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Culturales

versión On-line ISSN 2448-539Xversión impresa ISSN 1870-1191

Culturales vol.8 no.16 Mexicali jul./dic. 2012

 

Reseñas

 

Cultura y género. Expresiones artísticas, mediaciones culturales y escenarios sociales en México

 

Carlos Mejía Reyes

 

Elvira Hernández Carballido (coord.) Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, México, 2011

 

Una diversidad de autores(as), estudiosas(os) y actores(as) sociales a lo largo del desarrollo de las sociedades, sean modernas o tradicionales, han notado y criticado indiscutiblemente la desigualdad social entre hombres y mujeres en cualquiera de los ámbitos de la vida colectiva. Tal desigualdad social se inclina históricamente de manera negativa hacia las mujeres. Este fenómeno social, identificado también como problema, ha implicado siempre la necesidad de explicarlo y, por supuesto, deconstruirlo.

¿A qué se debe esta situación? La cultura entendida como un orden simbólico construido colectivamente ordena lo percibido en el entorno a través de simbolizaciones con el objetivo de darle sentido así como organización. Este orden implica posicionar las cosas de forma jerárquica, mediante juicios y calificaciones duales con lógicas de complementariedad y oposición, para funcionar como referentes obligatorios para guiarse en el qué hacer y cómo hacerlo en la vida cotidiana (Serret, 2001:27-41).

Esta información se comprende como fuentes extrínsecas de información, como leyes naturales e inmutables, que hacen posible a los sujetos ser lo que pueden hacer y creer sólo en ese orden, apropiándolo e interiorizándolo para sustentar las prácticas basadas en esa construcción. Y es este proceso el que ha significado en categorías duales, complementarias y jerarquizadas la diferencia sexual asignándole lineamientos normativos siempre en detraimiento de un cuerpo sexuado sobre otro.

Así, la diferencia sexual es construida socialmente "en productos de la actividad humana y en la cual se satisfacen esas necesidades humanas transformadas" (Rubín, 2003:37). La cultura simboliza a los hombres y a las mujeres en actos, expectativas, comportamientos, etcétera, dividiéndolos en masculinos y femeninos. Les asigna roles específicos para satisfacer las necesidades sociales y expectativas, dándoles jerarquía y valoración a los actos categorizados y pertenencia a cada uno de los sexos.

El género simbólico dicta una serie de organizaciones y divisiones de tareas que se deben cumplir como máximas naturales y justificadas por esa misma lógica, lo natural. Se codifica una distribución específica de ocupaciones y tareas con base en estereotipos de capacidades físicas e intelectuales "inherentes" a cada sexo. Los papeles designados para las mujeres en la sociedad son contemplados como de segunda categoría, lo que repercute incluso en los desarrollos científicos e históricos, al considerárseles como inoperantes o invisibles para el desenvolvimiento de la civilización. Así, el carácter secundario de las mujeres, producto del dictamen que el género simbólico enuncia, se traduce en prácticas concretas de segregación, exclusión, "otredad" o invisibilidad; en espacios microsociales, y también en ámbitos macro, como la ciencia, las humanidades y los procesos de desarrollo humano (en suma, la cultura).

Por ello las mujeres han sido objeto de invisibilización y desmérito en sus aportes en los diversos campos de las relaciones sociales y actividades de creación. Si bien se reconoce a algunas, son comprendidas como casos extraordinarios de los cuales es imposible generalizar. Ello genera que se les adscriba en un estatus secundario, como categoría límite del espacio ajeno a lo público, inexistente en ámbitos distintos al espacio privado e íntimo.

Revertir esta construcción colectiva con el rescate de las mujeres es un ejercicio académico y político considerable que se emprende con el libro coordinado por Elvira Hernández Carballido: Cultura y género. Expresiones artísticas, mediaciones culturales y escenarios sociales en México.

Por ello este ejercicio colectivo concretado en un documento bibliográfico resulta de suma relevancia para las ciencias sociales, las humanidades y las mujeres, ya que coadyuva a la recuperación de las actividades que la mitad de la humanidad lleva a cabo en los campos de expresión artística, política, académica, y por lo tanto, en la vida colectiva de este país a través del tiempo. Se trata de recuperar el esfuerzo de trascender los muros construidos que han mantenido a las mujeres en categorías secundarias de la vida colectiva, lo cual es un gran logro, pero es aún más hacerlo saber a través de esfuerzos como este documento, en un mundo que no ha logrado derribar esas paredes del todo.

Así, el libro es dividido en tres partes. La primera es destinada a desarrollar estudios referentes a las "I. Expresiones Artísticas en Femenino"; la segunda, a "II. Nuestras Mediaciones Culturales", y la última, a "III. Género y Otras Expresiones Culturales". Lo anterior, con la finalidad de trascender a través de las recuperaciones, síntesis y "desentierros "históricos de mujeres dedicadas a actividades artísticas, científicas y políticas, e incluso de mujeres que nadie sabe su nombre, origen o actividad concreta en coyunturas contingentes.

En la primera parte, la apertura es en manos de Elvira Hernández Carballido y Josefina Hernández Téllez, quienes en el artículo "Simplemente Kahlo, Nahui Olin y Campobello", en un tono ensayístico, leen la vida de Frida Kahlo en siete personalidades, preferencias y características de la pintora y política, que también son características y aspiraciones, alcanzadas o no, del resto de las mujeres que la admiramos, que sufrimos como ella y que obtenemos reconocimientos por nuestra labor o no. Con respecto a Nahui Olin y/o Carmen Mondragón, ella vivió en una permanente consternación porque a pesar de ser adulta seguía siendo considerada como una menor y era tratada así por las convenciones sociales. Por tal motivo se refugió en las letras y en la pintura para manifestar su rebeldía ante los cánones en dos niveles: personal y artístico. Por su parte, Nellie Campobello (María Francisca Moya Luna), novelista, bailarina, coreógrafa y poetisa misteriosamente desaparecida durante la Década Perdida en México, dejó huellas de su espíritu anticanónico en sus obras.

En el siguiente artículo, "Entre preocupaciones y pasiones. Un acercamiento a la narrativa femenina mexicana", Francisca Robles desarrolla los rasgos definitorios de la narrativa como una instancia expresiva que representa aspectos de la realidad vivida en contextos particulares, con un reconocimiento profundo de los universos de sentido compartidos entre las mujeres que se expresan y aquellas que reciben tanto el mensaje explícito como el implícito. Así, no sólo se evocan las palabras mismas y su contenido, sino también los estados de ánimo, las ideas, los sentimientos que de las escritoras emanan, dejando ver la forma en que representan el ser mujer y los rasgos definidos culturalmente. De esa forma se muestran compleja y subjetivamente. Con este marco conceptual se analizan los rasgos morales, estéticos, políticos, aspiracionales, angustias, etcétera, de prominentes mujeres de letras, como Rosario Castellanos, Nellie Campobello, Josefina Estrada, Cristina Pacheco, Elena Poniatowska, Amparo Dávila, Elena Garro, Josefina Vicens, Bárbara Jacobs, Ángeles Mastretta, Sara Levi Calderón, Rosa María Roffiel, Sara Sefchovich, María Luisa Puga, Vilma Fuentes, Carmen Boullosa y Carmen Villoro. Con esto siembra la inquietud de revisar a profundidad la producción literaria de cada una de ellas.

"Apuntes para una estética musical feminista: allegro ma non troppo" es el tercer artículo, escrito por María Guadalupe Huacuz Elías, quien bajo el protocolo concertista desarrolla las causas por las cuales se ha excluido a las mujeres en la música de concierto; asimismo, en el texto se recupera la memoria de algunas mujeres compositoras y/o instrumentistas mexicanas del siglo diecinueve hasta nuestra época que habían sido acalladas e invalidadas por la cultura androcéntrica. Tras recorrer en un amplio bagaje de estudios que explican desde diversos matices el motivo de la exclusión de las mujeres en la música, Huacuz nos ilustra con el nombre de una de las pioneras de la música de concierto: Dolores Munguía, alias "La Chata", que figuró en el siglo diecisiete de México. De igual manera, recuerda a la cantante Inés García "y otra de apellido Ramírez", así como a la instrumentalista Luisa Elhuyar, además de mujeres en orquestas como Luz Mosqueira, Guadalupe Espejo, Felícitas González y María de Jesús Zepeda y Cosío. Una de las mujeres más famosas fue Ángela Peralta, y hubo otras que no lo fueron tanto pero que forman parte imprescindible del proceso, como María Guadalupe Olmedo y Lama. Teresa de Bonavit y otras más pugnaron por romper los márgenes de invisibilización artísticos e hicieron los primeros esfuerzos por abrir el mundo de la música a las mujeres, y eso como creadoras y no únicamente como espectadoras, musas, tema y motivo.

Por su parte, Reyna Gabriela Hernández propone una revisión de los retos que la literatura indígena, particularmente la femenina, ha enfrentado para ser reconocida y difundida ante un espectro de segregación racial y de género promovido por un pensamiento de época avalado por el Estado mexicano durante la conquista hasta nuestros días. En "Voces de mar, tierra y nube. La literatura indígena contemporánea en México", Hernández expone las luchas por el reconocimiento que los pueblos indígenas emprendieron hasta hacerse legítimos en su idioma así como en su peculiar ejercicio de sublimación literaria. Si bien este arduo proceso ha sido azaroso en general para las mujeres indígenas, que sufren triple discriminación (por ser mujer, indígena y pobre), se potencializa de tal manera que la autora califica a estas mujeres como excepcionales. Sin embargo, relucen nombres como Natalia Toledo, María Sabina, Irma Pineda, Celerina Patricia Sánchez y Gloria Martínez, en cuyos poemas reflejan malestares, sentimientos y cosmovisiones que orientan su actuar cotidiano, y que se conforman como la punta de lanza de un movimiento literario venidero.

Desde los muros del último eslabón de la cadena del proceso penal, Lorena Méndez nos ofrece una particular interpretación de libertad que los ejercicios de la performance incentiva en mujeres y hombres internos de los Centros de Readaptación Social de la Ciudad de México. Con estilo anecdótico, Méndez nos acerca a la experiencia de acceso a un estilo de vida artístico y a las transformaciones inherentes de la personalidad que provoca el uso del cuerpo como "herramienta de resistencia, de rebeldía y de lucha" ante las miradas patriarcales que comprenden al cuerpo femenino, particularmente, como objeto de deseo para otros, bajo las tecnologías del cuerpo que la institución penitenciaria promueve, creando con ello otro mundo dentro de la prisión. De igual manera, este ejercicio catártico de creación del cuerpo es útil a varones en estos espacios limitantes, y la lectura nos muestra la percepción subjetiva del proceso.

La segunda parte del libro, denominado "Nuestras mediaciones culturales", conforma un recopilatorio de estudios cuyo objetivo es identificar la representación y la participación de las mujeres en el cine, el arte y los medios masivos de comunicación.

En el primer texto de este apartado, Elvira Hernández Carballido rescata a las mujeres que hicieron posible la apertura del periodismo, así como los avances y ausencias, aun para una adecuada representación mediática impresa de las mujeres. La pionera en este rubro fue Jerónima Gutiérrez, como impresora en el siglo dieciséis. Hasta el siglo diecinueve aparecieron las primeras colaboradoras en el Diario de México y en la Gaceta de México, con poemas firmados con seudónimos o con iniciales, sin dejar más rastro de su identidad. En ese mismo siglo surgieron publicaciones destinadas al público femenino de contenidos poéticos, acerca de la moda, cocina, cuentos, etcétera, y hacia finales del siglo apareció "El Búcaro", suplemento dominical de un diario dirigido por una mujer. Las hijas del Anáhuac, semanario de cultura y arte de corta circulación, también nació en esa coyuntura. Posteriormente surgieron El Álbum de la Mujer, El Correo de las Señoras y Las Violetas del Anáhuac. Durante el Porfiriato circuló La Mujer Mexicana y durante la Revolución se abrió la posibilidad de que las mujeres escribieran sobre política y temas públicos en diversos periódicos de apoyo a caudillos o tendencias políticas en disputa. Posteriormente, en los diarios más importantes (como El Universal y Excélsior) se hicieron presentes escribiendo sobre temáticas diversas. Durante las siguientes décadas sobresalieron en el periodismo mujeres actualmente reconocidas, como Cristina Pacheco, Elena Poniatowska y Rosario Castellanos. Ya en los setenta, más mujeres prominentes aprovecharon los espacios construidos por su predecesoras en publicaciones como El Día, La Jornada, etcétera, e incluso generaron un suplemento destinado a analizar profundamente la situación de las mujeres en México, en cuyo cuerpo de colaboración se encuentra la coordinadora de este libro. Así, en este apartado se hace un recuento de las mujeres que aportaron y aún aportan diversos puntos de vista que cuestionan públicamente la condición femenina.

Manuel Toledo Molano realiza un análisis de la fotografía que se ha hecho de las mujeres y de la fotografía hecha por mujeres. En el primer caso, estudia una imagen típica que ha definido a las mujeres de la época revolucionaria: la de una mujer asomada por las escalerillas de un vagón de tren, que supuestamente es la Adelita, la que se asoció imaginariamente con emblemas de justicia, entrega, servicio y otras peculiaridades "propias" de lo femenino, de la justicia social que la lucha armada buscó alcanzar. A su vez, en el análisis de esta imagen estereotipada de "la mujer" el autor del artículo busca encontrar el verdadero origen de la fotografiada, su nombre, el motivo de la escena, la particular situación histórica y contextual, para no dejarla solamente en una imagen "cliché" durante tal vez otros cien años. La segunda parte del artículo analiza los productos fotográficos realizados por mujeres con la finalidad de representarse en un mundo que las olvida y omite sus miradas. Lola Álvarez Bravo, Tina Modotti, Frida Hartz, Maya Goded, Graciela Iturbide y Patricia Aridjis son sólo algunas mujeres que dejaron a la historia su trabajo para darle continuidad. Así, con una genealogía bastante completa, la lectura nos lleva a desentrañar los antecedentes de esta actividad tan noble pero ahora de matices plurales y humanos.

Muy acorde a los tiempos que nos aquejan, también se analiza en el artículo de Elsa Lever el proceso de tránsito, y sus implicaciones, del periodismo, y particularmente del periodismo feminista. Al introducirnos en la historia de este periodismo en México, el objetivo principal de la autora es cuestionar la condición, opresión y control sobre el cuerpo de las mujeres con miras de evidenciarla y generar propuestas para su erradicación, además de "alfabetizar" con respecto a esta postura filosófico-política y testimoniar sus luchas como logros que no cesan con el uso de las nuevas tecnologías. Más bien, éstas potencian la capacidad de difusión global y combaten el monopolio informativo de las grandes empresas y hacen de la disciplina un ejercicio horizontal y necesario para abolir las trabas de género en la creación de contenido en todos los sentidos. Con este objetivo, Lever enumera una serie de portales web que se han afianzado como espacios de discusión feminista: Revista Nosotras, Veracruz al Día, Mayas sin Fronteras, Mujeres Tamaulipas, Sociedad y Política, Mujeres-Net.info, Matices de Mujer, Las Caracolas, Cuadernos Feministas y CIMAC (Comunicación e información de la Mujer), que han visibilizado la lucha y generado muchos más espacios para ampliar e inyectar de equidad los medios electrónicos.

"Mujeres sin habla, derechos y afectos. Análisis del film 'El listón blanco' de Michael Haneke" es el artículo de análisis que Vicente Castellanos Cerda realiza para demostrar que en las representaciones colectivas y los productos cinematográficos se refleja el ejercicio de sometimiento y control patriarcal hacia las mujeres mediante la dirección de las conciencias, el examen de sí mismo y la condena de los pecados, categorías de Michel Foucault. Estudiar las características de la interacción y de las representaciones sociales en un contexto específico a través del cine es posible ya que estas producciones conforman reflejos del mundo real como referente de sentido. Analizando varias escenas y diálogos, el autor nos muestra las concepciones acerca de las mujeres como seres para otros, la negación de su sexualidad fuera del matrimonio, su infantilización, su dependencia, el ser constantemente vigiladas y sancionadas moralmente si se alejan de las convenciones de género establecidas y ratificadas colectivamente. El final de la historia revela las penosas consecuencias que acarrea evadir el mandato de género, es decir, la muerte, revisada analíticamente por los lentes conceptuales del estructuralismo francés.

Sandra Flores Guevara, en "Cibercultura, cibermensajes, cibertextos, cibergénero: Una mirada a las páginas web de mujeres y para mujeres", analiza los contenidos de espacios en la red con una "etnografía virtual" con el propósito de dilucidar la cibercultura en el contexto de las nuevas tecnologías de la comunicación. Tras exponer los pormenores conceptuales de las categorías analíticas con las que disecta las construcciones de la sociedad de la información, esta autora enfatiza que los nuevos modelos comunicativos en la red tienen la finalidad, al igual que en la cultura, de generar referentes de sentido para guiarse en el qué hacer y cómo hacerlo en los espacios electrónicos. Sin embargo, esta cultura tiene un "plus": la habilidad de comprender nuevos códigos y la capacidad de manipular el ordenador. Esta cultura web es también campo fértil para la creación de páginas hechas por mujeres y para mujeres, como NotieSe, destinada a difundir noticias sobre salud y sexualidad, y el portal de la organización SIEMPRE VIDA, quien promueve los derechos de la mujer y coyunturalmente apoya el aborto legal. Así también, está la página de la Sociedad Mexicana Pro Derechos de la Mujer, encaminada a apoyar organismos con la misma postura. En suma, los portales de internet reflejan una práctica cotidiana que en resumidas cuentas es cultural, y desde ahí se provocan los cambios, ya que esta cibercultura también es creada por y para las mujeres.

Profundo, crítico y sugerente es el análisis de la asociación imaginaria de erotismo con mujeres que las revistas difunden en sus tirajes. Citlaly Aguilar Campos revisa en "Revista Quo. Entre el erotismo y los estereotipos femeninos" el papel que aún juegan los estereotipos del sexo y el amor, representados en imágenes de mujeres o de partes de su cuerpo para referirlas como objetos decorativos, símbolos de éxito, aspiraciones y objetos sexuales. El contexto de la revisión parte de que los medios impresos contribuyen a crear determinadas visiones del mundo, y particularmente de que el uso de la fotografía encierra una serie de mensajes abiertos a la interpretación, aunque de direcciones predeterminadas, que resumen el texto adyacente cuando son leídos bajo los esquemas de interpretación desde los cuales son creadas esas imágenes y que contribuyen a hacer recursivas las nociones culturales predominantes con respecto a las mujeres. Así, esta revista prioriza imágenes de mujer-objeto para representar al sexo, el erotismo y los demás atributos con que se significa a las mujeres en las culturas occidentales y occidentalizadas, como mujer-objeto, madre, esposa, objeto decorativo o trofeo de los varones.

La tercera parte del libro, denominada "Género y otros escenarios culturales", concentra estudios acerca de algunos aportes de mujeres en distintos escenarios.

En el texto "De la mitológica isla de Lesbos al lesbofeminismo latinoamericano", María Isabel Barranco Lagunas hace un recorrido profundo de las concepciones de la lesbianidad en México, desde las iniciales referencias a través de informes realizados por los cronistas de la Nueva España, pasando por la Colonia, así como también por los reportes periodísticos que acusaban de inmorales y antihigiénicas a las prácticas sexuales entre personas del mismo sexo, hasta llegar a la etapa prerrevolucionaria, con el "escándalo" del "baile de los cuarenta y uno o el baile de los cuarenta y un maricones" y la redada de lesbianas en Santa María la Ribera. Con referentes conceptuales explica los motivantes estructurales de tales acusaciones, así como la reestructuración del movimiento lésbico para adentrarse en la lucha por el reconocimiento con el Frente de Liberación Homosexual (flh) en 1971 y la primera Conferencia Internacional de la Mujer en 1975, hasta aliarse al movimiento feminista para dar lugar al primer grupo lesbo-feminista: Lesbos, en 1977. Con ello lograron posicionarse en las posteriores actividades de visibilización pública bajo el emblema feminista: "Lo personal es político", con la finalidad de inventar los nuevos significados de ser y hacer de las mujeres, y de desenvolver su sexualidad y las relaciones sociales a niveles amplios.

"Mujeres en la ciencia: un mundo por conocer", de Rosa María Valles Ruiz y Rosa María González Victoria, esboza el papel de las mujeres en el desarrollo de las ciencias en México, cuyo principales indicadores son el Sistema Nacional de Investigadores (así, en masculino) y el acceso a las universidades. Históricamente, las mujeres han tenido escasa apertura a los espacios científicos; sin embargo, a partir del complicado y lento acceso a la educación universitaria desde el siglo dieciocho, las cifras dejan ver los espacios ganados hasta que surgieron científicas reconocidas como Marie Curie, Gerty Theresa Radnitz, Maria Goeppert-Mayer, Christiane Nüsslein-Volhard, etcétera. Así las científicas dejan de ser excepciones, pero aún existen rezagos de participación en disciplinas concretas y de manera general conforman una minoría. En México el panorama posee matices paradójicos, ya que ahora casi la mitad de la matrícula en universidades está conformada por mujeres, mientras que del total de miembros del SNI sólo 32 por ciento son mujeres, y ello se agudiza a causa de que en la administración de dicho sistema se prescinde de ellas. Con esto dejan ver que se han ganado espacios hasta colocarse en la generación de conocimiento y tecnología, pero aún existen retos por afrontar.

"Hacia una nueva cultura. La transmisión de las ideas feministas en Fem", de Layla Sánchez Kuri, conforma el antepenúltimo artículo y en él se desarrolla la historia de la revista feminista Fem, encargada de colocar a las mujeres como centro de atención con fines de denuncia de condiciones desfavorables a causa de la cultura que naturaliza la inequidad y opresión hacia ellas. La publicación ha pasado por tres etapas. La primera transcurrió en la década de los setenta, cuando la revista tuvo la influencia del programa "Foro de la mujer" de Radio UNAM, conducido entonces por Alaíde Foppa, quien con un grupo de mujeres fundó la revista y definió su línea política y sus objetivos editoriales. En el segundo momento Fem fue dirigida por Bertha Hiriart y Esperanza Brito. La tercera etapa corresponde a la debacle de mediados de la década anterior. A pesar de ello, la revista marcó un hito significativo como espacio de expresión de las luchas feministas por casi treinta años, conformándose también en un referente obligatorio para la revisión de debates que parecieran novedosos en la coyuntura actual, pero que han sido tratados desde hace ya tiempo por colectivos organizados y sentaron las bases para la construcción de una nueva manera en que las mujeres habrían de relacionarse socialmente en una nueva práctica de la cultura feminista.

Gloria Hernández Jiménez, en el texto "Teoría(s) e historia(s) queer", realiza un ejercicio analítico conceptual para explicar la propuesta crítica queer cuestionando lo considerado natural o normal como un constructo ficticio enarbolado por la lógica de control y unidimensionalidad que la sociedad moderna supuso como fin teleológico. Con este esquema, lo gay, lo lésbico, la bisexualidad, el travestismo, la transexualidad y demás identidades son reconocidas como válidas en un espectro de complejidad y apertura, así como de coexistencia en la vida cotidiana para constituir nuevos valores y éticas diferenciadas.

Y en breves relatos, en "Y nació Mujer" Silvia Rodríguez Trejo realiza un tributo a la Malinche, Frida Kahlo, Sor Juana Inés de la Cruz y Carlota, la emperatriz de México en la etapa del Segundo Imperio, en forma de diálogos y dirigiéndose directamente a cada una de ellas con la finalidad de hacerles un recuento de su obra y vida desde una perspectiva recuperada, como si les platicara personalmente el trayecto de su influencia, les dedicara un poema, para finalmente despedirlas con fanfarrias por romper con las "leyes del hombre".

En suma, tal y como Sherry Ortner reclamaba desde el punto de vista de la antropología feminista a inicios de la década de los setenta, las mujeres sí hacemos cultura. Y prueba de ello es este recuento de las expresiones artísticas y culturales y la construcción de escenarios que este libro muestra profusamente para mostrar este reclamo y hacerlo visible con la recuperación de las mujeres que también crearon cultura y aún lo siguen haciendo.

Así, el libro invita a reflexionar acerca de los aportes que las mujeres han hecho a los diversos ámbitos de la vida colectiva para intentar mitigar las concepciones esencialista y naturalista que persisten para posicionar a las mujeres en espacios de confinamiento doméstico e intrascendentes.

 

Referencias

Serret, Estela, El género y lo simbólico. La constitución imaginaria de la identidad femenina, UAM-A, México, 2011.         [ Links ]

Ortner, Sherry, "¿Es la mujer con respecto al hombre lo que la naturaleza con respecto a la cultura?", en Olivia Harris y Kate Young (comps.), Antropología y feminismo, Anagrama, Barcelona, 1979.         [ Links ]

Rubín, Gayle, "El tráfico de mujeres: notas sobre la 'economía política'del sexo", en Martha Lamas (comp.), El género. La construcción cultural de la diferencia sexual, Miguel Ángel Porrúa/ PUEG-UNAM, México, 2002.         [ Links ]

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