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Migraciones internacionales

versión On-line ISSN 2594-0279versión impresa ISSN 1665-8906

Migr. Inter vol.15  Tijuana ene./dic. 2024  Epub 29-Jul-2024

https://doi.org/10.33679/rmi.v1i1.2706 

Artículos

Colombianos en retorno desde Venezuela: el rol de las redes sociales y de las movilidades transfronterizas en sus emprendimientos

1 Université de Neuchâtel, Suiza, yvonne.riano@unine.ch

2 Universidad Santo Tomás, Colombia, felipealiaga@usta.edu.co


Resumen

Se estudia el emprendimiento y la reintegración de personas colombianas que migraron a Venezuela hacia el año 2000 y fueron deportadas a Colombia en 2015 por el gobierno venezolano. Se investiga hasta qué punto sus movilidades espaciales transfronterizas y sus redes sociales contribuyen al avance de sus microemprendimientos, y cómo el contexto geopolítico influye en su reintegración socioeconómica. La metodología comprende la observación etnográfica multisituada, las entrevistas biográficas, los mapas mentales y los talleres participativos Minga realizados con 18 individuos. Se concluye que, pese a su notable resiliencia, las personas en retorno y sus emprendimientos se enfrentan a una precariedad constante debido a la falta de apoyo estatal, los conflictos geopolíticos prevalentes, la débil economía local y el trauma de la deportación. Así mismo, buscando mejorar su reintegración socioeconómica, los migrantes que retornan efectúan estrategias de movilidad transfronteriza para aprovechar las oportunidades ofrecidas por diferentes lugares en Colombia y Venezuela.

Palabras clave: 1. retorno forzado; 2. emprendimiento; 3. fronteras; 4. deportación; 5. Colombia

Abstract

This paper explores the entrepreneurship and reintegration of Colombians who migrated to Venezuela around 2000 and were arbitrarily deported to Colombia in 2015 by the Venezuelan government. It asks to what extent their cross-border spatial mobilities and social networks help develop their microenterprises and how the geopolitical context influences their socioeconomic reintegration. The methodology includes multi-sited ethnographic observation, biographical interviews, mental maps, and participatory Minga workshops carried out with 18 individuals. It is concluded that, despite their remarkable resilience, these individuals and their business ventures face constant precarity due to a lack of state support, prevalent geopolitical conflicts, a weak local economy, and the trauma of deportation. At the same time, in an attempt to improve their socioeconomic reintegration, returning migrants deploy cross-border mobility strategies to take advantage of the opportunities offered by different localities in Colombia and Venezuela.

Keywords: 1. forced return; 2. entrepreneurship; 3. borders; 4. deportation; 5. Colombia.

Introducción

El emprendimiento de las personas migrantes retornadas representa un gran potencial para la reintegración de estas en el país de origen y generar empleo local. Este tipo de migrantes son considerados como agentes de desarrollo (Sinatti, 2019) ya que se asume que invierten sus ahorros y conocimientos obtenidos en el extranjero para crear pequeñas y medianas empresas (McCormick y Wahba, 2001). Sin embargo, los nuevos negocios suelen sufrir altas tasas de disolución, lo que plantea la importancia de la sostenibilidad a largo plazo. Las personas retornadas son un grupo heterogéneo (Cassarino, 2004) y aún no se entiende por qué solo algunas logran mantener sus emprendimientos a largo plazo y avanzar socioeconómicamente.

Para llegar a dicha comprensión, en este artículo se examinan las limitaciones y oportunidades que enfrentan las personas colombianas en su retorno desde Venezuela para realizar un emprendimiento sostenible. Utilizando una perspectiva de geopolítica feminista (Massaro y Williams, 2013) se estudian los casos de personas con repetidas movilidades forzadas, que van desde el desplazamiento interno en Colombia, la posterior emigración a Venezuela y la deportación final a Colombia por parte del gobierno venezolano. Se emplean los métodos de la observación etnográfica multisituada, las entrevistas biográficas, los mapas mentales y los talleres participativos Minga (Riaño, 2015), y se examinan las diferentes situaciones de reintegración de 18 personas en proceso de retorno.

Desde una perspectiva transnacional -o más precisamente transfronteriza que rara vez se utiliza- se estudia la reintegración de las personas retornadas. Al respecto, Cavalcanti y Parella (2013) afirman que “el enfoque transnacional nos muestra cómo las prácticas de retorno están inmersas en una dinámica de circularidad y de relaciones transnacionales que entrelazan las sociedades de origen y de asentamiento” (p. 15), lo cual se aplica al estudio de los casos de los migrantes colombianos que han vivido en Venezuela. Además, los recursos adquiridos por los migrantes en el extranjero -contactos internacionales, educación, capital, conocimiento de otras culturas y posibles oportunidades- los hacen aptos para identificar nuevos nichos de mercado y crear más emprendimientos que aquellos emprendedores que no cuentan con experiencia migratoria (Drori et al., 2009). Sin embargo, muy poco se sabe hasta qué punto las movilidades espaciales y las redes sociales de las personas en retorno rebasan las fronteras nacionales, cuál es la geopolítica que las potencia o dificulta, y en qué medida los recursos transnacionales desempeñan un papel clave para su reintegración (Cortés y Oso, 2017).

Además, a excepción de algunos estudios (Aliaga et al., 2017; Botina, 2020; Cavalcanti y Parella, 2013; Cortés y Oso, 2017; Riaño, 2013), poco se conoce sobre el retorno a países latinoamericanos. La mayoría de las publicaciones se centran en Europa (King y Christou, 2014), África (Sinatti, 2019) y Asia (Ley y Kobayashi, 2005). A la vez, pocos estudios examinan la reintegración de personas con movilidades de retorno entre dos países del sur global (Tapia Ladino, 2015), como es el caso de Colombia y Venezuela.

Por otra parte, los estudios sobre retorno y emprendimiento son escasos y la reintegración no es foco de estudio. Más bien, indagan en torno a las probabilidades de que un retornado se convierta en emprendedor (Démurger y Xu, 2011), en cómo el capital social local afecta a la formación de empresas (Zhongdong, 2002) y en cómo estas últimas contribuyen a la diversificación económica (Murphy, 2000). Estos estudios han sido criticados por restar importancia a los indicadores sociales y humanos en favor de los económicos; por excluir los deseos de reintegración de los/as retornados/as y centrarse únicamente en encuestas y modelos estadísticos (Sinatti, 2019). Además, su análisis se enfoca en el rendimiento económico de los individuos y no en las condiciones marco, como la política estatal y la geopolítica. Pocos estudios examinan las estrategias de sobrevivencia de los/as retornados/as (Cassarino, 2004) e integran factores económicos, sociales, geográficos y de género para estudiar la reintegración (Riaño, 2013). Para contribuir con estas lagunas de investigación, en el presente artículo se plantean las siguientes preguntas: a) ¿en qué medida pueden los/as retornados/as reintegrarse con éxito por medio de la creación de pequeños emprendimientos?; b) ¿a qué tipo de limitaciones y oportunidades se enfrentan a la hora de movilizar sus habilidades y recursos para crear negocios sostenibles?; c) ¿qué papel desempeñan las redes sociales y las movilidades espaciales entre países: oportunidad o limitación?; d) ¿qué dinámicas geopolíticas potencian o dificultan estas redes y movilidades espaciales?

La migración de retorno y la reintegración desde las perspectivas de la movilidad transfronteriza y la geopolítica feminista

Se ha criticado la conceptualización de la migración de retorno que describe el traslado de los migrantes desde un país de destino al lugar de origen como la etapa final del proceso migratorio (Ley y Kobayashi, 2005). Con base en estudios previos (Riaño, 2013), se sostiene que la combinación de las perspectivas teóricas de la migración transnacional (Glick Schiller et al., 1992) y de la movilidad espacial (Sheller y Urry, 2006) puede profundizar en la comprensión del retorno y la reintegración. Mientras que la perspectiva transnacional postula que los procesos de reintegración cubren tanto el país de origen como el de destino, la perspectiva de la movilidad espacial explora cómo los individuos se desplazan entre lugares y momentos diferentes, y cómo las personas, los objetos y el dinero circulan a través de espacios transnacionales. La perspectiva de la movilidad espacial es particularmente adecuada para entender la pluralidad de los movimientos de retorno, ya que es conceptualmente más amplia que la perspectiva tradicional de la migración y hace menos suposiciones sobre la duración y el propósito de los desplazamientos transnacionales. También es más inclusiva porque considera todos los flujos materiales e inmateriales implicados en los movimientos espaciales, incluyendo personas, bienes, dinero e ideas.

Además, la reintegración se estudia a menudo desde una perspectiva centrada en un Estado- nación, ignorando que las vidas de las personas en movilidad de retorno no solo giran alrededor de sus países de origen, sino que pueden estar conectadas con múltiples países. Algunos autores postulan que la reintegración debe entenderse desde una perspectiva transnacional en la que se entrelazan las dinámicas de las relaciones, las prácticas y las experiencias en las sociedades de origen y en las de asentamiento (Cavalcanti y Parella, 2013; Cortés y Oso, 2017). En consonancia con resultados empíricos anteriores (Riaño, 2013), en el presente artículo se sostiene que las redes sociales y las movilidades espaciales que rebasan las fronteras nacionales son esenciales para establecer la reintegración y la pertenencia posterior al retorno. Se pone atención especial en la cuestión del “retorno” en zonas de límite transfronterizo ya que, como postulan Contreras et al. (2017), el afán de sus habitantes de aprovechar las ventajas de dos países limítrofes da lugar a tipos particulares y escasamente conocidos de vínculos sociales y movilidades transfronterizas. De esta manera la investigación se enfoca en el concepto de movilidades transfronterizas por ser geográficamente más preciso al estudiar la zona de frontera Colombia-Venezuela.

Por otra parte, se propone que la perspectiva de la geopolítica feminista es particularmente adecuada para entender el retorno en contextos fronterizos. Definida de manera sencilla, la geopolítica se refiere a las luchas por el control de los territorios por parte de diversos actores. La conceptualización feminista cuestiona las escalas macro de análisis del poder geopolítico, destacando así la importancia de las pequeñas prácticas cotidianas en relación con las construcciones de lo nacional y lo internacional (Massaro y Williams, 2013). En lugar de enfocarse solo en el Estado y el poder supranacional, esta perspectiva estudia las luchas por el poder, el territorio y la seguridad por parte de aquellos actores que utilizan su agencia en los espacios cotidianos para recrear los órdenes internacionales. Dicha agencia por parte de los/as retornados/as ha recibido poca atención.

Con base en la geopolítica feminista, se define la noción de reintegración exitosa como el proceso a través del cual un/a retornado/a encuentra las condiciones requeridas para utilizar sus capacidades y recursos para satisfacer sus necesidades de vida. Esta definición integra los principios de medios de vida sostenibles y los enfoques existenciales y de derechos humanos. Así mismo, se definen los medios de vida sostenibles como actividades generadoras de ingresos o condiciones de seguridad social que satisfacen de forma sostenible los requerimientos de alimentación, vivienda, agua, energía, transporte, atención médica y educación (Chambers y Conway, 1992). Partiendo del concepto de sentido del lugar (Tuan, 1977), se abordan también las dimensiones existenciales de la reintegración, es decir, el bienestar psicológico y el sentido de arraigo a uno o varios espacios sociales. Por último, en sintonía con el enfoque de los derechos humanos (Asamblea General de la ONU, 1948), se plantean las necesidades de seguridad, es decir, sentirse libre de daños, persecuciones y amenazas. Esto es especialmente importante para este estudio, ya que los abusos en contra de los derechos humanos y el desplazamiento forzado son habituales en Colombia y en Venezuela.

La política de retorno en colombia

La política que apoya la integración de las personas migrantes retornadas concibe que estas van a aportar al desarrollo del país con sus emprendimientos, sin embargo, no denota un interés en potenciar dicho emprendimiento a pesar de las condiciones de alta vulnerabilidad. El apoyo del gobierno adquiere un lugar central en los procesos de retorno desde países del sur global, como es el caso de los flujos desde Venezuela a Colombia.

En cuanto a la seguridad de los/as retornados/as, el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados exige que el regreso sea seguro, digno y con protección, de manera que sea sostenible (ACNUR, 2011). En el caso de las personas que retornan de manera forzada, que es el tema de este estudio, la situación de la deportación aumenta su vulnerabilidad e inseguridad, además de que pueden ser afectadas por una situación de desarraigo. Sería, por lo tanto, responsabilidad del gobierno colombiano velar por la seguridad de los/as retornados/as, especialmente quienes se ven en condición de refugiados. En este sentido, la Ley 2136 de 2021 establece que los/as retornados/as deben gozar de los derechos humanos reconocidos por la Constitución y por los instrumentos internacionales vigentes en Colombia, así como considerar prioritaria su asistencia, vinculación en la construcción de políticas públicas y acompañamiento. Por ello, el Estado colombiano debería tener un papel central en la exitosa reintegración de los/as retornados/as.

En Colombia existen instituciones como la Unidad para la Atención y Reparación Integral a las Víctimas (UARIV) del conflicto armado interno, quien guía las acciones del Estado y de la sociedad para atender y reparar integralmente a las víctimas. Sin embargo, la Ley de víctimas (Ley 1448 de 2011) dentro de su articulado no incluye acciones directas para el emprendimiento de los desplazados ni para la atención de las víctimas retornadas, ya que se enfoca principalmente en medidas de reparación, justicia y verdad. En 2012, el Estado colombiano promulgó la Ley 1565 -o Ley de Retorno- que incluye una categoría sobre retorno productivo por la cual las personas repatriadas deberían poder acogerse a un plan orientado al desarrollo de emprendimientos productivos que les brinde asesoría y el acceso a créditos -aspecto que evidencia un vacío según los resultados de este estudio-. Lo mismo sucede con el Fondo Emprender del Servicio Nacional de Aprendizaje (Sena), el cual no asegura que todas las personas que regresan puedan ser financiadas, dada la complejidad de los requisitos y de la evaluación de viabilidad del plan de negocios (Cabrera y López, 2020). Además, esta política está destinada a aquellos retornados que cuentan con estudios superiores y tienen capacidad para innovar en el ámbito tecnológico, requerimientos que no reúnen los aquí estudiados.

Colombia Nos Une es un programa adscrito a la Dirección de Migración y Asuntos Consulares de la Cancillería que, en coordinación con la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), lidera la iniciativa para el retorno productivo. Sin embargo, Cabrera y López (2020) indican, que “la intervención de Cancillería resulta problemática ya que la orientación de la entidad es la política exterior y migratoria más no el desarrollo y acompañamiento de proyectos productivos” (p. 115). Las autoras argumentan que esto aumenta la complejidad de la coordinación interinstitucional ya que no hay un registro sistemático sobre retos y buenas prácticas ni un sistema que permita entender la participación de los diferentes actores que cuentan con oferta de servicios. Finalmente, las entrevistas realizadas en esta investigación muestran que un total de 1 200 personas que fueron desplazadas en 2015 de San Antonio a Cúcuta fueron inscritas en el Registro Único de Retornados. Sin embargo, aunque han participado en repetidas reuniones con las autoridades gubernamentales, en 2022 aún no reciben ningún apoyo del gobierno colombiano para su reintegración.

Metodología

Métodos, participantes y lugares de investigación

El trabajo de campo en la zona de frontera fue realizado por Yvonne Riaño entre 2019 y 2022, cuyo acceso fue facilitado por Felipe Aliaga, quien cuenta con años de experiencia en la zona de estudio por medio de la organización comunitaria Asociación Deredez-Víctimas de la Frontera.3 Así mismo, Riaño tuvo acceso a otros retornados/as gracias a Prointegra, un programa financiado por la Sociedad Alemana para la Cooperación Internacional (GIZ) para la integración económica de desplazados internos y deportados en Norte de Santander. Riaño también mantuvo numerosas reuniones con funcionarios del programa Retorno Productivo de la cancillería colombiana, donde desafortunadamente no logró obtener información estadística sobre retornados/as al país con el apoyo de este programa.

El principal método de investigación fue la entrevista biográfica, un relato de vida que resalta los hitos clave respecto a motivaciones, experiencias y trayectorias de movilidad, así como las necesidades y aspiraciones actuales y futuras de los/as retornados/as. Este enfoque biográfico es especialmente adecuado para captar la dimensión temporal y espacial de la reintegración.

Además de la entrevista biográfica, la coautora de este artículo, Yvonne Riaño, también realizó observaciones etnográficas multisituadas, los talleres participativos Minga4 (Riaño, 2015) (fotografía 1) y los mapas mentales (figura 1). La observación etnográfica multisituada (Marcus, 1995) se realizó en tres lugares: 1) La Parada (área metropolitana de Cúcuta, Colombia), 2) la trocha5 (paso ilegal) entre Colombia y Venezuela a través del río Táchira, y 3) San Antonio de Táchira, Venezuela (mapa 1). En el momento del trabajo de campo, el puente Simón Bolívar estaba cerrado, lo que obligaba a las personas en retorno a movilizarse por la peligrosa trocha, aumentando su nivel de vulnerabilidad. El método de los talleres participativos Minga consiste en crear espacios de aprendizaje mutuo donde académicos y no académicos producen conjuntamente conocimiento sobre el tema investigado. Se trata de un proceso interactivo en el que un/a participante en la investigación narra su propia historia de movilidad y posteriormente el grupo analiza cada historia individual. Al participar en el análisis de las historias y las estrategias de reintegración, todos los/as participantes amplían sus conocimientos personales y científicos. Esto favorece el aprendizaje y empoderamiento. Además, los mapas mentales capturan las percepciones subjetivas de los individuos de manera gráfica (Gregory et al., 2009). Este método fue usado para captar los deseos de las personas entrevistadas sobre el futuro de sus pequeños emprendimientos.

Fuente: Composición y colocación de leyendas por Yvonne Riaño con base en el mapa de Google (s. f.).

Mapa 1 Lugares del trabajo de campo multisituado en la zona limítrofe entre Cúcuta y su área metropolitana (Colombia) y San Antonio del Táchira (Venezuela) 

Fuente: Fotografía de Yvonne Riaño (2019).

Fotografía 1 Taller participativo Minga donde mujeres en retorno diseñan mapas mentales sobre sus sueños de reintegración 

Fuente: Susana Salgado (comunicación personal, 17 de agosto de 2019)

Figura 1 Mapa mental de Susana Salgado6  

Los estudios de caso relevantes se seleccionaron con base en el muestreo de máxima variación (Patton, 1990). Con esta estrategia de investigación cualitativa no se busca establecer tendencias estadísticas de tipo descriptivo, sino más bien ganar una comprensión profunda de los mecanismos que permiten o impiden la reintegración. Dicho muestreo se considera una valiosa estrategia ya que permite seleccionar a las personas participantes en un amplio espectro de dimensiones, lo que facilita el estudio de la pregunta de investigación desde diferentes ángulos, y además genera nuevos conocimientos por medio de la comparación y el contraste (Patton, 1990). De esta manera, se incluyen las dimensiones del género, experiencia de migración, ubicación residencial, prácticas espaciales transfronterizas y tipo de emprendimiento.

La muestra del estudio se conformó por 18 colombianos (14 mujeres y cuatro hombres), entrevistados en 2019 y 2020. La mayoría (14) tienen educación básica (primaria y primer ciclo de secundaria), y solo cuatro disponen de educación secundaria y formación profesional. Se considera como emprendedor/a a todo individuo que mueve bienes, dinero, personas y servicios a través de espacios físicos y/o virtuales para obtener ingresos, lograr un beneficio y/o perseguir un objetivo social. El estudio se centra en emprendedores de subsistencia (personas que generan poco valor para sí mismas y para los demás, y que a veces se denominan autónomos) y emprendedores sociales (aquellos que generan valor en términos de beneficios sociales) (Ahmad y Seymour, 2008). Los microemprendimientos (sin empleados) son creados por los propios participantes de este estudio y tienen, en su mayoría, un carácter informal. Por informal se entiende actividades de negocio “que no son intrínsecamente ilegales, pero escapan a la regulación legal en los procesos de producción e intercambio” (Portes y Sassen-Koob, 1987, p. 31). El presente estudio incluye microemprendimientos en sectores económicos diversos como transporte, alimentación, artesanía, limpieza, peluquería, manicura y apoyo social (a colombianos desplazados por el conflicto armado y deportados, así como a inmigrantes venezolanos). Debido a que en la mayoría de los emprendimientos se transportan y venden bienes o se prestan servicios, tanto en Colombia como en Venezuela, son calificados como negocios con carácter transfronterizo.

En el cuadro 1 se muestran los dos tipos de experiencias de retorno forzado a las que se enfrentaron los/as participantes en la investigación: a) deportación física violenta, y b) huida por miedo a la deportación.

Cuadro 1 Tipos de experiencias en el retorno forzado 

Tipos Mujeres Hombres Total
Deportación física violenta. 10 2 12
El gobierno venezolano obliga a las personas colombianas a abandonar su territorio mediante la fuerza física de la policía, dañando sus casas y destruyendo los documentos de identificación venezolana de muchas personas.
Huida por miedo a la deportación. 4 2 6
Personas colombianas que huyen del territorio venezolano por temor a una deportación violenta.
Total 14 4 18

Fuente: Elaboración propia con base en las entrevistas de Yvonne Riaño.

En el cuadro 2 se exponen los tres tipos de movilidades de retorno que se han identificado entre los/as retornados/as, las cuales forman parte de sus luchas por moverse libremente a través de la frontera y obtener un medio de vida. El primer grupo, retorno anclado, vive en Cúcuta (Colombia) y sus movimientos diarios giran en torno de esta ciudad, pero ocasionalmente regresan a Venezuela para vender sus productos y visitar a sus familias. El segundo, retorno frecuente, radica en La Parada y vuelve frecuentemente a la ciudad venezolana de San Antonio para visitar sus propiedades o a su familia, y/o hacer trabajo social. El tercero, retorno cotidiano, duerme en San Antonio (Venezuela) pero sus movilidades diarias transfronterizas son hacia el área metropolitana de Cúcuta (Colombia).

Cuadro 2 Tipos de movilidades de retorno 

Tipos Lugar donde viven actualmente Movilidades transfronterizas
Retorno anclado Cúcuta, Colombia Realizan sus actividades cotidianas en Cúcuta y ocasionalmente regresan a Venezuela para vender productos y visitar a su familia.
Retorno frecuente La Parada, área metropolitana de Cúcuta, en línea de frontera con San Antonio (Venezuela) Duermen, trabajan y/o estudian en La Parada, pero regresan frecuentemente a San Antonio para cuidar sus casas, visitar a sus parientes o hacer trabajo social.
Retorno cotidiano San Antonio (Venezuela), en línea de frontera con La Parada (Colombia) Duermen en San Antonio, pero retornan diariamente a Cúcuta y a su área metropolitana para trabajar, comprar, estudiar o recibir servicios de salud y otros.

Fuente: Elaboración propia con base en las entrevistas de Yvonne Riaño.

Geopolítica, movilidades forzadas y retorno

Las personas que participaron en el estudio nacieron en áreas rurales del departamento de Norte de Santander, una zona al noreste de Colombia muy alejada del centro político del país (Bogotá está a más de 700 kilómetros) y en frontera con Venezuela. Crecieron en situación de pobreza, con ausencia de agua potable y saneamiento básico, y limitadas oportunidades de educación. La incapacidad del Estado colombiano de responder a las necesidades sociales del departamento (Torres, 2015) y de garantizar la seguridad personal de los ciudadanos, así como la dinámica de la geopolítica local e internacional, han configurado las movilidades forzadas de sus habitantes.

Norte de Santander, donde se encuentra la región del Catatumbo, es uno de los mayores enclaves productivos de cocaína en Colombia (Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito [UNODC] y Sistema Integrado de Monitoreo de Cultivos Ilícitos [SIMCI], 2023). Los grupos armados ilegales, incluidos guerrilleros y paramilitares,7 se han disputado el control del territorio durante décadas, como se puede ver en el mapa 2 (Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo [PNUD], 2019). La presencia guerrillera data de la década de 1970 y se afianza en la de 1990 con la expansión de cultivos de coca, coincidiendo además con la incursión paramilitar. Los combates entre la guerrilla y los grupos paramilitares han obligado a muchos habitantes de las zonas rurales a abandonar sus hogares y buscar nuevos medios de vida en otros lugares. Los paramilitares han perpetrado horrendas masacres de civiles, aparentemente con la colaboración de la fuerza pública. Por lo tanto, muchos pobladores de Norte de Santander desconfían de la presencia policiaca y militar en su territorio y la rechazan (Centro Nacional de Memoria Histórica [CNMH], 2015a; Fundación Ideas para la Paz [FIP], 2020). Además, la guerrilla y los paramilitares también se infiltraron en los barrios de bajos ingresos de Cúcuta, la capital de Norte de Santander, lo que ha causado terror entre la población civil. La disputa por el territorio dejó pueblos destruidos y desplazó a más de 34 000 personas entre 1997 y 2004 (CNMH, 2015b) y a 115 626 entre 2008 y 2018 (PNUD, 2019), lo que representa uno de los porcentajes más elevados de población expulsada del país por la violencia armada. La aspiración de las personas retornadas hoy en día, como la de muchos habitantes de Norte de Santander, es poder desplazarse libremente por el territorio sin ser retenidos por ningún grupo al margen de la ley (FIP, 2020).

Fuente: PNUD (2019, p. 13), adaptado por Yvonne Riaño (leyendas, norte, kilómetros, nombres geográficos y administrativos).

Mapa 2 Presencia de actores armados ilegales que se disputan el control del territorio en Norte de Santander 

Como resultado del contexto violento de Norte de Santander, la mayoría de los participantes en la investigación han experimentado abuso a sus derechos humanos y desplazamiento forzado. En el cuadro 3 se revela que dos tercios de los/as participantes son víctimas de desplazamiento interno por parte de la guerrilla y los grupos paramilitares. Además, todos/as se han enfrentado a la deportación, ya sea por la fuerza física o la presión psicológica. Casi la mitad de las mujeres han sido violadas sexualmente por grupos armados o por familiares, y han sufrido violencia doméstica. Estas experiencias vivenciales traumáticas crean un contexto de mayor vulnerabilidad para la reintegración de las personas retornadas, las mujeres en particular.

Cuadro 3 Tipos de desplazamiento forzado y de abusos de derechos humanos sufridos por las personas retornadas 

Tipo Número de personas
Desplazamiento interno en Colombia (Norte de Santander) Deportación por violencia
Deportación por violencia física o huida por miedo 18 (14 mujeresy 4 hombres)
Violación (por grupos armados o por familiares) y abuso doméstico 6 (mujeres)

Fuente: Elaboración propia con base en las entrevistas de Yvonne Riaño.

En la actualidad, la vida de las personas entrevistadas transcurre de manera transnacional entre Cúcuta y su área metropolitana (Colombia) y San Antonio del Táchira (Venezuela). Cúcuta está conectada con San Antonio por el Puente Internacional Simón Bolívar, de 300 metros de longitud, que cruza el río Táchira (mapa 1). Estas dos ciudades están separadas por una frontera que, para muchos de sus habitantes, es una línea imaginaria. Las relaciones entre ambas han sido el producto de una permanente circulación transfronteriza de personas, bienes y capitales, lo que ha creado fuertes conexiones socioeconómicas y emocionales entre las dos ciudades. Así mismo, el puente Simón Bolívar es el punto de llegada de los miles de venezolanos que en los últimos años han escapado de la crisis económica y política de su país, y buscan mejores oportunidades en Colombia y otros lugares de Suramérica.

A principios del siglo XXI, las personas entrevistadas emigraron a Venezuela desilusionadas por la falta de oportunidades de trabajo y por el alto costo de la vida en Colombia, así como por la falta de seguridad en las zonas rurales y urbanas de Norte de Santander. También se sintieron atraídas por las oportunidades de trabajo generadas por el alto precio del petróleo en Venezuela, así como por las políticas sociales del gobierno de Hugo Chávez. Teniendo en cuenta su difícil situación en Colombia y los factores que motivaron el traslado, es difícil establecer una diferencia categórica entre la emigración forzada y la voluntaria, ya que la frontera entre estos dos polos es difusa.

La geopolítica internacional ha configurado las experiencias y movilidades que las personas aquí estudiadas han desarrollado en Venezuela. Al inicio obtuvieron un buen nivel de vida gracias a sus esfuerzos: lograron establecer un negocio y obtener una vivienda. Además, se beneficiaron del bajo costo de la vida en dicho país. La política de laissez-faire del gobierno de Chávez hacia los colombianos que se desplazaban entre Venezuela y Colombia por negocios, residencia, turismo y/o visitas familiares fue también favorable. Sin embargo, el 19 de agosto de 2015, el nuevo presidente, Nicolás Maduro, ordenó el cierre del cruce oficial entre ambos países por el puente Simón Bolívar, debido a un supuesto ataque de grupos paramilitares colombianos a miembros de la fuerza armada venezolana. Esto se convirtió en una persecución contra los colombianos que vivían en la zona fronteriza. Acusados de colaborar con grupos paramilitares, unos 2 000 de ellos fueron deportados y más de 22 000 huyeron posteriormente del país por miedo a ser expulsados (Cosoy, 2015). Las casas de sus compatriotas en San Antonio fueron posteriormente dañadas por la fuerza armada, y sus habitantes, desalojados y expulsados a Colombia. Muchos connacionales escaparon a través de la trocha y del río Táchira. Algunos deportados se quedaron en el área metropolitana de Cúcuta, mientras que otros esperaron en campamentos provisionales hasta que la situación se calmó y regresaron a San Antonio a reparar sus casas (El Tiempo, 2020).

Yolanda, una de las mujeres deportadas, cuenta su experiencia:

Porque, como éramos colombianos, decían que éramos paramilitares. Y las casas de los colombianos que estaban marcadas con la letra T significaba tumbarla y la letra D significaba que estaba en buen estado y no derribarla [...] Fue terrible, porque podías ver a toda la gente llorando sobre sus casas, las casas derrumbadas, las neveras, sus cosas bajo el techo [...] Sacamos lo que pudimos por la trocha (Y. Buitrago, comunicación personal, 17 de junio de 2021).

Bien puede afirmarse que la experiencia de retorno de los colombianos a su país se constituye en un continuo traumático. Mientras que en Venezuela ya habían logrado la seguridad personal, la estabilidad económica y el arraigo que no lograron construir en Colombia, al ser deportados vuelven a experimentar violencia e injusticia. Además, el gobierno colombiano no les brinda el necesario apoyo para su reintegración. Ante esto, los retornados usan el espacio transfronterizo como una fuente de oportunidades. La proximidad geográfica entre Cúcuta y San Antonio les permite aprovechar las ventajas existentes en los dos lugares: aunque en esta localidad faltan los comestibles, el trabajo y las oportunidades de educación, los/as colombianos/as que radican allí cuentan con viviendas propias y/o se benefician del bajo costo de los servicios de electricidad, agua y gas, que son más baratos que en Colombia. A la vez, retornan cotidianamente a su país, a través de la trocha, para llevar a cabo sus emprendimientos, comprar víveres y medicamentos, y beneficiarse de las superiores oportunidades educativas y sanitarias que allí existen (fotografía 2). Gracias a estas estrategias logran una reintegración socioeconómica que involucra simultáneamente a Colombia y Venezuela. Desafortunadamente, estas movilidades constituyen un peligro real ya que son controladas por grupos armados irregulares, quienes amenazan y extorsionan a los pasantes. Para escapar a estos peligros, los retornados relatan que su sueño es instalarse en Colombia, pero el alto costo de la vida y la ausencia de apoyo gubernamental se los impide. Por lo tanto, puede concluirse que se encuentran en constante proceso de retorno.

Estos resultados permiten cuestionar las categorías de migrante y retorno, como han sido concebidas en los estudios clásicos de migración, las cuales suponen que una persona vive ya sea en su país de destino o en el de origen. El presente estudio muestra que los participantes viven simultáneamente en ambos lugares, ya que una parte de su vida cotidiana transcurre en Venezuela y la otra en Colombia. Se reitera el debate mantenido en el primer capítulo: el paradigma de la movilidad espacial (Sheller y Urry, 2006) se considera más adecuado para captar las dinámicas de migración y retorno contemporáneas. Se sugiere una nueva perspectiva que no se centre exclusivamente en el estar aquí o allá, o al principio o al final del ciclo migratorio, sino más bien explore cómo las personas en retorno efectúan estrategias de movilidad espacial transnacional para aprovechar las ventajas ofrecidas por diferentes lugares en distintos países. En esta línea de pensamiento, se propone usar la categoría de personas en retorno en vez de personas retornadas, lo que refleja el carácter abierto y dinámico del retorno. Además, los resultados ilustran el argumento teórico de esta investigación de que el retorno no es el final de un ciclo migratorio sino un proceso dinámico que constituye un conjunto de movimientos multidireccionales entre diferentes lugares y en distintos momentos de la vida.

Fuente: Fotografía de Yvonne Riaño (2022).

Fotografía 2 Movilidades informales de personas, bienes y capitales a través de la trocha entre Colombia y Venezuela 

El papel de los emprendimientos en la reintegración de las personas en retorno

Ahora se examinará el papel de los emprendimientos en la reintegración de las personas en retorno. En primer lugar, la cuestión de si los emprendimientos se crean por elección o por necesidad. Aunque muchos de los/as participantes en la investigación sueñan con llegar a tener una pequeña o mediana empresa establecida, la gran mayoría se ve obligada a crear emprendimientos informales debido al desempleo que prevalece en Cúcuta y la falta de apoyo estatal, como lo explica Yoana, una de las retornadas:

Lo más triste es tener salud y no tener trabajo, porque vas al centro a buscar trabajo y no hay, porque mi esposo y mi hijo se han ido y si no tienes contactos políticos no puedes conseguir trabajo. Así es Cúcuta. Si tienes contactos, tienes trabajo (Y. Fuentes, comunicación personal, 20 de junio de 2021).

En términos de desempleo, Cúcuta y su área metropolitana han tenido una tasa de desempleo promedio de 16 por ciento entre 2016 y 2020, que es considerablemente más alta que en las principales ciudades de Colombia (Departamento Administrativo Nacional de Estadística [DANE], 2022). Debido a la falta de oportunidades de empleo, el porcentaje de personas que trabajan por cuenta propia es el más alto del país (64 %). Cúcuta ocupa también el segundo lugar nacional en ciudades con mayor proporción de informalidad laboral (66 %) (DANE, 2022). Además, la afluencia de miles de venezolanos en busca de oportunidades de trabajo agrava la situación. Es también interesante observar la forma en que los/as retornados/as conciben sus emprendimientos. Los mapas mentales muestran que, en todos los casos, las personas entrevistadas ven sus negocios no simplemente como un medio para ganar dinero, sino como una forma de ayudar a sus familias, es decir, un deber moral.

El carácter transfronterizo de la mayoría de los emprendimientos aquí estudiados se explica a partir de que estos utilizan su proximidad geográfica a la frontera, sus conocimientos espaciales, los retornos bidireccionales cotidianos y los contactos transfronterizos para movilizarse o conseguir que otros se desplacen a través de las fronteras nacionales para vender alimentos y artesanías o prestar servicios de transporte, limpieza, peluquería y manicura. Desafortunadamente, estos emprendimientos no implican una posibilidad de expansión, sino más bien una estrategia para la subsistencia.

Pocas personas reciben apoyo crediticio y formación por parte de organismos internacionales como la Red Internacional Scalabrini (una comunidad de misioneros que apoyan a migrantes, refugiados y desplazados) y como la Sociedad Alemana para la Cooperación Internacional (GIZ). Aquellos que se benefician de esta ayuda internacional tienen mejores perspectivas para sus emprendimientos, pero dependen de un apoyo futuro.

Ahora bien, ¿hasta qué punto los/as retornados/as pueden lograr reintegrarse con éxito por medio de sus emprendimientos? En este estudio se define la reintegración exitosa como el proceso por el que una sociedad proporciona las condiciones adecuadas para que un/a retornado/a utilice sus habilidades y recursos para satisfacer sus necesidades fundamentales, existenciales y de seguridad.

Los resultados empíricos muestran que, a pesar de su notable capacidad de resiliencia, compromiso, creatividad, habilidades y apoyo familiar, la gran mayoría de los/as participantes en la investigación tienen dificultades para reintegrarse con sus emprendimientos. En cuanto a la satisfacción de sus necesidades fundamentales, los datos empíricos revelan cuatro tipos de situaciones para las personas en retorno:

  1. Apenas satisfacen sus necesidades fundamentales. Se trata de individuos que se benefician, en principio, de su experiencia de movilidad internacional y de sus habilidades laborales, pero que no cuentan con el apoyo del gobierno colombiano ni de las agencias internacionales, y solo cuentan con ayuda familiar limitada.

  2. Satisfacción de sus necesidades fundamentales, pero con un futuro incierto. Es el caso de quienes aprovechan sus experiencias de movilidad internacional, habilidades laborales, contactos sociales y cuentan con el apoyo económico de sus familias, pero que no cuentan con ningún respaldo crediticio y tienen acceso limitado a la formación proporcionada por el Sena, la entidad del Estado colombiano encargada de aportar este servicio. Por ello, el futuro de sus emprendimientos es incierto.

  3. Satisfacción de sus necesidades fundamentales, potencial de expansión, pero futuro incierto. Se refiere a las personas que se benefician de su experiencia de movilidad internacional, a partir de sus habilidades laborales, sus contactos sociales, el apoyo económico de sus familias (cuidado y manutención de los infantes, vivienda y pensión de viudedad), algunos apoyos económicos por parte de organismos internacionales (préstamos, financiación de actividades) y la formación que ofrece el Sena. Sin embargo, no pueden vender sus propiedades en Venezuela ya que no cuentan con permiso de residencia o títulos de propiedad, y en Colombia no logran recibir un crédito. Su futuro es incierto.

  4. Satisfacción de las necesidades fundamentales y expansión del negocio, pero futuro incierto. En esta situación se incluye a los/as colombianos/as que se benefician de su experiencia de movilidad y de sus habilidades laborales, lograron vender su casa en Venezuela, tenían contactos sociales y apoyo económico de sus familias en Colombia (por ejemplo, maquinaria de panadería), obtuvieron préstamos de organismos internacionales para comprar materia prima, tienen formación profesional y por ello pudieron obtener la formación avanzada que ofrece el Sena. Sin embargo, su futuro como emprendedores es incierto, dada la inestabilidad socioeconómica y de seguridad que reina en Norte de Santander.

En cuanto a las necesidades existenciales de las personas en retorno, el apoyo de sus familias, como se expuso anteriormente, es esencial para crear un sentido de pertenencia. Más allá de eso, muchos retornados/as luchan por arraigarse a la sociedad colombiana y al lugar donde viven y/o se movilizan. Esto se debe a que enfrentan tres tipos de situaciones: en primer lugar, algunos de los que viven en Cúcuta luchan por pertenecer y progresar con sus emprendimientos porque les resulta difícil superar el trauma de la deportación, como lo explica Raquel, una retornada:

Creo que la primera barrera que tengo que superar es eliminar el miedo, trabajando sobre mí misma. Estoy tratando de superar el miedo, tratando de ganar seguridad. Creo que lo que me detiene -e incluso a mi marido- es la sensación de inseguridad, que es como un sentimiento dentro de mí que no puedo superar (R. Urriola, comunicación personal, 15 de agosto de 2019).

En segundo lugar, algunos/as de los/as que viven en San Antonio (Venezuela), pero regresan diariamente a Colombia para satisfacer sus necesidades fundamentales, luchan por pertenecer porque no tienen casa en Colombia y temen ser desalojados de sus hogares venezolanos, como ya ha sucedido. Como su miedo a cruzar la peligrosa trocha aumenta cada día, vivir en Colombia es un fuerte deseo, como explica Rocío Calderón:

Ahora le digo a mi pareja que nos vengamos a vivir aquí [Colombia] porque ya no quiero estar allá [Venezuela] [...] hace poco estaba cruzando la trocha con mi niña cuando empezó un tiroteo y me dio mucho miedo por mi niña y todo eso [...] Ahora la guerrilla está en la trocha, y el otro día se metió la policía colombiana, así que tengo miedo de que caiga una bala perdida cerca de nosotros... Ayer fue la policía venezolana la que se metió y hubo un tiroteo durante mucho tiempo, así que uno no tiene vida viviendo allí [en Venezuela] [...] Pero es difícil [establecerse en Colombia] porque todavía estoy tratando de conseguir un trabajo, pero no puedo conseguir un trabajo estable porque tengo que cuidar a mis hijos [...] y aquí [en Colombia] es difícil vivir porque [a diferencia de Venezuela] hay que pagar alquiler, servicios. Pero sí quiero venir aquí [a Colombia] (comunicación personal, 20 de agosto de 2019).

La tercera situación refiere que muchas personas en retorno experimentan tantos desafíos en su retorno a Colombia que les resulta difícil crear un sentido de pertenencia en la sociedad. Sin embargo, su espíritu de resiliencia es notablemente fuerte y siguen luchando para lograr la ansiada reintegración, como dice Zoila Caicedo:

Sabía que en Colombia sería difícil, por el alquiler que hay que pagar. Antes tenía mi propia casa, ya no es lo mismo vivir ahora en una pequeña habitación. Pero sé que todo esto es una lucha que tenemos que atravesar, ya que es una montaña que hay que derribar. Hay que tener fe (comunicación personal, 23 de agosto de 2019).

Por último, en cuanto a la satisfacción de sus necesidades de seguridad, estas son experimentadas cuando las personas se sienten libres de daño, persecución y amenaza. Es claro que, en el caso de las personas en retorno que cruzan la trocha todos los días, las necesidades de seguridad difícilmente son satisfechas, ya que cotidianamente están en constante riesgo de extorsión y de muerte, tal como lo describe Yolanda:

Un día cruzaba la trocha con mis hijos. Hubo un tiroteo. Salimos corriendo rápidamente; los maleteros nos protegieron [...] sí, nos indicaron por dónde ir [...] al monte [...] pero esa es nuestra vida [...] vivimos de la mano de Dios (Y. Buitrago, comunicación personal, 25 de junio de 2020).

Quienes viven en La Parada, en el lado colombiano de la frontera, experimentaron también una gran inseguridad por las restricciones impuestas a las movilidades transfronterizas por el COVID- 19, lo que provocó gran pobreza entre colombianos/as y venezolanos/as. Como muestra, se cuenta con el testimonio de Alejandra, una líder local. Probablemente, una situación similar afectó también a los/as demás retornados/as que viven en otros barrios de Cúcuta.

Aquí ya no salimos de casa. Hay muchos ladrones. Se roban todo lo que encuentran. Ayer desocupé la cocina. Dejé solo la nevera y la estufa, porque se están llevando cosas, ollas, para venderlas en 2 000, 3 000 pesos [0.75 centavos USD] (A. Cardona, comunicación personal, 15 de junio de 2020).

En conclusión, los resultados empíricos muestran que el concepto de una reinserción exitosa no aplica para la mayoría de lo/as entrevistados/as, ya que no logran cubrir suficientemente sus necesidades fundamentales, existenciales y de seguridad. En línea con Riaño (2013), se puede concluir que los/as retornados/as colombianos/as experimentan altos niveles de dependencia familiar y de apoyo internacional, así como movilidades transfronterizas peligrosas para poder sobrevivir, dada la débil gobernanza y la ausencia de políticas de reintegración efectivas en Colombia.

Uno de los principales retos a los que se enfrentan las personas en retorno es la falta de apoyo económico efectivo por parte del gobierno colombiano, a pesar de las diversas vulnerabilidades, como explica Valeria Barrera: “y bueno, aquí en Colombia, aunque soy colombiana, no tengo ninguna ayuda. El gobierno no ayuda para nada [...] ni como desplazada interna, ni como retornada, ni como víctima de violencia sexual, ni como madre soltera” (comunicación personal, 18 de junio de 2021). Pero el problema no es la falta de instituciones o de leyes en Colombia para proteger a los/as desplazados/as, los/as deportados/as o, en el caso del presente estudio, a las personas retornadas, sino la imposibilidad de obtener apoyo de las instituciones gubernamentales. Ninguno de los/as participantes en la investigación logró obtener asistencia de programas destinados al emprendimiento o al retorno productivo (como indicaría la Ley 1565 de 2012). Los programas de apoyo crediticio como el Fondo Emprender del Sena exigen que “los planes de negocio que se presenten deben tener componentes de innovación y base tecnológica, como factor de competitividad para ser sostenibles durante el proceso de su ejecución” (Sena, 2017, p. 3). Esta orientación es claramente inadecuada para las personas aquí estudiadas. Además, no logran obtener crédito de los bancos colombianos ya que no disponen de ahorros personales debido a que se devaluaron con la hiperinflación en Venezuela.

Otro reto es la falta de información. Muchos retornados/as se quejan de esta carencia y de las dificultades para acceder a la red de Internet. El Sena aparece como una institución eficaz ya que forma a varios/as de los/as entrevistados/as en gestión de emprendimientos y técnicas de producción de artículos artesanales. Sin embargo, muchos/as de ellos/as carecen de escolaridad de nivel secundario, un requisito del Sena para muchos de los programas de aprendizaje. Además, su Fondo Emprender está dirigido a “connacionales certificados por la Cancillería, como retornados con retorno productivo, que hayan completado por lo menos noventa (90) horas de formación Sena en cursos afines al área del proyecto” (Sena, 2017, p. 3). Los/as entrevistados/as argumentan que no tienen tiempo ni recursos económicos para completar una educación de nivel secundario ni las 90 horas de formación, ya que tienen que trabajar para sobrevivir.

Por otro lado, el argumento científico de que el capital económico de las personas en retorno es un recurso importante para sus emprendimientos ignora el hecho de que no todos los emigrantes retornan de países ricos y estables, ni pueden utilizar sus ahorros y propiedades en el extranjero para crear emprendimientos en sus países de origen. El colapso económico de Venezuela y la hiperinflación devaluaron su dinero. Además, la deportación que sufrieron los/as colombianos/as les hizo perder gran parte de sus recursos en ese país.

Finalmente, los retos de género representan múltiples cargas para las mujeres. Deben conciliar el cuidado de los hijos y el trabajo remunerado con los traumas causados por el desplazamiento, la deportación, la incertidumbre diaria, la violación sexual por parte de grupos armados y el abuso doméstico. Por último, el COVID-19 hizo que la supervivencia de las participantes en la investigación fuera especialmente difícil, ya que muchos emprendimientos informales tienen lugar en las calles, lo que fue prohibido en 2021.

El papel de las movilidades y las redes transfronterizas para los proyectos de emprendimiento de los/as retornados/as

Por último, se presentan breves biografías de dos emprendedores/as transfronterizos/as: Edison Valbuena y Sofía Ballesteros, quienes ilustran la naturaleza de sus movilidades transfronterizas, las oportunidades y limitaciones a las que se enfrentan, y el papel de las movilidades espaciales y las redes transfronterizas para sus emprendimientos.

Edison Valbuena

Edison Valbuena es un colombiano de 38 años que creció en una zona rural controlada por la guerrilla Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). En 1992, su familia fue desplazada después de que paramilitares armados de derecha los acusaran de cooperar con las FARC. Su familia huyó a Cúcuta (Colombia), donde aprendieron a coser pantalones vaqueros y camisetas, y se desplazaban diariamente a San Antonio (Venezuela) para trabajar en la fábrica de confecciones textiles de su primo.

En 2007 emigraron a San Antonio, montaron un negocio para producir pantalones vaqueros y camisetas que vendían en Colombia y Venezuela, y consiguieron una casa en un asentamiento

cerca de la frontera. Cuando fueron deportados en 2015, Edison y su familia escaparon a Cúcuta, pero regresaron a San Antonio seis meses después. En 2022, a pesar de tener las máquinas de coser, la familia de Edison aún no reanudaba su negocio de fabricación textil porque carecía de dinero para comprar la materia prima y a Edison se le negó el crédito en Colombia porque no tenía garantía crediticia.

A falta de apoyo del gobierno colombiano, Edison dejó en suspenso su negocio de confección. Utilizó temporalmente su cuerpo, su experiencia circulatoria transfronteriza y sus redes comerciales y familiares para convertirse en maletero. Las actividades económicas de Edison forman parte de una compleja economía informal transnacional en la frontera entre Colombia y Venezuela.

El relato de Edison Valbuena ilustra las habilidades y recursos que posee y los retos a los que se enfrenta: tiene conocimientos circulatorios, máquinas de coser, casa en Venezuela, redes comerciales locales y transfronterizas, pero carece de capital de inversión. Las redes y las movilidades espaciales transfronterizas son la clave de su supervivencia. El caso de Edison ejemplifica a alguien con gran potencial, pero que no puede avanzar con su emprendimiento porque no cuenta con capital económico. Así, vender su movilidad personal le permite transformar la movilidad espacial en recursos económicos, pero con gran riesgo para su vida. Sus movilidades son a la vez habilitadas y obstaculizadas por la geopolítica de la gestión de fronteras y conflictos.

Sofía Ballesteros

Sofía Ballesteros es una mujer de 46 años que se fue de casa a los 15 años, se casó y tuvo tres hijos. En 1993 se trasladó a Venezuela para escapar de su violento marido y de la amenaza de los grupos armados ilegales. Ella y sus hijos emigraron a Venezuela, donde vendían pendientes -hechos por ellos mismos- en ferias callejeras de varias ciudades. Se establecieron en Guanare (a 430 kilómetros de Cúcuta) donde también vivían su madre y su hermana.

Sofía obtuvo una licencia de puesto de comida para vender café y productos de panadería en la terminal de autobuses de Guanare. También comerciaba productos colombianos en las ferias de fin de semana. Regresaba mensualmente a Cúcuta para visitar a su nuevo marido y comprar mercancía. Al principio, consiguió ahorrar dinero y traerlo a Colombia. Sin embargo, a medida que el bolívar venezolano caía en picada y el costo de la vida aumentaba, Sofía luchaba por sobrevivir. En 2015 vio cómo el gobierno venezolano sacaba a los colombianos de sus casas y los deportaba. Atemorizadas, ella y su madre lo dejaron todo -incluida una casa- y regresaron a Colombia.

Viajaron a San Antonio y llegaron a la frontera. Los guardias venezolanos las encontraron y amenazaron con hacerlas prisioneras. Pagaron a los maleteros para que transportaran sus pocos bienes de vuelta a Colombia y las guiaran por la trocha. Al llegar a Cúcuta, Sofía se alojó en la humilde casa de su marido, donde también pudo montar un bazar. El Servicio Jesuita a Refugiados, una organización internacional que asiste a las víctimas del desplazamiento forzado, la ayudó con alimentos y formación para la gestión de emprendimientos y la producción de artesanías. Ahora ofrece sus productos a sus vecinos en Cúcuta y a clientes de Guanare, Venezuela; ella misma se los entrega a un conductor de autobús en San Antonio (la frontera), quien luego los transporta a Guanare.

Otras veces, uno de sus clientes venezolanos viene a Cúcuta a comprar sus artesanías, que luego él vende en su puesto callejero en Venezuela. Las ventas de Sofía son intermitentes, pero las celebraciones privadas y públicas ofrecen buenas oportunidades para vender adornos festivos. Su sueño es “tener un gran bazar con una buena variedad de productos” (S. Ballesteros, comunicación personal, 10 de junio de 2021). Desafortunadamente, Sofía carece de capital económico, de mostradores y de una tienda más grande. Sus solicitudes de crédito a instituciones colombianas han sido infructuosas.

El caso de Sofía ilustra cómo se desarrollan las redes de comercio callejero informal a nivel transnacional y las dificultades a las que se enfrentan los comerciantes. Su historia también ilustra el tipo de recursos con que cuentan las personas en retorno: conocimientos circulatorios y del negocio, la casa de su marido en Cúcuta y el útil apoyo de las ONG internacionales para el aprendizaje de la artesanía. Ella logra sobrevivir a una escala micro y con perspectivas inciertas. El caso de Sofía también muestra cómo las redes y las movilidades transfronterizas son una ventaja para su negocio. Si las relaciones entre Venezuela y Colombia mejoraran, ella podría circular más fácilmente, lo cual sería una gran ventaja para su negocio.

Discusión y conclusiones

Con base en la observación etnográfica multisituada en la zona fronteriza entre Colombia y Venezuela, las entrevistas biográficas, los talleres participativos Minga (Riaño, 2015) y los mapas mentales con 18 retornados/as colombianos/as, se abordaron algunas cuestiones abiertas en la literatura sobre el retorno. En esta investigación se sugiere una nueva perspectiva para conceptualizar el retorno que rebase las ideas de estar en el país de destino o el país de origen, o al inicio o al final del ciclo migratorio, y que más bien explore las estrategias de movilidad transfronteriza que efectúan las personas en retorno para aprovechar las ventajas ofrecidas por diferentes lugares en distintos países.

Se proponen cuatro dimensiones para conceptualizar los procesos de retorno: 1) movilidades transfronterizas: examina no solo las movilidades de personas través de fronteras nacionales, sino también de sus bienes, dinero e ideas; 2) temporalidad: estudia los diferentes momentos que comprenden los procesos de retorno; 3) intenciones: no se centra únicamente en el retorno físico sino en la intención de retornar a otro/s lugar/es y por diferentes motivos; 4) geográfica: destaca los lugares geográficos, ya que las movilidades transnacionales no conectan simplemente países abstractos sino localidades específicas.

Se sostiene también que las experiencias de retorno son heterogéneas al ser entendidas como un continuo de situaciones que van desde las movilidades forzadas hasta las elegidas. Así, se identifican dos formas de movilidad forzada: deportación violenta y escape por miedo a la deportación. También se destacan dos formas de movilidad voluntaria: libre albedrío con algunas limitaciones y pleno libre albedrío. Así mismo, se identifican tres tipos de movilidades de retorno: retorno anclado, retorno frecuente y retorno cotidiano.

Al analizar hasta qué punto las personas en retorno pueden reintegrarse con éxito con sus emprendimientos, se encontró que, a pesar de su notable resiliencia, compromiso, creatividad, habilidades personales y apoyo familiar, la gran mayoría se enfrenta a una precariedad constante. El contexto geográfico del retorno es clave para entender esta situación. Las luchas territoriales entre grupos armados ilegales, la ausencia de apoyo por parte del Estado colombiano, la incertidumbre creada por los continuos cierres de la frontera internacional, la débil economía de Cúcuta y su área metropolitana, y el trauma de la deportación crean un contexto muy vulnerable para sus emprendimientos.

Los principios de los organismos internacionales y las leyes colombianas establecen que el retorno debe ser seguro y digno. Sin embargo, los/as participantes en este estudio no han logrado recuperarse de la vulnerabilidad y el despojo que generó su deportación por parte del gobierno venezolano. Existen en Colombia instituciones y leyes para la reparación de las víctimas del conflicto armado interno, como las personas aquí estudiadas, pero dentro de su articulado no incluyen acciones directas de apoyo al emprendimiento de los desplazados y de las victimas retornadas. La Ley 1565 de 2012 (Ley de Retorno) y el Fondo Emprender del Sena establecen que las personas retornadas deberían recibir asesoría y créditos para sus emprendimientos. Sin embargo, ninguno/a de los/as participantes en el estudio ha recibido apoyo. La orientación y el respaldo crediticio del Fondo Emprender es para negocios con componentes de innovación y base tecnológica, un enfoque que claramente no se adecúa a los microempresarios aquí estudiados. Además, el fondo exige completar una formación equivalente al nivel secundario o un mínimo de 90 horas. Desafortunadamente, las/os entrevistadas/os no tienen tiempo ni recursos económicos para cumplir con estos requisitos: deben trabajar constantemente para sobrevivir. Ahora bien, aunque los/las participantes en esta investigación no cuentan con gran nivel de estudios ni ofrecen innovaciones tecnológicas, son extremadamente resilientes y cuentan con gran experiencia en negocios, lo que les permite crear medios de sustento para sus familias, contribuir a la inclusión social y crear oportunidades de trabajo en la zona de frontera.

El argumento de que el capital económico adquirido en el extranjero por los migrantes es un recurso importante para sus emprendimientos y el desarrollo del país, debe reevaluarse críticamente (Riaño, 2022), especialmente en el contexto de la perturbadora situación geopolítica entre Colombia y Venezuela. No todos los países a los cuales llegan los migrantes ofrecen condiciones adecuadas para que los/as retornados/as hagan uso del capital económico adquirido durante la migración. Además, no todos regresan de naciones ricas y estables. También los retos de género suponen una carga especial para las mujeres, ya que hacen malabarismos con el cuidado de los hijos y el trabajo remunerado, además de lidiar con los traumas causados por el desplazamiento interno, la deportación, la incertidumbre diaria, las violaciones sexuales y el abuso doméstico.

Por otro lado, la ubicación espacial de las personas en retorno puede representar un reto o una oportunidad. Aquellos que regresan a las ciudades grandes donde existen mayores oportunidades de negocio tienen más ventajas que quienes viven en ciudades periféricas y con una débil economía como Cúcuta. Es importante ir más allá del carácter exclusivamente optimista de los debates sobre el retorno y el desarrollo y efectuar un análisis diferenciado de quiénes son capaces de usar o no sus recursos obtenidos en el extranjero y por qué, e idear políticas de integración socioeconómica diferenciada (Cabrera y López, 2020) para considerar a aquellos con poca educación, en estado de vulnerabilidad, y que se mueven entre países del sur global como Colombia y Venezuela. El apoyo de los gobiernos nacionales y regionales con microcréditos en las fases de inicio, desarrollo y consolidación es esencial para garantizar una reintegración sostenible a largo plazo. Además, el respaldo a los micronegocios debe integrar la cuestión de vivienda, crucial para emprendedores de subsistencia, quienes no pueden pagar dos arriendos, sino que combinan los usos de vivienda y emprendimiento. La cuestión del género: el apoyo al cuidado y estudio de los hijos es esencial para aliviar la carga de las mujeres emprendedoras y permitirles progresar. La implementación de mecanismos de seguimiento es esencial (Botina, 2020), así como la difusión de información, la coordinación interinstitucional entre actores gubernamentales y la cooperación internacional (Cabrera y López, 2020).

El uso de una perspectiva de geopolítica feminista resultó útil para comprender cómo la geopolítica internacional y local configura los procesos de reintegración. La agencia de las personas participantes en el estudio desempeña un papel clave en la recreación de fronteras internacionales, ya que usan estrategias informales de movilidad transfronteriza para hacer frente a las inmovilidades impuestas por el gobierno venezolano, los grupos armados ilegales y el COVID-19. Estas estrategias resultan clave para su reintegración y de beneficio para sus emprendimientos, pero implican un gran riesgo para sus vidas debido a las extorsiones de los grupos armados ilegales presentes.

La familia tiene un papel fundamental en la sobrevivencia de los emprendimientos en un contexto de conflicto geopolítico transfronterizo y precariedad socioeconómica. Igualmente, las agencias de desarrollo, como la Sociedad Alemana de Cooperación Internacional (GIZ) y las organizaciones internacionales no gubernamentales desempeñan un papel clave en la geopolítica del desplazamiento, ya que apoyan a los/as, retornados/as con seguridad personal, formación y apoyo crediticio para sus emprendimientos. Finalmente, es importante abordar seriamente la cuestión de las inhumanas políticas y prácticas de deportación de migrantes en contextos sur-sur, como el caso entre Venezuela y Colombia.

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3 Asociación fundada por Ana Teresa Castillo, quien fue víctima de la deportación desde Venezuela, para ayudar tanto a colombianos deportados de ese país como a migrantes venezolanos en Colombia.

4 Del quechua mink’a, vocablo que se refiere a un trabajo comunitario realizado de forma gratuita. En este caso, la metodología Minga, creada por Yvonne Riaño (2015), denota un trabajo en el que tanto las/los investigadores como las personas participantes en la investigación se asocian con el fin de crear conjuntamente conocimiento científico

5 Camino improvisado a través del río Táchira y de la maraña vegetal para la movilidad de personas y el traslado de mercancías de forma ilegal entre Colombia y Venezuela, especialmente cuando los pasos autorizados fronterizos se encontraban cerrados (agosto de 2015-septiembre de 2023). Sin embargo, algunas personas siguen utilizando las trochas, en su mayoría controladas por grupos armados ilegales que cobran por el derecho de paso y han sido escenario hasta ahora de asesinatos, robos, secuestros y violaciones. Quienes usan las trochas son migrantes que no cuentan con los documentos de identidad requeridos por las autoridades fronterizas, aquellos que buscan mayor rapidez para cruzar la frontera al no tener que hacer filas en los controles migratorios, los que se niegan a pagar las altas tarifas de extorsión de los guardias venezolanos o incluso aquellos con algún antecedente judicial que ocultar de policías y soldados (EFE, 2023).

6 Todos los nombres usados en este artículo han sido anonimizados.

7 Los paramilitares colombianos pertenecen a una organización cuya estructura, tácticas, entrenamiento y funcionamiento son similares a los de un ejército profesional, pero no forman parte de las fuerzas armadas oficiales de un país y actúan de forma ilegal y delictiva.

8 También conocidos como caleteros o carrucheros, son personas que cobran por cargar mercancías, habitualmente sobre sus espaldas, a través de la frontera desde Colombia hacia Venezuela, ya sea por el puente o por las trochas.

3 Association founded by Ana Teresa Castillo, a victim of deportation from Venezuela, to provide assistance both to Colombians deported from Venezuela and to Venezuelan migrants in Colombia.

4 From the Quechua mink’a, meaning community work performed free of charge. In this case, the Minga methodology, created by Yvonne Riaño (2015), refers to work in which researchers and research participants work together to jointly create scientific knowledge.

5 Improvised path through the Táchira River and entangled undergrowth, used for the mobility of people and illegal transportation of goods between Colombia and Venezuela, especially when authorized border crossings were closed (August 2015-September 2023). However, some people continue to use the trochas, which are mostly controlled by illegal armed groups who charge fees to let people cross, and which have been the scene of murders, robberies, kidnappings, and rapes. The trochas are used by migrants who lack the identity documents required by border officials, those who seek to cross the border more quickly without waiting in line at immigration checkpoints, those who refuse to pay the high fees extorted by Venezuelan guards, and even those concealing a criminal record from the police or soldiers (EFE, 2023).

6 Translation of Figure 1: My dream is to have my own home and business to give my children a better future and put them through college so they can be honorable, professionally qualified individuals. My business. Supermarket SASA.

7 All names used in this paper have been changed to preserve anonymity.

8 Colombian paramilitaries belong to an organization whose structure, tactics, training, and operation are similar to those of a professional army, but are not part of the official armed forces of a country and act illegally and criminally.

9 Also known as caleteros or carrucheros, these people charge a fee for carrying goods, usually on their backs, through the border from Colombia to Venezuela, over the bridge or through the trocha.

Recibido: 30 de Septiembre de 2021; Aprobado: 12 de Septiembre de 2022

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