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CONfines de relaciones internacionales y ciencia política
versión impresa ISSN 1870-3569
CONfines relacion. internaci. ciencia política vol.8 no.16 Monterrey ago./dic. 2012
Artículos
Estados Unidos, la política de cambio de régimen y el recurso a la universalidad
Mariela Cuadro*
* Doctoranda en Relaciones Internacionales en la Universidad Nacional de La Plata. Coordinadora-Investigadora del Departamento de Medio Oriente en el Instituto de Relaciones Internacionales (IRI) de la Universidad de La Plata. Miembro-investigadora del Centro de Reflexión en Política Internacional (CERPI). marielacuadro@yahoo.com.ar
Fecha de recepción: 10/04/2012.
Fecha de aceptación: 31/10/2012.
Resumen
El artículo versa sobre la participación de Estados Unidos en la intervención en Libia, sosteniendo que la potencia norteamericana ha jugado un rol fundamental en ella. Utilizando el análisis del discurso y algunos conceptos propios de la perspectiva del gobierno liberal biopolítico de Michel Foucault, se procura realizar un ejercicio comparativo entre la política de la potencia norteamericana hacia Irak en el año 2003 y aquella en Libia. Sosteniéndose que es en el espacio discursivo donde pueden encontrarse puntos de contacto entre la política exterior de la administración Obama y aquella de Bush, pues ambas se fundamentaron en el recurso liberal a la universalidad.
Palabras clave: Estados Unidos, Libia, liberalismo, universalidad, intervención.
Abstract
The article deals with the US participation in the intervention in Libya and affirms that Washington has played a fundamental role there. Making use of the discourse analysis and some concepts of Michel Foucault's perspective on biopolitical liberal government, it aims to carry out a comparative exercise between the American policy towards Iraq in 2003, and that towards Libya. It asserts that it is at the level of discourse where some points of contact between the Obama administration Foreign Policy and that of Bush's can be established, for both of them have sustained their policies on the liberal resort to universality.
Keywords: United States, Libya, liberalism, universality, intervention.
Introducción
Los últimos levantamientos populares en el mundo árabe han incitado una gran cantidad de reflexiones que rozan los más variados temas: la democracia, el Islam, el neoliberalismo, la multipolaridad, entre otros. Las potencias mundiales han respondido a cada una de dichas revueltas de formas diferentes, según las particularidades de los movimientos, sus relaciones con los gobiernos cuestionados, y sus intereses en cada uno de los países afectados. El caso de Libia, en el que se ha intervenido de una manera más notoria, es, por ello mismo, el más sobresaliente. La intervención militar estuvo amparada por la resolución 1973 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (CSNU) que establecía una zona de exclusión aérea sobre todo el territorio del país árabe con el fin explícito de garantizar la seguridad de la población libia1. No obstante, desde un primer momento los gobiernos de las potencias liberales postularon la "necesidad" de un cambio de régimen. Es así como, en un principio, Estados Unidos, Francia y Gran Bretaña y, más tarde, la coalición de países comandada por la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) se abocaron a ello. Esto a pesar de que el Tratado constitutivo de dicha organización y sus consiguientes modificaciones2 no fijan en ningún momento un objetivo de esa naturaleza3 y la delimitación que realizan de su zona de acción no incluye el territorio de Libia4.
Dado que la última intervención con un fin semejante en Irak fue liderada por Estados Unidos (uno de los protagonistas de la presente), el artículo se enfocará en los movimientos políticos de este país. De esta manera, se pretende establecer una comparación entre ambas intervenciones, teniendo en cuenta el contexto de relaciones de poder en el que se desplegaron, el rol jugado por los distintos actores internacionales implicados, y los discursos que las acompañaron.
Recordando que, tal como sostuviera Krauthammer (2004), la crítica demócrata a la invasión a Irak fue más de proceso que de política, sostenemos que es en este último espacio analítico donde se encontrarán las mayores coincidencias entre la política exterior llevada a cabo por la administración Bush (hijo) y aquella de Barack Obama, representantes de los partidos Republicano y Demócrata, respectivamente. Se afirma que respecto a la política exterior, ambas administraciones se sostienen sobre un discurso liberal que ejerce el poder a través del recurso al universalismo. De esta manera, se intentará rastrear en los discursos de los distintos miembros de ambas administraciones: cómo se ha presentado la identidad de Estados Unidos (prestando particular atención a la emergencia discursiva del "excepcionalismo" estadounidense), cómo ha jugado el universalismo moral, qué significantes han emergido como organizadores de dichas universalidades, y cuál ha sido el lugar que se le ha dado discursivamente a los intereses nacionales.
De esta manera, no sólo se busca señalar líneas de continuidad entre las administraciones republicana y demócrata de Estados Unidos, sino que el objetivo es también aportar al desarrollo de las Relaciones Internacionales (RRII), usando ciertos elementos planteados por el pensamiento estratégico de Foucault y las herramientas del análisis del discurso. Sin embargo, y a modo aclaratorio, debe agregarse que el presente artículo no es un trabajo teórico, razón por la cual dichas referencias no ocupan un espacio destacado. Se realizan únicamente unas pocas fundamentaciones concernientes al discurso y al marco teórico foucaultiano que resultan de especial importancia. Tener en cuenta la experiencia en Libia resulta de fundamental importancia en el contexto internacional actual, en vista de la insistencia de las voces que apoyan una intervención de características similares en Siria.
Fundamentos teóricos
Al analizar los discursos de las dos administraciones implicadas, el presente trabajo ha reparado en ciertas categorías que se encuentran fuertemente ligadas a la construcción de la identidad estadounidense. Como el artículo no se enfoca en el estudio de las identidades en las RRII, no se detiene específicamente en el tema. Sin embargo, es menester dejar claro un supuesto que subyace a estas palabras: las identidades son consideradas como construcciones discursivas.
El análisis del discurso en las RRII emergió con el advenimiento de perspectivas post-positivistas que llevaron a cabo lo que dio en llamarse el "giro lingüístico"5 en la disciplina. A partir de entonces, el constructivismo y el post-estructuralismo comenzaron a ganar terreno en el análisis de la política internacional. Ahora bien, ambas corrientes teóricas parten de supuestos epistemológicos diferentes en lo concerniente al concepto de discurso. Como consecuencia de esto, sus abordajes son distintos6. El presente texto sigue la perspectiva post-estructuralista, cuyas características principales y relevantes a los fines del mismo son el descentramiento del sujeto que ésta lleva a cabo, y la concepción del discurso como performativo. Con respecto al descentramiento del sujeto, significa que este último no es entendido como fundador de discurso, sino como simple portador de éste. De esta manera, la ideología no tiene lugar en el análisis post-estructuralista, pues el sujeto es entendido como efecto de un discurso que lo trasciende. El carácter performativo, por su parte, remite a la materialidad del discurso. En este sentido, el discurso no es entendido como separado de la "realidad" (cual superestructura ideológica althusseriana), sino que se concibe como una parte constitutiva de ésta7. Sin embargo, esto no significa que se deba adoptar la posición más radical que afirma que "todo es discurso", posición sostenida por análisis como los de Laclau (2004). Junto con Foucault (2002), se sostiene la existencia de prácticas discursivas y no discursivas que, en sus interrelaciones, conforman aquello que se denomina "la realidad". Sin embargo, distanciándose un poco de las ideas del filósofo francés y acercándose a la perspectiva de Laclau (2004), se postula que la relación entre significado y significante tiene un rol fundamental en el análisis del discurso en lo referente a la construcción de identidades y de otredades. En efecto, éstas son entendidas como significantes vacíos que son llenados con distintos significados por sujetos que pueden hacerlo, gracias a que ocupan posiciones de poder estratégicas.
Por otra parte, el modo particular de construcción de identidades, a través del cual la potencia norteamericana gobierna el mundo, se da al interior de un marco establecido por el régimen gubernamental liberal. Es aquí donde resultan fundamentales los aportes realizados por Foucault para el estudio de las relaciones internacionales que son, ante todo, relaciones de poder (Foucault, 2000; Foucault, 2004; Foucault, 2007).Según el autor, el advenimiento del liberalismo funciona como "el marco general para la biopolítica", entendida como una tecnología de gobierno (Foucault, 2007) .
Para efectos del presente trabajo, lo que interesa rescatar del aporte del filósofo francés en términos de esta tecnología gubernamental es, por un lado, la relación entre la biopolítica, el liberalismo y el neoliberalismo. Y, por otra parte, el hecho de que el gobierno liberal y su táctica biopolítica se ejercen a través del mejoramiento de la vida de la población, y a través del consumo y la consiguiente producción de libertad (Foucault, 2000; Foucault 2007). El objeto específico sobre el que recae el gobierno liberal (visto que debe mantenerse alejado del mercado) es la sociedad civil (Foucault, 2007). En efecto, Foucault presenta a esta última de un modo novedoso, no como opuesta al Estado gubernamentalizado, sino como correlato de éste.
De la biopolítica al neoliberalismo en el marco de las relaciones internacionales.
Según Foucault, la promoción de la vida es la característica principal de la biopolítica. A diferencia del poder soberano que se ejerce a través de la máxima de "hacer morir y dejar vivir", el biopoder tiene como una de sus funciones principales la de "hacer vivir y dejar morir"(2000: 218) y supone un cambio fundamental en términos de política exterior en relación a la racionalidad gubernamental de la razón de Estado (raison d'État). En efecto, esta última tenía como objetivo la supervivencia del mismo en un contexto de competencia interestatal. Ésta suponía la coexistencia de una pluralidad de Estados basada en una comprensión de la política internacional como un juego de suma cero (la tesis realista) (Foucault, 2004). El advenimiento del liberalismo, como marco general de la biopolítica, cambiará esta concepción y postulará un juego de suma distinta de cero. En efecto, tanto para los fisiócratas, como para los economistas liberales, el enriquecimiento sustentable de un país estaría ligado indefectiblemente al mutuo enriquecimiento. Es decir que el liberalismo supone que el desarrollo de un Estado sólo es posible a través del desarrollo de los demás. Según esta corriente, para lograr ésto es necesario que el Estado se retire del ámbito económico y que sea el mercado el que funcione como principio regulador. Es en este contexto que La paz perpetua de Kant tendrá lugar. Según el filósofo alemán, en efecto, ésta estaría garantizada por la globalización del comercio.
Por otra parte, durante la década de los 70's del siglo pasado, en el marco del despliegue del neoliberalismo (aplicado fundamentalmente por los gobiernos de Thatcher en Gran Bretaña y Reagan en Estados Unidos9), una tesis similar, aunque no exclusivamente económica, hizo su aparición. La así llamada "teoría de la paz democrática" postulaba que la paz perpetua podía ser alcanzada a través de la globalización de la democracia. La última administración Bush se apropiaría de esta tesis y argumentaría que la imposición de la democracia (en Irak) haría del mundo un lugar más seguro y más pacífico, sosteniendo, implícitamente, que la democracia liberal estadounidense era el mejor modelo sociopolítico. En efecto, homologada con la libertad, la democracia liberal se presentaba como una demanda universal de las poblaciones de todo el mundo, y, por lo tanto, como una necesidad histórica (tesis defendida por Francis Fukuyama -1989-) que justificaba políticas intervencionistas en su nombre.
En efecto, Foucault afirmaba que si el liberalismo se caracterizaba por evitar la intervención del Estado en los mecanismos del mercado, el neoliberalismo se caracterizaría por la necesidad de un gobierno intervencionista que asegurara la presencia de dichos mecanismos a lo largo y ancho del globo. El biopoder neoliberal deberá, por tanto, producir las condiciones que propicien el despliegue de la libertad de mercado, lo cual supone una intervención permanente (Foucault, 2007). Este carácter particular del neo-liberalismo hará que Foucault lo llame "liberalismo positivo" (2007: 162), pues se trata de un liberalismo que interviene mediante acciones reguladoras y ordenadoras. Ahora bien, estas últimas no actúan directamente sobre el mercado, sino sobre el "marco", es decir, sobre la población y sus instituciones (Foucault, 2007). Si el mercado debe actuar de modo tal que sus mecanismos puros sean de por sí reguladores del conjunto, la intervención no podrá darse sobre esas leyes del mercado, sino sobre las instituciones. De tal manera, las leyes mercantiles, y sólo ellas, serán el principio de la regulación general y social. Al respecto, Foucault afirma que el neoliberalismo se propone "el mínimo de intervencionismo económico y el máximo de intervencionismo jurídico" (2007: 199).
De esta manera es como pueden comprenderse las intervenciones de Estados Unidos a favor de la democratización, ya sea a través de la imposición de ésta, o a través del apoyo a grupos que luchan por su instauración. Como se verá, el tipo de democracia que está en juego es uno cuyas características específicas deben tomarse en cuenta, puesto que el término democracia es de naturaleza polisémica.
Esto último se vincula con el significante "libertad" que puede ser llenado con múltiples significados. Este significante, tanto en el caso de la intervención a Irak como en el de la Libia, ganó preponderancia. En ambos casos, fue homologado al concepto de un tipo de democracia que, para su funcionamiento, suponía la instauración de reformas económicas que garantizaran la libertad de mercado. Y en efecto, como sostiene Foucault, el liberalismo es una práctica gubernamental consumidora de libertad, es decir que para funcionar tiene necesidad de una serie de libertades (libertad de mercado, libre ejercicio de la propiedad, entre otras -2007-). Esto significa que tiene necesidad de producirla y organizarla. En este último punto es en donde emergerá una relación problemática entre la producción de libertad y su limitación, la cual se resolverá a través del binomio: libertad-seguridad. Es así como Foucault puede afirmar que "(n)o hay liberalismo sin cultura del peligro" (2007: 87)10 .
Irak y Libia en contexto
Ya que se han escrito innumerables páginas acerca de la última intervención estadounidense en Irak (véase, por ejemplo, para tener distintas perspectivas: Ali, 2003; Allawi, 2007; Chomsky, 2005; Dawisha, 2009; Martín Muñoz, 2003), el presente texto no se detiene sobre esta cuestión, sino que tan sólo trae a cuenta algunos de sus caracteres más sobresalientes, en tanto y en cuanto se precisen para establecer comparaciones con la intervención en Libia.
Libia atravesó un proceso de independización parecido a aquel por el que atravesaron muchos países del mundo árabe, incluido Irak. En 1951 le fue otorgada la independencia formal como Estado unificado, quedando bajo el gobierno del Rey Idris, líder de la tribu Sanusí de la región oriental de Cirenaica, que contaba con el apoyo de Gran Bretaña. En 1969, emulando la revolución egipcia liderada por Nasser, un grupo de oficiales del ejército puso fin a la monarquía y proclamó la República como nueva forma de gobierno. Un movimiento semejante había ocurrido en Irak en el año 1958 de la mano de Qassem y Aref. En Libia, si bien en un primer momento se instauró un gobierno colegiado bajo el Consejo del Comando Revolucionario, pronto Muammar Gaddafi se convirtió en el líder de facto de la nueva república, dejando al margen las tribus de Cirenaica, y empoderando a su propia tribu -Gaddafa- y a las tribus occidentales.
A partir de entonces, fue instaurado un sistema económico centralizado y planificado que amalgamaba elementos socialistas y nacionalistas. Este sistema no se mantuvo inalterado a lo largo de los casi 42 años de gobierno de Gaddafi. A modo de ejemplo, el ingreso de Libia a la "comunidad internacional", autorizado por la administración George W. Bush después de que el gobierno libio permitiera la supervisión de su territorio por los inspectores de armas de destrucción masiva en diciembre de 2003, supuso el establecimiento de algunas políticas de corte neoliberal.
La importancia estratégica de Libia radica en que alberga la mayor reserva de petróleo de África, la novena del mundo, y es un miembro de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP). Por otra parte, los acuerdos que alcanzó el gobierno de Gaddafi con países de la Unión Europea (UE) fueron fundamentales, pues constituyeron un modo de regular la migración africana al "viejo continente". Asimismo, y para comprender los fuertes intereses que tienen los Estados europeos en la solución del conflicto en Libia, se debe mencionar que el 80% del petróleo libio es exportado hacia Europa.
Aunque con las particularidades del caso, los levantamientos populares en este país norafricano deben ser colocados en el contexto de las revueltas y revoluciones por las que, a la fecha, atraviesan los países árabes. Para el 14 de febrero del año 2011, día en el que comenzaron las protestas en contra del gobierno de Gaddafi, movimientos populares en Túnez y en Egipto habían derrocado a dictadores que llevaban décadas ejerciendo el poder en sus países. Con una alta tasa de desempleo y altos niveles de educación, las protestas en Libia tuvieron un fondo similar a las de Egipto y Túnez, en particular. Los iniciadores de estas protestas fueron jóvenes, profesionales y académicos que se unieron para pedir el fin del gobierno de Gaddafi. Como la cuestión tribal cumple un rol destacado en el paisaje social libio, ésta estuvo muy presente durante el conflicto. Las tribus que habían sido derrocadas durante la revolución de 1969 vieron la oportunidad para retornar al poder. De allí que manifestantes en Benghazi, capital de Cirenaica y bastión de la oposición a Gaddafi, levantaran la bandera sanusí junto a imágenes del Rey Idris.
El gobierno libio respondió con una feroz represión y rápidamente el país se dividió entre los habitantes que apoyaban a Gaddafi, fundamentalmente en Trípoli y al sur del país, y el bastión de la oposición al gobierno, al este del territorio libio. A esto se sumaron los discursos que enunció el ex Presidente libio enunció, llamando a la "limpieza" de los desertores. Ante este panorama, la Liga Árabe (LA) reaccionó expulsando a Gaddafi del organismo. Para principios de marzo, la posibilidad del establecimiento de una zona de exclusión aérea (ZEA) que luego se realizaría a través de la resolución 1973 del CSNU, estaba en el aire. El impulso definitivo fue dado por la LA cuando su Secretario General y uno de los por entonces candidatos favoritos de Occidente para ocupar la presidencia de Egipto a partir de las próximas elecciones, AmrMoussa, pidieron la instauración de dicho dispositivo de seguridad.
La ZEA encontró otros apoyos y también disidencias. La Organización de la Conferencia Islámica (OCI) y el Consejo de Cooperación del Golfo (CCG) apoyaron la medida, mientras que China y Rusia se opusieron a ella. En Estados Unidos, entre tanto, la administración se encontraba dividida. Por un lado, la Casa Blanca y el Departamento de Estado insistían en su establecimiento y, por otro lado, el Departamento de Defensa no estaba convencido al respecto. La emisión de la resolución 1973 vino, en este sentido, a resolver estas diferencias. Una vez emitida ésta a mediados de marzo, la Secretaria de Estado de Estados Unidos, Hillary Clinton, declaró desde Túnez: "Queremos apoyar a la oposición que se levantó contra el dictador".
Este tipo de declaraciones abrirían la puerta a justificadas sospechas. Si la resolución 1973 estaba dirigida a la protección de civiles, ¿debía establecerse una sinonimia entre "civiles" y "rebeldes"? Es decir, la intervención que suponía el establecimiento de una ZEA, ¿era un movimiento defensivo o uno ofensivo? Si la misión de las tropas extranjeras era proteger a los civiles, y se establecía una homologación entre civiles y rebeldes, ¿la misión era, entonces, proteger a los rebeldes, tomar parte en el conflicto? El objetivo ambiguo de "protección de los civiles", en efecto, fue estableciendo discursivamente la necesidad de, a tal fin, cambiar el régimen.
La primera conferencia del llamado "Grupo de Contacto" en Londres -un espacio diplomático-político que funcionó para mantener integrados en la coalición a los países extra-OTAN que, con la toma de mando de los ataques por parte de la coalición noratlántica, habían perdido capacidad de acción en el conflicto-, dejó asentados tres objetivos: detener los ataques contra civiles por parte de las tropas leales al entonces presidente libio, presionar a Gaddafi, y planear el futuro de Libia; un futuro que no contemplaba la permanencia de aquel gobernante en el poder. Aún más, incluso la resolución 1970 del CSNU, anterior a la 1973, clamaba por la intervención de la Corte Penal Internacional a fin de investigar posibles crímenes contra la humanidad que pudieran haber sido cometidos por Gaddafi y sus partidarios. La derivación a este organismo internacional funcionaría incluso en el sentido de alentar al entonces presidente libio a aferrarse al poder. La pérdida del gobierno de Libia, habiendo sido lanzada una orden de captura en su contra, suponía enfrentar muy probablemente un proceso judicial.
Todo esto permite entender la desesperación de las potencias liberales al tratar con una oposición a Gaddafi sumamente dividida que, por tanto, no estaba en condiciones para organizarse para golpear a los elementos del régimen. En efecto, la composición del grupo denominado como "los rebeldes" no era en absoluto homogénea (y sigue siendo evidente en las luchas entre diversas facciones que persisten en Libia el día de hoy). La construcción de esta multiplicidad en tanto unidad encuentra su razón de ser en que de lo que se trataba era de diferenciarse de la experiencia en Irak. Si en el país mesopotámico la democracia y el cambio de régimen fueron impuestos por medio de la fuerza, en esta oportunidad -se sosteníase estaba respondiendo a un pedido expreso del pueblo libio que había demandado la intervención. El objetivo de ponerle un fin relativamente rápido a la operación, llevó a Estados Unidos (ansioso por conservar un bajo perfil en todo el conflicto) a poner a disposición de la alianza del norte sus "Drones", aviones piloteados a distancia y que son responsables de la mayoría de las muertes de civiles en los territorios de Afganistán y Pakistán. Al respecto, el entonces Secretario de Defensa de Estados Unidos, Robert Gates, justificó esta "modesta contribución" haciendo alusión a "la situación humanitaria" en Libia.
Quienes son partidarios de un internacionalismo liberal, festejaron la decisión de las potencias occidentales de intervenir en el país árabe. Si bien no faltaron críticas desde estos mismos sectores acerca de la viabilidad para cumplir los objetivos planteados a través del uso de la fuerza militar, el proceso que llevó a la intervención fue saludado con vítores. En efecto, el hecho de que se hubiera puesto a funcionar el aparato de las Naciones Unidas y se hubiera logrado una resolución del CSNU apoyando la intervención, convertía a este movimiento en uno no sólo legal, sino también legítimo.
¿Cómo puede interpretarse la diferencia existente entre el multilateralismo y el legalismo que antecedió la intervención en Libia en 2011 y el unilateralismo que acompañó la invasión de Irak de 2003? La comprensión de esta diferencia podría establecerse desde múltiples lecturas. Este artículo intenta un enfoque más bien estructural, aunque no por eso determinista. De este modo, se evitan las lecturas que hacen foco en cuestiones ideológicas y se prestar atención al marco de relaciones de fuerza que posibilitan la emergencia de uno u otro modo de ejercicio del poder. En efecto, puede aducirse que entre Republicanos y Demócratas existen marcadas diferencias ideológicas que derivan en distintas valoraciones de los organismos internacionales. Diferencias que incluso se profundizarían si se restringiera el campo del republicanismo al de los neoconservadores que gobernaron Estados Unidos entre 2001 y 2009. La existencia de diferencias ideológicas entre ambos grupos es innegable. Sin embargo, aquí se plantea que éstas constituyen diferencias superficiales, tácticas, pero que en un nivel estratégico, tanto Republicanos como Demócratas, se encuentran inmersos en un discurso liberal más amplio que supone una única forma de gobierno mundial. En este sentido, el recurso al unilateralismo o al multilateralismo estará más vinculado con determinadas relaciones de poder y, por lo tanto, con determinadas configuraciones del orden internacional.
Desde que en 1993 Bill Clinton afirmara ante la Asamblea General de Naciones Unidas que Estados Unidos "actuará multilateralmente cuando sea posible, pero unilateralmente cuando sea necesario" (citado en Chomsky, 2002: 13), ningún presidente de Estados Unidos ha descartado el recurso al unilateralismo. En el caso de George W. Bush el uso de este recurso es obvio. Sin embargo, no hay que olvidar que en el asesinato de Osama bin Laden, la administración Obama utilizó las mismas herramientas que aquéllas utilizadas por su antecesora, entre ellas, el recurso al unilatera-lismo11. Es decir que tanto esta práctica, como aquella del multilateralismo, deben ser pensadas como tácticas factibles de desplegarse dada determinada configuración de las relaciones de poder. De este modo, si en el año 2003 podía hablarse de un "momento unipolar" (Krauthammer, 1990; Krauthammer, 2003), se sostiene que la emergencia de otras potencias económicas, la profunda crisis que aún hoy afecta a Estados Unidos, la necesidad de mantener un fuerte ingente de tropas en Afganistán e Irak, entre tantas otras razones, han multipolarizado el mundo (Roy, 2008; Zakaria, 2008). En este sentido, las revoluciones en el mundo árabe son, al igual que lo fueron las revoluciones de Europa central y del este de 1989-1990, sintomáticas de un cambio tectónico en las relaciones de poder mundiales (ver Cuadro, 2011). Sin embargo, ésto no quiere decir, por el momento, que Estados Unidos haya perdido su rol de hegemón.
Es así como puede comprenderse la diferencia entre el unilateralismo de la administración Bush al invadir Irak y el multilateralismo de la actual intervención en Libia. Estados Unidos, sencillamente, no está en condiciones políticas, económicas, domésticas, ni en términos de política exterior, para embarcarse en una nueva aventura bélica por cuenta propia. Incluso desde la Casa Blanca se aludió en varios momentos a la necesidad de compartir las "responsabilidades" con respecto a la intervención en Libia y eso explica la vocación de mantener un bajo perfil en el conflicto (siendo Francia y Gran Bretaña los dos "socios" más visibles). Es por esto, también, que las diferencias entre las administraciones Bush y Obama se consideran superficiales. Como se verá más adelante, a través del análisis discursivo de ambas administraciones se encontraron interesantes puntos de contacto en torno a los dos conflictos bélicos que iniciaron. Esto permite intentar establecer líneas para analizar el modo de gobierno mundial que caracteriza a la hegemonía estadounidense.
La intervención en Libia respondía, de esta manera, a los tres puntos fundamentales del internacionalismo liberal: legalismo, multilateralismo y humanitarismo. El legalismo estaba cubierto por la entrada en vigor del Derecho Internacional y sus organismos. Considerando que la situación en Libia representaba una amenaza para la paz y la seguridad internacionales, el CSNU no sólo emitió la resolución 1973 que aprobaba la instauración de una ZEA sobre el territorio libio, sino que, como se afirmó a través de la resolución 1970, dio curso a la Corte Penal Internacional para investigar los crímenes cometidos por el gobierno libio contra su población. Por su parte, el multilateralismo se hizo presente a través de la decisión de la LA de apoyar el pedido de la instauración de una ZEA y de aquélla de los Emiratos Árabes Unidos y Qatar de apoyar materialmente la intervención, a través del apoyo de los miembros del CSNU a la resolución 1973, y por medio de la participación de la OTAN en el uso de la fuerza contra las tropas leales al ex Presidente libio. Finalmente, como establecía la resolución 1973, la intervención de las potencias respondía al objetivo de proteger a los civiles y asegurar el suministro de asistencia humanitaria12; por lo tanto se trataba de un objetivo plenamente humanitario.
Ninguna de las resoluciones de la ONU legitimó un cambio de régimen. Sin embargo,la legitimidad de ello -o más bien su aceptación- fue construida discursivamente al establecer una continuidad entre la protección de la población y la necesidad de derrocar a Muammar Gaddafi y establecer la democracia liberal en Libia. De este modo, estas dos políticas devinieron en una. De ahí que las voces repudiando los bombardeos de la OTAN contra blancos gubernamentales libios, con el claro objetivo de asesinar al entonces presidente del país norafricano (¿de qué otra manera podrían entenderse los repetidos bombardeos a su residencia?), hayan sido marginales13.De allí también que incluso se haya festejado el anunciado asesinato de Gaddafi. Con respecto a ello, es necesario afirmar que, si bien desde los análisis hegemónicos el mismo fue atribuido a los "rebeldes", no hay que olvidar que las fuerzas de la OTAN jugaron un rol necesario.
La política de cambio de régimen que llevaron a cabo las potencias en Libia, por tanto, es acreedora de marcadas diferencias con la política de cambio de régimen llevada a cabo por Estados Unidos y Gran Bretaña en Irak en 2003. En este sentido, el hecho de haber obtenido una resolución del CSNU no parece ser el más relevante. Lo fundamental es que se logró recomponer la alianza atlántica que estuvo al borde de la ruptura durante los años unilaterales de la administración George W. Bush. Aunado a ello, el multilateralismo es evidente dado que Estados Unidos ha optado por mantener un sintomático bajo perfil en relación a esta política. Si bien en un primer momento, la totalidad de las operaciones de ataque provinieron de las naves estadounidenses ancladas en el Mar Mediterráneo, una vez pasada esa primera etapa, que comprendió la destrucción de todos los sistemas de defensa anti-aéreos de Libia, Washington cedió protagonismo incitando a que la OTAN tomara su lugar. La administración Obama detectó varias razones que aconsejaban a mantenerse fuera de un rol principal en este conflicto. Entre ellas cabe mencionar: la dura crisis económica por la que atraviesa Estados Unidos que dificulta un apoyo interno al gasto monetario en asuntos de no competencia nacional, la pésima relación entre los pueblos árabes y los gobiernos estadounidenses; y las obligaciones de Washington en Irak y Afganistán (si bien en el primer caso disminuidas).
A pesar de este bajo perfil, Estados Unidos tuvo un rol protagónico en las decisiones que se tomaron tanto en la OTAN, como en las diversas reuniones del llamado "Grupo de Contacto"-encargado de sentar los parámetros para un futuro Estado libio sin Muammar Gaddafi en el poder. El hecho de que el Presidente de Francia (Nicolas Sarkozy), el Primer Ministro británico (David Cameron) y el propio Barack Obama firmaran la nota aparecida en The New York Times el 14 de abril, en la que se comprometían con una política de cambio de régimen, es prueba suficiente de que Washington estuvo fuertemente abocado a ello.
Sin pretender exhaustividad en el relato de los acontecimientos, hasta aquí se han señalado algunas diferencias entre la intervención estadounidense en Irak en 2003 y el rol jugado por la potencia norteamericana en la intervención en Libia. Se ha marcado, así, una distinción en el contexto de la configuración del orden internacional en el que éstas se han desplegado (unipolarismo y multipolarismo) que se expresó en las distintas tácticas utilizadas en uno y otro caso (unilateralismo y multilateralismo). A continuación, el texto buscará similitudes entre ambas prácticas belicistas, para lo cual recurrirá al análisis de los discursos. Allí, en el espacio discursivo, pueden encontrarse los puntos de contacto que permiten señalar una continuidad entre ambas políticas y pensar, desde una perspectiva estratégica, el modo en que la potencia liberal norteamericana ejerce el poder.
Intervención en Irak e intervención en Libia: análisis discursivo.
Habiendo dejado claro el marco en el que se mueve el artículo, ahora es posible enfocar la atención exclusivamente en el análisis discursivo. Esto se hará teniendo en cuenta principalmente: los recursos a la universalidad que en una y otra instancia se utilizaron; el rol que ocupó la democracia en uno y otro caso y cómo fue entendida; la referencia a los intereses nacionales y a aquéllos internacionales; el modo que emergió la identidad de Estados Unidos (cómo se presentó); y la relación que se estableció entre intereses y valores. Al poner en evidencia la recurrencia de estos recursos argumentativos y la emergencia de los mismos significantes llenados con los mismos significados, tanto en el caso de la intervención de Bush a Irak como la de Obama a Libia, se señalarán continuidades estratégicas entre las políticas de una y otra administración.
En primer lugar, las últimas políticas intervencionistas de Estados Unidos fueron precedidas y acompañadas por el recurso al universalismo. Éste se sostuvo, en ambas oportunidades, sobre dos pilares: un humanitarismo moral y la reivindicación de intereses que, se postulaba, no eran exclusivamente nacionales, sino internacionales. En efecto, el encuentro del humanismo y del liberalismo, caracterizado por izar la bandera de la universalidad apolítica (Schmitt, 2006), permitió, con la consolidación de este régimen gubernamental mundial, la emergencia de "intervenciones humanitarias" que se han convertido en la forma más característica de uso de la fuerza en las RRII. Por lo tanto, ambas administraciones sostuvieron sus respectivas políticas intervencionistas sobre objetivos humanitaristas. En ambos casos, los sujetos beneficiados eran las sociedades civiles tanto de Irak como de Libia y -por extrapolación- la mundial. Éstas fueron pensadas como totalidades, con lo cual se justificaba el hecho de poner en riesgo la vida de los individuos con la finalidad de mejorar la vida de la sociedad civil en su conjunto.
En el caso de la invasión a Irak con el objetivo de derrocar al entonces presidente Saddam Hussein, desde el discurso de la administración Bush, los objetivos explícitos de ésta fueron "proteger la región y proteger al pueblo de Irak y sus vecinos"14. Con excepción de las cuestiones de seguridad conocidas (las supuestas armas de destrucción masiva y los supuestos lazos del gobernante mesopotámico con redes terroristas), una vez que emergió con fuerza el discurso pro-democratizador, el principal objetivo enunciado fue la satisfacción de los deseos de libertad de la sociedad iraquí:
Al aceptar esta responsabilidad también servimos a los intereses y esperanzas del pueblo iraquí. Son un gran y dotado pueblo, con una cultura antigua y admirable, y no elegirían ser gobernados por la violencia y el terror. El pueblo de Irak es la víctima diaria de la opresión de Saddam Hussein. Serán los primeros en beneficiarse cuando las demandas del mundo sean cumplidas15.
De igual manera, como ya se mencionó, el objetivo de la instauración de una ZEA en Libia, era la protección de la población libia. Y así fue dado a entender también por la administración Obama con su política de cambio de régimen. Cuando se postuló que el objetivo explicitado por la ONU era imposible de con la permanencia de Muammar Gaddafi en territorio libio, la política de cambio de régimen se convirtió en un hecho. Los objetivos que -se sostuvo- movilizaron a la administración Obama a participar en la intervención fueron, entonces, de índole humanitaria:
La acción militar que pusimos en movimiento en conjunto con nuestros socios internacionales, fue definida por la resolución del CSNU que decía que tenemos una amenaza humanitaria y necesitamos lidiar con esa amenaza humanitaria rápido, en parte a través de una ZEA, en parte asegurando que la asistencia humanitaria pueda llegar a los lugares en los que la necesitan16.
He dicho, desde un comienzo, que nuestro objetivo, la razón por la cual intervinimos en Libia, era para proteger a la población en el terreno y para dar al pueblo libio el espacio que necesitaba para efectivizar un cambio hacia la democracia17.
En ambos casos la cuestión moral fue predominante; se hicieron a un lado los intereses nacionales que podrían haber en juego y, en cambio, se hizo alusión a intereses internacionales basados en cuestiones relativas a la ética, más que a la política. La preponderancia de un discurso sostenido sobre valores morales es propia del liberalismo, el cual desprecia la política y se presenta como un discurso apolítico. De esta manera, no se alude a los conflictos como si estuvieran constituidos por cuestiones políticas, sino por cuestiones morales; con ello se corre el riesgo de convertir las problemáticas en conflictos absolutos en los que el objetivo no es ya derrotar, sino eliminar al enemigo (Schmitt, 2006).
Con respecto a la alusión a intereses internacionales, puede traerse a colación la siguiente de las múltiples afirmaciones de Bush sobre este aspecto:
América está comprometida en expandir el ámbito de la libertad y la paz, no sólo por nuestra propia seguridad, sino en beneficio del mundo.18
En términos de Obama:
Hoy somos parte de una coalición más amplia. Estamos respondiendo a los llamados de un pueblo amenazado. Y estamos actuando en interés de Estados Unidos y del mundo19.
Por otra parte, en lo referente al predominio de conceptos morales en los discursos, es interesante resaltar la categoría de "libertad". Este es un concepto central del discurso (neo)liberal y que, en ambos discursos que se analizan, emergió con toda su fuerza. Como se afirmó anteriormente y desde una lectura saussuriana, un significante puede ser llenado con distintos significados. Según Harvey, en el neoliberalismo "la idea de libertad 'degenera (...) en una mera defensa de la libertad de empresa'" (2007: 44). Y esto es posible detectarlo tanto en el discurso, como en la práctica política de las dos administraciones que son el objeto de estudio. Asimismo, en ambas se manifiesta una homologación entre el concepto de libertad y el de democracia liberal, enfatizando la relación indivisible entre democracia y libertad de mercado. Como se explicó con anterioridad, el intervencionismo neoliberal tiene como objetivo, en términos una vez más del autor estadounidense, "crear y preservar el marco institucional apropiado para el desarrollo de [las] prácticas [neoliberales de libre mercado]" (Harvey, 2007: 6).En el caso de la invasión a Irak esto quedó en evidencia con el establecimiento de la Autoridad Provisional de la Coalición (APC) y las cien órdenes dictadas por quien estaba a su cargo, Paul Bremer. El ejemplo más palpable de la intervención para asegurar la libertad de mercado, fue la orden n°39 de septiembre de 2003, a través de la cual se buscó la apertura total de la economía iraquí.
En el plano discursivo, el significante libertad se irguió durante la administración Bush con toda su fuerza:
Cuando Estados Unidos actúa en el extranjero y en casa, lo hacemos basados en valores -particularmente el valor en el que creemos más profundamente: todos deben ser libres (...) La libertad no es el regalo de América al mundo. Lo que creo firmemente, y lo que más valoro, es que la libertad es un regalo de Dios a la humanidad20.
A su vez, la libertad fue homologda con la democracia que, por su parte, contenía como institución esencial la libertad de mercado, entendida en la Estrategia de Seguridad Nacional del año 2002 como "un principio moral, aún antes de que se transformara en un pilar de la economía". Esta homologación se estableció mediante el establecimiento de una sinonimia entre un Irak libre y un Irak democrático. Esto fue posible a través de la aparición frecuente y simultánea de los significantes libertad y democracia en un mismo contexto enunciativo. Para graficarlo con un único enunciado
El éxito de la democracia iraquí enviará las noticias, desde Damasco hasta Teherán, de que la libertad puede ser el futuro de cada nación21.
En el caso de la intervención en Libia por la administración Obama, el concepto de libertad también tomó un lugar preeminente:
Mi enfoque a lo largo de las convulsiones que han barrido a Medio Oriente es, número uno, nada de violencia contra los ciudadanos; número dos, estamos a favor de la libertad y la democracia22.
A su vez, los conceptos de libertad y democracia fueron homologados:
La libertad está en el aire. Y la democracia está emergiendo en países que por generaciones no conocieron otra cosa que el gobierno autoritario23.
Finalmente, la instauración de la democracia suponía el establecimiento de reformas en el ámbito económico; reformas que, siguiendo la tesis neoliberal, implicaban fundamental y centralmente la introducción de la libertad de mercado. Lo cual fue reiterado una y otra vez por Hillary Clinton en sus últimos viajes a la región:
No es sólo la reforma política lo que es importante aquí -y quiero enfatizar fuertemente este punto- lo es también el cambio y la reforma económica, y estamos muy, muy enfocados en ello. Esto clave para el éxito de estas transiciones a gobiernos representativos y receptivos24.
Para concluir, otro punto de contacto entre los discursos de la administración Bush, que acompañaron al cambio de régimen en Irak y aquellos de la administración Obama, que hicieron lo propio con el cambio de régimen en Libia, es la relación peculiar que se estableció entre valores e intereses, al momento de poner en palabras la política que se buscaba llevar a la práctica. En los dos casos se hizo alusión a la conjunción entre ambos elementos. La ex Consejera de Seguridad Nacional, Condoleezza Rice, conocedora de los disputas académicas en el ámbito de las RRII entre las posiciones que postulan la necesidad de privilegiar los valores en el marco de la política internacional y aquellas que hacen lo propio con los intereses, llamó "realismo único americano" (Rice, 2008) a esta política conciliadora que encontraba una armonía entre valores e intereses internacionales.
Durante la invasión a Irak, la administración Bush se esmeró por demostrar que la política de la imposición de la democracia en el país árabe no respondía a concepciones idealistas, sino más bien realistas. Se sostenía que la instauración de este modelo sociopolítico en el país mesopotámico respondía al mismo tiempo a los valores históricos estadounidenses (la libertad), y a los intereses de seguridad de Washington; pues, Teoría de la Paz Democrática mediante, la lectura que se hacía de los atentados del 11 de septiembre de 2001 es que éstos habían tenido lugar debido a la falta de "libertad" (léase democracia) en la región. De esta manera, el terrorismo era entendido como producto de las políticas de Estados Unidos que habían privilegiado históricamente la estabilidad en Medio Oriente por sobre la libertad y la democracia. Los atentados del 11-S eran la prueba irrefutable del fracaso de las mismas.
Rechazamos como falsa la elección entre nuestros intereses y nuestros ideales; entre estabilidad y democracia. Pues nuestro idealismo está enraizado en las realidades de la historia: que la represión ofrece sólo la falsa promesa de la estabilidad, que las sociedades son más exitosas cuando sus ciudadanos son libres, y que las democracias son los aliados más cercanos que tenemos. Es esa verdad la que guía nuestra acción en Libia25.
Las palabras anteriores bien podrían haber pertenecido a los miembros de la Casa Blanca de Bush, pero fueron, en cambio, enunciadas por el actual presidente, Barack Obama.
En esta conjunción de valores estadounidenses universalizados e intereses de la potencia norteamericana, ambas administraciones vieron la posibilidad de mejorar el mundo. En pocas palabras, lo que sostuvieron fue que el cambio de régimen y la consiguiente instauración del modelo socio-político particular estadounidense en otras regiones del globo, es decir, su universalización, tendría como consecuencia necesaria el mejoramiento de la vida en el mismo.
En términos de Bush:
El mundo está mejor sin Saddam Hussein en el poder26.
Este país cree que la libertad es el deseo de cada corazón humano. Y uno de los grandes beneficios de nuestra acción en Irak es que no sólo va a hacer a América más segura, sino que va a hacer al pueblo iraquí más libre (...) Creo que el uso apropiado del poder por América hará el mundo más pacífico, a América más segura y a la gente más libre27.
Y en términos de Obama:
No hay dudas de que Libia -y el mundo- estarán mejor sin Gaddafi en el poder28.
Por generaciones hemos hecho el trabajo de proteger a nuestra gente así como a millones alrededor del globo. Hemos hecho eso porque sabemos que nuestro futuro es más seguro, más brillante, si una mayor parte de la humanidad puede vivir con la brillante luz de la libertad y la dignidad29.
Esta coincidencia encuentra su razón de ser en la concepción del "excepcionalismo americano" que es compartida por casi la totalidad del arco político estadounidense. Con la intención de colocar a Estados Unidos en el campo de la historia, puede ser entendido como un ferviente nacionalismo. Ya sea que el excepcionalismo sea leído en términos de que Estados Unidos constituye un ejemplo a seguir por los demás países, o de que se le otorga a la potencia del norte el derecho o la obligación de imponer valores particulares sobre otros pueblos, ambos significados echan luz sobre el sentido de superioridad que permea a la sociedad estadounidense. Tanto Bush como Obama dieron cuenta explícita de esta característica de la potencia norteamericana:
Nunca ha estado más claro que el futuro de la libertad y de la paz dependen de las acciones de América. Esta nación es la casa de la libertad, y la defensora de la libertad. Damos la bienvenida a esta carga histórica y la conservamos30.
Por generaciones los Estados Unidos de América han jugado un rol único como ancla de la seguridad global y como defensor de la libertad humana. Conscientes de los riesgos y costos de la acción militar, somos naturalmente renuentes a usar la fuerza para resolver los muchos desafíos del mundo. Pero cuando nuestros intereses y valores están en juego, tenemos una responsabilidad para actuar31.
Conclusión
El presente trabajo fue un ejercicio que apuntó no sólo a poner de relieve la política histórica de las potencias mundiales sobre la región de Medio Oriente, sino también a traer a la discusión nuevas miradas sobre las RRII. Esta es la razón por la que se han utilizado el análisis del discurso y las lecturas foucaultianas. Uno de los objetivos, en este sentido, fue dar cuenta de la utilidad de estas herramientas para el análisis tanto de la política exterior, como de la política internacional.
Asimismo, el actual momento internacional, que puede implicar una transición del paradigma neoliberal hacia un nuevo marco de relaciones de poder mundiales, es un momento que exige profunda creatividad y mucha atención en el análisis, pues se corre el riesgo de estar acreditando discursos que perpetúan las desigualdades. Es por esto que se buscó hacer hincapié en las relaciones de poder; preguntarse, en última instancia, cómo se ejerce el poder en un mundo configurado en torno al significante "libertad", que, como se dijo, es un recipiente vacío. Y es así que el texto ha reparado en el recurso al universalismo para justificar intervenciones que tienen como objetivo explícito la salud de las poblaciones. No se quiso leer aquí el ocultamiento de información o mentiras escondidas, puesto que los objetivos intervencionistas de las potencias liberales son más amplios que el control del petróleo -aunque éste es un objetivo que no puede pasarse por alto-. Es por esto que se trajo a cuento el neoliberalismo como tecnología de gobierno que contempla el intervencionismo social a fin de crear las condiciones para el desarrollo "normal" de los mercados. Se trata, en última instancia, de dar cuenta de los mecanismos de ejercicio del poder que permiten detectar la existencia de una estructura discursiva como fondo de las políticas intervencionistas de Estados Unidos, sean éstas llevadas a cabo por un gobierno demócrata o por uno republicano.
En la última década, las llamadas intervenciones humanitarias se han convertido en un lugar común sobre todo en la última década. Razón por la cual, ante la compleja situación actual en Siria, ésta ha sido alentada (y continúa siéndolo) tanto por las potencias noroccidentales, como por las monarquías del Golfo Árabe/Pérsico, interesadas en la caída de Bashar al-Assad con el fin de aislar a Irán. Libia está sumida al día de hoy en una guerra civil que ha costado la vida a miles de personas. La intervención por parte de la OTAN no ha hecho más que avivar el conflicto. Una acción semejante en Siria tendría como agravante la posibilidad de la intervención iraní y el casi seguro ensanchamiento del conflicto hacia todos los puntos cardinales; los costos serían incalculables. El discurso es performativo, tiene efectos en la "realidad", es constitutivo de ésta. Es por eso que cada palabra debe ser precedida por una reflexión crítica que tenga en cuenta sus posibles consecuencias.
Referencias
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1 El texto completo de la resolución se encuentra disponible en: http://www.un.org/es/comun/docs/?symbol=s/res/1973%20 (2011).
2 La Carta sufrió dos revisiones: una en el año 1951 y otra en el año 1963. En el primer caso, se expresó una ampliación del territorio cubierto para incorporar a Turquía. El segundo supuso una reducción de su cobertura, debido a la independencia de Argelia que dejó de ser considerado parte del territorio francés.
3 El artículo 5° del Tratado establece como objetivo de la Organización la defensa colectiva ante ataques externos. Por su parte, en su Preámbulo se establece que los Estados-miembro "(e)stán determinados a salvaguardar la libertad, la herencia común y la civilización de sus pueblos (...) Buscan promover la estabilidad y el bienestar en el área del Atlántico Norte" (las cursivas son nuestras).
4 Es el artículo 6 del Tratado el que fija la zona de acción. El Tratado, con las aclaraciones pertinentes aquí citadas, puede consultarse en línea en http://www.nato.int/cps/en/natolive/official_texts_17120.htm.
5 Dicho giro había tenido lugar con anterioridad en otras disciplinas de las Ciencias Sociales. En las RRII se dio a fines de la década de los 80's del siglo pasado, al compás del desmembramiento de la URSS y el fin de la Guerra Fría.
6 Este no es el lugar para emprender la rica y compleja tarea de realizar una detallada diferenciación de ambas. A tal fin, se remite al lector a Débrix, 2003a.
7 Para ver trabajos de aplicación de la perspectiva post-estructuralista en análisis del discurso y política exterior, véanse los excelentes trabajos de Campbell, 1998 y Doty, 1996. Con respecto a análisis del discurso y seguridad, véanse autores de la llamada Escuela de Copenhague como Barry Buzan y Lene Hansen. Como trabajo de consulta teórica acerca del lenguaje y las RRII en general, véase el volumen compilado por François Débrix (2003b).
8 No puede hacerse aquí una exposición detallada del riquísimo y complejo pensamiento del autor francés. Se remite al lector a la bibliografía citada.
9 Al respecto véase Harvey, 2007a y Harvey, 2007b.
10 Lamentablemente, por cuestiones de espacio no es posible extenderse sobre este último punto que se considera de fundamental importancia para el análisis de la política internacional contemporánea.
11 En efecto, para llevar a cabo el asesinato del líder de Al-Qaeda, la administración Obama violó la soberanía territorial de un país (Pakistán), utilizó la tortura como medio de obtención de información, fue acompañada por la ONU ante la política consumada, y caracterizó al enemigo que se enfrentaba como un enemigo no-político (de ahí que pudiera asesinárselo y desaparecerlo).
12 La legitimidad de las "intervenciones humanitarias" de protección y mejoramiento de la vida de la población, propias del gobierno liberal como se vio en el apartado teórico, está construida a través de una serie de conceptos tales como el de "seguridad humana", e instituciones tales como la de "Responsabilidad de proteger". No es posible aquí detenernos sobre la cuestión.
13 La marginalidad de las voces disidentes también debe entenderse en el marco de la gestión y distribución del ejercicio de la llamada libertad de expresión que genera fuertes oligopolios en lo que respecta a la información acerca de los acontecimientos internacionales.
14 CASA BLANCA (2001), Condoleezza Rice, "National Security Advisor Interview with Al Jazeera TV", 16/10/2001. (En línea) disponible en www.whitehouse.gov, consultado en febrero 2009. La traducción es nuestra. (Original: "we believe that our policies toward Iraq simply are to protect the region and to protect Iraq's people and neighbors")
15 CASA BLANCA (2002), "President, HouseLeadershipAgreeon Iraq Resolution", 02/10/2002. (En línea) disponible en www.whitehouse.gov, consultado en febrero 2009. La traducción es nuestra. (Original: "In accepting this responsibility, we also serve the interests and the hopes of the Iraqi people. They are a great and gifted people, with an ancient and admirable culture, and they would not choose to be ruled by violence and terror. The people of Iraq are the daily victims of Saddam Hussein's oppression. They will be the first to benefit when the world's demands are met")
16 CASA BLANCA (2011), "Remarks by President Obama and President Funes of El Salvador in Joint Press Conference", 22/03/2011. (En línea), disponible en www.whitehouse.gov, consultado en mayo 2011. La traducción es nuestra. (Original: "The military action that we moved forward on, in conjunction with our international partners, was defined by the U.N. Security Council resolution that said we have a humanitarian threat and we need to deal with that humanitarian threat quickly, in part through a no-fly zone, in part by ensuring that humanitarian assistance can get into places that need it")
17 CASA BLANCA (2011), "Remarks by President Obama and Prime Minister Cameron of the United Kingdom in Joint Press Conference in London, United Kingdom", 25/05/2011. (En línea), disponible en www.whitehouse.gov, consultado en mayo 2011. La traducción es nuestra. (Original: "I have said from the outset that our goal, the reason that we intervened in Libya, was to protect the people on the ground and to give the Libyan people the space that they needed in order to bring about a change towards democracy")
18 CASA BLANCA (2003), "Remarks by the President at Bush-Cheney 2004 Reception", 09/09/2003. (En línea), disponible en www.whitehouse.gov, consultado en febrero 2009. La traducción es nuestra. (Original: "America is committed to expanding the realm of freedom and peace for our own security and for the benefit of the world")
19 CASA BLANCA (2011), "Remarks by the President on Libya" 19/03/2011. (En línea), disponible en www.whitehouse.gov, consultado en mayo 2011. La traducción es nuestra. (Original: "Today we are part of a broad coalition. We are answering the calls of a threatened people. And we are acting in the interests of the United States and the world.")
20 CASA BLANCA (2003), "President Says "It is a Moment of Truth" for UN", 09/02/2003. (En línea), disponible en www.whitehouse.gov, consultado en febrero 2009. La traducción es nuestra. (Original: "when the United States acts abroad and home, we do so based upon values -- particularly the value that we hold dear to our hearts, and that is, everybody ought to be free (...) Liberty is not America's gift to the world. What we believe strongly, and what we hold dear, is liberty is God's gift to mankind".
21 CASA BLANCA (2004), "Mensaje radial del Presidente", 01/05/2004. (En línea), disponible en www.whitehouse.gov, consultado en febrero 2009. La traducción es nuestra. (Original: "The success of Iraqi democracy would send forth the news, from Damascus to Tehran, that freedom can be the future of every nation")
22 CASA BLANCA (2011), "Remarks by President Obama and President Calderón of Mexico at Joint Press Conference",03/03/2011. (En línea), disponible en www.whitehouse.gov, consultado en mayo 2011. La traducción es nuestra. (Original: "My approach throughout the convulsions that have swept through the Middle East is, number one, no violence against citizens; number two, that we stand for freedom and democracy")
23 CASA BLANCA (2011), "Remarks by Vice President Joe Biden in Chisinau, Moldova", 11/03/2011. (En línea), disponible en www.whitehouse.gov, consultado en mayo 2011. La traducción es nuestra. (Original: "Freedom is in the air. And democracy is emerging in countries that for generations have known nothing but authoritarian rule")
24 CASA BLANCA (2011), "Briefing by National Security Advisor Tom Donilon and Deputy National Security Advisor Ben Rhodes on Libya and the Middle East", 10/03/2011. (En línea), disponible en www.whitehouse.gov, consultado en mayo 2011. La traducción es nuestra. (Original: "it's not only political reform that's important here -- and I want to make this point very strongly -- it's also the economic change and economic reform, and we are very, very focused on this. It is key to the success of these transitions to representative and responsive government")
25 CASA BLANCA (2011), "Remarks by the President to Parliament in London, United Kingdom" 25/05/2011. (En línea), disponible en www.whitehouse.gov, consultado en mayo 2011. La traducción es nuestra. (Original: "we reject as false the choice between our interests and our ideals; between stability and democracy. For our idealism is rooted in the realities of history that repression offers only the false promise of stability, that societies are more successful when their citizens are free, and that democracies are the closest allies we have. It is that truth that guides our action in Libya. "
26 CASA BLANCA (2007), "President Bush Addresses the American Legislative Exchange Council, Discusses Budget, Education and War on Terror", 26/07/2007. (En línea), disponible en www.whitehouse.gov, consultado en febrero 2009. La traducción es nuestra. (Original: "the world is better off without Saddam Hussein in power")
27 CASA BLANCA (2003), "President's Interview with South African Broadcasting", 07/07/2003. (En línea), disponible en www.whitehouse.gov, consultado en febrero 2009. La traducción es nuestra. (Original: "this country believes that freedom is the desire of every human heart. And one of the great benefits of our action in Iraq is not only going to make America more secure, but it's going to make the Iraqi people more free (...) And I believe the use of -- proper use of power by America will make the world more peaceful, America more secure and, as importantly, people more free.")
28 CASA BLANCA (2011), "Remarks by the President in Address to the Nation on Libya", 28/03/2011. (En línea), disponible en www.whitehouse.gov, consultado en mayo 2011. La traducción es nuestra. (Original: ", there is no question that Libya and the world would be better off with Qaddafi out of power")
29 Ib. (Original: "for generations, we have done the hard work of protecting our own people, as well as millions around the globe. We have done so because we know that our own future is safer, our own future is brighter, if more of mankind can live with the bright light of freedom and dignity")
30 CASA BLANCA (2003), "Remarks by the President at Bush-Cheney 2004 Reception", 20/06/2003. (En línea), disponible en www.whitehouse.gov, consultado en febrero 2009. La traducción es nuestra. (Original: "It has never been more clear that the future of freedom and peace depend on the actions of America. This nation is freedom's home, and freedom's defender. We welcome this charge of history, and we are keeping it."
31 CASA BLANCA (2011), "Remarks by the President in Address to the Nation on Libya", 28/03/2011. (En línea), disponible en www.whitehouse.gov, consultado en mayo 2011. La traducción es nuestra. (Original: "For generations, the United States of America has played a unique role as an anchor of global security and as an advocate for human freedom. Mindful of the risks and costs of military action, we are naturally reluctant to use force to solve the world's many challenges. But when our interests and values are at stake, we have a responsibility to act")
Información sobre la autora
Mariela Cuadro. Es Magíster en Relaciones Internacionales y doctoranda en Relaciones Internacionales por la Universidad Nacional de La Plata. Actualmente es coordinadora e investigadora del Departamento de Medio Oriente en el Instituto de Relaciones Internacionales de la misma universidad. Asimismo, es investigadora en el Centro de Reflexión en Política Internacional (CERPI).