |
Indígena compartiendo residencia | |||||||||
No | 61.7 | (60.5-62.9) | 38.3 | (37.1-39.5) | 100 | 1.00 | |||
Sí | 77.9 | (75.2-80.4) | 22.1 | (19.6-24.8) | 100 | 0.46 | (0.39-0.54) | 0.000 | |
Tamaño ajustado del hogar | 4.1 | (4.1-4.2) | 3.9 | (3.8-3.9) | 100 | 0.89 | (0.86-0.93) | 0.000 | |
Inseguridad alimentaria | |||||||||
Algún grado | 58.6 | (56.1-61.1) | 41.4 | (39.0-43.9) | 100 | 1.00 | |||
No | 64.6 | (63.3-65.8) | 35.5 | (34.2-36.7) | 100 | 0.78 | (0.69-0.87) | 0.000 | |
Nivel socioeconómico | |||||||||
Quintil I | 72.7 | (71.1-74.3) | 27.3 | (25.8-28.9) | 100 | 1.00 | |||
Quintil II | 63.4 | (60.1-65.7) | 36.7 | (34.3-39.1) | 100 | 1.54 | (1.34-1.77) | 0.000 | |
Quintil III | 57.6 | (54.9-60.2) | 42.5 | (39.8-45.1) | 100 | 1.96 | (1.72-2.25) | 0.000 | |
Quintil IV | 54.8 | (51.4-58.1) | 45.2 | (41.9-48.6) | 100 | 2.20 | (1.88-2.57) | 0.000 | |
Quintil V | 48.4 | (43.9-53.0) | 51.6 | (47.0-56.2) | 100 | 2.84 | (2.31-3.48) | 0.000 | |
Tamaño de localidad | |||||||||
> 2500 habitantes | 71.4 | (69.7-73.1) | 28.6 | (26.9-30.3) | 100 | 1.00 | |||
2500-100,000 habitantes | 62.4 | (60.1-64.6) | 37.7 | (35.4-39.9) | 100 | 1.51 | (1.33-1.71) | 0.000 | |
> 100,000 habitantes | 59.1 | (57.3-60.8) | 40.9 | (39.2-42.7) | 100 | 1.73 | (1.55-1.93) | 0.000 |
Fuente: elaboración propia con datos de la ENSANUT 2012.
IC: intervalo de confianza al 95%, utilizando svy en Stata; RM: razón de momios.
* Se presenta la media en lugar del porcentaje.
Se observaron dos características en los hogares donde se concentran los niños con exceso de peso: no residen indígenas (38.3%) y tienen un tamaño promedio menor que aquellos donde se concentraron los escolares con un peso poco riesgoso, de acuerdo con las unidades consumidoras equivalentes a un adulto (3.9 y 4.1, respectivamente). Los hogares en los que se experimentó inseguridad alimentaria mostraron menor prevalencia de peso excesivo que aquellos en los que no se reportó esta situación (35.5 frente a 41.4%). Los niveles de exceso de peso aumentaron conforme se pasó de un nivel socioeconómico menor al siguiente (medido en quintiles), de tal modo que en los hogares en mejor situación rebasó el 50%. Finalmente, se puede observar que los niveles de peso elevado se incrementan conforme se observan localidades de mayor tamaño de residencia.
En sus últimas tres columnas, la tabla 2 muestra también los resultados bivariados para cada una de las variables consideradas con respecto a la composición corporal de los escolares (normopeso o exceso de peso). En términos generales, se observó que todas las variables tuvieron una significación estadística aceptable, a excepción de la categoría «padres y otros familiares», de la variable «arreglos residenciales».
En lo que se refiere a los modelos logísticos, la tabla 3 da cuenta de la comparación entre tres modelos que incorporan diferentes tipos de variables. Las columnas que corresponden al modelo 1 muestran los resultados de tomar en cuenta características individuales y de la madre, con altos niveles de significación en todas las variables. Así, tener una madre con un empleo extradoméstico incrementa en el 25% la propensión de los niños, tener entre 5 y 7 años la reduce en el 32%, y ser de sexo femenino, el 29%, en comparación con los niños de más de 8 años y los varones, respectivamente. Por su parte, la propensión de escolares con peso elevado se incrementó el 31% si la madre tenía secundaria, el 45% si la madre había cursado el bachillerato y el 87% si la madre había concluido la licenciatura o algún posgrado, comparando con aquellas con primaria o menor escolaridad. En el modelo 2, al incorporar el aspecto contextual del tamaño de la localidad se apreció que vivir en una localidad de 2500 a 100,000 habitantes incrementa la propensión de los escolares al exceso de peso en el 51%, y en el 73% en poblaciones con más de 100,000 habitantes, si se contrasta con las localidades donde viven menos de 2500 personas. Cabe señalar que hubo una ligera disminución en las razones de momios del resto de las variables, pero tanto su sentido como su significación estadística no sufrieron grandes cambios.
Finalmente, en el modelo 3 se puede observar que, al incorporar algunas características del hogar, cambió la significación estadística de algunas variables. El empleo de las madres dejó de asociarse con el sobrepeso y la obesidad de los escolares, del mismo modo que la escolaridad de la madre. Los aspectos incorporados mostraron que la predisposición de los escolares al peso elevado aumentaba si vivían con algún familiar, además de ambos padres o de la madre sola, del mismo modo que al aumentar el nivel socioeconómico del hogar (desde el 30% en el quintil II hasta más del 100% en el quintil V, respecto del I). Los aspectos que mostraron reducir la propensión al peso elevado fueron vivir solamente con la madre (se reducía en el 26%), con respecto a los hogares con ambos padres y sin otros familiares, y residir al menos con una persona indígena (disminuía en el 32%), en comparación con aquellos hogares en los que no residía ninguna. Por cada consumidor adulto equivalente más, los escolares eran menos proclives al sobrepeso en el 10%. La tabla 4 presenta la prueba de razón de verosimilitud, y se aprecia que el menor número, tanto del criterio de información de Akaike como del criterio Bayesiano de información, es el del modelo 3, lo que lo hace preferible frente a los otros modelos.
Variable | Modelo 1 | Modelo 2 | Modelo 3 | ||||||
---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|
RM | (IC) | p | RM | (IC) | p | RM | (IC) | p | |
Trabajo materno extradoméstico | |||||||||
No | 1.00 | 1.00 | 1.00 | ||||||
Sí | 1.25 | (1.13-1.38) | 0.000 | 1.18 | (1.06-1.30) | 0.001 | 1.09 | (0.97-1.21) | 0.151 |
Edad del escolar | |||||||||
8-11 años | 1.00 | 1.00 | 1.00 | ||||||
5-7 años | 0.67 | (0.61-0.73) | 0.000 | 0.67 | (0.61-0.73) | 0.000 | 0.64 | (0.59-0.70) | 0.000 |
Sexo | |||||||||
Masculino | 1.00 | 1.00 | 1.00 | ||||||
Femenino | 0.80 | (0.73-0.87) | 0.000 | 0.79 | (0.72-0.87) | 0.000 | 0.79 | (0.72-0.87) | 0.000 |
Escolaridad materna | |||||||||
Primaria o menor | 1.00 | 1.00 | 1.00 | ||||||
Secundaria | 1.31 | (1.18-1.47) | 0.000 | 1.24 | (1.11-1.38) | 0.000 | 1.05 | (0.93-1.18) | 0.443 |
Bachillerato | 1.45 | (1.24-1.70) | 0.000 | 1.32 | (1.12-1.54) | 0.001 | 0.98 | (0.83-1.16) | 0.829 |
Licenciatura o mayor | 1.87 | (1.59-2.20) | 0.000 | 1.68 | (1.42-1.97) | 0.000 | 1.13 | (0.94-1.37) | 0.188 |
Tamaño de localidad | |||||||||
> 2500 habitantes | 1.00 | ||||||||
2500-100,000 habitantes | - | - | - | 1.39 | (1.23-1.59) | 0.000 | 1.26 | (1.11-1.43) | 0.000 |
> 100,000 habitantes | - | - | - | 1.48 | (1.32-1.66) | 0.000 | 1.26 | (1.12-1.41) | 0.000 |
Arreglos residenciales | |||||||||
Ambos padres | 1.00 | ||||||||
Padres y familiares | 1.33 | (1.13-1.56) | 0.001 | ||||||
Madre y familiares | 1.21 | (1.04-1.42) | 0.016 | ||||||
Madre sola | 0.74 | (0.63-0.87) | 0.000 | ||||||
Indígena compartiendo residencia | |||||||||
No | 1.00 | ||||||||
Sí | 0.68 | (0.58-0.81) | 0.000 | ||||||
Tamaño ajustado del hogar | |||||||||
Promedio | 0.90 | (0.86-0.94) | 0.000 | ||||||
Inseguridad alimentaria | |||||||||
Algún grado | 1.00 | ||||||||
No | 0.96 | (0.85-1.08) | 0.481 | ||||||
Nivel socioeconómico | |||||||||
Quintil I | 1.00 | ||||||||
Quintil II | 1.30 | (1.12-1.51) | 0.001 | ||||||
Quintil III | 1.59 | (1.37-1.86) | 0.000 | ||||||
Quintil IV | 1.68 | (1.39-2.03) | 0.000 | ||||||
Quintil V | 2.01 | (1.58-2.57) | 0.000 |
Fuente: elaboración propia con datos de la ENSANUT 2012.
RM: razón de momios; IC: intervalo de confianza al 95%.
Modelo | Observaciones | Verosimilitud (nulo) | Verosimilitud (modelos) | df | AIC | BIC |
---|---|---|---|---|---|---|
Modelo 1 | 14,718 | −9592.889 | −9383.697 | 7 | 18781.39 | 18834.57 |
Modelo 2 | 14,718 | −9592.889 | −9343.703 | 9 | 18705.41 | 18773.78 |
Modelo 3 | 14,718 | −9592.889 | −9163.296 | 19 | 18364.59 | 18508.93 |
Fuente: elaboración propia con datos de la ENSANUT, 2012. Los modelos fueron reestimados, puesto que la prueba de verosimilitud no admite el diseño por muestro complejo.
AIC: criterio de información de Akaike; BIC: criterio bayesiano de información; df: grados de libertad.
La figura 1 permite comparar los efectos marginales promedio de cada variable en los tres modelos multivariados (más que las razones de momios), para poder apreciar lo que ocurrió con la variable de la participación laboral de la madre. Se observa que tanto el empleo materno como su escolaridad se fueron desplazando a cero al considerar primeramente un aspecto contextual y posteriormente las características del hogar, perdiendo así evidencia de una asociación con el exceso de peso.
Discusión
El análisis mostrado permite señalar la ausencia de asociación estadística de la participación laboral materna, e incluso de su escolaridad, con el sobrepeso en escolares, al controlar por las características del hogar, lo que puede estar relacionado con varios procesos convergentes.
En primer lugar, como ya se mencionó, la socialización puede desempeñar un papel clave para que las mujeres enfrenten una mayor presión para encargarse del trabajo doméstico a pesar de que tengan un empleo, lo que puede significar la elaboración de alimentos en casa e incluso la obtención de una mayor variedad de alimentos. Se ha mostrado, de forma cualitativa, que los hijos tienen una mayor variedad en su dieta cuando las madres están empleadas que cuando el varón es el proveedor exclusivo28.
Lo anterior puede estar destacando la importancia que aún tiene el modelo de maternidad «intensiva», en el que la labor de la madre se centra en su progenie, está guiada por expertos, es emocionalmente absorbente y requiere una fuerte inversión económica29. Ese modelo tiene un amplio alcance en las madres mexicanas de clase media urbana, pero se está difundiendo a otros sectores a partir de los medios de comunicación y de políticas sociales, como los programas de transferencias condicionadas30. Esto también podría estar relacionado con que el discurso biomédico del riesgo del peso elevado ha permeado el conocimiento de las madres, incluso de aquellas en estratos empobrecidos y con poca escolaridad31.
Es importante recordar que fueron los escolares que vivían en hogares con otros familiares, además de ambos padres o de la madre, los que mostraron una mayor propensión a presentar sobrepeso u obesidad, pues a pesar de que las madres estén enfocadas en el cuidado de los hijos, perciban que están subiendo de peso y busquen actuar al respecto, son los otros familiares quienes proporcionan los consumos alimentarios considerados nocivos27. Al enmarcar la importancia de la interacción con los familiares, se fundamenta la pertinencia de analizar el exceso de peso más allá del individuo que lo experimenta. Así, aspectos como el ejercicio de la autoridad en el hogar adquieren relevancia.
Por otro lado, el hecho de que la asociación estadística entre la participación laboral materna y el exceso de peso de los escolares desapareciera al controlar por las características del hogar -entre otros aspectos, por el nivel socioeconómico- conduce a reflexionar respecto de la relación de los recursos del hogar y el riesgo de peso elevado en los hogares, puesto que dicha relación ha sido positiva desde hace casi 20 años, cuando se comenzó a documentar el sobrepeso y la obesidad en las encuestas nacionales representativas19),(21),(22.
Esto es crucial para el diseño de políticas públicas que busquen atender los determinantes sociales, además del mercado y sus campañas publicitarias de amplio alcance, ya que parece haber un arraigo cultural en el consumo de alimentos de escaso valor nutricional a partir de la asociación con la mejora socioeconómica29. Esto requiere ampliar el foco de atención de políticas orientadas a que los individuos modifiquen sus comportamientos, e incluir al conjunto de la población vulnerable, que no necesariamente es la de menores recursos económicos, que no puede acceder a alimentos saludables o espacios y tiempos para ejercitarse.
Se debe reconocer que la utilización de la ocupación laboral por parte de la madre requiere todavía una serie de análisis más detallados; por ejemplo, incorporando el monto de los ingresos, la posición y el tipo de empleo. Los matices que puedan derivarse del análisis de dichas variables quedan como tareas pendientes para futuros esfuerzos.
Otro aspecto importante es que el exceso de peso y la obesidad son condiciones que se asocian de manera diferenciada a los riesgos para la salud de los escolares32, lo que supone otro conjunto de tareas pendientes. Debido a que el sobrepeso es una condición que antecede a la obesidad, su diferenciación debe considerar la necesidad de que ambos resultados están relacionados. Modelos como los ordinales, en los que el orden de las categorías se toma en cuenta, pueden contribuir a distinguir los riesgos para ambas condiciones. Por otro lado, otro tipo de técnicas ha mostrado una capacidad de observar efectos de variables confusoras no observadas, de las que los modelos logísticos no dan cuenta33. Ante tales limitaciones del presente artículo, es necesario señalar que, en posteriores análisis, deben incorporarse estos métodos para refinar la comprensión del exceso de peso en los niños, una vez que se ha mostrado la importancia de las características del hogar.
En conclusión, la participación laboral materna no resultó un factor explicativo para el exceso de peso de los escolares cuando se tomaron en cuenta las características del hogar. Es necesario profundizar en el papel del tipo de hogar, particularmente respecto a la participación de otros familiares en la frecuencia con que los escolares pueden acceder a alimentos de bajo valor nutricional. También es necesario dar atención a las formas de la autoridad en el hogar, pues la mayor prevalencia de exceso de peso se presentó en los hogares de madres que cohabitaban con otros parientes que no eran su pareja, por lo que ella podría carecer de respaldo para la formación de prácticas en su descendencia.