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Agricultura, sociedad y desarrollo
versión impresa ISSN 1870-5472
agric. soc. desarro vol.12 no.2 Texcoco abr./jun. 2015
Caracterización de la producción y del comercio de café en el Municipio de Cuetzalan, Puebla
Characterization of coffee production and trade in the municipality of Cuetzalan, Puebla
Erika Benítez-García1, José L. Jaramillo-Villanueva1*, Sergio Escobedo-Garrido1, Saturnino Mora-Flores2
1 Estrategias para el Desarrollo Agrícola Regional. Colegio de Postgraduados. Campus Puebla. Km 125.5 Carretera Federal México-Puebla. Colonia Momoxpan, San Pedro Cholula. Puebla. 72760. (e_benitez_garcia@hotmail.com) (jaramillo@colpos.mx) * Autor responsable (seresco@colpos.mx)
2 Ecomomía. Colegio de Postgraduados. Campus Montecillo. Km. 36.6 Carretera México-Texcoco. Montecillo. Texcoco Edo. De México. 56230. (saturmf@colpos.mx)
Recibido: diciembre, 2013.
Aprobado: marzo, 2015.
Resumen
La producción del café en Cuetzalan del Progreso, Puebla, es la actividad productiva más importante. El objetivo de este trabajo fue conocer las características de la producción y comercio de café en este municipio para generar propuestas de intervención que podrían mejorar el margen neto de comercialización del productor. El análisis se realizó con una muestra de 101 productores, con 95 % de confiabilidad y 10 % de precisión. Los datos se obtuvieron mediante entrevista estructurada. De los productores, 72.81 % se emplea en actividades no agropecuarias, 33 % como jornaleros y 18.4% como comerciantes. El 76.2 % produce café orgánico; la variedad arábiga es cultivada por 72.8 % de los productores. La superficie sembrada es de 1.57 ha en promedio, con un rendimiento promedio de 2.06 ton ha-1. El nivel tecnológico promedio fue de 0.46, en escala de cero a uno. Se observó una relación directa entre nivel tecnológico, ingreso de la finca y rendimiento unitario. De los productores, 59.4 % vende su café a una cooperativa y 40.6 % a intermediarios. Se concluye señalando la necesidad de una intervención diferenciada, tomando como base los estratos identificados.
Palabras clave: cultivo de café, comercialización del café, innovación tecnológica, unidades de producción.
Abstract
Coffee production in Cuetzalan del Progreso, Puebla, is the most important productive activity there. The objective of this study was to understand the characteristics of coffee production and trade in this municipality, to generate proposals for intervention that could improve the trade net margin for the producer. The analysis was performed with a sample of 101 producers, with 95 % reliability and 10 % precision. The data were obtained through a structured interview. Of the producers, 72.81 % were employed in non-agricultural or livestock activities, 33 % as day laborers and 18.4 % as traders. Organic coffee is produced by 76.2 %; the Arabica variety is grown by 72.8 % of the producers. The surface cultivated is 1.57 ha in average, with an average yield of 2.06 ton ha-1. The average technological level was 0.46, on a scale of zero to one. A direct relationship was observed between the technological level, the farm’s income and the unitary yield. Of the producers, 59.4 % sell their coffee to a cooperative and 40.6 % to intermediaries. The conclusions point out the need for a differentiated intervention, taking the strata identified as a basis.
Key words: coffee cultivation, coffee trade, technological innovation, production units.
Introducción
El sector cafetalero en México ha sido partícipe de la historia y del desarrollo económico, político, social y cultural del país, donde gran parte de la producción es generada por pequeñas unidades de producción campesinas e indígenas, conectadas al mercado internacional a través de acaparadores regionales, brókers y compañías transnacionales, quienes demandan el grano a empresas beneficiadoras y comercializadoras regionales (Martínez, 1996).
En la década de los ochenta el café en México produjo 36 % del valor de las exportaciones agrícolas; sin embargo, en 2012 representó aproximadamente 9 %, siendo desplazado por tomate (Lycopersicum esculentum), aguacate (Persea americana L.) y pimiento (Capsicum annuum). La superficie cosechada en 2012 fue de 695 mil hectáreas, localizadas en 12 estados; Chiapas, Oaxaca, Veracruz, Puebla, Guerrero, Hidalgo, San Luis Potosí, Colima, Jalisco, Nayarit, Querétaro y Tabasco (SIAP, 2013). En la última actualización del padrón cafetalero (Enero 2010) se reportó que en el estado de Puebla existían 48 215 cafeticultores (SIAP-SAGARPA, 2010).
El volumen de exportaciones de café arábiga del ciclo 2011-2012 fue de 202 548 t, con, un valor de 876 millones de dólares. Sin embargo, sólo 0.83 % de este volumen fue café tostado o molido (Asociación Mexicana del Café, 2012). México es el principal productor de café orgánico del mundo, destinando 10 % de la superficie sembrada a este tipo de producción; además, vincula directa e indirectamente a 3 millones de trabajadores (SAGARPA, 2012).
Puebla ocupa el tercer lugar como estado productor de café a nivel nacional; 75 % se destina a la exportación, principalmente de café prima lavado y de altura. De acuerdo con el Sistema Producto Café (SIAP, 2015), el municipio de Cuetzalan cuenta con una superficie cosechada de 4800 hectáreas, una producción de 8833 toneladas y un rendimiento de 1.84 t ha-1. El municipio cuenta con 5786 productores de café (Ramírez et al., 2006).
Los principales problemas de la producción de café en la región de estudio han sido documentados por Escamilla (2007) y Ramírez et al. (2006), quienes mencionan que los problemas más importantes son el bajo nivel tecnológico del productor, que las variedades de café cultivadas no son las más apropiadas, el deficiente manejo de las prácticas agrícolas y la capacitación en los planos técnico y comercial, déficit de mano de obra, eventos climáticos adversos y problemas fitosanitarios (broca, roya y otros) que generan altos costos y, al mismo tiempo, disminución de la productividad por debajo de 1.50 t ha-1.
El objetivo de este trabajo fue caracterizar la producción y el comercio de café en la región de Cuetzalan, Puebla, para identificar ventajas productivas que permitan proponer estrategias de intervención que podrían mejorar el margen neto de comercialización para el productor. Lo anterior se realizó a través de una estratificación de las unidades de producción de café. Por ello, el interés se centró en identificar las características de la producción y la comercialización en el municipio de Cuetzalan, que permitan al pequeño productor mejorar su ingreso con base en su productividad y factores involucrados, como: nivel tecnológico, capacitación, rendimiento por hectárea, manejo de prácticas agrícolas y sus procesos de comercialización.
Una forma de estudiar la estructura de la producción agropecuaria y encontrar alternativas de mejorar el ingreso de los productores es a través de la caracterización y estratificación de las unidades de producción. La caracterización de productores es un procedimiento que busca identificar grupos de productores, con características de heterogeneidad o de homogeneidad, para conocer su dinámica de producción y comercialización (Andersen et al., 2007; Riveiro et al., 2008). Las variables más importantes para estratificar, que han sido reportadas en la literatura, son: grado de tecnología aplicada, uso de insumos, forma de organización de la unidad de producción, apoyos de crédito y de apoyos o servicios que inciden en la actividad productiva y que tienen implicaciones para su diferenciación, así como el grado de articulación con el mercado (Fundación Produce, 2005). La caracterización, según Cabrera et al. (2004), debe identificar y precisar características esenciales de la unidad de producción u organización.
La estratificación de los sistemas productivos de finca ha sido aplicada buscando tres aspectos: el primero como un diagnóstico con propósitos de identificar los tipos de productores de café de la región; el segundo, como un apoyo al diseño de políticas agrícolas; y el tercero, en la gestión de proyectos de inversión y desarrollo. Berdegué y Escobar (1990) evidenciaron la pertinencia de crear grupos objetivo de investigación homogéneos, con el propósito de crear procesos de generación y transferencia tecnológica exitosos, que deben ser identificados a nivel finca y zona geográfica.
La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO, 2013) señala que en México las unidades de producción agropecuaria pueden clasificarse en tres grupos: Agricultura Familiar de Subsistencia (AFS), cuya orientación es hacia el autoconsumo con recursos productivos insuficientes y complementación de ingresos con labores o ayuda gubernamental; Agricultura Familiar en Transición (AFT), con autoconsumo y venta de la producción, con poca carencia de recursos productivos, adicionalmente deben recurrir a la complementación de ingresos, pero no permanentemente; y la Agricultura Familiar Consolidada (AFC), cuya producción se dirige a la venta en mercados locales de forma sostenible, no carece de recursos productivos y su dependencia a complementar ingresos es esporádica.
El nivel tecnológico es la forma en que el productor transforma los insumos en productos. Este es definido como un proceso que surge de una idea, con reconocimiento de una necesidad de etapas técnicas, industriales y comerciales en la utilización de nuevos procesos (Pavón e Hidalgo, 1997). Los cambios tecnológicos permiten al productor obtener mayor rentabilidad, con la finalidad de aprovechar y diversificar su producción, además de mejorar su ingreso y obtener mayor rendimiento a menor costo, de tal forma que pueda ser más competitivo y mejorar su calidad de vida.
En las actividades productivas agropecuarias, el nivel tecnológico es una variable asociada con los rendimientos por hectárea; en este sentido, Cáceres et al. (1997) señalan que la innovación tecnológica no se refiere solo a aquellas tecnologías que los productores toman del contexto (exotecnologías), sino también a aquellas que han sido generadas por los mismos productores como resultado de procesos de experimentación y adaptación tecnológica (endotecnologías). Los mismos autores exponen el concepto de adopción tecnológica, como aquellas tecnologías de origen exógeno que los productores incorporan a sus sistemas productivos; es decir, las tecnologías adoptadas por los productores corresponden a aquellas tecnologías provenientes del exterior de sus unidades de producción.
Metodología
La investigación se realizó en el municipio de Cuetzalan del Progreso, ubicado en la Sierra Norte del estado de Puebla, México. Cuenta con 167 localidades y una población total de 47 433 habitantes. (INEGI, 2010).
Durante 2013 se realizaron entrevistas con informantes clave y se aplicó un cuestionario estructurado que consideró tres apartados; en el primero se abordan las características de la unidad de producción y su ingreso; el segundo indagó sobre el proceso de producción y la tecnología; el tercero, sobre la comercialización del grano. La entrevista se aplicó a una muestra representativa de 101 productores de café en la región, a partir de una población de 2875 productores, con una confiabilidad de 95 % y precisión de 10 %. El tamaño de muestra se calculó de acuerdo con la siguiente ecuación:
donde: N=Tamaño de población (2875), (Zα/2)=95% de confiabilidad=1.96, d2=Precisión=0.10.
Se caracterizó y estratificó a los productores, considerando las siguientes componentes: características sociodemográficas, sistemas de producción y nivel tecnológico, rendimiento, superficie sembrada e ingresos del hogar (Cuadro 1). Específicamente, la estratificación fue construida con cinco factores: tamaño de finca, variedades sembradas, rendimientos unitarios, prácticas agrícolas y nivel tecnológico. Para definir el nivel tecnológico se utilizó el concepto propuesto por Escorsa y Valls (2003), quienes señalan que la tecnología es el producto de la interacción de conocimientos y técnicas disponibles que considera las relaciones entre insumos y herramientas y un producto físico final obtenido. El nivel tecnológico está basado en las decisiones que el productor toma sobre las actividades centrales de su actividad productiva (Mora, 2004).
El nivel tecnológico estuvo representado por un Índice Tecnológico (IT) definido por tres componentes: Prácticas Agrícolas que realiza el productor; Tipo de Trazo y Prácticas de Conservación; y Número y Tipo de Variedades. A cada componente se le asignó un peso o ponderador; 0.50 para el primer componente y 0.25 para el segundo y tercero, respectivamente. Estos pesos fueron recomendados por expertos en la producción de café, asesores de las organizaciones de productores en la región de estudio. Prácticas Agrícolas se integró de cuatro actividades: fertilización, combate de plagas y enfermedades, renovación de planta, y poda y prácticas de limpieza. A cada una de éstas se le asignó un ponderador de 0.25. Tipo de Trazo y Prácticas de Conservación incluyó cuatro prácticas: curvas de nivel, barreras vivas, terrazas, y tipo de trazo, cada una con un valor de 0.25. Número y Tipo de Variedades considera el número de variedades y si éstas eran resistentes a enfermedades y plagas. Se estratifico con base en el Índice Tecnológico y Tamaño de la Finca. En ambos casos se construyeron tres estratos, dividiendo la muestra en terciles.
El ingreso de las unidades de producción se abordó con el concepto de ingreso monetario, que son las percepciones corrientes recibidas en dinero provenientes del trabajo asalariado, del trabajo independiente, los ingresos derivados de la posesión de activos físicos y no físicos y las transferencias recibidas de instituciones públicas o privadas, así como de otros hogares (INEGI, 2008). El análisis de los datos consistió en análisis descriptivo, seguido de prueba de diferencia de medias. El análisis se llevó a cabo con el software estadístico SPSS (Statistical Package for Social Science).
Resultados y Discusión
Los productores cafetaleros en México se caracterizan como minifundistas. La superficie sembrada promedio de café por productor en la región de estudio es de 1.57 hectáreas y el rendimiento promedio es de 2.06 toneladas por hectárea. La superficie sembrada de café por productor en la región es ligeramente más alta que la media nacional, de 1.48 hectáreas, y por debajo de la media estatal, de 1.62. El rendimiento regional también es mayor que el nacional, de 1.92 toneladas por hectárea, y menor que el del estado de Puebla, de 3.43; 96 % de la producción de las unidades de producción de café se destina a la venta. En este aspecto, Shanik (2013) señala que Puebla es el estado con mayor rendimiento en la producción de café cereza en el país.
La escolaridad de los entrevistados es de nivel básico. La media es de 5.6 años, y 19.4 % de jefes de familia no cuentan con escolaridad formal. Al respecto, en un estudio realizado en la comunidad cafetalera de Huehuetla en el estado de Puebla, Alvarado et al. (2006) señalan que 45 % de los cafetaleros es analfabeta y 22 % solo cuenta con cuatro años de escolaridad básica. En este mismo aspecto, Escamilla et al. (2005) mencionan que el promedio de escolaridad de los cafeticultores es de cinco años.
La edad promedio de los productores de café es de 56 años, con una desviación estándar de 12.5 años. De acuerdo con Ramírez y González (2006) la edad del cafeticultor está entre los 51 y 53 años. Escamilla et al. (2005) mencionan que la edad promedio de los caficultores orgánicos es de 49 años, con variaciones regionales de entre 43 y 54 años.
La producción de café es una actividad intensiva en mano de obra, especialmente durante la cosecha. El tamaño de familia indica la cantidad de fuerza de trabajo disponible para las actividades productivas del hogar. Se encontró que el número de integrantes por familia es de 3.8 miembros en promedio.
Un alto porcentaje (99 %) de la producción de café se destina al mercado; 59 % de los productores vende su café en la cooperativa Tosepan Titataniske y 40 % en la región, fuera de la comunidad, a diferentes intermediarios.
En la región de estudio la Cooperativa Tosepan Titataniske se ha convertido en un apoyo importante para los productores de café, pues 64.7 % de ellos mencionaron que han recibido beneficios a partir de su entrada a la cooperativa. La variable ‘‘pertenencia a la cooperativa’’ es significativa con respecto al precio de venta. Ésta influyó en la fijación del precio en la cosecha de 2013. Los socios recibieron un precio de $29.93 por kg de café, mientras que los no socios vendieron a $25.93 por kg (Cuadro 2). En cuanto a superficie, rendimiento y variedades, no se encontró influencia de la cooperativa.
En la región de estudio la superficie promedio es de 1.88 hectáreas, con una mínima de 0.25 y una máxima de 10. La media de superficie sembrada con café es de 1.57 hectáreas con un rendimiento de 2.06 t ha-1. Al respecto, Robles (2011) señala que el promedio de las unidades de producción cafetaleras es de 1.94 hectáreas en promedio y que 84.2 % de los productores tienen dos hectáreas o menos.
De acuerdo con versiones de los socios de la cooperativa Tosepan, la siembra de café orgánico se inició en 1990 por la inquietud de algunos socios de producir para vender en el mercado internacional, impulsados por los precios altos en ese momento. El término café orgánico, según Boyce et al. (1994), alude a un cultivo en el que se recurre a diversas tecnologías de abono, control de maleza y control de plagas, sin utilizar fertilizantes, herbicidas o químicos. Se encontró que 20.8 % de los productores produce solo café convencional y 76.2 %, café orgánico; 3.0% produce y vende ambos.
La producción y rendimiento de los cafetales depende, además del clima, del nivel tecnológico, así como del tipo y forma de aplicación de sus prácticas agrícolas y la escala de producción. Puebla obtiene rendimientos de hasta 3.43 toneladas por hectárea de café, en tanto que el promedio a nivel nacional es de 1.92 (Castillo, 2013). La Figura 1 muestra que a mayor superficie sembrada hay mayor rendimiento unitario, lo que es sustentado por un coeficiente de correlación de Spearman significativa (p≤0.05) entre estas variables.
Las variedades de café son un componente de los paquetes tecnológicos asociados a mayor rendimiento por hectárea. Las variedades criollas con las que se inicia el cultivo en la región son la Arábiga y Mundo Novo, en tanto que las variedades recientes asociadas con innovación tecnológica son Bourbon, Garnica, Oro azteca y Caturra. El 33.1 % de los productores tiene solo una variedad; 33.9 % cultivan dos variedades, la arábiga y una distinta a esta; 19.4 % siembran una variedad distinta a la criolla; y 44.7 % tienen tres variedades o más en sus parcelas. Las más comunes son Mundo Novo, Arábiga, Garnica y Bourbon. En este aspecto, en un estudio realizado en la comunidad de Ixtlán en la Sierra Norte de Oaxaca, Bolaños et al. (2012) mencionan que existen cinco variedades de café sembradas en las parcelas: Bourbón, Caturra, Garnica, Mundo Novo y Criollo, siendo la variedad dominante la criolla (arábiga). En nuestro estudio se observó en una misma parcela la asociación de dos, tres y hasta cuatro variedades, donde el criollo representa no menos de 50 % de las plantas sembradas.
Del total de productores entrevistados, 41.7 % mencionó que la implementación de nuevas variedades de café los motivó a sembrar más superficie, debido a la experiencia en sus prácticas agrícolas diarias y a que éstas son más resistentes a las enfermedades. La variedad Garnica es resistente a los rayos del sol y la Oro Azteca es de alta producción.
Dentro de los agro-sistemas cafetaleros, el manejo adecuado de las plantaciones de café comprende las prácticas agrícolas de poda, fertilización, chapeo y regulación de sombra como las más importantes para la calidad del café. El sistema de producción predominante para el municipio de Cuetzalan es el de la variedad Arábiga; 70.6 % de los productores cuentan con esta variedad, de los cuales 13 % la tienen distribuida en terrazas, 63 % en surcos y 10 % en tres bolillos. De los productores, 18 % utiliza sombra con plantas de plátano (Musa sapientum), limón (Citrus limon), naranja (Citrus sinensis) o Lichi (Litchi chinensis); 8 % utiliza las sombras temporales.
Dentro de las prácticas agrícolas en los cafetales, 16.5 % de los productores fertiliza con abono orgánico y realiza la poda. Las actividades agrícolas cafetaleras son realizadas por integrantes de la familia y ocasionalmente con ayuda de amigos y vecinos. Se encontró que el nivel tecnológico medio utilizado por los productores, se ubica en 0.46, con un mínimo de 0.34 y un máximo de 0.70; los productores que se encuentran por debajo de la media en las siete prácticas agrícolas consideradas, realizan cuatro de ellas y cultivan menos de dos variedades de café. El tipo de trazo que utilizan en sus cafetales es de surcos y tienen un rendimiento de 1.77 t ha-1, con una superficie promedio de una hectárea; el grupo de productores que se encuentran por arriba del promedio aplica cinco prácticas agrícolas; los que tienen de 4 a 10 hectáreas cultivan cuatro variedades y obtienen un rendimiento de 2.06 toneladas, siembran principalmente café orgánico, y cuentan con tres tipos de trazos (surcos, tres bolillo y barreras vivas), prácticas asociadas con mayores rendimientos.
En la Figura 2 se evidencia que 49 productores se encuentran por debajo del promedio del Índice Tecnológico (0.46) y que solo uno de ellos tiene el nivel más alto (0.70) y el resto (52 productores) está por arriba del promedio. El asunto de la tecnología es relevante en la medida en que está asociada a mayor productividad. Sobre este aspecto, Berdegué y Escobar (1990) mencionan que las políticas de innovación agrícola que se dirigen a la reducción de la pobreza deben emplear políticas diferenciadas: en las condiciones cada vez más prevalecientes de mercados agrícolas liberalizados, los agricultores que adoptan nuevas tecnologías pueden incrementar significativamente su productividad y diversificarse en sistemas de producción en donde tengan ventajas competitivas.
De acuerdo con Salgado (2006), el grado de tecnología que tiene un productor se manifiesta en las variedades que cultiva, la densidad de sus cafetales, podas, control de malezas, fertilización y control de plagas y enfermedades; todas estas prácticas aplicadas conjuntamente pueden aumentar su ingreso y mejorar su capacidad productiva.
El Cuadro 3 nos indica que aquellos productores que se encuentran por debajo de la media del Índice Tecnológico (0.46) obtienen un ingreso per cápita mensual de $975.08 y poseen en promedio 1.36 hectáreas, destinando 0.52 % de su producción a la venta. Además, 35 productores socios de la cooperativa se encuentran por debajo de la media del índice tecnológico y otros 13 de ellos que no pertenecen a la cooperativa se encuentran en el mismo nivel. Los productores de más de 0.59 del nivel tecnológico logran obtener un ingreso per cápita mensual promedio de $1821.58 y poseen 2.5 hectáreas.
La cooperativa Tosepan cuenta con 5800 socios pertenecientes a 60 comunidades localizadas en seis municipios (Cuetzalan, Jonotla, Tuzamapan, Zoquiapan, Hueytamalco y Tlatlauquitepec), de los cuales 3200 son productores de café; 2800 de pimienta; 1200 mujeres con 800 proyectos propios; 80 familias artesanas y 600 jornaleros; 95 % de sus socios son indígenas. González (2011).
Se encontró que los productores asociados a la cooperativa poseen mayor ingreso per cápita ($1288.50) y un mejor nivel tecnológico (0.472), lo que indica que la cooperativa podría estar ejerciendo influencia en la producción. Por otro lado, los no socios poseen una superficie sembrada promedio mayor (1.78 ha) que los socios y el porcentaje de sus ingresos por venta de café es muy similar (Cuadro 4). En este sentido, Robles (2011) señala que los bajos ingresos que reciben por su actividad no permiten a los productores hacer mejoras y aumentar sus rendimientos, y que el origen de sus ingresos proviene principalmente de las actividades primarias y son quienes reciben los ingresos más bajos, particularmente los cafetaleros.
La superficie promedio fue de 1.57 hectáreas, por lo que 55 socios pertenecientes a la cooperativa se encuentran por debajo de la media; se puede apreciar que 12 socios se encuentran entre 1.58 y 3 hectáreas y solo cuatro de ellos cuenta con más de 4 hectáreas (Cuadro 5).
Dentro de los productores de café de la Sierra Norte de Puebla, se identificaron tres estratos de productores: Subsistencia Familiar Limitada (1), Subsistencia Familiar con Limitantes y con Participación en el Mercado (2) y Subsistencia Familiar con Vinculación al Mercado (3).
En el Cuadro 5 se muetra que los productores que tienen menos de 1.5 ha poseen un rendimiento de 1.79 t ha-1 en promedio, cuentan con cuatro integrantes por familia y un nivel tecnológico de 0.46. El 52 % del ingreso del estrato uno es obtenido con la producción de café, mientras que en el segundo este porcentaje alcanza 58 %; los productores que tienen más de cinco hectáreas destinan mayor porcentaje a la producción de su cafetal.
El estrato uno se caracteriza por destinar la totalidad de su producción para cubrir las necesidades básicas de la familia; 49 % de los productores se sitúan en un nivel tecnológico bajo (un rango de 0.34 como mínimo y un máximo de 0.41) con una superficie promedio de 0.84 hectárea; un rendimiento promedio de 1.79 t ha-1 y un ingreso per cápita mensual de $722.23, con una edad media de 55 años. Generalmente venden su café en cereza y se encuentran con dificultades para incursionar en el mercado.
El estrato dos incluye productores que colocan su producción fraccionada y venden su fuerza de trabajo en actividades no agrícolas, empleándose como jornaleros, albañiles y, en el caso de las mujeres, como empleadas domésticas. Tienen dificultad para reservar un poco de capital. Obtienen un ingreso per cápita de $1788.01, con un índice tecnológico promedio de 0.45 y una edad promedio de 54 años; poseen una superficie de 2.41 hectáreas en promedio y rendimientos de 2.49 t ha-1, con dificultad en la dotación de sus activos.
En el estrato tres se ubican los productores que obtienen ingresos complementarios a la producción de café, con un ingreso per cápita mensual de $3489, con rendimiento promedio de 2.75 t ha-1 y obtienen 87.4 % de su ingreso por la venta de café; la edad promedio de estos productores es de 61 años y tienen problemas para mantener y mejorar la rentabilidad de sus ingresos y de sus activos.
Salinas (2004) menciona que la configuración del perfil del productor en las diversas regiones de México no puede escapar a la tendencia nacional de la estratificación económica: los grandes productores representan 1.5 %, los medios 8 %; los pequeños 25%; y los minifundistas 64.5 %. Estos cuatro grupos representan los estratos de los cafeticultores en México. En nuestro trabajo este último estrato representó 75%, en tanto que los grandes productores son 7 % del total.
El proceso de comercialización en la región de Cuetzalan se hace principalmente con café cereza. Quienes cuentan con despulpadora lo venden como pergamino; el café cereza tiene que ser comercializado lo más rápido posible debido a lo perecedero del producto en esta fase, por lo que el intermediario es la opción más recurrente para los productores en la región. 59.4 % de los cafetaleros colocan su café en la cooperativa y 40.6 % lo vende en la región, fuera de la comunidad. El 42 % de los productores manifestaron recibir el pago de inmediato, al momento de entregar su mercancía (de contado), mientras que 38% lo recibe una o dos semanas después de la entrega (crédito) y el 20 % restante lo deja a consignación.
En lo que respecta al proceso de comercialización se encontró que el precio al productor es uno de los factores limitantes importantes, porque existen variaciones que van desde $23.00 hasta $45.00. Entre las dificultades de los productores para colocar su café, 35.1 % se refiere a los precios bajos como la más importante; 22.8 %, a la localización de sus cafetales; 28.1 %, a la lejanía de los puntos de venta; 7.0 %, al coyotaje; 5.3 %, al clima; y 1.8 %, a que no encuentra comercializadora. Además, los medios de traslado y el cobro de cuotas para ingresar a una cooperativa son gastos adicionales que el productor tiene que considerar al vender su café. Sobre la problemática de la comercialización, Martínez (2004) señala que 57 % de los productores limita su participación en el proceso de comercialización al intercambiarlo con el intermediario, mientras que 15 % tiene mayor participación en la distribución, comercializando ellos mismos sus productos, sin la necesidad de intermediarios, hasta el mercado mayorista.
Los ingresos no agropecuarios3 representan cada vez más una proporción creciente del ingreso total de los hogares rurales en México. Esta tendencia ha sido documentada por diversos autores, entre ellos López (2005), quien menciona que se ha dado un cambio en la composición de los ingresos rurales, disminuyendo la importancia de la actividad agrícola. El ingreso de un productor no es suficiente por la venta que obtiene de la producción de café, ya que depende del tamaño de su predio, de las variedades y de que cuente con despulpadora o algún espacio de cemento que le permita asolear su café.
El ingreso total anual familiar promedio fue de $48 487.17, del cual 28 % ($13 756) se obtiene de actividades no agropecuarias. De las ocupaciones, se encontró que 5.9 % son albañiles, con un ingreso promedio de $5050.00 mensuales; 17. 6%, son comerciantes; y 11.8 %, son empleados, con un ingreso promedio mensual de $3687. Esto muestra que el ingreso no agropecuario puede llegar a más de 40 %, sin considerar remesas y transferencias.
La crisis de los precios del café, especialmente a partir de finales de los noventa, impacta negativamente los ingresos de los productores. Este efecto se acentúa debido a la falta de infraestructura comercial de los productores, la poca organización tanto para la producción como para la comercialización y la poca información comercial que manejan; todo lo anterior hace difícil una estrategia tendiente a mejorar el margen neto de comercialización del productor. Sin embargo, la existencia de diferentes tipos de productores y las diversas razones por las cuales participan en la producción del café obligan a elaborar una estrategia diferenciada de políticas públicas hacia ellos.
Algunas acciones derivadas de los resultados presentados pueden ser la capacitación técnica debido a que, en promedio, el índice tecnológico muestra niveles bajos; esto podría permitir mejorar rendimientos y calidad del grano. Otra posibilidad es la conversión hacia cafés diferenciados (orgánico, calidad gourmet), con el apoyo de recursos públicos, acompañados de asesoría comercial y de promoción, tanto para el mercado interno como internacional.
A manera de propuesta se señalan algunas sugerencias para una política pública cafetalera. Para el estrato uno es importante mejorar su tecnología de producción con renovación de cafetales de manera paulatina, y en alternancia con ello mejorar el rendimiento y la calidad del grano, manteniendo el trazo actual del huerto, que ha sido desarrollado por el propio productor de acuerdo con su sistema y localización del cafetal. Asimismo, dar mantenimiento al cafeto con podas de floración y de fructificación, y utilizar la poda de sombra para reducir la presencia de enfermedades, además de incorporar la fertilización orgánica. En cuanto a infraestructura y equipo básico, el uso de la despulpadora para agregar valor y dejar de vender café en cereza, y evitar el riesgo de fermentación y manchado del grano. Hacer un asoleadero de cemento para obtener café pergamino y llevar al mercado su café en esta fase. El difícil acceso a la parcela y la lejanía al centro de compra obligan a vender inmediatamente después del corte en cereza, lo cual se reduciría con esta infraestructura.
En el estrato dos la mejora tecnológica es importante ya que, con la renovación de cafetales en la región, esa es una situación realmente crítica y urgente para los tres estratos identificados. Es necesaria la instalación de un centro de acopio de los propios productores, con financiamiento y capacidad de almacenamiento, que funcione como regulador de precios. Al mismo tiempo, a través de ese centro de acopio, facilitar el acceso a plántula e insumos: fertilizantes y agroquímicos para controlar plagas y enfermedades, así como proporcionar capacitación para transitar al café orgánico de manera ordenada.
En estos estratos el precio inestable ofertado por el acopiador y las condiciones de pago no siempre en efectivo al momento de la venta, son situaciones que refuerzan la propuesta de promover un centro de acopio. En los tres estratos la asistencia técnica especializada y de tiempo completo es otra urgencia.
Aun cuando el estrato tres tiene mejores relaciones con el mercado, en es necesario renovar plantas y mejorar su nivel tecnológico de producción para mejorar rendimientos. A pesar de contar con mejores ingresos, el precio de los insumos limita su uso y aplicación, lo que exige una política pública de apoyo a insumos agropecuarios. Este estrato depende principalmente del café; sin embargo, el precio que se paga por éste en la región no siempre sigue la misma tendencia que en el mercado internacional, lo que obliga a pensar en una banda de precios, sin imponer los mínimos que están sancionados por la Organización Mundial del Comercio (OMC).
Una propuesta integral diseñada por los propios productores cafetaleros para las tres regiones del estado (norte, nororiental y negra) debe considerar la urgencia de la renovación de cafetales y el incremento en la densidad de planta con la instalación de los viveros por ellos mismos, para poder garantizar así la obtención de plantas de la variedad adecuada y con la sanidad requerida. Ese planteamiento propone la creación de una empresa comercializadora, como una institución prestadora de servicios integrales (financiamiento, insumos, asistencia técnica, seguros, beneficiado y comercialización) para los productores, que permitirá ventas más seguras, con precios competitivos y un mejor ritmo de desplazamiento del café, con capacidad de contratar coberturas de precio y establecer convenios bajo la figura de agricultura por contrato, con el señalamiento fundamental de que la empresa pertenecería a los mismos productores.
Conclusiones
Los sistemas de producción en la región son no especializados, predominantemente orgánicos, o en proceso de conversión. El sistema de producción se caracteriza por estar en un ambiente natural, cafeto asociado o intercalado con otras variedades de frutales y de vegetación propia de la región; lo que asigna una calidad que se expresa en aroma y cuerpo del café, específica de cada zona cafetalera. No obstante, los problemas de comercialización y de precios bajos e inestables generan condiciones difíciles de reproducción social en las familias cafetaleras de los tres estratos.
La estratificación de las unidades de producción permite conocer los sistemas de producción, sus limitaciones tecnológicas y el rendimiento que obtienen; la superficie sembrada y los ingresos netos de las unidades de producción son variables asociadas con el nivel tecnológico y su relación con el mercado, por lo que una estrategia para mejorar los ingresos de los productores necesariamente debe pasar por una propuesta de política pública que considere la generación y difusión de mejores prácticas tecnológicas, de mejores procesos de acopio y de beneficiado, así como de comercialización y de compra-venta. El otro elemento a fortalecer para mejorar el margen de comercialización es la creación de instituciones de comercialización propias de los productores debido a que, como ha demostrado la cooperativa Tosepan, el uso de economías de escala en la comercialización permite conseguir mejores precios por el grano. Esta investigación hace evidente que la superficie sembrada del cultivo está relacionada con nivel tecnológico, rendimiento unitario e ingreso, por lo que puede utilizarse como discriminante para segmentar los apoyos de programas públicos tendientes a mejorar la productividad del cultivo.
Literatura Citada
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3 Los ingresos no agropecuarios son generados por Empleo Rural No Agropecuario (ERNA), que se define como el empleo en el conjunto de las actividades económicas de índole no primaria (excepto la minería) desarrolladas por los hogares rurales, ya sea en el predio familiar o fuera de él. La definición también incluye a las actividades agroindustriales, tales como el procesamiento de alimentos en fábricas ubicadas en el sector rural. Por su parte, el ingreso rural no agropecuario corresponde al generado en las actividades que comprenden al ERNA, ya sea que éstas se efectúen bajo la forma de trabajo asalariado o como autoempleo.