Introducción
El consumo de alcohol es uno de los principales problemas de salud pública que se presentan en todo el mundo; la Organización Mundial de la Salud estima que 3.3 millones de personas mueren cada año a causa de su uso, esto representa el 5.9% de las defunciones de forma global, a lo cual se le añade que es causante de múltiples enfermedades y trastornos mentales, origina discapacidad, pérdidas sociales y económicas, que se presentan cada vez a edades más tempranas1.
En España es uno de los grandes problemas de salud pública que enfrenta esta sociedad, principalmente porque el consumo se da en estudiantes de secundaria. Así lo revela una investigación que encontró que el 37.1% ha probado el alcohol, el 20.9% lo consume de forma habitual (21.7% hombres y 20% mujeres), y no se observan diferencias significativas por sexo; señala también que existe mayor posibilidad de consumo en los adolescentes, cuando los padres o algún hermano ingiere bebidas alcohólicas (p<0.01)2.
Para América Latina, la Organización Panamericana de la Salud señala que el alcohol es la puerta de entrada para el consumo de otras drogas en jóvenes y adolescentes; el consumo se favorece por la facilidad con que adquieren este producto debido a la falta de cumplimiento de las leyes establecidas para su compra y venta3.
Un estudio realizado en jóvenes argentinos4 reporta que el 79.1% ha consumido alcohol alguna vez en la vida, el 72.9% lo ha hecho en el último año y el 57% ha bebido en el último mes. Respecto al nivel de ingesta el 25.5% muestra episodios de consumo excesivo y 24.1% riesgoso, comportamiento que se da con mayor incidencia en quienes trabajan, hombres solteros y que han concluido la secundaria.
Particularmente, en México al igual que en el resto del mundo, el alcohol es la droga de mayor consumo. Los datos de la última Encuesta Nacional de Adicciones (2011) revelan que el 71% de la población mexicana lo utiliza, situándolo como la droga de mayor preferencia en el mercado, con mayor prevalencia de uso en hombres (80.6%) que en mujeres (62.6%)5.
Cabe resaltar que uno de los grupos con mayor vulnerabilidad a esta problemática de salud es el de los adolescentes, quienes se encuentran inmersos primeramente en los cambios físicos, fisiológicos y emocionales propios de su etapa, aunado a factores psicosociales, culturales, políticos y económicos a los que se encuentran expuestos, en un entorno donde el beber alcohol es una actividad que se presenta de forma cotidiana, situación que puede favorecer el inicio de consumo en este grupo poblacional; el entorno familiar y el establecimiento de valores tiene un papel indispensable en el comportamiento hacia el consumo de sustancias nocivas como el alcohol6.
En México, la Encuesta Nacional de Adicciones indica que este comportamiento se ha agravado, principalmente, entre la población de 12-17 años, en quienes se apreció aumento del 31.7% en 2008 al 42.9% en 2011. Esta misma encuesta demuestra que se inicia a consumir alcohol a los 18 años, sin embargo existe evidencia de estudios nacionales donde se confirma que este comportamiento se inicia antes de los 14 años, lo que agrava el problema en los jóvenes que hacen uso de esta sustancia5,7,8.
Un estudio realizado en adolescentes mexicanos7 reporta que el inicio de consumo de alcohol fue a los 13.7 años, el 74% ha consumido alcohol en la vida, el 61.8% ha bebido en el último año, el 36.6% en el último mes y el 20.6% en la última semana. Las bebidas etílicas de preferencia fueron las bebidas preparadas (53.1%) y la cerveza (33.3%), el 26.7% tiene consumo de bajo riesgo, el 16.8% consumo dependiente y el 18.3% perjudicial.
Otro estudio en México subraya que la edad de inicio de consumo de los jóvenes esa los 12 (42.6%) y 15 años (32.4%), con una prevalencia mensual del 39.7%, semanal del 44.1, y que el 14.7% consume alcohol de 2 a 3 veces por semana y el 55.9% prefieren consumir cerveza. Asimismo, identifica que las emociones agradables y desagradables, los conflictos y la presión de grupo favorecen el consumo9.
En la Región Sur de México, en la que se encuentra la Ciudad de Coatzacoalcos en el Estado de Veracruz, lugar donde se realizó esta investigación, el consumo de alcohol se mantiene dentro de la media nacional, sin embargo, el 30.9% bebe en altas cantidades. En cuanto a la forma de consumo en los jóvenes de los 12-17 años, el 0.2% consume diariamente, el 11.4% bebe en altas cantidades y el 3.8% presenta algún grado de dependencia5.
Diversos estudios realizados en jóvenes del Estado de Veracruz han identificado datos relevantes sobre el consumo de alcohol, como los presentados en 2012, donde el 58% ha ingerido alcohol alguna vez en la vida; el 40% presenta consumo de bajo riesgo, el 14.3% consumo riesgoso, el 2.9% perjudicial y el 1.1% presenta dependencia a esta sustancia10.
De igual forma, otro estudio realizado en esta entidad, identificó que el 71.4% de estudiantes entre 11 y 19 años ha consumido alcohol alguna vez en la vida, el 56.1% refirió beber actualmente, el 44.8% de los hombres y el 51.6% de las mujeres dijeron tomar de una a 2 copas en un día típico de consumo, el 17.2% de los hombres y el 20.2% de las mujeres toman de 2 a 4 copas, y el 24% hombres y el 14% de las mujeres consumen más de 6 copas en un día11.
Otra investigación muestra que se inicia a beber alcohol en promedio a los 15.3 años, el 48.6% consume bebidas etílicas, el 28.5% presentó consumo de bajo riesgo, el 15% un consumo riesgoso, el 2.4% consume de manera perjudicial y 2.7% lo hace de forma dañina; se reportó, además, influencia del consumo de alcohol de los padres en los hijos (11%)12, se favorecen así, conductas de riesgo que afectan a la salud, física, psicológica y social, con impacto negativo en la familia y otras personas cercanas a este1,3.
Los datos antes mencionados indican que el consumo de alcohol constituye un problema importante que afecta la salud de los jóvenes adolescentes, particularmente, si estos se encuentran estudiando en una zona donde alrededor de la institución educativa se encuentra disponibilidad y accesibilidad a la venta de alcohol, como es el caso de los participantes de este estudio.
Cabe mencionar que el identificar de forma temprana del uso o abuso de alcohol en esta población proporciona un aporte determinante para motivar a los profesionales de la salud a diseñar intervenciones encaminadas a la prevención o reducción del consumo de alcohol, sobre todo en grupos vulnerables como son los adolescente en quienes el alcohol es considerado como la puerta de entrada para el consumo de otras sustancias de uso ilícito. De ahí que el objetivo de esta investigación fue el conocer la prevalencia del consumo de alcohol en adolescentes de una secundaria de Coatzacoalcos Veracruz.
Metodología
El estudio fue descriptivo y transversal, estratificado por sexo y grupo. La población estuvo constituida por 694 estudiantes de una secundaria pública de Coatzacoalcos Veracruz (384 hombres y 310 mujeres) en un rango de edad de 12-16 años. La muestra final fue de 248 estudiantes (135 hombres y 113 mujeres), calculada en el programa StatsMT versión 2.0 con un índice de confiabilidad del 95% y un margen de error del 5%. Se incluyó a los estudiantes inscritos en el ciclo escolar y que no tuvieran inconveniente en participar en la encuesta y dieran su aprobación mediante la firma del consentimiento informado.
En cuanto al aspecto ético, el estudio se apegó al establecido por Ley General de Salud en Materia de Investigación Científica13, fue aprobado por el Comité de Ética de la Facultad de Enfermería, del Campus Minatitlán, de la Universidad Veracruzana con código de registro CIEE-SM-109 y contó con la autorización de los directivos de la Escuela Secundaria.
La recolección de los datos se realizó en los salones de clases de la misma institución educativa de los participantes, la selección de los participantes se llevó a cabo con la listas por grupo de forma aleatoria con intervalo de selección de 2.7 de acuerdo al folio asignado a los estudiantes. En esta fase se informó a los participantes el objetivo del estudio y se les proporcionó por escrito el consentimiento informado, el cual firmaron quienes aceptaron participar. El tiempo en que se recogió la información fue de 50 min.
Para la recolección de la información se utilizó una cédula de datos personales la cual contenía preguntas como: edad, sexo, grupo, constitución familiar, consumo de los padres y familiares cercanos, el consumo en el último año, mes y semana.
Para identificar el patrón de consumo de alcohol se utilizó el Test de Identificación de los Trastornos Debidos al Consumo de Alcohol (AUDIT)14 creado por la Organización Mundial de la Salud en 1988, el cual ha sido utilizado en diversos estudios3,11,12 en varios países del mundo incluyendo México. La confiabilidad del instrumento oscila entre 0.70 hasta más de 0.90.
El AUDIT14 consta de 10 reactivos que clasifican el consumo de alcohol en patrones de consumo; de 0 a 7 puntos consumo de bajo riesgo, consumo de riesgo de 8 a 15 puntos, perjudicial de 16 a 19 puntos y consumo dependiente puntuaciones mayores a 20 puntos. En este estudio el instrumento reportó una consistencia interna de 0.79.
Los datos fueron analizados en el paquete estadístico SPSS versión 22, se obtuvieron estadística descriptivas como frecuencias y porcentajes, medidas de tendencia central como la media y la mediana, se aplicó además la prueba no paramétrica chi-cuadrada.
Resultados
En cuanto a las características sociodemográficas de los participantes se encontró que la edad de los adolescentes osciló entre los 12 y 16 años, con una media de 13.5 años. Participaron de forma proporcional 135 (54.4%) hombres y 113 (45.6%) mujeres de los 3 grados escolares; el 33.5% cursaban el primer grado, el 34.7% el segundo y 31.9% estaban en el tercer año de secundaria. El 4% de la muestra afirmó trabajar aun cuando son menores de edad. Respecto a la religión, el 79% pertenece a una, con mayor predominio en la religión católica (44.8%), en menor proporción se encuentran la cristiana (21.4%) y el resto pertenece a otras religiones (12.8%). El 67.7% vive con ambos padres, el 12.5% solo vive con la madre, el 2.4% con el padre y el 9.7% refieren vivir con alguno de sus padres y su pareja actual, mientras el resto de los participantes menciona que vive con otros familiares (1.6%).
Sobre el consumo de alcohol en los padres, el 43.1% refiere que algunos de ellos consume alcohol, de estos el 24.6% contestó que es el padre, el 7.3% refirió que es la madre y 11.3% menciona que ambos hacen uso de la bebida; además se agregan otras figuras dentro del entorno familiar, pues el 84.7% dijo que otros integrantes de la familia beben alcohol, en los que se incluyen a los tíos (54.4%), abuelos (7.3%) y primos (1.2%), de igual modo, el 17.7% dijo que toda su familia bebe alcohol.
Respecto al consumo de alcohol de los participantes (tabla 1) se observa que el 59.3% ha consumido alcohol alguna vez en la vida, el 43.5% en el último año, el 16.9% lo ha hecho en el último mes y el 6.5% en la última semana. La edad en que se inicia el consumo de alcohol oscila entre los 5-15 años, con una media de 11.5 años. En lo que se refiere al número de copas que estos presentan, se encontró una media de 3.1 bebidas estándar, sin embargo el 5.2% de los participantes consume 6 o más copas en un día típico. La bebida de mayor preferencia de quienes consumieron alcohol durante el último año es la cerveza (52.8%), a la cual le siguen en menor medida el tequila (19.4%), vodka (10.2%), whisky (7.4%) y el 10.2% prefiere otras.
Consumo de alcohol | F | % |
---|---|---|
Alguna vez en la vida | ||
Sí | 147 | 59.3 |
No | 101 | 40.7 |
En el último año | ||
Sí | 108 | 43.5 |
No | 140 | 56.5 |
En el último mes | ||
Sí | 42 | 16.9 |
No | 206 | 83.1 |
En la última semana | ||
Sí | 16 | 6.5 |
No | 232 | 93.5 |
Entre los lugares elegidos para consumir alcohol son, primordialmente, las fiestas familiares (60.2%), en casa de sus amigos (14.8%), en antros (13%) y el 12% bebe alcohol en su casa. Las personas con quienes acostumbran a consumir alcohol, principalmente, son familiares (58.3%), el 36.1% lo hace con los amigos y el 5.6% bebe solo.
Al analizar el patrón de consumo de alcohol por sexo (tabla 2), se encontró que el 76.8% de los hombres y el 82.7% de las mujeres tiene un consumo de bajo riesgo, el 19.6% y el 17.3% presentan consumo de riesgo respectivamente, mientras que el 3.6% de los hombres muestran consumo perjudicial; cabe señalar que las mujeres no reportaron este último patrón de consumo. Igualmente, no se identificaron participantes con datos de dependencia.
Patrón de consumo | Masculino | Femenino | ||
---|---|---|---|---|
f | % | f | % | |
De bajo riesgo | 43 | 76.8 | 43 | 82.7 |
De riesgo* | 11 | 19.6 | 9 | 17.3 |
Perjudicial | 2 | 3.6 | 0 | 0 |
Dependiente | 0 | 0 | 0 | 0 |
* X2=2.05, p = 0.35, gl = 3.
Estos resultados permitieron identificar que el consumo de alcohol en esta población refiere un comportamiento similar entre hombres y mujeres, tal como se muestra en la tabla 2, ya que no se encontraron diferencias significativas del consumo entre estos.
Además, se pudo verificar la relación entre el consumo de alcohol de los padres de los adolescentes que consumen alcohol y los que no consumen (p = 0.000), lo que puede indicar que los adolescentes que conviven con padres consumidores tienen mayor probabilidad de consumir alcohol (tabla 3). También, que el ingerir alcohol puede ser visualizado por los jóvenes como una actividad normal en la que los procesos de aprendizaje por observación en la conducta de una persona modelo estimula pensamientos, actitudes o conductas, lo cual puede estar teniendo un papel importante en el establecimiento del inicio de consumo de alcohol en estos jóvenes12.
Discusión
Los resultados permitieron evidenciar al consumo de alcohol como un problema de salud en los adolescentes; al comparar el consumo alguna vez en la vida, se encontraron datos mayores (59.3%) a los reportados por la Encuesta Nacional de Adicciones del 20115 (42.9%) y a otro estudio realizado en población veracruzana10 (58.3%), probablemente porque el alcohol se ha identificado como una droga de fácil acceso para los jóvenes, quienes se muestran susceptibles al consumo de alcohol; sin embargo estos datos son menores a los encontrados en otra investigación11 donde el 71.4% ha consumió alcohol alguna vez en su vida.
En este estudio la cerveza se muestra como la bebida de elección, dato que es similar a los resultados nacionales5 y a los de otras investigaciones8,10, lo cual puede señalar que la cerveza es una bebida alcohólica de fácil adquisición en el comercio y la de más bajo costo, por lo tanto facilita su acceso a este grupo.
Respecto al número de bebidas estándar consumidas, este estudio encontró que consumen en promedio 3.1 copas en un día típico, lo cual es menor a lo encontrado en el estudio realizado en España2 donde 7.5 copas estándar son la media encontrada en su muestra; al categorizar el número de copas consumidas en un día típico esta investigación revela que 5.2% consume más de 6 copas, lo cual es menor a lo reportado en la investigación realizada en Veracruz en el 2012, donde la población de estudio presentó este comportamiento en un 19%11.
Se conoce que el consumo de alcohol en los jóvenes de 1217 años es una conducta que prevalece, primordialmente, en los hombres como lo ha revelado la Encuesta Nacional de Adicciones5 desde el 2002, que en su última edición informó que el 41.6% de los hombres y el 29.6% de las mujeres de este grupo etario ha consumido alcohol, lo cual es menor a lo encontrado en esta investigación, que identificó que el 51.8% de los hombres y el 48.2% de las mujeres ingieren alcohol.
En lo referente a los patrones de consumo de alcohol, se encontró que en estos jóvenes prevalece el consumo de bajo riesgo (79.6%) dato que difiere de los encontrados en estudiantes argentinos (24.1%)4, en otra población mexicana (26.7%)7 y en lo reportado en estudios en el estado de Veracruz (40% y 28.5%)10,12; sin embargo estos estudios coinciden en que el consumo de bajo riesgo es el que se encuentra con mayor frecuencia en esta población, dato importante porque al parecer los jóvenes cuidan su forma de consumo. Pero lo anterior no los exenta de aumentar la ingesta de alcohol si continúa la exposición a esta droga, lo que puede llevarlos a otros niveles de consumo más severos, pues estas mismas investigaciones reportan casos de consumo de riesgo y perjudicial en este mismo grupo, lo cual puede darse en ocasiones por la tolerancia, producto de la neuroadaptación al consumo de alcohol, lo cual puede ocasionar un mayor nivel de consumo de la sustancia15,16.
Por otro lado, es grato observar que un gran número de participantes resultaron abstemios (56.4%), no obstante, en ellos se debe continuar la tarea preventiva, puesto que los factores latentes que se encuentran en el entorno en el que se desarrollan pueden motivar el consumo de sustancias etílicas, de ahí la importancia de establecer intervenciones en la escuela, pues se ha configurado como el medio predilecto para la prevención del consumo de alcohol en adolescentes17.
Por otra parte, se reporta que el 43.1% de los padres de estos jóvenes ingieren bebidas alcohólicas, de estos el 24.6% contestó que es el padre quien consume alcohol, el 7.3% refirió que es la madre quien bebe y el 11.3% menciona que ambos hacen uso de esta sustancia, encontrándose influencia del consumo de los padres en los hijos consumidores (p< 0.000) al igual que el estudio realizado en España2, donde se encontró que existe mayor probabilidad de consumir alcohol en los jóvenes cuando los padres hacen uso de estas sustancias; esto puede darse debido a que los padres constituyen una figura modelo para el adolescente, que favorece o protege al mismo sobre la conducta del consumo de alcohol12. Este último resultado plantea la necesidad de incluir a los padres en las actividades realizadas en las intervenciones de prevención o reducción del consumo, quienes probablemente no dimensionen el impacto que tiene su consumo en su hijos, pues esta actividad puede formar parte de la vida cotidiana de estas familias, lo que impide ver al consumo de alcohol como un riesgo para la salud de sus hijos y de toda la familia17,18.
Conclusiones
Los hallazgos de esta investigación permitieron conocer que el consumo de alcohol se presentó en esta población a partir de los 5 años con una media de 11.5 años, lo cual puede estar incentivado por diversos factores como el ámbito que los rodea, de manera primordial, el consumo de los padres quienes son un modelo a seguir por el hijo, lo que incentiva que los jóvenes inicien un consumo experimental por la cercanía con el alcohol, el cual está inmerso en su diario vivir; de tal modo, que inician con un consumo precoz que puede ocasionarles daños no solo en la esfera física, sino emocional y social, ya que los adolescentes son volátiles, lo cual los expone a riesgos que pueden conducir al consumo precoz de alcohol.
Un tercio de la población estudiada vive solo con uno de sus padres u otros familiares, lo que muestra un contexto familiar desintegrado, aspecto que puede influir en la toma de decisiones que los adolescentes ejecutan y detonar el inicio precoz de consumo de alcohol.
Por otro lado, este estudio encontró que no existen diferencias significativas entre el consumo de hombres y mujeres, dato preocupante por las características físicas de las mujeres, ya que su organismo metaboliza el alcohol más lentamente que el hombre, y llegan más rápidamente a la embriaguez. También, este resultado puede estar incentivado porque se le ha dado mayor libertad a la mujer desde la etapa juvenil a seguir conductas que, anteriormente, se visualizaban solo en los hombres. Además, se identificó que el consumo de riesgo es totalmente similar entre estos grupos, lo cual es un comportamiento que puede dejar expuesta a estas jóvenes a realizar conductas de riesgo, entre las que destacan, las relaciones sexuales sin protección, muy ligadas a patrones de consumo nocivo.
Cabe mencionar que es importante continuar realizando tamizajes donde se detecte de manera oportuna el consumo de alcohol y los factores de riesgo que fomentan su aparición, ya que el consumo de sustancias adictivas es un problema que puede prevenirse, de ahí la importancia de la detección en edades tempranas que permita atender mediante proyectos de intervención aspectos que hagan vulnerables a los adolescentes, así como fortalecer habilidades o características que puedan tener un efecto de protección.
Finalmente, lo antes descrito resalta la importancia de atender el problema del consumo de alcohol en los adolescentes, en donde el personal de salud, especialmente los enfermeros, desempeña un papel fundamental en acciones de prevención, de manera particular, en el establecimiento de estilos de vida saludables y la prevención de conductas de riesgo, entre ellas, el uso de alcohol. Donde se requieren intervenciones eficaces que tomen como base la identificación de factores de riesgos y protección que eviten o disminuyan el consumo de alcohol en adolescentes, en las que se recomienda incluir la participación de los cuidadores primarios de estos jóvenes.
Responsabilidades éticas
Protección de personas y animales. Los autores declaran que para esta investigación no se han realizado experimentos en seres humanos ni en animales.
Confidencialidad de los datos. Los autores declaran que han seguido los protocolos de su centro de trabajo sobre la publicación de datos de pacientes.
Derecho a la privacidad y consentimiento informado. Los autores declaran que en este artículo no aparecen datos de pacientes.