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Migraciones internacionales

versión On-line ISSN 2594-0279versión impresa ISSN 1665-8906

Migr. Inter vol.3 no.1 Tijuana ene./jun. 2005

 

Artículos

 

Fracturas identitarias: migración e integración social de los jóvenes colombianos en España

 

María Margarita Echeverri Buriticá

 

Universidad Complutense de Madrid, Dirección electrónica: sopen01@sis.ucm.es

 

Fecha de recepción: 28 de marzo de 2005.
Fecha de aceptación: 26 de abril de 2005.

 

Resumen

En este artículo se analiza el proceso de reconstrucción de la identidad colectiva de los jóvenes inmigrantes colombianos y su relación con los procesos de integración social en España. Entre los principales resultados del estudio destacan: 1) los cambios identitarios planteados por los jóvenes al llegar a España, 2) las diferencias con los otros colectivos desde las cuales reconstruyen sus identidades de resistencia, 3) los elementos de identificación nacional, 4) la tendencia a la identificación supranacional como latinoamericanos y 5) la fractura identitaria y de las redes solidarias del colectivo colombiano en España.

Palabras clave: migración internacional, identidad, jóvenes, España, Colombia.

 

Abstract

This article analyzes Colombian immigrant youth in Spain and the process of reconstructing their collective identity and the relationship of that to social integration processes. Notable among the study's main findings are: 1) the identity changes the young people present on their arrival in Spain; 2) the dissimilarities to Other collectives from which these Colombians reconstruct their resistance identities; 3) elements of national identification; 4) the tendency to identify supra-nationally, as Latin Americans; and 5) the fragmentation of the identity and the solidarity networks of the Colombian community in Spain.

Keywords: international migration, identity, youth, Spain, Colombia.

 

Introducción1

En el presente artículo se analiza el proceso de reconstrucción de la identidad colectiva (nacional o supranacional) de los jóvenes inmigrantes colombianos y su relación con los procesos de integración social en España, independientemente de su forma de llegada, bien sea por un proyecto migratorio propio, o por un proceso de reagrupación familiar. La pregunta inicial de la investigación2 apuntaba al interés por tratar de comprender: el proceso de recreación de la identidad debido al movimiento espacial de esta población, 2. la influencia del contexto de su país de origen y del país receptor en la definición de sus trayectorias migratorias,3. la manera como dicha transformación identitaria influye en la construcción de redes comunitarias solidarias y en sus procesos de integración en este encuentro con el otro diferente.

La investigación sobre la que se basa se sitúa en la comprensión de los nuevos escenarios de las migraciones en el mundo. Es bien sabido que las migraciones no son un cuento de última hora. Tan antiguas como el hombre mismo, se han convertido en categoría de análisis para muchos académicos en diferentes momentos y espacios. Sin embargo, precisamente en esta época, las inmigraciones de otros latinoamencanos a su territorio se convierten para España en un punto neurálgico que remueve como un fantasma no esperado sus estructuras sociales, sus miedos profundos y su manera de ser y pensar lo cotidiano.

Indudablemente, los jóvenes son actores fundamentales a la hora de comprender las dinámicas de los flujos migratorios y los procesos de integración social de los colectivos inmigrantes. Investigar en los jóvenes acerca de sus adscripciones identitarias nacionales y culturales nos permite, no sólo leer lo que el discurso popular, familiar, educativo e institucional presenta en este momento como alternativa de construcción social sobre la inmigración e integración social en España, sino también acercarnos de manera clara a nuevas perspectivas y posibilidades. Es hora de escuchar a los jóvenes, es hora de mirar cómo transitan por las ambivalencias y las resuelven y de qué manera lo hacen. Como bien lo plantea Moreras (2002:76),

contrario a la tendencia que se ha tenido de problematizar al joven, es necesario empezar a resituar dichas afirmaciones mostrando los significados que se esconden tras dichos argumentos. Si no se elabora esta aproximación crítica al concepto de segunda generación, se está favoreciendo la formulación de discursos que no dan otra alternativa posible a estos jóvenes que la fractura identitaria y el desarraigo cultural.

Se destaca la importancia de la participación en este estudio de los jóvenes colombianos que han migrado con un proyecto propio. Como muestran las recientes investigaciones, en España la "juventud inmigrante" se construye especialmente referida a los hijos de inmigrantes, dejando por fuera de los análisis a los jóvenes que han migrado solos y que, por el hecho de insertarse dentro del mercado laboral, son equiparados al "mundo adulto" (Cachón, 2004:13). Al respecto, Aparicio (2001:172) afirma que la literatura acerca de los hijos de inmigrantes en España es reciente y escasa, a diferencia de lo que ocurre en otros países (Estados Unidos, Inglaterra, Francia, entre otros), los que, con más larga tradición de sociedades receptoras, posicionan la comprensión de los procesos migratorios de las segundas generaciones como uno de los principales temas de investigación. Las investigaciones, por lo general, no hacen referencia a la nacionalidad, y cuando lo hacen, se centran en la marroquí, considerada la más "problemática".

Pero la realidad empírica revela actualmente una imagen que contrasta con las investigaciones realizadas. Según el padrón municipal de habitantes, al 31 de diciembre de 2003 el 31 por ciento de los extranjeros empadronados en España provenía de América Latina, especialmente de Ecuador y Colombia, siendo 31 por ciento (816 721) población joven (15-29 años). Sin embargo, según el Ministerio del Interior, de 1 647 011 extranjeros con permiso de residencia en España, 31.2 por ciento eran latinoamericanos y 450 mil eran jóvenes (Cachón, 2004:17). Estos datos, en su contraste, reflejan la alta tasa de inmigrantes irregulares que hay actualmente.

Casi la mitad (46%) de los jóvenes extranjeros empadronados son de nacionalidades americanas, siendo Colombia uno de los países que más jóvenes aporta a la inmigración en España, con 82 939 personas de entre 15 y 29 años empadronados, que representan 10 por ciento del total de jóvenes y 34 por ciento de los colombianos empadronados (Cachón, 2004:19).

En efecto, un estudio revela que para el curso 2001-2002, entre los estudiantes extranjeros en establecimientos públicos españoles, los niños y niñas llegados de América constituyen 47 por ciento del total; los de diversos países de Europa, 25 por ciento, y los de África, 24 por ciento. Por nacionalidades, los niños y niñas que superan los 500 efectivos son de Marruecos, Ecuador y Colombia, que en conjunto aportan más de 40 por ciento del total del alumnado extranjero en lugares tales como Madrid, Cataluña, Andalucía (especialmente, las provincias de Almería y Málaga), Baleares, Canarias, Comunidad Valenciana (Alicante y Valencia) y Murcia (Colectivo IOE, 2002:47-59).

El análisis se fundamenta en los principios del constructivismo social, que confiere a los discursos y al lenguaje gran importancia en la configuración e interpretación del espectro identitario, como constructores de la realidad y al sí mismo como parte de ella, en un sentido relacional, en el que la historia y la cultura (individuales, nacionales y colectivas) dan estructura a estas narraciones (Mead, 1981:187-190). Igualmente, el enfoque histórico-estructural, en el que la identidad se concibe como un constructo social resultante de un proceso de interacción de diversos elementos, en permanente reconstrucción en nuevos contextos y situaciones históricas, y en el que se reconoce que existe, por una parte, un discurso articulado, altamente selectivo, construido desde arriba por una variedad de instituciones y agentes culturales, y por otra, en la base social, como una forma de subjetividad individual y de diversos grupos que expresa sentimientos muy variados, a veces no bien representados en las versiones públicas (Larrain, 1996:218-219).

La identidad no es algo esencial e inmutable, sino que, en buena medida, tiene su origen y constante transformación precisamente en la especificidad de sus interacciones con el exterior. Así, los tres elementos que forman las narrativas de la identidad (territorio, culturas e historias) se pueden inventar, reconstruir o reformular. Según Massey (1994:169), "Los nuevos discursos identitarios retoman en muchos casos viejas narrativas, pero reformándolas y reinventándolas, ya que se han de adaptar a nuevas estructuras y han de responder a nuevos retos y condicionantes".

El presente artículo se abre con el análisis de las circunstancias migratorias, esto es, los motivos que llevaron a los jóvenes colombianos a migrar, el contraste entre las expectativas que tenían de España y la realidad encontrada, y el planteamiento de su deseo y posibilidades de retorno.

La identidad como eje transversal, desde el cual se articula el análisis, recoge los cambios identitarios planteados por los jóvenes al llegar a España, las diferencias con los otros colectivos desde las cuales reconstruyen sus identidades de resistencia, los elementos de identificación nacional, al igual que los elementos que nos llevan a plantear la tendencia a las identificaciones supranacionales latinoamericanas de los jóvenes y a la fractura identitaria y de las redes solidarias del colectivo colombiano en España. Se analiza, al respecto, la gran influencia que tienen tanto el país de origen como el país receptor en el trazado de sus identidades y en sus deseos y posibilidades de retorno.

Un hallazgo que debe resaltarse es que no se encontraron diferencias significativas en lo planteado por los jóvenes colombianos que participaron en el estudio, según sus lugares de residencia en España. Se debe señalar, sin embargo, que la mayoría de los jóvenes que residen en la ciudad de Murcia provenían de dos zonas colombianas: Pereira (Risaralda) y Cali (Valle), regiones de tradición migratoria. En Madrid, entre tanto, había jóvenes de varias zonas del país, incluida Bogotá, la capital.

En general, no se encuentran diferencias muy fuertes en el nivel de integración de los jóvenes que han migrado solos y el de los que han migrado en un proceso de reagrupación familiar, pero sí en los espacios donde tal integración se produce (escuela y lugar de trabajo) y sobre todo, en la presencia de la familia como institución clave en el desarro-110 de sus procesos de integración en el país receptor.

La migración de colombianos a España es reciente y por tanto, poco estudiada. Este desconocimiento es aún más agudo en el caso de los jóvenes. En el presente artículo se pretende contribuir al conocimiento de este colectivo, especialmente en relación a la población más dinámica, la de los jóvenes recién llegados. Las historias migratorias de los jóvenes colombianos, las afirmaciones y los análisis que se presentan a continuación, no pueden ser de ninguna manera generalizables a todo el colectivo ni concluyentes. Lo que si podemos hacer es identificar los procesos y descifrar los factores que los afectan, y leer a través de ellos las redes y el conjunto de elementos y condiciones que dinamizan los movimientos migratorios actuales de estos jóvenes (Izquierdo, 2000:44-45).

 

Metodología

Metodológicamente, la investigación se abordó desde un enfoque cualitativo, combinando estrategias para recabar información. Primero, como fuentes primarias se tomaron las opiniones e imágenes, los hechos y acciones del proceso migratorio, vistos desde la perspectiva de los propios jóvenes y de otros actores clave que de alguna manera están implicados en dicho proceso, con base en tres herramientas de investigación: grupos de discusión, entrevistas en profundidad y entrevistas grupales. Así, a través de una muestra intencionada se seleccionaron como sujetos de la investigación a 38 personas en total (20 hombres y 18 mujeres), de las cuales 21 eran jóvenes inmigrantes colombianos (13 hombres y ocho mujeres) entre los 14 y 24 años de edad con residencia en la provincia de Madrid y en Murcia (Pedanía de Puente Tocinos), zonas con una alta presencia de inmigrantes colombianos en España. La mayoría de los jóvenes entrevistados, 15 de los 21, estaba en situación irregular en el momento en que se realizó el estudio -cinco tenían permiso de residencia y una era ciudadana española, hija de padres colombianos y nacida en España-. Este dato es importante, pues el estatus migratorio (esto es, la posición del migrante ante el Estado receptor) tiene tremendas consecuencias tanto en el acceso a como en el disfrute de derechos civiles, sociales, culturales y políticos.

Se entrevistó igualmente a 17 actores clave, tales como padres de familia, líderes comunitarios, maestros de colegios públicos y representantes de asociaciones que trabajan con inmigrantes, de instituciones oficiales y de organismos no gubernamentales.

También se usaron estrategias para la recolección de datos de fuentes secundarias, que permitieron contextualizar la inmigración actual en España. Se consultaron bases de datos oficiales y de organismos no oficiales y se analizaron fondos bibliográficos y documentación existente sobre el tema.3

 

Circunstancias migratorias: entre la tierra prometida y la realidad habitada

Hablar de las migraciones de los jóvenes colombianos a España implica hablar de procesos no acabados, en perspectiva, contradictorios y ambivalentes, fundados en las expectativas y en las imágenes que, cargadas de una realidad poco alentadora, se recrean al compás de la incertidumbre que genera estar acá sintiéndose de allá. Son proyectos en los que a diario se debe posponer la vida para el día siguiente, cobijando la esperanza de que en ese mañana algo pase.

El primer eje de los proyectos migratorios de primera generación, según Izquierdo (2000:227), lo constituye el motivo que se manifiesta para emigrar hacia el destino concreto, que se levanta sobre las dificultades presentes antes de migrar y las expectativas laborales, económicas y de posibilidades para proyectar la vida individual y social en el país de llegada. El proyecto migratorio que se traza cada grupo o individuo está marcado por los contextos, los contenidos, los deseos y las condiciones personales de quienes lo van a emprender. Basados en lo anterior, se destaca la visión economicista que sigue imperando en las teorías migratorias, que excluyen en muchos casos a los refugiados políticos, a los que salen a aventurar o a aquellos, como el caso de los jóvenes, que migran en procesos de reagrupación familiar por razones afectivas.

Así, los jóvenes colombianos que han llegado a España por un proceso de reagrupación familiar reportan que la decisión de que ellos migraran fue tomada por uno de sus padres, principalmente las madres, quienes, según muchos estudios, son en un alto porcentaje de los casos las emprendedoras de los "proyectos migratorios familiares" actuales hacia Europa (Colectivo IOE, 2002:28). Se trata de jóvenes, según sus relatos, que no pensaban salir del país, que no tenían un proyecto migratorio, pero que en la vivencia de la desintegración familiar por las migraciones de sus padres cortan amarras y se van. Este aspecto influye, como veremos mas adelante, tanto en sus perspectivas de retornar aí país como en su vivencia del proceso migratorio. La familia se constituye en un fuerte soporte para ellos en el país receptor. Un joven pereirano (21 años) que reside en Murcia relata al respecto: "Yo me vine porque toda mi familia estaba acá; entonces, mi mamá me mandó traer.

Por su parte, los jóvenes que migran con un proyecto propio deciden partir basados en las dificultades económicas y en las pocas expectativas laborales y posibilidades para proyectar su vida individual y social en Colombia. Un caleño de 24 años, ingeniero industrial, que llegó solo a Madrid, hace referencia a la alta tasa de desempleo, los bajos salarios y la baja movilidad laboral ascendente, aspectos que caracterizan al contexto actual colombiano y que impiden que los jóvenes, aunque lo deseen, regresen al país: "Yo creo que el motivo principal es por lo que está pasando en Colombia, por las cosas difíciles. Yo llevaba lo meses sin trabajar. Yo soy ingeniero industrial (...) Entonces, fue más que todo por eso, el desempleo, y buscar una oportunidad de trabajo a ver cómo me iba".

Si bien es cierto que una de las problemáticas fuertes que se vive en Colombia y en América Latina actualmente y que lleva a los jóvenes que migran solos o a las familias a tomar la decisión de partir es la situación económica y la falta de oportunidades, igualmente, y de manera contundente, los discursos de los jóvenes colombianos hacen referencia a la violencia generalizada, en sus distintas expresiones de violencia política, delincuencia común y conflicto armado, como una de las causas fundamentales para abandonar su territorio. Al respecto, una joven caleña de 23 años afirma: "Yo dije: ya la última carta, ya no tengo mamá, ya no tengo hermanos, ya no tengo nada, pues me voy (...) Saber que no va a venir un tipo por detrás y que porque yo sepa cosas, por lo menos de mi familia (...) y que por eso fue que los mataron a todos, a mi mamá, a mi papá, a mi hermano, a todos los mataron a tiros".

Un segundo elemento que marca las decisiones de migrar de los jóvenes colombianos está constituido por las imágenes que construyen antes de la partida sobre el país al que desean migrar Dichos imaginarios se edifican sobre las narrativas de los inmigrantes que han llegado antes y que a través de diferentes medios (cartas, llamadas telefónicas, retorno por vacaciones, etcétera) llegan y se instalan a manera de "esperanzas" en la vida cotidiana de la población. Son realidades deformadas acerca de la posibilidad rápida de un empleo, de una alta remuneración, etcétera, que crean expectativas sobre las cuales los jóvenes que migran solos o las familias emprenden su trayectoria migratoria. Un joven pereirano de 21 años, que trabaja en situación irregular en Murcia, describe esas imágenes: "La gente llega muy crecida de acá. Y uno acá se da cuenta que la gente viene a hacer oficio, a hacer otras cosas. Y van a Colombia y llegan muy crecidos, viendo que aquí, lo que habían [sic] es comido mierda. Entonces, yo llegué aquí con esta idea y una imagen de la gente de aquí".

Como tercer elemento, se destacan las posibilidades que los migrantes encuentran en sus círculos sociales o familiares para emprender el periplo migratorio. Para marcharse lo venden todo o lo hipotecan todo, y se quedan con deudas que determinan igualmente la duración e intensidad de la migración de los jóvenes y sus expectativas de retorno: en tanto no hayan logrado pagarlas y ahorrar el tan esperado dinero para volver triunfales, no lo harán. Una mujer colombiana, mediadora intercultural del Ayuntamiento de Madrid,4 relata la situación que cotidianamente viven los jóvenes o sus familias con relación a sus circunstancias migratorias: " [Para] Esas personas lo prioritario es pagar la deuda para que a su familia no le embarguen los bienes que ha hipotecado, para que su familia no sea amenazada por la deuda que tiene o para simplemente cumplir con el familiar que le prestó el dinero. En el mejor de los casos; porque cuando son mafias [las] que se encargan de traer a la gente, pues es peor".

Podemos afirmar, entonces, que los jóvenes colombianos que están llegando a España toman sus decisiones de migrar basados tanto en la difícil situación económica y de violencia que se vive en su país como en las imágenes de España que crean los medios masivos y personales de comunicación. Los jóvenes que migran en un proceso de reagrupación familiar se ven arrastrados por la desintegración de sus familias, por lo que, ante un contexto adverso en su lugar de origen, inician viajes escalonados en busca de un futuro mejor. El inicio de su periplo migratorio les exige a ellos o a sus familias recurrir, bien a préstamos o deudas altas, bien a vender todo lo que tienen, cuando no a entregarse a las mafias o redes de explotación y tráfico de personas. Empeñan su vida por ir detrás de un sueño que en la mayoría de los casos no se hace realidad.

 

"Sueñas con muchas cosas que luego no suceden": las imágenes, los sueños y la llegada

El desencuentro entre las imágenes de España construidas antes de la partida y la realidad encontrada se convierte en uno de los factores que fundamentan y moldean las trayectorias migratorias, según Izquierdo (2000:228). La mayoría de los jóvenes que participaron en la investigación afirman que la imagen que tenían no coincide con la realidad que se encontraron, produciéndose un choque en el que todos esos sueños y expectativas sufren una transformación rápida y contundente, que define el deseo o no de retornar y determina la manera como los jóvenes vivencian su cotidianidad en el nuevo contexto.

Los discursos de los jóvenes colombianos (reagrupados o solos) reflejan que el choque emerge principalmente por su condición de minoría inmigrante versus un colectivo español dominante, que según ellos es diferente en los valores morales, convirtiéndose en la primera señal de que han llegado a un territorio extraño, donde serán vistos como diferentes y tratados como inferiores por el hecho de no tener la nacionalidad española sino una nacionalidad extracomunitaria del sur.

En esta dinámica igualmente juegan un importante papel las imágenes que de Colombia llegan a España, las cuales reflejan una situación adversa en términos económicos, políticos y sociales que, a manera de "foto fija", les reafirma que el país sigue como lo dejaron y que, a pesar de que deseen retornar, no lo deben hacer. Muchos jóvenes, a pesar de que en sus discursos hacen alusión a que Colombia es mejor que cualquier otro país, porque "tu tierra es tu tierra", afirman que aunque lo desean no retornarán debido a la violencia cotidiana que invade todos sus rincones y a las pocas o casi nulas posibilidades laborales y económicas.

Las representaciones son retroalimentadas por los medios de comunicación españoles, donde día a día se acrecienta el estigma del narcotráfico y la violencia colombiana en el exterior. Reportajes como el publicado por el periódico El País el 7 de abril de 2002, donde se afirma:

En Madrid, los ajustes de cuentas entre colombianos han alcanzado tal virulencia, que Colombia ha enviado un destacamento de la Dijin (policía judicial) a solicitud española. Sólo en esta ciudad, según datos de la policía municipal, entre 1999 y 2000 murieron asesinados 14 colombianos; el año pasado la cifra subió ya a 17. Mientras proliferan los casos de asaltos con extrema violencia y empiezan a denunciarse incluso secuestros, fuentes oficiosas constatan la instalación en la capital española de una auténtica mafia interdelictiva que algunos apodan el "cartel de Madrid", estructurado en múltiples bandas o clanes familiares independientes".

En algunos casos, principalmente cuando los jóvenes migran solos, estas imágenes se refuerzan con presiones de los que se quedaron en Colombia para que sigan apostándole a su proyecto migratorio en España bajo cualquier circunstancia. Los deseos y sueños de sus familiares y allegados, alimentados por la acuciante necesidad de remesas monetarias, dada la circunstancia económica del país, los llevan a emplearse en condiciones de explotación laboral que nunca se habían imaginado y que no aceptarían en su lugar de origen. El caso de un joven bogotano de 24 años ilustra bien esta situación:

Por ejemplo, cuando yo llegué aquí, la misma familia me decía a los cuatro meses:

— Ya debe tener sus milloncitos ahorrados, ¿no? Yo dije:

— Llevo cuatro meses y no he conseguido trabajo todavía... Una tía me dice:

— Pero ya es hora que empiece a mandar como mínimo un millón mensual.

— Pero es que usted no sabe cómo es la vida aquí; hay que buscarla y es bastante dura al comienzo para empezar a ganar algo.

En la dinámica de imágenes y realidades objetivadas y ancladas en las adscripciones identitarias de los jóvenes se dibujan las cartas de navegación de sus viajes: con temporalidades, períodos de prueba y aquellos que botan para siempre el ancla en el puerto.

 

Las eternos retornos: ¿para qué volver?... ¿para qué quedarse?

Los retornos, tercer factor clave dentro de las circunstancias migratorias, se determinan, como ya vimos, por una serie de variables macro y micro, grupales y personales, en las que el proceso migratorio se inserta (Granovetter, 1985). Estas condiciones varían y hacen que los inmigrantes construyan y deconstruyan sus planes a la Iuz del choque o la concordancia entre las imágenes que se tejieron antes de partir, la realidad en el país receptor y las idealizaciones que desde la distancia siguen alimentado respecto a su país de origen. La familia sobresale como uno de los principales elementos que median la relación con el terruño y la decisión respecto a un posible retorno.

Los jóvenes que migran como parte de proyectos familiares en la mayoría de los casos no desean regresar. Algunos de ellos ya tienen a sus familias completas en España, o por lo menos a los parientes más significativos. Esta situación corrobora la idea de que los proyectos migratorios familiares están produciendo transformaciones en las temporalidades de los flujos migratorios zanjando el proyecto de muchos de los jóvenes colombianos que han venido a España, quienes plantean enfáticamente un "no retorno".

Por el contrario, algunos jóvenes afirman su deseo de retornar debido al choque producido entre las imágenes que traían y el contexto encontrado. Las condiciones laborales, sociales, políticas y económicas actuales para los inmigrantes en España no son nada alentadoras. Así lo manifiesta de manera contundente un joven bogotano de 24 años: "Pero una cosa es decirlo y otra cosa es vivirlo. Como uno ya está acá, sabe que eso de hacer oficio, estar lavando ollas y 115 000 pesetas, es una mierda aquí... Regresar, pues, ésa es la mayor idea que yo tengo, porque la verdad es que yo estoy muy aburrido. Yo estoy muy aburrido aquí".

En otros casos se presenta una cierta ambivalencia e incertidumbre, no sólo en el deseo, sino también en las posibilidades para cerrar sus proyectos migratorios. Las expectativas de regreso a su país, unidas a sus deseos aún no cumplidos en España y a los contextos adversos tanto de salida como de llegada, hacen que el proyecto perviva en un constante estado liminal.

Debe considerarse, en este sentido, que la integración social de los jóvenes colombianos en España y sus deseos o no de retorno no están limitados por sus perdurables conexiones con su país de origen y su constante evocación de un "allá" idealizado. Se limita por las condiciones estructurales de inclusión y participación en la vida social, política y económica que les ofrecen tanto la sociedad receptora como la sociedad de origen. Hoy por hoy, las condiciones son adversas y dificultan la construcción de ambientes favorables para la inclusión de los inmigrantes, la reafirmación de pertenencia a una comunidad nacional (española o colombiana) y la posibilidad de una vida transnacional. La adaptación de los inmigrantes está afectada no sólo por características individuales sino también por sus contextos de salida y recepción (Portes y Rumbaut, 2001:284-285).

Los análisis sobre la integración social de los inmigrantes deben trascender el modelo migratorio que tradicionalmente ha establecido que para lograr la integración sociocultural (en el lenguaje de la Unión Europea) o la asimilación de los inmigrantes (en Estados Unidos) éstas se deben situar sobre una pérdida o mutación rápida de las viejas lealtades e identidades, en un "viaje sin retorno". Incorporando una perspectiva transnacional de las migraciones, diversas investigaciones recientes muestran que las perdurables conexiones con el país de origen no son la antípoda de la integración en el país receptor. Así,

El activismo transnacional es un fenómeno constructivo a través del cual la gente responde a las obligaciones sociales a larga distancia, y pertenece y llega a transformar las prácticas políticas de los países que les han enviado. Por ese mismo hecho, el activismo transnacional dota a los inmigrantes con un renovado sentido de la eficacia y autoestima que les ayuda en su integración en las políticas institucionales de su nuevo país (Guarnizo, Portes y Haller, 2003:1239).

Las migraciones de los jóvenes colombianos a España siguen siendo un proyecto abierto. Perspectivas, cabos sueltos e incertidumbres, con los que la familia y los lazos cotidianos afectivos, como vectores clave positivos, y el ambiente desfavorable y adverso de la sociedad receptora y el contexto colombiano, como vectores negativos, señalan el trazado de sus proyectos de vida, de sus identidades colectivas y de sus procesos de integración social.

 

La recreación identitaria de los jóvenes colombianos en España: entre la lealtad y la resistencia

"Uno va cambiando mucho." Jóvenes colombianos, hombres y mujeres que migran con un sueño a cuestas y que ante las circunstancias del nuevo contexto sienten que todo lo han perdido. Desarraigos que deben confrontar y recrear en una nueva búsqueda de sentido, de pertenencia. Se presenta aquí, como afirma Sorenson (1996:451) cuando se refiere a los procesos de migración, diáspora y exilio, una renegociación de las identidades sociales, en la que los jóvenes inmigrantes deben confrontar, mantener o recrear un sentido de sí.

En los procesos de migración juvenil se puede leer cómo es, en la relación con el otro diferente, donde se hace la toma de conciencia del sí mismo (por ejemplo, colombiano versus español, adulto versus joven), de forma que las identidades son más el producto del señalamiento de la diferencia y la exclusión que signos de una unidad idéntica naturalmente constituida (Hall, 1996:4). Los cambios identitarios se expresan de manera contundente cuando los jóvenes colombianos (solos o con familia) hacen referencia a su vivencia de la juventud al emprender el periplo migratorio. El nuevo contexto español y sus marcadas dinámicas de exclusión y discriminación los colocan en posiciones de marginación y desigualdad, que para nada se corresponden con lo que ellos perciben como el deber ser de "la etapa juvenil".

En este sentido, los jóvenes que migran solos adjudican el cambio al hecho de tener que asumir jornadas laborales extensas, las que, por lo general, en Colombia no casan con "el deber ser juvenil", asociado comúnmente al hecho de estudiar, se logre o no hacerlo. La necesidad de sobrevivir genera una alta vulnerabilidad a la explotación laboral, que impide que se realicen muchas actividades y vivencias características de la etapa juvenil, como reunirse con los amigos, salir de "rumba", divertirse o estudiar. Esto se ve claramente reflejado en el testimonio de una joven caleña que emigró sola a Madrid:

Pero, en realidad, a la edad que yo tengo no estoy como las otras muchachas, que yo veo que se visten, se arreglan y se van para la disco. N0, yo creo que ya yo no voy a vivir eso. En Colombia me le escapaba a mi mamá en el carro, me ponía blusitas corticas [sic] paia ir a bailar, me iba escondida y la pasaba bien. Tenía una moto y me iba. Pero aquí ya no; ya soy como una señora.

Podríamos afirmar que las circunstancias enfrentadas en el mercado laboral por los jóvenes inmigrantes son compartidas igualmente por la juventud española. Sin embargo, el Informe Juventud en España 2004 reporta que los jóvenes extranjeros tienen su primer empleo, como media, casi un año antes que los españoles y dedican una media de 24.2 horas a la semana a actividades de ocio o diversión, frente a 28.4 de los españoles (Cachón, 2004:70, 92).

Los discursos de los jóvenes colombianos dan cuenta de la importante influencia de las prácticas cotidianas privadas y de las relaciones en redes familiares y afectivas en la construcción de su identidad nacional y cultural. Así, algunos elementos que expresan las diferencias culturales y los cambios identitarios, en pro de una adaptación a los nuevos códigos, son la comida, el idioma y lo que ellos denominan "ambiente", que se traduce en los ritmos de vida y en la manera de asumir las fiestas (privadas o públicas). Al preguntarles qué extrañan de su país de origen, la mayoría hizo alusión a sus relaciones con los amigos, a las fiestas, a su familia.

En este sentido, a pesar de que en los imaginarios sociales construidos alrededor de los inmigrantes en España los latinoamericanos son considerados el colectivo que menor problema tiene para la integración social, por el hecho de saber el idioma, se encontró en los discursos de los jóvenes que en muchas ocasiones no es así. No comprenden muchas de las expresiones idiomáticas de los españoles y en general, perciben su manera de hablar como brusca y agresiva.

En los jóvenes colombianos se genera una dinámica similar a la descrita por Labrador Fernández (2001:180-181) acerca de los conflictos percibidos y los cambios identitarios requeridos por la población peruana en Madrid: "Estos dos elementos, la comida y el lenguaje, son símbolos muy ilustrativos de la toma de conciencia de las diferencias culturales de ambos países y la capacidad de adaptación y flexibilidad que acaban mostrando estas personas". Continúa diciendo este autor, en cuanto a lo que él denomina "ritmos de vida": "El otro tipo de discurso es el que echa de menos tener más tiempo para mantener y cultivar las relaciones de intimidad. Se añoran las fiestas de cumpleaños que duraban mucho más que aquí, el baile y la música que estaban presentes en todas las reuniones; en definitiva, la posibilidad de estar más en contacto". Una joven pereirana de 15 años que estudia en Murcia afirma al respecto que los españoles son diferentes:

En la cultura, en la forma en que lo tratan a uno. Son muy poco educados. Pues vea: nosotros, por muy pobres que seamos, o lo que seamos, pero somos muy educados en la forma de hablar. Todo se pide "por favor", y todo eso. Pero aquí es "venga esto, lo otro". O se tratan de tú, no de usted. Aquí es muy raro que te digan "usted", "oiga usted, me hace el favor". No, [aquí] es: "¡tú, pásame!"

Otro factor que Labrador Fernández (2001:182-183) destaca en el establecimiento de las diferencias y la aparición de nuevas adscripciones identitarias es lo que denomina "moral sexual", constituida por los discursos de los españoles acerca de la libertad de costumbres y sexual, que, en general, no coinciden con el repertorio sociocultural sobre la sexualidad y las relaciones de género que los inmigrantes traen de sus países de origen. Al referirse a sus pares españoles, un joven de 15 años que estudia en Madrid dice: "Fuman, tienen toda la libertad; en cambio, nosotros no. Nos ponen unas reglas y dicen: '¡A respetarlas!' En cambio, yo veo que ellos salen hasta la hora que les dé la gana".

Al dibujarse los nuevos mapas, donde las viejas narrativas sirven muy poco como cartas de navegación en la nueva sociedad, se inicia para muchos un proceso de adaptación y cambio de sus adscripciones identitarias. El nuevo contexto hace que los jóvenes vayan buscando formas de adaptarse al discurso hegemónico identitario de los jóvenes autóctonos -construido igualmente sobre las imágenes que el colectivo de inmigrantes tiene sobre el colectivo español-, en busca de ser reconocidos e integrados, o por lo menos no excluidos. Una joven estudiante de 15 años, que llegó a Madrid desde Cali a reunirse con sus padres, afirma: "A uno le cuesta, porque es uno el que tiene que hacerse a ellos, cuando sería ideal que cada parte ponga de su lado. En cambio, es uno el que tiene que hablar como ellos, [el que] tiene que hacerse los amigos".

Las viejas narrativas identitarias culturales y nacionales se conjugan de manera dinámica con relación al nuevo contexto, que los inscribe, a manera de un "otro generalizado", en nuevas representaciones, evaluaciones y valores sociales, creando procesos ambivalentes y contradictorios que los conducen a recrear las adscripciones identitarias en términos de defensa de su futuro proyecto, especialmente respecto a y a partir de la oposición a otros grupos (Larrain, 1996:91). En este sentido, se dibujan en el panorama tantos "otros" y "nosotros" como nacionalidades existen, producto del señalamiento de la diferencia y la exclusión.

En esta lucha identitaria en el contexto migratorio español se puede ver cómo las diferencias con los otros se enfatizan de manera exagerada, consiguiendo acentuar el perfil de la identidad propia. Exacerbaciones de los rasgos identitarios culturales nacionales (de todos los colectivos) que, de una u otra forma, parecen estar avalando la diferencia antes que la similitud y por lo tanto, obstaculizando la posibilidad de la integración social. La construcción y despliegue de estos discursos identitarios implica una ineludible esencializaciónde la identidad del colectivo alrededor de una supuesta unicidad y homogeneidad cultural, olvidando de momento la gran heterogeneidad interna que cotidianamente se levanta como insalvable barrera contra la solidaridad interna. "Somos súper diferentes. No nos podemos comparar con ninguno de ellos", enfatiza un joven colombiano de 21 años que vive en Murcia.

De esta manera, los jóvenes inmigrantes crean alrededor de las diferencias con los otros una "identidad defensa" (Castells, 1998:30), generada por las posiciones-condiciones devaluadas o estigmatizadas por la lógica de la dominación. Se confrontan así las formas de resistencia colectiva contra la opresión, en el caso de los inmigrantes, y las formas de resistencia colectiva contra el cambio, en el de los españoles. Como ya se dijo, los valores morales aparecen como elementos decisivos en el establecimiento de las diferencias y las nuevas adscripciones identitarias y son leídos como diferencias esenciales que alimentan los nacionalismos a partir de símbolos usados para diferenciar a unos grupos de otros (Sorenson, 1996:459; Larrain, 1996:210). Como lo plantea en Murcia un joven de Tulúa de 19 años: "Usted, en la sangre de un colombiano, [...] no está acostumbrado a que lo traten así".

La construcción de las nuevas adscripciones identitarias de los jóvenes colombianos se alimenta igualmente de las imágenes que los otros tienen de ellos y del proceso de conciencia que éstos hacen de dichas imágenes. Los discursos del uno mismo que crean los jóvenes se convierten en una respuesta circunstancial a las actuales realidades adversas. Incluso, cuando el proceso implica aferrarse a las identidades nacionales de origen de los padres, es menos una muestra de la continuación de la lealtad al país de origen, que una reacción a las condiciones hostiles en la sociedad de recepción (Portes y Rumbaut, 2001:284). Portes y Rumbaut hacen referencia al concepto de "pertenencia étnica reactiva", expresada en términos de la exacerbación o subida" de las identidades y las solidaridades defensivas de los jóvenes de segunda generación para contrarrestar la corriente nativa adversa.

Según los discursos de los entrevistados, el español es un contexto adverso, donde aparecen cotidianamente mecanismos de exclusión, racismo y xenofobia vigentes; mecanismos fundados en las diferencias nacionales, culturales, de raza, de color, de etnia, que se convierten en el estandarte para la producción de la díada integración-exclusión. Estos mecanismos de exclusión y racismo son descritos en un grupo de discusión por los maestros de un colegio de Madrid:

A: Normalmente, lo que he dicho antes, los magrebíes son los más perjudicados, por lo menos bajo mi punto de vista. Y luego los negros, dependiendo del tono que tengan de piel.

B: Dependiendo de qué tan negro es.

C: Sí, sí, es así.

B: ¡Pero es que es así!

A: Sí, exacto; son más claritos de piel y están más integrados.

E: Entonces, ¿la integración es proporcional al tono?

C: En este instituto, por lo menos, sí.

A: El tono de piel influye. Si te ven muy negro, muy negro, te rechazan. Y también depende de si tú eres una persona que no se integra bien. O que, claro, si eres una persona que tienes problemas de idioma, de cultura, y encima eres muy negro, no, pues...

C: Eres rechazado.

En otra de las principales arenas de encuentro de los inmigrantes con la sociedad receptora, el lugar de trabajo, los jóvenes inmigrantes tienden a confirmar la perversa intersección entre los estereotipos peyorativos contra los de afuera y los obstáculos para la integración por la precariedad de la relación entre el inmigrante y el Estado anfitrión. Una joven de 24 años, en situación legal irregular y que trabaja en servicio doméstico, así lo ve: "Aquí el racismo es a veces por el trabajo. A uno lo tratan muy mal en el trabajo. Ahí es donde uno ve el racismo, porque le pagan menos. Y eso sí es racismo. Claro, se aprovechan porque uno no tiene papeles. Y porque saben que si uno no trabaja, no come. Entonces, ellos le dicen. o le pago esto o no hay trabajo". De hecho, el Informe de Juventud en España 2004 reporta que el salario medio de los jóvenes inmigrantes es 9 por ciento inferior al de los españoles, y la proporción de los que creen que es muy o bastante probable que pierdan su empleo actual antes de un año es el doble en los casos de los jóvenes inmigrantes respecto a los jóvenes oriundos (Cachón, 2004:78).

A pesar de que los padres y madres de familia entrevistados destacan ventajas en el hecho de que sus hijos vivan en España (por tener mejores condiciones económicas), existe en ellos un gran temor a la adaptación de sus hijos y a los cambios que puedan ocurrir en el nuevo contexto social, que perciben como "muy liberado". Se genera así una dinámica de tensión para los jóvenes entre la lealtad a sus identidades nacionales, culturales y étnicas de origen (afianzadas y exacerbadas igualmente por sus padres) y esas nuevas vías de identificación con sus pares de otras nacionalidades. La familia, en este sentido, adquiere un papel protagónico en la negociación de las nuevas narrativas identitarias de los jóvenes. La solidaridad familiar y su soporte pueden jugar un rol decisivo en estos procesos (Portes y Lingxin, 2002). Una madre colombiana, con dos hijos, que llegó a España en 1991, describe la frustración generada por esta tensión al interior de la familia:

Que no le puedes decir a tu hijo "no hagas esto", porque él me dice: "¡Si aquí todo el mundo lo hace, mamá!" "Pero no vayas a fumar porro [marihuana] ". "Pero si aquí todo el mundo lo hace y es tan normal". Ahora es el temor mío, que mi hijo vaya a coger un vicio: que el licor, que el cigarrillo, que todo. Eso se ve en toda parte, pero es que aquí se ve un montón. Una cosa exagerada.

Si bien es cierto que las reinterpretaciones de la identidad colectiva de los jóvenes inmigrantes colombianos llevan a la reafirmación de sus diferencias (nacionalismos), en una dinámica de resistencia y protección ante el contexto adverso, es importante anotar cómo estas transformaciones también se producen alrededor del reconocimiento de otros que parecen no ser tan diferentes y con los cuales se identifican. En sus narrativas se puede leer de manera reiterativa cómo se genera una tendencia a la construcción de una identidad latinoamericana en el proceso migratorio en España.

La conciencia latinoamericana se construye en el escenario migratorio, al igual que la identidad nacional, sobre el parámetro de la diferencia, en oposición a los otros, a los que en el contexto migratorio español excluyen. La identidad latinoamericana surge, así, de elementos compartidos por las identidades nacionales latinoamericanas en su relación con el otro no latinoamericano (Larrain, 1996:121). La aparición de la identificación supranacional en el contexto migratorio español es referida por un joven caleño de 24 años así: "Bueno, pues es que la diferencia no es que sean ecuatorianos, o peruanos, o colombianos. La diferencia es que unos son latinos y los otros europeos. Aquí, los europeos, ellos, son como más, tienen como más libertinaje".

En su investigación con jóvenes inmigrantes negros en Estados Unidos, Waters (1994:815) nos recuerda que cada identidad (étnica, americana o inmigrante) está ligada a una particular identificación, así como a una oposición a otra identidad, por lo que a menudo las identidades panétnicas, por ejemplo "la caribeña", son el sello más sobresaliente para los jóvenes. Aunque encuentren algunas diferencias pequeñas entre ellos, es más importante diferenciarse con la segunda generación no negra americana.

Podemos afirmar, entonces, que en la disputa identitaria en el contexto migratorio español se está produciendo la emergencia de una identidad "ktina", similar a aquella de Estados Unidos, que no choca con la identificación nacional de los jóvenes colombianos. Siendo optimistas, el reconocimiento de esta tendencia a la identidad latinoamericana nos llevaría a plantear el surgimiento de valiosos procesos de integración social de los colectivos de inmigrantes en España, en la medida en que el establecimiento de dichas relaciones no implica la renuncia a la diferencia sino el reconocimiento del extraño. Sin embargo, los últimos acontecimientos evidencian que esta emergente identidad paraétnica no puede tomarse como garantía del mejoramiento del estatus de los latinoamericanos en el país receptor. Los titulares y noticias de los medios de comunicación5 ante el asesinato del joven colombiano Ronny Tapias en Barcelona y los generados en el Barrio Villaverde Bajo de Madrid por el asesinato del joven español Manu6 expresan el posiciona-miento que los medios de comunicación y la sociedad receptora están otorgando hoy día a los jóvenes latinoamericanos y, por extensión, a todos los inmigrantes de Latinoamérica.

Sin desconocer la capacidad de los medios de comunicación para edificar realidades, la situación va más allá de las construcciones discursivas. En efecto, la aparición de pandillas juveniles (Latin Kings, Ñetas, etcétera) formadas por jóvenes latinoamericanos y sus reyertas y enfrentamientos en las calles de Madrid, Barcelona y otras ciudades del territorio español alimentan el contexto hostil de recepción, creando igualmente sentimientos de desconfianza entre las personas inmigrantes y autóctonas, que llevan necesariamente al rompimiento de las redes sociales. Es un contexto adverso donde se evidencian día a día la existencia de organizaciones de extrema derecha y de grupos racistas y xenófobos.

En este sentido, podría estar surgiendo para algunos jóvenes, por las actuales circunstancias, un proceso de "asimilación segmentada", en el cual, si bien el contexto migratorio español difiere del norteamericano en muchos sentidos, los hijos de emigrantes, aquí como allá, confrontan una serie de desafíos a su adaptación que los llevan a enfrentar barreras de discriminación y racismo, un mercado de trabajo segmentado y la presencia de modelos contraculturales como los que ofrecen las pandillas y la cultura de la droga (Portes, 2004:7-10). Se trata de contextos para nada favorables donde la familia, las redes sociales y unos vínculos comunitarios fuertes y solidarios serían los mejores aliados para la integración social de las generaciones jóvenes.

 

"Encontré a un colombiano en España: no sé si quedarme o huir"

A pesar de que hemos visto cómo los procesos migratorios generan en los jóvenes colombianos una evocación constante de su país de origen, exacerbaciones de sus identificaciones nacionales y culturales versusun otro diferente que excluye y discrimina, y una preferencia al establecimiento de relaciones con el colectivo colombiano, la investigación da cuenta de las fracturas identitarias que se están fraguando en el colectivo en España. Una colombiana, madre de cuatro hijos, que vive desde hace 12 años en Madrid, describe este fenómeno as1: "Lo que sí, es que el ecuatoriano es muy unido. Que llegó alguien y que no hay trabajo, entonces ellos le consiguen al otro día. En cambio, el colombiano no; el colombiano, aquí, cada cual tira para su lado".

Las imágenes que los otros construyen sobre el colectivo colombiano, fuertemente influidas por la información que circula en los medios de comunicación, provocan un doble movimiento: de una parte, hacen que los jóvenes colombianos tiendan a buscar refugio en el grupo con el cual se sienten más identificados (los colombianos y en algunos casos los latinoamericanos); pero, al mismo tiempo, los llevan a generar, en un proceso de objetivación y anclaje de esas imágenes, un desmoronamiento de la confianza en los colombianos (Jodelet, 1988:472-475). Este contradictorio movimiento resulta en profundas fracturas en la red de vínculos y relaciones entre el colectivo, y en algunos casos, en la negación de la propia identidad. Las ansiedades que el estigma asociado a la identidad colombiana engendra en los jóvenes son parte de la cotidianidad, a la cual nadie se acostumbra.

La identidad se construye y se recrea, entonces, no sólo en términos de las imágenes que los otros" me proyectan. La realidad de la vida cotidiana se reafirma continuamente en la interacción del individuo con los otros y en la manera como las personas o los colectivos asumen e incorporan esas representaciones y estereotipos (Berger y Luckmann, 1986.187-189). La forma como los colombianos asumen subjetivamente los estereotipos que de ellos tiene la sociedad española la resume la madre de un joven entrevistada en Madrid:

Pero, hombre, yo quiero mucho a mi país. Mi país es muy lindo, pero uno no tiene por qué negar unas cosas. Tú dices que eres colombiana y eres mujer: "todas las prostitutas son colombianas". Empezando por ahí, que todo el mundo lo dice: "todas las chicas que vienen aquí vienen a prostituirse". Y si son hombres, si no son ladrones, es la droga y tantas cosas. Entonces, día tras día todo el país está peor. Entonces, yo opino así.

Empero, las fracturas identitarias de los colombianos inmigrantes en España se producen no sólo por los estigmas peyorativos (narcotraficantes, prostitutas, etcétera) creados en el nuevo contexto migratorio (Guarnizo, Sánchezy Roach, 1999:373-375). El resquebrajamiento identitario también encuentra su causa en la realidad de violencia y conflicto armado que se vive en Colombia. Un joven habla sobre la violencia que se vive allí y aquí como esencia de la identidad colombiana, violencia que, por generalizada e incomprensible, se construye como un gen defectuoso que se lleva "en la sangre". Esta inconsciente racialización se relaciona, entonces, con ciertos comportamientos sociales y con las vergonzosas imágenes e informaciones que circulan en España, expresando el temor que produce reconocerse como colombiano en el nuevo contexto migratorio. Así lo expresa un joven de 25 años que migró solo desde Bogotá a Madrid:

El conflicto en Colombia es tan grave; entonces, crea mucha desconfianza. Que la gente no tiene para comer y que viene a buscar. Y que como desafortunadamente hay que ser realistas también. Y las estadísticas muestran que: ¿Quién roba joyerías?: Colombia. ¿Quién trae la droga?: Colombia. ¿Quién mata..., quién se agarra a tiros porque le hablaron feo?: Colombia. Entonces, yo digo, bueno, es psicosis que le produce a uno. Y si éste viene de Colombia, ¿será que viene a robar?, ¿será que viene en plan de trabajar? Porque yo conozco mucha gente de Colombia que viene a trabajar y son tan honrados que uno dice: '¿Y por qué viene este grupito determinado?' Es que parece que también llevamos algo en la sangre que (...) Es muy duro, por ejemplo, decir el nombre, porque uno piensa entonces: 'Me van a asociar con droga, o con algo, y me van a deportar'. Y sabiendo uno que no debe nada, que ha sido correcto. Pero siempre uno dice eso: '¿Y si Utiliza mi nombre?' Porque "acuérdese que los colombianos", es una frase añadida que va ahí. "¡Los colombianos! Hay muchos picaros por ahí, tenga cuidado con eso". Que un muerto, que otro muerto... ¿Por qué somos tan violentos? Y no piensan que tienen familia ni nada (...) La gente ya tiene esa violencia metida allí, que ya es muy duro que salga.

Las percepciones y discursos generan un elevado nivel de fragmentación social que impide tanto la reagrupación y el asociacionismo del colectivo en España, como el emprender acciones colectivas transnacionales en el terreno económico, político y sociocultural. Tal y como afirman para el caso de los colombianos en Estados Unidos Guarnizo y Díaz (1999:416), la heterogeneidad multiestrato ha generado actividades heterogéneas fragmentadas y diferenciadas, cuya viabilidad está moldeada en parte por los efectos de un estereotipo dominante de los colombianos como narcotraficantes, al igual que por el regionalismo, clasismo y racismo que impera entre los connacionales. Los jóvenes colombianos y algunos de los otros actores sociales que participaron en la investigación dejan leer en sus discursos dicha dinámica.

 

Conclusiones

Aunque existen intentos loables por lograr procesos de integración social de los inmigrantes en España, estos esfuerzos se ven invisibilizados por dinámicas identitarias complejas, teñidas de exclusión y diferenciación entre y por parte de todos los colectivos. Dicha diferenciación es tanto intergrupal como intragrupal, producida a través de "vectores proverbiales" de poder y estratificación, tales como género, clase, raza y etnicidad, y "vectores inéditos" generados por la migración misma y usualmente dictados por el Estado —i.e., legal, ilegal, Sin papeles- y la sociedad receptora —i.e., "sudaca", "joven latinoamericano", "extracomunitario", "colombiano delincuente".

Se observó cómo la identidad nacional es un importante eje articulador de las relaciones entre los colectivos. La poca probabilidad de establecer nuevas relaciones con ese "otro" diferente lleva a los jóvenes inmigrantes colombianos a refugiarse entre los pares con los cuales se identifican de algún modo, creando subgrupos con jóvenes de su mismo país, o aliándose con otros de países diferentes pero cercanos (latinoamericanos), o con aquellos que se encuentran en situaciones similares de exclusión (los inmigrantes).

La identidad supranacional latinoamericana se recrea en el nuevo contexto migratorio por una presencia significativa de conciencia latinoamericana expresada, en sus rasgos comunes, versus los otros diferentes. Sin embargo, dicha adscripción identitaria se refuerza en el posicionamiento que la sociedad receptora otorga a los jóvenes latinoamericanos y, por extensión, a los inmigrantes latinoamericanos en general, ante la aparición de bandas organizadas como los Latin Kings y los Ñetas. Cualquier enfrentamiento de un joven latinoamericano en alguna calle de Madrid es asociado por los medios y por la sociedad receptora con los ajustes de cuentas de este tipo de grupos, creando un contexto hostil donde los hechos racistas, xenófobos y discriminatorios de los últimos días no auguran un buen futuro.

Tal y como se evidencia en la investigación con los jóvenes colombianos en España, ninguno de los dos Estados-nación (el de origen y el de recepción) se ocupa de que los migrantes accedan a y ejerzan sus derechos como ciudadanos. Al contrario, desde España se restringen cada vez más los medios para acceder a dichos derechos (i.e., restricciones del régimen general para la obtención de la residencia de los inmigrantes que están irregulares, endurecimiento de la Ley de Extranjería respecto a la reagrupación familiar, y otros), a través de un discurso institucional que alimenta un contexto social adverso y excluyente que para nada fomenta la integración social de los nuevos vecinos. Desde Colombia, no se garantiza a sus ciudadanos una vida en igualdad de condiciones, ni un pleno disfrute de sus derechos por el hecho de haber nacido allí, y mucho menos para los que en busca de una vida mejor se marchan. Aspecto que, como se evidenció, marca de manera significativa los deseos y posibilidades de retorno de los jóvenes colombianos.

Los resultados de la investigación muestran que el contexto adverso de origen influye en la manera como los jóvenes colombianos se posicionan en su nuevo territorio. La situación política, económica y social en Colombia no sólo empuja a sus nacionales a abandonar el país. Los estigmas creados sobre una realidad de violencia, pobreza y tráfico, difundidos ampliamente por los medios de comunicación, son cargados por los colombianos en el exterior como un lastre que, al pesar, rompe los lazos, destruye las redes y fragmenta la identidad, colocándolos en la fatídica encrucijada de las lealtades a una patria que se olvida de ellos.

Parece el escenario un laberinto de espejos que deforman y hacen monstruosas las caras que se asoman en el nuevo contexto migratorio español. Los movimientos de las identidades pasan factura. Las adscripciones identitarias generadas en esta dinámica de imágenes peyorativas y estigmatizadoras producen acciones y reacciones que fisuran las relaciones entre los sujetos del mismo colectivo, que son, entonces, sostenidas sobre una base de desconfianza y miedo al otro, fracturando sus procesos identitarios, fragilizando de algún modo los procesos asociativos y atrofiando el desarrollo amplio de redes de apoyo, y sustrayendo, de paso, energías que coadyuvarían al proceso de integración en la sociedad actual.

 

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Notas

1 Agradezco al doctor Heriberto Cairo Carou por la dirección del trabajo de investigación aquí presentado; a Luis Eduardo Guarnizo, por sus relevantes críticas y valiosas ideas para la producción de este artículo; a María Claudia Carrasquilla, por su invaluable aporte para la realización del estudio; a los jóvenes colombianos que me contaron sus historias, y a los dictaminadores anónimos.

2 La investigación de donde provienen los datos analizados en el artículo se realizó durante 2002-2003 en el marco del Doctorado en Estudios Iberoamericanos: Realidad Política y Social, de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad Complutense de Madrid.

3 Respecto a las fuentes secundarias, es necesario hacer referencia al subregistro que se presenta en los datos ofrecidos por las fuentes estadísticas oficiales, que contabilizan a la población inmigrante regularizada sin establecer una distinción clara entre situación legal regular, regularizable (acogidos al proceso de regularización arbitrado a raíz de la entrada en vigor de la ley 8/2000 y al proceso de regularización por arraigo arbitrado según lo dispuesto en el artículo 31.4 de la Ley de Extranjería) y no regularizable.

4 Educadora popular que vive en Madrid desde hace 20 años, es informante clave en la investigación por su cercanía con el colectivo colombiano y especialmente con los jóvenes.

5 "Algunos vecinos y alumnos del instituto creen que los agresores podrían pertenecer a una banda juvenil organizada formada por latinoamericanos" (El País, Cataluña, 31 de octubre de 2003); "...asesinado de una puñalada el pasado martes al ser atacado por una pandilla conocida como los Latin Kings cuando salía del instituto" (Yahoo Noticias, 1 de noviembre de 2003; IBLNEWS, agencias, 1 de noviembre de 2003); "Los cinco agresores ya están detenidos y son, además del dominicano autor de la puñalada, tres jóvenes ecuatorianos y uno colombiano" (El Tiempo, 7 de noviembre de 2003); "La consejera de Justicia e Interior de Cataluña, Nuria de Gispert, admitió la implantación en Barcelona de bandas juveniles violentas compuestas fundamentalmente por jóvenes de origen suramericano —especialmente dominicanos y ecuatorianos— y prometió combatirlas de 'forma tajante'" (El País, 31de octubre de 2003).

6 "García Hidalgo [jefe de policial] también expresó su preocupación por las bandas urbanas de origen latinoamericano, como los Latin Kings o los Ñetas, e insto a los cuerpos policiales a colaborar entre sí en la investigación de este fenómeno social" (El Piempo, 11 de mayo de 2005); "El concejal de seguridad Pedro Calvo precisó en la rueda de prensa posterior al encuentro con los vecinos que, más que la proliferación de los grupos neonazis o xenófobos, lo que sufre el distrito de Villaverde es el 'pandilleo', aunque matizó que también es un fenómeno que preocupa a las autoridades" (El País, 10 de mayo de 2005).

 

Información sobre el autor

MARÍA MARGARITA ECHEVERRI BURITICÁ es psicóloga y tiene una maestría en psicología comunitaria por la Universidad Javeriana de Bogotá; es también candidata a doctora por la Universidad Complutense de Madrid. Actualmente es docente de posgrado en esta universidad en el programa Sócrates-Erasmus. Su investigación está dedicada a las migraciones y en especial a la población juvenil y colombiana en España. Es autora de "Los procesos de integración social de los jóvenes ecuatorianos y colombianos en España: un juego identitario en los proyectos migratorios" (Revista de Estudios de Juventud, núm. 60, Injuve, Madrid, 2003).

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