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Polis
versión On-line ISSN 2594-0686versión impresa ISSN 1870-2333
Polis vol.7 no.2 México ene. 2011
Artículos
La comunicación política en la red global. Entendimiento y espacio público
Internet and political communication. Understanding and public space
Mario Zaragoza Ramírez*
* Maestro en Comunicación por la Universidad Nacional Autónoma de México; asistente editorial del Departamento de Sociología de la Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Iztapalapa. Correo electrónico: <zaragozaramirez@gmail.com>.
Artículo recibido el 6 de febrero
Aceptado el 20 de mayo de 2011
Resumen
Este artículo describe cómo se entiende la comunicación política articulada en el espacio de la red electrónica y la participación -selectiva-de diversos actores. Se considera que la comunicación política posibilita, si se toma en cuenta como un diálogo, los discursos autogestivos que buscan difundir una parte de la realidad que queda relegada de los espacios informativos convencionales y que pueden encontrarse en la red. Así, en medio de la polarización, la comunicación política, en la medida en que permite la interacción entre grupos y actores diversos, puede ser parte del problema y de la solución. Se propone, así, que esta sea parte de la democratización del conocimiento, y del diálogo que puede resolver o desmitificar los problemas políticos, sociales y económicos que enfrenta la sociedad de principios del siglo XXI.
Palabras clave: comunicación política, diálogo político, acción comunicativa, entendimiento, Internet, nuevas tecnologías de información y comunicación, espacio público.
Abstract
This article describes how the political communication articulated through the Internet space and the selective participation of different actors is understood. It considers that political communication allows, if taken to account as a dialogue, self-management speeches seeking to spread a part of the reality that is relegated from conventional media spaces and that may be found on the network. In this way, in the midst of polarization, political communication allowing the interaction between different actors can be part of the problem and of the solution. The article proposes that the democratization of knowledge and dialogue can solve or demystify the political, social and economic problems faced by society in the beginning of the 21st century.
Key words: Political Communication, dialogue, communicative actions, understanding, internet, public space.
Introducción
En este artículo se explora una de las herramientas que se erigen como posibilidades para el diálogo en materia política, la Internet y su actuación en algunas de las nuevas formas de hacer política, aunque se expone sólo una pequeña muestra del enorme botón de posibilidades que la red tiene para difundir, influenciar, increpar, resolver y llegar a millones de personas, aprovechando sus características globales, lo que permite también una mayor libertad de expresión en comparación a los medios tradicionales, como la televisión, la prensa escrita y la radio.
La Internet abre un nuevo espacio para el ejercicio de la comunicación política, en virtud de que se trata de una tecnología que potencia la interacción -más que la mera relación inmediata entre mensaje y respuesta, presupone la activación del diálogo mismo- que si bien en México todavía está limitada en su alcance y extensión, ha dado muestras de una vitalidad social significativa, sobre todo si se mira en relación con el conflicto poselectoral de 2006, las elecciones intermedias de 2009 y algunos acontecimientos recientes.
La comunicación política se apoya en las características de la red porque las condiciones sociales han cambiado y, por ende, se puede aprovechar la herramienta; si no existiera la Internet, sería otro el medio a emplear, ya que es la sociedad civil la que hace un uso social de este y no es solo el medio el que permite una mayor interacción. La intención es no llegar a la fetichización tecnológica. Es la apropiación cultural la que determina los usos del medio (Williams, 1974).
Hoy, la Internet representa un medio no solo masivo, sino global, tal como lo señala Manuel Castells (2001); como herramienta, hace suya la idea de la aldea global, o mejor dicho, de la sociedad en red (Cardoso, 2008), donde las personas tienen la posibilidad de compartir información y entretenimiento desde casi cualquier lugar del mundo. Por lo que las posibilidades de difundir un mensaje y que este sea visto son innumerables. Sin embargo, no todas las personas tienen acceso a este medio, lo que limita su rango de acción. Y es constitutivo a las desigualdades que imperan en el mundo generadas por el modo de producción capitalista, por lo que sigue siendo una minoría la que tiene esta posibilidad.
Los temas referentes a la política no son la excepción y también se difunden en la red de manera inmediata y con posibles repercusiones importantes. Resulta innegable entonces la influencia que tiene la Internet y la que puede llegar a tener para la definición de temas o posiciones políticas, sobre todo en cuanto a cargos que se obtienen mediante el voto popular; pero eso dependerá del acceso y del interés de quienes generen y se apropien de esos contenidos.
El objetivo es mostrar de forma exploratoria la articulación que existe entre la comunicación política y la Internet. No desde la concepción de la comunicación política como una herramienta para el mercadeo político -aquella que ocurre de forma vertical y que es emitida, difundida y desarrollada por la élite gobernante-, sino desde una óptica donde se entienda a la comunicación política como acción, desde la teoría de la acción comunicativa de Jürgen Habermas (1981a, 1981b). Retomando la definición de Dominique Wolton (Wolton y Ferry, 1995) del triángulo de la comunicación política entre gobierno-medios-opinión pública, pero con la variante de la interrelación entre estos, no solo como un juego de poder donde el gobierno y los medios tienen mayores posibilidades de intervención que la sociedad civil en las decisiones importantes de la vida en común. Se propone, en cambio, favorecer la comunicación entre los tres actores políticos a través de la Internet, donde se practique ese espacio circular que les permita dialogar con la plena convicción de entenderse en asuntos públicos. Cabe aclarar que esto no sustituye a otras formas de circulación de la información política, en términos de la comunicación política: la Internet tiene una centralidad particular, pero de ningún modo se traduce en el único medio.
La socialización de la información representa aquí la materia prima, ya que solo a partir de la libre difusión de las ideas se puede pensar en la posibilidad de construir un diálogo entre élites y pueblo. Se dice que la información es poder, pero, más bien, el conocimiento es poder, la palabra como universo espiritual de los ciudadanos, en alusión a la obra de Jean-Pierre Vernant (1992) y su idea de conceder y publicitar el conocimiento a los gobernados para que puedan dialogar, en la justa medida, en igualdad de condiciones con los gobernantes. Es de esta forma que el libre acceso a la información permite ventajas a quienes tengan la posibilidad de interactuar desde sus computadoras con la vida política en común, como se dijo, en un gobierno democrático.
Así, la propuesta se nutre de la idea de hacer que la Internet sirva para dar cabida a la comunicación política incluyente y definitoria de la vida pública, no a la fetichización de la herramienta, sino al uso social que se hace de esta. Las nuevas tecnologías permiten una enorme cantidad de posibilidades para la creación de redes y la facilitación -en algunos casos- de una ciudadanía responsable y consciente; he ahí una de sus grandes virtudes, aunque también representa un importante instrumento para el entretenimiento, la dispersión y el ocio, que genera grandes ganancias económicas a las industrias culturales. Víctor Sam-pedro Blanco señala (2008: 5): "Desde sus terminales telemáticas los ciudadanos tendrían capacidad para tomar voz y parte en una democracia (auto) representativa. La tecnopolítica llegaría a alterar los rasgos políticos que, incluso, desembocarían en democracias deliberativas (a medio camino de la directa). Esta es la visión integrada, optimista, que diría Eco". Claro que como versión romáNTICa de los hechos parece que la comunicación política encontró el espacio indicado y las soluciones están por venir; empero, la comunidad red no tiene pies ni cabeza definidos, es el grupo social más heterogéneo y global conocido hasta hoy. Las posibilidades de la red global son infinitas, desde la difusión de mensajes amistosos y familiares hasta la de mensajes políticos trascendentes para la vida pública.
Las características de la Internet permiten pensar en este medio como una alternativa, gracias a la apertura de información, su libre tránsito, su facilidad de acceso y de publicitar sus contenidos -los cuales no pueden manipularse de la misma forma que los de otros medios- de manera inmediata. Esto da pie al periodismo ciudadano (Sampedro Blanco, 2008) o a los usuarios como generadores de sus propios contenidos (Castells, 2007), los mass self communication, que no son más que los foros, chats, blogs y demás secciones abiertas a la participación de casi cualquiera, lo cual fomenta la intervención de quienes estén interesados en los asuntos críticos de la vida pública.
A partir del estudio y descripción de la comunicación política en la Internet se podrá dibujar una caracterización para pensar teóricamente la relación que tienen y el escenario que conforman donde suceda el diálogo político, y, así, enfatizar la posibilidad de la red global para publicitar el conocimiento y la información, que a largo plazo puede hacer de la relación élites-pueblo un diálogo entre iguales en la búsqueda del entendimiento.
De acuerdo con Jay Blumler y Michael Gurevitch (2005), los estudios en comunicación política se ven modificados e influenciados por los avances tecnológicos, tal como las disciplinas que tienen como referencia lo social. La manera como los políticos entran al juego de los medios y sobre todo las posibilidades que las nuevas tecnologías de información y comunicación (NTIC) les brindan para buscar beneficios en su carrera por el poder se han modificado. En este sentido, ambos autores enfatizan en la necesidad de conformar estudios teóricos que expliquen estas nuevas realidades, que permitan entender las nuevas arenas políticas y las formas en cómo se emplean las novedosas herramientas. Es claro que esta propuesta pone de manifiesto la exigencia de comprender y desarrollar conceptos como el de esfera pública de Habermas en un contexto donde la tecnología es un tema recurrente, ya que la comunicación política se puede entender como acción en el ámbito político, en el espacio público que actualmente se ve modificado e incluso transformado por las NTIC.
El objetivo de este artículo es describir el problema mediante la explicación de la comunicación política como un proceso incluyente, alimento de la esfera pública en respeto de las diferencias, con el entendimiento y disenso como factores que permitan la paridad de condiciones para el diálogo, promotor del conocimiento y la convivencia como materia prima, donde su principal aliado sea la Internet y sus enormes alcances sociales. Una comunicación hecha por los ciudadanos para los ciudadanos, que lleve a cabo lo que Vico señala como verum factum (Mondolfo, 1980): se comprende mejor lo que está hecho por nosotros mismos y es verdadero en tanto que nosotros somos los propios creadores de eso. Porque en nuestro tiempo las posibilidades tecnológicas nos dan la posibilidad de pensar en este tipo de alternativa, ser parte de la revolución tecnológica, aprovechar los recursos para el bienestar común.
Nuevas tecnologías de información y comunicación en el diálogo político
A partir de entender a la comunicación política como acción, se puede pensar en la Internet como el medio que propiciaría la construcción de acuerdos, aprovechando las características del medio, formar y fomentar la creación de redes que dialoguen, y busquen formular consensos en los asuntos importantes para la convivencia. Comunidades virtuales que privilegien la comunicación abierta, sin dueños, sin imposiciones ni de opiniones ni de formas de pensar, una verdadera comunicación en el sentido filosófico, en la búsqueda del con-saber. Reconociendo en las diferencias la igualdad que los une.
En plena construcción del con-saber que refiere Antonio Pasquali (1972) a través de la comunicación, de esa acción comunicativa que permite el entendimiento en el mundo de la vida, la red es solo un instrumento que facilita, a veces, el encuentro cara a cara. Que permite a los participantes conversar y a su vez eliminar algunas barreras. La comunicación política será entonces la que use el medio -en este caso la Internet- para darle cauce a los intereses que surjan de la propia comunidad e intentar resolver o simplemente mantener vigentes en la agenda las necesidades e intereses colectivos: "La tradición de la autoorganización de la sociedad civil" (Curran, 2002: 148). La comunicación política encuentra cabida en las nuevas tecnologías para dimensionar o re-dimensionar sus posibilidades, se auxilia innegablemente de la herramienta para consolidarse como la acción comunicativa en asuntos políticos.
Las NTIC constituyen un concepto relativamente nuevo, ya que como su nombre lo indica se refiere a los cambios o transformaciones tecnológicas para la difusión de la información y la comunicación. Como procesos distintos, la información equivale al intercambio unilateral de datos y la comunicación implica el diálogo y el entendimiento (Becerra Giovannini, 1984). Por eso es importante decir que esas NTIC "se refieren a un fenómeno convergente entre distintas tecnologías de comunicación e información" (Gómez, 2009: 293).
De modo que las NTIC son esos sitios que permiten a través de la tecnología un inmediato flujo de información y, en algunos casos, establecer un proceso comunicativo, vía chats, blogs, páginas de interacción social, etcétera. "Las tecnologías de información y comunicación (tic's) merecen un (¿muy?) especial interés. Estas tecnologías representan un conjunto heterogéneo de técnicas, sistemas electrónicos, máquinas inteligentes, redes tecnológicas, programas informáticos y usos sociotécnicos y culturales que se hallan en pleno crecimiento exponencial" (Vizer, 2003: 234).
Estos avances tecnológicos potencian la conformación de redes, de socialización a través de los medios, con alcances nunca antes experimentados por los medios tradicionales; sin embargo, no son los productores de este intercambio de formas sociales, son solamente los poten-ciadores. "...podemos mencionar la creación de redes comunitarias de tic's en la forma de redes electrónicas voluntarias, implementadas por grupos preocupados por la promoción, la defensa o el mantenimiento de valores, bienes e intereses públicos comunes, a los que podemos asociar "la promoción y el crecimiento del capital social y cultural propio de una comunidad o un grupo: espacios públicos, derechos humanos, salud, etcétera" (Vizer, 2003: 234). Aquellos que en general están interesados en algunos temas, verán en la Internet la posibilidad de expandir y extender sus intereses.
Sin embargo, las NTIC no representan per se la solución a los problemas ni mucho menos. Tampoco se trata de encumbrarlas y señalarlas como la panacea para resolver los problemas que aquejan al mundo, no se trata de caer en la fetichización de la técnica, la intención es argumentar que el uso social de esta permitiría fomentar esas conversaciones de asuntos que competen e interesan a las personas. Tal y como lo afirma RaúlTrejo Delarbre: "... esos recursos no cambiarán por sí solos a la humanidad ni extirparán sus defectos y adversidades" (2006: 14). En el mismo sentido, Finquelievich afirma (2000):
...la democratización del acceso a las TIC'S se va concretando a pasos agigantados por medio de las redes ciudadanas sustentadas por TIC'S como "sistemas informáticos on-line concebidos para promover y estimular la comunicación, la cooperación, la participación y el intercambio de información, experiencias, bienes y servicios entre los ciudadanos y los actores públicos y privados de una comunidad (ONG'S, instituciones gubernamentales, y empresas privadas. Simultáneamente, se abre la comunidad local a la comunicación en red con la comunidad global.
Esto fortalece la idea de que no es solo con la tecnología como se pueden resolver las cosas, debe haber antes la disposición o el interés para participar o buscar las soluciones a lo que socialmente se puede considerar como problemas.
El desafío fundamental para las TIC consiste en demostrar que pueden incrementar cuantitativa y cualitativamente no solamente la capacidad individual sino también colectiva de los recursos para crear diferentes formas de "capital" y de formación de valor: valores económicos, simbólicos, sociales y culturales. Cuando la tecnología es mitificada y junto a ella una ideología del poder y el control sobre el mundo natural o el social, ella se torna en una forma temible de reificación; o sea, en lo contrario a la formación de sentido y de valor (Vizer, 2003: 237-238).
Sin ánimos triunfalistas, las NTIC permiten pensar que desde una computadora se puede gestar un movimiento o una respuesta organizada ante los principales problemas que aquejan a la sociedad: "... Esta 'gran familia' sabe que también millones de pantallas de computadoras y de ciberactivistas anónimos, como David frente a Goliat, de un solo hondazo certero pueden dejar ciego al gigante (al menos por unas horas, el sueño de muchos anarquistas se hace realidad en el mundo virtual: el 'sistema' realmente se cae)" (Vizer, 2003: 239).
De esta forma surge la inevitable posición de lo evidente, tal como señala Vizer, se mira a la tecnología como signo apocalíptico o como símbolo de la integración y el desarrollo humano a través de la homogeneización de intereses, consumos y actividades. Tal como Habermas señalaba a los medios de información como contrainstituciones, en esta misma idea las NTIC tienen hoy mayores posibilidades para ser consideradas como ese David que organizado podría dar la sorpresa a Goliat.
Continúa Vizer (2003: 349): "Ello pone a la sociedad civil ante una encrucijada: ¿su rol hacia adelante se limitará al de consumidor, como ocurre con la televisión, solo que interactivo, o afirmará la lógica ciudadana que ha caracterizado su bautizo en este medio? Nunca antes ha tenido, como ahora, la posibilidad de influir en la configuración de un nuevo medio de comunicación, en beneficio de la humanidad". Definitivamente más activo gracias a la tecnología, pues las NTIC permiten una mayor interacción; sin embargo, seguirá dependiendo del esfuerzo intelectual y la disposición de las personas por participar en los temas definitorios de la vida en común.
En un Estado ideal, la participación social en los medios públicos -en el caso del estudio de James Curran sobre la televisión pública-debe estar en el centro de la discusión, rodeados del sector privado, la sociedad civil, el sector económico del mercado y un sector profesional (2005: 139). Ante ese panorama, la televisión, la radio, la Internet y los medios públicos en general pueden representar una alternativa para la participación -aunque siempre será selectiva-; sin embargo, tal como lo enuncia Gustavo Cardoso (2008), las personas hacen uso de todos los medios al mismo tiempo, prenden la televisión mientras escriben o buscan información en su computadora, escuchan la radio por la vía tradicional o por la Internet, revisan periódicos, etcétera. Hay un medio que predomina en su uso, pero, generalmente, se articulan entre ellos o se unen de manera transversal.
De ahí que la Internet represente, a diferencia de los medios tradicionales, una opción que lleve a cabo la idea que han tenido algunos medios públicos: hacer que las audiencias o usuarios puedan incidir en la programación. En el caso de la Internet no solo se puede ser partícipe de los contenidos sino prácticamente hacerlos, construirlos uno a uno a través de algunos sitios. Convertirse en lo que Manuel Castells define como mass self-communication (2007), que se puede traducir como medios masivos propios o apropiados o hechos por uno mismo.
Es en este sentido que afirma: "Bajo estas condiciones, las políticas insurgentes y los movimientos sociales están habilitados para intervenir más decisivamente en los nuevos espacios de comunicación" (Castells, 2007: 238), y de esta forma influir o participar en la creación de una agenda comunicativa y sobre todo política. De ahí el uso de los mass self-communication en las relaciones entre poder y contra-poder como políticas formales o insurgentes y en las nuevas manifestaciones de los movimientos sociales (Castells, 2007: 239).
Resulta lógico pensar que si existe la herramienta, se modificarán las prácticas o se podrían generar nuevas, sin embargo, y en coincidencia con Gabriela Sued (2004), la tecnología es socialmente construida, de nada sirve la conexión inalámbrica y veloz a la Internet si no hay antes disposición a dialogar asuntos comunes o políticos y luego concretar los acuerdos.
Indudablemente, los avances tecnológicos han abierto la posibilidad de una participación mayor que la de los medios tradicionales, ya que se encuentran un poco más lejos de la censura y de la institucionalización de los mensajes. Porque, de acuerdo con Castells (2007: 241), lo que no existe en los medios no existe en el ideario público; por lo tanto, un mensaje político es necesariamente un mensaje mediático. En nuestras sociedades, los políticos dependen de los medios. El lenguaje de los medios es norma para el proceder de estos, que están interesados en dar una cara amable a la gente; sin embargo, también están más expuestos al escrutinio público y a que a través de las NTIC puedan ser criticados y satirizados. Los medios son los espacios donde se forja el poder, mas no la fuente para poseer el poder (Castells, 2007: 244).
Blogs, chats, sitios de interacción social, etcétera: donde todas las cadenas de medios tradicionales y los políticos de todos los partidos tienen o buscan tener acceso para mantenerse vigentes. Lo cual nos habla no solo de la importancia y trascendencia del medio, sino de las posibilidades que la tecnología podría brindarnos ahora y cómo muta el proceso de la comunicación política.
Esta apropiación de los medios permite una mayor participación; sin embargo, ninguna intervención política en la esfera pública requiere necesariamente tener presencia en el espacio mediático, pues este es creado alrededor de los procesos de los mass self-communication (Castells, 2007: 246); es decir, de hacerlos propios, como comunicación masiva hecha por las propias audiencias, pero aún es necesario fortalecer la participación colectiva en las NTIC. Es en ese sentido que Trejo Delarbre (2006) entiende el acceso a la red con la metáfora de Borges del Aleph, el paraíso de la información debe tomarse en su justa dimensión. Son muchos los alcances y posibilidades; sin embargo, el elemento clave sigue siendo el interés y sus contextos socioculturales, políticos y económicos.
Señala Aníbal Ford (1994: 43): "McLuhan elaboró su metáfora cuando previó los impactos de un desarrollo tecnológico comunicacional todavía 'incipiente'. Vio lo que se venía pero falló en el diagnóstico. Como muchos otros utópicos de la comunicación". Pronosticó una aldea comunicada por todas partes, una homogeneidad lograda a partir de la tecnología. Pero hoy queda demostrado que las características de la red global fomentan lo heterogéneo, dan cabida a lo distinto, es incluyente, pero al mismo tiempo separa a los usuarios, con todo y que el inglés se posicione como el idioma universal, existen detalles, formas, que impiden el pensamiento fácil de una aldea global interconectada. Es más que eso.
Aquí, el fetichismo por el hardware es una suerte de enfermedad profesional. Se trata de una filosofía histórica porque la computadora, que según Turing está ocupando el poder, ocupa el lugar del espíritu universal; las teorías conspirativas que se enganchan en este punto lo llaman entonces por su nombre. Los fanáticos del hardware son simplemente reduccionistas: añoran las elementalidades y las causalidades (Bolz, 2006: 40).
No todo está resuelto con poseer una computadora con acceso a la Internet. "Si la computadora es un medio, no puede formar comunicación. Más bien podría decirse lo contrario, que la comunicación imprime formas en el medio 'computadora'" (Bolz, 2006: 41).
Es en este punto donde se requiere hacer énfasis en que la comunicación política en la Internet requiere, primero, entender que no implica solamente la difusión de la información política o la imagen de algunos políticos. Consiste en aprovechar las herramientas, tal como afirma Dominique Wolton (2004: 62):
Solo el surgimiento progresivo de una comunicación política contradictoria [en el sentido de no limitarse solo al marketing político] permitirá esclarecer un poco más esta cuestión de la identidad cultural colectiva que en cierto modo condensa todas las aspiraciones de nuestras sociedades: libertad e igualdad, individualismo y adhesión a una pertenencia colectiva, apertura y necesidad de raíces. Modernidad y miedo a no formar parte de la tradición, mundialización y deseo de identidad nacional.
Así, "La constitución de los objetos como formas simbólicas presupone que sean producidos, construidos o empleados por un sujeto para dirigirlos a un sujeto o sujetos, o que sean percibidos como si hubieran sido producidos así por el sujeto o sujetos que los reciben" (Thompson, 1993: 206). De esta manera es evidente que lo hecho y difundido en la Internet, es una comunicación hecha por los ciudadanos para los ciudadanos. Que lleve a cabo lo que Vico señala como verum factum (Mondolfo, 1980), se comprende mejor lo que está hecho por nosotros mismos y es verdadero en tanto que nosotros somos los propios creadores de eso. Porque en nuestro tiempo, las posibilidades tecnológicas nos dan la oportunidad de pensar en este tipo de alternativa, ser parte de la revolución tecnológica, aprovechar los recursos para el bienestar común.
Tal como señala Anthony Giddens (1997: 38) sin tomar en cuenta que los medios electrónicos quedaron un tanto relegados, en lo que a su alcance se refiere, ante las NTIC, que permiten pensar que la emancipación es posible a través del uso social:
... con el desarrollo de los medios de comunicación, particularmente la comunicación electrónica, la interpretación del autodesarrollo y de los sistemas sociales, incluyendo sistemas globales, se hace más pronunciada. El "mundo" en el que vivimos hoy es, por eso, muy distinto del que habitaron los seres humanos en anteriores periodos de la historia. Es un mundo único, que posee un marco unitario de experiencia (por ejemplo, respecto a los ejes de tiempo y espacio) y, al mismo tiempo, es otro encargado de crear nuevas formas de fragmentación y dispersión. Un universo de actividad social en el que los medios electrónicos tienen un rol central y constitutivo, sin embargo, no se trata de un mundo de la "hiperrealidad" en el sentido que da Baudrillard a este término. Una tal idea confunde el omnipresente impacto de la experiencia mediada con la referencialidad interna de los sistemas sociales de la modernidad el hecho de que estos sistemas devienen, a todos los efectos, autónomos y determinados por sus propias influencias constitutivas.
Quienes se decidan a participar a través de las NTIC, ya sea de manera selectiva o constante, estarán aprovechando el medio y las características de este; sin embargo, la única forma de que la tecnología brinde sus servicios será, solo, si existe en primera instancia la voluntad y/o el interés de participar en los asuntos públicos y dialogar en la búsqueda del beneficio en común; además, de sortear los impedimentos que implica el acceso a las tecnologías.
De llevarse a cabo, la participación política -y por lo tanto la cultura política- dará ese salto cualitativo que implica la convicción e interés por los asuntos de interés general, esto, en el contexto de la sociedad en red, o también llamada Sociedad de la Información; donde las NTIC desempeñan un papel fundamental, como se explicará en los siguientes párrafos para la concreción de novedosas formas de relaciones sociales y por tanto comunicativas.
Comunicación política en la sociedad en red
La idea de consolidar la comunicación política en la Internet, surge gracias a los notorios avances tecnológicos que brindan los mecanismos necesarios para pensar en medios de información inmediatos y eficaces; incluso, algunos de estos podrían considerarse medios de comunicación. Lo anterior en un contexto actual, donde algunos teóricos apostarían por considerarlo posmodernidad o modernidad tardía; sin embargo, el concepto que realmente hace eco es de la Sociedad de la Información (Castells, 1997) en general y en este caso particular el de la sociedad en red (Cardoso, 2008). La diferencia radica en que "En la sociedad en red la organización de los sistemas de los medios y su evolución depende en gran medida del modo en el que nos apropiamos socialmente de ellos" (Cardoso, 2008: 32). Cabe señalar que no todas las sociedades tecnológicamente desarrolladas transitan o se ubican de esta manera, sino tal y como estamos relacionados socialmente a través del uso que le damos a las NTIC y los medios tradicionales.
Así, la sociedad que hoy se encuentra interconectada o en red, es una sociedad sumamente heterogénea, donde casi cualquiera -ya que es necesaria la conexión a la Internet y tener una computadora- puede participar. Las relaciones que de esto surgen representan formas de convivencia social, iguales a las de siempre, pero con el plus de las NTIC. "Mediante la tendencia secular a la individualización, se dice luego, se torna poroso el conglomerado social, la sociedad pierde conciencia colectiva y, por ende, su capacidad de negociación política. La búsqueda de respuestas políticas a las grandes cuestiones del futuro se ha quedado ya sin sujeto y sin lugar" (Beck, 1998: 25). Sin lugar fijo y sin un sujeto determinado, la sociedad en red permite, a quien así lo desee, convivir con otros, aunque esto siempre sucedió, la diferencia es que hoy, la tecnología potencia esas posibilidades.
Teóricos como Ulrich Beck (1994) han estudiado y trabajado ampliamente en torno a la globalización, cuya referencia espacio-temporal es obligada para la sociedad en red. Ya que tal como lo explica Cardoso, es la sociedad que hoy en día normalmente conocemos, pero articulada con el uso que la gente hace de las NTIC. El concepto parte, como se explicó líneas arriba, de la noción de Sociedad de la Información, donde la tecnología permite la difusión e intercambio informativo que repercute en lo económico, lo político y por supuesto en lo cultural.
Abunda Gustavo Cardoso (2008: 51): "Hablar de Sociedad de Información, aún reconociendo la existencia de un discurso oficial estandarizado, no siempre es hablar sobre una misma realidad. Hay quien le da más valor a la dimensión económica de la información, otros a la dimensión política y otros a la valoración personal, cultural y educativa como elementos clave de la caracterización de nuestra sociedad". Lo cierto es que en la sociedad en red, la información y el libre tránsito de esta tienen eco en todas las esferas de la vida en común, por lo que resulta innegable la trascendencia que tienen las NTIC en la actualidad.
Se podría asegurar, entonces, que el concepto de la Sociedad de la Información podría ayudar a entender y mejorar aquellas exigencias contemporáneas, pero, ¿por qué emplear el concepto de sociedad en red entonces? Porque el "concepto de la sociedad de la información no será el más adecuado para captar la complejidad de los cambios en curso en la sociedad contemporánea ni para comprender cómo los diferentes medios se configuran como facilitadores de 'empowerment individual' [empoderamiento individual] y, consecuentemente, de autonomía comunicativa y sociopolítica" (Cardoso, 2008: 52). Ya que la información que fluye a través de las NTIC no es la solución por sí misma, es el uso que se hace de ella.
Lo que nos ayuda a entender las repercusiones que tiene el uso transversal de los medios -de todos o los que se tengan al alcance al mismo tiempo, a manera de redes-, es que de conformarse un espacio de discusión, la tecnología puede potenciar aquellas relaciones sociales que buscan el cambio y la libertad.
... la aparición de las tecnologías de la información y comunicación en red [...], por un lado, y por otro la digitalización de los contenidos, aliada a las tendencias (aunque pocas veces concretizadas) de convergencia tecnológica entre ordenadores, telecomunicaciones y televisión, ha aportado una nueva aproximación entre los intereses de las ciencias de comunicación y de la información (Cardoso, 2008: 52).
De regreso al acercamiento teórico de la sociedad en red, esta nos permite ver un poco más allá que en la Sociedad de la información, donde esta última es ciertamente más fluida, abundante e inmediata.
Desde el punto de vista de la construcción cultural, sociedad de información, como síntesis de la discusión que hemos tratado hasta este punto, podemos admitir que, al hablar de Sociedad de Información, nos estamos refiriendo a una sociedad en la que el intercambio de información y la actividad social central es predominante [...] ideológicamente, podemos definir la sociedad de información como un proceso de cambio social basado en la información, la cual, es a su vez, en sí misma, la expresión del conocimiento humano (Cardoso, 2008: 53).
Es así que la Sociedad de la Información nos sirve como marco de referencia para acercarnos, pues, al concepto de sociedad en red.
Castells no es el único que propone un análisis de carácter intersectorial. Pues, tal como Anthony Giddens afirma (1998), nos encontramos ante el cambio de algunos de los ejes que caracterizan a la modernidad, principalmente a nivel económico, en aquello que Castells denomina el cambio de un modo de desarrollo industrial hacia un modo de desarrollo informacional (Cardoso, 2008: 55).
Un avance en cuanto a difusión y transmisión de información se refiere. Pero algo debe hacerse con esas posibilidades informativas. De acuerdo con Cardoso (2008: 56):
La Sociedad de la Información [..] existe como construcción cultural, que no es lo mismo que afirmar que existe. ¿Por qué? Porque, como Anthony Giddens (1998) sugiere y Manuel Castells sintetiza, la comunicación del conocimiento ha sido crítica en todas las sociedades, incluyendo la Europa medieval que era culturalmente estructurada y, hasta cierto punto, estaba unificada por la educación escolástica [...] una infraestructura intelectual (Castells, 2002)".
Porque las sociedades siempre han estado informadas y por lo tanto comunicadas, pero hoy se potencian al máximo esas posibilidades.
Continúa Cardoso (2008: 59): "La sociedad informacional que Manuel Castells nos propone como fruto de los cambios tecnológicos y económicos, y de los movimientos sociales de las tres últimas décadas tiene, como una de sus características principales, la lógica de la red de su estructura básica". Así, podemos entender que la sociedad en red es la clave para distinguir entre los usos que se hacen de la información, ya que el simple flujo informativo no transforma la realidad, es solo a partir del uso que se haga de esta que se puede concretar un proceso de comunicación en la sociedad interconectada.
Podemos afirmar que nuestras sociedades son informacionales todo el tiempo y así lo han sido, debido a que la producción de la información, su procesamiento y transmisión son factores para construir el poder político. Esta posesión de la información fue la que ayudó a construir las bases de las sociedades contemporáneas, con todo y los usos jerarquizados de lo que se dice y lo que no. Sin embargo, hoy el proceso de la información es más flexible y se adapta a las necesidades contemporáneas con la ayuda de los medios. "En términos tecnológicos, aunque la génesis de la sociedad en red radique en las posibilidades ofrecidas por el desarrollo de las comunicaciones, software y hardware de los años 70, encuentra su momento de difusión de la Internet en las familias y en la generalidad del tejido empresarial durante la segunda mitad de la década de los 90" (Cardoso, 2008: 59).
Si bien hoy los avances tecnológicos podrían generar mayor interés y participación, en la sociedad en red sigue siendo primordial la acción social de los usuarios antes que los ánimos triunfalistas sobre la técnica; ya que se puede tener acceso a la Internet, pero se necesita la disposición e interés para conformar un diálogo político alrededor de lo que nos sucede en lo cotidiano.
Tal como José Ignacio Porras (2005) explica y tiene algunos puntos de encuentro con este escrito, aparecen nuevas oportunidades para deliberar en el espacio público, todas, gracias a los avances tecnológicos; pero el detalle fundamental es la forma en cómo cada individuo hace uso de la técnica y entonces se la apropia socialmente para lo que se podría considerar como su beneficio. Es decir, emplearla para constituirse en un sujeto de acción social (Touraine, 2002).
La existencia de este nuevo modo de desarrollo informacional y la preponderancia del espacio de flujos sobre el espacio de lugares tiene como resultado una globalización creciente, lo que no es negativo, ya que representa la idea de que todos pueden comunicarse con todos, comprar y vender globalmente y así formar una comunidad global. La realidad de la globalización representa para una gran parte de la humanidad una retirada de poder político y el consiguiente empobrecimiento económico (Castells, 1997).
Si bien la sociedad siempre ha estado informada y por lo tanto siempre puede comunicarse con sus integrantes, está claro que en nuestros tiempos, en los que se vive la sociedad en red, todos -o quienes así lo deseen- pueden aportar temas a la discusión, ser partícipes del proceso.
Como sugiere Nordenstreng (2001), tomar como punto de partida el concepto de sociedad informacional, tanto en términos históricos como económicos, en la definición de lo que quiere decir información en nuestras sociedades (o de como ellas la apropian) constituyó una contribución particularmente útil, toda vez que permite una contextualización, para la comprensión del sistema de los medios y de la forma en la que domesticamos las tecnologías y su uso, en los espacios de mediación simbólica (Silverstone 1999, Ortoleva 2004, Colón 2003). De ahí que el primer estadio de la comprensión sobre cómo se dirige la autonomía y cómo se ejerce la ciudadanía, en la Era de la Información, a través de la selección y articulación de diferentes medios pasa necesariamente por el análisis de los modelos informacionales de sociedad (Cardoso, 2008: 71).
Así, en una sociedad como la nuestra, que vive de la información que recibe, transmite y retransmite, su acción frente a las NTIC representa el motor de la sociedad en red, donde efectivamente la información y las redes son las materias primas; empero, el segundo paso es el uso que se hace de estos medios. La comunicación política se puede convertir en acción en un medio como la Internet, porque nuestro contexto lo permite a través de la apropiación de la tecnología.
Hoy, se puede decir que "Cada individuo o cada pequeño grupo actúa en estos casos de forma autónoma, pero con la conciencia de que su manera de mostrarse dice algo a los demás, que generará una respuesta en ellos y contribuirá a crear un ambiente o una atmósfera compartida que teñirá las acciones de todos" (Taylor, 2006: 196). Es este sentimiento de interacción lo que permea a las redes sociales en la Internet.
De esta forma se puede ser copartícipes del proceso, construir el con-saber que la comunicación permite, llevar a cabo ese diálogo que antes estaba solo destinado a la conversación cara a cara. "Dar el paso a un mundo horizontal y de acceso directo, enraizado en un tiempo secular, debía traer consigo una nueva concepción de nuestra situación en el tiempo y en el espacio. Y con ello también una nueva concepción de la historia y de las formas de narrarla" (Taylor: 2006, 203). Esta nueva forma de comunicarse se puede llevar a cabo gracias a las características del medio; sin embargo, de no existir, esta nueva forma de entender lo social, lo cultural y lo histórico encontraría una ventana para hacerse presente, porque lo que cambió, en parte, fue la sociedad a la par de la tecnología.
Porque en la red no todo es diálogo político o discusiones por el bienestar común, pues predominan el ocio y el entretenimiento. Sin embargo, es una opción viable "... mientras existan otros que usen internet para explorar en el panorama de los issues o temas políticos ideas más extensas y profundas al respecto" (Blumler y Gurevitch, 2005: 110). Puede considerarse como una opción y/o alternativa frente a la información que difunden los medios tradicionales. En tanto que hay personas que lo hacen.
Como se ha dicho, estas nuevas condiciones tal vez enciendan la tensión entre una enorme libertad para elegir y una mayor incapacidad para evitar los materiales políticos (Blumler y Gurevitch, 2005: 110). Sin embargo, todo recae en la responsabilidad y capacidad de síntesis y de información de los usuarios de la red. Porque puede generar "conocimiento" e incluso ayudar a construir una noción de "ciudadanía" (Trejo Delarbre, 2006); empero, la utilización tecnológica no lo es todo, como se ha dicho, es necesario para ello, la conciencia de causa a la hora de participar, siempre y cuando se libre la primera barrera, esa que implica el acceso a la tecnología.
Muchos esfuerzos se han hecho para enganchar a los votantes en nuevas historias creadas con la participación de comentarios de ciudadanos ordinarios. Las voces y opiniones de hombres y mujeres en la calle se convierten en verdaderas exposiciones en formatos populares y aproximaciones que aparecen en los talk shows, mensajes de teléfonos celulares, llamadas, faxes, correos electrónicos en respuesta a las entrevistas de los políticos (Blumler y Gurevitch, 2005: 111). Esto exige una mayor participación, pero también un mayor cuidado de los políticos frente a lo que normalmente eran audiencias aparentemente pasivas. "... lo cual incrementa lo asertivo de la participación en los medios de la sociedad civil organizada" (2005: 114). Porque ahora es tiempo de dar respuestas.
Las personas -o usuarios de la red- pueden ser también productoras de contenidos, de mensajes políticos, de la misma manera como son espectadores o consumidores de estos; las posibilidades que les brinda la herramienta es quizá más interactiva que la que tenía con los medios tradicionales (Gómez, 2009).
Retoman Jay Blumler y Michael Gurevitch (2005: 115) a Castells cuando este señala:
No es que los medios "controlen" la política como tal, algo de eso es lo que han venido haciendo y por lo que constituyen el espacio en el cual la política ahora sucede principalmente para la mayoría de la gente en sociedades supuestamente "avanzadas" [... pero] Si estamos de acuerdo con él o no, en cuanto al engaño en el discurso político se refiere, debemos ahora hacer tal análisis con los medios.
Es decir, una lectura crítica igualmente para los mensajes políticos como para los medios.
Lo anterior habla de una sociedad más crítica frente a los retos que aparecen en el espacio público; se puede presentar mayor resistencia que en otros tiempos donde la censura y los candados a la información impedían un libre flujo de los temas que interesaban o podrían interesar por su trascendencia a la sociedad civil.
... y con los medios cambia al crear más canales para que aparezcan y sean ventilados los secretos, en tal sistema puede haber más ocasiones para que más voces sean oídas, más problemas que atraerán la atención de la gente, y en más ocasiones formen parte de lo que la gente quiere encontrar y lo que desean oír, lo que consideran o saben alrededor de algunos temas. Pero puede también ser más difícil juntar todo esto "en el centro" del debate. El contraste podía estar entre una esfera pública de cacofonía [incomprensible] y una coherente (Blumler y Gurevitch, 2005: 117-118).
Toda la información -o casi toda- se vuelve más conocida en la sociedad en red -aunque también se dispersa y se pierde-, lo que permite tener la expectativa de que esto fomente la participación de la gente; sin embargo, además de encontrarse con los impedimentos técnicos y/o de acceso a las posibilidades que brindan los medios, existe el problema del desinterés y la falta de confianza en las acciones políticas, lo cual podría ser un impedimento para que la comunicación política, como acción, se llevara a cabo.
El diálogo político que surge en un contexto como el de la sociedad en red a través de un medio como la Internet, nos brinda la posibilidad de considerar que representa una opción viable para el desarrollo de una sociedad más crítica, en tanto que esté más informada e interesada en los sucesos que inciden en su entorno, familiar, laboral e incluso emocional. La participación de la gente es la que nutre la comunicación política, y esta se volverá acción comunicativa hasta que quienes sean partícipes de ese proceso sean conscientes de que la discusión de los asuntos públicos pueden transformarlos en sujetos de acción, y así incidir en los temas políticos gracias a su entendimiento de la realidad y su previa discusión para articular, gracias al medio, un espacio donde se puede construir una novedosa forma de participación ciudadana.
La Internet como una alternativa para la comunicación política
Lejos de las ideas triunfalistas, la Internet es una opción para llevar a cabo el diálogo político, donde la acción comunicativa de Jürgen Habermas cobra no sólo relevancia sino, en algunos casos, materialidad, donde el consenso es parte de la forma y del fondo. Mostrar que la capacidad de diálogo; y por lo tanto, de acción comunicativa, puede suceder en algunos sitios electrónicos, donde la interacción es un elemento vital, que se desarrolla de manera distinta a los medios habituales. Es en este entorno donde la red lleva a cabo -cuando las circunstancias así lo permiten- un intercambio particular entre quienes tienen las condiciones necesarias, pero, sobre todo, cuando se tiene el ánimo de participar.
Un mundo de la vida que Habermas no contempló en la Internet, pero que sin lugar a dudas, nuestro momento histórico nos permite y obliga a pensarlo como una opción no sólo válida, sino relevante para el desarrollo de lo político, lo económico y lo social, así como una herramienta que está presente en nuestra cotidianidad y la hace posible.
De inicio resulta fundamental reconocer que la Internet es una herramienta o un medio resultado de la modernidad y el desarrollo tecnológico; la red de redes surge en el contexto de la globalización, en medio de ideas triunfalistas sobre los alcances de la tecnología como la aldea global de Marshall McLuhan que se pronunciaba por una sociedad in-terconectada gracias a los medios. Pero la realidad comprueba que las computadoras o la conexión a la Internet por sí mismas no solucionan los problemas de convivencia y tampoco generan un mundo globali-zado y homogéneo o necesariamente una mejor comunicación o una sociedad más comunicada.
Sin embargo, en la misma medida, se debe decir que la Internet es, sin lugar a dudas, el medio que recientemente plantea un cambio en la manera en como las personas se relacionan entre sí. Sonia Livingstone (2005) confirma que la Internet es un medio global de comunicación. Permite estar en contacto con otras personas en lugares distantes, incluso, puede ser una herramienta que suple -por momentos- el diálogo cara a cara si la situación geográfica así lo sugiere.
También, es considerado un medio global por sus alcances, como se menciona en este trabajo, la sociedad en red es hoy lo que permite que muchos tengan al alcance información de diferentes latitudes, que puedan establecer relaciones a distancia y tener cercanía -de manera virtual- con sucesos y personas distantes. Otro elemento es la inmediatez, aunque también lo efímero de la información en la red. Los sitios pueden ser permanentes, pero solo son un referente inmediato, luego de un tiempo todo cae en la misma caja del olvido.
Por supuesto que tampoco es una competencia para los medios tradicionales, al contrario, estos han buscado la forma de acercarse a la plataforma cibernética y generar contenidos en la Internet; sin embargo, debe apuntarse que la plataforma tiene sus propias reglas. Así como la televisión no puede entenderse a través del lenguaje cinematográfico y mucho menos emular sus contenidos, puede en alguna manera reproducir filmes, pero con su propia estética y su propia forma. De ahí que la Internet no pueda explicarse con formas antiguas; así como los medios tradicionales, la red de redes tiene sus propias características, virtudes y limitaciones. Aunque al mismo tiempo se traslapan sus usos, sobre todo en los consumos, y también sus contenidos. Esto, si miramos la historia de las tecnologías mediáticas, es una constante. Tal y como la relación del ser humano y la técnica (Sfez, 1995).
Los estudios acerca de la Internet comienzan de manera seria (Livingstone, 2005) en los sesenta, cuando es reconocido como aparnet, aunque solo como una herramienta que permitía intercambiar información, sobre todo en un contexto bélico. Y se puede confirmar que en 1975 se envió el primer correo electrónico. Si bien la historia de la Internet no es relevante para este artículo, es importante situar que como herramienta, aparece en la década de los setenta del siglo anterior y cobra relevancia hacia finales del mismo siglo XX para llegar a nuestros días bajo la lógica intempestiva de la panacea tecnológica.
Hoy la Internet es considerada en los estudios relevantes de las ciencias sociales precisamente por su asombroso éxito (Livingstone, 2005), lo que la ubica como uno de los temas favoritos a desarrollar; sin embargo, es menor el esfuerzo que se ha hecho por problematizar al respecto. Aun así, los autores que aquí se citan coinciden en mostrar que la herramienta depende del uso social y de las condiciones económicas que permitan el acceso a la red. A diferencia de aquellos que plantean la panacea tecnológica solo por los avances del medio.
Por lo anterior, la Internet tiene una relevancia específica en el ámbito académico, explica Sonia Livingstone el por qué: primero, es un medio "novedoso" y fundamentalmente modificó la forma como la sociedad se acercaba a la tecnología, permitiéndole el uso transversal de diferentes medios en uno; segundo, es la forma arquetípica de organización de las sociedades contemporáneas empleando la tecnología (referencia); tercero, su ubicuidad -sus características, como lo hemos dicho en este trabajo- le permite ser un medio para informar pero también para el entretenimiento sin límites, y cuarto, la interactivi-dad o interacción que le permite al usuario con el medio y con otros usuarios, marca, en comparación con los medios tradicionales, una diferencia sustancial.
Una característica más que se puede sumar a la relevancia de la Internet, es que para algunos autores, como Guiomar Rovira, Henry Jenkins, Víctor Sampedro Blanco, Ingrid Volkmer, Lance Bennett y el propio Manuel Castells por mencionar algunos, la tecnología hoy se puede pensar también como una herramienta para el activismo político y los esfuerzos antiglobalización, altermundistas, etcétera. Empero, desde su origen, no fue contemplado para ello ni de cerca.
Otro factor trascendente para los estudios acerca de la Internet es el acceso. Livingstone cita a Graham Murdock y a Oscar Gandy cuando señala que el acceso a la Internet se convirtió en un elemento básico de la ciudadanía en esta época, en lo que se ha señalado en esta investigación como sociedad en red y/o la era digital. Sin embargo, en muchos países -como el caso de México y otros de América Latina-, el acceso aún es reducido: en 2008 se decía que México contaba con 27.6 millones de usuarios de la Internet.1 De manera que participar en la Internet se vuelve una oportunidad para unos cuantos.
Por ello, resulta arriesgado hablar de la participación como sinónimo de ejercicio ciudadano a través de este medio. Pero sí se volvió una necesidad, una obligación para los gobiernos que se dicen democráticos -o intentan serlo-, de tomar en cuenta las expresiones que surgen y que estos mismos desean difundir en la Internet. Para autores como Giovanni Sar-tori (1989), la democracia, como forma de gobierno, imperante al menos en Occidente, busca que sus ciudadanos participen de manera constante a partir de la difusión de la información relevante. Esto, claro, en el deber ser de una democracia. Para la ciencia política, la participación política del ciudadano cobra relevancia en un contexto democrático y toma fuerza así un concepto como el de sociedad civil y la idea de sociedades cosmopolitas. De tal manera que la Internet es la puerta de entrada para esa posible interacción entre gobernados y gobierno.
Reemplazando a la sociedad civil tradicional, al menos teóricamente (Livingstone, 2005), por una menos conformista en lo social, se puede interactuar en mayor medida en los sucesos que interesan en lo colectivo. El interés y el entendimiento son las dos condicionantes que harán que la herramienta realmente sea considerada como eficaz.
Livingstone (2005) argumenta, siguiendo a Habermas, que la Internet es democrática porque no tiene dueño, porque incita e invita a generar cambios cualitativos y potencia la democratización de la información. La democratización de la Internet incluye la posibilidad de tener acceso a más información, pero, sobre todo, a comentar e inte-ractuar con esa información. Llevando a cabo la máxima del con-saber y logrando de esta manera un entendimiento en que tiene su base la acción comunicativa.
Se puede hablar de interacción en el momento en que posibilita ciudadanos creadores de los propios contenidos que se difunden y receptores más críticos; además de intercalar el proceso vertical de la información con la comunicación horizontal (Livingstone, 2005).
La posibilidad de tener acceso a mayor información hace que la agenda política tenga muchas aristas y, sobre todo, permite una lectura más afortunada y ciudadanos mejor informados. Sin embargo, es importante aclarar que el exceso de información en muchos casos desinforma. Lo que muestra que la conexión a la Internet o el acceso múltiple y transversal a diferentes sitios no garantiza el ejercicio de la ciudadanía, el debate consistente y una cultura política acabada.
Como "lecciones aprendidas", dice Livingstone, los estudiosos de la Internet se pueden dividir en los optimistas y los pesimistas; los primeros, confiados en la panacea tecnológica solo por los avances propios de la tecnología y el desarrollo industrial, los segundos, más cautos en lo que a la transformación de las relaciones sociales a través del medio se refiere, pero, al parecer, apuntan hacia un rotundo fracaso.
Plantear una democracia virtual, e-democracy o democracia-online, depende directamente de la actuación de sus ciudadanos. Giovanni Sar-tori es muy claro al señalar en su Teoría de la democracia (1989) que los medios -para él en específico la televisión y la radio- pueden ayudar en el proceso de difusión de la información mediante la búsqueda del fortalecimiento de un gobierno democrático. Y a pesar de la claridad con la que la Internet se presenta en el espacio público, no es suficiente solo con su presencia o, en todo caso, con garantizar el acceso.
Con el debido cuidado de no analizar algo novedoso con formas viejas, y evitar el problema de quienes emplean y se explican los sitios web como si fueran extensiones de la televisión o la radio pero con características distintas, el planteamiento es abordar a la Internet como un nuevo elemento del espacio público. En este caso, el espacio público se ve modificado no en su estructura, sino en sus procedimientos; la línea que divide lo privado de lo público se desdibuja y, por ello, la red está más cerca del concepto de esfera pública.
Se pregunta Sonia Livingstone si esos cambios son para mejorar el ámbito público y por ende lo social. Se puede afirmar que sí, pero se debe ser cuidadoso porque pareciera que recargar todo el peso en la tecnología nos pondría en un papel de ingenuidad comprobada. Sin embargo, la teoría crítica, desde su génesis, plantea la transformación desde el interior del problema; un cambio estructural implica un todo. De modo que la tecnología solo se considera una respuesta si se atina a plantear su uso social. Apropiando la versión de Habermas de acción comunicativa y erigiendo al diálogo como punto de partida del entendimiento cuando así lo permita el espacio público, es decir, la información que se comparte.
A partir de la idea de que la comunicación política no es un momento estanco, un proceso que nunca sucede en el vacío y depende de un contexto (Dahlgren y Gurevitch, 2005), con un enfoque histórico-cultural y siempre asida a un tiempo y espacio específicos, es decir, que los cambios y manifestaciones culturales inciden directamente en esta, resulta sustancial la importancia de señalar a la Internet como un producto de la modernidad, tal como Herbert Marcuse (1987) señala al respecto de la tecnología, como un elemento también liberador si se emplea con esa finalidad.
Como campo de estudio, la comunicación política es la interacción entre los actores formales -ciudadanos-, con el sistema político a través de los medios (Dahlgren y Gurevitch, 2005). Nuestro acercamiento teórico se construye a partir de esta idea, pero enfatiza la interacción que tiene la sociedad civil entre sí, a través de la Internet en mayor medida por las características del medio y la repercusión que esto tiene para la clase política. La idea de diálogo político se conserva; de hecho, es potenciada por la red, de ahí que el campo de estudio se enfoque no en la novedad tecnológica, sino en la categoría conceptual que permita actualizar el diálogo y la acción. "Internet, por ejemplo, es una herramienta, pero en sí misma, no hará automáticamente que la historia transite a un determinado sendero" (Dahlgren y Gurevitch, 2005: 391).
Es lo anterior la pauta que permite entender cómo la Internet modifica las nociones del espacio público, dibuja de manera muy tenue la línea imaginaria que divide la información privada de la pública y la generación de contenidos queda en manos de los propios usuarios. En materia política, un gobierno que se precie de ser medianamente democrático tendría por obligación que alimentar el espacio del escrutinio público con información de interés general. En esa lógica, los cambios o modificaciones que trajo la Internet en lo político y social refieren un entendimiento distinto del espacio público.
Desde siempre, el espacio público se conforma como ese ámbito donde se publicita cierta información de interés colectivo y que tiene una trascendencia para la sociedad (Habermas, 1981a, 1981b; Arendt, 2005). De tal manera que en nuestros días una herramienta que perfectamente puede cubrir esa labor informativa, pero, sobre todo inmediata, es la red de redes, por todo lo que implica en la difusión y extensión del espacio público y por lo que se señaló como su influjo en el campo académico y social.
Es, entonces, el contenido en la Internet una creación de los usuarios para los usuarios, lo que beneficia y promueve el diálogo que Antonio Pasquali reconoce entre iguales, en la medida en que el conocimiento es generado por ellos mismos, llevando a cabo lo que Rodolfo Mondolfo (1980) recupera de Vico sobre lo que está hecho por uno mismo y lo verdadero que esto puede ser, por estar concebido y creado por uno mismo, tal como los contenidos en la Internet, que son entendidos por quien los hace porque concretan la máxima de Vico, el Verum ipso factum, es real en tanto que ellos mismos son los creadores del contenido. Filosóficamente, es verdad y es comprendido por quien lo hace.
El debate de la esfera pública llevado a la Internet
Tratar de decir qué se discute o dialoga en la red es casi imposible; resultaría una tarea titánica encontrar un tema favorito o recurrente, y además sería arriesgado señalar qué tiene mayor interés para quienes decidan por medio del acceso de qué cosas enterarse y qué vale la pena discutir. La red tiene presencia por sí misma en la socialización de mensajes de la más diversa índole (Trejo Delarbre, 2009), lo mismo se puede hablar de política, que de la farándula o de un conocido. De ahí la vitalidad de los contenidos y la posibilidad que tienen para potenciar el entendimiento y, por ende, acuerdos.
La relevancia del diálogo en la Internet no es otra que la de alimentar la esfera pública, concepto que para Jürgen Habermas (2006) toma relevancia porque implica el ámbito donde se busca concretar consensos para el mundo de la vida, alejado del estratégico convencimiento de un punto de vista sobre otro. Tomando en cuenta lo escrito en párrafos anteriores, el diálogo que surge a través de la Internet, y nutre la esfera pública, no es relevante porque suceda a través de esa tecnología sino por el hecho de tratarse de una manifestación de la acción comunicativa.
El concepto de esfera pública ha sido empleado en diversas maneras, generalmente como sinónimo de procesos que conforman la opinión pública o como los nuevos medios por sí mismos. Es decir, las NTIC; sin embargo, para Habermas, la esfera púbica tiene un significado sólo como el espacio de discusión -no necesariamente a través de los medios- en un modo de producción capitalista: "esfera pública burguesa", tal y como la llama Peter Dahlgren (Dahlgren y Sparks, 1991), retomando el concepto de Habermas.
Los estudios de Habermas enfatizan la descripción del declive de la esfera pública burguesa y su final desintegración, en los Estados industrializados y desarrollados tecnológicamente, los países capitalistas. Esto en su libro La transformación estructural de la esfera pública (1989), el cual está enfocado, sobre todo, a los países desarrollados y que la tradición anglosajona ha seguido.
Según James Curran (1991), se puede hacer un acercamiento teórico a la esfera pública desde la concepción de las democracias liberales europeas y desde la tradición marxista (comunista). Ambas coinciden en señalar que es un espacio que propicia el consenso; sin embargo, la diferencia radical estriba en que el objetivo de una es fortalecer procesos "democráticos" -que incluyen solo las garantías para una parte de la población y solo se pueden observar en países desarrollados tecnológicamente- y la otra, el bienestar social. Se puede afirmar entonces que no están tan separadas como categorías conceptuales; sin embargo, en su finalidad y su praxis es donde se distinguen. La esfera pública liberal se ve nutrida por la relación medios-gobierno-ciudadanos; en la marxista, desempeña un papel fundamental el ciudadano y su (interacción) generación de sentido a través del uso del medio.
De acuerdo entonces con la teoría liberal clásica, la esfera pública o "foro público" es el espacio entre el gobierno y la sociedad donde los ejercicios individuales, privados, formales e informales, que normalmente están controlados por el Estado, son expuestos a la opinión pública (Curran, 1991: 29). Esto para democracias liberales, donde por lo general en los tiempos electorales se comparte mucha información en torno a los candidatos.
La concepción marxista que retoma Curran es naturalmente una crítica a ese espacio entre la sociedad y el gobierno articulado por los medios, ya que se considera a estos como difusores de una ideología predominante; sin embargo, resulta importante destacar que para la concepción crítica de la esfera pública, es donde realmente se retoma a Jürgen Habermas para señalar que el papel relevante está depositado en el ciudadano, en quien haga uso de los medios para informarse y entonces generar un estado de la opinión pública a través del conocimiento común y lograr así consensos.
Se debe reconocer, entonces, que este trabajo se ubica en el acercamiento teórico reconocido por Habermas y señalado por James Curran como el radical democrático de tradición marxista, donde el ciudadano; es decir, las personas interesadas, hacen uso de la tecnología para dialogar y de ser posible, consensuar sobre aspectos de interés general.
Así, la esfera pública (según lo dicho por Habermas) es ese nuevo espacio social o campo que se establece entre la sociedad civil y el Estado (Dahlgren y Sparks, 1991). Esta esfera pública, que aparece luego del quiebre de las relaciones tradicionales que Habermas ubicó en las sociedades desarrolladas tecnológicamente, principalmente en Occidente, es una posibilidad para que los ciudadanos se involucren con las discusiones propias del ejercicio del poder en un Estado (Dahlgren y Sparks, 1991).
Toma relevancia con las diferentes discusiones por los derechos básicos de los ciudadanos en un gobierno democrático, como el acceso a la información, ergo, a la esfera pública y el voto libre que si bien no incluye a todos -solo los ciudadanos- y está limitado a algunos, es un ejercicio de participación cívica que hoy nutre a la mayoría de los gobiernos.
La opinión pública no es más un proceso racional discursivo y tampoco el resultado de los contenidos difundidos por los medios masivos (Dahlgren y Sparks, 1991). Se refiere más a los temas que imperan y permean las discusiones que se traduce en un estado de esa opinión pública -en constante cambio y nunca estancada- que tiende a desarrollarse, si la tecnología así se lo permite, pero sobre todo si existen las condiciones democráticas y las prácticas comunicativas orientadas hacia la construcción de una cultura política deliberativa y participativa sobre lo público y la polis
El ideal de esta esfera pública, según dice Habermas en el tomo II de la Teoría de la acción comunicativa (1981b), es la discusión de asuntos de interés general o issues concretos que sean socialmente considerables para ser discutidos. De modo que presenta en este contexto un debate entre lo que debe hacerse público; es decir informarse o no a la ciudadanía. "Una dicotomía entre lo público y lo privado" (Dahlgren y Sparks, 1991: 6). Es claro que entre mayor sea la libertad de información, se hablará de una esfera pública más nutrida.
Para la Escuela de Frankfurt y la teoría crítica, el concepto de esfera pública se concreta específica e intelectualmente en una disertación teórica de los procesos a través de los cuales se pueden construir categorías conceptuales que permitan el análisis de los fenómenos, y brindar una explicación. Dialogar para llegar al conocimiento.
Habermas se enfocó primero en explicar la esfera pública burguesa sin aceptar la definición como inamovible y así elucidar un acercamiento al concepto que considere modificaciones espacio-temporales. Por ejemplo, para Habermas, la esfera pública teóricamente es un espacio donde convergen las opiniones de los ciudadanos interesados y el poder político; quizá la Internet nunca fue considerada como potencial esfera pública, pero hoy no podríamos dejar de considerarla como tal, al menos en el plano teórico, pues es un reflejo de los usos sociales que le dan los ciudadanos.
La esfera pública más que un objeto material o algo tangible es una categoría conceptual, que nos ayuda a explicar la comunicación política que sucede en la Internet. No desde la esfera pública occidental que Ha-bermas critica, sino a partir de una que se nutre de diferentes factores. No solo campañas políticas, sino espacios ciudadanos que potencian el diálogo, que alimentan a la esfera pública.
Un elemento trascendental para la esfera pública es la generación de sentido, al igual que para la acción comunicativa, así como el interés y el consenso. El mutuo entendimiento se vuelve indispensable para el diálogo y en buena medida para conseguir llegar a acuerdos. La intención es crear una práctica, que permita no sólo participar sino fortalecer la esfera pública como categoría de análisis, como concepto.
Habermas enfrenta la definición de esfera pública como mediadora entre la política y otros ámbitos, como símil de una red para describirla (Trejo Delarbre, 2009). Seguro que Habermas no pensó en la Internet cuando formuló esta explicación; resulta obvio, no existía, pero constituye un excelente reflejo, con el cuidado que implica el acercamiento, es el medio idóneo para que el entendimiento supere a la estrategia. Epistemológicamente no hay un cambio, la modificación es en el terreno de la técnica.
Es la esfera pública el territorio de interrelaciones de calidad donde se puede articular la deliberación -intercambio, discusión, argumentación- capaz de generar un estado de la opinión pública y el espacio público como un ámbito más amplio y donde no necesariamente domina el debate racional.
La importancia que tiene para Habermas la "vitalidad del circuito informal de la comunicación pública", es por la voluntad política que refleja el ejercicio de la ciudadanía (Origlio, 2009), por participar activamente en el debate y construir consensos. Aunque para ello exige de igualdad de acceso a la información y, por ende, igualdad de condiciones. La comunicación política o pública solo puede entenderse en un contexto democrático y a pesar del idealismo de la ciencia política, no en una democracia perfecta o perfectible; sino en lo más cercano al concepto que es la democracia liberal en Occidente. De ahí que el acercamiento teórico de Habermas se realice en torno a esta realidad política.
En la esfera pública, el punto de vista o la opinión de los ciudadanos se debe difundir de abajo hacia arriba, de manera horizontal si lo que se desea es tener injerencia en los asuntos públicos. Como categoría conceptual parece ideal, y en nuestros días, la Internet, es un medio que por sus características puede dibujar en sí mismo esas características que forman la esfera pública, así como la vía de transmisión que alimenta y delinea dicha esfera.
La esfera pública es considerada en las democracias liberales como el espacio donde los gobernantes (o políticos) intercambian información con sus ciudadanos (gobernados), principalmente a través de los medios de información. Sin embargo, en la parte ideal los tres actores involucrados deberían tener el mismo peso específico, es decir, las mismas posibilidades y/o un intercambio similar de opiniones. Sin embargo, la definición provista por Wolton (Wolton y Ferry, 1995) contempla a la comunicación política como ese triángulo donde interactúan los gobernantes, los medios y las audiencias. Los contrastes saltan a la vista, la diferencia de acción de cada uno y su acceso a los medios es de manera clara y evidentemente desigual.
Para una real injerencia, se necesita de medios que permitan la misma posibilidad de acceso y potenciar así la interacción; por lo que en este plano la Internet es el que lleva la delantera. Para James Curran (1991), el concepto de esfera pública es muy similar, en un contexto democrático liberal europeo, un espacio donde los temas políticos son tratados según la relación que quienes gobiernan tienen con los medios. Porque en circunstancias ideales es el entretenimiento el que permea el espacio público y no la discusión de los temas de interés general. La televisión por sí misma no va a democratizar la información y mucho menos a la sociedad; será el uso que se haga de ella. De la misma manera que la Internet o el acceso a este no define ni construye los consensos de la vida en común.
El otro acercamiento a la esfera pública que retoma Curran es, como se dijo, el marxista; la diferencia es cualitativa, la esfera pública debe ser útil para la difusión de la ideología del proletariado. En términos estrictos, esta concepción de la esfera pública es la que permite una mayor integración de las personas interesadas en el debate público por una razón, no hay una posición dominante, se trata de un intercambio horizontal, una concepción más cercana a la comunicación, a su ideal: el mutuo acuerdo (Habermas, 1981a, 1981b; Pasquali, 1972). Ya que se antepone el interés social y la generalización de las demandas por las necesidades del interés particular. Por ello cobra relevancia lo que la economía política de la comunicación señala sobre la comunicación política, inseparable de la estructura económica, cultural, histórica y política por sus repercusiones e interacciones en lo social.
Dice Zizi Papacharissi (2002) sobre la red de redes:
... un nuevo espacio público no es sinónimo de una nueva esfera pública. Como espacio público, internet proporciona otro foro para la reflexión política. Como esfera pública, internet podría facilitar la discusión que promueva un intercambio democrático de ideas y opiniones. Un espacio virtual incrementa la discusión; una esfera virtual incrementa la democracia.
Y un diálogo que aproveche esas condiciones puede fortalecer el entendimiento. En esa misma lógica: "... entre los ciudadanos que ya no pueden conocerse unos a otros cara a cara, solamente el proceso de la opinión pública y la formación del albedrío puede funcionar para reproducir una quebradiza forma de identidad colectiva. Por esta razón, el estado crítico de una democracia puede medirse tomándole el pulso a la vida de su esfera pública política" (Habermas, 2004). Emplear socialmente la herramienta para el común beneficio.
La dificultad para discernir qué contenidos contribuyen al diálogo público, y cuáles son intrascendentes para la reflexión creativa, dice Trejo Delarbre (2007), se vuelve complicada, pero, si se complejiza lo suficiente, es posible acercarse a la posibilidad de que la mayoría de la información pueda servir, ya que representa el sentir de una parte de la sociedad, en tono de burla, sátira, comentarios sencillos, complejos, profundos, cualquiera representa material para el diálogo. En la red hay espacios que inducen al diálogo, promueven la interacción e incluso, de manera explícita, abordan, documentan y enriquecen la reflexión sobre temas de la mayor relevancia para nuestras sociedades (Trejo Delarbre, 2009). Sitios que propician el común acuerdo, maravillas de la tecnología a las cuales erróneamente se les ha endilgado el papel de liberadoras o transformadoras, sin notar que son los usuarios los responsables de esos acuerdos y ese entendimiento.
Para Blumler y Gurevitch la comunicación política es posible porque existe el interés entre quienes normalmente participan; son los interesados los que construyen la materia prima de la esfera pública que busca hacer del diálogo político su aliado para el entendimiento. Desde el principio, la Internet ha sido considerada solo como el vehículo. Porque utilizar la Internet no garantiza la democratización del gobierno ni de sus decisiones, pero constituye una nueva forma de relación entre unos y otros (Trejo Delarbre, 2009).
La apropiación de los contenidos en blogs, sitios como You Tube, Twitter, Facebook, etcétera, depende de cada persona, pero esta sucede desde el momento en que la tecnología permite que cada individuo sea el productor de sus propios mensajes y contenidos. Apropiarse el discurso y a pesar de lucir más cercanos a la alienación y al consumidor impasible del mundo sistémico, puede ser también un momento de reflexión y vitalidad. Se está remodelando al espacio público y, en menor pero ya constante medida, comienzan a redefinir también a la esfera pública. Ni uno, ni otra, podrían entenderse ni desenvolverse hoy en día sin la existencia de la Internet. Los medios a veces se encargan de facilitar la discusión pública sobre temas de interés público. Pero no son una constante, se requiere de un esfuerzo intelectual que no todos están dispuestos a realizar.
Los estudios y explicaciones de los medios de información han girado en torno a teorías sobre recepción de los públicos y/o usos y gratificaciones de estos, en los que evidentemente no entra esta investigación, y tampoco en esas categorías de análisis, la esfera pública de Habermas toma forma o se dibuja como concepto -lo más cercano posible- en la Internet y el consenso no es un asunto material, es una propuesta teórica que en algunos sitios toma significación.
Bárbara Origlio (2009) habla de la televisión como un medio que si bien toma en cuenta a sus públicos, no está hecho para que las minorías encuentren en la pantalla más que su identificación -en el mejor de los casos- y que son excluidas de los contenidos. Tal y como Theodor Adorno y Max Horkheimer reconocen en la Dialéctica de la Ilustración (1994). Pero el contraste con la red de redes resulta evidente, las minorías y las mayorías se desdibujan como conceptos, los sitios están hechos para un público global, pero igual funcionan con solo dos personas. Es cierto que el acceso borró todo impedimento y potenció la inclusión de la gente que hace uso de sus computadoras.
Pero en la Internet algunos contenidos siguen orientándose para las mayorías raciales, intelectuales, etcétera; es la idea de globalización que tenían algunos de homogenizar a partir de los mismos contenidos a los usuarios. Sin embargo, la realidad respondió de tal manera que hoy resulta impensable considerar a la Internet como un medio para las mayorías o las minorías o para homogenizar. Casi cualquiera puede tener acceso. Y, sobre todo, cualquiera puede definir sus consumos culturales (Martín-Barbero, 2010).
Para Rosalía Winocur (2001), la herramienta tiende a reproducir desigualdades que se dan en otros ámbitos, y es cierto, lo que parece propicio para el diálogo culmina como un espacio para los insultos y la sinrazón, para publicar puntos de vista contrarios en el mismo lugar. Por ello se debe cuidar el propósito inicial de la Internet, potenciar la actividad que las personas normalmente llevan a cabo.
Los medios en general son parte de un espacio público; la esfera pública puede ser compartida, sólo si el medio permite la interacción contundente o real, como la Internet que permite -librando los obstáculos técnicos y materiales- a las minorías, participar si es de su interés. De modo que la Internet es el primer medio (Castells, 2007) que debe tomar en cuenta a las audiencias porque estas tienen la posibilidad de generar sus propios contenidos.
¿Por qué resulta entonces relevante la comunicación política en la esfera pública? Porque tal como hemos señalado, teóricamente el acercamiento del diálogo político representa la base, la sustancia de una esfera que potencia la comunicación pública con el entendimiento como único fin.
Hacer todo el recorrido teórico implica reconocer, en un medio como la Internet, un espacio tecnológico que permita realizar un diálogo que el ser humano ha realizado desde siempre, dialogar para llegar a acuerdos de la vida en común.
La comunicación política como una alternativa para el diálogo político
Es entonces el diálogo lo que ayudará a la transformación social, no el simple uso de la Internet. Es claro que la herramienta potencia las posibilidades, pero la necesidad de convivencia existió desde antes de que la tecnología permitiera pensar en el contacto con otros sujetos, sin importar las condiciones geográficas. Volkmer (2003), por ejemplo, contempla a la red de redes como el elemento que ayudará a pensar en verdaderos cambios en el ámbito global, lo equipara incluso con el espíritu del mundo. Y Trejo Delarbre nos había ayudado a situarlo como el nuevo Aleph siguiendo la metáfora de Jorge Luis Borges. Un espacio donde se puede ver todo al mismo tiempo, un universo de posibilidades.
Un espacio dialéctico (Volkmer, 2003), como la esfera pública, que ayuda a quienes participan en el diálogo, tiene una nueva posibilidad en la Internet, una alternativa para llevar a cabo la concreción de acuerdos a través del entendimiento.
Algo fundamental para ir de la aldea global a la diversidad global, al mundo de diferencias pero interconectado entre sí, mucho más complejo que la idea que tenía McLuhan (Volkmer, 2003), es pensar seriamente en el individuo que transite para convertirse en sujeto de acción. No hay hábitos ni culturas homogenizadas, ni es posible hacerlo a través de la red. Un medio novedoso que permite ampliar el punto de vista que el propio mundo tiene de sí mismo. El paradigma de la globalización ha cambiado, dice Volkmer (2003); en el centro del debate del viraje sociológico, ante la idea de globalización, aparece la comunicación política y las nociones de la esfera pública global, que dan la posibilidad de considerar esta investigación como un aporte científico a las ciencias sociales. La red provee entretenimiento y es usada por las élites económicas de igual manera que los medios tradicionales, con fines comerciales, mercantiles. Sin embargo, hay una transición fundamental cuando involucra a la sociedad civil.
Con base en lo que señal Castells (2001) respecto de la complejidad de la red de redes, Volkmer sostiene que la idea macluhiana de la aldea global es demasiado simplista porque la Internet provee en muchos sentidos una forma de abarcar al mundo que no se había visto, y no en el sentido de monotonía señalado por McLuhan, al contrario: la Internet es heterogeneidad.
Por ello, resulta necesario tener una nueva forma de acercarse a la complejidad del fenómeno; cuando Alain Touraine pensó a un sujeto de acción social tampoco lo imaginó en la Internet, así como se argumentó que Habermas no consolidó su idea de esfera pública en la red. Sin embargo, hoy la realidad plantea como imposible no argumentar con los anteriores conceptos que los sitios web son una ventana para los sujetos de acción.
La Internet es una metáfora de la nueva infraestructura global descentralizada, el avanzado proceso de globalización creó, siguiendo nuevamente a Castells, una nueva infraestructura social, cultural, política e incluso económica que no ha sido reconocida lo suficientemente en el ámbito académico de manera seria (Volkmer, 2003). Sobre todo, porque se ha caído en el error de estudiar y explicar a la tecnología por la tecnología.
Lejos de la censura de los medios tradicionales, no son los contenidos los que están expuestos a esta -el caso de China es particular, se censura pero igualmente se esquivan los candados-, sino que es el acceso el que determina quién puede participar en el diálogo. Las condiciones económicas representan el primer obstáculo a vencer; sin embargo, día tras día se puede considerar que hay un avance en esas cuestiones, cada vez hay más lugares que brindan la conexión de manera gratuita o a bajo costo.
La responsabilidad, entonces, no solo es de los periodistas o de los dueños de los medios que difunden información, ahora también es de los usuarios (Castells, 2007; Rovira, 2009; Sampedro Blanco, 2004); son estos los generadores de contenidos y por lo tanto corresponsables de lo que se difunde en la red. Sin embargo, los periodistas siguen siendo mediadores necesarios para entender y cuestionar lo público.
La relación solo es más recíproca en el caso de que sea el usuario el que intercambia información con otro y así construyen juntos un diálogo.
El concepto de esfera pública implica cada vez más una relación dialéctica entre las esferas privadas con la sociedad y la vida pública. "La dialéctica radica en la transformación paulatina de lo público dentro de la esfera privada y el crecimiento interdependiente entre lo privado y lo público" (Volkmer, 2003: 14). Existe, así, una dialéctica entre lo global y lo local también alrededor de las NTIC y los usuarios.
La esfera pública - que puede ser global- es ese espacio donde existe la dialéctica entre lo público y lo privado, y además lo global y lo local, lo que genera una síntesis propicia para el diálogo de los muchos y los pocos.
Para Habermas, el mundo de la vida se construye; la apuesta de este texto es señalar que si la Internet se emplea como una contrainstitución2 (Habermas, 1981a, 1981b) puede concebir un diálogo a través de este y la consolidación de la esfera pública; ergo, la transformación de la vida en común. Lo más probable es que el mismo Habermas no haya imaginado que la Internet pudiera ser una opción para la construcción de una esfera pública, en señalamientos que retoma Trejo Delarbre de un discurso pronunciado por el pensador alemán al recibir el premio Bruno Kreisky en 2006 (un extracto de ese discurso, traducido al inglés, se puede consultar en Habermas, 2006); en tanto, un texto que publica un sitio web dedicado a este autor3 destaca que Habermas reconoce ahora que la tecnología brinda la posibilidad de alimentar la idea de la esfera pública, pero insiste en mantenerla como una categoría conceptual, es decir, concebirla en la teoría para poder sustentar pero, sobre todo, explicar que el diálogo puede constituirse como el objetivo del bien común.
En un diálogo franco con el texto de Rosalía Winocur (2001), se puede afirmar que la idea general de comunidad es previa a la creación o mantenimiento de un perfil en algún sitio electrónico, así como la idea de participación política y el mutuo acuerdo; la apuesta es al entendimiento en términos de Habermas. La pregunta final es ¿para qué? Para la concreción de respuestas colectivas a problemas comunes.
De manera que la Internet se erige como una opción real para buscar consensos, acuerdos o, al menos, para dialogar acerca de asuntos de interés general, lejos de la censura y quizá con la posibilidad de convertirse en motor de una transformación social.
Conclusiones
A lo largo de este trabajo se ha expuesto que el interés es la pieza clave para la acción comunicativa durante momentos específicos donde la contingencia y/o la coyuntura política hacen que la ciudadanía -es decir, los sujetos- tomen acción en los sucesos donde se involucran directamente, cuando les afectan o les conciernen también de manera directa.
Se vive un momento contingente, propicio para pensar en los cambios necesarios, incluso en la transformación social, y todo gracias a la tecnología. Sin embargo, no es posible caer en la ingenuidad, animados por ese momento o deslumbrados por la técnica; es necesario pensar y estudiar sus posibilidades. Si la Internet es un espacio propicio para la comunicación política, solo lo será a partir del uso social que puede tener. La aportación de este artículo a la discusión al respecto está en mostrar que es una posibilidad. Si lo consigue o no, es cuestión de tiempo.
Por ello, era importante argumentar teóricamente los alcances que hoy puede presentar la Internet, pero con la mirada bien puesta en que todo diálogo político depende del interés, del entendimiento, de la conciencia y de la acción que cada sujeto tome. Para Touraine (2002), la sociedad está compuesta de individuos, que tal como señala Marcuse, son individuos ensimismados, poco conscientes de su realidad, inmersos en la unidimensionalidad característica de nuestros tiempos, introyecta-dos por la dominación de las élites que tienen el poder. Empero, cuando estos individuos por interés, formación intelectual y la suma de muchos factores toman conciencia del momento que viven y retoman una causa específica, se convierten en sujetos de acción. Sujetos de acción social que pueden sensibilizarse a los intereses colectivos, a la solución de problemas reales que involucran a su comunidad. Sujetos informados que conocen sus derechos y actúan según sus intereses orientados al bienestar social. Sujetos que reconocen en el otro un igual que, además, es diferente. Un reconocimiento de que la noción de sujeto permite entender el devenir entre el mundo de la vida y el mundo sistémico en los actos comunicativos como parte del ser humano, de la esencia humana que busca compartir. El diálogo como posibilidad de entendimiento y, por ende, de relaciones sociales que tengan como base el bienestar común.
Las acciones orientadas al entendimiento buscan conformar un mundo de la vida, donde idealmente las personas puedan convivir a través de la comunicación. A través de compartir y buscar soluciones comunes.
Es así que desde la teoría de la acción comunicativa se reconoció a la comunicación política como ese diálogo que se establece entre dos o más personas con la mutua voluntad de entenderse, para llegar juntos al con-saber y mostrar que la Internet es hoy la ventana ideal para que ese diálogo político suceda y entonces ayude a la transformación social. Cosa que no ha sucedido aún, pero que tampoco luce imposible.
Si bien las ciencias sociales no buscan idealizar -en el sentido más amplio-, se puede generar un horizonte y, como consecuencia, sugerir trabajos teóricos que propongan un momento donde los sujetos se planteen la posibilidad de dialogar y, gracias a eso, reconocer y obtener beneficios con su propia comunidad y en su propia forma de vida.
La discusión giró en torno al diálogo de lo político y cómo en un espacio público que cada vez es más amplio -o que no tiene barreras claras ni definidas- y poroso, puede ser concebido como la materia prima que nutra la idea que Habermas planteó en la esfera pública y entonces consolidar ese espacio que fomente la crítica, que haga de los argumentos la base del diálogo, para así anteponer el entendimiento a cualquier intento estratégico por imponer una razón, un punto de vista.
La idea recurrente de tratar de encontrar un momento donde el diálogo político sucediera, donde se mostraran empíricamente esas posibilidades de entendimiento, quizá quedó fuera de este trabajo. Y no porque no se haya buscado incesantemente, sino porque concretar el mundo de la vida propuesto por Habermas en la realidad es una labor constante, en la que se requiere repensar a cada sujeto.
De esta manera, se establece que la Internet es una posibilidad, mas no la panacea que las democracias requieren. Resulta lógico pensar que si los sitios web no tienen un ejemplo específico o un prototipo, entonces es infundada la idea de que la red puede proveer entendimiento. Sin embargo, en un contexto como el nuestro, donde la democracia no sólo es entendida como gobierno sino como la garantía de libertades, derechos y donde los medios electrónicos y sus avances tecnológicos se presentan como los grandes descubrimientos que modifican y modificarán nuestro entorno, nuestras formas de relacionarnos y la vida en común, es genuino el interés por encontrar en la tecnología el elemento que permita mejores formas para comunicarnos. Por ello, sin caer en las garras del triunfalismo, la propuesta de este trabajo de investigación fue presentar con un fundamento teórico que la ventana está abierta a un número importante de posibilidades, y una de ellas es, sin lugar a dudas, el cambio social.
Lucien Sfez (1995) es claro al señalar que mayor cantidad de información y tecnología no garantiza mayor comunicación; de hecho, gracias a esto se explicó que la idea de que vivimos en una sociedad más y mejor comunicada es tan falsa como contraproducente. Los medios y sus avances tecnológicos nos permiten hacer uso de la tecné y aprovechar esos adelantos para el beneficio colectivo; sin embargo, los adminículos no garantizan, ni lo harán nunca, un desarrollo en el ámbito social.
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2 Para Habermas, una contrainstitución es una institución que nace en el Mundo Sistémico, pero que puede ser un aliado para el entendimiento si se asume como alternativa en el Mundo de la Vida.
3 Se puede consultar en: <http://www.helsinki.fi/~amkauppi/hablinks>.