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Agricultura, sociedad y desarrollo

versión impresa ISSN 1870-5472

agric. soc. desarro vol.8 no.3 Texcoco sep./dic. 2011

 

Artículos

 

Desarrollo industrial nacional y regional: un referente empírico

 

National and regional industrial development: an empirical reference

 

Teodoro Aguilar-Ortega

 

Unidad Académica de Estudios Regionales (UAER) de la UNAM, sede la Ciénega. Av. Lázaro Cárdenas s/n, esq. Felícitas del Río, Jiquilpan de Juárez, Michoacán, México. 59510. (teo_aguilar@humanidades.unam.mx)

 

Resumen

El desarrollo regional en México es de carácter desigual por ser un país que históricamente ha concentrado la población y la producción en algunos puntos específicos del territorio. Estas desigualdades se han incrementado a partir de la apertura económica y de la implantación del modelo neoliberal en el sexenio de Miguel de la Madrid. La globalización y la firma y entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio de Norteamérica han tenido efectos desiguales sobre el territorio provocando una polarización de las asimetrías regionales. Esta divergencia en cuanto al grado de desarrollo regional actual requiere la intervención y dirección del Estado mexicano en áreas estratégicas que promuevan la convergencia regional.

Palabras claves: desigualdad, disparidad regional, México, región.

 

Abstract

Regional development in México is unequal because it is a country that has historically concentrated population and production in some specific points of the territory. These inequalities have increased since the beginning of economic openness and implementation of the Neoliberal model during the six-year office of Miguel de la Madrid. Globalization and the signature and start of the North America Free Trade Agreement have had unequal effects on the territory, causing polarization in regional asymmetries. This divergence insofar as the degree of current regional development requires the intervention and direction of the Mexican State in strategic areas that promote regional convergence.

Key words: inequality, regional disparity, México, region.

 

Introducción

El objetivo principal de este trabajo fue hacer un análisis sobre las distintas regiones de México, y el efecto que ha tenido en ellas la apertura de la economía mexicana. La concentración de la riqueza, y de la población en nueve grandes ciudades y la divergencia regional, son tres de los elementos más sobresalientes de los últimos 25 años en México.

México se incorpora al mundo globalizado a partir de 1985 con la entrada del país al Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT, por sus siglas en inglés), y refuerza esa inserción en 1994 con la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio (TLC).

El ingreso de nuestro país al GATT representó la apertura comercial y con la privatización de la banca en el sexenio de Carlos Salinas se formalizó la apertura financiera y se completó la total apertura económica1. Las privatizaciones en ese sexenio se llevaron a cabo bajo la lógica del modelo neoliberal que promueve la no participación del Estado en la economía.

Por su parte, el desarrollo regional de México se ha expresado históricamente en distorsiones territoriales que son producto de una excesiva concentración económica, centralidad de las decisiones políticas y una distribución desigual de los beneficios2.

Aunque dentro de las regiones las asimetrías en cuanto al desarrollo económico también son evidentes. Aún más entre las áreas urbanas y rurales que conforman una región. Los beneficios del progreso económico, si es que los hay, se han concentrado en ciertas regiones, entidades y ciudades.

Esta diferenciación espacial se hizo más evidente mediante la ubicación geográfica del aparato productivo, la inequitativa distribución regional del ingreso y la calidad de vida de la población, elementos que favorecieron a diferentes porciones del centro y el norte del país, quedando marginados el sur y el sureste.

México, como país, registra una tendencia hacia la concentración demográfica en algunas ciudades y regiones y a la dispersión en extensas superficies del territorio nacional. Esto genera una serie de contradicciones en la organización económica y social.

Esta situación que se presenta en forma de disparidades regionales es resultado, entre otros factores, del rápido crecimiento demográfico observado por el país hasta los años setenta, el descenso de la natalidad y la mortalidad y el aumento de la pérdida neta por migración ocurridos a partir de entonces, que han traído como consecuencia cierta distribución regional; junto a disparidades que acentúan la creciente diversificación sectorial de las actividades económicas asentadas en espacios urbanos.

Esos elementos han incrementado el grado de divergencia estatal en México, como resultado de que el desarrollo industrial se ha concentrado en tres grandes zonas urbanas: la ciudad de México, Monterrey y Guadalajara; además del surgimiento de ciudades fronterizas como Tijuana, Ciudad Juárez y Reynosa. Un caso especial es la ciudad de Cancún, que ha basado su crecimiento económico y poblacional en los servicios turísticos y no en la industria.

Las regiones que han quedado rezagadas en el proceso de apertura de la economía mexicana han sido la Sur-Sureste y la Centro-Occidente que no han logrado insertarse en la economía global. En contraste, las ganadoras de este proceso han sido la Noroeste y la Noroeste, las cuales han visto modificarse su situación de desarrollo debido, principalmente, al aprovechamiento de su ventaja comparativa. Por su parte, la región Centro-País ha mantenido su posición debido a que históricamente ha contado con una planta productiva que le ha permitido insertarse con éxito al mercado global.

 

Desigualdad y desarrollo regional mundial

Actualmente el mundo se encuentra dentro de un proceso globalizador que afecta de manera decisiva a todas las regiones del planeta. Este nuevo orden mundial tiene como eje teórico fundamental al neoliberalismo3. La globalización promueve la movilidad de mercancías y capitales, los que, combinados con las tecnologías de la informática y las comunicaciones, han convertido al mundo en un centro financiero y comercial integrado4.

En cuanto a los impactos en el desempeño de las economías nacionales y en su bienestar social, la globalización financiera y comercial ha propiciado el reparto desigual entre países de los beneficios (si es que los hay), así como también sus impactos asimétricos entre algunos sectores de la economía, grupos sociales y regiones.

De hecho, la globalización y el nuevo orden económico han generado procesos de localización y relocalización de la actividad económica, lo que a su vez implica la reorganización, desarticulación y desequilibrios entre regiones, así como al interior de éstas. El rompimiento de las cadenas productivas y la concentración de la pobreza en la mayor parte de las áreas rurales ha provocado un crecimiento económico desigual y una divergencia regional e intrarregional.

Sin embargo, también la globalización genera efectos desiguales sobre el territorio lo cual, desde el ámbito del análisis regional plantea incógnitas sobre la permanencia o coexistencia de regiones y sistemas urbanos de tipo tradicional, frente a fenómenos territoriales emergentes a partir de las nuevas relaciones internacionales.

En este sentido, existen tendencias a la concentración de las actividades económicas más rentables en determinadas regiones o ciudades5, por lo que las regiones pobres tienden a empeorar su situación en el largo plazo, además esta localización geográfica de la actividad económica es resultado del funcionamiento de los mercados y de la facilidad de transportar, importar o exportar materias primas y productos terminados, es decir, de la infraestructura económica y de transporte de la región (estas condiciones generalmente se encuentran en las regiones desarrolladas y no en las pobres o atrasadas)6.

Lo anterior ha dado pie a cambios en la configuración actual del territorio en donde los vínculos, que las regiones mantenían entre sí, han cambiado a partir de las nuevas modalidades que requiere la economía global y de los enlaces con el comercio exterior, dando como resultado graves inequidades en el territorio, tanto dentro de una misma región, como entre ésta y otras regiones.

En este sentido, la existencia de desigualdades entre países y al interior de estos, es inherente al sistema capitalista y esta desigualdad del desarrollo se reproduce en diferentes ámbitos, como el sectorial, territorial, así como en las diferentes esferas de la sociedad, la economía, la política, e incluso la cultura7.

Las desigualdades y asimetrías se pueden definir como la diferencia existente, en el ámbito económico y social, entre las diferentes regiones que conforman una nación. Estas asimetrías las podemos cuantificar al observar una serie de indicadores como el PIB y el PIB per cápita regional, el nivel y grado de marginación, y el índice de desarrollo humano regional, entre otros indicadores.

Estas asimetrías regionales existentes y palpables en nuestro país, han existido desde el modelo económico anterior; sin embargo, a partir de la implementación del modelo neoliberal, éstas se han acelerado.

Dichas divergencias han propiciado un incremento significativo del rezago social entre las regiones más pobres. La marginación y extrema pobreza tienden a concentrarse mayormente en las regiones atrasadas o estancadas, en donde no existen las condiciones ni las oportunidades necesarias para que la población tenga un buen nivel de vida; por lo que otro de los rasgos distintivos de las asimetrías regionales es el incremento desproporcionado de la pobreza y la extrema pobreza.

A partir de los años ochenta del siglo pasado, el capitalismo internacional se encuentra en una fase de transición y reestructuración que ha llevado a la formación de grandes bloques regionales. Y es en este prolongado proceso de reestructuración que el capitalismo adopta nuevas estrategias, las cuales tienen por objetivo reactivar la economía mundial y expandir el control del gran capital internacional (Gandarilla Salgado, 2000:56)8. Asuad y Norman (2001:17-19) plantean lo siguiente:

"Con la globalización de la economía y liberación del comercio, propiciaron la integración económica de varios países y el resurgimiento y desarrollo de economías regionales mediante la formación de bloques económicos, a fin de estar en condiciones de competir en el mercado mundial y en sus propios mercados. De tal forma que hoy en día la economía mundial se caracteriza por estar constituida por bloques económicos que forman una economía global..."

México no escapa a esa dinámica y se integra a la economía norteamericana mediante el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) que reforzó la dependencia económica y comercial de nuestro país con el vecino del norte. Aunque tradicionalmente nuestro país formaba parte de Latinoamérica, al insertarse al mercado global lo hace a través de su integración a la región norteamericana.

Con la reestructuración del sistema económico mundial se dan nuevos procesos que tienden a modificar el perfil de actividad o especialización productiva de las regiones, y con ello se incrementan las desigualdades entre ellas. Por ello, los procesos económicos y comerciales impuestos desde los países desarrollados serían, en gran medida, los responsables del atraso económico de los países menos desarrollados y lo serían también del incremento de las asimetrías regionales en estos países.

Y aunque estas desigualdades más bien son producto de las condiciones históricas, el gran capital internacional, al reorganizar el sistema económico mundial, las toma muy en cuenta para la ubicación de nuevas actividades económicas9, las cuales responden a las exigencias actuales del nuevo proceso de la economía global.

Por ello, los problemas principales de las disparidades regionales son la concentración territorial de las actividades y de la población en un número reducido de puntos del territorio nacional o regional. Estas disparidades regionales caracterizan un fenómeno que podría caracterizarse por desigualdades en varios aspectos:

1. La distribución territorial de la producción.

2. La concentración de 35% de la población mexicana en nueve grandes ciudades.

3. El desarrollo alcanzado por dichos procesos en distintas partes del territorio.

4. La excesiva concentración del ingreso.

5. Las altas tasas de emigración observadas, así como el incremento de población emigrante en entidades que tradicionalmente no eran expulsoras de población.

 

Apertura económica y desequilibrios regionales en México

Desde principios de la década de los ochenta, México comenzó un proceso de reestructuración en su política económica, en el cual la implantación del modelo neoliberal fue el elemento más distintivo10. Dentro de esta nueva fase de la economía mexicana la apertura económica de 1985 fue resultado de ello11. Además, en 1990 se iniciaron las negociaciones con los estados Unidos, que luego incluyó a Canadá, para un acuerdo de libre comercio.

También, como parte de la estrategia neoliberal, en mayo de 1994 se formalizó el ingreso de México a la OCDE. Por otra parte, la apertura comercial que se expresa progresivamente a partir del año 1984 y se refuerza con la firma y entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio de Norteamérica (TLCN).

Esos factores han acelerado la disparidad regional en México debido a la mayor concentración de la riqueza y las actividades económicas en algunas regiones del país, ya que todas cuentan con las mismas ventajas y potencialidades de desarrollo.

Parte importante del aparato productivo se desplazó hacia las áreas donde pudiera obtener mayores beneficios, como la zona fronteriza del norte o aquellas ciudades que le ofrecían un mercado potencial más amplio. Ello en detrimento de algunas regiones que al no contar con ventajas competitivas quedaron al margen, y la única forma en que se incorporaron a la nueva fase de la economía global fue mediante la explotación de mano de obra barata.

De ahí el resurgimiento del carácter migrante de algunas entidades como Zacatecas, Michoacán, Hidalgo, Guanajuato y el surgimiento de nuevas áreas expulsoras de población como Puebla, Tabasco, Chiapas, D.F. y Guerrero.

Por tanto, lejos de resolverse el problema de las desigualdades regionales, éstas se han incrementado, lo que se traduce en el surgimiento de regiones altamente marginadas con elevados niveles de pobreza, en contraste con algunas regiones y sectores más dinámicos y que cada vez están más integrados al nuevo modelo de una economía abierta.

En este sentido, hablar de desarrollo regional en nuestro país, es referirnos a un esquema de desigualdad y asimetría entre las regiones mexicanas y dentro de ellas.

En el caso mexicano, el desarrollo regional se ha caracterizado por ser distorsionado y carecer de una política integral de desarrollo. La dinámica económica actual ha generado un desequilibrio regional por promover la concentración de la producción industrial en ciertos puntos de desarrollo12; lo que a su vez explica la alta concentración de la población en ciertas ciudades que han tendido a crecer de forma acelerada.

Esos puntos sirvieron de atracción tanto del capital como de la fuerza de trabajo; sin embargo, esta concentración de capitales limitaba el crecimiento del resto de las regiones, los llevaba a un empobrecimiento gradual y a un incremento en las desigualdades regionales (pero el capital sigue concentrado en unas cuantas manos, aunque se disperse en el territorio y en algunas regiones).

"Hoy en día, 35 millones de personas residen en tan sólo nueve entidades, es decir, casi la mitad de la población urbana del país; en contraste, una de cada cuatro vive en cerca de 190 000 localidades que promedian menos de 150 habitantes. Revisar los procesos que han conducido a esta situación es imprescindible para enderezar el rumbo y emprender una política territorial social, participativa e incluyente, que incida en la calidad de vida de todos los mexicanos". (Cordero Arroyo, 2008:11).

El resultado evidente de la acelerada apertura económica de México es que ha llevado al país a una mayor concentración de la riqueza y de las actividades económicas en los estados con mayor capacidad productiva y en aquellos que se encuentran geográficamente más cercanos a los EE. UU.

Sumado a ello, las ventajas y desventajas acumuladas a lo largo del tiempo son la causa de que existan graves desequilibrios entre las regiones. Esto ha generado las regiones consideradas ganadoras o perdedoras (Caravaca Barroso, 1998: 49), es por ello que los modelos de desarrollo regional deben contemplar un proceso que permita la articulación más ventajosa entre las regiones y con el entorno a partir del uso de recursos diversos para que pueda lograrse de mejor manera la integración regional nacional.

Las asimetrías que presenta el desarrollo regional son evidentes en indicadores como el PIB estatal o per cápita o en variables como la infraestructura y equipamiento con que cuentan las entidades y la organización del sistema de ciudades, la distribución de la población y el destino de las políticas en materia de desarrollo regional.

Las inequidades en términos del desequilibrio territorial entre diferentes regiones de un mismo país, que son producto de las desigualdades en la generación de riqueza, no sólo constituyen un problema de equidad, sino que generan grandes trabas al desarrollo económico y social del conjunto de la nación. La conjunción de procesos económicos, sociales y políticos del país han dado lugar al surgimiento de una especie de regionalismos emergentes (Wong González, 1998: 35), los cuales son:

• Los ligados al creciente proceso de integración internacional y globalización económica: regiones industriales del norte del país.

• Los relacionados con la crisis e inconsistencias de política económica: valles agrícolas de Sonora y Zacatecas.

• Los vinculados a rezagos socio-económicos históricos y endémicos de regiones: Chiapas, Oaxaca, guerrero, Hidalgo.

• Aquellos que en general obedecen a la marginación de la dimensión regional en el esquema general de políticas prevalecientes: Veracruz, Tabasco, Yucatán y Michoacán.

Además existen otros regionalismos emergentes, como es el caso de aquellas entidades donde se ha incrementado la emigración, o aquellas donde el sector agrícola es preponderante y la crisis de este sector ha roto las cadenas productivas internas.

También el fenómeno migratorio tiene un pero importante: el aumento desproporcionado de emigrantes internacionales que abandonan el país en busca de opciones laborales, y la incorporación de algunas entidades que no contaban con antecedentes de alta migración.

 

Divergencia regional en México

En México se vivió una etapa de convergencia regional durante el periodo 1940-1980 en donde las distintas regiones del país tendieron a homogeneizarse en cuanto al nivel de desarrollo13. Sin embargo, a partir del proceso de apertura económica se observa que ha ocurrido un retroceso en cuanto al nivel de desarrollo de las distintas regiones de nuestro país.

De 1981 a 1993 hubo un periodo de transición entre una economía cerrada y una abierta. En esos años el modelo neoliberal comienza a aplicarse en México, y dentro de este periodo se llevó a cabo la privatización de la banca y de otros activos en poder del Estado mexicano como los Ferrocarriles, las Telecomunicaciones y las Mineras, entre otras.

El periodo 1994-2010, que corresponde con el proceso de apertura comercial más intenso del país a través del TLCAN, el cual debería corregir todo tipo de asimetrías y obtener ventajas para la economía mexicana, incluyendo las regionales. Sin embargo, por las exigencias del mismo Tratado que lleva implícito el sello de la competitividad y de la incorporación de las innovaciones tecnológicas, el resultado es que solo las regiones de mayor desarrollo, acumulación de infraestructura y capital humano, han podido aprovechar las ventajas, obtener mayores beneficios de la inversión externa, pero al mismo tiempo incrementar las asimetrías regionales.

La apertura comercial que ha tenido el país implica un gran cambio en la distribución geográfica de la producción nacional, en donde el norte del país ha cobrado gran importancia por su ubicación privilegiada que le ofrece una ventaja comparativa. La forma en que el país se insertó en la economía global ha llevado a una etapa de adaptación a esta nueva modalidad que se ha expresado en tasas diferenciadas de crecimiento económico de las entidades del país.

Es por ello que la polarización en el desarrollo regional de México podría asociarse con los procesos de especialización económica adoptados en cada entidad, tomando ventaja los estados que contaban con una base productiva y que han seguido su proceso de industrialización, y rezagándose aquellos que tradicionalmente no contaban con una estructura industrial y en los que hay propensión hacia las actividades no manufactureras (Ocegueda Hernández, 2003: 26).

Las regiones pobres no han logrado mejorar su situación respecto al resto del país, ni han podido aprovechar las ventajas de la apertura (si las hay); entre otras razones, porque no contaban con los factores productivos que les permitieran volverse exportadoras dentro del modelo de economía abierta.

Si bien nuestro país logró fortalecer e incrementar la actividad exportadora, los ingresos provenientes de dichas exportaciones no han resuelto el problema de las asimetrías regionales que se traducen en desigualdades sociales, el incremento en los flujos de emigrantes, mayores niveles de pobreza, la descapitalización del agro, el aumento de la economía informal y los graves problemas de inseguridad que se vive en todo el país.

La modernización no ha llegado aún a todas las regiones del país, ya que sigue presentándose una gran desigualdad entre ellas y al interior de las mismas, lo que se traduce en un país polarizado en cuanto al nivel de desarrollo económico alcanzado hasta ahora14. Las cinco regiones que integran nuestro país, y a partir de las cuales haremos el análisis son (Figura 1):

• Noreste: Coahuila, Durango, Nuevo León, Tamaulipas.

• Noroeste: Baja California, Baja California Sur, Chihuahua, Sinaloa, Sonora.

• Centro-Occidente: Aguascalientes, Colima, Guanajuato, Jalisco, Michoacán, Nayarit, Querétaro, San Luis Potosí, Zacatecas.

• Centro-País: Distrito Federal, Hidalgo, México, Morelos, Tlaxcala.

• Sur-Sureste: Campeche, Chiapas, Guerrero, Oaxaca, Puebla, Quintana Roo, Tabasco, Veracruz, Yucatán.

La población se ha concentrado tradicionalmente en cuatro grandes centros urbanos15, las Ciudades de México, Monterrey, Puebla y Guadalajara; aunque a partir del año 2000 surgen cinco nuevas ciudades de gran tamaño (Cuadro 1) que en general son aquellas localidades donde tradicionalmente ha existido una planta productiva.

Esa concentración productiva ha provocado una excesiva concentración demográfica y ha sido de tal magnitud que las nueve zonas metropolitanas mencionadas agrupan a 36 millones de personas, es decir 35% de la población total del país.

Esta concentración de la población expresa los graves desequilibrios regionales que existen en nuestro país, ya que la población tiende a concentrase en aquellos lugares donde tiene la esperanza de obtener un medio de vida. Estos polos de atracción han sido tradicionalmente las grandes ciudades, aunque a partir del año 2000 la franja fronteriza del norte de México ha sido una de las regiones que más ha crecido en número de habitantes.

Las regiones que han visto disminuir su población son aquellas en donde no existe una dinámica económica que retenga a sus habitantes mediante la oferta de medios de vida adecuados. Estas regiones se han ido despoblando gradualmente, sobre todo en entidades con larga tradición migrante.

Cuatro ciudades se ubican en la franja Norte de nuestro país, las zonas metropolitanas (ZM) de Monterrey, Tijuana, Ciudad Juárez y Torreón. Excepto Monterrey, que históricamente ha sido una ciudad que ha aglomerado gran cantidad de población, las otras tres se transforman en grandes ciudades a partir del año 2000, cuando sobrepasan el millón de habitantes (Cuadro 1).

Sorprende que la ZM de Tijuana tenga tasas de crecimiento de 5.5% en el periodo 1990-2000, lo que demuestra la dinámica económica que se observó en esa ciudad en el periodo.

El análisis de la tasa promedio de crecimiento anual para las nueve ciudades en el periodo de 1990 a 2005 muestra que la Ciudad de México es la que menor tasa de crecimiento tuvo; en contraste Tijuana se coloca en el primer lugar (4.3%). De hecho, de las cuatro ciudades con las mayores tasas de crecimiento, dos se encuentran en la franja Norte del país (Tijuana y Cd. Juárez). Una excepción es la ZM de León, ubicada en la región Centro-Occidente, que ha basado su crecimiento en una estructura productiva tradicional manufacturera.

El crecimiento poblacional acelerado de las cuatro grandes ciudades del Norte del país evidencia que las regiones Noreste y Noroeste se han beneficiado del proceso de apertura gracias a su ventaja comparativa en cuanto a su ubicación geográfica. De ahí que el Norte de México (región Noroeste y Noreste) sea la región ganadora una vez que el país se insertó al proceso globalizador. Sin embargo, estas dos regiones no han logrado transformar sus ventajas comparativas en competitivas, y es por ello que son tan dependientes del mercado norteamericano y de las políticas de comercio exterior de aquel país.

En este contexto, se da el mayor peso económico y expansión del Norte del país (regiones Noroeste y Noreste) en los últimos años, por la mayor proporción de las manufacturas dentro de la producción de casi todos los estados que la conforman. Podemos considerar que actualmente esas dos regiones son las más dinámicas del país. En ellas se observan los mayores índices de inversión extranjera directa y de desarrollo de la infraestructura productiva (Cuadro 2)16.

Todo ello gracias a las ventajas comparativas de que disponen, como su posición estratégica que les permite estar cerca de los mercados de los Estados Unidos y redes carreteras que facilitan los flujos transfronterizos de bienes y personas (Gasca Zamora, 2002: 56).

En contraste, la región Sur-Sureste ha sido la que menos beneficios ha obtenido de la apertura externa y específicamente del TLC (Cuadro 2). La escasa infraestructura con que cuenta no le permite competir con los nuevos requerimientos del mercado externo, y esto la mantiene excluida del proceso de desarrollo regional y estructuración del territorio, por lo que se le considera una región perdedora dentro del nuevo contexto mundial17.

Y aunque estas desigualdades más bien son producto de las condiciones históricas, el gran capital internacional, al reorganizar el sistema económico mundial, las toma muy en cuenta para la ubicación de nuevas actividades económicas, las cuales responden a las exigencias actuales del nuevo proceso de la economía global.

Sin embargo, esta localización de las actividades productivas aumenta las disparidades regionales por la introducción de innovaciones tecnológicas en aquellas regiones y ciudades con mayores niveles de desarrollo. El salto que se observa en más de siete puntos porcentuales en 40 años en el Sur-Sureste se debe al surgimiento de Campeche como centro petrolero (Figura 2).

Una explicación adicional de esta aparente simetría es que se incrementaron las actividades terciarias principalmente en los centros urbanos, lo que de todas formas mantiene las disparidades regionales y se intensifican los flujo migratorios, ya como resultado de los efectos de la economía en la problemática regional.

En este sentido, las entidades que integran la región Sur-Sureste del país quedaron excluidas de las trayectorias "ganadoras" (Chamboux-Leroux, 2001: 25) dentro del proceso de desarrollo regional y estructuración del territorio, además de que carecen de recursos para insertarse de manera competitiva bajo el modelo de apertura externa que se viene desarrollando desde hace más de 25 años18.

Es por ello que se hace necesaria la creación de un plan de desarrollo que incluya lo regional a fin de distribuir de manera más equitativa el ingreso y la distribución de la población y la planta productiva. Para ello un paso fundamental es comenzar por descentralizar el gasto público y reubicar las secretarías de Estado en otras entidades del país a fin de mejorar la distribución de la población.

Las regiones Centro-Occidente, con un menor peso relativo del sector manufacturero dentro de su aparato productivo, y con menor vínculo de sus economías con el mercado externo, hacen que su dinámica de crecimiento dependa en gran medida de cómo evolucione el mercado interno. Esta circunstancia se ha reflejado en un crecimiento moderado debido al debilitamiento del mercado interno causado por la excesiva concentración del ingreso y los bajos salarios.

Se debe buscar reforzar y ampliar el mercado interno a fin de que nuestro país no sea tan dependiente del mercado norteamericano, país que, además, basa su estrategia de comercio exterior en decisiones políticas y de interés interno, variables fuera del control del gobierno mexicano.

Cinco entidades de nuestro país concentran el 46% del Producto Interno Bruto (PIB): Distrito Federal, Estado de México, Nuevo León y Jalisco han sido las entidades que históricamente han concentrado la mayor proporción de la producción y la población (Figura 2). No es de extrañarse que se ubiquen en los primeros lugares en cuanto a generación de riqueza (Cuadro 3).

La ubicación de Campeche en el quinto lugar se entiende por la importancia que ha cobrado en los últimos años la actividad petrolera en esa entidad. En contraste, las cinco entidades ubicadas en la parte inferior del Cuadro 3 aportan apenas 3% del PIB nacional. Los últimos 10 estados sólo aportan 9% del PIB, lo cual explica que en ellas exista un proceso de despoblamiento constante a través de las emigraciones.

La especialización productiva de la región Sur-Sureste, basada en el predominio de las actividades comerciales y los servicios con una orientación casi exclusiva hacia los mercados locales -con excepción de los vinculados con el sector turismo en los cuales tienen fuerte ventaja comparativa en cuanto a captación de extranjeros-, le ha permitido sustraerse relativamente de los efectos negativos del entorno recesivo. Sin embargo, la carencia casi generalizada de un motor de crecimiento como lo es el sector manufacturero y su fuerte dependencia del mercado interno, hace que se conciba esta región como la de menor crecimiento en los próximos años.

Para lograr un desarrollo más equilibrado se requiere que se impulse la competitividad de cada región y se construya la infraestructura necesaria para lograrlo. La formación de ciudades del conocimiento y corredores industriales y de investigación es necesaria en México; así como la construcción de más universidades y centros de enseñanza tecnológica a fin de incrementar el capital humano.

Se propone que sea el Estado el rector del crecimiento y desarrollo económico, ya que su carácter institucional le otorga esa facilidad; sin embargo, la creación de parques industriales y tecnológicos debe ser una prioridad y para ello se requiere la creación de una Secretaría de Ciencia y Tecnología que impulse y promueva la innovación científica y tecnológica.

La inversión en investigación que promueva el avance tecnológico en México es urgente, el país se ha quedado a la zaga en cuanto a las innovaciones y desarrollo de nuevos procesos productivos, materiales y equipo de nueva generación.

También se requiere fortalecer el desarrollo humano e incrementar las oportunidades de empleo donde se otorgue mayor protección a los grupos más vulnerables. De ahí que las propuestas de desarrollo en México se centran en cuatro líneas principales (Dávila et al., 2000: 41):

1. El alto crecimiento natural de la población y la baja productividad actual de la mano de obra en el sector agropecuario, implican que una estrategia de desarrollo centrada solamente en el impulso al sector agrícola no permitirá aumentar los ingresos per cápita, por ello se propone la diversificación de las actividades económicas que impulsen el desarrollo del sector manufacturero y el turismo.

2. Las acciones del gobierno deben enfocarse primordialmente a la eliminación de las distorsiones regionales en precios relativos que aún prevalecen en la economía y a la creación de activos públicos.

3. El gobierno debe poner énfasis en el desarrollo de proyectos de inversión en infraestructura productiva, por lo que conviene concentrar en este tipo de proyectos los escasos recursos presupuestales y administrativos de que se dispone.

4. Dada la importancia de la conectividad en las redes de transporte, las inversiones en esta área deben servir para llevar a cabo proyectos que completen ejes carreteros por donde puedan fluir los productos e insumos de las empresas establecidas o que se establezcan en México, así como el traslado de personas.

Si bien es necesario impulsar el sector manufacturero, es necesario rescatar el sector agrícola mexicano con estrategias que le permitan competir en el mercado internacional. Es urgente una política de promoción del crecimiento en este sector, ya que ningún país puede depender del mercado mundial de alimentos.

Si bien la dotación y construcción de infraestructura productiva es una condición necesaria, no suficiente, se requiere también de la inversión en tecnología y la capacitación y educación de la población. Por otra parte, sí es primordial la construcción y modernización del sistema carreteo en nuestro país y, de ser posible, la reapertura del ferrocarril a fin de abaratar los costos de transporte de bienes y personas.

Finalmente, si bien es el gobierno es quien cuenta con las herramientas para llevar a cabo una planeación del crecimiento económico, también las universidades y grupos civiles deben incorporarse al diseño de planes y programas que promuevan la competitividad y el desarrollo económico.

 

Conclusiones

Los procesos de globalización de la economía mundial, y la nueva función del Estado que implica su disminución en la intervención de la economía, están generando nuevos retos para las naciones y las regiones, relacionados con la competitividad del territorio. En este sentido, las condiciones actuales exigen una profunda transformación de los sistemas productivos que permitan hacer frente a los retos de la globalización: esta transformación puede redefinir las ventajas comparativas de un territorio.19

Por lo tanto, la acción de gobernar implica hoy, promover políticas económicas coordinadas cuyo propósito se centre en reducir las brechas entre entidades y municipios, revertir el deterioro de las condiciones sociales y del medio ambiente regional y fortalecer el desarrollo de las regiones más dinámicas.

El desarrollo económico desigual entre las diversas regiones de un país requiere de una serie de estrategias que reactiven esos territorios sobre la base del aprovechamiento de los recursos y de sus ventajas productivas; por lo que el desarrollo regional debe ser una de las estrategias fundamentales de un país.

Estas desigualdades regionales, en términos del nivel alcanzado por las distintas regiones y entidades, se atribuyen a la excesiva concentración económica, que ha provocado grandes distorsiones territoriales, y a la ausencia de políticas públicas que promuevan la equidad regional.

Especialmente, con la entrada en vigor del TLCN, la diferencia económica entre el norte y sur del país se incrementó, esto ha sido producto del modelo económico de apertura que tiende a favorecer más a aquellos espacios que han acumulado, a lo largo del tiempo, las mejores condiciones de infraestructura productiva, ventajas en su ubicación geográfica y existencia de mano de obra calificada.

La excesiva concentración de la población en grandes ciudades y su enorme dispersión en pequeñas localidades de menos de cien habitantes hace necesario un programa que promueva la descentralización administrativa del sector público a fin de redistribuir la población y el reforzamiento de las ciudades pequeñas para disminuir la grave dispersión de población que muchas veces les limita el acceso a servicios públicos básicos.

La divergencia que se observa en México en las dos últimas décadas respecto al desarrollo se ha agudizado, sobre todo la brecha que separa a las entidades del norte y Sur-Sureste de México se ha ampliado, generando gran número de emigrantes principalmente indocumentados, que ingresan a los EE. UU. en busca de trabajo.

La falta de políticas de desarrollo regional en nuestro país ha fomentado el aumento de las divergencias, las cuales tenderán a incrementarse en el mediano plazo si no existe un Plan Nacional de Desarrollo que tome en cuenta lo regional y diseñe estrategias para lograr una convergencia en el desarrollo. Por lo que una consecuencia de los grandes desequilibrios territoriales no sólo implica un gran número de localidades situadas en situación de pobreza extrema, sino que es un freno al potencial de desarrollo y perpetúa las desigualdades entre territorios de un mismo país, que a su vez genera grandes movimientos migratorios y tensiones sociales.

Es urgente crear planes de desarrollo regionales que permitan fomentar la dinámica económica de aquellas que se han quedado rezagadas a fin de disminuir los desequilibrios existentes. La creación de parques industriales y el reforzamiento del mercado interno vía mejora en salarios y redistribución del ingreso, son pasos fundamentales para lograr un desarrollo regional más equilibrado.

Las nuevas políticas territoriales, las decisiones económicas y la participación creciente de los actores regionales y locales en los procesos de desarrollo, demandan a la vez de una mayor y mejor acción pública, que debe incluir, entre otros aspectos, una actualización y capacitación de los responsables de promover y aplicar las estrategias del desarrollo regional, bajo las nuevas modalidades de la organización y funcionalidad del espacio nacional y regional que el país requiere.

Finalmente, la idea central de que la inserción de México en la economía global ha generado mayores desequilibrios queda confirmada, ello debido al proceso de apertura llevado a cabo, sin protección real al sector agrícola, la subasta del sistema bancario que puso todos los bancos en manos de extranjeros, la no intervención en la economía por parte del estado que desmanteló el sistema ferroviario y la falta de promoción de la producción agrícola.

 

Literatura Citada

Aguilar Adrián, Guillermo. 1998. El sistema mundial y la reconfiguración regional. In: Salvador Rodríguez, Margarita Camarena y Jorge serrano (coordinadores),. El desarrollo regional en México, editorial Amecider, UAQ y IIEc-UNAM, primera reimpresión, México.         [ Links ]

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Notas

1 Un país tiene una economía abierta si cuenta con un comercio exterior formal y además su sistema financiero también está inmerso en la globalización; es decir, para que exista un proceso de apertura económica debe existir necesariamente apertura comercial y financiera.

2 A pesar de esto, por lo general el término región suele usarse para designar unidades territoriales que constituyen subconjuntos dentro del ámbito de un Estado-nación. Se trata de una subdivisión nacional que corresponde a una escala intermedia entre la del Estado-Nación y la de las unidades municipales. La región, desde este concepto, sería un espacio geográfico más amplio que una localidad pero menor que la correspondiente a un Estado-nación (Giménez, 2000), cuyos límites estarían determinados por la uniformidad ecológica de un área, sus comunicaciones, su tradición cultural y una conciencia regional, aspectos que diferencian una región de otra. Una región, en este sentido, puede estar formada por un área delimitada dentro de un municipio, por uno o varios municipios pertenecientes a uno o a varios estados, o por uno o varios estados de uno o varios países.

3 La globalización, como parte del neoliberalismo, pretende conformar una organización económica internacional en la que la libre circulación de mercancías y los flujos financieros no encuentren el más mínimo obstáculo, para lo cual se trata de impedir que los gobiernos realicen cualquier política social o económica que contradiga las exigencias del mercado mundial para asegurar la mayor rentabilidad a los capitales internacionales, para ello se implanta un conjunto de normas reguladas por organismos internacionales como el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial (BM) o la Organización Mundial de Comercio (OMC).

4 Sumado a estos factores, hay que señalar que el auge de la liberalización financiera y la expansión del comercio mundial no ofrecen los mismos beneficios a todas las naciones, ya que no todos parten de la misma posición ni cuentan con los mismos recursos o las mismas ventajas comparativas.

5 Si actualmente en el ámbito mundial existe una desigual distribución geográfica de la actividad económica, ésta es el resultado de la nueva división internacional del trabajo, la cual tiende a ubicar plantas fabriles, que requieren de grandes cantidades de mano de obra, en muchas regiones del planeta.

6 De acuerdo con la teoría neoclásica, el libre movimiento de las fuerzas del mercado sería suficiente para que las regiones igualaran sus niveles de desarrollo (Moncayo Jiménez, 2001:122). En este sentido, de acuerdo con esta teoría, las diferencias entre las tasas de crecimiento entre las regiones son el resultado de la nula o poca movilidad de los factores de la producción. Esta falta de movilidad de los factores es un gran obstáculo para que se puedan igualar los salarios de los trabajadores y los beneficios empresariales entre las diferentes regiones. Pero esta teoría no toma en cuenta que la libre movilidad de las fuerzas del mercado no lleva a la eliminación de las asimetrías regionales. Por el contrario, la libre movilidad tiende a hacer más grandes las asimetrías regionales, ya que el capital tiene por lógica buscar los mayores beneficios; por ello tiende a moverse de las regiones pobres a las ricas. Lo mismo que la fuerza de trabajo especializada que, a través de la migración, se ubica en los lugares donde tenga mayores oportunidades de progresar y por ello elige a las regiones con mayor desarrollo. Por lo que, a partir de una aglomeración económica inicial en una región, la existencia de economías de escala y externalidades tecnológicas, atrae nuevos recursos que refuerzan circularmente la expansión del mercado, en cambio, lo contrario ocurre en las regiones rezagadas.

7 Una reconfiguración del territorio, en la fase de la globalización es muy limitada, ya que ésta genera cambios en los sectores económicos al interior de las regiones pero no implica una nivelación de las condiciones de desarrollo económico entre regiones (Aguilar Adrián, 1998: 26). Todo esto implica que la inserción a la economía global y la introducción de innovaciones no están abiertas para todas las regiones por igual y con el mismo nivel de éxito.

8 Ante estos procesos ha surgido la definición de "Subordinación global" la cual supone que dependemos totalmente del capital y la tecnología provenientes del exterior, y por lo tanto, en vez de limitar la inversión extranjera, debemos invocarla mediante toda clase de rituales y evitar cualquier medida que la moleste (Boltvinik Julio, 2003), "Economía Moral: Atrofia en vez de desarrollo", La Jornada, 10 de octubre de 2003.

9 Hay que recordar que el gran capital internacional tiende a seleccionar espacios muy específicos para la inversión, por lo cual elige regiones que cuenten con buena infraestructura, bajos salarios, pobre regulación laboral y mano de obra bien capacitada, junto con otras exigencias.

10 Desde mediados de los setenta, al buscar una salida al agotamiento del modelo de crecimiento hacia adentro vía industrialización sustitutiva que habían aplicado por varias décadas los países latinoamericanos, éstos comenzaron aplicar una estrategia encaminada a producir una profunda reestructuración o ajuste estructural de sus respectivas economías nacionales siguiendo las "recomendaciones" realizadas para los países en desarrollo por algunos organismos unilaterales como el FMI y el Banco Mundial. Para el caso de México, estas políticas comenzaron a aplicarse en forma general a partir del sexenio de Miguel de la Madrid, hasta la fecha.

11 Durante los últimos veinte años del siglo pasado, la política económica de los países en desarrollo ha sufrido grandes cambios. México, como parte de estos países no ha estado exento de los nuevos ajustes en la política económica llamada neoliberal, ésta propaga la disminución del poder regulador del Estado y promueve la privatización indiscriminada de la economía, así como la entrada de grandes montos de inversión extranjera para estar dentro del sistema económico global o internacional.

12 Los movimientos del capital están determinados, en gran medida, por la existencia de una serie de factores como subordinación política por parte de los gobiernos, por la seguridad jurídica del capital y de la propiedad, pero también su entrada a una región o a un país está determinada por las condiciones generales de explotación económica prevalecientes (como salarios, productividad, bajas demandas laborales y mínimas condiciones generales de los trabajadores, entre otras) y que de no existir se convierten en demandas centrales de los inversionistas (Ornelas Delgado, 2002:79).

13 Muchos especialistas de lo regional en México han usado el concepto de convergencia (dirigirse a unirse en un punto) y divergencia (irse apartando sucesivamente unos de otros) para referirse a las desigualdades regionales.

14 Los esfuerzos nacionales por reducir las inequidades sociales y económicas de la población de México, durante el periodo 1970-1995, tuvieron marcadas diferencias regionales, ya que, por un lado, se observó que las entidades más avanzadas lograron progresos más significativos, mientras que aquellas con un grado de desarrollo relativo menor lo hicieron más lentamente. Dicha inequidad se aprecia tanto si se observa por separado la distribución de los logros educativos, la mejoría de las condiciones de vivienda y la obtención insuficiente de ingresos monetarios, como si se miden las carencias a través del índice de marginación estatal, CONAPO, 2000, "La situación demográfica en México, 2000".

15 El Sistema Nacional de Ciudades en México, definido por CONAPO; está compuesto por tres tipos de ciudades de acuerdo con su tamaño: ciudades pequeñas, conformadas por localidades que cuentan con una población de entre 15 000 y 100 000 personas; ciudades medianas, con un rango de población de 100 000 a un millón de habitantes; grandes ciudades, que cuentan con más de un millón de habitantes. Actualmente existen nueve grandes ciudades en México.

16 Uno de los rasgos más destacados de la nueva fase es el gran peso que han adquirido en la economía mundial las corporaciones multinacionales. Éstas tienen un papel primordial en la concentración del capital a nivel internacional y representan la forma por medio de la cual el gran capital internacional ejerce su hegemonía en la economía mundial actual. Sin embargo, cabe mencionar que las empresas transnacionales no tienen como objetivo promover el desarrollo de un país. Su objetivo principal es el de maximizar sus beneficios, por lo que no pueden considerarse como verdaderos instrumentos de desarrollo (Sepúlveda Ramírez, 2001: 48).

17 Existe la opinión de que estas estrategias responden a las necesidades expansivas del mercado norteamericano hacia el sur del continente que pretende lograr el control de los recursos naturales por parte del capital privado. Y es que la estrategia que se contempla es la creación de un conjunto de corredores de desarrollo territorial generados por el avance de la extensión del mercado norteamericano hacia el sur del continente (Álvarez et al., 2002:67).

18 Los estados que forman parte de las regiones "perdedoras" de acuerdo a Chamboux-Leroux, son: Campeche, Chiapas, Guerrero, Oaxaca, Quintana Roo, Yucatán, Aguascalientes, Durango, San Luis Potosí y Zacatecas.

19 Dentro del proceso de globalización, algunas zonas, que por tradición han sido atrasadas económicamente, pueden aprovechar las nuevas oportunidades que les ofrecen sus ventajas comparativas, lo que puede generar nuevas inversiones productivas; sin embargo, éstas no son la solución a sus problemas y en muchos casos tienden a incrementarlos.

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