México es considerado un país megadiverso debido a la gran biodiversidad que alberga, siendo el segundo lugar mundial en riqueza de especies de reptiles, con 804 especies, solo detrás de Australia (Llorente-Bousquets y Ocegueda, 2008). Sin embargo, a pesar de esta gran diversidad aún existe un conocimiento limitado de la ecología y distribución de algunas especies.
Coleonyx elegans (Gray, 1845) pertenece a la familia Eublepharidae, sus hábitos nocturnos dificultan su detección y su estudio en vida libre, por lo que actualmente no existen estudios que cuantifiquen sus poblaciones o sus requerimientos ambientales (Monroy-Vilchis, Domínguez-Vega y Urbina, 2014), a pesar de estar considerada como una especie amenazada por la Norma Oficial Mexicana-059 (Semarnat, 2010). Esta especie se distribuye tanto en las vertientes del golfo y del Pacífico incluyendo los estados de Campeche, Chiapas, Colima, Guerrero, Michoacán, Nayarit, Oaxaca, Quintana Roo, San Luis Potosí, Tabasco, Yucatán y Veracruz (Calderón-Mandujano, 2002), aunque recientemente se han añadido nuevos registros, principalmente en el centro del país, en los estados de Puebla (Canseco-Márquez, Gutiérrez-Mayén, García-Vázquez y Hernández-Jiménez, 2004), Morelos (Montalbán, Juárez y Castro-Franco, 2012) y el Estado de México (Monroy-Vilchis et al., 2014); un modelo de distribución potencial reconoce que en el Atlántico la especie se distribuye en la península de Yucatán y hasta el centro del estado de Veracruz (Monroy-Vilchis et al., 2014).
En el presente estudio documentamos la presencia de esta especie en el área privada de conservación Talhpan, municipio de Papantla, Veracruz, con el cual se amplía el límite de la distribución norte de esta especie, ya que a pesar de que se consultaron diferentes bases de datos (GBIF, 2013; VertNet, 2015a,b) se encontraron pocos registros previos para Veracruz, siendo el más cercano el de la localidad de Xalapa, a 100 km de la presente localidad (MCZBase, 2013) (fig. 1).
La captura del ejemplar se realizó el 9 de octubre de 2014 en el área privada de conservación Talhpan (20°24′2.16" N, 97°13′47.06" O), cuenta con una superficie de 24 ha, presenta un clima cálido subhúmedo y está constituida por fragmentos de selva mediana subperennifolia (Rodríguez-Luna et al., 2011), en los cuales actualmente se realizan monitorizaciones para el estudio de la flora y la fauna. Mediante el método de búsquedas libres en transectos de 200 m de largo para el registro de la herpetofauna, se encontró un ejemplar juvenil de sexo indeterminado de C. elegans en un fragmento de selva mediana, en uno de los sitios con la mayor riqueza de especies vegetales dentro del área privada de conservación, en la cual Heliocarpus microcarpus , Bursera simaruba , Saurauia scabrida , Cnidoscolus multilobus e Inga jinicuil son las especies de plantas con la mayor abundancia (Ticante, 2015); el ejemplar fue capturado en un recorrido nocturno, identificado mediante guías especializadas, fotografiado (fig. 2) y, posteriormente liberado en el mismo sitio donde fue encontrado, debido a que su estatus de protección legal impide su colecta; la fotografía se incorporó a la Colección Fotográfica de Vertebrados Terrestres "Alvar González Christen" de la Universidad Veracruzana (catálogo de reptiles: IIB-UVRe 0005f).
Sin embargo, a pesar de que en 3 muestreos posteriores no se registraron más ejemplares de la especie, no se descarta la presencia de una mayor cantidad de individuos en el sitio, ya que se reconoce una baja frecuencia de avistamientos debido a sus hábitos nocturnos (Calderón-Mandujano, 2002; Monroy-Vilchis et al., 2014). Aunque otras investigaciones con reptiles han demostrado que las actividades humanas pueden ser un factor que modifique la distribución natural de las especies (Baldo, Borteiro, Brusquetti, García y Prigioni, 2008), las posibilidades de que esto ocurra en el presente estudio son mínimas, ya que se trata de un área natural inmersa en un paisaje dominado por vegetación nativa; además, a nivel regional se presenta un desarrollo urbano de pequeña escala que limita el flujo de personas y/o productos, a partir de los cuales se pudiera producir la introducción de esta especie en el sitio.
Aunque la mayor proporción de los registros de esta especie corresponden a condiciones ambientales similares a las presentes en nuestra zona de estudio, como el clima cálido subhúmedo y vegetación de selva mediana (Monroy-Vilchis et al., 2014), este registro se encuentra fuera del área de distribución potencial reconocida actualmente para la especie (Monroy-Vilchis et al., 2014). Pese a que este modelo fue realizado usando el algoritmo MaxEnt, un modelo de distribución potencial adecuado cuando se tienen bajos tamaños de muestra (Pearson, Raxworthy, Nakamura y Peterson, 2007), el hecho de que los estudios sobre esta especie se centren en registros esporádicos de ejemplares en diferentes puntos de su distribución más que en estudios formales sobre su biología, ecología y patrones de distribución (Calderón-Mandujano, 2002), limita tener certeza acerca del estado natural de sus poblaciones, pero especialmente de su área de distribución real, ya que a pesar de que los modelos de distribución potencial pueden detectar en espacio y tiempo la presencia de las variables bioclimáticas en donde un organismo podría sobrevivir y dejar descendencia, no significa que una especie necesariamente se distribuya en esos sitios potenciales, por lo que dichos modelos deben ser considerados como una hipótesis acerca de la distribución de las especies más que como una representación precisa de la realidad, ya que la distribución es un fenómeno dinámico espacial y temporal (Maciel-Mata, Manríquez-Morán, Octavio-Aguilar y Sánchez-Rojas, 2015).
Lo anterior es evidencia de que la falta de investigación no solo genera vacíos de información relativos al conocimiento de la ecología básica de las especies, sino que también subestima el área de distribución de las mismas, ya que a pesar de que existen registros previos de C. elegans en el sur de Veracruz, estos son menores que los presentes en otras áreas donde la especie se distribuye, como la península de Yucatán (Calderón-Mandujano, 2002), provocando que el menor número de registros de la especie en Veracruz limite el conocimiento acerca de la distribución real de la especie (Mateo, Felicísimo y Muñoz, 2011). Esto ha ocurrido no solo en Veracruz, sino también en otras regiones, como en el Estado de México, en la cual la ampliación de la distribución de la especie se pudo confirmar recientemente a través del registro de un solo individuo (Monroy-Vilchis et al., 2014). Esto también puede ocurrir con otros grupos biológicos y regiones poco exploradas del mismo estado de Veracruz, por ejemplo, en la región del Uxpanapa se ha podido documentar la ampliación de la distribución conocida de otra especie de herpetozoo, como Duellmanohyla chamulae , a partir de un solo individuo (Aguilar-López, Pineda y García-Vázquez, 2010), e incluso se ha podido determinar la presencia de una especie nueva para la ciencia, como la planta herbácea Hoffmannia rzedowskiana (Castillo-Campos, Bautista-Bello y Lorence, 2014).
El presente trabajo demuestra la importancia de desarrollar inventarios biológicos adecuados en regiones poco exploradas, como la zona norte de Veracruz, una de las regiones menos estudiadas a pesar de ser uno de los 3 estados más biodiversos de México (Ochoa-Ochoa y Flores-Villela, 2011). Esto permitirá tener mayor certeza sobre la distribución real y potencial de las especies, sobre todo en escenarios de defaunación contemporánea (Dirzo et al., 2014), a fin de asegurar que la ausencia de una especie en un sitio sea real validándola con muestreos en campo y que su ausencia no haya sido causada por extirpación local antes de haberse descrito su presencia en el sitio.
Agradecemos a los ejidatarios del área privada de conservación Talhpan por las facilidades otorgadas para el desarrollo de los inventarios biológicos; a Valeria Peña-Mendoza por su ayuda en la elaboración de la figura 1; a Erika Cruz-Bazán, Itayetzi Morales-Echeverría y José Ramón Hernández-Cruz por su ayuda en el trabajo de campo; a Gabriel Barrios-Quiroz; a 2 revisores anónimos por su comentarios que sirvieron para enriquecer el documento; así como a Gabriela Peña-Mendoza por la revisión del abstract.