En la presente contribución1 -elaborada a partir de valiosas fuentes documentales escasamente conocidas-,2 se muestra una faceta del mayor relieve social en la vida de María del Refugio García Martínez,3 conocida como Cuca García (Taretan, Michoacán, 2 de abril de 1889-Ciudad de México, 16 de julio de 1973), como maestra rural en el oriente de Michoacán durante el periodo de 1921 a 1923. El trasfondo de esta historia contiene la confluencia de las demandas sociales más radicales de la Revolución mexicana con las aspiraciones del imaginario socialista.
Desde una perspectiva de historia social, contribuyo a dilucidar la manera en que Cuca García se instituyó a sí misma como profesora rural, a partir de sus experiencias en las filas de la Revolución, al impregnarse de las acciones anarcosindicalistas de la Casa del Obrero Mundial (COM)4 en medio de la lucha armada.5 De igual manera, se empapó de los postulados del ala radical constitucionalista ostentados por su paisano, el general Francisco José Múgica Velázquez, al haber militado en el mugiquismo del Partido Socialista Michoacano (PSM) (1917).6 También tomó postura en favor de la izquierda partidista en el recién fundado Partido Comunista Mexicano (PCM) (1919), adhiriendo a sus filas al Consejo Feminista Mexicano (CFM) (1919)7 -que propugnaba por la emancipación de la mujer bajo la influencia de los discursos anarcosindicalistas y el sufragismo inglés- del cual ella fue dirigente al lado de otras mujeres indómitas e insumisas -como lo fueron las profesoras Elena Torres y Julia Nava de Ruisánchez, entre otras-, radicalizadas en la efervescencia revolucionaria, y compartiendo afinidad de ideas e intereses políticos, sobre todo, nuevas propuestas en favor de la mujer trabajadora y una apuesta concreta por la Escuela Moderna o Racionalista.8
En el campo de la historiografía mexicana del siglo XX, así como en el balance del quehacer revolucionario en la historiografía michoacana, persisten silencios en torno a los orígenes, el desarrollo y la consolidación del liderazgo de Refugio García en los proyectos educativos locales y de carácter nacional dentro de los cuales participó de manera destacada en su calidad de mujer, agente revolucionario y sujeto político, así como también para saber de qué manera se instituyó en un puente y una correa de transmisión de los nuevos vientos que trajo la urdimbre entre educación y revolución.
Cuca García no se arredró frente a diversos desafíos para llevar la enseñanza a niños y adultos. Ella misma, sin haber tenido una formación escolarizada como normalista, se habilitó en la práctica como profesora rural para abatir el analfabetismo que campeaba entre la población michoacana. Su acción como educadora estuvo directamente vinculada a su activismo político comunista y mugiquista, pues lo entendía como un todo generado en la praxis para la transformación revolucionaria.
Por tanto, la historia que aquí se cuenta se refiere a la experiencia de Cuca García como maestra rural en Michoacán, afincada en los principios más radicales de la Revolución mexicana y, a la vez, con una orientación ideológica afín a las corrientes socialistas de principios del siglo XX. Este entramado de ideas le dio a García la consistencia de su acción educativa.
Una revolución para Michoacán
El general Múgica -con una actuación radical destacada en las filas carrancistas de la Revolución y con una militancia breve en el emergente Partido Comunista-9 llegó a la gubernatura de Michoacán y, aunque breve (1920-1922) y colmada de conflictos, aseguró un programa de reformas sociales de beneficio colectivo, con la intención de eliminar el lastre del porfirismo; quitar fuerza política a la tendencia conservadora de Pascual Ortiz Rubio; acotar la oligarquía terrateniente, el capital extranjero, poner freno a la jerarquía eclesiástica y al clero político en el marco jurídico de la Constitución Política recién promulgada. Sin embargo, el proceso de institucionalización del nuevo Estado mediante la centralización política y militar impuesta por el régimen de Álvaro Obregón, le impidió al gobernador Múgica ejercer la soberanía en la entidad. Aun así, y con severas limitaciones, se echó a andar el gobierno mugiquista.
Refugio García se desplazó en 1921 a Zitácuaro una vez establecido el nuevo gobierno. Llegó a esa región del estado porque desde tiempo atrás ahí había creado una base social de apoyo en favor del PSM. A través de sus acciones, en la práctica funcionó como agente confidencial del gobernador Múgica, a quien le hacía llegar información privilegiada de los movimientos de los grupos de presión opuestos a su política. También actuó como intermediaria para la resolución de conflictos perturbadores de la buena marcha del gobierno, principalmente en las acciones del reparto agrario acometidas por la Comisión Local Agraria y la Defensoría de Oficio en Asuntos Agrarios; en la puesta en marcha de la reforma laboral, con el apoyo ofrecido a los trabajadores por parte del Departamento de Promociones de Indígenas y Obreros,10 así como en los organismos creados para respaldar la reforma educativa.
El triple papel asumido por García -insertado en la red partidista11 y social que penosamente construía el PSM para tener fuerza política- tuvo la intención de ensanchar la base social para darle sustento a las reformas promovidas por el régimen mugiquista, y también con el fin de fomentar la conciencia social y la actuación directa de las comunidades en pro de sus necesidades más ingentes. Al mismo tiempo, la praxis de la michoacana mostró un sesgo y una impronta de acción desde abajo, codo a codo con el pueblo.12
La labor de Refugio se volvió inagotable con la mira en arraigar las transformaciones sociales, además de sensibilizar a las comunidades para dejar atrás los atavismos y las herencias más oscurantistas -sobre todo por la influencia de la Iglesia católica- impidiéndoles constituirse en sujetos de su propia revolución social.
De tal manera que las divisas llevadas por García a la región zitacuarense tuvieron tres fundamentos sobre los cuales giró el proyecto del gobernante michoacano. Por un lado, el derecho a la tierra, impulsando la organización comunitaria para exigir el reparto agrario; por el otro, el derecho al trabajo, con el objetivo de abrir nuevas fuentes laborales para favorecer a la masa trabajadora e incentivar la economía; en tercer término, el derecho a la educación para sacar del marasmo y la indolencia social a una sociedad mayoritariamente iletrada. Agrarismo, laborismo y educación fueron los tres ejes del programa de gobierno de Múgica afincados en la doctrina social encarnada en la Carta Magna, pero a la vez también con definidos rasgos de carácter socialista de acuerdo con la Declaración de Principios del PSM.13
Educación y revolución
La cuestión educativa -con arraigo en la tradición liberal y como postura relevante de la izquierda jacobina y anticlerical- fue una aspiración del gobierno de Múgica antepuesta como prioritaria en su proyecto social en beneficio de los sectores mayoritarios de la población. Justo por su apego a la norma jurídica señalada en el artículo tercero constitucional, avalaba la educación laica, gratuita y obligatoria.
A partir de estos preceptos, el gobierno de Múgica se concentró en el programa escolar al que otorgó más de la mitad del presupuesto con el que contaba su administración para crear infraestructura educativa con mobiliario y equipo, así como el impulso a la formación pedagógica de los recursos humanos de este sector, tanto de profesores como de inspectores, mediante el establecimiento de Escuelas Normales en La Piedad, ciudad Hidalgo, Uruapan, Huetamo y Tacámbaro. Las escuelas se multiplicaron en distintos municipios de la entidad y se distribuyeron libros de texto gratuitos.14
En esta tesitura, el gobernador Múgica -consciente de las limitaciones presupuestarias de su gobierno y alentando a una participación más activa de la sociedad- instruyó a Cuca García a recorrer el estado “con objeto de que procure la fundación del mayor número posible de Escuelas Primarias, las cuales serán sostenidas por la iniciativa de los particulares y por la ayuda que les imparta este Gobierno por medio de pequeñas subvenciones”.15 La prensa de la época confirmó las tareas de García: “La señorita María del Refugio García se encuentra en Zitácuaro, comisionada por el Gobierno para fundar escuelas de iniciativa particular. La labor de nuestra conocida y estimada correligionaria ha sido fructífera”.16
En esta línea de acción, la Junta Patriótica Liberal Benito Juárez, grupo de influencia política constituido en la región en 1916,17 concentró sus primeros esfuerzos para establecer una escuela desde marzo de 1917 bajo los postulados de laicidad y gratuidad.18 El gobierno mugiquista apoyó la reorganización de la escuela con la intervención de Refugio García. La casa donde funcionó dicha escuela fue cedida a la Junta en julio de 1921 luego de su adquisición con recursos estatales -mil quinientos pesos- entregados por el gobernador Múgica, así como con una donación -de dos mil pesos- otorgada por el presidente Obregón a la Junta.19
Al mismo tiempo Cuca hizo labor social con el fin de conseguir recursos para el sostenimiento del centro escolar. Así, se puso de manifiesto, luego de que el presidente municipal cancelara las funciones de un cinematógrafo que desde enero de 1917 había adquirido la propia Junta para explotarlo comercialmente dentro de las instalaciones del Teatro Juárez de la localidad, con miras a conseguir recursos destinados a apoyar la escuela.20 En vista de la obligada suspensión de dichas exhibiciones, la Junta “decidió dar la función gratuita y con carácter privado”. A ésta asistió por supuesto Refugio García, quien al escuchar por parte de los miembros de la Junta que no retrocederían “ante cualesquiera dificultades y que la escuela no se cerraría”, pidió la palabra para dirigirse al público y manifestar su indignación, censurando
[…] acremente al Ayuntamiento, [y] estimuló a la Junta y excitó a la concurrencia para ofrendar algún óbolo para el resarcimiento de los gastos, a fin de no restarle recursos a la escuela. Muy aplaudida fue la señorita García; un grupo de señoritas se ofreció a colectar entre los concurrentes el óbolo […], aceptando lo que para la escuela se quisiera dar.21
Con ese talante, Cuca García continuó su labor de promoción educativa, e informó al gobernador, en agosto de 1921, de los limitados pero significativos logros alcanzados en la esfera educativa local:
Acabo de conseguir del Ayuntamiento [de Zitácuaro] con todo y que no me puede ver, que pague la luz de la escuela Nocturna que voy a establecer en el barrio de Cedano y así tendremos una escuela más y el Gobierno no pagará ni la luz. El lunes quedará establecida la de la cárcel sin ningún gasto para su Gobierno. ¿No le parece que así es mejor? Me tardo un poco pero le ahorro muchos gastos que ni podrían hacerse. Solamente me falta la de Angangueo y voy a ver cómo le hago que me resulte igual.22
Con ese mismo ánimo estableció otras escuelas rurales en distintas comunidades,23 no sin tener que enfrentar diversos problemas, como el suscitado por la torpeza del propio inspector escolar, quien
[…] dando pruebas de incompetencia, […] ha hecho una remoción que vendrá a echar por tierra todos nuestros buenos propósitos. Pues yo le proponía que solamente fusionara dos grupos para que tuviéramos una profesora para la ranchería de Silva y sólo he visto que removió a las muchachas que menos quiere, como son Evangelina [Rodríguez Carbajal] y Luz Espinosa, removiendo a otras y no sacando al fin del cuento la de Silva que tanto necesitamos.24
En los hechos, ella tomó las riendas educativas -a pesar de todos los obstáculos impuestos-25 como promotora escolar en la zona de Zitácuaro durante 1921 y hasta abril de 1922,26 al sobrevenir su despido por el gobernador interino Sidronio Sánchez Pineda27-luego de la salida forzada de Múgica del gobierno-, que la destituyó menospreciando su labor educativa. Primero, suprimiendo su sueldo en la tercera decena del mes de abril, y después cesándola el 26 de mayo. Frente a esta agresión laboral, García se amparó ante la justicia reclamando a la administración estatal le restituyese su empleo, pero no lo consiguió porque el gobernador Sánchez Pineda alegó una crítica situación económica en las finanzas públicas del estado.28
Temporalmente, Cuca recibió escasos recursos por parte del profesor Abel Ortega, delegado de la Secretaría de Educación Pública (SEP) en el estado, quien la acogió en el Consejo de Educación con un puesto menor cuyas funciones formales eran de taquimecanógrafa, aunque en realidad el profesor Ortega reconocía el 10 de junio de 1922, en una carta dirigida al ingeniero Carlos M. Peralta, Oficial Mayor de la SEP, que:
La señorita García es una antigua luchadora en pro de los ideales avanzados de emancipación social, como se le ha dicho ya a usted en alguna ocasión. Es de las mujeres raras que se esfuerzan por conseguir, sin choques bruscos, la emancipación de la mujer; de esto le habrá hablado ya la señorita Profesora Elena Torres, presentándosela como miembro de la vieja guardia del Consejo Feminista. Desgraciadamente la remuneración que por el importante contingente que nos presta a la causa de la educación en el Estado, es muy exigua. Y ahora creo oportuno recordar a usted que el Lic. Vasconcelos tiene ofrecido por mi conducto a la señorita García, un puesto de Maestra Misionera en esta propia entidad.29
En la misión vasconcelista
El 17 de junio de 1922 José Vasconcelos, entonces Secretario de Educación Pública, firmó un acuerdo en el cual ordenó se expidiera nombramiento en favor de María del Refugio García “como Segunda Profesora (Prof. Conferencista Misionera de Educación Pública) en Zitácuaro, Mich., a partir del 21 del actual y con el sueldo de $10.00 diarios que se le pagará con cargo a la partida 11010 del Presupuesto de Egresos vigente”.30 El trabajo de García implicaba que bajo su responsabilidad se pondrían a funcionar escuelas rurales en la zona escolar de Zitácuaro, comprendiendo los municipios de Zitácuaro, Tuxpan y Angangueo, supervisando la labor educativa de los profesores.
Con José Vasconcelos como el primer Secretario de Educación Pública31 se llevó a cabo un plan original en favor de la educación rural,32 que incluyó el programa innovador de misiones culturales -en referencia a los misioneros en la época virreinal-, al frente de las cuales se colocarían profesores supervisores, llamados misioneros, para dar orientación y guía profesional a las personas habilitadas como maestros o monitores en zonas rurales con el fin de impartir la enseñanza elemental.33
Al ponerse manos a la obra, García envió reportes al Jefe del Departamento de Educación y Cultura Indígena -la instancia a la cual quedó adscrita-34 para informar de los pormenores de sus labores educativas que, como se podrá apreciar, pretendían imbuir en la población un espíritu a favor de su instrucción. Ejemplo de esto fue el informe y el acta que remitió el 27 de agosto de 1922, señalando haber constituido una escuela nocturna para adultos en el pueblo de Coatepec de Morelos del municipio de Zitácuaro, bajo la conducción del profesor Santiago Miranda, auxiliar de la Escuela Oficial de Niños, “ajustándose al programa de ese Departamento y sin recibir ninguna retribución”, y agregando que:
Ya procuro también convencer a las mujeres de la necesidad de asistir a la Escuela, pues cuento con los servicios también gratuitos de la Directora de la Escuela Oficial de Niñas; ya que según las estadísticas siempre son en mayor número las mujeres y desgraciadamente en donde se nota mayor incultura.35
En esta misma comunicación, García abundó sobre otras acciones realizadas, explayándose en torno a las pláticas impartidas en las escuelas,
[…] a efecto de solicitar no sólo la cooperación de los maestros sino también atraerme a los niños, a fin de que con su entusiasmo y ejemplo podamos lograr convencer a la mayoría de los adultos. Mis pláticas versaron sobre el amor que el niño debe tener a la tierra, ya que ella produce nuestro sustento, narrándoles algunos ejemplos a fin de llamarles la atención sobre lo interesante que es para nosotros la Agricultura. [… De igual manera García hizo notar que las autoridades locales deberían] instruirse mejor a fin de que con plena conciencia de su deber puedan fallar en las causas o asuntos que se les presenten en el desempeño de su cometido; manifestándoles que dentro de la Escuela, no había ni Jefe Municipal ni Secretario de la Tenencia, sino simplemente hombres que, por medio de la Escuela, buscaban su mejoramiento para procurar después el mejoramiento de los demás. [En otros casos, como fue en el pueblo de Aputzio de Juárez, del municipio de Zitácuaro, aunque tuvo buena disposición de la gente de la comunidad al convencerlos de …] la necesidad que tienen de asistir a la Escuela a fin de que adquieran siquiera los conocimientos más indispensables, tengo la pena de manifestarle que se me negó hasta el local destinado a la Escuela oficial, la cual está cerrada no obstante la inmensa necesidad que hay de abrir dicho establecimiento por ser una de las tenencias de más importancia porque tiene 1589 habitantes, de los cuales son 353 jefes de familia y hay además 419 en edad escolar […] No obstante todas estas dificultades, ya me dirijo al Presidente municipal a fin de que no se me obstruccione, ya que mi labor es en beneficio de los habitantes del Distrito […] En muchas de estas comunidades he tenido que ir casi de cabaña en cabaña explicándoles la necesidad y los beneficios que les reporta la escuela.36
Luego de sus gestiones, en noviembre la SEP extendió nombramiento como maestra residente a la profesora Elvira Paniagua para hacerse cargo de la escuela de Aputzio, y el nuevo Jefe de Tenencia les proporcionó un local para su funcionamiento.37
Cuca también tuvo que afrontar precarias condiciones para instalar la escuela rural en la ranchería de El Asoleadero, municipio de Angangueo, pues hacía 30 años que no existía centro escolar en dicha localidad. Además, en el informe correspondiente reseñó la situación deplorable en la que vivía dicha comunidad de unos mil habitantes,
[…] ya que una Compañía explotadora de maderas ha arrebatado injustificadamente y en muchos casos por medio de la fuerza bruta, sus montes hermosísimos y sus vastísimas tierras, dejándolos en una pobreza tal que no pudieron hacer nunca el sacrificio de pagar a quien les enseñara las primeras letras. Hoy viven en una miseria terrible y, al saber que les pondría la Escuela parecieron olvidar hasta sus tristezas pasadas, y al dirigirme ya con la maestra al lugar antes citado, por todo el camino fui encontrando grupos de treinta o más hombres y mujeres, con sus niñitos en brazos muchas, que iban a encontrarme, sucediendo que al llegar llevaba una comitiva de más de cien personas, en cuyos semblantes macilentos por el hambre aparecía una sonrisa de satisfacción, puesto que como me dijeron luego, ya sus hijos, con la Escuela que el Gobierno por mi conducto les ponía, no sería tan miserables ni tan desdichados como ellos. Hubo hombres de más de sesenta años que al declarar yo que quedaba abierta la inscripción lloraron como niños.38
En diciembre de 1922, el gobernador Sánchez Pineda hizo un primer intento para la remoción de García, dirigiéndose al Subsecretario de Educación para informarle que Refugio hacía labor en contra de los intereses de su gobierno. La exigencia de Sánchez Pineda coincidió con el término de su contrato laboral, pero no prosperó.39
Al inicio del nuevo año, el 1 de enero de 1923, García fue recontratada por la SEP, ahora como “Maestra Misionera número 89” comisionada de nueva cuenta en Zitácuaro.40 Al reiniciar su labor, se dirigió al jefe del Departamento de Educación y Cultura Indígena para solicitar se ratificaran los nombramientos de quienes ya venían laborando desde el año anterior: la profesora Elvira Paniagua (Aputzio de Juárez, municipio de Zitácuaro); la profesora María Guadalupe P. Solís (Ranchería El Aguacate, municipio de Zitácuaro); la profesora María P., viuda de Arias (Ranchería de Silva, municipio de Zitácuaro); el profesor Francisco Maldonado (Congregación de Jacuarillo, municipio de Tuxpan), y la profesora María Jesús Gallarza (Congregación El Asoleadero, municipio de Angangueo).
Al mismo tiempo, García propuso profesores para otras localidades: la profesora Marta Fuentes (Ranchería El Sauz juntamente con Las Majadas, El Paso y Piedra de Cal, tenencia de Los Contreras, municipio de Zitácuaro); la profesora Dolores Clavijo (Donaciano Ojeda, tenencia del municipio de Zitácuaro); la profesora Tomasa E. de Moreno (Congregación de Laguna Verde, tenencia de Ocampo, municipio de Angangueo); el profesor Sotero Vera (Rancho La Barranca, tenencia de Crescencio Morales, municipio de Zitácuaro); la profesora Aurora Vilchis (Rancho La Cofradía, municipio de Tuxpan), y el profesor Procopio J. Vera (Rancho El Jazmín, municipio de Tuxpan).41 No se sabe si todas las propuestas fueron aceptadas. La documentación sólo consigna la aprobación de los nombramientos de cuatro profesores que desde el año anterior laboraban en dicha región.42
No obstante, lo que sí fue evidente es que a través de su actividad misional, García exhortó a profesores, padres de familia y alumnos a edificar responsabilidad social para enfrentar las carencias más urgentes de la población.43 Refugio García no fue el único caso, muchos profesores antepusieron las necesidades de las comunidades educativas por encima de sus intereses personales, aun a costa de sufrir penurias: “Maestras y maestros estaban en contacto diario con las injusticias que padecían los jornaleros en el campo”,44 y confrontados con su realidad participaron activamente en la gestoría y la movilización social con demandas puntuales para el mejoramiento de su colectividad.45 Ello debido también al hecho de que su labor educativa fue realizada en lugares distantes a donde nunca antes había llegado
[…] ninguna otra agencia gubernamental ni local ni federal [y por tanto] su trabajo tenía un carácter secundariamente docente (enseñar a leer, escribir y contar) y predominantemente social y político: incorporar a los campesinos e indígenas en la vida nacional y contribuir a organizar a la comunidad.46
Fue así como Refugio García denunció ante las autoridades educativas que la empresa extranjera American Smelting, dedicada a la explotación forestal en el municipio de Angangueo, amedrentaba a sus trabajadores para obligarlos a no enviar a sus hijos a la escuela en la comunidad de El Asoleadero, en donde -como hemos visto- durante 30 años no se había establecido una escuela.
Además, García subrayó la necesidad de incrementar el número de aulas y profesores en la región para los hijos de la clase trabajadora, campesinos e indígenas; de dotar a los centros de enseñanza de mejores condiciones para su funcionamiento; de incentivar la labor de los maestros -que trabajaban en situaciones realmente dramáticas-, y de alentar a los padres a enviar a los niños a la escuela para derrotar el sabotaje de empresas voraces, así como para frenar la intensa propaganda clerical contra la escuela rural, estigmatizada como guarida de “bolcheviques”.47
La compleja problemática en la cual se vieron envueltos los profesores rurales de todo el país, se denunció y se abordó en el Congreso de Maestros Misioneros celebrado en la Escuela de Ingenieros en la Ciudad de México entre el 18 de septiembre y el 6 de octubre de 1922, convocado por la Jefatura del Departamento de Educación y Cultura Indígena de la SEP, y en el que participó Refugio García,48 formando parte de distintas comisiones49 asesoradas nada menos que por Gabriela Mistral, la reconocida intelectual y escritora chilena llegada a México por medio de la invitación del secretario de Educación Pública.50 El objetivo del Congreso fue discutir, planear y dar mayor relieve a los lineamientos pedagógicos del proyecto educativo rural.51 Pues se sabía que como éste llegaba a trastocar atrasos continuados e intereses de grupos de poder local, las labores de los maestros misioneros eran constantemente obstaculizadas de diversas maneras.
Así se constató en el caso de la propia Refugio García, quien en julio de 1923 fue de nueva cuenta acusada por el gobernador Sánchez Pineda ante José Vasconcelos de realizar “labor obstruccionista” contra su gobierno, exigiendo se tomaran cartas en el asunto. La respuesta de la SEP fue realizar una evaluación del desempeño de Cuca García y de otros profesores de quienes también Sánchez Pineda cuestionó su labor educativa en Michoacán. En el acuerdo del Secretario de Educación se confirmó que Refugio continuaría su trabajo como maestra misionera número 89, y en la respuesta al gobernador se le expresó que: “Respaldamos labor educativa [de] M. Refugio García”.52
Por su parte, Jesús Aguilar, ostentándose como representante agrario del gobierno de Sánchez Pineda en Zitácuaro, la acusó de mezclarse “en asuntos de política”, y andar “trastornando a los pueblos”, pero frente a estas acusaciones Refugio contestó “que ella conocía sus deberes y procuraba cumplir con ellos”.53 Al mismo tiempo, Aguilar intrigó en contra de García mediante comunicados remitidos a las autoridades políticas y educativas con el propósito de eliminar su presencia en dicha región.54 Cuca, por su parte, se dio cuenta de las nefastas intenciones de Aguilar:
[…] puesto que a los pueblos beneficiados con la Ley Agraria los explota o los divide […] Últimamente he tenido conocimiento de la mala labor que estaba haciendo cerca del C. Jefe de Tenencia de Chichimequillas de Escobedo, perteneciente a este Municipio y Distrito [de Zitácuaro], consiguiendo que a la Maestra Rural de la Ranchería no quisiera firmarle las Noticias Estadísticas del pasado mes de agosto, pues como verá [en] ese Departamento van con bastante retraso.55
Debido a dicha situación, García acudió al presidente municipal de Zitácuaro, quien dio instrucciones precisas a los jefes de tenencia para prestarle a ella y a los directores de las escuelas rurales el apoyo correspondiente para el desempeño de sus labores docentes, y con “todo género de garantías”. García consignó los hechos a la autoridad educativa poniendo énfasis en
[…] la política de campanario en que se me quiere incluir, […] lamentando sinceramente que el Consejo de Educación […] de [sic] cabida a esta clase de chismografía vulgar que en mucho lo desprestigia, en lugar de procurar el mejoramiento de las escuelas que están unas completamente abandonadas por la falta de pagos y las otras en condiciones verdaderamente lastimosas y a las cuales yo ayudaría con todo gusto, ya que ayudar a ellas es ayudar a la Nación. De todas maneras […] he acusado judicialmente al señor Aguilar, pues debe saber que el Maestro día a día se hace respetar y de que ya conoce su valer social y moral ante la sociedad. Que el Maestro ha dejado de ser un paria miserable a quien todos trataban con el pie, porque su labor es sagrada y su sacrificio sin igual.56
Cuca salvó todos estos escollos con mística educativa y conciencia política, sin dejar de propagar sus ideas de avanzada social; bajo su supervisión, el trabajo escolar comenzó a rendir frutos, constantemente notificados a la jefatura del Departamento de Educación y Cultura Indígena. También envió iniciativas directamente al Secretario de Educación para beneficiar a la población escolar.57
En distintos momentos García informó de los avances en las escuelas rurales, como en la Ranchería de Silva en donde se establecieron cultivos agrícolas, un gallinero, trabajos de alfarería, así como fabricación de escobas de palma, canastas de paja y tejidos para sombreros, y “muy pronto enseñaremos a los alumnos a hacer sopladores de palma y paja, así como escobetas de raíz. En todos estos trabajos toman participación las niñas”.58 Bajo este esquema se fortalecía la comunidad a través de la enseñanza de diversos oficios, que a su vez ofrecería a sus habitantes herramientas técnicas para su ingreso en el mercado laboral y para la sobrevivencia. De esta manera se aplicó el objetivo de ofrecer educación activa y funcional, es decir, una escuela que enseñaba confeccionando y haciendo.
Con respecto a la Ranchería La Barranca, municipio de Zitácuaro, García comunicó a la Secretaría de Educación que dicha población contaba con una escuela provisional dentro de una troje,59 pero que los vecinos se mostraban deseosos de construir un local educativo para lo cual
[…] recorrí todos los terrenos en que podría establecerse la Escuela, escogiendo el que creí estaba en mejores condiciones y acabo de remitirles el plano a reserva de ir para dirigir más ampliamente la obra. Aproveché la visita para hablar contra el alcohol […], y como no llega aún la orden de pago para la profesora, los vecinos se están turnando para darle sus alimentos. Como nunca habían tenido Escuela en esta Ranchería, hay mucho entusiasmo.60
También expuso el caso de la escuela establecida en la Congregación de Jacuarillo, municipio de Tuxpan, en donde los infantes, “con excepción de los muy pequeños y que entraron últimamente a la Escuela, saben ya leer y escribir con bastante corrección”. A partir de este resultado solicitó a las autoridades educativas y municipales su apoyo para establecer “pequeños cultivos” y para terminar la construcción del local escolar. Refugio informó, además, que aprovechando su estancia en dicho municipio ofreció “dos conferencias: una contra el alcoholismo y la otra sobre la ayuda que deben prestar todos los ciudadanos en la obra de educación que el Gobierno ha emprendido”.61 A la vez consignó los avances en la escuela del Rancho El Aguacate, cuyos alumnos
[…] trabajan en los sembrados [sic] cerca de la Escuela [y] andan con su periódico “Tierra” [publicación de la Secretaría de Agricultura y Fomento] juntando las letras para formar sílabas y de ahí palabras para cuando acaban su tarea se acercan a la maestra a decirle como han encontrado palabras desconocidas y saber su significado, pasando en muchos casos a escribirlas en el pizarrón. Son todos estos alumnos excesivamente pobres y algunos por tener mejores jornales se van lejos a trabajar.62
El fomento de estas labores escolares y extraescolares en beneficio colectivo y de sensibilización de la población en general, fue visto por García como parte de la propia misión educativa de carácter integral, y cuya estructura como proyecto educativo de la SEP fue denominada Casa del Pueblo,63 es decir, el establecimiento de centros escolares en localidades rurales con un propósito de enseñanza y a la vez social.64
Desde esos lineamientos, para septiembre de ese año de 1923, Refugio comunicó al Jefe del Departamento de Educación y Cultura Indígena haber organizado en el distrito de Zitácuaro una “Liga Cultural” para activar la ciudadanía, reforzar el tejido social y ofrecer elementos para la cohesión comunitaria con una campaña permanente para reducir el analfabetismo y a la vez promocionar y difundir la cultura y la ciencia, pues “hay varios lugares donde no se encuentra una sola persona que sepa leer”. A dicha Liga integró García -en calidad de “socios”- a autoridades municipales, empleados públicos, escolares, padres de familia y gente de la comunidad, y “Ya procuro el establecimiento de ligas similares en las demás cabeceras de Municipio, a fin de organizar con la ayuda de otros elementos la campaña en los lugares más apartados de los centros de mayor población”.65
Para conocimiento y aprobación de las autoridades educativas, Refugio envió el “Programa de Trabajo que desarrollará la Liga Cultural”, manifestando haberla instituido “con objeto de buscar el mejoramiento de la sociedad en todos los rubros del saber humano, empleando para ello cuantos medios estén a su alcance”.66 De nueva cuenta apelaba a su bagaje socialista.
Las actividades de García no pararon ahí; unas semanas después informó sobre las labores de promoción y organización de la Semana de Salubridad en coordinación con el ayuntamiento de Zitácuaro y el inspector de la zona escolar, desarrollando no sólo una campaña sanitaria67 para toda la población en favor de la higiene personal, escolar y comunitaria por medio de una serie de pláticas a cargo de personal médico, sino también reiniciando la campaña alfabetizadora y contra la ignorancia “que era el obstáculo infranqueable que se oponía al progreso de nuestro país”.68
Al frente de la comisión de misioneros de educación
Seguramente esa mentalidad en favor de la educación popular y ese sentimiento comunitario de García -sobre todo ejercitando su intermediación y su agencia para activar la acción colectiva de hombres, mujeres y niños- fueron reforzados con las experiencias obtenidas en Yucatán. El Secretario Vasconcelos -quien reconoció la reforma social llevada a cabo por el gobernador Felipe Carrillo Puerto-69 mandó que a partir de mediados de febrero y hasta el 10 de mayo de 1923, García encabezara la Comisión de Misioneros de Educación destinada al sureste del país para estudiar las transformaciones sociales, educativas y culturales desarrolladas por el gobierno de Carrillo Puerto.70
El grupo magisterial estuvo integrado por Antonio Castellón y Zúñiga, representante por Jalisco, y José Dolores Medina, por San Luis Potosí. La representante por Michoacán fue la profesora Evangelina Rodríguez Carbajal (maestra misionera número 84), quien mantenía una amistad con Refugio por haber coincidido en los proyectos educativos en la región de Zitácuaro.71
Los maestros misioneros tuvieron contacto con los sectores femeniles yucatecos, quienes estaban en la batalla política desde el ala feminista por el reconocimiento de los derechos políticos de la mujer, organizados bajo el impulso de ese gobierno y el Partido Socialista del Sureste. La Comisión mencionó en su informe que, de acuerdo con los lineamientos aprobados por el Congreso Obrero Socialista de Motul de 1918, las llamadas Ligas de Resistencia -que funcionaban como aglutinantes sociales y células del Partido Socialista del Sureste- estaban obligadas “a aceptar a la mujer como colaboradora, y aún más, de exigirle esa colaboración a fin de reivindicarla”, sosteniendo, además, que “la mujer tiene derecho a votar y ser votada en las elecciones municipales y que ese derecho lo adquirirá después de seis meses de su ingreso a las ligas”. Esta vindicación fue elevada a categoría de ley por el Congreso de aquel estado.72
La estancia de García en Yucatán fue muy gratificante porque retroalimentó su compromiso en favor del pueblo -y especialmente de los niños y las mujeres- al conocer la práctica político social de las Ligas de Resistencia como agentes de cambio y promotoras del beneficio colectivo en todos los órdenes económicos y sociales -con un total de 284, de las cuales 23 eran femeniles.73
En el informe se mencionó específicamente a la Liga Feminista “Rita Cetina Gutiérrez”74 que presidía Elvia Carrillo Puerto -la llamada Monja Roja del Mayab-, hermana del gobernador y amiga de García (y simpatizante con sus ideas de avanzada social y de liberación para la mujer), quien, “salvando obstáculos y venciendo prejuicios ancestrales”, reunía a las mujeres trabajadoras de la ciudad de Mérida con la mira en su emancipación a través de ciclos de conferencias, incremento de libros, invitación a la lectura en las bibliotecas, escuelas para obreras y la publicación de la revista Feminismo, contando con la colaboración del “sociólogo argentino Dr. Alfredo L. Palacios, defensor de la Mujer y del Niño en el Parlamento de su país”.75
Por lo que toca a la escuela, como eje prioritario, la Comisión informó acerca de los novedosos métodos de enseñanza y de carácter pedagógico utilizados en las comunidades escolares racionalistas y en la Escuela Normal Mixta, así como la aspiración del proyecto educativo en su conjunto para concertar la “unificación del sistema escolar”, poner en práctica “la capacitación para el trabajo de utilidad social” y fomentar la “educación para la vida cívica y política”.76
La misma Cuca García, luego de hacer un balance positivo de los resultados obtenidos en Yucatán, se aventuró a proponer un procedimiento para mejorar la cultura de la lectura a través de una misiva enviada a José Vasconcelos, el Secretario de Educación:
Las organizaciones societarias tienen un carácter especialísimo en este Estado y con sus sesiones culturales estamos observando los buenos resultados que produce dicha organización. Solamente en las Bibliotecas no he encontrado algo muy práctico para el pueblo trabajador, pues según mi modo de ver, éstas llenarán su objeto si alguien, sacrificando un poco su bienestar personal, va a estos centros de Cultura a enseñarles a entender lo que leen. Tengo entendido también de que la biblioteca popular no debe ser un centro tan monótono, pues cuando los trabajadores no saben apreciar lo que leen, se duermen. Es cuestión de método, y a mí me ha dado muy buen resultado hacerles comentar lo que leen.77
Al término de su estancia en Yucatán, la Comisión de Misioneros rindió un informe minucioso suscrito por todos sus miembros con fecha del 10 de mayo de 1923, donde se destacan dos grandes rubros: “organización escolar” (con el establecimiento y logros obtenidos en las escuelas racionalistas para niños y niñas) y “organización social” calificada de “proletaria” y de “tendencias eminentemente socialistas”.78
Con esta experiencia vital para Refugio en tanto práctica educativa a través de una postura política y de género -que vino a reforzar su actitud y su actuación en el territorio del oriente michoacano-, quedó respondida positivamente una inquietud generalizada entre el profesorado rural: “¿La mujer debe tomar parte en las actividades políticas?”.79
Consideraciones finales
Refugio se vio obligada a dejar atrás su trabajo comprometido en Zitácuaro, luego de haber sido removida de su cargo el 28 de diciembre de 1923, en medio del levantamiento Delahuertista y en vísperas de la toma de Morelia por las fuerzas rebeldes. Su remoción representó un golpe severo para las comunidades atendidas por ella en la región zitacuarense, así como la fractura de sus tareas sociales y educativas.
Sin mayores explicaciones, pero seguramente a causa de las restricciones presupuestarias en la SEP, luego de la crisis atizada por la rebelión, el Jefe del Departamento de Educación y Cultura Indígena tuvo a bien comunicarle su cese como maestra misionera a partir del primero de enero de 1924,80 sin que hubiese la más mínima consideración por la labor desempeñada, ni por las condiciones de indefensión educativa en que se dejaba a la población estudiantil atendida por García.
El colofón de su experiencia como maestra misionera fue su integración a la Liga Nacional de Maestros Racionalistas (LNMR), constituida en septiembre de 1924. Se le confirió la Secretaría del Exterior de su comité dirigente, cuya Secretaría General estuvo en manos del profesor yucateco José de la Luz Mena Alcocer. Con su bagaje de ingredientes pedagógicos, Cuca García y los dirigentes de la LNMR se pronunciaron en favor de refundir y trasmutar los postulados originales anarquistas con el imaginario socialista y, sobre todo, a la vera del proyecto vasconcelista.
En esta apuesta por la educación, la aspiración de la LNMR fue acrecentar los cimientos del enfoque educativo tendente a “que la función del maestro no se concrete, como hasta ahora, a las cuatro paredes de su escuela, sino que se extienda a los campos, fábricas y talleres, socializando a los trabajadores”.81
A través de la dirigencia de la LNMR, Refugio García cerró esta etapa de su vida -teñida de una voluntad pedagógica en favor del cambio social-, y reivindicó permanentemente la enseñanza pública como instrumento eficaz para acrecentar la conciencia colectiva82 de las mayorías:
[…] nosotros, maestros proletarios que tenemos un nuevo concepto de la Ciencia, que sabemos del proletariado todas sus necesidades y todas sus miserias; que sabemos de sus luchas y de sus aspiraciones, no podemos ser insensibles a la necesidad de transformar esta situación porque sabemos también que a cada evolución debemos poner un nuevo sistema que armonice con los intereses proletarios, y que si la Escuela como la Historia las necesidades de los pueblos nos lo dicen, el principal instrumento que debemos usar para ayudar al proletariado en su lucha emancipadora, ésta debe ser eminentemente revolucionaria para que cambie por completo la mentalidad de los hombres.83
En la medida que la Revolución institucionalizada no profundizó en una reforma radical en el campo de la enseñanza, la praxis educativa de García fue muy poco valorada y ha quedado en el olvido; ni siquiera ha sido considerada en el ámbito de la historia de la educación en Michoacán. Por tanto, el presente estudio aporta como principal hallazgo la figura de García en una especial coyuntura -con una concurrencia de paradigmas educativos- cuyo fundamento esencial fue el contacto directo con el pueblo, alcanzando objetivos confinados pero reveladores en su propósito de reconstrucción social del oriente michoacano. Sus actuaciones y pronunciamientos en favor de la educación de mujeres, hombres y niños tuvieron la intención de despertar en ellos su integridad cívica y política; reforzar y canalizar su proceso de socialización, y cultivar un sentimiento y un espíritu de patriotismo y arraigo a su comunidad. Con sus determinaciones y convicciones más profundas, María del Refugio García Martínez dio luz a quienes permanecían en las tinieblas del analfabetismo, y expresó fervientemente su convencimiento en favor de la transformación revolucionaria.
Finalmente, el empeño, el liderazgo y la agencia de Cuca García en el campo de la educación rural pusieron de relieve los tres niveles de integración y valoración de su propia existencia: su conciencia política, su conciencia de clase y su conciencia feminista.