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Migraciones internacionales

versión On-line ISSN 2594-0279versión impresa ISSN 1665-8906

Migr. Inter vol.2 no.1 Tijuana ene./jun. 2003

 

Artículos

 

Lazos cambiantes: comunidad y adherencias sociales de migrantes mexicanos en Chicago

 

Patricia Zamudio*

 

* CIESAS-Golfo.

 

Fecha de recepción: 28 de enero de 2003.
Fecha de aceptación: 18 de mayo de 2003.

 

Resumen

La formación de comunidades de migrantes en los lugares de destino no es un proceso lineal. Factores tales como la duración y dimensión de la migración, las condiciones de incorporación de los migrantes en la nueva sociedad, el interés para organizarse formalmente, los estilos de liderazgo y la construcción y las estrategias para el mantenimiento de vínculos facilitan o entorpecen este proceso. Abordar la comunidad de migrantes de Huejuquilla, Jalisco, a través del lente de la reproducción, mantenimiento y dispersión de sus adherencias sociales ayuda a aclarar las complejidades de sus vidas transnacionales. Este trabajo ilustra cómo las estrategias utilizadas por los migrantes para mantener adherencias sociales con sus paisanos y con su lugar de origen siguen más de una senda. Factores relacionados con el período en la experiencia migratoria, tanto personal como comunitaria, condicionan de manera importante las formas que la comunidad toma en un momento determinado.

Palabras clave: migración internacional, organizaciones de migrantes, redes sociales, Huejuquilla, Jalisco, Chicago, Illinois.

 

Abstract

The formation of migrant communities at their destination is not a linear process. Factors such as the length and size of the migration, the conditions affecting the migrants' incorporation into the new society, the interest in organizing formally, leadership styles, and strategies for maintaining connections all help or impede this process. Looking at the migrant community from Huejuquilla, Jalisco, through the lens of the reproduction, maintenance, and spread of its social cohesiveness helps to clarify the complexity of their transnational lives. This article illustrates how migrants' strategies to maintain social contacts with their fellow citizens and with their place of origin follow more than one path. Factors related to the stage in the migratory experience, both individually and for the community, significantly affect the forms that the community will take at any given moment.

Keywords: international migration, migrant organizations, social networks, Huejuquilla, Jalisco, Chicago, Illinois.

 

Introducción

La creación de comunidades de migrantes implica tanto la reproducción sin esfuerzo de patrones de interacción aprendidos antes de migrar como una elaboración más consciente de estrategias que incluyen la utilización de recursos presentes en las sociedades de origen y de destino —recursos nuevos o ya existentes pero que son resignificados—. La manera como los migrantes combinan dichos procesos tiene efectos sobre la forma que sus comunidades toman, las transiciones que estas comunidades experimentan y el lugar y significado que su tierra de origen tiene en sus vidas del otro lado de la frontera.

Estudios recientes sobre migración internacional han puesto atención en los temas de la construcción de comunidades de paisanos en los lugares de destino (Goldring, 1998; Hagan, 1998; Levitt, 1998; Smith, 1998) y de la preservación de lazos de estos paisanos con sus comunidades de origen, ya sea de manera formal (Fitzgerald, 2000; Itzigsohn, 2000) o informal (Levitt, 2002; Takenaka, 1999). En estos estudios se aborda, de manera más o menos explícita, la importancia de la preservación de los lazos de pertenencia y de las prácticas de reafirmación de membresía que guían la conducta de los migrantes en relación con su tierra natal.

Un aspecto que empieza a tratarse con mayor detenimiento es el que se refiere a los factores que condicionan la participación de los migrantes en sus comunidades de paisanos. Retomando la historia de la comunidad de huejuquillenses residentes en el área metropolitana de Chicago, trataré de mostrar los factores que influyeron para acercar o alejar a los paisanos entre sí y de su comunidad de origen, así como las alternativas que desarrollaron para seguir manteniendo lazos de pertenencia entre paisanos en Chicago y entre éstos y los que residían en Huejuquilla. Dividiré analíticamente la historia en cuatro períodos y mostraré cómo las diversas maneras en que los huejuquillenses residentes en Chicago mantuvieron sus lazos sociales con sus paisanos en Chicago y en Huejuquilla dieron origen a varias "formas" de la comunidad, las cuales privilegiaron diversas dimensiones de prácticas sociales —e.g., sociales, económicas y culturales (Levitt, 2002)— en diferentes etapas a lo largo de 30 años.

Analizar la comunidad en estos cuatro momentos mediante el lente de los "lazos cambiantes" nos provee una imagen compleja de cómo algunas comunidades de migrantes cambian a través del tiempo y cómo, a pesar de dichos cambios, el vínculo básico con su tierra de origen es constantemente renovado por recién llegados, retornados y quienes trabajan activamente por la preservación de tal vínculo.

Es importante aclarar dos cuestiones. Primero, en el texto utilizo el concepto adherencias sociales, que presenta una importante ventaja sobre el concepto lazos sociales (social ties) —definido como "una serie continua de transacciones interpersonales a las cuales los participantes adhieren intereses compartidos, obligaciones, expectativas y normas" (Faist, 2000:101)—. Cuando uso el concepto adherencias sociales me refiero, además de a los elementos contenidos en el concepto lazos sociales, al lugar (geográfico, social y simbólico) y al grupo específico hacia los cuales los migrantes huejuquillenses dirigen su atención y esfuerzo en la construcción de su vida -cotidiana y a futuro-. Así, mientras estos migrantes podían preservar lazos de pertenencia, tanto con Huejuquilla como con Chicago, cada lugar tuvo una preponderancia diferenciada -una "adherencia"- según la etapa de la historia migratoria de la comunidad y de la construcción de un patrimonio familiar, entre otros factores. Al mismo tiempo, las "dimensiones" de los lazos que prevalecieron en los diferentes momentos condicionaron la importancia relativa de cada uno de los lugares y grupos. Por ejemplo, en el primer y tercer períodos las dimensiones prevalecientes de dichos lazos eran de carácter cultural y político, de preservación de prácticas de reciprocidad y de membresía; en el segundo período, en contraste, prevaleció la dimensión económica, de incorporación a la sociedad de destino y de construcción de un patrimonio familiar.1

La segunda cuestión que debo aclarar es la forma como entiendo a la comunidad de huejuquillenses. En primer lugar, me refiero a todos aquellos que nacieron en Huejuquilla; en segundo, a sus hijos y a sus cónyuges no nacidos en dicho municipio. El análisis que presento adolece de lo que Wimmer y Glick Schiller (2002) llamarían "nacionalismo metodológico", con una posible consecuencia de reificación de la comunidad basada en su origen no sólo nacional sino municipal. Sin embargo, aun sin negar que en las interacciones de los huejuquillenses hubo desde el inicio de la experiencia migratoria personas que no eran ni huejuquillenses, ni jaliscienses, ni mexicanos -en el trabajo y en el acceso a servicios, por ejemplo-, el propósito de este escrito es precisamente ver las maneras en que ellos mismos fueron transformando, deslindando o acotando los límites y formas de su comunidad de paisanos.

Este artículo se basa en un estudio sobre migrantes huejuquillenses residentes en el área metropolitana de Chicago, que incluyó trabajo de campo y entrevistas de 1997 a 1999 tanto en Chicago como en Huejuquilla. Este diseño cumple con dos propósitos. Primero, como la gran mayoría de los participantes en el estudio nació y creció en el municipio de Huejuquilla el Alto, Jalisco, podemos suponer que hubo cierta uniformidad en sus experiencias anteriores a la migración. Segundo, investigar en ambos lugares permite la observación de dinámicas migratorias inaccesibles si sólo se investiga en el lugar de destino de los migrantes. La metodología de la etnografía multisituada se usa cada vez más en los estudios sobre migración y resulta en una visión más comprehensiva del fenómeno (Levitt, 2002; Smith, 2001; Kearney, 1995).

A continuación hago una breve descripción del municipio de Huejuquilla. Sigo con la descripción y análisis de los cuatro períodos en que he dividido la historia de la comunidad de huejuquillenses en Chicago. Termino con una reflexión sobre la especificidad del caso estudiado y sobre la perspectiva utilizada en el análisis de dicha historia.

 

Antecedentes sobre Huejuquilla

Esta sección tiene el propósito de describir la precariedad socioeconómica de la comunidad de origen de los huejuquillenses y de esta manera mostrar el marcado contraste entre los recursos que cada lugar -Huejuquilla versus Chicago- proporcionaba a los migrantes para cumplir sus expectativas de vida o, en sus propias palabras, "para salir adelante".

Huejuquilla está situada en la región norte de Jalisco, a más de 200 kilómetros de la capital estatal, Guadalajara, en la frontera con el estado de Zacatecas. Tiene un área de más de 700 kilómetros cuadrados. La historia del municipio se ha caracterizado por el aislamiento político y económico, debidos en parte al descuido persistente de los gobiernos estatal y nacional.

La población de Huejuquilla se ha incrementado poco desde los años sesenta, como se muestra en el cuadro 1. Entre 1960 y 1970 hubo una reducción dramática debida principalmente a la emigración. Según Nolasco et al. (1979), el "balance migratorio neto" de la década fue una emigración de 4 047 personas.

Huejuquilla ha sido un municipio pobre. La escasa disponibilidad de servicios, particularmente de electricidad y agua corriente, es ilustrativa de esta realidad. En 1970 sólo 24.42 por ciento de los 1 417 hogares tenían electricidad y únicamente 3.53 por ciento tenían un baño con agua corriente. Las condiciones no mejoraron en 1980, cuando el censo reportó que sólo 13.21 por ciento de un total de 1 711 hogares tenían electricidad, menos aun que en 1970. El porcentaje de hogares con un baño con agua corriente en 1980 fue de 5.03, no muy superior al existente diez años atrás. Para 1990 sólo están disponibles los datos de la electricidad, y la mejoría fue significativa, alcanzando 48.70 por ciento de los 1 881 hogares.

Por muchas décadas, la actividad principal de los huejuquillenses ha sido la agricultura y la cría de ganado, y aun cuando el porcentaje de personas ocupadas en actividades agropecuarias ha decrecido desde 1970, según muestra el cuadro 2, este grupo constituye una porción significativa de la población en 1990.

Otro factor que ilustra las condiciones de pobreza del municipio es la tasa de analfabetismo de los últimos años. En 1970, más de una tercera parte de la población mayor de seis años era analfabeta. Esta proporción disminuyó a casi la cuarta parte en 1980. Para 1990, sólo un 12 por ciento de la población mayor de 15 años de edad era analfabeta. Sin embargo, los avances en alfabetismo no se han reflejado en una mejoría en las oportunidades de trabajo disponibles para los huejuquillenses.

El acceso a los recursos básicos referidos es sólo una muestra de las condiciones estructurales que propiciaron y han mantenido, como se verá más adelante, la migración de los huejuquillenses hacia los Estados Unidos.

 

Lazos cambiantes

Como en el rancho

En la experiencia de los huejuquillenses de este estudio, la migración fue básicamente la única alternativa para poder trabajar y recibir una remuneración digna.2 Dejar su tierra, sin embargo, no implicó la ruptura de vínculos con ella, pero sí la adquisición de un creciente conocimiento acerca de otras oportunidades. Los huejuquillenses "pioneros" llegaron a Chicago alrededor de 1968, y desde entonces una cadena de migración empezó a atraer paisanos a esta parte de los Estados Unidos. Esta sección muestra la espontaneidad con la cual las prácticas sociales y culturales de convivencia entre paisanos generadas en el lugar de origen fueron reproducidas en el lugar de destino.

En Chicago "la economía de servicio emergía como la actividad más dinámica", al tiempo que la manufactura estaba declinando (Betancourt et al., 1993:124). Los huejuquillenses, como la mayoría de los migrantes en los Estados Unidos, ocuparon las posiciones peor pagadas de la industria de servicios (Betancourt et al., 1993; Sassen, 1988), pero esto representaba una mejoría con respecto a las oportunidades que había en Huejuquilla. Una vez en la ciudad, estos inmigrantes empezaron a trabajar en dicha industria, en particular en restaurantes. Jesús3 nos cuenta que "Había tanto trabajo entonces que usted podía moverse de un trabajo a otro cada día, si quería. Claro, la paga no era muy buena, pero convenía. Ahora es diferente: no se puede encontrar un buen trabajo fácilmente".

Las redes sociales condicionaron la posición de los huejuquillenses en el mercado de trabajo de Chicago (Massey, 1987; Portes, 1995). Los recién llegados contaban con sus paisanos para obtener un empleo temporal y recomendaciones para uno nuevo y mejor pagado. Tomemos el caso de Miguel, por ejemplo, quien llegó a Chicago invitado por un amigo que había estado en la ciudad por dos años. Cruzaron la frontera juntos con la ayuda de un "pollero". Después de llegar a la ciudad, Miguel trabajó primero en un restaurante, "con otro amigo de Huejuquilla". Después empezó a trabajar en un restaurante donde "todos los de Huejuquilla estaban trabajando". Había otro restaurante, en el suburbio de Morton Grove, que también sirvió como puerto de entrada para la trayectoria laboral de muchos huejuquillenses.

Encontrar un lugar donde vivir fue otro aspecto relevante en la construcción de la comunidad. Los huejuquillenses compartían su espacio con sus paisanos recién llegados y les ayudaban a encontrar el suyo propio, o permanecían juntos compartiendo los gastos y el trabajo doméstico.

¿En ese tiempo vivió usted solo, con su hermano o con otros parientes?

Mire, la segunda vez que vine, cuando apenas vine, vivía con mi hermano [y dos primos]. Éramos... cuatro.

¿Ustedes cocinaban o salían a comer?

No; todos cocinábamos. En ese tiempo no era tan común salir a comer. Cada uno lavaba sus propios... todo. Un día uno hacía las tortillas; otro día, el otro. Hacíamos tortillas de harina. Era mucho, porque hoy puedes hacer tortillas para dos días. Y era así. Y otro hacía la comida y otro [hacía otra cosa]. No, no había problema. Nunca peleábamos. No recuerdo haber visto [peleas].

En este primer período, la solidaridad se practicaba con base en las lealtades y adherencias sociales que los huejuquillenses habían construido antes de la migración, en Huejuquilla, a las cuales quizá no habían concedido la importancia y la trascendencia que ahora les daban.

Estos pioneros empezaron sus vidas en Chicago contando con sus parientes y amigos de su pueblo. Su comunidad era restringida, pero era una comunidad con lazos fuertes. La mayoría se conocía. Al principio, no había más de 15 hombres y podían contar unos con otros para todo. Estos pioneros empezaron a crear una comunidad cuyas adherencias sociales a la tierra de origen los impulsaban a la continua interacción con sus paisanos y a la expresión de solidaridad con los recién llegados. Y como en su pueblo, su conducta solidaria tenía también una base cultural en una reciprocidad esperada (Faist, 2000).

En resumen, durante este período, la tierra de origen se convirtió en el núcleo desde donde las adherencias sociales acumuladas fueron reproducidas activamente y "sin esfuerzo" en la sociedad de destino. En estas circunstancias, ayudarse unos a otros era no sólo una "obligación moral" y una "expectativa social"; también implicaba un esfuerzo por mantener una "buena posición" en su comunidad de origen y asegurar que parientes y amigos pudieran tomar ventaja del cumplimiento de las reglas de reciprocidad.

 

Crecen y se multiplican

Desde los años setenta y hasta 1991 la comunidad experimentó importantes transformaciones, principalmente en tamaño y en la composición de género de los que arribaban. Esta sección ilustra la forma en que la experiencia migratoria de individuos y familias crea condiciones que generan discontinuidades en el desarrollo de las comunidades de migrantes. Algunos elementos de dicha experiencia, como el incremento en el número de paisanos y la construcción de un patrimonio familiar, dificultan la preservación de una unidad comunitaria que incluya a todos los paisanos.

La comunidad crecía con la llegada constante de nuevos huejuquillenses. Como resultado del flujo constante, las experiencias de los migrantes se empalmaban, según su tiempo de migración y su lugar en el ciclo de vida, lo cual provocó que la conformación de las adherencias sociales de los huejuquillenses se hiciera compleja. Las adherencias hacia la tierra nativa y las que se crearon con sus paisanos en Chicago empezaron a divergir.

Primero, un número creciente de paisanos vivía ya en Chicago y estaba creando sus propios nichos de relaciones sociales. Al mismo tiempo, las mujeres se incorporaron al flujo, algunas de ellas para reunirse con sus esposos y otras para acompañar a sus padres y hermanos. Así, las presiones para construir un patrimonio y formar una familia en Chicago entraron en las vidas de los migrantes. Jesús afirma que "un trabajo es suficiente cuando estás soltero. Pero si quieres formar una familia, necesitas más de un trabajo. Y asegúrate de encontrar uno en una fábrica; el trabajo en un restaurante es muy 'matado' y no paga bien".

Todo esto pasaba al tiempo que más migrantes llegaban de Huejuquilla y demandaban ayuda de los ya establecidos. Estos factores estaban jalando a los huejuquillenses en direcciones separadas, decreciendo la intensidad de sus interacciones personales y el despliegue de reciprocidad entre el grupo entero de paisanos, por un lado, e intensificando esos procesos a pequeña escala, principalmente entre parientes y paisanos provenientes de la misma localidad, por el otro.

El núcleo original de pioneros que reproducía las adherencias desarrolladas en su tierra natal continuó haciéndolo en los Estados Unidos, pero mientras las redes se expandían ocurrió una dispersión en sus adherencias sociales. Primero, la dispersión espacial de los huejuquillenses se convirtió en un problema para mantener una interacción social entre paisanos, quienes vivían muy lejos unos de otros como para promover encuentros casuales. Segundo, los encuentros organizados no podían incluir a la mayoría de los paisanos en Chicago, porque su trabajo y obligaciones familiares llenaban la mayoría de su tiempo. Y tercero, entre más paisanos había era menos probable que hubieran tenido una relación en el municipio de origen, lo que implicaba el esfuerzo extra de crear nuevas amistades. Los huejuquillenses optaron, entonces, por reducir el número pero incrementar la fuerza de sus lazos con los paisanos: los lazos familiares y de amistad (previos a la migración) se convirtieron en la base para la continuación de las adherencias sociales entre paisanos en Chicago y con su tierra natal.

Las redes locales -en Chicago- de los migrantes se relacionaban entre sí sólo ocasionalmente. Pero el principal punto de referencia común para todos era Huejuquilla. Muchos sabían de eventos, chismes, muertes y bodas a través de Huejuquilla. La comunicación con el municipio no terminó con el movimiento. La gente viajaba tan seguido como podía, legalmente o no. El único factor limitante era el económico. Pero a veces ni siquiera éste, porque era posible hacer el viaje "de raite" con sus paisanos.

En este contexto, desde el principio los hombres tomaron el liderazgo para participar en las redes de paisanos en su tiempo libre de los fines de semana. En este tiempo surgieron algunos grupos de convivencia constituidos alrededor de su tipo de trabajo. Por ejemplo, muchos de los que trabajaban en restaurantes se reunían frecuentemente para compartir experiencias, quejas e información acerca de las oportunidades para mejorar sus condi ciones de trabajo. Lo mismo pasó con algunos hombres que trabajaban en la misma industria manufacturera. En contraste, las mujeres se vieron envueltas, desde un principio, en una doble jornada de trabajo (Chavira-Prado, 1992; Hochschild, 1989; Zavella, 1987). Como consecuencia, ellas no parecen haber creado sus propias redes de paisanos alrededor de su trabajo, aunque promovían la interacción entre las familias de los migrantes.

Así, a pesar de la dispersión de las adherencias entre los huejuquillenses en Chicago, la comunidad de origen continuó siendo el centro más importante para la renovación de identidades y lealtades. Los que nunca se veían en Chicago se encontraban durante la navidad en Huejuquilla. Y en el proceso de experimentar con otros inmigrantes las contradicciones de ser del municipio pero no estar en el municipio -recordándoles constantemente aspectos comunes con otros huejuquillenses pero también sus diferencias como migrantes-, se empezó a desarrollar una dimensión colectiva de su conciencia de ser migrantes. Esta conciencia no fue espontánea; venía con la seguridad de la presencia de otros como ellos en Chicago, quienes, si la necesidad se presentaba, estarían dispuestos a responder a sus llamados de ayuda en el nombre de su origen compartido.

 

Nace una organización

Este período de la historia de la comunidad empezó con la apreciación de algunos de que, a menos de que fuera hecho un intento consciente para mantenerla, no existiría más una comunidad incluyente de todos los paisanos. Entre 1991 y 1995 surgió una organización "formal" de huejuquillenses -un "club"- para reconstruir en Chicago las adherencias que, a pesar de haberse mantenido con respecto a Huejuquilla, habían sido erosionadas durante casi 20 años de continua inmigración de paisanos. Fue en esta época cuando algunos empezaron a darse cuenta de los cambios que la migración había operado en la manera como los huejuquillenses concebían su pertenencia a su comunidad.

El propósito de esta sección es analizar los elementos que contribuyeron a la reconstrucción de la comunidad y mostrar la importancia que cada uno tuvo en la promoción de un proceso de reconstitución de las adherencias sociales entre los huejuquillenses en Chicago. Esos elementos son la intermediación, el liderazgo y la comunicación. El primero ilustra las contingencias que dieron origen a la recreación de la comunidad de huejuquillenses, cuyos intereses fueron bien utilizados por un hombre entusiasmado con el proyecto. En el análisis del liderazgo se aprecian factores que afectan la lealtad de los miembros del grupo hacia los promotores de la reconstrucción de la comunidad, en relación con las concepciones de estos promotores acerca de los propósitos que la comunidad debía perseguir. La comunicación concierne a los medios que los líderes y seguidores utilizaron para recrear un sentido de comunidad y promover la participación y compromiso de los huejuquillenses en varios lugares de México y los Estados Unidos.

 

Intermediación

Los migrantes sabían que muchos otros huejuquillenses estaban viviendo en Chicago. Habían oído al respecto de sus parientes en Huejuquilla o de algunos otros amigos en Chicago. Por muchos años, sin embargo, nadie hizo algo para promover un encuentro de todos. A mediados de los años ochenta, un hombre educado y joven llamado Enrique emergió como intermediario para reconfigurar las adherencias sociales entre los paisanos. Él había llegado a Chicago con su padre (un migrante temporal que participó en el Programa Bracero) a principios de la década de los ochenta. Enrique desarrolló un interés por la educación y continuó con el trabajo de periodista que había iniciado en Huejuquilla. Así es como cuenta la historia:

Vine a Chicago en 1984. En 1990 había pasado mucho tiempo desde que no había visto gente [de Huejuquilla]. Estaba dedicado a mi trabajo y estudios, y a mi familia. Un día, de repente, un hombre llamado [nombre], de Rockford,4 me llamó para decirme que mi mamá me había mandado un queso.5 Fui a recoger el queso y él me llevó con [nombre] y [nombre] (pioneros que vivían en Rockford).

Este incidente, aparentemente sin consecuencia, fue importante para el desarrollo subsecuente de los eventos. En ese momento Enrique fue puesto en contacto con uno de los pioneros, quien también era uno de los hombres más populares entre los huejuquillenses. De inmediato nació un interés compartido en reconstruir los lazos que habían disfrutado en los tiempos tempranos de su migración a Chicago. Enrique describe la experiencia de la siguiente manera:

Sentí que estaba retornando a mis raíces. Y lleno de ese sentimiento, propuse una reunión. Pensé que todos estaban en la misma situación. En los setentas todos se conocían unos a otros, porque eran muy pocos. La fiesta alcanzó la meta de reunir a la gente. Entonces pensamos en la idea de la revista. Y de ahí en adelante...

Poco después de ese encuentro con sus paisanos, Enrique organizó un día de campo en un suburbio al noroeste de Chicago, el 4 de julio de ese año. Asistieron cerca de 30 personas. Ésta fue la primera de una serie de reuniones que tuvieron lugar una o dos veces por año. Un mes más tarde apareció el primer número de Adelante, una revista "para huejuquillenses y acerca de los huejuquillenses" editada por Enrique y enviada a muchos paisanos residentes en Chicago, en otras ciudades de los Estados Unidos y en Huejuquilla. Enrique se convirtió en uno de los principales líderes de sus paisanos y su participación fue decisiva para la supervivencia de la comunidad.

 

Liderazgo6

La organización fue conducida por personas que mostraron diferentes tipos de liderazgo (masculino), según su relación con los paisanos, sus propuestas y sus maneras de desenvolverse. Los más importantes fueron aquellos que poseían algunas de las características de los tipos ideales de autoridad propuestos por Weber (1978:215-216): "patriarcal-carismático" y "racional-carismático". En este caso, el elemento carismático consistía en que los huejuquillenses orientaban sus lealtades basados precisamente en el reconocimiento de las virtudes que tenían las personas que reclamaban autoridad. Las caracterizaciones "patriarcal" y "racional" se referían a las propuestas de los líderes con respecto a la organización.

Liderazgo patriarcal-carismático. Estaba basado en la "devoción al... carácter ejemplar de una persona individual". De esta forma, con este liderazgo se premió determinada conducta de un inmigrante particular. Esto es, durante muchos años de la migración de los huejuquillenses muchos paisanos necesitaron la ayuda de otros. Algunos pioneros dieron esa ayuda generosa e incondicionalmente a quienes la pidieron. Ellos asumieron una responsabilidad hacia otros basada en su estatus superior, producto de su mayor experiencia en Chicago, sus logros económicos y la construcción exitosa de un hogar. Se convirtieron en los "patriarcas" de la comunidad; se les buscaba en tiempos de necesidad y obtenían el consentimiento de otros cuando eran ellos quienes pedían contribución para ayudar a alguien en apuros. Los líderes patriarcales-carismáticos fueron todos miembros del grupo pionero. Eran conocidos y tenían la aprobación de la mayoría de los huejuquillenses. El fragmento de una plática con Miguel ilustra uno de los factores del respeto por estos líderes:

Y usted, ¿ha metido a otras personas de Huejuquilla [a trabajar en la fábrica]?

Yo fui uno de los que metió a muchos con los que trabajé ahí. He ayudado -no voy a mentirle a usted- a cerca de treinta personas.

¿Todos ellos de Huejuquilla?

No; pero muchos de los que llegaron de Huejuquilla vinieron a verme: [lista de nombres]. Había muchos de Huejuquilla trabajando ahí.

¿Y en dónde están trabajando ahora?¿Renunciaron?

¡Ajá!, renunciaron. Pero había muchos: [más nombres].

Los líderes patriarcales-carismáticos reproducían en Chicago las formas de solidaridad expresadas en Huejuquilla y por ello fueron los preferidos por la mayoría de sus paisanos para dirigir la organización. En el largo plazo, este estilo de autoridad probó ser el más efectivo para movilizar a los huejuquillenses en Chicago y animarlos a tener una participación organizada en su tierra de origen.

Liderazgo racional-carismático. Este modo de liderazgo fue ejercido por Enrique. La devoción que él recibió estaba basada en su éxito educativo, sus habilidades como profesor y periodista y su personalidad amigable. Así lo cuenta él: "Cuando voy a casa de alguien de Huejuquilla, ¡yo me meto hasta la cocina! Y ellos me cuentan sus historias porque saben que luego van a aparecer 'bien contadas' en la revista".

El aspecto racional de su liderazgo estaba en que difundía la "ilustración" de la comunidad a través de la revista y de los eventos que organizaba. Enrique pretendía que los huejuquillenses estuvieran mejor educados, que conocieran de poesía y literatura, que tuvieran presente los hechos históricos en que se vieron envueltos tanto mexicanos como mexicoestadunidenses y que trataran temas políticos. Además de responder a su interés personal, Enrique estaba también tratando de compartir con sus paisanos los recursos educativos adquiridos recientemente, en sus estudios de licenciatura. Enrique solía decir en tono de broma que "los huejuquillenses son muy listos, pero no leen mucho, y es por las condiciones precarias del pueblo [risa]. Un profesor mío decía que el interés por la lectura estaba en directa relación con la cantidad de excusados que había en un pueblo. No había muchos en Huejuquilla, pero aquí sí, así que esperemos que ahora sí lean".

El objetivo de Enrique como líder racional-carismático trascendía la inmediatez de las reuniones o la ayuda de emergencia a la gente que la necesitaba. Sin embargo, sus paisanos no parecían tener interés en ser "ilustrados". Más bien, se interesaban en la revista porque en ella podían leer las noticias de Huejuquilla y de las diversas ciudades de los Estados Unidos donde residían sus coterráneos. El liderazgo de Enrique era reconocido, no obstante, por su competencia en el mantenimiento del respeto a las tradiciones, a la vez que proponía cosas nuevas, como aquella de educar a los paisanos (Levitt, 1998).

 

Comunicación

En lo que sigue se hablará de la influencia que la revista Adelante tuvo en la construcción de la comunidad. Esta publicación se convirtió tanto en el motor de la organización de huejuquillenses en Chicago -y en otras partes-como en el símbolo de un reconstruido sentido de pertenencia.

El primer número presenta los objetivos de la revista:

ADELANTE tiene el propósito de incluir (no de excluir) a todas aquellas personas quienes ponen esfuerzos en el mejoramiento de la comunicación y en el avance colectivo de nuestro pueblo, nuestra gente, nuestro mundo...

ADELANTE, primordialmente, trata de establecer lazos de comunicación firmes entre la gente, diseminar la cultura y la educación y contribuir al mejoramiento de nuestro bienestar común.

ADELANTE no es algo distinto de, por decirlo mejor, nuestra búsqueda fascinante de conocernos unos a otros mejor. De esta manera, los conocidos se convertirán en amigos y los amigos se convertirán en compañeros reales en este camino de sacrificios (a veces) y de prosperidad (otras veces) (núm. 1, agosto-septiembre de 1990, p. 5).

Adelante, entonces, era un intento de conectar a los paisanos alrededor del interés de mejorar Huejuquilla, educar a sus ciudadanos y fortalecer las relaciones de amistad. La publicación no se refiere a ningún lugar en particular -e.g., Chicago o Huejuquilla-; sin embargo, "camino de sacrificios y prosperidad" claramente alude a la experiencia de la migración. Entonces, el propósito subyacente era reconstruir, a través del espacio, el entramado social que la dispersión física y social de los paisanos había obstruido.

El número 3 tiene en la portada un dibujo de la capilla que estaba siendo construida en el cerro del Temachaco.7 El primer artículo presenta una descripción de la cabecera municipal, su situación geográfica, su clima y sus condiciones precarias:

Huejuquilla el Alto, Jalisco, es un pequeño pueblo situado en la parte norte del estado... Como la mayoría de los pueblos mexicanos, hay una presidencia municipal, dos iglesias, cuatro escuelas, una docena de tiendas, dos fábricas y un teléfono público... A pesar de sus tres siglos de existencia, Huejuquilla continúa siendo un pueblo olvidado. La primera carretera que conecta el pueblo con las ciudades [más cercanas] fue pavimentada en 1990. Estamos a tres horas y media de Fresnillo, Zacatecas, y nos toma 12 horas para llegar a la capital del estado: Guadalajara. Localmente, los campesinos todavía dependen de burros y caballos como medios de transporte (p. 1-2).

La mayoría de los números de Adelante enfatizan las condiciones precarias del municipio. Intencionalmente o no, dicho énfasis profundizaba la percepción de los migrantes huejuquillenses de su posición ventajosa con respecto a sus paisanos en el municipio y fortalecía la propuesta de que ellos tenían, de alguna manera, la obligación de promover su mejoramiento.

Éste era un signo del salto del propio sentido de dignidad de algunos huejuquillenses. La migración parecía ofrecerles la oportunidad de considerarse a sí mismos como una especie de élite que podía, de algún modo, participar de manera significativa e independiente en la vida de su tierra. La revista expresa también una crítica a las cosas que no habían cambiado en el pueblo, particularmente debido a la pobreza y a la inacción oficial, y alaba las transformaciones que estaban ocurriendo lentamente.

El primer propósito de la organización fue encontrar una manera de conectar a los huejuquillenses en Chicago. La revista probó ser un buen vehículo para ello y para más. Por un lado, con las noticias acerca de Huejuquilla y Chicago -y otras ciudades de los Estados Unidos y México- mantenía a la gente informada y su sentido de comunidad vivo (Anderson, 1983). Algunas personas contaban historias de cómo la revista terminaba hecha trizas después de pasar por muchas manos. Por otro lado, la necesidad de material informativo para la revista justificaba las indagaciones que los editores hacían acerca de la vida de los huejuquillenses, creando así el sentido de pertenencia a una comunidad que "me" incluía como su miembro (Emmet, 1982), lo cual llevó a la gente, en muchos casos, a proporcionar información voluntariamente. La gente llamaba a Enrique (editor principal) para contarle acerca de eventos familiares, actividades relacionadas con Huejuquilla o simples reuniones de huejuquillenses.8

Había también la meta de tener contacto con los huejuquillenses que residían en diferentes lugares tanto de los Estados Unidos como de México. La revista fue también un buen medio para ello, pues requería su cooperación editorial y financiera. Así, los paisanos que residían en Denver, Los Ángeles o San Antonio buscarían maneras de juntar los 300 dólares necesarios para editar la revista. Implícitamente, todos aceptaron el supuesto de que sólo los huejuquillenses en los Estados Unidos tenían la responsabilidad de cooperar para publicar la revista, ya que los de México no estaban en condiciones de hacerlo.

La tercera meta estaba directamente relacionada con las obligaciones de los migrantes hacia su tierra. La revista empezó a comunicar ideas para encontrar maneras de "ayudar" a su tierra de una manera organizada. Por ejemplo, propuso recolectar fondos para proporcionar becas de educación a niños huejuquillenses y para una capilla que estaba siendo construida en Huejuquilla. Aunque ya otros migrantes huejuquillenses habían intentado ayudar al pueblo -los que residían en Los Ángeles habían sido participantes activos en el financiamiento de los primeros trabajos de construcción de la capilla-, en ese momento las comunidades habían madurado y muchos de sus miembros habían alcanzado un grado aceptable de éxito. Así, las necesidades que los animaron a dirigirse hacia el norte no existían ya en los Estados Unidos, pero se mantenían en Huejuquilla. La revista expandió el significado de sus acciones y reforzó la conexión entre ellos.

A través de la revista y las reuniones sociales, las adherencias sociales que los huejuquillenses habían desarrollado "sin esfuerzo" en su tierra natal antes de la migración estaban ahora siendo deliberadamente reconstruidas o mantenidas en el extranjero.

En 1995, en varios suburbios de Chicago se crearon comités y la organización adquirió una estructura más formal, como lo muestra la siguiente nota:

El Sr. [nombre], quien reside en Rockford, Illinois, informó a Adelante que grupos de huejuquillenses se han estado reuniendo en varios pueblos de Illinois con el propósito de establecer un comité financiero para enfrentar emergencias que tengan lugar aquí o en Huejuquilla.

El sábado 8 de septiembre, el comité fue elegido... Cada área trabajará independientemente una de otra, pero informará y tomará decisiones en conjunto con el comité. El comité... empezará una campaña de recolección de fondos que consistirá en una contribución anual de $100. Es estimado que la membresía en Chicago superará las 100 personas (Adelante, segunda época, núm. 5).

El club continuó trabajando relativamente bien por otros dos años. Sus conexiones con huejuquillenses de otros lugares se fortalecieron y poco a poco más gente se involucró en las actividades de organización y publicación de la revista.

La revista les dio una presencia particular en el municipio. Había una imagen de una gran unidad entre los paisanos en Chicago. Dicha imagen fue reforzada aún más por algunos residentes en Chicago que habían mantenido una presencia relativamente importante en Huejuquilla con la participación en eventos y rituales y con actos de caridad menores.

Experimentar las complejidades que la migración trajo a su comunidad conformó cierta conciencia entre los huejuquillenses. Primero, se daban cuenta de los recursos económicos y humanos que estaban disponibles para la gente en Chicago. La migración huejuquillense en esa ciudad estaba en un momento de relativo éxito en lo referente a la construcción de un patrimonio. Los que llegaban se colocaban en posiciones aceptables y traían a sus familias y amigos. Sus remesas estaban ayudando a las familias que se quedaban. Segundo, estaban convencidos de que en Huejuquilla prevalecían aún severas condiciones de escasez económica. Entonces, había cierta lógica en enfatizar la importancia de actuar juntos para ayudar a la gente en su tierra.

Tercero, se daban cuenta de que, a pesar de tener recursos, usarlos adecuadamente no era algo que sucedería de manera espontánea. La tercera fase del desarrollo de una comunidad de huejuquillenses en Chicago con una organización formal podría ser prometedora, pero mantenerla requería del continuo esfuerzo de los líderes. La gente se unía lentamente, pero quedaban muchos paisanos por convencer. Había frustración de parte de aquellos que veían a otros sólo mirando, sin querer asumir un papel activo. Al mismo tiempo, muchos paisanos tenían dificultad en imaginar la conveniencia de conjuntar sus esfuerzos para mantener una organización; la mayoría no estaba acostumbrada a participar de manera organizada en su tierra natal. En Huejuquilla sólo un pequeño grupo de personas influyentes había formado y dirigido organizaciones y la mayoría de la gente había sido reticente a ingresar en ellas por miedo a ser traicionados.9

 

La comunidad se desorganiza

Un proceso de decaimiento del club empezó en 1997 y continuó hasta 1999. Éste fue el tiempo en que las dificultades que el lugar de destino presentaba para construir -o reconstruir- una comunidad completamente inclusiva se hicieron evidentes. Los avances que la organización logró fueron puestos en entredicho por la desconfianza y las divergencias acerca del significado mismo y las implicaciones de reconstruir la comunidad. Como consecuencia, la mayoría de los huejuquillenses dejó de participar en el club, al cual veían como una comunidad "alternativa" artificial, y le dieron a Huejuquilla un significado aún más importante en la conformación de su identidad y de sus lealtades. Huejuquilla continuó como el centro de sus adherencias y fue usada como recurso para mantener una identidad como huejuquillenses y migrantes que residían en Chicago.

Esta fase de la historia de la comunidad de los huejuquillenses en Chicago ilustra el carácter contingente del proceso de construcción de comunidades de migrantes, particularmente cuando pretenden articularse mediante clubes de paisanos. Proporciona también algunos elementos para un mejor entendimiento del estatus ambiguo que los migrantes experimentan una vez que intentan nuevas maneras de estar presentes en su tierra y de desarrollar adherencias entre paisanos en la sociedad receptora.

Dos eventos desafortunados causaron el declive del club en este temprano período de desarrollo. Primero, en algún momento de 1996 el dinero que fue recolectado en Los Ángeles para la revista desapareció y nadie pudo ser señalado como responsable. Un segundo problema estuvo también relacionado con el dinero. Algunos creían que durante la posada de fines de 1996 se había recolectado una buena cantidad de dinero y que el jefe del comité organizador no podía responder por ello. El dinero, supuestamente, fue perdido de nuevo. Y de nuevo, nadie pudo ser responsabilizado.

Los miembros del club se sintieron traicionados y expresaron su enojo negándose a participar. Además, como no había fondos para una nueva edición de Adelante -los huejuquillenses ya no estaban dispuestos a dar dinero-, la organización perdió también este recurso. La participación de Enrique como editor e intermediario también se detuvo; había entrado a un programa de maestría y su tiempo se llenaba con la escuela, el trabajo y la familia. El club entró en una relativa inactividad.

Los intentos por "revivir" la organización fueron inútiles. A pesar de los esfuerzos de algunos de los líderes, los huejuquillenses no respondían a sus llamados. Dos factores previnieron a la gente de entusiasmarse por la organización otra vez: la dificultad de definir las metas de ésta -relacionada con los estilos de liderazgo- y las dudas acerca de la necesidad real de una organización para la preservación de un sentido de comunidad e identidad entre la mayoría de los huejuquillenses en Chicago.

 

Las metas

La organización tenía problemas en definir sus metas. Había al menos tres concepciones diferentes de lo que el club debía hacer. Primero, había quienes pensaban en la interacción social y proponían organizar reuniones periódicas (el día de campo en verano y la posada). De esta manera los paisanos podían tener la oportunidad de encontrarse con otros y mantenerse al tanto de las novedades. Segundo, algunos -los líderes patriarcales-carismáticos- pensaban que el club también debía ser un grupo de apoyo en casos de emergencia. Ellos tendrían fondos que estarían disponibles en caso de que alguien necesitara ayuda; cada familia contribuiría con diez dólares al mes y el dinero sería ahorrado hasta que surgiera una emergencia. La tercera concepción incluía metas más ambiciosas para la organización. Sus proponentes -los líderes racionales- querían recolectar fondos para poner en práctica proyectos que impulsaran el desarrollo del municipio.

La primera meta era compartida por casi todos los miembros. Las reuniones periódicas eran suficientes para mantener algún sentido de conexión con otros paisanos en Chicago, ya que el foco central de los huejuquillenses estaba aún en Huejuquilla. Así, los grupos suburbanos que se formaban estaban basados en parentesco, compadrazgo y lazos de amistad, y no necesariamente requerían pertenecer a algo que ellos podían llamar el "Club de Huejuquillenses de Chicago" para reafirmar su sentido de pertenencia a la comunidad de paisanos. Este modo informal de organización reflejaba la del municipio, donde la gente de los ranchos estructuraba su vida diaria básicamente alrededor del trabajo y afirmaba su sentido de comunidad reuniéndose con sus vecinos, yendo periódicamente al pueblo y participando en rituales y celebraciones. Además, el papel del municipio en mantener o renovar su identidad estaba tan arraigado en su cultura que no consideraban una prioridad crear otro nivel de identificación. Así lo expresaba Rosa, una mujer huejuquillense casada con un hombre de Nuevo León:

No; yo me entero mejor de lo que pasa hablando con mi mamá o mi hermana en Huejuquilla [y en Denver]. Ni para qué manejar una hora para ir a las famosas reuniones. Los pic-nics del verano, pues sí, y también la posada, porque así ves a la gente de aquí, sobre todo si no puedes ir a Huejuquilla ese año.

La segunda meta -esto es, su deseo de ayudar a la gente en el municipio en caso de emergencia- reflejaba un sentido de poder de los huejuquillenses, adquirido en sus experiencias como migrantes en Chicago. Durante las reuniones algunos de ellos solían repetir que "nosotros no necesitamos [nada]. Estamos bien. Ellos son los que necesitan ayuda. Nosotros tenemos un trabajo, pero hay muchas cosas que hacen falta [en Huejuquilla]". De esta manera, estos migrantes -la mayoría de los cuales trabajaba largas horas cada día y se había privado de la atmósfera social de su pueblo de origen- estaban dispuestos a preservar sus adherencias sociales con el municipio compartiendo los frutos de tal trabajo.

Esta segunda meta reflejaba también una conciencia relacionada con el "migrante exitoso". Esta conciencia, sin embargo, no reflejaba la vida concreta de algunos huejuquillenses en Chicago. Había asuntos complicados por resolver debido a las diferencias en la posición económica de los huejuquillenses. Por un lado, la mayoría de los "viejos" migrantes en Chicago tenía trabajos bien pagados, poseía una casa y también alguna propiedad en el municipio. Por el otro, estaban los "recién llegados", quienes no habían alcanzado aún tal nivel de éxito, si bien vivían mejor que la mayoría de los que se quedaron en Huejuquilla. Estas diferencias crearon un problema para definir a "aquellos que lo necesitan". Los criterios para decidir quién debía ser considerado un candidato para recibir los fondos no estaban claros; había desacuerdos acerca de quién realmente necesitaba dinero.10 Además, existía la tendencia a ignorar el hecho de que había paisanos en Chicago que también podrían encontrarse en situación de emergencia, con lo que se reforzaba el mito del migrante exitoso.

Había también el asunto de la confianza. Después de los incidentes del dinero perdido, muchos estaban reacios a confiar en los organizadores.

Además de tales discrepancias, estaba la duda de la necesidad real de una organización para llevar a cabo tales operaciones de ayuda para emergencias. Los huejuquillenses habían desarrollado formas eficientes para asegurarse una asistencia colectiva. En el municipio, reunir recursos para ayudar a otros había sido una práctica tradicional entre parientes, amigos y vecinos. Por muchos años, los huejuquillenses en Chicago que sabían de una situación de emergencia de algún conocido en Huejuquilla requirieron la cooperación de amigos y conocidos para enviar dinero sin una organización como intermediaria. Muchos pensaban que esta manera tradicional de ayudarse mutuamente podía ser más eficiente que una manera formal y les aseguraría que su contribución era entregada a quien estaba dirigida. Ellos podían decidir autónomamente "quién la merecía", basados no en un estatus anónimo de paisano, sino más bien en el conocimiento de la gente y en la estima que ésta había logrado por sus actos de generosidad. En otras palabras, con una organización formal, la gente tendría poco control del dinero y de las decisiones sobre quién debía ser ayudado.

La meta de instrumentar proyectos para mejorar el municipio fue expresada sólo por un grupo reducido. Se consideraba que los fondos debían ser usados para el mejoramiento del municipio, en general, y de la cabecera municipal, en particular. No rehuían ayudar a personas particulares en caso de emergencia, pero favorecían la acumulación de recursos para metas más ambiciosas, tales como la construcción de un asilo o de un área deportiva. También proponían la incorporación del club a organizaciones de mayor jerarquía -por ejemplo, la Federación de Clubes Jaliscienses de Chicago-.

Dos elementos hicieron tal meta poco atractiva para la mayoría. Primero, estaba el asunto básico de la inmediatez. La conciencia de los huejuquillenses ya implicaba un sentido nuevo del poder y de las posibilidades para los migrantes; sin embargo, estaba confinada a la meta individualista de construir un patrimonio. Muchos habían sido exitosos y otros estaban trabajando en ello. Además, no era fácil establecer la conexión entre tales proyectos y las necesidades de la gente. No quedaba claro quién solicitaba la obra o cuál sería su utilidad en mejorar las condiciones de vida de los residentes del municipio.

Segundo, la idea que prevalecía entre los huejuquillenses era que los gobiernos jalisciense y mexicano estaban a cargo de mejorar las condiciones del municipio. Si "el gobierno" no los había provisto de los elementos necesarios para tener una vida digna y promisoria en Huejuquilla, no debía esperar ahora que esos mismos huejuquillenses hicieran el trabajo que le tocaba.

Las metas propuestas para la organización no se excluían mutuamente, pero incluían crecientes grados de compromiso y, más que nada, de confianza en un grupo pequeño de personas con diferentes niveles de aceptación en la comunidad. Tales compromisos eran demasiado para gente que, en principio, no consideraba necesitar tal organización. Al menos, no para renovar su sentido de pertenencia al municipio.

El análisis de la cuarta fase de la historia de la comunidad de huejuquillenses en Chicago, primero, muestra cómo eventos desafortunados -particularmente aquellos relacionados con el manejo de recursos adquiridos con mucho esfuerzo- pueden hacer evidentes las disparidades de intereses y posiciones sociales entre los miembros. Segundo, da una oportunidad para apreciar las formas como los recursos culturales de los inmigrantes y sus experiencias previas a la migración influyen en el rumbo que su organización seguirá en la sociedad receptora. Y tercero, ayuda a valorar más la complejidad de las adherencias sociales que los migrantes internacionales desarrollan y mantienen, dirigiendo sus esfuerzos en diversas direcciones, a lo largo de la experiencia migratoria, pero manteniendo siempre una fidelidad básica hacia su tierra. A este respecto, la estrategia de los huejuquillenses de privilegiar su tierra sobre los paisanos en Chicago confirma las dificultades de construir adherencias sociales que quizá no existieron en su tierra y que no son sentidas como necesarias en la sociedad receptora.

La preeminencia de Huejuquilla en las estrategias de preservación de los lazos de pertenencia y del sentido de comunidad de los huejuquillenses opacó las posibles ventajas que una organización formal (un club) ofrecía para lograr tales fines, en especial la potencial participación de todos los migrantes huejuquillenses residentes en -al menos- Chicago y, con ella, la posible recreación de una comunidad de paisanos inclusiva y abocada a apoyar a sus miembros y a los demás paisanos. Las opciones no tendrían que haber sido excluyentes. Sin embargo, los huejuquillenses optaron por lo más familiar, lo que mejor resolvía, quizá, la ambigüedad de su membresía: mantener una presencia en su tierra, directa y sin intermediarios, a pesar de estar ausentes.

 

Conclusiones

Por más de 25 años los huejuquillenses residentes en Chicago han tratado afanosamente de construir o mantener un patrimonio en su lugar de destino al tiempo que se esfuerzan por preservar lazos significativos, tanto de manera directa como a través de su relación con sus paisanos residentes en Chicago, con su comunidad de origen. Su concepción de sí mismos como seres humanos ha cambiado en el curso de haberse afirmado como migrantes en un ambiente desconocido pero que les dio la oportunidad de mejorar sus condiciones de vida y de ayudar a sus paisanos en su decisión de dejar su tierra. Al mismo tiempo, la ambigüedad de su membresía, de pertenecer al municipio pero no estar en él, ha sido profundizada por sus esfuerzos, en la medida en que su capacidad para ayudar a sus paisanos en Huejuquilla ha estado ligada, paradójicamente, a su ausencia.

Sin embargo, para los migrantes huejuquillenses la experiencia de la organización formal fue importante. A pesar del relativo fracaso de la organización per se, los esfuerzos por intentarla y por obtener con ella un lugar especial en la consideración de sus paisanos en su tierra les dieron otra posibilidad, otros recursos, para reforzar su sentido de pertenencia en ambos lugares. Su percepción de la posibilidad de actuar en concordancia con otros paisanos -cualesquiera que hayan sido las ambigüedades de sus metas y las diferencias en su situación económica- configura una dimensión colectiva de sus capacidades como seres humanos, migrantes y miembros de la comunidad huejuquillense.

La historia de esta comunidad de migrantes en Chicago ilustra cómo las formas utilizadas por los migrantes para mantener las adherencias sociales con sus paisanos y con su lugar de origen siguen más de una senda. Los factores relacionados con la experiencia migratoria, tanto personal como comunitaria, condicionan de manera importante las formas que la comunidad tomará en un momento determinado.

Acercarse a la comunidad de migrantes huejuquillenses a través del lente de la reproducción, mantenimiento y dispersión de sus adherencias sociales ayuda a aclarar las complejidades de sus vidas internacionales. Sus lealtades emocionales y sociales estaban divididas (cuando menos) entre su tierra, sus paisanos -residentes en Huejuquilla o en Chicago- y la sociedad de destino. Para entender la importancia que cada elemento tomó en sus vidas ha sido necesario comprender el carácter cambiante de sus metas y de las estrategias que usaron para alcanzarlas. Dicha comprensión proporciona el trasfondo para abordar la historia de la comunidad de migrantes, identificando las fuentes diversas de contingencias que promovieron, tanto como entorpecieron, su creación y manutención e influenciaron sus formas a través del tiempo. Desde esta perspectiva, una comunidad de migrantes será reconocida como tal basándose en el lugar que dicha comunidad ocupa en la manera como están dispuestas u organizadas las adherencias sociales que los migrantes mantienen en el tiempo.

Por otro lado, aprehender el carácter heterogéneo de los grupos de migrantes proporciona otras herramientas para entender sus adherencias a su comunidad de paisanos. El análisis de la comunidad mostró que los migrantes pueden "escoger" diferentes maneras de participar en ella. Algunos se convierten en líderes del grupo completo de paisanos, mientras que otros actúan como intermediarios o promotores activos de encuentros sociales. La mayoría de ellos, sin embargo, construye sus propios pequeños nichos de comunidad alrededor de sus familiares y paisanos más cercanos. En tales subgrupos los migrantes asumen varios roles, cambiantes y complementarios, que son fundamentales en la cimentación de los lazos del grupo como un todo.

 

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Adelante (varios números).

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Notas

1 Levitt (2002) propone que el "tipo" de práctica es uno de los ejes que deben considerarse al analizar el carácter transnacional de una experiencia migratoria particular.

2 Enrique Murillo, uno de mis informantes clave, solía afirmar que "los huejuquillenses no son flojos, pero no están dispuestos a trabajar por un salario indigno".

3 Jesús es miembro del grupo de migrantes pioneros.

4 Ciudad cercana a Chicago.

5 Producto tradicional de Huejuquilla, elaborado por las mujeres durante la época de lluvias.

6 Véase Smith (1998) sobre las características de los líderes en una organización de inmigrantes en Nueva York.

7 Una colina situada en las afueras del pueblo.

8 Otra manera de mantener a la gente conectada fue a través del día de campo anual de verano y de la posada. La organización de los eventos requería la cooperación de un grupo de voluntarios. Otra gente cooperaría distribuyendo información y animando a otros a asistir. El día de los eventos, la gente llevaba comida y bebida para compartir con otros. Había un conjunto norteño tocando para que la gente bailara. Los huejuquillenses que no se habían visto en algún tiempo se "reencontrarían" y continuarían las relaciones que habían sido suspendidas por la migración.

9 Las dos organizaciones civiles principales del municipio -la Asociación de Pequeños Propietarios y la Asociación de Rancheros- no eran muy incluyentes. La participación de los huejuquillenses en ellas fue muy escasa y los beneficios nunca se materializaron.

10 Por ejemplo, algunos insistían en que los fondos no debían ser utilizados para hacer préstamos.

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