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Agricultura, sociedad y desarrollo

versión impresa ISSN 1870-5472

agric. soc. desarro vol.2 no.2 Texcoco jul./dic. 2005

 

El papel del empleo rural no agrícola en las comunidades rurales: un estudio de caso en Tepeji del Río, Hidalgo, México

 

The role of non agricultural rural employment in rural communities: a case study in Tepeji del Río, Hidalgo México

 

Isabel Guzmán-González 1, Ma. de Jesús Santiago-Cruz 1, Juan A. Leos-Rodríguez 2, Guillermo González-López 1, Miguel Á. Martínez-Damian1, José M. Salas-González 2

 

1 Economía. Campus Montecillo. Colegio de Postgraduados. 56230. Montecillo, Estado de México. (guzmany3@yahoo.com.mx).

2 Dirección de Administración y Economía. Universidad Autónoma Chapingo. 56230. Chapingo, Estado de México. (jleos45@gmail.com)

 

Resumen

Las familias rurales se incorporan cada vez más a actividades distintas de la agricultura, porque representan un apoyo importante para compensar los bajos ingresos agrícolas. Por otro lado, la mayor interrelación entre el campo y la ciudad facilita la participación en los mercados laboral y de comercio formal e informal, ampliando las capacidades de desarrollo de las economías rurales, y causando una disminución en la importancia relativa del ingreso agrícola dentro del ingreso rural total. El ingreso rural ya no equivale al ingreso agrícola en el campo mexicano. En este ensayo se analiza el papel del empleo rural no agrícola (ERNA) a través de los resultados obtenidos mediante entrevistas y la aplicación de una encuesta a 70 familias de las comunidades de Sta. María Magdalena y la Cañada de Madero, ambas ubicadas en el municipio de Tepeji del Río de Ocampo en el estado de Hidalgo, México. Se examinan las distintas fuentes de empleo no agrícola y el ingreso que de ellas se deriva, el cual representa más del 84% del ingreso total. El ingreso obtenido a través de la migración es significativo para algunas familias; sin embargo, las remuneraciones provenientes de los mercados locales tienen el mayor impacto compensador del bajo ingreso agrícola. Los hogares con mejores activos de capital humano tienen mayor capacidad para asignar a sus miembros a diferentes mercados, por lo que la diversificación de empleos se presenta en los hogares con mejores características demográficas. Los hijos de los ejidatarios se benefician más que sus padres de los empleos no agrícolas, debido a que la edad y el nivel escolar son factores clave para acceder a empleos mejor remunerados fuera de la agricultura.

Palabras clave: Diversificación, empleo rural no agrícola, ingreso rural no agrícola, nivel educativo.

 

Abstract

Rural families are being increasingly incorporated to activities different to the agricultural ones, since these activities represent an important support to compensate the low agricultural incomes. On the other hand, the tighter interrelation between the countryside and the city facilitates the participation in the employment market and in the formal and informal commerce, widening the development capacities of the rural economies, and causing a decrease on the relative importance of the agricultural income within the total rural income. The rural income is no longer equivalent to the agricultural income in the Mexican countryside. In this essay we analyze the role of the non agricultural rural employment (NARE) through the results obtained by means of interviews and the application of a survey to 70 families of the communities of Sta. María Magdalena and La Cañada de Madero, both located in the municipality of Tepeji del Río de Ocampo in the state of Hidalgo, México. Also, the different sources of non agricultural employment and the income deriving from them, which represents more than 84% of the total income, are examined. lncome obtained through migration is significative for some families; nevertheless, the remunerations coming from local markets have the highest compensating impact of the low agricultural income. The households with better actives of human capital have higher capacity to assign their members to different markets; hence, the diversification of employments occurs in the households with better demographic characteristics. The children of common land owners benefit more than their parents of non agricultural employments, since age and schooling level are key factors to accede to better remunerated employments outside agriculture.

Key words: Diversification, non agricultural rural employment, non agricultural rural income, educational level.

 

Introducción

El análisis económico del sector rural en los últimos 20 años ya no se ubica sólo en las actividades agropecuarias. Las características del sector, en términos de tamaño de predio, niveles bajos de educación y uso de tecnologías atrasadas, han generado un ingreso agrícola insuficiente para cubrir las necesidades de los hogares rurales, por lo que los campesinos han incursionado en actividades no agrícolas para obtener ingresos complementarios.

Las familias que viven en el campo no operan aisladas del mercado, ni del entorno institucional. La división entre lo urbano y lo rural se desdibuja cada vez más en lo que atañe a las fuentes de ingreso del campesinado pobre afectando, por tanto, las estrategias de desarrollo rural. Una parte importante de la actividad rural está vinculada a los mercados propios y ajenos a la agricultura. De acuerdo con De Janvry y Sadoulet (2000), los mercados de trabajo rural y urbano se han integrado cada vez más, los hogares rurales obtienen ingresos no agrícolas a través de la migración, y los residentes urbanos participan en la agricultura periurbana y en los mercados rurales de trabajo.

El empleo rural no agrícola (ERNA) es un instrumento de las familias para diversificar su ingreso; también tiene un papel importante para enfrentar las restricciones asociadas con la ausencia de mercados financieros y de seguros, así como de instituciones que faciliten las operaciones en las actividades agrícolas. De esta manera, las familias usan los recursos del ERNA para invertirlos en insumos agrícolas. La diversificación del ingreso implica que una familia tenga múltiples trabajos o fuentes de ingreso. La decisión de participar en una u otra fuente de empleo depende de los incentivos y de las capacidades de los miembros del hogar. Un factor de atracción importante es la mayor ganancia de actividades ajenas a la agricultura, como la ganadería, empleos asalariados en fábricas o empresas, o el trabajo por cuenta propia.

Ellis (1998) afirma que la diversificación de las estrategias de vida no es exclusiva de las familias rurales o de los países en desarrollo. Hay evidencias sobre estrategias de sobrevivencia que adoptan las personas en las ciudades. En los mercados laborales de los países industrializados están surgiendo nuevas características del mercado de trabajo relacionados con los patrones de medio tiempo o trabajo desde el hogar. El mismo autor define la diversificación de las estrategias de vida como el proceso mediante el cual las familias construyen un portafolio de actividades y un soporte social de capacidades en su lucha por sobrevivir y mejorar sus niveles de vida.

La diversificación de las estrategias de vida de las familias rurales incluye actividades dentro y fuera de la finca. En este estudio la diversificación del ingreso se concibe como la diversificación en términos de estrategias del ERNA3 para compensar los déficits y riesgos de la actividad agrícola. Las fuentes de empleo que han adquirido una importancia creciente son el trabajo asalariado y por cuenta propia, donde los activos privados de los hogares, así como los públicos, juegan un papel preponderante. Esta investigación es un estudio de caso en dos comunidades: La Cañada de Hidalgo y Sta. María Magdalena del Municipio de Tepeji del Río de Ocampo en el Estado de Hidalgo. El objetivo de este trabajo fue valorar la importancia del empleo no agropecuario rural en la diversificación del ingreso de las familias, e identificar los factores que determinan la inserción de sus miembros en actividades ajenas a la agricultura.

 

Metodología

El análisis del empleo no agrícola de los hogares rurales se ha abordado de distintas maneras, entre las que destacan los estudios de caso sobre las ocupaciones de los miembros del hogar, tomando al hogar como unidad de análisis (Dirven, 2004). La información de esta investigación proviene de una encuesta que se aplicó a setenta familias ejidatarias inscritas en el Registro Agrario Nacional de los ejidos La Cañada de Madero y Sta. María Magdalena pertenecientes al Municipio de Tepeji de Ocampo en el estado de Hidalgo.

Las características relevantes de las familias rurales para este estudio fueron la combinación de actividades agrícolas y no agrícolas, así como la incidencia de remesas. Aunque hay una amplia gama de opciones en México, obtener información sobre las actividades de las familias y sus ingresos, y de sus redes migratorias, requería una estrategia minuciosa para combinar las restricciones de tiempo disponible de los jefes del hogar, la veracidad de sus respuestas y su percepción de los beneficios privados y sociales derivados de este estudio. Ganar la confianza de las familias de la muestra era vital para obtener información confidencial y aplicar los cuestionarios, los cuales proporcionarían los elementos más importantes para lograr los objetivos.

El equipo de trabajo se instaló en la comunidad La Cañada de Madero por veinte días para conocer el contexto donde se desenvolvían las familias, ajustarse a sus horarios de trabajo, y mantener un contacto más estrecho con los comisariados. Éstos apoyaron en el enlace con las familias de la muestra, quienes previamente habían recibido una carta manifestando el propósito exclusivamente académico del estudio. Las encuestas generaron más información de la esperada, por lo que se concluye que se logró el ambiente de confianza indispensable.

Las visitas de diagnóstico y las entrevistas con las autoridades ejidales permitieron concluir que las familias a estudiar presentan características muy similares, tanto dentro como entre las dos comunidades, en términos de los cultivos que producen, tamaño de parcela, calidad de la tierra, y cercanía con los centros urbanos, por lo que se decidió practicar un muestreo simple aleatorio con un nivel de precisión de 5% y un nivel de confianza de 95%.

Para determinar el tamaño de muestra se utilizó la ecuación derivada por Rendón y González (1999), con la cual es posible calcular directamente un tamaño de muestra para realizar estimaciones simultáneas de varios parámetros: medias, proporciones y totales.

donde n=tamaño de muestra, N=número de hogares= 225, δ=precisión=0.196, k=valor de una variable normal (0.1)=1.96; d=δ/k

Por tanto, el tamaño de muestra es

Este tamaño de muestra se distribuyó proporcionalmente al tamaño de las comunidades: 35 para Sta. María Magdalena y 34 para La Cañada de Madero.

Los datos obtenidos de la aplicación del cuestionario se utilizaron para el análisis estadístico descriptivo y para mostrar la relación de los activos de las familias con la participación en las distintas fuentes de empleo, así como del ingreso rural neto anual derivado de ellas.

 

Resultados y Discusión

Características de los hogares entrevistados

Las áreas rurales tienen niveles educativos inferiores a las urbanas, hasta de tres años de escolaridad. A nivel nacional la población rural hasta de 15 años tiene 4.8 años de escolaridad, mientras que la urbana tiene 8.4 años de estudio (INEGI, 2002). En este estudio los años promedio de educación no superan el nivel básico, con 4.7 años de instrucción, en tanto que los jefes del hogar tienen sólo 3.6 años (Cuadro 1).

La emigración es una práctica común como estrategia de generación de ingresos en la población rural. Aunque existen fuentes de trabajo en la zona de estudio, 31.4% de las familias entrevistadas tienen al menos un familiar directo trabajando en EE UU.

El tamaño promedio del predio es 2.11 ha, inferior al nacional (7.6) (Gordillo et al., 1999). Correlacionado con el tamaño del predio está la baja o nula posesión de otros activos, como ganado, tractores o yuntas. Las familias poseen en promedio 2.36 cabezas de ganado vacuno, y sólo una de las familias entrevistadas tiene un tractor, que arrienda a las demás familias. La actividad ganadera no es comercial, sino que funge principalmente como fuente de ahorro, o para enfrentar compromisos sociales.

El ingreso familiar es de $58 881 pesos, cercano al de $53 570 obtenido por Yúnez-Naude et al., (2004).

Especialización vs multiactividad4

En la Figura 1 se advierten las diferencias entre las familias que sólo trabajan en actividades asalariadas o por cuenta propia y las que son multiactivas. Diversos factores pueden inducir a las familias a participar sólo en un sector diferente a la agricultura o en varios, principalmente la cantidad de tierra y las características demográficas, entre las que destacan variables relacionadas con el capital humano, el tamaño del hogar, y la edad y el género de sus miembros.

De los hogares, 25% tiende a especializarse en trabajo asalariado, 17% en actividades por cuenta propia y 57% pueden considerarse multiactivos5. Hay varios puntos que resaltan en la Figura 1: la cantidad de tierra que poseen las familias multiactivas es la menor, con sólo 1.4 ha, aunque tienen los mejores activos de capital humano. Estas familias tienen, en promedio, 4.5 miembros, superior al total de la muestra (3.7) y al de las familias que tienden a especializarse en un solo sector. El número promedio de hombres es de 2, superando al de las familias que se especializan en trabajo asalariado y autoempleo, (1.68 y 1.33). Esto es importante porque los hombres tienen mejor preparación académica que las mujeres en todos los casos analizados. La escolaridad de los hombres que pertenecen a familias multiactivas es de 13 años, superior a la educación preparatoria y las mujeres rebasan los estudios de secundaria (10). Tanto hombres como mujeres tienen mejores niveles educativos en las familias multiactivas que aquellas que tienden a especializarse en un solo sector fuera de la agricultura. Los mejores activos que poseen las familias multiactivas están correlacionados positivamente con el ingreso promedio total, éstas obtienen 17.7% más ingreso que las familias que se especializan en trabajo asalariado, y 30% más que las familias que se especializan en actividades por cuenta propia.

Las familias con empleo asalariado no agrícola poseen mejores activos que las que se especializan en actividades por cuenta propia. Éstas últimas tienen menor cantidad de tierra e ingreso en promedio con respecto a la media de la muestra. Esto sugiere que las familias especializadas en trabajo por cuenta propia son más pobres que las familias que tiene algún miembro trabajando en actividades asalariadas no agrícolas.

Distribución de la edad

La edad influye en la participación de las diferentes opciones del ERNA (Cuadro 2). La distribución de la edad de los individuos mayores de 15 años muestra que el mayor porcentaje de individuos empleados en actividades asalariadas se concentra en las edades que van de 18 a 30 años, mientras los que llevan a cabo actividades por cuenta propia están más uniformemente distribuidos entre los intervalos de edades, aunque hay una mayor incidencia en las edades de 51 a 60 años. Ésto indica que la edad es un impedimento para acceder a actividades asalariadas no agropecuarias.

Tamaño del hogar

En el Cuadro 3 se muestra la relación entre el tamaño del hogar y la participación en empleos no agrícolas asalariados y por cuenta propia. De los hogares compuestos por 5 a 8 miembros 94% participan en actividades no agropecuarias, y si el hogar está compuesto por más de 8 miembros, la participación en actividades no agropecuarias es 100%. En contraste, 62.5% de los hogares no participan en actividades no agrícolas si tienen menos de dos miembros.

Educación

La educación se relaciona de manera positiva con el ERNA. El papel de la educación en el acceso al trabajo asalariado no agrícola se muestra en el Cuadro 4. Más de 41% de los individuos que desempeñan algún empleo asalariado tienen estudios de secundaria, mientras que, de los que trabajan por cuenta propia, 90% no cuentan con estudios de secundaria. Quienes se desempeñan en actividades no agrícolas asalariadas no sólo son más jóvenes, sino que tienen grados de educación mayores que los que desempeñan trabajos diversos por cuenta propia.

Los resultados que se muestran en el Cuadro 4 son consistentes con los de De Janvry y Saudolet (2000) en lo que respecta al papel que desempeña la educación y la edad para acceder a un trabajo remunerado no agrícola. Los miembros del hogar más jóvenes tienen mejores niveles de escolaridad, lo que les facilita la participación en trabajos asalariados no agrícolas.

Las diferentes dotaciones de capital humano entre los viejos y los jóvenes explican las diferencias en las ocupaciones. Mientras que los jóvenes ya no están interesados en participar en actividades agrícolas, debido a que tienen opciones más atractivas y redituables, los viejos siguen trabajando sus tierras debido a las limitantes que les imponen la educación y la edad.

Actividad principal y secundaria del(la) jefe(a) del hogar y su cónyuge

De los jefes del hogar 28% tiene como actividad principal la agricultura, y 4.4% realiza alguna labor fuera del predio como actividad secundaria. Éstos tienen 64.3 años de edad y 3.2 años de escolaridad en promedio. Los jefes del hogar con empleos asalariados agrícolas como actividad principal (2.9%), tienen 53 años de edad y 4 años de escolaridad en promedio. Las labores agrícolas absorben a los agricultores más viejos y con pocos años de escolaridad.

En contraste, los jefes del hogar cuya ocupación principal es el trabajo asalariado no agrícola (19.1%) tienen 45.5 años de edad y 6.2 años de educación en promedio, sus cónyuges que desempeñan la misma actividad (3.9%), tienen 42.5 años de edad y 7.5 años de escolaridad en promedio.

Las actividades por cuenta propia requieren menos capital humano y la edad no es una restricción importante. De los jefes del hogar 25% realizan trabajos por cuenta propia como actividad principal, éstos tienen 56.5 años de edad y 3.3 años de escolaridad en promedio. Estas ocupaciones concentran al mayor número de cónyuges (11.8%) como actividad secundaria (Cuadro 5).

Actividad principal y secundaria de los hijos

Los hijos tienen niveles más elevados de educación (Cuadro 6): 68.8% realizan actividades asalariadas no agrícolas, éstos son los más jóvenes (23.1 años edad) y con más años de estudio (10.4) en promedio. Por el contrario los hijos que participan en el mercado de trabajo remunerado agrícola como actividad principal (12.5%) son los más viejos (35.8 años de edad) y los menos educados con sólo 6.5 años de estudio en promedio. De las hijas, 93.8% tienen como actividad principal empleos asalariados no agrícolas, con 24.8 años de edad y 9.4 años de escolaridad promedio, resultados que contrastan con la situación de las madres incluidas en la muestra: 94% se dedican al hogar y estudiaron 3.7 años en promedio.

Los hijos que se dedican a actividades por cuenta propia o autoempleo como actividad principal (18.8%) tienen 22.7 años de edad y 8.5 años de escolaridad promedio. La edad y el nivel educativo de estos últimos no les impiden acceder a algún empleo asalariado no agrícola en la zona de estudio. Sin embargo, la autonomía, flexibilidad o mayor rendimiento influyen en la decisión de ejercer este tipo de actividades.

Las características de las hijas que trabajan por cuenta propia (6.3%) son distintas de las de aquellas que realizan actividades asalariadas no agrícolas (93.8%). Las primeras tienen 6 años de educación y 31 años de edad en promedio, mientras que las últimas tienen 9.4 y 25 años. Las hijas que se dedican a trabajar por cuenta propia lo hacen en actividades de subsistencia debido a sus bajos niveles de escolaridad.

Posesión de activos productivos

De los activos materiales de los hogares se cuantificó la cantidad de tierra, aves, vacunos, equinos y ovinos y las yuntas por hogar. La mayoría de los entrevistados arriendan el equipo necesario para producir maíz y frijol.

Tierra

En el Cuadro 7 se presenta la distribución de la tierra que poseen los hogares. La restricción de este activo determina que las familias rurales abandonen el campo y diversifiquen sus ingresos empleándose en actividades asalariadas agrícolas y no agrícolas o de autoempleo.

En la muestra, 91% tiene menos de 5 ha. De acuerdo con el Comité Interamericano de Desarrollo Agrícola (CIDA) citado por Gordillo et al. ,(1999), los predios de 5 ha o menos son de infrasubsistencia, lo que implica que el potencial productivo de la unidad es insuficiente para la supervivencia de la familia. El promedio del ingreso agrícola de la muestra es menor a $6 500 pesos anuales, insuficiente para sostener un hogar con 3.7 miembros en promedio, por lo que las fuentes de ingreso alternativas son importantes para las familias.

Relación entre cantidad de tierra y el IRNA

En el Cuadro 8 se muestra una relación inversa entre la cantidad de tierra y el número familias que perciben ingresos no agrícolas. De los hogares que tienen menos de 2 ha, 76.9% obtiene ingresos derivados de actividades no agrícolas, mientras que los que tienen hasta 6 ha, 66.7% de los hogares recibe ingresos no agrícolas. En contraste, Corral y Reardon (2001) encontraron, en Nicaragua, una relación positiva entre la cantidad de tierra y la participación en actividades por cuenta propia, en ese país la tierra salva las barreras de capital debido a que se usa como colateral en los mercados de crédito, incentivando a los hogares a participar en actividades no agrícolas. En el caso de México el ingreso de las actividades fuera del predio son relativamente más importantes para los hogares que menos tierra poseen (De Janvry y Sadoulet, 2001), por lo que el ingreso no agrícola es un sustituto del agrícola.

Ganado

De acuerdo con Gordillo et al., (1999), la cría de ganado es una actividad en expansión, la cual está asociada con la crisis de rentabilidad en la agricultura, la utilización de animales como fuente de seguridad y de ahorro, y en particular para capitalizar las remesas enviadas por los migrantes. Estos autores encontraron que 44.6% de los ejidatarios son productores de ganado vacuno, mientras que en la muestra, la posesión de algún tipo de ganado es de 47%. De los hogares que reciben remesas del extranjero, 43% utilizan parte de estos ingresos para la compra y cría de ovejas, bovinos o caballos.

En el Cuadro 9 se presenta la distribución ganadera de las comunidades estudiadas. Más del 50% no cuenta con ningún tipo de ganado mayor, y 37% tiene sólo entre 1 y 15 animales. Esto hace suponer que la cría de ganado, para la mayoría de los hogares, es utilizada más como un fondo de seguridad que como una actividad comercial.

Ingresos agrícolas y no agrícolas

Las familias de la muestra obtienen 84% de sus ingresos totales de fuentes no agrícolas (Cuadro 10).

Destacan las actividades asalariadas, con una contribución en el ingreso total de 41.8%. La alta participación de los ingresos no agropecuarios en el ingreso total se atribuye al reducido acceso a la tierra de las familias. Para el sector ejidal mexicano se estimó una participación del ingreso no agrícola de 82%, con 47% derivado de salarios y microempresas para las familias con 0 a 2 ha de tierra, mientras que para los predios mayores a 18 ha, el ingreso no agrícola representa 44.8%, de los cuales 32.8% provienen de salarios y microempresas (Gordillo et al. , 1999); es decir, para el caso mexicano, a menor cantidad de tierra mayor es la participación del ingreso no agrícola en el ingreso total.

La actividad agrícola por sí misma no garantiza la reproducción económica de la familia, sin embargo, al operar en una lógica de autoconsumo, el ingreso imputado derivado de ésta tiene un papel importante como estabilizador del ingreso total. En ambas comunidades los hogares dependen principalmente de los mercados de trabajo y de la dinámica económica locales debido a que el ingreso asalariado y por cuenta propia son los de mayor importancia. Las remesas, en cambio, tienen el menor peso dentro del ingreso no agrícola. Existe la percepción de que las remesas juegan un papel preponderante para todas comunidades rurales, sin embargo hay importantes diferencias entre éstas. En general el ingreso derivado de la migración es relativamente bajo, como lo indican los estudios realizados por Yúnez-Naude y Taylor (2001) en ocho comunidades ubicadas en cuatro estados de México, y de Gordillo et al., (1999) en su estudio del sector ejidal mexicano. La heterogeneidad de las comunidades rurales debe tomarse en cuenta en la aplicación de políticas macroeconómicas. Es probable que éstas afecten más a aquellas comunidades que no cuentan con redes migratorias en relación con las que dependen más de la migración internacional.

 

Conclusiones

Los ingresos rurales no están compuestos sólo por los agrícolas, como se creía. Las remuneraciones derivadas de actividades no agrícolas son ingresos complementarios importantes. La posesión de activos juega un papel preponderante en la diversificación de las estrategias de vida de las familias rurales. La escasez de tierra, por ejemplo, propicia actividades fuera de la agricultura.

El ERNA se concentra en familias con mayor número de miembros en edad de trabajar, más jóvenes, con mayor escolaridad y menos pobres. Los agricultores viejos y menos educados continúan en la agricultura.

La diversificación del ingreso fuera de la agricultura es una opción para el desarrollo de las zonas rurales y puede contribuir al abatimiento de la pobreza, por lo que un componente importante de la política económica rural debiera ser el desarrollo de capacidades y la elevación de la escolaridad más allá de la secundaria. De manera similar es fundamental el desarrollo de infraestructura física, carreteras por ejemplo, que propicie los vínculos urbano-rurales para desarrollar los mercados de productos, insumos y laboral.

 

Literatura Citada

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Notas

3 El ERNA puede ser sectorial o espacial. La clasificación sectorial se refiere sólo a la naturaleza del producto o los tipos de factores utilizados en el proceso de producción. El ERNA se define como el empleo en el conjunto de las actividades económicas de índole no primaria desarrolladas en los hogares rurales, en el predio familiar o fuera de él. En consecuencia, el ERNA excluye las actividades correspondientes a la Gran División I del Sistema de Cuentas Nacionales propuesto por las Naciones Unidas (ganadería, agricultura, silvicultura y pesca). La definición del ERNA utilizada incluye a la minería, aunque es una actividad primaria, porque las diferencias entre los procesos de producción minera y agropecuaria justifican su tratamiento por separado. Empleo se refiere tanto al que se realiza por cuenta propia como al asalariado, Rural se aplica a las áreas con 2500 habitantes o menos. No agrícola corresponde al empleo en manufacturas (sector secundario) y servicios (sector terciario).

4 Se utiliza el término multiactivo o pluriactivo para designar a un hogar que obtiene ingresos de más de un sector, es decir, que participa en trabajo en la finca, trabajo asalariado agrícola, asalariado no agrícola o por cuenta propia.

5 Hay datos contradictorios sobre el grado de especialización sectorial de los hogares rurales. En general éste parece ser menor que los datos comparables de África (Reardon et al., 2001). Lo contrario sucede en los estudios de Deininger y Olinto (2001) para el caso de Colombia, donde la especialización en un solo sector genera mayores ganancias que la multiactividad. Sin embargo, un elemento importante en esta cuestión es que las productividades entre las actividades agropecuarias y no agropecuarias son mínimas.

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