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Agricultura, sociedad y desarrollo

versión impresa ISSN 1870-5472

agric. soc. desarro vol.10 no.3 Texcoco jul./sep. 2013

 

Escenarios y modelo de usos-suelo dentro de un área natural protegida: Ejido de San Antonio Acahualco

 

Scenarios and model of land use within a natural protected area: Ejido de San Antonio Acahualco

 

Xochitl Jasso-Arriaga1*, Ángel R. Martínez-Campos2, Yaqueline A. Gheno-Heredia3, Cristina Chávez-Mejía2, Tizbe Arteaga-Reyes2, Carlos G. Martínez-García2

 

1 Ciencias Agropecuarias y Recursos Naturales. Universidad Autónoma del Estado de México. (xjasso4@yahoo.com.mx).

2 Instituto de Ciencias Agropecuarias y Rurales (ICAR). Universidad Autónoma del Estado de México. Km 14.5, Carretera Toluca-Atlacomulco, San Cayetano, Toluca, México. 50200. (armartinezc@uaemex.mx) (cchavezm@uaemex.mx) (ttarteagar@uaemex.mx) (cgmartinezg@uaemex.mx).

3 Universidad Veracruzana. Campus Córdoba. Poniente 7 # 1383, Orizaba, Veracruz, México. 94300. (ygheno@uv.mx).

* Autor responsable

 

Recibido: noviembre, 2012.
Aprobado: agosto, 2013.

 

Resumen

La prospectiva es un enfoque de la planeación que ofrece alternativas futuras de hechos a través de escenarios, considerando aspectos que influyen en el comportamiento del fenómeno estudiado. Por tanto, es útil para el diseño de estrategias de acciones fundamentadas en la proactividad y en modelos teóricos, para revertir costos socio-territoriales. El presente trabajo presenta tres alternativas de futuro sobre requerimientos de suelo para uso agrícola, vivienda y área verde, sustentados en la fragmentación territorial; la cual ha propiciado un crecimiento desproporcionado de los tres sectores productivos, principalmente en la declinación de las actividades del sector primario y la creación de espacios grises. El primer escenario es el catastrófico, que evidencia que la disponibilidad de tierra se verá afectada dentro de 20 años. El segundo escenario es el tendencia! y proyecta que en 30 años habrá déficit de suelo para los usos agrícola, vivienda y área verde; y el tercer escenario es el deseable y factible, que pospone el déficit de suelo a 60 años. Ante estos comportamientos prospectivos, se reconsidera el conocimiento tradicional proactivamente para la práctica de la agroforestería y la conservación de la agrobiodiversidad, para revertir los costos socio-territoriales que implica el bienestar social y económico de las familias campesinas.

Palabras clave: agrobiodiversidad, agroforestería, fragmentación territorial, planeación, proactividad, prospectiva.

 

Abstract

Prospective is an approach to planning that offers future alternatives of fact scenarios, taking into consideration aspects that influence the behavior of the phenomenon being studied. Therefore, it is useful for the design of strategies of actions based on proactivity and on theoretical models, to reverse socio-territorial costs. This study presents three future alternatives regarding land requirements for agricultural, housing and green area uses, sustained on territorial fragmentation, which has fostered a disproportionate growth of the three productive sectors, mostly in the decline of activities from the primary sector and the creation of gray spaces. The first scenario is the catastrophic, which evidences that the availability of land will be affected in 20 years. The second scenario is the trending and it projects that in 30 years there will be a land deficit for agricultural, housing and green area uses; and the third scenario is the desirable and feasible, which postpones the land deficit to 60 years. Faced with these prospective behaviors, traditional knowledge is reconsidered proactively for applying agro-forestry and conserving agro-biodiversity, to reverse the socio-territorial costs that social and economic welfare implies for peasant families.

Key words: agro-biodiversity, agro-forestry, territorial fragmentation, planning, proactivity, prospective.

 

Introducción

Las especies vegetales se están extinguiendo a una tasa nunca antes vista en la historia de la humanidad. Asímismo se presenta pérdida de la cubierta forestal, humedales, pantanos, suelo fértil y la destrucción de hábitat; además la agrobiodiversidad está disminuyendo y cada vez más organismos modificados se cultivan para la producción de alimentos. Ante esta realidad es necesario planificar para un mejor futuro apoyándose en diversas áreas del conocimiento, como la agrobiodiversidad y agroforestería, cotejando la realidad y posibilidad a través de la prospectiva (Lira, 2006; Matus, 1985).

La prospectiva es uno de los enfoque de la planificación y se ocupa más por ofrecer alternativas futuras, escenarios de hechos; de esta manera, en la prospectiva no se valoran la precisión o cumplimiento de los hechos o eventos señalados, sino que en ella participan áreas del conocimiento que tienen que ver con el bienestar, la creatividad de desarrollar métodos y técnicas, así como la visión integradora de actores clave (Miklos y Tello, 1996). Para lograr un escenario planteado por la prospectiva, la proactividad es el vínculo entre la creatividad y visión integradora y consiste en provocar los cambios deseables que más beneficien a una sociedad (Gabiña, 1999). AckofF (2002) relaciona la proactividad con la introspectiva, ya que ésta se mueve hacia atrás, desde donde se desea estar hasta la situación actual, lo cual da paso al acercamiento a la materialización de las aspiraciones. La proactividad amplía la percepción de lo que es factible y el repertorio de las formas en que se puede actuar para lograrlo, también permite identificar continuamente los medios y recursos para cerrar la brecha entre lo que se desea idealmente y la situación real; así la proactividad se acerca mucho más a los ideales, partiendo de ellos y trabajando hacia atrás, a diferencia de partir de las circunstancias actuales. Ante el cambio de uso del suelo que implica la perdida de la biodiversidad, la proactividad incluye alternativas viables para recuperar la diversidad biológica, como el policultivo, la agroforestería y otras prácticas tradicionales que conservan los recursos naturales.

En la década de los setenta del siglo XX, en América Latina, la agroforestería fue reconocida por la comunidad científica en respuesta al deterioro de las selvas tropicales y bosques. Sus orígenes están en las prácticas milenarias de las diversas culturas (Ospina, 2002).

Por ejemplo, en la comunidad de Tzajal, Chiapas en México, diversifican la milpa con otros vegetales, además siembran por segunda vez semillas de frijol alrededor de cada mata de maíz, utilizan leguminosas silvestres como abono verde para mejorar la fertilidad del suelo, rotan cultivos, limpian a machete matas a una altura aproximada de 10 cm. Con la hojarasca se va haciendo un colchón de abono verde alrededor de la milpa, siembran plantas de olor penetrante para controlar plagas; asímismo, acostumbran usar barreras vivas (palo de agua) para evitar la erosión del suelo, y los árboles nativos son cuidados durante seis años en combinación con el cultivo de café y solo cortan árboles leñeros que crecen rápido (PNUMA, 1999).

La agroforestería, como disciplina reciente, está orientada hacia la asociación de especies leñosas con cultivos agrícolas y manejo de animales, con el propósito de proteger y conservar los ecosistemas y su biodiversidad, aumentar los rendimientos de campo, proporcionar una gama de productos útiles, potenciar la seguridad alimentaria y comercializar productos, mejorar la diversificación del paisaje y amortiguar el cambio climático, entre otras bondades (Krishnamurthy y Ávila, 1999; Ospina, 2002).

No obstante, existir prácticas tradicionales que conservan la diversidad agrícola, ésta ha disminuido fuertemente desde el comienzo del siglo XX; la erosión genética ocurre principalmente en los países en desarrollo, especialmente en las regiones tropicales donde en un principio existía diversidad muy grande. La disminución de la agrobiodiversidad resulta en la reducción de las opciones para garantizar la soberanía alimentaria, ya que la agrobiodiversidad es la variabilidad de los organismos vivos e incluye la diversidad dentro de cada especie, entre especies y entre ecosistemas que se utilizan para la agricultura (GTZ, 2012).

La base de la agrobiodiversidad es el reconocimiento de la diversidad biofísica por parte de las familias campesinas que valoran los diferentes ambientes ecológicos que desde antaño son la fuente alimenticia para animales, plantas y el ser humano. Por medio de la agrobiodiversidad se puede analizar cómo el ser humano establece vínculos con los recursos naturales (considerando el modo de vida, sus condiciones económicas, ideológicas y sociales). A esto se le llama manejo de la diversidad para la producción de alimentos. Para ello se requiere de la organización familiar campesina para el trabajo arduo, para lograr el punto del equilibrio entre la biota y los sistemas de cultivos sustentables (diversidad organizacional). Así, la agrobiodiversidad sostiene la riqueza natural como un patrimonio y la continuidad de la vida de las presentes y futuras generaciones (Brookfield y Stocking, 1999).

La agroforestería y agrobiodiversidad como modelos teóricos permiten cerrar la brecha con ayuda de la prospectiva y la proactividad (lo que se desea idealmente y la realidad), en éstas se concretia la responsabilidad de hacer que las cosas sucedan respondiendo a las preguntas qué queremos hacer, de acuerdo a la alternativa de futuros, y cómo lo vamos a hacer. Aquí intervienen la participación de actores clave y el registro del conocimiento tradicional ligado a las actividades del campo (Figura 1). Con los fundamentos de la planificación, que incluye enfoques prospectivos y proactivos el objetivo de este trabajo es modelar tres formas de comportamiento de los incrementos de usos de suelo para el cultivo, vivienda y vegetación en un territorio fragmentado, y se exploran las bases de un modelo sustentable a partir de la agroforestería y agrobiodiversidad en San Antonio Acahualco, estado de México.

 

Metodología

El estudio se llevó a cabo en San Antonio Acahualco, que se encuentra localizado al suroeste de la capital del estado de México, entre la Zona Metropolitana de la Ciudad de Toluca (ZMCT) y el Parque Nacional Nevado de Toluca (PNNT)3 a una altitud de 2810 m. Su clima es templado subhúmedo con lluvias de mayo a octubre (PDM, 2009). Respecto al uso del suelo una parte del ejido es de bosque con una superficie de 1280 ha, el cual está dentro del área natural protegida; tanto la superficie de cultivos que es de 1467 ha y el área de asentamientos humanos (228 ha) están fuera del polígono del Parque (RAN, 2010).

Para desarrollar la prospectiva tomando en cuenta la fragmentación territorial a través de escenarios y la aplicación de la proactividad con ayuda de la agro-biodiversidad y agroforestería, la investigación se dividió en dos partes. En la primera se consultaron los censos de población y vivienda de varios años del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) para obtener datos de los sectores primario, secundario y terciario a nivel estatal, municipal y localidad, así como datos históricos sobre la dinámica de la población para determinar tasas de crecimiento medio anual (TCMA), que fueron determinadas a partir de la siguiente ecuación:

Donde r es igual a la tasa de crecimiento medio anual, Pf es la población final del año n, Pi es la población inicial del año n y n es el número de año entre Pf y Pi. Para las proyecciones de población se utilizó la ecuación:

Donde Pn es la población proyectada y n es igual al número de años a proyectar. A partir de las proyecciones se realizaron tres escenarios a 90 años (Miklos y Tello, 1996): el escenario tendencial consiste en proyectar el crecimiento poblacional con respecto al comportamiento tendencial que tuvo en el pasado. El escenario catastrófico consiste en proyectar la población de acuerdo con la tasa más alta que ya tuvo presencia en la zona de estudio. Y el escenario deseable factible se estimó con la tasa más baja de crecimiento de población.

Una vez proyectada la población se procedió a diseñar los tres escenarios prospectivos sobre hectáreas para cultivos, vivienda y área verde, y se contrastaron con las hectáreas disponibles para cada uso.

Las proyecciones de suelo para vivienda se realizaron dividiendo el número total de habitantes del año proyectado entre el número promedio de habitantes (5) por vivienda (INEGI, 2010); posteriormente se consideró una casa tipo o estándar (120 m2) y se realizó una multiplicación (viviendas proyectadas por los metros cuadros de la casa tipo), y al final se realizó una conversión de metros cuadrados a hectáreas.

En el caso de las proyecciones para el uso forestal se multiplicó el número de habitantes proyectados para el año "n" por 30 m2 de área verde que requiere un habitante para obtener oxígeno (Corral, 1989), también se realizó una conversión de metros a hectáreas.

Para las proyecciones de hectáreas para cultivo se utilizó información de la FAO (1993) sobre requerimiento de hectáreas para la producción de alimentos básicos por habitante.

En la segunda parte de la investigación se aplicaron entrevistas no estructuradas a 12 informantes clave (originarios de la comunidad, mayores de edad, que poseen el conocimiento tradicional ligado a las actividades del campo) se abordaron temas sobre prácticas tradicionales del cultivo del maíz, recolección de recursos silvestres y cría de animales de traspatio. Además se realizó la revisión y análisis de la literatura sobre fragmentación territorial, planeación, prospectiva, proactividad, agroforestería y agrobiodiversidad.

 

Resultados y Discusión

Inclusión y exclusión de los territorios

Villarreal González (2000) sostiene que durante el proceso de la globalización predominan las empresas trasnacionales y estas se caracterizan porque generan flujos de mercancías, bienes intermedios y de capital, así como nuevas tecnologías en información. Para el contexto del Estado de México se localizan 525, 212 empresas, la mayoría de capital extranjero, en las Zonas Metropolitanas del Valle de Cuautitlán- Texcoco y del Valle de Toluca (INEGI, 2009), por lo que en la entidad se está generando un proceso de configuración del territorio, desde el punto de vista del capital, por lo menos en dos facetas: territorios incluidos y excluidos del modelo totalizador-parcial (Pradilla Cobos, 1996; Hiernaux-Nicolas, 1999).

La primera faceta de la configuración del territorio, son los territorios incluidos, comprendidos como las dos zonas metropolitanas del Estado de México, las cuales se caracterizan por ser funcionales por su infraestructura; son rentables para la acumulación de divisas a escala mundial porque poseen recursos naturales estratégicos (suelo, agua, combustibles), tienen ventajas comparativas como es la mano de obra abundante y barata; a este respecto en la entidad hay 14 millones de habitantes aproximadamente. De ellos sólo 5 814 548 son población económicamente activa (INEGI, 2010). Además, las dos zonas metropolitanas concentran externalidades o reúnen economías de aglomeración, como son los corredores industriales y maquiladoras en casas-habitación (Pradilla, 1996; Hiernaux-Nicolas, 1999).

La segunda faceta de la configuración del territorio son los territorios excluidos, que son catalogados como ineficientes y poco competitivos para el capital, por tanto, no forman parte del proceso totalizador-parcial capitalista y están destinados a la marginación; algunos territorios del Estado de México no han sido integrados al proceso totalizador y son considerados además como espacios grises (Pradilla, 1996; Hiernaux-Nicolas, 1999). Además de lo anterior, el sector primario dejó de crecer en la entidad, y en el municipio de Zinacantepec (donde se llevó a cabo el estudio) los otros dos sectores crecieron. De 1950 a 2010 el sector primario decreció 6.33 % a nivel estatal y 7.26 % a nivel municipal, mientras que el secundario creció 4.85 % (entidad) y 3.63 % (municipio), y el terciario ha crecido más que los anteriores (6.26 % y 5.02 %), lo que significa un crecimiento sin una estrategia y sin orientaciones. En los años de setenta, el sector primario aún tenía presencia en San Antonio Acahualco, pero después decreció 3.59 % entre 1980-1990. En la actualidad la tendencia es igualmente negativa porque a nivel estatal y municipal el comportamiento es decreciente (Figura 2).

De esta manera, ante el desequilibrio entre los tres sectores de la economía, la fragmentación territorial de un espacio geográfico puede ser considerada como la acumulación de diferencias en aspectos sociales, productivos, alimenticios, culturales, económicos y urbanos. En cuanto a la parte productiva el sector primario ha sido descuidado, su decrecimiento se agudizó a partir de la década de 1980, cuando en México se impulsó la política económica neoliberal sin una estrategia de apertura (Castaingts, 2004). Aunado a esto, el sector primario entró en crisis desde los años sesenta y a mediados de los setentas del siglo XX con la caída de los precios internacionales del petróleo, lo que afectó aún más la estructura productiva (Salas, 2003).

El decrecimiento del sector primario tiene varias consecuencias: cuando se deja de producir alimentos a través del abandono de prácticas tradicionales de cultivos locales, se pone en riesgo la seguridad alimentaria de las presentes y futuras generaciones, lo que implica, entre otras cosas, que se dependa del exterior para satisfacer las necesidades locales de alimentos. En México las importaciones de alimentos pasaron de 5.3 mil a 18.8 mil millones de dólares entre 1993 y 2010 (Carreón Morales, 2012). El debilitamiento del sector primario también tiene consecuencias en la alimentación y salud de la gente. Ponce (2012) señala que en México ha aumentado la pobreza alimentaria: hay 28 millones de personas con desnutrición crónica y más de 30 millones de mexicanos adultos padecen obesidad, debido entre otros factores al cambio de hábitos alimentarios que incluye el mayor consumo de alimentos ricos en grasa, azucares y carbohidratos, que son parte de dietas baratas, accesibles, y de la peor calidad nutricional.

Es inevitable el crecimiento desigual de los tres sectores productivos cuando se carece de alternativas de modelos de desarrollo que se complementen con la actual dinámica económica internacional. Uno de los principales fundamentos de la globalización del capital es el flujo (compra y venta) de bienes y servicios en el ámbito local e internacional, por lo que los agricultores deben buscar qué producir a partir de sus oportunidades y conquistar nichos de mercados locales; para algunos es un juego interminable de saber ganar, por lo menos en el sector primario, puesto que no solo es la base en donde se generan insumos para los sectores secundario y terciario, sino también es un modo de vida para comunidades ancestrales, como lo es el cultivo y recolección de plantas alimenticias. A través del curso de la historia unas 12 000 plantas han sido usadas para la alimentación, pero sólo 2000 han sido domesticadas y apenas 150 son cultivadas comercialmente. Actualmente una treintena de especies suministran 90 % de la oferta mundial de alimentos (Mukerji, 1996; GTZ, 2000).

México es un país megadiverso y pertenece al grupo de países reconocidos como uno de los centros de origen y domesticación de muchas especies. Los pueblos indígenas, a través de su conocimiento tradicional, contribuyen a la conservación de la bio-diversidad desde tiempos prehispánicos (Challenger, 1998; Hurtado Rico et al., 2006). En este contexto, las comunidades locales tienen la oportunidad de retomar, mantener y fortalecer con ahínco, las formas tradicionales de conservar la diversidad biológica por medio de la prácticas agroecológicas como la asociación de cultivos, crianza de animales, el manejo de huertos y hortalizas para ampliar la gama de oportunidades para la seguridad alimentaria; prácticas que en algunos lugares todavía existen a pesar del proceso de globalización que tiende a debilitar la producción de alimentos a escala familiar o comunitaria.

El poblado de San Antonio Acahualco tiene un alto grado de marginación (CONAPO, 2010). De acuerdo con Pradilla (1996) y Hiernaux-Nicolas (1999) posee características de los territorios excluidos del modelo totalizador (globalización). Por tanto, la proactividad debe enfocarse a la generación y aprovechamiento de oportunidades productivas del sector primario, recuperando las prácticas tradicionales locales relacionadas con la agrobiodiversidad y la agroforestería; por ejemplo, recuperar la práctica de la milpa en donde se conserva la diversidad de cultivos que permite el crecimiento de arvenses nativas medicinales, alimenticias [quelites (Amaranthus spp.)], ornamentales y forrajeras. La práctica de la agricultura ha favorecido a la alimentación de la población local a través de la conservación y consumo de diferentes variedades de maíz (Zea mays sp.) de diferentes colores de grano (blanco, negro, amarrillo, morado y rojo), así como del maíz cacahuazintle, habas (Vicia sp.), avena (Avena sp.), calabazas (Cucurbita sp.), trigo (Triticum sp.), frijol (Phaseolus vulgaris) y papa (Solanum tuberosum). Las familias campesinas obtienen alimentos también mediante la cría de vacas (Bossp.), puercos (5us sp.), caballos (Equus sp.), burros (E. africanus), borregos (Ovis sp.), gallinas (Gallusgallus) y guajolotes (Meleagrisgallopavo) en pequeña escala, de donde obtienen leche, huevos y carne durante todo el año. Además desde antaño conservan huertos al lado de sus casas para el cultivo de árboles frutales y verdura.

No obstante la existencia de la producción de alimentos a nivel familiar, a nivel municipal la producción de cabezas de ganado en comparación con la producción estatal es baja (0.8 %) (INEGI, 2007); sin embargo, la cría de animales domésticos era una oportunidad viable para los primeros habitantes de San Antonio Acahualco debido a los recursos disponibles para la alimentación de los animales.

Desafortunadamente cada una de estas prácticas está siendo abandonadas porque la mayor parte de la población económicamente activa labora en la zona metropolitana de la ciudad de Toluca en los sectores secundario y terciario, dando un total de 5526 personas, lo que representa 34 % de la población total; la gente diariamente sale de San Antonio Acahualco a trabajar y sólo regresa a dormir, (fenómeno que convertirá al pueblo en una zona dormitorio). Aunado a esto, se observa el cambio de uso de suelo de agrícola a habitacional; reduciendo la superficie para la producción de alimentos, por lo que se está comprometiendo la seguridad alimentaria local. Por esta razón se desarrollaron los tres escenarios de población y las alternativas de futuro del comportamiento de requerimiento de suelo para los usos de cultivo, área verde y vivienda.

Escenarios para los usos habitacional, agrícola y de área verde

El crecimiento poblacional de San Antonio Acahualco en las últimas tres décadas se ha incrementado en un promedio de cinco personas por cada 100 habitantes, y sus tasas tienen un comportamiento de semiciclos ascendentes (Figura 3). Esto permite proyectar población a largo plazo para analizar el incremento de la población y la futura demanda de suelo para vivienda, área verde y cultivos.

El futuro no es el destino, no está predeterminado, no es único, en realidad es múltiple; debiéramos hablar de muchas alternativas de futuros para poder estar en posibilidad de trabajar y conquistar el mejor de ellos. A pesar de todo, se descubre que ese futuro o esos futuros son cognoscibles y visualizables a través de la capacidad intelectual y de la creatividad (Miklos y Tello, 1996) por lo que se han desarrollado tres escenarios de población. El catastrófico fue proyectado con la tasa de crecimiento de población de 6.8, la más alta registrada en los últimos 50 años; el tendencial fue con la tasa promedio 3.04 y el escenario deseable factible con la tasa más baja de 1.9 (Figura 4). Éste último sería el ideal para los próximos 90 años, por lo que la proactividad consistiría en provocar los cambios deseables que más beneficien a las familias campesinas, lo que implica la responsabilidad de hacer que las cosas sucedan a través de la práctica de modelos sustentables, como es la agrobiodiversidad y la agroforestería.

Una vez proyectada la población se prosiguió a establecer alternativas de futuros en requerimientos de suelo para vivienda, área verde y cultivo. Los errores (e) se traducen en esfuerzos, requerimientos, estrategias, conocimiento tradicional y modelos sustentables como es la agrobiodiversidad y la agroforestería para revertir tendencias marcadas por la actual economía global, como la fragmentación territorial, ya que si se adapta a las circunstancias tendenciales la población está condenada a sufrir consecuencias como el incremento de la marginación, el agotamiento del suelo para vivienda y, con esto, la disminución de la superficie para el cultivo de la milpa, bajo huertos y hortalizas y para la cría de animales domésticos multipropósito.

El escenario catastrófico muestra que para el período de 2020-2040 habrá un déficit de 8778 ha de cultivo, habitacional y área verde. Para el período de 2070-2100 se agudizará el déficit a 41 335 ha. Este escenario puede presentarse en San Antonio Acahualco por la cercanía con la ZMCT. Ésta atrae población que busca empleo y por tanto demanda vivienda en la periferia, lo que ocasiona el cambio de uso de suelo agrícola a uso habitacional, y la invasión del ejido dentro del PNNT. Se estima que para el año 2070, 20% del área protegida cambiaría de suelo forestal a habitacional, porque sólo el uso habitacional requerirá 2126 ha, lo que representa 71 % del suelo total del pueblo. Lo grave es que no habría lugar para practicar la agroforestería y reconsiderar la agrobiodiversidad en el área de los cultivos actuales, luego entonces no habría seguridad alimentaria y se incrementaría la marginación en la zona para convertirse en un cinturón de miseria o en un suburbio de la ZMCT (Figura 5).

En cuanto al escenario tendencial, a 90 años, el análisis se realiza considerando dos periodos. El primero comprende de 2020 a 2040 para esta fecha se requieren 5062 ha para los usos de suelo habitacional, área verde y cultivos, por lo que habrá un déficit de 2087 ha, el suelo para cultivo abarcaría 19 % de la superficie proyectada. En el segundo período (2070 a 2100) el déficit de suelo será de 24 779 ha para los tres usos de los cuales el uso agrícola demandaría la mayor parte de superficie, esto es 71% de la superficie proyectada (Figura 6), por lo que es un reto primordial tener una estrategia de uso eficiente del suelo disponible de 1467 ha para la diversificación de cultivos por lo menos para el consumo familiar, ya que para el año 2040 éste tendrá un déficit de 525 ha, por lo que para este año la agricultura podría emigrar a la zona natural protegida.

El escenario deseable factible se diseñó a partir de la tasa más baja de 1.9 porque permite establecer un equilibrado entre los requerimientos de uso de suelo para viviendas y para las actividades agroforestales-agrobiodiversidad hasta para el año 2040. Para 2070 habrá una demanda de 2734 ha para los usos agrícola, habitacional y área verde, de éstas 31 % serán demandas para el uso de cultivo, lo que significa que apenas se estaría cubriendo la demanda de suelo. Para 2100 habrá un déficit de 1922 ha para los tres usos (Figura 7), lo cual es un reto para instrumentar estrategias en el uso eficiente del suelo disponible.

Para provocar el escenario deseable es importante que el sector salud siga con sus campañas de planificación familiar en la ZMCT y en la comunidad, así como establecer una estrategia para que la gente adopte la práctica de la agroforestería y se retome la práctica de la conservación de la agrobiodiversidad por medio del cultivo de la milpa, éstos modelos, como aporte de pueblos ancestrales pueden contribuir notablemente al bienestar social y económico, especialmente en las áreas rurales (Krishnamurthy y Avila, 1999; GTZ, 2012), además serían las bases principales para alcanzar una seguridad alimentaria integral a largo plazo, así como una forma de posponer el cambio de uso forestal a uso habitacional.

El escenario catastrófico tiene como punto crítico el año 2030; para el tendencial será después de 2040, y para el deseable factible será posterior a 2070. En los tres escenarios se visualiza el acceso restringido a los tres usos de suelo que, debido al aumento de la población, dan como resultado pequeñas unidades agrícolas (Krishnamurthy y Avila, 1999) y el riesgo de la invasión del área natural protegida. Estos puntos críticos contribuyen a que no se cubrirá la demanda de suelo para la práctica de cultivos diversificados, y sólo se cubría el uso habitacional para las futuras generaciones a partir de los años 2030 (catastrófico), 2040 (tendencial) y 2070 (deseable). En otros términos, la presión que comparten los tres escenarios es la ocupación total del territorio y la invasión del área natural protegida para el uso agrícola y habitacional. El reto es asignar un uso eficientemente a las 2975 ha totales de San Antonio Acahualco, y para esto se requiere del interés y participación de los campesinos en recuperar las formas tradicionales del cultivo bio-diverso, cero agroquímicos, todo esto en aras de ampliar los rendimientos en los cultivos vía mejorar los sistemas de riego, la generación de microclimas con cercas vivas (árboles útiles), conocimiento y ajustes de los ciclos de los cultivos, así como la conservación de la materia orgánica, asimismo generar una gama de oportunidades de seguridad alimentaria.

La agrobiodiversidad y agroforestería como modelo para el uso eficiente del suelo

Como ya se ha mencionado, la agrobiodiversidad es la variabilidad de los organismos vivos, incluye la diversidad dentro de cada especie, entre especies y entre ecosistemas, abarca las especies de plantas, animales y ecosistemas que se utilizan para la agricultura (GTZ, 2012). Para San Antonio Acahualco, la agro-biodiversidad se aborda desde la asociación de maíz con diferente color de grano y con maíz cacahua-zintle, habas, frijoles y calabaza; además de tomar en cuenta los quelites, que son parte de la alimentación de las familias campesinas. Los quelites son de gran relevancia en la dieta de la familia debido a que son importantes portadores de nutrimentos, sobre todo de vitaminas y minerales (Linares y Aguirre, 1992), algunos de ellos son: los berros (Nasturtium officinale R. Br.), berros de palmita (Berula erecta (Husds.), chivitos (Calandrinia micrantha Schl.), nabos (Brassica campestris L. ), malacotes (Hydrocotyle ranunculoides L.), malvas (Malvaparviflora L.), quelite cenizo (Chenopodium berlandieri Moq. ), quintonil (amaranthus spp. ), sanguinarias, mortaza (Eruca sativa Mill.), entre otros. En la comunidad son consumidos, pero también son recolectados para venderlos en el tianguis local, asimismo aprovechan el resto de las herbáceas como forraje para los rumiantes. Esta agrobiodiversidad, que es conservada mediante la participación de la familia, la cual se organiza para llevar a cabo las labores agrícolas. En cuanto a los maíces nativos de diferente color de grado, son importantes porque aportan antocianinas que sirven para retrasar el envejecimiento, así como para la reducción de enfermedades degenerativas como es el cáncer de colón (Del Pozo-Insfran et al., 2006).

Además de la agrobiodiversidad, la gente posee conocimiento local sobre plantas medicinales y otros recursos que se encuentran en los terrenos de cultivo, caminos y en el bosque. Las plantas medicinales son utilizadas en remedios tradicionales para aliviar el dolor del estómago, dolor de cabeza, del oído y para desinflamar golpes e infecciones de la piel, entre otros malestares. Asímismo, aprovechan los frutos de árboles nativos como capulines y tejocotes. Dentro del bosque obtienen hongos silvestres comestibles, los cuales son recolectados para el consumo y la venta. Debido a su alta demanda, este recurso forestal, ha disminuido en cantidad y en calidad. En general, se observa una disminución en la biodiversidad local; por ejemplo, debido al uso de herbicidas y al cambio de usos, hay menos arvenses, árboles y arbustos que crecen en el área de asentamientos humanos. Para revertir esta tendencia habrá que rescatar la diversidad organizacional, es decir, la organización y conocimiento local para el cultivo de la tierra y el buen uso de recursos silvestres. A este respecto, en San Antonio Acahualco existe una gran riqueza biocultural para el uso de los recursos, por ejemplo 200 familias, con base en su conocimiento tradicional, recolectan hongos, musgo (Zelometeorium sp.), raíz de zacatón (Stipa ichu (Ruiz &Pavón) Kunth) y quelites para consumo familiar y venta.

La agroforestería permite una selección y combinación apropiada, arreglo espacial y temporal, y adecuados regímenes de manejo y, como un sistema de uso de la tierra, puede contribuir a obtener múltiples productos que pueden cosecharse en diferentes periodos, además de una mayor seguridad nutricional y salud rural, también a una fertilidad mejorada del suelo y reciclaje de nutrientes (Krishnamurthy y Rajagopal, 2002). Esta práctica se estaría aplicando en la periferia de las milpas con el cultivo de árboles útiles (frutales, forrajeros, maderables, de resina, ornamentales, combustible), nopales y plantas medicinales, además estos pueden funcionar como cortinas y cercas vivas, y como generadoras de microclimas (Figura 8).

La práctica de la milpa, agrobiodiversidad y la agroforestería deben estar presentes en el prototipo de la parcela (Figura 8) con una extensión mínima de una hectárea, superficie para cultivar la tierra de manera agroecológica al tiempo que se obtienen diversidad de productos para consumo familiar, venta y mantenimiento de animales domésticos. Sobre los animales, es de suma importancia que los rumiantes estén presentes, ya que no solo aportan carne y leche a la dieta, sino que también su estiércol es fuente de abono orgánico para los cultivos (Tabla 1).

Por último, la agroforestería y la agrobiodiversidad serían parte complementaria de las actividades predominantes de los sectores secundario y terciario, pero se requiere que sean reapropiadas por la totalidad de los campesinos de la comunidad de Acahual-co. La incertidumbre, en muchas ocasiones es ganar terreno en el campo de acción de la proactividad, y para esto se debe también considerar un plan emergente o un plan "B" o "N" para el caso de que ocurra el escenario catastrófico, y este consistiría en explorar otras formas de ser productivos, por ejemplo la agricultura rural-urbana, o las casas ecológicas que asocian cultivos con espacios muertos o la ocupación eficiente de la casa y del territorio con las actividades agropecuarias, esto con el doble propósito de dar continuidad a la biodiversidad local y generar seguridad alimentaria integral.

 

Conclusión

El presente trabajo exploró un panorama de cambio de uso de suelo a partir del incremento de la población y en él se generó un modelo que responde al bienestar de los territorios fragmentados, ya que prácticas agroecológicas como la agrobiodiversidad y la agroforestería enriquecen la milpa y son el centro de la de reducción de la pobreza y la base para evitar que los recursos naturales sigan deteriorándose rápidamente (FAO, 1994). También se consideró la propia dinámica de la trasformación del territorio a partir del marcado crecimiento desigual de los tres sectores productivos, y las posibles consecuencias en el futuro. Recapitulando, se recurrió a la planificación, prospectiva, proactividad, agroforestería y agrobiodiversidad para tener un marco teórico metodológico; además se consideró el tiempo (pasado y presente) y hechos (fragmentación territorial) que alteran el comportamiento futuro de los cambios de usos de suelo. A partir de esto se analizaron las consecuencias, principalmente, en las actividades del campo y la seguridad alimentaria.

 

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Nota

3 PNNT, el cual se encuentra en proceso de cambio de categoría dentro del área natural protegida por área de reserva de flora y fauna.

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