INTRODUCCIÓN
Las lesiones a nivel del 1/3 superior de la cara se consideran fracturas frontales, ya que afectan a la mayor parte del hueso frontal del cráneo. Estas fracturas corresponden a una patología importante, que sobreviene como consecuencia de traumatismos severos en dicha región, los mismos que pueden ser de diversa etiología, comprometiendo especialmente el cerebro y el globo ocular por vecindad. La determinación de este tipo de fracturas por edad, sexo y agente causal es importante para su manejo. Una clasificación adecuada es necesaria para su fácil comprensión y aplicación, lo que llevaría a una mejor planificación de la cirugía a realizar y por ende a un mejor resultado.1
En la producción de este tipo de fracturas se requiere la acción de un traumatismo directo de mayor intensidad con un objeto contuso, generalmente consecuencia de accidentes de tránsito, agresiones por robo o durante peleas; las caídas en forma casual o por estado de ebriedad son importantes, pero en menor frecuencia.1
En la literatura han sido descritas varias clasificaciones que fueron elaboradas por diferentes investigadores con el objetivo de ayudar al clínico a la planeación quirúrgica. Estas clasifi caciones coinciden en la localización anatómica y la observación intraoperatoria; para ayudar a simplificarlas se tuvieron en cuenta tres aspectos: la fractura de pared posterior, la cual es muy raro que se presente, la fractura de tabla anterior y posterior, que conduce a lesión del receso frontonasal, la participación de pared medial de órbita, y la fractura NOE, que conduce a lesión del receso.2-4
Dentro de las clasificaciones reportadas está la de Stanley, 1989, que fue modificada por Gonty en 1999; facilita la descripción del patrón de fractura, incluye el patrón de fractura frontal y el Complejo Naso-Orbito- Etmoidal (NOE); predice la lesión y posibles lesiones en el futuro. Establece cuatro tipos: tipo I: fractura de tabla anterior con o sin compromiso de reborde supraorbitario y NOE, tipo II: fractura de tabla anterior y posterior lineal o conminuta; tipo III: fractura de tabla posterior y tipo IV: a través del seno.5
La finalidad de este artículo es describir cómo la tecnología biomédica facilita la reconstrucción de la zona afectada de manera precisa, logrando devolver al paciente su anatomía natural de una manera estética.
CASO CLÍNICO
Paciente masculino de 29 años, remitido para valoración y manejo de trauma facial causado en accidente de tránsito en motocicleta. Menciona no padecer ninguna enfermedad. Paciente que refiere parestesia en región frontal y malar derecho y también anosmia. Al examen físico y radiográfico responde a depresión de gran tamaño en región frontal con depresión importante, en tomografía computarizada (TC) con reconstrucción y cortes de 0.4 mm se observa impacto de la región frontal (Figura 1).
Para el plan de tratamiento se dan recomendaciones al paciente, donde se requiere modelo esterolitográfico para reconstrucción con material polieteretercetona (PEEK) realizado a la medida del paciente para su reconstrucción. Se solicita prótesis frontal a la medida e igualmente autorización para el procedimiento quirúrgico, valoración preanestésica y hemograma, TP y TTP. Se realiza abordaje quirúrgico por herida previa del paciente.
Paciente asiste a control aproximadamente con 15 días de evolución, no refiere dolor espontáneo, al examen físico presenta buena simetría, no muestra signos de infección (Figura 2).
DISCUSIÓN
Uno de los tratamientos que actualmente se ofrecen para las fracturas de la cara son las reconstrucciones con material aloplástico; éstos son inertes biológicamente y no alergénicos, los cuales ofrecen al paciente larga duración, su uso tiene múltiples ventajas reconstructivas por encima de los injertos autólogos al proveer menor morbilidad, ya que no requieren de un sitio donador.6
Ng y Nawaz7 reconstruyeron 12 defectos craneales con buenos resultados y recomiendan los implantes de PEEK para craneoplastias como una opción viable cuando el hueso autógeno no está disponible o no es adecuado. Rosenthal et al.8 describen su experiencia en 66 craneoplastias de tres instituciones diferentes y tienen una tasa de infección del 7.6%, comparable con otros materiales autógenos o con el hueso autógeno. Rodríguez et al. sugieren el uso de prótesis PEEK como una buena alternativa para la reconstrucción craneofacial, mediante un estudio realizado a siete pacientes con este tipo de complicaciones, los cuales tomaron esta opción como plan de tratamiento. En esta serie de pacientes, un 14.3% (uno de los siete pacientes) presentó episodios de infección repetidos y una fístula de LCR que terminó con la retirada de la prótesis. Sin embargo, tras la sustitución por una malla de titanio, material al que se asocia una menor tasa de infecciones, las manifestaciones clínicas no desaparecieron, posiblemente en relación con una cobertura insuficiente para aislar el seno frontal, con lo que asocian la infección a otra causa.9
La prótesis utilizada para este caso clínico fue de material PEEK, con la cual se obtuvieron excelentes resultados como la buena simetría y no mostró signos de infección postquirúrgicos en el paciente.
La utilización del hueso autógeno se considera el estándar de oro, existen suficientes justificaciones para decidir el uso del autoinjerto en la reconstrucción de defectos óseos de la región maxilofacial.10
Hennessey, López y Sámano describen siete casos clínicos que se caracterizan por presentar defectos óseos, maxilares y mandibulares como resultado de neoplasias benignas, secuelas de trauma facial, de infección y deformidades congénitas tales como labio y paladar hendido y microsomía hemifacial. Éstos fueron reconstruidos con injertos autólogos corticomedulares fragmentados provenientes de la cresta iliaca, costilla y tibia. En su experiencia, comprobaron que la integración del injerto fue satisfactoria y que se cumplió el objetivo de devolver la anatomía del defecto óseo, para posteriormente ser rehabilitada integralmente. 10
La principal desventaja es que requiere un segundo sitio operatorio, con la posibilidad de aumentar los riesgos al paciente y de no obtener adecuada cantidad de hueso, especialmente en las zonas intraorales, la tasa de reabsorción impredecible o el tiempo quirúrgico que consume. Para defectos pequeños es muy útil, pero en defectos de mayor tamaño o forma compleja, el uso de material aloplástico puede aportar ciertas ventajas.9,10