Introducción
Si bien existe la percepción generalizada que se ha avanzado a paso firme hacia la inclusión de las personas Lesbianas, Gay, Bisexuales, Transexuales, Intersexuales y Queer (LGBTIQ+), es posible apreciar también algunas importantes señales en sentido contrario. Esto es especialmente cierto en el caso de las personas transexuales. A modo de ejemplo, en Estados Unidos la organización de promoción de asuntos LGBTQ+ en educación, señala que, durante el año 2015, 55.2% de los estudiantes transgénero o transexuales fueron objeto de algún tipo de acoso asociado a su expresión de género, en tanto que las calificaciones de estos estudiantes fueron significativamente más bajas que las de otros niños y niñas LGB (GLSEN, 2016). Un estudio del mismo año realizado en España, indica que 81% de las personas transexuales consultadas declara haber recibido algún tipo de agresión física a lo largo de la vida. Además, de la muestra total, 16% cumplió criterios de depresión, 25% de ansiedad social y 22% presentó al menos un intento de suicidio a lo largo de su vida (Guzmán-Parra et al., 2016).
No podemos olvidar que, a diferencia de la homosexualidad, solo en el año 2018 la Organización Mundial de la Salud retiró la transexualidad de la clasificación de las enfermedades mentales, para catalogarla como disforia de género, aludiendo a la inadecuación cuerpo/género (De Benito, 2018). Esta situación es definida por Mas, como parte de un constante proceso de reconceptualización de la transexualidad, donde, sin embargo, “se han mantenido las connotaciones mórbidas de la categoría diagnóstica” (Mas, 2017, p. 1). Frente a esto, algunos movimientos activistas y sociales han desarrollado un fuerte cuestionamiento del sistema binario, buscando que a las personas trans no se les imponga la creencia de que son incongruentes, sino más bien que es la sociedad la que no acepta la diferencia (Amigo-Ventureira, 2019).
A partir de aquí, diversos autores concuerdan en que la transexualidad ha sido poco favorecida por la psicología (Martínez-Guzmán, 2014; Platero, 2012; Suess, 2015), apreciación que es coincidente con algunos postulados de la psicología crítica en su cuestionamiento a la psicología tradicional (Parker, 2011; Pavón-Cuellar, 2014), aludiendo que, en esta última, los discursos psicológicos se encontrarían frecuentemente al servicio del poder. Específicamente, en el caso de los sujetos transexuales las etiquetas establecidas conllevan a su patologización, relegándolos a la categoría de anormales (Butler, 2009; Martínez, 2018; Martínez-Guzmán y Prado, 2015).
El Informe sobre Personas Trans y de Género Diverso y sus derechos económicos, sociales, culturales y ambientales realizado por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y la OEA señala que un factor común de toda persona transexual “es el hecho de que su identidad y/o su expresión de género no se condicen con las “socialmente establecidas” para el género que les fuera asignado al nacer” (2020, p. 39). Asimismo, desde la perspectiva biomédica la transexualidad suele asociarse a cambios corporales que involucran cirugías o terapias hormonales, con la idea de acercarse lo más posible a la identidad de género deseada.
Desde aquí, es posible señalar que un tema de interés para las ciencias sociales y específicamente para la psicología, es la conformación de la identidad de las personas transexuales, originada en contextos sociopolíticos particulares (Martínez-Guzmán y Prado, 2015; Martínez-Guzmán, Montenegro y Pujol, 2014; Platero, 2012). Especialmente, porque las denominaciones de hombres y mujeres como personas trans, conlleva una serie de discusiones, tanto por la necesidad compulsiva de diagnosticar, como por los efectos-afectos de los movimientos sociales que luchan por sus derechos identitarios, reclamando otras denominaciones que los alejen de la patologización e intervención biomédica de que han sido víctimas (Alexandre y Santos, 2020).
En este mismo sentido, si bien la conformación de las identidades de los sujetos es una tarea compleja de determinar, existen algunos hitos que dejan entrever elementos clave en este proceso, facilitando abordar la temática desde una perspectiva más amigable con lo diverso.
Lo anterior, cobra sentido al articularse con la historia de vida de un sujeto que habita la diferencia, hostigado por narrativas de normalidad y homogeneidad que dificultan entender que el ser es en esencia una radical alteridad.
Visto así, analizamos el testimonio de Víctor, que nos acerca a lo que Foucault (2016) denomina política de la verdad, dando cuenta de las relaciones de poder que determinan anticipadamente aquello que será considerado como la verdad y, por lo tanto, lo normal. A partir de aquí, tal como se ilustra en el relato, nuestro entrevistado se ve obligado a vivir en lo que los otros definen como anormalidad, abrumado por una sensación de diferencia que es construida principalmente por quienes le rodean. En palabras de Butler, “el diagnóstico continúa considerando como un trastorno patológico lo que debería concebirse como una entre las muchas posibilidades humanas de determinar el propio género” (2009, p. 114). Por ello, Víctor se siente diferente, atrapado en un cuerpo que no le agrada y al que intenta adecuar según sus necesidades, mientras transita hacia una masculinidad socialmente definida.
Mediante este ejercicio deconstructivo, pretendemos sumarnos a la gran cantidad de investigaciones que desde diversas perspectivas intentan cuestionar al heteropatriarcado y sus formas de normalización.
El objetivo de este estudio es identificar elementos particulares que se dan cita en la conformación de la identidad de un sujeto transexual masculino.
Para el desarrollo de este trabajo profundizamos en el relato de Víctor, un joven transexual masculino, de nacionalidad española y de profesión diseñador gráfico.
Metodología
Procedimientos
Optamos por un diseño de investigación cualitativa, mediante el método de estudio de caso, entendido por Bisquerra (2009) como una entidad social única que resulta de interés para la ciencia. La información recogida fue analizada mediante el análisis de discurso. La técnica utilizada fue la entrevista en profundidad, por lo que estas fueron grabadas y transcritas en su totalidad, utilizando el programa computacional de reconocimiento de voz Dragon Naturally Speaking. Para efectos de la organización de la información, se utilizó el software Atlas-ti (versión 6.2), el cual permitió ordenar las categorías. A modo de resguardo ético, al inicio del proceso se explicó a Víctor los fines de la investigación y se le solicitó que firmara una carta de consentimiento informado.
Luego de las consideraciones anteriores, nos proponemos desvelar la situación discursiva de Víctor, misma que da cuenta de los efectos del poder y la dominación institucionalizada (Bourdieu, 2008; Butler, 2009; Ramírez, 2013).
Resultados y discusión
A partir del análisis general realizado fue posible distinguir diversas categorias en los discursos. No obstante, para efectos de este trabajo seleccionamos solo aquellas que resultan más concluyentes, en línea con el objetivo de la investigación. Así, se distinguen seis estados/experiencia en el devenir de la existencia de Víctor, a saber: 1) diferencia, 2) tránsito, 3) especialistas, 4) confusión, 5) nombre y 6) rabia. El orden es presentado de manera arbitraria en el texto.
Diferencia
Yo me sentía culpable de la diferencia, decía: Dios mío, tengo el demonio dentro.
Diversos autores plantean que las identidades de género funcionan como una construcción que se basa en la combinación de comportamientos socioculturales y biológicos. No obstante, para Hegel (2008), la identidad es algo que debe construirse con los otros, de esta forma, el Otro o alteridad es concebido diferenciándose del yo, como un ser por definición distinto al sí mismo. En este contexto, la conocida autora Simone de Beauvoir (2005) señala que las mujeres, homosexuales, transexuales y otras minorías, se ubicarían en la posición del Otro en relación con la dominación masculina.
Así, lo Otro y el Otro se constituyen en una retorica que considera algunos mitos, en este caso, el demonio dentro representa una metáfora cuyo objetivo es nombrar lo innombrable, es decir, una radical alteridad.
En el siguiente fragmento observamos un recurso lingüístico que reafirma una naturaleza humana capaz de trasmutar en y desde la diferencia.
A partir de los seis años estaba claro que yo me sentía muy raro, muy diferente y la gente también me percibía de esa manera. Luego aprendí a disimularlo, sobre todo en el periodo de los 14 hasta los 19 años, pero en el colegio sí que era bastante tímido, bastante vergonzoso y acomplejado. Eso me duró un tiempo, ¿no? el complejo. Ya después igual me solté más y con los años fui cogiendo un poquito más de seguridad, pero no levanté cabeza hasta los 22.
Observamos que el cambio en los recursos simbólicos posibilita un desplazamiento en las representaciones del sí mismo, no obstante, se mantiene la diferencia. Esto es concordante con los planteamientos de la Australian Human Rights Commission (AHRC), quienes reconocen que algunas personas no tendrían una identidad sexual solo masculina o femenina o exclusivamente masculina o femenina, lo que posibilita un desplazamiento que instaura una nueva retorica. Una que anuncia que el género sería mas bien una expresión cultural de la identidad sexual (a menudo, pero no siempre, basado en estereotipos de masculinidad y feminidad), por lo que puede ser asociado a una persona que viste o actúa como hombre o mujer. Sugiriendo, además, que algunos sujetos no tienen una identidad de género exclusivamente masculina o femenina, mientras que otros no tienen una identidad de género vinculada a su sexo (2010).
Desde estas retoricas, la sensación de diferencia va aparejada con un propósito político implícito, visualizándose una patologización inconsciente de la diferencia, “al intentar ganar legitimidad y hablar en el mismo lenguaje de los poderosos” (Parker, 2009, p. 12), o en este caso, de los normales.
En este punto, Ramírez plantea que los sujetos LGBTI suelen tomar conciencia de la diferencia desde la temprana infancia, no obstante, dicha diferencia no es asociada inicialmente a la sexualidad, percibiéndose en un primer momento de forma difusa, quizás, “por no contar con un abanico de identificaciones a las cuales adscribirse” (Ramírez, 2013, p. 218). En otras palabras, esto daría cuenta de una escasez, tanto de prácticas sociales, como de recursos simbólicos y lingüísticos.
En su día a mí me afectaba mucho la moral tener que vestirme de una manera concreta. No fue una buena etapa, ahí sí me dio mucha pena.
Víctor señala la vestimenta como una de las diferencias relevantes en relación con sus pares, identificándola como un recurso muy restringido y excluyente.
El fragmento anterior interpela frente a la falta de facilidades para la expresión de las identidades de género, constituyendo un tipo solapado de violencia simbólica. Para Butler (2009) y Bourdieu (1988), la violencia ética o simbólica no ocurre exclusivamente en el ámbito de las representaciones, sino que restringe también la capacidad de respuesta del cuerpo.
Cuando yo tenía seis años me sentía un niño que estaba encerrado en el cuerpo de una niña, entonces no entendía que me estaba pasando. Pensé que cuando creciera me iba a convertir en un niño, pero cuando vi que eso no pasó… Entonces, en esa época conocí a un par de niñas que eran lesbianas y otro que era gay, no éramos amigos íntimos, pero había…complicidad, por la diferencia, pero claro, yo les explicaba que yo era distinto. Después conocí personas que también eran diferentes, entonces dije, bueno no soy tan raro, ¿no?
En el siguiente fragmento, la diferencia nos habla de una persona transexual que revela carencias que aun hoy parecen afectarlo:
Sigo sintiéndome distinto, eso lo llevo como un estigma, pero seguramente hay una parte que yo mismo estoy cargando porque quiero en la espalda, ¡seguro!… Actualmente, me llevo súper bien con mi grupo de trabajo. Mira que hay gente que no sabía, pero poco a poco se ha ido enterando y muy bien, estupendo, me ven como uno más, no he tenido ningún problema, pero me sigo sintiendo diferente, sobre todo cuando me relaciono a nivel de pareja, sigo sintiendo… soy como muy exigente conmigo mismo, siento como carencias, rollos, sigo con ese trauma aquí en mi cabeza.
Claramente, la experiencia de Víctor ocurre en una red de relaciones, discursos y prácticas en las que va construyendo su identidad, además de reconstruirse como un ser humano capaz de reflexionar sobre los hechos.
Cuando niño la diferencia la sentía al jugar… me gustaban otro tipo de juegos, pues entonces en el entorno del colegio las niñas percibían la diferencia y me ponían ahí un muro y yo no me acercaba. El deporte me gustaba, pero también parecía que… no sé, me sentía como vetado, ¿sabes?
A la luz de la teoría de la distinción de Bourdieu (1988), la imagen acerca que las niñas percibían la diferencia, releva la existencia de una estructura mental que permanece en el inconsciente, instalando la idea de lo natural, lo deseable y lo obvio. Sin embargo, en la construcción social de la transexualidad, se puede apreciar la existencia de resistencias que afectan directamente la capacidad de agencia de la persona, por cuanto, no logra adscribirse al patrón de género establecido.
Transito
Empecé el proceso hormonal con 22 años. Antes tenía un aspecto muy ambiguo y lo pasaba mal.
Si bien algunas personas trans se niegan a categorizarse en el binario masculino/femenino, permaneciendo en las trincheras de la resistencia, otras tantas aspiran a someterse a la operación de reasignación de sexo como una forma de ser aceptadas por la sociedad, esto incluye también el cambio de nombre legal, en los casos en que es posible.
Sin embargo, se aprecia que algunos sujetos transexuales que inicialmente se resisten a las premisas de la normatividad, terminan por asemejarse a la idea hegemónica de hombre o mujer, debido a que dicho binario estaría tan profundamente enraizado en el inconsciente colectivo, que los sujetos solo pueden aspirar a ser lo uno o lo otro.
En este sentido, Platero plantea el concepto de intersecciones, para explicar “cómo diferentes fuentes estructurales de desigualdad mantienen relaciones recíprocas” (2012, p. 26), señalando la necesidad de cuestionar las categorías establecidas, en orden a visualizar los poderes subyacentes. No obstante, otras voces señalan que la mayor parte de las identidades transgéneros, lejos de permitir una mirada más amplia, fortalecen la oposición entre el binario masculino/femenino.
Desde la experiencia de Víctor:
Yo note el cambio cuando me empecé a desarrollar un poquito, es decir cuando ya los niños pegaban el estirón y las niñas empezaban a tener tetas y no sé qué… y ahí me traumatice, porque yo estaba como en medio… y claro, yo negaba cualquier signo físico mío que denotara pues, feminidad y esas cosas […] Toda esa etapa que fueron unos cuatro años…. lo pasé muy mal, muy mal.
En esta trayectoria, Víctor toma conciencia de no pertenecer por derecho de nacimiento al tan preciado grupo de los normales, lo que lo lleva a precisar que no se siente orgulloso de su condición.
No me siento orgulloso de ser transexual… (ríe). Si pudiera volver atrás no elegiría esto. Ahora lo he aprendido a soportar y lo llevo muy bien, pero, es decir… me ha jodido media vida, ¿sabes?, entonces no me gusta ser así, y entiendo que alguien pueda estar orgulloso de ser como es, pero creo que ni siquiera debería haber un motivo para que… para que alguien se sienta orgulloso, es decir, creo que lo normal… lo normal sería que todo fuera normal, es tan sencillo como eso, es como una utopía con la que uno sueña, ¿no?
Reafirmando desde el relato la idea que los sistemas de significado son estructuras relativamente constantes que organizan la subjetividad (Contreras-Salinas y Ramírez, 2020; Parker 2011).
Por un lado, yo me adapto con lo que tengo y, por otro lado, lo que puedo lo modifico, es mitad y mitad. Es decir, entiendo que yo tengo derecho a ser diferente, y que tendrían que aceptarlo, debería ser así… y, por otro lado, también hay cosas en que la sociedad me puede, ¿no?, la presión social me puede… entonces yo he tenido que cambiar para estar cómodo. Creo que, si yo no hubiese hecho esa serie de cambios, habría acabado muy mal, no lo sé. No te digo que ahora sea la persona más feliz del mundo, pero sí he encontrado un equilibrio que me costó muchos años conseguir.
Desde la perspectiva de Parker, la declaración de Víctor corresponde al “sentido simultáneo de responsabilidad y de impotencia en la persona que se experimenta a sí misma como desposeída de cosas en lugar de experimentarse como participante de las relaciones sociales” (Parker, 2011, p. 66), en la medida que dichas relaciones y el sentido de sí mismas no son creados por una estructura, sino que son fruto de sus acciones. Así, lo que Víctor es, se constituye en y desde su discurso, o al menos, de esta forma queda plasmado en su relato. En este contexto, Víctor, asume su transexualidad, nombrándola cualidad o etiqueta, coincidiendo con la mirada de diversos autores (Bourdieu, 1988; Butler, 2009; Mira, 2004; Parker, 2009, 2011; Ramírez, 2013), quienes plantean que la asignación de dichas etiquetas conformaría prácticas de resistencia desde el lenguaje.
Yo sé que lo de ser transexual es una de mis cualidades o etiquetas, pero normalmente no me presento como transexual, es decir, me siento una persona muy normal, luego me siento hombre y luego claro, también he pasado y sigo estando en un proceso de transexualización.
Especialistas
A los 18 años fui a un psiquiatra, me mandaron mis padres y me diagnosticó esquizofrenia paranoide.
Desde este enunciado es posible comprender las fuertes críticas realizadas por algunos autores a las denominadas ciencias psi, las cuales buscarían deliberadamente mantener el statu quo, puesto que “explícitamente reproducen las relaciones de poder existentes o pretenden que la indagación científica o la interpretación sea neutral y, por ende, le dan un apoyo tácito a aquellos que están en el poder” (Parker, 2009, p. 145). En este contexto, los especialistas, representados por psicólogos y psiquiatras, dan cuenta de una ciencia que desde la teoría marxista es entendida como alienación y mercantilización del sujeto en un sistema capitalista, donde los diagnósticos -en ocasiones erróneos- apuntarían también a mantener el sistema hegemónico.
Me acuerdo que con 14 años apareció un psicólogo que estaba ahí por el tema de las técnicas de estudio, entonces yo fui a hablar con él y como yo había leído ya por ahí en algún sitio, algo de transexual, pues fui y le dije, creo que yo soy transexual, porque yo me siento hombre… entonces él me dijo, no, no, no, tú no eres transexual, porque los transexuales tienen manos grandes y tú tienes manos pequeñas. Lo recordaré toda la vida, me dijo, a lo mejor eres bisexual…
En este fragmento queda claramente anunciado un procedimiento basado en la retórica y la práctica de la cuantificación y la observación, arrastrando en su estela una serie de asunciones acerca de la naturaleza de las relaciones sociales (Parker, 2011). Por otra parte, es posible apreciar desde el relato y según lo señalado por este autor, que “el efecto de una narración puede hacer la vida más difícil a aquellos que insisten en que han descubierto su “verdadera” identidad como miembros de una comunidad particular” (Parker, 2009, p. 144).
A los 18 años fui a un psiquiatra, me mandaron mis padres y me diagnosticó, esquizofrenia paranoide. […] me dijo, ¿con que tú eres una mujer que quiere ser un hombre?, ah claro, esquizofrenia paranoide…así, con 18 años ese fue el diagnóstico del psiquiatra.
En este marco, Argyriou (2022) refiere que la ciencia ha construido saberes despóticos que buscan revelar los misterios que llevan a una persona de determinado sexo a reclamar el reconocimiento social y corporal del otro, lo que dado su protagonismo en el campo de las identidades sexo-genéricas, termina por trazar una frontera entre lo sano y lo patológico.
Paralelamente, desde la psicología social, diversos investigadores se han preocupado de analizar críticamente los discursos patologizantes de psiquiatras y psicólogos (Arenas y Goncalves de Freita, 2016; Contreras-Salinas y Ramírez, 2016; Martínez-Guzmán e Íñiguez, 2010; Martínez-Guzmán et al., 2014; Roselló, 2013). Dichos autores relevan que la rigidez de las retóricas del concepto dicotómico de género es una barrera para la aceptación de la diversidad sexual. Del mismo modo, Arenas y Goncalves de Freita, refieren que la estigmatización sería el principal problema de la patologización, añadiendo “la importancia de “lo distinto” como criterio patologizante” (2016, p. 12), destacando el hecho que son los sistemas de significado los que organizan la subjetividad y la práctica de los profesionales.
Confusión
La etapa de duda, creo que fue en segundo… cuando yo me hundí en la miseria totalmente.
Si bien las dudas son parte del proceso natural de conformación de la identidad sexual, en el caso de las personas transexuales, éstas suelen ser también fuertemente influenciadas por las condiciones hegemónicas imperantes, aquello que la sociedad les conmina a ser, lo que sus familias desean que sean y lo que ellos mismo atisban, por momentos, como el único camino a seguir.
Yo me empecé a plantear, si realmente lo que pasaba es que yo era una chica lesbiana que quería ser un hombre para gustarle a las mujeres, me hice como un cacao supongo que en ese sentido. Ese año, el entorno me condicionó a la hora de dudar, pero es cierto que en cuanto a orientación siempre me gustaron las mujeres y me siguen gustando, es verdad... en eso no tuve dudas.
En este fragmento se aprecia lo que en palabras de Bourdieu (2008) equivale a un lenguaje orientado a definir lo que se puede o no desear, basado en el binario masculino/femenino, conformando aspectos claves en los procesos de significación que estructuran la organización simbólica de la vida social.
La etapa de duda, creo que fue en segundo, cuando yo me hundí en la miseria totalmente y dejé de estudiar, porque además había tenido una historia amorosa con una chica y estaba súper enamorado y estuvimos como un par de años o algo así. Era una niña que conocí en octavo y entonces ella supuestamente era heterosexual, entonces todo el colegio empezó a decir mira las lesbianas […] y cuando lo dejamos, coincidió con esa época en que empezaba en segundo y yo me cogí una depresión de caballo, porque yo decía… a mí nadie me va a querer nunca más, mi vida no tiene sentido y estaba al borde del suicidio, al borde…
La experiencia narrada por Víctor da cuenta de las presunciones contenidas en el ámbito de lo público-colectivo, y como, por medio de un proceso de simbiosis psicológica la experiencia de sí es atribuida y adquirida por el sujeto, quien se apropia de lo que le pasa por medio de un proceso de asignación al área privada-colectiva. Esta apropiación, permite conformar la propiedad peculiar del sujeto con la marca individual de identidad en el proceso de tránsito hacia el cuadrante de lo privado-individual. En este fragmento, tal como es señalado por Víctor, se exponen las situaciones producidas en privado en interacción con los otros, cruzando de esta manera hacia lo individual-público. Es decir, la situación referida por nuestro entrevistado da cuenta de un proceso de convencionalización hacia el cuadrante público-colectivo (Parker, 2011).
Nombre
No me gustaba que me llamaran por el nombre que tenía de nacimiento
Autores como Arenas y Goncalves-de Freitas, 2016; Caravaca-Morera y Itayra, 2015; García, 2014; Mira, 2004; Nieto y Spíndola, 2021; Ramírez, 2013 y Roselló, 2013, plantean que, incluso hoy la información acerca de la transexualidad es limitada y dentro de esta, se encuentra el uso adecuado del nombre social.
A mí lo de la lista no se me olvida, eso no me hacía ninguna gracia y lo empecé a sentir más cuando ya era un poquito mayor, aunque no tanto... el tema de la lista era como… la lista negra, no me gustaba que me llamaran por el nombre que tenía de nacimiento. Ya en mi época de mayorcito hablé con algún profesor o profesora directamente, porque lo pasaba muy mal cuando tenían que pasar lista, o ese tipo de cosas… diciendo, pero bueno, ¿te importa qué?... ese tema fue definitivo para que yo no siguiera.
El nombre, según la lógica foucaultiana, asegura la visibilidad de la persona a través del control y la normatización, incurriendo, sin embargo, en la paradoja que dicha visibilidad anonimiza, pues al ser normatizado el individuo ingresa inevitablemente en las filas de los sin nombre, donde todos representan lo mismo (Foucault, 2005).
El tener que explicar continuamente una condición, condensa todo lo que se percibe como peligroso en la sexualidad, obligando a los sujetos a hablar de eso para liberarse, como si fuese algo que está dentro de ellos, “una metáfora poderosa de las maneras en que pensamos sobre el interior de nosotros mismos”, dando cuenta de la intensificación de “un proceso histórico de individualización del malestar y de confesión”, paralelo al incremento de la vigilancia y la disciplina (Parker, 2009). Lo anterior, se aprecia claramente en la incómoda situación de Víctor, al no poder acceder al nombre social.
He viajado muy poco, porque antes cuando quería viajar, cada vez me ponían pega […] Aquí pone mujer… y yo digo, soy yo, es que así era antes. ¡Así de fuerte!
Víctor anuncia una práctica que lo libera parcialmente de la coacción que lo amenazaba, posibilitando mostrarse e iniciar procesos conducentes a reencontrar su propia libertad, incluso en medio de la presión hegemonizante. En este relato él nos anuncia a una persona transexual que paulatinamente ha aprendido a exigir sus derechos, rompiendo con la premisa de la normalidad establecida, además de resistirse al hecho que su condición es no decible (Eribon, 2011).
En suma, el relato de Víctor recalca la necesidad de atender a la manera en que muchos significantes representan sitios de conflicto, división y lucha política (Contreras-Salinas y Ramírez, 2016; Martínez-Guzmán et al., 2014; Parker, 2011).
Rabia
Tenía mucha rabia… era como que me quería vengar del mundo
No es de extrañar que los sujetos transexuales se llenen de rabia, sometidos constantemente a diagnósticos patologizantes que los bombardean desde todas las áreas de su vida. Por ello, son comprensibles las emociones de ira, frustración, dolor, tristeza, vulnerabilidad, desamparo y otras tantas, referidas por nuestro entrevistado.
En este marco y considerando los planteamientos de diversos autores (Ehrensaft, 2011; Martínez-Guzmán et al., 2014; Mejía, 2006; Parker, 2009; Platero, 2012) se podría señalar que la rabia de Víctor desafía a asumir una responsabilidad para con ella, entendiendo que el proceso de crítica es también de deconstrucción. En palabras de Parker, se “debe incluir una alianza política práctica con aquellos que sufren la psicología y que están comenzando a rechazar la manera en que han sido construidos como patológicos” (2009, p. 149-150).
Sentía como una mala vena, como una desgracia que traía encima de la cabeza y no había podido llorar, entonces yo todo me lo callaba y lo callaba, y después ya empecé a expresar, hacia fuera y con 14 años, a expresar, pero con rabia, ya te digo no es que estuviera bien, estaba… tenía mucha rabia, entonces era como que me quería vengar del mundo, ¿no? y tenía ganas de matar a todo el mundo, aparecer por ahí con una escopeta recortada y disparar.
Víctor refiere claramente su rabia hacia los otros. Otros que desde el punto de vista del psicoanálisis lacaniano no son tan solo aquellos que aparecen enfrente, sino también los que se encuentran en la más profunda interioridad, siendo a su vez, también, pura exterioridad (Pavón-Cuéllar, 2014). Es así como Víctor va conformando su identidad, enredado en una serie de sentimientos encontrados que se encarnan en una interioridad sufriente y encerrada en un cuerpo inadecuado. Consecuentemente, esta interioridad reprimida abre paso a una enrabiada exterioridad.
Hay una etapa larga en la que no tengo fotos, la comunión con el vestido blanco y los lazos en la cabeza, todo eso, no sé, no sé dónde están, yo creo que las queme en un ataque de rabia.
En el marco psicoanalítico planteado por la psicología crítica, la profundidad de la mirada individual nos acerca estrechamente a lo social. Así, con el reconocimiento de las raíces en las cuales se gesta la rabia, se aporta en pensar mecanismos que disminuyan el sufrimiento y, en definitiva, el malestar emocional de los sujetos transexuales. Enfatizando en la tarea de identificar y desplegar recursos individuales, colectivos, internos y externos, orientados a aportar en la construcción de una mayor fluidez y nomadismo de los roles e identidades sexuales.
Me da rabia decirlo, pero en realidad dejé de tener problemas cuando empecé a parecer un chico normal, entre comillas. Es así de triste, pero fue así… ahí me cambió la vida. Entiendo que hay gente que no lo necesita, pero hasta que yo pasé desapercibido, no estuve tranquilo.
A partir de lo anterior, valoramos la necesidad de avanzar en procesos de transexualización, conformados como “estructuras que se organizan en modelos únicos, unidimensionales y fragmentados de las subjetividades y que, sin embargo, contienen fisuras, intersticios y desvíos que posibilitan resistencias y performatividades” (Contreras y Ramírez, 2016). Resistencias que van disminuyendo en la medida que surge la necesidad de contrarrestar la angustia originada por la identidad sexogenérica o frente a la exigencia de cumplir el rol esperado para el sexo biológico. En este contexto, el sujeto es obligado a repetir estereotipos o cambiar de sexo, asumiendo feminidades/ masculinidades extremas.
Conclusiones
Si bien la historia de Víctor impacta y emociona, es importante rescatar, más allá de la casuística, el sentido de las experiencias situadas en la conformación de su identidad y como éstas pueden ofrecer una comprensión más global que permita visualizar la capacidad de resistencia de todos los Víctor, además de su relación con signos y apegos.
De este modo, la experiencia relatada permite apreciar la presencia y efectos de los diversos aparatos de regulación del complejo psi en la conformación de su identidad, mismos que uniforman las maneras de habitar el mundo, categorizando, observando y normalizando.
Por consiguiente, consideramos que el análisis que abarca la coyuntura de identidades, transexualidad y ciencia, permitiría la deconstrucción, transformación y conformación de nuevas teorías, alejadas de la matriz hegemónica que tanto daño ha causado históricamente a las diversidades sexuales. Por todo esto, es necesario sostener acciones concretas que cuestionen los preceptos provenientes del modelo hegemónico dominante, especialmente, cuando las investigaciones señalan que falta una formación específica sobre la diferencia, diversidad sexual, transexualidad, transgeneridad e inclusión, que permita transformaciones, así como dinamizar formas de contestación social y política de las personas que se identifican como trans (Fernández, Tristán y Heras, 2020, Carmona, 2021, Nieto y Spínola, 2021).
A partir del relato de Víctor, este trabajo aporta al conocimiento en el área, confirmando la necesidad de formar profesionales preparados en temáticas de identidades sexogenéricas, debido a que, algunos especialistas funcionarían como aliados de un sistema que busca mantener su supremacía sobre minorías que están obligadas a padecerla. En este sentido, posibilitaría otro modo de analizar la condición de transexualidad de Víctor, es decir, partiendo de la premisa que el problema se produce por el hecho que la sociedad hegemónica define binarios que deben ser respetados por todos para ser considerados “normales” (Parker, 2011). Para cambiar esta situación, se debería deconstruir la porfía de ratificar imágenes prevalecientes de la conducta normal y anormal, desprendiéndose la importancia de la centralidad de los discursos, los cuales se objetivan a sí mismos y despliegan un sistema coherente de significados que configuran la idea de un mundo inobjetable.
Entre las limitaciones de este estudio, debemos mencionar en primer lugar la imposibilidad de extrapolación de los resultados, por tratarse de un estudio de caso con un único sujeto. Otra limitación tiene que ver con la deseabilidad social y el hecho que el entrevistado elabore su discurso considerando lo que el entrevistador quiere o espera escuchar.
Finalmente, consideramos como líneas futuras de investigación la realización de estudios, especialmente de tipo cualitativo, que aborden la realidad trans desde la infancia y en espacios como las escuelas, utilizando para ello, por ejemplo, métodos narrativos y autobiografías.