La agrupación cultural conocida en Chiapas como “El Ateneo” se configuró hacia la segunda mitad del siglo XX, teniendo su sede en la ciudad de Tuxtla Gutiérrez, Chiapas. Fue una agrupación de intelectuales que a su vez giró alrededor de una institución oficial, encargada por el Gobierno del Estado para hacer tareas de difusión de la Cultura. Contra lo que pudiera pensarse, existen escasas reflexiones acerca de la influencia real que esta agrupación ejerció en el estado de Chiapas, no obstante el reconocimiento amplio de la importancia que tuvo. En el libro de Fabio Alexis de Ganges López se aborda no tanto la historia de esta agrupación, sino su contribución a crear una imagen de Chiapas cuyo resultado en palabras del autor sería un regionema. Es Chiapas Como región imaginada un planteamiento original cuya exposición en este libro despierta la discusión acerca de cómo se configuraron la identidad y el sentimiento chiapanecos, temas que merecen una discusión amplia.
El libro está dividido en cuatro capítulos, más las conclusiones y una introducción. Complementan el contenido las referencias bibliográficas y tres anexos. El autor intenta a través de las páginas del libro citado, construir un ámbito regional que a la vez que es histórico, también es imaginado como lo testimonian variados textos publicados en la revista del Ateneo de Ciencias y Artes de Chiapas, que son el material empírico analizado. Desde un enfoque que sitúa a la región como concepto básico, el autor, Fabio Alexis de Ganges López, presenta una mirada nueva para entender la formación del estado de Chiapas desde la óptica de una región imaginada, recordando el planteamiento de Benedict Anderson expuesto en su libro Comunidades Imaginadas: reflexiones sobre el origen y la difusión del nacionalismo (2006).
El capítulo 1 de Chiapanequismo introduce al lector la propuesta de un Chiapas como región histórica, cultural e imaginaria, capítulo que también expone la perspectiva teórica del autor basado en la hermenéutica para construir lo que él llama un regionema. Es decir, el capítulo 1 contiene el posicionamiento teórico de Fabio Alexis de Ganges López. En el capítulo 2, el autor reseña lo que se ha escrito acerca del Ateneo de Ciencias y Artes de Chiapas pero también alude a las generaciones de intelectuales de quienes integraron la agrupación bajo análisis. Así mismo, de Ganges López hace justa referencia al texto escrito por Héctor Cortés Mandujano, Chiapas Cultural. El Ateneo de Ciencias y Artes de Chiapas (2006), como un esfuerzo pionero por situar históricamente al Ateneo. En el capítulo 3, de Ganges López examina un período histórico de Chiapas que va de 1892 a los años posteriores al gobierno que encabezó el gobierno de Chiapas de 1948 a 1952. Es sugerente que el autor de Chiapanequismo utilce una frase que da título a un libro de Dolores Camacho y Arturo Lomelí titulado Francisco J. Grajales Godoy: A Caballo hacia la Modernidad (2000). En el capítulo 4, de Ganges López analiza las revistas del Ateneo con el propósito de mostrar cómo se construyó un Chiapas simbólico e imaginario. La revisión abraca desde el número 1 hasta el número 7 de la revista Ateneo, lo que es propiamente el material empírico para apoyar la construcción de una regionema. En las conclusiones, el autor resume los propósitos de su investigación y el contenido del libro. A continuación, se enuncian las referencias y los anexos; de estos, me parece muy interesante el número 2, “Tabla de Regionemos”.
Me ha sorprendido agradablemente el texto de Fabio Alexis de Ganges, aunque mis puntos de vista analíticos para definir a una región son muy diferentes. Así, en la definición de un ámbito regional me baso en los métodos de la ecología-cultural y ello conduce a preguntas y resultados muy diferentes a los aplicados por Fabio Alexis de Ganges López. En mi caso, además, está la influencia del análisis histórico-crítico que se origina en la obra de Carlos Marx, es decir, en el análisis de la economía política, método que apliqué a través de la obra de Ángel Palerm y Lawrence Krader. Es el método que seguí en mi libro La formación histórica de una región: los Altos de Jalisco (1986; 2021). Es decir, el contraste principal entre el enfoque de Alexis de Ganges López y el que he usado en el estudio de regiones, radica en que, desde mi punto de vista, una región es el resultado de una experiencia histórica concreta situada en los marcos de una economía política dada, mientras que de Ganges utiliza la antropología simbólica y la hermenéutica para situar su concepto de región.
En el libro de Fabio Alexis de Ganges me parece de especial interés la respuesta a la pregunta de cómo se configuró el sentimiento nombrado Chiapanequismo, porque sentimientos regionalistas los he encontrado en todas las regiones que he estudiado. En el caso de los Altos de Jalisco lo nombré “nacionalismo local”. Es un aspecto interesante porque, desde mi óptica, ese sentimiento regionalista es la contraparte dialéctica de la llamada Globalización, que en mis términos es el paso de la Historia Local a la Historia Universal. Es la tradición analítica de una antropología que encuentra sus líneas básicas en la obra de Julian Steward, Ángel Palerm, Eric Wolf o Lawrence Krader. En ese contexto me resulta muy sugerente un texto como el de Fabio Alexis de Ganges que propone distinguir a una región desde el imaginario a través de un análisis textual, me resulta útil para entender el proceso desde mi propio punto de vista. Además, en el caso de Chiapas, me parece un acierto relacionar el estudio regional con una historia de los intelectuales y sus expresiones y observar cómo influyeron esas ideas en la propia sociedad.
Un punto relevante que trata Fabio Alexis de Ganges es la relación del Ateneo con el poder local, particularmente con el Gobernador del Estado de Chiapas. Es un aspecto que no ha sido discutido y ofrece otro ángulo original en el texto mencionado. Me parece que el Ateneo fue la expresión de un esfuerzo de una parte de la intelectualidad chiapaneca de la época para resaltar una presencia y quizá nunca se plantearon poner en práctica un pensamiento crítico. Habría que situar a Chiapas en aquellos años de la segunda mitad del siglo XX, en el contexto de un país hiper centralizado, en el que la entidad aparecía, como lo dice el poeta, “como una flor al viento”. Es decir, quizá el Ateneo lanzaba un reclamo válido en un país tan centralizado políticamente y con sus acciones, la revista, los eventos, proclamaba “aquí en Chiapas también se piensa”. En ese sentido creo que un análisis de ese contexto enriquecería la visión propuesta en Chiapanequismo.
En otro aspecto, la formación de Chiapas como una entidad política es parte de la fragmentación de Centroamérica. En esta última hubo varios intentos por configurar una macro comunidad política que quizá alcanzó su punto más alto con Francisco Morazán. Ese proceso de fragmentación del que Chiapas forma parte, impulsó a los círculos de poder a elaborar “identidades nacionales” y Chiapas quedó en medio del proceso de desmembración de Centroamérica y su inclusión en el contexto político del Estado Nacional Mexicano. Al respecto son muy importantes los trabajos de Mario Vázquez Olivera. Es en ese contexto, es decir, en el proceso de forja de una “identidad chiapaneca” desde el estado, que actuó el Ateneo, quedando en medio del propósito del poder local de consolidarse al tiempo que con ello negociaba su inserción en el Estado Nacional Mexicano.
En el tipo de contexto que he señalado, me parece interesante comparar al Ateneo con grupos como el Saker-Ti en Guatemala. Porque lo que permitió a intelectuales de muy diferente formación académica e ideológica reunirse en un abigarrado grupo como lo fue el Ateneo, fueron los espacios abiertos por la Revolución Mexicana. Un grupo como el del Ateneo, como lo ejemplifica la represión del grupo Saker-Ti en Guatemala, hubiera sido imposible en el contexto político de Centroamérica, quizá con la excepción de Costa Rica. Por cierto, es un punto que conversamos largo con los colegas centroamericanos en el marco de aquellos Encuentros de Intelectuales ChiapasCentroamérica que auspició el desaparecido Instituto Chiapaneco de Cultura. Incluso discutimos ¿por qué un grupo de chiapanecos reclamó el cuerpo del comandante guerrillero Yon Sosa para sepultarlo en Tuxtla Gutiérrez? ¿Por qué, años después de ese suceso, otro grupo de intelectuales de Chiapas se encargó de las exequias de Mario Payeras, dirigente guerrillero guatemalteco cuyos restos también se depositaron en el panteón municipal de Tuxtla Gutiérrez?
Me parece muy importante seguir el análisis propuesto en Chiapanequismo con una investigación de largo aliento acerca de la Historia de las Ideas y de los intelectuales en Chiapas. El texto de Fabio Alexis de Ganges es muy estimulante al respecto y hace pensar en qué se discutía, por ejemplo, en el Seminario de San Cristóbal y por qué lo clausuró el Obispo Samuel Ruiz. Así mismo, qué pasaba en Comitán en los días en que Rosario Castellanos escribía Oficio de Tinieblas (1962) o Balum Canan (1957). Además se nos atraviesa el indigenismo y los antropólogos indigenistas como Carlo Antonio Castro. La veta está allí.
Albricias por un libro como Chiapanequismo que abre caminos a la investigación y con ello, espacios al pensamiento crítico.