Introducción
Plantar un árbol es una inversión a largo plazo que produce beneficios ecológicos en forma de servicios ambientales. Su sombra provee espacios para mitigar el calor, para el descanso y el esparcimiento social, contribuye a amortiguar el polvo, el ruido, los vientos fuertes y mejora el paisaje urbano. La demanda de estos servicios ambientales que generan las áreas verdes, en particular los árboles, son más valiosos en las ciudades de climas áridos, pero compiten por el agua potable para el consumo humano y otros usos. Esto se puede resolver plantando especies nativas o de bajos requerimientos hídricos para reforestar las ciudades. Y, aunque esta solución parece muy simple, no se implementa.
Existe la tendencia de llenar espacios verdes con especies exóticas o introducidas,1 que se conoce como modelo de paisajismo trasladado (Anderson 1952; Walker et al. 2009), es decir, enverdecer y crear jardines típicos de zonas templadas y tropicales. Según la estimación de diversos estudios, entre 60 y 70 por ciento de las especies de flora que se encuentran en las áreas verdes de las ciudades son introducidas (Vila-Ruiz et al. 2014; Moro et al. 2014; Kowarik 2008). Y el problema con éstas radica en que no se adapten al clima caluroso y seco del desierto. En cambio, con las plantas nativas esto ocurre en forma natural, gracias a sus mecanismos de supervivencia que les ha permitido existir y reproducirse. En teoría, con éstas se podría crear un ecosistema urbano en armonía con el entorno y sostenible, con requerimientos mínimos de agua y poco mantenimiento. Y hay más de estas especies, provenientes de otras zonas áridas alrededor del mundo, que ofrecen diversidad y más opciones de paisajismo. Ya existe la filosofía y el sistema de paisajismo urbano cuyo objetivo es reducir al máximo el uso de agua y mantenimiento, y se le conoce como xeriscape,2 un anglicismo compuesto del griego xeros, que quiere decir seco, y del inglés landscape, que significa paisaje.
En este artículo se analiza el caso de Hermosillo, ciudad localizada en el noroeste de México, dentro del Desierto de Sonora, que ha padecido problemas serios en el abasto de agua durante las últimas dos décadas. Esto, aunado a que los veranos son calurosos con sensaciones térmicas que alcanzan los 50°C., y donde la falta de precipitaciones la mayor parte del año y el tránsito vehicular en calles sin pavimentar hacen que la suspensión de partículas en el aire (polvos) sea un problema común Secretaría de Desarrollo Urbano y Ecología, (SEDUE 1992). Esta combinación de factores resalta la importancia de contar con los servicios ambientales que proveen los ecosistemas urbanos. Pero, la escasez de agua es el principal factor que limita el mantenimiento de áreas verdes.
La temporalidad de este artículo abarca de 1992 a 2014, y se analiza un aspecto importante de la dasonomía urbana:3 la selección de especies arbóreas en Hermosillo, para lo cual se describe el patrón actual de reforestación de la ciudad, que se obtuvo a través del muestreo por observación directa de las banquetas y jardines domésticos frontales de las áreas residenciales4 (habitacionales). Responde a la necesidad de conocer la composición florística del arbolado urbano, para determinar en qué medida la escasez de agua en los últimos 20 años ha logrado promover la adopción de especies que demandan poca agua.
Contexto geográfico
Hermosillo se localiza en los 29°05' de latitud Norte y el meridiano 110°57' de longitud Oeste, a una altitud de 282 msnm; es la capital del estado de Sonora, se ubica al noroeste de México, colinda al Norte con el estado de Arizona, Estados Unidos, y al Este con el golfo de California. Se encuentra dentro del Desierto de Sonora (Shreve y Wiggins 1964) (véase Figura 1). El clima es árido, clasificado por Köeppen como BW (muy seco desértico), con evaporación potencial de 2 400 a 2 600 mm anuales y una precipitación entre los 250 y 350 mm al año (Vega-Granillo et al. 2011, 62-63).
Fuente: elaboración propia, con datos de Instituto Nacional de Estadística y Geografía, INEGI (1992); Shreve y Wiggins (1964).
La escasez de agua es característica del clima de Hermosillo, y no es algo que sorprenda, debido a las altas temperaturas y las bajas precipitaciones. Un estudio realizado por la Comisión Nacional del Agua (CONAGUA 2010) identificó una sequía hidrológica prolongada, de 1996 a 2009, situación de la que se derivan muchos de los problemas actuales de falta de agua en la ciudad.
Agua, un recurso escaso en Hermosillo
Hermosillo, al igual que muchas ciudades que se localizan en zonas áridas, enfrenta problemas en el abasto de agua para el consumo humano. Al inicio de la década de 1950, cuando su población era de 43 500 habitantes,5 la construcción de la presa Abelardo L. Rodríguez permitió incrementar la disponibilidad de agua y satisfacer sus necesidades, pero en medio siglo la ciudad creció (Pineda 2007). En esa época el agua no fue una restricción para las actividades de la ciudad, el servicio era regular, no había necesidad de contar con instalaciones intradomiciliarias para almacenarla, y sus calles y avenidas tenían áreas verdes amplias con pasto y grandes árboles de especies exóticas, como los "yucatecos" (Ficus nitida) y las ceibas (Ceiba pentandra). A mediados de los años noventa, la disponibilidad de agua disminuyó debido, principalmente, a los bajos escurrimientos en la cuenca del río Sonora, lo cual provocó un almacenamiento menor en los embalses que abastecen a Hermosillo.
A partir de esos años, diversos actores gubernamentales, relacionados con el desarrollo urbano de Hermosillo, comenzaron a percibir una escasez cada vez mayor de agua que incidía en el crecimiento de la ciudad, y la necesidad de contar con fuentes nuevas de suministro (Pineda 2007). Desde entonces, el abasto de agua no ha dejado de ser noticia y motivo de intensos debates orientados a buscar la mejor solución para resolver el problema. Las presas Abelardo L. Rodríguez y Rodolfo Félix Valdez ("El Molinito"), que idealmente deberían de proveer 100 Hm3, han estado muy por debajo de su capacidad, en la Figura 2 se muestra el almacenamiento de estos embalses,6 en comparación con la demanda de agua de la ciudad.7
Las propuestas por el gobierno para resolver el problema del agua en Hermosillo se han orientado a atender el abasto u oferta. Ante la falta de aguas superficiales, la demanda se empezó a cubrir con la extracción de las subterráneas, y actualmente a través del trasvase desde la cuenca vecina del río Yaqui por el acueducto Independencia. Para un desglose cronológico de las acciones (obras), implementadas por el gobierno, se recomienda consultar a Díaz-Caravantes y Wilder (2014).
Para los hermosillenses, la falta de fuentes de agua segura se ha hecho más tangible con los "tandeos", que consisten en racionar el agua, para lo que se divide el tiempo de suministro por áreas geográficas. Por ejemplo, en 1996 se anunció el racionamiento a los hogares, y se volvió a implementar en forma más drástica en el verano de 1998, que contemplaba una primera fase de seis horas de suspensión del servicio y, en caso de continuar el abatimiento de los pozos, una segunda fase que lo extendería ocho horas durante la noche (Pineda 2007). En marzo de 2005, el Ayuntamiento de Hermosillo anunció que el abasto de agua sería de ocho horas al día durante los siguientes ocho meses (García-Bernal 2005). La amenaza de "tandeos" más reciente se vivió cuando el ayuntamiento declaró que de cerrarse el acueducto Independencia, la ciudad se dividiría en ocho secciones a las que se les proporcionaría el servicio por tres horas (Meza 2014).
Las obras hidráulicas encaminadas a llevar agua a la ciudad han tenido un costo social y político (Moreno Vázquez 2014; Díaz-Caravantes y Wilder 2014). No todos los especialistas han estado de acuerdo, sobre todo quienes apuntan a que debe de mejorarse la administración del agua y su uso racional. Por ejemplo, la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda que el consumo diario de agua por persona sea de entre 50 y 100 litros, pero en Hermosillo es tres veces mayor. Entre las razones que se arguyen para explicar el altísimo consumo están las tomas clandestinas, las fugas y los subsidios al precio, que no reflejan el verdadero costo en el bolsillo del consumidor (Alvarado 2014).
Con base en lo anterior, la sequía como tal es más un constructo social (Kallis 2008); una dimensión que éste soslaya es el uso de agua potable para regar las áreas verdes de la ciudad, cuando se trata de árboles y arbustos tropicales o que provienen de climas templados, que para sobrevivir en el calor del desierto requieren una evapotraspiración intensa de agua. Este tipo de paisajısmo sólo contribuye a la formación del concepto social de sequía. Como ya se mencionó, el xeriscape favorece la utilización de especies adaptadas a cada clima.
Pero, ¿qué tan relevante pudiera ser el xeriscape para reducir el consumo doméstico de agua? Existen pocos estudios empíricos que miden el efecto de adoptar esta práctica, un ejemplo es el caso de Las Vegas, Nevada, enclavada en el Desierto del Mojave, característica que comparte con Hermosillo, ya que también se encuentra dentro de una vasta área desértica. Es una ciudad de crecimiento rápido debido a la generación de empleos, su clima estable y los bajos impuestos, pero con un futuro incierto por la falta de agua. Contrario a lo que muchos podrían pensar, sus grandes hoteles y casinos sólo consumen 7 por ciento del agua, y destinan 30 para mantener áreas externas de recreo como acuarios, canales, fuentes y jardines (Roberts 2005). La causa del gran consumo de agua era que, por mucho tiempo, los inmigrantes traían sus modelos de paisajes urbanos, propios de la costa este de Estados Unidos, y plantaban especies exóticas con vegetación exuberante y grandes extensiones de pasto verde (The New York Times 2007). En un estudio de Sovocool et al. (2006) se comparó el gasto de agua de antes y el de después de la adopción del xeriscape, y se encontró que entre 60 y 90 por ciento del consumo doméstico se usaba para regar el pasto de los jardines.
Una política de desarrollo urbano sostenible debe de tomar en cuenta que en las ciudades desérticas el agua es un factor limitante. Alanís-Flores (2005), al estudiar el arbolado urbano en el área metropolitana de Monterrey, consideró que plantar ficus a gran escala era una política equivocada, que está vigente desde mediados de los años noventa. Esto se debe a que su costo es bajo y tienen un follaje denso y lustroso, lo que los hace muy atractivos; no obstante, es una especie introducida que demanda mucha agua y ha ocasionado problemas de interferencia con el drenaje sanitario y levantamiento de banquetas, entre otros. Más adelante se verá que también abunda en el arbolado de Hermosillo, y se conoce como benjamina.
Configuración del ecosistema urbano
La importancia de los ecosistemas urbanos se vuelve un tema de mucha relevancia, ya que más de la mitad de la población mundial es citadina (Gómez-Baggethun et al. 2013), en México ésta ha crecido de forma significativa; en 1950 poco menos de 43 por ciento vivía en localidades urbanas, en 1990 era 71 y para 2010 aumentó a casi 78 (INEGI 2014).
A las ciudades se les puede considerar centros geográficos donde se ejercen fuertes presiones ambientales, y para mitigarlas dependen de los ecosistemas naturales que las rodean. Sin embargo, hoy en día se está poniendo especial interés en los que se encuentran dentro de las urbes y que forman parte de ellas. Los ecosistemas urbanos se definen como los espacios verdes y azules (cuerpos de agua, lagos y humedales) dentro de una ciudad (Bolund y Hunhammar 1999). Estos dos autores especifican siete tipos: el arbolado en banquetas y camellones, los parques y jardines, bosques urbanos, áreas de cultivo, humedales, cuerpos de agua, ríos y arroyos. Es importante dejar claro que el ecosistema urbano es un espacio creado por el hombre, a diferencia del natural.
Para explicar cómo se crean y emergen los ecosistemas urbanos se utilizó la clasificación de Walker et al. (2009, 465), que divide los efectos en dos clases: de "arriba-abajo" y de "abajo-arriba". Los primeros influyen mucho al momento de la creación del ecosistema urbano. Ya que en el proceso de urbanización el primer paso es la remoción de la vegetación nativa. En México esto se conoce como cambio de uso de suelo en terreno forestal (CUSTF), definido en la Ley de Desarrollo Forestal Sustentable, publicada en el Diario Oficial de la Federación (DOF 2003) como: "la remoción total o parcial de la vegetación de los terrenos forestales para destinarlos a actividades no forestales". Una vez emitida la autorización del CUSTF, por la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT), puede contener condicionantes que especifiquen el rescate de individuos de flora y su relocalización dentro de las áreas verdes del espacio construido, esto también ofrece la posibilidad de que los requerimientos de áreas verdes impuestos por el municipio (por lo general de entre 2 y 3 por ciento de la superficie)8 sean reductos de la vegetación original. Una vez que la infraestructura urbana está construida, el urbanizador selecciona las comunidades vegetales, que adquieren en los viveros comerciales locales que, por lo general ofrecen especies exuberantes, exóticas, atractivas a la vista, que se venden rápido y que en la gran mayoría de los casos son importadas del sur de México.
Para continuar con la tipología propuesta por Walker et al. (2009), las decisiones de "abajo-arriba" son la parte dinámica que crea el paisaje, que se modifica por el efecto agregado de las decisiones individuales de los habitantes sobre qué plantar en sus jardines frontales, traspatios y la sección de la banqueta que les corresponde. No obstante que la banqueta es zona pública y es responsabilidad del ayuntamiento (El Imparcial 2014c), los dueños de las viviendas escogen los árboles que van a plantar en ellas. La finalidad de la preservación y la construcción de ecosistemas urbanos es generar los servicios ambientales que las personas, consciente o inconscientemente, demandan.
Servicios ambientales
Bolund y Hunhammar (1999) definen los servicios ambientales como la utilidad (beneficio) que los seres humanos obtienen, directa o indirectamente, de los ecosistemas urbanos, y por ello son importantes. Estos servicios no son gratuitos, implican un costo y también: a) ocupan espacio físico; b) requieren construcción y establecimiento y c) necesitan mantenimiento (agua, vigilancia y limpieza). Estos costos indican que no existirá una oferta infinita de servicios ambientales, lo que es fácil observar en los parques abandonados y desprovistos de vegetación (Clemente-Marroquín 2007).
En las ciudades desérticas, la sombra es un elemento importante en el diseño de las áreas verdes (Zube y Kennedy 1990), el microclima (sombra) que crean los árboles en las calles es un servicio ambiental muy demandado en los calurosos veranos de Hermosillo. La sombra que le proporcionan a las casas contribuye en la reducción de los costos de energía eléctrica, derivados del uso del aire acondicionado (Akbari 2002; Gómez-Muñoz et al. 2010). El polvo es otro de los grandes problemas, para lo que la vegetación es un amortiguador importante. La captación de agua y reducción de escurrimientos mitigarían el efecto de las tormentas frecuentes, muy intensas y de corta duración. Por otra parte, muchos hogares privilegian el uso de árboles frutales. En la Figura 4 se incluye una lista de los servicios ambientales que proveen los ecosistemas urbanos.
Sin duda sería posible aumentar la oferta de servicios ambientales si se promovieran patrones de reforestación sostenibles, que estuvieran en armonía con el medio natural. Sin embargo, la realidad es que usan especies exóticas cuyo mantenimiento es más costoso. Si existen las políticas de reforestación, no han favorecido el surgimiento de un paisaje con más árboles y más sostenible a la vez.
Antecedentes
Reforestación en Hermosillo
Hay pocos estudios que describen el patrón de reforestación en Hermosillo. En 1992, Del Castillo-Alarcón muestreó el espacio entre la banqueta y la calle de 100 manzanas de la ciudad,9 y encontró 40 tipos de árboles alrededor de ellas y enfrente de las casas eran 17 los más frecuentes (86.3 por ciento del total de la vegetación arbórea). Las especies con distribución más homogénea fueron el yucateco y el árbol del fuego (Delonix regia), que representaron 36.96 por ciento del total.
Del Castillo-Alarcón (1992) estimó la superficie de la mancha urbana en 5 160 hectáreas, con 5.5 por ciento de cobertura vegetal. Concluyó que las áreas verdes eran insuficientes y calculó, de forma conservadora, que el déficit era de 3.67 m2 por habitante, y que era más evidente en la periferia y en las colonias nuevas. Además, su estudio reveló que dominaban las especies exóticas. No se encontraron otros trabajos que describieran la composición florística del arbolado en banquetas y los jardines frontales.
Política de reforestación en Hermosillo, 1994-2014
No existe una regulación específica sobre el tema de reforestación en Hermosillo, sólo una política pública genérica que, como sugiere Harnik (2010), para la planificación de sistemas verdes urbanos, la presión política está más orientada en alcanzar estándares internacionales, como los 9 m2 por habitante a no más de 15 minutos a pie (como variable de distribución espacial), sugeridos por la OMS. No hay tipología y clasificación precisa de las áreas verdes urbanas que permitan diferenciar las políticas de reforestación. Las zonas verdes dentro de las ciudades son un concepto difuso que involucra diversos espacios urbanos, por ejemplo, parques, jardines, cementerios y rotondas. Asimismo, existen varias consideraciones importantes para tomar en cuenta: espacios públicos (accesibilidad) o privados, proximidad (tiempo de traslado) y la relación entre espacio construido/cobertura vegetal necesaria para que un sitio pueda considerarse como área verde (Gámez-Bastén 2005). De acuerdo con la Dirección de Parques y Jardines,10 en mayo de 2015 había 669 plazas y parques, con una superficie de 273 ha, y 130 bulevares con una de 94 ha; esto significa 5.14 m2 por habitante.11
En estas áreas verdes, de octubre de 2012 a marzo de 2015 se habían plantado 37 688 árboles de las siguientes especies: mezquite chileno, nim, olivo negro, pingüica y palma abanico. Además, se donaron entre 800 a 1 000 árboles mensuales a la ciudadanía, sobre los cuales no se tiene control y no se les da seguimiento. En general, este es el programa de reforestación que mantiene el municipio de Hermosillo. No hay reglamentación sobre la reforestación de banquetas, y se presume que tampoco para los jardines frontales de las casas.
No obstante la ausencia de una política pública y de investigaciones académicas que discutan el tema, desde hace tiempo existe, al menos en el discurso de las autoridades de distintos órdenes de gobierno, la necesidad de emplear especies nativas o con bajos requerimientos de agua. En el discurso del presidente Ernesto Zedillo Ponce de León, pronunciado el 9 de julio de 1998, durante la ceremonia que encabezó con motivo del Día del Árbol en el parque recreativo La Sauceda, en Hermosillo,12 dijo:
Es muy significativo que en esta ceremonia, en un momento, el señor gobernador y yo vayamos a plantar un arbolito de palo fierro, planta propia de esta tierra [...] sobre la base de los avances conseguidos en los tres años anteriores, estamos ahora en condiciones de señalar tres líneas muy claras de estrategias para la reforestación: la primera es mejorar la selección de plantas, dando preferencia a las que son nativas de cada lugar, como el palo fierro en Sonora, de manera que podamos reconstruir, gradualmente, las condiciones originales de nuestros bosques y selvas.
Ese mismo año, y poco después de la visita del presidente, la SEMARNAT delegación Sonora anunció que realizaría, en el marco del Programa Nacional de Reforestación y Cosecha de Agua, una semana de la reforestación urbana de Hermosillo, donde se plantarían 10 mil árboles de especies nativas (Romero 1998).
(Clemente-Marroquín 2007, 101) mencionó que para el trienio 2000-2003 el Plan Municipal de Desarrollo Urbano (PMDU) presentó un apartado específico para "parques, jardines y forestación", se diagnosticaron 200 hectáreas de áreas verdes municipales, y se hacía referencia a la necesidad de aumentar esta superficie para adecuarse a los estándares internacionales. Una parte significativa de este plan es que proponía incluir especies nativas acordes al ecosistema desértico.
En la siguiente administración municipal, el diagnóstico del PMDU (2003-2006) contabilizó 547 áreas verdes con 175 ha, lo que daba 3.2 m2 por habitante.13 En septiembre de 2005, en el segundo informe de gobierno de esta administración se reportaron 63 440 árboles plantados, principalmente de especies nativas (Clemente-Marroquín 2007, 103). El director de Parques y Jardines del Ayuntamiento de Hermosillo expresó:
Mangos, plátanos, naranjos y otros árboles tropicales se encuentran en la ciudad a pesar de ser una zona semidesértica [...] estas plantas son difíciles de mantener en un clima como el de nosotros, la única manera es usar agua en exceso. La vegetación recomendada son mezquites, tepeguajes, tabachines y olivo negro (Montoya 2011).
Asimismo, el encargado del Instituto Municipal de Ecología recomendó: "Debido al clima desértico [...] se deben de crear áreas verdes en las que predomine la vegetación de este ecosistema" (El Imparcial 2014a).
En relación con el arbolado actual de la ciudad, hay una reacción social ante el hecho de que muchos de los grandes árboles, como los yucatecos, se están secando debido al hongo de la "pudrición texana" (El Imparcial 2014b). También las benjaminas, del mismo género, son susceptibles a este hongo y abundan en la ciudad.
El olivo negro (Bucida buceras) se promueve por su baja demanda hídrica, y siempre está verde, lo que sin duda provee mucha belleza escénica; es nativo de las Bahamas, Cuba, Haití, Jamaica y Puerto Rico, y crece de manera natural en áreas con una precipitación anual entre los 750 y 1 400 mm (Francis 1989), el doble de la que recibe Hermosillo. La Comisión Nacional Forestal (CONAFOR)14 establece que requiere una precipitación mínima de 900 mm anuales. Es conocido también como "árbol del pan", ya que se presume que fueron las administraciones municipales panistas las que empezaron a promoverlo. Está ampliamente distribuido en la ciudad, y es común conseguirlo gratis en programas de reforestación.
Por último, no se puede elaborar un estudio sobre los árboles de Hermosillo sin mencionar a los naranjos, su especie icónica, que le da el nombre de "ciudad de los naranjos", debido a las condiciones ambientales favorables para la producción de este cítrico. Según (Escobosa-Gámez 1985), a principios del siglo XX, había innumerables huertas de naranjos, casi todas las casas tenían grandes patios y corrales, y los moradores tenían árboles frutales que regaban con las aguas de muchas acequias que cruzaban la ciudad. El clima favorable no era sinónimo de que no requerían de riego. No obstante que estas huertas de traspatio y las acequias desaparecieron hace mucho tiempo, el naranjo aún es un cultivo significativo en el municipio de Hermosillo. Según datos de la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación, (SAGARPA 2014), en 2014 había 3 037 ha de naranja plantadas (incluido el distrito de riego de la Costa de Hermosillo). La especie ornamental común en la ciudad es el naranjo agrio (Citrus aurantium), que se usa como portainjertos en las variedades comerciales de naranja dulce. A pesar de que esta es una planta más rústica que la naranja dulce, requiere de más agua. Es probable que la plantación de naranjos (para ornato o como frutales) ya no sea tan popular en la ciudad, a pesar de su valor simbólico.
Es posible concluir que en las dependencias gubernamentales existe la inquietud y el conocimiento para incidir en la reforestación de Hermosillo, en cuanto al uso de especies nativas o de bajo consumo de agua. Pero hace falta plasmar estas intenciones en los reglamentos de desarrollo urbano, tal como se ha hecho en otras ciudades.15 El documento de planeación urbana más reciente, elaborado para Hermosillo por el IMPLAN (2014a), presume ser un instrumento vanguardista y de largo plazo, sólo menciona la necesidad de usar flora regional en la imagen urbana, pero no contiene reglamentos al respecto.
Objetivos del estudio e hipótesis
El objetivo principal fue determinar el patrón actual de especies en el paisaje arbóreo de Hermosillo, para lo cual se realizó lo siguiente: a) se consideró el ecosistema urbano: los árboles a lo largo de las banquetas, y los jardines frontales de las viviendas; b) se determinó el área urbana de la ciudad en 1992, en el año 2000 y en 2014 (véase Figura 6) y c) se muestreó la ciudad para crear una base de datos georreferenciada y un listado florístico de las especies usadas.
Para formular las hipótesis siguientes se consideraron los estudios de (Del Castillo-Alarcón 1992) y de (Clemente-Marroquín 2007), fuentes hemerográficas y la imagen de la ciudad:
• Existe preferencia por reforestar con especies exóticas.
• El paisaje está dominado por unas cuantas especies (hay poca diversidad).
• Las áreas urbanizadas recientemente poseen más especies nativas.
• En general, las zonas urbanizadas en fecha más reciente poseen menos diversidad y vegetación.
A continuación se describen los materiales y métodos usados para cumplir los objetivos y comprobar las hipótesis.
Materiales y métodos
Muestra
La información analizada en esta investigación se obtuvo de la observación directa; se tomaron 580 transectos, 340 durante noviembre de 2008 y 240 en noviembre de 2014, que se distribuyeron para cubrir la mayor parte de la ciudad con los recursos disponibles.
Las muestras se tomaron en áreas con uso de suelo residencial; se evitaron los transectos de zonas comerciales o industriales, así como de edificios, infraestructura y parques, es decir, no se muestrearon áreas verdes públicas, y también se evitaron los asentamientos irregulares ("invasiones").16 En la Figura 6 todas estas áreas aparecen sombreadas. Se buscó que la muestra reflejara al máximo las decisiones de los residentes y de los negocios pequeños.
En la Figura 7 se ilustra el conteo de los individuos a lo largo de las banquetas y los que se pudieron observar en los jardines frontales de las casas, el transecto en sí está representado por un bloque (una cuadra o "manzana urbana"), y en cada uno se tomaron en cuenta los individuos de un solo lado de la calle. Al inicio de cada bloque (en la esquina) se tomó la ubicación geográfica con un sistema de posicionamiento global (gps, por sus siglas en inglés) y lo mismo se hizo al final. Es importante mencionar que para evitar un sesgo de selección (por ejemplo bloques con muchos árboles), se elegían antes de dar vuelta en la esquina. Se trató de incluir sólo elementos vegetales perennes y significativos del paisaje, primeramente árboles. También se incluyeron palmas y cactáceas de porte alto, como saguaros (Carnegiea gigantea) y pitahayas (Lemaireocereus thurberi), entre otras, pero no arbustos, hierbas, pastos, nopales ni cactáceas pequeñas.
Uno de los retos de este estudio fue la identificación taxonómica de las especies, sin pretender que fuera minuciosa; por ejemplo, en Hermosillo existen muchas especies de mezquite, que sólo se categorizaron por su género (Prosopis). Cuando no se podía identificar a un individuo, se preguntaba a los dueños el nombre común del árbol, después se investigó en internet o se consultó a expertos, y así fue posible tener la identificación correcta de casi todos los individuos observados.
Para analizar los datos, se compilaron en un sistema de información geográfica, y se usó el paquete computacional de código abierto QGIS (QGIS Development Team 2009) y R (R Core Team 2014). El polígono de Hermosillo se dividió en tres partes: a) el actual (2014), para lo cual se usaron las áreas geoestadísticas básicas (AGEB) urbanas, elaboradas por INEGI (2010), en 2013, para verificarlo se consultó Google Earth® y una imagen de Landsat 8 (tomada el 2 de junio de 2014); b) el del año 2000 se determinó también con base en las AGEB de INEGI y c) para el polígono de 1992 se usó una foto área de Hermosillo, adquirida en formato analógico en el INEGI, que se georreferenció, para después delinear manualmente los límites de la ciudad.
Procesamiento de datos y análisis estadístico
Es importante hacer la siguiente distinción: cuando se menciona a un individuo, se refiere a un ejemplar observado de una especie determinada, y cuando se habla de una especie, se alude a una clasificación taxonómica (familia, género y especie). La diversidad florística mide la riqueza de especies (número de ellas) en una comunidad, que ocupan un espacio en un tiempo determinado (Van Dyke 2008, 89).
Con los datos obtenidos se llevaron a cabo las siguientes estimaciones:
• Un análisis de superposición geográfica para categorizar los puntos (transectos) con base en estos tres años.17
• En este estudio se consideró más apropiado usar el índice de diversidad de Shannon (H) (Shannon y Weaver 1949), para estimar la diversidad:
donde Pi es el porcentaje de individuos de la especie "k" encontrada en cada transecto, que después se multiplica por su logaritmo natural. Adquiere valores entre 0, cuando hay una sola, y el logaritmo natural de ∑k cuando todas las especies posibles están presentes en el transecto y en las mismas proporciones. A partir de "H" se obtuvo el índice de equidad: H/Ln(∑k).
donde "D" es la longitud en metros de cada transecto (véase Figura 7). Este indicador se estimó para banquetas, jardines y para la suma de ambos.
• La abundancia de especies está dada como el porcentaje de individuos observados por tipo de categoría.
• La frecuencia es el porcentaje de sitios de muestreo donde una especie está presente. Para calcular la frecuencia de especies "K" en los 580 transectos, se creó una matriz de "presencia-ausencia", donde sus elementos m(i,j) = l si la especie estaba presente en el transecto "j" y 0 en caso contrario.
Puesto que las muestras no son homogéneas, y se tomaron por conveniencia, y no hay razón para asumir que las variables se ajusten a una distribución paramétrica, se usó la prueba de Mann Whitney-Wilcoxon (Mann y Whitney 1947) (alternativa a la de "t"), para contrastar dos muestras, y para hacer el contraste con más de dos se utilizó la prueba de Kruskal-Wallis (Kruskal y Wallis 1952) (alternativa a la de "F"). Para el análisis de independencia entre variables categóricas, se elaboraron tablas de productos cruzados y se aplicó la prueba de Ji-cuadrado de Pearson, y para correrlas se empleó el programa estadístico R (R Core Team 2014).
Con la prueba de Mantel (1967) se comprobó si las muestras más cercanas geográficamente poseían una composición florística más similar que las más alejadas. Para esto se elaboró una matriz de distancias euclidianas entre los transectos (puntos). La distancia ecológica (es decir, la medida de similitud de las muestras) se estimó usando el índice de (Jaccard 1901), el cual se calculó a través de la subrutina de R de nombre "vegan" (Oksanen et al. 2015). La correlación entre ambas matrices, que es en lo que consiste la prueba de Mantel, se estimó con otra subrutina de R "ade4" (Dray y Dufor 2007).
Análisis y discusión de resultados
Arbolado en Hermosillo: muestra completa
Es evidente que a las personas les gusta tener árboles en sus casas, lo que se advierte al recorrer la ciudad. Hay 90 especies en banquetas y jardines, están agrupadas en 37 familias y 70 géneros; se contabilizaron 3 404 individuos en todos los transectos, donde las familias botánicas más representadas son: Moraceae, Fabaceae y Rutaceae. Se registraron 30 especies nativas, el mezquite fue el más abundante, ya que apareció en uno de cada cinco transectos. En conjunto, estas plantas representan una baja fracción del arbolado, lo que refleja el agrado preferente de la comunidad por las exóticas. En cuanto al origen del arbolado de las banquetas, 82 por ciento de los individuos fueron de especies introducidas y 18 nativas. En la Figura 8 se listan las que ocurrieron con mayor frecuencia.
En las banquetas, las especies más frecuentes (ampliamente distribuidas) y abundantes (conteo) son la benjamina y el olivo negro (véase Figura 9), lo que se aprecia a simple vista, y las plantas nativas más abundantes y distribuidas son el mezquite y la palma abanico.
En los jardines frontales se contabilizaron 2 749 individuos en todos los transectos, donde las familias botánicas más representadas son: Moraceae, Fabaceae y Cupressaceae; en la Figura 10 se describen las especies que ocurrieron con mayor frecuencia. En cuanto al origen del arbolado, 86 por ciento de los individuos fueron introducidos y 14 nativos.
Destaca el lugar marginal que ocupan los yucatecos en el arbolado, cuando en el estudio de Del Castillo-Alarcón (1992) se situaban en el primero; fue sustituido por la benjamina. La leucaena es un árbol bien distribuido que ocurre en forma espontánea y crece libremente en lotes baldíos y áreas sin mantenimiento, es probable que nazca sin ser plantado, producto de semillas esparcidas por el viento, y que después algunas personas lo cuiden para que crezca.
La mayoría de las veces el dueño de la vivienda elige las especies que va a plantar en su jardín frontal y en el segmento de banqueta correspondiente. No obstante, se corrieron algunas pruebas para comparar estos dos tipos de áreas verdes; la de Mann Whitney-Wilcoxon indicó que no existían diferencias significativas en la diversidad florística (p = 0.4767), para las especies promedio por transecto, en los 580, encontradas en jardines
Al comparar los porcentajes de especies frutales por tipo de área verde (jardín o banqueta), destacó que 16 de los individuos en los jardines y 6 en las banquetas fueron de este tipo, y se aplicó el contraste de Ji-cuadrado para estas variables categóricas, y hubo una dependencia estadística significativa (x 2 = 182.36, p < 0.001). Esto significa que los dueños18 internalizan al máximo muchos de los servicios ambientales que proveen estas áreas verdes, ya que la banqueta es un espacio público donde todos tendrían acceso a los frutos. Se registraron 25 especies susceptibles de producir frutos en toda la ciudad: aguacate, dátil, durazno, granada, guayaba, higo, siete de cítricos (no incluye naranjo agrio), nuez pecanera, olivos, papaya, tamarindo y algunas otras nativas: sapote, guamúchil, uvalama, pitahaya y sina.
Para saber si hay una dependencia entre el tipo de área verde y la selección de especies nativas, se elaboró una tabla de contingencia 2x2, en la que se comparó la propensión a hallar especies nativas en jardín o banqueta, y se encontró que 14 por ciento de los individuos en jardín pertenecían a alguna de éstas, y 16 en las banquetas, esta asociación fue estadísticamente significativa (x 2 = 13.60, p < 0.001). Este dato se relaciona con el párrafo anterior, ya que 5 de las 30 especies nativas registradas producen fruto comestible.
Para interpretar la información que arroja la Figura 12, hay que ponerla en perspectiva. Primero, 77 por ciento de los jardines frontales muestreados en los 580 transectos, tenían en promedio cinco árboles o menos por cada 100 metros lineales de transecto. Si bien el largo del frente de una vivienda es variable, el reglamento de construcción para Hermosillo estipula, en su artículo 48, que se requiere un frente mínimo de 12 a 14 metros en zonas residenciales y de 6.5 a 7.5 en desarrollos para vivienda de interés social, esto es, 15 casas de interés social y 8 en zonas residenciales por cada 100 metros lineales, por lo que en ambos casos se tendría menos de un árbol por vivienda. En las banquetas, 58 por ciento de los transectos tenían cinco árboles o menos.
En la Figura 13 aparecen dos secciones paralelas de banqueta de 40 metros cada una, si se consideran cinco individuos por 100 metros lineales (o 1 por cada 20), entonces habría dos árboles por cada sección de banqueta representada en el dibujo; todos los elementos están a escala, por lo que el lector puede tener un idea aproximada de qué tan reforestada podría lucir una calle con esta densidad.
Por otro lado, se podría asumir que los patrones de reforestación, a lo largo de las banquetas y jardines, deberían de mostrar una tendencia espacial o autocorrelación, es decir, a más cercanía más similitud; este pudiera ser el efecto del constructor inmobiliario, que eligió una especie determinada que estuviera "de moda" para usar en un desarrollo; se esperaría que muestras cercanas tuvieran una composición similar de especies. Sin embargo, esto no se pudo verificar, la correlación observada fue de 0.03 (p < 0.01) y -0.02 (p = 0.95), para banquetas y jardines, respectivamente. El análisis descriptivo de la muestra comprueba la primera hipótesis: la preferencia a reforestar con especias exóticas.
Comparación por áreas de expansión de Hermosillo
En los últimos 20 años, la ciudad se ha expandido principalmente hacia el Norte y el Este (véase Figura 6). El presente estudio fue por diseño, trasversal o de corte, ya que tomó una muestra en un momento (en 2008 y 2014), se analizó la incidencia del paso del tiempo, bajo el supuesto de agrupar los transectos con base en su ubicación geográfica, y considerando que plantar un árbol y mantenerlo deja en el paisaje urbano una evidencia observable y duradera. Se esperaba que, en promedio, las áreas urbanizadas antes de 1992 poseyeran más árboles y una proporción mayor de especies exóticas, en comparación con las de urbanización reciente que se desarrollaron en un contexto de escasez de agua.
Así, se encontraron diferencias estadísticamente significativas (p = 0.05134) cuando, mediante la prueba de Kruskal-Wallis, se comparó la proporción total de especies nativas (jardín más banqueta) por transecto, para cada uno de los polígonos. En la Figura 14 aparece el promedio de las especies encontradas en un transecto (12.46 por ciento), tomado hasta 1992, que correspondía a las nativas; y los transectos tomados en el área desarrollada entre el año 2000 y 2014, se componían de 20.44 por ciento de individuos de especies nativas. Esto sustenta la tercera hipótesis: hay más especies nativas en las áreas de desarrollo más reciente.
Nota: la columna del total es la suma de los individuos observados en banqueta y jardín. Fuente: elaboración propia.
Para tener una idea de qué tan diversa es una muestra tomada de un área de estudio, se saca el valor máximo que puede obtener el índice de diversidad de Shannon (H). Para las banquetas se encontraron 70 especies diferentes, por lo que H (max.) = 4.74, en el caso hipotético de encontrar un tansecto con 70 individuos de especies diferentes, por lo que los valores promedio que se muestran en la Figura 15 indican que hay alrededor de 20 por ciento de diversidad "potencial". No existe una distribución uniforme de los individuos de las diferentes especies dentro del área total. Para el caso de jardines frontales H (max) = 4.41, donde se encontraron 82. Tal como se sugirió en la segunda hipótesis: el paisaje está dominado por pocas especies.
Debido a las condiciones de sequía en las que se dio el crecimiento más reciente de la ciudad, se esperaba encontrar menos árboles y poca diversidad en estas áreas. El análisis por polígono no evidenció diferencias con la prueba de Kruskal-Wallis (P = 0.506) en el número de individuos promedio por transecto. Es decir, la muestra no permite rechazar la cuarta hipótesis de que en los nuevos desarrollos se tienen menos árboles por metro lineal de banqueta y jardín. En el caso de la diversidad de especies, para las banquetas se compararon las medianas de H para cada polígono (0.96, 0.69 y 0.63, para 1992, 2000 y 2014 respectivamente), la prueba de Kruskal-Wallis sí evidenció diferencias significativas (p = 0.0112). En los jardines frontales éstas fueron importantes pero también inconsistentes, ya que los transectos para el polígono del año 2000 fueron muy distintos (p = 0.009472) a los otros dos. En conclusión, la cuarta hipótesis sólo se sostiene para las banquetas: hay menos diversidad de especies en áreas de desarrollo reciente.
Por otra parte, en la Figura 16 aparecen las especies que dominan toda la muestra, y son la benjamina y el olivo negro las que gozan de mayor preferencia y uso en las áreas de desarrollo reciente, 53.11 por ciento de todos los individuos contabilizados pertenecía a éstas; por ejemplo, la presencia del yucateco se vuelve casi insignificante y la abundancia del naranjo agrio también se reduce considerablemente. Esto refuerza más la primera hipótesis: hay una marcada preferencia a reforestar con especies exóticas.
Conclusiones y recomendaciones
El patrón de especies usado en la reforestación de Hermosillo se ha modificado, comparado con el que encontró Del Castillo-Alarcón (1992), los yucatecos dejaron de ser los más abundantes, fueron sustituidos por las benjaminas, que son del mismo género. La segunda en importancia es el olivo negro, que erróneamente se promueve porque requiere poca agua y es tolerante a la sequía. Como lo muestra Del Castillo-Alarcón (1992), hace 20 años ninguna de estas dos tenía una presencia y distribución significativa en la ciudad. En el Anexo se incluye el patrón de reforestación de Hermosillo, obtenido de la muestra tomada para este estudio.
Existe mayor proporción de especies nativas en las áreas de desarrollo más reciente, pero también ha aumentado la presencia y la distribución de la benjamina y del olivo negro. No se observa un cambio suficiente y radical en el patrón de reforestación que indique que las personas hayan cambiado sus preferencias por plantas nativas o de bajo consumo de agua, si se considera que el periodo de estudio (1992-2014) estuvo caracterizado por la escasez de agua. Para elaborar el presente trabajo sólo se observaron pasivamente las preferencias reveladas por los residentes en la elección de especies para plantar en sus jardines frontales y sus banquetas correspondientes, se sugiere realizar estudios que determinen los factores tomados en cuenta por los habitantes para seleccionar las especies y las demandas específicas que tienen por los servicios ambientales que proveen estas áreas.
Una cosa es que se planten especies nativas, intercaladas con las introducidas, o que ocurran al azar, y otra que exista una política y estrategıa general que busque crear un paisaje xerofito más sustentable. Si bien un aumento en la abundancia y distribución de más especies nativas en el paisaje urbano es algo positivo, la adopción de xeriscape implica una visión sistemática del paisaje, que considera todas las especies de un jardín o área verde; es decir, habría que mirar al "bosque" y no a los "árboles", para estimar en qué medida se construyen áreas verdes con el enfoque de xeriscape, lo que queda como sugerencia para una investigación futura.
La recomendación es que Hermosillo tenga más áreas verdes que generen los servicios ambientales demandados, sobre todo los relacionados con la mitigación del calor. Si se cambia el tipo de especies que se usan actualmente, por las nativas, de los ecosistemas circundantes, sería posible aumentar las áreas verdes sin incrementar los requerimientos de agua. Debido a las condiciones actuales, es poco probable que la adopción de especies nativas o xerofitas emerja por sí misma, se necesita promover este tipo de paisajismo, como un icono representativo de la ciudad. Se requiere crear un ecosistema urbano sostenible y reemplazar, de forma gradual, los árboles actuales por especies nativas o que requieran poca agua.
Es necesario materializar, en reglamentos y ordenanzas, la inquietud que ha existido en las autoridades locales acerca del uso de especies nativas. Esto permitirá incentivar la creación de un mercado local de plantas xerofitas y servicios de diseño, establecimiento y mantenimiento del xeriscape. Se debe de promover en todo el país el rescate y la reubicación de la flora nativa que se encuentra en los sitios sujetos a cambio de uso de suelo que se van a urbanizar, así como crear las reglamentaciones comerciales necesarias para la producción de planta nativa. Así se lograría fortalecer un mercado local, que sustituya la importación de especies exóticas, producidas fuera de la región que sólo agravan el problema del abasto de agua potable en la ciudad.