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Tópicos del Seminario

versión On-line ISSN 2594-0619versión impresa ISSN 1665-1200

Tóp. Sem  no.20 Puebla dic. 2008

 

Noticias del Fondo Greimas de Semiótica

 

Luisa Ruiz Moreno, Eric Landowski, Víctor Alejandro Ruiz Ramírez, María Luisa Solís Zepeda y Cinthya Guadalupe Estrada Bermúdez

 

Nos ha parecido justo y oportuno dedicar el inicio de nuestras reseñas a una información que aunque ya no es precisamente novedosa, no había sido difundida en el espacio de nuestra revista. Se trata del cambio de versión impresa a versión electrónica de Nouveaux Actes Sémiotiques, publicación con la que Tópicos mantiene estrechos vínculos mediante canje, recensiones, traducciones y diversas cooperaciones entre nuestros órganos de comunicación científica. Celebramos, pues, esta renovación editorial que demuestra la capacidad vital de sus promotores y editores. Pero el hecho de congratularnos no impide que lo hagamos con cierta nostalgia, puesto que ya no recibiremos por correo postal el sobre con remitente de PULIM que, invariable y puntualmente, nos llegaba trayéndonos la última de las NAS. Con este doble gesto festivo y pesaroso, a causa del bien que aunque no perdido se vuelve pasado, hemos invitado a Eric Landowski para que nos hable de este acontecimiento, diríamos histórico, en el campo de la difusión y del desarrollo de la Semiótica. Nadie más apropiado que Landowski para hacerlo, ya que se le debe, como a otros, evidentemente, pero a él en particular, la valiosa tarea de editor.

En esta misma sesión, después de las palabras de Landowski, Víctor Alejandro Ruiz Ramírez, becario del Programa de Semiótica y Estudios de la Significación, ofrece puntuales noticias a los lectores de Tópicos de un libro que ingresa a nuestra biblioteca sobre el cierre de esta entrega. Nos referimos a Fronteras de la Semiótica de Juan Magariños de Morentín, autor que, a su vez, dirige y sostiene la red electrónica Semioticians.

A continuación, en el apartado De las adquisiciones del Fondo, María Luisa Solís Zepeda se propone, con actitud valorativa, dar a conocer la versión española de Soma y Sema. Figuras semióticas del cuerpo de Jacques Fontanille. Esta obra que ha sido apenas traducida a nuestra lengua tiene ya un lugar en nuestro acervo desde su primera aparición en francés, momento en el que fue oportunamente reseñada.

Por su parte, Cinthya Guadalupe Estrada Bermúdez presenta una nota crítica sobre otra adquisición de nuestro Fondo y que hoy también se traduce al español: Presencias del otro de Eric Landowski. Ambas colaboradoras del SeS y miembros de nuestro Seminario, representantes a su vez de los posgrados de la Universidad de Limoges y de la ENAH, destacan la invaluable tarea de traducción y difusión de la teoría que realiza la Universidad de Lima gracias a Desiderio Blanco y Óscar Quezada Macchiavello.

Al término de estas Noticias, vuelve a tomar la palabra Víctor Alejandro Ruiz Ramírez con el propósito de hacer una memoria de las diversas actividades académicas en las que nos hemos visto comprometidos.

 

Luisa Ruiz Moreno

 

Reseñas

Las nuevas Nouveaux Actes Sémiotiques

 

A principios del año 2007 la publicación Actes Sémiotiques se puso a tono con la época y, de haber sido un documento impreso, adoptó la fórmula ";en línea";, comenzando así una nueva etapa de su ya larga existencia.

En su fase inicial las Actas Semióticas, llamadas así en español, comenzaron siendo un modesto Bulletin, sin más ambición que la de servir de enlace entre los participantes del seminario de Greimas de la École des Hautes Études en Sciences Sociales de París. Concebido por Anne Hénault, tal boletín era un pequeño cuaderno de dieciséis páginas con un estilo tan alejado como fuera posible de las normas académicas de publicación y, tal vez, por esta misma razón, lleno de ideas y rebozante de entusiasmo. El primer número data del 4° trimestre del año 1977. Y he aquí que son ya más de 30 años de vida de esta publicación y, porque vive, también se transforma.

Primera mutación: mientras el Bulletin, que pronto se convertiría en trimestral, se afianzaba como un órgano de información sobre la actualidad semiótica y como un foro de discusión que recogía breves contribuciones sobre temas de actualidad (de la estética a la estrategia, de la figuratividad a las pasiones, por ejemplo), los Documents, serie paralela de monografías más sustanciosas, salieron a la luz en 1979. Invariablemente cobijados por su portada gris, estos últimos aseguraron, hasta finales de 1987 y con una entrega de 10 números por año, la difusión rápida de textos teóricos así como de trabajos de análisis en proceso. Fue mediante estas entregas que los pioneros —Jean–Marie Floch, Françoise Bastide, Jacques Geninasca, Felix Thürlemann, Manar Hammad y Joseph Courtés, entre otros— trazaron los primeros lineamientos de una semiótica de la imagen, del espacio, del texto literario o bien de la etnoliteratura. Tanto Bulletin como Documents, agrupados bajo el título común de Actes Sémiotiques, coordinados por Eric Landowski y dirigidos por Greimas, dieron testimonio de la vitalidad del Grupo de Investigaciones Semiolingüísticas durante toda una década. Desde entonces, difundidas en gran parte en el extranjero, las Actes Sémiotiques, en esta etapa crucial, contribuyeron de manera decisiva a la difusión y el fortalecimiento de la semiótica francesa a lo largo y ancho del mundo.

Sin embargo, la jubilación de Greimas produjo una desestabilización en esta magnífica iniciativa. A tal grado esto fue así que, dichas publicaciones, al no haber sido tomadas a cargo por el CNRS,1 no aparecieron en 1988. No obstante, esta interrupción fue breve, ya que, dichas Actas, resucitarían al año siguiente bajo otra forma y en una nueva editorial: las Presses Universitaires de Limoges. En el año 1989 nacen, pues, las Nouveaux Actes Sémiotiques, serie de seis números monográficos al año, dando así continuación a los Documents. Conducidas por el duo Fontanille–Landowski, estas NAS buscan reflejar la diversidad de las orientaciones teóricas que marcan la era ";después de Greimas"; y se esfuerzan, en particular, por mantener el equilibrio entre las dos principales corrientes que destacan desde entonces: por un lado, la semiótica tensiva, y, por el otro, la sociosemiótica. Testigos de este diálogo, así como del interés de los semiotistas hacia nuevos campos de reflexión —es decir, más allá del texto, el campo de las prácticas y de las experiencias sensibles— 109 números salieron a la luz entre principios de 1989 y finales de 2006.

El número 110, ya no difundido en forma impresa sino exclusivamente por internet (http://revues.unilim.fr/nas/), inauguró, en enero de 2007, una cuarta fase de ese desarrollo: la de las nuevas Nouveaux Actes Sémiotiques. Marcadas tanto por una acrecentada voluntad de apertura como por un nuevo equipo coordinado por Anne Beyaert, las últimas presentaciones de las NAS se dirigen a un público más amplio que rebasa el círculo de los semiotistas. Para este fin, y con la ayuda de los medios informáticos, la fórmula ha sido renovada y enriquecida. Al lado de las monografías (los adelantos editoriales, bajo el nombre de ";Bonnes Feuilles";), no solamente se encuentran informaciones de actualidad (seminarios, coloquios, publicaciones, tesis) sino también un espacio de confrontación temática (los ";Dossiers";). Mientras la edición sobre papel privilegiaba el producto acabado —la "obra"—, la comunicación en línea, más flexible, favorece ampliamente el debate abierto, la presentación de las investigaciones en proceso y, así, una forma de intercambios a la vez más participativa y modesta.

Greimas hubiera querido que la semiótica jugara el papel de una disciplina ancilar con relación a las demás ciencias sociales. Programa, sin duda, utópico. En cambio, hoy en día, poner de relieve lo que permite a la semiótica (mirada a la vez crítica e implicada frente a la realidad de los discursos, de los objetos y de las prácticas) ser concretamente útil, no sólo para sus propios promotores sino también para otros, no parece ser un objetivo inalcanzable para esta nueva generación de las Actas.

Nouveaux Actes Sémiotiques http://revues.unilim.fr/nas/

Directores de la publicación: Jacques Fontanille y Eric Landowski.

Comité de redacción: Sémir Badir, Pierluigi Basso, Denis Bertrand, Jean–François Bordron, Jean–Jacques Boutaud, Paolo Fabbri, Peter Fröhlicher, Anne Hénault, Luiz Tatit, Felix Thürlemann, Jürgen Trabant, Claude Zilberberg.

Responsable de la redacción: Anne Beyaert–Geslin.

Redacción: Marion Colas–Blaise y Françoise Parouty–David.

 

Eric Landowski
Traducción: Dominique Bertolotti Thiodat 

 

Juan Magariños de Morentin. La semiótica de los bordes. Apuntes de metodología semiótica, Córdoba: Editorial Comunicarte (col. Lengua y discurso), 2008, 440 pp.

  

Partiendo del análisis de piezas de museos, obras de arte ya clásicas ya de vanguardia, manifestaciones callejeras, historietas e instructivos, Juan Magariños de Morentin muestra la eficacia de la semiótica y responde acerca de las cuestiones que deben cambiar en la semiótica para que ésta siga teniendo la capacidad de lograr el efecto que desea.

Con La semiótica de los bordes se postulan ciertas bases para concebir a la semiótica como una metodología (y no como una ciencia) fundamental para la investigación en el área de las Ciencias Sociales, porque la tarea analítica de la semiótica —según Magariños de Morentin— es la de focalizar su mirada hacia la producción de significado. Es por ello que el profesionista en el ámbito de dicha área llega a necesitar de la semiótica en tanto "instrumento estructurador para la consistencia y el rigor de sus estudios e investigaciones", puesto que las disciplinas conformadoras del ámbito arriba mencionado poseen como objeto de conocimiento a "fenómenos sociales que ya tienen atribuido un conjunto dinámico de significados, cambiantes con el tiempo y la cultura".

Como seguidor de la perspectiva peirciana, para el autor de este libro todo es signo y define a la semiótica en tanto implica una facultad y constituye una disciplina. Por semiótica entiende, como facultad, "la capacidad cognitiva de que dispone la humanidad"; y, como disciplina, "un conjunto de conceptos y operaciones destinado a explicar cómo y por qué un determinado fenómeno adquiere, en una determinada sociedad, una determinada significación y cuál es ésta, cómo se la comunica y cuáles son sus posibilidades de transformación".

Magariños de Morentin declara su rechazo por entender a la semiótica como una ciencia debido al "especial carácter del que sería su objeto de conocimiento: el signo". Señala, asimismo, el enraizamiento cognitivo de la semiótica a través de la movilidad de los enunciados semióticos: icónico, indicial y simbólico.

El primer capítulo del libro está dedicado a la semiótica general, desde donde se construye, en esta obra, el concepto de semiótica y se plantea la interesante distinción entre dos clases de signos: los que semiotizan y los semiotizados. Los primeros se conciben como el signo (lo que enuncia) y, los segundos, como el objeto semiótico (lo que resulta enunciado). Así, los signos constituyen por un lado, lo que aquí se denomina semiótica sustituyente, y, por otro, el objeto semiótico (también signo) conforma a la llamada semiótica sustituida.

El segundo de los capítulos abarca las problemáticas de la semiótica simbólica, proporcionando las claves epistemológicas y las operaciones metodológicas elementales a partir de la reinterpretación de La arqueología del saber de Michael Foucault, "texto de reflexión en donde se fijan las características y condiciones a las que tales operaciones deberán ajustarse" —en palabras de Magariños de Morentin— para continuar con la explicación de los mundos semióticos posibles en la investigación social.

La semiótica icónica es la propuesta central del tercer capítulo, donde las reflexiones del autor en torno a la(s) semiótica(s) de la imagen visual lo llevan a plantearse soluciones ante cuestiones tales como la abducción en la interpretación de las imágenes visuales, la recuperación de la memoria visual, la semántica visual de las imágenes simbólicas, los mundos posibles de las imágenes visuales y la iconopoiesis; todo ello acompañado con la aplicación de las operaciones semióticas en el análisis de dos historietas, una de Quino y otra de Caloi, las que se explican desde los términos de marca y atractor.

Con los subtítulos "Acerca de la interpretación de los objetos y los comportamientos", y "La(s) semiótica(s) indiciales a partir de Ch. S. Peirce o cómo hacer signos con cosas" se conforma el cuarto capítulo enfocado hacia la semiótica indicial.

El tema medular del libro es el mismo con el que termina y el que le da el título al capítulo quinto: "En qué debe cambiar la semiótica". Magariños de Morentin considera dos direcciones de investigación semiótica: la del estímulo perceptual, que en la memoria asociativa solicita la posible identificación de un atractor; y la actualización de la significación de una percepción histórica en la memoria asociativa. La primera situación es "aquella en la cual se percibe algo y, además, se sabe qué es lo que se percibe". La segunda situación es "aquella en la cual alguien imagina algo". Por lo tanto "al percibir una entidad el entorno, como al imaginarla, nos ubicamos en el borde".

La eficacia cognitiva de la semiótica conducirá a ésta a tomar conciencia de sus límites y a preguntarse por aquello que esté fuera de su alcance. La semiótica de los bordes presupone la diferencia entre un campo semiótico y las marcas de las operaciones constructoras de diversos enunciados y significaciones posibles (o que dejan de serlo), es decir, los bordes.

El interés de Juan Magariños de Morentin radica en hacer fluir las corrientes de la filosofía y la lingüística a través de las tesis del cognitivismo enfocadas hacia lo social. La reciente obra es —en palabras de su autor— "para aprender a pensar semióticamente".

 

Víctor Alejandro Ruiz Ramírez

 

De las adquisiciones del Fondo

 

Jacques Fontanille, Soma y sema. Figuras semióticas del cuerpo (Desiderio Blanco, trad.) Lima: Universidad de Lima, Fondo Editorial, 2008, 368 pp.

  

En una entrega anterior de las Noticias del Fondo Greimas de Semiótica (Tópicos del Seminario, 12) habíamos presentado la reseña de Soma et séma. Figures du corps (Paris: Maisonneuve et Larose, 2004) de Jacques Fontanille. Nos congratulamos ahora en presentar la versión española de este libro y al mismo tiempo queremos hacer un enfático reconocimiento a la labor de traducción que ha realizado el equipo conformado por Óscar Quezada Macchiavello y Desiderio Blanco y al trabajo de edición del Fondo Editorial de la Universidad de Lima, quienes han puesto al alcance de los lectores hispanohablantes no sólo ésta, sino también una serie de obras fundamentales para la semiótica contemporánea.

La reseña que a continuación presentamos es, por lo tanto, una síntesis de los temas y problemáticas desarrolladas en la investigación de Fontanille y, a la vez, una valoración de esta reciente actividad de difusión de la teoría de la significación en nuestro medio hispánico.

La obra de la que ahora nos ocupamos comienza, justamente, con una presentación de Desiderio Blanco, que nos muestra, brevemente, un panorama general y preciso sobre el estado actual de la Semiótica y de cómo, el texto que él traduce, se inscribe en esa línea de pensamiento. Esta presentación nos muestra el conocimiento que el traductor tiene sobre el ámbito teórico actual de la semiótica, lo cual se refleja contundentemente en la traducción misma. Esta labor posee un doble mérito, pues no sólo para llevarla a cabo se requiere, como se sabe, un dominio de la lengua por traducir —en este caso el francés— sino también del dominio de un lenguaje más —el lenguaje de la semiótica— que hay que conocer, comprender y transponer a otra lengua natural. Esta compleja tarea presenta, por ello mismo, un peligro inminente que todo traductor afronta: el de caer en "calcos" o traducciones literales.

A lo largo del libro encontramos puntuales notas del traductor que tienen como objetivo aclarar algunos términos que, para él, han presentado posibles problemas para la comprensión de la teoría al ser expuesta en una lengua distinta de la original. Esto, por supuesto, enriquece y agiliza la lectura. Tal es el caso de las nociones de (Moi) y (Soi), directrices en todo el texto y de difícil desentrañamiento por la utilización que se les da comúnmente en la lengua natural.

Pasemos, pues, a Soma y Sema. La obra presenta, en términos generales, un nuevo dominio de investigación y reflexión para la semiótica: el cuerpo. El tema del cuerpo, específicamente el cuerpo humano, ha sido objeto de reflexión de diversas disciplinas y ciencias, que ha conformado una larga tradición del pensamiento. La semiótica busca reformular la naturaleza y función del cuerpo desde su punto de vista y considera, entonces, el cuerpo como sede de toda experiencia sensible y como lugar primordial en la relación del hombre con el mundo; esa experiencia sensible puede extenderse tanto a las prácticas significantes como a las experiencias estéticas. El cuerpo puede ser comprendido, desde esta postura, como objeto y soporte de diversas semióticas, pero sobre todo como operador de la semiosis.

El problema del cuerpo, focalizado desde la semiótica, parece tener su antecedente más inmediato en los estudios lingüísticos.

Mientras que para la lingüística de tradición saussuriana, la relación entre significado y significante es de naturaleza puramente psíquica, en la que no cuenta "el testimonio de nuestros sentidos", ni quién opera la relación, menos aún su cuerpo, para la lingüística de L. Hjelmslev surge la cuestión sobre la operación que reúne los dos planos del lenguaje y la posibilidad de considerar un cuerpo que se implica en dicha operación. En la "Estratificación del lenguaje", Hjelmslev habla de las formas y las sustancias, considerando a estas últimas como múltiples y compuestas de varios niveles que deben ser descritos. Dicha descripción debe ser tanto fisiológica como física según la apercepción que se tenga de la sustancia (por ejemplo los sonidos del lenguaje verbal); además de estos aspectos, otros niveles deberán ser considerados: la condición sociobiológica y el mecanismo psicofisiológico, que permite a un hablante de una comunidad lingüística (según disposiciones naturales, hábitos y experiencias sensoriales) crear o combinar formas semióticas diversas. Hjelmslev no avanza más sobre este problema, pero deja abierta una posibilidad: la participación del cuerpo como operador de la semiosis.

Ya en el ámbito semiótico, A. J. Greimas en Semántica estructural, sitúa la percepción como el lugar no lingüístico desde donde se aprehende la significación. Por lo tanto, la significación es situada por Greimas en el mismo nivel que el de la percepción.

Ya en la década de los ochenta, con la temática de las pasiones y la introducción del concepto de estesia se busca describir y explicar los efectos discursivos de la sensibilización; la semiosis encuentra, así, su anclaje en la experiencia sensible. En Semiótica de las pasiones se dedica un apartado al cuerpo sensible; se busca aquí, explicar los efectos discursivos de la sensibilización y considerar el origen psicosomático de éste. La sensibilización determina el proceso por el cual los semas exteroceptivos e interoceptivos se homogenizan por medio de la propioceptividad. En esta obra no encontramos explícita la manera en que el cuerpo interviene en este proceso. Sin embargo, sí se establece una hipótesis y una propuesta: el cuerpo es capaz de producir simbolizaciones que preparan la sensibilización de las formas significantes.

Jacques Fontanille reúne estos antecedentes —más las indagaciones de la psicología, el psicoanálisis y la fenomenología— y propone considerar al cuerpo como operador de la semiosis, operación que se extendería a todo el recorrido generativo. Así, cada nivel del recorrido no sería producto de una simple operación lógica formal sino un fenómeno. El sujeto implicado estaría dotado de un cuerpo que percibe contenidos significantes y proyecta valores. Se trataría, por lo tanto, de un operador "encarnado". Este cuerpo operador de semiosis parece privilegiado dentro del proyecto de investigación emprendido por Fontanille, sin embargo, él mismo lo dice, hay que considerar también el cuerpo como figura, es decir, la "puesta en forma" del cuerpo de los actores. Estas dos funciones del cuerpo se pueden presentar, en algunos discursos, estrechamente ligadas: un cuerpo en semiosis puede, al mismo tiempo, ser un cuerpo figura.

En la primera parte de la obra que nos ocupa, "El cuerpo del actante", se hacen las primeras aproximaciones al aparato teórico que se especificará y sustentará a lo largo del libro. En este apartado aparece la diferencia entre cuerpo carne —centro de referencia, toma de posición y núcleo sensoriomotor— y el cuerpo propio —mediador entre el sujeto y el mundo, instaurador de dos dominios, principio de intencionalidad. La carne es sustrato del del actante, el cuerpo propio es soporte del Sí. El cuerpo del actante se analizaría, según esta propuesta, bajo estos conceptos. En este apartado se trata, también, el problema de la iconicidad del cuerpo y el cuerpo como soporte dentro de la narratividad. Al final del apartado se retoman algunas aproximaciones psicoanalíticas sobre el cuerpo y su relación con el "lapsus" lingüístico y se analiza (de acuerdo siempre con la metodología semiótica) un texto fílmico: Pasión (1980) de Godard.

En la segunda parte, "Modos y campos de lo sensible", podemos asistir a una exposición de la problemática sobre las relaciones entre el sentir y el percibir y entre lo sensible y la sintaxis figurativa, en fin, lo que Fontanille llama "modos de lo sensible". El autor propone, primeramente, no atenerse a una tipología de lo sensible, ni reducir la investigación a la existencia y funcionamiento de los órdenes sensoriales (como usualmente se ha hecho), más bien considerar una dimensión polisensorial de la significación y un aparato sensoriomotor (la respiración, las mociones internas, etc.). En esta parte de la obra, el autor retoma algunas concepciones de otras disciplinas (el neurocognitivismo, la antropología y el psicoanálisis) para discutirlas y encauzarlas hacia una problemática propiamente semiótica. De esta discusión se concluye que la sensorialidad posee una sintaxis figurativa en la que se implican actantes, modalidades y secuencias, lo cual en conjunto produce diferentes tipos y estilos sintácticos. Otro tema que se desprende de estas consideraciones es el de las "instancias corporales". En este punto el autor retoma las nociones explicadas al principio de su obra, ahora explorándolas más detalladamente: la relación del con lo Otro, el cuerpo envoltura con sus diferentes co–relatos y el cuerpo interno. Otro tema que no escapa a las consideraciones vertidas en esta sección es el de la modalización somática. Es hacia el final de esta unidad que se desarrollan dos puntos más: las figuras semiótica del cuerpo (donde se retoman extensamente las propuestas psicoanalíticas de Didier Anzieu) y el cuerpo post–moderno en el arte de Marcel Duchamp, el modelo del reloj y del cuerpo–máquina en la teoría de Paul Claudel.

En la tercera y última parte de Soma y sema, "Figuras del cuerpo y memorias discursivas", el autor propone una memoria corporal y una memoria discursiva, es decir, una memoria que se constituye a partir de las huellas impresas en el cuerpo y una memoria que se conforma por las diferentes figuras corporales que aparecen en el discurso. Quiere decir que las diferentes figuras del cuerpo (por ejemplo el cuerpo carne) son lugares de "memoria". Cada huella sería une especie de signo. Así, el cuerpo, con su conjunto de huellas, podría ser tomado como un texto y, en ese sentido, descifrable. El cuerpo propio tendría también su memoria de diversas semiosis que dejan sus propias "huellas". Los textos que soportan estas indagaciones teóricas son algunos fragmentos de En busca del tiempo perdido de Proust (apartado que funciona como interludio) y Element of crime de Lars von Trier.

Es necesario decir que Fontanille centra su interés en el cuerpo del actante sujeto, cuerpo, además, que parece ser el cuerpo humano y que es definido por el autor como: "sujeto epistemológico dotado de un cuerpo que percibe contenidos y proyecta valores". Si somos fieles a esta definición y nos atenemos únicamente al cuerpo humano, podemos inferir que no todo actante posee cuerpo. En este punto cabría preguntarse si la propuesta es realmente ésta o si, por el contrario, el cuerpo sería una noción mucho más abstracta, aplicable no sólo al actante sujeto, sino a todo actante, pues el autor nos propone considerar al cuerpo como: 1. Vector de diversas relaciones (cuerpo como posición y punto de referencia). 2. Sede de la experiencia sensible y sede de los impulsos y las resistencias que sostienen la acción transformadora. 3. Operador de semiosis (cuerpo capaz de establecer dominios de percepción). Nos damos cuenta que el cuerpo podría encontrarse en un nivel previo al figurativo y, en ese sentido, podemos considerar que, efectivamente, todo actante posee un cuerpo. Así el cuerpo humano sería una figurativización del cuerpo, entre otras posibles.

Una consideración más: dos formulaciones a las que se ha recurrido a lo largo de esta obra son la de "cuerpo del actante" y la de "cuerpo–actante". La diferencia entre estas dos fórmulas queda parcialmente resuelta. Según nuestra lectura, "cuerpo del actante" se refiere al cuerpo que deviene actante, es decir, al cuerpo que actúa, mientras que, cuerpo–actante parece referirse a la relación indisociable carne–cuerpo propio.

Finalmente queremos insistir, a manera de síntesis y conclusión, en la propuesta general de la obra de la que hemos hablado. Fontanille propone un punto de vista epistemológico sobre el problema del cuerpo; es decir, un punto de vista que defina el ángulo bajo el cual el fenómeno debe ser observado para ser pertinente, puesto que lo que nos interesa es la significación. El cuerpo es la mediación entre lo exteroceptivo y lo interoceptivo; y es este cuerpo el que permite la relación entre un plano de la expresión y una plano del contenido. Esta relación es, además, específica de cada semiosis, y es el cuerpo mismo el que establece dicha frontera entre las dos instancias.

Así, el cuerpo, dentro del proceso de enunciación que hace a la semiosis, desarrolla un papel particular, por lo que cada enunciación se lleva a cabo gracias a la toma de posición del cuerpo en —o frente— el mundo. Es mediante la intervención de la sensación y de la percepción que el cuerpo articulado, como una configuración semiótica, es susceptible de realizar modelos de transformación y de crear secuencias figurativas.

En un acto de rigor, Fontanille cierra su obra haciendo una crítica sobre su mismo trabajo y formulando una serie de preguntas que abren la posibilidad a nuevas reflexiones: a lo largo de esta obra, dice, se confronta la teoría con producciones semióticas concretas, pero esta confrontación resulta insuficiente y no satisface del todo la exigencia de exhaustividad propia del método semiótico.

 

María Luisa Solís Zepeda

 

Eric Landowski, Presencias del otro (Desiderio Blanco, trad.), Lima: Universidad de Lima, Fondo Editorial, 2007, 248 pp.

 

El texto original, Présences de l'autre. Essais de socio–sémiotique II, publicado por Presses Universitaires de France tuvo su primera aparición en 1997, obra que fue reseñada por nosotros como parte del acervo bibliográfico del SeS. La traducción al español con la que hoy contamos, gracias a la encomiable labor de Desiderio Blanco y al acierto editorial de la Universidad de Lima, es de una importancia capital para el mundo académico hispano dedicado a los problemas de socio–semiótica y aún de las humanidades en general.

La relevancia y siempre vigencia del tema del Otro, así como sus diversas formas de presentificación frente a las que el Yo —individual o colectivo— se ve posibilitado a adquirir su propia identidad es el eje fundamental sobre el que trabaja el autor, quien mantiene su búsqueda en estrecho contacto con la dimensión de lo vivido dentro de las prácticas discursivas en situación.

Landowski emprende una semiótica del discurso en la que éste es concebido como un acto de generación de sentido y, por tanto, como un acto de presentificación, pues, según sostiene, el sentido constituye la condición necesaria para la presencia: "jamás somos presentes a la insignificancia".

Para dar cuenta de los caminos que conducen a una descripción de la presencia, el autor articula su texto en tres etapas: I) Identificaciones, II) Presentificaciones y III) Representaciones. En la primera de ellas propone un régimen de alteridad del no–sí (mismo), por medio del cual el sujeto se identifica recíprocamente.

Este régimen de alteridad se funda en el principio de sentido y diferencia, pues será el reconocimiento de la diferencia lo que permita la emergencia de unidades significantes cargadas con valores existenciales, tímicos o estéticos. Es así, que el Yo —o nosotros— requiere de un él —de un otro— para constituir su identidad por diferencia y llegar a la existencia semiótica. El yo, aclara Landowski, se define no sólo reflexivamente en relación a la imagen que el otro me envía de mí–mismo, sino también de manera transitiva en la que el yo objetiva la alteridad del otro otorgando un sentido específico a la diferencia que lo separa de él.

Frente a esta figura del otro, la cual ya no pertenece más al dominio lejano del exotismo, sino que se emplaza en la inmediatez de lo cotidiano y en la coexistencia con el yo, Landowski plantea una cuestión fundamental: "¿Cuáles son los tipos de configuraciones intelectuales y afectivas que sustentan la diversidad de los modos de tratamiento de lo desemejante, sobre cuya base, dentro de un espacio social dado, un sujeto colectivo determinado puede organizar la construcción, la defensa o renovación de identidad en cuanto a un "Nosotros" de referencia?

Para responder, el autor propone un conjunto de discursos y prácticas empíricas englobadas en cuatro estrategias principales:

* Asimilación: Puesto que el Otro está descalificado en tanto sujeto —en la medida que su desemejanza constituye una extravagancia carente de sentido—, éste debe asumir "valores universales" a las formas de vida y usos locales del grupo dominante que lo acoge, de modo que, al ser asimilado, se despoje de aquellos elementos singulares que remitan a su propia identidad; es decir, que se despoje de aquello que lo convierte en otro.

* Exclusión: obedece a un gesto pasional que pone de manifiesto la negación del Otro en cuanto tal. Bajo la noción de identidad, pensada como homogénea e inmutable, la alteridad resulta ser una diferencia venida de afuera que reviste una amenaza y que tendrá que ser, en última instancia, eliminada.

Ambas configuraciones surgen como un modo de control de los flujos provenientes del exterior, los cuales perturban el equilibrio y estabilidad internos. La primera de ellas mediante un estado de conjunción perfecta y la segunda por una disjunción completa.

Partiendo del presupuesto de que las diferencias y fronteras entre el "Nosotros" y los "Otros" no son de orden natural sino marcas que se dan en función del punto de vista adoptado, el "Otro" no tiene que ser necesariamente asimilado o excluido: puede llegar a ser parte integrante del "Nosotros" sin perder su propia identidad. A éstos procesos corresponden:

* Segregación: Proceso de conjunción en vías de desintegración, donde el yo descubre a un otro del que trata de separarse, pero el cual es parte inalienable de su propia identidad. Implica un principio de resistencia ante la dominación total de las pulsiones sociales tanto de la asimilación como de la exclusión.

* Admisión: El mutuo reconocimiento de las diferencias en las relaciones intersubjetivas y la tendencia de asimilación recíproca conlleva a una forma de coexistencia pacífica entre las entidades, lo cual orienta la construcción permanente del sujeto colectivo.

Uno de los aspectos más destacados en el texto es la relación entre la identidad y el cambio. Ser sí–mismo, nos dice el autor, es ser "sí–y–no–el–otro" pero es también existir y vivir; es aprehender el sentido del devenir que nos hace ser lo que somos. Es gestionar la identidad propia como una positividad que no requiere de la negación del otro: "Soy lo que tú no, pero también soy algo más". Es, entonces, que la identidad depende no sólo de la lógica de la diferencia sino también de una semántica de lo continuo, del devenir y de la inestabilidad.

Para Landowski, del mismo modo en que un "Nosotros" de referencia se constituye sólo en función de su alter —del marginal o del excluido—, el Otro se reconoce únicamente por la reconstrucción de la figura de aquél que lo excluye: "uno no es jamás sino "el otro de su otro". Frente a este razonamiento, desde la original perspectiva de una zoo–sociosemiótica, propone cuatro trayectorias que dan cuenta de los estilos de vida de sujetos prototipo:

* El esnob: migrante social que aspira a elevarse y conjuntarse con la élite, pero cuyo esfuerzo no pasará de la "media".

* El dandy: pretende siempre una ascensión a partir de la "media". Se alza por encima de lo común para aislarse de la "buena sociedad".

* El camaleón: es el que aparece "entre nosotros". Proveniente de lejos, con las marcas de exotismo que no tarda en asimilar las normas, logra camuflarse y pasar desapercibido.

* El oso: la fuerte presencia de su persona, así como sus cuestionamientos sobre las costumbres arraigadas lo lleva a tal distanciación del "Nosotros" que se convertirá, con el tiempo, en exiliado. Busca su propia trayectoria explorando otros horizontes.

Estas figuras están organizadas en torno a la figura del "perfecto hombre de mundo" o tipo ideal, el cual tiene por principal característica la adecuación, es decir, la adhesión absoluta al grupo de pertenencia. El valor del tipo ideal no radica en su excepcional comportamiento, por el contrario, está en la normalidad.

Ahora bien, toda figura puede ser recategorizada en la figura del otro, ya sea en cambio efectivo o en el punto de vista adoptado. Esto puede producir efectos sobre los regimenes de existencia en el marco de la sociedad acogida.

Landowski introduce el tema del espacio–tiempo con respecto a la búsqueda de la identidad y señala que estas dimensiones sólo significan en relación a los sujetos quienes, para constituirse como tales, deben construir la dimensión temporal de su devenir y el marco espacial de su presencia ante sí y ante el Otro.

Semióticamente no existe una categoría pura de espacio y tiempo sino un yo que, por medio de modalidades diversas, capta un aquí–ahora, es por esto que toda construcción identitaria pasa por un proceso de localización del mundo, entendiendo a este mundo como una forma de alteridad cuya presencia está en relación íntima con el sí–mismo. De modo inverso, toda búsqueda del mundo, en cuanto experiencia de la relación con el aquí–ahora, debe estar definida por la construcción del yo.

Estas consideraciones implicarían que una semiótica de la presencia sería un problema de las relaciones del sujeto consigo mismo a través de las diferentes modulaciones de sentido que atribuye a su entorno espacio–temporal.

Landowski propone una tipología de "viajero" y "pasajero" a partir de la cual ejemplifica lo anterior:

* El viajero disponible, identificado como esteta. Aquel que puede descubrirse como otro y se deja llevar ante una nueva presencia; consigue un lugar a condición de adaptarse.

* El viajero curioso, identificado con el etnógrafo. Rechaza la idea de perturbar con su presencia y reconoce una temporalidad significante diferente a la suya.

* El pasajero programado, identificado con el turista. Regulado por un programa anterior socialmente convenido y fijado por el sí–mismo para ordenar el mundo en el que se encuentra.

* El pasajero responsable, identificado con el hombre de negocios. Domina y organiza el tiempo y el espacio de su medio ambiente convirtiéndolo en un sitio habitable semejante a la imagen propia.

Teniendo en cuenta la relevancia que juega el espacio y el tiempo en la construcción de la identidad —individual o colectiva—, Landowski dedica la segunda parte del libro a la moda y a la política, reguladores del tiempo y del espacio social vividos.

Tanto la moda como la política se encuentran sostenidas por el principio de cambio. La restauración de las formas pasadas motiva la transformación del presente. Adherirse a tal cambio es un modo de afirmar la propia existencia frente a sí–mismo y frente al otro. Desde esta perspectiva, el cambio es, paradójicamente, un productor de identidad.

La moda, nos dice Landowski, actualiza la sensación del tiempo: al aceptar la moda, el sujeto se conjunta con el sentimiento de ser de su tiempo, produciéndose así un reconocimiento de sí–mismo con su semejante. No obstante, en la moda no sólo intervienen signos de semejanza sino también de diferencia, mismos que segmentan los grupos y articulan el espacio social.

Para Landowski, seguir una moda, a través de la cual un medio figura su identidad, consiste en mostrar que uno pertenece a ese medio. Bajo esa mirada, las formas diferenciales de la moda se disponen tanto como "máscaras" como "reveladores": "es tanto una forma de declarar identidad como un medio de simularla".

La moda, nos dice el autor, está dada por la doxa, es aquello que se dice, que se piensa o que se debe sentir en un aquí–ahora específico. Es el discurso escuchado o el discurso anónimo que pretende renovar formas tanto objetivas como aquellas más abstractas de los programas de comportamiento del sujeto mismo.

En concreto, el autor nos dirá que "la moda sólo existe en cuanto que imprime un ritmo a un devenir colectivo del que es uno de sus motores y, al mismo tiempo, una de sus manifestaciones más visibles."

Por último, en la tercera parte del libro, "Representaciones", Landowski postula la figura del teatro en tanto espacio escénico como un modelo para la configuración de lo social y lo político, lugares en los que el sujeto es capaz de observar su propia imagen representada.

Así, el teatro se articula en dos zonas: el escenario, caracterizado por su centralidad, autonomía y clausura, y la sala, lugar donde se desenvuelve la interacción en un segundo nivel a través de susurros, aplausos, etc. Para comprender el mundo real, éste debe ser teatralizado mediante la homologación del sujeto con el público frente al escenario; es decir, el sujeto tendrá que tomar una distancia frente a sus propias situaciones para que pueda atribuirles un sentido, de tal suerte que éstas puedan ser transformadas de "hechos brutos" a secuencias del devenir como sucede en el relato.

La mirada socio–semiótica que Landowski ensaya y afina para elaborar su propuesta teórica en torno al otro, ofrece ciertas e iluminadoras soluciones que parecen satisfacer la constante interrogante del yo frente a su alter. Los cuestionamientos aquí planteados constituyen una fuerte provocación para ser desarrollados en futuras investigaciones e invitan al semiotista a trabajar reflexivamente, no sin ironía filosófica y buen estilo argumentativo.

 

Cinthya Guadalupe Estrada Bermúdez

 

Nota

1 Centre National de la Recherche Scientifique (Centro Nacional de la Investigación Científica) [N. de T.]

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