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Innovación educativa (México, DF)

versión impresa ISSN 1665-2673

Innov. educ. (Méx. DF) vol.12 no.59 México may./ago. 2012

 

Ex–libris

 

¿Cómo implementar y evaluar las competencias genéricas?

 

Yolanda Lira

 

Esperanza Lozoya Meza, México, Ed. Limusa, 2012

 

CIIDIR-IPN-Unidad Durango

 

"Aprender es descubrir: descubrir lo que tenemos delante."

Fritz Perls

 

La presente descripción constituye el análisis de la obra ¿Cómo implementar y evaluar las competencias genéricas? El texto es el resultado de la labor investigativa de su autora, la Dra. Esperanza Lozoya Meza, y explica de modo esencial las reflexiones y argumentos, profundos y concretos, en torno a la búsqueda de nuevas vías para perfeccionar y evaluar las competencias genéricas en un contexto educativo integral.

El título predispone a la lectura de un libro complejo y técnico, dirigido al amplio conocimiento de las competencias y todos sus bemoles. Sin embargo, por su enfoque deductivo –que parte de lo general a lo particular, y que precisa las confluencias entre la educación basada en competencias y la psicología cognitiva enfocada en la educación– juega un papel introductorio y orientador. El libro convida a valorar las diferentes concepciones de las competencias genéricas y las formas de evaluación determinantes en este enfoque, y aporta a la comprensión de las mismas sin pretender enmarcarlas en definiciones esquemáticas definitivas. Más bien proporciona elementos prácticos para su empleo.

En el texto se hace una revisión exhaustiva de los significados de las competencias. Todos los conceptos expresados son comprensibles, coherentes y están llenos de argumentos aplicables en todo momento al contexto del trabajo educativo. El libro ciertamente emplea un lenguaje sencillo, accesible al público en general y a los docentes de todas las áreas de la educación. La temática de las competencias se sustenta y dirige principalmente hacia la reforma integral de la educación media superior en México, con una perspectiva real de la educación a lo largo de la vida. Contiene, además, un desglose de conceptos que resulta eficaz para que se implementen las "competencias genéricas en el salón de clases" (p. 71). Con todo esto, la obra promueve el entusiasmo del lector –o "adhesión fervorosa", como lo refiere una acepción de esta palabra– para mover y favorecer la causa o el empeño en lograr la implementación y evaluación de las competencias genéricas en el aula.

Se dice que la formación por competencias requiere la adopción de métodos de enseñanza acordes con el perfil del alumno que se pretende formar. En este sentido, el texto alude al surgimiento del enfoque por competencias en esta "sociedad del aprendizaje" (pp. 14 y 25), considerando, además, los elementos que definieron este cambio de paradigma, a partir de una educación centrada en el estudiante y el papel cambiante del educador. Por ello, en la obra sobresale el saber ser persona en un mundo complejo cambiante y competitivo, recordando desde el inicio que, aparte de saber, de tener conocimientos, o de ser una biblioteca ambulante, hay que saber hacer en la vida y para la vida; saber los cómos de la profesión y de la actuación. No se descuida que la educación debe propiciar que las personas sepan emprender, tomen iniciativas, y busquen sus propios recursos. Cada uno de los temas tratados desemboca en el resultado de saber vivir en comunidad y trabajar en equipo, aspectos sociales que se descuidan en el paradigma actual de la enseñanza.

En cerca de ciento ochenta páginas, los conceptos, los orígenes y los usos de las competencias emergen como elementos integradores de la educación, destacando los principales atributos que las constituyen; incorporando valores, conocimientos, habilidades y actitudes. En la obra se precisa la estructura de las competencias que conforman el perfil ideal del docente competente y capaz, aparte de desarrollar competencias genéricas en los estudiantes, garantizándoles un egreso próspero de la escuela.

La obra divulga unas competencias entendibles para toda la comunidad educativa, misma que incluye a los docentes, directivos, padres de familia, estudiantes y a la sociedad en su conjunto. Hace énfasis en que las competencias disciplinarias básicas o extendidas logran en el alumno el desarrollo de sus capacidades académicas, lo que le promete la continuidad de estudios superiores. Este aspecto interesa, porque pone remedio a la deserción escolar y a un complejo problema social derivado: el de los adolescentes y adultos jóvenes que no tienen acceso a la escuela (raíz del fenómeno "ninis"), o bien que salen de ella por un sinnúmero de causas, una de ellas, sin lugar a dudas, la incompetencia docente para hacerlos competentes.

Por ello, se dice que una formación en competencias es una formación humanista que integra los aprendizajes pedagógicos del pasado, al tiempo que los adapta a las cada vez más complejas circunstancias del mundo actual. Educar, entonces, se transforma en crear experiencias de aprendizaje, movilizar de manera integral sus recursos, e involucrarse en las tres dimensiones del discente: cognitiva, afectiva y psicomotora.

Así, este libro se va haciendo cada vez más comprensible, saliendo de la redundancia que caracteriza a los libros por competencias, ya que, a partir del capítulo dos, los mensajes invitan a volver a la esencia de ser, iniciando por el cambio de visión personal, al contemplar el proceso de formación en su causalidad holística. Con ese énfasis particular, esta obra propone integralidad y organización en el quehacer docente. Como peculiaridad, se van desglosando las dimensiones cognitiva, afectiva y psicomotora en aspectos como el desarrollo psicológico, social y transpersonal.

Poco a poco, se plasman estrategias metodológicas originales para implementar las competencias genéricas, sustentando las acciones en diferentes principios de la psicología, principalmente la humanista y la social. Por ejemplo: se propone elevar los niveles de conciencia con técnicas dinámicas que activen o ejerciten el uso adecuado del hemisferio cerebral derecho. A esto se llega percibiendo el ser, es decir el sí mismo, esa parte imparcial de nosotros mismos que puede ayudar a dilucidar las actuaciones. Introduce prácticas, como la lluvia de ideas, para focalizar lo que es importante más allá de las generalizaciones. Es decir, nos obliga a conceptuar la enseñanza, discerniendo entre la figura y el fondo.

Inspirada en las agudezas de los gigantes de la psicología humanista –como Fritz Perls, creador de la Gestalt–, esta obra conduce a la toma de conciencia, que tiene que ver con el qué y el cómo de la conducta, y no con el por qué. Indispensable para el docente competente que, al situarse en el ambiente con todos sus sentidos en el aquí y ahora, puede tomar la iniciativa sobre el modo de estar en el mundo y, particularmente, en el mundo académico, con responsabilidad en el proceso, en los contenidos y en el espacio-tiempo, a partir de la frase "yo me percato de esto, aquí y ahora" (pp. 76-78, 83).

La obra no descuida la influencia que ejercen la introspección, la reflexión, la proyección, el retraimiento, la deflexión, y la confluencia, entre otros. Es decir, las experiencias obsoletas, los asuntos inconclusos, y las resistencias personales en el proceso de enseñanza-aprendizaje, sentando las bases para que, en el capítulo tres, se aborde el desarrollo del área bio-psico- social-trascendental del discente, a partir de un enfoque histórico- humanista basado en diferentes autores. El fin es potenciar las capacidades del ser humano (entiéndanse aquellos a los que hay que formar). O sea, desarrollar las competencias genéricas, tales como el cuidado de sí mismo, la capacidad de comunicación, el pensamiento crítico, el aprendizaje autónomo, el trabajo en equipo, y las competencias cívicas y éticas. Y para ello hay que saber acerca de las necesidades y de la autoestima.

Quizá, entonces, revela la obra, se pueda uno adherir al concepto de educación desde el enfoque humanista, que se declara como: 

Un proceso de formación y transformación, en el que los elementos del proceso educativo participan, interactúan y convergen en el aprendizaje significativo para el engrandecimiento y perfeccionamiento del ser, integrando la evolución de la transformación interna que conlleva al cambio basado en experiencias significativas de naturaleza dialéctica y la evolución de los agentes de cambio siendo éstos al mismo tiempo, sujetos de cambio. (p. 121) 

Entendiendo así la educación se puede construir el conocimiento con aprendizajes significativos que implican procesos metacognitivos, estrategias de aprendizaje y estimulación de la memoria comprensiva. Si el docente complementa sus cualidades con autenticidad, empatía y aceptación del otro, entonces se evidencia que "sí se puede centrar la educación en el estudiante y hacerlo la figura central del proceso educativo, en el que su desarrollo físico, psicológico, social y transpersonal, pueble el país de individuos con conciencia y ecuánimes, con paz interior, dominio emocional y armónicos" (p. 139).

De las áreas concomitantes al desarrollo de los educandos se insiste, primero, en considerar que, en lo biológico, toda la persona es energía que fluye y se regula. Y que, en lo psicológico, conviene ponderar los estudios de Piaget, Erikson, Freire, Rogers, Freud y Frankl, y la importancia que sus trayectorias tienen en el desarrollo humano. En el área social se enfatizan la identidad, los derechos humanos, la conciencia ambiental, y el sentimiento de unidad con todo lo que rodea a los individuos. Emergen palabras como espíritu, conciencia, unidad y humanidad como sinónimos de la visión de la genuina espiritualidad. Trascender, entonces, se refiere al sentido de comunidad, de contribuir a mantener y fomentar el bienestar social y natural para lograr un mundo mejor.

En el último capítulo se habla de cómo evaluar las competencias, generando oportunidades para mostrar lo aprendido, principalmente el portafolios de evidencias y las rúbricas, estableciendo indicadores para los tres niveles conocidos de evaluación –diagnóstica, formativa y sumativa–, sin dejar de lado la coevaluación y la autoevaluación.

Se realiza una revisión de las herramientas de procedimientos convenientes para el lector, de los aportes de Vigotsky, de las estrategias de aprendizaje, y de los cuatro pilares de la educación de Delors. Dentro de los procedimientos pedagógicos se describen las técnicas para realizar mapas mentales y conceptuales, los diagramas de flujo, etcétera. Al reflexionar sobre el sentido de esta obra, se perciben dos aportes fundamentales: uno, que recuerda la abundancia de conceptos y habilidades conocidos por los docentes y que, se supone, se aplican a la hora de enseñar. El segundo, que se refiere a la profundidad de lo mucho que se desconoce para saberse competente y tener esa sensación de valor propio, que no puede conseguirse improvisando explicaciones, ni comparándose con valores de referencia de "mucho", "mejor", o "más que".

Este último aporte ratifica que la competencia en realidad radica en el sí mismo, que se descubre en el trabajo cotidiano y en las relaciones de igualdad, solidaridad y apoyo colectivo. Independientemente de las posiciones teóricas de los títulos bibliográficos revisados y expuestos en el libro, se refleja el carácter exhaustivo del tratamiento brindado a los temas del texto, mismo que está a tono con el ministerio que se pretende: el desarrollo del trabajo fehaciente del docente en el desarrollo de las potencialidades de los educandos, y la promoción de las competencias genéricas, lo que hace recomendable y beneficioso que la obra se difunda.

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