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Agricultura, sociedad y desarrollo

versión impresa ISSN 1870-5472

agric. soc. desarro vol.10 no.2 Texcoco abr./jun. 2013

 

Lecciones de la promoción de proyectos caprinos a través del programa estratégico de seguridad alimentaria en Guerrero, México

 

Lessons on the promotion of goat projects through the strategic food security program in Guerrero, México

 

Enrique G. Martínez-González1*, Manrrubio Muñoz-Rodríguez1, Vinicio H. Santoyo-Cortés1, Dolores Gómez-Pérez2; J. Reyes Altamirano-Cárdenas1

 

1 Centro de Investigaciones Económicas, Sociales y Tecnológicas de la Agroindustria y la Agricultura Mundial (CIESTAAM) de la Universidad Autónoma Chapingo (UACh); km 38.5 carretera México-Texcoco, Chapingo, Estado de México. 56230. (enriquemartinez@ciestaam.edu.mx) (manrrubio@ciestaam.edu.mx) (hsantoyo@ciestaam.edu.mx) (jreyesa@ciestaam.edu.mx) * Autor responsable

2Centro Estatal de Capacitación y Seguimiento de Oaxaca; Bugambilia Lila Número 104, Fraccionamiento Bugambilia San Jacinto Amilpas, Oaxaca, México. 68285. (lolysgp@yahoo.com.mx)

 

Recibido: noviembre, 2012.
Aprobado: abril, 2013.

 

Resumen

Se analizó el impacto de los proyectos caprinos promovidos por el Programa Estratégico para la Seguridad Alimentaria (PESA) en regiones de alta marginalidad de Guerrero, México. Se realizó una encuesta en 316 unidades de producción familiar de un padrón de 2093 apoyadas en el periodo 2007-2009. La información se recabó en enero de 2011; en promedio 30.6 meses después de haber recibido el primer subsidio para la adquisición de pie de cría e infraestructura. De los rebaños, 48.9 % se mantenían creciendo, 13.8 % estables, 29.8 % decreciendo y sólo 7.5 % habían desaparecido. Este aparente buen desempeño es consecuencia del diseño del PESA, que garantiza apoyos durante tres años a quien mantenga los rebaños, ello con independencia de su viabilidad. Sin embargo, los resultados muestran que los subsidios no aumentaron la capacidad productiva, ni generaron mayor riqueza o empleos, ya que en los rebaños que estaban creciendo el valor neto de los impactos (ventas, autoconsumo y capitalización, menos costos en alimentos y medicinas) fue de apenas 14.8 USD anuales. Se recomienda promover la ganadería en pequeña escala sólo en regiones con vocación para la actividad y con productores que cuenten con una dotación mínima de recursos forrajeros y experiencia.

Palabras clave: caprinos, eficiencia del gasto público, seguridad alimentaria, subsidios.

 

Abstract

The impact of goat projects promoted by the Strategic Food Security Program (Programa Estratégico para la Seguridad Alimentaria, PESA) in regions of high marginality in Guerrero, México, was analyzed. A survey was performed in 316 family production units out of a register of 2093 units supported during the 2007-2009 period. The information was gathered in January 2011, in average 20.6 months after having received the first subsidy for the purchase of breeding stock and infrastructure. Of the flocks, 48.9 % were still growing, 13.8 % were stable, 29.8 % were decreasing and only 7.5 % had disappeared. This apparent good performance is consequence of the PESA design, which guarantees support for three years for those who maintain the flocks, independently of their viability. However, the results show that subsidies did not increase the productive capacity, nor did they generate greater wealth or employment, since the net value of impacts (sales, personal consumption and capitalization, minus costs in feed and medicines) in the flocks that were growing was only 14.8 USD annually. It is recommended to promote small-scale livestock production only in regions with vocation for the activity and with producers who have a minimal supply of fodder resources and experience.

Key words: goats, efficiency of public spending, food security, subsidies.

 

Introducción

La volatibilidad de precios de los alimentos y el cambio climático, han incentivado una serie de iniciativas mundiales para reactivar la agricultura en los países en desarrollo (FAO, 2010; CEPAL, 2011). Se está volviendo a evaluar la función del Estado en la agricultura y la reducción de la pobreza rural, y se está reconsiderando el papel que las políticas e inversiones públicas pueden desempeñar en mitigar la volatilidad de los mercados y garantizar la seguridad alimentaria familiar y nacional (IFAD, 2011; FAO, 2011a).

En México estos aspectos se han atendido a través del Programa Estratégico para la Seguridad Alimentaria (PESA), el cual comenzó su fase piloto en 2002, y para 2005 logró su expansión a nivel nacional. Este programa ha operado con el soporte técnico y metodológico de la FAO, a través de una Unidad Técnica Nacional (UTN). El objetivo del PESA consiste en "contribuir al desarrollo de capacidades de las personas y su agricultura familiar en comunidades rurales de alta y muy alta marginación, para incrementar la producción agropecuaria, innovar los sistemas de producción, desarrollar los mercados locales, promover el uso de alimentos y la generación de empleos a fin de lograr su seguridad alimentaria y el incremento en el ingreso (Gobierno de México, 2010)".

La estrategia de intervención del PESA se centra en la promoción y planeación participativa en comunidades, para posteriormente identificar, formular, gestionar, poner en marcha y dar seguimiento a proyectos. Estos proyectos pueden ser obras comunitarias para la captación de agua o proyectos de carácter familiar o grupal como: 1) proyectos de hogar saludable: estufas ahorradoras de leña, silos para almacenar granos y sistemas domésticos de captación de agua; 2) proyectos relacionados con la producción de alimentos: traspatios agrícolas y milpa; y 3) proyectos dirigidos a la generación de ingresos: invernaderos, frutales, producción orgánica, turismo rural, etcétera.

El PESA ha sido un programa políticamente muy atractivo por focalizarse en la producción rural de las regiones más marginadas, lo cual explica la asignación creciente de presupuesto por parte de la Honorable Cámara de Diputados, pasando de 600 millones de pesos en 2007, a 2555 millones en 2012. La única evaluación global del programa fue realizada por la propia FAO encontrándose, con base en la percepción de los beneficiarios, efectos positivos y significativos del PESA en la apropiación, escalamiento y sostenibilidad de los proyectos; en la generación de capacidades de las familias para la identificación de su problemática y formulación de alternativas de solución; y en el incremento de la disponibilidad y acceso a más y mejores alimentos (FAO, 2009).

Guerrero, uno de los tres estados con mayor población rural pobre del país, ha participado en el PESA desde 2007, y para 2012 tuvo una asignación de 400 millones de pesos. Durante su operación ha logrado apoyar a un poco más de 12 000 unidades de producción familiar (UPF). La UPF representa la unidad básica del PESA, ya que allí se centra la estrategia de desarrollo del programa y se promueve el involucramiento y participación activa de todos sus miembros.

De los proyectos implementados 70 % son traspatios agrícolas, pecuarios y desarrollo de la milpa. Los apoyos para la cría de animales han sido bastante promovidos (40 %), ya que se considera que la producción pecuaria en pequeña escala representa una alternativa eficaz para alcanzar la seguridad alimentaria (FAO, 2011b), y porque para la población rural pobre, los animales de granja constituyen un elemento importante de subsistencia, al desempeñar múltiples funciones como la producción de alimentos y fertilizante, generación de ingresos, fuente de tracción, además de constituir un activo financiero (Peacock, 2005). En particular, los animales pequeños (aves, cerdos, caprinos, ovinos, etcétera.) requieren una mínima inversión por parte de los productores pobres, pueden criarse en las cercanías de la vivienda o en tierras comunes y ser alimentados con "residuos" de la producción agrícola (Reist et al., 2007).

De acuerdo con Yúnez y Taylor (2009), el componente cría de animales del PESA en Guerrero ha tenido un efecto positivo sobre el consumo per cápita de calorías de origen animal; los ingresos netos totales, el autoconsumo de productos animales y las ventas ganaderas, aunque sólo fueron estadísticamente significativos en el primer caso, con una ingesta adicional que osciló entre 459 y 492 calorías por hogar; lo que se interpretó como una decisión de los hogares de consumir parte de la producción ganadera en lugar de destinarla a la venta. Estos resultados tan positivos: reflejan un éxito importante del PESA en Guerrero, y resultan sorprendentes si se considera que los apoyos del programa empezaron a otorgarse a las familias hasta finales de 2007, es decir, cuando mucho un año antes de la encuesta.

El objetivo de la presente investigación consistió en verificar los impactos de los proyectos para la producción caprina promovidos por el PESA, así como identificar las principales lecciones de la promoción de la seguridad alimentaria con este tipo proyectos en regiones de alta marginalidad. Por tal razón, sugerimos que los impactos alcanzados en los proyectos caprinos promovidos por el PESA son muy limitados, debido a que las UPF no disponen de recursos (forrajeros, experiencia previa, económicos, conocimientos técnicos, etcétera) suficientes para producir de manera eficiente.

 

Materiales y Métodos

La investigación se desarrolló en el estado de Guerrero, México, que tiene una extensión territorial de 63 596 km2; se localiza entre los paralelos 18° 53' y 16° 19' N y los meridianos 98° 00' y 102° 11' O. Limita al norte con los estados de Michoacán de Ocampo, México, Morelos y Puebla, al este con los estados de Puebla y Oaxaca, al oeste con el estado de Michoacán de Ocampo, y con el Océano Pacífico al sur. Presenta una topografía muy accidentada con algunas planicies costeras. El clima dominante es cálido subhúmedo con una temperatura media anual de 25.0°C. Las lluvias se presentan en verano con una precipitación promedio anual de 1200 mm (INEGI, 2011). Poco más de 67 % de su población vive en situación de pobreza, y 28.8 % vive en condiciones de pobreza extrema (CONEVAL, 2010); se ubicó en el penúltimo lugar en el índice de competitividad (IMCO, 2010) y en el Índice de Desarrollo Humano 2008 (PNUD, 2011).

Se seleccionó una muestra aleatoria de 325 UPF, con 95 % de confiabilidad y 10 % de precisión, mediante un muestreo de proporciones con máxima varianza (Cuadro 1), a partir de las 2093 UPF apoyadas con recursos del PESA para la implementación de proyectos caprinos (adquisición de semovientes o infraestructura) en el periodo 2007-2009. Sin embargo, por cuestiones de inseguridad en la zona no se pudo contar con información de nueve UPF, lo cual no redujo la confiabilidad o precisión del muestreo en forma importante.

Estos productores fueron encuestados directamente en sus UPF durante enero de 2011; es decir, en promedio 30.6 meses después de haber recibido el primer apoyo, recabándose la siguiente información.

• Características de la UPF: sexo del responsable del proyecto, experiencia previa en la producción caprina, edad, escolaridad, superficie agrícola y pecuaria e ingreso promedio mensual.

• Tipo de apoyos recibidos: animales o infraestructura, así como el monto recibido por cada concepto.

• Estructura y dinámica del rebaño: proporción de animales por etapa de desarrollo antes de los subsidios, a la llegada de éstos y al momento de la encuesta; también se registraron las ventas y las muertes ocurridas en el año previo a la encuesta, es decir, en 2010.

Con base en la información de los cuestionarios se calcularon los siguientes indicadores:

• Parámetros técnicos del rebaño como tasa de pariciones, prolificidad y mortalidad de crías y adultos.

• Estatus del rebaño, 1) "estable", cuando los animales en edad reproductiva (hembras y machos) al momento de la encuesta fueron los mismos que al momento de recibir el apoyo; 2) "creciendo", se refiere a las UPF donde los animales en edad reproductiva aumentaron con respecto a los que se tenían al momento de recibir el apoyo; 3) "decreciendo", con existencia de menos animales en edad reproductiva al momento de la encuesta con respecto a los que se tenían al recibir el apoyo; y 4) "cerrado", cuando las existencias de animales en edad reproductiva al momento de la encuesta eran nulas.

• Con base en la estructura del rebaño al momento de la encuesta, se calculó el número de unidades animal de cada UPF y con los coeficientes de agostadero3 de los municipios del estado de Guerrero se calculó la superficie requerida para mantener el rebaño de cada UPF a lo largo de un año (COTECOCA, 2002). Con la superficie requerida y la superficie disponible para pastoreo se estimó, en porcentaje, el balance producción/ consumo de alimentos.

• Ingresos por venta de animales, valor del autoconsumo y capitalización de la UPF, costos explícitos (por concepto de alimentos y medicinas), y valor de los impactos del programa, el cual se refiere al valor de ingresos por venta, autoconsumo y capitalización, menos los costos explícitos. También se calculó la rentabilidad anual de la intervención, calculada a partir del cociente del valor de los impactos del programa con relación al monto del subsidio recibido para la adquisición de activos); todo lo anterior se generó con base en las ventas y el manejo técnico reportado.

Las variables registradas en los cuestionarios y las generadas, se analizaron utilizando estadística descriptiva, pruebas de t para las variables de importancia en el estudio (Wackerly et al., 2010) y prueba de Ji cuadrada (X2) para las variables estatus de los proyectos y sistema de producción (pastoreo y estabulado/mixto). La estimación se realizó utilizando el software estadístico SAS (SAS, 2004).

 

Resultados y Discusión

Perfil de los beneficiarios y esfuerzos de focalización

Los rebaños de las UPF que recibieron el subsidio son manejados en 48.1% de los casos por mujeres y cuentan con 5.4 integrantes en promedio. Sus características se describen en el Cuadro 2.

De acuerdo con los operadores del programa, para reducir el riesgo de deterioro de los proyectos se introdujo un ajuste operativo al concluir el primer año. De un esquema que atendía básicamente la demanda identificada o inducida por los equipos técnicos en 2007 se pasó, a partir de 2008, a un esquema donde los supervisores de dichos equipos técnicos validaban los proyectos a apoyar, considerando los diagnósticos regionales y las encuestas de línea base. Este ajuste operativo tuvo consecuencias sobre el perfil de los productores (Cuadro 3).

De esta manera, se logró que un mayor porcentaje de UPF contara con experiencia previa (p<0.05), con rebaños más grandes (p<0.05) y con mayores superficies de pastoreo por UPF (p<0.10). No obstante lo anterior, todavía más de 50 % de las familias que ingresaron al programa después de 2007 no tenían experiencia, mantenían rebaños pequeños y, aunque la superficie de pastoreo se incrementó, el balance producción/consumo de alimentos permaneció en alrededor de 50 %.

Con respecto a la experiencia previa del productor en la actividad, si bien se ha seleccionado a productores con mayor experiencia, estos resultados aún están por debajo de los reportados por otros autores. Por ejemplo, en estudios realizados con ovinocultores, los productores con experiencia representaron 56.9 % en el Estado de México (Martínez-González et al., 2011) y 59 % en el de Yucatán (Góngora-Pérez et al., 2010).

Además, Martínez-González et al., (2011) concluyen que existe un mayor riesgo de que los rebaños decrezcan o desaparezcan cuando los productores carecen de experiencia previa en la actividad ovina; de manera similar, a nivel internacional se tienen evidencias de que la experiencia previa en la producción caprina es un factor que explica el éxito de iniciativas encaminadas a que los productores mejoren su nivel de vida (Budisatria y Udo, 2013).

Por otra parte, el tamaño de los rebaños en los proyectos caprinos promovidos por el PESA es mucho menor a lo reportado en rebaños comerciales en otras investigaciones, tanto en México como a nivel internacional (Castel et al., 2003; Bazán et al., 2009; Gaspar et al., 2011); pero es muy similar al de proyectos de cabras promovidos mediante la gestión de créditos en Indonesia (Budisatria y Udo, 2013), donde los autores concluyen que el tamaño del rebaño es un factor que explica el éxito de proyectos de carácter asistencial, ya que los rebaños con mayor tamaño (3.8±0.18 vs 1.5±0.5) fueron los que tuvieron mayor probabilidad de éxito.

De igual manera, con el fin de reducir solicitudes oportunistas que buscan apoyos para un activo fácilmente comercializable como el ganado, a partir de 2008 se buscó cambiar la composición de los subsidios (Cuadro 4). Así, los subsidios para la adquisición de animales se redujeron, en contraste con el incremento de los destinados a la construcción de infraestructura como corrales y a la adquisición de comederos y bebederos. Estos cambios estadísticamente significativos (p<0.10), parecen irrelevantes para desincentivar el oportunismo en las solicitudes o para mejorar el impacto de los apoyos.

Estatus de los proyectos

Al momento de la encuesta, 48.9 % de los rebaños se mantenían creciendo, 13.8 % estables, 29.8 % decreciendo y 7.5 % ya no contaban con caprinos.

Estos resultados son similares al 60 % de supervivencia encontrada en proyectos pecuarios de pequeños productores que recibieron apoyos para la adquisición de activos productivos en nueve estados de la república mexicana en 2008 (UACh, 2008). En este último caso, la supervivencia se estableció a 18 meses de haber recibido los apoyos y en proyectos que se ubicaban generalmente en zonas con menores índices de marginación. Este relativo buen desempeño se corrobora con los resultados de un estudio realizado en unidades de producción ovina en el Estado de México, donde a 17 meses de haber recibido los apoyos, los proyectos que se mantenían estables o creciendo representaban sólo 48% (Martínez-González et al., 2011).

Un elemento básico que explica este aparente buen desempeño, es el diseño del esquema de subsidio, que garantiza apoyos durante tres años a los productores que mantengan su proyecto operando. Así, ante el incentivo de recibir nuevamente infraestructura o animales, las UPF mantienen los rebaños caprinos estables o decreciendo lentamente, aunque su mantenimiento tenga poco atractivo económico. De esta manera, los rebaños que ya cumplieron los tres años de "compromiso", es decir, los que iniciaron su ciclo en 2007, presentan una menor proporción de proyectos en crecimiento y un incremento de los cerrados (Cuadro 5).

Sistemas de producción

Dentro de los proyectos con estatus "estable" o "creciendo" se encontraron tres sistemas de alimentación:

• El estabulado, que representa 2 % de los proyectos y donde 100 % de la alimentación se da en el área de resguardo y en el cual, además de algún forraje o rastrojo, se usa ampliamente maíz, sales minerales y alimento balanceado.

• Bajo pastoreo, el cual se encontró en 30 % de los proyectos, y donde los animales salen a pastorear la mayor parte del día y se alimentan complementariamente en el área de resguardo con forraje, y en algunas ocasiones con maíz y sales minerales o sal común.

• El mixto, que es el predominante, se encontró en 68 % de los proyectos, y si bien es una mezcla de los dos sistemas anteriores, se caracteriza por la baja disponibilidad y mala calidad de las áreas forrajeras.

El sistema de alimentación estuvo muy relacionado con el estatus de los rebaños, encontrándose mayor frecuencia de rebaños en crecimiento en los que tenían sistemas de alimentación basados en pastoreo, que en los sistemas mixtos y estabulados. Lo anterior se evidenció a partir de una prueba de Ji cuadrada para el estatus del proyecto en función del sistema de producción, tal como se muestra en la Figura 1 (p=0.0144).

La explicación está asociada al alto costo explícito de alimentación que tienen los sistemas mixto y estabulado, que pueden llegar a representar entre 2.5 y 6 veces más por año y por cabeza en comparación con el pastoreo; ya que, en promedio, el costo en el sistema estabulado fue 42 USD, mientras que en el sistema de pastoreo fue de apenas 5.2 USD. Esto significa que para alcanzar rentabilidad en la cría de caprinos se requiere que el sistema de producción se base fundamentalmente en pastoreo, para lo cual las UPF deben contar con mayor superficie para esta actividad, lo cual implicaría ser más selectivos y canalizar apoyos a mejorar la calidad de los agostaderos, reorientándose los subsidios para animales e infraestructura a este rubro. Este punto es aún más urgente si se considera que las áreas de pastoreo pueden soportar alrededor de 0.1 unidades animal/ha y actualmente mantienen a 2.9, lo cual se traduce en un deterioro sensible de las áreas de pastoreo (COTECOCA, 2002).

Impacto económico de los proyectos

Dado que una parte importante de los proyectos opera bajo una lógica de producción campesina, el análisis económico de los proyectos con estatus "estable" o "creciendo", (Cuadro 6) considera el flujo de efectivo neto (ingreso monetario), la capitalización del rebaño (ahorro) y el valor del autoconsumo (alimentación).

En ambos estatus, los rebaños tienen ingresos por ventas inferiores a los costos explícitos; es decir, los costos de compra de granos o forrajes para suplementar y de los medicamentos. Por tanto el trabajo involucrado en este proceso, que prácticamente en 100 % de los casos es familiar, y que eventualmente involucra niños (37 %) y mujeres (16 %), no es remunerado por ningún tipo de ganancia. Las pérdidas anuales promedio estimadas son de - 121.8 y - 191.8 USD para los estatus estable y creciendo, respectivamente (Cuadro 6).

En cuanto a alimentación familiar, los posibles aportes anuales promedio serían de sólo 2.3 y de 12.6 kg de carne en canal por UPF para los rebaños en estatus "estable" y "creciendo", respectivamente. Ante un tamaño medio de las familias de 5.4 integrantes, esto se traduce en 411 g de carne por integrante por año para los proyectos "estables" y de 2372 g para los que están "creciendo". Estos aportes de alimentos proteicos, si bien apreciados en una zona de alta marginación, tienen un valor económico anual que apenas llega a 5.7 y a 37.3 USD para los proyectos de estatus "estable" y "creciendo", respectivamente (Cuadro 6).

La capitalización promedio anual por crecimiento del rebaño es bastante significativa y representa 7.3 cabezas, con un valor de 169.3 USD, lo que es un ahorro importante para las UPF, dada la facilidad con que los animales pueden convertirse en efectivo, en caso de necesidad. Por definición, este impacto sólo es posible encontrarlo en 48.9 % de los proyectos que crecen. Considerando el valor total anual de los impactos por utilidades, autoconsumo y capitalización, el resultado es una pérdida de - 116.1 USD para los rebaños de estatus "estable" y una ganancia de 14.8 USD para los de estatus "creciendo", todo ello sin considerar alguna remuneración para la mano de obra invertida por la UPF. Ello muestra que, en general, los proyectos caprinos analizados son poco atractivos como una opción de ingreso, alimentación o capitalización. Estos resultados económicos desfavorables no son percibidos por los productores, ya que al haber recibido transferencias de recursos gubernamentales por alrededor de 1060 USD, su participación en el programa ha sido ampliamente recompensada.

El pobre desempeño de los proyectos caprinos también se ve reflejado en sus parámetros técnicos (70 % de pariciones, prolificidad de 1.1, mortalidad de crías de 45 % y mortalidad de adultos de 15 %), lo cual refleja las limitantes en la disponibilidad y calidad de alimentos, pero también la falta de asistencia técnica. Al respecto, Martínez-González et al., (2011) mencionan que cuando existe una asistencia técnica eficaz en sistemas de producción ovina, es factible reducir la mortalidad predestete de 33 a 5.3 % y aumentar la prolificidad de 1.0 a 1.4 y la tasa de pariciones alrededor de 80 %.

Rentabilidad de los apoyos otorgados

El costo de la infraestructura y animales recibidos por los productores es muy superior a las utilidades anuales de los proyectos con estatus "creciendo", mientras que en cualquiera de los otros estatus, los apoyos no generan valor agregado alguno (Cuadro 6). Estos resultados serían aún peores si se considera que la intervención gubernamental tiene adicional-mente costos de administración del programa y costos de asistencia técnica. En este sentido los recursos públicos no tuvieron un uso productivo (incluso generaron pérdidas sociales netas) en 50 % de los proyectos que no están creciendo, y en la otra mitad, los resultados promedio son muy limitados, en relación con el costo de la intervención. Para todo fin práctico, los apoyos funcionaron como transferencias netas de recursos a las familias beneficiarias.

El análisis de la operación de los proyectos de cría de caprinos promovidos por el PESA en Guerrero muestran un pobre desempeño, que contrasta notoriamente con los obtenidos en evaluaciones anteriores, particularmente para los proyectos de cría de animales en general (Yúnez y Taylor, 2009; Serna y Ordaz, 2011).

El papel de la ganadería en la reducción de la pobreza ha sido ampliamente documentado (Blench et al., 2003; Pica-Ciamarra, 2005; FAO, 2008; Peacock, 2008; Budisatria y Udo, 2013) por su efecto positivo en los ingresos, la alimentación y el ahorro de la población rural pobre. Sin embargo, estos efectos no se han presentado en los proyectos caprinos del PESA en Guerrero, ya que en general las inversiones promovidas no han sido económicamente sustentables.

Las causas del mal desempeño de esta política pública se encuentran desde su origen, ya que la promoción de los proyectos caprinos del PESA Guerrero se ha basado en dar acceso a los pequeños productores a infraestructura y animales, bajo el supuesto de que la principal restricción para el desarrollo de la actividad es el acceso a estos activos. Sin embargo, las restricciones para el mantenimiento productivo de estos activos, como la disponibilidad de agua y forrajes, o la capacidad técnica y la disposición de las familias para un manejo adecuado de los animales, no han sido prácticamente tomadas en cuenta en la selección de los beneficiarios (Ashley et al., 1999). Para que los apoyos públicos generen ingresos y empleos sostenibles se requiere primero asegurar la vocación ganadera de la región donde se piensan otorgar los apoyos (disponibilidad de granos y forrajes en los periodos de estiaje, coeficientes de agostadero y cargas animales existentes, etcétera); y posteriormente asegurar que cada productor apoyado cuente con infraestructura mínima y capacidad forrajera; así como con experiencia en la caprinocultura, ya que ésta exige una forma de vida que no se adquiere simplemente por recibir a los animales (Martínez-González et al., 2011); es decir, es necesario establecer condiciones de elegibilidad mucho más rigurosas de lo que se han venido aplicando.

En este contexto, un análisis de proyectos caprinos en Indonesia concluye que el éxito de este tipo de proyectos debe considerar al menos: 1) factores internos: experiencia previa en la producción de cabras, la gestión del proceso de producción y la motivación del beneficiario; 2) factores externos: apoyo del Estado, disponibilidad de tierra y la gestión de la organización de productores; y 3) factores relacionados con los animales: adaptación de las cabras, bajas tasas de mortalidad y el tamaño del rebaño (Budisatria y Udo, 2013).

Importancia de los ingresos agropecuarios en las UPF

Un elemento adicional a considerar en el diseño de políticas de combate a la pobreza rural lo constituye la estructura de los ingresos de las UPF. Al respecto, los resultados indican que gran parte de sus ingresos (más de 85 % en promedio) provienen de actividades no agrícolas (Cuadro 7). En este marco, los aportes de los proyectos caprinos parecen mucho más limitados.

Por otra parte, dada la importancia de los ingresos no agropecuarios de los habitantes de estas regiones (Cuadro 7), es necesario evaluar el compromiso de los eventuales interesados en proyectos caprinos en mantenerlos e invertir en esta actividad. Por ello es conveniente otorgar apoyos de asistencia técnica, mejoras territoriales y eventualmente infraestructura, en lugar de subsidios muy altos para la adquisición de un activo fácilmente comercializable como el ganado, lo cual da lugar a muchas solicitudes oportunistas que ven los subsidios más como una transferencia de recursos, que como un apoyo a una inversión productiva generadora de ingresos, alimentos y utilidades (Martínez-González et al., 2011).

Finalmente, la poca relevancia de los ingresos agropecuarios debe hacer pensar en los costos de oportunidad de los recursos públicos que se destinan a proyectos productivos de este tipo en zonas de alta marginación, y obliga a explorar otras opciones de uso que fortalezcan esa diversidad de ingresos de los pobres (De Janvry y Sadoulet, 2000). Esto requiere aprovechar otras oportunidades para la reducción de la pobreza rural, ya sea a través de bienes públicos como las vías de comunicación que facilitarían la inserción a los mercados de productos y laborales, o a través de actividades locales que estén presentando demandas dinámicas, como los productos para los mercados orgánicos, justos, ambientales, etcétera o los servicios turísticos (Yúnez y Meléndez, 2007; De Janvry y Sadoulet, 2007).

 

Conclusiones

De los proyectos caprinos promovidos por el PESA 37.3 % se encuentran en estatus indeseable (decreciendo o cerrados), y aunque 62.7 % se mantiene o crece, el nivel de producción y crecimiento de los rebaños es muy marginal, por lo que hasta el momento no han sido una opción de ingreso, alimentación o capitalización. Actualmente, la operación de estos proyectos no ofrece atractivos económicos y acentúa la sobrecarga de los agostaderos.

Los proyectos productivos caprinos requieren dotación mínima de recursos y experiencia para generar ingresos adicionales y empleos, características del perfil que se han mejorado poco en la operación del programa. Una focalización adecuada de los beneficiarios mejoraría el desempeño de los proyectos, pero no resolvería el problema en su totalidad, ya que es necesario además promover que la asistencia técnica sea eficiente y oportuna en atender los problemas técnicos de los rebaños.

Debido a las limitantes en la calidad y disponibilidad de alimento para las cabras, es necesario cambiar la lógica de intervención del programa, primero mejorando los agostaderos, luego la infraestructura y finalmente los rebaños.

 

Literatura Citada

Ashley Steve, Holden Sarah, and Peter Bazeley. 1999. Livestock in Poverty-Focused Development. Livestock in Development. Crewkerne, UK. http://www.theidlgroup.com/documents/IDLRedbook_000.pdf Consultado el 13 de octubre de 2011.         [ Links ]

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Nota

3 Número de hectáreas necesarias para alimentar una unidad animal, manteniendo la máxima y óptima producción pecuaria en forma económica, permanente y sin deteriorar los recursos naturales que implica la explotación.

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