Absolutamente marcado por la propuesta del autor de calentar la razón y corazonar, parto desde mi emoción como lector: El fin del imperio cognitivo. La afirmación de las epistemologías del Sur, es el libro de ensayo (por darle algún nombre) que más me ha conmovido en muchísimo tiempo. Su capacidad de articular temas ha conectado con mis búsquedas de comprensión de las lógicas y dinámicas de las sociedades del norte y del sur, tarea mil veces intentada desde las ciencias sociales pero que se dibuja tan lentamente que hace difícil llegar a trazos seguros que permitan identificar esas relaciones de conexión-similitud-diversidad-diferencia entre ellas. En ese sentido esta obra constituye un gran esfuerzo de lograr agudizar la mirada sobre en dónde se conectan y desde dónde aparecen disociadas, distanciadas y hasta enfrentadas. Ello se relaciona con la capacidad de Boaventura de salir de los prismas y visiones hegemónicas para abordar de forma compleja esa situación/relación histórica y presente.
La visión compleja es aliada indispensable de un abordaje así. Y es que desde unas de sus premisas principales: que el conocimiento del mundo excede en mucho el conocimiento occidental de él, su premisa es el reconocimiento de la diversidad epistemológica del mundo. Para ello deshace múltiples dualidades binarias estériles marcadas por las Epistemologías del Norte, con su carga cartesiana y positivista que ha monopolizado su interpretación. Algunas de esas premisas fundamentales para su superación: Ciencia/Política; ya nos había advertido en otras obras acerca de cómo se había logrado esta disociación; ¿cómo y por qué es que la ciencia debía desvincularse de la política?; ¿por qué no podía orientarse a la ética y lucha por la justicia? Otra central: Norte/Sur; rápidamente aclarará que no son ubicaciones geográficas; que junto al Norte imperial dominante también existen los Occidentes subalternos y, por supuesto, los sures imperiales en el propio Sur geográfico. Sin embargo, precisamente la visión integral superadora de ellas es la que le permite construir los hilos conectores explicativos. Es fundamental para comprender y superar esa dualidad: la línea abisal/abismal que en el plano cognitivo ha resultado la ordenadora de la realidad en clave superioridad/ inferioridad. Una línea que marcó y marca en la mentalidad colectiva (desde las dominantes hacia las dominadas), la existencia de una subhumanidad: las mujeres, lxs colonizadxs, lxs explotadxs, lo indígena, lo popular, lo campesino, lo esclavo… Tal cual hasta el día de hoy comprobamos cómo los derechos no se ejercen igual en los Estados-nación de norte que del sur (en estricta relación de si fueron o no colonias), tal cual no es el mismo valor de la vida, o el ejercicio y naturalización de la violencia… Lo que en los centros metropolitanos fue generado y asumido a nivel valórico, en las colonias y poscolonias sí se podía incumplir e incumple mediante la persistencia de prácticas naturalizadas de apropiación y violencia.
Occidente, desde su poder político-militar histórico, ejerció dominaciones físicas (impuso idiomas, religiones, sistemas productivos y de trabajo, legales…), pero más allá de ellas y con mucho más calado aún, instaló la forma de visualizar el mundo y a sus sujetos. La ciencia monumentalizada como único saber válido, que además debía ser neutral y presuntamente objetivo, como su monocultura principal; de la mano de las del tiempo lineal y acelerado moderno, la productividad desarrollista, la escala universal-global, las agudas diferenciaciones sociales en clave inclusión/exclusión, superioridad/inferioridad.
Sin embargo, al proponer romper dualidades no se queda en la del opresor/oprimido. Aunque resulte imposible obviar los sistemas modernos de dominación profundamente articulados y arraigados (capitalismo-patriarcado-colonialismo) que determinan fuertemente el curso y realidad de la humanidad y la naturaleza, demuestra una y otra vez las producciones y experiencias, las diversidad de visiones, las concepciones múltiples que desde ese sur negado múltiple, existen y que él engloba bajo las Epistemologías del Sur. De ahí que encontremos diseminadas por el mundo las emergencias alternativas que él identifica como zonas liberadas, apropiaciones contrahegemónicas o ruinas-semillas e incluso, más allá de esas materializaciones, la comprobación de que aunque las personas sufran dominaciones articuladas nunca estas son plenas y ello no les impide también gozar, buscar la felicidad en la precariedad impuesta o, sobre todo, históricamente haber resuelto acciones cotidianas para paliar las condiciones que les impone; y que para ello ha utilizado y construye constante conocimiento práctico-teórico. Sin minimizar la dimensión de esas dominaciones, parte por identificar que ante ese epistemicidio provocado desde el conocimiento occidental de negar e invalidar todos los otros conocimientos, ellos existen y encarnan la principal potencialidad respecto a que otros mundos sean posibles.
Pluriversidad de las fuentes, los Procesos y los campos de acción Para las Epistemologías del Sur
Resulta muy orientador comprobar cómo, para construir una propuesta que apela al conocimiento diverso y superador de lo colonial, Santos realmente recurre a, deberíamos decir, fuentes pluriversas. No solo dialoga y debate con intelectuales, aunque estos abunden; están también los líderes sociales o voces desde los propios movimientos. Como tales y pese a la dificultad de esa tarea, estas fuentes no son ni siquiera solamente escritas, sino que a la vez logra recoger una parte desde el conocimiento oral, desde las experiencias concretas. Con un prisma abierto en profundidad desde múltiples latitudes y culturas, géneros, tiempos, disciplinas e interdisciplinas como fuente, el tratamiento de temáticas será realmente múltiple, abordadas de forma interconectada. Aunque solo sea una enumeración, es oportuno mencionar algunas por lo motivadoras o sugestivas que pueden llegar a ser: desde pedagogías y metodologías extractivistas y no extractivistas al replanteamiento de los archivos y museos; desde las luchas y movimientos localizados múltiples: ambientales, indígenas, populares, feministas, afrodescendientes al neoliberalismo o neocolonialismo; desde el abordaje de los sentidos y la emocionalidad en relación con la racionalidad hasta la Pachamama o el swadeshi gandhiano; desde las autorías colectivas a la democratización y justicia cognitiva; desde los derechos de la naturaleza a la filosofía de la sagacidad, pasando por mingas epistémicas o el tratamiento del sufrimiento injusto.
Cuestionar el monopolio occidental del conocimiento lo lleva a dialogar con muchos de sus autorxs escritos: desde Foucault a Bourdieu, pasando por Marx, Lévi-Strauss, Fraser, Butler, Chomsky, B. Anderson, Habermas, Geertz, Yung, Orwell, Lovelock entre tantos otros, con la pregunta de fondo de hasta qué punto logran superar el eurocentrismo. De forma similar aborda a Paulo Freire, Fanon, Arturo Escobar, Rivera-Cusicanqui, Fals-Borda, Mariátegui, G. Gutiérrez, Dussel, Quijano, Acosta, Gronsfoguel, Santis, Luther King, entre muchos otros desde las corrientes y/o movimientos de pensamiento y acción americanos. Desde el pensamiento oriental, M. Gandhi recibe un tratamiento profundo muy esclarecedor de la mano de otros como Spivak, Gupta, Chakrabarty, Bahbba. Y muy abundante resulta también desde el pensamiento africano, sea árabe o no, con autores como Ibn Jaldun, Oruka, Mudimbe, Mbembe, Mbeki, J. y J. Comaroff, Ntuli, entre varios con los que dialoga para analizar múltiples experiencias desde los procesos de descolonización, sus filosofías, la poscolonia o las resistencias. También desde Oceanía, con voces diversas como las de las culturas maorí y otras (L. Watson entre otras).
Todo ese diálogo multidiverso para construir su propuesta plural de las Epistemologías del Sur. Pilares claves conceptuales resultan: la ecología de saberes (conocimientos, tiempos, productividades, reconocimientos y escalas) como diálogo intercultural complejo pero horizontal entre los múltiples saberes del mundo, especialmente los de sus grupos resistentes; precisamente su permanencia y creatividad a lo largo de la historia hasta la actualidad serían prueba irrefutable de la necesidad de esos cambios. La traducción intercultural e interpolítica entre movimientos es otra pieza clave necesaria; también las sociologías de las ausencias y emergencias para visualizar y permitir la construcción de alternativas que interrumpan las lógicas dominantes. Para ello la artesanía de las prácticas e investigación como propuesta manual y creativa de revelar esos otros saberes y sus propuestas en construcción.
Epistemologías del Sur, universidad, ciencia… y antropología
Una revisión y deconstrucción significativa propone Boaventura para la ciencia y la universidad, su institución preferente. Desde el nombre parte la reconstrucción: frente a ese conocimiento único que su nombre evoca ¿qué tal hablar de pluriversidad o de subversidad como dos propuestas que el autor plantea y que de alguna manera ha participado en poner en práctica mediante el Foro Social Mundial y/o la Universidad Popular de los Movimientos Sociales? Analizando su trayectoria y las interpelaciones que el mundo actual le hace, se pregunta acerca de sus móviles y objetivos. ¿Cuántos de ellos son por y para el ego del científico y el funcionalismo de esa universidad cada vez más neoliberal en la que precariamente participamos (mercantilización de conocimiento, títulos, investigación) y cuánto para lxs afectadxs, entre los que también se deben contar muchos de los propios investigadores?
¿Y qué señala Boaventura sobre la ciencia? Si el título del libro y su propuesta alude a la epistemología, la pregunta constante y fundamental es el para qué de la práctica y el conocimiento científico. También del para quiénes, aludiendo a quienes son los sujetos, los beneficiarios, los protagonistas de ese conocimiento. Sin duda, la rescata, pero sin lógicas abisales de ser ni el único ni siquiera superior como saber/conocimiento a los otros con los que debe convivir y, sobre todo, aprender a hacerlo. Las relaciones jerárquicas y desigualmente instaladas crean múltiples patologías y la ciencia moderna las acusa constantemente. Por tanto, como ya lo había señalado hace mucho: la ciencia como cualquier otro conocimiento es incompleto, es ignorante de lo que no trata y, sin embargo, ha carecido históricamente de humildad (ante su incompletud, sus inconsistencias, sus reduccionismos y simplificaciones, y también ante los daños y sufrimientos generados). Una actitud que todavía está a tiempo (tal cual lo hacen las corrientes más críticas) de poner en práctica mediante liberarse de la carga de creerse poseedora de todo el conocimiento, compartir con las otras expresiones humanas su comprensión y búsqueda de alternativas, posicionarse a favor de búsqueda de cambios sociales para las mayorías y el planeta. ¿Será capaz de dialogar ecológicamente con los saberes campesinos, femeninos, indígenas, orales, populares, marginales, emocionales, espirituales y otros, o se quedará enfrascada en resolver los problemas científicos que ella misma plantea? Hasta límites éticos presume el autor: los investigadores de las Epistemologías del Sur serán precarios, pues las luchas sociales no suelen estar financiadas por instituciones ni corporaciones ni programas funcionales a esas dominaciones. Por eso mismo plantea la superación del intelectual de vanguardia, tan habitual en los relatos emancipadores occidentales del pasado. Por el contrario, considera que su utilidad está en serlo de retaguardia; aquel que acompaña, facilita, suma su conocimiento e incluso puede llegar a promover procesos sociales, pero no es guía ni poseedor exclusivo de la conciencia ni la verdad.
Aunque identifiquemos con claridad el origen colonial de la antropología, qué duda cabe a estas alturas de que en su trayectoria cuestionó (y aportó los conceptos explicativos superadores) pilares fundamentales de esa Epistemología del Norte (racismos, relativismo cultural, inconmensurabilidad y dignidad de todas las culturas, valor de los saberes ancestrales, valor de la diversidad y lo intercultural). Por ello, la fuerza de la antropología crítica actual nutre y a la vez se puede sumar a la lógica de las epistemologías del Sur de Boaventura Santos. Sus propuestas de conocimiento artesanal no mecánico y sí creativo (¿qué son sino principalmente las etnografías, las historias de vida?…), de metodologías no extractivistas que se orienten a crear conocimiento para el cambio a sus protagonistas, o de ecología de saberes guardan una relación fundamental con la visión más amplia de la antropología en sus aportes al conocimiento general. Sin embargo, la interpela a su vez pidiendo su posicionamiento respecto al papel del/la investigador/a respecto a los sujetos investigados, a la utilidad de nuestras investigaciones, a su real aporte a las luchas sociales múltiples en estos tiempos límite, al cambio de las condiciones de esos grupos afectados, a cómo gestionar la autonomía de la investigación con las necesidades de los afectados. Invitados quedan pues, a corazonar con él. Intuyo que la mayoría, latirán creativamente.