Introducción
El crecimiento y consolidación de la migración internacional chiapaneca a Estados Unidos (EU) como proceso masivo, se remonta a la primera década del XXI. Este trabajo se ubica en el conjunto de investigaciones sobre la migración mexicana campesina-indígena transfronteriza (Kearney, 1996; Velasco, 2008; Besserer y Kearney, 2006; Stephen, 2005; Sánchez, 2008; Fox, 2013; Fox y Rivera-Salgado, 2004; Paris, 2008; García, 2008), particularmente de los estudios de migraciones campesinas chiapanecas hacia EU (Burke, 2003; Villafuerte y García, 2006; Jáuregui y Ávila, 2007; Cruz y Barrios, 2009; Aquino, 2012). El presente artículo tiene por objetivo dar cuenta de cómo la migración de comunidades chiapanecas de Las Margaritas Chiapas hacia EU (California) (1996-2008), estuvo determinada por causas histórico-estructurales relacionadas con el deterioro de la vida rural de los contextos locales de origen; pero, al mismo tiempo, mostrar cómo las redes sociales y comunitarias posibilitaron la migración.1
El trabajo se basó sobre la hipótesis de que, en determinados contextos rurales, la salida de los migrantes está determinada por las condiciones histórico-estructurales de falta de desarrollo de los lugares de origen. Pero, también, la migración de estos campesinos se llevó a cabo a través de diversas redes y relaciones familiares y comunitarias.
El aporte de este artículo reside en que es una aportación a los escasos estudios de caso sobre la migración campesina a EU originaria del sureste de Chiapas (Cruz y Barrios, 2009; Aquino, 2012). Este texto se enmarca en las reflexiones sobre por qué Chiapas, una vez incorporada a los circuitos migratorios internacionales, sería reserva de mano de obra para la agricultura norteamericana (Durand y Massey, 2009, pp. 87-93). Además, se describe la forma en que este proceso de movilidad geográfica transfronteriza se estructuró sobre redes comunitarias y regionales. Así mismo se muestran las dinámicas mediante las cuales los migrantes, en tanto sujetos sociales con agencia, participan, reproducen y modifican estos procesos migratorios.
Abordaje teórico-metodológico. La migración como proceso de movilidad
En este trabajo se aborda la migración internacional como una vasta y compleja urdimbre de dinámicas sociales que, más allá de sólo suponer dinámicas de movilidad geográfica transfronteriza (Márquez y Delgado, 2012), implica tomar en cuenta tanto las redes migratorias y las aspiraciones de los migrantes (Fox, 2005, p. 40). Un abordaje integral de la migración supone la consideración de las condicionantes histórico-estructurales en el origen y el destino: la situación económica de los contextos locales de los Estados-nacionales en vías de desarrollo que estimulan la partida de los migrantes y el requerimiento de mano de obra como fuerza de atracción desde los países capitalistas desarrollados que reciben migrantes (Bustamante, 1997; Delgado y Márquez, 2009; Márquez y Delgado, 2012).
Por otra parte, en el marco de sociedades indígenas-campesinas en contextos rurales de economías agrarias en relativa precariedad, la migración no sólo se explica desde la decisión y cálculo racional individual, sino que supone una elección de carácter familiar o social en aras de incrementar los beneficios (sociales y económicos) que puede generar la migración y, al mismo tiempo, reducir los riesgos y pérdidas derivados de la salida y ausencia de los migrantes (Velasco, 2008; Fox, 2005 y 2013). La consideración de la capacidad de organización y de agencia social de los migrantes resulta fundamental para entender estos procesos de movilidad humana (Velasco, 2008).
Estrategia metodológica
Este artículo, desde una perspectiva cualitativa antropológica y a escala local, se elaboró mediante datos históricos y la recolección/registro etnográficos de diversas localidades durante varias temporadas de campo en el transcurso de varios años (2010-2014) y a través del estudio de caso de una comunidad (El Zacatal). Lo ocurrido en El Zacatal fue un reflejo de lo acontecido a nivel regional en la zona rural del municipio de Las Margaritas. Se realizaron diversas temporadas de trabajo de campo (diciembre 2010, marzo 2013, enero y noviembre 2014) y se hicieron una docena entrevistas semiestructuradas y abiertas con autoridades ejidales, migrantes, exmigrantes, padres y hermanos de migrantes y catequistas.
Lo anterior con el afán de incluir los testimonios de los múltiples subgrupos sociales que componen esta localidad y, desde la comunidad, estaban directamente involucrados con la migración. Se realizaron doce entrevistas estructuradas de acuerdo a las siguientes líneas de indagación: a) orígenes y causas de la migración internacional; b) rasgos de la migración y características de los campesinos migrantes; c) efectos e impactos en los sitios de procedencia de los migrantes. A petición de los sujetos con los que se trabajó, el nombre de la comunidad y de sus integrantes, han sido modificados.
El registro etnográfico permitió identificar las crisis del agro chiapaneco a nivel local como un factor que propicia que los campesinos busquen fuera de las comunidades otras estrategias (como la migración), para la obtención de recursos monetarios y con miras a la solución de diversas necesidades. Y las entrevistas contribuyeron no sólo a ubicar las motivaciones y causas de la migración, sino también para la descripción de las redes familiares y comunitarias mediante las cuales se lleva a cabo la migración.
Contexto de la migración chiapaneca y las comunidades campesinas del sur
Durante la pasada centuria, Chiapas ocupó uno de los últimos lugares a nivel nacional respecto a la migración mexicana a EU (CONAPO 2000; Villafuerte y García 2006). Sin embargo, desde mediados de los años noventa, Chiapas, en una situación similar a la región sureste de México, mostró un aumento sostenido de la migración a EU y de la recepción de remesas (CONAPO, 2014). Dicha migración internacional estuvo determinada por las condiciones estructurales adversas del aparato productivo chiapaneco desde finales del siglo pasado: crisis económicas, encarecimiento del costo de vida y la debacle de los precios del café y el maíz (Villafuerte y García, 2006 y 2014). El aumento de la migración internacional chiapaneca irregular fue aún más drástica a inicios del presente siglo (2000-2007). De haber enviado tres mil 446 migrantes en 2000, Chiapas llegó en 2007 al registro inédito de 105 mil 480 (COLEF, 2006 y 2013). En lo que respecta a la recepción de remesas, el crecimiento fue notorio también. Chiapas pasó de 20 millones de dólares de remesas enviadas desde EU en 1995 a 921 millones de dólares para el año 2007 (CONAPO, 2014). Fue uno de los estados con el mayor crecimiento en recepción de remesas en el cambio de siglo.
No obstante, el aumento de la migración no comportó una homogeneidad espacial y se concentró en regiones chiapanecas específicas (COLEF, 2006 y 2013); y, en especial, Las Margaritas fue uno de los municipios con mayor incremento migratorio. En el lapso de una década (2000-2010), este municipio escaló dos lugares en el Índice de Intensidad Migratoria (IIM), de uno muy bajo en el 2000 subió a otro de nivel medio para 2010.
En Las Margaritas se ubica el área de estudio. Con colindancias con Guatemala, tiene un alto grado de marginación social, el 92% de la población municipal (103 mil 568 personas) vive en pobreza y el 60.80% (67 mil 782) está en pobreza extrema (Gobierno Municipal de Las Margaritas, 2012, p. 36). La actividad económica es agropecuaria, principalmente agrícola, y tiene una composición sociodemográfico rural y étnica.2 Durante gran parte del siglo xx, este municipio tuvo fincas (Gómez y Ruz, 1992; Lisbona, 2009) y el proceso de colonización y fundación de ejidos fue lento y tardío (Aquino, 2012, pp. 60-62).3
La historia reciente de Las Margaritas se caracterizó por diversos procesos de politización que marcaron la vida social de los ejidos. Uno de los más importantes fue la labor de la Diócesis de San Cristóbal durante las décadas de 1970 y 1980. Desde la opción por los pobres y con la idea de los campesinos indígenas como sujetos de su propia liberación, la Diócesis formó catequistas comunitarios y contribuyó con la regularización de los ejidos (Aquino, 2012, p. 63).
De manera paralela, en los años setenta hubo organizaciones campesinas orientadas a la politización, la dotación de servicios y el desarrollo de proyectos productivos, tales fueron los casos de Ejidos Quiptic Ta Lecubtesel, la Unión de Ejidos Tierra y Libertad, y la Unión de Ejidos Lucha Campesina (Harvey, 1995). Posteriormente, surgió la Unión de Ejidos de la Selva y en los años ochenta se conformó una organización de organizaciones, la Unión de Uniones Ejidales y Grupos Campesinos (Harvey, 1997). Así mismo, a inicios de la década de 1980, llegó un pequeño grupo de las Fuerzas de Liberación Nacional que posteriormente daría lugar a la formación del Ejercito Zapatista de Liberación Nacional (EZLN). Años más tarde, muchas de las comunidades de Las Margaritas se incorporarían a éste.
Gran parte de los campesinos tojolabales y no tojolabales tienen antepasados que trabajaron en condiciones de opresión como peones en las fincas. Los asentamientos rurales, la mayoría ejidos,4 comparten varios rasgos: familias nucleares con patrones de patrilocalidad (los hombres son generalmente los que heredan y poseen la propiedad de los derechos agrarios y del uso de la tierra), economías campesinas y, en menor medida, actividades ganaderas (Diarios de campo, diciembre 2010 y marzo 2013).5
La migración internacional es un proceso relativamente reciente de mediados de la década de 1990, que, para inicios del siglo, se propagó, volviéndose un fenómeno regional cada vez más frecuente en Las Margaritas (Diario de campo, diciembre 2010; Aquino, 2012).
La relación entre la migración transfronteriza a EU y las localidades campesinas implica dos procesos: (1) Por un lado, la precarización de las economías campesinas y la merma de sus cultivos destinados a venta, debido a las políticas neoliberales en el agro y a las crisis económicas de la globalización.6 (2) Y, por otra parte, cómo, a partir de una coyuntura histórica concreta (la salida de los lugares de origen y el abandono de comunidades a raíz del conflicto armado de 1994 y la represión militar) (Cruz y Barrios, 2009, pp. 53-58), surgió la migración internacional a EU como una estrategia socioeconómica entre las comunidades.7
Migración, estrategia frente a la crisis del agro chiapaneco
En Las Margaritas, la migración a EU surgió a mediados de la década de 1990 en un par de comunidades, en el marco de los procesos del libre mercado y la globalización. Ya para inicios de la década del 2000 se volvió un proceso de alcances regionales y municipales que estaba presente en muchas de las localidades de este municipio. La migración fue fomentada, además de las causas estructurales de marginación a nivel local y de una casi absoluta ausencia de derechos sociales (salud, educación y empleo), por el deterioro de las economías campesinas derivadas de las políticas neoliberales en el agro mexicano y chiapaneco.
El Estado mexicano no garantizó a los campesinos los servicios sociales (escuelas, hospitales, acceso a tierra) a los que tenían derecho de acuerdo a la Constitución mexicana. Con la entrada de México en el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) (1994) y los procesos de la globalización y el libre mercado, la nueva política agraria favoreció a otros actores sociales (medianos y grandes propietarios, empresas nacionales y transnacionales, etc.). Y esto acentuó el fraccionamiento y venta de la tierra, deteriorando las condiciones de vida y trabajo de los sectores campesinos de Chiapas.
En este escenario, los campesinos experimentaron mayor marginación (Harvey, 1998, p. 2). La reforma constitucional del artículo 27 y la firma del TLCAN acentuaron la desigualdad del uso/acceso a la tierra y contribuyeron a incrementar la pobreza en el campo, agudizando los problemas y rupturas de las comunidades campesinas (Harvey, 1998, pp. 9-10).8 En este tenor, hay autores que, desde fines del siglo XX, sugieren que la migración no documentada a EU se relaciona con problemas económicos vinculados a la falta de acceso al bienestar material y el desarrollo en los países de los lugares de origen (Bustamante, 1997, pp. 9-10).
En este marco temporal (1995-2007), la migración transfronteriza de las comunidades campesinas se volvió un proceso para mitigar temporalmente la pauperización y obtener ingresos económicos para la adquisición de bienes indispensables para la vida diaria. Las relaciones entre las comunidades campesinas y las nacientes migraciones son complejas y remiten a los siguientes procesos socioeconómicos derivados de las actividades productivas del área.
Sustitución de las estrategias de ingreso y obtención de recursos económicos: de la agricultura y cosecha de cultivos perennes mercantiles a la migración transfronteriza. Debido a las crisis recurrentes y a la inestabilidad de los mercados agrícolas (internacionales, nacionales, regionales y locales del café y el maíz y fríjol), se produjo una reducción del ingreso económico de las localidades rurales. El precio de compra del café en la cabecera municipal ha variado en las últimas dos décadas y representa una situación de incertidumbre económica para los campesinos; para ellos, la venta de este producto es la principal fuente de obtención de dinero. Entre las comunidades hay la percepción generalizada de no saber cuál será el precio de café al año siguiente, y si bajará y en qué medida (Diarios de campo, enero 2010 y enero 2014).9 Los motivos de la oscilación del precio del café en el municipio van desde las relaciones de desigualdad/asimetría entre campesinos y compradores, pasando por los intermediarios y acaparadores, y culminando en los inestables mercados nacionales e internacionales. 10
Frente al aumento de los precios de los artículos comprados y el decrecimiento de la autoproducción de objetos de la vida diaria, la migración internacional y el envío de remesas aparece como mecanismo de generación de recursos monetarios. También ha disminuido la producción individual y comunitaria de artículos cotidianos: vestimenta, materiales para la construcción de viviendas (zacate para techo, tablas para muros y cimientos de casa), alimentos de variado tipo, entre otros. Esta situación se ha visto estimulada por el incremento a partir de mediados de la década de 1990 de las vías de comunicación (carreteras) entre el interior de las zonas rurales de Las Margaritas y los centros urbanos más próximos (la cabecera municipal y la ciudad de Comitán) (Diarios de campo, diciembre 2010 y marzo 2013). Año con año se acentúa una mayor dependencia respecto al exterior (la ciudad, la cabecera municipal, otras urbes) y a los sectores no indígenas que proveen enseres y servicios de la vida cotidiana comunitaria (comerciantes, compradores del café, médicos).11
La relación entre fenómenos medioambientales y la disminución de las cosechas (de maíz, frijol y café), la migración transfronteriza como alternativa. Una tercera dinámica que ha contribuido a la consolidación de la migración como una alternativa de obtención de recursos económicos son los procesos de alteración del medio ambiente natural y su impacto en la agricultura campesina. Derivados del desarrollo del capitalismo y de la industrialización, el cambio climático y el calentamiento global han provocado la proliferación de plagas y la escasez o abundancia de lluvias, lo que ha mermado la producción agrícola y las cosechas de cultivos de venta y autoconsumo de las comunidades.12
En este panorama de vulnerabilidad de las economías campesinas de Las Margaritas, la migración hacia EU se tornó una estrategia temporal y parcialmente viable de obtención de recursos económicos. De manera acotada, la migración puede suponer una selectiva y temporal mejoría de las condiciones materiales de vida, así como de la resolución de necesidades (enfermedades, saldar deudas, mejoría de vivienda). En ocasiones, la migración, mediante el envío de remesas, puede elevar temporalmente la situación económica-material en las comunidades de origen (Diarios de campo, diciembre 2010 y marzo 2013).13
Frente a la actual situación de las comunidades la sensación es que, como dice don Pedro de El Zacatal, “no hay de otra [más que la migración para resolver las necesidades]” (Diario de campo, enero 2014). Esta opinión representa una percepción generalizada en las localidades de la región. Asimismo, los campesinos de San Isidro sugieren que la migración funge como estrategia de generación de recursos monetarios: “la verdad nos vamos por la miseria; nuestros padres no nos pudieron dar lo que necesitábamos, por eso jalamos camino [a EU]. Es por la economía [que migramos], porque no hay buen trabajo; aunque trabajes mucho, la paga [el salario] es poco” (Citado en Cruz y Barrios, 2009, p. 61).
En el contexto de la des-valoración económica y del deterioro de las actividades productivas (relacionado con los bajos precios de los cultivos, la escasa oferta de empleos bien remunerados y los bajos salarios), la migración, una vez establecidas las redes para la movilidad geográfica transfronteriza y por un periodo de tiempo considerable (2000-2008), se volvió un proceso alternativo de obtención de dinero para las comunidades campesinas de este municipio. Antes de proseguir es preciso rastrear cómo surgió el proceso migratorio hacia EU.
Origen y causas de la migración internacional en Las Margaritas
Los inicios de esta migración datan de una coyuntura histórica precisa que se remonta al caso de una localidad pionera, la comunidad de San Isidro (Cruz y Barrios, 2009, p. 61). La experiencia migratoria de San Isidro fue el pivote detonador que dio lugar a que, en el transcurso de unos cuantos años (1995-2003), la migración se tornara un proceso social de carácter regional y masivo, abarcando una gran porción de los asentamientos campesinos de Las Margaritas. Antes de 1994, la comunidad de San Isidro, a diferencia de las experiencias de migración al interior del país de otras localidades del municipio, no presentaba un historial migratorio ni interestatal ni nacional. Sus pobladores, como la mayoría de las personas de las localidades rurales, salían con relativa frecuencia a la cabecera municipal y a la ciudad de Comitán para adquirir artículos básicos. La situación cambio cuando, con miras a contener el conflicto armado de 1994, el régimen de Salinas, a través del Ejército mexicano, trató de reprimir al Ejercito Zapatista de Liberación Nacional y hostigó con violencia a muchas de las comunidades rurales de Las Margaritas. Los pobladores de San Isidro, por temor a las represalias y a semejanza de otras localidades, dejaron su comunidad de origen y tierras (Cruz y Barrios, 2009, p. 61).
Las personas de San Isidro se desplazaron a la cabecera municipal, donde desempeñaron empleos manuales y se acentuaron sus condiciones de pobreza, así como la conciencia de esta situación de precariedad material en el contexto de la convivencia con los habitantes urbanos de la cabecera municipal. Tras un lapso de dos años, la mayoría de los habitantes regresaron paulatina y progresivamente a San Isidro (Cruz y Barrios, 2009, p. 60). Pero, debido al abandono, sus parcelas y cafetales ya eran poco productivos, con lo cual se acentuó su situación de precariedad y escasez material.
Aunado a lo anterior, el consumo de algunos bienes materiales durante su estadía en Las Margaritas y la posibilidad de otras opciones laborales derivadas de los nexos y vínculos durante su residencia en la ciudad, potenció que entre estos campesinos tojolabales de San Isidro se optara por la búsqueda de empleos remunerados que posibilitaran la adquisición de determinados artículos y cierto nivel de vida. Dadas estas circunstancias, la migración hacia EU se volvió la opción viable en este escenario y los primeros en migrar fueron dos jóvenes en 1995 (Cruz y Barrios, 2009, pp. 59-60). Ya para fines de la década antepasada, buena parte de los hombres de San Isidro habían tenido experiencias migratorias. La gran mayoría de los residentes de esa comunidad contaba con uno o varios familiares trabajando en EU y el perfil del migrante se había diversificado, incorporándose hombres solteros cada vez más jóvenes y mujeres jóvenes (solteras y casadas) a los flujos migratorios (Cruz y Barrios, 2009, p. 60).
La experiencia de San Isidro, cuya importancia reside en haber sido la punta de lanza del proceso migratorio, se diseminó con extraordinaria rapidez en el interior de la zona rural del municipio. Para los albores de siglo XXI, varias comunidades de diversos credos religiosos y variadas tendencias políticas se incorporaron vertiginosamente a esta migración hacia EU. Ya en el año 2003 y por las dimensiones sociodemográficas e importancia regional-municipal, entre otras comunidades de la microrregión Selva que figuraban en el mapa migratorio, estaban el Edén -el asentamiento rural más grande de Las Margaritas-, Francisco Villa, San Lorenzo, Santa Ana, entre muchísimas otras (Entrevista con don Jacinto, 18 de diciembre de 2010, el Zacatal, Las Margaritas, Chiapas).14
No obstante, San Isidro es una de las comunidades que proporcionalmente tiene uno de los mayores índices migratorios en la región y presenta un perfil del migrante más amplio, desde 2005 tuvo casos de migración de mujeres a EU. De manera concomitante, tienen una red articulada que, no sólo permite la realización de las rutas y trayectorias migratorias gracias a que ya hay “coyotes” y “polleros” locales originarios de esa comunidad (Entrevista con el padre de Manuel, 16 de diciembre de 2010, el Zacatal, Las Margaritas, Chiapas), sino que también la vasta red de habitantes que viven y trabajan en EU permite a los nuevos migrantes y aquellos que reinciden un proceso de incorporación social y laboral menos complicado en el país vecino de destino.15
Perfil del migrante y características de los procesos migratorios
En la mayoría de las comunidades, el grueso de las personas que migran son hombres jóvenes, casados y solteros, que oscilan entre los 18 y 35 o 40 años de edad, aunque cada vez es más frecuente la tendencia a migrar a edades más tempranas.16 No obstante, hay varias localidades en las que también se han presentado, aunque no en igual proporción que los hombres, experiencias de mujeres que migran por diversos motivos re-unión familiar, búsqueda de mejores opciones laborales, mejoría de las condiciones materiales de vida, para solventar gastos-deudas y pagar medicinas y atención médica. Ejemplos concretos de esto son las comunidades de María Trinidad (Aquino, 2012, p. 154) y San Isidro (Cruz y Barrios, 2009, pp. 61-62).
La migración dejó rápidamente de ser un proceso social aislado y exclusivo de un par de comunidades, caracterizado por experiencias de movilidad de tipo individual-personal y poco programado. Se convirtió en dinámicas sociales de movilidad geográfica de un amplio carácter regional y municipal que, con base en una articulación de redes de diversa índole, ha involucrado, aunque de manera diferenciada, a gran parte de las localidades rurales de Las Margaritas.17
En un principio, cuando apenas eran unos cuantos quienes decidían irse a EU, la migración requirió de personas foráneas (“coyotes” y “polleros”) que llevaran a cabo la migración hacia EU, vía la frontera noroeste, principalmente a través de la frontera internacional Sonora-Arizona. Este nuevo flujo migratorio se articuló y enganchó con corrientes migratorias pre-existentes y bastante consolidadas de otros lugares de Chiapas y de otras entidades federativas.
Pronto varias de las primeras personas que migraron a EU a mediados de la década de 1990 desarrollaron un conocimiento de las rutas y cruces fronterizos y empezaron a fungir como “coyotes” y “polleros” locales. Esto dinamizó, consolidó y amplió una nueva corriente migratoria cuyo origen era Las Margaritas y tenía como puntos de llegada/ destino múltiples lugares de EU, principalmente en California (véase Mapa 1.1).
Esto trajo un exponencial incremento del número de migrantes a principios de la década del 2000 y supuso la incorporación de una mayor cantidad de comunidades en estos fenómenos de movilidad geográfica transfronteriza. El proceso migratorio no sólo creció en términos sociodemográficos, sino que también tomó una mayor dimensión socio territorial.18
Ahora bien, estas redes, formadas por los “polleros” y “coyotes” locales, han facilitado la migración hacia EU. También han propiciado, a través de experiencias migratorias previas, la formación de vínculos y relaciones sociales que han permitido una más fácil, rápida y efectiva incorporación socio-laboral de los nuevos migrantes en los sitios de destino y trabajo en EU. Estos individuos que ya se encuentran en los lugares de destino en EU y que, debido a los estrechos vínculos (sociales, laborales, familiares) que tienen con las personas de sus comunidades de origen, pueden facilitar la incorporación de los nuevos migrantes, especialmente con aquellos que tienen nexos más cercanos.19
De este modo, las redes, nexos y vínculos previos y de diversa índole (familiar, parentesco, comunitarias, de amistad) y con variados alcances socio-territoriales (local y regionalmente), que caracterizaban la vida social de las comunidades y sus relaciones con el exterior y las localidades vecinas, fueron y son una gradilla móvil y flexible sobre la cual se asentó el surgimiento, desarrollo y consolidación de la migración; así como la consecuente inserción sociolaboral en los lugares de destino, como procesos sociales ampliamente generalizados. Para Durand y Massey (2009), “las redes migratorias son un conjunto de lazos interpersonales que conectan a los migrantes con otros migrantes que los precedieron” (Durand y Massey, 2009, p. 31). Dichos nexos (las redes migratorias), de facto, “incrementan la posibilidad de movimiento internacional porque bajan los costos y los riesgos del desplazamiento y aumentan los ingresos netos de la migración” (Durand y Massey, 2009, p. 31).
Por otra parte, la decisión de migrar no puede ser leída sólo como la elección personal de un individuo. Por el contrario, en concordancia con lo apuntado por la teoría de la nueva economía de la migración (Durand y Massey, 2009, p. 15), en estas comunidades campesinas generalmente migrar implica, más que la voluntad individual del migrante, una decisión colectiva que atañe a los diversos grupos a los cuales pertenecen los migrantes, desde la familia nuclear y el matrimonio, hasta la familia extendida y la comunidad de origen (Diarios de campo, diciembre de 2010, marzo de 2013, enero de 2014). Los procesos migratorios no pueden ser analizados sólo como la decisión racional individual del migrante con base en un cálculo de costo-beneficio (Durand y Massey, 2009, p. 15) y sin la consideración del contexto de vida del migrante y del núcleo social en el que está inmerso y del cual forma parte.
Aunado a esto, en ocasiones en algunas de estas localidades campesinas de Las Margaritas hay diversos mecanismos de control de carácter local y comunitario para intentar normar (a veces contener y otras ocasiones controlar) la migración y el tiempo que los migrantes están fuera de la comunidad (Diarios de campo, diciembre de 2010, marzo de 2013, enero de 2014). En las asambleas ejidales de la comunidad se abordan las formas de colaboración en labores y recursos monetarios a que el migrante, en tanto miembro de una localidad con cierto proyecto colectivo está obligado a contribuir en su condición de pertenecer y ser parte de una comunidad (Diarios de campo, diciembre de 2010, marzo de 2013, enero de 2014);20 no obstante, estos mecanismos pueden variar de comunidad a comunidad.
Ahora bien, la duración de la estadía en el norte (EU) no sólo depende del contexto local, también está relacionado con lo que el migrante y su familia han decidido, así como del monto de dinero que quieren conseguir y las necesidades -materiales, de servicios de salud, deudas, etc.- que con estos recursos monetarios derivados de la migración pretenden resolver (Diarios de campo, diciembre de 2010, marzo de 2013, enero de 2014).
No obstante, dados los costos sociales y económicos, en el 2010 el cruce oscilaba entre quince y treinta mil pesos mexicanos, generalmente los migrantes permanecen trabajando en EU por lo menos un año o año y medio (Diarios de campo, diciembre de 2010, marzo de 2013, enero de 2014). Salvo raras excepciones y muchas veces debidas a causas externas de los lugares de trabajo, en EU, como las detenciones y deportaciones, son muy pocos los que regresan a sus lugares de origen antes de un año (Entrevista con don Bernardo, 14 de diciembre 2010, el Zacatal, Las Margaritas, Chiapas).
Los migrantes como sujetos sociales
Los migrantes y exmigrantes hacen uso y aprovechan de manera individual y social las redes y relaciones familiares, de parentesco y comunitarias para llevar a cabo el proceso migratorio. Estos vínculos sociales juegan diversos roles en las diferentes etapas de la trayectoria migratoria: (A) Salida de la comunidad de origen; (B) el tránsito por diversos lugares de México y EU; (C) y las dinámicas de inserción laboral y social, particularmente su incorporación con los grupos de migrantes que ya viven en EU y son sus conocidos o familiares.
Ejemplos y manifestaciones etnográficas de lo previamente señalado son los siguientes:
El hijo de don Juan del Zacatal, quien actualmente trabaja en una pequeña ciudad de California en el sector de servicios, llevó a cabo el proceso migratorio a través de un tío paterno que lo puso en contacto con un “pollero” originario de una comunidad rural vecina. Gracias a la relación de cercanía y confianza entre su tío y el “pollero”, el hijo de don Juan inició su trayectoria migratoria sin pagar la totalidad del costo del viaje (que podía alcanzar montos de 25 o 30 mil pesos mexicanos en 2010) (Diario de campo, diciembre 2010; Entrevista con don Juan, 17 de diciembre de 2010, el Zacatal, Las Margaritas, Chiapas). Hasta que estuvo instalado en su actual trabajo, el hijo de don Juan empezó a liquidar la parte restante del viaje a través de pagos mensuales (Diario de campo, diciembre 2010; Entrevista con don Juan, 17 de diciembre de 2010, el Zacatal, Las Margaritas, Chiapas).
Otro caso representativo es el hijo de don Pedro, quien además de que ya tiene aproximadamente una década en EU y ha desempeñado múltiples labores (jornalero agrícola en labores de pizca y riego, chofer de tractor y de camionetas, trabajo en servicios, entre otras ocupaciones), pudo migrar gracias a un préstamo monetario de un tío materno de una comunidad vecina (Entrevista con don Pedro, 17 de diciembre de 2010, el Zacatal, Las Margaritas, Chiapas). Así mismo, el hijo de don Pedro envía ocasionalmente a su familia recursos monetarios. Este dinero ha servido para solventar necesidades de carácter urgente (medicinas y deudas), así como para proveer los insumos económicos para que otros familiares cercanos (hermanos y primos) iniciaran a su vez procesos migratorios hacia EU (Entrevista con don Pedro, 17 de diciembre de 2010, el Zacatal, Las Margaritas, Chiapas).
Finalmente, Manuel, sobrino de don Isaac, quien llegó al sureste de Estados Unidos donde vivían y laboraban parientes suyos. Un primo materno de Manuel le dio hospedaje y le consiguió trabajo en la agricultura. En dicho lugar también estaban otras personas de la localidad de Manuel, así como campesinos de otras comunidades vecinas. Para dicho viaje, a semejanza del apoyo social y monetario que otros migrantes reciben de sus familiares en EU y las localidades de origen, Manuel contó con el respaldo económico de su hermano mayor, quien aportó el dinero para sufragar los gastos del viaje y del cruce por la frontera Sonora-Arizona (Entrevista con don Isaac, 15 de diciembre 2010, el Zacatal, Las Margaritas, Chiapas). Las redes de apoyo y solidaridad no se restringen únicamente a los migrantes y su trayectoria migratoria, también se extienden y arropan a los familiares de éstos en las comunidades de origen. Ejemplo de esto es la ayuda, solidaridad y control que los padres de los migrantes proporcionan y ejercen sobre sus nueras mientras están ausentes sus hijos (Diarios de campo, diciembre 2010 y enero 2014).
El migrante no es sólo una víctima inerme de la situación de precariedad material de las zonas rurales y de la debacle de las economías campesinas. Tampoco es arrastrado de manera pasiva a los procesos migratorios. Como lo muestran los testimonios y las evidencias etnográficas aludidas en el texto, estos migrantes campesinos, al hacer frente a sus problemas y necesidades mediante la recurrencia a la migración, poseen un margen y capacidad de acción y participación en la migración que se manifiesta de diversas maneras. Migran cuando tienen la posibilidad socioeconómica y poseen los recursos monetarios. También es una elección planeada. Migran de manera programada y con la migración persiguen propósitos específicos: mejoría material de su casa, resolución de problemas económicos, pago de deudas, adquisición de medicamentos para curar enfermedades, entre otras.
El proceso migratorio no es individual, ni se lleva a cabo de manera aislada (Velasco, 2008). Los datos etnográficos muestran que la migración comporta una experiencia colectiva y se realiza en grupos de personas (de la misma localidad o poblados vecinos) que comparten el deseo o la necesidad de migrar; la migración tiene un carácter eminentemente social (Fox, 2005 y 2013).
Reflexiones finales
La contribución de este trabajo reside en mostrar cómo se gestó un particular proceso migratorio en el sureste de Chiapas, en un contexto rural en condiciones de crisis socioeconómicas. Este artículo muestra que la migración no sólo debe analizarse como una dinámica de movilidad espacial de población a través de distintas fronteras nacionales. En migraciones de origen rural y sin documentos migratorios, también hay que considerar cuáles eran las condiciones materiales de vida de los migrantes, con miras a recuperar las causas y motivaciones de la migración (Bustamante, 1997; Márquez y Delgado, 2012). El desarrollo y la historia de los lugares de origen juegan un papel muy destacado.
En el contexto de las políticas neoliberales en el agro, esta migración se gestó debido a la precariedad material y marginación crónica del área rural de Las Margaritas. El Estado fue copartícipe en la construcción social de la desigualdad e inequidad histórico-estructural de estas localidades rurales.
Así mismo, este artículo destaca cómo, en este caso particular del sureste de Chiapas, esta migración internacional y no documentada fue posible y se consolidó debido a una serie de vínculos preexistentes. Desde hacía décadas, diversas relaciones y redes familiares y comunitarias eran necesarias para la reproducción de la vida social y los hogares de la comunidad. Fueron estas redes y vínculos de diferente carácter (familiar, comunitarias, de amistad y en diversos ámbitos socio-territoriales) los cimientos sobre los cuales emergió, se amplió y robusteció esta migración como un proceso social de dimensiones municipales y regionales. Esto concuerda con lo apuntado respecto a procesos migratorios internacionales de otros grupos campesino-indígenas del país, como el caso de los mixtecos en California (Velasco, 2008; Fox, 2005 y 2013). No obstante, el crecimiento de la migración originada en Las Margaritas fue muy vertiginoso y fue debido al denso entramado social comunitario, lo que le da un matiz específico.
Sin duda uno de los aportes más destacados del trabajo consistió en mostrar que los migrantes de este municipio no son actores pasivos, ni “padecen” la migración. Por el contrario, son sujetos sociales activos, con una enorme capacidad de agencia y tienen un rol importante en la práctica de la migración. Esto concuerda con estudios sobre la agencia política de migrantes indígenas en California y sus odiseas migratorias a través de la frontera (Velasco, 2008)
Finamente, trabajos como el presente apuntalan la necesidad de no tener una mirada economicista reduccionista, particularmente para localidades rurales y de tipo campesino-indígena. En contextos de fuertes vínculos familiares y sociales, la migración internacional no puede entenderse del todo desde la elección racional personal (Fox, 2005 y 2013). Por el contrario, una comprensión de estos procesos de movilidad campesina a través de fronteras nacionales requiere trascender las ópticas individuales e incorporar mecanismos de decisión de otra índole (familiar, comunitario, entre otros).