Introducción
En la actualidad, la sociedad y el sector sanitario en específico enfrentan graves retos relacionados con los problemas de malnutrición. Si bien en el mundo la prevalencia de desnutrición se ha reducido1, y con ello las secuelas que dejan en los individuos y la sociedad2, de manera alarmante se han incrementado las prevalencias de sobrepeso y obesidad3,4, tanto en países desarrollados como en vías de desarrollo5. Tal situación, por su magnitud y rápido crecimiento, ha sorprendido al sector sanitario, pues sus consecuencias generan graves problemas a la salud individual y colectiva, así como en la economía personal, familiar y nacional6,7.
Bajo este contexto internacional se enmarca la salud y la nutrición de la población mexicana en la que, aunque en magnitud diferente, coexisten tanto desnutrición como obesidad8-12. Cabe señalar que las fuentes citadas se apoyan en información obtenida a partir de encuestas, las cuales constituyen bases de datos que arrojan información generalizada. Sin embargo, no consideran las particularidades del contexto biosociocultural en el que viven muchas de las pequeñas poblaciones de ancestría indígena, el cual, a su vez, es codeterminante de la condición nutricional de éstas, información que resulta de gran importancia para implementar prácticas de intervención comunitaria desde la enfermería.
Por lo anterior, se consideró relevante estudiar el estatus nutricional que guarda un grupo de escolares de cultura otomí residentes en una comunidad del centro de México en situación de marginación alta13. Se asume que, dadas las condiciones materiales de subsistencia de estos menores por efecto de la transición alimentaria, pudiesen encontrarse en riesgo de padecer desnutrición global o crónica, así como los padecimientos emergentes derivados del sobrepeso y la obesidad.
Métodos
De enero a junio de 2018 se llevó a cabo un estudio prospectivo y transversal, el cual consistió en realizar una encuesta antropométrica en una escuela primaria de la localidad de San Lorenzo Malacota, ubicada en el municipio de Morelos, Estado de México, México (Figura 1). En relación con el Instituto Nacional de Pueblos Indígenas, se registró que 36.9% de la población de este municipio es hablante de lengua indígena14.
En esta comunidad, como se pudo observar durante el trabajo de campo, aún se mantienen prácticas culturales propias de su cultura otomí, como son el uso de la propia lengua (26%)15 y la siembra de la milpa (maíz, frijol, chilacayote, chiles y nopales). Asimismo, se conserva el uso de vestimenta tradicional por las mujeres adultas y la celebración de festividades como la rogación para el buen temporal durante el mes de mayo (ceremonia en la que se pide al santo patrono -San Lorenzo- que lleguen las lluvias para lograr buena cosecha), entre otras.
Según el Censo de Población y Vivienda 201015, esta localidad cuenta con 3255 habitantes (1545 hombres y 1710 mujeres), por lo que se le considera población urbana. Sin embargo, es necesario considerar que 11.5 % de la población es analfabeta y el grado escolar promedio es de 5.8 años.
Para el desarrollo de este trabajo se consideró una muestra por conveniencia constituida por 214 personas de la comunidad (115 niñas y 99 niños), de entre 6 y 12 años de edad, que corresponden al total de los menores inscritos en la escuela primaria Mariano Riva Palacio, de quienes se recabaron los valores de estatura y peso, de acuerdo con las técnicas internacionalmente aceptadas16.
Para medir la estatura se empleó un estadiómetro de pared marca ADE, modelo MZ 10017, el menor se colocó de pie sin zapatos, cuidando que se mantuviera lo más erecto posible y que la cabeza estuviera en posición del plano de Frankfort. Por su parte, para la toma del peso se utilizó una báscula digital marca ADE modelo M320600, se colocó al sujeto sobre la plataforma del aparato, vigilando estuviera parado en el centro de la misma. Dado que el estudio se realizó en el interior del plantel educativo, los sujetos fueron medidos portando la menor cantidad de ropa posible. Con estas medidas se calculó, para cada uno de los menores, el índice de la masa corporal (IMC = peso [kg]/altura [m2]).
A partir de la fecha de nacimiento y la fecha de estudio de cada menor se obtuvo su edad decimal, edades que se utilizaron para conformar grupos de edad anuales definidos por ±0.5 años alrededor del entero. Por ejemplo, el grupo de seis años incluyó a todos los menores cuya edad decimal se encontraba entre 5.50 y 6.49 años, y así sucesivamente (Tabla 1).
Edad | Femenino | Masculino | Total |
---|---|---|---|
6 | 11 | 5 | 16 |
7 | 23 | 32 | 55 |
8 | 16 | 14 | 30 |
9 | 17 | 23 | 40 |
10 | 21 | 6 | 27 |
11 | 21 | 8 | 29 |
12 | 6 | 11 | 17 |
Total | 115 | 99 | 214 |
En el proceso de medición y entrevista con los menores y sus tutores se respetaron los criterios éticos establecidos en la Declaración de Helsinki y en el Reglamento de la Ley General de Salud en Materia de Investigación para la Salud17. De igual forma, se obtuvo el consentimiento bajo información de los padres o tutores de los menores participantes, así como la aprobación de las autoridades escolares.
Para estimar el estatus de nutrición se emplearon como indicadores el peso para la edad, estatura para la edad y el IMC para la edad. Los datos de cada variable se compararon con los respectivos valores proporcionados en los referentes de la Organización Mundial de la Salud18-21, por medio del programa de cómputo WHO AnthroPlus versión 1.0.422. Se clasificó con bajo peso o baja talla a los niños cuyo puntaje z del peso para la edad, estatura para la edad o IMC para la edad fuera menor a -2 DS. Se clasificó con sobrepeso u obesidad cuando los puntajes z del peso para la edad o el IMC se ubicaron por arriba de una desviación estándar. Las puntuaciones z de los tres indicadores seleccionados se compararon en los sujetos de uno u otro sexo y sin distinción de edad con el referente de la OMS, a través de la construcción de intervalos de confianza (IC, 95%) para una media.
A partir de las tablas de contingencia de dos entradas generadas con la clasificación de los menores por sexo y estatus nutricional, se evaluó la significación estadística de las diferencias entre los sexos para los tres indicadores antropométricos (prueba ji cuadrada de independencia). A continuación, con los datos estandarizados se evaluaron las diferencias entre los datos generados en este grupo de menores y el referente de la OMS por grupo de edad y sexo. Finalmente, se evaluaron las diferencias de las medidas estandarizadas entre niños y niñas para cada indicador antropométrico. El análisis estadístico de los datos se llevó a cabo con el programa SPSS v. 22 y una hoja de cálculo.
Resultados
En la Tabla 2 se presenta el estatus nutricional con base en los tres indicadores por sexo. Como puede constatarse, prácticamente no hay escolares con peso bajo en la muestra de estudio, pese a que el porcentaje de menores de uno u otro sexo clasificado con sobrepeso/obesidad se encuentra alrededor de 23%. Por su parte, la estatura baja para la edad aparece en un número escaso de menores, aunque hay un poco más de niños que de niñas en esta condición (3.5% vs. 9.1%). En el caso del IMC para la edad, se observa casi nula presencia de desnutrición, pero sí la de sobrepeso/ obesidad en alrededor de un tercio de los menores observados (28.4 % en total).
Estatus | Niñas | Niños | Total |
---|---|---|---|
Peso para la edada | n = 76 | n = 74 | n = 150* |
Peso bajo (z < -2) | 0.0 | 2.7 | 1.3 |
Normal (-2 ≤ z ≤ 1) | 77.6 | 73.0 | 75.3 |
Sobrepeso (1 < z ≤ 2) | 14.5 | 18.9 | 16.7 |
Obesidad (z > 2) | 7.9 | 5.4 | 6.7 |
Total | 100.0 | 100.0 | 100.0 |
Estatura para la edadb | n = 115 | n = 99 | n = 214 |
Estatura baja (z < -2) | 3.5 | 9.1 | 6.1 |
Estatura normal (z ≥ -2) | 96.5 | 90.9 | 93.9 |
Total | 100.0 | 100.0 | 100.0 |
IMC para la edadc | n = 115 | n = 96 | n = 211 |
Desnutrición (z < -2) | 0.9 | 0.0 | 0.5 |
Normal (-2 ≤ z ≤ 1) | 70.4 | 71.9 | 71.1 |
Sobrepeso (1 < z ≤ 2) | 20.0 | 15.6 | 18.0 |
Obesidad (z > 2) | 8.7 | 12.5 | 10.4 |
Total | 100.0 | 100.0 | 100.0 |
a χ2 = 2.96, 3 gl, p =0.40; b χ2 = 2.94, 1 gl, p =0.09; c χ2 = 2.13, 3 gl, p =0.55.
* Se incluyeron únicamente los casos menores o iguales a diez años de edad, dado que los referentes de la OMS del peso para la edad sólo llegan hasta este grupo etario.
En la Figura 2 aparecen las distribuciones del IMC por grupos de edad y sexo. En los niños se encontraron diferencias significativas del patrón de referencia a los 7 y 12 años, mientras que en las niñas a los 9, 10 y 11 años. En el caso de los otros dos indicadores (peso para la edad y estatura para la edad), no se observaron diferencias significativas, excepto para la estatura para la edad: en las niñas, a los siete años, y en los niños, a los nueve.
En el Tabla 3 se presenta el significado de las diferencias entre los sexos para los tres indicadores de nutrición. Se advierte que los intervalos de confianza incluyen al valor nulo, por lo que se concluye que las puntuaciones z se distribuyen de manera semejante entre niños y niñas.
Puntuaciones z/ Sexo | n* | Media | D.E.* | IC - 95% diferencias | |
---|---|---|---|---|---|
Peso para la edad | |||||
Femenino | 76 | 0.01 | 1.21 | -0.36 | 0.43 |
Masculino | 74 | -0.02 | 1.26 | ||
Estatura para la edad | |||||
Femenino | 115 | -0.34 | 1.12 | -0.13 | 0.45 |
Masculino | 99 | -0.50 | 1.04 | ||
IMC para la edad | |||||
Femenino | 115 | 0.36 | 1.13 | -0.44 | 0.19 |
Masculino | 96 | 0.48 | 1.20 |
* n = número de individuos; D.E. Desviación Estándar
Discusión
Entre 1978 y 1982 se llevaron a cabo, con objetivos diferentes, diversos estudios antropométricos en el área circunvecina de nuestro estudio, los cuales dan cuenta de las condiciones adversas en las que creció y se desarrolló la población indígena, hablantes principalmente de mazahua y otomí23-25.
Conviene recordar que el presente estudio se hizo en un grupo de escolares entre 6 a 12 años de edad, periodo durante el cual la velocidad de crecimiento es relativamente lenta y los requerimientos energéticos son menores. Por consiguiente, es poco probable, salvo en casos de extrema depauperación, estimar la presencia de desnutrición actual a través del indicador peso para la edad; lo que puede explicar la ausencia de dicho padecimiento, aunque no se excluye la posible deficiencia de micro nutrimentos. En contraste, aunque en proporción baja, se encontraron casos con sobrepeso/obesidad.
Aunado a lo anterior, se destaca que, al utilizar como indicador la estatura para la edad sí se registraron menores con baja talla, lo que, acorde al contexto en el que crecieron, pudiera deberse a que padecieron desnutrición durante los primeros años de su vida además el subsecuente proceso de homeorresis que puede ocurrir al término del primer brote de crecimiento26,27. En consecuencia, esta desarmonía en el crecimiento se traduce en el IMC, el cual indica el mayor porcentaje de escolares con sobrepeso/obesidad.
Por su parte, en comparación con los parámetros expuestos en la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición 201228,29, los menores de esta comunidad otomí muestran una prevalencia menor de sobrepeso y obesidad (27.9%) a las reportadas a nivel nacional (34.4%) y estatal (36.7%) sin distinción de sexo; tendencia semejante se observa al separarlos por sexo y según su categoría de sobrepeso y obesidad (Tabla 4).
Grupo | Sobrepeso | Obesidad | Sobrepeso y obesidad | ||||||
---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|
Niños | Niñas | Todos | Niños | Niñas | Todos | Niños | Niñas | Todos | |
San Lorenzo Malacota, Estado de México | 16.7 | 18.3 | 17.5 | 11.5 | 9.6 | 10.4 | 28.2 | 27.9 | 27.9 |
ENSANUT 100k 201830 | 15.7 | 16.5 | 16.1 | 17.6 | 12.9 | 15.3 | 33.3 | 29.4 | 31.4 |
ENSANUT 100k 201230 | 18.0 | 19.2 | 18.6 | 14.0 | 10.8 | 12.4 | 32.0 | 30.0 | 31.0 |
ENSANUT 2012, Nacional28 | 19.5 | 20.2 | 19.8 | 17.4 | 11.8 | 14.6 | 36.9 | 32.0 | 34.4 |
ENSANUT 2012, Estado de México29 | 22.2 | 21.5 | 21.8 | 17.2 | 12.5 | 14.8 | 39.3 | 34.0 | 36.7 |
En relación con la ENSANUT 100k/201830, que incluye los datos extraídos de las comunidades del país con hasta cien mil habitantes, se observa que en un lapso de seis años (2012-2018) la obesidad aumentó en menores de uno u otro sexo (de 10.8% a 12.9% en niñas y de 14.0% a 17.6% en niños), y el sobrepeso bajó (de 19.2% a 16.5% en ellas, y de 18.0% 15.7% en ellos). En los niños del presente estudio la prevalencia del sobrepeso fue superior y la de obesidad fue menor a los datos más recientes de la ENSANUT 100K (2018).
Una posible explicación a la baja presencia de obesidad en la comunidad de estudio se relaciona probablemente con el apego a su identidad cultural, es decir, a la relativa diversidad de alimentos que incluyen en su dieta tradicional, cuestión que se explora en otras investigaciones. Al respecto, Arias et al.23, apoyados en estudios realizados en comunidades mazahuas y otomíes circunvecinas a la población de estudio, refieren que su dieta incluye productos que cultivan tanto en su milpa como en huertos familiares tales como: maíz, frijol, haba, chayote, calabaza, chilacayote, chile y tomate, y productos silvestres que proporciona la milpa durante la temporada de lluvias: quelites, verdolagas y gran variedad de hongos, así como nopales, tunas, capulín y tejocote, además de charales.
A su vez, las tortillas y sopes son indispensables en la dieta, pues consumen poca carne y con más frecuencia el pollo; no así el pescado por su alto costo. Sus alimentos en casa generalmente los acompañan con agua simple o de frutas. Si bien aún conservan en gran medida el tipo de dieta mencionado, a lo largo del desarrollo de los trabajos en la presente investigación, se observó que durante el descanso en la escuela se venden alimentos preparados con alto contenido energético como choriqueso, hamburguesas y tortas, entre otros, o bien comida chatarra, sin faltar los refrescos.
La actividad física es muy importante para mantener una buena condición nutricional, así que debe tomarse en cuenta que los escolares estudiados ciertamente no tienen hábitos sedentarios, puesto que la gran mayoría de ellos tiene que desplazarse caminando31 diariamente de sus hogares a la escuela y de ésta a sus hogares, dado el escaso acceso a medios de transporte motorizados.
Conclusiones
Si bien se registran pocos casos con obesidad en los escolares de San Lorenzo Malacota, la tendencia podría ir en aumento, dado que esta población se encuentra cercana a la carretera que comunica con Ixtlahuaca, lo que significa tener fácil y rápido acceso a alimentos industrializados con alto contenido energético y ricos en azúcares y sal. Sin embargo, hoy en día esto no ha sido tan marcado como ocurre en otras pequeñas comunidades en las cuales, por malos hábitos alimentarios, también se incrementan las caries.
Los resultados obtenidos nos presentan un buen ejemplo para todos aquellos profesionales de la salud que buscan implementar medidas de intervención para incidir en la condición nutricional de los escolares. Una vez que se conoce la situación que guarda la comunidad (información cuantitativa), resulta fundamental conocer las prácticas culturales particulares (incluyendo aquellas económicas) relacionadas con el proceso de alimentación-nutrición (información cualitativa); hábitos alimentarios, disponibilidad de alimentos, su tipo y forma de obtención, su significado y gusto, entre otros aspectos. Con base en esta información se podrá realizar, junto con la comunidad, como lo señala la estrategia de Atención Primaria de la Salud, los ajustes pertinentes, sin desarticular las prácticas ejercidas ancestralmente por la comunidad, las cuales les han beneficiado en su condición nutricional.