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CONfines de relaciones internacionales y ciencia política
versión impresa ISSN 1870-3569
CONfines relacion. internaci. ciencia política vol.1 no.2 Monterrey ago./dic. 2005
Ex libris
Los árabes de México. Asimilación y herencia cultural
Rosa E. García Ita*
Marín-Guzmán, R. y Zeraoui, Z. (2003). Arab Inmigration in Mexico in the nineteenth and twentieth Centuries. Assimilation and Arab Heritage. Austin: Augustine Press, ITESM
* ITESM, Campus Monterrey. Correo: rosy_garcia_ita@yahoo.com.mx
¿Cuál es la importancia del pueblo árabe en México y cómo surge el fenómeno de la inmigración árabe en nuestro país? ¿Qué contribuciones ha hecho a su historia política, económica, social y cultural? A raíz de estos cuestionamientos, se presenta en el libro Arab Inmigration in Mexico in the nineteenth and twentieth Centuries, Assimilation and Arab Heritage, un análisis minucioso de los distintos períodos de inmigración árabe, las causas de estas oleadas migratorias y el desempeño que dicha comunidad tiene en nuestro país.
A través de un marco cronológico, que comienza en el año de 1878 hasta nuestros días, los autores exponen los cinco períodos migratorios de población árabe en México. Cada uno de ellos refleja y señala los acontecimientos históricos que promovieron la salida de estas masas, de sus países de origen.
Pero, ¿cuál fue la causa por la que estos pueblos deciden emigrar a América Latina y en especial a México? Cabría mencionar que hubiera sido más fácil llegar a un país europeo con una mayor cercanía al Medio Oriente y por ende seguir manteniendo un lazo estrecho con la patria respectiva. Pues bien, esto se entiende si se toma en cuenta el fortalecimiento del capitalismo y la promoción de la inversión extranjera en el país, que derivó en un desarrollo y prosperidad económica en la época de la dictadura de Porfirio Díaz, lo cual era atractivo a la vista del inmigrante. Asimismo, se plantea dentro del libro, que, hasta finales de la primera década del siglo XX la ley migratoria mexicana no imponía grandes restricciones a la entrada de extranjeros, y que más bien promovía su internación al país; por lo tanto, muchos árabes de origen sirio, libanés y palestino principalmente, se vieron favorecidos por la situación.
A pesar del desconocimiento del idioma, de las costumbres y formas de organización y de arribar a un contexto social en pleno hervor, los primeros inmigrantes árabes llegaron a nuestro país con el propósito de lograr una mejor calidad de vida. Un rasgo distintivo de ellos y que se mantiene durante todo el proceso histórico presentado en el libro, es la llegada de hombres jóvenes principalmente, que estando o no casados, buscaban la estabilidad en nuestro territorio para después mandar traer a sus familias o, por otro lado, regresar a su tierra y casarse con una mujer de su misma nacionalidad, para después volver a México. Este rasgo se dio entre los grupos libaneses, mientras que en los grupos palestinos, se pretendía hacer fortuna en América, para poder regresar a su país e invertir en actividades económicas que les permitiera vivir de manera honrosa. En la mayoría de los casos, esto no sucedía y los grupos árabes fueron estableciéndose en México.
La distribución geográfica de las comunidades árabes es interesante. La población libanesa hasta antes de 1950 se estableció predominantemente en las costas del golfo de México, en los puertos de Tampico y Veracruz, así como en la península de Yucatán, dado el boom petrolero de la década de los treinta. A su vez, los grupos palestinos y sirios se establecieron en ciudades del norte del país como Monclova, Saltillo y Monterrey.
Es hasta inicios de la década de los cincuenta cuando las nuevas oleadas de extranjeros árabes comienzan a instalarse en la Ciudad de México, por el crecimiento estabilizador y auge económico de la gran urbe. La población de nuevos inmigrantes libaneses se moviliza a la capital y a la ciudad de Puebla, mientras que grupos pequeños de iraquíes y egipcios se establecen en la península de Yucatán.
La descripción que hacen los autores sobre los movimientos de los inmigrantes en el territorio nacional, es indispensable para entender, a su vez, parte de la historia migratoria de nuestro país, en la que los puertos toman un rol esencial. Tal es el caso del puerto de Veracruz, entrada principal de los inmigrantes árabes y que en la mayoría de los casos representaba el último adiós a la patria a la que de antemano se sabía, no habría regreso.
Desde este punto comienza la etapa de asimilación y aculturación de estas comunidades en su llegada a México. La mayoría de ellos, instalados ya en familia, conservaban y fomentaban sus costumbres de vida, sin dejar de lado una adaptación al contexto mexicano. Como se comenta en el texto, muchos extranjeros cambiaban su nombre al momento de instalarse para no despertar rechazo o xenofobia de la población local, por lo que adoptaban nombres que podrían ser la traducción al español, por ejemplo, "Boutros a Pedro, Maryem a María, o a nombres que fueran similares fonéticamente, como Fares a Félix."
Asimismo, estos grupos comienzan a enrolarse en la dinámica social, política y económica de México participando en el desarrollo del comercio, las letras o la política nacional.
Siguiendo la tradición mercantil de los pueblos árabes, la mayoría de estos grupos desarrollaron actividades inclinadas al comercio, principalmente de textiles, en el caso libanés. Un dato importante a destacar a través de la investigación, es que a pesar de representar para la década de los treinta menos del 5% de la población extranjera en México, los árabes poseían más del 50% de las actividades económicas en manos de inmigrantes; de ahí la importancia de sus aportaciones al sector económico de México. Tal es el caso de grandes empresarios como Carlos Slim Helú, quien es considerado uno de los hombres más ricos de Latinoamérica y el mundo, Alfredo y Carlos Harp Helú, primos del primero y los hermanos José y Antonio Abed, dueños del complejo hotelero Aristos, entre otros.
Aunadas a las actividades comerciales, los inmigrantes árabes participaban de la industria, de actividades técnicas, de la minería y de la agricultura. A este respecto, los autores hacen un análisis enfocando las dinámicas económicas según la religión de cada grupo, puesto que esto traía consigo un contexto histórico y cultural de sus lugares de origen.
Para ejemplificar lo anterior, se establece primero, que la mayoría de los árabes que se internaron en México profesaban la religión cristiana definiéndose ya sea como católicos, maronitas (rama del catolicismo practicado en el Líbano) u ortodoxos. También hubo una considerable población judía, la cual se hizo presente desde comienzos del siglo XX y tuvo un punto álgido en la oleada inmigratoria durante los años de la segunda guerra mundial y hasta la formación del Estado de Israel en 1948. Dicha comunidad pertenecía en gran medida a grupos sefarditas sirios y judíos del territorio de Palestina. A su vez, hubo grupos musulmanes que entraron al país, y que sin embargo, fueron una minoría dentro del total de la población árabe inmigrante.
Teniendo claro ello, los autores exponen que dentro de la comunidad cristiana y judía se practicaban, en mayor medida, actividades comerciales, mientras que los grupos musulmanes se dedicaban primordialmente a la agricultura, y en menor medida, al comercio y la industria. Esto se debe a que la población musulmana que ingresó al territorio nacional estaba formada por grupos de tradiciones rurales en sus países de origen y por ende, dicha tradición se perpetuó al llegar a México. Sin embargo, es interesante destacar que, del total de los musulmanes registrados, un porcentaje considerable se reconoció como estudiante y, por lo tanto, exento de cualquier actividad económica.
La gran diversidad de grupos árabes en México marcó la pauta para la formación de un sinfín de organizaciones sociales, culturales y religiosas que dieran unidad y sentido de identidad a las comunidades de inmigrantes. Sin descartar a las organizaciones sirias y palestinas, la mayor parte de dichas comunidades fueron fundadas por la comunidad libanesa, las cuales varían ampliamente en sus objetivos puesto que, mientras algunas se limitaban a las problemáticas y a necesidades de los libaneses, otras, apoyaban campañas sociales enfocadas al entero de la población mexicana.
A pesar de ello, el motivo principal para el surgimiento de estas organizaciones es preservar y promover la cultura libanesa y algunas tradiciones árabes en México, con lo cual futuras generaciones o nuevos inmigrantes pudieran sentir identificación y apoyo de sus connacionales.
Con el paso del tiempo y con el nacimiento de las segundas o terceras generaciones, las comunidades árabes se han integrado completamente a la dinámica de nuestro país, participando activamente dentro de la vida política, económica, social y cultural. Como ejemplo de ello, los autores destacan a los políticos Emilio Chuayffet Chemor y José Murat Casab, el poeta Jaime Sabines, el intelectual Jorge Sayeb Helú, el historiador Elías Trabulse Atala, los actores Gaspar Henaine "Capulina" y Mauricio Garcés, y una larga lista de personalidades.
Para el especialista en el tema migratorio o para el interesado en el estudio de la composición social de México, este libro resulta el proveedor de un extenso material que permite reconocer a una importante comunidad en el país. Los grupos árabes suelen ser estereotipados o rechazados, como bien se señala en los testimonios relatados en el texto; sin embargo, estas actitudes pueden cambiar si se analiza su historia y las aportaciones que han hecho a la sociedad.
El Archivo General de la Nación y el Archivo Municipal de Tampico, Tamaulipas, proporcionaron información invaluable para la recreación de los procesos históricos incluidos en el libro; asimismo, son destacables los datos obtenidos a través de archivos personales de la comunidad libanesa en México quienes se caracterizan por fomentar y no dejar morir los vínculos con su país de origen con el paso de los años. El material que explica las etapas de inmigración, los testimonios, las entrevistas, las estadísticas y demás es bastante puntual, lo que permite al lector profundizar en los temas expuestos.