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Agricultura, sociedad y desarrollo

versión impresa ISSN 1870-5472

agric. soc. desarro vol.11 no.3 Texcoco jul./sep. 2014

 

Acoso y violencia política. Testimonios de síndicas y regidoras veracruzanas

 

Political harassment and violence: Testimonies by síndicas and regidoras in Veracruz

 

Dalia Barrera-Bassols*

 

División de Posgrado. Escuela Nacional de Antropología e Historia/GIMTRAP A.C. Periférico Sur y Zapote s/n. Col. Isidro Fabela. 14030. México, D.F. (barreradi2013@gmail.com) * Autor responsable

 

Recibido: febrero, 2014.
Aprobado: mayo, 2014.

 

Resumen

El artículo presenta resultados de una investigación más amplia sobre la incursión de las mujeres en los cargos de síndica y regidora en los cabildos veracruzanos. Se centra en las experiencias de violencia y acoso político recabadas a través de los testimonios de tres síndicas y 29 regidoras asistentes a un Encuentro estatal de mujeres en el cabildo, realizado por el Instituto Veracruzano de las Mujeres con el apoyo de GIMTRAP A.C. en la ciudad de Xalapa en octubre de 2009. Se busca visibilizar y documentar esta grave problemática, dando la voz a las propias actoras, focalizando la mirada no tanto en los obstáculos vividos para llegar al cargo, sino en aquellos que fueron superados para ejercerlo.

Palabras clave: cabildo, cargos de elección, exclusión, mujeres, violencia política.

 

Abstract

The article presents results from a broader research project on the incursion of women in the positions of síndica (trustee) and regidora (councilor) in Veracruz town councils. It centers on the experiences of political violence and harassment gathered from the testimony of three síndicas and 29 regidoras who attended a state meeting of women in town councils, organized by the Veracruz Women's Insitute (Instituto Veracruzano de las Mujeres), with support from GIMTRAP A.C., in the city of Xalapa in October 2009. It is sought to make visible and document this grave problem, giving voice to the actors themselves, focusing not only on the obstacles experienced to gain access to the position, but also to those that were overcome to exercise it.

Key words: town council, election positions, exclusion, women, political violence.

 

Introducción

En el transcurso de la compleja y azarosa transición democrática en México se crean condiciones que permiten hacer una reflexión sobre el acceso limitado que tienen las mujeres a los cargos de elección popular en los diversos órdenes de gobierno (federal, estatal y municipal), a la par que se desatan procesos que, de manera dispar, van abriendo oportunidades para que la proporción de mujeres con cargos de elección haya ido avanzando, de manera que en 2012 constituían: 32.8 % de los senadores, 31.8 % de los miembros de la Cámara de Diputados y 25.0 % de los diputados en Congresos locales, en tanto que en el Distrito Federal representaban: 31.2 % de los Jefes Delegacionales y 33.3 % de los diputados de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal, de acuerdo con datos del Instituto Nacional de las Mujeres.

Paradójicamente, siendo el gobierno municipal la instancia gubernamental con la que las mujeres entran en contacto de manera cotidiana en tanto que ciudadanas, y a partir de su papel de madres y esposas, la presencia femenina en el poder ejecutivo de los gobiernos municipales como presidentas municipales) se mantuvo entre 3 % y 5 %, por más de tres lustros, denotando un profundo atraso y estancamiento en el proceso de democratización de este orden de gobierno desde el punto de vista de la pluralidad de género, aunque en el último lustro se ha reportado un pequeño avance, pasando a constituir 6.5 % en un registro para diciembre de 2012, de acuerdo con datos del Instituto Nacional de las Mujeres (Barrera y Massolo, 2003). Sin embargo, en los cargos de menor poder, como el de síndica y, más aún, en las regidurías, sí se ha dado un incremento sustancial, de manera que en marzo de 2012 las mujeres representaban 6.8% del total de presidentes municipales, 24.9 % de los síndicos y 37.0 % de los regidores, de acuerdo con datos del Instituto Nacional de las Mujeres y del Centro de Estudios para el Adelanto de las Mujeres y la Equidad de Género de la Cámara de Diputados.

De esta manera, en nuestro país, en los ayuntamientos ya se ha venido conformando un sector femenino que podría jugar un papel muy importante en el impulso de políticas públicas de equidad de género, orientando al municipio hacia un desarrollo sustentable con equidad social, étnica y de género (Barrera, 2011b).

A la fecha, en México contamos con bibliografía especializada acerca de los perfiles, trayectorias y experiencias de gobierno de las presidentas municipales que han gobernado diversos municipios en distintas entidades de nuestro país. Algunos inclusive se han dirigido a conocer las experiencias de las presidentas municipales en Veracruz (Rodríguez, 2000; Rodríguez y Cinta, 2003; Sam, 1998; 2000). Sin embargo, son muy escasos los trabajos que han avanzado en la visibilización y el análisis de la presencia creciente de mujeres en otros dos cargos dentro del cabildo: el de síndica y el de regidora, así como el de un aspecto central, como son los obstáculos y las experiencias de acoso político y violencia política vividos en muchos casos al llegar al cargo (Sam, 2003; Valadez, 2003; Barrera, 2008; Barrera, 2011a; Barrera, Aguirre y Casas, 2008; Barrera y Suárez, 2012; Massolo, 2004; 2008).

El presente trabajo se dirige al análisis de la experiencia femenina en los cabildos de los municipios del estado de Veracruz, centrándonos en los testimonios de tres síndicas y 29 regidoras asistentes al Encuentro Estatal de Presidentas Municipales, Síndicas y Regidoras de los Gobiernos municipales del estado de Veracruz, convocado por el Instituto Veracruzano de las Mujeres, con apoyo del Grupo Interdisciplinario sobre Mujer, Trabajo y Pobreza, GIMTRAP A.C. en octubre de 2009 (Barrera, 2009). En particular, nuestro trabajo se enfoca a las experiencias relatadas en cuanto a los obstáculos enfrentados en el ejercicio del cargo y en particular, a los casos de acoso político y de violencia política.

Esperamos que este trabajo constituya un aporte a la visibilización de dicha problemática y a la reflexión sobre sus raíces dentro de una cultura política predominante, de tipo autoritario, sexista y antidemocrático, que prevalece en todos los espacios de la vida social y política en nuestro país, y cuya gravedad ha llevado a la propuesta y aprobación en el Senado de la República de la inclusión de la "Violencia política de género" en la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, así como en el Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales. (Cimacnoticias, México, DF. 21/03/2013).

 

El difícil acceso de las mujeres veracruzanas al cabildo: presidentas municipales, síndicas y regidoras

Para ubicar los testimonios de las síndicas y regidoras de estudio, hemos primero de dar una mirada al grado de avance de la incursión femenina en los cargos de elección a nivel municipal en el estado de Veracruz. Analizando la información desglosada por municipio del Sistema Nacional de Información Municipal (consulta del 2 de octubre de 2008) encontramos que, en octubre de 2008, 147 (69.3 %) de los 212 municipios veracruzanos tenían una o más mujeres con el cargo de presidenta municipal, síndica o regidora, lo que implica que 30.7 % de los municipios veracruzanos no tenían a ninguna mujer en dichos cargos, por lo que 65 cabildos estaban conformados únicamente por hombres.

La composición de la presencia femenina en los cargos del cabildo era la siguiente: 17 mujeres eran presidentas municipales, representando tan sólo 8.0 % del total estatal; 33 síndicas constituían 15.6 % del total y 187 regidoras representaban 29.4 % del total. De esta manera, de 1060 cargos, 237 eran ocupados por mujeres, las que representaban 22.4 % del total estatal. (Cuadro 1).

Como señalara Massolo (1998), un aspecto que incide en el acceso de las mujeres a los cargos de presidenta municipal, síndica y regidora es el avance en la democratización de la vida municipal en cuanto a la pluralidad y alternancia en el poder. De acuerdo con datos de octubre de 2008, 89.0 % de las presidentas municipales veracruzanas en funciones habían sido postuladas por la Coalición Alianza Fidelidad por Veracruz (PRI y PVEM, para elecciones municipales); 78.8 % de las síndicas y 41.7 % de las regidoras ganadoras fueron postuladas por la misma coalición. El Partido Acción Nacional postuló a 5.5 % de las presidentas municipales ganadoras, 6.1 % de las síndicas y 30.0 % de las regidoras. Por su parte, el Partido de la Revolución Democrática postuló a 5.5 % de las presidentas municipales ganadoras, 3.0 % de las síndicas que llegaron al cargo y 10.2 % de las regidoras, en tanto que la Coalición Alianza por el Bien de Todos y el Partido Revolucionario Veracruzano aportaron 3. 8 % de las regidoras electas, respectivamente; el Partido Convergencia postuló a 5.9 % de las regidoras ganadoras y a 9.1 de las síndicas.

Vemos así que el mayor avance hacia la pluralidad política en los cargos del cabildo se dio en las regidurías. Si consideramos el conjunto de mujeres con cargo en los cabildos de los gobiernos municipales del estado de Veracruz tenemos que 50.1% de éstos correspondieron a la Coalición Alianza Fidelidad por Veracruz; 24.9 %, al PAN; 8.9 %, al PRD; 5.9 %, al Partido Convergencia; y 3.0 % al Partido Revolucionario Veracruzano y a la Coalición por el Bien de Todos, con una presencia marginal de otros cuatro partidos. Resulta entonces que, a pesar de que prevalece la hegemonía priísta, expresada en la inexistencia hasta ahora de alternancia partidista en el ejecutivo estatal y en el hecho de que es el partido que impulsara la candidatura de 89% de las presidentas municipales, se han ido abriendo espacios de alternancia en los cargos de síndico y, en especial, en las regidurías, resquicio por el cual se introducen las mujeres. (Cinta, 2007).

El panorama hasta aquí esbozado presenta los avances relativos ocurridos en el acceso de las mujeres veracruzanas a los cargos de presidenta municipal, síndica y regidora, mostrando evidencias de mayor dificultad, en relación con el peso de cada cargo dentro del gobierno municipal. Así, el cargo de regidora es más accesible, el de síndica mucho menos, con una carga importante de poder, y muy marginalmente accesible, el de presidenta municipal, el de mayor poder.

De otra parte hemos de remarcar que, como lo muestran los testimonios de síndicas y regidoras, los mecanismos de exclusión de las mujeres del poder político (que parten de la representación del poder político como una característica masculina, y del espacio de la política como un espacio "masculino"), operan tanto en el entorno cultural, familiar y comunitario en los partidos políticos, como en el espacio mismo del gobierno municipal, incluyendo el cabildo y la administración municipal. Dichos mecanismos se hacen presentes tanto en las dificultades para el acceso al cargo, como en el ejercicio de éste, llevando a desarrollar diversas estrategias para enfrentar el duro reto que implica ser mujer y presidenta municipal, síndica o regidora.

Las funciones del síndico tienen una relevancia especial, otorgándole a éste el poder para vigilar la correcta recaudación y aplicación de los fondos públicos municipales, revisar y suscribir con su firma los estados de origen y aplicación de fondos, así como la cuenta pública municipal y los estados financieros; fungirá además como Agente del Ministerio Público y tendrá la representación legal del Municipio. No es de extrañarse que este sea un cargo todavía muy cerrado a las mujeres, aunque se ha ido recurriendo a ellas cada vez más en la búsqueda de una imagen o realidad de honradez y honorabilidad. Finalmente, en la composición del Ayuntamiento están los regidores, representantes de la comunidad en este espacio de toma de decisiones. (Grupo Parlamentario del PRD, 2000; Enzástiga, 2002; Acosta, 2003; Herrasti, 2003).

Como veremos, en el cumplimiento de sus funciones, síndicas y regidoras encuentran una serie de obstáculos, presiones e incluso amenazas relacionadas con la toma de decisiones colegiada, así como con la vigilancia del adecuado y eficiente uso de los recursos del gobierno municipal, comenzando por el ocultamiento y la renuencia a dejarlas acceder a las cifras y a los datos correspondientes. El trabajo conjunto del presidente municipal, el síndico y los regidores, y su apertura a la expresión y participación ciudadana, darán por resultado una adecuada comunicación y capacidad de resolución de las problemáticas de los diversos sectores de la comunidad, incluidas las mujeres. De cualquier manera, en nuestro país, en la mayoría de los municipios todavía se está lejos de contar con un funcionamiento democrático, eficiente y eficaz de los cabildos en su toma de decisiones.

 

Síndicas y regidoras veracruzanas en el ejercicio del cargo

Nuestra investigación analiza los testimonios de tres síndicas y 29 regidoras, mismos que serán presentados cuidando el anonimato de las informantes en la medida de lo posible, en consideración a la realidad de su entorno y a las posibles repercusiones. En términos cuantitativos las tres síndicas representan 9.1 % de las 33 existentes en ese año, en tanto que las 29 regidoras constituían 15.5 % del total de 187. Provenían de 29 municipios (13.7 % del total de municipios de Veracruz), distribuidos en las diez regiones administrativas de Veracruz, representando así, hasta cierto punto, la complejidad y diversidad de los municipios veracruzanos1. Se trata pues de presentar una serie de casos que hablan de una situación compartida por buena parte de las mujeres con cargo en el cabildo, en este caso en un estado particular, pero que se repite en las distintas entidades de la República.

 

Participación en comisiones

En el cumplimiento de sus funciones las regidoras de estudio participaban en distintas comisiones, ya sea como titulares o en apoyo de los titulares2. El panorama del tipo de comisiones en las que se insertaron corresponde a las concepciones "tradicionales" de las capacidades femeninas para desarrollar tareas del cuidado de los otros (salud, asistencia pública, ornato, educación, cultura), contabilizar personas (registro civil, reclutamiento, panteones), cuidar el orden, la limpieza y el entorno (tránsito, limpia, agua potable, drenaje, ecología, centrales de abasto, mercados y rastros) y hacer gestión social (participación ciudadana y vecinal). De otra parte, las áreas de menor participación tienen que ver con concepciones que adjudican las prácticas de gobierno y el manejo del dinero a los varones (gobernación, policía, obras, hacienda, regularización de la tierra, fraccionamientos, licencias), así como trabajos rudos como los asociados a la protección civil y al fomento agropecuario, etcétera.

Además de ser parte de la Comisión de Hacienda y Patrimonio Municipal, a la cual deben pertenecer por disposición de la ley orgánica municipal, una de las tres síndicas participaba también en la Comisión de Ecología y otra en cinco comisiones más, incluida la de Equidad y Género. Curiosamente, ninguna de las tres mencionó pertenecer a la Comisión de Gobernación, Reglamentos y Circulares, a pesar de ser obligatorio, según la ley orgánica municipal, resultando interesante el caso de una regidora que mencionó formar parte de esta comisión.

Las regidoras describieron el desempeño en sus comisiones fue de manera diversa. Hubo quienes simplemente no respondieron la pregunta (tres de las 29 regidoras) o que contestaron aludiendo a que les gustaban mucho sus comisiones, pero sin especificar el trabajo que desarrollaban en ellas (11 de las 29 regidoras). Algunas mencionaron tener problemas para desarrollar sus comisiones, debido a una mala relación con el alcalde o con miembros del cabildo. Ante la falta de apoyo del alcalde, muchas regidoras generan estrategias para apoyarse con su red de conocidos, amigos, familiares, etcétera, así como para bajar recursos del gobierno estatal o federal, e incluso ponerlos de su bolsillo para cumplir con los trabajos de su cargo. Las formas de boicot mencionadas fueron el negarles los recursos, información y datos, y recibir discriminación por ser de oposición o por ser mujer, entre otras.

 

Obstáculos y acoso político enfrentados en el ejercicio del cargo

Al igual que las síndicas, en el ejercicio del cargo y en las comisiones asignadas o de las cuales forman parte, las regidoras enfrentan diversos obstáculos y situaciones adversas asociadas con el entorno cultural machista, descrito por ellas bajo la forma del bloqueo y el escepticismo en cuanto a las acciones emprendidas a favor de las mujeres y de la Equidad de Género que se vive en el Ayuntamiento y en las Direcciones con las que entran en contacto. De las 29 regidoras, dos no contestaron la pregunta sobre los obstáculos enfrentados en el cargo y solamente seis respondieron que no los habían sentido, con testimonios como el siguiente: "No he enfrentado obstáculos, tengo el apoyo condicional de todos mis compañeros y los ciudadanos de (...) me aprecian bastante".

Hubo quien refirió explícitamente no haber tenido problemas en el Ayuntamiento, incluso siendo regidora de oposición:

Gracias a Dios tengo una buena comunicación con el presidente municipal, que me ayuda con mis mujeres. No me puedo quejar de él porque solo es necesario que yo abra la boca y me apoya; me siento contenta del momento en que llegué a ser regidora porque soy apoyada por el presidente municipal, que es panista. Gracias a Dios me apoya en todo.

Expresiones como las anteriores no fueron predominantes; sin embargo, hubo múltiples testimonios de diversas formas de lo que se ha calificado como "acoso político", definido por la Asociación de Concejalas de Bolivia como:

"El acto o conjunto de actos cometidos por una persona, directamente o a través de terceros, en contra de una mujer o de su familia, con el propósito de impedir o inducir a una acción u omisión en el cumplimiento de sus funciones, derechos o deberes mediante actos de presión a través de persecución, hostigamiento o amenazas efectuadas por cualquier medio" (ACOBOL, 2007).

Tres cuartas partes de las ediles del estudio mencionaron haber enfrentado diversos obstáculos en el ejercicio del cargo e hicieron referencia a distintas problemáticas. Una de las más mencionadas por las síndicas y regidoras es la escasez de recursos para la realización de su trabajo en comisiones, como lo ilustra incluso una síndica del único municipio con grado de marginación muy bajo: "Aunque realmente no veo muchos obstáculos, el principal ha sido el recurso económico; estoy muy cerca de la capital, todo el apoyo que he necesitado de las instancias, de las agencias del Ministerio Público lo he tenido, lo he buscado, así que puedo decir que mi principal problema es el económico".

Las regidoras confrontaron otras de las problemáticas con el presidente municipal, el síndico o los demás regidores, así como en ocasiones con los directores de las áreas de sus comisiones. Dichos conflictos se expresaron en actos de discriminación: por ser mujer, por ser joven, por pertenecer a la oposición o a otro grupo dentro del mismo partido que gobierna el municipio, e inclusive en un caso, por ser mujer o tener alguna discapacidad. Un ejemplo de la discriminación es el no escuchar su voz, hacer caso omiso a sus propuestas en el cabildo: "En las reuniones de Cabildo, mi idea a veces no es tomada en cuenta porque soy mujer, pero aun así yo siento que tengo la capacidad y por eso estoy donde estoy".

Una situación especialmente difícil es la de ser regidora joven, ya que por esa razón los varones las "quieren chamaquear", como señalan tres de ellas, ligado este prejuicio al entorno machista:

El obstáculo que he enfrentado es mi edad, ya que es difícil llegar a un cabildo cuando el demás cuerpo edilicio, que está integrado por el síndico, el regidor y el alcalde, te ven como una niña. Tengo 29 años y, entonces, a veces, al hablar con un síndico que tiene 59 años, quisiera chamaquearte, pero gracias a Dios soy licenciada en derecho y he tenido que aprender a fundamentar las cosas cuando las solicito; no es fácil, pero tampoco es tan difícil.

No solamente el ser mujer joven con cargo en el cabildo implica enfrentar el "chamaqueo" por parte de los compañeros del cabildo, sino también las dudas que se manifiestan sobre sus capacidades: "Los obstáculos que he enfrentado principalmente fueron ser de oposición, además de mujer y joven porque piensan que por dichas razones no tenemos la capacidad para desarrollar ciertas actividades".

El siguiente es un testimonio de cómo la discriminación de género se manifiesta como discriminación por generación, al aducirse la "falta de experiencia" de una joven regidora:

Soy la única mujer en el cabildo y en total somos tres: el presidente, el síndico y su servidora. En coordinación con el DIF municipal hemos trabajado con el Sistema Nacional de Empleos en los talleres de repostería, costura y piñatas. Es lo único que se ha logrado porque a veces te ponen barreras para no poder trabajar o cuando tú necesitas el apoyo, el hecho de que seas mujer y estar joven ha sido también algo pesado para mí porque piensan que "no tienes experiencia o que no sabes", pero lo estamos demostrando y al final el trabajo se va a ver. Sólo he tenido apoyo del DIF municipal. Como ya comenté, los principales inconvenientes son el hecho de ser joven, ponerme barreras y decirme que no tengo experiencia.

Otra regidora expresa que: "en el cabildo me siento entre machitos". No solamente se les desconocen sus capacidades y no se escucha su voz, sino que se llega a suponer que ellas deberán hacer lo que los hombres del cabildo deseen, presuponiendo que su posición frente a los conflictos se debe regir por la "lealtad" que le deben a un varón:

Los impedimentos son varios: "he tenido enfrentamiento con el presidente municipal y con el síndico porque me ponen entre la espada y la pared. Uno me dice una cosa y el otro me dice otra; son los retos que he tenido en el Ayuntamiento, que me discriminan por ser mujer y entonces quisieran que yo hiciera lo que ellos dicen. Hasta ahorita ese es mi mayor reto.

El restar legitimidad a su figura como autoridad es otro mecanismo muy común. Por ejemplo, una forma de desconocer sus atribuciones como regidoras es ahuyentar a la gente que llegue a sus oficinas a solicitar atención de algún tipo:

Para mí el machismo ha sido la principal dificultad. En el mismo Ayuntamiento hemos tenido ese tipo de problemas y estamos navegando contra corriente porque, como son la mayoría de hombres, me presionan un poco, tratan de correr a la misma ciudadanía que me va a buscar, que van en chanclas, en short. Ellos ya perdieron el piso, ya no saben quién los puso ahí y es por esa misma gente que estamos ahí y no es justo. El principal obstáculo es que navego contra corriente porque no encuentro ni tengo el apoyo de mis compañeros ediles porque si en realidad nos sumáramos, seríamos uno de los municipios mucho mejores porque estamos mal organizados y si no hay esta organización, no tenemos nada.

La misma regidora señala que no le entregan las invitaciones del Instituto Veracruzano de las Mujeres que le llegan al Ayuntamiento y que no le dan viáticos suficientes, además de otras acciones de hostigamiento que han redundado en que en su Ayuntamiento se desconociera la forma de crear la Instancia Municipal de las Mujeres, asunto sobre el cual el resto del cabildo mostraba un total desinterés.

Esta problemática de no transmitirle a las síndicas y regidoras las invitaciones del Instituto Veracruzano de las Mujeres fue una constante en los diversos recorridos y talleres efectuados en Veracruz por GIMTRAP, A.C., al igual que la de no dotarlas de los recursos necesarios para asistir a los eventos convocados por dicho instituto, muchos de los cuales tenían que ver directamente con capacitación sobre políticas públicas de equidad de género, conformación de la instancia municipal de las mujeres y otros aspectos relevantes para el adelanto de éstas en el ámbito municipal.

Resulta significativo que en varios testimonios se señale específicamente el carácter machista del entorno cultural, pues al intentar realizar acciones a favor de las mujeres se topan con la resistencia de los compañeros de éstas, además de que los mismos trabajadores del Municipio, de diversas jerarquías, se resisten a reconocer su investidura, como ilustra una regidora:

Los hombres son un gran obstáculo porque a veces me acerco a platicar con las señoras y las motivo a que salgan adelante, muy independientemente de que tengan que estar con la pareja, porque en mi municipio hay demasiada violencia contra las mujeres; las maltratan bastante y ellas se quedan calladas. Yo me acerco, comento con ellas y sus esposos hasta les prohíben que hablen con nosotros porque les dicen que les estamos abriendo los ojos, que después vamos a mandar nosotras y ellos en qué lugar van a quedar. Sí es un problema; incluso, con el personal que tenemos en el Ayuntamiento se me hace difícil porque hay días en que el alcalde o el síndico tienen que salir a gestionar y cuando yo doy una orden o les digo qué es lo que hay que hacer, me contestan: "a nosotros no nos va a mandar una mujer". Sí, son dificultades que tengo que enfrentar, pero gracias a Dios mis padres me enseñaron a ser fuerte y ahí estamos. En el cabildo sí cuento con apoyo.

Así, no solamente existen obstáculos y barreras para llegar a algún cargo en el cabildo sino que, incluso llegando a éste, falta todavía asumirlo plenamente y luchar por ser reconocida como figura de autoridad ante el rechazo a que "sea una mujer la que mande".

De las tres síndicas de estudio encontramos que dos de ellas mencionaron que el principal impedimento en el cargo era la falta de recursos en el municipio, en tanto que una más se refirió a las presiones y el hostigamiento, que podríamos calificar como acoso político. El primer caso es el de una regidora que se quejó de que los conflictos partidistas en el cabildo no la dejaban ejercer sus funciones, la desconocían en sus comisiones y le negaban los recursos:

He tenido obstáculos, muchos, porque soy de oposición, porque soy mujer y soy maestra. No me jacto ni me lleno de vanidad, pero la gente que me conoce sabe lo que hago; venimos de la sangre priísta porque nuestros padres también lo fueron; mi papá fue el presidente municipal también aquí y, obviamente, apenas éramos chicos y ya andábamos en la grilla. Por ejemplo, quise hacer una campaña para la basura, de limpiar, chapear, barrer, pintar, de todo, pero me decían: "no, dile al director". Quiero hacer una campaña de reciclado de basura, necesitamos reciclarla, recopilar pilas, y la respuesta es: "dile al Director de Ecología"; todos mis proyectos eran a través de otros. Entonces dije: "ahora no, ahora todos mis proyectos los hago yo" porque la de Seguridad Pública no se la voy a dar a nadie. Cuando yo se los paso ni siquiera me invitan cuando lo van a participar ni me llaman cuando lo están haciendo; entonces no se vale, son mis ideas. Les quiero decir también que no cuento con ningún apoyo económico del Ayuntamiento; todo sale de mi bolsa, y por eso dejé de pedir, porque siempre me dijeron que no y me negaban los apoyos.

Otro testimonio de una regidora de un municipio de fuerte presencia indígena relata los intensos problemas en el cabildo, que han implicado que las dos mujeres en el cabildo, pertenecientes al mismo partido del alcalde, quedasen bloqueadas, no permitiéndoseles incluso firmar las Actas de Cabildo (violentando así la ley orgánica municipal), descalificando a una de ellas, manifestándole que debería "dedicarse a su señor y a sus hijas", pues "ya no estaba en edad" de andar en la política:

Dentro de mis comisiones desgraciadamente no he podido desarrollar la de Equidad de Género como debe de ser, por los mismos problemas que tenemos dentro del municipio ya que, a pesar de que el presidente es del mismo partido, ha tomado represalias porque pertenecemos a grupos diferentes. Las dos mujeres que somos regidoras priístas estamos completamente bloqueadas y no nos permiten ni participar ni firmar las Actas de Cabildo. Los obstáculos que yo he enfrentado ahí son por problemas políticos. Afortunadamente he tenido mucho apoyo del gobierno estatal, pero no del municipal. Las dificultades que he tenido que enfrentar se han relacionado con el hecho de que soy mujer y por cuestiones políticas. Me dicen que debo dedicarme a mi señor, a mis hijas y a cuidar mi salud, que ya no tengo la edad ni el tiempo para estar en la vida política.

Por su parte, derivado de su intención de cumplir con las responsabilidades de su cargo, una de las síndicas enfrentó el aislamiento, el desconocimiento de su investidura y diversas presiones. Dejaron de pasarle documentos por haber hecho ciertas observaciones a los estados financieros que el presidente municipal le presentaba para firma; la comisión de Hacienda los firmaba y los llevaba directamente al Congreso del Estado, contraviniendo a la ley orgánica municipal.

El haber hecho observaciones ocasionó que ahora no se me permita firmar ningún acta de cabildo ni ningún estado financiero desde diciembre del año pasado, además de que tampoco he sido requerida para los cabildos. Desde luego que ha habido barreras porque finalmente no se me ha permitido ejercer mis funciones.

Esta síndica ubicó el problema en parte, en el consenso de firmar como buenas las Actas de Cabildo y los Estados Financieros por parte del resto del cabildo, aunque cuando denunció en el Congreso del Estado esta irregularidad, le respondieron con ambigüedades, como si quien no cumpliera con sus funciones fuera ella, y no los demás miembros del cabildo, quienes pasaban como buenos documentos que por ley deberían ir firmados (y autorizados, por tanto), por el presidente municipal, por la síndica y por los regidores. Por tanto, señaló las imprecisiones" de la Ley Orgánica del Municipio Libre del Estado de Veracruz, las cuales habrían impedido que el Congreso del Estado interviniera y obligara al Ayuntamiento a respetar la investidura y las funciones de la síndica.

 

Casos de violencia política

En los Ayuntamientos las mujeres con cargo llegan a confrontar situaciones de violencia política, de acuerdo con la definición de la Asociación de Concejalas de Bolivia (ACOBOL):

Las acciones o conductas agresivas cometidas por una persona, por sí o a través de terceros, que causen daño físico, psicológico o sexual en contra de una mujer o su familia, en ejercicio de la representación política, para impedir y restringir el ejercicio de su cargo o inducirla a tomar decisiones en contra de su voluntad, de sus principios y de la ley. (ACOBOL, 2007).

El primer caso es el de una regidora que entró en conflicto con el presidente municipal al querer ejercer su comisión de Agua Potable, Drenaje y Alcantarillado, tras lo cual le quitó la comisión, ignorándola en cuanto al ejercicio de otra que ella ya tenía, que era la de Turismo, hasta que también se la quitó. Después de diversos enfrentamientos fue objeto de "periodicazos" y de una campaña de desprestigio en la radio por parte del alcalde, trabajando al final solamente en la última que le quedaba, pero sin recursos del Ayuntamiento. Ella llevó su caso al Instituto Veracruzano de las Mujeres y al Congreso del Estado sin obtener resultados:

Al inicio de la administración, cuando se repartieron las comisiones, el presidente municipal me dio la Agua Potable, la de Drenaje y Alcantarillado y la de Turismo. Había muchas quejas relacionadas con el agua, pero yo me di a la tarea de comunicarme con el encargado de la Comisión del Agua; él se dio cuenta de lo que yo estaba haciendo y me dijo: "aquí la única persona que tiene facultades soy yo como Presidente Municipal y tú lo único que tienes que hacer es fiscalizar, pero no tienes nada que hacer en la Comisión de Agua Potable porque es un organismo descentralizado". Yo dije: "Bueno, entonces, ¿para qué me asignas esa comisión si nada tengo que ver yo ahí? Hay quejas y tengo que darles soluciones a la gente". A través de un oficio me dijo que no quería que me metiera porque y entonces me quedó con la Comisión de Drenaje y Alcantarillado y la de Turismo. En esta última no me permitió desempeñarme bien ni me invitó a ninguna reunión; éstas se hacían en diferentes lugares, como Papantla, Poza Rica, Coatzintla, Tecolutla e incluso ahí en el municipio, pero no se me incluía. Un día decidí tomar un curso en el que nos hicieron evaluaciones tanto al inicio como al final; mi calificación fue de siete y por este motivo él se dio a la tarea de desprestigiarme, se fue a la radio y dijo que yo había sacado tres en ese examen y que eso demostraba mi incapacidad para tener la comisión de Turismo, así que me la quitó a través del Cabildo. Convenció a los compañeros de que yo no era competente para eso y que no había disposición por parte mía. Yo le dije: "señor alcalde, tengo mucha disposición, más bien es usted el que desde el momento que iniciamos esta administración me ha querido desprestigiar y todo por el hecho de ser de que soy oposición".

En su momento mi partido impugnó las votaciones al PRI por todo lo que hicieron y a raíz de ahí él me empezó a relegar; entonces solo me quedé con la Comisión de Drenaje y Alcantarillado, la cual ha obstaculizado en todo momento. En este caso, en una reunión me dijo: "bueno, es que tú no me has presentado trabajos". "Señor alcalde ¿cómo te voy a presentar un trabajo si para hacerlo necesito las herramientas necesarias para poderme trasladar? No me proporcionas ni un vehículo para hacer mi rondín; si me voy toda la mañana a supervisar alcantarillas, drenajes y todo eso vas a la radio y dices que no trabajo, que si no me da vergüenza nada más venir y cobrar mi quincena". En todo momento me ha puesto trabas y me ha desprestigiado con notas periodísticas durante todo el año. Me di a la tarea de hacérselo saber al Congreso y al Instituto, pero la verdad es que no he recibido el apoyo que quisiera y esto me hace sentir impotente porque me pregunto qué estoy haciendo aquí si este hombre no me permite realizar el trabajo que quiero desempeñar. No tengo a poyo de ningún tipo; incluso no me dan ni viáticos, nada.

Otra regidora documenta un caso más de regateo de sus funciones y jaloneo con sus comisiones, actitudes de agresión verbal y discriminación, llegando incluso a interponer una demanda contra el alcalde por no convocarla a las reuniones de cabildo:

Al principio de la administración los primeros quince días hubo una buena relación con el Alcalde. Yo tenía seis comisiones, entre ellas Educación; Agua Potable; Limpia Pública, pero como no accedí al manejo que se quería dar a éstas, el alcalde habló conmigo y me dijo que para justificar mi presencia en el cabildo me iba a asignar la de Participación Ciudadana. Yo me imagino que en la ley orgánica vio que no tenía muchas funciones y decidió asignarme esa y la de Tránsito. En mi municipio no hay tránsito; es más bien un camino que pertenece a la Junta Estatal de Caminos, una vía de paso. Gracias a Dios que yo traté de informarme en el estado y en otros municipios de la República; descubrí que la Comisión de Participación Ciudadana sirve para muchas cosas y me involucré en todas las áreas: gestionar láminas y despensas, así como pintar parques y balcones; con lo que me proporcionaban otros alcaldes y gente de la sociedad civil pude obtener muchos recursos, pero, lamentablemente, como al alcalde no le vino bien y no quiere a mi partido, inclusive yo como mujer tengo una representación y también me quitó esa comisión.

Tomar la de Tránsito ha sido muy complicado ya que he tenido que hacer las cosas por debajo del agua, prácticamente a escondidas. Voy a las escuelas, pero no hago una gran difusión porque sé que me la pueden quitar en la medida que sepan que yo estoy trabajando en ella. Lo mismo pasa con la de Equidad de Género; no la consideran importante porque aquí eso no existe y yo he recibido mucho maltrato por ser mujer. Inclusive, cuando me asignaron la Comisión del Agua literalmente me lo dijeron: "tú te quedas con la del agua por ser vieja, porque tú vas a tratar con las mujeres, porque es la del chisme y tú puedes lidiar con ellas". Actualmente existe una denuncia de manera penal contra el alcalde porque he asistido a seis sesiones de cabildo en casi dos años. No me citan, me quieren quitar responsabilidad; obviamente hay testigos y gente que está de nuestro lado y nos va a apoyar, pero todo esto provoca un desgaste que a veces ya no se puede manejar y hay que aprender a sobrellevarlo.

El siguiente caso presenta una violencia mayor relacionada con la toma de posesión del cargo de regidora, para descontento de ciertos grupos que la someten a amenazas de muerte, tanto a ella como a su familia. Finalmente, la intervención de un alto mando del ejército y el apoyo del presidente municipal, así como la actitud valiente de la regidora, llevaron al fin de las amenazas, lo cual no impidió que padeciera agresiones por parte de un regidor de la Comisión de Seguridad Pública:

Cuando ganamos sí hubo mucho descontento de parte ellos, me amenazaron de muerte, dijeron que iban a matar a mi hijo si no dejaba el puesto. En ese tiempo trabajaba en Icatver y fueron a ver a mi director para ver si tenía o no permiso pero, gracias a Dios, él era tan bueno que me ayudó mucho; trataron de moverme, pero no pudieron porque era un cargo de elección popular. Después de esto continuaron hablándome y me seguían amenazando, siendo ya regidora. Fueron a ver al presidente municipal que había quedado, quien les dijo: "no, ella fue elegida y se va quedar"; también le ofrecieron dinero, pero él les contestó: "ella tiene buena presentación aquí, tiene buena imagen en (...), sé que es una persona a la que le gusta mucho trabajar y va a continuar". Hubo amenazas también hacia él, pero el presidente se mantuvo firme.

El que se encarga de la Comisión de Protección Civil es un capitán retirado; fuimos al ejército, investigaron y se dieron cuenta que eran estas personas. Entonces, el general me dijo: "el próximo anónimo me lo das y yo voy a tomar cartas en el asunto". Me pusieron soldados en mi casa y un muchacho con un cañón ahí para que me viera porque recibía amenazas todos los días; cuando ellos vieron todo esto me dijeron quiénes eran los responsables. Ya que lo supe y estando un día cerca de uno de ellos, comenté: "si recibo alguna otra amenaza anónima no hay de qué preocuparse porque ya sabemos quiénes son". Todavía me volvieron a hablar por teléfono, pero yo les dije: "¿sabe qué? Ya tengo una denuncia con los dirigentes en Xalapa y la próxima vez me voy a ir contra ustedes". Esta gente es parte de los que participaron en la elección, pero gracias a Dios tenemos un buen presidente, maravilloso, que me ha tendido la mano en todo, siempre.

El caso más grave de violencia política fue el de una regidora indígena quien valientemente denunció la situación de su municipio y las múltiples irregularidades en que se incurría. La violencia política ejercida hacia ella llegó en este caso a extremos de gravedad, como amenazas de muerte e intentos de acusarla de delitos, etcétera.

Al siguiente día de que tomamos posesión del cargo me esperé toda esa jornada para hacer cabildo, al siguiente día tampoco hubo nada y así sucesivamente hasta hoy que se cumplen dos meses y hasta ahora nunca se ha hecho ningún cabildo.

Me han amenazado varias veces, por lo que ya le informé sobre esta situación a un Agente del Ministerio Público. Le pedí que investigara la situación a fondo.

Debo decir que sí cuento con apoyo en el municipio ya que, por ejemplo, el 13 de abril el alcalde inventó que yo tenía marihuana y me quitó el automóvil que traía; quería mandarme a la cárcel, pero no pudo pero y, gracias a Dios, la gente estuvo de mi lado.

Como se observa, el aislamiento y la exclusión, así como el intento de hacerla a un lado y quitarle el cargo ubicaron a esta regidora y a su familia en una situación delicada y peligrosa.

 

Reflexiones finales

Hemos visto cómo, en el ejercicio de su cargo, síndicas y regidoras enfrentan diversos obstáculos que van desde la escasez o la negación de recursos para realizar su trabajo hasta el acoso político, pasando por el bloqueo y el desconocimiento por parte de sus compañeros de cabildo o de los funcionarios municipales, el no ser escuchadas sus propuestas, enfrentar prejuicios y actitudes machistas, así como la desconfianza sobre sus capacidades por ser mujeres, ser jóvenes o de mayor edad e, incluso, por tener alguna discapacidad. Encontramos incluso algunos casos de acoso político que llaman la atención por el grado de violencia y de riesgo que implican para las regidoras y sus familias.

De esta manera, las representaciones sociales del poder político, que lo ubican como atributo "masculino" (Bourdieu, 2000), cuyos espacios estarían monopolizados por los varones, y a los que las mujeres "no pertenecen" de manera "natural", se expresan como mecanismos de exclusión de (Godelier, 1993), tanto en el camino para llegar a ocupar los cargos como a la hora de ejercerlos. Así, encontramos que, al ejercer el cargo, síndicas y regidoras comúnmente enfrentan una serie de dificultades específicas relacionadas con su situación como mujeres en el cabildo: falta de recursos para dar satisfacción a las necesidades básicas de la población y negación de los recursos para realizar las tareas propias de las comisiones de las que forman parte o dirigen; confrontación con los varones del cabildo y de la administración municipal, comenzando por el presidente municipal, generalmente un varón que en numerosas ocasiones no les reconoce su carácter de autoridades ni la legitimidad de su cargo. En algunos casos esto llega a extremos de violencia política (obligarlas o presionarlas para que hagan o dejen de hacer acciones propias de su cargo a través de amenazas, violencia física, etcétera), situación que se ha agudizado a partir del avance en la incidencia en los gobiernos municipales por parte de grupos de la delincuencia organizada, aunándose a las presiones comunes de los diversos cacicazgos y grupos de interés.

De esta manera resulta claro que si ya de por sí puede ser problemático llegar a ocupar un cargo, proponerse ejercerlo cabalmente y con apego a la ley orgánica municipal lo será aún más, pues ello significa exponerse a la confrontación y a presiones de diversos grupos de poder en medio de una cultura política que implica prácticas patrimonialistas y poco democráticas en los ayuntamientos y sus cabildos (Massolo, 2004 y 2008; Herrasti, 2003; Enzástiga, 2002; Rodríguez, 2000; Rodríguez y Cinta, 2003; Sam, 1998 y 2000; Valadez, 2003).

Hace más de tres lustros Veracruz comenzó a experimentar la alternancia partidaria en el poder a nivel municipal, aunque no a nivel estatal, prevaleciendo la hegemonía del PRI y la cultura política que le caracteriza. Como hemos visto, a este avance de la alternancia lo ha acompañado de manera contenida el de la pluralidad de género, muy limitado en las presidencias municipales, significativo en las sindicaturas y relevante en las regidurías. Los obstáculos para llegar al cargo y ejercerlo han sido documentados por las síndicas y regidoras, cuyos testimonios fueron abordados en nuestro estudio, y son semejantes a los encontrados en estudios sobre otras pertenecientes a otros estados (Barrera, 2008 y 2011a; Barrera y Massolo, 1998; Herrasti, 2003; Sam, 2002), resaltando en Veracruz cierto contexto conservador en cuanto a los roles masculino y femenino, como apuntara Cinta (2007), y una cultura política autoritaria de tipo corporativo y clientelar, de marcado peso priísta (Rodríguez, 2000; Rodríguez y Cinta, 2003; Cinta, 2007).

Resulta significativo que en los trabajos del Encuentro Estatal de Presidentas Municipales, Síndicas y Regidoras del Estado de Veracruz, realizado en 2009, se concluyera que las estrategias posibles frente a las situaciones de exclusión pasan por la capacitación (de síndicas y regidoras acerca de la administración municipal y la Ley Orgánica del Municipio Libre del Estado de Veracruz, así como de los miembros del cabildo en cuanto a equidad de género), la organización de redes de mujeres con cargo en el cabildo más allá de las pertenencias partidarias, así como el empoderamiento de éstas como autoridades en el cabildo, denunciando el acoso y otras prácticas discriminatorias, subrayándose la importancia de la lucha por el cumplimiento de la ley orgánica municipal por parte de todos los miembros del cabildo y los funcionarios del gobierno municipal.

 

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Notas

1 Los municipios son: Cayucan, Altotonga, Atzacan, Atzalan, Ayahualulco, Banderilla, Chontla, Espinal, Gutiérrez Zamora, Ixhuatlán de Madero Ixhuatlancillo, Jilotepec, La Antigua, Martínez de la Torre, Medellín, Nogales, Oluta, Papantla, Pueblo Viejo, San Andrés Tuxtla, San Juan Evangelista, Soconusco, Teocelo, Tenochtitlán, Tlalnehuayocan, Tlapacoyan, Tres Valles, Villa Aldama, Zentla.

2 Tomando en cuenta ambas formas de inserción, y el hecho de que formaban parte de tres a seis comisiones, encontramos que la participación más alta se dio en la comisión de Salud y Asistencia Pública, seguida de Ornato, Parques, Jardines y Alumbrado; siguiéndole la de Registro Civil, Panteones y Reclutamiento; y la de Educación, Recreación, Cultura, Actos Cívicos y Fomento Deportivo. Una participación menor, pero significativa, se dio en las comisiones de Tránsito y Vialidad; Limpia Pública; de Comercio, Centrales de Abasto, Mercados y Rastros; de Ecología y Medio Ambiente; Equidad de Género; de Agua Potable, Drenaje, Alcantarillado, Tratamiento y Disposición de Aguas Residuales y la de Participación Ciudadana y Vecinal. Hubo baja participación en las comisiones de Hacienda y Patrimonio Municipal; de Policía y Prevención del Delito; y de Protección Civil, en tanto que se registró una presencia marginal en las de Comunicación y Obras Públicas; Asentamientos Humanos, Fraccionamientos, Licencias y Regularización de la Tierra; Fomento Agropecuario; y de Gobernación, Reglamentos y Circulares, Derechos Humanos; Bares y Cantinas; y en la de Turismo.

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