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Economía UNAM

versión impresa ISSN 1665-952X

Economía UNAM vol.5 no.15 Ciudad de México sep./dic. 2008

 

Artículos

 

Petróleo y crecimiento económico en México 1938-2006

 

Oil and Economic Growth in Mexico 1938-2006

 

Francisco Colmenares

 

Profesor de la División de Estudios Profesionales de la Facultad de Economía, Universidad Nacional Autónoma de México. <fcolmenaresc@live.com.mx>.

 

Resumen

El autor analiza el impacto distinto de la explotación petrolera en la economía mexicana y como soporte de las políticas establecidas en el período 1938-2006. Pone de relieve la significación económica del petróleo y su contribución a las finanzas públicas vía impuestos y divisas. Incorpora en el examen la evolución de los precios del petróleo y de los volúmenes exportados que inciden de manera importante en las aportaciones petroleras. El análisis concluye alertando sobre los riesgos y límites de la dependencia de la renta petrolera.

 

Abstract

The author analyzes the different impact of oil exploitation in the Mexican economy and to support the policies set in the period 1938-2006. Highlights the economic significance of oil and its contribution to public finances through taxes and foreign exchange. Incorporates into consideration the evolution of oil prices and export volumes that impact significantly on input oil. The analysis concludes warning about the risks and limits dependence on oil revenues.

JEL classification: L11, G34, G38

 

Introducción

A setenta años de que fue expropiada la industria petrolera en México- cuyo control estaba en poder de compañías inglesas y estadounidenses y de más de 100 años de explotación comercial en México- el petróleo continúa siendo una mercancía estratégica en nuestro crecimiento económico y en la relación comercial, financiera y de seguridad nacional; con nuestros vecinos, en particular con Estados Unidos. Esta importancia fue reposicionada por el alza espectacular de los precios internacionales del petróleo en la década de los setenta en el siglo XX.

En 1973, cuando la economía mexicana mostraba marcados signos de encaminarse hacia una aguda crisis, -después de un largo período de crecimiento con baja inflación-, conocido como el período del "Desarrollo estabilizador", los precios del petróleo registraron un inusitado aumento como consecuencia del embargo petrolero por parte de los países árabes ante las acciones del ejército israelí en la guerra del Yom Kippur contra el ejército egipcio. Aunque la crisis de la economía mexicana finalmente estalló en 1976 con la salida de miles de millones de dólares del país y una devaluación de la moneda superior a 80%, la captura de la renta petrolera externa contribuyó a recuperar el crecimiento y a imaginar en el acceso a la abundancia.

En efecto, el cuantioso excedente petrolero para México, derivado de precios internacionales del petróleo de 12.80 dólares nominales al final de la administración gubernamental de Luis Echeverría en 1976, es decir, más de cuatro veces superiores a tres años antes y una producción petrolera de 803 mil barriles de crudo por día, indujo al nuevo presidente de México, José López Portillo, a invitar a los mexicanos a prepararse para "administrar la abundancia".

En 1980, cuando el precio del petróleo llegó a un máximo de 37 dólares, la euforia había invadido de frivolidad decisiones gubernamentales de política económica, descartándose medidas de prevención para cambios súbitos en esa escalada de los precios del petróleo cuyo detonante había sido la guerra árabe-israelí pero el origen era la reestructuración que se llevaba a cabo en la industria petrolera internacional ante la crisis que observaban las principales economías industrializadas desde principios de los años setenta a consecuencia de su profunda recesión y por la caída en su consumo energético. Precisamente, en 1982 inicia la fase decreciente del ciclo que había iniciado en 1973 con una larga y drástica declinación que se extiende, con altibajos, durante16 años, llegando a ubicarse el crudo mexicano en 10 dólares en 1998, casi una tercera parte del nivel más alto al que había llegado en 1981.

La siguiente fase de alzas dio inicio en 1999 y, con excepción de 2001, se ha mantenido hasta julio de 2008, ubicándose el precio promedio del barril del crudo mexicano por arriba de los 120 dólares, es decir, 12 veces más alto que el precio nominal de una década anterior, lo que implica un precio real superior a 50% al de 1980.

En las últimas tres décadas México logró captar una renta extraordinaria con las exportaciones de crudo, aun con los altibajos y la declinación a precios nominales y reales, sin embargo, mostró un desempeño económico distinto al de 1938-1970. Paradójicamente, los últimos 30 años han coincidido con un largo período de limitado e inestable crecimiento económico.

¿Qué hicimos para que lo que debía de haber constituido realmente un obsequio de la naturaleza, no se haya utilizado como una palanca para recuperar el crecimiento económico y para que los altibajos en sus precios provoquen graves desequilibrios y amenazas?

 

1. Significación económica del petróleo de 1938 a 1976

México reemprendió hasta 1934 un crecimiento más sostenido de su economía, al recuperar el nivel alcanzado en 1921. Las dificultades para consolidar ese crecimiento se reflejaba en la desconfianza para invertir, en la aguda lucha entre los diversos grupos que buscaban ejercer la hegemonía política del país y que se traducía hasta en la liquidación física de sus caudillos.

La decisión de la expropiación del petróleo en 1938 por el gobierno de Lázaro Cárdenas, aprovechando la rebeldía e insolencia de las compañías petrolera extranjeras para cumplir con las leyes mexicanas y retar a su gobierno, fue concebida como una medida de soberanía que apuntaló el crecimiento económico y el desarrollo del país, pues el Estado pasó a controlar una industria cada vez más importante en la oferta energética y, por lo mismo, en la economía del país pues en esos años era relevante su aportación a las finanzas públicas. Aun cuando la colocación externa del petróleo mexicano atravesaba por una importante declinación por la abundancia de petróleo en Estados Unidos que producía 60% de la producción mundial y por la mayor extracción de crudo que estaban realizando las compañías Royal Dutch (Shell) y Standard Oil New Jersey en los ricos campos petroleros venezolanos.

Precisamente, a consecuencia de la caída de los ingresos por ventas externas desde principios de la década de los cuarenta y que se acentuó en los años posteriores a la segunda guerra mundial, México enfrentaba una severa contracción de sus ingresos petroleros. En efecto, mientras en 1939 las ventas al exterior representaban 49% de los ingresos de las ventas totales de Petróleos Mexicanos, en 1945 apenas ascendían a 24 por ciento.

Gráfica 1

La abundante disponibilidad mundial de petróleo por la incorporación de la producción petrolera en los países árabes y sus bajos costos de producción, y las ventajosas condiciones de producción de Estados Unidos y Venezuela en el continente americano, fueron una barrera para que México comercializara mayores volúmenes de su petróleo en los mercados externos, así como el nivel de sus costos de producción en algunas de sus principales áreas petroleras localizadas en regiones de Tamaulipas y Veracruz.1

Sin embargo, la producción nacional de crudo y gas empezó a registrar un ritmo acelerado de crecimiento a partir de 1946, como consecuencia del crecimiento que mantenía la economía del país. Es posible afirmar que hasta 1970, es decir, al final del período conocido como "Desarrollo estabilizador", la demanda del mercado interno fue el motor del crecimiento de la producción petrolera mexicana, ya que desde el año de la expropiación hasta este último año mencionado la economía creció a 6.2% promedio anual, la producción de crudo lo hizo a 4.5% y la producción de gas a 11 por ciento.

La combinación de la caída de las exportaciones petroleras mexicanas y el aumento del subsidio gubernamental a las ventas internas, como parte de la estrategia para impulsar la industrialización del país y transferir recursos para impulsar un mayor proceso de acumulación de capital, provocó una declinación en la participación de los impuestos petroleros en los ingresos ordinarios gubernamentales y en el producto interno bruto (PIB). En efecto, mientras en 1940 los impuestos petroleros representaban 15% de los ingresos ordinarios del gobierno federal y 1 % del PIB, para 1970 representaban 3 y 0.4%, respectivamente.

Gráfica 2

La política de precios energéticos subsidiados fue uno de los instrumentos de apoyo gubernamental para impulsar la política de sustitución de importaciones y la industrialización del país. Esa política, así como el acelerado ritmo de crecimiento del gasto público, por arriba de la captación tributaria, incidiría más tarde en la pérdida de solvencia gubernamental al tener que recurrir cada vez más al endeudamiento para enfrentar el creciente déficit de sus cuentas financieras. En 1973, por ejemplo, cuando inicia el internamiento a la crisis que estallaría tres años después, los impuestos petroleros representaban 2.2% de los ingresos ordinarios del gobierno federal y 0.3% del PIB, respectivamente.

Gráfica 3

La estrategia gubernamental para favorecer el crecimiento del mercado interno y la industrialización del país recurrió a una política que sacrificó el incremento de sus ingresos mediante la contención, entre otros bienes y servicios públicos, de los precios reales de los hidrocarburos. La renta petrolera se canalizó hacia los consumidores en el país mediante el subsidio en el precio interno de los energéticos, asumiéndose como la mejor opción para su redistribución. Desde luego, la renta petrolera no fue el único factor que apoyó el crecimiento y el desarrollo económico del país hasta el final del "Desarrollo estabilizador" pero fue una pieza clave para fortalecer la demanda del mercado interno.

 

2. Significación económica y destino de la renta petrolera de 1977 a 2000

En 1977, bajo el impacto de la crisis del año anterior y la caída de la inversión privada y pública, la economía registró un crecimiento de 3.4%. Aunque este nivel se ubicó como el más bajo de la década de los setenta y el menor desde 1959, el alto ritmo de la inversión petrolera fue la palanca que reimpulsó el gasto público, a su vez, alta y peligrosamente dependiente de los créditos del exterior.

Gráfica 4

El soporte de la expansión de las exportaciones petroleras mexicanas se localizaba en Tabasco. La acelerada explotación de los yacimientos de Comalcalco determinaba que ese distrito produjera 70% de la producción nacional de crudo en 1977 y 42% de gas que ascendía a 358 millones de barriles de crudo y a 21149 millones de metros cúbicos de gas natural, respectivamente.2 Por tanto, los ingresos por las ventas externas duplicaron en un año su participación en las ventas totales de la industria petrolera al representar 31 por ciento.

El aumento del volumen de las exportaciones y el alto nivel al que había llegado el precio del crudo de exportación mexicano al ubicarse en 31.19 dólares y 33.20 dólares en 1980 y 1981, respectivamente, determinaron que el valor de las ventas externas continuara aumentando extraordinariamente su importancia al representar 72% de las ventas totales en 1980, 76% en 1981 y 82% en 1982. En esos mismos años, los impuestos petroleros, representaron 25%, 26% y 44% de los ingresos ordinarios del gobierno federal. En relación al PIB los impuestos mostraban un marcado impacto al representar 3.7% entre 1980 y 1981, 6.5% en 1982 y 8% en 1983.

Gráfica 5

Este fenómeno, calificado como "petrolización" de las finanzas públicas colocaba al gobierno y al país frente al riesgo de descalabros peligrosos cuando se modificara la tendencia de los precios internacionales del petróleo. La reestructuración del mercado y de la industria petrolera internacional provocó un cambio en la curva de precios. Las férreas medidas de ajuste en el consumo de energía en los países industrializados, el fuerte aumento de los impuestos al consumo de energía, la mayor producción petrolera en países no incorporados en la OPEP, el mayor consumo de la energía nuclear y del carbón, así como la presión que se ejerció sobre los productores de petróleo para que aumentaran su producción y sus exportaciones, incidieron para que se registrara un drástico desplome de los precios partir de 1982 que impactó inmediatamente los precios del crudo de exportación mexicano.

En 1982 el precio promedio del crudo de exportación de México descendía a 28.69 dólares, nivel que significaba una disminución de 14% respecto al año anterior. En los tres años siguientes continuó declinando el crudo mexicano en forma importante pues en 1985 su precio se situaba en 25.33 dólares por barril. Al año siguiente, en 1986, el precio promedio del crudo mexicano se desplomaba a 11.86 dólares por barril. El impacto sobre las finanzas públicas y la economía nacional fue impresionante ya que entre 1982 y 1984 la mayor exportación de crudo todavía había permitido mantener el valor de las exportaciones petroleras en un monto superior a los 15 mil millones de dólares y en 13 595 millones de dólares en 1985, pero en 1986 el desplome de la cotización reducía a 5 460 millones de dólares el valor de las exportaciones petroleras, es decir, a la tercera parte del de dos años antes.

La dependencia de la renta petrolera tanto en las finanzas públicas como en el desempeño de la economía era visible. Después de haber mantenido un crecimiento promedio superior a 9% entre 1980 y 1981, la economía registró un decrecimiento de 0.6% en 1982 y de 4.2% en 1983. Estos resultados de la economía mexicana, cuando empezaba un viraje de largo plazo de la renta petrolera en los mercados internacionales, exhibían la desmedida confianza y dependencia que se había depositado en dichos ingresos, la falta de una estrategia que aprovechara productivamente lo que continuaba representando un excedente por el menor costo de producción del crudo en los pozos mexicanos y el impacto de las medidas de liberalización de la economía y de contracción de la participación del Estado en el proceso económico.

La magnitud del desplome del crudo de exportación en 1986 redujo en ese año la participación de los impuestos petroleros a 37% del total de los ingresos ordinarios del gobierno federal. Dicha captación hubiese sido inferior si el gobierno no hubiera aplicado incrementos extraordinarios al impuesto sobre los petrolíferos comercializados en el mercado interno para recuperar la caída de la renta petrolera externa. No obstante este mecanismo, la severa caída del valor de las exportaciones petroleras que se mantuvieron en promedio en 6 800 millones de dólares entre 1987 y 1995, se tradujo en una declinación de la participación de los impuestos petroleros en los ingresos ordinarios del gobierno federal, al significar una cuarta parte durante la primera mitad de los noventa.

Todavía en 1998 se registró una caída adicional del precio promedio del crudo mexicano de exportación al ubicarse en 10.18 dólares, lo cual situó a las ventas externas en 28% de los ingresos de las ventas totales, es decir, la tercera parte de lo que llegaron a representar 16 años atrás, lo cual determinó que los impuestos petroleros representaran en 1998 y 1999 el 31% de los ingresos ordinarios del gobierno federal, nivel inferior respecto a la recuperación registrada en los dos años anteriores. La impresionante caída que registraban los precios internacionales del petróleo en 1998 colocó al precio real apenas 8% por encima de los precios de 1973 y, prácticamente, al mismo nivel de 1948, es decir, de medio siglo atrás.

En respuesta a esta crisis petrolera los gobiernos de Miguel de la Madrid y Carlos Salinas emprendieron medidas de "cambio estructural" que se tradujeron en una caída de la participación del gasto público en el PIB al pasar de 28% en 1981 a 18% en 1994, y 16% en el año 2000. Por su parte, la inversión pública que representaba 12% del pib en 1981 se reducía a 3% en el 2000.

Gráfica 6

En la composición del gasto público el gasto corriente fue aumentando sensiblemente su participación al pasar de 47% en 1980 y 43% en 1990 a 57% en el 2000, mientras la inversión, en los mismos años, pasaba de 33% a 13% y a 11%, respectivamente. Asimismo, el costo financiero de la deuda pública continuaba siendo una fuerte sangría del gasto público, en particular a finales de la década de los ochenta y en 1995, cuando llegó a representar alrededor de 30% del gasto público total.

Los indicadores mostraban un sector público y una economía mexicana más vulnerable frente a los cambios externos, en una condición que no correspondía a la que se presumía oficialmente.3

 

3. Significación económica y destino de la renta petrolera de 2000 a 2006

El incremento constante de los precios de los petrolíferos en el mercado interno desde principios del 2000 y la recuperación sostenida de los precios en el mercado internacional a partir de 2002, incidieron en una recuperación muy importante de los ingresos petroleros y, por tanto, de los impuestos correspondientes. El precio del petróleo mexicano aumentó de 18.61 dólares en 2001 a 53.04 dólares en 2006, lo que lo ubicó el precio real cercano al nivel de 1982. El costo promedio de producción del crudo mexicano ascendía a 2.97 dólares en 2000 y a 4.13 dólares en 2006, no obstante la renta petrolera externa que era 6.3 veces superior respecto a los costos de producción aumentó ea 12.8 veces, es decir, prácticamente se había duplicado en 6 años.

Durante el gobierno de Vicente Fox los impuestos petroleros representaron 36.5% del total de los ingresos ordinarios gubernamentales. Sin embargo, pese a registrar un crecimiento extraordinario no se destinaron a impulsar un mayor crecimiento de la inversión pública, cuya importancia había disminuido a 13% en el gasto público, nivel que se había estabilizado desde 1999 y que significaba una pérdida relativa de 60% respecto a la importancia que había alcanzado en 1980.

Gráfica 7

Por el contrario, como se aprecia en la gráfica anterior, el gasto corriente continuó incrementando su participación relativa en el gasto público al representar en promedio 60% entre 2001 y 2006, porcentaje superior a los períodos gubernamentales anteriores. También, el costo financiero del sector público continuó siendo un elemento que gravitaba de manera importante en el gasto público ya que aunque disminuyó en su importancia respecto a los años ochenta, representó alrededor de 12% del gasto público entre 2001 y 2006, equivalente a 90% de los recursos destinados a la inversión pública.

El otro renglón que comenzó a adquirir una mayor participación fue el relativo a las "Participaciones a las entidades federativas y municipios" ya que mientras en 1980 representaban 7% del gasto público, en 2006 había duplicado su participación a 15 por ciento.4

Esta estructura del gasto público revelaba una de las principales causas que habían provocado el haber perdido la oportunidad que representó la captura de un monto extraordinario de la renta petrolera. En ninguna otra etapa de la historia de México se había conocido que un solo producto hubiese generado alrededor de 500 mil millones de dólares en sólo 30 años, es decir, entre 1977 y 2006. Y de los cuales 48% se captó durante el gobierno de Vicente Fox.

Gráfica 8

Sin duda, no se puede soslayar la impresionante transformación económica que ha registrado México en el último cuarto de siglo. Por ejemplo, entre 1994 y 2006 el valor del comercio exterior aumentó de 140 mil millones de dólares, entre sus exportaciones e importaciones, a 506 mil millones de dólares. Durante ese período la industria maquiladora, el petróleo y las remesas contribuyeron con más de 80% de los ingresos y salidas de divisas, lo que llevó a ubicar a la economía de México entre las más grandes del mundo.

Gráfica 9

Sin embargo, también, México se colocó entre los países con mayor desigualdad y como uno de los de mayor pobreza ya que por el lado del empleo y de los salarios se redujo el trabajo permanente y el poder adquisitivo de los asalariados, principalmente de aquellos sectores dependientes de un salario mínimo.5

Gráfica 10

La estrategia gubernamental de abrir el mercado nacional como mecanismo para eliminar las barreras que generaban la "ineficiencia" del aparato productivo nacional y elevar la productividad y la competitividad con el exterior, aplicada desde Miguel de la Madrid, no permitió capitalizar la oportunidad que se le presentó a nuestro país con la extraordinaria renta petrolera. La renta petrolera que debía haberse blindado para apoyar proyectos productivos y el mejoramiento de la infraestructura física y de comunicaciones a lo largo del territorio nacional fue asimilada para financiar el crecimiento del gasto corriente del sector público y las obligaciones del servicio de la deuda.

La afirmación que hizo Guillermo Ortiz Martínez de que en los seis años del gobierno de Vicente Fox el ingreso extraordinario que obtuvo el país por la exportación de crudo, de alrededor de 180 mil millones de pesos al año en promedio, "se había destinado a financiar el gasto de la administración y no a mejorar la competitividad nacional", era un reconocimiento parcial de una estrategia de política del gasto público que había iniciado desde la década de los ochenta.6 A causa de ello, no solamente no se "despetrolizaron" las finanzas públicas sino éstas se hicieron más dependientes de los impuestos petroleros para cubrir el gasto público corriente.

 

4. Riesgos y límites de la dependencia de la renta petrolera

En un plazo no lejano los precios del petróleo comenzarán a desplazarse en una tendencia contraria, a partir de que se vaya consolidando un nuevo cambio estructural en la industria petrolera internacional como el que se fue tejiendo entre 1973 a 1981 a consecuencia del crecimiento de los precios del petróleo y la incorporación de otras fuertes alternas que incidirán en un menor crecimiento de la demanda de petrolíferos.

Gráfica 11

De modo similar a la década de los setenta, además de las trasnacionales petroleras, los principales países consumidores son los que están capitalizando la actual alza extraordinaria de los precios del petróleo ya que se han visto beneficiados al contar con nuevas fuentes de abastecimiento de regiones que vieron rentabilizados sus yacimientos y de otros países que ya incorporados al comercio mundial buscan con dificultades mantenerse presentes por la excesiva dependencia a que llegaron de sus ingresos petroleros, y así como de disponer de mayores ingresos fiscales por los impuestos a la importación y al consumo de los energéticos.

Estados Unidos, adicionalmente a su control militar sobre la producción petrolera de Irak, ha logrado emprender y soportar una acción con trascendencia histórica, de graves consecuencias al medio ambiente y a la seguridad alimentaria del planeta, con la incorporación de productos agrícolas como el maíz para la producción de etanol en su propio territorio y en diversos países latinoamericanos como México y Brasil, por ejemplo, que ya producía ese combustible a partir de la caña de azúcar.7

Actualmente, la mayoría de los países exportadores de petróleo, con excepción de Arabia Saudita y los Emiratos Árabes, disponen de un margen financiero reducido frente al viraje próximo en la tendencia de los precios del petróleo. Lo anterior, ocasionado por su disminuido superávit financiero ante su excesiva dependencia de las importaciones de bienes, servicios y del pago de los servicios de su deuda externa; superior que registrará un impacto desfavorable aun mayor por el aumento en los precios de los cereales y el alza en las tasas de interés en los mercados internacionales.8

México no será la excepción respecto a los riesgos e impacto de la crisis económica internacional, en particular por la vecindad con Estados Unidos. Por ello, adquiere una gran relevancia extraer lecciones para el futuro sobre el contrastante desempeño que registró la economía mexicana desde la expropiación del petróleo hasta 2006, período en el que prácticamente se pueden distinguir dos escenarios en los que la renta petrolera tuvo un impacto y un destino distinto.

En el primero, que abarca hasta 1970, la economía mantuvo un ritmo de crecimiento constante, "los años de alta inflación y bajo crecimiento económico parecen ser más la excepción que la regla".9 En el primer escenario, en particular a partir de 1941, la economía mantuvo un crecimiento promedio de 5.9% hasta 1957, a pesar de que se registran devaluaciones en 1948 y 1954 y la inflación se mantiene en niveles elevados de 10.5%. Incluso, de 1958 a 1970, mientras el crecimiento promedio de la economía aumentaba a 6.8% la inflación se sostenía en 2.6% y la tasa real de interés para los ahorradores se mantenía por arriba de 6% para atraer capitales y financiar el gasto público que había duplicado su participación en el pib al aumentar de 8 a16 por ciento.10

En el segundo escenario, en particular a partir de 1977, cuando el país empezó a captar una importante renta petrolera externa la economía mostró un visible comportamiento errático, con decrecimientos en 1982, 1983, 1986, 1995 y 2001. Por lo cual, el crecimiento promedio entre 1980 a 1990 apenas fue de 1.1% y una inflación promedio de 65% lo que la llevó a ser calificada como la "década perdida". En la década de los noventa el crecimiento promedio anual de la economía fue de 3.1% con una inflación de 18.3% y de 2000 a 2006 la economía creció en promedio a una tasa de 2.3% y una inflación de 4.7 por ciento.

Dentro de este segundo escenario marcado por el arribo de una cuantiosa renta petrolera, se pasó de una política que había apostado a incrementar el gasto público y que lo llevó al nivel de 28% del pib en 1981, con crecientes niveles de endeudamiento externo y un agudo proceso inflacionario, a otra política que enfocó su prioridad en eliminar todas las barreras que impidieran a México seguir la senda de país exportador, como vía para lograr su crecimiento. Para ello, una vez más, se aplazó realizar una verdadera reforma fiscal, abrogándose medidas de protección a la industria, al campo y a los consumidores nacionales, frente a un mercado externo con operantes notablemente superiores en competitividad y productividad.

Gráfica 12

Desde el ámbito de la extracción de crudo y gas del subsuelo mexicano, como se aprecia en la gráfica anterior, significó extraer 45 735 millones de barriles de hidrocarburos de petróleo crudo equivalente entre 1938 y 2006.11 De esa cantidad 14% correspondieron a los primeros 38 años de existencia de Petróleos Mexicanos, periodo que se caracterizó, en particular durante el "Desarrollo estabilizador", por un significativo crecimiento económico de México en el siglo XX y, el otro 86%, al período de frecuentes y agudas crisis, así como de incertidumbre que se reflejó en el deterioro en las condiciones de vida, en el rezago educativo, tecnológico y de seguridad de los mexicanos, así como en la ampliación de la brecha social y económica con los países vecinos del norte y en la debilidad de sus instituciones.12

Con base en lo anterior, concluimos esta reflexión con la siguiente pregunta: ¿una mayor producción petrolera y captura de su renta podrán ser las palancas de apoyo que le permitirán a México ser conducido a un crecimiento sostenido, a superar significativamente la pobreza, la desigualdad y dejar atrás la oportunidad perdida?

 

Notas

1. Las importaciones de petróleo crudo que realizó México, principalmente entre 1971 y 1974, se derivaron de la ventaja de importar el barril con un precio inferior a 2 dólares frente a costos promedio de producción superiores a los 4 dólares. Francisco Colmenares, Problemas de rentabilidad y productividad de la industria petrolera mexicana, 1970-1984, Tesis de maestría.         [ Links ]

2. El crecimiento de la producción de este distrito fue el factor detonante de las exportaciones petroleras mexicanas, incrementada posteriormente con la producción del crudo en la Sonda de Campeche, en particular del distrito de Cantarell.

3. "...durante los últimos nueve años, y particularmente durante la primera mitad del sexenio del Presidente Salinas, el pueblo y el gobierno han adoptado un importante programa global de ajuste y cambio estructural. Más allá de la mera corrección de los desequilibrios monetario y fiscal, muchos de los obstáculos estructurales que habían inhibido el crecimiento fueron allanados. Ejemplos de ello son la implantación de un pacto social para corregir la inercia de los precios, la eliminación de barreras no arancelarias al comercio, la modernización del sector financiero, el proceso de desincorporación de las empresas del sector público, la renegociación de la deuda externa, la desregulación de la economía, las reformas educativa y agraria, y la fijación de nuevas reglas para promover la inversión extranjera, así como una profunda reforma fiscal y nuevo programa de gasto social y de participación popular para combatir la pobreza.

"En este sentido, se ha logrado un éxito considerable. La inflación anualizada, medida por el índice de precios al consumidor, ha disminuido de más de 500% en enero de 1988 a menos de 19% en 1991. La economía está en recuperación, como resultado del repunte de la inversión privada nacional y extranjera. El balance primario del sector público se desplazó de un déficit de 7% a un superávit de 6% del PIB, lo que -5 equivale a un ajuste tres veces la Ley Gramm-Rudman de los Estados Unidos. Nuestra estructura comercial se ha diversificado: las manufacturas representan actualmente más de la mitad de las exportaciones totales, mientras que el petróleo representa menos de un tercio en comparación con 75% en 1982. Algunos g sectores e industrias se han modernizado y la economía mexicana se ha vuelto considerablemente más competitiva y está más orientada a la exportación conforme nos acercamos al Tratado de Libre Comercio de uj América del Norte". Pedro Aspe, op. cit., pp. 190-191.

4. Desde 1999 el monto de estos recursos de "Participaciones" empezaron a ubicarse por arriba de los montos destinados a la inversión pública.

5. "La caída de los salarios reales fue la consecuencia inexorable de la caída de los términos de intercambio que enfrentó el programa de estabilización. Tuvo un doble papel. Por una parte, permitió una mayor competitividad de las exportaciones provenientes de los sectores intensivos en mano de obra, e impulsó la industria maquiladora; por otra, consolidó la contracción de la demanda. Entre 1982 y 1987, el salario mínimo general sufrió una reducción de 44.6%, en términos reales, mientras que los salarios contractuales, incluyendo prestaciones, descendieron 40.5%. A pesar de la magnitud de la crisis, fue posible evitar cierres masivos de empresas y el crecimiento incontrolable del desempleo." Pedro Aspe, El camino mexicano de la transformación económica, FCE, México 1993, p. 26.         [ Links ]

6. Palabras del director del Banco de México en la conferencia internacional Equidad y competencia para un alto crecimiento en México, organizada en diciembre de 2006 por el Banco Mundial y el Centro David Rockefeller de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Harvard.

7. En el corto plazo, precisamente, el incremento de los precios internacionales de los cereales, en particular del maíz, será una vía más de recuperación de la renta petrolera captada por los países productores-exportadores de crudo y gas.

8. La deuda externa de los países integrantes de la OPEP en 2007, conforme a datos del Banco Mundial, ascendía a 394 000 millones de dólares.

9. "Si contemplamos la economía mexicana desde una perspectiva de largo plazo, los años de alta inflación y bajo crecimiento económico parecen ser más la excepción que la regla. Por ejemplo, entre 1950 y 1970, México registró un desempeño macroeconómico notable: el producto interno bruto creció a una tasa promedio de casi 6.6% anual, mientras que la inflación se mantuvo por debajo de 4.5%....

"No hay razones de peso para sostener que, en la etapa de desarrollo que siguió a la Segunda Guerra Mundial, era inadecuada en México una estrategia basada en la protección, la represión financiera y una fuerte presencia del Estado en ciertas áreas de la producción. Sin embargo, es cierto que este conjunto de medidas no debía ni podía mantenerse en vigor para siempre..." Pedro Aspe, op. cit. pp. 20-21.

10. "Esta combinación de políticas de conservadurismo fiscal y financiamiento del déficit público por el sector privado mediante transferencias de ahorros financieros (basadas en las crecientes tenencias de deuda pública por los bancos y financieras) constituyó un elemento fundamental de la estrategia del 'desarrollo estabilizador'. El modelo mexicano recibió publicidad muy favorable como instrumento autocontrolado de estímulo al crecimiento en condiciones de inflación decreciente y ausencia de una reforma fiscal importante. Pero el resultado fue la posposición de políticas que habrían permitido la expansión de la base fiscal a un ritmo adecuado a las necesidades de la economía. Por el contrario, la actuación fiscal del gobierno mexicano marchaba muy atrás de la de la mayoría de países en etapas similares de desarrollo" Clark W. Reynolds, "Por qué el 'desarrollo estabilizador' de México fue en realidad desestabilizador", El Trimestre Económico, vol. XLIV, octubre-diciembre de 1977, n. 176, FCE.         [ Links ]

11. Significa que en cada sexenio, desde 1977, se ha mantenido una producción promedio de hidrocarburos superior a los primeros 38 años de Petróleos Mexicanos.

12. En 2005, cuando México se ubicaba como la doceava economía más importante en el mundo -décima a finales del siglo XX-, su ingreso per cápita por 7 298 dólares corrientes, representaba el 20 por ciento del de Inglaterra y el 17 por ciento del de Estados Unidos, conforme a las estadísticas del Internacional Monetary Fund, Economic Outlook Database, september 2006. Es decir, después de un siglo prácticamente se mantenía la brecha del ingreso per cápita que México conoció en 1910 respecto a Inglaterra y Estados Unidos, nivel que había significado un desplome en comparación al nivel de ingreso per cápita de 1800.

Comparando la brecha entre el ingreso per cápita de México respecto a Inglaterra y Estados Unidos durante los siglos XVIII y XIX, los resultados eran los siguientes:"en 1800 el ingreso per cápita de México era el 37 por 100 del de Gran Bretaña y el 44 por 100 del de los Estados Unidos. Para 1910, México apenas producía 16% del ingreso per cápita de Gran Bretaña y 13% del de Estados Unidos". Datos citados por Enrique Cárdenas Sánchez en su libro Cuando se originó el atraso económico de México. La economía mexicana en el largo siglo XIX, 1780-1920, Ed. Biblioteca Nueva, Madrid 2003, pp. 316-317, de la investigación de John Coatsworth, "Obstacles to Economic Growth in Nineteenth Century Mexico", American Historical Review, 83, cuadro 1.

 

Información sobre el autor

Francisco Colmenares. Cursó la licenciatura y el doctorado en Economía en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Realizó la maestría en Estudios Latinoamericanos en la UNAM y diplomados en gestión ambiental y estrategias para combatir la corrupción. Es candidato a doctor en administración pública en la UNAM. Ha trabajado por 30 años en el sector público: en Comisión Federal de Electricidad, como investigador en estudios económicos, como asesor en el Instituto Mexicano del Seguro Social, en la Secretaría de la Función Pública como comisario suplente de Pemex, IMP y Filiales, en Luz y Fuerza como gerente de adquisiciones y almacenes, en el Gobierno del Distrito Federal como director general de recursos materiales, en Petróleos Mexicanos como subgerente en la gerencia de proveeduría y almacenes de la Subdirección Comercial y en la unidad de recursos materiales de Pemex Refinación. Recibió un reconocimiento del director general de Petróleos Mexicanos por su contribución y coordinación del programa de transparencia y combate a la corrupción en el proceso de suministro. Ha sido profesor de la Facultad de Economía y colabora con el posgrado de Economía de la UNAM en la asesoría y evaluación de proyectos de investigación doctoral. Ha impartido cursos en los programas de capacitación de la Auditoría Superior de la Federación y en la maestría de Administración Industrial y de Hidrocarburos de la Escuela de Ingeniería y Arquitectura en el Instituto Politécnico Nacional. Impartió el curso "Petróleo y seguridad nacional" en el Centro de Estudios Superiores Navales de la Secretaría de Marina. Escribió el libro Petróleo y lucha de clases en la industria petrolera 1864-1982, y Pemex: crisis y reestructuración, éste último editado por el Programa Universitario de Energía de la Coordinación de la Investigación Científica de la UNAM, además de ser coautor de libros especializados en energía, publicados por la Universidad Autónoma Metropolitana.

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