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Agricultura, sociedad y desarrollo
versión impresa ISSN 1870-5472
agric. soc. desarro vol.9 no.4 Texcoco oct./dic. 2012
Calendario agrícola mazateco, milpa y estrategia alimentaria campesina en territorio de Huautepec, Oaxaca
Mazatec agricultural calendar, milpa and peasant dietary strategy in the territory of Huautepec, Oaxaca
Silvia Carrera-García1, Hermilio Navarro-Garza1, Ma. Antonia Pérez-Olvera1, Bernardino Mata-García2
1Desarrollo Rural. Campus Montecillo. Colegio de Postgraduados. 56230. Montecillo, Texcoco, Estado de México (carrera.silvia@colpos.mx), (hermnava@colpos.mx), (molvera@colpos.mx) * Autor responsable.
2Sociología Rural. Universidad Autónoma Chapingo. 56230. Texcoco, Estado de México (ciismer@yahoo.com.mx)
Recibido: agosto, 2012.
Aprobado: noviembre, 2012.
Resumen
Los objetivos de esta investigación fueron documentar el conocimiento y uso del calendario agrícola mazateco, y contribuir a caracterizar el funcionamiento del sistema agroalimentario, en Agua Colorada y Agua Evangelista del municipio de Huautepec, Oaxaca, región etnolingüística mazateca. En la metodología se utilizó el enfoque mixto, analizando datos cualitativos y cuantitativos. Un muestreo aleatorio simple permitió seleccionar 34 campesinos-indígenas para la aplicación de cuestionarios. Los resultados indican que el conocimiento y uso del calendario agrícola mazateco Chan sigue vigente en las comunidades de estudio, orientado básicamente para señalar los periodos de fechas de siembra, labores agrícolas y de cosecha de las especies que integran los sistemas de milpa y de traspatio. La milpa constituye la actividad agrícola económica fundamental; es un medio para la recreación de su conocimiento tradicional y la producción social de diversos productos alimenticios de autoconsumo, básicos en la gastronomía local. Los sistemas económicos familiares mazatecos (SEFAM) están basados en los conocimientos de su entorno natural, determinantes para el manejo de la biodiversidad en la milpa y la consecuente estabilidad y resiliencia del sistema; como indicadores de sus estrategias territoriales que posibilitan su funcionamiento, adaptabilidad y permanencia como organizaciones socioeconómicas de producción y consumo.
Palabras clave: biodiversidad, conocimiento tradicional, sistemas agroalimentarios.
Abstract
The objectives of this research were to document the knowledge and use of the Mazatec agricultural calendar, and to contribute to characterize the functioning of the agri-food system in Agua Colorada and Agua Evangelista, in the municipality of Huautepec, Oaxaca, a Mazatec ethno-linguistic region. In the methodology, a mixed approach was used, analyzing qualitative and quantitative data. A simple random sample allowed selecting 34 peasants/indigenous people, to apply questionnaires. Results indicate that the knowledge and use of the Chan Mazatec agricultural calendar is still valid in the communities of study, directed basically at signaling the periods for dates for sowing, agricultural tasks and harvesting of species that make up the milpa and backyard systems. The milpa constitutes the fundamental economic agricultural activity; it is a means for the recreation of their traditional knowledge and the social production of various food products for self-consumption, basic in the local gastronomy. The Mazatec family economic systems (MFES) are based on the understanding of their natural environment, decisive for biodiversity management in the milpa and the consequent stability and resilience of the system; as indicators of their territorial strategies that allow their operation, adaptability and permanence as socioeconomic production and consumption organizations.
Key words: biodiversity, traditional knowledge, agri-food systems.
Introducción
La agricultura campesina-indígena y la tecnología agrícola tradicional, con sus antecedentes milenarios en México, se han caracterizado por la utilización de lógicas específicas de aprovechamiento y conservación de sus recursos naturales, así como por sentar sus bases en aspectos sociales y solidarios; mismos que en general son de poco interés u omisos en los programas de desarrollo agrícola y rural. La diversidad de las agriculturas campesinas-indígenas incluye conocimientos, recursos y prácticas con potencial para la organización y funcionamiento de sistemas biodiversos; y por tanto estables, con tendencia a ser endógenos, autogestionarios y ambientalmente viables, que posibilitan la implementación de sistemas resilientes, acordes con estrategias para la adaptabilidad y viabilidad de sus agroecosistemas locales.
Hernández (1985) plantea que la agricultura tradicional es en sí misma una continua experimentación y modificación de prácticas, implementos, semillas y calendarios; subraya que se trata de una continua transmisión de conocimientos. Por su parte, Grenier (1999) señala que el conocimiento indígena se refiere a su uso singular tradicional y local, que existe dentro de las condiciones específicas de mujeres y hombres de un área geográfica particular, y que se desarrolló alrededor de ellas. Dicho conocimiento es acumulativo y representa generaciones de experiencias, y experimentación constante. Berkes et al., (2000) añaden que el conocimiento tradicional es producto de sus observaciones prácticas diarias, y que en algunos casos las circunstancias adversas facilitan el mayor uso del conocimiento local. González (2008) menciona que los saberes campesinos tienen su origen en la acumulación milenaria de experiencias, conocimientos, creencias y costumbres que son consistentes entre sí. En este sentido, utiliza el concepto de "saberes" para designar el conocimiento empírico de los campesinos, el cual no es un acervo inmutable. Por el contrario, se modifica incesantemente, se restringe o se amplia, se transforma; los protagonistas ven la agricultura como un todo, y como una forma de vida.
Las festividades rituales, los periodos en que la siembra y cosecha de los productos alimenticios es propicia; entre otros, son parte de los conocimientos y características culturales de los grupos indígenas, los cuales se desarrollaron en las sociedades prehispánicas de la civilización mesoamericana para medir el tiempo y fechar acontecimientos, dando lugar a su sistema calendárico.
El calendario mesoamericano, al igual que otros elementos de la civilización; como la estratificación social, la religión organizada, el urbanismo, la escritura, entre otros, surgieron durante el segundo milenio antes de nuestra era. Unos tres mil años después, cada uno de los calendarios concretos de Mesoamérica tenía su propia historia, que los caracteriza frente a otros calendarios vigentes. En esa situación y en ese momento todos los calendarios de Mesoamérica debieron confrontarse además con el calendario de los conquistadores europeos, el cual acabó por prevalecer (Tena, 2000).
Tena (2000) y Broda (2004) señalan que el calendario, al igual que las bases astronómicas que permitieron su elaboración, formaba parte de la tradición mesoamericana y tenía raíces muy antiguas. La base la constituía la observación del sol. El calendario era el resultado de la combinación entre un ciclo de 365 días llamado en náhuatl xiuhpohualli o "cuenta del año" haab en maya, constaba de 18 "meses" de 20 días cada uno por lo que es más apropiado llamarlos "veintenas", más cinco días complementarios, lo que suma un total de 365 días del año solar y se combina con un ciclo de 260 días tonalpohualli en náhuatl, o "cuenta de los días"; tzolkin en maya, compuesto por 13 veintenas. La combinación entre ambos ciclos formaba unidades mayores de 52 años, en la llamada "cuenta corta", que era el sistema usado en el centro de México en el momento de la Conquista.
Marcus (2000) señala que los calendarios mesoamericanos son parecidos en su estructura pero su contenido es diferente. Son distintos los nombres de los días, y los significados de estos últimos difieren; los días que fungen como portadores o nombres de los años no son iguales, y los años comienzan en días distintos.
Edmonson (2000) señala que estaban vigentes 21 calendarios el año 1521, cuatro no se usaban y seis más los refiere como menores. Por su parte Villaseñor (2007) realiza un recorrido en diferentes referencias bibliográficas, y a partir de dichas obras enlista 54 calendarios en diferentes regiones del área mesoamericana, donde se incluye al calendario mazateco. Al respecto, Weitlaner y Weitlaner (1946) realizaron una investigación sobre el calendario mazateco en tres municipios de la región. Con base en entrevistas a informantes clave se obtuvieron seis versiones del calendario, entre las cuales la coincidencia básica es la de las 18 veintenas, más cinco días complementarios.
Por otra parte, Van Doesburg y Carrera (1996) con base en su investigación sobre el calendario en la región mazateca, señalan que la estructura de este calendario es una continuación del calendario prehispánico mesoamericano, y que los mazatecos dedicados al cultivo del sustento principal de la cultura mesoamericana, el maíz, han transmitido de padre a hijo por el curso de los siglos, un sistema propio para contar el tiempo; mismo que les asegura un uso óptimo de los recursos naturales y de las condiciones que rodean el trabajo en la milpa. Este calendario propone con precisión los momentos adecuados para tumbar y rozar, sembrar, doblar y cosechar.
Los sistemas de producción agrícola de la región Mazateca Alta se caracterizan por combinar una serie de propósitos y estrategias, las cuales permiten manejar y obtener una producción diversificada. En términos generales, cabe señalar que para la producción- autoconsumo, el capital patrimonial se sustenta en una gran biodiversidad de poblaciones nativas locales -o criollas- de: maíces, frijoles, calabazas, chilacayotes; así como una gran variedad de arvenses, especies frutales, y para leña, entre otras.
La biodiversidad tiene varias ventajas para un manejo estable y equilibrado del ecosistema. El interés de la biodiversidad, como una estrategia de manejo de recursos multifuncional y de multipropósito para las familias campesinas, es contribuir a lograr la seguridad alimentaria en condiciones sustentables mediante el autoconsumo, y en su caso posibilitar que los campesinos comercialicen sus excedentes, así como los bienes agropecuarios producidos con propósitos comerciales. Al respecto Appendini et al., (2003; 2008) indican que el cultivo del maíz forma parte de las estrategias de seguridad alimentaria entre los productores de pequeña escala, tanto por razones económicas como culturales, pese a que incurren en costos de producción superiores a los precios del mercado, dada la importancia que esta acción tiene en su bienestar y en su calidad de vida.
En el estudio se intentó visibilizar y documentar el conocimiento y uso del calendario agrícola mazateco, mediante la identificación de su asociación actual con el manejo de la milpa; con la finalidad de contribuir a sustentar su utilidad en el funcionamiento del sistema agroalimentario campesino-indígena.
Materiales y Métodos
La investigación se desarrolló en territorio de la Mazateca alta, en el municipio de Huautepec, localizado al norte del estado de Oaxaca. Las coordenadas municipales están entre los paralelos 18°02' y 18° 07' N y los meridianos 96°45' y 96° 50' O. (INEGI, 2005). El estudio se realizó en dos comunidades: Agua Colorada y Agua Evangelista, las cuales se ubican en el territorio de la parte alta del municipio (TPAA), a una altura promedio de 1718 m.
La metodología tuvo un enfoque mixto, con la que se analizaron datos cuantitativos y cualitativos. La unidad de estudio fue la doméstica, misma que se reconoce como Sistema Económico Familiar Mazateco (SEFAM). Dicha propuesta de la unidad de estudio, valorado desde la perspectiva de sistemas en la unidad doméstica campesina-indígena, además de su funcionamiento como sistema de producción, su configuración compleja como sistema multipropósitos para el manejo de los recursos culturales, la polivalencia productiva y asalariada de la mano de obra familiar, el consumo de parte o la totalidad de la producción, la recolección, en su caso la artesanía, e incluso la posible venta de algunos productos; de acuerdo con la investigación en la Mixteca alta de Oaxaca (Navarro y Muench,1991).
La determinación del tamaño de muestra del TPAA se realizó con base en la lista de campesinos facilitada por los representantes municipales de los dos poblados. Se realizó el cálculo de tamaño de muestra utilizando un muestreo aleatorio simple, el cual permitió seleccionar 34 campesinos-indígenas para la aplicación de cuestionarios.
En el estudio de campo se hizo un recorrido exploratorio durante el primer semestre de 2011, y la fase final se realizó durante el resto del año, consistente en una encuesta mediante un cuestionario, aplicado a 34 jefes de familia, mismo que se complementó con la técnica de observación participante. El 75 % de las entrevistas definidas en el muestreo se realizó en idioma mazateco. Las variables e indicadores se orientaron hacia los aspectos socioeconómicos de los miembros del SEFAM, el conocimiento y uso del calendario agrícola mazateco, asociado al funcionamiento y la caracterización del sistema tradicional de milpa, las semillas utilizadas, el proceso productivo, el uso de arvenses, el almacenamiento, el rendimiento y destino de la producción, así como la identificación de actividad pecuaria. Con la finalidad de analizar la afinidad territorial de los SEFAM que utilizan el calendario mazateco con aquellas unidades domésticas del territorio mazateco en la parte baja que no lo utilizan, se realizó un análisis de conglomerados utilizando información de los 34 cuestionarios de la parte baja y de 21 más, aplicados en el territorio de la parte baja. Las variables utilizadas fueron: superficie agrícola disponible, existencia o ausencia de cultivos comerciales, existencia o ausencia del referente al calendario agrícola mazateco, existencia de migración, presencia o ausencia de programas asistenciales de apoyo productivo, existencia alta o baja de caprinos y de animales de carga, la mayor o menor frecuencia de hogares con lámina en el techo y la mayor o menor frecuencia de hogares con paredes de material.
Los datos obtenidos, tanto cualitativos como cuantitativos, se capturaron en una base Excel, a partir de la cual se calcularon estadísticas descriptivas y gráficas. Se utilizó el programa estadístico SPSS (Statistical Package for the Social Sciences), versión 15.0, para la obtención de frecuencias, porcentajes y el dendograma.
Resultados y Discusión
La cultura mazateca pertenece al grupo lingüístico olmeca-otomangue, subgrupo otomiano-mixteco y familia popoloca. Con base en la división política administrativa, el territorio mazateco se compone de 31 municipios en los estados limítrofes de Oaxaca, Puebla y Veracruz. Se estimó que para el año 2010 la población que hablaba esta lengua indígena era de 230 124 personas, de acuerdo con el Censo de población y vivienda (INEGI, 2010). La entidad que cuenta con el mayor número de población mazateca es Oaxaca, con 174 352 habitantes; ocupando el tercer sitio entre las etnias del Estado (Luna, 2007). De acuerdo con el CONEVAL (2011), respecto a la pobreza en México durante el año 2010, se señala una estimación de 52 millones de pobres, 46.2 % de la población nacional. En los 2456 municipios del país, entre los de mayor porcentaje de pobreza, el municipio de estudio, con 76.5 % de pobreza extrema, ocupa el sitio 12, con base en las dimensiones económicas y sociales que señala la Ley General de Desarrollo Social (LGDS): ingreso, rezago educativo, acceso a los servicios de salud, acceso a la seguridad social, calidad y espacios de la vivienda, servicios básicos en la vivienda, acceso a la alimentación y grado de cohesión social. CONAPO (2011), con indicadores similares orientados a medir el índice de marginación, ubica al municipio con un grado de marginación muy alto, y en el lugar número 43 en el contexto municipal nacional. Ambos estudios lo tipifican entre los de mayor pobreza extrema y de muy alta marginación.
De acuerdo con el conteo de población 2010, el municipio tiene 5995 habitantes, 53 % mujeres y 47 % hombres; en 25 localidades. El 76 % de ellas tiene menos de 250 habitantes (INEGI, 2010).
Aspectos socioeconómicos.
Datos de campo registran para el TPAA una edad promedio de los jefes de familia de 43.8 años, con un mínimo de 21 y un máximo de 73. El 70.5 % se ubica en el intervalo de 20 a 50 años, en contribución similar de cada una de las tres clases. El intervalo de 51 a 73 años registró el 29.5 % restante. En promedio, por SEFAM, se estimaron 5.1 integrantes, entre los cuales más de la mitad registró de 2 a 4 miembros, en segundo término una tercera parte con miembros de 5 a 7, y 14.3 % con las familias más numerosas, que tuvieron entre 8 y 12.
La escolaridad de los encuestados es: la tercera parte no cuenta con ningún tipo de estudios; 17.5 % terminó la primaria, 8.8 % terminó la secundaria, y el resto sólo concluyó los primeros grados de primaria. El elevado porcentaje de analfabetismo y de adultos sin terminar la primaria muestra las limitadas posibilidades de desarrollo tanto para los SEFAM como en la región. El analfabetismo y otras limitaciones rurales ilustran, entre otros indicadores sociales, la exclusión del sujeto y la territorial, desempeñando un papel decisivo en los procesos económicos, políticos y sociales.
En el TPAA 29.4 % de los jefes de familia emigran al menos una vez durante el año; a la Ciudad de México y en segundo término a la Ciudad de Oaxaca. En su mayoría retornan a sus comunidades para actividades de preparación de las tierras, siembra y cosecha de la milpa, así como para las fiestas patronales. El proceso migratorio implica una serie de cambios al interior de los sistemas económicos familiares mazatecos, cuyos efectos, a largo plazo, se manifiestan en diferentes ámbitos. En territorios donde predomina la economía de subsistencia, el jefe de familia tiene que intensificar su trabajo en la parcela; si ésta no le permite, por su dimensión o calidad, obtener un ingreso adicional suficiente, tiene que desplegar acciones en sus estrategias de reproducción, como la migración (Nava, 2000; De Oliveira et al., 1988).
Calendario agrícola mazateco Chan
La traducción de la palabra calendario, como tal, no existe en el lenguaje mazateco; se toma la palabra Chan para nombrarlo con base en el significado que le dan los habitantes de esta zona como un período, un tiempo en particular porque es el prefijo que antecede a más de 80 % de los nombres de las veintenas. Además, porque se valida en la bibliografía revisada, en la cual se le nombra de la misma manera.
El uso del calendario en idioma mazateco fue mencionado por la mayoría de los campesinos mayores a 40 años; al cual hacían referencia para señalar diferentes fechas de siembra, labores agrícolas y de cosecha de las especies que integran el sistema de milpa y de traspatio. Con base en lo anterior, los resultados se orientan al análisis sobre el conocimiento del Chan en el aspecto agrícola, lo cual no significa que sólo estuviera ligado a la actividad agrícola. Según Edmonson (2000), los calendarios mesoamericanos eran una guía al pasado mítico y una ventana al futuro astrológico: ordenaban los rituales asociados a los ciclos del tiempo, las actividades agrícolas y comerciales, los mercados y los reinados de los soberanos. Boege (1988) menciona que los rituales agrarios mazatecos, enmarcados dentro del ciclo anual y según el ordenamiento mazateco de veintenas, no sólo se refieren al espacio sino también a los tiempos en que se trabaja; el calendario agrícola marca los momentos en que se han de realizar los rituales, señala que no se trata de un día fijo, pero sí de un periodo o conjunto de "tiempos" mazateco.
Van Doesburg y Carrera (1996) apuntan que el uso del calendario mazateco no solamente toca cuestiones agrícolas, sino también costumbres que tienen que ver con espíritus importantes del cultivo de milpa y se relaciona con la realización de ceremonias en tiempo de siembra y cosecha. Señalan que hoy en día su conocimiento y uso está perdiendo terreno frente al año calendárico europeo, sobre todo en las generaciones jóvenes; lo cual coincide con esta parte del TPAA. No se tuvo evidencia declarada de las ceremonias específicas relacionadas con los cultivos practicados en la región, tales como la quema de incienso, cera y copal o la colocación de una cruz adornada de flores en la parcela.
Weitlaner y Weitlaner (1946) plantean preguntas sobre el calendario: ¿dónde está el centro de su origen o de difusión y el significado de su supervivencia? Entre las hipótesis posibles están: a) el origen del calendario es básicamente agrícola; b) sólo algunos periodos están en uso y se relacionan con la agricultura, y asimismo poseían un contenido mitológico, y c) fueron tomados a través de la difusión de los centros de cultura superior, y su contenido se ubica en las culturas mazateca y chinanteca.
Los resultados de trabajo de campo indican que el Chan se inicia el 1 de enero, consta de 18 períodos de veinte días cada uno, dando 360, más un período de cinco días (Kinda-aun), para un total de 365 días. Este resultado coincide con lo señalado por Van Doesburg y Carrera (1996), quienes añaden que cada pueblo tiene su Chan, ya que la diversidad geográfica de la región imprime cierta variación en los momentos de siembra. Con el conocimiento y saberes de los campesinos, así como con el complemento de revisión de bibliografía, se obtuvo una versión del Chan para el TPAA del municipio, identificando las diferentes actividades que se realizan en las veintenas (Figura 1).
De algunas veintenas no se tiene información, debido a que se ha ido perdiendo el conocimiento del significado de ellas. Como lo señala Stresser-Pean (2003) los datos históricos o etnológicos que se han conservado nos permiten conocer, por lo menos en forma parcial, el vocabulario de los antiguos calendarios en una veintena de lenguas indígenas de México y de Guatemala.
1. Chan-me. Me, refiere a querer. Najme (Maíz). Veintena de pensar en la siembra de maíz. 2. Chan-taou. Taou, refiere a viento. Veintena de viento. 3. Chan-xki. Xki, refiere a medicina, remedio. Veintena de curar. 4. Chan-kjui. Sin interpretación. 5. Chan-jii. Jii, refiere a ocho. 6. Chan-jno. Jno, refiere a milpa. Veintena de milpa. 7. Chan-too. Too, refiere a fruta. Veintena de fruta. 8. Chan-maje. Maje, refiere a grande, crece, desarrolla. Veintena de crecimiento. 9. Chan-mati. Mati, refiere a enojar matile refiere a se enojó. Veintena de enojo fruido, trueno). 10. Sinda. Sinda refiere a hacer, haciendo. Veintena de trabajo. 11. Sineje. Sine, refiere a amarillo. Veintena en que la milpa comienza amarillar. 12. Chan-joo. Sin interpretación.13. Chan-shrue. Sin interpretación. 14. Chan-cuaha. Sin interpretación. 15. Chan-saha. Sin interpretación. 16. Chan-kin. Sin interpretación. 17. Chan-kan. Kan, refiere a veinte. 18. Kindaa. Sin interpretación. Kinda aun, días complementarios. Aun refiere a cinco.
El sistema tradicional de milpa
El manejo de este sistema, considerando desde la preparación del terreno hasta la cosecha y el almacenamiento, es realizado básicamente con sustento en el conocimiento tradicional heredado y recreado entre generaciones, de padres a hijos. El área promedio que se cultiva es de 18.75 tareas3 (0.75 ha), encontrando entre los encuestados un mínimo de 4 tareas (0.16 ha) y un máximo de 50 (2 ha).
Tipos de semillas de maíz y frijol utilizadas
Se siembran básicamente tres tipos de maíz, siendo preferida la siembra del amarillo (62 %), por los productores, seguido por el blanco y el morado; cabe agregar que frecuentemente combinan otro tipo como segunda prioridad (Cuadro 1). Dichas preferencias podrían estar asociadas a: la consideración del maíz amarillo (sine) como más resistente a la falta de agua, al acame y por su periodo vegetativo ligeramente más tardío. A los maíces blanco (Xhoá) y morado (Ku), se les reconoce la ventaja de que su ciclo vegetativo, por ser ligeramente más corto, permite a los sistemas familiares de los campesinos-indígenas tener más opciones, como el que siembren más tarde en caso de que sus parcelas no estén listas al momento de las primeras lluvias, el empate con la siembra de algunos tipos de frijol, y la disponibilidad de elotes y mazorcas en un periodo diferente.
En el sistema de milpa las semillas de maíz usadas son exclusivamente de poblaciones nativas locales, conocidas como criollas. Dicha práctica generalizada posibilita la propiedad colectiva de estos recursos, esenciales para la producción de diversos alimentos multipropósito y básicos económica y culturalmente; además de mantener, conservar y recrear las variedades locales, las cuales están adaptadas a las condiciones edafoclimáticas territoriales, así como a las parcelas de los campesinos-indígenas. El conocimiento generado de manera empírica en sus modalidades de manejo, así como sus innovaciones, se van heredando de padres a hijos.
Una investigación realizada en 16 regiones de 15 estados del país permitió establecer que la siembra del maíz se realiza en su mayoría (76.5 %) con el uso de maíces criollos, y en zonas de agricultura campesina típica va de 80 a 100 %. (Herrera et al., 2002); lo cual denota la importancia actual y futura de las poblaciones nativas de diversas semillas criollas.
El frijol sembrado junto con el maíz integran la comunidad ecológica y cultural básica: la milpa. Entre la diversidad de frijoles se identificaron varios tipos: (1) Najmá xque4 (ayocote); (2) Najmá tíí (frijol negro), que es sembrado por un poco más de la tercera parte de los campesinos; (3) Najmá noo (frijol de milpa) enredadera; (4) Najmá yaa frijol de palo y, (5) Najmá toro (en el ejote la vaina tiene una tonalidad roja). Es importante mencionar que dentro de una parcela podemos encontrar dos o más tipos de frijol. Así también encontramos en la mayoría de las parcelas lo que se pudiera considerar (por parte de los campesinos) como frijol silvestre o frijol cimarrón (6) Najma jáa (Phaseolus sp), que posee un raíz tuberosa, que le permite rebrotar año con año dentro de las parcelas de maíz. Es un frijol que aprecian los campesinos porque es muy diverso y multiusos en la parte alimenticia, ya que desde que florece sus flores rojas pequeñas son cortadas y consumidas (tembién espesadas con masa). Desarrollado el frijol, se corta en ejote, se desvaina y se consume (espesado con masa) y posteriormente el frijol seco es consumido de manera normal.
Después del maíz, el frijol ocupa el segundo lugar en la preferencia de los campesinos. Los alimentos primarios se caracterizan por estar siempre presentes en las comidas, suelen acompañar al alimento básico, son conocidos por la mayoría de los integrantes del grupo familiar y también forman parte de variadas preparaciones culinarias. En México los alimentos primarios son maíz, frijol, chile y tomate verde. (Pomboza, 2011).
Dentro de este sistema se práctica también la siembra de calabaza (Cucurbitapepo L.) y chilacayote (Cucurbita ficifolia); en estas dos comunidades sobresale la siembra de chilacayote en 38 % de las parcelas, seguida de la calabaza con 18 %. En el resto de los sistemas de milpa se siembran diversas razas de maíz y frijol.
Las labores previas para la siembra de la milpa, básicamente para maíz y frijol, consisten en la limpia del terreno del rastrojo anterior y residuos existentes, mediante azadón y machete, con los cuales se van formando montones o pilas para su quema posterior. Este periodo es primordial para los campesinos, ya que señalan que son actividades ubicadas dentro de las dos primeras veintenas del Chan, y se deben de respetar y hacer en ese lapso, ya que después no se tendrán las condiciones climáticas adecuadas, dado que empiezan las primeras lloviznas, que no permiten realizar la quema adecuadamente.
Abonado
Para el abonado de la milpa 47.1 % de los campesinos utilizó estiércol de chivo, el cual fue aplicado al momento de la siembra. La dosis fue una cantidad correspondiente a la que se toma con el puño de la mano, por cada mata. El resto de los productores dijo que no aplicó estiércol debido a que no cuentan con él (44.1 %), no pudieron conseguirlo en la comunidad (2.9 %) o porque no acostumbra usarlo (5.9 %).
Manejo de malezas, arvenses y plagas
El control de las malezas se realiza dos veces durante el ciclo, la primera y segunda limpia se hacen aproximadamente al primer y segundo mes después de la siembra. El 82.4 % de los campesinos utiliza azadón para la limpia y 17.6 % hace una combinación de azadón y herbicida, señalando en todos los casos el uso de herbicidas químicos.
Las arvenses guardan cierta importancia dentro del sistema de milpa, ya que son útiles en la alimentación dentro del SEF, y algunas en ciertos casos son comercializadas en la plaza que se realiza cada ocho días en la cabecera municipal. Entre las principales están: la hierba mora (Solanum sp) y el quintonil (Amaranthus sp), las cuales son hervidas para su consumo..
En un estudio llevado a cabo en tres comunidades Mixtecas, Pomboza (2011) reporta que los campesinos recolectan al menos 20 especies de plantas silvestres cada año para consumo alimentario. El promedio de campesinos recolectores fue 61 % en la comunidad de Tayata, el más alto; en la Candelaria (33 %) el más bajo, y en el Imperio 49 %. El alto porcentaje de recolectores y el número de especies sugiere que la recolección es una práctica generalizada importante, la cual se integra como parte del sistema alimentario local. Según el autor mencionado, contribuye a la alimentación campesina, especialmente en micronutrientes.
En lo que refiere a las plagas que se presentan durante el cultivo de la milpa, 85.3 % de los encuestados indicó que se presentaron plagas; 14.7 % señaló que no. Las plagas mencionadas por los campesinos se mencionan en orden decreciente: tejón (Meles meles), ardilla (Sciurus vulgaris), gusano cogollero (Spodoptera frugiperda) y gusano elotero (Helicoverpa zea). Dado que consideran que el daño no es grave, no realizan algún tipo de control.
Cosecha y almacenamiento
La cosecha o "pizca" de las mazorcas la realizan entre los meses de septiembre y octubre. De acuerdo con los datos recabados y las estimaciones realizadas, se tiene un rendimiento5 promedio de 580 kg/ha. El frijol lo recogen los campesinos manualmente durante los meses de noviembre y diciembre, cuando las vainas se han secado. En los patios de las casas se finaliza el secado, para su posterior desvaine a mano. El rendimiento aproximado por SEFAM se estimó en 75.82 kg/ha.
En el marco de los saberes campesinos la cosecha de ambos granos debe realizarse cuando la luna está en fase llena, ya que si la realizan cuando está en fase creciente o "tierna" hay más probabilidades, desde su visión, que se pique el frijol o maíz.
Para su almacenamiento, se acostumbra pizcar las mazorcas con una parte de su totomoxtle, el cual servirá para el amarre entre dos de ellas, las cuales serán colgadas en maderas o vigas sujetas a los techos del SEFAM, pudiendo ser en la cocina o en el espacio destinado para dormir. Esta práctica la realiza 97% de los campesinos, el porcentaje restante lo guarda en costales. El desgrane se va realizando conforme se va necesitando el grano para su consumo.
El almacenamiento de la semilla para la siembra del ciclo siguiente es similar, sólo una persona dijo guardar el grano en botellas de plástico. En general el desgrane de semilla para siembra incluye: seleccionar las mazorcas que parecen sanas y de buen tamaño, y desgranar sólo los granos más grandes, dejando la parte inferior y superior de la mazorca para uso doméstico.
Respecto al frijol, la mayoría reporta que lo guarda en costales, de donde lo va tomando para su consumo. La semilla para la siembra del ciclo siguiente es guardada en bolsas de plástico. Algunos campesinos lo almacenan en botellas de plástico -de refresco-, con capacidad de 2 ó 3 litros.
Valoraciones del sistema tradicional de milpa
De acuerdo con Aguilar et al., (2003) la milpa es el sistema de producción que mejor representa a los pueblos indígenas, puesto que el maíz que se produce forma parte fundamental de la alimentación de la familia campesina e indígena. En este sistema de producción, además del maíz se producen otros alimentos como: frijol, calabaza, quelites, además de otras especies cultivadas o permitidas.
Existe una gran variedad de formas de manejo en las parcelas de los campesinos, mismas que se van adaptando de acuerdo con sus necesidades alimentarias, a ciertas características edafoclimáticas locales y sus riesgos, así como frente a diversas determinantes de su entorno.
En la milpa cada planta cumple una función ecológica. La asociación maíz-frijol es complementaria, ya que el frijol es una planta fijadora de nitrógeno que le aporta este nutriente al maíz, y la caña de maíz proporciona sostén al frijol que se enreda en ella para apoyarse y crecer. También son complementarias en su función alimentaria por los nutrientes que aportan, particularmente en cuanto a los aminoácidos, que al reunirse en la dieta tradicional proporcionan una alimentación bastante balanceada. La calabaza y la chilacayota sembradas en la parcela entre el maíz y el frijol limitan el desarrollo de malas hierbas. El consumo de las semillas, guías, flores y frutos tiernos o maduros de la calabaza aporta carbohidratos, proteínas, grasa, vitaminas y fibra. (Aguilar et al., 2003).
Otra cualidad de la milpa es la obtención de diversos productos, transformados o no, a partir de sus hojas, tallos y granos de la planta. En estas comunidades el principal derivado obtenido es la tortilla, seguido de una variada gastronomía local para la elaboración de tamales de elote, de comal, y atoles. Un tamal característico de la región es el denominado "de frijol", el cual integra tres componentes obtenidos de la milpa: masa, frijol y envoltura con hoja de la planta de maíz. La elaboración de dicho tamal se asocia a fechas especiales como fiestas patronales, bodas, bautizos, entre otras efemérides. Pomboza (2011) señala que en unidades domésticas o SEF de la Mixteca, el campesino aprovecha diversos productos: elotes, hojas para tamal, caña para consumo de los niños, grano seco para la preparación de variados platos, y rastrojo para alimentar a los animales. También registra que en 95 % de los SEF se acostumbra consumir elotes (grano tierno de maíz), 50 % consume maíz sazón (cuando el maíz está en un grado intermedio de maduración entre elote y mazorca) y 98 % consume el maíz grano (cuando ha completado su ciclo de maduración).
Las prácticas comunitarias asociadas al sistema de milpa observadas fueron: la ayuda mutua para sembrar preferentemente en un mismo día el total de una parcela (al final de la jornada se ofrece una comida en casa del propietario de la parcela) y en la cosecha o "pizca" se opera de manera similar, ocasión en la cual el propietario, como agradecimiento a los que lo apoyaron, les da cierta cantidad de mazorcas.
En el Cuadro 2 se muestra un estimado del número de jornales/ha que se invierten en las actividades realizadas en el sistema de milpa, los que dan un total aproximado de 115 jornales. Dicho cálculo es similar al de Ruiz et al., (2006) quienes calcularon (en actividades con campesinos de Santa Martha Chelnahó, Chiapas) 135 jornales para las diferentes actividades del sistema de milpa.
Uno de los objetivos para analizar la cantidad de jornales energía humana para la producción de los sistemas campesinos, se orienta a visibilizar su importancia en el valor agregado campesino para la producción de sus alimentos, la importancia económica del trabajo familiar en las economías campesinas, su naturaleza sustentable al no depender de energía externa o fósil no renovable, lo que permite asegurar que son más sostenibles y eficientes por el uso de energía endógena al sistema.
Grenier (1999) apunta que al comparar a las tecnologías modernas con las técnicas tradicionales, estas últimas han demostrado que son eficaces, económicas, localmente disponibles, y culturalmente apropiadas y; en muchos casos, se basan en la preservación y desarrollo de patrones y procesos de la naturaleza.
Sistema Económico Familiar Mazateco del TPAA
En la Figura 2 se representa de manera general las características del funcionamiento de los SEFAM. En ella se muestra una representación elemental de las actividades que se realizan, y parte de las estrategias que desarrollan los campesinos para el funcionamiento y reproducción familiar.
La actividad pecuaria en el traspatio de los sistemas familiares del TPAA se registra en 82.4 % de ellos. El destino de la producción de las aves es básicamente el autoconsumo de carne y huevo. Sin embargo, de acuerdo con los comentarios de varios campesinos entrevistados; ocasionalmente llegan a vender aves en la plaza que se realiza cada ocho días en la cabecera municipal. Los beneficios sociales y alimentarios de la producción diversificada de ganado de traspatio o corral son muy reconocidos, como por ejemplo en el reporte global realizado por el International Assessment of Agricultural Knowledge, Science And Technology For Development (IAASTD, 2009: 520, citado por Pomboza 2011).
Con una visión integral es pertinente reconocer que los recursos agroecosistemicos territoriales, el conocimiento tradicional sobre el manejo del sistema milpa, el uso de mano de obra familiar y la producción pecuaria de traspatio; constituyen, en conjunto, el capital natural y económico sustantivo del SEFAM; al interior del cual, entre los miembros de la familia se analiza, diseña y organiza la estrategia de funcionamiento y reproducción con diversas acciones: la migración, la oferta y práctica del trabajo asalariado, la venta de productos del sistema de milpa y de arvenses, con la finalidad de obtener recursos monetarios, necesarios frente a los importantes problemas de descapitalización y pobreza. Lo anterior es pertinente considerando la vigencia actual de las diferentes definiciones en torno a las unidades domésticas campesinas, entre ellas las de Chayanov, (1974) y Palerm (1998), para quienes la característica distintiva de la unidad económica es el empleo de la fuerza de trabajo familiar, la producción para su autoabasto y el hecho de emplear su fuerza de trabajo en actividades no agrícolas. En general, debido a la alta marginación municipal, también se cuenta con los recursos de los apoyos gubernamentales, entre los cuales se encuentran PROCAMPO, Oportunidades, y 70 y más.
Se realizaron análisis de conglomerados para conocer el grado de agrupamiento o cercanía entre los SEFAM del TPAA. Su carácter es territorial, en comparación con las 21 unidades familiares o SEF estudiadas en forma complementaria en la parte baja del municipio, mismos que son tipificados por no utilizar el calendario Chan y cultivar, a diferencia del TPAA, con propósitos comerciales los cultivos de café y caña de azúcar. Los resultados muestran la integración de dos grupos: el I, en la parte superior de la Figura 1, que corresponde a los SEFAM del TPAA (todos en un subgrupo) y algunos del TPAB (85.5 %); y el II, en la parte inferior, que agrupó exclusivamente a los SEFAM de la parte baja (14.5 % de la totalidad) (Figura 3). Las principales diferencias entre grupos son la superficie agrícola total y los cultivos comerciales; estos últimos determinados por las características edafoclimáticas diferentes que prevalecen en el TPAB. Al existir menos opciones en el patrón territorial de uso del suelo, y menor aptitud productiva en el TPAA, además de la inexistencia de los apoyos de proyectos productivos gubernamentales; la emigración es mayor en el TPAA.
Conclusiones
El conocimiento y uso del calendario agrícola mazateco Chan sigue vigente en las comunidades de estudio, orientado básicamente para señalar los períodos de fechas de siembra, labores agrícolas y de cosecha de las especies que integran el sistema de milpa. Las veintenas son valoradas y utilizadas por campesinos indígenas, en el sentido de la conveniencia de realizar las actividades agrícolas durante las mismas. La ilustración evidente, con la finalidad de asegurar los productos esperados, se tiene con la veintena Chan-too con la cual se termina el periodo ideal de siembra.
En la relación intrínseca del calendario- milpa se aprecia su influencia hacia el manejo razonado de la milpa para la obtención de los granos de maíz y frijol y demás especies, lo cual posibilita la permanencia del sistema alimentario; reconociéndose que son las contribuciones de generaciones pasadas que han ayudado a mantenerlo como patrimonio y reproducirse. Los registros evidencian que dicho conocimiento y uso tiende a olvidarse y eventualmente a desaparecer, considerando que sólo las personas mayores de 40 años hacen referencia a él. Asímismo, en las veintenas donde hay menos actividades productivas, la identificación de su nombre y función asociada es vaga.
El sistema tradicional de milpa es la actividad agrícola económica fundamental, al permitir la obtención de productos alimenticios encaminados al consumo familiar, tales como: maíz, frijol, chilacayota, calabaza y arvenses. El Sistema Económico Familiar Mazateco se caracteriza por un acervo de conocimiento de su entorno natural y del manejo del sistema de milpa, así como por el uso de diferentes estrategias que permiten su permanencia y su funcionamiento como una unidad básica de producción-consumo y reproducción; entre ellas: uso de mano de obra familiar, producción pecuaria de traspatio, productos de la milpa, venta de algunos productos agropecuarios y arvenses, oferta de su mano de obra y la emigración para la obtención de recursos económicos.
En el territorio de la parte alta, aparte del apoyo de PROCAMPO, no se identificó presencia institucional con programas agropecuarios convencionales. Cabe señalar la inexistencia de programas para apoyar el desarrollo agrícola de la milpa, específicos al contexto de la agricultura local, que le otorguen al campesino alternativas para mitigar o solucionar las necesidades y los problemas que enfrenta en su SEFAM.
Se identificaron dos grupos de campesinos, diferenciados principalmente por la superficie agrícola total, las condiciones edafoclimáticas, la práctica o ausencia de cultivos comerciales y la milpa tradicional con o sin el uso del calendario mazateco Chan.
Los sistemas agrícolas de la Mazateca Alta se caracterizan por una gran diversidad de prácticas locales de manejo de poblaciones vegetales nativas o criollas de maíces, frijoles, calabazas, chilacayotes, y una gran variedad de arvenses. No obstante, para este tipo de agricultura campesina-indígena de producción de básicos, que se inserta como matriz de otras funciones de interés colectivo y se localiza en un territorio con indicadores extremos de rezago social; no se registraron iniciativas (fomento de prácticas sustentables, capacitación apropiada a sus circunstancias ecológicas y económicas, valor agregado a los productos); para fortalecer la producción de alimentos de interés para los campesinos indígenas, que permita disminuir la emigración de los miembros de los SEFAM y evitar la pérdida de conocimientos, de saberes locales, recursos genéticos, patrimonio e identidad, específicos de su territorio.
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3Tarea. Medida local, que equivale aproximadamente a 400 m2. 25 tareas equivalen a una hectárea.
4Nombres con los que se les conoce localmente en la cultura Mazateca.
5Rendimiento. Calculado con base en la cosecha obtenida/superficie sembrada de los campesinos encuestados.