En su libro Artífices y avatares: lo que revela el juicio de Tepames, Colima (1909-1914), Servando Ortoll entrega una obra maestra de historia regional; un libro sorprendente que nos aproxima a la verdad sobre los hechos ocurridos el 15 de marzo de 1909 en el pueblo de Tepames, Colima. El título de la obra es preciso y atractivo, porque remite a la idea de conocer a los asesinos de los hermanos Suárez y las diferentes facetas de este crimen premeditado. Se trata de uno de esos libros que uno comienza a leer y no puede abandonar.
Al analizar el expediente del juicio de Tepames, Servando Ortoll profundiza en la discusión judicial entre las partes, así como en los testimonios y las pruebas que aportaron los implicados en un proceso complejo, interesante y revelador. Pero el autor no se limita a la información que arrojan esos documentos. Examina también otras evidencias: revisa periódicos locales, regionales, de circulación nacional, e incluso prensa extranjera de la época. Realiza entrevistas que le permiten adentrarse en la mentalidad de los protagonistas. Visita y explora de manera exhaustiva archivos y bibliotecas en Colima, Jalisco, Texas y California.
La bibliografía consultada le permite cruzar sus fuentes primarias con un conocimiento amplio acerca del contexto y las interpretaciones del asesinato. Además, con un estilo propio, nos invita a imaginar algunas escenas y diálogos que pudieron ocurrir antes, durante y después del suceso. Para ilustrar el espacio en el que se cometió el crimen, anexa un plano de la plaza de Tepames y las viviendas próximas, tal como lucían en 1909. Una serie de magníficas fotografías pone rostro a los actores principales y muestra el paisaje que otorga una dimensión espacial a la pobreza y la cotidianidad, al poder y la crueldad.
Los autores materiales e intelectuales del asesinato son puestos en evidencia por una historiografía de calidad, forjada por Servando Ortoll con indiscutible rigor y erudición. Así, el valiente “cazador de archivos” consolida una obra que muestra la cara oculta del poder local en las postrimerías del Porfiriato. En el texto se corre el velo que cubría las relaciones de poder, en aquellos días, entre el pueblo de Tepames, las autoridades colimenses, la prensa y hasta la presidencia de la República.
El libro revela también el papel que desempeñaron la madre de los Suárez y los jueces involucrados en el caso, así como las contradicciones que pueden hallarse en el expediente original. De igual manera, Ortoll lanza la hipótesis de que un problema de herencia pudo haber estado relacionado con la muerte de los hermanos Suárez, pero acepta que los archivos guardan silencio y no responden a esta pregunta. Queda abierto el asunto de la proximidad de las tierras de Juan C. Solórzano con las de los Suárez, y el autor se pregunta por qué todos los ataques se dirigieron a los Anguiano, sin mencionar en parte alguna la propiedad de Solórzano.
En la obra, Ortoll muestra que había una relación cercana entre los Suárez, los Anguiano y el licenciado Solórzano: la propiedad de los primeros estaba rodeada por la de los segundos. Así, la referencia al intento de los Anguiano por quedarse con la tierra de Mauro Suárez -padre de los jóvenes asesinados- es fundamental para entender la conspiración (si la hubo) detrás de los crímenes, en particular porque acababa de morir su padre.
A través de la prensa, Servando Ortoll analiza con gran habilidad los cauces que tomó un problema político local, el cual pronto se regionalizó, para convertirse en un asunto trascendente para la política nacional. Concluye que la prensa opositora (jalisciense), gracias a la creciente injerencia en la política local, atacó desde fuera del estado al gobierno de Enrique O. de la Madrid. Ese proceso de regionalización de las noticias y del problema no hubiera ocurrido si la prensa extra estatal no se interesara en la cuestión.
El autor de Artífices y avatares sugiere que el diputado y periodista J. Trinidad Alamillo detonó el caso de Tepames y utilizó a la madre de los Suárez para adquirir más presencia política en los medios regionales. Además, Ortoll sostiene que con este crimen como bandera, la prensa tapatía se fortaleció como grupo de poder regional. Así, debido a su oposición al reeleccionismo que existía en Colima y en otras partes de México, la justicia que buscaron los periodistas a lo largo del proceso de Tepames fue política: antirreeleccionista, aunque no necesariamente antisistema.
Servando Ortoll observa y señala que los periodistas tapatíos no llamaron a la revolución, es decir, a una lucha fuera del sistema. Por eso atacaron a De la Madrid y no a Porfirio Díaz. La prensa jalisciense nunca se declaró en contra del régimen, ni se atrevería a hacerlo. Únicamente se pronunció en contra de lo que simbolizaba el régimen: el reeleccionismo imperante en Colima, ejemplificado por el gobernador Enrique O. de la Madrid.
Artífices y avatares es también una historia que gira en torno al tema de la impartición de la justicia, y cómo ésta afectó las relaciones de poder entre el gobernador de Colima y el presidente de la República, en medio del escándalo nacional generado por la prensa tapatía. Es notable cómo, al principio, en las cartas de Porfirio Díaz éste pedía que se esclareciera la verdad, para luego cambiar su postura: el mandatario prefirió mantener el equilibrio político en el estado y permitir que Enrique O. de la Madrid arreglara las cosas como le pareciera más conveniente.
Asimismo, es una lectura imprescindible para los interesados en conocer el contexto político de Colima y, probablemente, de otras regiones en el occidente del país, a principios del siglo XX. Se trata de una obra maestra, largamente preparada, que arroja bastante luz sobre la dinámica de las instituciones y las motivaciones de los poderosos; la corrupción del aparato judicial, y la desmedida ambición de personajes acostumbrados a ganar o arrebatar. Es un texto emocionante que fácilmente puede llevarse a la pantalla grande, y sería uno de esos filmes clásicos que ubicaríamos entre el género policiaco y el thriller político; una excelente película que despertaría conciencias políticas.