INTRODUCCIÓN
El estudio de las dirigencias se relaciona con el tema de la circulación de las élites que conducen el destino de los partidos. Se trata de un ámbito que ha recibido menor atención que la selección de candidatos. Su importancia estriba en que quienes integran las dirigencias pueden controlar: 1) las propuestas de candidatos a cargos de elección, 2) los recursos públicos para campañas electorales, 3) así como, en buena medida, el curso que tiene que seguir el partido y la imagen que se proyecte de este (Sirvent, 2002, p. 166). El estudio sobre la integración de la dirigencia se liga al de la obtención de esta, así como de sus diferencias y similitudes y el tipo de experiencia de quienes ocupan dichos espacios.
Este trabajo tiene por objetivo dar cuenta del tipo de liderazgo en las dirigencias nacionales de tres partidos políticos, así como la experiencia y movilidad de los miembros del Comité Ejecutivo Nacional de cada partido. Aunado a ello, se realiza una comparación cuyo fin es resaltar las diferencias y similitudes de los tres principales partidos políticos en el espectro político mexicano, al menos hasta 2015, debidas a su ganancia electoral.
Con ello, se pretende responder cuáles elementos diferencian el liderazgo en los tres partidos y qué tipo de experiencia predomina en el Comité Ejecutivo Nacional de cada uno. Así, las categorías propuestas representan una alternativa para diferenciar a los dirigentes nacionales y demás miembros, las cuales contribuyen a los aportes de Roderic Ai Camp (2006), quien enfoca su objeto de estudio en el reclutamiento político, asunto también abordado por Rendón Corona (1990), Langston (2009), entre otros. Algunos trabajos como el de Olmeda y Armesto (2013) comparan a los miembros a partir del tipo de cargo, la formación profesional y el partido previo.1 Esta investigación busca aportar una clasificación que facilite la comparación de los partidos en aspectos comunes, así como analizar al partido en sí mismo en los procesos de relevo de los dirigentes nacionales; de ahí procede su pertinencia metodológica.
El periodo de investigación va desde la elección interna posterior a la alternancia política de 2000 hasta las dirigencias en 2016, debido a que el año 2000 fue un punto de inflexión en las organizaciones partidistas seleccionadas. La ausencia del presidente de la República marcó un cambio vital en el Partido Revolucionario Institucional (PRI), al grado de presentar una gran competitividad en la selección de dirigentes en 2002. El debilitamiento del líder carismático (Cuauhtémoc Cárdenas) hizo lo propio en el Partido de la Revolución Democrática (PRD), ya que la distribución del poder varió en beneficio de los grupos internos y en detrimento de aquel. Mientras que el control del Poder Ejecutivo varió la vida interna del Partido Acción Nacional (PAN), ya que en lo inmediato ocasionó una relación ríspida del presidente de la República con su partido (Espejel, 2015).
En el trabajo destacan cuatro partes: en primer lugar, una en la que se plantea de modo sucinto la discusión que clarifica la importancia de la clasificación de las dirigencias mediante una tipología propia que hace posible abordar el tema de forma integral.
En segundo lugar, se exponen los resultados empíricos y se comienza con el caso del PRI y las dirigencias emanadas desde 2002, en la cual resalta la presencia de exgobernadores en la titularidad de las dirigencias en comparación con otros partidos. Cuestión no gratuita, dado que al perder la Presidencia de la República la dirigencia se transformó en un recurso de poder trascendental para repartir incentivos selectivos.
En tercer lugar, se presenta el caso del PAN y sus dirigencias después de obtener la Presidencia de la República. Resalta la importancia de un perfil administrativo-intermedio, por efecto de no haber establecido una relación más disciplinada con los presidentes de la República emanados de este partido.
En cuarto lugar, se aborda el caso del PRD después del debilitamiento político de su líder fundador (Cuauhtémoc Cárdenas) mostrando con claridad la prevalencia de los grupos internos y resaltando el dominio de Nueva Izquierda de 2008 a la fecha.
TRAZOS TEÓRICO-METODOLÓGICOS
Lo partidos cuentan con una estructura similar a la de un sistema político en miniatura: procesos de toma de decisiones, renovación de cargos, reglamentos y relevo de autoridad formal e informal (Sartori, 2005, p. 105). A pesar de ello, no son iguales porque en cada partido varía la consolidación de su estructura, la trayectoria de sus dirigentes y su posición con respecto de la élite que ejerce el poder presidencial. En ese sentido, el PRI y el PAN tienen en común el desempeño como partidos gobernantes en el nivel federal, mientras que el PRD todavía no ha logrado acceder a esa esfera de poder; además, como partido de izquierda, afronta dificultades que se resumen en los problemas derivados de su baja institucionalización.
En la dirección de los partidos es posible diferenciar “políticos profesionales (político a tiempo completo) y los expertos (funcionario especializado en el manejo de la maquinaria)” (Panebianco, 1991, p. 419). Los primeros se ubican como aquellos que siguen una ruta tradicional en puestos de elección popular; los segundos son los que adquieren posiciones en la administración pública o en la estructura del partido.
Idealmente, la experiencia política o gubernamental aporta conocimientos políticos del entorno y una carrera profesional (Linz, 2007, p. 293). A la vez, la posición de autoridad permite escalonar peticiones con las fracciones que integran al partido, ya que estas difieren en cohesión y dinámica internas (Sartori, 2005, p. 110).
Para comparar a los miembros, se propone la determinación del tipo de liderazgo (fuerte, intermedio o débil), los perfiles (político o gubernamental) y la movilidad (renovación, rotación o exclusión2). Esas tres dimensiones posibilitan la clasificación de los elementos comunes y de las diferencias. La primera dimensión da cuenta del control de la estructura y los resultados electorales; la segunda, de los conocimientos técnicos y políticos del entorno, y la última, de la cercanía con grupos y redes para mantenerse en el poder.
¿Para qué organizar el estudio en categorías y clasificaciones? Para procesar conceptos y evitar la fragmentación del conocimiento (Negretto, 2004, p. 347). Con el fin de ordenar los datos, se articulan dimensiones, variables e indicadores nominales, como lo proponen Boudon y Lazarsfeld (1985). En este caso, el propósito es aportar un soporte metodológico replicable en el tiempo y a través de este. Si bien, se retoman categorías ya construidas, se entrelazan de forma diferente, lo cual busca ofrecer utilidad metodológica.
¿Por qué es pertinente clasificar las dirigencias y sus miembros? Robert Dahl apunta que el análisis político puede incluir cuatro orientaciones: empírica, normativa, política y semántica (1985, pp. 24-26). Las orientaciones empírica y política son de vital importancia en el análisis de un objeto de estudio real (los partidos). Asimismo, las clasificaciones son importantes porque sistematizan datos comunes de los tres partidos, como lo sugiere Giovanni Sartori: “las clasificaciones permiten establecer 1) criterios, 2) distribuir los datos en categorías mutuamente excluyentes, que son a su vez 3) exhaustivos. Con esta óptica los conceptos son llamados y transformados en variables, es decir que se hacen medibles de alguna manera” (2000, p. 74).
Una de las preguntas que guían la presente reflexión es ¿cuáles elementos diferencian el liderazgo en los tres partidos y qué tipo de experiencia predomina en el Comité Ejecutivo Nacional de cada uno? Para responder, se revisan los cargos desempeñados y se comparan identificando las concordancias a partir del esquema de Bartolini (1994).
El liderazgo carismático reúne cualidades como la movilización de masas, el carisma, el discurso y un proceso de estímulos mutuos. Para diferenciarlo del tipo puro, se propone entender el liderazgo carismático en tres variantes: dominante, moderado e integrador. Estas variantes son útiles para ubicar los cambios en el estilo interno y externo. Se consideran seis variables: “1. postura ante el gobierno; relación con el Congreso; 3. postura ideológica; 4. ambiente interno, 5. tipo de candidato, y 6. tipo de carisma” (Navarrete, 2016, p. 79). Cabe señalar que ese tipo de liderazgo se desarrolla en un partido político democrático, aunque, desde luego, sobresale el líder.
Para comprender el liderazgo sin la presencia del carisma es preciso considerar los consensos para negociar y presuponer que ninguna parte posee el control absoluto en las decisiones (Katz Daniel, 1973, p. 203). En ese sentido, se debe asumir una actitud cooperativa, que apuntale la experiencia, el aprendizaje y la simpatía (Dorsch, 1994, p. 515). Es también pertinente que un líder sin carisma sea percibido como flexible, capaz de agregar objetivos comunes (Murphy, 1958, p. 113). La fuerza del líder se explica por la posición de autoridad, que le otorga un “grado de poder para conseguir que los miembros del grupo sigan sus instrucciones de manera legal” (Bennis y Nanus, 1995, p. 130). Como complemento, se requiere que los responsables de dirigir el partido sean electos democráticamente, que sean representativos y que su influencia corra sobre un marco legal (Morrel y Hartley, 2006, p. 484).
Ahora bien, ¿por qué los miembros de un partido político están dispuestos a seguir instrucciones? Una de las razones es que el liderazgo es un proceso de estímulos mutuos (Sprott, 1975, p. 13) en el cual, idealmente, todos alcanzan acomodo.
Que los líderes no tengan carisma ni arrastre de masas no implica que estos no busquen satisfacer su necesidad de influencia. Por el contrario, la participación política suele estar acompañada de “la necesidad de poder, afiliación y de logro” (Shamir y House, 1994, p. 25).
Además, el liderazgo emerge en mejores condiciones cuando se agregan la credibilidad, la legitimidad y la popularidad, lo cual evita una percepción negativa (Lahel, 2011, p. 110). Por otro lado, la autenticidad de los líderes ante los ciudadanos vitaliza la relación líder-seguidores (Langlais, 2014, p. 7).
Finalmente, el liderazgo político “es relevante por tratarse de un elemento que garantiza el éxito en el desempeño adecuado de la política” (Rivas Otero, 2012, p. 4).
Con la base previa, el liderazgo administrativo puede desarrollarse de manera paralela a uno carismático (dominante, moderado o integrador). Un par de ejemplos son el Partido de la Revolución Democrática (PRD) y el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), cuyos líderes carismáticos fundadores, Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano y Andrés Manuel López Obrador, influyeron formal e informalmente en la dirección y en las estrategias de los partidos, aunque otros dirigentes participaron en la estructura organizativa. Por ello, el liderazgo administrativo -distinto al carismático- implica que los responsables sean conscientes de que su rol en el contexto organizacional “exige capacidad para convencer al personal que colabora con ellos por alcanzar la visión que el les comparte” (Jaques y Clemens, 1991, p. 1). Con base en ello, los líderes administrativos influyen sobre la estructura y dependen de la “orientación de las tareas y relaciones y hasta dónde puede llegar el propio líder” (Tannenbaum y Schmitt, 1958, p. 95). Lo anterior ayuda a clarificar si la posición es persuasiva (logra imponerse) o delegadora (consensa las decisiones). El liderazgo carismático alude a la capacidad de arrastre de masas, mientras el administrativo opera en otro marco de decisiones, pero ambos coinciden en la necesidad de obtener el poder.
En partidos no carismáticos, como el Partido Revolucionario Institucional (PRI) o el Partido Acción Nacional (PAN), es más notoria la participación de los líderes administrativos formales (presidentes nacionales), lo cual no implica que otros personajes (expresidentes de la República, gobernadores, candidatos y legisladores, entre otros) influyan de manera informal en las decisiones, ya que, como señala Panebianco (2009, p. 92), los diferentes miembros son parte vital de la coalición dominante y regulan en alguna medida la cohesión interna y el grado de estabilidad.
La dimensión dirigente se propone para caracterizar el tipo de liderazgo administrativo (fuerte, intermedio y débil) de los partidos en estudio (véase el cuadro 1). La fuerza del liderazgo depende del control de las fracciones, de los resultados electorales positivos, de la experiencia para negociar en el Congreso y de la capacidad de integración con los miembros, sumados a la legitimidad, la credibilidad y la autenticidad al acceder al cargo, lo que influye en la necesidad de poder.
En contraste, la debilidad de este se origina por un limitado control, resulta-dos mínimos o en descenso, así como por una escasa profesionalización técnica. El liderazgo administrativo fuerte requiere cohesión de los sectores del partido, mediante una estrategia de estímulos mutuos (Cox, 1974, p. 141). Las victorias electorales permiten mantener un cierto nivel de capacidad institucional y estabilidad partidista (Smylie, 1995, pp. 3-4).
Categoría de liderazgo | Variables | |||||
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Relación con fracciones | Resultados electorales | Experiencia para negociar | Estrategia del dirigente | Relación con partidos opositores | Relación con el Congreso | |
Administrativo fuerte | Control activo | Positivos | Dialoga con los demás poderes y partidos opositores | Integradora | Cooperación, negociación, credibilidad, autenticidad | Relación cordial en el Congreso |
Administrativo intermedio | Control moderado | Competitivos | Disposición entre Poderes, aunque no logra destrabar reformas | Dominante | Enfrentamiento Legitimidad en descenso | El liderazgo no supera el gobierno dividido |
Administrativo débil | Control limitado o ausencia de control | Mínimos o en decenso | Enfrentamiento con otros poderes y cooperación legislativa limitada | Personalismo | Ausencia de legitimidad | Resistencia o autoexclusión para negociar |
Fuente: Elaboración propia con base en Navarrete, 2016a, p. 251.
Ahora bien, algunos partidos están orientados a la búsqueda de cargos públicos por encima de votos o políticas (Wolinetz, 2007, p. 146). En ese sentido, ciertos miembros manifiestan la motivación de acceder a un cargo gubernamental, incluso sobre las victorias electorales o programas de gobierno. Por estas razones es pertinente la identificación de la experiencia.
Con el fin de diferenciar a los dirigentes y a los miembros en los tres partidos, se utiliza la categoría office seekers para los que reúnen experiencia en cargos gubernamentales o en el partido (Schlesinger, 1994, pp. 13-15). En algunos casos, la experiencia procede de cargos en el gobierno federal, estatal o local. También se considera experiencia gubernamental aquella que engloba asesoría, integración de campañas políticas o, bien, cargos directivos en el propio partido.
Para contrastar, se utiliza la categoría policy seekers, que integra experiencia en cargos de elección popular (gobernador, diputado federal, senador, presidente municipal o jefe delegacional, regidor, etcétera). Es una ruta claramente diferenciada de la gubernamental, aunque en algunos casos la trayectoria es mixta. En cuanto a los que desempeñaron cuatro cargos, se considera que cumplieron un ciclo político completo.
Para medir nominalmente la experiencia política se proponen dos categorías: tradicional (tres o más cargos de elección popular, o haberse desempeñado como gobernador) e intermedia (uno o dos cargos).
Finalmente, a quienes no tienen una trayectoria política o gubernamental se les denomina independientes. Esto no significa que carezcan de una red o grupo que los apoyó para ingresar al Comité Ejecutivo Nacional (CEN), sino que presentan una trayectoria en el ámbito privado, en organizaciones de la sociedad civil; en otros casos, cuentan con el reconocimiento social o el prestigio académico (García y Adamo, 2004, p. 9). Las categorías anteriores se sintetizan en el cuadro 2 .
Política | Gubernamental | Independientes | ||
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Tradicional | Intermedia | Administración pública | Partidistas | Sector social |
Carrera política consolidada Haber ocupado mínimo dos puestos de elección popular: diputado, senador, presidente municipal o gobernador | Carrera política en crecimiento Haber ocupado unos o dos cargos de elección popular que no sea el de gobernador | Experiencia administrativa Cargos federales, estatales, locales | Experiencia partidista Cargos en la estructura del partido. Asesoría legislativa, consultoría en campañas | Experiencia en el ámbito académico Sector empresarial. Organizaciones de la sociedad civil |
Fuente: Elaboración propia con base en Navarrete, 2016b, p. 110.
La tipología propuesta permite ordenar los hallazgos; además, ocupa un lugar intermedio entre la teoría y la realidad empírica, base para precisar inferencias (Piñuel, 2002, p. 9). Los resultados empíricos integran la revisión de 350 miembros desde 2002 hasta 2016 (95 del PRI, 65 del PAN y 190 del PRD), los cuales se presentan en cuadros y anexos. El número de perfiles considerados en cada partido difiere debido a que no existe un número similar en la integración del CEN de cada partido, aunado a que, en algunos casos, algunas secretarías desaparecen o se crean con la llegada de la nueva dirigencia.
La información fue obtenida de fuentes primarias y secundarias por un muestreo de utilidad; es decir, se seleccionaron estratégicamente las fuentes que arrojaran información valiosa y significativa para el trabajo (Patton, 1990, p. 230). En ese sentido, respecto del primer punto, fueron consultados el Sistema de Información Legislativa del Congreso, los resultados oficiales en los órganos electorales, las páginas de internet de los partidos, así como sitios web personales de los funcionarios. La información no encontrada en dichas fuentes se indagó en fuentes secundarias, tales como diarios de circulación nacional.
¿Por qué estudiar a estos tres partidos? Porque la competencia electoral por lo menos desde el año 2000 mantiene un sistema de pluralismo moderado, es decir, siguiendo a Sartori, “demarcado en tres a cinco partidos importantes” (2005, p. 224). Al menos desde el final de la década de los noventa y hasta 2015, más de 80 por ciento de los cargos públicos se dirimió entre estas tres organizaciones partidistas. Cabe agregar que son los tres partidos más longevos con registro vigente, lo cual no es menor, pues supone un mayor proceso de institucionalización, de manera formal o informal, a diferencia de partidos emergentes. De igual modo, estas son las tres organizaciones con las que el ciudadano mexicano se sentía mayormente identificado en los procesos electorales en el periodo de estudio. Estos tres argumentos son válidos al menos hasta 2015, año en que hizo su aparición electoral el Movimiento de Regeneración Nacional.
EL PARTIDO REVOLUCIONARIO INSTITUCIONAL
Los dirigentes nacionales del PRI
Antes del año 2000, el presidente era también líder informal del partido oficial, aunque esto se modificó con los dos sexenios presidenciales del PAN (2000-2006 y 2006-2012). El PRI perdió la Presidencia de la República en el año 2000. Ello derivó en una elección de la dirigencia nacional del PRI polarizada e incierta que devino en prácticas antidemocráticas de parte de los competidores. El partido prácticamente se dividió en dos bandos: triunfó Roberto Madrazo, con 48.44 por ciento de la votación, frente a 46.78 por ciento para Beatriz Paredes. Después de un resultado tan cerrado, se tuvieron que reunir los gobernadores para pactar la reconciliación (Pacheco, 2009a, p. 278).
Los interinatos de Mariano Palacios Alcocer de 2005 a 2007 tuvieron como telón de fondo la exigua unidad en las vísperas de la candidatura presidencial de Roberto Madrazo. No obstante, rumbo a 2006 se gestó un grupo opositor a Roberto Madrazo que intentó, sin éxito, frenar su candidatura (Cortés y Ochoa, 1 de agosto de 2005). En paralelo, se generó una oposición de diferentes liderazgos regionales que buscaban hacer contrapeso (Reyes, 2005, p. 73). Aunque logró la candidatura, perdió la elección (Pacheco, 2009b, p. 53). Desde 2000 se generó, en su mayoría, un liderazgo administrativo-fuerte de los dirigentes nacionales del PRI, proceso que fue acompañado del liderazgo de los gobernadores (Pérez Fernández del Castillo, 2013, p. 55).
Presidente nacional | Periodo | Experiencia | Categorías |
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Roberto Madrazo Pintado | Marzo 2002- agosto 2005 | Cargos en el PRI. Diputado federal, 1976-1979. Senador, 1988. Gobernador de Tabasco, 1995-2000. Candidato presidencial, 1999-2000. | Liderazgo administrativo-fuerte |
Experiencia política-tradicional | |||
César Augusto Santiago | 2005 | Diputado federal, 1979-1982; 1991-1994; 2000-2003. Diputado de la ARDF, 1988-1991. Subsecretario de Desarrollo Político, SEGOB, 1993. Director general adjunto de PEMEX, 1994. Cargos en el PRI. Abogado general de la CFE, 2013. | Liderazgo administrativo-fuerte |
Experiencia política-intermedia | |||
Mariano Palacios Alcocer | Agosto 2005-marzo 2007 | Diputado local, Querétaro, 1973-1976. Presente municipal, Querétaro, 1976-1979. Gobernador de Querétaro, 1985-1991. Embajador de México en Portugal, 1995-1997. Diputado federal, 1997-2000. Presidente nacional del PRI, 1997-1999. Embajador de México en el Vaticano, 2013-2016. | Liderazgo administrativo-fuerte |
Experiencia política-tradicional | |||
Beatriz Paredes Rangel | 4 marzo 2007-3 marzo 2011 | Diputada local en Tlaxcala, 1975-1978. Diputada federal, 1979-1982, 1985-1988, 2000-2003, 2006-2009. Senadora, 1997-2000. Gobernadora de Tlaxcala, 1987-1992. Embajadora de México en Brasil, 2012-2015. | Liderazgo administrativo-fuerte |
Experiencia política-tradicional | |||
Humberto Moreira Valdés | 4 marzo 2011- 2 diciembre 2011 | Presidente Municipal de Saltillo, 2003-2005. Secretario de Educación, gobierno de Coahui la, 1999-2002. Gobernador de Coahuila, 2005-2011. | Liderazgo administrativo-intermedio |
Experiencia política-tradicional | |||
Pedro Joaquín Coldwell | 8 diciembre 2011- 30 noviembre 2012 | Diputado local en Quintana Roo, 1975-1978. Diputado federal, 1979-1982. Secretario de Turismo, 1989-1993. Senador, 2006-2012. Gobernador de Quintana Roo, 1981-1987. | Liderazgo administrativo-fuerte |
Experiencia política-tradicional | |||
Cristina Díaz Salazar | 30 noviembre 2012- 11 diciembre 2012 | Presidente municipal, Guadalupe, Nuevo León, 2006-2009. Diputada federal, 1994-1997, 2003-2006. Senadora, 2012-2018. | Liderazgo administrativo-fuerte |
Experiencia política-tradicional | |||
César Camacho Quiroz | 11 diciembre 2012- 20 agosto 2015 | Presidente municipal de Metepec, 1991-1993. Diputado federal, 2006-2009. Senador, 2000-2006. Gobernador del Estado de México, 1995-1999. | Liderazgo administrativo-fuerte |
Experiencia política-tradicional | |||
Manlio Fabio Beltrones | 20 agosto 2015- 12 julio 2016 | Presidente del PRI Sonora, 1985. Diputado federal, 1982-1985, 2003-2006, 2012-2015. Senador, 1988-1991, 2006-2012. Gobernador de Sonora, 1991-1997. | Liderazgo administrativo-fuerte |
Experiencia política-tradicional | |||
Enrique Ochoa Reza | 12 julio de 2016- a la fecha | Asesor de Luis Téllez, secretario de Energía, 1997-1999. Subsecretario de Hidrocarburos, CFE, 2012-2014. Director de la CFE, febrero de 2014 a julio 2016. | Liderazgo administrativo-débil |
Experiencia gubernamental |
Fuente: Elaboración propia con base en la revisión de la página oficial del PRI.
El perfil de los exgobernadores se observa en ocho de los últimos diez presidentes nacionales del PRI, catalogados con experiencia política-tradicional, excepto César Augusto Santiago y Enrique Ochoa Reza. Después de la derrota presidencial en 2006, Mariano Palacios Alcocer dirigió el partido hasta que fue relevado por Beatriz Paredes Rangel, quien logró victorias importantes tanto en el ámbito local como en algunas gubernaturas, lo cual es vital para mantener una relación dirigente-miembros efectiva.
En las elecciones de 2009, el PRI consiguió 242 escaños y se colocó como un partido veto. Esa fuerza agudizó la pérdida de escaños del PAN, aunque debe señalarse que el PRI cuenta con un voto duro “más amplio y extenso que el PAN y el PRD” (Crespo, 2010, p. 25). Se renovaron 13 gubernaturas: ganó diez, perdió tres.3Un proceso regular en los partidos es la renovación de sus dirigentes, lo cual forma parte de la vida partidaria en un contexto democrático (Reveles Vázquez, 2016, p. 71). En ese sentido, arribó Humberto Moreira, también de corte político-tradicional. Le tocaron siete procesos de renovación de gobernadores: ganó cinco, perdió dos.4 El liderazgo de Moreira se clasifica como administrativo-intermedio, debido a la fragilidad de la coyuntura política en la que fue señalado de estar relacionado, presuntamente, con acciones de corrupción y narcotráfico (Crespo, 2010). Porque las acusaciones persistían, Moreira renunció, y la coalición dominante, integrada por “dirigentes del partido, parlamentarios o miembros en cargos de gobierno, dirigentes intermedios o locales” (Reveles, 2004c, p. 21), aceptó la renuncia.
Para relevar a Moreira, accedió Pedro Joaquín Coldwell, de trayectoria política-tradicional. Su liderazgo fue administrativo-fuerte, ya que organizó, con éxito, la campaña presidencial de Enrique Peña Nieto,5 con “el apoyo de una poderosa maquinaria mediática y las estructuras territoriales” (Olmeda y Armesto, 2013, p. 249). El saldo electoral fue el siguiente: perdió en el Distrito Federal, Tabasco, Morelos y Guanajuato; ganó en Chiapas, Michoacán y Yucatán. Consiguió 213 diputaciones y 52 escaños en el Senado. El resultado más importante fue el regreso del PRI a la Presidencia de la República. Hasta 2012, los dirigentes habían sido previamente gobernadores, excepto Cristiana Díaz, quien estuvo en el cargo menos de un mes, aunque fue senadora, diputada federal y local.
El siguiente dirigente fue César Camacho Quiroz, de liderazgo administrativo-fuerte y experiencia política-tradicional. Organizó dos elecciones para gobernador en 2013: ganó en Jalisco y perdió en Baja California. En 2015 se disputaron nueve gubernaturas; ganó cinco. Consiguió 202 diputaciones, además de “191 diputaciones locales y 430 alcaldías” (Integralia, 2015, p. 1). Procesó, con éxito, el Pacto por México con el PAN y el PRD, aunque no estuvo libre de momentos de ruptura por opositores como Cárdenas y López Obrador.
En agosto de 2015 llegó Manlio Fabio Beltrones, de trayectoria política-tradicional. Heredó “19 gubernaturas; 54 senadores, 202 diputados, 966 Ayuntamientos y 451 diputados locales” (Integralia, 2015, p. 1). Pacheco (2006, p. 305) señala que el éxito del PRI partía de la conciliación de dos factores: la estabilidad en las dirigencias y la difusión de las lealtades organizativas. En 2016 se renovaron gubernaturas, de las cuales perdió siete.6 El dirigente renunció y llegó Enrique Ochoa Reza, de liderazgo administrativo-débil, ya que nunca había ocupado un cargo de elección popular, lo cual rompió con las rutinas políticas-tradicionales de los últimos años; aunque de modo informal, cuenta con el apoyo del presidente Enrique Peña Nieto, ya que emanó de cargos del gobierno federal.
La conformación del CEN en el PRI
En este apartado se organizan los datos de diez CEN, desde el de Roberto Madrazo hasta el de Enrique Ochoa Reza. La experiencia se clasifica con base en las categorías previamente señaladas.
En el CEN de Roberto Madrazo se analizaron 14 cargos, entre los cuales destacan cinco con experiencia política-tradicional, dos de ellos gobernadores. El CEN se conformó también por otros siete cargos políticos-intermedios, cuya constante es su corte legislativo; así como dos con experiencia gubernamental (uno dentro del PRI y otro en el gobierno federal) (véase el anexo 1).
En el CEN de Mariano Palacios Alcocer, cuatro miembros siguieron en el cargo por medio de la movilidad horizontal-retención (Elba Esther Gordillo, Manlio Fabio Beltrones, Raúl Cervantes y Xóchitl Molina). Seis llegaron por renovación, los demás fueron excluidos. Los diez cargos evaluados arrojan cuatro con experiencia política-tradicional (los cuatro exgobernadores). Otros cuatro con experiencia política-intermedia de corte legislativo. Dos más con experiencia gubernamental (dentro del PRI y en la diplomacia) (véase el anexo 2).
En la conformación del CEN de Beatriz Paredes, solo un miembro se mantuvo por movilidad horizontal-retención (Xóchitl Molina). Los demás fueron excluidos. Así, 14 cargos fueron renovados. Cuatro de ellos mostraron experiencia política-tradicional (tres de ellos fueron exgobernadores y uno cumplió el ciclo diputado federal, local, senador y presidente municipal). Ocho integrantes contaron con experiencia política-intermedia (todos de corte legislativo). Dos miembros mostraron experiencia gubernamental y un independiente (véase el anexo 3).
Para el inicio del CEN de Moreira, los nueve cargos analizados fueron por renovación, aunque uno regresó (Raúl Cervantes), el cual se clasificaría como rotación, ya que estuvo con Palacios Alcocer. De los nueve cargos, seis poseían experiencia política-tradicional (todos, exgobernadores, salvo Cristina Díaz, que ocupó tres puestos de elección popular). Otros tres integrantes poseían experiencia política-intermedia (dos fueron diputados federales y senadores; el otro, diputado local y presidente municipal) (véase el anexo 4).
En el CEN de César Camacho Quiroz se renovaron los quince cargos. Cuatro contaron con experiencia de corte tradicional (dos exgobernadores, dos con más de tres cargos legislativos). Otros cuatro con experiencia política-intermedia (con al menos un cargo legislativo). Seis con experiencia gubernamental (dos en la estructura del PRI y cuatro en gobiernos priistas), más un independiente (véase el anexo 5).
En el CEN de Manlio Fabio Beltrones, solo tres secretarios continuaron (María Beatriz Pagés, Luis Vega Aguilar y Abigail Uc Canché) por movilidad horizontal-retención. Los otros 12 miembros quedaron excluidos. Al nuevo CEN llegaron 14 nuevos funcionarios por renovación. En esta dirigencia, tres contaron con experiencia política-tradicional (uno de ellos exgobernador). Otros cinco con experiencia política-intermedia (con trayectoria legislativa). Además, se integraron nueve cargos gubernamentales, cinco de ellos con experiencia en el gobierno federal, dos con experiencia municipal, otro como asesor y uno más como secretaría técnica en la Cámara de Diputados. La composición fue 53 por ciento política y 47 por ciento gubernamental (véase el anexo 6).
Finalmente, al inicio de la dirigencia de Enrique Ochoa Reza, diez miembros que estaban con Beltrones siguieron por medio de una movilidad horizontal-retención. Cinco quedaron excluidos y cinco por medio de renovación. En el CEN de Ochoa Reza, un integrante de política tradicional (Carolina Monroy), tres de intermedia y dos de estructura del partido y siete integrantes en el ámbito gubernamental (véase el anexo 7).
PARTIDO ACCIÓN NACIONAL
Los dirigentes nacionales del PAN
Antes de obtener la Presidencia de la República, la disputa por la dirigencia en el PAN era competitiva, aunque los conflictos eran de diversa índole. En 1975 se enfrentaron tendencias pragmáticas y doctrinarias, en 1988 compitieron grupos neopanistas radicales y moderados doctrinarios (Loaeza, 1999), mientras que en 1993 y 1996 la pugna se sostuvo entre el centro y la periferia partidista (Espejel, 2015). No obstante, la llegada a la Presidencia la República cambió la situación generando procesos de selección de dirigencia competitivos en los que un lado contaba con el apoyo del titular del Ejecutivo federal. Fue el caso de las elecciones de Manuel Espino, con el apoyo de Vicente Fox, y de Roberto Gil Zuarth, con el apoyo de Felipe Calderón.
Presidente nacional | Periodo | Experiencia | Categorías |
---|---|---|---|
Luis Felipe Bravo Mena | Marzo 1999-marzo 2005 | Asesor de campaña presidencial de Manuel Clouthier, 1988. Diputado federal, 1991-1994. Senador, 1994-2000. Presidente nacional del PAN, 1999-2002. Embajador de México en el Vaticano, 2005-2008. Secretario particular de Felipe Calderón, 2008-2011. Candidato a la gubernatura del Estado México, 2011. | Liderazgo administrativo-fuerte |
Experiencia política-tradicional | |||
Manuel Espino | Marzo 2005-diciembre 2007 | Secretario del Comité Directivo, Chihuahua, 1990-1992. Diputado federal, 1994-1997, 2000-2003. Presidente estatal en Sonora, 1996-1999. Secretario General del CEN: 2002-2005. | Liderazgo administrativo-fuerte |
Experiencia política-intermedia | |||
Germán Martínez Cazares | 8 diciembre 2007-8 agosto 2009 | Diputado federal, 1997-2000, 2003-2006. Diversos cargos en el partido. | Liderazgo administrativo-débil |
Experiencia política-intermedia | |||
César Nava Vázquez | 8 agosto 2009-4 diciembre 2010 | Diputado federal, 2000-2003. Secretario particular de Felipe Calderón. Director jurídico de PEMEX. | Liderazgo administrativo-débil |
Experiencia política-intermedia | |||
Gustavo Madero Muñoz | 4 diciembre 2010-20 agosto 2015 | Diputado federal, 2003-2006, 2015-2018. Senador, 2006-2012. Candidato a presidente municipal de Chihua hua (perdió en 2001). | Liderazgo administrativo-intermedio |
Experiencia política-intermedia | |||
Ricardo Anaya Cortés | 21 agosto 2015 a la fecha | Diputado federal, 2012-2015. Diputado local en Querétaro, 2009-2012. Cargos gubernamentales en Querétaro. | Liderazgo administrativo-fuerte |
Experiencia política-intermedia |
Fuente: Elaboración propia con base en información de Red Política, El Universal.com.
¿Cuál fue el papel de los dirigentes nacionales en ese contexto? Adler y Gil (2002) opinan que la relación Ejecutivo-partido oficial funcionaba en el PRI. En el PAN esta influencia no se consolidó. Romero y Balderas (2007) señalan que “una disputa entre panistas tradicionales y líderes de ultraderecha” evidenció un distanciamiento entre el presidente y el líder del partido. En el PAN, estas relaciones no eran cotidianas y el partido no estaba preparado para ello (Paoli Bolio, 2012, p. 32); de ahí, la tensión en los siguientes dirigentes, de quienes se muestra su trayectoria en el cuadro 4.
El triunfo en la Presidencia de la República supuso que la elección de 2002 fuera conflictiva, ya que del lado de Bravo Mena estuvieron quienes marcaron distancia de un gobierno al que consideraban poco representativo de Acción Nacional, mientras que del lado de Medina Plascencia se encontraban quienes creían que era el momento de ser un acompañante de Vicente Fox (Hernández Vicencio, 2005). El triunfo de Bravo Mena desencadenó las relaciones tensas entre el llamado Gobierno del Cambio y su partido.
Manuel Espino fue presidente del partido de 2005 a 2007. Fue diputado en dos ocasiones (1994-1997 y 2000-2003), además tenía una trayectoria en el PAN. La relación entre Espino y Calderón se mantuvo tensa por la cercanía del primero con el expresidente Fox. Reveles Vázquez (2004c, p. 33) señala que las diferencias definieron la dinámica del partido y de la propia coalición dominante.
Para relevar a Espino llegó Germán Martínez Cazares, quien fue legislador federal en dos ocasiones y ocupó cargos en el PAN. Con experiencia política-intermedia, sin el cargo de gobernador, pero con “diferencias sustanciales en relación con las características generales de los líderes que integraron a la élite política mexicana en etapas previas a la alternancia” (Hernández Vicencio, 2006, p. 619).
En las elecciones de 2009 obtuvo 142 escaños. En 2006 obtuvo 206 escaños. Se llegó a sugerir que debía irse como Rosario Robles, exdirigente del PRD, cuando no cumplió con la meta de obtener 20 por ciento de la votación (Proceso, 6 de julio de 2009). Germán Martínez perdió las alcaldías de Naucalpan, Cuautitlán Izcalli, Tlalnepantla y Atizapán (Jiménez, 6 de julio de 2009). Perdió las gubernaturas de San Luis Potosí y Querétaro. Su liderazgo es administrativo-intermedio.
Para relevar a Germán Martínez llegó César Nava. Fue electo con 290 votos a favor y 39 en contra (Jiménez, 8 de agosto de 2009). La renovación de los dirigentes panistas durante el periodo 1993-2003 “no había sido motivo de conflicto, ya que se trataba de un proceso controlado y centralizado en la Asamblea Nacional” (Reveles Vázquez, 2004c, p. 24); sin embargo, afrontaron la influencia del presi-dente en las decisiones internas.
César Nava fue diputado federal en el periodo 2000-2003 y secretario particular del presidente Calderón durante 2006-2008. El tipo de liderazgo de este es administrativo-débil, sin el control de los grupos al interior. Su experiencia se identifica como política-intermedia. Nava Vázquez se mantuvo en el cargo un año cuatro meses. Se le criticó la política de alianzas con el Partido de la Revolución Democrática, el Partido del Trabajo y Convergencia para la elección de gobernador en Oaxaca (Contreras, 26 de agosto de 2010). Esto fue relevante, ya que el PAN se había acostumbrado a mantener una ideología y la plataforma electoral de centro-derecha. Esas alianzas representaban un pragmatismo (o flexibilidad) de sus valores.
Para relevar a César Nava accedió a la dirigencia Gustavo Madero. Fue diputado, senador y compitió para presidente municipal en Chihuahua, aunque perdió. Su tipo de liderazgo se clasifica como administrativo-intermedio. El proceso inter-no para renovar la dirigencia fue turbulento, aunque los adversarios de Gustavo Madero fueron declinando: Judith Díaz Delgado, Francisco Ramírez Acuña y, finalmente, Roberto Gil Zuarth. En un ambiente de confrontación, ganó Madero. Al nuevo dirigente le tocó la tarea de aglutinar al panismo para la elección de 2012. La primera dificultad que afrontó fue la preferencia del presidente por Ernesto Cordero para la postulación presidencial, pero ocurrió un ascenso de Josefina Vázquez Mota. Los resultados le dieron 54 por ciento de los votos a Vázquez Mota, 40 por ciento a Ernesto Cordero y, en un lejano tercer lugar, seis por ciento a Santiago Creel Miranda (Figueroa y Becerril, 6 de febrero de 2012). Un momento de tensión se produjo por el lema de campaña “Diferente”, que dejaba ver “una confrontación entre la candidata y el gobierno de Calderón” (Pérez Fernández del Castillo, 2013, p. 35).
Gustavo Madero afrontó la posición de indiferencia del presidente y la frágil unidad de los candidatos perdedores (Jiménez, 7 de julio de 2012). La posición del dirigente nacional no resolvió la falta de cohesión en la carrera presidencial, lo cual ocasionó un alejamiento táctico y electoral hacia la candidata (El Economista, 11 de marzo de 2012). Los resultados la ubicaron en tercer lugar, detrás de Peña Nieto y López Obrador. El liderazgo de Gustavo Madero no logró convertirse en administrativo-fuerte debido a la derrota presidencial, así como a la disminución significativa de escaños en el Congreso y la fragilidad organizativa en el interior del partido.
Con Madero al frente, los resultados de las elecciones intermedias en junio de 2015 arrojaron los siguientes datos: de nueve gubernaturas en disputa, el PAN ganó dos, Baja California Sur y recuperó Querétaro. En la Cámara baja alcanzó 108 escaños. De las diputaciones locales en disputa en los nueve estados, “el PAN ganó 157 y de las 907 alcaldías, ganó en 178” (Integralia, 2015, p. 4).
El PAN renovó la dirección nacional en 2015. Contendieron Ricardo Anaya y Javier Corral. El primero resultó ganador, con 81.91 por ciento (Guzmán, 17 de agosto de 2015). Anaya fue presidente provisional de septiembre de 2014 a enero de 2015; después fue presidente electo del partido. Heredó “seis gubernaturas, 38 senadores, 108 diputados, 471 ayuntamientos y 266 diputaciones locales” (Integralia, 2015, p. 1). Como presidente del PAN en 2016, logró ganar Tamaulipas, Chihuahua y Aguascalientes. En alianza con el PRD, Veracruz, Quintana Roo, Durango y Puebla (PAN/PRD/PANAL). Esto lo coloca con un liderazgo administrativo-fuerte si se mide por logros electorales; aunque, en el ámbito interno, se materializó una pugna (con Margarita Zavala, esposa del expresidente Felipe Calderón) por la eventual candidatura presidencial.
La experiencia de los últimos cuatro dirigentes del PAN no incluye la posición de gobernador. Como diputado federal y senador, Luis Felipe Bravo Mena y Gustavo Madero. Manuel Espino, Germán Martínez, César Nava y Ricardo Anaya con experiencia como diputados federales.
La conformación del CEN en el PAN
Para analizar la conformación del CEN se comparan cargos equivalentes a las secretarías, por lo cual se excluyen comisiones y otros órganos. La experiencia política de los miembros del PAN proviene generalmente de ocupar cargos como consejeros, senadores, diputados, militantes.
En el CEN de Luis Felipe Bravo Mena se analizaron 13 cargos, uno corresponde a política-tradicional, el del presidente nacional (diputado federal, senador y trayectoria en la administración pública); otros nueve, a política-intermedia (todos diputados federales en algún momento). De los trece, solo dos fueron senadores. En contraste, hay tres funcionarios con una trayectoria gubernamental. Ninguno fue integrado con el siguiente CEN (véase el anexo 8).
Con Manuel Espino, de los diez cargos renovados, prevaleció la experiencia política-intermedia en nueve de ellos; de estos, ocho fueron diputados federales, dos ocuparon una senaduría y el cargo restante fue gubernamental (véase el anexo 9).
El CEN de Germán Martínez contó con once nuevos secretarios. Dos se catalogan con experiencia política-tradicional (con trayectoria de diputado local, federal, senador y presidente municipal o gobierno federal), cinco con una trayectoria política-intermedia (todos diputados federales), tres también sumaron un cargo en el Senado. Finalmente, el CEN se integró por cuatro personas con experiencia gubernamental (véase el anexo 10).
En el CEN, César Nava contó con diez cargos, todos ellos por renovación. Tres con experiencia política-tradicional (dos exgobernadores y una trayectoria de diputado federal en dos ocasiones, diputado local y senador). Seis miembros con experiencia política-intermedia (todos diputados federales), aunque dos también fueron senadores. Solamente un funcionario se clasificó como gubernamental (véase el anexo 11).
Al inicio del CEN de Gustavo Madero, solo hubo un cargo por retención (Blanca Judith Díaz). Los diez restantes fueron por renovación. Con experiencia política se ubican seis, incluido el presidente nacional. Uno de política tradicional (exgobernador) y cinco de política intermedia (con cargos legislativos), tres con experiencia gubernamental y dos en la estructura del partido. La composición del CEN refiere una proporción de 54 por ciento con experiencia política versus 46 por ciento gubernamental (véase el anexo 12).
En el PAN se observa un equilibrio entre experiencia política y gubernamental, lo cual responde a procesos de adaptación organizativa. Una composición plural entre experiencia política y gubernamental evita el predominio de una fracción sobre otra, aunque dichos reacomodos no han estado exentos de tensiones, como lo sugiere Hernández (2005, p. 35).
En el CEN de Ricardo Anaya Cortés se analiza la composición de diez cargos. Solo uno se mantuvo del CEN anterior (Everardo Padilla Camacho). De los cargos, 60 por ciento corresponde a cargos con experiencia política y 40 por ciento a gubernamental. De ellos emana experiencia como diputados (federal o local). A diferencia del CEN de Gustavo Madero, en el cual sí había uno con experiencia de gobernador, con Ricardo Anaya Cortés ninguno había desempeñado ese cargo (véase el anexo 13).
EL PARTIDO DE LA REVOLUCIÓN DEMOCRÁTICA
La dirigencia del PRD
A largo de 26 años, el mayor problema del PRD ha sido la relación de las fracciones que lo integran (Palma, 2004; Reveles Vázquez, 2004b). Se presentó, asimismo, una dependencia hacia Cárdenas y López Obrador, aunque diferenciada (Espejel, 2015), ya que el segundo no logró tener un control tan amplio de las zonas de incertidumbre; ello explica por qué transformó el Movimiento de Regeneración Nacional en partido político.
En paralelo, en el ámbito interno y a diferencia de los otros dos partidos abordados, los grupos internos cobraron mayor fuerza y organicidad. De entre el cúmulo de grupos en los últimos ocho años sobresale Nueva Izquierda (NI) ante fracciones como Izquierda Democrática Nacional (IDN), Alternativa Democrática Nacional (ADN), Foro Nuevo Sol (FNS), entre otras. Así, en el periodo de estudio convivieron líderes carismáticos y líderes administrativos que dirigieron el partido, como se muestra en el cuadro 5.
Presidente nacional | Periodo | Experiencia | Tipo de liderazgo |
---|---|---|---|
Rosario Robles Berlanga | Marzo 2002-agosto 2003 | Secretaria de Movimientos Sociales del CEN, 1993-1994. Diputada federal, 1994-1997. Secretaria de Organización del CEN, 1996-1999. Secretaria de Gobierno del Distrito Federal, 1997-1999, Jefa del Gobierno del Distrito Federal, 1999-2000. Secretaria de Desarrollo Social, 2012-2015. Secretaria de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano, 2015. | Liderazgo administrativo-fuerte |
Experiencia política-tradicional | |||
Leonel Godoy | Agosto 2003- abril 2005 | Subprocurador de justicia de Michoacán, 1983-1985. Secretario de Gobierno de Michoacán, 1985-1986. Subsecretario de Gobierno del Distrito Federal, 1997-1999. Secretario de Gobierno Distrito Federal, 1999-2000. Secretario de Seguridad Pública del Distrito Federal, 2000-2002. Secretario de Gobierno de Michoacán, 2002-2004. Senador, 2006-2007; 2012-2018 Gobernador del estado de Michoacán, 2008-2012. | Liderazgo administrativo-fuerte |
Experiencia política-tradicional | |||
Leonel Cota Montaño | abril 2005- mayo 2008 | Oficial mayor del gobierno de Baja California Sur, 1993. Diputado federal, 1994-1996. Presidente municipal de La Paz, 1996-1998. Gobernador de Baja California Sur, 1999-2005. Candidato al ayuntamiento de Los Cabos, 2010. Candidato a senador, 2012. | Liderazgo Administrativo-fuerte |
Experiencia política-tradicional | |||
Guadalupe Acosta Naranjo | 3 mayo 2008 al 30 noviembre 2008 | Diputado local en Nayarit: 1990-1993, 1996-1999 Diversos cargos en el partido. Diputado federal, 2015-2018. | Liderazgo administrativo-débil |
Experiencia política-intermedia | |||
Jesús Ortega | 30 noviembre 2008-20 marzo 2011 | Diputado federal, 1979-1982, 1988-1991, 1994-1997. Senador, 2000-2006. Diversos cargos en el partido. | Liderazgo administrativo-débil |
Experiencia política-intermedia | |||
Jesús Zambrano | 8 diciembre 2011-5 octubre 2014 | Diputado federal, 1994-1997; 2015-2018. Candidato a gobernador de Sonora (quedó en tercer lugar en 1997 y se postuló otra vez en 2003). Procurador social del Distrito Federal en 1997. Delegado en Gustavo A. Madero, 1998-1999. | Liderazgo administrativo-intermedio |
Experiencia política-intermedia | |||
Carlos Navarrete Ruiz | 5 octubre 2014-5 noviembre 2015 | Diputado local, 1982-1985. Diputados federales, 1988-1991. Senador, 2006-2012. Secretario de Trabajo y Fomento al Empleo del Gobierno del Distrito Federal. | Liderazgo administrativo-intermedio |
Experiencia política-tradicional | |||
Agustín Basave Benítez | 7 noviembre 2015-julio 2016 | Diputado federal, 1991-1994. Cargos en el PRI: Fundación Colosio. Embajador de México en Irlanda, 2001-2004. Renunció al PRI en 2002. | Liderazgo administrativo-débil |
Experiencia política-intermedia | |||
Alejandra Barrales | Julio 2016 a la fecha | Diputada federal, 2000-2003. Cargos en el gobierno de Michoacán, 2002-2006. Secretaria de Turismo del Distrito Federal, 2006-2008. Presidenta del PRD en el Distrito Federal, 2008. Diputada local, L Legislatura, ALDF, 2009-2012. Senadora, LXII Legislatura, 2012-2015. Secretaria de Educación del Gobierno del Distrito Federal, 2015-2016. | Liderazgo administrativo-intermedia |
Experiencia política-tradicional |
Fuente: Elaboración propia con base en información de Red Política, El Universal.com.
Durante el periodo 2000-2006, el PRD experimentó un proceso de relevo del liderazgo carismático de situación. Se cerraba el ciclo de carisma de Cárdenas y emergía el de López Obrador desde su posición de jefe de gobierno, lo cual le permitió alcanzar la nominación presidencial de 2006. No obstante, para llegar a ello, el perredismo vivió diversas turbulencias endógenas (2002) y exógenas (2004-2005); en el primer caso, la pugna por la dirigencia nacional de 2002 entre Rosario Robles (apoyada por Cuauhtémoc Cárdenas) y Jesús Ortega. Definida la elección en favor de Rosario Robles, dada su popularidad, el partido se enfiló a la elección intermedia, luego de la cual presentaría su renuncia, a causa de que no obtuvo el porcentaje prometido (20 por ciento). El interinato de Leonel Godoy se desarrollaría en calma hasta marzo de 2004, cuando unos “videosescándalos” sacudieron al PRD. A partir de entonces, la figura de López Obrador emergió como la salvadora, ante una situación de estrés en el interior del perredismo provocada por factores externos. El proceso de desafuero no fue sino la punta de lanza que lo promovió para la elección de 2006 (Espejel, 2015).
En este contexto, el dirigente era Leonel Cota Montaño, un aliado estratégico. Expriista, había sido diputado federal (1994-1996), presidente municipal de La Paz (1996-1998) y gobernador de Baja California (1999-2005). Su experiencia se clasifica como política-tradicional. Entre los principales logros está el segundo lugar en la elección de 2006, así como la estabilidad electoral en dicha elección.
Al término de su dirigencia, se nombró como presidente interino a Guadalupe Acosta Naranjo, dos veces diputado local, miembro de la corriente perredista Nueva Izquierda (NI). El nuevo dirigente asumió un liderazgo administrativo-débil. Resuelta la impugnación del proceso entre Jesús Ortega y Alejandro Encinas, el primero accedió a la dirigencia del CEN, lo cual limitó el margen de maniobra de López Obrador, mientras la NI se consolidaba (Sánchez Gudiño, 2012, p. 115). La trayectoria de Ortega es política-intermedia: tres veces diputado federal senador (2000-2006). Su liderazgo administrativo-débil comenzó con una disminución de diputados en 2009; solo logró 63, en comparación con los 127 en la Legislatura anterior.
Durante la dirigencia de Ortega, en 2009 se renovaron cinco gubernaturas, pero perdió en todas.7El año 2010 no fue muy distinto: de seis, perdió en cinco.8 Solo ganó en Oaxaca, aliado al PAN. Un año después, perdió en ocho y ganó únicamente en Guerrero.9
El CEN experimentó momentos álgidos con el enfrentamiento de NI con López Obrador por temas como el apoyo al PT y la posible alianza PRD/PAN en el Estado de México. Después de 2011, López Obrador asumiría una postura de menor afrontamiento, ya que construía su segunda nominación presidencial.
Para la renovación de la dirigencia en 2011 se presentaron Jesús Zambrano (de Nueva Izquierda) y Dolores Padierna (de Izquierda Democrática Nacional). El primero fue electo y la segunda obtuvo la Secretaría General. Zambrano fue diputado federal, candidato a gobernador de Sonora y delegado en Gustavo A. Madero. Su experiencia es política-intermedia, al igual que la de Ortega.
A Zambrano le tocó mediar la selección de candidato presidencial en 2012. Los contendientes: el jefe del Gobierno del Distrito Federal, Marcelo Ebrard Casaubón, y López Obrador. Se decidió el método de la encuesta para saber quién estaba mejor posicionado, y “López Obrador ganó dos de las cinco encuestas” (Espinoza y Navarrete, 2013, p. 27). Zambrano logró que Cárdenas apoyara la candidatura de López Obrador, a lo cual se sumó Ebrard. A pesar de esa recomposición, perdió la elección. El saldo electoral de Zambrano en 2012 mostró una recuperación. En la Cámara de Diputados aumentó a 104 escaños y en el Senado a 22 curules,10 y un segundo lugar en los votos presidenciales.
Para relevar a Jesús Zambrano se aprobaron modificaciones de los estatutos, porque se mencionaba que Cárdenas aceptaría dirigir el partido, aunque no ocurrió. Se materializó una alianza entre Nueva Izquierda y Alternativa Democrática Nacional, en la cual Carlos Navarrete y Héctor Bautista vencieron en conjunto a René Bejarano y Dolores Padierna, de la corriente Izquierda Democrática Nacional (García, 4 de marzo de 2014).
La experiencia de Carlos Navarrete se cataloga como política-intermedia, con cargos de elección popular locales y federales, así como en el Gobierno del Distrito Federal. Miembro de NI, fue coordinador de los senadores en el periodo 2006-2012. A Navarrete le tocó la renuncia de Cárdenas al PRD, por la “falta de congruencia y la falta de autocrítica del partido” (García, 26 de noviembre de 2014). Los resultados de las elecciones intermedias de 2015 fueron desfavorables: de los nueve procesos para renovar gubernaturas, solo ganó en Michoacán; en la Cámara baja alcanzó 60 escaños; en los estados en disputa “consiguió 94 diputaciones locales; de las 907 alcaldías, ganó en 138” (Integralia, 2015, p. 1). Después de esos resultados negativos, Carlos Navarrete renunció.
En este escenario, las fracciones abrieron paso para que un externo llegara a la dirigencia. Agustín Basave, expriista y académico, accedió al cargo. El proceso no estuvo exento de críticas como las hechas por Armando Ríos Piter; sin embargo, Basave fue electo presidente nacional. Heredó “cuatro gubernaturas, 22 senadores, 60 diputados federales, 242 Ayuntamientos y 139 diputados locales” (Integralia, 2015, p. 1).
Agustín Basave estuvo al frente de la dirección nacional del 7 de noviembre de 2015 al 2 de julio de 2016. Los resultados de las elecciones de junio de 2016 no fueron los esperados, y renunció a la dirigencia. El PRD no ganó ninguna elección para gobernador al competir solo. El partido se alió con el PAN en Veracruz, Quintana Roo y Durango, en donde ganaron la gubernatura. La caída en votos del PRD también se explica por la incursión de Morena en la competencia. En algunos estados, la votación del partido de López Obrador fue mayor a la del PRD (Sinaloa, Puebla, Oaxaca, Tamaulipas y Zacatecas). Ante la renuncia de Basave, llegó a la dirección nacional Alejandra Barrales, quien se cataloga con un liderazgo administrativo-intermedio, pero con experiencia política-tradicional, ya que ejerció tres cargos del ciclo político: diputada local, federal y senadora.
La conformación del CEN en el PRD
La integración de las secretarías responde a diversos acomodos políticos de los miembros, ya que estos pertenecen a alguna fracción interna. El caso del PRD es distinto a las rutinas de mayor institucionalización del PRI y del PAN, producto de su origen diverso. Dicho de otra forma, la institucionalización informal del PRD está mediada por los grupos como principales canales de reclutamiento, sobre todo desde 2002. Los primeros tres presidentes nacionales del PRD fueron figuras emblemáticas: sus líderes fundacionales, Cuauhtémoc Cárdenas (1989-1993), Porfirio Muñoz Ledo (1993-1996) y Andrés Manuel López Obrador (1996-1999), cada uno con sus respectivos allegados en el CEN.
En torno a Rosario Robles, el CEN se conformó por 19 cargos; de estos, tres contaban con experiencia política-tradicional (uno con experiencia en la jefatura de gobierno y dos con trayectoria de diputados federales, locales y un cargo en el ámbito municipal). Prevaleció la experiencia política-intermedia (12 cargos); todos con experiencia legislativa. Otros tres desempeñaron cargos gubernamentales y uno independiente (véase el anexo 14).
Ante la renuncia de Rosario Robles a la dirigencia, Leonel Godoy accedió a la presidencia del partido. Prácticamente todos los cargos se mantuvieron durante 2003-2004 y se clasifican como movilidad horizontal-retención. Para el periodo 2004-2005, se realizaron cambios y quedaron como sigue: siete se mantuvieron por rotación, pero cambiaron de secretaría, y once se renovaron (véase el anexo 15). Cuatro contaban con experiencia política-tradicional (dos de ellos exgobernadores); ocho, con experiencia intermedia (legislativa), y cinco, con experiencia gubernamental (intrapartidaria) (véase el anexo 16).
En el CEN de Leonel Cota Montaño, de los 19 cargos, solo cuatro fueron por retención; los restantes 15 fueron por renovación. Dos contaban con experiencia política-tradicional (un exgobernador y uno con trayectoria de diputado local, federal, senador y presidente municipal). Otros doce se clasifican como política-intermedia; todos con experiencia legislativa. En contraste, la experiencia gubernamental contó con cinco miembros (véase el anexo 17).
A la llegada de Jesús Ortega como dirigente, cuatro miembros siguieron en el CEN, los trece restantes miembros fueron integrados por renovación. Destaca la ausencia de funcionarios con experiencia política-tradicional; prevalece, en diez miembros, la experiencia política-intermedia, todos ellos con experiencia legislativa. En contraste, siete contaban con experiencia gubernamental, con preeminencia en la estructura del partido (véase el anexo 18).
Para relevar a Ortega llegó Jesús Zambrano, de la misma fracción (NI). En este CEN se mantuvieron tres integrantes por rotación. Los 14 cargos que completaron la dirigencia llegaron por renovación. Solo uno tenía experiencia política-tradicional (con trayectoria de jefa delegacional, diputada federal y senadora). Al igual que en el anterior, la preeminencia se cargó con once personas con experiencia política-intermedia, todas ellas con experiencia legislativa. Otros cinco se ubican con experiencia gubernamental, en específico en el PRD (véase el anexo 19).
Carlos Navarrete entró al relevo, y el CEN se renovó por completo. Se analizaron 21 cargos: tres con experiencia política tradicional (con más de tres cargos); diez con política intermedia (todos con experiencia legislativa); dos gubernamentales (diputados suplentes) y cinco en la estructura del partido (véase el anexo 20).
Para el inicio del CEN de Agustín Basave, seis miembros de 20 siguieron mediante retención, mientras 14 quedaron excluidos. Su comité se integró por 25; de estos, 19 accedieron por renovación. Solo uno contaba con experiencia política tradicional, trece de política intermedia (experiencia legislativa), tres de gubernamental y ocho con experiencia en la estructura del partido (véase el anexo 21).
Ante la renuncia de Agustín Basave, accedió al cargo Alejandra Barrales. En la conformación de su dirigencia, 24 de los 25 titulares se mantuvieron en el cargo. Ese acomodo se explica por retención. El único cambió fue la llegada de Barrales (véase el anexo 22).
CONCLUSIONES
El estudio de las dirigencias es de importancia, debido a las prerrogativas, el estatus y el poder que ello supone en el interior y el exterior de cada uno de los partidos políticos. El presente trabajo se centró en el estudio del tipo de liderazgo administrativo (fuerte, intermedio o débil) que conduce el CEN, así como la movilidad y la clasificación del tipo de experiencia política (tradicional, intermedia, gubernamental, independiente) que prevalece en quienes ocupan las secretarías de las dirigencias nacionales.
En ese sentido, los tres partidos estudiados integran por lo menos dos tipos de experiencia policy seekers (experiencia política) y office seekers (experiencia gubernamental). Estas categorías son parte de la novedad en cuanto a los términos analíticos, que corren en pistas paralelas, ya sea que se combinen con un liderazgo carismático originario, como el del PRD, o sin el elemento del carisma, como en el PRI y el PAN.
En el periodo de estudio, nueve de diez dirigentes del PRI tuvieron experiencia política-tradicional y uno gubernamental. De esos diez, siete fueron gobernadores. Respecto del liderazgo, ocho corresponden al tipo fuerte, uno al intermedio y uno al débil. Para clasificar la movilidad, se analizaron 95 miembros en diferentes CEN: 44 por renovación, 18 se mantuvieron por retención y 32 corresponden a la categoría exclusión. En los estudios de la élite, ordenar los tipos de movilidad de acuerdo con estas categorías también representa un aporte, pues se combina la trayectoria y la ubicación en la estructura del partido.
En el PAN, de los últimos seis dirigentes nacionales, ninguno fue gobernador. En la experiencia política, uno se clasifica como tradicional y cinco como intermedios. Respecto del liderazgo, tres son fuertes, uno es intermedio y dos son débiles. De los 65 miembros analizados, 49 accedieron por renovación, y se observa un bajo porcentaje de retención -solo dos-, mientras 14 por exclusión.
En el PRD se muestran dos etapas. De 2002 a 2008, es evidente la influencia de exgobernadores: Rosario Robles, Leonel Godoy y Leonel Cota; otros dos dirigentes de experiencia política-tradicional, Carlos Navarrete y Alejandra Barrales. Los otros cuatro responden el tipo de experiencia política-intermedia, Guadalupe Acosta, Jesús Ortega, Jesús Zambrano y Agustín Basave. El liderazgo de tres fue administrativo-fuerte; otros tres, intermedio, y los tres restantes, débil. De los 190 miembros analizados, 72 fueron renovación, 66 lograron pasar de un CEN a otro por medio de retención, y 52 fueron excluidos.
El partido con más retención fue el PRD, con 35 por ciento; seguido por el PAN, con 19 por ciento, y con un indicador muy bajo, el PAN, con tres por ciento. En la renovación, el PAN resultó el que más integrantes cambió entre cada dirigencia, con 75 por ciento; le siguió el PRI, con 46 por ciento, y el PRD, con 38 por ciento. Finalmente, la proporción de exclusión del PRI fue de 34 por ciento; del PRD, 27 por ciento, y del PAN fue de 22 por ciento.
De los 350 miembros, el PRI contó con mayor cantidad de gobernadores en el CEN, 15 por ciento; el PAN contó con cuatro por ciento y el PRD con tres por ciento, lo cual es distintivo de la élite del PRI con respecto del PRD y del PAN. Ello le da un soporte empírico al supuesto inicial de este trabajo. El cargo que más se repite en los tres partidos es el de diputado federal: el PAN reunió 52 por ciento, el PRD 46 por ciento y el PRI 40 por ciento. Estos datos son un indicador muy interesante, ya que los tres se nutren en mayor medida de este tipo de experiencia política (para un comparativo entre los tres partidos, véase el anexo 23).
La proporción entre quienes han sido senadores y diputados locales es muy similar en el PRI y el PAN: 17 por ciento, en promedio. En el PRD, la experiencia como diputado local es de 27 por ciento, la más alta de los tres. Los cargos que menos destacan en los 350 casos es el de presidente municipal, regidor o síndico. La suma de estos fue 13 por ciento para el PRI, ocho por ciento para el PAN y nueve por ciento para el PRD.
Entre los 350 miembros, algunos ocuparon dos o más veces una diputación federal: en el PRI 25, en el PAN 16 y en el PRD 14. Dos veces diputado local: cero casos en el PRI y en el PAN, mientras en el PRD destacan ocho miembros. En el PRI y el PRD, un miembro fue dos veces senador. En el PRI, un miembro fue dos veces presidente municipal.
Respecto de las rutinas organizativas, en el PRI terminó el predominio de los exgobernadores con la llegada de Enrique Ochoa Reza, quien, además, cambió la preeminencia de los miembros con experiencia gubernamental. En el PAN, hasta César Nava existía una combinación de experiencia política-tradicional e intermedia; con Gustavo Madero y Ricardo Anaya prevaleció la intermedia.
En el PRD, en dos ocasiones vemos la presencia de exgobernadores, desde Amalia García, Rosario Robles, Leonel Godoy y Leonel Cota hasta 2008, año en el que se hizo más visible la hegemonía de la Nueva Izquierda. Desde Ortega hasta Barrales resalta la experiencia política-intermedia. Este partido presentó momentos de crisis: la salida de López Obrador -quien fundó Morena-, la renuncia de Cuauhtémoc Cárdenas y la novedad de un dirigente nacional externo, la de Agustín Basave (Milenio, 12 de enero de 2016).
Visto lo anterior, queda claro que los partidos detentan distintos tipos de liderazgo, dependiendo, por un lado, del arraigo electoral como un requisito esencial para un liderazgo administrativo-fuerte, y, por otro lado, del control de los grupos que lo integran. Sin este último, el tipo de liderazgo no superará la cualidad intermedia o la débil. A pesar de las diferencias fundacionales, de institucionalización y del peso electoral entre los casos de estudio, la clasificación propuesta hace posible la comparación entre ellos en aspectos comunes mediante las variables y categorías, que se traducen en porcentajes.11
Finalmente, cabe señalar que investigaciones como esta son de interés y necesarias porque la mayoría de los estudios acerca de los partidos políticos versa sobre el impacto electoral, incluso sobre el papel de sus dirigentes. En cambio, nuestra propuesta agrupa varias dimensiones: 1) Para la parte ejecutiva, el tipo de liderazgo carismático, que puede ser dominante, moderado o integrador; administrativo, clasificado en fuerte, intermedio o débil. 2) En la parte operativa, según los per-files de los miembros: política, gubernamental, independiente. 3) En cuanto a la movilidad: renovación, retención y exclusión. Esta combinación resulta pertinente para dar continuidad al análisis de estos tres partidos en las esferas estatal y local.