Introducción
Que no dejen de luchar por sus sueños, porque lo que uno sueña, lo que uno quiere, es el sueño americano. (Ruth, 20 años, Honduras, comunicación
personal, 6 de mayo de 2018).
Las formas de migración irregular no han demostrado cambios significativos desde hace décadas, pues siguen estando atadas a determinantes estructurales tanto en los países de origen (desigualdad social, desempleo, incertidumbre económica, política y/o social) como en los de destino (mano de obra barata y flexible) (Bloch y Chimienti, 2011). De acuerdo con la definición de Castles (2010,
p. 15), la “migración irregular” se da cuando una persona ingresa o habita en un país del que no es ciudadano violando sus regulaciones de migración. De acuerdo con el mismo autor, no hay estimaciones confiables respecto a las estadísticas mundiales de migración irregular, pero la OIT calcula que 15 por ciento de los traslados migratorios son de este tipo.
En 2015 (año pertinente para la realización del presente estudio), la ONU calculó que casi el 15 por ciento de los habitantes del planeta vivían en un lugar diferente al que los vio nacer. En el año 2020 esta cifra se actualizó a 272 millones de personas migrantes en el mundo, de las cuales el 48 por ciento eran mujeres y el 13.9 por ciento niños. México y Estados Unidos conforman el mayor corredor migratorio en el mundo, pues este último alberga a 2 de cada 10 migrantes internacionales (Caicedo y Morales Mena, 2015), especialmente del llamado Triángulo Norte de Centroamérica:
Honduras, Guatemala y El Salvador son países donde la pobreza y la violencia propician un clima que potencia que sus habitantes busquen mejores condiciones de vida fuera de sus fronteras. De acuerdo a Human Rights Watch estos países tienen una tasa de 53 asesinatos por día, más de tres veces el promedio mundial […] Este tipo de condiciones […] son las principales causantes del éxodo que viven estos países (Anguiano, 2016, párrs. 13-14).
Pese a que medios como los noticieros y los periódicos difunden información sobre la inseguridad y los riesgos a los que se enfrentan los migrantes centroamericanos en su paso por México, así como sobre las políticas antiinmigratorias y otros programas, algunos estudios demuestran que los intentos por cruzar a cualquiera de ambos países no han disminuido significativamente. Para Cornelius (2001, p. 677), esto es consistente con las generaciones previas de mexicanos que intentaban cruzar la frontera: “De hecho, la mayoría de los migrantes no se dan por vencidos después de su primera, segunda, tercera, cuarta o inclusive quinta aprehensión […] siguen intentando entrar hasta que lo logran”.
Hernández (2016, p. 69) indica cómo han evolucionado los estudios de los riesgos de la migración centroamericana en México, desde identificar primero el cruce de selvas o desiertos, así como accidentes en el tren, violaciones y maltrato en las estaciones migratorias o abusos de tipo laboral; actualmente la preocupación se centra en la amenaza a la seguridad por secuestro, extorsión, abuso sexual y asesinato en manos del crimen organizado. Caicedo y Morales Mena (2015) apuntan que en 2014 la frontera de México y Estados Unidos fue el tercer cruce más mortífero del mundo, después de África y el Mar Mediterráneo.
Estas mismas dificultades han provocado que México se haya convertido durante los últimos años en un lugar de destino y no solo de tránsito para algunos centroamericanos (Anguiano, 2016). Una de las ciudades que cada vez alberga a más migrantes del Triángulo Norte es precisamente Monterrey, lugar donde se llevó a cabo el estudio de este artículo. Esta zona metropolitana es la tercera más poblada de México y la más grande en los estados fronterizos con Estados Unidos. Es altamente industrializada y, por lo mismo, promete posibilidades de empleo aunque sea de manera informal para los migrantes irregulares (García, 2016).
Un fenómeno que se empezó a dar en 2018 fue el de las caravanas migrantes provenientes de Honduras y Guatemala. Miles de migrantes se organizaron para cruzar por México y Estados Unidos en grupo (Ahmed y Dickerson, 2018). Si bien esta no fue la forma de viajar de la mayoría de las personas entrevistadas, es posible deducir que estos movimientos motivaron a más personas para intentar cruzar hacia Estados Unidos, ya que sentían una mayor seguridad al hacerlo de esta manera. Esto es más evidente cuando se trata de migrantes centroamericanos que no cuentan con información, medios o recursos para hacerlo por su propia cuenta.
Este trabajo tuvo el objetivo de conocer, en primera instancia, cuál es la información con la que contaban los migrantes centroamericanos para llevar a cabo su viaje hacia cualquiera de los países que fuese su destino. Para ello, se exploraron los imaginarios sobre la trayectoria y su destino final, y se analizaron las fuentes de información que contribuyeron a los distintos elementos de los imaginarios descritos. Así mismo, se abordaron las actualizaciones -es decir, todas las mutaciones que sufrieron los imaginarios debido a nueva información que recibieron- desde el momento de partida, en su paso por México, hasta estar en Monterrey, donde se llevaron a cabo las entrevistas.
Más allá de contribuir solamente al campo de conocimiento sobre la migración en México, este estudio abona a las ciencias de la comunicación, pues el papel que tienen las fuentes de información en la toma de decisiones de los migrantes centroamericanos es fundamental para comprender los riesgos que están dispuestos a enfrentar para llegar a su destino. Además, la configuración de sus imaginarios respecto al destino final está altamente influida por los medios de comunicación (noticieros, telenovelas, programas y películas de ficción), así como por fuentes interpersonales (familiares, amigos y otros migrantes) con quienes interactúan presencialmente o por medio de las redes sociodigitales. En menor medida, hay fuentes intrapersonales, cuya información está formada por las experiencias propias del migrante en intentos previos.
Es importante explicar que las entrevistas se realizaron a personas que decidieron hacer el viaje pese a los imaginarios y/o información con la que contaban. Por lo tanto, no es posible identificar el efecto que pudieron tener las campañas o representaciones negativas de la migración en personas que sí se vieron desmotivadas con dichas narrativas.
Imaginarios y fuentes de información
Los imaginarios son estructuras discursivas que afectan la comprensión del sujeto sobre sí mismo, sus prácticas y sus roles en sociedad (González-Vélez, 2002). Castoriadis discutía en La institución imaginaria de la sociedad (2007) el concepto de imaginarios sociales como el resultado de constructos sociales que dan sentido a la realidad y a sí mismos, a través de estos imaginarios que se comparten como comunidad. Requieren de un conjunto de significaciones que en ocasiones se institucionalizan y regulan la cultura. Para García-Muñoz y Gómez-Gallego (2021) los imaginarios sociales son más que imágenes o ideas y motivan a la acción social de manera coherente.
En el contexto de la migración, las motivaciones para cruzar fronteras tienen que ver con esa forma de imaginar otros lugares y vidas. Aunque es importante apuntar que usualmente este grupo sobreestima las oportunidades económicas y la calidad de vida en el país destino (Salazar, 2012). Es decir, la expectativa que tienen sobre su vida una vez que se establezcan en Estados Unidos o en México, es la de tener un nivel de vida mayor para las personas en sus condiciones de migrantes irregulares, o en el caso mexicano, superior al de la media de la población, o al menos, al de su vida en el país de origen. De acuerdo con Arboleda-Ariza et al. (2020), “los imaginarios sociales, así como la memoria social, son dominios de lo posible que facilitan la acción colectiva” (p. 9). Esto sugiere que los imaginarios y la toma de decisiones están ampliamente ligados, lo cual explicaría la búsqueda del “sueño americano”. Por su parte, para García-Muñoz y Gómez-Gallego (2021) los imaginarios sociales “son un constructo explicativo de los fenómenos sociales y una herramienta hermenéutica para interpretar los sentidos que los sujetos experiencian” (p. 220).
Esto contribuye al hecho de que los centroamericanos, pese a estar conscientes de los peligros que confrontarán en el camino, deciden llevar a cabo el viaje de cualquier forma, incluso si ya han experimentado estos riesgos en viajes previos. Dicho fenómeno es consistente con los hallazgos de Vigh (2009) en sus estudios de migración de África. El autor encontró que los migrantes de África ven una promesa de progreso social en otros países, de una forma casi discriminatoria de sus propios países de origen. Consideran que en los países de Europa hay una mejor capacidad de organización y mejores posibilidades para su propio posicionamiento social que donde crecieron, debido a que son países amateurs en términos de sociedad. Por lo mismo, se encuentran altamente motivados a migrar pese a los peligros a los que se puedan enfrentar en el camino.
El imaginario del sueño americano “se define como aquellas expectativas, condiciones y situaciones esperadas, imaginadas o referidas por parte de potenciales migrantes o retornados con respecto a EE. UU.” (Chacón et al., 2016, p. 266). En este sentido, el imaginario social es clave para anticiparse a los escenarios sociales donde se desarrollará la vida del migrante (Vigh, 2009). Dicho sueño se construye a partir de una esperanza de resolver para sí mismos los problemas sociales a los que se enfrenta el migrante en su país de origen, como lo son la necesidad de encontrar un mejor empleo para mantener a la familia, reunirse con sus familiares en Estados Unidos o escapar de la violencia (International Crisis Group, 2016).
El gobierno de Estados Unidos, desde la gestión de Barack Obama (2009-2017), reveló un incremento de la migración irregular por parte de centroamericanos. En conjunto con el Departamento de Seguridad Nacional (DHS, por sus siglas en inglés), lanzaron una campaña de información que enfatizó los peligros a los que se pueden enfrentar los migrantes al hacer este viaje, así como un esfuerzo en conjunto con México para tener medidas más rigurosas de migración en la frontera sur (Hiskey et al., 2016). Sin embargo, los hallazgos sobre los resultados de estas medidas demuestran que son fallidas, ya que los migrantes consideran que ya se encuentran en desventaja en sus propios países. Esto indica que ya conocen los riesgos, pero consideran que hay posibilidades de mejora y bienestar al superarlos (Hiskey et al., 2016; Alpes y Sørensen, 2015).
Inzunza (2017) expone que los imaginarios se conforman de tres tipos de fuentes de información: intrapersonal, interpersonal y masivo. El intrapersonal se refiere a las experiencias que tiene un individuo, de manera que obtiene información de primera mano sobre un evento o una situación. Las fuentes interpersonales son interacciones que se tienen con otros individuos, que en este caso son usualmente retornados, otros migrantes que se encuentran ya en su destino o bien, que se encuentran en el camino. Aunque también se puede tratar de otros agentes de información como instituciones públicas, asociaciones civiles (refugios) u otras personas que contribuyan a los imaginarios. Esta información se puede obtener de manera directa (conversaciones) o indirecta (publicaciones en redes sociodigitales). Finalmente, se encuentran las fuentes masivas, o bien, los medios de comunicación tales como televisión, cine, fuentes periodísticas, campañas publicitarias o de propaganda, entre otras, tanto en su formato de ficción como de no ficción.
De acuerdo con Chacón et al. (2016), los migrantes recopilan información desde dos fuentes: los medios de comunicación y las personas retornadas. Ambas tienden a idealizar el país de destino, pues las historias de los retornados hablan con un discurso triunfalista que contribuye a romantizar el sueño americano (o mexicano).
Sin embargo, no solo los retornados constituyen esta fuente de información interpersonal. Los inmigrantes, por ejemplo, desde sus redes sociodigitales contribuyen con fotografías que promueven el desplazamiento (Belloni, 2016). Esto es consistente con los estudios que analizan los efectos de las redes sociodigitales en los usuarios. Un ejemplo recurrente es la comparación que hacen los migrantes de sí mismos con relación a otros usuarios, a quienes les envidian el estilo de vida alcanzado (Krasnova et al., 2013), lo que motiva que se tomen decisiones desinformadas basadas en percepciones atractivas que resultan erróneas, y que se aconseje a los migrantes potenciales sobre las maneras de cruzar (Dekker y Engbersen, 2014). Así mismo, las redes de los inmigrantes funcionan como contactos que apoyan tanto económicamente como con información sobre el tránsito por México y el cruce de la frontera (Canales et al., 2019).
En cuanto a los medios de comunicación, Salazar (2012) apunta que la ficción popular estadounidense suele representar una vida utópica de riqueza y perseverancia. Kamalipour (1999) desde hace décadas ya apuntaba que el mundo contiene imágenes que son conscientemente manipuladas o creadas para generar un estatus o una identidad para promover, entre otras cosas, a algunas naciones. Para él, ningún otro país tiene más poder en términos de alcance y penetración en la cultura como Estados Unidos, y atribuye a este fenómeno la McDonaldización de la aldea global; por ello se entiende que el proceso de globalización, como parte de un proceso de progreso en el mundo, es sinónimo de americanización.
De manera más precisa, Bakewell y Jolivet (2015) sugieren que las narrativas que hablan de migración motivan o siembran interés en migrar. Martínez-Zalce (2017) hace una relatoría de la figura del migrante en el cine, donde se caracteriza por su vulnerabilidad. Filmes como El Norte (Nava, 1983), La bestia (Kuttikatt et al., 2020), Sin nombre (Fukunaga, 2009) y La jaula de oro (Quemada-Diez, 2013) demuestran el peligroso viaje al que se enfrenta el centroamericano en su tránsito por México, y concluyen en su mayoría que el sueño americano es inalcanzable. Aunque esta visión es relativamente fatalista, es importante apuntar que las telenovelas y el cine mexicano sí ilustran una vida de muchas posibilidades en dicho país, pues utilizan narrativas con fórmulas estadounidenses, en las que el mensaje apunta a que quien trabaje con consistencia y largas jornadas alcanzará la riqueza.
Es importante anotar, sin embargo, que aun cuando los migrantes cuentan con algo de información respecto a su viaje, sus conocimientos siguen siendo insuficientes o imprecisos. Llanes y Ghys (2021) apuntan que los migrantes desconocen sus derechos pese a que pueden ejercerlos en México, por ejemplo, el acceso a la salud pública. Esto se puede deber a su autopercepción de ilegal o indocumentado, pues estos términos (y los roles que autoasumen) alimentan la ansiedad y el temor entre los migrantes (Willen, 2007), y optan por no pedir apoyo en las instituciones públicas por miedo a ser deportados.
Alpes y Sørensen (2015) anotan cómo en realidad para los migrantes no es tanto la información sobre los peligros lo que pesa sobre sus decisiones, sino la confianza que tienen en esta información. Inzunza (2017) apuntó dos elementos fundamentales para determinar el papel que juegan las fuentes de información en la construcción de imaginarios: la credibilidad y la frecuencia. La credibilidad, por un lado, responde a lo que mencionan Alpes y Sørensen, y es importante porque los migrantes sí discriminan información tanto en su país de origen como en el camino. Por su parte, la frecuencia tiene que ver con el acceso que pudieran tener los migrantes a esa fuente en su país de origen y en su viaje. Ante la falta de otras fuentes, este acceso puede en gran medida determinar si habrá o no confianza en la información recibida. Por lo general, las casas de migrantes suelen ofrecer acceso a algunos medios de comunicación como lo son la televisión y radio, o bien, permitir conexión a Internet; pero no todos hacen uso de esos medios ni tienen interés en hacerlo.
Además, Inzunza (2017) considera a las propias experiencias como una fuente de información intrapersonal. Aquí se tendrían que considerar particularmente a los inmigrantes que están repitiendo el viaje, ya sea por motivos de deportación, de regreso voluntario o para traer a su familia consigo (entre las personas entrevistadas, tres habían venido solo a México y 12 habían logrado cruzar o vivir en Estados Unidos). Para ello, resulta pertinente reflexionar en torno a lo que Arboleda-Ariza et al. (2020) proponen para relacionar los conceptos de memoria social, imaginario social y horizontes de expectativa, términos que son pertinentes a esta investigación. Estos autores ubican a
la memoria como un producto humano que es enunciado desde un presente-pasado pasible de ser afectado y atravesado por las innumerables redes de significación desde donde se lo enuncian, así como por las formas institucionales que han adquirido las presuntas jerarquías que la expresan. A su vez, la propuesta analítica incluye también que un horizonte de expectativa se vea igualmente impactado por la asunción de una condición de mutabilidad constante de la memoria proyectada hacia el presente-futuro (p. 15).
Esta revisión de la literatura permite reflexionar sobre los datos obtenidos a través de las entrevistas, desde la perspectiva de la sociología y las ciencias de la información. Por un lado, es importante reconocer las dinámicas de este fenómeno que ocurre desde hace décadas, y que, pese a intentos políticos por disminuir el tráfico hacia México y Estados Unidos, no se ha logrado un cambio significativo. Más allá de tomar una postura en el debate sobre cuál efecto tiene cada fuente de información en la toma de decisiones del migrante, se busca reconocer los imaginarios: cómo se forman y cuál es la información con la que cuenta el migrante centroamericano desde su origen.
Estudiar, desde la perspectiva de los imaginarios en los migrantes activos, permite identificar las fuentes de información que tienen, no solo de su origen sino las que han recuperado durante su trayectoria. Al entrevistar a inmigrantes que están avanzados en su recorrido y tan próximos a la frontera, es posible tener una idea de las transformaciones que ha tenido su imaginario a lo largo del camino, y cómo han contribuido sus experiencias a estos cambios. Otro beneficio de estudiar a los migrantes que aún no alcanzan su destino (al menos no el planeado inicialmente) es que se cuenta una historia que sigue en proceso, y así se elimina el sesgo del éxito. Frank-Vitale (2020) claramente indica que la historia del tránsito suena diferente de una historia contada por migrantes después de haberlo logrado (p. 70).
Método
El trabajo de campo se llevó a cabo desde una perspectiva cualitativa, aplicando la técnica de entrevista focalizada. Dichas entrevistas fueron realizadas en un albergue para migrantes desde abril de 2017 hasta mayo de 2018. Se obtuvieron un total de 60 entrevistas, las cuales fueron grabadas en audio y posteriormente transcritas para su análisis a través del software NVivo.
La guía para entrevista consistió en una sección introductoria que recopiló información demográfica y los factores push-pull;3 después se les preguntó sobre los imaginarios y fuentes de información en tres etapas: al salir de casa, en el trayecto y en el momento de la entrevista (realizada en la ciudad de Monterrey). En la sección de cierre se les cuestionó sobre el contacto que mantienen con su ciudad de origen, los imaginarios sobre su país, si dialogaban con otros migrantes y si tenían conocimiento sobre la situación política en Estados Unidos.4
El perfil del participante se caracteriza de la siguiente manera: 45/60 de las personas entrevistadas son hombres (75 %); la edad promedio es de 29 años, siendo el menor de 18 y el mayor de 55; la mayoría son provenientes de Honduras (44/60), mientras que el resto son originarios de Guatemala, El Salvador y Nicaragua. Respecto al nivel educativo, 21 de ellos terminaron la primaria, mientras que 12 se dieron de baja antes de cursar el tercer grado. Solo cuatro terminaron una carrera técnica y cinco el bachillerato. De las personas entrevistadas, 45 están haciendo el viaje por primera vez (75 %), mientras que 15 habían llegado anteriormente hasta México, y de estas, 12 hasta Estados Unidos. El promedio de duración de la entrevista fue de 37 minutos, siendo la más corta de 15 minutos y la más larga de 98.
Una de las bondades que provee este perfil es que, al tratarse de transmigrantes, es posible contar con un grado de memoria aceptable de su imaginario al salir de su país, así como de las actualizaciones y cambios que ocurrieron en lo que va de su trayecto. Así mismo, salvo las excepciones de retornos (12), los imaginarios del destino final siguen libres de una experiencia personal, lo que permite identificar el papel de las fuentes de información interpersonales y mediáticas.
Por otro lado, las limitaciones a considerar tienen que ver con las circunstancias en las que se llevaron a cabo las entrevistas, pues por motivos de seguridad no se realizaban en habitaciones privadas, sino en el patio del albergue o en áreas sociales. Esto pudo afectar el rapport expresado por los participantes en cuanto a su apertura, confianza, honestidad y deseo de compartir su imaginario, opinión o experiencias. Pese a que antes de iniciar las grabaciones se les explicó que se sostendría un acuerdo de confidencialidad y que ellos podían elegir su propio pseudónimo, a algunos de los participantes que sufrían de persecuciones, maltratos o fueron víctimas de delitos, el proyecto les generó desconfianza. Aun cuando se estableció que su estancia en el albergue no se vería afectada al rechazar la entrevista, muchos de ellos decidieron participar pese a que notoriamente no querían hacerlo.
Resultados
Entrevistador: ¿Y qué escuchaba de Estados Unidos?
Luis Carlos: El país de los sueños. (Luis Carlos, 29 años, Guatemala, primer intento, comunicación personal, 28 de abril de 2018).
El análisis de resultados se expondrá en dos subsecciones: imaginarios e información sobre la trayectoria, y el destino final. En cada apartado se abordarán además las fuentes de información mencionadas por los participantes, que influyeron en la toma de decisiones sobre la ruta, el transporte, el destino, entre otros.
La trayectoria
Hay tres temas relevantes que surgen respecto al camino a seguir hasta su destino final: la ruta y los medios de transporte, los peligros y el cruce de la frontera entre México y Estados Unidos.
La ruta que siguieron para llegar a Monterrey es similar, pues la mayoría habla de haber cruzado por el estado de Chiapas, hecho paradas en diversos puntos de los estados de Veracruz, San Luis Potosí y Coahuila. La forma de transportarse depende en gran medida de los recursos económicos con los que cuentan, pero también del imaginario o información que tienen respecto a alguno de ellos. Algunos mencionaron el uso de polleros y otros de transporte público, principalmente el autobús.
Para otros, la opción más viable consistió en el uso del tren apodado “La Bestia”. No obstante, el imaginario general sobre dicho medio de transporte es tan negativo que los participantes aseguraron que de haber tenido otra opción la habrían tomado.
Otra forma de transporte fue caminando, y la mayoría de quienes utilizan esta alternativa siguen la línea del tren para no perderse en el camino. Así lo explica Christian (29 años, Honduras, primer intento): “El camino es muy duro […] un día que casi me desmayo caminé casi unos 80 km, solo caminando por la vía del tren” (Christian, comunicación personal, 25 de febrero de 2018).
Al discutir esto, surgió el tema de los peligros, ya que estaban conscientes de estar expuestos a la posibilidad de ser víctimas de crimen, como lo menciona Alison (18 años, Honduras, primer intento) en su testimonio: “Riesgo de secuestro, de violación, de muchas cosas, trata de blanca […] hay muchas cosas que se ven […] por las noticias” (Alison, comunicación personal, 15 de enero de 2018). Además, constantemente se explicaba que la zona a la que más le temían por la presencia de grupos delictivos es el estado de Veracruz.
En este punto es importante anotar que, si bien no todos habían sido víctimas de algún crimen, la percepción sobre el camino era igualmente peligrosa. Por un lado, se mencionó frecuentemente el uso de fuentes de información como noticieros sobre la transmigración de Centroamérica a Estados Unidos a través de México. En menor medida, hubo casos de quienes investigaron en Internet -en plataformas como YouTube-, videos sobre el cruce de la frontera, como el de Messi (21 años, Honduras, primer intento):
en el Internet sí miraba antes, en la semana que yo estaba antes por salir, sí miré en YouTube cómo era la frontera, cada lugar de estos, cómo es para cruzar, y salían cosas feas: la migración, cuando la secuestraban, cómo agarraban […] pero no me dio miedo (Messi, comunicación personal, 8 de abril de 2018).
De los 16 migrantes que hablaron sobre el uso de un teléfono inteligente, solo cuatro lo utilizaron para buscar información en Google y YouTube. El resto utilizaba estos dispositivos solo para mantenerse en comunicación con su familia o contactos en Estados Unidos. Solo un par de casos, por ejemplo, acudieron a la Cruz Roja para pedir mapas y conocer la ruta que debían seguir para llegar a su destino. Aun cuando la mayoría de quienes sí acudieron a fuentes oficiales tuvieron una buena experiencia, la percepción general es que las instituciones gubernamentales no son eficientes ni confiables. En relación con las organizaciones de la sociedad civil (OSC) y las asociaciones civiles, se percibió que los entrevistados mostraron mayor confianza. Sin embargo, es importante considerar que el trabajo de campo se hizo en una casa del migrante, por lo que no se investigaron casos de quienes no acuden a este tipo de albergues.
La gran mayoría sustentaba su conocimiento sobre cuál ruta tomar basándose en versiones de familiares, amigos o conocidos que habían hecho el recorrido anteriormente. De manera excepcional, otros casos que recurrieron al acompañamiento de conocedores fueron los de los integrantes de las diversas caravanas organizadas en este período, como Luis Carlos:
Por la gracia de Dios me topé con la caravana, yo soy un exintegrante de la caravana […] Dicen que lo empezaron por Facebook, en todo lo que es redes sociales, la persona que lo estaba planeando, planeaba como 600 personas, mas se le salió de las manos porque se juntaron 3 200 personas. [El organizador] Mapica, es hondureño, pero tiene papeles americanos y nacionalidad (Luis Carlos, comunicación personal, 28 de abril de 2018).
Los imaginarios sobre la trayectoria son negativos, y sus fuentes de información son mayormente interpersonales. Los migrantes suelen confiar primero en personas con quien están en contacto o quienes ya se encuentran en el destino, usualmente familiares. En el caso de no contar con este tipo de relaciones, acuden a otros migrantes en el camino para obtener información sobre la ruta a seguir.
Como se expuso anteriormente, son pocos los casos de retornados que están repitiendo el viaje. Si bien no todos cuentan con información nueva o fidedigna, hay quienes sí hicieron cambios a su primera experiencia para mejorarla, como Carla (43 años, Honduras, segundo intento):
En el primer viaje yo gasté un dineral para venir aquí […] y esta vez yo no gasté. [Fueron] menos de 3 000 pesos […] La primera vez gasté más de 10 000 pesos, casi 15 000 […] Como tú vienes rodeando y agarras camiones de fuera que no están dentro de la central, o agarras un taxi, o agarras carro normal, te cobran el doble (Carla, comunicación personal, 23 de abril de 2017).
A manera de contexto, Carla en su primer viaje utilizó polleros con la finalidad de evitar encuentros con agentes de migración o crimen organizado. En el segundo viaje, optó por viajar en autobús comercial por vías tradicionales, cuyas rutas son más directas a los destinos donde planeaba llegar. Sin embargo, ella misma asegura que son los polleros quienes infunden miedo para que utilicen sus servicios, lo cual podría ser compatible con los hallazgos de Alpes (2013), quien llevó a cabo un estudio con brokers de migración,5 que categoriza de acuerdo con cómo llevan a cabo los trámites en Camerún para quienes desean migrar. Dado que la obtención de papeles varía en grados de ilegalidad (falsificación, corrupción a mandatarios o simple fraude), son los mismos brokers quienes utilizan ciertos discursos con sus posibles clientes para que hagan uso de sus servicios y no intenten por otro método. Esta hipótesis se sostiene en muchos casos de este estudio, puesto que los migrantes entrevistados con frecuencia hablaban de decisiones basadas en temor, cuya fuente de información no es clara.
O bien, está el caso de los propios polleros, quienes conocen la ruta a un nivel de expertos, como Luis (23 años, Honduras, varios cruces):
Todo a pie desde Nuevo Laredo, en tres días […] cruzaban el río, yo preguntaba quién podía nadar. Algunos me decían “Sí yo puedo nadar, ¡uy! Yo soy un tiburón”, cuando iban a la mitad del río estaban pidiéndome auxilio […] entonces yo agarraba una soga, me la amarraba a mi cintura y nadaba […] llegaba al otro lado, amarraba la soga y le decía a alguien que me tirara la esquina y que la amarrara acá, entonces todos se iban nadando, pero agarrados a la soga […] De ahí pues yo ya me la sabía, dónde estaban las migras, sabía cómo evadirlos, yo me iba atrás y barriendo con una rama las huellas que iban dejando mis compañeros. Ya sabía dónde estaban los [rayos] láser […] que tú no puedes brincarlo […] entonces se activaban las cámaras […] entonces yo ya sabía, paraba mi grupo, me iba, las miraba y las rodeaba. Llegaba a San Antonio, entregaba a la gente, y me regresaba […] ahora uno tiene que subir con clave, ahora tienen unas leyes bien raras en la frontera […] para entrar a Nuevo Laredo, a Piedras Negras, a Matamoros, a Reynosa, tienes que llevar una clave. La clave te la ponen los polleros. Pero los polleros están pagando a los Zetas (Luis, comunicación personal, 8 de abril de 2018).
Demostraciones de conocimiento como estas legitiman su trabajo lo suficiente como para que los migrantes crean en ellos y decidan trabajar para pagar por su servicio, imaginando que será una forma segura y garantizada de llegar a Estados Unidos.
El destino final
La descripción del imaginario sobre el destino final se exploró desde tres temáticas: elección del destino, expectativas de su vida al estar ahí, y sus metas a mediano y largo plazo.
Respecto a la elección de su destino, este es primordialmente Estados Unidos, después México, y en mucha menor medida Canadá. Al preguntar cómo se imaginan físicamente las ciudades a donde planean llegar, sus descripciones suelen ser simples, utilizando adjetivos como bonito, lindo, grande, o bien, hablando de edificios altos o calles amplias. En algunas ocasiones, hacen alusión a algún espacio icónico de ciudades como las torres gemelas en Nueva York o al estadio Azteca en Ciudad de México. Si bien la mayoría de los imaginarios son romantizados -tomando como base el uso de adjetivos positivos en casi todas las descripciones-, sí hay ocasiones donde apuntan elementos negativos, como por ejemplo Mónica (24 años, Honduras, primer intento) que se imagina a México como un país racista; o Noviembre (54 años, El Salvador, primer intento) que piensa en Estados Unidos como un país donde constantemente los agentes migratorios hacen redadas de migrantes en las residencias.
Para los participantes, las políticas antimigratorias promovidas por el expresidente de Estados Unidos, Donald Trump, no fueron motivo suficiente para pensar que no podrían cruzar a dicho país. Esto es consistente con los hallazgos europeos donde las decisiones de los africanos para migrar no se ven influenciadas por el conocimiento de las políticas antimigratorias de otros países (Crawley y Hagen-Zanker, 2018).
El sueño americano se describe en todos los casos en términos económicos. Se hace alusión al trabajo que pueden conseguir y sobre todo a las ganancias que pueden obtener de ello. Eso conecta con la temática de las metas a mediano y largo plazo que se verá con mayor detenimiento en este apartado.
Otro caso similar que tiene expectativas más específicas sobre la ciudad a donde llegará es el de Venado (21 años, El Salvador, primer intento):
[Houston] es grande, muy bonito, muy cómodo y que no molesta mucho [la] migración ni nada de eso. Y por supuesto, hay mucho trabajo […] encima dicen que me van a pagar muy bien, que van a pagar 25 dólares la hora (Venado, comunicación personal, 28 de abril de 2018).
En ambos casos, la fuente de información es de tipo interpersonal, pues basan su imaginario en lo que les comparten familiares o conocidos. Si bien al preguntarles de fuentes mediáticas la mayoría (52 de 60) confirmaron haber visto a Estados Unidos en programas de ficción, películas, noticieros, periódicos, entre otros, en pocas ocasiones algunas personas mencionaron un contenido particular. Un ejemplo de ello fue Alberto (25 años, Guatemala, dos viajes previos a México sin cruzar a Estados Unidos):
tantas películas [en las] que sale Nueva York, Los Ángeles, Miami, no sé tantos lugares así, no sé me gustaría conocer el Bronx, en Nueva York o sí ver algo por allá […] No sé, algo así como la historia de Jennifer López [...] medio me gustan mucho esas historias (Alberto, comunicación personal, 22 de octubre de 2017).
Respecto al sueño mexicano, aunque se menciona como un lugar con una mejor situación económica que su país de origen, no siempre constituye su imaginario ese factor. Osmín (33 años, Honduras, primer intento) comenta que “de toda la gente que habla de Monterrey del trabajo, todo mundo en el estado de Chiapas habla mucho de Monterrey, el bienestar que hay” (Osmín, comunicación personal, 29 de abril de 2018). También es importante apuntar que frecuentemente, el sueño mexicano se construye ya en su tránsito por México, una vez confrontados con las dificultades para cruzar a Estados Unidos o ante la obtención de un trabajo relativamente estable (aunque sea informal). Es decir, su intención inicial no era migrar a México, pero al ver que hay posibilidades de trabajo (especialmente informal) y que la cultura no es significativamente distinta (énfasis en el idioma), empiezan a construir un imaginario de su futuro en el país. De igual manera, influye en esta construcción del imaginario mexicano la actualización de fuentes de información (nuevas personas con quienes interactúan), sus propias experiencias personales y el rompimiento de estigmas -o inclusive en algunas ocasiones, idealizaciones- que tenían originalmente.
Al explorar las expectativas de su vida en el destino final, se abordaron distintas categorías de análisis como los autoimaginarios, la vivienda, el trabajo, el estilo de vida y la sociabilidad.
Para autoimaginarios, las preguntas que se les hicieron fueron específicas en cuanto a cómo se veían a sí mismos en apariencia, hábitos o personalidad. La mayoría mencionaron cómo deseaban volver a vestir como en su país de origen, lo cual sugiere que, al momento de la entrevista, ya dependían de donaciones de ropa. Las mujeres hacían alusión al maquillaje que solían usar, vestidos o la forma de arreglar su cabello; mientras que los hombres como Antonio (23 años, Honduras, primer intento) apuntaban a adquirir ropa que fuera más “a su medida” (Antonio, comunicación personal, 27 de mayo de 2018).
El caso de Arturo (34 años, El Salvador, primer intento) apela a que él no tiene intenciones de enviar dinero a su familia en su país, por lo que considera hacer uso de sus ganancias para sí mismo y para su nueva vida en Canadá: “a mí me gusta vivir bien, usar ropa original [de marcas como] Levi’s, Tom […] y a mi mujer solamente me gusta regalarle Carolina Herrera” (Arturo, comunicación personal, 24 de mayo de 2017).
En menor frecuencia, se habló de apariencias sencillas con la finalidad de ahorrar más. Tal es el caso de Luis Carlos: “Yo pienso que la humildad hace a la persona […] Se puede uno ir a comprar ropa de segunda mano, para ahorrar un poco de dinero. Y ya empezar a mandar dinero para la familia de uno” (Luis Carlos, comunicación personal, 28 de abril de 2018).
Respecto a hábitos y personalidad, se describen a sí mismos con cualidades y virtudes en señal de mejora de su carácter. Algunos hablaban de dejar de fumar o beber alcohol, se describían más felices, más trabajadores, y más satisfechos al proveer a sus familias.
Las mismas alternativas entre ostentoso-humilde aparecen con respecto a cómo imaginan el lugar donde vivirán. Por un lado, hay quienes hablaron de casas grandes, con jardín amplio, piscina, ubicadas en colonias agradables entre otros elementos. Muchos de ellos, buscan esta dimensión con la finalidad de albergar a su familia cómodamente. Quienes optan por una idea más austera, expresan la intención de ahorrar para solventar otros gastos o enviar más dinero a su país.
Los oficios más mencionados a los que aspiran pertenecen usualmente al sector informal, como lo es intendencia, cocina, agricultura, jardinería, construcción, etc. Algunos piensan en esos sectores debido a la experiencia que ya tienen de su país de origen o de trabajos en México; pero otros sí expresan un genuino gusto por estos oficios, o deseo de aprender a trabajar en ellos.
En menor medida, se habló de empleos que requieren cierto grado de profesionalización, como el caso de Juan (18 años, Honduras, primer intento): “Yo me imaginaría trabajar como en una empresa, donde no me pegue el sol […] en una oficina digamos […] entenderle a la computadora porque no le sé, algo así como esperando gente, platicando con gente, atendiendo” (Juan, comunicación personal, 17 de mayo de 2017).
Al preguntarles sobre su tiempo libre, la mayoría hablan de pasar tiempo con su familia o pareja, sea la que tienen desde su país de origen o una nueva formada en el país destino. Este es el caso de Arturo, quien comparte:
[Mi esposa] va a ser güerita, me la imagino bien linda, bien hermosa […] con los ojos azulitos que no sea negrita […] me lo imagino ya con una nueva familia, con niños chiquitos, quizá unos dos más, estar con mi esposa. Me gusta que mi esposa no trabaje porque que no le falte nada y ella quiera salir a un lugar, que salga, OK, pero me gusta que me atienda bien ella. Me gusta ponerle trabajadora a mis hijos6 pero que me atienda bien ella siempre cuando estoy en la casa (Arturo, comunicación personal, 24 de mayo de 2017).
Otros que imaginan su vida en solitario, hablan de pasatiempos, deportes o hábitos que solían tener en su país de origen, como correr, ver o jugar futbol. Antonio (23 años, Honduras, primer intento), así como otros que son adeptos a su religión, mencionaron la asistencia a la iglesia.
Pocos, como Gonzalo (s/e, Honduras, primer intento), tienen una visión más pesimista7 respecto a su tiempo libre: “No pues es que en Estados Unidos no hay libertad para nosotros” (Gonzalo, comunicación personal, 6 de mayo de 2018). Por ello, considera que sus únicas salidas son para trabajar, y no exponerse a ser deportado por estar en un lugar público.
En cuanto al mismo tema del tiempo libre, se habló también de las relaciones sociales que imaginan tener en su destino, y la mayoría coincide que, si bien estarían atentos a las comunidades latinas para hacer nuevas amistades, también están abiertos a conocer a personas de otros países porque, como menciona Osvaldo (33 años, Honduras, primer intento): “cada uno platica diferentes cosas” (Osvaldo, comunicación personal, 11 de marzo de 2018). Para otros, las relaciones que establecerán serán solo a través de su trabajo.
Nuevamente, la mayoría de las fuentes de información para la construcción de estos imaginarios se componen de fuentes interpersonales, ya que son sus familiares, amigos y contactos en el país destino quienes les hablan de las circunstancias en las que viven. En ocasiones, contribuyen las redes sociodigitales a través de las cuales ven fotografías y les dan una imagen más concreta a la cual apegarse, lo cual es consistente con Belloni (2016). Ejemplo de ello se ve en el testimonio de Perico (29 años, Honduras, primer intento), quien se comunicaba con su primo a través de Facebook: “Sí me ponía la ciudad ‘mira la pista, cómo se mira’, le decía yo. Se veía maravilloso” (Perico, comunicación personal, 23 de abril de 2017).
Sus imaginarios de éxito están conformados desde su propia experiencia personal (fuente intrapersonal), al ser testigos desde sus países de origen cómo otros han construido sus casas, establecen sus negocios, proveen para sus familias, etc.
Finalmente, respecto a sus metas a mediano y largo plazo, nuevamente las establecen en términos económicos. Aunque no siempre tienen una cantidad de dinero en mente, sí lo determinan en función de lo que podrán solventar con ello: pago de deudas, una casa, un negocio, entre otros. Eventualmente, la mayoría hablan de poder regresar a su país, aunque no es el caso de todos.
La familia juega un factor importante en el planteamiento de metas, pues para la mayoría de los participantes es la motivación más grande de ir a Estados Unidos o a México a trabajar. Así lo ejemplifica Perico:
creo que en un año pago todas mis deudas y comenzar a hacer mi casa [luego] regresar a mi país […] ver a mi familia que esté feliz […] que me diga mi hija “papi gracias por lo que tú me has dado” (Perico, comunicación personal, 23 de abril de 2017).
Para otros, la meta sí consiste en establecerse en el destino. Al preguntarle a Osmín si se imagina pasar el resto de su vida en Monterrey, comenta: “La verdad si fuera posible, sí […] me imagino que ya he podido traer a mi familia, y ser feliz con mis dos hijos, y ver que están bien y que han salido adelante” (Osmín, comunicación personal, 29 de abril de 2018).
Dentro de las posibilidades de la permanencia en el destino, están quienes, como en el caso de Osmín, que son los primeros de su familia en llegar a ese lugar. Para otros, la meta en sí misma es reunirse con su familia y adoptar el estilo de vida que llevan en el destino, como es el caso de Frelin (18 años, Honduras, primer intento): “Quiero que me reciban ahí, que esté toda mi familia, que hagan como una cena” (Frelin, comunicación personal, 8 de abril de 2018).
En la construcción del imaginario del destino final aparecen frecuentemente tanto las fuentes de información interpersonales como las mediáticas. Mientras la contribución de las interpersonales consiste en las posibilidades de mejora, trabajo, el viaje como tal o el cruce de la frontera; las mediáticas proveen imágenes concretas de las ciudades, y en menor medida datos de otro tipo. Tal es el caso de Alison, quien comparte así su visión: “[me imagino] así como edificios, así como se ven en las novelas [en] el Señor de los Cielos salen los edificios grandotes” (Alison, comunicación personal, 15 de enero de 2018). Por su parte, Luis Carlos responde que en el noticiero ha visto “poco […] de que la economía es mejor que la del país de uno” (Luis Carlos, comunicación personal, 28 de abril de 2018).
En este sentido, aunque la mayoría de los participantes no logró recordar el nombre de programas o filmes al momento de la entrevista, algunas películas mencionadas por los migrantes fueron Rambo, Godzilla o King Kong. En otros casos, como el de La Morena (32 años, Honduras, primer intento), se habló específicamente de un paneo que vio constantemente en telenovelas mexicanas, en donde sugirió (de acuerdo con su descripción) haber visto la glorieta del Ángel de la Independencia en la Ciudad de México. Cuando se habló de contenidos de no ficción, particularmente periodísticos, solo se hizo referencia al expresidente Donald Trump y a sus políticas antimigratorias, aunque ninguna de las personas entrevistadas tomó con seriedad sus amenazas. Al contrario, hablaban de cómo se hacían bromas y habían visto publicaciones graciosas en medios sociales respecto a Trump.
El papel de las fuentes de información interpersonales y mediáticas es relevante pues conforman de una manera muy positiva -y por lo tanto atractiva- un imaginario sobre Estados Unidos y México. Pese a que existen contenidos en cine y televisión que son de un carácter más pesimista o realista, no suelen ser mencionados para fines de lo que imaginan será su vida en el destino final.
De la misma manera sucede con sus fuentes interpersonales, que de acuerdo con ellos son discursos altamente romantizados sobre la vida que llevan en el destino donde se encuentran.
Los retornados por su parte, no demuestran mucha diferencia en sus discursos pese a contar con información de su propia experiencia. Al igual que los que cruzarían por primera vez, no se sienten intimidados por las amenazas del entonces presidente Donald Trump. Así lo explica Luis:
Con el tema de inmigración, mira, es como los narcotraficantes, a nosotros nunca nos van a detener […] Van a agarrar diez, vamos a cruzar cien […] Donald Trump, en lo personal, a mí no me va a detener. Me puede deportar cien veces, voy a entrar ciento veinte. ¿Por qué? […] porque tengo licencia de Dios, y así de fácil (Luis, comunicación personal, 8 de abril de 2018).
Respecto a sus propios imaginarios, tienen expectativas de oficios similares o aspiraciones de estudios. Jacobo (39 años, El Salvador, vivió 14 años en California) comentó que buscaría trabajo de jardinería, pero que realmente a él le gusta la construcción y que le gustaría aprender a hacer los planos en computadora. Por su parte, Carla se imagina aprendiendo oficios de belleza para que cuando regrese a su país pueda poner su propio negocio. O bien, está el caso de quienes quisieran poner su propio negocio en el destino, como Gulia (43 años, El Salvador, regresó por sus hijos): “Mire yo lo que quisiera es poner un negocio, una pusería” (Gulia, comunicación personal, 5 de noviembre de 2017).
Si bien cuentan con información de sus propias experiencias, sus imaginarios y expectativas se ven influidas por otras fuentes de información, como en el caso de Jacobo: “Bueno, de las personas de mi barrio, donde yo vivo […] vi que su familia comenzó a superarse, ya que compró su casita […] donde vi que a los vecinos sí les va bien, yo voy a ir también” (Jacobo, comunicación personal, 18 de febrero de 2018).
Es importante considerar que, en el caso de los retornados, se percibe mayor seguridad cuando expresan sus metas y esto se puede deber a un sesgo de éxito, gracias a que ya han logrado cruzar y establecerse anteriormente. Lo cierto es que los medios de comunicación masiva no son una fuente de información tan presente como entre los migrantes que cruzan por primera vez. La hipótesis que surge respecto a ello es que ya cuentan con una red de contactos y con su experiencia propia para formarse un imaginario y expectativa.
Conclusiones
Primero, es posible concluir que los migrantes en general tienen una cantidad de información limitada tanto del destino como del camino, particularmente aquella que proviene de las fuentes oficiales, aun cuando no es su primera vez migrando. El proceso que sigue a la toma de decisión del centroamericano para emigrar a México o Estados Unidos no considera una investigación a profundidad sobre las formas, transportes u hospedajes. Es decir, al preguntarles cómo elegían el siguiente destino o la manera en que llegaron, se percibía mucha improvisación en sus respuestas.
Segundo, la información e imaginarios que tienen están distorsionados. Se habla con mucho romanticismo sobre el destino y también se minimizan los riesgos percibidos. Lo que no se sabe respecto a este hallazgo es a qué se debe esta distorsión. Una hipótesis que se plantea es que existe manipulación por parte de polleros o coyotes, quienes infunden miedo para atraer más clientes a sus servicios, en lugar de utilizar medios tradicionales o públicos como lo son los autobuses como transporte, los albergues para hospedarse o los servicios públicos de salud y seguridad. Evidentemente no se niega la exigencia de riesgos a su salud y/o vida, pero algunos migrantes indicaron que su experiencia a través del uso de medios comerciales, legales o institucionales fue más segura y confiable que la que cuentan quienes pagaron altas sumas de dinero (más altas que los primeros) para utilizar medios ilegales de tránsito.
Consistente con la literatura, los tipos de fuentes que alimentan sus imaginarios y toma de decisiones son las interpersonales (sean otros migrantes en el país destino o en el trayecto, retornados y otras figuras en distintos puntos de su viaje), las mediáticas (tanto en el formato de ficción como de no ficción); y en el caso de quienes intentan por segunda, tercera o más ocasiones migrar ya sea a México o a Estados Unidos, las intrapersonales (Inzunza, 2017; Chacón et al., 2016).
En términos de los elementos que anota Inzunza (2017) sobre las fuentes de información, se concluye que algunos medios de comunicación juegan un papel relevante en la construcción del imaginario sobre el país destino, pues constantemente son usados como referentes para describir las ciudades donde planean instalarse. Esto se debe a que los programas y filmes de ficción son fuentes accesibles, cuyos contenidos están presentes a lo largo de su vida, desde su niñez o juventud. Sin embargo, en cuanto a credibilidad, se hace más hincapié en el uso de noticieros e Internet, ya que utilizan estos medios para identificar tanto los riesgos a los que se enfrentan en su tránsito por México, como para conocer la ruta, entre otros. A partir de este análisis del uso de fuentes de información, se concluye que las narrativas de ficción contribuyen a los imaginarios en cuanto a imágenes; mientras que los noticieros e Internet proveen información de utilidad.
Por otro lado, se acude más a las fuentes interpersonales cuando hay un contacto con un retornado o un migrante que ya logró establecerse en el país destino; así como en el tránsito por México al encontrarse con otros migrantes en el camino. En este caso, dadas las circunstancias de no tener acceso a medios de comunicación, las fuentes interpersonales se vuelven las únicas accesibles; aunque no siempre cuentan con la confianza por parte del migrante. Los participantes frecuentemente expresaron que solo creen en otras personas cuando, de manera intuitiva, aparentan ser confiables. En este sentido, si bien los migrantes demuestran capacidad para discriminar información, en muchas ocasiones es solo a conveniencia de si contribuye o no a alcanzar su sueño americano, y no depende precisamente de un pensamiento crítico sino como se expuso anteriormente, intuitivo, tal y como lo apuntaron Alpes y Sørensen (2015). Claro está, no se puede ignorar que, para muchos, en primera instancia hay más factores de empuje. Es decir, se sienten presionados u obligados a salir de su país, entonces la primera motivación consiste en emigrar, mientras que la decisión de a dónde migrar la motiva el sueño americano -o mexicano-.
En este sentido, se observa que los imaginarios están conformados de contenidos de ficción televisiva y cinematográfica con un tono positivo, y en el caso de quienes usan redes sociodigitales (Facebook o WhatsApp principalmente), de las imágenes que ven de sus contactos a través de dichas aplicaciones. Para efectos de la conformación del imaginario, la información de las redes sociodigitales se considera también glorificada en cuanto a que son el producto filtrado que el usuario conscientemente decide publicar para que otros vean ese aspecto de su vida, independientemente de si es acertado, verdadero o preciso. Si bien Krasnova et al. (2013) mencionan algunas consecuencias alarmantes de los efectos en las redes sociodigitales en sus usuarios, es necesario prestar atención cuando los individuos utilizan estas imágenes para tomar una decisión que implica arriesgar su propia vida para alcanzar un destino meta en Estados Unidos o México, y es por ello que es pertinente investigar las fuentes de información que utilizan los migrantes centroamericanos. En este punto, se debe hacer énfasis en el concepto de audiencias activas propuestas por Hall (2001) desde los estudios culturales, el cual propone que el espectador no solo recibe pasivamente la información de los medios de comunicación, sino que la interpreta usando sus mediaciones (ideologías, creencias, actitudes y conocimientos previos, entre otros). Esto mismo podría explicar una de las razones por las cuales las campañas antimigratorias no tienen el efecto esperado en las personas entrevistadas, pues en conjunto con las narrativas mediáticas hollywoodenses, quedan rezagadas y discriminadas por sus mensajes desmotivantes.
Está comprobado a través de estas entrevistas que los migrantes sí consumen información sobre cuestiones negativas (políticas internacionales de Trump, peligros, etc.). La pregunta que podría plantearse en futuras investigaciones es por qué se opta por un imaginario romantizado para tomar su decisión: por un lado, se parte de la premisa de que es lo que quieren creer para lograr sus aspiraciones, pero por otro, también se tendría que evaluar qué tanto necesitan creer este imaginario para justificar haberse ido de sus hogares -ya sea por motivos económicos o de seguridad-. Varios de los participantes aceptan lo negativo porque creen que podrán evitarlo tomando las decisiones correctas o inclusive, apegándose fielmente a sus creencias religiosas.
Otro hallazgo importante es que, independientemente de si el motivo para emigrar es provocado por la violencia o la pobreza, el sueño americano -o mexicano- se describe en términos económicos (es decir, no se habla de que haya menos delincuencia o crimen organizado en Estados Unidos). Esto evidencia que, si bien los factores de empuje de su país son frecuentemente relacionados a amenazas o violencia por el crimen organizado, los de atracción en el país destino están, en todos los casos de este estudio, en función de estabilidad económica, empleo, ganancias o adquisición de bienes materiales. Esto confirma además lo que indica Salazar (2012), puesto que muchos de los migrantes tienen la (sobre)expectativa de encontrar solución a todos sus problemas una vez que lleguen a Estados Unidos. Incluso, muchos expresan la expectativa de encontrar pareja para establecerse y tener familia. En este caso resulta interesante retomar la cita de Arturo, quien en términos discriminatorios hacia su propia etnicidad (consistente con los hallazgos de Vigh, [2009]), busca a una mujer con un fenotipo norteamericano. Los discursos románticos sobre el sueño americano trascienden hacia cómo lograr incorporarse en las sociedades destino como miembros de familias locales.
En la línea de Llanes y Ghys (2021), existen ciertas diferencias con el grupo estudiado, puesto que sí se hizo mención de fuentes oficiales tales como la Comisión de Derechos Humanos, Cruz Roja o las propias casas del migrante, en las que muchos depositan alta confianza en la información. Es importante recordar que, como una limitación para esta conclusión, solo se entrevistaron a personas dentro de un albergue, y por lo tanto se desconoce la percepción de los migrantes que no acuden a este tipo de instituciones.
Otro tema relevante para futuros artículos y estudios consiste en conocer con mayor profundidad el papel que juega la religión, ya que frecuentemente las personas entrevistadas la mencionaron para expresar cómo tomaban sus decisiones. Se sugiere que este es un factor determinante en la decisión de emigrar y cómo hacerlo; ya que forma parte de las mediaciones individuales de los migrantes en su manera de entender e interpretar la realidad. Así mismo, se considera urgente en la agenda de investigación identificar la información difundida por polleros o grupos delictivos, y observar qué tanto incide en los imaginarios que tienen los centroamericanos en su tránsito por México.