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Culturales

versión On-line ISSN 2448-539Xversión impresa ISSN 1870-1191

Culturales vol.4 no.2 Mexicali jul./dic. 2016

 

Artículos

Retornos sin familia: El caso de migrantes jubilados

Returns without family: The case of retiree's migrants

Óscar Ariel Mojica Madrigal1* 

*El Colegio de Michoacán, A.C. (arielm@colmich.edu.mx)


Resumen:

El presente artículo es el resultado preliminar del trabajo de campo realizado entre agosto de 2012 y mayo de 2013 en diez municipios de Michoacán que abarcan la zona del noreste, de manera principal en Penjamillo, cuyo objetivo fue conocer los efectos de la migración de retorno en comunidades rurales del estado. El artículo tiene como finalidad dar a conocer las situaciones que enfrenta una familia de migrantes con retorno planeado, y cómo, a pesar de ser planeado, éste nunca lo es debido a los distintos objetivos trazados por los miembros de las familias en Estados Unidos.

Palabras claves: migrante de retorno; mito del retorno; migración michoacana

Abstract:

This article presents the preliminary research results of a recent fieldwork in some municipalities of Michoacán where the goal is to understand the causes of return migration in the state. The purpose of this article is to present the issues facing a family of migrants who planned and definitive return to Mexico, and how despite being planned, it never is because the goals set by other family members in U.S.

Keywords: return migrant; myth of return; Michoacán migration

Introducción

Es una realidad el incremento, en años recientes, de la migración de Estados Unidos a México, ya sea de manera voluntaria después de cumplir objetivos, o forzada, ante la situación económica del vecino país y la criminalización del inmigrante irregular. Por tal motivo, los estudios sobre la temática han aumentado y empiezan a ser abordados desde distintas líneas de investigación. En este sentido, el objetivo es dar a conocer las situaciones que enfrenta al volver a las "comunidades de origen" una familia de migrantes oriundos de Patámbaro, Michoacán, con retorno planeado y definitivo, que se estableció en Estados Unidos en la década de los ochenta, y cuya intención de retornar a la comunidad después de lograr capital (vivienda e inversión en el campo) siempre estuvo presente.

Cabe mencionar que los nombres de los miembros de la familia entrevistada no corresponden con los reales debido a que la pareja de jubilados pidió discreción en sus nombres. El motivo es que en estas comunidades existe una constante búsqueda de datos de la comunidad a través de Internet y no querían que supieran su historia. Hubo el compromiso a no utilizar nombres y, en caso de hacerlo, usar ficticios. Por tanto, la pareja será Carmen y Juan; el resto de los nombres, así como los sitios, son reales.

El trabajo está dividido en tres apartados. Inicia con una breve exposición de las investigaciones recientes en torno a la migración de retorno y una puesta en común de los motivos por los que regresan los migrantes de acuerdo con Durand (2006), Fernández (2011) y Mestries (2013), quienes centran su trabajo, en especial los dos últimos, en casos mexicanos. En el segundo apartado se muestran los datos empíricos recabados en campo durante agosto de 2012 y mayo de 2013 con una familia michoacana. Por último, el tercer apartado expone las reflexiones finales a modo de conclusión.

Migración de retorno: Breve introducción

En la actualidad, ha sido percibida una movilidad migratoria de norte a sur de la que académicos, instituciones gubernamentales y no gubernamentales, además de distintos medios de comunicación, han dado cuenta, llevando incluso el tema a debates por la interpretación hecha a los números y a los casos encontrados dentro del enorme número de personas que son parte de estas movilidades. Ante ese escenario, se debe ser cautelosos con la información, ya que existen recovecos por donde se escapan movilidades clandestinas tanto a norte como a sur, y aquellas que se mueven dentro de una "legalidad", que utilizan pasaporte con visa de turista para entrar a Estados Unidos y terminan trabajando, así como la de quienes salen sin ser deportados.

La situación económica en Estados Unidos no muestra un panorama claro para la estabilidad de migrantes. Al respecto, Aarón Terrazas (2012) señala que la economía estadounidense tendrá recuperación paulatina, pero sin empleos. Lo anterior ha generado que la emigración al vecino país disminuya, tal como lo detalló Alejandro Canales: "A finales de los noventa se iban alrededor de 270 mil personas al año. Ahora 150 mil [se refiere a 2013 ]. Esto es efecto de la crisis económica iniciada en 2008" (sin autor, nota periodística consultada el 14 de abril de 2013).

La migración mexicana se encuentra en un punto donde hay retornos considerables, pero continúa la emigración hacia Estados Unidos, a pesar de los datos del Consejo Nacional de Población (Conapo), quien, en sus datos de 2010, señaló la disminución de emigrantes al vecino país, en comparación con el año 2000, tanto a nivel nacional como a nivel estatal, tomado como estado a Michoacán (véase cuadro 1).

Fuente: Conapo, 2002, 2012.

Cuadro 1. Hogares/viviendas con emigrantes en Estados Unidos, 2000-2010 

En el trabajo de campo, en 2013 se encontró el interés de personas por ir al norte de manera inmediata, debido a que la reforma migratoria representaba la oportunidad de arreglar la situación migratoria en los Estados Unidos para un número considerable de migrantes mexicanos. Al respecto, el periodo marzo-mayo de 2013 se tuvo a cargo la coordinación del trabajo de campo en diez municipios de Michoacán,2 donde fueron realizadas encuestas y entrevistas que arrojaron información, a manera de diagnóstico, sobre la migración de retorno posterior a 2008 en Michoacán. Al momento de hacer las encuestas se programaban entrevistas a realizar en un futuro cercano una vez finalizada la primera parte del trabajo. Las personas a las que se entrevistaría tendrían que tener experiencia migratoria reciente, haber retornado de Estados Unidos después de 2008, y no contar con documentos para vivir o trabajar en el país vecino. Para el mes de mayo de 2013, fecha en que inició la segunda fase del trabajo de campo, el levantamiento de entrevistas, de un total de 15 personas que habían dado su consentimiento para ser entrevistadas, diez ya habían migrado de nueva cuenta a Estados Unidos en busca de legalizar su estatus migratorios en dicho país.

Por otro lado, en el municipio de Penjamillo se encontraron también algunos casos que apuntaban a una migración próxima: la decisión de un padre de familia de truncar la educación de dos mujeres jóvenes nacidas en Estados Unidos, de entonces 18 y 17 años de edad, para enviarlas de nuevo al norte, así como el interés de otros migrantes por irse a Estados Unidos lo antes posible con la misma intención.

En los casos señalados -tanto de los encuestados como de las personas del municipio de Penjamillo-, su interés por migrar lo antes posible era por la reforma migratoria en discusión y la posibilidad de lograr legalizar su situación migratoria en el vecino país. Incluso, un migrante del municipio de Penjamillo preparaba su viaje para "ver cómo estaba" el norte, es decir, paraa saber qué se decía sobre la reforma migratoria en Estados Unidos, y mandar posteriormente por su esposa y tres hijos para "arreglarse" todos. Aprovecharía que sus hijos mayores eran nacidos en el norte.

Bajo esta consideración, a pesar de registrar en los datos oficiales un descenso en viviendas con emigrantes en 2010 (Conapo, 2002, 2012), esto pudo cambiar en el contexto actual de migración de retorno y la entonces movilidad ocasionada por la reforma migratoria en discusión en años recientes. Al respecto, cabe destacar que el panorama que se vislumbra no es favorable para aquellos que migren en busca de arreglar su situación migratoria, e incluso para aquellos que están en Estados Unidos, debido a que se prevé aumento de la seguridad fronteriza ante acontecimientos binacionales y por los hechos ocurridos en Europa en la lucha de Occidente contra el Estado Islámico.

De acuerdo con la Encuesta sobre Migración en la Frontera Norte de México (Emif) realizada por El Colegio de la Frontera Norte (El Colef), los estados con mayor expulsión de migrantes con destino a Estados Unidos, en 2010, fueron: Michoacán, Guanajuato, Jalisco, Chiapas y Oaxaca, que representaron 49%, de los cuales, 15.7% eran michoacanos, y de éstos, 61% iba con la finalidad de trabajar (El Colef, 2012, pp. 63, 67, 86). Como puede apreciarse, Michoacán fue el estado que más migrantes hacia Estados Unidos reportó. De igual forma, en cuanto a migración procedente de Estados Unidos, Michoacán se mantuvo como el estado con mayor número de inmigrantes, con 11.4%, seguido de Guanajuato (10.7%), Jalisco (6.7%) y Oaxaca 5.5%. Por su parte, el Conapo registró a Michoacán como el segundo estado con más migrantes de retorno por vivienda en 2010, y el segundo en intensidad migratoria (2014).

El panorama delineado hasta el momento y el que se perfila marca una continuidad de las migraciones a pesar de la crisis económica en Estados Unidos, que si bien se han dado pausas, no se han presentado altos en las movilidades. Por ejemplo, las estancias en el Norte se han reducido; la Emif lo señala, con 81.3% de migrantes procedentes de Estados Unidos con temporalidades menores a los tres años.

Por otro lado, en la Encuesta sobre Migración y Sociedad en Michoacán (Emsom) llevada a cabo por El Colegio de Michoacán entre agosto y septiembre de 2012 en cinco rancherías y la cabecera municipal de Penjamillo, 61.8% de los encuestados había tenido estancias en Estados Unidos menores al año. Esto prueba que es una realidad que la migración continúa, pero con nuevas estrategias y dentro de patrones migratorios cambiantes (López y Mojica, 2013a). Por tal motivo, se deben tomar en cuenta esos cambios en los patrones migratorios y la existencia hoy en día de las movilidades de norte a sur, además de ver las implicaciones que esto empieza a generar en los contextos rurales a los que retornan.

A continuación, se muestran algunos estudios sobre migración que tocan el retorno a comunidades mexicanas que, aunado a los números señalados, las aportaciones de los autores a mencionar dan pauta para que los trabajos sobre el tema continúen en aumento y se realicen aportes a sus propuestas.

Migrantes de retorno: De los números a las tipologías

Durante el trabajo de campo para la tesis doctoral a fines de la década de 2010, se encontró en Patambarillo, localidad rural perteneciente al municipio de Penjamillo y poblado vecino de Patámbaro, casos de migrantes que habían sido deportados de Estados Unidos y que en sus propias palabras decían haber "hecho" su vida o por lo menos la habían planeado en el norte. Al volver a Patambarillo, estos migrantes enfrentaban problemas como el desconocimiento parcial de la comunidad, aprendizajes en el norte que les resultaban inútiles en la comunidad, y la estigmatización por haber estado en la cárcel previo a su deportación, por mencionar algunos. Enfrentaban, y aún lo hacían, situaciones similares a las que habían hecho frente cuando migraron a Estados Unidos por primera ocasión. Esa migración "a la inversa" fue lo que despertó el interés por el tema de retorno, donde los motivos para estar de vuelta en la comunidad juegan un rol importante para la reinserción a la comunidad y la familia. No es lo mismo volver luego de cumplir metas, que hacerlo sin tener la intención de regresar, por deportación y sin planificación.

Para el caso de México, algunos trabajos que abordan el tema del retorno se han enfocado en la reinserción laboral de los migrantes en zonas urbanas, como los de Papail y Cota (1996), Papail (1998, 2005), y Cobos (2008). Recientemente, Eduardo Fernández (2011), Jesús Gil (2012), Francis Mestries (2013) y Renato Salas y Miguel Cruz (2013) han puesto atención a la reinserción laboral e inversión de los migrantes en los sitios de origen, pero a diferencia de los primeros autores, los segundos lo hacen en zonas rurales, donde la inversión va al campo o a negocios aptos para zonas del campo. En el caso de Salas y Cruz, ellos enfocan también su análisis en el impacto de las habilidades adquiridas en el norte, lo que los estructuralistas llamarían "retorno de innovadores" (Cassarino, 2004, p. 258).

Por otro lado, los trabajos que se han centrado más en efectos de tipo sociocultural de los migrantes que vuelven a sus comunidades son pocos: Aznar Molina (2009), Marroni (2009) y Espinoza (1999), por lo menos en México. Otros, como Mestries (2013), Fernández (2011) y Durand (2006), lo han hecho realizando tipologías.

Aznar (2009) analiza la integración del migrante de retorno desde la construcción de identidad y su relación con el entorno. La autora hace mención a los problemas que enfrentan los migrantes al volver, tanto a nivel familiar como comunitario, dos de los espacios de mayor relevancia al momento de retorno, además del ámbito laboral (p. 10). Las dificultades enfrentadas están relacionadas, de acuerdo con la autora, con el tiempo de permanencia en Estados Unidos, para lo cual tienen que buscar mecanismos para "ganarse" de nuevo a su familia y cierto sector de la comunidad (Aznar, 2009, pp. 16-17). Lo que la autora señala es ejemplo vivo de la migración "a la inversa" que enfrentan los retornados, donde la permanencia en Estados Unidos pareciera descontextualizarlos, a pesar del flujo de información y "el aquí y allá" manejado dentro del transnacionalismo.

Lo puntualizado por Aznar, en el sentido de "ganarse" a la gente, resulta interesante debido a que ocurre en comunidades rurales en Michoacán. Por ejemplo, el rechazo e incluso violencia simbólica contra migrantes conlleva a una conflictiva o nula adaptación tanto a la comunidad como a la propia familia, lo que potencializa los cuadros depresivos en los migrantes ante el rechazo enfrentado.

Al respecto, Achotegui (2008) estudió en España cuadros de depresión en los migrantes laborales que se encontraban fuera de los sitios de origen, a los que llamó "síndrome del inmigrante de estrés crónico y múltiple" o "síndrome de Ulises". Sin embargo, esos Ulises están regresando a las comunidades y enfrentan procesos conflictivos para su reinserción de nuevo al sitio de origen en México, el cual, como se señaló, en ocasiones no reconocen y no son reconocidos en el mismo, por lo que el síndrome ha dejado de presentarse en la lejanía y empieza a mostrarse en los migrantes que vuelven a sus comunidades. Este es un tema pendiente en las investigaciones sobre migración de retorno, que lleva a cuestionar la noción de sitios de origen y retorno.

El trabajo de Marroni (2009), aunque no centra su atención en la migración de retorno, hace aportaciones interesantes al tema a través de su trabajo en Atlixco, Puebla. La autora realiza una tipología de motivos por los que regresan a México, la mayoría basados en factores de tipo sociocultural. Los motivos por los que regresan, apunta Marroni, son aquellos ligados al proyecto migratorio, socioafectivos familiares, familiares-comunitarios, de salud y jurídicos (pp. 158-169). Sin embargo, algunos de los motivos señalados por la autora no son definitivos o a largo plazo, sino temporales, como volver a la comunidad por los hijos o a visitar. Pero como se mencionó, lo importante de lo señalado por Marroni es el énfasis que demarca en los aspectos socioculturales centrados en la existencia de una base familiar sólida y estable, así como también comunitaria, en la que se toman valoraciones de dónde es mejor vivir y, por tanto, la decisión de retornar o no (2009, pp. 156-158).

Espinoza, por su parte, hace referencia al retorno, pero más a uno de tipo festivo-social a través del cual se llegan a observar disputas por el poder local y conflictos en las comunidades de origen (1999). El autor centra atención en el papel que desempeñó la Diócesis de San Juan de los Lagos a través de sus sacerdotes en la región de los Altos de Jalisco para reincorporar a los migrantes a la comunidad. Es un estudio pionero en la migración de retorno, aunque ésta sea temporal. Asimismo, es interesante considerar su trabajo para pensar los motivos por los que se llevaron a cabo mecanismos para la reinserción de esos migrantes de retorno temporal, y cómo eso fue llevado a otros lugares más allá de Jalisco, como en Cotija, Michoacán, por ejemplo.

De manera reciente, a través de ese reconocimiento por parte de instituciones religiosas y autoridades municipales, han sido desarrollados mecanismos para reconocer y reincorporar, por lo menos durante el desfile o la misa, a los llamados "hijos ausentes". Sin embargo, esas estrategias han servido también para dar reconocimiento al ideal de migrante: aquel que tiene una situación migratoria que le permite el viaje año con año, que le posibilita participar económicamente en la celebración religiosa, y rechazar a quienes han sido deportados. Estos últimos no desfilan como hijos ausentes.

Fernández (2011), por su parte, encontró que las personas, para el caso de Huadancareo, Michoacán, regresan por tres motivos: a vivir la jubilación, como inversionistas y bajo condiciones no favorables como deportación, enfermedad o muerte (pp. 204-227). A pesar de que no lo menciona, en el último motivo se encuentran aquellos que retornan de manera voluntaria debido a condiciones coyunturales, como la crisis económica en el vecino país. Además, un aspecto interesante de su trabajo radica en que considera el retorno no sólo a México, sino a Estados Unidos, lo que denomina "remigración". En esta migración influyen motivos socioculturales expresados en "no me hallo ya aquí", lo cual no había sido abordado hasta el momento y que, para el presente trabajo, es importante, debido al interés de los migrantes por retornar a Estados Unidos porque allá "hicieron vida". A esto se referirá más adelante el presente trabajo.

Para Mestries (2013) existen dos tipos de retorno: voluntario y forzado. Para aquellos que vuelven de manera voluntaria, los motivos tienen que ver con causas psicológicas, culturales y económicas. En las primeras entra el factor de reunificación familiar. Esto sobre todo porque en Veracruz, donde realizó su trabajo, la migración es reciente y el establecimiento de familias en el vecino país aún no se da como en el caso de Michoacán. En las causas económicas, encuentra el cumplimiento de metas que tienen que ver con ahorro, aprendizaje de nuevos oficios, aumento del costo de vida en Estados Unidos, y por una mejoría en la economía en el país expulsor (pp. 188-195, 202).

Por su parte, Durand (2004) señala dos tipos de migrantes: aquellos que entre sus objetivos también se encuentra retornar, y quienes incluso al momento de partir, no les interesa volver a su comunidad (p. 110). Sin embargo, incluso los que tienen pensado volver, el retorno se transforma en un mito, queda como un ideal, y la vuelta a la comunidad se va posponiendo, similar a lo señalado por Achotegui (2009). Al respecto, Serrano (2006) señaló la dificultad de "¿cómo se define lo mínimo necesario para una vida digna?" ¿Cómo se definen los materiales de una casa y el diseño de la misma? Siguiendo a Serrano, los objetos materiales toman un valor simbólico dentro de campos específicos, donde estos valores deciden quién es quién a nivel comunitario (pp. 7-8), y con ello la planificación de un retorno exitoso.

Para ahondar en lo señalado, en 2009, en el trabajo de trabajo de campo en Patambarillo, Michoacán, se encontró a un migrante que radicaba en ese momento en Chicago, contaba con residencia legal en Estados Unidos y se encontraba de vacaciones en la comunidad, lo que aprovechaba para supervisar la construcción de su casa. Después de saludarle, se pasó a su casa y ofreció un recorrido por la misma, centrando la conversación en lo avanzada que iba la construcción, pero aún hacían falta algunos detalles, mismos que quería se terminaran lo antes posible porque ya pronto se jubilaría y retornaría a la comunidad. Solo así, con la vivienda finalizada, el retorno sería exitoso, habría valido la pena su estadía en Estados Unidos.

La casa del migrante de Patambarillo era de ladrillo, tenía tres recámaras, una sala amplia, pensaba poner cocina integral, y el baño, que se encontraba afuera de la casa, tenía calentador de gas. Señaló un tinaco sobre el baño que sería usado sólo para la regadera. La presión del agua no era suficiente, por eso optó por el tinaco sobre el baño, para ejercer presión y así tener una regadera funcional. El baño era su construcción más importante debido a que no se bañaría más "a jicarazo",3 y con el calentador de gas evitaría utilizar la estufa o fogón. La casa representaba parte de su trabajo en Estados Unidos, además, sería donde viviría su jubilación, y por eso se apresuraba a acondicionarla antes de volver de manera definitiva. ¿Era necesario el baño con esas características o manejar la cocina integral como parte del proyecto a futuro? Como señala Serrano (2006), la casa representaba en cierta forma el éxito de su carrera migratoria y le otorgaba estatus en la comunidad, mismo que el migrante persiguió con la construcción. Sin embargo, a pesar de pensar en tres recámaras, sus hijas no piensan volver de Estados Unidos, y si lo hacen, sería sólo para visitar a sus padres.

Así como le ocurrió a esta familia, algo similar le sucedía a una familia de Patámbaro y en la cual se centra el presente artículo. A continuación se detalla el caso de esta familia que retornó a raíz de la jubilación de ambos padres a su comunidad, invirtiendo en el campo, en la reconstrucción de casa, un aspecto que Mestries señala como motivo para retorno exitoso a la comunidad (2013), pues se cumplen objetivos.

Migrantes con retorno voluntario: El caso de los jubilados

Lo anterior ha servido de introducción para centrar el análisis en los migrantes retornados y los elementos no económicos que conlleva la reinserción a la comunidad y las negociaciones familiares.

Al tomar como base a los autores señalados, se podrá discutir a partir de sus hallazgos y el análisis de lo encontrado en campo para contribuir al estudio de las migraciones de retorno. A continuación, el análisis buscará determinar si los migrantes que vuelven a sus comunidades luego de cumplir metas, regresan a vivir plenamente y de manera cómoda su retiro como migrantes exitosos. Existen factores que deben de ser considerados, como lo es la familia a la hora de tomar la decisión de volver, al momento de la jubilación, y lo que implica regresar con la familia completa, dividida, o sin ésta.

Cuando se cumplen metas, ¿se retorna sin conflictos?

Es común que, al conversar con migrantes deportados o con retorno voluntario, la charla esté permeada de las experiencias del migrante; como dice el dicho popular: "Cada quien habla de la fiesta de acuerdo como le fue en ella".

Existen migrantes deportados cuya experiencia migratoria no fue favorable, sin embargo, a pesar de vivir una deportación o problema con la ley, prosigue el interés por volver a Estados Unidos, tal como fue constatado en la Emsom (2013) en el municipio de Penjamillo. De los encuestados, 13.6% de aquellos con interés en volver a Estados Unidos lo representaban deportados y quienes habían tenido algún problema con la ley. Pero también 9.1% de quienes habían perdido su trabajo estaban interesados en volver a Estados Unidos. Esto evidencia que el pasar por una experiencia migratoria negativa no era motivo para que el deseo de migrar de nueva cuenta desapareciera. Bajo esta consideración, surge la interrogante: ¿Qué condiciones socioeconómicas y culturales presentan las comunidades de origen en México que los hace pensar volver a Estados Unidos? Sería una pregunta a la que se debe poner atención en las investigaciones sobre migración de retorno actual.

No obstante, pareciera que no toda migración hacia México implica situaciones desagradables. Entre los trabajos recientes, como los mencionados con anterioridad, que han abordado el tema, se pueden encontrar tipos de migrantes de retorno conceptualizados a partir de los motivos que tuvieron para volver al terruño. Pero aclaro, los retornos siempre han estado presentes, sólo que en la actualidad existe un contexto político-económico que ha permitido dar cuenta de deportaciones a gran escala. Encontramos entonces retornos de tipo social y políticos, donde volver a la comunidad en momentos de la fiesta patronal implicaba negociar membresía y pertenencia a la comunidad; eso lo retrata bastante bien Espinoza (1999) en su trabajo en los Altos de Jalisco. Los retornos festivos aún pueden observarse en comunidades rurales, sólo que en menores cantidades, debido al problema que implica cruzar la frontera sin documentos que acrediten la situación migratoria, a diferencia de años atrás, donde la porosidad en la frontera era mayor.

Los tiempos en los que se volvía para participar en la fiesta e incluso organizarla, han cambiado, por lo menos en Patambarillo, Michoacán. Jesús, un migrante jubilado de Patambarillo, radicado en California, comentó durante una charla en la comunidad en 2008 que, durante la década de los setenta, él, desde California, empezó a organizar la fiesta patronal. En el norte juntaba dinero y a finales de noviembre regresaba a Patambarillo para organizar la fiesta, contratar el grupo musical, ver el lugar donde llevarían a cabo el baile, convenir con aquellos que les facilitarían mesas, sillas y bebida. Él iba cada año a pesar de que no tenía documentos para vivir en Estados Unidos, pero cruzar la frontera era "fácil", y más si se contaba con las redes, como en su caso era tener familiares en Tijuana y en California, por ejemplo (Mojica, 2012, pp. 219-220).

En la actualidad, los migrantes de Patambarillo nombran a un encargado que lleva el dinero a la comunidad para la fiesta patronal, la persona encargada de transportar el dinero debe tener "papeles", situación migratoria legal en Estados Unidos, para evitar que en caso de ser detenido, el dinero pudiera perderse, y que el migrante no tenga problemas para volver a Estados Unidos. Además, la cantidad de migrantes en la celebración, de acuerdo con el trabajo de campo de 2005-2010 y a los testimonios recabados en la comunidad, es cada vez menor, y quienes vuelven, son aquellos que cuentan con documentos que les facilita el viaje. Entonces, la migración con retorno es un hecho que siempre ha estado presente, sólo que en la actualidad presenta características que marcan una diferencia con el retorno de hace algunas décadas, como lo es la seguridad en la frontera, y que hoy se tornan más definitivas las estancias en Estados Unidos de quienes viajan con la familia.

Pero además de realizar retornos para actividades cívico-sociales, ¿por qué se vuelve a las comunidades? De acuerdo con Durand (2006), se vuelve de manera voluntaria cuando existen proyectos claros y específicos, como arreglar "documentación" y con ello obtener pensión para poder volver a vivir en el terruño o posterior a reunir determinada cantidad de dinero que se destinará para la compra o mejorar algún bien en México. Pero también están los casos donde se decide retornar luego de una mejora en la situación económica o política en el país de origen, en el caso de los refugiados o exiliados. También se regresa cuando finaliza el trabajo, como ocurrió con los braceros4 y como ocurre con los trabajadores temporales que van contratados a los campos y fábricas de Estados Unidos y Canadá, donde el retorno es condicionado desde el momento en que salen de México debido a que cuentan con un permiso con fecha de caducidad.

Están también aquellos que vuelven de manera forzada debido a que fueron deportados por problemas con la ley o cambios en la misma. Existen además los casos de los que regresan de manera un tanto voluntaria al no cumplir con las metas trazadas, ya sea porque no pudieron encontrar trabajo o no lograron adecuarse a las condiciones del país receptor (Durand, 2006, pp. 168-174).

En la mayoría de los casos señalados, el retorno es a partir de cumplir metas, aunque en los últimos, se debe a factores que los obligan a volver. Sin embargo, ¿habrá diferencia entre volver luego de cumplir metas y los que lo hacen sin haberlas cumplido, por una deportación, por ejemplo?

Migrantes jubilados: El caso de una familia de Patámbaro, Michoacán

Patámbaro es una comunidad del municipio de Penjamillo, Michoacán. Al igual que las otras localidades del municipio, la principal actividad económica es aquella relacionada con el campo: agricultura y trabajo como jornaleros. El ejido se formó a mediados del siglo XX, y un aspecto a tomarse en cuenta desde su creación hasta la actualidad, es el crecimiento poblacional, pese a que datos oficiales señalan lo contrario.5 Patambarillo es una comunidad con tradición migratoria, situada dentro de un municipio con alta intensidad migratoria (Conapo, 2012). Con el crecimiento de las familias, las oportunidades para ser propietario de parcela disminuyeron; aun cuando la opción de comprar era una posibilidad, la cantidad de tierra no tuvo incremento considerable posterior al reparto agrario.

Para un jornalero, el ingreso oscila entre 100 y 150 pesos diarios cuando existe trabajo. La actividad como jornalero es esporádica y depende de la cantidad de mano de obra que requiera el agricultor. En este caso, las redes sociales son importantes para acceder al trabajo. Por otro lado, para el agricultor, la viabilidad del campo depende del temporal, clima, precio de la semilla, cantidad de hectáreas sembradas y la inversión. Para muchos, lo que genera la parcela como ganancia es "apenas para pasarla". Jesús Gil, en su trabajo en el valle de Ixtlán de los Hervores, Michoacán, señala que para los productores agrícolas adultos, el beneficio no es económico, sino tiene una estrecha relación con la identidad, ocupación y apego emocional (Gil, 2012, pp. 191-192). Entonces, en estas comunidades, la migración es parte de la economía, las remesas llegan como una extensión del salario o ingresos de la comunidad.

En la región de Penjamillo la migración se dio de manera importante a partir del Programa Bracero y se fortaleció en la década de los ochenta con la migración familiar producto del Immigration Reform and Control Act (IRCA). Es justo a través del IRCA que la familia de Juan y Carmen6 lograron arreglar su situación migratoria en Estados Unidos, y con ello reunificar a su familia.

Juan y Carmen se casaron en la década de los sesenta. Carmen era originaria de Patambarillo y Juan de Patámbaro. Ambos iniciaron su historia migratoria desde la década de los setenta; utilizaban redes familiares para trasladarse hacia Estados Unidos. La frontera utilizada era Tijuana, donde Carmen tenía familia, la cual era referencia para patambarillenses, comunidad contigua a Patámbaro. En Tijuana, se le recomendaba a la persona que los cruzaría a Estados Unidos de forma segura. Juan trabajó en el campo, sus viajes tenían como finalidad ofrecer mejor vida a su familia. En su comunidad no tenía tierra de cultivo, era de su padre. Las estancias en el norte eran por un par de años y volvía a México a ver a su familia: madre, padre, esposa e hijos, y luego regresaba a Estados Unidos. En 1986, en vísperas de la reforma migratoria, su esposa e hijos se encontraron con Juan en Chicago y arreglaron su situación migratoria, logrando entonces la permanencia prolongada, y definitiva para algunos, en el norte. El hecho de arreglar la situación migratoria a la familia no implicaba para Juan una estancia definitiva en Estados Unidos, sino la reunificación familiar mientras llegaba a la meta trazada: la construcción de casa para la familia e invertir en el campo, o como menciona Serrano: acondicionar el terruño para el retorno (2006, p. 2).

En Estados Unidos la familia creció, un hijo nació y el resto, a excepción de los dos menores, contrajeron matrimonio con personas de distintas nacionalidades y tuvieron descendientes, todos nacidos en Estados Unidos. Los hijos realizaron estudios equivalentes a primaria, secundaria y preparatoria en el norte. El estudio les permitió aprender inglés, lo que les llevó a incorporarse a una cultura distinta a la de Patámbaro. Carmen dice que ella no aprendió el idioma, pero supo lo suficiente para vivir en Aurora, Illinois. En cambio, sus hijos, ellos sí lo aprendieron, y de acuerdo con ella, eso les llevó a encontrar mayores oportunidades tanto laborales como de formación académica.

Mientras la familia crecía, Carmen y Juan continuaban con planes para retornar, pero éstos fueron aplazados hasta conseguir la jubilación y tener capital, tierras y casa en su comunidad. De esta forma, a partir de 2007 la construcción de la casa fue la prioridad debido a que Juan había obtenido tierras para sembrar, pues la parcela familiar fue dividida entre los hijos.

La casa, hasta antes de 2007, era pequeña: tres cuartos, techo de lámina, pero bastante recia. Perfilaron una casa para toda la familia; la hicieron de dos pisos, separaron el terreno que comprendía un predio que compartían con la hermana mayor de Juan y que perteneció a sus padres. Los pisos fueron de mosaico, cuenta con sala, comedor (aunque utilizan uno tradicional construido fuera de la casa), tiene cuatro recámaras, y un traspatio amplio techado que sirve para realizar comidas familiares grandes, celebraciones o área de descanso; el baño cuenta con calentador de gas y la fachada denota una migración exitosa.

Juan regresó de forma inmediata luego de lograr su jubilación debido a que el clima frío de Aurora, Illinois, le ocasionaba complicaciones a su salud (padece asma). A Carmen le hacían falta dos años para poder obtener su jubilación, sin embargo, las complicaciones en la salud de su esposo le hicieron tomar la decisión de no esperar una pensión total y volver en pareja a su comunidad. Su situación económica es estable, tienen ingresos producto de las pensiones, y Juan, además, es productor agrícola, tienen casa propia, vehículos. Son lo que Durand (2006), Mestries (2013) y Fernández (2011) llamarían migrantes con retorno voluntario que cumplieron metas, y que podrían ser de los llamados exitosos. Aunque las metas se lograron en una temporalidad extensa.

Sin embargo, a pesar de cumplir con sus objetivos, la pareja de migrantes de Patámbaro no encuentra éxito en esos objetivos, debido a que hijos y nietos no tienen intención de retornar de manera definitiva a México, ni se visualiza esa remota posibilidad ante su situación migratoria, legal, prestaciones que tienen en el vecino país y trabajo. Además, ellos tienen familia e hijos que no son del contexto rural mexicano, y para éstos, México queda en lo bonito y como un sitio al cual ir a vacacionar, mas no en el cual podrían vivir. Sólo las parejas de dos de las hijas de Carmen y Juan han estado en Patámbaro, así como los nietos de dos hijas más, y les gusta, pero para vacacionar.

El caso de la pareja de Patámbaro es similar al del migrante mencionado de Patambarillo que se fue con su familia y que al momento de plantear el retorno definitivo, lo hará únicamente con su esposa debido a que sus hijas y nietos tienen planes en Estados Unidos y, por tanto, el interés por volver a la comunidad es poco probable.

Por otro lado, el mercado laboral donde está inserto Patámbaro no da opciones para los hijos de esta familia cuyos saberes no encontrarían fácilmente fuentes de empleo en un contexto rural. Al respecto, en 2007 se encontró un migrante deportado en la comunidad de Patambarillo; entonces tenía 28 años de edad y había sido criado en Estados Unidos. En la comunidad enfrentaba problemas para encontrar trabajo debido a que sus habilidades laborales no estaban relacionadas con las del contexto rural, él tenía conocimientos en el arreglo de vehículos: pintura, laminado, "arreglarlos" para car shows, algo que en una comunidad rural no es necesario, y sus habilidades resultan inútiles. De igual forma, los hijos de Carmen y Juan tienen aproximadamente 28 años fuera de Patámbaro, en contextos no rurales en Estados Unidos, donde han adquirido distintas habilidades laborales.

Aunque sea a la comunidad de origen y la familia, el migrante de retorno con larga estadía en Estados Unidos suele enfrentar dificultad al momento de insertarse a contextos rurales, y eso ocasiona que el proceso de incorporación sea traumático. Lo anterior ha sido constatado en campo, con casos en los que hay sentimientos de desubicación al no percibirse "parte de", y donde los cuadros de depresión están presentes bajo expresiones como "mal de la cabeza", "agüite", o "ausentes", que son utilizadas para referirse a la situación en la que se encontraban en la comunidad rural. Para éstos, sus planes fueron truncados con la deportación o con el retorno "voluntario" a causa de falta de empleo o pérdida de casa y trabajo, y eso conlleva a replantear el futuro en contextos donde hay carencias, las mismas que los orillaron a partir a Estados Unidos, pero en algunos casos, estos migrantes tienen familia, lo que aumenta la ansiedad y problemas de identidad relacionados con su deber como hombres en contextos rurales donde el hombre es concebido y construido como el proveedor.

Fernández (2011) aborda la opción de remigrar, proceso de volver a migrar cuando las condiciones del contexto no permiten que el migrante, a pesar de retornar con la visión de asentarse de manera definitiva, no encuentra los elementos (como la familia, nietos, etcétera) que le permitan permanecer de forma definitiva; en palabras de los propios migrantes: "no se hallan" (p. 206). Sin embargo, para la familia de Juan y Carmen la opción de remigrar no entra en sus planes debido a que su capital económico y social ha sido construido en un espacio específico, en el que construyeron su historia como migrantes, que les remite a su identidad y pasado.

Tanto Durand (2006) como Serrano (2006) señalan el constante anhelo e intención de los migrantes de volver a su tierra y cómo eso se posterga hasta convertirse en un "pienso" (Durand, 2006, p. 175) o en "un sueño" (Serrano, 2006). Sin embargo, no es que se busque extrapolar el mito de un retorno bajo características que empiezan a presentarse en algunos migrantes que regresaron bajo condiciones favorables, como los mencionados. Para Carmen y Juan, migrantes con un aparente éxito al concretar metas específicas, éstas no les resultan igual que haberlo hecho con la familia completa. Pasan a ser migrantes que vuelven a su comunidad con un retorno anhelado, donde los objetos materiales y metas no son suficientes si la familia, hijos, nietos, permanecen en Estados Unidos, por lo que el retorno anhelado queda en "asegunes" y aceptan las condiciones en las cuales se lleva a cabo.

Además, no serán percibidos como migrantes con retorno definitivo; podrán tener su domicilio en Patámbaro, pero con familia en Estados Unidos, la movilidad entre dos naciones será constante. En 2014, Carmen fue a Estados Unidos a conocer y a ayudar a su hija a atender a su nieta recién nacida; es posible que en poco tiempo decida volver de nuevo para ver su crecimiento. Asimismo, ella va por lo menos dos veces al año a Aurora a visitar a sus hijos. A pesar de volver, entró a una dinámica migratoria distinta a la imaginada cuando salió de Patámbaro, donde sólo era ir al norte a trabajar para posteriormente regresar con su familia a vivir de nuevo en Patámbaro.

En este sentido, a pesar de retornar de manera exitosa, para algunos migrantes que se encuentran en las condiciones de Carmen y Juan, el retorno no es como lo imaginaron y, por tanto, se transforma en uno anhelado, donde el "hubiera" está presente de manera constante como "de haber podido, por mí, me hubiera gustado que mis hijos estuvieran conmigo", comentó Carmen.

Para finalizar

La situación de los migrantes de retorno, como lo señala Durand, podrá entenderse a través del trabajo etnográfico sobre los motivos que generan esas vueltas a las comunidades (2006, p. 173), pero también considerar las condiciones a las que vuelven, el contexto político, económico y social en que se encuentran los sitios a los que retornan y que, en ocasiones, conllevan a problemas más allá de los económicos, como pueden ser padecimientos emocionales.

En los estudios sobre migración, los aspectos psicológicos a los que refiere Mestries ya han empezado a ahondarse. Desde los Ulises que Achotegui (2008) detectó entre migrantes hasta las Penélope señaladas por Gustavo López (2007) y María da Gloria Marroni (2009). Sin embargo, poca atención se ha puesto al retorno de esos Ulises en situaciones triunfales, como el propio personaje mitológico, y en aquellos que no lo son. En ese sentido, las tipologías realizadas sobre los migrantes de retorno resultan interesantes, pero no hay por qué apegarse a éstas, sino ponderarlas con los hallazgos realizados en campo y generar nuevas variantes que puede haber en éstas. Considerarlas como puntos de partida analíticos.

El caso de Carmen y Juan muestra una migración de retorno luego de cumplir metas, pero éstas no otorgan la felicidad al migrante, generando un tipo retorno anhelado que se da y contrasta con la realidad. En este sentido, el aporte, aunque es el resultado reciente de trabajo de campo y hace falta analizar más casos, es interesante porque es un tipo de migrante de retorno exitoso, pero incompleto y frustrante. La reunificación familiar fue importante para Carmen y Juan, sin embargo, a pesar de que parte de la vida es que los hijos crezcan y partan del hogar, o tomando un dicho popular, "los hijos son prestados", éstos quedaron esparcidos en una geografía lejana, Estados Unidos: cuatro en Chicago, uno en Arizona y uno en Texas, lo que genera un mayor anhelo por tenerlos "por lo menos más juntos", como comentó Carmen.

La decisión de retornar implica resoluciones semejantes a las del momento de migrar (Durand, 2006, p. 168). ¿Cómo decide la familia de Juan y Carmen regresar a su comunidad y resolver que será definitivo? ¿Fue fácil dejar a la familia, hijos, nietos, en Estados Unidos? Para Carmen, éstos no se dejan, porque siempre estará en contacto con ellos, lo que implica que su retorno, a pesar de ser físico, se mantendrá entre dos espacios. Situación similar a lo mencionado por un migrante de Guadalajara deportado en 2011 por la frontera de Tijuana: el corazón se parte y deja una parte en el norte, mientras que el resto acompaña al migrante en su andar.

A pesar de ser migrantes con una situación económica estable, la realidad es que se mantendrán en varios espacios siempre y cuando sus hijos permanezcan en Estados Unidos, con lo que la migración de retorno definitiva no queda del todo asentada. Por tanto, el mito del retorno señalado por Serrano (2006) y Durand (2006) se mantiene, pero bajo una noción no tanto de un sitio, sino de la forma en que les hubiera gustado volver: con la familia.

Como se ha mencionado, el trabajo presentado es el resultado preliminar de una investigación en curso, misma que muestra algunas aristas en trabajos venideros. Por un lado, se debe cuestionar el propio término retorno, debido a que el sitio de origen ha sido conceptualizado y construido en un espacio alterno al lugar de origen, lo que genera que cuando se habla de retorno, es al espacio en el que se ha pensado la vida, tal como Angels Pascual (1983) lo señala, y poco se ha puesto atención al mismo. Fernández lo hace de alguna manera al hablar de remigración, pero sin profundizarlo (2011).

La desarticulación familiar que viven los migrantes en la actualidad se da tanto en aquellos que, como en el caso de Carmen, vuelven de manera "exitosa", en cuanto a metas materiales, después de una larga estadía en Estados Unidos, y en quienes son deportados. En los últimos, la posibilidad de reunificación es menor debido a la dificultad de cruzar por la frontera, tanto de seguridad física como por lo económico, y porque la familia, a pesar de quedar separada, una parte prefiere permanecer en el norte que volver a México, donde las oportunidades para los hijos se reducirían. Al respecto, en Numarán, Penjamillo y Copándaro de Galenana, municipios de Michoacán, se conversó con migrantes que se habían divorciado o separado debido a que la esposa no quiso volver a México luego de la deportación del marido, argumentando que allá tenía trabajo y los hijos asistían a escuelas, y eso en México sería difícil de lograr, más aún en comunidades rurales, según comentaron.

Por último, los cuadros de depresión o estrés crónico y múltiple observados por Achotegui podrían no sólo apreciarse durante la estadía en Estados Unidos, para este caso, sino también al momento de volver con una experiencia migratoria negativa, deportado, con metas truncadas y familias separadas.

Al preguntar en 2013 al regidor de Migración de Penjamillo sobre migrantes deportados en el municipio, respondió que los había, pero éstos llegaban y permanecían en sus casas encerrados y tiempo después se les veía ya en calles y plaza. En entrevista con dos migrantes deportados de ese municipio, éstos dijeron que se sentían mal de la cabeza, tristes, sin asimilar su deportación y pensando de forma constante qué iban a hacer ahora que estaban de vuelta en su comunidad.

Para el caso de Michoacán, ¿qué apoyos están recibiendo los migrantes de retorno? ¿Basta con el fondo de apoyo al migrante? Espinosa señaló los mecanismos implementados en los Altos de Jalisco para incorporar al migrante, pero para aquellos que venían de manera temporal. Pero ¿qué se hace para reincorporar de manera prolongada o definitiva a quienes vuelven deportados? Se considera que debe atenderse la salud emocional de los migrantes y llevar a cabo mecanismos de reinserción, no sólo de los migrantes productivos o exitosos, sino de aquellos que se encuentran en situaciones de mayor vulnerabilidad y que retornaron sin planearlo, ni tierra, ni trabajo o expectativa de encontrarlo. Es esa la importancia de los estudios sobre migración de retorno en las comunidades de expulsión: entender las problemáticas que se están generando con los migrantes a su regreso, sean exitosos o no. Ambos presentan afecciones emocionales.

Con el caso abordado no se quiere plantear que eso ocurra a todos los migrantes, que como Carmen y su esposo regresan después de varios años en Estados Unidos. Sin embargo, sí se han encontrado casos similares a los de la familia mencionada, que contrastaban con las tipologías de migrantes, donde los migrantes como Carmen son considerados como aquellos que lograron éxito en sus metas materiales socioeconómicas, y que vuelven a las comunidades a vivir el retiro. Pero no están del todo libres de conflictos a pesar de cumplir sus metas, como se señaló: su retorno se convierte en uno anhelado y añorado que genera conflictos al cuestionar si valió la pena migrar para acondicionar un terruño para la soledad.

Los trabajos sobre migración de retorno tienen enfoques distintos que dependen del objeto de estudio y del interés del propio investigador. En México son recientes, a diferencia de los trabajos realizados en Europa. Sin embargo, aún hacen falta trabajos sobre este tipo de migración, más cuando se están tornando definitivas; se vuelve después de una larga estadía en el país vecino donde se fijaron planes de vida que se truncan ante políticas antimigratorias y faltas administrativas cometidas por los propios migrantes, sin contar la tensión generada por la reforma migratoria en discusión desde 2013, la cual representa para muchos mexicanos radicados tanto en Estados Unidos como en México, la última oportunidad próxima. Pero también es una realidad que ésta podría aumentar el número de retornados, deportados y aquellos que vuelvan de manera voluntaria a las comunidades de origen debido a lo fallida que les resulte la reforma. Ante esa situación se debe estar preparados para lo que pudiera ocurrir, y es en ese sentido que los trabajos sobre migración de retorno podrían ayudar a detallar el panorama que ya enfrentan los migrantes al volver a las comunidades, sobre todo en zonas rurales.

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1Mexicano. Doctor y Maestro en Ciencias Sociales con Especialidad en Estudios Rurales por El Colegio de Michoacán, y Licenciado en Historia por la Universidad Autónoma de Baja California. Entre sus temas de estudio se encuentran: religiosidad popular en contextos rurales, formación de sujetos políticos, migración internacional de comunidades rurales y migración de retorno a contextos rurales. Actualmente realiza una investigación sobre migración de retorno en el noroeste de Michoacán. Entre sus publicaciones recientes destacan: Niños y jóvenes ante el retorno en Michoacán, en C. Leco y L. Navarro (Coords.) (2015), Migración vulnerable en Michoacán, México, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo; y Contextos para el retorno. El caso de Penjamillo, Michoacán, en Migración a debate, surcando el Norte (2015), Unidad Académica de Estudios Regionales-UNAM/Universidad de la Ciénega de Michoacán.

2Copándaro de Galeana, Chucándiro, Puruándiro, Villa Jiménez, Numarán, Churintzio, Charo, Panindícuaro, Angamacutiro y Chavinda, todos en la región noreste del estado, excepto Chavinda, que se encuentra al oeste de la ciudad de Zamora.

3Consistía en utilizar una jícara, recipiente para verter agua sobre el cuerpo.

4Así se le llamó a los trabajadores temporales mexicanos que fueron contratados por empresas estadounidenses durante los años de 1942 a 1964.

5De acuerdo con el INEGI, en 1950, el total de habitantes era de 745, y para 2010, se contaba con 557. Recuperado de http://www.inegi.org.mx/geo/contenidos/geoestadistica/consulta_localidades.aspx

6Nombres ficticios de los informantes.

Recibido: 15 de Diciembre de 2015; Revisado: 14 de Enero de 2016; Aprobado: 01 de Febrero de 2016

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