INTRODUCCIÓN
A finales del siglo XX, el Estado mexicano emprendió profundos cambios socioeconómicos al abandonar el modelo económico desarrollista por uno de corte neoliberal. La implementación de este modelo en el ámbito rural se manifiesta en la reducción de apoyos económicos a los agricultores minifundistas, como la casi desaparición del crédito y seguro agrícola, el extensionismo e investigación agrícola, la liberación del mercado, el incremento del precio de los insumos agrícolas, entre otros (Trejos y López, 2009, p. 57; Calderón, 2008, p. 41). Estas medidas contribuyeron a que se produjera la crisis del sector agropecuario minifundista, que se refleja en la nula o escasa rentabilidad económica de las unidades de producción de granos básicos, en la reducida generación de empleos rurales agrícolas y en la calidad de vida de la población rural. Este tipo de decisiones económicas coadyuvaron a la subsistencia de la pobreza en el medio rural mexicano, como puede notarse al analizar los datos de pobreza en México, donde en 2002, 41.1 por ciento de la población era pobre, y en 2012, aunque disminuyó a 37.1 por ciento, la pobreza persistía en el país. Es importante destacar que 21.5 por ciento de la población rural se encuentra en la indigencia (CEPAL, 2015, p. 61).
Ante este panorama de desigualdad rural-urbana reflejada en la baja calidad de vida, falta de oportunidades de empleo, escasa rentabilidad de sus productos e incremento de los niveles de pobreza, los habitantes de los espacios rurales implementan estrategias en la búsqueda de mejores oportunidades socioeconómicas que les permitan mantener su producción agropecuaria y sus condiciones de vida; una de ellas es la migración laboral nacional o internacional (Monroy y Juan, 2009, p. 126). La migración es una estrategia que les permite diversificar sus oportunidades de ingreso. Este fenómeno se ha intensificado y en las últimas décadas ha cobrado mayor importancia económica (Berumen, 2004, p. 1;OIT, 2013, pp. 5-6) a través del incremento de remesas monetarias a los espacios rurales y urbanos, lo que constituye una oportunidad para mejorar la calidad de vida de las familias (González, 2006, p. 227).
México ocupaba el cuarto lugar mundial en la recepción de remesas. En 2010 se enviaron 21 303.9 mil millones de dólares, en 2012 aumentaron a 22 438.9 millones de dólares y en 2015 llegaron a 24 771 mil millones de dólares en remesas a México (BBVA Bancomer, 2016, p. 130). El estado de Puebla es la quinta entidad en el país que más remesas recibió (1 394 millones de dólares). En 2013 estas contribuyeron con 3.4 por ciento al valor del producto interno bruto (PIB) estatal (Serrano, 2014, p. 138). Por lo regular, las remesas se invierten en diversas actividades y proyectos, entre los que destacan la vivienda. En un estudio realizado en espacios rurales, Castillo et al. (2007, p. 98) mencionan que 42.2 por ciento de las remesas se destinó a gastos del hogar, 26.7 por ciento a gastos del hogar y la agricultura y 8.9 por ciento a la construcción o remodelación de los hogares. Por su parte, García (2007, p. 112) menciona que 30 por ciento de las remesas se invierte en la creación de comercios y en el mejoramiento de la vivienda. Dinerman (1983, p. 48) menciona que en Huecorio, Michoacán, las inversiones más importante con dinero proveniente de las remesas se destinaron a la construcción de viviendas, y que las personas migraron para poder ampliar la vivienda y para comprar ropa, medicinas, así como para atender los servicios educativos. Estos estudios confirman la importancia de las remesas en la construcción y transformación de la vivienda rural.
El objetivo de la investigación fue realizar una tipología, así como definir las características arquitectónicas de la vivienda rural, en especial de la neovivienda rural de migrantes en la localidad de la Magdalena Tétela Morelos, en el municipio de Acajete, estado de Puebla, México. La hipótesis plantea que existen diferentes diseños arquitectónicos de la vivienda rural con influencia de diseños arquitectónicos que conocieron durante la estancia como migrantes y que en la neovivienda se obtienen mejores condiciones de habitabilidad e integración al paisaje rural.
TRANSFORMACIÓN DE LA VIVIENDA RURAL CON ÉNFASIS EN LAS REMESAS
En el transcurso del tiempo, la vivienda ha tenido cambios importantes, tanto en el empleo de técnicas y materiales para su construcción como en el diseño y la morfología. Significa que los cambios o transformaciones constantes en la vivienda no son nuevos, ya que las regiones se desarrollan a lo largo de los siglos, solo que en la actualidad avanzan con mayor rapidez (Jaszczak, 2011, p. 51). Para analizar su transformación se debe reconocer las relaciones culturales con el espacio, los procesos económicos y las formas de organización del trabajo, lo que lleva a reconocer las formas de apropiación que se suscitan en un territorio. Ello implica nuevos patrones en la percepción y en la valoración del espacio y la vivienda, que la sociedad ha ido construyendo en sus imaginarios, como producto del modelo político-ideológico e instrumentos de gestión (Ciccolella, 1999). Estas valoraciones son las que contribuyen a explicar la transformación del espacio (vivienda, en este caso) y de la producción en un territorio (Blanco, 2007, p. 42).
Entonces, la vivienda es una construcción social; es decir, esta se construye y transforma como producto de la intervención del hombre y de la sociedad sobre el medio físico. Por ello, se considera que la vivienda se transforma con el tiempo de acuerdo con el momento histórico en que se ve sometida a dicha transformación. Pero en la transformación de la vivienda también se debe tener en cuenta lo que Claval (2002, p. 35) menciona sobre el espacio, la naturaleza, la cultura o la sociedad: son tanto realidades sociales como individuales que están construidas a partir de representaciones adquiridas por medio de procesos de comunicación. La vivienda no escapa de esta apreciación. Entonces, el diseño, el uso y las formas de organización de la vivienda están influidos por la cultura en que las personas se desarrollan, y se considera que la vivienda es más que una estructura llena de objetos (Rashid, 2013, p. 100). Al analizar la realidad social no puede hacerse referencia exclusivamente al espacio objetivo, ya que siempre estará relacionado con el espacio simbólico, que conlleva el cambio y la innovación arquitectónicos de la vivienda, lo cual altera su función socioespacial. Dicha visión del espacio es de mayor relevancia para analizar fenómenos sociales como la migración y el hábitat (Pardo, 2012, pp. 46-47).
La vivienda construida en los espacios rurales de México ha vivido cambios en su morfología en el transcurso del tiempo. En estos espacios destacan la vivienda indígena, la vernácula, la campesina y la vivienda rural (Ettinger, 2010, p. 27). En la actualidad, surge la neovivienda como una consecuencia de la intensificación de los procesos migratorios y de la transculturación. También es resultado de la ideología de la industria de la cultura, entendida como el proceso de modificación de las conciencias mediante fenómenos tecnológicos (Muñoz, 2011, p. 62), en el cual los productos se ajustan y reflejan una realidad social que se reproduce sin necesidad de una explicación o defensa, ya que el proceso mismo de consumir productos de la industria de la cultura induce a las personas a identificarse con las normas sociales prevalecientes. Este proceso hace que las personas estén cada vez menos preparadas para tener un pensamiento independiente y que sean cada vez más dependientes de los procesos sociales (Thompson, 2002, p. 150). Es por ello que ahora los migrantes anhelan una casa individual, situada en un espacio social específico, cuya función vaya más allá del resguardo familiar y que contenga elementos de distinción social (Sánchez y Vizcarra, 2012, p. 150).
En este contexto, las remesas ahorradas por los migrantes son proyectos de patrimonialización, en algunos casos (Léonar et al., 2004, p. 558), tales como construir una vivienda, adquirir un terreno o invertir en la unidad de producción familiar, que al final pueden constituirse en el pretexto para retornar a la comunidad de origen. En resumen, el impulso de la construcción de la neovivienda es un proceso exógeno en constante crecimiento, que dio origen a la nueva vivienda rural construida por los migrantes transnacionales, que son personas económicamente exitosas que buscan representar mediante esta su nuevo estatus (Klaufus, 2006, p. 75) social y económico en la comunidad de origen. Por ello, en los espacios expulsores de migrantes se edifican viviendas con dinero proveniente de las remesas con una imagen del lugar de inmigración laboral, con lo cual se han modificado las características socioarquitectónicas de la vivienda rural, así como la integridad del paisaje y la dinámica del modo de vida rural. Por estas razones, se considera que a medida que aumenta el fenómeno de la migración, los paisajes rurales de origen de los migrantes son transformados al intentar reproducir el hábitat del lugar donde laboraron, como una consecuencia de la transculturización de su estilo de vida.
En la transformación de la morfología de las nuevas viviendas no se toma en cuenta la vida cotidiana de las personas y las relaciones que establecen en y con el espacio construido. La neovivienda rural se caracteriza por afectar, no solo la vida cotidiana de la población, sino especialmente el diseño arquitectónico de la vivienda construida, lo que impacta directamente en su economía. A pesar de que la neovivienda muestra una mejor calidad constructiva, no cuenta con la calidad espacial y de diseño mínimo requerido para el desarrollo de las actividades productivas y de bienestar de sus habitantes.
Se parte de la idea de que la vivienda en general cumple una necesidad básica del ser humano, vital para el bienestar y el buen desarrollo social y psicológico de este, y que la vivienda rural tradicional, además de ser una unidad habitacional, es una unidad de trabajo y producción y, por ende, cultural (Fonseca y Saldarriaga, 1980, p. 80). Tales premisas llevan a que, al estudiar la transformación de la vivienda, deba tenerse presente el tipo de trabajo que en la estancia migratoria desempeñaron los dueños de la casa habitación (Boils, 2010a, p. 29). También se considera que la neovivienda está condicionada por los valores sociales, culturales y mentales que les afectan directa o indirectamente, creando una conciencia de que existe un entorno físico y social en el que se habita, al que se le otorgan sentido y significado (Triana, 2010, p. 128). Además, debe tenerse en cuenta que la vivienda se transforma o adecua en función de las necesidades de espacio y crecimiento de la familia, ya que sus habitantes la construyen en función del terreno disponible, sus ingresos y los aspectos simbólicos y personales.
En las últimas décadas, la migración y, en específico, las remesas han adquirido un papel destacado para responder a la crisis del campo y suplir la ausencia del Estado en el impulso del desarrollo territorial, a través de la posible inversión en actividades productivas y de bienestar que coadyuven al desarrollo. En este aspecto, destaca la construcción de la vivienda rural al dinamizar las economías locales, al generar empleos y realizar compras de diversa índole, como materiales de construcción. Por ello, Canales (2008, p. 17) considera que la emigración laboral internacional, a través de las remesas, representa una oportunidad para las economías subdesarrolladas, porque coadyuva a superar las condiciones estructurales de precariedad, pobreza y desigualdad que generan las condiciones estructurales del comercio internacional.
METODOLOGÍA
Se revisó literatura sobre vivienda, migración y remesas en los espacios rurales con la finalidad de realizar una tipología de la habitación, conocer sus características y la transformación de la vivienda rural. El estudio fue cualitativo, ya que, de acuerdo con Alvira (1975, p. 75), en las ciencias sociales, ante la existencia de diferentes nociones, se crean problemas metodológicos al considerar los conceptos como estructuras mentales de la realidad que guían la investigación y la explicación del contexto rural. El análisis cualitativo comprendió los parámetros del diseño y la composición arquitectónica de la vivienda: espacios necesarios, áreas adecuadas, relaciones funcionales, orientación adecuada, asoleamientos, ventilación, confort, volumetría, equilibrio, escala, integración al paisaje rural, entre otros. También es una investigación descriptiva, ya que permite ordenar los resultados de las observaciones, las características, los factores, los procedimientos y otras variables de fenómenos y hechos (Hernández, Alvarado y Pineda, 1991, p. 253).
Se utilizó la técnica de la observación, en recorridos de campo, y la fotografía en el área de estudio. Es importante mencionar que el uso de la fotografía en la investigación posee dos características definidas: su registro mecánico permite reproducir una realidad, y el contenido de su expresión posibilita la extracción de significados. Además, posee tres funciones: documental -reflejo, testimonio y representación de la realidad-, artística -crea emociones- y textual -medio para transmitir ideologías y valores- (Rodríguez, 1995, p. 241). En este sentido, la fotografía es una técnica de recolección de información que contribuye a explicar lo que está pasando y evalúa los fenómenos desde un nuevo punto de vista. Se realizó un registro fotográfico con la finalidad de evidenciar las características, cambios y transformaciones espaciales de la vivienda rural en estudio. La unidad de análisis fue la vivienda rural de la localidad de La Magdalena Tétela Morelos, ubicada en el municipio de Acajete, Puebla. El objetivo fue realizar una tipología y definir las características arquitectónicas de la vivienda rural, en especial de la neovivienda rural construida por migrantes (ESQ 1).
El municipio de Acajete se localiza en la parte central del estado de Puebla, entre los paralelos 19º 00’ 30” y 19º 11’ 06” de latitud norte y los meridianos 97º 53’ 54” y 98º 00’ 00” de longitud occidental (véase la figura 1). La localidad de La Magdalena Tétela Morelos tiene una altitud de 2 300 metros sobre el nivel del mar. Es una de las diez juntas auxiliares del municipio de Acajete, con una población de 6 421 habitantes. Se ubica a cinco kilómetros de la cabecera municipal (Gobierno del estado de Puebla, 2014, p. 7). En 2011, el municipio contaba con 60 353 habitantes -que representaban 1.04 por ciento de la población estatal-, de los cuales 51.5 por ciento eran mujeres (INEGI, 2011). La composición familiar es de 5.0 miembros y había 12 011 hogares -que representaban .88 por ciento de los hogares en el estado-; de estos, 10 273 contaban con drenaje, 11 699 con energía eléctrica, 11 145 con inodoro y 11 386 con piso de tierra (INEGI, 2011). Su actividad económica se basa en las actividades primarias (entre las que destaca el cultivo de maíz y frijol) y terciarias (transporte). 81.2 por ciento de población del municipio está pobreza y 19.2 por ciento en extrema pobreza (Gobierno del Estado de Puebla, 2014, p. 11). En 2010, el municipio tenía un grado medio de intensidad migratoria.
ANÁLISIS Y CARACTERIZACIÓN DE LA VIVIENDA RURAL DE MIGRANTES
El hábitat rural tiene características formales que singularizan su arquitectura y construcción de acuerdo con las particulares físico-geográficas, culturales y socioeconómicas de los habitantes de cada región. En La Magdalena Tétela Morelos, Puebla, existe una gran variedad de viviendas, de lo vernáculo a arquitecturas modernas, con diferentes “diseños arquitectónicos” y calidades en la construcción. Se observan viviendas construidas de adobe, block de concreto y mixtas: adobe y block de concreto. Con respecto de la vivienda vernácula de la comunidad de estudio, se caracteriza por tener pequeñas dimensiones y, por lo regular, un área habitacional. Por lo que respecta a la construcción, sus paredes son de adobe, sin elementos estructurales, sus techos son de lámina de asbesto y con escasa ventilación (véanse la figura 2 y la figura 3). Cuenta con un traspatio y un área de corral para el control y resguardo de los animales, ubicada dentro de la propiedad de manera desordenada y con mínima calidad constructiva. Este tipo de vivienda es modesta y precaria, producto de la pobreza en que vive la mayoría de la población rural del país.
En un estudio, Howar (1973, p. 75) encuentra resultados similares a los obtenidos en la comunidad de estudio, respecto de que la mayoría de los hogares rurales presenta condiciones inadecuadas de ventilación, asoleamiento y de construcción; el baño está aislado y es precario; las instalaciones eléctricas, sanitarias e hidráulicas son inadecuadas o inexistentes, y el corral no está organizado. La casa la integran uno o más cuartos, sin privacidad funcional ni visual; tiene piso de tierra apisonada, vano de acceso principal, una o dos ventanas de dimensiones mínimas; en algunos casos, cuenta con un acceso en la parte trasera o lateral. A pesar de que este tipo de vivienda es modesta, responde, ante todo, a la formación del constructor, que se adapta a la naturaleza, a los recursos económicos y técnicos con que cuenta (Campos, 1987, p. 29), y está diseñada para adaptarse a las condiciones del clima y obtener cierto confort ambiental, además de responder a las actividades productivas de sus dueños (véase la figura 4).
Este tipo de viviendas no difiere en gran medida de la vivienda vernácula del centro del país que fue construida con adobe -especie de ladrillo de tierra compactada- (Meraz, Rescalvo y Medina, 2013, p. 47). En esta parte del país eran comunes las casas rectangulares, con techo de un solo plano, con una pendiente ligera hacia adelante y configurada por una sola estructura y varios cuartos y, en ocasiones, por con un patio interior (Ángeles, 2010, p. 14). La vivienda rural es modesta, porque sus habitantes, por ser pobres, están más preocupados por la satisfacción de necesidades básicas como alimentación, servicios educativos y de salud que por el diseño y la construcción de un hábitat que coadyuve a mejorar el confort de la vivienda. En este sentido, Cortés, Juárez y Ramírez (2011, p. 4), al jerarquizar las necesidades de la población en pobreza, mencionan que una de las primeras necesidades que atienden es la alimentación; le siguen las de educación y salud, y finalmente la tener una vivienda digna.
Por lo que respecta a la vivienda rural construida con block de cemento en la comunidad de estudio, se observó que tiene las mismas características espaciales y de distribución que la de adobe, con la diferencia de que aquella tiene un sistema constructivo en las paredes con elementos estructurales de carga, los muros son de block de cemento, las paredes o muros están sin repellar y no tiene acabados finales; posee una o dos ventanas de dimensiones mínimas y vano de acceso principal. El techo es de lámina galvanizada y/o asbesto; tiene piso de tierra y, en pocos casos, tiene firme de concreto. Este tipo de construcción está desplazando a la vivienda de adobe, tal vez por desestimación y por el surgimiento de nuevas técnicas de construcción económicas. Aquí puede llegar a predominar la autoconstrucción, además de que la mano de obra es fácil de conseguir. Sin embargo, el diseño de este tipo de vivienda tampoco satisface las necesidades básicas de funcionalidad y bienestar de sus usuarios (véase la figura 4). En este contexto, Juárez y Ramírez Valverde (2011, p. 103) mencionan que las casas rurales tienen rezagos en su construcción y no son adecuadas para vivir dignamente. Bajo las condiciones actuales de vida de la población rural y de política pública, es difícil que mejore la calidad de la vivienda rural, ya que los programas públicos dirigidos a mejorar el hábitat rural del país no contemplan la asesoría en la construcción de la vivienda, y los apoyos que otorgan son aislados y no toman en cuenta las carencias o necesidades de la vivienda (Cordero, 2009, p. 144). Por lo regular, los apoyos están dirigidos al cambio de piso de la vivienda, de tierra por uno de cemento.
Otro tipo de vivienda encontrada es la vernácula que se transforma o remodela al ser sometida a un fuerte proceso de cambio formal y funcional para su mejora, lo cual da origen a la vivienda rural mixta, que cumple con las características arquitectónicas de la vivienda de adobe y block. Este tipo de sistema constructivo responde a diferentes etapas de construcción o modificaciones espaciales de la vivienda. En cuanto a los cambios en los materiales para la construcción, en algunos casos se ha remplazado la arcilla y la tierra por el cemento, pero no en forma absoluta, sino combinada. En ocasiones, estas combinaciones no son funcionales del todo, como en el caso de los castillos de cemento con el adobe, que genera debilitamiento de la construcción (Guzmán y Guzmán, s/f, p. 5) (véase la figura 5).
En algunos casos, las remodelaciones o transformaciones se realizan con dinero proveniente de las remesas de los migrantes. La pobreza y la marginación son un obstáculo para que sus habitantes puedan ampliar, modificar o hacer una nueva casa, pero el panorama cambia cuando uno o varios miembros de la familia emigran a Estados Unidos (Boils, 2010b, p. 151). Aquí cobran importancia las remesas como estrategia para el mejoramiento de la calidad de vida de los habitantes del medio rural, estrategia que ellos mismos fomentan porque no tienen otra fuente de ingresos que les permita superar su situación de pobreza. Entonces, la transformación de la vivienda tradicional se encuentra vinculada o relacionada, no solo a las remesas, sino también al impacto de la política pública esquematizada en los programas oficiales de vivienda (Fernández, 2009, p. XVIII) y al surgimiento de nuevos materiales y sistemas constructivos.
En cambio, la vivienda rural moderna encontrada en la comunidad de estudio muestra una evolución en la construcción y el diseño que refleja distintas características arquitectónicas con respecto de la vivienda vernácula, mixta y en transformación o remodelación. Posee un sistema constructivo diferente: castillos y cadenas como elementos de carga estructural, losa de vigueta y bovedilla, muros de carga de block de cemento; puede tener dos plantas; tiene ventanas y puertas de herrería, repellado en muros y pintura como acabado final; tiene una delimitación hacia el exterior (véase la figura 6).
Otro tipo de vivienda encontrada es la construida por migrantes que, en el mejor de los casos, cuenta con un proyecto arquitectónico; está construida con mejores materiales que proveen más resistencia a la estructura; tiene instalaciones ocultas, dos plantas, delimitación en el exterior, pórtico de acceso principal y portón para acceso vehicular, zonificación de interiores, sistema constructivo de columnas y trabes, losas a dos o cuatro aguas, muros exteriores e interiores con acabados finales, puertas de herrería diseñadas, ornamentación y vegetación natural (véase la figura 7). Usualmente, este tipo de vivienda construida por los migrantes internacionales es realizada sin la asesoría de un arquitecto. Los migrantes suelen mandar planos o fotografías de las casas que les gustaron en Estados Unidos, y practican una arquitectura de prueba-error (AECID, 2011, p. 10) que imita las típicas casas familiares en las que han trabajado, de arquitectura simple con una a dos plantas y superficie extensa (Boils, 2010b, p. 120) (véase la figura 8).
Las características arquitectónicas de este tipo de vivienda se contraponen del todo a las de la vivienda tradicional rural, que, en la mayoría de los casos, mantienen los déficits de diseño arquitectónico, como la funcionalidad y la privacidad; además, se reduce el área de patio y no contempla el corral ni el traspatio, elementos distintivos de la vivienda rural, con lo que se cambia el espacio abierto por el espacio cerrado. Rompe con el modo de vida de la familia que se queda, además no se integra al paisaje rural (véase la figura 9). Este proceso es similar al que se desenvolvió en Irán, en el cual el diseño arquitectónico se centró solo en aspectos técnicos, lo que condujo a un conflicto entre el diseño arquitectónico y los estilos de vida tradicionales. En las nuevas construcciones se perdieron todas las características espaciales de las casas tradicionales. Ello significó cambios en la apariencia física de las viviendas, pero no en los hábitos y estilos de vida, ya que los elementos originados por la cultura no se pueden cambiar tan fácilmente (Mirmoghtadaee, 2009, p. 70).
La vivienda rural de migrantes, por sus características de diseño arquitectónico, no necesariamente corresponde a las necesidades de los habitantes de esta comunidad. Por ello, están sujetas a ser subutilizadas o deshabitadas; en el mejor de los casos, a que se conviertan en bodegas, corrales o graneros, y otras quedan inconclusas. En La Magdalena Tetela Morelos se encontraron viviendas sin terminar, abandonadas o utilizadas como bodegas y corrales. Este tipo de vivienda debería corresponder a la reconfiguración rural de estos espacios, en donde las casas tienen ciertas características y con diferentes arreglos espaciales, no necesariamente acordes con las necesidades familiares y productivas. Ello tiene explicación en que sus moradores reciben influencias, en la fisonomía y la morfología de la vivienda, de los procesos de urbanización, el modo de vida urbano y la globalización (Banski y Wesołowska, 2010, p. 116). Este imaginario de vivienda no responde a las necesidades de vivienda. Auque haya una diversificación de las actividades productivas, la vida cultural cambia con mayor lentitud (véanse la figura 10, figura 11, figura 12 y figura 13).
Es importante tener en cuenta que el hábitat rural está relacionado de manera directa con la vida familiar y productiva, que implica alojamiento, almacén y servicios para sus habitantes, así como de sus animales, en afinidad con su entorno, con el tamaño y tipo de materiales del lugar, y debe corresponder con las necesidades básicas y de producción, con los servicios y con la adecuación sanitaria y ambiental. El hábitat rural tiene que estar organizado de tal manera que no solo sea un lugar para vivir, sino también para producir alimentos para las personas y los animales. Ello significa que cumpla con la satisfacción de funciones primarias como dormir, comer; las fisiológicas; de aseo y convivencia; con las secundarias, como las de carácter psicológico, emocional y de confort, así como necesidades de autoconsumo (alojamiento de animales e invernadero o huerto) y de producción doméstica, artesanal y comercial, entre otras (Fonseca y Saldarriaga, 1980, p. 80). La neovivienda rural de migrantes con arquitectura híbrida okitsch, producto del proceso simbólico de transculturización del migrante, no satisface las necesidades de la familia que se queda, ni cubre el supuesto sueño del migrante a su regreso, debido a que: 1) no corresponde al sistema económico-social del espacio rural; 2) no satisface los patrones culturales de la familia y del migrante, y 3) no considera elementos de valoración geográfica, física, social, cultural y psicológica de la vivienda rural en cuestiones de arquitectura, eficiencia funcional, ambiente y confort de los espacios de habitación y producción, y rompe con el paisaje rural (véase la figura 14).
Aquí cabe mencionar que elkitsches un concepto estético y cultural en cuyo origen ironizaba mediante la relación de arte barato y consumismo. En la actualidad,kitschseñala la inadecuación estética en general, es decir, implica la noción de inadecuación estética por la promoción de efectos baratos, sentimentales, y está dirigido al consumo de masas (Moreno, 2016, p. 23).
Las características de diseño de la vivienda rural del migrante son inadecuadas social y arquitectónicamente para satisfacer las necesidades de vivienda y de producción agropecuaria y artesanal de las familias del campo; además, rompen con la imagen arquitectónica y urbana de la comunidad. Todo ello altera el modo de vida de la familia que se queda, porque la nueva vivienda responde a patrones culturales y ambientales de sociedades ajenas al modo de vida de los habitantes rurales.
La comunidad de estudio tiene un problema de correspondencia entre las necesidades básicas de los campesinos y los espacios habitables que los albergan. De este modo, se define un claro ejemplo más de este fenómeno de transformación simbólica, social y arquitectónica en el diseño de la vivienda y paisaje rural en México (véanse la figuras 15 y la figura 16). Dicho problema exige un diseño arquitectónico integral que mimetice e integre los efectos de transculturalización que vive el migrante con las necesidades de la vida campesina y de integración al paisaje rural. Es importante satisfacer las necesidades básicas del campesino a través del diseño arquitectónico integral de la vivienda rural en la que el área habitacional se complemente con el área productiva de una manera funcional y ambiental, a fin de generar un ambiente de confort y bienestar para el usuario y la integración al paisaje rural; además, que implique el uso de tecnologías sustentables y de materiales de la región.
Los criterios de diseño arquitectónico de la vivienda moderna en un paisaje rural tienen efectos visuales no agradables, que se evitarían con un diseño arquitectónico integral de la vivienda rural de migrantes. Así, se lograría una vivienda digna integrada al modo de vida y producción, así como al paisaje rural (véase la figura 17); además, por un lado, se haría un mejor uso de las remesas recibidas para el mejoramiento de la vivienda y, por el otro, se satisfaría la necesidad de vivienda del migrante y su familia, con lo cual mejoraría su calidad de vida.
CONCLUSIONES
La comunidad de estudio está habitada por personas pobres, de las que se observó los diferentes tipos de vivienda. Para paliar la pobreza, algunos habitantes emigraron a Estados Unidos. Se encontró que las viviendas, en especial las de migrantes, no satisfacen las necesidades de confort, producción, almacenamiento de materiales y equipos de la unidad de producción familiar. La neovivienda no reúne las condiciones de habitabilidad y funcionalidad. Ante esta situación, es necesario trabajar en un diseño integral de la vivienda rural de migrantes que incorpore las características de la vivienda rural y las características simbólicas de la transculturalización, que genere, a su vez, mejores condiciones del diseño arquitectónico. Se debe trabajar en un diseño arquitectónico integral que logre el bienestar social y económico de la familia y la satisfacción propia, lo cual contribuirá a la realización de una inversión más apropiada de las remesas y a una mejor integración al paisaje rural.
La problemática del hábitat rural no solo comprende la situación agrícola, sino también la calidad del diseño de la vivienda integrada al espacio de producción, que incide de modo directo en la calidad de vida de sus habitantes. Por último, se debe plantear un diseño integral tanto de la vivienda rural tradicional como de la vivienda rural de migrantes. Se recomienda tener en cuenta la importancia del diseño arquitectónico en el mejoramiento de la vivienda rural, en particular de los migrantes, que llevará al mejoramiento de la calidad de vida y a una mejor inversión que permita una mejor plusvalía. Asimismo, es importante que se realicen investigaciones sobre esta temática y que se aprovechen los programas institucionales vigentes dirigidos a la vivienda rural de la Secretaría de Desarrollo Social, como los Programas de Traspatio para la Soberanía Alimentaria, entre otros.
Es necesario tener en cuenta que una buena parte de los habitantes del campo mexicano ha experimentado procesos migratorios a Estados Unidos, así como tener en cuenta su estancia en este país y el tipo de trabajo en el que fueron empleados los dueños de la casa habitación. La transformación se refleja o ve en el tipo de materiales y en el diseño utilizados en la construcción de la vivienda rural. Ante ello, la migración adquiere relevancia para explicar la morfología del uso del suelo de los espacios rurales.