SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.10 número22La salida hermenéutica a la disputa en las teorías de las modernidades: De la posmodernidad a las modernidades entrelazadasAsesinos por naturaleza: una lectura primigenia de la violencia en el cine índice de autoresíndice de materiabúsqueda de artículos
Home Pagelista alfabética de revistas  

Servicios Personalizados

Revista

Articulo

Indicadores

Links relacionados

  • No hay artículos similaresSimilares en SciELO

Compartir


Andamios

versión On-line ISSN 2594-1917versión impresa ISSN 1870-0063

Andamios vol.10 no.22 Ciudad de México may./ago. 2013

 

Artículos

 

Aportes de Norbert Elias, Erving Goffman y Pierre Bourdieu al estudio de las redes personales

 

Contributions of Norbert Elias, Erving Goffman and Pierre Bourdieu to the Study of Personal Networks

 

Pablo De Grande*

 

* Doctor en humanidades por la Universidad Nacional de Quilmes, Argentina. Correo electrónico: pablodg@gmail.com

 

Fecha de recepción: 9 de octubre de 2011
Fecha de aceptación: 26 de mayo de 2013

 

Resumen

Los estudios sobre redes personales han aportado en las últimas tres décadas información previamente invisibilizada por la investigación aplicada en ciencia social. Estas mediciones sistemáticas de vínculos interpersonales, sin embargo, han con frecuencia agotado sus esfuerzos en la búsqueda de sus nuevas entidades —las redes— dando poca prioridad a la construcción de saber a partir de la teoría social preexistente. El presente artículo tiene por objetivo retomar nociones de las obras de Pierre Bourdieu, Erving Goffman y Norbert Elias que podrían permitir reducir esta brecha, buscando contribuir a situar, en el espacio de la teoría social, la iniciativa de las redes personales y a la saludable renovación que ella permitiera.1

Palabras clave: Redes personales, sociabilidad, habitus, teoría de los marcos, análisis de redes sociales.

 

Abstract

Research on personal networks has contributed —in the last three decades— collecting information omitted so far in applied research in social science. However, such systematic measurements of interpersonal ties have often exhausted their efforts in the search for their new entities —the networks—, giving little priority to the construction of knowledge from existing social theory. This article revisits notions of Pierre Bourdieu, Erving Goffman and Norbert Elias with the purpose of reducing this gap, looking to bring the initiative of personal networks back to the broader social theory debate.

Key words: Personal Networks, Sociability, Habitus, Frame Analysis, Social Network Analysis.

 

INTRODUCCIÓN

En las últimas dos décadas del siglo XX, bajo el nombre de análisis de redes sociales (ARS), se llevó adelante un programa de investigación vasto y complejo. Bajo este nombre, investigadores de diferentes países, nucleados o conectados en torno a revistas,2 publicaciones3 e instituciones que sirvieron de nexo para su desarrollo, organizaron una producción en torno a una motivación común: tomar y legitimar las relaciones como unidad de conteo y como objeto de análisis en el quehacer científico. En el marco de la sociología, este programa vino a postular una crítica disciplinar muy relevante: como ciencia de las relaciones sociales, la sociología se hallaba midiendo —casi exclusivamente— todo menos la interacción entre actores. De la mano de la demografía —en la forma de censos nacionales, encuestas de hogares, pero también de encuestas ministeriales, de mercado y académicas— se sostuvo una empiria de los atributos individuales (sexo, edad, estado civil, estado ocupacional, ingresos, etcétera); mientras que de la mano de la etnografía y de los estudios historiográficos se hacía lo suyo con los marcos normativos, simbólicos y las representaciones. Si bien ambas estrategias daban cuenta de "relaciones sociales" en el sentido amplio de que las personas viven en conjunto con otras (el estado ocupacional presupone un sistema económico, el sexo indica definiciones de género, etcétera), el interés por las formas concretas de la interacción entre dos o más actores (ya no la relación sujeto-contexto) parecía haberse perdido en algún momento lejano de la investigación social.

Dentro del marco temático y metodológico que produjo el ARS —que incluyó desde modelos económicos a biológicos, computacionales a lingüísticos— un subdominio particular fue aquel de las redes interpersonales. De esta forma, los temas clásicos del lazo social y de la sociabilidad fueron retomados bajo la nueva herramienta conceptual de la red personal, a la que podemos dar la definición provisional: el conjunto de vínculos de una persona con sus conocidos, más los vínculos de sus conocidos entre sí.4 Esta iniciativa se constituyó en un terreno fértil de recuperación de lo que la sociología clásica había identificado teóricamente desde sus inicios y analizado sólo de manera esporádica y aislada en su desarrollo posterior. Gracias a ella, se produjeron resultados inéditos en la mirada de las interacciones y la sociabilidad: encuestas nacionales de vínculos cotidianos, programas dedicados al estudio del capital social interpersonal, herramientas de software para la captación y para el análisis de relaciones personales, entre otros.

Sin embargo, la inclusión en dicho marco implicó en muchas ocasiones priorizar la necesidad de su justificación sobre los problemas de investigación tratados. En este sentido, el ARS tiene entre sus metas centrales la elaboración de generalizaciones que trasciendan los contextos específicos de cada investigación. En esta perspectiva, si los tipos de redes y los coeficientes con los cuales estudiarlas pueden ser utilizados indistintamente en biología, estudios de la ciencia, epidemiología, física, economía y arqueología, tanto más robusta y justificada aparece la teoría de redes como modelo formal.

Este anclaje transdisciplinar ha llevado en consecuencia muchas veces a resultados de investigación donde "mostrar" las redes sociales deviene un fin en sí mismo, perdiéndose prácticamente todo otro contexto social, político, ideológico, histórico o cultural que pueda estar sosteniéndolas, relacionándolas, justificándolas o cuestionándolas. Otros factores que pudieron haber contribuido a este efecto lo son también: el atractivo visual de las herramientas de representación de redes; el abrigo —a la vez que el positivo impulso— que proporcionaron revistas y congresos específicos de redes como espacio legítimos para validar estas investigaciones; la dificultad de todo nuevo terreno, que limita los recursos a la exploración; la frecuente incompatibilidad de fuentes de datos tradicionales con fuentes de datos relacionales como impedimento para su contrastación o complementación.

Teniendo todo esto en cuenta, parece sin embargo viable el camino de la vinculación entre teoría social y estudios de redes sociales y personales, tal como lo han hecho muy exitosamente otros trabajos (Degenne y Forsé, 1999; Molina González, 2005).

El presente artículo tiene por objeto, en esta dirección, proponer una articulación entre la perspectiva de las "redes personales" con tres autores que desde la sociología han aportado modelos conceptuales respecto de las dinámicas de las interacciones cotidianas y la sociabilidad. En primer lugar se introduce la propuesta de investigación que entenderemos como perspectiva de las redes personales, situándola en el marco del análisis de redes sociales. En segundo lugar, se reseña la relación de la sociología con el problema de los vínculos interpersonales cotidianos, preocupación que es posible identificar en varios autores clásicos de esta disciplina. Luego se presentarán algunos rasgos salientes de las teorías de Norbert Elias, Ervin Goffman y Pierre Bourdieu en vinculación con el problema de la sociabilidad y la interacción. Por último se realiza una síntesis de lo expuesto a modo de conclusión, destacando algunas relaciones entre las elaboraciones comentadas.

 

EL ANÁLISIS DE REDES SOCIALES (ARS)

La mayor parte de los estudios que abordan explícitamente la temática de las redes personales se insertan en el arco más amplio del campo del análisis de redes sociales. El análisis de redes sociales como corpus teórico-metodológico es el resultado del esfuerzo articulado de un conjunto heterogéneo de investigadores que han tomado por principal objetivo explicitar las estructuras reticulares en diferentes universos de estudio.5 La actividad de este grupo de investigadores, como se dijo anteriormente, se refleja en un conjunto de revistas, programas y publicaciones de diversas nacionalidades, y sitúan su práctica como un modo de analizar la estructura relacional de diferentes fenómenos, dándole también los nombres de "análisis estructural" e "interaccionismo estructural".

El análisis de redes sociales usualmente reconoce sus orígenes en los trabajos de Jacob Moreno, cuyo aporte más resonante al dominio de la investigación de las relaciones lo constituye su invención de los sociogramas (Moreno, 1962: 86). Moreno presentó los sociogramas por primera vez en 1934 y, por medio de diversas publicaciones —y de la revista Sociometry que fundó en 1937— procuró apoyar su difusión y el establecimiento de técnicas para su producción y para la recolección de información relacional (Wasserman y Faust, 1994: 77).

El objetivo principal era investigar cómo el bienestar psicológico estaba relacionado con características estructurales de lo que llamó "configuraciones sociales". Asimismo, comprender cómo operaba la construcción y destrucción de vínculos a nivel subjetivo (las preferencias y restricciones subjetivas) era central en este objetivo (Moreno, 1962: 88).

Con posterioridad a la introducción del sociograma, durante las décadas de los 40 y 50, otros investigadores desarrollaron diversas técnicas para presentar información vincular por medio de "sociomatrices", como una alternativa a los sociogramas para la representación de redes (Thibaut y Kelley, 1959: 191). Las matrices presentaban la ventaja de no ser sensibles a los criterios de acomodación de los elementos, en tanto que los sociogramas fueron criticados debido al carácter arbitrario de la ubicación en el espacio de cada uno de los elementos representados (Wasserman y Faust, 1994: 78).

En su formulación más actual, el análisis de redes sociales se postula como una crítica a modos de razonar que trabajan el análisis de fenómenos sociales por medio de atributos de los actores, o de normativas a priori, que relegarían así a un segundo plano la capacidad creadora de la interacción compleja que puede producirse entre los actores. Una característica singular de esta perspectiva es que en torno al análisis de redes sociales se produjeron estudios sobre temas que alternan problemas micro y macro sociológicos: formación de opinión y consenso, estructuras organizacionales, problemas de epidemiología y prevención, redes de instituciones, modelos organizacionales del tráfico urbano entre otros.

John Scott —un autor destacado en esta vertiente— señala como un hecho paradójico en sociología que los datos relacionales sean centrales a las principales preocupaciones de la disciplina (por su énfasis en la investigación de la estructura de la acción social) al tiempo que la mayoría de los textos sobre métodos de investigación y métodos de recolección de datos prácticamente ignoran a este tipo de datos (Scott, 1991: 4).

Dentro de los campos sobre los que este enfoque ha sido aplicado, las redes de lazos entre individuos constituyó un caso particular que se ha ido progresivamente especificando como espacio específico de indagación. En la siguiente sección se caracterizan los intereses y principales características de este campo.

 

EL ANÁLISIS DE REDES PERSONALES

Si bien existen estudios que utilizan el término "redes personales" sin por ello heredar y retomar herramientas y estrategias del ARS, el grueso de estos estudios sí lo hacen. En este marco, las redes personales se constituyen como objeto a partir de un referente empírico que puede resultar inicialmente trivial: cada persona está inserta, desde su nacimiento y hasta su muerte, en una trama dinámica de relaciones con otras personas. Con esta premisa, se afirma que la vida entre otros no es algo que los sujetos encuentran fortuitamente, sino que constituye su modo regular de existir.

Tomando estas observaciones como elementos fundantes, los estudios de redes personales han tomado forma en investigaciones sistemáticas desde hace aproximadamente 30 años (Degenné y Forsé, 1999: 28).6 Hasta ese momento, los registros cuantitativos de vínculos interpersonales son esporádicos y metodológicamente heterogéneos. En consonancia con los análisis de redes sociales, la perspectiva de redes personales se caracteriza por plantear la necesidad de hacer visibles las relaciones sociales interpersonales, que si bien usualmente son enunciadas en las macro-teorías como el elemento constitutivo de lo social (sociedad, campo social, esferas, estructuras, etcétera), no suelen ser captadas en la forma explícita de lazos interpersonales cuantificables por la mayoría de las herramientas metodológicas utilizadas.

Esta perspectiva, sin embargo, no se encuentra libre de dificultades. No pocas veces, como se señaló anteriormente, el carácter novedoso de las herramientas de medición y análisis que se utilizan desplazan del centro de las investigaciones la problematización teórica o los resultados de las hipótesis de trabajo, bajo la expectativa de que la metodología de redes personales por sí misma conformaría un marco teórico y un generador de resultados relevantes más o menos seguro. Como consecuencia, queda muchas veces relegada a un segundo plano la necesidad de explicitar qué es aquello que se investiga y descifra bajo el nombre de "redes personales" en cada caso, y gracias a ello qué relación puede establecerse entre sus preocupaciones y las del quehacer social y científico de cada investigación.

En virtud de esto, en las siguientes secciones se propone un breve recorrido por la discusión de la sociabilidad en el siglo XX en sociología, para luego presentar en mayor detalle los aportes a este campo de Norbert Elías, Irving Goffman y Pierre Bourdieu.

 

LOS VÍNCULOS PERSONALES EN SOCIOLOGÍA

En sociología, la discusión sobre los vínculos interpersonales cotidianos se ha dado desde sus formulaciones iniciales, tomando cuerpo en conceptos como lazo social, sociabilidad o interacciones cotidianas. Para Emile Durkheim, la capacidad de los sujetos de establecer y mantener relaciones da lugar a diferentes niveles de integración social en un grupo de personas a lo largo del tiempo. Tanto la integración social como su contracara —la anomia— se alimentan de las conexiones que el individuo establece con el cuerpo social, y es por medio de ella que la persona es socializada como miembro definido de una comunidad moral (1967 [1893]: 144). La figura de la comunidad moral es, según Durkheim, un elemento clave de lo social, pues —al igual que la sociabilidad misma— es una precondición para que sobre ellas puedan apoyarse otro tipo de interacciones, quizás más visibles y numerosas (como las que se derivan de las asociaciones económicas que conforman la división social del trabajo).

En Simmel, en cambio, el interés por el lazo social presenta otras motivaciones. En su sociología de corte más formal, la mirada está puesta en captar los condicionantes provocados e intervinientes en la interacción social, buscando comprender los modos elementales por los que un individuo puede vincularse con otros en formas de socialización típicas.7 Entre otros fenómenos, Simmel analiza la sensibilidad de la dinámica de los grupos a efectos de su propio tamaño, y cómo la cantidad de miembros afecta a las opciones de posibles esquemas de alianzas, conflicto y presión (Simmel, 1902a, 1902b).8

Sin embargo, a pesar del interés temprano en la relevancia de los lazos interpersonales (del individuo con el cuerpo social, en Durkheim; de los grupos de individuos, en Simmel) no hubo, hasta la Escuela de Chicago, un interés por el relevamiento empírico y sistemático de las formas de socialización en el sentido de Simmel.9

La Escuela de Chicago fue pionera en acercarse a espacios poco observados con anterioridad, se propuso analizar las formas concretas de vida de las personas en interacción con sus realidades urbanas. Este interés, ya presente también en Engels (1976 [1845]) y otros trabajos previos, se tradujo en numerosas investigaciones que tomaban el barrio como un micromundo en el cual las interacciones y los patrones de conducta locales debían explicar buena parte de los resultados y condiciones de vida de sus habitantes (Gravano, 2005). Más allá de los variados resultados de estos trabajos, la focalización en este nivel de análisis permitió que desde perspectivas concordantes o críticas con la escuela de Chicago se produjera una observación de tipo etnográfica variada y extensa, especialmente sobre los llamados "barrios bajos".

Cabe enmarcar también estos estudios (que sitúan su producción entre la década del 20 y la del 40) en el espacio norteamericano donde buena parte de la psicología alemana de la época se vio obligada a desembarcar por el advenimiento del nazismo en Europa. En particular los psicólogos de la Gestalt fundaron las bases de la psicología social, proveyendo de modelos teóricos e impulso a la comunidad científica para situar a los individuos en interacción dentro del campo de la ciencia social.

La teoría del campo de Lewin (1997 [1939]) es un ejemplo de esto, así como también la sociometría de J. Moreno y diversos modelos o "teorías de alcance medio"10 cristalizados en la psicología social y la sociología de los grupos (Homans, 1950; sobre endogrupo y exogrupo: Allport, 1977 [1954]; sobre las triadas y los grupos: Thibaut y Kelley, 1959; sobre grupos primarios: Cooley, 1929; sobre grupos de referencia: Merton, 1964), y luego la teoría del intercambio (Blau, 1964; Homans, 1967). Asimismo, el interaccionismo simbólico en su conjunto da cuenta también de un espacio en el cual se hacía presente la preocupación por nuevos conceptos que dieran marco a investigaciones donde se pudiera establecer una conexión entre los individuos y las estructuras macrosociales (de las clases sociales, de los mercados de la macroeconomía o de los estados nacionales).

Desde la década del 60 vemos aparecer también elementos teóricos en sociología más centrados en este nivel intermedio de análisis. Esto toma cuerpo en los planteamientos generales de las conexiones sujeto-estructura, de Giddens (1998) o Bourdieu (1997, 1998), en los niveles de integración y entramados de Elias (1982); y en el debate anglosajón que tuvo lugar en las últimas dos décadas del siglo XX sobre el "micro-macro link" (Alexander y Giesen, 1987).

De igual manera, el crecimiento en décadas posteriores del interés por los estudios sobre redes personales (Molina Gonzales, 2005) —y sus vecinos cercanos, los estudios de capital social (Bagnasco et al., 2003), de comunidad y de apoyo social (Barrera, 1986)— puede ser enmarcada dentro de esta preocupación en el largo aliento para que individuo y sociedad sean presentados ya no como dos elementos ajenos uno del otro, tanto metodológica como ontológicamente.

 

NORBERT ELIAS Y EL INDIVIDUO

La producción de Norbert Elias se extiende desde 1930 hasta finales de la década del 80. Elias sostuvo tres afirmaciones centrales a lo largo de su obra (Elias, 1982; Elias, 1989):11

• los individuos no pueden ser comprendidos como entidades aisladas, sin un contexto;

• los fenómenos sociales no pueden ser explicados sin comprender a las personas que los movilizan;

• las realidades tanto individuales como sociales deben ser observadas en su devenir, en su dinámica procesual.

Elias trabajó la preocupación de aclarar la relación entre el sujeto y los fenómenos intersubjetivos incorporando como contexto no sólo las inmediaciones cercanas a la persona sino también el proceso histórico amplio en que dicha relación se encuentra inmersa y que a su vez construye cada sujeto.

Respecto a las tres afirmaciones mencionadas, las dos primeras reflejan su motivación permanente por mantener visibles y conectados los niveles micro y macro del análisis sociológico, y la última su preocupación por captar la naturaleza histórica de los fenómenos humanos.

En torno a la primera preocupación, produjo material empírico de investigación de notable coherencia en su matiz meso-sociológico. A la par de este material, también elaboró material teórico que, ambos en su conjunto, proveen de herramientas relevantes para trabajar el plano de los lazos personales.

Entre estas herramientas pueden destacarse los siguientes ejes o temas centrales:

• Los individuos debe ser considerados siempre como seres conectados, en una sociedad que es en ellos (no fuera de ellos).12

• La elaboración de los conceptos de "entramado" y "figuración", como herramientas explicativas que permiten dar cuenta de lo social en términos más fluidos (más procesuales) que referencias como "individuo", "grupo" o "sistema".

• Una precisión para el uso del término "juego" en teoría social, separándolo del marco de actor-jugador racional y del actor-jugador ajustado a reglas para recuperar el carácter dinámico e interactivamente estructurado de los juegos colectivos.

• Un regreso al problema de los "efectos emergentes", a través del desarrollo de la temática de los niveles de integración como alternativa al par micro-macro como dualismo epistemológico.

Elias pone especial énfasis en la necesidad de romper con una modalidad de reflexionar sobre los fenómenos sociales tal como si estuvieran compuestos de elementos estáticos y objetuales (individuo, familia, escuela y sociedad vistos como "cosas"). A esto contrapone la posibilidad de dar mayor prevalencia a representaciones procesuales de la realidad, en las que pueda estar incorporado el movimiento, la temporalidad, dentro de los términos en definición.

Con esto, busca remitir tanto a que los individuos son en relación pasada y presente con otros, como a que las instituciones y otros colectivos existen a partir de la actividad de personas que los componen. En este sentido, considera que el concepto tradicional de individuo, "como alguien carente de relaciones, centrado en sí mismo, solitario, que nunca fue niño, que nunca se hizo mayor" (Elias, 1982: 142) es una imagen ideal, que es consistente con la educación a la que son sometidos los investigadores por la cual se busca hacer de las personas individuos independientes, autónomos y centrados en sí mismos.

Según Elias lo que guía a construir el concepto de individuo como algo separado de su contexto es la realización de este ideal, antes que la observación del desarrollo de las personas. A este respecto, afirma que:

cuando se consideran los hechos observables a los que [el concepto de individuo] hace referencia no se ve otra cosa sino personas individuales nacidas como niños, que han de ser alimentados y cuidados durante muchos años por sus padres o por otros adultos, que van creciendo lentamente, que posteriormente llegan a mantenerse a sí mismos en una u otra posición social, que quizás se casan y tienen hijos a su vez y que finalmente mueren. (Elias, 1982: 142)

Los entramados permiten, en el andamiaje conceptual de Elías, especificar las redes de relaciones que entrecruzan las existencias de los sujetos en sociedad. El nivel individual en el que las personas se dan a la interacción configura un número de entramados de los que la persona forma parte. En el entramado personal del sujeto se encuentran los vínculos emotivos y personales estables que lo unen a las personas de su entorno.

El entramado es en Elias el término para referir a un grupo de elementos que se pueden distinguir pero no separar. Los miembros del entramado pueden ser vistos como personas independientes, pero desde el punto de vista sociológico no serán comprendidos si no es en sus entramados (Elias, 1982: 64).

La sociología de Norbert Elias se propone dar continuidad a la mirada del individuo como individuo en sociedad, y no como una entidad separada de ella. Es posible señalar como contracara a esta integración teórica y empírica de individuo y sociedad, la conveniencia de problematizar dos temas menos presentes en este autor: por una parte, la complejidad de los procesos internos del sujeto; por otra, la relación individual con formas estables de segmentación y diferenciación social (que puedan entenderse no sólo como procesos de cambio sino como estructuras consolidadas por ellos). Estos dos problemas serán presentados a continuación según las perspectivas de Ervin Goffman —como carácter representacional de la interacción (1983: 2)— y de Pierre Bourdieu —como habitus localizado según clase social (1998: 171)— respectivamente.

 

LOS MARCOS DE LA ACCIÓN Y LA INTERACCIÓN DE E. GOFFMAN

La teoría de los marcos de E. Goffman ubica la comunicación intersubjetiva como un proceso en que el sentido es un producto de la interacción, en oposición a la concepción por la cual la lengua sería un sistema de símbolos cuyo significado se encuentra codificado de una vez y para siempre. Tomando como punto de partida esta indeterminación constitutiva del lenguaje, se vuelve central el problema de cómo los sujetos logran atribuir sentido en una comunicación; cómo participan de una interacción en la que el significado de las palabras y frases va siendo imputado prospectiva y retrospectivamente a medida que se incorporan a la conversación. En este esquema, los actores "redefinen el sentido de lo anterior y dan sentido a lo que vendrá a partir de lo dicho. Aquellas frases cuyo sentido no está claro, se dejan pasar: se presume que hay un fondo común de entendimiento y se espera a que lo posterior aclare su sentido" (Criado, 1991: 191). La atribución de sentido, por su parte, no sólo respecto a la posibilidad de formar acuerdos o comunicar, sino que es también central en cómo cada persona procura instalar una imagen de sí mismo ante los demás e influir en las interpretaciones que los demás harán de su persona (Goffman: 1981).

En la teoría de Goffman, el proceso de comunicarse depende de la aplicación de esquemas interpretativos ("marcos") que son socialmente construidos y desde los cuales es negociado el sentido de la interacción. De esta forma, los marcos representan bloques de esquemas y reglas interpretativas y de acción, y permiten entender las metas, motivaciones y sentidos que las demás personas atribuyen a una situación mientras acontece (Goffman, 1986: 22-24). La idea de "marco" está asociada a la identificación de un marco primario, siendo aplicables en una situación un conjunto de marcos yuxtapuestos de diferente grado de generalidad o incumbencia.

Los marcos intervienen en la organización de una actividad o un grupo de actividades, proveyendo reglas a las esferas de la vida humana, y en tanto tales se trata de recursos y modos de ver lo posible que operan en forma parcialmente automática desde los sujetos hacia el contexto, permitiendo interpretar e interactuar sin que se hagan conscientes los procesos de selección del marco relevante (Criado, 1991: 194).

De este modo, operar —vivir— en contextos humanos lleva implícita las habilidades de distinguir correctamente el ámbito en curso (el marco a utilizar), así como poder adaptar la acción y la interpretación a las restricciones de ese ámbito. Esta identificación se produce por medio de indicios que permiten al sujeto reconocer entre sus marcos conocidos aquel de referencia que sea válido para una situación dada.

Este modelo de interpretación y construcción de la experiencia impacta también en la representación que es posible hacer del pensamiento humano, ya no como algo comprensible lógicamente (como un sistema coherente de significado), sino sociológicamente, desarrollado en situaciones prácticas, adaptado y expresado en los lenguajes y reglas de esos contextos socio-institucionales de enunciación.

 

PIERRE BOURDIEU, LA SOCIABILIDAD Y LA CLASE SOCIAL

Bourdieu también abordó el problema de cómo los sujetos procesan su interacción, compartiendo la perspectiva de los esquemas interpretativos de índole práctica. Sin embargo, Bourdieu tenía un mayor interés en cómo estos esquemas se formaban en el contexto de sociedades diferenciadas en clases, o mejor dicho, bajo los efectos de mecanismos de clase. Dentro de ello, elaboró entorno a los fenómenos relacionados al habitus la articulación de estas preocupaciones y sus hipótesis centrales al respecto.

El habitus contiene las representaciones clasificatorias y jerarquizantes de los mismos sujetos y de la sociedad toda:

el habitus aprehende las diferencias de condición, que retiene bajo la forma de diferencias entre unas prácticas enclasadas y enclasantes (como productos del habitus), según unos principios de diferenciación que, al ser a su vez producto de estas diferencias, son objetivamente atribuidos a éstas y tienden por consiguiente a percibirlas como naturales. (Bourdieu, 1998: 171)

De esta forma, el habitus cierra el esquema por el cual la clase se compone de factores simbólicos y materiales, y se reproduce desde los sujetos en conflictos localizados y activos. A la vez, el habitus es "ese principio generador y unificador que retraduce las características intrínsecas y relacionales de una posición en un estilo de vida unitario, es decir un conjunto unitario de elección de personas, de bienes y de prácticas" (Bourdieu, 1997: 19).

En gran medida, la incorporación de buena parte del habitus se da en lo que otros autores localizan como socialización primaria, siendo el lugar privilegiado el hogar. A través del habitus, se incorporan asimismo esquemas clasificatorios y valorativos que son fundamentales en la teoría de Bourdieu para el sostenimiento de la reproducción del sistema de estratificación, es decir, el mantenimiento del orden social existente. Estas estructuras clasificatorias están constituidas tanto de lenguaje y de símbolos como de elementos materiales significativamente distribuidos. De esta forma, "el mundo de los objetos, esta especie de libro donde todas las cosas hablan metafóricamente de todas las demás y en el que los niños aprenden a leer el mundo, se lee con todo el cuerpo, en y por los movimientos y los desplazamientos que trazan en el espacio de los objetos a la vez que son trazados por él" (Bourdieu, 1991: 130).

Esta configuración inicial, al igual que los marcos, operan subrepticiamente respecto a la voluntad del sujeto. Dice Bourdieu: "Los esquemas del habitus, formas de clasificación originarias, deben su eficacia propia al hecho de que funcionan más allá de la conciencia y del discurso, luego fuera de las influencias del examen y del control voluntario" (Bourdieu, 1998: 477).

Por último, cabe destacar que el habitus introduce en la discusión del sentido y la interpretación la cuestión del enclasamiento y la diferenciación social, trazando un puente entre la estructura social y la formación de la habilidad práctica de interpretar y actuar con sentido.

Para Enrique Criado, el modo en que Goffman expresa la modalidad en que se constituye sentido a través de prácticas internalizadas por dominios o ámbitos específicos se complementa con el abordaje de Bourdieu sobre el modo en que opera el habitus en la vida cotidiana (Criado, 1991: 197). En el primero se tematiza la posibilidad de autonomía de los ámbitos para desempeñar el lenguaje y la acción con sentido como habilidades incorporadas, mientras que por el segundo se provee un mecanismo, una entidad a través de la cual conceptualizar aquello que mantiene cohesionado al sujeto entre estos universos; los mecanismos generativos más generales que subyacen y son precondición del desarrollo de los lenguajes y dominios particulares. En palabras de Bourdieu: "Una de las funciones de la noción de habitus estriba en dar cuenta de la unidad de estilo que une las prácticas y los bienes de un agente singular o de una clase de agentes" (Bourdieu, 1997: 19).

Por último, cabe rescatar la observación de Emma León (1999), que coloca las posiciones de Bourdieu y Goffman como un giro en relación a los trabajos previos sobre socialización, por los cuales los "agentes" de socialización eran las instituciones, que insertaban en el sujeto paquetes de normas y saberes. Tanto desde Bourdieu como desde Goffman, en cambio, incluso si se destaca y describen las restricciones que los actores encuentran, la capacidad de agencia está presente, manejándose en estos autores "una noción constructiva (estructurante) de la práctica y de la subjetividad (y no una mera ejecución de un sujeto influenciado mecánicamente y obediente a la normativa establecida)" (León, 1999: 76). Nuevamente, el foco es puesto en las mediaciones e indeterminaciones de la estructura con los sujetos, sosteniendo una estrategia que busca no encerrarse en un subjetivismo solipsista ni perder de vista a los individuos como sujetos relevantes de la explicación social institucionalizada.

 

CONCLUSIONES

En este último apartado, a modo de síntesis, serán retomados algunos de los elementos teóricos presentados, destacando su relación con los estudios de las redes personales. Habiendo partido de una definición general de red personal —definida como el conjunto de vínculos de una persona con sus conocidos, más los vínculos de sus conocidos entre sí— la discusión de la sociabilidad permite una —posible entre muchas— definición más compleja. Así como el sujeto no existe en forma aislada —tal como lo afirman tanto el ARS como la teoría sociológica clásica y contemporánea— tampoco existen los vínculos en forma aislada: varios aspectos de la interacción la ligan con el espacio social que la sostiene.

En primer lugar, aparece el hecho de que la interacción sucede ajustada a reglas y criterios densos. Es decir, que los tres autores sugieren que un espacio de interacciones humanas distará siempre de ser un mero contenedor de lazos o intercambios explicables por sí mismos. En este sentido, describir quiénes están relacionados entre sí sería un paso necesario pero no suficiente para dar cuenta de un campo de relaciones intersubjetivas concreto.

En segundo lugar, tanto Goffman como Bourdieu, destacan con énfasis el hecho de que la lógica de las prácticas responde a reglas o mecanismos que los actores reconocen pero usualmente no podrían enunciar en forma explícita. Esto es consistente con las motivaciones y los resultados de los estudios de análisis de redes sociales en general, en cuanto estos comparten con las perspectivas "estructurales" el afán de descubrir lógicas y determinaciones ocultas para los actores. Sin embargo, en tensión con la pretensión objetivista de tales posiciones, en el caso de los estudios de redes personales, la unidad de conteo suelen ser los vínculos que la persona recuerda y menciona, campo de observación sin duda valioso pero en el cual debe reconocerse que la mirada reglada, socialmente y políticamente selectiva de la subjetividad del actor se reinserta en la base de la construcción del análisis, es decir, en el relevamiento.

En tercer lugar, tanto Goffman como Bourdieu destacan el carácter diverso de las lógicas que operan sobre cada interacción. Este señalamiento es decisivo para el análisis de redes personales, en cuanto a que viene a señalar que no por observarse diferentes actores en una misma red puedan suponerse formas homogéneas de actuar o de interpretar la realidad en la totalidad de ellos. Mientras que en Goffman esto toma la forma de "marcos" interpretativos que se activan según atributos del contexto o del interlocutor, en Bourdieu subyace un "habitus" que indica cómo valorar los fenómenos y el actuar. El modo de discernir y actuar, en ambos autores, no puede considerarse general para una cultura, o incluso tampoco para una misma persona, debiendo esperarse en consecuencia que los sentidos de las interacciones respondan a combinaciones complejas de elementos situacionales, así como de los actores y del contexto en sentido amplio.

Bourdieu en este punto se diferencia de Goffman en cuanto a que encuentra que el compendio de esquemas que se activa selectivamente y permite actuar está articulado, alineado y organizado internamente en función de un elemento que les da coherencia. Esta matriz que los coordina dentro de cada sujeto y entre sujetos la constituye y ordena, según Bourdieu, su posición de clase. La posición de clase —dada por un capital acumulado puesto a jugar en un campo actual particular— ligaría inseparablemente la cuestión del poder a la cuestión del sentido de las interacciones.

A este respecto, cabe señalar que los tres autores analizados ponen en relieve la cuestión de los intereses particulares y de las estrategias (a veces conscientes y a veces no), aunque desde diferentes perspectivas. Goffman resalta las ventajas de poder derivadas de maniobras que derivan de las estructuras de las situaciones, analizadas siempre en términos locales: el paciente que observa cómo el familiar que lo acompaña se convierte en aliado involuntario del profesional médico; el cliente del bar cediendo ante las maniobras del mesero (Goffman, 1981); el sujeto estigmatizado que mantiene la distancia concedida en una integración degradada (Goffman, 2006). Elias, en cambio, observa las diferencias dadas en la restricción de grupo de largo plazo: los guerreros dejados fuera del espacio de las cortes a medida que la sociedad cortesana se cierra progresivamente por medio de códigos de comportamiento (Elias, 1989); los habitantes del pueblo que habiendo llegado "tarde" se mantienen como outsiders independientemente de su posición de clase (Elias, 2003). Bourdieu, por su parte, viene a reparar en la diferenciación de la interacción que ocurre ya no por situaciones explicables localmente, o histórico-políticamente, sino en función de la relación a la acumulación y control de la circulación del capital económico y cultural. Las costumbres que otorgan prestigio —en el sentido de Weber— se distribuyen según Bourdieu a la par de otros capitales, ordenando y dando sentido al juego de la interacción y de la reproducción social (Bourdieu, 1998).

Como cuarto y último aspecto, los tres autores —y es de relevancia para el modelado de una dinámica de las redes personales— ven a los actores como sujetos activos, que operan captando significados de su entorno, en un doble juego de adaptación al entorno y de manipulación del mismo para la consecución de sus propias metas o bienestar. En la obra de Goffman está particularmente tratada la gestión del sujeto de su propia imagen, de la necesidad, preocupación y conveniencia de controlar los efectos de sí mismo sobre los demás (1981, 2006). En Bourdieu, el carácter estratégico de la acción se manifiesta en la puesta en juego de recursos simbólicos, relacionales y materiales en la lucha por valorizar y sostener las posiciones de clase logradas y el capital acumulado. Elias, en torno a la metáfora del jugar y poner en juego, da también a los actores amplias capacidades de agencia en tanto inciden en los resultados emergentes de lo social.

Finalmente, cabría esperar que estas formulaciones teóricas puedan ser cuestionadas, precisadas y extendidas a partir de los hallazgos realizados y por venir de los estudios de redes personales. Como se mencionó en la introducción, la búsqueda de las redes personales —su construcción como objeto y como desafío metodológico— trajo consigo nuevas hipótesis, materiales empíricos y técnicas de trabajo. En este sentido, a la vez que es esperable que las teorías de la sociabilidad puedan interpelar a los nuevos trabajos sobre redes personales, de establecerse un diálogo fluido entre unas y otros, las nuevas capacidades de observación y análisis serían de primera necesidad para el desarrollo de teorías más consistentes y generales sobre la sociabilidad, la interacción y el intercambio.

 

BIBLIOGRAFÍA

Alexander, J. y B. Giesen (1987), "From Reduction to Linkage. The Long View of the Micro-Macro Debate" en A. Giddens y J. Turner, Social Theory Today. Cambridge, Reino Unido: Polity Press, pp. 273-308.         [ Links ]

Allport, G. (1977) [1954], "Formación de endogrupos", en G. Allport, La naturaleza del prejuicio. Buenos Aires: EUDEBA.         [ Links ]

Bagnasco, A., F. Piselli, A. Pizzorno y C. Trigilia, (2003), El capital social. Instrucciones de uso. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica.         [ Links ]

Barrera, M. (1986), "Distinctions between Social Support Concepts, Measures and Models", en American Journal of Community Psychology, vol. 14 (4), pp. 413-445.         [ Links ]

Blau, P. (1964), Exchange and Power in Social Life. Nueva York: Wiley.         [ Links ]

Bourdieu, P. (1991), El sentido práctico. Madrid: Taurus.         [ Links ]

---------- (1997), Razones prácticas. Barcelona: Anagrama.         [ Links ]

---------- (1998), La distinción. Madrid: Taurus.         [ Links ]

Burt, R. (2000), "The Social Capital of Structural Holes", en New Directions in Economic Sociology. Nueva York: Russell Sage.         [ Links ]

Cooley, C. (1929), Social organization. Nueva York: Charles Scribner's Sons.         [ Links ]

Criado, E. (1991), "Del sentido como producción: elementos para un análisis sociológico del discurso", en M. Latiesa, El pluralismo metodológico en la investigación social: ensayos típicos. Granada: Universidad de Granada.         [ Links ]

Degenne, A. y M. Forsé (1999), "Personal Networks and Local Circles", en A. Degenne y M. Forsé, Introducing Social Networks. Londres: Sage Publications.         [ Links ]

Durkheim, E. (1967 [1897]), El suicidio, libro II, capítulo V, secciones ii y iii. (Editado como artículo bajo el nombre "Anomia en relaciones humanas, conceptos y casos"). Buenos Aires: Bibliográfica Omeba.         [ Links ]

Elias, N. (1982), Sociología fundamental. Barcelona: Gedisa.         [ Links ]

---------- (1989), El proceso de la civilización. México: Fondo de Cultura Económica.         [ Links ]

---------- (2003), "Ensayo acerca de las relaciones entre establecidos y forasteros", en Reis, núm. 104, pp. 219-251.         [ Links ]

Engels, F. (1976 [1845]), La situación de la clase obrera en Inglaterra. Madrid: Akal.         [ Links ]

Fischer, C. (1982), To Dwell among Friends: Personal Networks in Town and City. Londres: University Of Chicago Press.         [ Links ]

Giddens, A. (1998), La constitución de la sociedad. Buenos Aires: Amorrortu.         [ Links ]

Goffman, E. (1981), La presentación de la persona en la vida cotidiana. Buenos Aires: Amorrortu.         [ Links ]

---------- (1983), "The Interaction Order: American Sociological Association, 1982 Presidential Address", en American Sociological Review, vol. 48 (1), pp. 1-17.         [ Links ]

---------- (1986), Frame Analysis. An Essay on the Organization of Experience. Boston: Northeastern University Press.         [ Links ]

---------- (2006), Estigma. La identidad deteriorada. Buenos Aires: Amorrortu.         [ Links ]

Granovetter, M. (1973), "The Strength of Weak Ties", en American Journal of Sociology, vol. 78 (6), pp. 1360-1380.         [ Links ]

---------- (1983), "The Strength of Weak Ties: a Network Theory Revisited", en Social Theory, vol. 1, pp. 201-233.         [ Links ]

Gravano, A. (2005), El barrio en la teoría social. Buenos Aires: Espacio Editorial.         [ Links ]

Homans, G. (1950), The Human Group. Nueva York: Harcourt, Brace and Company.         [ Links ]

---------- (1967), The Nature of Social Science. Nueva York: Harcourt.         [ Links ]

León, E. (1999), Usos y discursos teóricos sobre la vida cotidiana. Barcelona: Anthropos.         [ Links ]

Lewin, K. (1997) [1939], "Experiments in Social Space", en K. Lewin, Resolving Social Conflicts and Field Theory in Social Science. Washington DC: American Psychological Association, pp. 59-67.         [ Links ]

Merton, R. (1964) [1946], Teoría y estructuras sociales. México: Fondo de Cultura Económica.         [ Links ]

Molina González, J. (2001), El análisis de redes sociales, una introducción. Barcelona: Bellaterra.         [ Links ]

---------- (2005), "El estudio de las redes personales: contribuciones, métodos y perspectivas", en Empiria, vol. 10, pp. 71-106.         [ Links ]

Moreno, J. (1962), Fundamentos de sociometría. Buenos Aires: Paidós.         [ Links ]

Rizo, M. (2006), "George Simmel, sociabilidad e interacción", en Cinta Moebio, vol. 27, pp. 43-60.         [ Links ]

Scott, J. (1991), Social Network Analysis. A Handbook. Londres: Sage Publications.         [ Links ]

Simmel, G. (1898), "The Persistence of Social Groups", en American Journal of Sociology, vol. 3 (5), pp. 662-698.         [ Links ]

---------- (1902a), "The Number of Members as Determining the Sociological Form of the Group. I", en American Journal of Sociology, vol. 8 (1), pp. 1-46.         [ Links ]

---------- (1902b), "The Number of Members as Determining the Sociological Form of the Group. II", en American Journal of Sociology, vol. 8 (2), pp. 158-196.         [ Links ]

Thibaut, J. y H. Kelley (1959), The Social Psychology of Groups. Nueva York: John Wiley & Sons Inc.         [ Links ]

Wasserman, S. y K. Faust (1994), Social Network Analysis. Cambridge: Cambridge University Press.         [ Links ]

 

NOTAS

1 Esta investigación fue realizada con financiamiento del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) de la República Argentina.

2 Cabe destacar las publicaciones Connections, Social Networks y la revista Redes, si bien son frecuentes las publicaciones de resultados de investigación desde el punto de vista estructural del análisis de las redes.

3 Cabe señalar los libros clásicos en este campo de Wasserman y Faust (1994), Scott (1991) y Degenné y Forsé (1999).

4 A esta definición cabe agregar luego el recorte que cada estudio realiza sobre qué vínculos considerar, a partir de las metas de la investigación y de las posibilidades empíricas de selección de vínculos relevados.

5 Entre ellos puede destacarse los trabajos de Mark Granovetter y la teoría de los vínculos débiles (1973, 1983), los trabajos de Roland Burt y la teoría de los huecos estructurales (2000) y los textos metodológicos y de divulgación de John Scott (1991), Stanley Wasserman y Katherine Faust (1994), Alain Degenne y Michel Forsé (1999), y Molina González (2001), entre otros.

6 Sobre las estrategias y herramientas metodológicas utilizadas en estos estudios, ver Molina González (2005). Uno de los primeros trabajos sistemáticos en esta dirección lo constituye el estudio sobre redes personales de Fischer (1982).

7 "El tema sustantivo de la sociología es, pues, las formas o modos en que los seres humanos existen más allá de, para, y con, ellos. El propósito para el cual la socialización toma lugar —económica y social, religioso o criminal, sexual y militar, político y ético, etcétera— será tratado por otras ciencias [...] Por este método descubrimos, por ejemplo, como tales formas, superioridad e inferioridad, la edificación de jerarquías, competencia, división del trabajo, imitación, representación, y un sin número de otros tipos de socialización humana" (Simmel 1898: 663, la traducción es mía).

8 Asimismo, cabe señalar que el interés que Simmel tuviera por la tríada como unidad desde la cual el análisis de relaciones podía descomponer su complejidad se mantuvo luego en la teoría de grafos y en el análisis de redes sociales como una noción central.

9 "La recuperación de los trabajos de los sociólogos George Simmel, William I. Thomas y Robert E. Park, así como de los filósofos George H. Mead y John Dewey, dieron como resultado una escuela que rompió con el pensamiento sociológico anterior, erigiéndose como una de las principales inspiraciones de la sociología contemporánea. De alguna manera, la sociología de la Escuela de Chicago se convirtió en la alternativa a los estudios funcionalistas desarrollados en Estados Unidos simultáneamente" (Rizo, 2006: 46).

10 Según el término utilizado por Merton (1964).

11 "los seres humanos en general, en situación de normalidad, sólo pueden comprenderse inmersos en un cambio estructural. Ambos conceptos [por 'individuo' y 'sociedad'] tienen el carácter de procesos y no es posible en absoluto hacer abstracción de este carácter de proceso en una construcción teórica que se remita a los seres humanos" (Elias, 1989: 16).

12 "Para comprender de qué se trata la sociología es preciso —como se ha dicho— entenderse a sí mismo con una persona entre otros. En principio esto suena a trivialidad. Pueblos y ciudades, universidades y fábricas, estamentos y clases, familias y grupos profesionales, sociedades feudales y sociedades industriales, estados comunistas y estados capitalistas, todos son redes de individuos" (Elias, 1982: 16). Y en El proceso de la civilización: "Esta trampa, en que siempre se cae, de la aceptación estática de los conceptos de 'individuo' y 'sociedad' únicamente puede quebrarse cuando, como hacemos aquí, se desarrollan ambos conceptos sobre una base empírica, de tal modo que los dos se manifiestan como procesos" (Elias, 1989: 35).

 

INFORMACIÓN SOBRE EL AUTOR:

Pablo De Grande. Licenciado en Sociología por la Universidad de Buenos Aires y doctor en Humanidades por la Universidad Nacional de Quilmes, Argentina. Actualmente realiza tareas de investigación vinculado al Instituto de Investigación en Ciencias Sociales de la Universidad del Salvador y Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina, con financiamiento del CONICET. Temas de investigación: pobreza y sociabilidad, infancia, mercado de trabajo, redes personales, simulación de procesos sociales y modelos de redes sociales. Correo electrónico: pablodg@gmail.com

Creative Commons License Todo el contenido de esta revista, excepto dónde está identificado, está bajo una Licencia Creative Commons