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Migraciones internacionales

versión On-line ISSN 2594-0279versión impresa ISSN 1665-8906

Migr. Inter vol.12  Tijuana ene./dic. 2021  Epub 24-Ene-2022

https://doi.org/10.33679/rmi.v1i1.2295 

Artículos

¿Las raíces en el lado equivocado de sus vidas? Jóvenes retornados y deportados desde Estados Unidos a Guanajuato

1 Universidad Latina de México, México, ana6509@yahoo.com


Resumen

El artículo analiza la experiencia narrada por jóvenes migrantes retornados y deportados desde Estados Unidos, establecidos en el estado de Guanajuato, México. A partir de ésta, discutimos los límites explicativos de las perspectivas del transnacionalismo y la migración de retorno. Los casos que se analizan permiten identificar que, al migrar de Norte a Sur, los jóvenes viven un proceso de adaptación apoyados en sus redes familiares, que constituyen un arma de doble filo: al tiempo que facilitan su integración en México, son también su primera fuente de discriminación, a las que después incluyen otras experiencias. Si al inicio los jóvenes que fueron obligados a regresar se encuentran enclaustrados por estos recursos intangibles, también los superan al ampliar de sus repertorios identitarios al reconstituir su sentido de pertenencia a México. Buscamos destacar la necesidad de desarrollar una agenda de investigación enfocada en jóvenes migrantes, a los que es difícil extrapolar las perspectivas analíticas existentes.

Palabras clave: 1. jóvenes migrantes; 2. retornados; 3. transnacionalismo; 4. Guanajuato; 5. México.

Abstract

This article analyzes the experience narrated by young migrant returnees and deportees from the United States, settled in the state of Guanajuato, Mexico. Based on their experience, we discuss the explanatory limits of the perspectives of transnationalism and return migration. The cases analyzed allow us to determine that when migrating from North to South, young people undergo an adaptation process supported by family networks that nonetheless constitute a double-edged sword: while facilitating their integration in Mexico, family members also provide their first encounter with discrimination, which they will later experience in other contexts. Although initially, young people forced to return find themselves caged in by these intangible resources, they also overcome them by expanding their identity repertoires and reconstructing their sense of belonging to Mexico. This work seeks to highlight the need to develop a research agenda focused on young migrants, to whom it is difficult to extrapolate existing analytical perspectives.

Keywords: 1. Young migrants; 2. returnees; 3. transnationalism; 4. Guanajuato; 5. Mexico

Introducción2

I will never miss an opportunity to recite the U.S. national anthem. I will always be proud to be FROM Michigan. I will always be an American. However, through the same city that I was introduced to the U.S., I was reintroduced to Mexico 20 some odd years later where I was welcomed into this world will be where I accomplish my dreams. I am not in Exile (Serafín, joven deportado, carta enviada por SurveyMonkey, 11 de junio de 2018).3

Los jóvenes migrantes retornados o deportados desde Estados Unidos a México, se ven obligados a reconstruir su vida en un país que les es desconocido. Se trata de personas que, en general, al ser llevados siendo niños, crecieron y socializaron en ese país. Asistir a la escuela en Estados Unidos les enseña que están en el mejor país del mundo, que ofrece oportunidades para el que trabaja fuerte, que cuenta con Estado de derecho e instituciones legítimas y en el que han aprendido a vincularse formal o informalmente al mercado. Al crear un vínculo de pertenencia en ese país, la identificación con México es un mecanismo de defensa ante la discriminación vivida. Cuando son obligados a regresar a México estos jóvenes viven a un sinnúmero de dificultades prácticas para continuar su vida en el país en el que nacieron. Esto abre la paradoja que discutimos aquí: el regreso forzado a su país de nacimiento no implica una migración de retorno, sino enfrentar los riesgos y dificultades que vive cualquier migrante al buscar integrarse a un país de destino, aunque éste sea formalmente el suyo.

En el tránsito de un país a otro, los jóvenes migrantes deportados u obligados a regresar viven la contradicción de reforzar su sentido de pertenencia a los Estados Unidos, mientras contrastan los elementos de identidad por los que se sentían mexicanos en ese país. Al migrar a su país de nacimiento, ellos deben confrontar las oportunidades limitadas de inserción laboral, pero, sobre todo, la discriminación laboral y familiar por el desconocimiento de los códigos y valores culturales mexicanos. Además de sentirse estadounidenses obligados a residir en México, estos jóvenes -en edades que van de 14 a 29 años (Inegi, 2000)- tienen que afrontar la dificultad de ser aceptados en comunidades a las que técnicamente pertenecen por sus lazos familiares y legales. Al iniciar su vida en México, los retornados recobran una libertad de movimiento que su situación irregular no les permitía tener en Estados Unidos, aunque su vida en México se mantiene con las alertas que tiene un migrante en un país nuevo. Con ello, cuando analizamos el proceso de tránsito de un país a otro, en estricto sentido ¿se trata de jóvenes que están retornando a su país de origen como diría la teoría, o de jóvenes que realmente están migrando a él?

La investigación sobre jóvenes inmigrantes indocumentados en los Estados Unidos ha evolucionado de acuerdo con las circunstancias políticas en ese país. Los trabajos se han enfocado en las distintas formas de asimilación de la llamada generación 1.5 en los Estados Unidos y 0.5 en México (Zúñiga y Giourguli, 2020; Rumbaut, 2004). Es decir, los jóvenes que fueron llevados siendo niños a Estados Unidos, socializaron en ese país al realizar sus estudios básicos (K-12), para aprender a vivir una vida indocumentada al terminar la adolescencia, o despertar a la pesadilla de la falta de oportunidades debido a su situación migratoria (Gonzales y Chavez, 2012). Algunos de ellos regresaron a México para buscar acceso a educación superior (Ángel Lara, 2013), o bien se han integrado a nichos específicos de los mercados laborales mexicanos (Da Cruz, 2014; 2018; Serna-Gutiérrez y Mora-Pablo, 2018; Mora-Pablo, 2020; Meza-González y Orraca Romano, 2020).

Otros trabajos se han enfocado en las experiencias subjetivas o en los sentidos de identidad y pertenencia a un país que les es desconocido (Sandoval y Hirai, 2016, Vila Freyer, 2017b). Los jóvenes se movilizaron para regularizar su situación, cuando se reforzaban las medidas antiinmigrantes del gobierno de Barack Obama (2009-2017) y dieron lugar a la Gran Expulsión de indocumentados. (Hernández-León y Zúñiga, 2016; Gonzales, 2008). Lograron que Obama, después de ser nombrado Deportador-en-jefe, emitiera un decreto el 15 de junio de 2012 para diferir las acciones de deportación para los jóvenes llevados a Estados Unidos en la infancia (DACA) (Ortíz Domínguez, 2018; Roth, 2018; De la O, 2017). DACA permitió a los jóvenes dejar de ser ‘aliens’ para convertirse en personas indocumentadas protegidas que pueden hablar de su estatus migratorio. Lo que agrega elementos nuevos a la de por sí heterogénea identidad de estos jóvenes (Ortíz Domínguez, 2018; Vila-Freyer, 2020).

Enfocarnos en el estudio de la movilidad de los jóvenes, nos ayuda a ir más allá de la visión centrada en migrantes laborales, hombres, adultos y, en el caso mexicano, mayoritariamente poco calificada (Sandoval y Zúñiga, 2016). Al enfocarnos en los jóvenes nos permite ofrecer evidencia empírica sobre cuestiones específicas de su experiencia migratoria, al responder: ¿Cómo viven los jóvenes su (re)incorporación a la sociedad mexicana? ¿Cómo ha influido su vida migratoria en Estados Unidos en su vida cotidiana y en la continuación de su vida en México? ¿Cómo influyen sus redes sociales en México en la reconstrucción de sus vidas? ¿Recomponen un sentido de pertenencia a más de un país?

Este artículo busca contribuir a esta discusión destacando la visión de los jóvenes que han interrumpido un proceso de socialización en Estados Unidos para continuar su vida en México. Está construido a partir de una investigación cualitativa desarrollada en México y en Estados Unidos durante 2018. A partir de ella, este trabajo discute los límites explicativos desde dos perspectivas: la noción de migrante de retorno y las relaciones transnacionales. Sobre el primero, los casos discutidos en este texto se refieren a jóvenes que literalmente dejaron su lugar residencia habitual para instalarse en el país en el que nacieron; en sentido contrario a la definición del migrante de retorno, es decir, “el proceso por el cual las personas retornan al lugar de origen después de permanecer un periodo significativo de tiempo en otro país” (King, 2000, p. 8). Como discutiremos en el apartado correspondiente, el hecho de que los jóvenes hayan sido llevados a Estados Unidos cuando eran niños y hayan pasado toda su infancia y adolescencia en ese país, complica aún más la posibilidad de lograr una definición más acabada de migración de retorno, alejada de la visión estructural y adulto-céntrica dominante.

El segundo punto se refiere a las relaciones transnacionales, mediadas por los padres, de los jóvenes de la generación 1.5. En la definición tradicional de transnacionalismo, es decir, los espacios sociales que vinculan países de origen y destino con los que los migrantes mantienen vínculos continuos con sus familias, comunidades y otros grupos sociales (Glick-Schiller, Basch y Blanc-Szanton, 1992), son mantenidos y cultivados por los migrantes adultos que, efectivamente, han socializado en esos espacios sociales antes de salir de ellos. Los niños que fueron llevados por sus padres a Estados Unidos mantienen esas estructuras de vinculación a través de sus padres, ya que su situación migratoria no les ha permitido mantener contacto continuo con esos grupos y con espacios sociales en México, que técnicamente son sus comunidades de origen. Por tanto, al instalarse en México los jóvenes de la generación 1.5 tienen que establecer esa estructura de vinculaciones con México -en tanto país de destino-. Por ello, la perspectiva trasnacional dificulta mucho explicar si las relaciones con el país de origen restablecen, inician, aumentan o redefinen las estructuras de vinculaciones de estos jóvenes con México y, desde aquí, con Estados Unidos, al no haber claridad en cuál es la nación de origen, destino y retorno en la experiencia vivida por estos jóvenes migrantes.

El siguiente apartado presenta la metodología desarrollada para recopilar información en México y en Estados Unidos. Después discutiremos las perspectivas para explicar el retorno migrante y los límites de éstas para comprender la experiencia vivida por los jóvenes de la generación 1.5 que se instalan en México. Ante la dificultad de encontrar datos duros sobre el tamaño potencial de este grupo de jóvenes, el apartado siguiente discutirá distintas fuentes que permiten hacer una aproximación del número de jóvenes retornados a México y a Guanajuato, acompañado de los resultados de una primera lectura de las entrevistas realizadas clasificándolas en dos temas: el choque cultural del retorno, analizado por la motivación del mismo, así como de los recursos sociales intangibles que han sostenido la continuación de su vida en México. El documento termina discutiendo las conclusiones de este ejercicio.

Metodología

El trabajo de campo del que se desprende este artículo se realizó entre mayo y octubre de 2018 en México y en Estados Unidos. La investigación tiene por objeto identificar la forma como los jóvenes migrantes de origen mexicano -ciudadanos, documentados, indocumentados o DACAmentados, retornados, voluntariamente o no, a México- definen su sentido de pertenencia a México y Estados Unidos, los elementos que hacen que ellos sientan un país como “su casa” (what makes a country home?), así como los elementos que imaginan les crearían, o de hecho les han creado, más dificultades para readaptarse a México (véase también Tse, 2020; Mora- Pablo, 2020; Meza-González y Orraca Romano, 2020; Mateos, 2020).

Nos apoyamos de la organización Dream in México y de 8 grupos de Facebook (DACA DREAMERS 3 840 miembros; AFTER DACA-Finances, mortgage, credit coaching, loans, banking, support 1 332 miembros; DACA News & Advice 1 177 miembros; Proudly UndocuQueer 205 miembros; DACA “Dreamers” Only 16 125 miembros; Dreamers Relocating 214 miembros; Chicago Area DACA 94 miembros; CUNY Dreamers 591 miembros), para distribuir entre sus miembros una encuesta a través de SurveyMonkey, ya que asumimos que nos permitiría enfocarnos a los grupos de migrantes organizados con las características que buscábamos.

Se seleccionó León porque es la ciudad más grande del estado de Guanajuato y es la sede de Dream in Mexico, A.C., una asociación organizada y dirigida por jóvenes migrantes que regresaron a México para poder estudiar en 2008 y por la existencia de Call-Centers. Celaya se eligió porque es el lugar de residencia de la autora y en la Universidad Latina de México han hecho énfasis en contratar jóvenes retornados como profesores de inglés. San Miguel de Allende es una ciudad en la que desde los años cincuenta ha sido utilizada como ciudad de retiro de ciudadanos estadounidenses, en donde es fácil para los jóvenes retornados conseguir trabajos utilizando sus habilidades lingüísticas y de servicios (Hagan, Hernández-León y Demonsant, 2015). Entrevistamos también a miembros de Federaciones Migrantes o a Cónsules de las tres ciudades. En el momento de escribir este artículo, estamos terminando la codificación de las más de 1 500 páginas de las entrevistas transcritas.

Este trabajo se construye del ejercicio realizado en México. En este obtuvimos 30 respuestas, aunque solamente 20 encuestas fueron respondidas en su totalidad. De estas respuestas construimos un perfil sociodemográfico de los jóvenes que regresaron a México y seleccionamos 3 casos emblemáticos que resultan de las 19 entrevistas realizadas en México y de 3 tres cartas con la historia de vida de 2 hombres y una mujer deportados, los primeros de Estados Unidos y la segunda de Canadá. Durante la difusión de la encuesta en redes sociales se hizo un esfuerzo por identificar jóvenes de origen guanajuatense, pero ante la dificultad que representa encontrar jóvenes migrantes de retorno o deportados, optamos por entrevistar jóvenes establecidos en Guanajuato, independientemente de su lugar de nacimiento.

En los cuestionarios y entrevistas se buscó profundizar en la trayectoria migratoria de los jóvenes, la forma como ser migrante ha influido en su vida, las habilidades especiales que identifican haber adquirido en comparación con los jóvenes con los que estudian o trabajan, así como en la forma como componen los elementos con los que representan su sentido de pertenencia a México y a Estados Unidos. De este ejercicio seleccionamos una de las cartas y dos entrevistas que corresponden a la tipología de retorno propuesta por Cassarino (2004): retorno planeado y retorno forzado. Nosotros incluimos un retorno intermedio, que llamamos obligado, ya que se trata de la decisión familiar de regresar a México, ante la deportación de uno de sus miembros, pero que permite a los otros miembros planear y definir plazos para reunirse en México.

¿Migración de retorno o migración a su país de nacimiento?

Citando un documento de Naciones Unidas, Gandini, Lozano y Gaspar (2015, p. 30) afirman que “generalmente, se entiende por migración a aquel hecho que implica un cambio de lugar de residencia, o de lugar de residencia “habitual”, es decir, ir a vivir a un lugar nuevo o distinto”. Encuentran también tres definiciones de migrante de retorno o retorno:

  1. “Migrante de retorno: Personas que retornan a su país de ciudadanía después de haber sido migrantes internacionales (ya sea de corto o largo plazo) en otro país y que están intentando permanecer en su propio país por al menos un año” (Naciones Unidas, 1998, citado en Gandini, Lozano y Gaspar 2015, pp. 30-31).

  2. “Retorno: Proceso mediante el cual las personas vuelven a su país o lugar de origen después de un periodo significativo en otro país o región” (King, 2000, p.8 citado en Gandini, Lozano y Gaspar, 2015, pp. 30-31).

  3. “Migrante de retorno: Persona que regresa a su país de origen con el fin de permanecer en él después de llevar mucho tiempo en otra nación; dicho retorno puede ser voluntario o inducido” (Izquierdo, 2011, p.172 citado en Gandini, Lozano y Gaspar 2015, pp. 30-31).

Los autores encuentran en la literatura sobre el retorno perspectivas complementarias para explicarlo. Mientras unas consideran el tiempo de estancia como factor explicativo, otras se elaboran sobre las condiciones estructurales que propician el retorno (Gandini, Lozano y Gaspar; 2015, p. 38). Otros autores hacen énfasis en si la decisión o no de regresar recae en el propio migrante creando categorías de retorno planeado o forzado (Cassarino, 2004). Otro punto es si el retorno se puede considerar definitivo o como parte del proceso migratorio (Rivera-Sanchez, 2010), o bien si los migrantes cuentan o no con recursos para reinsertarse en su lugar de origen (Cassarino, 2008a, 2008b). Todos parten de la idea de que el retorno implica el regreso -como un bumerán- al punto de partida (Hirai, 2013).

Las tipologías construidas por King (2000), Durand (2004, 2006), Cassarino (2004, 2008a) tienen en común al migrante adulto y trabajador que puede cumplir o no su proyecto migratorio y, en el caso mexicano, poco calificado. Durand (2004, 2006) ha creado una tipología que incluye el retorno del migrante exitoso o fracasado; el que regresa de manera permanente, sea por la conclusión de su proyecto migratorio, su contrato o su retiro; el retorno de los refugiados políticos y el retorno transgeneracional, que incluye el regreso al lugar de origen de los padres, de ellos, sus hijos y sus nietos (Durand, 2004; 2006). Según Cassarino, alrededor del retorno, se ha creado un discurso en el cual la migración de retorno aparece como una y la misma cosa, afectando el estudio de las distintas categorías de migrantes existentes, con las distintas razones de retorno; lo que ha hecho que los estudios pierdan de vista las motivaciones del regreso, la temporalidad o permanencia de éste, así como los recursos movilizados en el proceso que afectan las posibilidades o pautas de reintegración de los migrantes en sus comunidades de origen (Cassarino 2008a, 2008b, 2004).

La voluntad, pero, sobre todo, la preparación del retorno es lo que permite a Cassarino identificar los recursos tangibles e intangibles que los migrantes movilizan, reforzando la idea de un retorno autónomo. “Entre mayor sea el nivel de preparación, mayor la habilidad de los retornados de movilizar recursos de manera autónoma” (Cassarino, 2004, p. 275). El autor se apoya en la teoría de las redes sociales para explicar la movilización de recursos, el intercambio de información a partir del involucramiento del migrante en sus redes para preparar el retorno. A través de las redes, se puede identificar una línea de continuidad entre el conocimiento e intercambio de experiencias entre la comunidad de acogida y comunidad de origen (Cassarino, 2004). Como si al retornar, el migrante cambiase solamente su lugar dentro de los distintos nodos de su red social, en una línea continua de la historia migratoria individual que vincula comunidades de origen y destino (Hirai, 2013).

Además, al discutir la migración de retorno desde la perspectiva del transnacionalismo, Cassarino (2004) afirma además que los viajes y contactos permanentes que establece el migrante con su comunidad de origen facilitan la preparación del retorno, al tiempo que refuerzan el sentido de pertenencia del migrante con su comunidad de origen. Es decir, los contactos transnacionales, incluidos los viajes temporales a sus comunidades de origen, facilitan la planeación, el retorno y robustecen las estructuras de vinculación del migrante con ellas. Es decir, mantienen y refuerzan la vinculación continua entre comunidades de origen y destino (Glick-Schiller, Basch y Blanc-Szanton, 1992).

De ser todo esto linealmente cierto, la edad de la migración original no dificultaría incluir a los jóvenes de la generación 1.5 dentro de los modelos y tipologías existentes. Tampoco el tiempo establecido en el exterior por estos niños y jóvenes rompería la vinculación lineal que estas perspectivas asumen entre el migrante y la comunidad o el país de nacimiento. Todos los trabajos discutidos asumen tres elementos fundamentales:

  1. Antes de emigrar, el individuo ha socializado y generado una membresía con la comunidad de origen y el país de nacimiento.

  2. Durante su estancia en el extranjero el individuo estructura vínculos transnacionales desde el país de destino y refuerza sus redes sociales, utilizando medios electrónicos o viajes temporales a la comunidad, uniendo origen y destino en una misma red migratoria transnacional en la que circulan de un punto a otro, que se origina en el país de destino.

  3. La familia del migrante -esposa, pero sobretodo los hijos-, no se ven afectados por la experiencia migratoria del jefe de familia, o bien, la estructura de vinculación trasnacional del adulto, trabajador poco calificado, padre de familia es repetible linealmente en la familia, es decir la esposa y los hijos.

Sin embargo, al tratar de explicar la experiencia vivida por los jóvenes de la generación 1.5 todo lo discutido anteriormente resulta insuficiente, para comprender su experiencia al instalarse en México. Si bien es cierto que tienen una pertenencia legal porque nacieron en México, su experiencia de retorno se ve afectada por varias razones. En primer lugar, al vivir su infancia y adolescencia en los Estados Unidos los niños y jóvenes migrantes vivieron la experiencia de socialización en Estados Unidos, es decir, crearon una estructura de vinculación en ese país, como experimentan también los hijos de familias polacas en España (Szydłowska, Navas, Kalwak y Grzymała-Moszczyńska, 2020) Segundo, la estructura de vinculación con México existe, pero existe mediada por la cultura del inmigrante indocumentado que creció en un sistema educativo que lo trataba como ciudadano, para llegar a la mayoría de edad y asumir, si no descubrir, que no lo es; también cuenta con las redes sociales y familiares en México, pero éstas están mediadas por sus padres, que son los que mantienen los vínculos trasnacionales cotidianos, y quienes reproducen valores culturales y afectivos por México, la comunidad de origen, la familia, la comida, la religión y el idioma (Szydłowska, Navas, Kalwak y Grzymała-Moszczyńska, 2020). Finalmente, su situación indocumentada les impide reforzar los vínculos transnacionales propios al no poder viajar y establecerlos, ni reforzar sus redes sociales con familia, comunidad y país. De hecho, la evidencia muestra que los jóvenes DACAmentados que pudieron regresar a México bajo Advance Parole, reforzaron los marcadores de pertenencia a los Estados Unidos (Ruth, Estrada, Martínez-Fuentes y Vázquez-Ramos, 2019)

Entonces ¿se migra al país de nacimiento o se retorna a él? Los casos que se discuten más adelante muestran las distintas motivaciones que los jóvenes tuvieron para regresar a México, luego de abandonar su país tradicional de residencia. Al hacerlo, la experiencia de continuar su vida en México es sostenida en redes sociales poco densas y, aunque cuenten con redes familiares de apoyo, tienen poca capacidad de acceder o movilizar recursos privados, sociales y públicos, porque estas redes son también espacios de rechazo y discriminación. Todo ello, en sentido contrario, de la experiencia migratoria vivida por sus padres al regresar a México, o similar a la experiencia de éstos al instalarse en Estados Unidos por primera vez, como está documentado en la literatura sobre el tema.

Jóvenes mexicanos migrando a guanajuato, una primera aproximación

Los datos del Censo de Población y Vivienda 2010 muestran que en todos los municipios de Guanajuato hubo un incremento de población atribuible a la migración de retorno. Esto es importante si se toma en cuenta que, en el lustro anterior, se detectó que en 40 por ciento de los municipios hubo un decrecimiento de población (Vega-Macías, 2015). Vega-Macías (2015, p. 35) detecta que uno de los cambios fundamentales en la estructura demográfica de Guanajuato se registra en las tasas de crecimiento de población de los niños y jóvenes de 0 a 19 años que de ser negativas o estar aproximándose a cero entre 2000 y 2005, empezaron a crecer de manera positiva en el lustro siguiente. Este mismo hallazgo se realizó en un trabajo realizado por Vila Freyer (2015) en el que además se ha identificado un crecimiento extraordinario en el grupo de mujeres en grupos de edad que van de los 30 a los 39 años. Moctezuma revisando los datos censales en Zacatecas genera la hipótesis del retorno de familias completas, que se habían movido al norte en la última década del siglo XX (Moctezuma, 2013).

De manera paralela, comparando los indicadores que componen los Índices de Intensidad Migratoria (IIM) para los años 2000 y 2010 (Conapo, 2001 y 2011) hemos construido tres escenarios de retorno para Guanajuato: el primero, en el que se registró un incremento de hogares que tuvieron en los cinco años anteriores retorno de migrantes y una caída en el porcentaje de hogares que recibían remesas; un segundo, en el que se registra un incremento de retorno y un porcentaje de hogares que recibían remesas igual al del quinquenio anterior; finalmente, municipios que registraron hogares con un incremento de migrantes de retorno y un incremento de recepción de remesas (Vila Freyer, 2015). Al ser Guanajuato un estado con alta migración debido a su centenaria experiencia migratoria, 31 de los 46 municipios del estado registran una alta o muy alta relación con la migración.

La dificultad para encontrar datos duros sobre los deportados de origen guanajuatense instalados en el estado tiene que ver en el hecho de que el Instituto Nacional de Migración registra los eventos de deportación en los puntos de internación en la frontera norte. Las tablas 1 y 2 muestran estos eventos de deportación en la frontera norte que sumaron 152 417, de los cuales 7 124 fueron jóvenes de entre 12 y 19 años y 491 niños de 0 a 11 años. Es difícil saber si estas personas regresaron a la entidad, se establecieron en ciudades fronterizas o en localidades en las que encontraron empleos.

Tabla 1 Eventos de Repatriación de migrantes guanajuatenses en la frontera norte 

Año Hombre Mujer Total
2010 31 688 2 940 34 628
2011 27 980 2 160 30 140
2012 25 515 1 774 27 289
2013 23 063 1 536 24 599
2014 15 715 1 152 16 867
2015 13 319 881 14 200
2016 13 524 768 14 292
2017 10 594 499 11 093
2018* 10 009 459 10 468
Total 142 168 10 249 152 417

* Nota: hasta septiembre.

Fuente: Secretaría de Gobernación (2010, 2011, 2012, 2013, 2014, 2015, 2016, 2017 y 2018).

A nivel nacional, Zúñiga retoma estimaciones base que le permiten afirmar que “el 6.5 por ciento de los niños y jóvenes actualmente residentes en México han participado en la migración internacional en los cinco años previos al censo, que en términos absolutos representan 2.7 millones de individuos en edades que van de 0 a 19 años” (Zúñiga, 2018 p. 94). El mismo autor cita otras estimaciones para señalar que un millón de personas regresaron a México según el mismo censo de 2010, de ellos “es decir, durante los cinco años previos al censo, poco más de 250 mil niños y adolescentes migraron de Estados Unidos a México” (Zúñiga, 2018, p. 94). Citando este mismo trabajo, Anderson y Solís (2014) calcula en medio millón el número de jóvenes deportados y retornados. Esta cifra también es reportada por Mateos (2020) (tabla 2).

Tabla 2 Eventos de repatriación de menores migrantes guanajuatenses 

Año De 12 hasta 17 años Hasta 11 años
Hombre Mujer Total Hombre Mujer Total
2010 1 071 156 1 227 54 41 95
2011 859 116 975 34 20 54
2012 959 105 1 064 41 22 63
2013 937 82 1 019 33 21 54
2014 603 84 687 31 24 55
2015 590 49 639 33 23 56
2016 629 53 682 30 28 58
2017 406 19 425 18 18 36
2018* 369 37 406 11 9 20
Total 6 423 701 7 124 285 206 491

* Nota: hasta septiembre.

Fuente: Secretaría de Gobernación (2010, 2011, 2012, 2013, 2014, 2015, 2016, 2017 y 2018).

Escobar asegura que,

[…] de esos 980 mil [niños y jóvenes] hay otros 773 mil nacidos en Estados Unidos que no necesariamente regresaron en esos cinco años previos y que son sobre todo menores de edad. Aunque documentalmente unos son nativos de México y otros no, ambos forman parte del flujo de migración de retorno. Estos 773 mil, compuestos en su mayoría por menores de 16 años que llegaron en los últimos cinco años, no estarían en México si los otros 980 mil no hubieran regresado, es decir, regresan porque regresan sus padres mexicanos. Como conjunto tenemos 1.7 millones de personas que o bien han nacido en Estados Unidos y llegan a México o bien han regresado recientemente a México, y que son fruto de deportaciones, remociones y regresos voluntarios (Escobar, 2015, p. 256).

¿Quiénes son los jóvenes migrantes retornados?

Las 30 personas que respondieron el cuestionario electrónico fueron 67 por ciento hombres y 33 por ciento mujeres; los rangos de edad se encuentran entre los 15 y más de 30 años en el momento de responder la encuesta, como se ilustra en la tabla 3. Un 20 por ciento está casado y tiene niños.

Tabla 3 ¿Qué edad tienes?  

México (n=30)
Menos de 15 años 0%
15-17 años 3%
18-20 años 3%
21-24 años 20%
25-28 años 20%
28-30 años 17%
Más de 30 años 37%

Fuente: Elaboración propia con resultados de la encuesta.

Un 40.9 por ciento emigró a Estados Unidos entre los 0 y 5 años, mientras que 32 por ciento lo hizo entre los 9 y 12 años (Tabla 4).

Tabla 4 ¿A qué edad migraste a Estados Unidos? 

México n=22
0-2 años 23%
3-5 años 18%
6-8 años 9%
9-12 años 32%
13-15 años 9%
16-17 años 9%

Fuente: Elaboración propia con resultados de la encuesta.

Un 92 por ciento vivió más de 7 años en Estados Unidos, y de ellos 42 por ciento vivió 16 años o más en ese país (Tabla 5).

Tabla 5 ¿Cuánto tiempo has vivido en Estados Unidos? 

México n=23
1-11 meses 0%
1-3 años 4%
4-6 años 0%
7-9 años 13%
10-12 años 22%
13-15 años 17%
16 años o más 43%

Fuente: Elaboración propia con resultados de la encuesta.

El 74 por ciento vivió en Estados Unidos de manera irregular, 9 por ciento accedió a la protección de DACA y el resto tenía algún tipo de papeles de residencia o ciudadanía para poder vivir en Estados Unidos (Tabla 6).

Tabla 6 ¿Cuál es/era tu situación migratoria? 

México n=23
Indocumentado 74%
Con papeles 17%
DACA 9%

Fuente: Elaboración propia con resultados de la encuesta.

Sobre su vida en Estados Unidos, 50 por ciento dijo que estudiaba y trabajaba, mientras que el otro 50 por ciento solo estudiaba o solo trabajaba. Un 96 por ciento tiene todavía familia inmediata en Estados Unidos. El 39 por ciento tiene estudios terminados de high school, 24 por ciento de preparatoria y estudios técnicos, y 23 por ciento tiene estudios de licenciatura y posgrado (Tabla 7).

Tabla 7 ¿Qué nivel de estudios terminados en EE. UU. tienes? 

México n=26
1-8 años 0%
High school 39%
GED 12%
Associate Degree 12%
Bachelor’s degree (BA) 15%
Maestría (MA) 8%
Doctorado (PhD) 0%
Otro (Estudios de BA o MA inconclusos) 15%

Fuente: Elaboración propia con resultados de la encuesta.

Las razones del retorno para los jóvenes responden a motivaciones que van más allá que la crisis económica (Tabla 8) de 2008, aunque 95.5 por ciento de los retornos se hizo a partir de ese año (Tabla 9).

Tabla 8 ¿Por qué regresaste? (Señale todas los que apliquen) 

México n=20
Mi padre o madre ya estaban en México 18.52%
Deportaron a alguno de mis padres 7.40%
Para estudiar 29.63%
Para trabajar 7.40%
Me deportaron por un proceso legal 18.52%
Me deportaron por salida voluntaria 7.40%
Otro 11.11%

Fuente: Elaboración propia con resultados de la encuesta.

Las razones del retorno señaladas en el cuestionario electrónico destacan en la tabla 8. El 26 por ciento ya tenía a alguno de sus padres en México o alguno de ellos fue deportado, el 30 por ciento regresó para estudiar y 26 por ciento fue deportado. Los que señalaron otro explicaron como razón asuntos familiares. En general, la deportación de ellos o de algún miembro de su familia, entre 2008 y 2018, es lo que parece explicar la presencia en México. También, el alto costo de los estudios fue lo que hizo a algunos dejar ese país y buscar opciones educativas en México.

Tabla 9 ¿En qué año regresaste? 

México n=22
Antes del año 2000 4.55%
Entre 2001 y 2003 0
Entre 2004 y 2007 0
Entre 2008 y 2010 13.64%
Entre 2011 y 2013 45.45%
Entre 2014 y 2017 27.27%
En 2018 9.09%

Fuente: Elaboración propia con resultados de la encuesta.

Los jóvenes retornados narran el regreso como una estrategia familiar. La razón del retorno narrada por los jóvenes en entrevistas realizadas a partir del año 2015 se debe a que no tienen acceso a la universidad. No hay que olvidar que el programa de Acción Diferida para los Llegados en la Infancia o DACA (en inglés: Deferred Action for Childhood Arrivals) fue implementado por una acción ejecutiva de Barack Obama en junio de 2012.

Por ello, mientras el padre se queda en Estados Unidos, la madre regresa con los hijos, para que éstos puedan continuar con sus estudios en México (Celina, comunicación personal, 26 de enero de 2015). Los otros escenarios responden al retorno de jóvenes deportados ellos, o algún miembro de sus familias, que vivieron un retorno forzado de ellos o de alguno de los miembros de su familia inmediata (Diana, comunicación personal, 28 de julio de 2018 Alejandro, comunicación personal, 23 de febrero de 2016). En otros casos se trata de la inmigración de niños nacidos en Estados Unidos que migran a la comunidad de origen de sus padres para que los hijos puedan ir a la universidad (Paty, comunicación personal, 23 de febrero de 2016). Según el cuestionario electrónico, 30 por ciento que dijo regresó para estudiar lo está haciendo; mientras que casi 60 por ciento de los retornados trabaja y 9 por ciento estudia y trabaja.

Perfiles laborales

Debido a la heterogeneidad del joven migrante retornado a Guanajuato, es difícil construir un perfil laboral. Una tercera parte de los jóvenes retornan para continuar sus estudios universitarios. Los jóvenes trabajan en escuelas y universidades como profesores de inglés, como xvendedores, en Call-Centers de León y algunos menos trabajan en el campo. Hay un nivel alto de circulación laboral y en los 7 años que tenían en promedio viviendo en México, algunos han tenido hasta 6 trabajos. Los entrevistados han seguido trayectorias que transitan en varios trabajos que inician como campesinos en la comunidad de origen de sus padres, avanzando hacia las cabeceras municipales y ubicarse en las ventas, el comercio y los servicios de belleza en San Miguel Allende, en donde combinan el uso del idioma inglés, con alguna habilidad técnica para escalar a mejores posiciones e ingresos. En León, se ubican en su mayoría trabajos de cuello blanco como servicio a la clientela, Call-Centers, como cajeros en bancos, en los hospitales como médicos y enfermeras, como vendedores de teléfonos celulares, en áreas de crédito y cobranzas y, como se ha mencionado, maestros de inglés. Los menos, regresan a trabajar al campo y a la construcción para iniciar una movilidad laboral ascendente y geográfica.

Para dar una idea de la calidad de los empleos, se integran en las mismas condiciones que las personas sin experiencia migratoria. Destacamos algunas características:

  • Aproximadamente el 26 por ciento trabaja de 1 a 6 horas diarias, 42 por ciento trabaja 8 horas diarias y 32 por ciento trabaja entre 8.5 y 12 horas diarias.

  • El 42 por ciento no tiene prestaciones sociales en su trabajo.

  • El 42 por ciento cuenta con algún tipo de seguridad social como el IMSS, ISSSTE o ISSEG.

  • El 47 por ciento recibe un aguinaldo.

  • Entre el 15 y 26 por ciento cuenta con algunas otras prestaciones sociales como vacaciones pagadas, reparto de utilidades ayuda para transporte o comida y días de descanso pagados.

El choque cultural al reinventar méxico

Las narrativas de retorno de los jóvenes describen un proceso interrumpido de asimilación en Estados Unidos. Esto implica que fueron a la escuela y crecieron en una sociedad en donde conocieron cómo se consiguen trabajos que ellos consideran bien remunerados, becas para estudiar, licencias de manejo, etc. Aunque la mayoría empieza a vivir el bloqueo de no tener papeles a partir de los 16 años cuando despiertan a la pesadilla (Gonzales y Chavez, 2012), aprenden que no pueden hacer los exámenes de manejo o acceder a la universidad y su visión de futuro se limita a trabajos de construcción, jardinería y servicios de cocina, a vivir indocumentados en lo que ellos consideran su país. El retorno implica un proceso de cambio cultural muy estresante, ya que los jóvenes que se defendían de la discriminación a partir de su identidad mexicana, llegan a México a descubrir que no son mexicanos, al menos no por las razones que ellos creían serlo. Ello los lleva a vivir un proceso de adaptación por etapas en el que recomponen esta pertenencia nacional, pasando por un desajuste emocional, lingüístico, cultural y económico, entre otros.

El retorno planeado

Igor un joven leonés de 28 años en el momento de la entrevista, había regresado, junto con su familia, a su ciudad de origen hacía dos años, después de vivir en Estados Unidos durante 23. Se trató de un retorno planeado porque dentro del proyecto migratorio de sus padres se había anticipado que iban a regresar como familia, por lo que ya tenían una casa en México que compraron desde Estados Unidos. El proyecto migratorio familiar era ahorrar y regresar con lo más que pudiesen, para poder convivir con sus abuelos, pero uno de ellos falleció anticipadamente, lo que aceleró la decisión de regresar. En León, Igor es maestro de inglés en empresas y corporativos de la ciudad. Luego de realizar todos los trámites para traer sus pertenencias, se mudaron a su propia casa en León, el único lugar del que tenía noticia en México.

Estados Unidos le permitió estudiar la preparatoria y aprender inglés. La desventaja de vivir en Estados Unidos para él fue

Me quitó la oportunidad de poder viajar. Por ejemplo, como la mayoría de mi familia extendida está en México, pues no había ni cómo comunicarme, no podía verlos. Por ejemplo, a mis abuelos nunca los conocí vivos. Obviamente sí, de niño ellos me conocieron a mí, pero yo no tuve la oportunidad de conocerlos a ellos. Hubo muchos momentos con la familia que no pude pasar (Igor, comunicación personal, 20 de agosto de 2018).

El retorno obligado o intermedio

Diana es una mujer de 32 años, que regresó en 2011 porque deportaron a su papá después de vivir casi 20 años en Estados Unidos. Eso le dio oportunidad a ella y a su madre de quedarse 6 meses más para planear el retorno, ahorrar algún dinero y vender las cosas que no podrían traer. Sus padres, originarios de León, tenían familia en esa ciudad, razón por la cual se instalaron ahí. Al inicio, contaron con el apoyo de sus abuelos, antes de mudarse a su casa. Actualmente, trabaja como vendedora y estudia en una universidad privada en León.

Ella describe que el choque del regreso lo vivió en varias etapas: primero una fuerte depresión, acompañado de un proceso de adaptación por la caída en su nivel de vida, la mejora de su dominio del español, así como al choque constante con los valores tradicionales de la sociedad leonesa. Diana terminó la preparatoria e hizo algunos semestres de la universidad en Estados Unidos hasta que abandonó sus estudios cuando se dio cuenta que no podría ejercer la carrera que estudiaba. Trabajó como hostess, mesera en banquetes y mesera en fiestas para niños. Su salario siempre lo recibió en efectivo. Lo describe de la siguiente forma:

[…] pues la ventaja [que tenía al regresar] es de tener experiencia en, bueno supongamos en la cultura [en Estados Unidos], en como vivía, obviamente, pues al regresar si fue como una situación difícil porque… pues yo estaba acostumbrada a un nivel, un tipo de nivel de vida, que me tuve que bajar de mi nube y pues aprendí… Creo que pues [yo] soy un poquito de mente más abierta que los de aquí… En México son un poquito más cerraditos en muchos aspectos y pues así… (Diana, comunicación personal, 28 de julio de 2018).

El retorno forzado

Serafín es un joven de 25 años que fue deportado de Estados Unidos después de haber vivido en ese país más de 20 años. Él eligió compartir su historia en inglés. Hijo único de un padre ausente y una madre soltera, recuerda una infancia estable en la que no le faltó nunca nada. La noción de su vida indocumentada apareció en la escuela secundaria al saber que no podía tener las mismas libertades que sus compañeros. Tomar conciencia de su situación migratoria le hizo tratar de pasar desapercibido y evitar a la policía de Detroit y a la policía fronteriza. Fue protegido por DACA y se graduó con honores. Por razones que no especifica, fue deportado a un país que le era desconocido. El cambio de país representó para él un alterar drásticamente las certezas que derivan del funcionamiento de las instituciones públicas, de los vínculos de confianza en la vida cotidiana y de la necesidad de buscar pilares de apoyo en la transición de países. Lo describe de la siguiente manera:

As my deportation date approached, aside from the feeling of relief that this ordeal will be over soon, a familiar feeling began to creep in. A deep “stomach twisting” nervousness. This was due to the given perception Mexico has on the global stage in terms of corruption and the Drug War. I did not know what to expect […] What followed was a series of frustrating events with the process of adaptation to my new Home. There’s no amount of research one may take in order to prepare yourself to living in another country in this situation (Serafín, carta enviada por SurveyMonkey, 11 de junio de 2018).4

Tradición, violencia, discriminación y adaptación

León es una de las cinco ciudades más grandes del país. Sin embargo, los jóvenes la perciben como una sociedad parroquial, discriminatoria y con una población de mente cerrada. Además de sus problemas con el idioma, Igor relata su choque con los valores tradicionales de sus familias y entornos inmediatos:

[…] uno de ellos ha sido el idioma y la cultura porque, por ejemplo, aunque yo hablaba español allá en Estados Unidos, el español que se habla allá no es el mismo que se habla aquí. Entonces, por ejemplo, cuando yo hablaba con algunos primos o con personas yo tenía un acento que no era común aquí. Entonces luego, luego me señalaban… “Aaahh, es que tu no eres de aquí”, “Es que tu eres de allá”. Algunas frases no las entendía, no entendía como se manejaban aquí ciertas cosas. […] y la cultura también … porque yo creo que aquí la cultura aquí es muy tradicional […] en Estados Unidos [la gente] fue mas abierta, entonces en Estados Unidos fui expuesto a más cosas y aquí no, aquí es más tradicional (Igor, comunicación personal, 20 de agosto de 2018).

Diana señala:

[¿Las principales dificultades que he vivido?] pues primero la gente te ve raro cuando estás hablando otro idioma, tener acento cuando hablas el español… yo soy una persona que tengo tatuajes y en México todavía no se miran normal los tatuajes, especialmente en una mujer [...] Los principales problemas es en cuestión de trabajos que no tienes experiencia aquí, que nunca has vivido aquí, y necesitamos quien te recomienda, personas aquí de México. […] También cómo conseguir una casa, porque ahorita rentamos […] También hay dificultad para mis papás ya que aquí en México es más difícil que una persona de 40-45 [años] consiga un trabajo… (Diana, comunicación personal, 28 de julio de 2018).

Serafin resume:

I appreciated the organization the U.S. offered in day-to-day life the more my days accumulated. In Mexico, seeing the huge barrels of water on top of every residential home, hearing the men who refill the gas tanks stroll through the neighborhoods announcing their presence, public buses packed with people hanging out the doors. I gained a huge gratitude to the simple things I took for granted. […] I’ve had over 20 years to learn to live in the USA. Now I have to speed this process up there’s a state of constant awareness Mexicans in Mexico developed through decades of violence and corruption. The ‘be suspicious of everyone you meet and trust no one’. I believe Americans are overall trusting and kind people, this natural state for me would soon be corrected by my new friends and family here in Mexico. Being constantly told ‘stop thinking like an American’. There was a significant language barrier I had to overcome and quickly. Once my Spanish only utilized to conversate with family and the mixture of such and English with my Latino friends now will be my primary tongue. This has shown to be my most significant obstacle… (énfasis nuestro) (Serafín, carta enviada por SurveyMonkey, 11 de junio de 2018).5

A ello se suma el miedo de rehacer su vida en México por la imagen mediática que tiene el país en Estados Unidos. Por ello los problemas vividos fueron diferentes a los imaginados. Igor recuerda que México,

Pues [México] se veía mal y se esperaba mal. Bueno, porque antes de venirnos tenía miedo porque no sabía cómo era México. Porque todos los medios de comunicación, en cuanto a las noticias, pintaban a México muy peligroso: que las matanzas, las ejecuciones que estaban haciendo ... Todo estaba pintando muy mal. Entonces yo tenía ese miedo de que me iba a pasar algo similar (Igor, comunicación personal, 20 de agosto de 2018)

El primer evento de transición identitaria fue el lingüístico. El segundo, el choque de valores. El tercero, la seguridad personal. Los tres han tenido que enfrentar la transición de la certeza de hablar su lengua materna - el español - de manera fluida, que al convertirse en su lengua primaria de interacción descubren que su nivel de dominio no es suficiente, que la gente los señala -y discrimina- por hablar con acento. Tampoco esperaban que al regresar a su ciudad ‘de origen’ serían discriminados por la diferencia de costumbres o adhesión a valores distintos a los dominantes. Igor describe así el choque cultural con su entorno: “mis amigos y familia en Estados Unidos me han ayudado. Aquí nadie, no, absolutamente no. Allá si me ayudaban como amigos, pero acá no” (Igor, comunicación personal, 20 de agosto de 2018). Diana, quien se siente excluida “por ser una mujer que tiene tatuajes visibles” (Diana, comunicación personal, 28 de julio de 2018). El país idealizado por ser el originario, por su tradición culinaria, música o nacimiento mientras están en Estados Unidos, se convierte en un entorno hostil que se tardan tiempo en comprender y revincularse socialmente. Por ello, la primera etapa del proceso del retorno se acompaña de depresión.

La visión de ellos mismos parece integrar la experiencia del cambio de país. Conjugan el sentimiento de ser “mexicanos de Estados Unidos”, al tiempo que aprenden a ser “mexicanos de México”. Ello incluye celebrar a México en eventos cívicos y religiosos distintos a los que constituían su identidad mexicana en los Estados Unidos, construir redes sociales que les den recomendaciones laborales, que les ayuden a encontrar mejores empleos, a defenderse de la constante agresión del medio.

México, pues realmente no es algo que esperaba. No es el país que yo esperaba. Si viví muchos problemas que si imaginaba. Creo que a veces son un poquito peor de lo que yo me imaginaba…México tiene muchas cosas hermosas que a veces no creemos que realmente las tiene, porque estamos enfocados más en otro país, que en el de nosotros… Primero, fue tener que acostumbrarme aquí, como que a aclimatarme a México. Salir de la depresión en la que estaba y saber que pues sí hay un futuro en México, aunque sea difícil de creer […] [El mayor miedo que tenía era] el estilo de vida y la seguridad, el miedo de lo que nos pudiera pasar aquí… (Diana, comunicación personal, 28 de julio de 2018).

[El principal problema] fue más adaptarme aquí a México, cómo es que la gente vive. Adaptarme, por ejemplo, un poquito más al español, a entender cómo se manejan algunas cosas, fueron algunos problemas que tenía y, por ejemplo, también algunos problemas con la familia, unas cosas que no esperaba […] [Todavía] me falta mucho conocimiento de cómo se manejan ciertas cosas: cómo se manejan las aseguranzas, cuál es el ambiente político, cómo es el ambiente laboral [...] hace falta mucho conocimiento de la cultura… [Pero] Todo, todo cambió aquí: mi manera de pensar, como miraba el mundo, como miraba a México, como me miraba a mí mismo. Cambió porque empecé a vivir de otra manera. Mis redes sociales, fue lo único que quedó igual (Igor, comunicación personal, 20 de agosto de 2018).

México también representa recobrar la libertad, aprender a reconstruir los sueños e imaginar el futuro, ante la certeza de que no hay vuelta atrás:

Ultimately, I find greater freedom here. Back home I always felt like there was a cap on what I could accomplish. Now, I may continue to build a path to my dreams. I may utilize and build on my nonprofit work and community organizing experience for a road towards public service. Here, for me, it’s stars the limit, no cap, no limitations, no excuses [...] Having the weight of constant paranoia lifted, really did add to a quality of life I have longed for a very long time. It may be an uphill battle here in Mexico, but I see all the tools and opportunities to sculpt a successful, peaceful life (énfasis nuestro) (Serafín, carta enviada por SurveyMonkey, 11 de junio de 2018).6

El segundo punto de la transición es la visión de futuro. Este parece construirse mientras comprenden cómo relacionarse con el país. Al no ser México el país en el que crecieron, al inicio son discriminados y señalados como distintos. Ni el país los acoge, ni sus familias y amigos facilitan la transición. Ellos empiezan a diferenciarse de “los mexicanos de México”, porque son gente entrometida que los juzga y estigmatiza por su forma de ser, de vestir y de hablar. Al mismo tiempo, empiezan a identificar las razones por las que ahora pertenecen a México: reconocen los paisajes, saben que han recobrado la libertad de movimiento y han dejado de vivir con miedo a que los vean y descubran su situación migratoria. Un elemento fundamental es que, a pesar de los años en el país, México no es el país en el que imaginaron realizar la vida que soñaban, pero pueden empezar a ver un futuro en México. Aunque, si pudieran, se regresarían a Estados Unidos, el país ahora idealizado, al que Serafín se refiere todavía como “home”.

El último punto que viven es la desorientación. Además de los choques familiares, culturales y lingüísticos, los jóvenes viven un proceso de desorientación porque desconocen el espacio geográfico y tienen que aprender a moverse y a utilizar los servicios públicos de los lugares en los que viven. Existe también una desorientación de pasar de un país organizado con instituciones creíbles, a uno desorganizado en donde el respeto al otro no es la base de la convivencia. Este proceso, normal en cualquier cambio de residencia en una migración a un país nuevo, se refuerza porque México no les es emocionalmente ajeno. Además de que se sienten agredidos, el pobre nivel de información sobre los servicios de transporte públicos, el desconocimiento de las regiones de riesgo, la desconfianza a las policías, etcétera, se convierte también en factor de riesgo.

Transitar de estados unidos a méxico: las estructuras de vinculación

Casi todos los jóvenes entrevistados pertenecen a una familia con antecedentes migratorios. La movilidad es parte de su cultura familiar y, por ello, cuentan con recursos personales, experiencia y conocimiento de primera mano, de que la estancia en Estados Unidos un día puede terminar y que este final puede darse de manera tajante. Por tanto, parte de sus repertorios de identificación personal y familiar cuentan con experiencias compartidas para vivir una vida en condiciones clandestinas, así como asegurar la continuación y la capacidad de adaptación personal y familiar ante la incertidumbre de la vida migrante (Vila Freyer, 2017b; Vila Freyer, Fernández y del Carpio, 2016).

Lo que hace distintos a estos jóvenes del migrante tradicional es que ellos no eligieron migrar, fueron llevados cuando niños a otro país. Aunque, algunos de ellos sí eligieron migrar a México, cuando deportaron a algún miembro de su familia. Estos jóvenes, como muestran sus testimonios, nunca pudieron regresar a México o vivir una vida transnacional, con vínculos frecuentes con familias, valores, primos, amigos, idioma, cultura, espacio; no contaban con vínculos, ni redes sociales transnacionales, esas vinculaciones las mantenían a través de sus padres. Ellos viven en “la Jaula de Oro”, la canción del grupo Los Tigres del Norte que usaron como referencia constante en las entrevistas. En varias entrevistas los jóvenes se refieren a la canción de los Tigres del Norte, en la que se narra cómo se desconectan de México, el país de sus padres al que no quieren regresar porque se consideran parte de Estados Unidos, pero del que tampoco se pueden mover por falta de documentos, para ilustrar cómo se sienten ellos y sus padres respecto a México.

Algunos la señalan esa canción para explicar la diferencia entre ellos y sus padres: los padres son los migrantes laborales tradicionales que dejaron México en busca del sueño de una vida mejor, que garantice un mejor futuro para sus hijos, que mantienen vínculos transnacionales con México, país al que piensan regresar algún día para retirarse (Vila-Freyer, 2020). Ellos aprendieron en la escuela que pertenecen a Estados Unidos y chocaron ya siendo jóvenes con los límites que les daba su situación migratoria. En su infancia fueron tratados como ciudadanos, pero en su adolescencia y juventud aprendieron que el sistema de oportunidades no era para ellos, que el sueño de sus padres se convertía en una pesadilla (Gonzales y Chavez, 2012). En esas circunstancias, además, algunos fueron expulsados de lo que creían su país, para emigrar a México, un país con el que casi no tenían vínculos directos.

El tránsito de un país a otro les ha enseñado que las cosas no se pueden tomar por dadas y que en México tienen que aprender a vincularse para poder rehacer sus vidas. Para ello tienen que aprender a adaptarse y construir estructuras de vinculación. En ello la familia puede llegar a vivirse como una espada de doble filo, ya que representa la fuente primaria de información básica para saber cómo tramitar sus papeles de identidad, acceder a las escuelas, conocer el espacio o encontrar sus primeros trabajos. También es la que los juzga, la que se burla de las expectativas sociales y económicas americanizadas, de la mentalidad diferente y refuerza su sentido de rechazo a la sociedad mexicana.

Igor recuerda que, en su proceso de reconstrucción de vida, su familia jugó un papel fundamental pero que dio de sí. Fue hasta que él tuvo sus propias redes sociales que se sintió mejor integrado

… para iniciar fue con la familia, fue con algunos primos… este al conversar con ellos, convivir con ellos fue lo que me ayudó al inicio. Pero fue un poco limitado, porque como que había una barrera que no podíamos atravesar por las diferencias que teníamos. Pero luego, después lo que más me ayudó a incorporarme fue trabajar (Igor, comunicación personal, 20 de agosto de 2018).

Así como la familia es la principal fuente de acogida, sobre todo los abuelos, con los que, en general, reciben su primer espacio de acogida, los tíos y primos se convierten en la primera fuente de juicio y rechazo. Son los que critican y desaprueban los tatuajes, sobre todo en una mujer, son los que ironizan con los acentos y reiteran la falta de pertenencia a la comunidad mexicana. Del mismo modo, los retornados mantienen lazos familiares y de amistad con los grupos con los que convivían en Estados Unidos, manteniendo los contactos entre el país de origen y destino, aunque ahora se dé en sentido contrario. Las redes de amistad que construyen en el trabajo ayudan a ampliar el sentido de comunidad con personas que son como ellos y con los que comparten intereses, no solamente vínculos de sangre.

En términos de inclusión económica, sucede algo similar a lo que Herrera Lima encontró hace casi una década: las redes sociales son un factor de inclusión o exclusión a nichos laborales en Estados Unidos. Argumenta que, así como hay redes que comunican y abren oportunidades de inserción laboral, hay otras que encierran y mantienen a ciertos grupos comunitarios enclaustrados en las posiciones laborales más bajas y peor pagadas en Estados Unidos (Herrera Lima, Calderón Morillón y Hernández Valdovinos, 2007).

El primer vínculo que tienen los jóvenes retornados son las redes familiares y comunitarias que, por la falta de oportunidades, movilidad social y crecimiento económico, expulsaron a sus padres. Esto afecta el retorno, alarga el proceso de inserción y frustra las expectativas que tienen estos jóvenes al buscar un empleo, o al no contar con referencias para moverse a otros. En buena medida esto nos ayuda a explicar la alta movilidad laboral que tienen en los primeros años después del retorno. Por eso llegan a trabajar en el campo o como cargadores en la central de abastos, para transitar a las ciudades, para mejorar por ellos mismos sus oportunidades laborales y económicas.

Servicios públicos y acceso a educación

Otro choque cultural que viven los jóvenes migrantes retornados es transitar de un Estado que les ofrece servicios apegados a las normativas y, en general, los trata con respeto y eficiencia, para aprender que, en general, las cosas no funcionen para todos igual en México. Este punto es importante, porque a pesar de los recursos financieros y humanos dedicados por los gobiernos estatales y locales a atender la problemática migratoria, muy pocos jóvenes han acudido a solicitarlas o conocen siquiera su existencia. Algunos se quejan de la cantidad de papeleo que hay que hacer si se acude a esas oficinas como intermediarias y prefieren hacer las gestiones de manera directa, guiados por su familia. Mateos (2020) y Tse (2020, 2019) han estudiado más detenidamente el problemático proceso para reestablecer la ciudadanía y acceder a servicios sociales que viven los migrantes de retorno porque las políticas están diseñadas para los mexicanos establecidos en Estados Unidos.

A ello, hay que agregar que, a pesar de que la autoridad les informa sobre la inseguridad que corren en el proceso de repatriación, algunos se sienten poco impresionados por los funcionarios y fuerzas del orden mexicanas. Usemos el caso de la experiencia de deportación descrita por Serafín:

I could argue my assumptions were proven factual. Taking the walk under the hot sun passing the lines of cars waiting to be admitted. Eventually passing the unimpressive Mexican military officials, we were signaled to a poorly kept government building. Instantly crossing the political illusion, you realize how spoiled one is in a first world nation. We wait for hours as governments officials struggle to ´repatriate´ us. As it got dark government officials scramble to finish the documentation process to heard us to a migrant assistance center. The reason for the rush was plain and simple as they explained to us ‘it’s not safe for you guys.’ That was my first 24 hours back in Mexico… (Serafín, carta enviada por SurveyMonkey, 11 de junio de 2018).7

Además, se sienten poco reconocidos por el gobierno y que éste no se preocupa por atender sus necesidades específicas o manifestar respeto por sus derechos sociales y humanos. Diana dice:

Creo que debe de haber más apoyo hacia los migrantes que regresan retornados o deportados. Creo que no hay suficiente ayuda hacia ellos. Nada más creo que [existe] el Programa Paisano y creo que no lo publican mucho. No te ayudan como tu esperabas que te ayuden, no necesariamente en dinero, sino que en como ir a ciertos lugares para conseguir tus documentos que necesitas para empezar realmente a reinstalarte en el país, y más que nada buscas personas o familiares que te ayuden en ese sentido, porque saben que el gobierno no te ayuda… (Diana, comunicación personal, 28 de julio de 2018).

Igor considera que:

deben de ser un poco más vocales y dar a conocer si tienen programas, que los den a conocer a la gente. Porque cuando llegué escuchaba aquí y allá pedacitos, pero al momento que quise buscar, no encontraba nada. Entonces, creo que sí hay pocos, pero si pudiera haber algo sería tomarlos como grupo y ayudarles. Por ejemplo, decirles ‘ok, aquí se revalidan tus estudios’… ‘así se trabaja para conseguir un trabajo’… prepararlos para las entrevistas. Poderles dar información de eso… (Igor, comunicación personal, 20 de agosto de 2018).

Los espacios abandonados por el gobierno son llenados por organizaciones de la sociedad civil. Ante la novedad del problema han surgido organizaciones como Dream in Mexico, en León y Caminemos Juntos, en San Miguel de Allende. La primera trata de apoyar caso por caso la búsqueda de oportunidades educativas haciendo manuales sobre cómo encontrar oportunidades laborales, educativas, becas, revalidación de estudios a los que planean regresar. La segunda organizada y dirigida por expatriados estadounidenses asentados en esa ciudad atiende, caso por caso, las necesidades de retornados, sobre todo vinculándolos con trabajos temporales en su zona de influencia.

Las oportunidades educativas son limitadas y poco utilizadas cuando ofrecen oportunidades a los migrantes retornados. Cada universidad tiene sus reglas de acceso particulares, lo que dificulta aún más los procesos de ingreso. El director de cine Alejandro González Iñárritu, abrió el programa Reconocer, en la Universidad de Monterrey. La Universidad Autónoma de Aguascalientes y el Tecnológico de Monterrey han abierto sus puertas a quienes demuestren capacidad académica (Escobar, 2015). En Guanajuato se han ofrecido becas solo a jóvenes deportados en la Universidad de La Salle Bajío y en la Universidad Iberoamericana. Mientras que la Universidad de Guanajuato estableció el programa Puentes, para facilitar el acceso a la licenciatura de enseñanza del inglés (TESOL) (Serna-Gutiérrez y Mora-Pablo, 2018).

Conclusión

…nunca me imaginé una vida aquí en México. Mi plan nunca fue así como que venir a vivirme aquí. [Volver a México] siempre fue [para] después de conseguir nuestros papeles. Si algún día se nos concede eso, venir a visitar nada más. Pero nunca fue como que imaginar una vida en México (Diana, comunicación personal, 28 de julio de 2018).

Las experiencias narradas por estos jóvenes muestran que están migrando a México, sea por que fueron deportados, sea porque lo decidieron y planearon. La experiencia es tan fuerte para ellos, como cuando sus padres, soñando con una vida en Estados Unidos, salieron del país. Este elemento, nos obligaría a repensar la conceptualización de migración de retorno en lo que se refiere a la noción de regresar al país de residencia habitual con la que se han establecido vínculos transnacionales y redes sociales. De hecho, los casos discutidos muestran que los jóvenes están abandonando el país de residencia habitual, para regresar al país de nacimiento. México no les es completamente ajeno porque al llegar a la adolescencia la situación migratoria de estos jóvenes les obliga a diferenciarse de sus pares en Estados Unidos, pero también por sus referentes culturales y familiares. Como en la experiencia de los jóvenes establecidos en otros países, los jóvenes de origen mexicano viven una dinámica cultural en su casa y una dinámica cultural en la escuela y en la comunidad (Szydłowska, Navas, Kalwak y Grzymała-Moszczyńska, 2020). Esta experiencia, que hemos denominado como identidades compuestas y pertenencias múltiples (Vila-Freyer, 2017), tiene que desdoblarse y resignificarse al regresar al punto de partida. Este proceso parece implicar reinventar México y ampliar el repertorio de identificaciones con el que estos jóvenes están equipados. La misma experiencia que como niños vivieron diferenciando su cultura familiar, de la cultura de acogida es repetida como jóvenes adultos para reencontrarse con México, su país de nacimiento.

Estas mismas narraciones nos permiten identificar las dinámicas específicas que existen en los contactos transnacionales entre padres e hijos. Los padres llegan a Estados Unidos dotados de un sentido de pertenencia a México, mientras que los hijos crean ese sentido de pertenencia en Estados Unidos. Los padres son los que mantienen contactos frecuentes con sus grupos sociales y familiares en México, sirviendo de puente para que los hijos mantengan, a través de ellos, esos contactos. Los hijos, al regresar a México, mantienen contactos con sus grupos sociales y familiares en Estados Unidos, disolviendo las fronteras entre países de origen y destino al dejar poco claro cuál es cuál. Los recursos transnacionales con que cuentan los padres al regresar, no se corresponden con el de los hijos, quiénes básicamente tienen que construir vínculos básicos de confianza con su nuevo entorno social y familiar. Al vivir dentro de ‘la jaula de oro’ no pudieron vincularse con México. Al regresar se apoyan en las estrategias aprendidas de la vida migrante. En Estados Unidos, como indocumentados, sabían estar alerta para no ser deportados, buscar oportunidades para mejorar económicamente, sobrevivir en un entorno hostil y en el que, conforme crecían, se les iban cerrando las oportunidades. En México, utilizan esas habilidades para protegerse de la inseguridad de lo desconocido.

Los jóvenes migrantes de la generación 1.5 están viviendo una migración Norte - Sur, lo que significa que en el análisis de su experiencia debemos replantear la visión adulto-céntrica de los migrantes mexicanos como bread-winners poco calificados, para tratar de comprender y explicar mejor el proceso social, cultural, político y económico que implica rehacer su vida en el país en el que nacieron, pero el que nunca ha sido su país de residencia habitual. El tema cobra importancia, además, porque la falta de una conceptualización adecuada, crea una carga discursiva que no se corresponde con la realidad (Cvikić, 2020). Es necesario pensar con cuidado los contenidos que se dan a los conceptos, porque éstos en última instancia, afectan a las comunidades de políticas públicas dirigidas a los migrantes en general y a los migrantes que regresan en particular, cuya complejidad y diversidad difícilmente estamos conceptualizando adecuadamente.

Referencias

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2 El título del artículo está basado en los comentarios al artículo de Zúñiga (2012).

3 Nunca perderé la oportunidad de entonar el himno nacional de Estados Unidos. Siempre estaré orgulloso de ser de Michigan. Siempre seré estadounidense. Sin embargo, a través de la misma ciudad en la que me introdujeron a los Estados Unidos, me devolvieron a México 20 años más tarde, donde me dieron la bienvenida a este mundo será donde logre mis sueños. No estoy en el exilio (Traducción de la autora).

4 A medida que se acercaba la fecha de mi deportación, además de la sensación de alivio de que esta terrible experiencia terminaría pronto, un sentimiento familiar comenzó a apoderarse de mí. “Se me revolvía el estómago” de los nervios. Esto se debió a la percepción que tiene México en el escenario mundial en cuanto a la corrupción y la Guerra contra las Drogas. No sabía qué esperar [… ] Lo que siguió fue una serie de eventos frustrantes con el proceso de adaptación a mi nuevo hogar. No hay una cantidad de investigación que uno pueda hacer para prepararse para vivir en otro país en esta situación.

5 Aprecié la organización que ofrecía Estados Unidos en nuestra vida cotidiana cuanto más pasaban los días. En México, ver los enormes barriles de agua encima de cada vivienda, oír a los hombres que rellenan los tanques de gas recorrer los barrios anunciando su presencia, los autobuses públicos repletos de gente colgada en las puertas. Sentí una enorme gratitud por las cosas sencillas que daba por sentadas. [... ] Me tomó más de 20 años en aprender a vivir en Estados Unidos. Ahora tengo que acelerar este proceso, hay un estado de alerta constante que los mexicanos en México han desarrollado a lo largo en décadas de violencia y corrupción. El “desconfía de todos los que encuentres y no confíes en nadie”. Creo que los estadounidenses son en general gente confiada y amable, este estado natural para mí pronto sería modificado por mis nuevos amigos y familia aquí en México. Me dicen todo el tiempo “deja de pensar como americano”. Había una importante barrera lingüística que tenía que superar y rápido. Antes mi español sólo lo usaba para platicar con la familia y la mezcla de éste con inglés para charlar con mis amigos latinos ahora será mi lengua principal. Esto ha resultado ser mi principal obstáculo... (énfasis nuestro) (Traducción de la autora).

6 En el fondo, aquí tengo más libertad. En mi país [EE. UU. ] siempre sentí que había un límite a lo que podía lograr. Ahora, puedo seguir construyendo un camino hacia mis sueños. Puedo utilizar y aprovechar mi trabajo sin ánimo de lucro y mi experiencia en organización comunitaria para labrarme un camino hacia el servicio público. Aquí, para mí, las estrellas son el límite, no hay tope, no hay limitaciones, no hay excusas [... ] Haberme quitado el peso de la paranoia constante, realmente me ha aportado una calidad de vida que he anhelado durante mucho tiempo. Aquí en México podría ser una batalla cuesta arriba, pero veo todas las herramientas y oportunidades para esculpirme una vida exitosa y pacífica (énfasis nuestro) (Traducción de la autora).

7 Podría argumentar que mis suposiciones se hicieron realidad. Dando un paseo bajo el caluroso sol pasando por las colas de coches que esperaban ser admitidos. Pasando finalmente a los nada impresionantes militares mexicanos, se nos indicó que nos dirigiéramos a un edificio gubernamental mal cuidado. Al momento de franquear la ilusión política, uno se da cuenta de lo mimado que está uno en una nación del primer mundo. Esperamos durante horas mientras los funcionarios del gobierno se afanaban en repatriarnos. Al anochecer, los funcionarios del gobierno se apresuran a terminar el proceso de documentación para llevarnos a un centro de asistencia a los inmigrantes. El motivo de las prisas era simple y llano, nos explicaron que “no es seguro para ustedes”. Así fueron mis primeras 24 horas de regreso a México... (Traducción de la autora).

Recibido: 10 de Febrero de 2020; Aprobado: 01 de Octubre de 2020

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